El primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan saluda al presidente iraní Mahmud Ahmadineyad a su llegada a Estambul, Turquía.
Las críticas al capitalismo occidental, lanzadas por el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, dominaron en Estambul la XXV cumbre económica y comercial de la Organización de la Conferencia Islámica (OCI). El presidente iraní, quien evitó hablar sobre el polémico programa nuclear de su país, aseguró ante los delegados de sesenta países musulmanes que el capitalismo debe ser sustituido por otro sistema al encontrarse éste "en un callejón sin salida".
Si los países musulmanes "no logran tener un rol más activo en la construcción de las relaciones del futuro, entonces otros lo harán y nos las van a imponer basadas en sus propios intereses", advirtió el presidente iraní en referencia al pasado colonial de muchos países musulmanes. Ahmadineyad, cuyas manifestaciones fueron apoyadas públicamente por numerosos participantes de la cumbre - en la que participaron once jefes de Estado, seis primeros ministros y 18 ministros-, propuso además un mercado común de los países musulmanes, que deberían utilizar sus monedas nacionales en el comercio para escapar de los efectos negativos del capitalismo global.
Por su parte, el presidente turco, Abdulá Gül, dijo en su intervención que "las naciones musulmanas deben trabajar más para informar al mundo sobre el contenido pacífico del Islam". Al mismo tiempo, Gül instó a los estados musulmanes a asumir más responsabilidades para solucionar los problemas de Oriente Medio, una región donde Ankara trata desde hace meses de mejorar las relaciones con sus países vecinos, especialmente con Siria, Iraq e Irán.
La cumbre de Estambul estuvo hasta el último momento ensombrecida por la posible participación del presidente sudanés, Omar Al-Bashir, acusado y buscado por la Justicia internacional de crímenes de lesa humanidad en la región de Darfur. El líder sudanés decidió finalmente no acudir al encuentro de Estambul "por razones domésticas", dando un gran alivio a las autoridades turcas y a los organizadores de la cumbre.
Eso sí, el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, defendió anoche a Al-Bashir, al comentar que en Darfur no se cometió ningún genocidio, y afirmó que el ataque de Israel contra la franja de Gaza en diciembre y enero pasados fue mucho peor que lo sucedido en ese territorio sudanés.
El presidente sirio, Bashar Al-Assad, utilizó la cumbre para repetir sus críticas contra Israel por el maltrato a los palestinos y sus intentos de convertir Jerusalén en una ciudad judía. Asad destacó que si las negociaciones de paz fracasan en Oriente Medio, surgirán automáticamente movimientos de resistencia, al tiempo que instó a los musulmanes a confiar en sí mismos y no en otros. "Los salvajes asesinatos de Gaza y el desinterés mundial han demostrado que confiar en otros no lleva a ninguna parte. No podemos esperar una solución justa de otros. No podemos lograr nada si no confiamos en nosotros mismos y no defendemos nuestros derechos", dijo el presidente sirio.
Por su parte, el presidente de Afganistán, Hamid Karzai, confirmado hace pocos días en el cargo tras una controvertida elección, destacó el subdesarrollo de los estados musulmanes. "Ocho de los diez países menos desarrollados del mundo son musulmanes", recordó Karzai, quien anunció el deseo de acercar Afganistán a los demás países musulmanes, principalmente a Irán. "Afganistán tiene interés en mantener relaciones fraternales con sus vecinos", dijo el presidente afgano. "Ha llegado el momento de que Afganistán empiece a tener una vida en paz y con crecimiento económico", manifestó Karzai en su discurso.
Si los países musulmanes "no logran tener un rol más activo en la construcción de las relaciones del futuro, entonces otros lo harán y nos las van a imponer basadas en sus propios intereses", advirtió el presidente iraní en referencia al pasado colonial de muchos países musulmanes. Ahmadineyad, cuyas manifestaciones fueron apoyadas públicamente por numerosos participantes de la cumbre - en la que participaron once jefes de Estado, seis primeros ministros y 18 ministros-, propuso además un mercado común de los países musulmanes, que deberían utilizar sus monedas nacionales en el comercio para escapar de los efectos negativos del capitalismo global.
Por su parte, el presidente turco, Abdulá Gül, dijo en su intervención que "las naciones musulmanas deben trabajar más para informar al mundo sobre el contenido pacífico del Islam". Al mismo tiempo, Gül instó a los estados musulmanes a asumir más responsabilidades para solucionar los problemas de Oriente Medio, una región donde Ankara trata desde hace meses de mejorar las relaciones con sus países vecinos, especialmente con Siria, Iraq e Irán.
La cumbre de Estambul estuvo hasta el último momento ensombrecida por la posible participación del presidente sudanés, Omar Al-Bashir, acusado y buscado por la Justicia internacional de crímenes de lesa humanidad en la región de Darfur. El líder sudanés decidió finalmente no acudir al encuentro de Estambul "por razones domésticas", dando un gran alivio a las autoridades turcas y a los organizadores de la cumbre.
Eso sí, el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, defendió anoche a Al-Bashir, al comentar que en Darfur no se cometió ningún genocidio, y afirmó que el ataque de Israel contra la franja de Gaza en diciembre y enero pasados fue mucho peor que lo sucedido en ese territorio sudanés.
El presidente sirio, Bashar Al-Assad, utilizó la cumbre para repetir sus críticas contra Israel por el maltrato a los palestinos y sus intentos de convertir Jerusalén en una ciudad judía. Asad destacó que si las negociaciones de paz fracasan en Oriente Medio, surgirán automáticamente movimientos de resistencia, al tiempo que instó a los musulmanes a confiar en sí mismos y no en otros. "Los salvajes asesinatos de Gaza y el desinterés mundial han demostrado que confiar en otros no lleva a ninguna parte. No podemos esperar una solución justa de otros. No podemos lograr nada si no confiamos en nosotros mismos y no defendemos nuestros derechos", dijo el presidente sirio.
Por su parte, el presidente de Afganistán, Hamid Karzai, confirmado hace pocos días en el cargo tras una controvertida elección, destacó el subdesarrollo de los estados musulmanes. "Ocho de los diez países menos desarrollados del mundo son musulmanes", recordó Karzai, quien anunció el deseo de acercar Afganistán a los demás países musulmanes, principalmente a Irán. "Afganistán tiene interés en mantener relaciones fraternales con sus vecinos", dijo el presidente afgano. "Ha llegado el momento de que Afganistán empiece a tener una vida en paz y con crecimiento económico", manifestó Karzai en su discurso.