El mundo se está rajando o mejor dicho, las estructuras gubernamentales que sustentan las políticas económico-financieras de puro saqueo en favor de una pequeña elite plutocrática que se ahoga en dinero mientras causa la miseria y la sobrevivencia de una amplia franja poblacional denominada como la “clase media”. La estructura social se ha rajado y está poniendo a unos contra otros y lo peor de todo, disgregando el tejido social de los países en vías de desarrollo que han aceptado las recetas mágicas de los “popes” democráticos occidentales.
Sobre esto último sin dudas se puede discutir mucho sobre el carácter democrático de dichos actores ya que han convertido a sus sociedades en sofisticados guetos panópticos donde nadie tiene un mínimo de intimidad.
Si hay alguien que está colaborando con toda esta debacle es sin dudas EEUU y ello no significa hablar específicamente de Donald Trump. Si es cierto que él es la cara visible de la Casa Blanca y es autor de una infinidad de estupideces que complican más aún la pésima imagen de EEUU en el exterior, no es el cerebro la política exterior ni del descalabro bursátil visto hace apenas unos días. Por el contrario su personalidad ha representado ser la pesadilla más insoportable para el Establishment neoconservador que ha conseguido algunos puntos a favor (como lograr la frenar la inmigración, promover la construcción de un murallón en la frontera con México y la declaración de Jerusalén como capital de Israel entre otras) pero está resintiendo el fracaso de muchos otros.
Cuando las cosas son del agrado de este sector, todos aplauden a Trump de pie en la Cámara de representantes del Congreso y los medios se moderan en sus críticas enmarcadas en la novela del “Russia Gate”, en especial en Gran Bretaña donde la rusofobia mediática se ha convertido en un tema de estado para Teresa May. Si por el contrario las cosas salen al revés o van contra los intereses de algunos de los sectores influyentes que componen esa elite lo tildan inmediatamente y sin mayores escrúpulos de “populista de derecha” entre otros anodinos epítetos. Como sea, él será el fusible ante cualquier desastre que no pueda controlarse.
Hay una severa crisis en la Reserva Federal y existen discusiones internas por el tema de las tasas ¿cuánto deberán subir? Incluso algunos expertos financieros que no son del agrado del Establishment financista de Wall Street, señalan que la economía estadounidense solo gira en torno a la deuda pública, tan astronómica y exorbitante que no se tiene certeza de su cifra real. La Reserva Federal necesita aumentar los intereses para evitar un cataclismo interno mientras continúa imprimiendo billetes en forma descontrolada. Para algunos los buenos tiempos de la economía estadounidense se han terminado y es necesario volver a lo básico. Para otros hay una recesión en puerta y Trump sabe eso y es por ello que el presidente norteamericano ha tomado algunas de las medidas más molestas para el Establishment.
EEUU se ve impotente en frenar el desarrollo económico, comercial y financiero de Rusia pero en particular de China, y parte de ello lo vemos con las desesperadas medidas arancelarias que han estado a punto de desatar una guerra comercial abierta pero que no está exenta de escaramuzas político-diplomáticas que podría escalar al campo bélico. Precisamente sobre ello, Washington y todo el arco político pero en especial con el sector neocon y sus colegas pro-sionistas, han puesto el grito en el cielo apenas Vladimir Putin anunció públicamente en marzo del año que se está yendo el desarrollo de su potencialidad armamentística (con los misiles Sarmat y Avangard) que deja al arsenal nuclear estratégico estadounidense en la categoría de chatarra sofisticada, pero chatarra al fin.
Esto puso en evidencia un nuevo estado de cosas que sin dudas amenaza la supremacía estadounidense y ni bien tomaron conciencia en Washington de la veracidad de lo que el Kremlin había anunciado, llamaron inmediatamente a tratar de llegar a un “arreglo” con la intensión de que esto no dañara la reputación de los EEUU.
A la pérdida de credibilidad en la batalla de la propaganda mediática hay que agregar el recrudecimiento de las actividades de inteligencia –en particular las cibernéticas- está tomando un cariz cada vez más agresivo.
Pero de cara a la opinión pública, la farsa debe continuar y como procede el manual de la política estadounidense, el doble rasero debía aplicarse y de ese modo mientras los contactos estadounidenses claman por un poco de respiro, Rusia hace respetar sus intereses retomando sus vuelos estratégicos más allá del espacio aéreo de la Federación rusa. La respuesta de Washington fue imponer más sanciones y retirarse unilateralmente de varios tratados sobre el control de armas de destrucción masiva ¿Acaso eso es una casualidad?
La última de las medidas tomadas por Trump, tomo por sorpresa a los Halcones del Pentágono quienes confiaban en su determinación en mantener el estado de guerra perpetuo que tan buenos negocios da a la industria militar. Retirar a los grupo de tareas de fuerzas especiales que entrenaban a los “rebeldes moderados” y los grupos kurdos del “YPG” en Al Tanf y otros puntos del norte sirio fue algo que muchos no pudieron digerir. Uno de ellos su jefe del Pentágono James Mattis quien ya hizo las balizas y está a la espera de su salida. Apenas se conoció el anuncio sonaron los teléfonos desde Riad y Tel Aviv preguntando si aquello era cierto.
Ante la ola de críticas y fuertes presiones que esto causo dentro del círculo de influencias manejadas por lobbies vinculados a estos aliados, Trump realizó un viaje relámpago a Iraq donde aún hay más de 5000 soldados acantonados. Según informes de aquella visita Trump llego a la base aérea iraquí de “Al Asad”, que el ejército la marina estadounidense ocupa desde la invasión de 2003 y desde allí anunció que “no se retirarían de Iraq ya que desde allí podrían atacar Siria”. Este comentario que no es más que la confirmación de actos de agresión contra un estado soberano que atenta contra la ley internacional (Cfr. Cap. VII Carta de la ONU) y que habría sido la comidilla del escándalo para los medios occidentales, vemos como además de ser dejado de lado, demuestra con claridad lo que ha venido sucediendo desde hace años en la región.
Se sabe que los alegatos de Trump no revelan nada nuevo. Hace años que tropas estadounidenses operan sobre territorio sirio e incluso no tuvieron problemas cuando apareció el embuste del “Daesh” en junio de 2014.
Además hoy por hoy se hace insostenible su presencia ya que el actual gobierno en Bagdad, pese a ser de la misma mafia que colaboro con la ocupación, se halla fuertemente presionado por los sectores populares que no quieren ver a los norteamericanos en su territorio. Por otra parte, hay que recordar que Washington tiene un estricto protocolo de cobertura de la identidad de sus efectivos en operaciones en Iraq, no solo por seguridad ante los grupos de la resistencia que aún siguen operativos –como se alega-sino más bien para evitar individualizaciones que puedan servir para que la justicia –tanto iraquí como de cualquier parte- pueda llegarlos a requerir ante la comisión de crímenes de guerra y otros tantos que se han cometido y se siguen cometiendo en la región. Como sea, el futuro de Trump es bastante ocre y solo hay que esperar como se iniciara el nuevo año.