17/6/23

ARGENTINA Y SU PARTICIPACIÓN BÉLICA EN LA HISTORIA MUNDIAL

 


ARGENTINA Y SU PARTICIPACIÓN BÉLICA EN LA HISTORIA MUNDIAL



ARA BROWN

ARA SPIRO



Se cumplen años del ataque de tropas de varias naciones, encabezadas por la marina y el ejército de Estados Unidos, contra Irak. El 17 de enero de 1991, tras haber expirado el ultimátum de la ONU al presidente de Irak, Sadam Husein, para la retirada de sus tropas de Kuwait, la fuerza multinacional dirigida por Estados Unidos atacó objetivos en Irak y Kuwait. Argentina participó activamente en la llamada guerra del Golfo, enviando, a la zona de conflicto, al destructor Almirante Brown (foto) y a la corbeta Spriro. Carlos Menem era por entonces el presidente, y Erman Gonzalez el Ministro de Defensa.

No fue la primera vez que Argentina sumó tropas propias como parte de una acción conjunta internacional. No es éste un tema menor. Por detrás de los hechos, se dibuja siempre una mirada que le permite a los gobiernos fijar posiciones en relación a su ubicación en el mapa geopolítico mundial. Nos proponemos en este informe repasar las decisiones que asumió Argentina en distintos períodos frente a situaciones similares.

Antecedentes

En Julio de 1944 ciento sesenta mil soldados aliados lograron desembarcar en Normandía abriendo brechas en la defensa alemana. Fue una acción sorpresiva para el enemigo, que les permitió llegar a París y liberar a Francia después de 4 años de ocupación nazi. La histórica batalla terminaría sellando el resultado de aquella contienda. Seis meses más tarde, en febrero de 1945 Roosevelt, Churchill y Stalin se reunieron en Yalta, para definir las bases del nuevo orden político mundial. Los máximos responsables de las tres potencias se distribuyeron la geopolítica del planeta, cuando aún no había finalizado la guerra. Se sentían seguros del triunfo, daban como un hecho la capitulación de las naciones del eje. 

Después del encuentro en Yalta todo se precipitó. Se sumaron nuevas derrotas en el campo de batalla y las naciones del eje comenzaron a quedar aisladas y acorraladas. El 28 de abril Benito Musolini fue atrapado por los partisanos italianos cuando intentaba huir del avance aliado. Mussolini y su esposa, Claretta Petacci, fueron ejecutados en Lago de Como. Sus cuerpos se expusieron, colgados de los tobillos, en una plaza de Milan. Dos días más tarde, el 30 de abril, se suicidó Adolf Hitler, y el 7 de mayo de 1945 los generales del Tercer Reih se rindieron. Recien el 14 de agosto lo haría el emperador Hiroito de Japón, después que dos populosas ciudades japonesas, Hiroshimas y Nagasaky, soportaran el estallido de bombas atómicas.

La primera lanzada desde un bombardeo norteamericano el B29, bautizado como el Enola Gay, cayó en Hiroschima el 6 de agosto. Dos días más tarde Rusía le declaró la guerra a Japón e invadió Manchuria para sellar definitivamente, la suerte del imperio japonés. Al finalizar la guerra quedaba claro quiénes serían las naciones dominantes en las próximas décadas, las que impondrían modelos económicos y sociales. Las que se atribuirían el poder de policía internacional, las que convalidarían, o no, la legitimidad de gobiernos en todo el mundo, por encima de sus características dictatoriales o democráticas.

En Yalta las potencias acordaron un modelo de organización dominante. Crearon Naciones Unidas, como un único foro internacional destinado a debatir los conflictos entre naciones, y también aprobaron la creación del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Dos organismos financieros surgidos con el pretexto de ayudar a financiar la reconstrucción de las naciones en guerra, pero cuyo verdadero objetivo fue regular la económicas mundial en beneficio de los intereses de las naciones dominantes.

En el tercer milenio, setenta y cuatro años después de concluida la segunda gran guerra, se aprecia con indisimulable claridad el éxito de aquel proyecto. La ONU no pudo frenar la invasión a Irak, y el FMI, junto al Banco Mundial, son quienes marcan el rumbo económico internacional, y el endeudamiento de las naciones más postergadas.

Las normas y reglamentos que rigen la ONU, son funcionales a los intereses de las naciones poderosas que dominan al organismo. Su Consejo de Seguridad está integrado por 11 miembros, de los cuales cinco son permanentes: China, Francia, EEUU, Gran Bretaña y Rusia. Los otros seis integrantes son rotativos y no tienen voto en muchas medidas trascendentales. Por ejemplo, el consejo de seguridad de la ONU posee la autoridad para forzar una intervención armada, siempre que tenga el voto unánime de los 5 miembros permanentes. Estas reglas se desmoronaron en marzo de 2003 cuando EEUU decidió, en forma unilateral, atacar Irak sin la aprobación del Consejo de las Naciones Unidas.

Las naciones con mayor poder condicionan el funcionamiento de Naciones Unidas. En 1949, tres años después de su creación, doce países occidentales, inquietos ante la posibilidad de una nueva guerra a escala mundial, firmaron un pacto para constituir la mayor sociedad militar del mundo. Así nació la OTAN, la organización del Tratado del Atlántico Norte, que comprometía a los países miembros a asumir como propia cualquier agresión a uno de sus integrantes. Fue el comienzo de una época signada por la guerra fría que enfrentaba al bloque soviético con las naciones de la OTAN. ¿Que protagonismo asumió nuestro país en este proceso de reordenamiento político mundial, después de la segunda gran guerra?

Argentina, a través de los gobiernos de José María Guido y Arturo Illia, apoyó las acciones norteamericanas en Vietnam. Pero, en 1965 aquel alineamiento con la política exterior de EEUU, desencadenó una crisis profunda en nuestro país. Fue cuando el General Juan Carlos Onganía, por entonces Comandante en Jefe del Ejército, le sugirió al presidente Illia enviar tropas a República Dominicana para forzar una normalización institucional en ese país. El pedido de Onganía generó un debate nacional que incluyó manifestaciones en las calles de Buenos Aires, realizadas por quienes se oponían a la intervención Argentina en Centroamérica. Illia, finalmente, no envió tropas, aunque apoyó a EEUU en la creación de una Fuerza Interamericana de Paz que interviniera en dominicana.

En 1970, Onganía se dueño del poder institucional tras derrocar a Illia con un golpe de estado y envió observadores militares, por pedido de la OEA, a El Salvador y Honduras para controlar el cese del fuego en la región. Militares argentinos volverían a Centroamérica años más tarde, pero bajo circunstancias bien distintas. Fue entre 1979 y 1982. Lejos de asimilarse a una misión de paz, más de 500 efectivos se instalaron en Honduras y Nicaragua para desarrollar tareas de entrenamiento y ayuda para combatir la guerrilla. Organismos de derechos humanos terminarían denunciando, tiempo después, que los militares argentinos enseñaban métodos de tortura que habían sido aplicados en nuestro país. Eran tiempos que en la casa Rosada estaba el General Leopoldo Fortunato Galtieri, y Nicanor Costa Mendez canciller argentino.

Desde la finalización de la segunda guerra mundial hasta nuestros días, Argentina ha participado en poco más de 25 operaciones militares en el extranjero, 14 de ellas se produjeron en los 10 años que duró el gobierno de Carlos Menem. La presencia de soldados argentinos entre los cascos azules, durante los diez años de Menem, fue un gesto de permanente pleitesía a la política exterior de Estados Unidos. Una adhesión que derivará en graves consecuencias para nuestro país. 

Para tomar dimensión de lo que representaron aquellas 14 misiones de militares argentinos en el extranjero, durante los años de Menem, es importante repasar algunos números. Nuestro país tenía, en 1994, más de 3.300 soldados, de las tres fuerzas, distribuidos en distintas zonas con conflictos en todo el mundo. Los gastos de estos movimientos fueron afrontados por Argentina, a la espera de su reintegro, por parte de la ONU. 

El sueldo de un oficial en misión en el extranjero oscila entre 2300 y 2700 dólares, según su rango. Un monto que se cobra por encima del que tiene como base. Argentina, además, gastó en 1991, 20 millones de dólares para enviar sus dos naves de guerra al Golfo.


Asumiendo la guerra como un negocio al que había que apostar, Menem aseguraba que tenía la promesa de EEUU, que empresas argentinas participarían de la reconstrucción de Kuwait. No solo no hubo participación de empresas argentinas en la reconstrucción del país invadido por Irak, sino que de los 20 millones de dólares gastados para enviar las naves de guerra al golfo, solo se recuperaron 8 millones. Sin embargo, el peor costado que tuvo la participación abierta de Argentina en la guerra del Golfo no fue el económico. Los atentados a la embajada de Israel, primero, y a la AMIA, más tarde, certificaron que aquella participación argentina en la guerra del Golfo no fue gratuita.

En junio de 2004 un plenario de comisiones del Congreso Nacional aprobó el tratamiento del proyecto del Poder Ejecutivo, para que se autorice el envío de tropas a Haití en el marco de la resolución 1542 de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Fue el pasaporte para 614 militares argentinos que viajaron a Haití para sumarse a una fuerza internacional propiciada por la ONU. Además del personal militar nuestro país enviará 73 vehículos, ambulancias, un buque y un hospital móvil, entre otros pertrechos.

En el debate en el plenario, que unió a integrantes de dos comisiones parlamentarias de la cámara baja, de Relaciones Exteriores y la de Defensa, entregó una amplia y rica batería de conceptos por donde podía transitar la política exterior argentina, en relación a las misiones de paz y las intervenciones militares en otros países. El diputado Jorge Arguello defendió el envío diciendo que se trata de un esfuerzo multilateral para la reconstrucción de Haití, el país más pobre de América. Su par Federico Storani, planteó el riesgo de ser simples guardiacostas de los EEUU, en tanto que Marta Mafei propuso enviar socorristas y no militares. El socialista Luis Zamora afirmó que la acción convalidará un gobierno ilegal.


En la actualidad nuestro país ha modificado procedimientos internos para evitar que una decisión trascendente, como es la de enviar militares argentinos a otras naciones en misiones internacionales, quede solo en manos del presidente. La remisión de tropas exige hoy la sanción de una ley en tiempo y forma. En ocasión de la guerra del Golfo el permiso fue aprobado cuando las naves argentinas ya estaban en el Golfo pérsico, en la zona de operaciones y bajo las órdenes de Estados Unidos. Los debates parlamentarios, en aquel entonces, fueron estériles, quedaron como un eco quejoso a acciones del gobierno.

A 32 AÑOS DE LA GUERRA DEL GOLFO PERSICO



Hace 32 años, Irak se rendía a una coalición liderada por EEUU en la Guerra del Golfo 



El 2 de agosto de 1990 tropas iraquíes ocuparon el emirato petrolero en cuestión de horas, con la excusa de una deuda originada por la guerra que Irak había mantenido con Irán, entre 1980 y 1988, además de sus intereses por el petróleo. 

Hace 32 años, el 3 de marzo de 1991, finalizaba la primera Guerra del Golfo liderada por Estados Unidos y sus aliados contra Saddam Hussein por la invasión a Kuwait, conflicto que causó devastadoras consecuencias para Irak dentro de un mundo unipolar liderado por la Casa Blanca. 

El 2 de agosto de 1990 tropas iraquíes ocuparon el emirato petrolero en cuestión de horas, con la excusa de una deuda originada por la guerra que Irak había mantenido con Irán, entre 1980 y 1988, además de sus intereses por el petróleo. La acción de Hussein tomó por sorpresa a Kuwait y, durante la operación, murieron cientos de personas y el Gobierno kuwaití debió exiliarse en Arabia Saudita. 

Siete meses más tarde, el 17 de enero de 1991, las fuerzas invasoras fueron expulsados por una coalición internacional liderada por el Gobierno del expresidente estadounidense George H.W. Bush en una operación denominada "Tormenta del Desierto". En marzo de 1991 finalizaba la primera Guerra del Golfo liderada por Estados Unidos


La coalición internacional, considerada la más grande desde la Segunda Guerra Mundial, fue integrada por 34 países luego de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU La coalición internacional, considerada la más grande desde la Segunda Guerra Mundial, fue integrada por 34 países luego de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU. 

Fue apoyada principalmente por Arabia Saudita y el Reino Unido, mientras que la Argentina envió un destructor, tres corbetas y dos helicópteros para participar del bloqueo contra Irak, durante el Gobierno del fallecido expresidente Carlos Menem. Desde su rendición a las fuerzas internacionales, el 28 de febrero de 1991, Irak ha pagado a Kuwait miles de millones de dólares en concepto de reparación por los daños sufridos durante la ocupación, según informes de la BBC. 

El conflicto causó la muerte de alrededor de 200.000 personas entre ambos bandos, según un informe presentado en Washington a fines de mayo de 1991 por Greenpeace Para algunos analistas, la primera Guerra del Golfo, llamada "La Madre de todas las batallas" por Hussein, evidenció la la vulnerabilidad de los países más pequeños de esa convulsionada zona, disputada por Estados Unidos y otras potencias internacionales. El conflicto causó la muerte de alrededor de 200.000 personas entre ambos bandos, según un informe presentado en Washington a fines de mayo de 1991 por Greenpeace. 




La organización ecologista calificó la primera Guerra del Golfo como el conflicto "más importante y destructivo de la historia moderna" y señaló que "todo lo dispuesto en el derecho internacional sobre el trato a la población civil fuer violado" en esa contienda bélica, según el diario el País, de Madrid. Señaló, además, que a pesar del uso de armas inteligentes exhibidas durante los combates, la guerra alcanzó un nivel "excepcional" de daños humanos, naturales y de medio ambiente.

Greenpeace criticó "la destrucción sin precedentes infligida por las fuerzas aliadas a una nación con fuerzas convencionales en un período tan corto de tiempo". "Nunca antes", dijo la organización ecologista, "una sociedad civil había quedado tan destruida y un medio natural, tan lesionado". 

El 3 de marzo de 1991, tras rendirse el 28 de febrero, el Gobierno del presidente Hussein aceptó en la ciudad de Safwan, al sureste de Irak, las condiciones impuestas por las Naciones Unidas, incluida la restitución de la soberanía de Kuwait. 

Para reducir el impacto de las sanciones contra los iraquíes, el Consejo de Seguridad aprobó un programa que permitía a Irak vender petróleo para comprar bienes de primera necesidad, entre otras medidas. 

En la primera Guerra del Golfo comenzó a verse el sistema unipolar representado por Estados Unidos, tras el fin de la Guerra fría entre la Casa Blanca y la ex Unión Soviética en 1991. 
Después vendría una segunda Guerra del Golfo, con la invasión de Irak en marzo de 2003 tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, luego de que el el expresidente George W. Bush, hijo de George H. W. Bush, acusara a Hussein de poseer armas de destrucción masiva que jamás fueron encontradas

7/6/23

CONFERENCIA DEL CANCILLER DOMINGO CAVALLO 29/12/1990


Bs. As.: Conferencia de prensa del canciller Domingo Cavallo donde habla del inicio de las operaciones de ataque a Irak contra los objetivos precisados y las funciones que cumplen las naves argentinas en el Golfo Persico. 

Imagen del ministro Guido Di Tella junto a Domingo Cavallo. Luego los periodistas le formulan las siguientes preguntas: 

-¿Puede establecer que otras nacionalidades son las que se han evacuado, que otros países latinoamericanos, gente de otros países? 

-¿Canciller, si nuestras naves están en operaciones a pesar de que están a kilómetros de distancia, en el departamento de Estado hay un comunicado y dijo que forman parte del grupo que ha empezado la operación "Tormenta del Desierto", concretamente es tarea de apoyo logístico, esta dentro de la guerra mismo el que alcanza la bomba como el que la tira? -¿Por qué no se determino que esas fuerzas volviesen? Fecha: 29/12/1990

2/6/23

LA NECESIDAD DE UN POLÍTICA ESTRATÉGICA PROPIA

 

HOY NADIE TE DA UN MANGO, DESPUES DE HABER SIDO EL GRANERO DEL MUNDO Y CAIMOS EN MANOS DE DELICUENTES.




Tras el paso del tiempo, hemos ido viendo como las relaciones entre las naciones, se han ido modificando a pasos agigantados, demostrando que las necesidades de algunos lleva a no esperar los tiempos de otros, desatando los tan variados conflictos que sacuden a nuestro mundo actual. En ese sentido, las relaciones entre las naciones han ido sufriendo las mutaciones dentro de cada una de sus sociedades, producto de las corrientes imperantes en cada momento de la historia.

En la década de los noventas y con el prologo de la caída de la Unión Soviética, pudimos ver como Estados Unidos y la Organización Atlántica (OTAN) pasaron a tomar al mundo, como un lugar libre de adversarios, tanto políticos como militares lo que conllevó a que las corporaciones, multinacionales empresarias de las más variadas ramas del comercio y la industria, tomaran ventaja de esta nueva situación para sacar las mejores utilidades sin pedir permiso a nadie.

Con esta Hegemonía unipolar, los Estados Unidos pudieron imponer una nueva doctrina en medio de lo que se conoció como la "Globalización" por medio de la cual, se intentó convencer al mundo entero de que, para la seguridad común se hacía necesario crear un "nuevo orden", con alcance mundial y por supuesto, dirigido desde Washington.

De esta manera, la Casa Blanca y sus estamentos políticos y militares, sujetaban -pretendieron hacerlo- sujetar la voluntad política de todos los estados soberanos, a lineamientos y pautas que habían sido preconcebidas mucho tiempo antes, en sus laboratorios de la ingeniería social y política que se resume en la denominación inglesa "THINK TANKS" o tanques de pensamiento, que no son más que organismos compuestos por académicos, profesores, analistas y expertos de varias ramas de la ciencia que proponen soluciones para las décadas e incluso centurias postreras.

La historia fue demostrando lo que significaba ese "Nuevo Orden Mundial" que tan solemnemente anunciaba el presidente estadounidense George W. Bush Padre, ante el Congreso estadounidense en 1991 tras el fin de la guerra del golfo Pérsico. Con la URSS venida abajo y una Rusa que recogía los pedazos de lo que había sido una potencia político-militar de singo comunista, La Casa Blanca tenía el horizonte libre y sin oponentes para comenzar a desarrollar con total comodidad las políticas intervencionistas más descaradas y agresivas que pudieron haberse visto desde la culminación de la segunda guerra mundial en 1945.

En este drama, Argentino no estuvo exceptuada. La ola neoliberal salida de partidos conservadores británicos como el que presidió Margaret Thacher en la década de los ochentas, se potenció brutalmente con la administración republicana del presidente Ronald Reagan que tendría contiunidad con la llegada de Bush que a las políticas del libre mercado y descontrol de las actividades financieras privadas, le agregó la agresividad exterior que irían paulatinamente en ascenso hasta nuestros días.

Argentina cayó en esos vapores neoliberales sin que hubiese en aquellos momentos, partido político, organización o grupo que se opusiera con seriedad y decisión a lo que el gobierno de Carlos Menem y Cia, estaban por concretar, nada más ni nada menos que la desestructuración del estado para entregarlo a los intereses privados que con el tiempo, demostraron ser tan o más ineficientes que los del estado.

A pesar de que se han implementado algunas medidas para buscar salir de esa dependencia en la cual se involucran los banqueros foráneos y sus comedidos locales, estamos muy lejos de que se pueda decir que el país tiene libertad para implementar sus propias políticas geoestrategicas (sean comerciales, políticas, financieras y militares). A pesar de las formas y de los discursos, los que manejan los hilos desde Washington, New York y Londres no ven ellos argumentos que despierten su preocupación ya que "solo es parte de una comedia".



Hoy por hoy, ya en la segunda década del siglo XXI, Argentina se encuentra inmersa en una confusa y muy peligrosa encrucijada en la cual, la política exterior y sus prioridades geolpolíticas no aparecen claras o más bien, no han querido ser planteadas con firmeza ya que los funcionarios meramente pasatistas en la administración nacional, no quieren comprometerse con los destinos de un país independiente que para tal, requiere de un arduo trabajo y lucha contra quienes no quieren un país fuerte y soberano.

30/5/23

“CON PENAS Y SIN GLORIAS”


Como es volver de una guerra y no ser reconocido por el estado a que se sirvió




ARA Brown de regreso en 1991

Sentados en un café de la ciudad de Buenos Aires, ahí nomás del famoso obelisco, en una tarde lluviosa de marzo cuatro viejos camaradas nos encontramos como por casualidad y casi por un hecho fortuito, cada uno de un país diferente, que formaron parte de aquella vieja contienda en el Golfo Pérsico que ya está por cumplir tres décadas. Alguno podría creer que no hay nada de causal en esto y en realidad es posible que así sea. Encontrarnos un canadiense, un argentino, un yanqui y un servidor del Reino Unido en la misma avenida “9 de Julio” llama mucho la atención ¿no lo cree usted?


Lo cierto es que en realidad es tan así. Tom H. y Jack G. son miembros de la editorial sobre temas militares y actualidad política “veteranstoday” ( http://www.veteranstoday.com/ ), estaban en Buenos Aires en parte de recreo y en otra parte de recopilación de información sobre la situación militar de la región y las aparentes compras que ha realizado el gobierno argentino a EEUU.


Un servidor había venido a investigar y buscar información sobre la guerra de Malvinas, como parte de un proyecto para armar un libro documental sobre la verdad ocurrida en aquella oportunidad, especialmente sobre las operaciones del S.A.S. y el S.B.S. . En eso me encontré con un camarada de la Armada argentina que sirvió en la guerra del golfo en el destructor “Almirante Brown” y me sirvió de guía en la ciudad capital a donde me condujo a la biblioteca nacional donde pude acceder a muy buenas referencias históricas. Lo primero que le pregunte fue ¿Cómo va la lucha por el reconocimiento de tu gobierno para contigo y tus camaradas? A lo que respondió con su gesticuladora cara “No me preguntes che”. Llovía copiosamente y el momento se prestaba para un buen café en un lugar tranquilo.


Saliendo de la biblioteca del Congreso que se ubica frente al Capitolio, y tratando de protegernos de la lluvia no vimos a dos tipos que pasaban justo por la puerta y nos dimos de bruces contra ellos lo que desató un rosario de insultos en inglés y en castellano de mi camarada, que fueron respondidos por disculpas y consideraciones en inglés de aquellos tipos. Se veían realmente consternados por el accidente y tan pronto paso el ardor de los nervios caímos en cuentas –y ellos obviamente también- de que hablábamos el mismo idioma. Terminamos riendo y por sugerencia de uno de ellos, fuimos a tomarnos un café no muy lejos de allí.




Medalla a Veteranos de EEUU 1991



A las resultas todos éramos viejos lobos de mar, salvo Jack H. que había estado en Vietnam como piloto de helicóptero y se retiro de la fuerza en 1984 un año después de lo de Granada y desde allí dedicado a la temática de la defensa activa de los derechos de los veteranos. Tanto Tom H., Jorge G. y yo estuvimos embarcados durante las operaciones de Escudo y Tormenta del desierto. Por suerte para nuestro anfitrión hablábamos un castellano aceptable aunque también Jorge tiene un inglés nada despreciable por ello no fue difícil intercambiar vivencias.


Durante la charla fue inevitable no tocar el tema de los veteranos argentinos que habían estado con Jorge en el Golfo. Allí y para asombro de los oídos de los yanquis, les comento que desde que habían regresado de aquella misión los sucedáneos gobiernos no habían hecho nada por reconocerles sus derechos, el primero de ellos a su condición de veteranos y luego todos los derechos compensatorios que acompañan a ese reconocimiento. Jack fue el más extrañado y hasta casi molesto por esa situación que contaba nuestro anfitrión a quien le dijo “amigo, deben unirse y reclamar con algún bufete de abogados”; a nosotros nos ocurrió, a mis camaradas que vinieron les sucedió lo mismo y a tipos como a Tom que estuvo en el “USS Worden” cuando llegaron a puerto les dieron una condecoración, un apretón de manos y las consecuencias que trajeron dentro de sus cerebros y sus organismos (contaminación química y radiactiva) pasaron por arriba y ¡Buena suerte!


Allí fue que Jorge le dijo, que la situación aquí era mucho más precaria ya que ni siquiera se les había dado el mero reconocimiento oficial y legal de haber estado en operaciones de guerra, a lo que tanto Jack como Tom con cara de enojo soltaron su característico insulto “What Motherfuckers man!!!! Tras esto, Jack repuso “¿Ni siquiera están cobrando compensaciones por sus actividades?, es increíble”. Fue allí que Tom se interpuso y dijo “Ni preguntar sobre enfermedades producto de la contaminación a la que estuvimos expuestos, ¿no?” Porque creo ya debes saber que estuvimos en medio de un ambiente con una polución extremadamente contaminante y fue recién por estudios de tipos como Howard Urnovitz, que descubrimos que muchos muchachos que habían regresado y mostraban problemas de cáncer y leucemias atípicas tenían alterados sus cromosomas (ARN).


Aproveche el momento para recordarles a mis camaradas yanquis que en Gran Bretaña todavía teníamos miles de casos de veteranos de 1991 que aun estaban luchando para que el gobierno de su Real Majestad, reconociera los derechos a una compensación suplementaria que ayudara económicamente a los afectados por los efectos nefastos de la contaminación venenosa tanto de armas químicas usadas por los iraquíes como de los gases desprendidos del uso masivo de bombas con cabeza de Uranio empobrecido usadas en las municiones estadounidenses y de la llamada “lluvia negra” tras los incendios de los pozos petroleros de Kuwait.


Igualmente tanto Jack como Tom insistieron que tenían que tomar la iniciativa legal organizándose con asesoramiento, actividad intensa de abogados y médicos que se comprometan con la causa de cada hombre y mujer afectados. Ellos deben comenzar con pedidos de examinaciones médicas para determinar el estado de cada colega y con eso dan inicio a sus reclamaciones con asociaciones como la VLG liderada por el abogado Mark Lippman y su equipo, que les guíen en el largo camino que va a representar reclamar al gobierno.


Tal como lo señalaba Jack, su gobierno busca continuamente ocultar los resultados terribles de lo que viene luego de una guerra que se ven con las incapacidades físicas, psíquicas y hasta espirituales que muchos sufren causando no solamente un desastre personal sino también crisis familiares sin remedio que jamás tendrán cobertura periodística. Esto sucedió también con los veteranos de golfo hasta 1996 cuando tras presiones de todo nosotros, logramos que se realizaran investigaciones e informes que tras continuas pulseadas con el gobierno federal, llevaron a determinar una ley de discapacidad para hombres y mujeres que habían estado allí.



Después de unas dos horas y media de charla y de anécdotas, nos levantamos de la mesa y salimos para que éstos dos yanquis por su lado, Jorge y yo por el nuestro nos despidiéramos hasta alguna otra oportunidad sin dejarle de recordar a nuestro camarada argentino, que no deben abandonar una lucha que aun no han empezado.

“PRECEDENTES NAVALES DE CONTAMINACIÓN QUÍMICA”



Hasta dónde llego la contaminación química, biológica y radiactiva en las dotaciones navales destacadas en las aguas del Teatro de Operaciones del Golfo 1990-1991


En la serie de medulosos artículos que hemos publicado sobre uno de los capítulos más borrosos de la guerra del Golfo en 1991 y que aún está pendiente de explicaciones (v. http://pensamientoestraegico.blogspot.com.ar/2015/10/veteranos-de-ayer-consecuencias-de-las.html ), con cada paso que se ha ido dando en el camino por esclarecer lo que ocurrió con el peligro “de la guerra química”, se ido encontrando antecedentes y testimonios en primera persona de muchos veteranos de aquella contienda y que han dejado de ser exclusivamente norteamericanos e ingleses. Quizá –o más bien con seguridad- la notoriedad que adquirieron los casos de estos dos países, fue por la simple cuestión de que al notar que algo estaba mal con su salud individual, comenzaron a cuestionar la versión de su gobierno.



Recordemos que apenas comenzaron las denuncias de varios veteranos norteamericanos a mediados de los noventas, tan solo un par de años después de “Tormenta del Desierto”, el gobierno en Washington busco la forma de contrarestar los argumentos que referían a una contaminación sufrida por sus hombres, producto por la “presumible” utilización por parte de los iraquíes de armas químicas y biológicas. Para ello, puso en marcha una serie de investigaciones a cargo de varias Agencias Federales del gobierno y laboratorios especialistas en contaminación ambiental más dirigida a tapar el asunto que a buscar soluciones para los hombres y mujeres que enfermaban sin causas advertibles.


Se había determinado que una de las posibles fuentes en el origen de los males que aquejaba y sigue aquejando a miles de veteranos de esa guerra, era la combinación de drogas aplicadas a cada hombre como antídoto contra las diversas amenazas químicas que el arsenal de Saddam tenía por entonces. Para 1999 los estudios sobre las causas de varias afecciones en veteranos británicos y norteamericanos, se determinó que no existe un “síndrome del Golfo” sino, varios síndromes relacionados e interactuantes con aquel, que se plasman en sintomatologías como el “estado de ánimo descorazonado”, el respiratorio con una “neumonitis de Al Eskan” inducido a los pulmones por “arena sucia” que se traslada por el viento tanto a tierra firme como al mar. Por supuesto todos estos síntomas, son independientes del llamado “estrés postraumático” que revelan los ex combatientes.


Las afecciones que sufren los veteranos de la GGP, han degradado la calidad de vida de cada uno de los afectados sin distinciones entre combatientes de primera o segunda línea, de tierra, aire o destacados en las aguas del Golfo, algo que se ha ido comprobando en forma progresiva con el paso de los años. Fue precisamente por esta degradación del normal estado de salud que muchos han demandado ante las cortes, el rubro de “pérdida de salud” que está trayendo a mal traer a los gobiernos estadounidense y británico. A las infecciones agresivas que se han registrado en muchos casos de estos afectados, también hubieron problemas neurológicos agudos y casos de fatiga (Fibromalgia) y debilidad muscular asociados a problemas neurovegetativos que entre otras sintomatologías, se han reportado lumbalgias atípicas.


Las investigaciones exhaustivamente orientadas a las causas biológicas y sus consecuencias sobre el organismo humano, expuesto en aquel medio ambiente, dan una información bastante sustancial sobre posibles implicancias de agentes tóxicos lanzados, utilizados o como bien dijimos, inoculados por sus propias fuerzas pero se ha evitado continuamente reconocer el uso de ojivas químicas lanzadas por los iraquíes.


Desde el punto de vista científico, estos estudios son exhaustivamente notables (v. Revista cubana de medicina Militar, http://scielo.sld.cu/scielo.php?pid=S0138-65572010000300009&script=sci_arttext ) pero, obviamente no se involucran en las vías militares que pudieron haber causado este coctel de síndromes que la prensa estadounidense en especial, bautizó como el síndrome de la guerra del Golfo. Se trata de un terreno espinoso que relaciona varias inconsistencias y desatinos que Washington no está dispuesto a reconocer. Es allí donde se han complicado las cosas para explicar coherentemente, situaciones de hombres que no estaban en las operaciones terrestres y a cientos de kilómetros adentrados en las aguas del golfo, han mostrado una variante de síntomas tan agresivos como los advertidos a hombres que estuvieron en Kuwait.


Estos elementos han puesto de manifiesto, que la sola exposición a agentes químicos que habrían sido originados por un medio ambiente contaminado por una mezcla de fármacos, la toxicidad del petróleo ardiendo y los residuos invisibles del “polvo de uranio” originados por las municiones de Uranio empobrecido de los proyectiles de tanques, bombas y misiles de aviones y de sus respectivas municiones en buques de la coalición, no pudieron ser suficientes para enfermar los organismos de propios y ajenos. Los expertos han señalado que para que actúe con eficacia un agente químico como el “Tabun”, “Sarín” o el “Gas mostaza” debe ser esparcido en forma de microparticulas que como un finísimo rocío, regaría un área determinada del enemigo dejando además, una situación de contaminación latente sobre el terreno que se extenderá con el viento.


Y solo nombramos algunos de los agentes nerviosos y biológicos de los que disponía el arsenal de las FFAA iraquíes, que según algunos informes de inteligencia en plena época de la guerra con Irán, estaban el desarrollo de la cepa de llamada “fiebre de conejo” que podía incapacitar a una población de miles con el volumen de un terrón de azúcar.


Los testimonios indiscretos de varios combatientes que estuvieron en Kuwait y en el suroeste de Iraq se toparon con pruebas irremisibles de que los iraquíes habían estado lanzando municiones con cargas químicas e incluso biológicas, lo que al ser reportado a los superiores fue inmediatamente tapado con amenazas de consecuencias para sus carreras y su futuro al volver a casa. Había varios motivos para que Washington se encargara de que sus muchachos mantuvieran la boca cerrada; algunos de carácter político y otros militar.


Uno de aquellos motivos y que se mantuvo escondido bajo la alfombra del Pentágono, fue que laboratorios estadounidenses como el Centro de Control de Enfermedades (CDC) ubicado en Atlanta, Georgia, en 1985 había realizado una serie de envíos a Iraq del “Virus del Nilo Occidental” que se justificaron para propósitos de investigación científica a cargo de un experto de éste centro que más tarde se corroboro su inexistencia. Era por ello y por muchos otros secretos, que había que negar el uso de estas armas y hacer desaparecer del campo de batalla, los restos –y ello incluía a los soldados muertos que estaban contaminados- para enterrarlos con bulldosers en sitios desérticos.


Según algunos estudios de detalles militares ocurridos durante el conflicto, Iraq lanzó unos 40 misiles “SCUD” sobre Israel y 46 sobre Arabia Saudita, sin precisar qué tipo de cabeza de guerra llevaban en esos ataques. Tanto los israelíes como los sauditas mantuvieron absoluto silencio sobre posibles detecciones de agentes químicos o biológicos, cooperando así con la postura del Pentágono de no “alarmar” a las tropas y a sus familias en sus casas. Pero los indicios salidos de los testimonios de varios efectivos que vieron los restos de evidencia que hablaba de el uso de ojivas con cabezas químicas y sumado a la masividad de casos de veteranos enfermos, podría estimarse que en realidad se lanzaron más de cien misiles alternados con cabezas convencionales y químicas. Y no solo eso, los vectores utilizados para estos agentes no solo fueron los misiles “Scud” sino también una gama de otros misiles en poder de Iraq e incluso en sus municiones de artillería.



Frog-7 missile abandoned in Kuwait



Cuando se ha planteado esto, los expertos del Pentágono y del Ministerio de Defensa británico simplemente lo desestimaron sin haber presentando argumentos científicos que pudieran rebatir estos hechos. Cuando se abrió el frente oeste de Kuwait y comenzaron a avanzar, los marines y sus colegas de las brigadas mecanizadas pudieron ver a grupos de soldados iraquíes muertos provistos con los equipos y máscaras “NBC” (Nuclear-Biological- Chemical) de origen soviético que habían reconocido en los entrenamientos sobre el equipamiento enemigo. Pero eso no era todo; cajas con morteros de 120mm y obuses de artillería con cabezas pintadas de amarillo aún descansaban en sus cajas detrás de las piezas de los 155mm e incluso, en los cohetes del sistema “Astros II”, que saturaban un terreno con resultados muy dañinos para una avanzada terrestre.


Pero lo peor estaba por verse. Algunos efectivos estadounidenses afirmaron que habían encontrado lanzadores móviles e incluso algunos fijos de misiles navales “Frog-7” que apuntaban al Golfo y entre zafarrancho de combate que se halló, habían cajas con los garrafones marcados con el símbolo de material “Biológico-Químico” que se usa para identificar estos elementos. Lo mismo fue con algunas baterías de misiles “Silkworm” que los iraquíes les confiscaron a la marina kuwaití y le montaron reformas para adaptar ojivas con “Gas Sarín” y “Cloro”. No era necesario que cualquiera de estos vectores diera de lleno contra un buque; al ser interceptados por los sistemas como los “Sea Dart” o incluso algunos “Sea Cat” –que rara vez demostraron servir para algo- en los buques británicos, con solo explotar a la velocidad que se desplazaban y si a ello le agregamos el viento a favor de los misiles atacantes, “BINGO!, se tiene una fumigación invisible sobre los buques y las aguas adyacentes que, hizo sonar en varias ocasiones las alarmas de ataque químico montadas en las unidades navales.


Para peor y según algunas fuentes de la inteligencia militar israelí por 1987 le soplaron a sus aliados estadounidenses, que Iraq había adquirido misiles SS-21 “Scarab” que mejoraba notablemente el rendimiento de las tareas a las que se empleaba a los “Frog-7” y estaba capacitado para albergar cargas químicas y biológicas. Para la CIA la información era errónea y allí se terminaron las discusiones. Es que en esos años e incluso una semana antes del 2 de agosto de 1990, “la agencia” y la mujabarat iraquí trabajaron a la par contra Irán y cualquier cosa que pudiera molestar a los esfuerzos de Bagdad por acabar con la revolución de Jomeini, era tapado.


Pero ni bien cambiaron las cosas, los iraquíes enterados de los intentos estadounidenses de manipular la situación, se propusieron hacerles frente sin mezquinar recursos.


Según lo han corroborado los documentos de la inteligencia de “Saddam” que pululan por el internet –robados del Ministerio de Inteligencia en Bagdad- especialmente referidos sobre el aspecto de la estrategia que los iraquíes tenían previsto para cortar las líneas de suministro de la coalición, uno de los medios implementados –es decir que se utilizaron- fueron los misiles con cabezas contaminadas. Allí y con esos detalles, se podían comprender algunos reportes de la época que daban cuenta de que “misiles Scud caían al mar” o información similar. Bastaba que los mismos llegaran a un área determinada y de ser interceptados o al caer al mar, igualmente tras estallar diseminarían la carga que llevaban dentro.


En conclusión, a los ojos de los jefes del USCENTCOM la realidad era demasiado mala como para que incluso sus subordinados, estuvieran al tanto de todas estas circunstancias. Si se hubiese conocido semejante situación, pudieron haberse visto verdaderos estragos entre los grupos de tareas. Con solo pensar el grado de tensión al que estaba sometida cada tripulación en operaciones, que se hubiera filtrado un comunicado que simplemente acusara que uno de cada cuatro proyectiles que caían en los puertos y en las aguas cercanas, tenía cargas “químicas o biológicas”, simplemente hubieran desatado el pánico y con ello, el fracaso de las operaciones.



Con seguridad se puede afirmar, que por los datos metereológicos de la época en los que se registraron los vientos y tormentas que agitaron las candentes aguas del Golfo Pérsico, en solo unos días y con –tan solo- una media docena de misiles con una carga de 500kg como las que transportaba el “SS-Scud-B” o el misil “Al Abbas” de material “químico o biológico” impactados en territorio saudita, habrían contaminado las aguas y los buques que operaban más allá del paralelo 26 y hasta las costas iraníes.

“CONSECUENCIAS DE LAS ARMAS QUIMICAS: EL INCIDENTE DE JUBAIL”




“CONSECUENCIAS DE LAS ARMAS QUIMICAS: EL INCIDENTE DE JUBAIL”


La crónica de uno de los hechos de aquella guerra que sigue vigente 25 años después


Tal como habíamos tratado anteriormente en uno de nuestros artículos, en el teatro de operaciones del Golfo Pérsico habían pasado muchas más cosas de lo que contaron los controlados medios estadounidenses, tratando de minimizar el impacto en la psique colectiva del público estadounidense en particular y en la del mundo en general que veía la primera guerra televisada en vivo desde el lugar de los hechos.




La guerra aséptica que no mostraba muertos y el efecto de los muy promocionados “ataques quirúrgicos” de las fuerzas de la coalición, se volvió parte de ese mito que los propagandistas del Pentágono y sus colaboradores mediáticos, intentaron carnificar como la verdad revelada. Pero la verdad, era algo muy diferente y repugnante para ventilar.


Recordando lo que las autoridades militares de la coalición y que sus jefes políticos en Washington se encargaron de reiterar por los medios, “nunca se usaron armas químicas en dicho conflicto y si así hubiera sido, no lo supimos”. Con palabras más, palabras menos, esa fue la postura oficial del Pentágono cuando allá a mitad de los noventas, comenzaron las preguntas sobre los casos de veteranos que estaban sufriendo extrañas y graves afecciones en sus organismos e incluso, sobre la salud de sus familias.


Muchos de los que comenzaron a sentir malestares y hasta incluso, otros que murieron sin que se pudiera diagnosticar el mal que los aquejaba, estaban seguros de que el gobierno les ocultaba la realidad de lo que había pasado en los meses que duró la guerra. En medio de la euforia por la “victoria”, inflada mediáticamente por Washington, cualquier cuestionamiento caía en oídos sordos y hasta incluso, en amenazas de que no les convenía molestar al gobierno con sus quejas.


Uno de estos casos fue el ocurrido en el puerto saudita de “Al Jubail”, en donde –obviamente- se destacaron fuerzas aliados, especialmente norteamericanos y británicos dotados entre otros sistemas, de sensores de agentes químicos RUVD que podían detectar la diseminación de algunos aquellos elementos en el aire. Según se pudo saber, estos equipos y los encargados de operarlos al servicio del “Pentágono” era una unidad Checa, que experta en el manejo de situaciones de contaminación en una guerra química y biológica, contaba con sistemas móviles y protocolos ampliamente probados en los escenarios de los realistas ensayos militares que hacían con el “ejército rojo” cuando pertenecieron al “Pacto de Varsovia”.
Obviamente, para Washington eso no era ninguna barrera para que estos “ex comunistas” ofrecieran sus servicios y para Praga, el dinero compra todas las lealtades.


En este sentido, el comando general USCENTCOM a cargo de las operaciones “Escudo del Desierto” y más tarde “Tormenta del Desierto”, le encargaron a las brigadas checas, que dispusieran de patrullas de vigilancia química que, mediante sus unidades móviles equipadas con laboratorios para sus fines, monitoreaban los sectores por donde habían caído misiles, obuses o cualquier otro artefacto que despertara sospechas de un posible ataque NBQ.


A pesar de haber cumplido con muy buen desempeño la tarea de detectar el uso de agentes químicos, sus mandos se mantuvieron a pie juntillas a las órdenes del comando central de mantener un total silencio sobre los resultados que se obtenían en dicho eventos, ante los posibles cuestionamientos que pudieran surgir entre las diversas unidades dentro del Teatro de operaciones.


En aquel incidente, según lo han expuesto algunos testimonios de los ex miembros de las patrullas checas que acudieron al sector, indicaron que el viento rotaba de este a oeste algo que no era ni bueno ni malo, pero que con seguridad, con el paso de las horas terminaría contaminando una amplia superficie del territorio y de las aguas adyacentes en unos cientos de kilómetros a la redonda.


El factor climático es fundamental en estas circunstancias. Una ojiva con carga química caída sobre un terreno con vientos rápidos de cara a una población o a una instalación militar, representaba una segura infestación o envenenamiento de los seres vivos –humanos, plantas, animales- que se hallaran en la ruta del viento. Aunque los militares norteamericanos y británicos negaron que Iraq hubiera podido usar ojivas con cargas químicas y biológicas, las evidencias en el terreno que fueron advertidas por varios de aquellos veteranos, al ser comentadas ante sus superiores, solo recibieron advertencias de que mejor se olvidaran de lo que habían visto.


Uno de estos casos fue el acaecido el 19 de enero de 1991 sobre las instalaciones del puerto saudita de “Al Jubail”. Uno de los testigos presenciales de aquel hecho, recuerda que eran las 3:00 de la madrugada cuando, desde uno de los buques que se hallaba fondeado en una de las radas del puerto, escucho el característico silbido de un misil que va cayendo y para cuando se apronta a la cubierta, ve como una bola de fuego que provenía del norte cae sobre un sector militar detrás de las instalaciones portuarias, causando una brillante explosión seguida de un estampido pavoroso. Causalmente, el misil que se presumía era un “Scud”, además de hacer desaparecer una estación completa de misiles costeros CSS-20, traía consigo una sorpresa extra. Inmediatamente a la caída comenzaron a sonar las alarmas de peligro químico y los soldados destacados en el área corrieron para refugiarse y colocarse sus máscaras y equipos de guerra NBQ.



Pese a que los soldados se habían colocado sus máscaras, muchos de ellos debieron sacárselas para poder salivar y limpiarse la nariz ante la profusa mucosidad que les produjo verse expuestos a ese rocío que trajo la explosión de aquel misil. Una semana después, muchos de aquellos hombres que habían quedado expuestos al rocío venenoso cayeron en cama con todo tipo de síntomas. Muchos otros recibieron afecciones más limitadas como parálisis de sus labios inferiores o superiores pero no se les informó su origen, irritación de la vista, tos y aparentes alergias. Otros como el testigo de aquel buque anclado en el puerto, pese haber estado a unos cuantos kilómetros del incidente, hoy es uno de los miles que se encuentra afectado por problemas pulmonares que aparecieron dos años después de haber terminado la guerra.


Según testimonios de veteranos tanto norteamericanos como británicos, los ataques con ojivas NBQ –Nuclear Biológica y Química- fueron variados y con una continuidad pasmosa. Incluso testimonios de ex oficiales de la Guardia republicana que habían sido entrevistados por periodistas independientes al final de la guerra, confirmaron que entre sus municiones disponibles habían alternadas y distinguibles en colores, ojivas con cabezas químicas y biológicas, tanto para obuses de artillería como para montar en sus sistemas SS-Scud y otras variantes que habían permanecido en secreto. Tal cual a estos testimonios, documentos SECRETOS que se han ventilado un tiempo atrás y que corresponden a los robados de los archivos del Ministerio de Inteligencia en Bagdad tras la invasión en 2003, se detallan planes de contingencia para una contraofensiva “letal” contra los agresores que entre otros vectores disponibles para dicho plan, estaban los misiles tipo “Frog-5” para lanzarlos sobre las cabecera de playa que pudieran haber ocupado las fuerzas de la coalición.


Esta era una de las situaciones a las que se había destinado aquella estructura de inteligencia que vigilaba a todo y a todos en el Teatro de operaciones. Además de tratar de desarticular cualquier ataque de células pro-iraquíes operando en la zona, debían mantener en silencio cualquier información que pudiera perjudicar a los planes militares o a la propaganda mediática difuminada por y solo por la CNN. Quien se atreviera a criticar la versión que radiaba Estados Unidos sobre la evolución del conflicto, podría haber sido encarcelado por traidor.


A pesar de que los hombres que se vieron expuestos en “Al Jubail”, fueron amedrentados para que no hicieran comentarios sobre este suceso, al terminar la guerra y con el creciente número de casos que se estaban dando entre los veteranos que habían participado, muchos de ellos dieron testimonio de cómo se habían dado los hechos y que, al contrario de lo que había informado el gobierno, los iraquíes usaron sus misiles con una intensidad muy superior a la informada y muchas de ellas, con cabezas de guerra Química albergando “Gas Mostaza” o “Sarín” y Biológica “Agente botulimico” y “Antrax”. Tras una larga lucha y circunscripto en la ley de Libertad de Información, los veteranos lograron que se desclasificaran algunos documentos como el NBC-DESK LOG en el cual se detalló el incidente en el puerto de Jubail pero, con convenientes mutilaciones en el expediente.


En dichos cuerpos administrativos que habían sido sepultados en los archivos del Pentágono, a pesar de su liberación, se pudieron advertir que desde el inicio los reportes se encargaron de negar sistemáticamente la existencia del ataque químico concluyendo en algunas de sus piezas: SCUD ALERT 2. NO CHEMICAL WARHEAD REPORTS “no hay cabeza químicas reportadas”. A pesar de que varias secciones de estos informes faltaban, para los veteranos fue un triunfo y un gran avance por lograr saber que era lo que realmente había pasado y que a su vez, el gobierno asumiera las responsabilidades por aquellos hechos.



Con el paso de dos décadas y media de aquellos hechos, los informes independientes sobre el tema, en especial realizado por el profesor emérito Malcom Hooper de la Universidad Sunderland y asesor del gobierno británico en asuntos sobre las “enfermedades de la guerra del golfo”, han arrojado luz las aberraciones que se realizaron en aquella guerra que quedó documentado en el informe titulado “La Guerra más tóxica de la historia moderna”, de la cual no solo fueron afectadas las tropas terrestres y las poblaciones locales sino también, al personal aeronáutico y naval involucrado en la campaña “Tormenta del Desierto”.

“ALIADOS EN LA MISMA LUCHA”


La casuística internacional de los reclamos de veteranos demuestra que no hay reconocimientos sin una lucha sostenida


Monumento a veteranos de Malvinas

Cuando los gobiernos han necesitado emprender políticas riesgosas más allá de los límites de sus fronteras que están entre la vida y la muerte, echan manos a sus Fuerzas Armadas que son la herramienta para la cual los políticos se valen para concretar planes en los cuales, sean necesarios ejecutar con el uso de la fuerza. Más allá de las consideraciones políticas, su movilización desata una serie de consecuencias que hace a la condición de militares regulares. Desde el más alto oficial de sus estados mayores hasta el último de los soldados rasos responden a las órdenes impartidas por el gobierno que a su vez y en teoría responde a la voluntad popular y que legaliza sus actos mediante las deliberaciones de un parlamento el cual a su vez, ha reglamentado la situación de las fuerzas de su nación.


En este marco las fuerzas militares, sean del país que sea, se ajustan al mandato de su gobierno y sus comandantes las transforman a su vez en órdenes y sin discusiones se llevan a la práctica. Pero aunque el lema en el servicio sea “obedecer sin cuestionamientos”, los precedentes de varios hechos de la historia demuestran que ello ha sido utilizado con un amplio abuso por los que se acomodan en los gobiernos “democráticos”, a tal punto que han tratado de recortar derechos a esos mismos que usaron para sus propósitos políticos que enmarcan en rótulos convenientes como “temas de estado”, “seguridad nacional”, “paz internacional” y muchas otras argucias que no significan nada. A lo largo de la historia del siglo pasado y del que estamos transitando, los casos de falta de reconocimiento de la calidad de veterano a miles de hombres y mujeres que fueron enviados a campañas bélicas lejos de sus patrias, son más de lo que muchos podrían imaginar.


Australianos del BCOF en Japón



Pero no solo eso. Muchos de esos hombres fueron hechos pasar como “invisibles” a sus reclamaciones cuando se dieron cuenta que habían sido expuestos a situaciones que sus respectivos gobiernos mantenían como “TOP SECRET” y para lo cual, no había la mínima probabilidad de que se pudieran exponer a registraciones o expedientes que pudiesen dejar rastros. De este modo desde los soldados norteamericanos expuestos a las pruebas nucleares en el desierto de Arizona que fueron muriendo prematuramente de cánceres, o los soldados australianos, indios, y neozolandeses que tras conformar los batallones BCOF de apoyo a la ocupación aliada del Japón al finalizar la II guerra mundial, a su regreso comenzaron a enfermarse por las evidentes influencias de la radiación de las bombas arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki. El gobierno australiano nunca realizó algún estudio sobre la situación de estos hombres y apostó más bien a que se fuesen muriendo poco a poco hasta que no quedase ninguno. Ni hablar de los veteranos de Vietnam que además de las huellas psicológicas por las aberraciones de la guerra, trajeron consigo y filtrados dentro de sus organismos los daños genéticos por la exposición al “Agente naranja”, una supuesta llovizna inofensiva que, según los comandantes solo afectaba a los árboles, era rociada por los aviones de la Fuerza Aérea y que muchas veces les pasaban por sus cabezas. Pasaron años para atender los reclamos de aquellos hombres que morían dolorosa y lentamente, recibieran la atención de su gobierno; pero fue necesario que hicieran mucho esfuerzo legal para presionar a su gobierno para no caer en el olvido.




Monumento de Veteranos de Vietnam



En los casos de los veteranos australianos que regresaron del Japón, sus hijos actualmente y hasta sus nietos sufren de deformaciones congénitas y canceres diversos que, pese a los incansables reclamos, el gobierno de Sidney ha venido haciendo la vista gorda olvidándoles en el laberinto burocrático. En el caso de los norteamericanos la presión ha sido sostenida y creciente pudiendo obtener ayudas del gobierno que les otorgó cuando menos el reconocimiento de la condición de veteranos y los beneficios que como la pensión conlleva el reconocimiento.


Para finales del siglo XX, en las postrimerías de una circunstancialidad política mundial cambiante, Washington convoca a una alianza multitudinaria para remontar una campaña militar en el Golfo Pérsico sin advertir a sus propios miembros y menos aún, a los que se plegaron esta alianza que en aquel Teatro de Operaciones habían en poder de los iraquíes y a su vez llevaban en sus propias bodegas de carga, todo tipo de armas químicas y radiactivas que comprometerían a posterior a la salud los pobladores y de cada uno de los miembros uniformados. La historia se repetía y aquellos que prestaron servicio en la llamada Tormenta del Desierto de 1991, al poco tiempo de regresar comenzaron a mostrar extrañas afecciones a la salud que fueron encubiertas por el Pentágono y la Casa Blanca.


Uno de los casos contemporáneos de la lucha por el reconocimiento de los derechos de aquellos que habían combatido en una guerra de intensidad es sin dudas, el caso de los argentinos tras la guerra de las Malvinas.


Para algunos analistas Argentina es el paradigma difícil de entender. Único en todo el cono sur en su experiencia en una guerra moderna nada menos que contra un miembro de la OTAN, dejó en claro en la guerra de Malvinas de 1982 que sus hombres eran tan o más valiosos que cualquier máquina de guerra que los británicos movieron a las aguas australes, pero al regreso a sus hogares, fueron poco menos que despreciados por sus gentes, una situación que se extendió desde el primer gobierno democrático de posguerra hasta hace unos años.



Alfonsin y Jaunarena



Aunque el entonces gobierno radical de Raúl Alfonsín allá por 1984 sancionó una ley que reconocía la calidad de veteranos a los ex soldados conscriptos que habían participado en el Teatro de operaciones del Atlántico Sur , su intensión era meramente partidocratica dirigida a socavar las bases de las FFAA dejando de lado a un grueso importante de quienes habían cumplido con el mismo mérito y patriotismo con las acciones bélicas que se habían desarrollado en torno las islas y sus aguas adyacentes. Se pretendía legislar algo así como para “un ejército de conscriptos” que había llevado adelante aquellas operaciones en el TOAS. En esta circunstancialidad irreal, ridícula e infantil se buscaba castigar a suboficiales y oficiales por el solo hecho de haber sido “tropa regular” de las FFAA argentinas, de su propio país, una característica típica de las ambivalencias y miserias políticas de los argentinos.


La irracionalidad de semejante elaboración legislativa debió ser reformada con el paso de los años (ley 23848) ya que la misma vulneraba uno de los principios constitucionales, como es el “Trato igualitario” (Art. 16 Const. Nac) que, entre otros, sostiene el sistema republicano argentino. Pero incluso si no se hacía la debida justicia legislativa con aquellos hombres, desde una mirada imparcial y más técnica, nadie podría creerse que solamente “conscriptos” hubieran conducido las acciones de aquella guerra. Dejar de lado a pilotos, sargentos de tropa, mayores y marineros de carrera era simplemente una incongruencia absoluta. Pero debieron pasar años para que se hiciera justicia con estos sectores que estuvieron –gustarse o no a los políticos- junto con los conscriptos.


Un caso emblemático de la arbitrariedad gubernamental, se pudo ver con el hundimiento del Crucero ARA “Gral. Manuel Belgrano” que, más allá de la posición que revestía en aquellos momentos, sufrió uno de los actos de guerra más arteros y sangrientos de la guerra en la que se perdieron 323 tripulantes argentinos. En el marco antes expuesto, signado por el rencor partidocratico del alfonsinismo y su “Coordinadora” ni se les paso por su mente en considerar aquel hecho como un factor para que se les reconociera la calidad de veteranos. Sobre esto hay que recordar que ese gobierno fue un enconado precursor de la “desmalvinización” y del desguace de las FFAA, una gestión celebrada y aplaudida desde Londres.





Cuando llego el gobierno neoliberal de Carlos Saúl Menem, lejos estuvo de rectificar este camino ominoso para con éste sector y llegó incluso, a negar expresamente el reconocimiento a los tripulantes sobrevivientes bajo argumentos comprobadamente arbitrarios. A su vez y contradictoriamente a esa posición, Menem envía un grupo naval para participar en las operaciones que desembocaran en la guerra del Golfo Pérsico.


Con el paso de los años, los reclamos administrativos se fueron acumulando y los combatientes de todas las fuerzas se fueron uniendo a los mismos y organizados en sociedades civiles, direccionaron las peticiones para asistirse recíprocamente ante las necesidades que surgían de propio reclamo. Este reclamo remonto vuelo y logro sus propósitos con una modesta celeridad y en pocos años obtuvieron respuestas. Sin dudas de que ello fue posible por una voluntad política del gobierno de Néstor Kirchner que, tras décadas de ignominia, propicio éste reconocimiento legislativo desde el PE.


Al final la racionalidad prevaleció y el reconocimiento integral llego en 2005 con la sanción de Decreto 886/05 que dejaba de lado las distinciones odiosas y reconocía a todos los que habían participado en las acciones bélicas sus debidos derechos.


Pero la casuística argentina sobre el reconocimiento de sus veteranos no se acaba con este caso. Cuando sube el gobierno de Carlos Saúl Menem, la Argentina toma un rumbo geopolítico inesperado y sin escrúpulos –e incluso inconscientemente- se acomoda a los lineamientos de la Casa Blanca que se aprontaba a llenar los vacíos que dejaría el derrumbe de la URSS. Una de las fases de esos planes se concretaría el 2 de agosto de 1990 cuando Iraq “invade” Kuwait, lo que sirvió de excusa para construir una de las fuerzas militares más grandes de finales del siglo XX. El gobierno argentino se apresuró a ofrecer su participación y sin evaluar contingencias de la magnitud de su decisión o las posibles consecuencias políticas-militares y sociales que podrían devenir.


Tal como temieron algunos, la guerra se desató –tomando por sorpresa al gobierno argentino- y no hubo límites para su desarrollo. Las ciudades con civiles fueron blancos indiscriminados de los aviones de la coalición. Misiles crucero “TomaHawk” disparados desde los buques en el Golfo y los lanzados desde aviones enriquecidos con Uranio, devastaron barrios enteros. A todo esto, la voladura de plataformas petroleras y el incendio de los pozos en Kuwait genero un medio ambiente venenoso que entre otras, causaba una lluvia negra producto del aceite que se quemaba en los desiertos a más de 50ª C. Como contra parte, los iraquíes lanzaron todo lo que tenían en sus arsenales y entre sus más temibles armas, estaban proyectiles con cabezas químicas (vgr. Gas Sarín, Tabún, Cloro e incluso gas Mostaza) que fueron vehiculizadas –según testimonio de oficiales y documentos iraquíes- desde morteros pesados hasta en cabezas de los misiles balísticos más poderosos.


Sin dudas, ésta guerra no reviste el mismo carácter que la de Malvinas, pero eso no influye en lo que hace al fondo del reclamo de cada miembro remitido al golfo. La legislación internacional agrupada en los Convenios y Protocolos no dejan lugar dudas y ello solo deja en evidencia que se los está estafando.


Hoy por hoy y a diferencia de los anteriores casos, el de los argentinos que estuvieron en las operaciones “Escudo del Desierto” y “Tormenta del Desierto” aún ni siquiera se les reconoció la condición de veteranos y sin eso, es muy difícil que puedan luchar por que reconozcan la potencialidad a las afecciones producto de aquel medio ambiente venenoso al que fueron expuestos.


Sin dudas, los argentinos que operaron en el Golfo Pérsico están respaldados por la casuística de sus propios camaradas y por incoherencias tales como es, el reconocimiento de VTG de Malvinas a un ciudadano ingles que argucias mediante, hoy cobra su pensión de 13.000$ que no cobra un argentino que si prestó servicio para su país.

20/5/23

“COMPENSACIONES DE GUERRA”

 


VETERANOS DE AYER, HOY Y DE SIEMPRE

¿Por qué algunas situaciones se hallan por encima de otras cuando se han desenvuelto en los mismos escenarios? Aquí algunas comparaciones y consideraciones legales que demuestran la histórica e injustificada deuda con los marinos argentinos del grupo “Alfil 1”.




Tiro en accion de la Corbeta Spiro

Tal como lo explica la ley y los expertos en los temas legales, cuando existe un choque de derechos se debe tender a una articulación, a un entendimiento inteligente que trate de resolver el problema jurídico que se presenta por el camino más equitativo. Algunas cuestiones pueden llegar a ser dificultosas, otras completamente inexplicables, pero otras simplemente son irreconciliables, sin que ello obste a darles una solución apoyada en algún principio de la lógica.


El tema de los veteranos de guerra argentinos es una de esas situaciones. En la historia de su país, las situaciones de sus combatientes en todas las guerras pasadas, han sido más tarde o más temprano contempladas por legislaciones aisladas que terminaron por darles un poco de justicia a quienes tras cruentas batallas por su independencia o tras la llamada guerra de la Triple Alianza perdieron algún miembro, su salud o simplemente sus vidas.


En resumen, como estado la Argentina nunca sanciono una legislación unificada y coherente para que lograra atender a los casos que en el futuro pudieran presentarse. Esta abulia legislativa ha sido sin dudas una muestra más de la recortada y timorata visión de políticos corto placistas y totalmente desinteresados de los temas de la políticas de estado de la nación, engañándose con la imperdonable candidez que reflejan expresiones como “nosotros no somos un país beligerante”, “Argentina es un país pacífico” y otras tantas sandeces que solo esconden el miedo al compromiso que representa manejar los altos asuntos de estado.


Igualmente y pese a ello, los derechos de estos hombres ya estaban garantizados en una dispersa pero presente legislación receptada en tratados y convenciones internacionales.


Todo este comentario viene a cuenta de la aún irresuelta situación de los veteranos de guerra argentinos que estuvieron en el Golfo Pérsico en 1991 y que según hemos venido viendo, parece haber una pequeña luz al final del túnel. Todavía al día de hoy cuando hago comentarios sobre esto muchos se miran extrañados y dicen ¿acaso estuvimos en una guerra en el Medio Oriente? O como también muchos otros respondían “ah no, esos fueron cascos azules de la ONU”, revelando en la mayoría de los casos, la clara ignorancia de lo que realmente ocurrió en aquel entonces.


Más allá de que los testimonios de algunos de estos efectivos en algún momento han trascendido al conocimiento público, como el caso del Oficial Guillermo Cormik jefe de propulsión de la corbeta Spiro, lamentablemente ello no había ido más allá que eso (Diario Publicable. “1990-Argentina en la guerra del Golfo”.http://www.diariopublicable.com/democracia/1415-1990---argentina-en-la-guerra-del-golfo.html )




Contraalmirante Guillermo Kormik

Al parecer algunas cosas han cambiado y algunos se están ocupando seriamente de la tratativa sobre la participación de esta misión argentina en uno de los momentos más calientes de finales del siglo XX (Derecho y Justicia. “Son operativos los derechos del veterano del Golfo Pérsico?”


Precisamente por las indagaciones que ha estado llevándose por este caso, se han encontrado datos muy interesantes que revelan que no solo existían esos derechos desde el mismo momento que los buques de la misión “ALFIL 1” fueron enviados al Teatro de Operaciones sino que –y peor aún-se les oculto deliberadamente el acceso de esos mismos para favorecer indebidamente a altos funcionarios gubernamentales de aquella época.


De esta manera nos comentaba uno de los investigadores legales que se avocan al tema, que en la misma legislación de Personal Militar 19.101 y su reglamentación, se hallan contemplados los derechos que les corresponden a quienes bajo estado militar han desarrollado actividades en conflictos armados, sean ellos bajo misiones de paz de Naciones Unidas como los llevados a cabo en coaliciones internacionales como la que tuvo lugar en 1991.


En pocas palabras nos dejaron en claro, que en ese tipo de acciones nadie y menos aún un estado, pone en movimiento sus fuerzas armadas –y ello implica a sus hombres- sin haber tomado en cuenta los costes operativos y los consiguientes rubros que deberán reconocer a sus efectivos a su regreso. Este punto de vista surge aún mucho más patente en la guerra del Golfo Pérsico, en la cual los más de 500 marinos argentinos no participaron en una guerra por la defensa nacional como si fue la de Malvinas en 1982, sino que estuvieron durante más de tres meses dentro de una zona de guerra internacional.


Incluso esto ha puesto en un blanco sobre negro que ha llevado a comparar situaciones que pese a su irregularidad y en apariencias no conectadas entre sí –si las comparamos con la misión argentina de 1991-, ello no ha obstado a que a ciertos sujetos de la misma nacionalidad –pero bajo otras lealtades-se les reconozcan sin dilaciones y sin discusiones, los más elementales derechos que surgen precisamente, de sus intervenciones en el mismo escenario bélico.


El caso que más sorprende y que se vincula con “argentinos” es el de los más de cincuenta ciudadanos de esa nacionalidad que tras haber emigrado a los EEUU se enlistaron en las FFAA logrando por una orden ejecutiva del presidente George W. Bush adquirir la ciudadanía para terminar combatiendo en Iraq en 2003. Claramente hay una notable diferencia entre estos “instantáneos US marines” con los marinos argentinos que participaron en la primera etapa de la guerra del Golfo en 1991, pero sin dudas de que ello remarca una amarga discriminación que no se puede dejar de mencionar.


Cuando estos más de cincuenta argentinos bajo la bandera estadounidense participaron en la invasión y posterior ocupación del país árabe en 2003, su situación –y por supuesto haciendo una valoración subjetiva- podía asimilarse a la de los detestables pero siempre presentes “mercenarios” o también llamados “soldados de fortuna”, que por dinero sirven al mejor postor. Estos elementos, que actúan bajo contratos con empresas de reclutadores locales que a su vez dependen de corporaciones como la estadounidense “Constelattion” y “BlackWater”, tienen a su vez reconocidos sus derechos en la legislación internacional.


Esta detestable comparación viene a cuento de que, pese a las consecuencias que estos combatientes causaron en dicho conflicto y todas sus consecuencias, a su regreso fueron reconocidos como veteranos e inmediatamente ingresados al programa de beneficios que el Pentágono tiene para quienes han cumplido con su servicio de armas en un conflicto armado, recibiendo la cobertura y el pago de una pensión (Benefits.gov. Pensión de veteranos.


Si lo vemos desde un ángulo práctico, estos cuarenta tipos no se equivocaron ya que sirvieron a un estado que –y más allá de las complicaciones por las afecciones por radiación y químicos que aún son negados por el gobierno- cumplió con sus más básicos derechos, algo que de haberlo hecho en Argentina, habrían tenido que lidiar con las acostumbradas maniobras político administrativas de los gobiernos de turno que los hubiera obligado a un incasable peregrinar en una larga lucha de papeles y frustraciones.


O que podemos decir de los mercenarios argentinos que combaten bajo contrato privado en Yemen y también en Iraq. Son varios los argentinos que trabajan para la empresa de seguridad “BLACKWATER” –que tiene nexos con el Pentágono- y que según algunas fuentes, ya hay bajas por meterse en este peligroso negocio (HispanTv. “Mueren un comandante mexicano y un combatiente argentino de Blackwater en Yemen”.


El caso del mercenario argentino Roberto .M, es ilustrativo de ello. Contratado por BlackWater en 2005, fue asignado con varios peruanos a proteger la legación norteamericana en Basora, al sur de Iraq donde tras un ataque con morteros, perdió su ojo derecho y le quedo para el resto de su vida una esquirla alojada en su espalda. Según él, la empresa lo retiro y le pago el tratamiento médico y su compensación en dólares por los servicios prestados.


A la vista de todo esto y tal como lo señalan las fuentes consultadas, la vías para reclamar el reconocimiento de la condición de veteranos de los marinos argentinos que actuaron en 1991 en la “Tormenta del Desierto”, siempre estuvieron ahí e incluso hoy con las modificaciones a algunos decretos reglamentarios, el camino aunque allanado, no estará exento de contratiempos y la necesaria actuación judicial por la resistencia del estado.




Formacion para acercamiento a la custodia de portaaviones en el Golfo Persico

Para contribuir al cumplimiento de los requerimientos de la ONU, el Poder Ejecutivo Nacional argentino emitió el Decreto Nº 1871/90 y fue promulgada la Ley Nacional Nº 23.904/91. Ambos instrumentos legales autorizaban la intervención de la Armada en el Golfo Pérsico.


MIREN EL BOLETIN OFICIAL DEL 13/FEB-1991 N° 27073 Y CUMPLIMOS CON APOYO LOGISTICO Y TACTICAS NAVALES
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=304

http://www.cefadigital.edu.ar/bitstream/1847939/8/3/REGLAS%20DE%20EMPE%C3%91AMIENTO%201%20TRAMA.pdf


https://www.mediafire.com/view/pt2ekpmzan2l7ud/BOLETIN_OFICIAL_27.073_%25282%2529_LEY_23.903_POR_AUSENCIA_DEL_PAIS_Y_LEY_23904.jpg/file

12/5/23

“GOLFO PÉRSICO”



Detalles sobre los límites y preocupaciones del entorno especial en el que se llevaron a cabo las operaciones Shield y Desert Storm (1990/91)

“TORMENTA DEL DESIERTO”


Cuando: George H. Bush habló al público estadounidense sobre la crisis creada por la invasión iraquí del emirato de Kuwait en agosto de 1990 y la necesidad de restablecer el orden internacional roto por esa acción, fue solo la parte política de la historia. Para los generales y asesores de defensa en el Pentágono y el Departamento de Defensa, quedaría al esbozo de la estrategia realizar una operación militar que garantice un éxito rápido y con la menor cantidad de bajas. Está muy claro que la guerra siempre estuvo sobre la mesa como única opción.

Estuvieron comprometidos en esta tarea desde la primera hora en que llegó el primer fax al Departamento de Estado informando sobre la situación en Kuwait y la frontera con Arabia Saudita. No nos meteremos con la información secreta que la CIA y las distintas agencias de inteligencia habían recopilado con mucha antelación. Aquí veremos los aspectos puramente militares de cómo los generales y asesores de Bush diseñaron y ampliaron el Teatro de Operaciones (TO) para llevar a cabo las Operaciones Escudo del Desierto y Tormenta del Desierto.

En cuanto al Teatro de Operaciones (TO) establecido en 1990 y que tuvo sus operaciones de combate del 17 de enero (0300 hora local) al 9 de abril de 1991, su complejidad es un aspecto a destacar considerando las potencialidades que representaban las fuerzas. iraquíes, el armamento involucrado (particularmente misiles de mediano alcance) y los desafíos que esto supuso para la fuerza multinacional que tuvo que enfrentarlos.

Técnicamente, el concepto de Teatro de Operaciones implica un espacio geográfico bien determinado (porción del territorio) en el que se desplegarán las fuerzas y se desarrollarán los combates con el enemigo de acuerdo con una Estrategia Operacional. Más técnicamente, es un área geométrica con un volumen de espacio limitado bajo una autoridad militar estratégica (CENTCOM) que opera conjuntamente con un Comando de Operaciones Conjuntas (CINCCENT, NAVCENT, MARCENT). Para ello se consideraron los espacios de concentración, las zonas y vías de comunicación, el espacio necesario para el desarrollo del combate, la evacuación para la atención de la salud y consideraciones estratégicas secundarias.

En una explicación más bien didáctica y buscando la brevedad explicativa, los diseñadores de las campañas tenían como principal interés concebir una “Zona de Combate” en la que se cumplieran los requisitos topográficos, geográficos y técnicos militares necesarios para hacer frente a las fuerzas iraquíes desplegadas en Kuwait. Dentro de esta área geográfica se ubicaron los espacios necesarios para el desarrollo de la logística operativa, logística material y logística personal para brindar apoyo logístico y de combate ubicados inmediatamente a la segunda área.

De esta forma, la Zona de Guerra fue denominada “Teatro de Operaciones Kuwaití” (KTO) que se extendía concéntricamente unas 124 millas por tierra, mar y aire para ser continuada por la amplia Zona de Comunicaciones en la que se desarrollaban múltiples tareas tácticas. destinados a garantizar la sostenibilidad y la seguridad de las operaciones de profundidad (especialmente las aeronaves navales), las cercanas y también las necesarias en la retaguardia todo ello para garantizar el éxito del plan general estratégico que se dirigió desde el Mando Central en Ryadh.



                                   Gráfico A


En un segundo anillo contiguo, se diseñó una “Zona de Comunicaciones” sobre la que se asentaron los puntos de apoyo para la prestación de servicios y administración de los recursos necesarios para llevar a cabo las operaciones de las fuerzas de la Coalición Aliada en el frente con la mayor eficiencia. batalla. Con una extensión geográfica que iba desde el borde donde culminaba la Zona de Combate hasta el Estrecho de Ormuz (gráfico A), esta zona era un espacio geográfico estratégico y vital para el mantenimiento de las operaciones de inteligencia táctica, naval, logística y cobertura de la retaguardia. Dentro de esta extensa área operaron las fuerzas de tarea de diferentes armadas, cada una a cargo de un Área de Responsabilidad determinada (Documento del Congreso de los Estados Unidos “Informe Interino”) asignada por el Comando Central (CENTCOM).



                                                                Gráfico B

Dentro de esta composición, las “Áreas de Responsabilidad” implicaron varias tareas que cambiaron con el paso del tiempo, pasando de ser tareas de mera interdicción y bloqueo del tráfico marítimo comercial hacia y desde los puertos iraquíes (gráfico B; Mapa de Interdicción Resolución UN 661) a tareas logísticas y tareas de apoyo al combate en el marco de las hostilidades de la Operación Tormenta del Desierto.

La delimitación de este espacio era un tema central para mantener una organización coherente, coordinación y eficiencia administrativa de las operaciones que se complicarían por el idioma y los dispares sistemas de comunicación involucrados. 

En este diseño, una Zona depende de la otra, ya que sin una Zona de Comunicaciones no podría existir una Zona de Combate y eso, quedó muy claro en la planificación del Teatro de Operaciones para ejecutar “la Tormenta del Desierto” que debía cubrir los aspectos terrestres, navales y aéreas con una dificultad adicional como es el abastecimiento continuo y seguro de las fuerzas de la Coalición Multinacional en un escenario geopolítico de alta complejidad y riesgo (con la República Islámica de Irán al este) siendo vital para ello, trazar una ruta rápida , Logística segura y estable que asegure un resultado aceptable en el mediano plazo.

 Esto último se resolvió con el diseño de una extensa ruta marítima que entrando por el Golfo de Omán y tras cruzar el Estrecho de Ormuz debía penetrar por la Zona de Comunicaciones hasta los puertos estratégicos saudíes “Al Jubail”, “Daharan” y “Al Dammam”. ." (Únicas con modernas y suficientes instalaciones para atender las necesidades de montaje) donde, además de los tanques "M-1Abrams", vehículos blindados ligeros de la Infantería de Marina y contenedores con sus repuestos, gran parte de los vehículos de material (camiones de gran porte),

Fue precisamente uno de los objetivos importantes a tener en cuenta en la concepción de la KTO, diseñar un sistema de seguridad marítima que asegurara el tránsito logístico protegiendo el flanco marítimo oriental (costa iraní) que se extiende desde la Península de la FAO hasta el Estrecho. de Ormuz, tarea que no podía ser absorbida por los medios navales de NAVCENT que debían concentrarse en operaciones de combate y que hacía estratégicamente necesaria la participación de 30 armadas extranjeras que conformarían la Fuerza de Coalición Multinacional para hacerse cargo de esta zona estratégica de responsabilidad


El despliegue que había que planificar tenía que abastecer por tierra a través de una Ruta Principal de Abastecimiento (MSR) a puntos estratégicos como las bases aéreas de Rafha al noroeste, Qaisumah, King Khalid en el centro norte y Ras Mishab en la costa a 30 millas al sur de la ciudad de “Khafji” que sería el objetivo de una ofensiva iraquí. Cerrar el triángulo por el sur en una segunda Ruta Principal de Abastecimiento (MSR) hasta el centro de abastecimiento en “Hafar Al Batin” desde donde se abastecería a las bases aéreas de Buraydah, Al Artawiyah, King Abdul Aziz y King Fayd en las que se recibían aviones de transporte C5B Galaxy y en el que se concentraron unidades militares aliadas que constituyeron los principales emplazamientos para lanzar la ofensiva Tormenta del Desierto.

En el diseño de este Teatro se incluyó el puerto de Manamah en Bahréin, un punto altamente estratégico para brindar protección al tráfico naval que se desplaza desde la entrada al Golfo hacia el norte.

En el diseño de los estrategas, la "Zona de Comunicaciones" era parte del Teatro de Operaciones, ubicado inmediatamente detrás de la Zona de Combate (la parte trasera del Teatro de Guerra JP 1-02 Departamento de Defensa de los Estados Unidos) que se extendía hasta el OCUS (Fuera de las Zonas Contiguas de los Estados Unidos). Unidos), siendo necesario considerar un fuerte dispositivo de seguridad aérea naval que se extendiera desde el Estrecho de Ormuz sobre todo el espacio marítimo del Golfo en vista de las posibles capacidades materiales y humanas del enemigo para alcanzar, interceptar y sabotear la comunicación. líneas. En este sentido, uno de los factores que más preocupaba al Comando Central era el posible uso de armas químicas que, debido a las capacidades iraquíes, era muy probable que afectaran más allá de la Zona de Combate, incluida la retaguardia de la Zona de Comunicaciones.

Dentro de esta área en su sector marítimo se desarrollaron diversas operaciones tácticas vitales para la seguridad del transporte logístico y apoyo a los grupos de combate que integraban los seis portaaviones involucrados en las operaciones, fue asignado a diferentes grupos de tareas encargados de dicha misión. con roles rotativos que los implicaron en las hostilidades en curso.

De esta forma quedó muy claro que la Zona de Comunicaciones de este Teatro de Operaciones era tan ancha o mayor que la Zona de Combate y esto, debido a la cantidad de fuerzas aliadas aglomeradas en la región, las que los iraquíes tenían desplegadas en Kuwait y las fronteras con Arabia Saudita y por la versatilidad y alcance de los sistemas de armas presentes tanto en un lado como en el otro.

Así, considerando todos estos factores sobre el terreno, el Teatro de Operaciones de la Guerra del Golfo tuvo una dimensión considerable que se extendía desde Turquía al norte, las costas iraníes al este, el Mar Rojo al oeste y el Golfo de Omán al este. sur. En lo que fue la Zona de Combate con límites volubles, especialmente al norte, extendiendo las acciones sobre territorio iraquí.