Uno de los bebés nacidos durante los últimos meses en el hospital Shifa, en Ciudad de Gaza con las deformaciones producidas por las armas químicas de los criminales sionistas.
Como resultado de las armas químicas utilizadas por Israel en su ataque criminal de diciembre-enero sobre la Franja de Gaza, hoy nacen bebés malformados. Otro drama en la larga lista de tragedias que sufren los palestinos.
El doctor Nafis Abú Shalam dice que no ha visto nada igual en su vida. Enseña en su móvil la fotografía insoportable de un varón nacido en Gaza el pasado 31 de mayo con terribles malformaciones en la cabeza. No tiene ojos. Tampoco una parte de la bóveda craneal. La desfiguración de nariz y boca es espantosa. La madre cumplía el tercer y crítico mes de embarazo cuando en su ciudad del norte de la Franja de Gaza Israel descargó, en enero, los bombardeos más intensos de la operación “Plomo sólido”.
De esa misma zona proceden la familia de una niña que vino al mundo el 10 de junio también con anomalías monstruosas; y de otra más, gestada en Jabalya, que murió hace dos semanas.
En los tres últimos meses, en el Hospital Shifa de Gaza llegaron a juntarse hasta cinco neonatos con anomalías similares, anencefalías “muy extrañas”, que algunos llaman el mal de los “fetos descerebrados”. Una cifra preocupante para una población de poco más de 1,5 millones de habitantes.
“He visto muchas malformaciones, pero nunca como estas”, indicó el doctor Abu Shalam, mientras repasa mentalmente sus 25 años de servicio como cirujano plástico. Él cree estar ante los hijos malditos de la guerra. “Estoy seguro de que esto es resultado de algún tipo de arma que Israel ha utilizado aquí, el fósforo blanco, el uranio empobrecido u otras armas tóxicas o radioactivas que no sabemos cuáles son”, explicó. Y entonces cita Chernobil.
Diciembre y enero
Entre el 27 de diciembre y el 18 de enero pasados, Israel lanzó sobre la Franja de Gaza una ofensiva que causó 1.400 muertos, en la que siempre negó tajantemente haber empleado armas prohibidas.
La voz de alarma sobre el supuesto fenómeno de malformaciones se orignió en el Ministerio de Salud del depuesto Gobierno de Gaza, controlado por Hamás. En su despacho, el viceministro y médico internista Hassan Khalaf da cuenta de sus datos, en los que figuran además referencias a niños nacidos sin labios, con espina bífida o numerosas cardiopatías. Como la de Basma Hammam, que vino al mundo el 22 de agosto con el corazón a la derecha y un ventrículo único. Su madre -asegura a ABC- estando embarazada, respiró fósforo blanco (arma química prohibida) cuando Israel atacó su barrio de Zeitun.
Hay un incremento de un 40 por ciento de las malformaciones congénitas, aseguró el viceministro y agregó: “No tenemos estudios completos, pero sí observaciones estadísticas que comparan el periodo de julio a septiembre de 2008 con el de 2009; donde había 9 casos de una determinada anomalía ahora tenemos 15”.
Además el viceministro añadió “¿qué ha pasado de nuevo en Gaza de entonces a ahora?... el único cambio ha sido la ofensiva criminal israelí. ¿Cómo podemos demostrar que hay un vínculo de causa y efecto? Muy difícil, pero no necesito probarlo, eso ya se hizo en Hiroshima y Nagasaki”.
Para los facultativos, esa verificación científica sí es determinante. Conscientes de que en la Franja “no hay tecnología, ni instrumental, ni expertos cualificados” para alcanzar resultados fiables, optan por mayor prudencia.
Tumores
Es la postura del jefe de Neurocirujía del Shifa, Usama Aklouk, que recuerda que las malformaciones “son numerosas en esta área” y sugiere que “si hay algún tipo de causa tóxica” detrás de los últimos casos, “es temprano para llegar a conclusiones”. No obstante, se muestra pesimista: “Esta zona -dice- ha sido expuesta a factores teratógenos, que producen deformidades en el embrión y estimulan la evolución de tumores, y veremos efectos en generaciones futuras”. ¿Cáncer?. “Somos cobayas”, responde, e insiste en que la única salida es lograr “ayuda de fuera” para investigar qué está pasando.
Lo mismo reclama el ginecólogo Ghassan Jawad, de la UCI de Neonatología, para quien se impone “enviar muestras a laboratorios avanzados de Estados Unidos”. Su teoría es que parte de las anomalías podrían estar relacionadas “con deficiencias de ácido fólico durante el embarazo”. Aunque las sospechas punzan cuando los niños malogrados están naciendo de “madres sin antecedentes de ese tipo, que toman las pastillas prescritas”, y además todas gestaron a sus hijos en las zonas más castigadas por Israel. “Pero no, no podemos probarlo -se lamenta-, no sólo es un problema de dinero, sino de voluntad, y el sufrimiento de los palestinos no es una prioridad para nadie”.
El doctor Nafis Abú Shalam dice que no ha visto nada igual en su vida. Enseña en su móvil la fotografía insoportable de un varón nacido en Gaza el pasado 31 de mayo con terribles malformaciones en la cabeza. No tiene ojos. Tampoco una parte de la bóveda craneal. La desfiguración de nariz y boca es espantosa. La madre cumplía el tercer y crítico mes de embarazo cuando en su ciudad del norte de la Franja de Gaza Israel descargó, en enero, los bombardeos más intensos de la operación “Plomo sólido”.
De esa misma zona proceden la familia de una niña que vino al mundo el 10 de junio también con anomalías monstruosas; y de otra más, gestada en Jabalya, que murió hace dos semanas.
En los tres últimos meses, en el Hospital Shifa de Gaza llegaron a juntarse hasta cinco neonatos con anomalías similares, anencefalías “muy extrañas”, que algunos llaman el mal de los “fetos descerebrados”. Una cifra preocupante para una población de poco más de 1,5 millones de habitantes.
“He visto muchas malformaciones, pero nunca como estas”, indicó el doctor Abu Shalam, mientras repasa mentalmente sus 25 años de servicio como cirujano plástico. Él cree estar ante los hijos malditos de la guerra. “Estoy seguro de que esto es resultado de algún tipo de arma que Israel ha utilizado aquí, el fósforo blanco, el uranio empobrecido u otras armas tóxicas o radioactivas que no sabemos cuáles son”, explicó. Y entonces cita Chernobil.
Diciembre y enero
Entre el 27 de diciembre y el 18 de enero pasados, Israel lanzó sobre la Franja de Gaza una ofensiva que causó 1.400 muertos, en la que siempre negó tajantemente haber empleado armas prohibidas.
La voz de alarma sobre el supuesto fenómeno de malformaciones se orignió en el Ministerio de Salud del depuesto Gobierno de Gaza, controlado por Hamás. En su despacho, el viceministro y médico internista Hassan Khalaf da cuenta de sus datos, en los que figuran además referencias a niños nacidos sin labios, con espina bífida o numerosas cardiopatías. Como la de Basma Hammam, que vino al mundo el 22 de agosto con el corazón a la derecha y un ventrículo único. Su madre -asegura a ABC- estando embarazada, respiró fósforo blanco (arma química prohibida) cuando Israel atacó su barrio de Zeitun.
Hay un incremento de un 40 por ciento de las malformaciones congénitas, aseguró el viceministro y agregó: “No tenemos estudios completos, pero sí observaciones estadísticas que comparan el periodo de julio a septiembre de 2008 con el de 2009; donde había 9 casos de una determinada anomalía ahora tenemos 15”.
Además el viceministro añadió “¿qué ha pasado de nuevo en Gaza de entonces a ahora?... el único cambio ha sido la ofensiva criminal israelí. ¿Cómo podemos demostrar que hay un vínculo de causa y efecto? Muy difícil, pero no necesito probarlo, eso ya se hizo en Hiroshima y Nagasaki”.
Para los facultativos, esa verificación científica sí es determinante. Conscientes de que en la Franja “no hay tecnología, ni instrumental, ni expertos cualificados” para alcanzar resultados fiables, optan por mayor prudencia.
Tumores
Es la postura del jefe de Neurocirujía del Shifa, Usama Aklouk, que recuerda que las malformaciones “son numerosas en esta área” y sugiere que “si hay algún tipo de causa tóxica” detrás de los últimos casos, “es temprano para llegar a conclusiones”. No obstante, se muestra pesimista: “Esta zona -dice- ha sido expuesta a factores teratógenos, que producen deformidades en el embrión y estimulan la evolución de tumores, y veremos efectos en generaciones futuras”. ¿Cáncer?. “Somos cobayas”, responde, e insiste en que la única salida es lograr “ayuda de fuera” para investigar qué está pasando.
Lo mismo reclama el ginecólogo Ghassan Jawad, de la UCI de Neonatología, para quien se impone “enviar muestras a laboratorios avanzados de Estados Unidos”. Su teoría es que parte de las anomalías podrían estar relacionadas “con deficiencias de ácido fólico durante el embarazo”. Aunque las sospechas punzan cuando los niños malogrados están naciendo de “madres sin antecedentes de ese tipo, que toman las pastillas prescritas”, y además todas gestaron a sus hijos en las zonas más castigadas por Israel. “Pero no, no podemos probarlo -se lamenta-, no sólo es un problema de dinero, sino de voluntad, y el sufrimiento de los palestinos no es una prioridad para nadie”.
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