28/9/09

Madrid, ciudad de origen musulmán



Restos de la muralla construida por los musulmanes en Madrid.
Madrid, capital de España desde hace 448 años, sede de muchas de las principales empresas, universidades, centros culturales y científicos del país y considerada en algunos estudios la tercera ciudad de Europa tras Londres y París, hunde sus raíces en tiempos de la ocupación árabe de la Península Ibérica.

Aunque se han datado asentamientos prehistóricos, romanos y visigodos en algunos puntos cercanos al río Manzanares y a la Casa de Campo, Madrid nace en tiempos del emir Muhammad I (852-886) como un núcleo amurallado militar construido sobre una colina cerca del río, denominado en árabe Mayrit en referencia a los cursos de agua de la zona.

La descomposición del califato de Córdoba, desaparecido en 1031, y su sustitución por los fragmentados reinos de taifas, permitió finalmente su conquista en 1083 por el reino castellano-leonés, con Alfonso VI en el trono.

Magerit, como fue llamada por los cristianos, aunque enseguida pasó a conocerse con su nombre actual, fue aumentando lentamente en población, primero como villa fronteriza y más tarde como concejo, abriéndose hueco entre las tierras y los señores de Segovia y de Toledo.

En tiempos de los Reyes Católicos, finalizando el siglo XV, Madrid era una típica villa de la meseta sur con una población cercana a los doce mil habitantes, y aunque durante la Edad Media había albergado reuniones de las Cortes en distintas ocasiones y Enrique III había convertido El Pardo en residencia y coto de caza real, no fue capital hasta que lo decidió Felipe II en 1561.

Durante los sucesivos reinados de los monarcas austrias y borbones, Madrid pasó con relativa rapidez de modesta villa y corte a capital de un imperio y se fue poblando más por empleados del reino e hidalgos que por artesanos y jornaleros, como ocurría, por ejemplo, en Barcelona.

El crecimiento demográfico fue continuo y si en 1561 Madrid rondaba los 20.000 habitantes, a finales del siglo XVII se contaban 180.000, en 1850 se superaban los 230.000 y en 1900 eran más de medio millón.

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