Restos de la muralla construida por los musulmanes en Madrid.
Madrid, capital de España desde hace 448 años, sede de muchas de las principales empresas, universidades, centros culturales y científicos del país y considerada en algunos estudios la tercera ciudad de Europa tras Londres y París, hunde sus raíces en tiempos de la ocupación árabe de la Península Ibérica.
Aunque se han datado asentamientos prehistóricos, romanos y visigodos en algunos puntos cercanos al río Manzanares y a la Casa de Campo, Madrid nace en tiempos del emir Muhammad I (852-886) como un núcleo amurallado militar construido sobre una colina cerca del río, denominado en árabe Mayrit en referencia a los cursos de agua de la zona.
La descomposición del califato de Córdoba, desaparecido en 1031, y su sustitución por los fragmentados reinos de taifas, permitió finalmente su conquista en 1083 por el reino castellano-leonés, con Alfonso VI en el trono.
Magerit, como fue llamada por los cristianos, aunque enseguida pasó a conocerse con su nombre actual, fue aumentando lentamente en población, primero como villa fronteriza y más tarde como concejo, abriéndose hueco entre las tierras y los señores de Segovia y de Toledo.
En tiempos de los Reyes Católicos, finalizando el siglo XV, Madrid era una típica villa de la meseta sur con una población cercana a los doce mil habitantes, y aunque durante la Edad Media había albergado reuniones de las Cortes en distintas ocasiones y Enrique III había convertido El Pardo en residencia y coto de caza real, no fue capital hasta que lo decidió Felipe II en 1561.
Durante los sucesivos reinados de los monarcas austrias y borbones, Madrid pasó con relativa rapidez de modesta villa y corte a capital de un imperio y se fue poblando más por empleados del reino e hidalgos que por artesanos y jornaleros, como ocurría, por ejemplo, en Barcelona.
El crecimiento demográfico fue continuo y si en 1561 Madrid rondaba los 20.000 habitantes, a finales del siglo XVII se contaban 180.000, en 1850 se superaban los 230.000 y en 1900 eran más de medio millón.
Aunque se han datado asentamientos prehistóricos, romanos y visigodos en algunos puntos cercanos al río Manzanares y a la Casa de Campo, Madrid nace en tiempos del emir Muhammad I (852-886) como un núcleo amurallado militar construido sobre una colina cerca del río, denominado en árabe Mayrit en referencia a los cursos de agua de la zona.
La descomposición del califato de Córdoba, desaparecido en 1031, y su sustitución por los fragmentados reinos de taifas, permitió finalmente su conquista en 1083 por el reino castellano-leonés, con Alfonso VI en el trono.
Magerit, como fue llamada por los cristianos, aunque enseguida pasó a conocerse con su nombre actual, fue aumentando lentamente en población, primero como villa fronteriza y más tarde como concejo, abriéndose hueco entre las tierras y los señores de Segovia y de Toledo.
En tiempos de los Reyes Católicos, finalizando el siglo XV, Madrid era una típica villa de la meseta sur con una población cercana a los doce mil habitantes, y aunque durante la Edad Media había albergado reuniones de las Cortes en distintas ocasiones y Enrique III había convertido El Pardo en residencia y coto de caza real, no fue capital hasta que lo decidió Felipe II en 1561.
Durante los sucesivos reinados de los monarcas austrias y borbones, Madrid pasó con relativa rapidez de modesta villa y corte a capital de un imperio y se fue poblando más por empleados del reino e hidalgos que por artesanos y jornaleros, como ocurría, por ejemplo, en Barcelona.
El crecimiento demográfico fue continuo y si en 1561 Madrid rondaba los 20.000 habitantes, a finales del siglo XVII se contaban 180.000, en 1850 se superaban los 230.000 y en 1900 eran más de medio millón.
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