5/2/23

EL POR QUE DE LA PARTICIPACION DE LA ARGENTINA EN EL GOLFO PERSICO (DESICION DE EX PTE. MENEM)


La participación argentina en la Guerra del Golfo.
 

La politica adoptada por el ex Pte. Menem, sin la autorizacion del Congreso de la Nacion, los dejo fuera de combate a los integrantes de las FF.AA el enemigo estuvo a adentro de la politica. Usaron el instrumento belico como politica internacional y fuimos guardados en el fondo de algun cajon.

(Foto Arch) Pozos prendidos fuegos, por Irak, antes de entregarse-




Introducción :

A lo largo de este breve ensayo analizaremos una serie de variables internas y externas que creemos, dieron por resultado la implementación por parte de Argentina, de una política exterior inédita para este país: “El abandono de la histórica neutralidad en conflictos bélicos que no le incumben directamente”(Simonoff, 2004; p:2). 

La reconversión de la política exterior argentina, de acuerdo con Ferreri (2002), surge de la decisión del presidente Menem, y un grupo cercano de asesores, de reinsertar al país en una posición destacada en el sistema internacional. De acuerdo con el autor, la reconversión política respondió a factores tanto internos como externos, y es en base a esta división que buscaremos comprender la decisión de participar en el conflicto del Golfo Pérsico. 

Con el fin de brindar un entendimiento integral del tema, utilizaremos distintos niveles de análisis por medio de los cuales, creemos, será suficiente para comprender la política implementada: 

-En primer lugar brindaremos una descripción de la situación política y económica que atravesaba el país durante los primeros años del mandato del presidente Menem y los desafíos a los que este debía enfrentarse en lo inmediato. 

-En segundo lugar, brindaremos un análisis en el que evaluaremos de qué manera los cambios en la política internacional motivaron a la toma de acciones por parte de los países con el fin de posicionarse dentro de este nuevo orden mundial. 

-En tercer lugar, trataremos la cuestión de las fuerzas armadas nacionales. Creemos que la, para entonces no resuelta cuestión militar, influenció el camino de inserción internacional tomado por el gobierno del presidente Menem, por lo que brindaremos una descripción general de la situación e intentaremos comprender de qué manera esta influyo en la política exterior argentina. 

-Por último analizaremos el papel que jugó la política en la toma de decisiones. Por un lado, a través del estudio racional llevado adelante por el gobierno para justificar la intervención militar, y por el otro, el peso que tuvieron las oposiciones hacia la política exterior del gobierno de Menem, y de qué manera estas oposiciones fueron sorteadas por el ejecutivo. Situación política y económica interna El presidente Menem asume el gobierno en medio de una profunda crisis económica y social. 

La crisis de la deuda externa surgida a partir de la denominada “segunda crisis del petróleo” 1 , y de las políticas económicas tomadas por los gobiernos anteriores, dio por 1 La denominada “segunda crisis del petróleo” tiene lugar en 1979 a partir de las consecuencias de la revolución iraní y la guerra entre Irak e Irán, que dio por resultado una fuerte suba en los precios del petróleo. El alza de precios del sector petrolero se tradujo en un déficit comercial en países importadores mientras que en los países exportadores se evidenció un fuerte superávit. Ante esta situación, los países no alineados.

resultado periodos hiperinflacionarios, devaluaciones recurrentes y déficit fiscal que en términos sociales, produjeron una sensación de agobio en el pueblo argentino, quien demandaba hacia la nueva administración la restauración del orden público, estabilidad y crecimiento económico (Aranda, 2004). 

La administración Menem, de acuerdo con Colombo (2005) y Aranda (2004) definió el interés nacional en función de la necesidad de alcanzar el desarrollo económico. Y para alcanzar ese desarrollo, sostienen los autores, el gobierno consideró esencial una reinserción exitosa en la economía global, por un lado a través del fomento del comercio internacional y las inversiones extranjeras, pero por el otro, a través del alineamiento estratégico hacia los Estados Unidos. Es así como el gobierno del presidente Menem basaría, en adelante, su política exterior según propuesto por la teoría del Realismo Periférico (Hens & Sanahuja, 1995), aceptando y subordinándose ante el liderazgo estadounidense, y alineando sus políticas en función de las necesidades del gran hegemón. 

Redefinición de la política exterior argentina: En busca de un lugar en el nuevo orden mundial Con la finalización de la Guerra Fría, se dio comienzo a una era unipolar en la que los Estados Unidos surgieron como el vencedor sin atenuantes por sobre su adversario, la Unión Soviética (Aranda, 2004). La relajación en las tensiones internacionales permitieron a los Estados Unidos impulsar con mayor ímpetu las políticas económicas del consenso de Washington2 por un lado, y promover una serie de políticas para abordar la cuestión de la deuda en los países latinoamericanos con el fin de revertir los efectos de la denominada “década perdida3 ” por el otro (Colombo, 2005). 

Estos cambios en la configuración de poder global tuvieron el nombre de “nuevo orden mundial4 ”, y de acuerdo con Míguez (2010), dieron lugar a una integración entre los países desdibujando las barreras políticas y planteando la necesidad de sostener “valores internacionales” y “legalidad internacional” en pos del mantenimiento de ese nuevo ordenamiento. Desde esta concepción, el accionar de Saddam Hussein en Kuwait fue interpretado como un ataque a este orden mundial, y a la comunidad internacional en su conjunto. Y es en base a este diagnóstico, afirma Míguez (2010), que el núcleo cercano al  presidente Menem encontró la justificación para dar impulso al alineamiento hacia los Estados Unidos por medio de la vía militar. El nuevo orden mundial imponía a los países del anteriormente denominado tercer mundo dos opciones: El neutralismo como política exterior, o la adhesión irrestricta al esquema planteado por Washington (Ferreri, 2002).

 Los beneficios de la segunda opción, y permítasenos citar in extenso a Ferri (2002; p: 2-3) consistían en: “[…] entrenamiento gratis y del mejor nivel para la Armada Argentina, buenos sueldos para los hombres que participaron de la operación, importantes negocios en la reconstrucción de Kuwait, y un incipiente nuevo rol para unas fuerzas armadas argentinas que están gravemente necesitadas de una razón de ser y de una misión significativa, ahora que las principales hipótesis de conflicto con los países limítrofes quedaron descartadas (Escudé, 1989; p: 39)”. De acuerdo con Simonoff (2004), y agregando a lo planteado por Escudé (1989), el acercamiento hacia los Estados Unidos por medio de la vía militar, buscaba obtener, además de las ganancias de tipo económico producto de la reconstrucción de Kuwait, ganancias en términos políticos, al romper con la histórica posición antiestadounidense llevada adelante por parte de la Argentina. Simonoff (2004) agrega además que el alineamiento argentino hacia los Estados Unidos se vio materializado por un aumento en el envío de tropas al extranjero bajos dos formas: Coaliciones multinacionales (Guerra del Golfo, Haití) o aquellas mandadas por las Naciones Unidas (misiones humanitarias y de paz). La intervención argentina en el Golfo, de acuerdo con el autor, constituye un claro ejemplo del cambio de rumbo en la política exterior argentina que, como se dijo, rompió con la histórica neutralidad. Creemos que lo especialmente destacable de esta política es el carácter sin precedentes de la misma, ya que abrió, en palabras de Vignolles (2003) “[…] la oportunidad para la República Argentina en su proceso de reinserción en la escena internacional, cambiando el perfil aislacionista, errático y no alineado que la caracterizaba (p: 150)”. Creemos pertinente mencionar que en el ámbito regional no fue bien recibida por parte del resto de los países del Cono Sur, con excepción de Uruguay. Tanto Brasil como Chile, plantearon cuestionamientos reiterados por la no consulta previa a la toma de la decisión de participar en el conflicto (Vignolles, 2003).

La cuestión militar Las dificultades para encontrar una respuesta a la denominada “cuestión militar” 5 durante el gobierno del presidente Raúl Alfonsín, fue uno de los desencadenantes de la caída de su gobierno6 (Fair, 2011). El gobierno del presidente Menem, sostiene el autor, debía encarar la compleja tarea de solucionar este asunto sin repetir los errores cometidos durante el gobierno anterior, con el fin de darle un cierre definitivo. 

El abordaje llevado adelante por el presidente Menem hacia la cuestión militar, incluyó la eliminación de los mandos de los militares afines a los sublevados denominados “carapintadas”, y sublevó al generalato ante el poder político por medio del gesto que representaron los indultos7 brindados por el gobierno a la plana mayor de las fuerzas armadas. De esta manera, quedaron sentadas las bases para llevar adelante un plan de ajuste por parte del gobierno, por medio del cual se redujo notablemente el presupuesto en defensa y se privatizó casi la totalidad del “imperio industrial militar”, debilitando la posición de poder que los militares históricamente habían ostentado como actores de la política interna (Fair, 2011).

 A las medidas políticas y económicas llevadas adelante por el presidente Menem, creemos pertinente destacar, se suman cuestiones no menores que contribuyeron a debilitar el poderío militar. Por un lado, el debilitamiento de la imagen de las fuerzas armadas frente a una gran parte de la sociedad producto de crímenes cometidos durante el denominado “Proceso de Reorganización Nacional”.

 Por otro lado, como afirma Fair (2011), debido al golpe sufrido por la moral militar luego de la derrota de Malvinas, y el “clima de época” en favor de la democracia liberal. Estas cuestiones, creemos, son las que permitieron la implementación exitosa de las políticas que diezmaron el poder militar dentro de la sociedad política. Aunque el nuevo panorama mostraba a las Fuerzas Armadas subordinadas ante el poder político y sin intenciones aparentes de sublevación entre sus mandos, surgía una pregunta que debía ser respondida si se pretendía sostener esta delicada situación: 

¿Qué rol cumplirían las Fuerzas Armadas en adelante? Creemos que la respuesta a esta pregunta constituye uno de los factores fundamentales para explicar, tanto el aumento en la participación argentina en misiones de paz, como la participación de las fuerzas armadas en la Guerra del Golfo. Con la distención final de la Guerra Fría, y el establecimiento del ya mencionado “nuevo orden mundial”, se eliminan (al menos en parte) dos de los principales “enemigos a combatir” por las Fuerzas Armadas. 

Por un lado, producto de la catastrófica caída de la Unión Soviética desaparece por completo la posibilidad de cualquier intento de asonada socialista o comunista en la región. Por el otro, se ve reducida casi a su mínima expresión cualquier hipótesis de un conflicto armado directo con países vecinos producto de la nueva etapa de cooperación e integración global bajo el liderazgo de los Estados Unidos. Ante la descripta nueva situación internacional, y teniendo en cuenta las vulnerabilidades mostradas por el sistema democrático argentino, la administración del presidente Menem, sostiene Vignolles (2003), se encontró frente a la compleja tarea de reintegrar a las Fuerzas Armadas dentro del contexto democrático con el fin de, por un lado mantener la continuidad de la delicada democracia de la época, y por el otro, devolverles el prestigio y el valor perdidos dentro de la sociedad y sobre todo, mantener los niveles de profesionalización a pesar de los recortes en materia de defensa. 

Con la reinserción de las fuerzas armadas dentro del contexto democrático, y ya sin su rol tradicional (autoimpuesto) como garantes del orden frente a amenazas a la seguridad nacional, las fuerzas armadas mudan el foco de su accionar hacia funciones humanitarias, y a la participación en ejercicios militares conjuntos con estados “amigos”, además del envío de tropas a misiones de paz. De esta forma las Fuerzas Armadas, pasarían de ser los garantes de la paz interna, a contribuir (junto con otras fuerzas) como garantes de la paz mundial. En palabras del presidente Menem, “la participación del país en misiones humanitarias contribuía a lograr la armonía internacional” (Fair, 2011).

La reconversión del rol de las Fuerzas Armadas, originalmente como “garantes de la seguridad interna”, luego, una herramienta de política exterior en el marco del alineamiento con los Estados Unidos constituyó, creemos, una solución exitosa frente a la resolución de la cuestión militar y el sostenimiento de la delicada democracia argentina, aunque no podemos evitar remarcar, desde nuestro punto de vista, lo reprochable de las herramientas utilizadas para alcanzar este objetivo. Con esto nos referimos a los indultos y amnistías hacia los líderes militares por los crímenes cometidos durante el Proceso de Reorganización Nacional. 

Creemos que la cuestión militar constituyó un claro ejemplo en el que la política interna influyó en la toma de decisiones de política exterior. Por último creemos pertinente destacar que, como afirma Míguez (2010), no existía un pedido expreso por parte de los Estados Unidos por la participación argentina en el conflicto. Consideramos que la ausencia de una convocatoria por parte de los Estados Unidos hacia las fuerzas argentinas, y la iniciativa por parte del presidente Menem de ofrecer cooperación militar de todas maneras, evidencian el sentido de oportunidad del entonces presidente, quién logró, por medio de una situación del plano internacional lejana a los intereses argentinos, llevar adelante una política con consecuencias positivas para el país tanto en el plano interior, como en menor medida, en el exterior. 

Oposiciones y críticas La política de envío de tropas impulsada desde la administración Menem no se encontró exenta de críticas por parte de diferentes sectores de la sociedad civil. Según Míguez (2010) el proceso de toma de decisiones contó aún con reticencias desde el núcleo cercano al presidente Menem. Al abrirse el debate dentro del gabinete presidencial, las posiciones más moderadas sostenían que todo envío de tropas debía hacerse dentro de misiones coordinadas por las Naciones Unidas. 

Por otra parte, la visión más extrema, y que finalmente se impondría, sostenía que un alineamiento total (materializado por el envío de tropas al Golfo Pérsico) constituiría una clara señal hacia los Estados Unidos de que no se cometerían los mismos errores en la política exterior argentina que tuvieron lugar durante la Segunda Guerra Mundial. Una vez comunicado el envío de la corbeta Spito, y el destructor Almirante Brown, voces opositoras provenientes de la Unión Cívica Radical e incluso desde sectores del justicialismo se hicieron notar (Míguez, 2010).

Permítasenos citar in extenso al artículo publicado por el diario El País el dia 21 de septiembre de 1990:

“La decisión del Gobierno argentino de intervenir con sus Fuerzas Armadas -dos fragatas, un avión Hércules y 450 soldados profesionales- en el conflicto del golfo Pérsico ha sido criticada de forma unánime por la oposición. Las críticas señalan que el presidente Menem, cabeza del poder ejecutivo, busca eludir el control del Congreso y se impone sobre el poder judicial, como en el caso de los indultos a los militares procesados por la guerra sucia contra la guerrilla. Ninguna de las fuerzas políticas es capaz de dilucidar con claridad las razones últimas de esta decisión en la que el Gobierno arriesga hasta los compromisos regionales con Brasil, Chile y el resto de los países latinoamericanos. 
Al parecer, la decisión presidencia¡ fue adoptada, como otras, por influencia directa del reducido círculo del poder económico que impulsa el plan de privatizaciones- de empresas del Estado llevado adelante por Menem, y también por el vínculo estrecho del Gobierno argentino con el de Estados Unidos. Sectores de la oposición califican al embajador estadounidense en Buenos Aires, Terence Todman, como asesor oficioso del Gobierno de Menem” (El País, 1990).

En línea con lo expuesto por el diario El País, el senador Solari Yrigoyen, perteneciente al bloque de la Unión Cívica Radical condenó el envío de tropas, y posteriormente la falta de consulta al Poder Legislativo. Por otra parte, el bloque justicialista en el senado emitiría un comunicado en el que lamentaba la decisión tomada por el ejecutivo sin el previo respaldo del Congreso Nacional (Miguez, 2010). La decisión del poder ejecutivo, afirma Miguez (2010) contaría solo con el apoyo de cinco legisladores justicialistas en un primer momento, modificándose la decisión del resto del bloque luego de la persuasión del entonces canciller Cavallo. 

Lo que evidencia un claro carácter personalista en la toma de decisiones por parte del presidente. Sobre todo, si tenemos en cuenta que, como sostiene Ferreri (2002), el mismísimo Cavallo se oponía a una intervención sin previo consentimiento del Congreso en un primer momento, por lo que es pertinente presumir que la decisión fue tomada directamente por el poder ejecutivo sin mayor búsqueda de consenso. Por parte del bloque radical, Miguez (2010) afirma que fueron significativas las manifestaciones de repudio por parte de los senadores Grass e Yrigoyen. A pesar de los acalorados debates, sostiene el autor, la principal preocupación del presidente Menem se encontraba hacia las divisiones producidas hacia adentro del partido. Divisiones no menores, y que culminarían con el abandono del Partido Justicialista de German Abdala, Juan Pablo Cafiero y Carlos “Chacho” Álvarez entre otros. 

Recapitulando y a modo de conclusión Como hemos explicado a lo largo de este ensayo, existe una multiplicidad de factores que influenciaron la decisión de política exterior tomada por parte de la administración Menen referente al envío de tropas al Golfo Pérsico en 1990. Por un lado, el conflictivo contexto político con que asumía el presidente, potenciado por los resultados económicos de la denominada “década perdida” evidenciaba la necesidad de medidas económicas que garantizaran el orden social y promovieran el crecimiento económico. En ese contexto, la decisión tomada por el gobierno constituyo un quiebre en las relaciones exteriores argentinas. El abandono de la tradicional posición anti estadounidense por un lado, y el alineamiento irrestricto hacia esto últimos, incluso poniendo en riesgo las relaciones con el resto de los países del Cono Sur constituyó una clara señal de que el objetivo del gobierno era colocar a la Argentina en una posición destacada en el sistema internacional, reconociendo la subordinación del país ante los Estados Unidos, y acompañando las decisiones de estos.

 La necesidad de resolver la “cuestión militar”, por otra parte, imponía al gobierno del presidente Menem la necesidad de tomar medidas concretas para, por un lado controlar cualquier intento de foco de sublevación dentro de las fuerzas armadas y así, sostener la endeble democracia argentina, pero por el otro lado, reasignar un rol a las fuerzas armadas en el que pudieran, no solo recuperar el prestigio perdido durante la última dictadura militar y la derrota en Malvinas, sino además sentirse útiles en el nuevo contexto internacional. En cuanto al modo en que fue llevada adelante la decisión, creemos que el presidente y su grupo cercano realizaron un estudio de costos y beneficios, por medio del cual consideraron que si bien los costos políticos internos serían un factor a tener en cuenta (principalmente los referentes al interior del bloque justicialista) estos serían aceptables en función a los beneficios esperables. 

El análisis encontraba en las consecuencias sobre política interna, al principal costo de la política exterior del presidente, mientras que como beneficios, se contempló por un lado la posibilidad de obtener ventajas en términos financieros producto de la clara señal de alineamiento hacia los Estados Unidos al participar en la Guerra, sumado esto a la adhesión irrestricta de la argentina a las políticas del Consenso de Washington. En adhesión a esto último Míguez (2010) afirma: 

“Estas tácticas de política exterior no pueden comprenderse en forma separada de una política económica orientada a obtener el visto bueno del FMI y de la banca acreedora” (p:135). Además, se esperaban beneficios producto de una eventual participación argentina en la reconstrucción de Kuwait, lo que finalmente no sucedió. Creemos que este constituye el principal error cometido a la hora de evaluar los costos y beneficios de la participación argentina en el conflicto. Desde el punto de vista de los beneficios referidos a la estabilidad del sistema político, se esperaba que la reconversión de las labores de las fuerzas armadas, sumado a los beneficios que los militares obtendrían de las participaciones en el extranjero contribuiría a mantener en su mínima expresión a cualquier foco de sublevación. En este sentido, el análisis llevado adelante por la administración Menem fue correcto, y la meta fue alcanzada.

Por último, vale destacar un beneficio adicional producto de la implementación de la política exterior que hemos analizado. 

Esta es, la experiencia que representó para la Armada Argentina el participar en una situación de conflicto real junto a una coalición liderada por la mayor potencia militar del mundo. Esta experiencia contribuyó de manera significativa a consolidar la idea de que el gobierno buscaba la profesionalización de las fuerzas armadas. En palabras del Almirante Molina Pico: “[…] da la sensación de poseer una misión que debe tener todo militar, a la vez satisface el sentido de aventura que debe tener esta profesión arriesgada por su esencia. 

Permite compararse con otras fuerzas de distinto orden y así, saber cuál es nuestra realidad” (Vignolles, 2003). Como sostiene Vignolles (2003): “el alto valor agregado generado por esta operaciones refleja la eficacia alcanzada, donde la eficiencia se condensa en haber constituido un significativo aporte complementario al objetivo central de estas actividades, y sin incurrir en mayores costos”(p:174). 

Para finalizar, creemos pertinente mencionar que si bien las principales críticas realizadas ex post sostienen, como afirmara el ex ministro del interior Federico Storani8 , que la Argentina no obtuvo ningún beneficio del envío de tropas al Golfo Pérsico, debemos destacar que esas críticas se centran únicamente en el análisis llevado adelante por parte de la administración Menem respecto a la participación argentina en la reconstrucción de Kuwait. 

Creemos que estas ignoran los factores políticos y sociales de la coyuntura del momento por lo que consideramos que las mismas constituyen una lectura simplista y sesgada de los hechos que acontecieron. Desde nuestro punto de vista, y como mencionamos anteriormente, la principal crítica que debería tener lugar es la que refiere a los métodos por los cuales se abordó la “cuestión militar”. Por fuera de ello, creemos que la política de envío de tropas fue, desde una visión amplia y considerando los distintos niveles de análisis mencionados durante este artículo, acertada, y que alcanzó los objetivos para los que fue formulada. 


Referencias Aranda, C. (2004). La política exterior argentina: De Menem a Kirchner. Relaciones Internacionles, 39 - 58. Borja, R. (2017).

 Enciclopedia de la Política. Recuperado el 30 de Mayo de 2017, de http://www.enciclopediadelapolitica.org/Default.aspx?i=&por=d&idind=381&termino Colombo, S. (2005). La estrategia de integración argentina (1989-2004): Cambios y continuidades a partir de la crisis del orden neoliberal. HAOL, 133 - 149. El País. (21 de Septiembre de 1990). 

Crítica unánime de la oposición argentina a Menem por el envío de fuerzas militares. (C. Ares, Ed.) El País, pág. n/d. Obtenido de http://elpais.com/diario/1990/09/21/internacional/653868010_850215.html Fair , H. (2009). La década menemista: Luces y sombras. HAOL, 53-63. Fair , H. (2011). Las relaciones políticas entre el menemismo y las Fuerzas Armadas. Un análisis histórico-político de período 1989-1995. Kairos-Revista Temas Sociales, n/d. Ferreri, C. A. (2002). 

La política exterior argentina ante conflictos internacionales: los casos de la Guerra del Golfo Pérsico y del showdown estadounidense en Afganistán. I congreso de relaciones internacionales (pág. 11). La Plata: IRI. Obtenido de http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/38737 Hans, M., & Sanahuja, J. (1995). Seguridad, Conflictos y Reconversión Militar en América Latina. Nueva Sociedad, 48 - 69. Josep, M. (2000). 

El 'Consenso de Washington' ¿Paradigma Económico del Capitalismo Triunfante? Revista de Fomento Social, 29 - 45. La Nación Política. (13 de Febrero de 1998). La Argentina enviará tropas al Golfo Persico. Obtenido de http://www.lanacion.com.ar/87816-la-argentina-enviara-tropas-al-golfo-persico Míguez, M. C. (19 de Agosto de 2010). Biblioteca digital UCA. 

Obtenido de bibliotecadigital.uca.edu.ar/revista-partidos-politicos-argentinos-envio-tropas.pdf Simonoff, A. (2004). 

El envío de tropas como dilema de nuestra política exterior. 2 congreso de relaciones internacionales del IRI (pág. n/d). La Plata: IRI. Valdés, S. P. (1988). Orígenes de la crisis de la deuda: ¿Nos sobreendeudamos o nos prestaron en exceso? Santiago de Chile: Centro de Estudios Públicos. Vignolles, P. (2003). El valor de las Fuerzas Armadas como instrumento de la política exterior: Argentina en misiones de paz y coaliciones militares. Security and defense studies review, 143 - 188. 







21/1/23

LA POSIBLE CUSAS DETRAS DEL SINDROME DEL GOLFO PERSICO, AFECTADOS SOLDADOS EE.UU Y ALIADOS

 


La posible causa detrás del Síndrome del Golfo, la misteriosa enfermedad que ha afectado a soldados de EE.UU. por décadas
Caroline Hawley
BBC News
12 mayo 2022

POR QUE SIGO INSISTIENDO, QUE LA ARGENTINA Y SU ENTORNO DE ( JEFE ESTADO MAYOR CONJUNTO, JEFE DE LA ARMADA Y MINISTERIO DE DEFENSA,) NUNCA SE CALENTARON EN PREGUNTAR QUE PASO O QUE HICIERON O NO QUEDO NI EL LORO, NI HABLO DE PAPELES EN ARAQUELES LLENO DE POLVO QUE NUNCA REMOMIERON POR LO MENOS POR CURIOSIDAD, PERO LES CAERA EL PESO DE LA LEY.




Científicos estadounidenses dicen que han descubierto qué causó que miles de soldados que sirvieron en la Guerra del Golfo de 1991 se enfermaran con síntomas misteriosos.


Han responsabilizado al agente nervioso sarín, que se liberó en el aire cuando bombardearon depósitos de armas químicas iraquíes.


Muchos veteranos se han quejado de una variedad de síntomas debilitantes que se desarrollaron después de su servicio en Irak.


Pero durante décadas la causa del Síndrome de la Guerra del Golfo ha permanecido esquiva.


El sarín suele ser mortal, pero el doctor Robert Haley, quien lideró la investigación sobre lo ocurrido, dijo que el gas al que los soldados estuvieron expuestos en Irak estaba diluido y, por lo tanto, no era fatal.



Final de Recomendamos


"Pero era suficiente para enfermar a las personas si estaban genéticamente predispuestas a enfermarse", apuntó.


Haley dijo que la clave para saber si alguien se enfermó fue un gen conocido como PON1, que juega un papel importante en la descomposición de sustancias químicas tóxicas en el cuerpo.


Su equipo encontró que los veteranos con una versión menos efectiva del gen PON1 tenían más probabilidades de enfermarse.


El estudio reciente, financiado en gran parte por el gobierno de EE.UU., involucró a más de 1.000 veteranos estadounidenses de la Guerra del Golfo seleccionados al azar.


Haley, quien trabaja en el Centro Médico Southwestern de la Universidad de Texas, dijo: "Este es el estudio más definitivo. Creemos que resistirá cualquier crítica. Y esperamos que nuestros hallazgos conduzcan a un tratamiento que alivie algunos de los síntomas", dijo.

Muchos casos británicos


Más de 50.000 soldados británicos sirvieron en la guerra que se produjo tras la invasión de Kuwait por el presidente iraquí Saddam Hussein.



 Kerry Fuller fotografiado durante la Guerra del Golfo.


La Legión Real Británica dijo que la investigación sugiere que hasta 33.000 veteranos de la Guerra del Golfo del Reino Unido podrían estar viviendo con el síndrome y 1.300 reclaman una pensión de guerra por condiciones relacionadas con su servicio en el Golfo.


Durante las últimas tres décadas, los veteranos dicen que han luchado para que su enfermedad se tome en serio.


Antes de la guerra, Kerry Fuller de Dudley, en la región de West Midlands, era un joven de 26 años que se mantenía en buena forma, le encantaba escalar e iba al gimnasio varias veces a la semana. Ahora cada día libra una batalla simplemente para levantarse de la cama.


A la edad de 40 años, tuvo un derrame cerebral. Ahora, con 58 años, dice que tiene un dolor muscular y articular tan insoportable que grita tan fuerte cuando se mueve en la noche que despierta a toda su familia. Sufre problemas de equilibrio, memoria y habla.


"Incluso cuando todavía estaba en el ejército, sufría enfermedad tras enfermedad, problemas respiratorios, fatiga crónica", dijo.


"Y cuando cuestioné si podría tener algo que ver con mi servicio en el Golfo o a lo que estábamos expuestos, la respuesta fue 'estás diciendo tonterías, no hay evidencia. Dos paracetamol. Apúrate'", agregó.

Sin respuestas positivas


La Asociación Nacional de Veteranos y Familias del Golfo, una organización benéfica que trabaja con exsoldados británicos que están enfermos, celebró la realización del estudio.



Las tropas británicas formaron parte de la coalición internacional organizada para responder a la invasión iraquí de Kuwait.


"Durante 30 años ellos han sido repudiados, ignorados y mentidos por gobiernos consecutivos, sin respuestas positivas a sus preguntas sobre la exposición a sustancias y gases tóxicos y el efecto que tuvo en ellos tanto física como mentalmente", dijo en un comunicado.


"Esperamos que el gobierno del Reino Unido tenga en cuenta este informe y responda ofreciendo a los veteranos del Golfo acceso/oportunidad de hacerse las pruebas. Con suerte, esto conducirá a un tratamiento médico más significativo y adecuado que se les ha negado durante demasiado tiempo", agregó.


El Ministerio de Defensa británico dijo: que"seguimos monitoreando y dando la bienvenida a cualquier nueva investigación que se publique en todo el mundo y el apoyo financiero está disponible para los veteranos cuya enfermedad se debe al servicio a través de las Pensiones de Guerra del Ministerio de Defensa y los planes de pensiones ocupacionales de las Fuerzas Armadas".


Pero la Legión Real Británica dijo que ha habido "pocas investigaciones significativas" sobre el Síndrome de la Guerra del Golfo en Reino Unido.


El profesor Randall Parrish, de la Universidad de Portsmouth, publicó un estudio el año pasado que descartaba el uranio empobrecido como causa.


"Creo que este es un gran ejemplo de un problema que ha requerido un esfuerzo a largo plazo para resolver, pero en el que solo unos pocos científicos han persistido; otros se dan por vencidos y asumen que no es una enfermedad real o demasiado compleja de resolver; y las agencias de financiación no quieren meterse demasiado en la política que eso implica", señaló.

14/1/23

"OPERACIONES BELICAS"





A 32 años de la zarpada del grupo T.88 al Golfo Pérsico, la historia confirma la real naturaleza de su misión.

LO QUE EL MINISTERIO DE DEFENSA DICE DESCONOCER, Y LA ARMADA.



ARA BROWN

ARA SPIRO

Pese a que han pasado ya veintiséis años de la partida de la misión naval argentina a las aguas del Golfo Pérsico, el tiempo no ha hecho olvidar dicha participación y menos aún, el carácter de aquella operación que representó al final de cuentas, la presencia argentina en el escenario conflictivo más remarcable y terrible de finales del siglo XX y que aún a nuestros días sigue más vigente que nunca.


Pareciera que tanto los jefes de la Armada Argentina como los representantes políticos de aquella época –y obviamente los actuales-, han sido atacados por una aguda amnesia que no les permite acordarse de cuáles fueron las circunstancias fácticas, jurídicas y políticas en que dichos buques de guerra fueron enviados a las aguas del Golfo Pérsico. Y es que a razón de verdad, de esclarecerlas llevaría a que se deban reparar varias situaciones que han sido mantenidas bajo el tapete de la historia.


La versión oficial que aún subsiste en los empolvados anaqueles de los archivos del Congreso, de la Armada y del Archivo General de la Nación relata que el envío de las naves al Golfo fue por un “mandato de Naciones Unidas” para el “mantenimiento de la paz”; para empezar, ambas son dos grandes falacias.


Cuando se produjo la llamada “Crisis del golfo” tras el ingreso de tropas iraquíes al emirato de Kuwait el 2 de agosto de 1990, Buenos Aires se hallaba en intensas gestiones para seducir a Washington con miras a que trajeran inversiones privadas con el objeto de reflotar un país casi quebrado.



Por esas casualidades del destino, una misión del ministerio de defensa encabezada por el entonces ministro Humberto Romero se hallaba en Washington a la sazón de entrevistarse con George H. Bush y el entonces Jefe del Estado Mayor Conjunto el general Collin Powell, para supuestas tratativas sobre la situación de las FFAA argentinas carentes de repuestos de varias unidades de fabricación norteamericana y sobre la situación del proyecto “Cóndor”. Justamente en esos momentos, estalló la crisis lo que supuestamente obligo a que Bush y Powell partieran raudos a Arabia Saudita, dejando a la comitiva argentina para ser atendida por el vicepresidente y funcionarios intermedios.


Pero más allá de estas casualidades y bajo el influjo informativo de la versión oficial de Washington, el gobierno de Menem sin analizar las verdaderas implicancias y sin considerar claramente los alcances de lo que podría devenir una participación militar en el Medio Oriente, se comprometió a participar junto a lo que “EEUU decidiera”. Si bien el gobierno argentino argumentó la salida de los navíos el destructor “ARA Alte. Brown” y la corbeta “ARA Spiro”, supuestamente conminadas por resoluciones de Naciones Unidas, ha quedado claro que ello no justificaba jurídicamente la remisión de una “misión de combate” como la que representó el grupo de tareas T.88.I que desde su ingreso al Teatro de Operaciones en el Mar Rojo comenzó con actividades que en el derecho internacional de la guerra representan actos hostiles contra una nación soberana. Esto último hay que subrayarlo, ya que no hubo un mandato de “paz” o una resolución de carácter vinculante del Consejo de Seguridad para emprender dichas acciones.

EX PTE. BUSH Y EX PTE. MENEM

Aquella ocasión, representó para el gobierno de Menem la oportunidad para dar el salto a lo que él y sus seguidores neoliberales llamaban el “primer mundo” y para ello extendió un cheque en blanco a la Casa Blanca para que dispusieran como lo iban a cobrar. El verdadero trasfondo del envío de éste grupo de batalla no fue otro que el seguir una agenda de política externa que obsecuencia mediante, no midió consecuencias y una de ellas sería, la situación de los efectivos que habían sido enviados a lo que terminó siendo una guerra alta intensidad.


Es a partir de aquella situación de hecho en la que más de quinientos hombres de la Armada Argentina se vieron involucrados primeramente en actividades hostiles como fue el bloqueo económico y de mercancías a la república árabe de Irak, que fueron involucrándose en lo que en la jerga militar se denominan “operaciones militares” que no fueron, ni simuladas ni de mero apoyo simbólico a los esfuerzos de la Coalición Aliada como algunos desinformados trataron de argumentar a lo largo de estos años.


En esa situación y en consideración a las tecnologías militares que se hallaban disponibles en aquel entonces, vale la pena recordar que los peligros de la inserción de ambas naves dentro de un estrecho Teatro operacional –en cuanto a las distancias físicas- como el que representó el espacio acuático del Golfo Pérsico, duplicaron los peligros a los que se vieron expuestos los combatientes de la “Coalición” y por ende los marinos argentinos. Con solo unos cientos de kilómetros de anchura del Golfo, el margen de maniobrabilidad ante amenazas navales lo hacía prácticamente nulo. Y esto solo refiriéndonos a los “peligros convencionales” (misiles, minas y sabotajes) que muy bien pudieron haber causado estragos en el grupo ALFIL I.


Uno de los peligros con que convivieron los argentinos fue, la de tener que operar en aguas plagadas minas que habían quedado de la guerra entre Irán e Irak y que aún permanecían activas. El dato revela que el grupo de tareas se vio involucrado en aguas próximas a las operaciones bélicas que se llevaban sobre Kuwait e Iraq. Es más, según los documentos de las unidades navales de la Coalición agrupadas en el NAVCENT, revelan que tanto el “ARA Brown” como el “ARA Spiro”, realizaban tareas de custodia y patrulla del grupo de ataque liderado por el portaaviones estadounidenses “USS-Midaway” desde donde se lanzaban constantes operaciones aéreas que bombardearon posiciones iraquíes en Kuwait y que llegaban a Bagdad. Y la posición señalada no era para nada relajada ya que, según se especulo recurrentemente por los estrategas en Dahram, si Irán se salía de la neutralidad en la que se había posicionado y pasaba a dar su apoyo a Bagdad, el principal blanco a la vista hubiera sido el portaaviones y todo su grupo entre ellos, los barcos argentinos.


FOTO DE US NAVY

Secuelas navales 1991



Igualmente y más allá de aquellas ponderaciones –de las cuales los marinos no estaban al tanto- el grupo ALFIL I cumplió su misión de batalla y permaneció en actividad hasta el cese de las hostilidades. Si no fueron alcanzados por el fuego del bando iraquí solo fue una cuestión fortuita ya que, las posibilidades estuvieron servidas.


Ahora bien, pese a ello, los marinos argentinos no han sido debidamente reconocidos por sus méritos en el fragor de esas jornadas, algo que a la vista de la distancia histórica, representa una inconsecuencia que los deja injustamente discriminados en consideración de aquel evento bélico y del reconocimiento que recibieron sus camaradas de las armadas involucradas. En este sentido, pareciera que el gobierno de Menem creyó que podía exponer a los recursos del estado nacional –incluyendo a los humanos-, sin reconocer puntos específicos que hacen a lo estrictamente material y jurídico, sacrificables bajo el erróneo eslogan “Por la Patria o la Paz internacional”. Creyendo equivocadamente que al no haber habido bajas, sus efectivos no eran dignos de reconocimiento y menos aún de alguna compensación por los servicios prestados, les dio las gracias, una apretada de manos al anterior Jefe del Estado Mayor de la Armada y adiós.


Sin dudas se trató de una avivada política que los jefes de estos hombres dejaron pasar. Pero esta omisión del entonces gobierno menemista no desapareció por el paso del tiempo y mucho menos ha perdido legitimidad en cuanto al fondo del reclamo de cada uno de los miembros de las dotaciones actuantes. Para que se entienda la mecánica de este proceder, los marinos argentinos deben recordar lo que lastimeramente ocurrió con sus camaradas del Ejército Argentino, quienes si habían sido enviados bajo el pabellón de Naciones Unidas como “Cascos azules” a Croacia entre 1991 a 1995 y que algunos de ellos, al ser alcanzados por fuego de los contendientes, regresaron heridos o con severos daños. Ese mismo gobierno les dijo “que no les debían nada” y ahí se terminó el tema (v. http://www.lanacion.com.ar/488110-la-paz-que-no-llega-br-cascos-azules ) aunque más tarde, la justicia les hizo lugar a sus reclamos.


También habría que recordar, hasta donde estaba dispuesto aquel gobierno menemista con tal de agradar a Washington y lograr de ese modo, aquella demorada promesa de convertir a la Argentina en un país aliado de la OTAN, que en 1998 le ofreció a Washington enviar nuevamente tropas contra Irak, pero esta vez, enviando tropas de tierra (. LA NACIÓN. “Menem se alineo contra Saddam”. http://www.lanacion.com.ar/87298-menem-se-alineo-contra-saddam)


Para ir concluyendo, queda claro que si aquellos marinos que participaron activamente en las tareas de combate dentro del Teatro de Operaciones de lo que se conoció como “guerra del Golfo” entre 1990 y 1991, su posición con respecto a esos cascos azules es claramente disímil ya que, las dotaciones del grupo ALFIL I estuvieron involucrados con una de las partes (Coalición) lo que la legislación internacional reconoce a los combatientes de una guerra derechos inherentes a tal condición, mientras que los llamados “cascos azules” están llamados por un mandato de la ONU a separar a las partes del conflicto. Que esto no haya querido ser visto por el gobierno es una cosa, pero ello no significa que no exista ese derecho latente a ser reconocidos como “veteranos” con todos los derechos patrimoniales inherentes a la calidad de tal.

29/12/22

32 AÑOS DE LA GUERRA DEL GOLFO PERSICO Y LAS AUTORIDADES ARGENTINAS TODAVIA NO SE ENTERARON ...



30 años de la Guerra del Golfo: 5 claves para entender la invasión de Irak a Kuwait y sus consecuencias
El 2 de agosto de 1990, el Ejército de Irak invadió Kuwait. Esta acción dio inicio a una de las guerras más cruentas en Medio Oriente que involucró a Estados Unidos y a sus aliados, tanto occidentales como a vecinos del país gobernado por Saddam Hussein


 FOTOS Soldados franceses del regimiento de infantería de la Legión Extranjera visten equipo para guerra química el 26 de octubre de 1990 en el desierto de Arabia Saudita. 


El 2 de agosto de 1990, el ejército de Irak, por orden de Saddam Hussein, irrumpió en el emirato de Kuwait y anexó ese pequeño territorio rico en petróleo, pero siete meses después fue expulsado de allí por una coalición internacional dirigida por Estados Unidos.


Irak fue sometido a 12 años de embargo y se vio obligado a pagar a Kuwait, a través de la ONU, importantes indemnizaciones de guerra.

Estas son 5 claves para entender el conflicto:

1.- Acusaciones de robo

El 18 de julio de 1990, Bagdad acusó a su vecino de “arañarle” su territorio y de “robarle” petróleo al bombear en la capa del campo petrolero de Rumaila (sur), lo que hizo aumentar las tensiones. Irak reclamó el reembolso de 2.400 millones de dólares (unos 2.000 millones de euros).

Pero Kuwait rechazó las acusaciones y replicó que era Irak quien trataba de perforar pozos petroleros en su territorio.


Varias disputas enfrentaron a ambos países, incluyendo la delimitación de fronteras, un tema espinoso que había quedado en suspenso desde la independencia de Kuwait, en 1961.

Además, Irak acusaba al emirato de “inundar deliberadamente” el mercado petrolero, provocando que los precios bajaran.

Irak reclamó que el emirato anulara la deuda que había contraído durante su guerra contra Irán (1980-1988) al considerar que, al librar ese conflicto, había defendido a Kuwait y al resto de países del Golfo.

El 20 de julio, la Liga Árabe y Arabia Saudita iniciaron mediaciones para desatascar la crisis, pero estas fracasaron y los diálogos entre Irak y Kuwait quedaron suspendidos el 1 de agosto.




Un refugiado egipcio y su familia huyen de la invasión iraquí de Kuwait el 9 de agosto de 1990. 



2.- Invasión -

El 2 de agosto llegó la invasión: “Las tropas iraquíes empezaron a las 02H00 (23H00 GMT) a violar nuestras fronteras norte, a penetrar en el territorio kuwaití y a ocupar posiciones en el interior” del país, anunció Radio-Kuwait.

Más tarde, la radio instó a los kuwaitíes a “defender su tierra, su arena y sus dunas”.

Las unidades kuwaitíes y el ejército iraquí se enfrentaron con armas pesadas en el centro de la ciudad de Kuwait.

Pero, frente a los 100.000 soldados iraquíes y sus 300 tanques, el ejército kuwaití, de 16.000 efectivos, se vio desbordado. La capital fue ocupada durante la madrugada y el emir, Jaber al Ahmed al Sabah, huyó a Arabia Saudita. Su hermano Fahd fue abatido durante la toma del palacio.

En Bagdad, se anunció el fin del “régimen traidor”, “cómplice” de un “complot estadounidense-sionista” que buscaba impedir la recuperación de la economía iraquí.

Por la noche, el ejército iraquí se dirigió hacia los puertos petroleros de Al Shuyaba y de Al Ahmadi (al norte y al sur de la capital, respectivamente).


En esta imagen del el 23 de agosto de 1990, Saddam Hussein aparece en la televisión iraquí junto a Stuart Lockwood, un niño británico de 6 años, en un intento por disipar los temores sobre el tratamiento a los rehenes occidentales detenidos en Irak. 


3.- Estados Unidos envía tropas -

La comunidad internacional condenó firmemente la invasión, mientras que los precios del petróleo se disparaban.

El Consejo de Seguridad de la ONU se reunió con carácter de urgencia y exigió “la retirada inmediata e incondicional de las fuerzas iraquíes”.

Washington congeló todos los haberes de Irak en Estados Unidos y en las filiales en el extranjero, así como los haberes kuwaitíes, para evitar que los retomaran kuwaitíes al servicio de Bagdad.

La Unión Soviética, proveedora del 80% del armamento iraquí, interrumpió sus entregas de armas.

El 6 de agosto, el Consejo de Seguridad impuso un embargo comercial, financiero y militar a Irak.

El 8, el presidente estadounidense George Bush anunció el envío de tropas a Arabia Saudita, y los primeros soldados de la operación “Escudo del desierto” llegaron al día siguiente.

Irak cerró sus fronteras a los extranjeros. Varios miles de civiles occidentales, árabes y asiáticos fueron retenidos contra su voluntad en Irak o en Kuwait, y durante más de cuatro meses, unos 500 fueron utilizados como “escudos humanos” en sitios estratégicos.
4.- Anexión -

El 8 de agosto, Irak proclamó su fusión “total e irreversible” con Kuwait.

A finales de mes, anunció una nueva división administrativa en Kuwait, haciendo de la capital y sus alrededores la 19ª provincia iraquí e incorporando el resto del emirato a la provincia de Basora (sur de Irak).

“Kuwait forma parte de Irak”, sostuvo Saddam Hussein.


El general estadounidense Norman Schwarzkopf (izquierda), comandante de las fuerzas estadounidenses en Arabia Saudita y quien dirigió la operación Tormenta del Desierto, habla con el general estadounidense Colin Powell, presidente del Estado Mayor Conjunto, el 23 de diciembre de 1990 en Dahran.

5.- Tormenta del Desierto -

El 29 de noviembre, el Consejo de Seguridad de la ONU autorizó a “los Estados miembros [...] a usar todos los medios necesarios” para obligar a Irak a salir de Kuwait si no lo hacía antes del 15 de enero de 1991.

El 17, tras múltiples iniciativas diplomáticas infructuosas, empezó la operación “Tormenta del Desierto” con una intensa campaña aérea.

El 24 de febrero comenzó la campaña terrestre y en solo unos días las tropas aliadas pudieron liberar el emirato.

El 27, George Bush anunció que “Kuwait fue liberado [y] el ejército iraquí, derrotado”. Un día después, Bagdad aceptó todas las resoluciones de la ONU.

Los iraquíes dejaron tras de sí un país devastado, saqueado y más de 750 pozos petroleros ardiendo.

La crisis dividió a los árabes. Los ejércitos egipcio y sirio participaron en la coalición, denunciada por los otros países árabes.

En marzo de 2003, Kuwait sirvió de puente para la invasión estadounidense de Irak, dirigida por George Bush hijo y que condujo al derrocamiento de Sadam Husein.

23/12/22

“LOS OLVIDADOS DE 1991”


El resultado de una ardua investigación financiada por el Departamento de Defensa y la Agencia de Asuntos de Veteranos de los EEUU ha confirmado lo que durante años se había estado negando: La presencia en el aire de agentes neurotóxicos como el Sarín ¿Cómo afectó esto a las tripulaciones argentinas?
Por Dr. Carlos H. Castia
La zarpada desde la base naval Puerto Belgrano de los buques “ARA Almirante Brown” y el “ARA Spiro” de la Armada Argentina en la primavera de aquel 25 de septiembre de 1990, fue sin dudas un evento para sus protagonistas imposible de olvidar. También lo sería para el gobierno que por aquel entonces se puso a tono de la geopolítica unipolar estadounidense surgida del inminente colapso de la URSS.
Ya en aquel entonces seguían vivos en el recuerdo de muchos que conocían de las capacidades de las armas existentes, la aterradora posibilidad de ser borrados de un solo golpe, dado que era algo que ya venía especulándose desde los años de la guerra fría.


FORMACION DE GUERRA EN EL GOLFO PERSICO
Hace treinta años atrás, las capacidades de daño y destrucción de las armas que se involucrarían en la guerra que se desataría en el Golfo en enero de 1991 impactaron de forma brutal sobre la vida de millones de personas y claramente también en la psique de muchos de quienes fueron enviados a participar. Fue una guerra en la que el alcance y potencia de las armas fueron mucho más allá del rango de fuego de los cañones, los misiles guiados y los sofisticados aviones “invisibles”. El empleo de otras armas invisibles y silenciosas por tanto tiempo negadas por los aliados (en especial por EEUU), tuvieron una parte importante en aquel escenario. Hoy ya se puede asegurar que lo que por tanto tiempo el Pentágono y los gobiernos estadounidenses habían negado, en realidad había sido cierto.
Me refiero al uso en el teatro de operaciones de las tan temidas armas de destrucción masiva (ADM) y la afectación que produjeron tanto en los civiles y militares iraquíes como también en las fuerzas de la Coalición Aliada. Los veteranos estadounidenses lucharon durante décadas por el reconocimiento sobre esto y las consecuencias que causaron sobre su salud hasta que el gobierno ante las evidencias de tantos casos creo una entelequia que llamo “Síndrome del Golfo” a la cual -y para tapar la causa real- le asignaban su origen en los residuos del Uranio empobrecido de las municiones empleadas en combate, las vacunas aplicadas a los efectivos (incluidos a los argentinos) y/o al humo negro de los centenares de pozos de petróleo que ardían en Kuwait.
Sus colegas británicos también sufrieron lo mismo pero recibiendo un mayor destrato de las autoridades gubernamentales y hasta en la mayoría de los casos, sus reclamos fueron cajoneados por improcedentes. Para el Ministerio de Defensa y toda su cadena de mando militar aquello era una tontería aunque en realidad, seguramente estaban siguiendo las estrictas políticas de mutismo seguidas por Washington. Pese a ello, los veteranos estadounidenses no se detuvieron y pese al rechazo inicial, los obstáculos burocráticos, las presiones gubernamentales y hasta la burla de algunos, fueron obteniendo evidencias para que se les tomara enserio.
Esto cambio radicalmente tras el último informe del epidemiólogo Dr. Robert Haley[1] quien según los estudios genéticos que llevó a cabo sobre una franja de veteranos, concluyó que los síntomas que presentaban los afectados por el Síndrome del Golfo se condicen con la exposición a un agente neurotóxico como el Sarín.
Sobre cuál es el porcentaje de efectivos afectados por esta exposición sin discriminar sus nacionalidades y bandos, solo se pueden hacer estimaciones ya que parece seguir siendo un tabú político profundizar en eso.
De los 50.000 efectivos británicos que operaron allí unos 33.000[3] presentaron síntomas de diversas afecciones que deterioraron progresivamente su salud causando variadas incapacidades hasta en algunos casos causarles la muerte. El porcentaje de afectados es abrumador. Algunos casos particulares ponen en evidencia que la exposición a ese neurotóxico debió ser muy grande ya que las unidades de la Coalición en todo momento estaban provistas de trajes y máscaras personales “QBN” que debió protegerles de la más mínima partícula de Sarín. El caso de un médico asignado a “JNCO Medic” en una base de la RAF en Arabia Saudita para participar de la “Operación Granby” crea muchas preguntas muy difíciles de responder ¿Cómo llegó el Sarín a ese punto?, ¿Hay pilotos de la RAF que a la vuelta a Gran Bretaña reportaron sufrir estas afecciones? Con el informe concluyente del Dr. Haley se ha podido determinar que estos efectivos británicos habían sido expuestos al mismo agente neurotóxico como el gas Sarín, altamente venenoso que en momentos de aquella “crisis/guerra” poseía el ejército iraquí en sus arsenales y que podía lanzarlo (y que según algunos fueron usados) en ojivas de artillería o incluso mediante los misiles “S-Scud B”.
Más allá de cómo fue que el Sarín tomo contacto con las tropas – según el Dr. Haley por el bombardeo de un depósito iraquí-, esta revelación sirvió para que el Ministerio de Defensa de Gran Bretaña se viera obligado a avocarse de forma seria y decidida a estudiar todos los casos que se le habían presentado y a evaluar a todos los que se le presenten.


Dr. Haley 
Recién estamos conociendo una punta de la verdad de lo que ocurrió en aquel entonces y es sabido que la letalidad de este tipo de armas se vincula muy estrechamente con el curso de los vientos y las precipitaciones, situaciones siempre presentes en aquella región. La posibilidad de que una nube de Sarín haya sido transportada por efecto del viento a la atmosfera más allá de las áreas de combate terrestre (que involucraron suelo saudita), revela la potencialidad a la que las tripulaciones de los buques argentinos estuvieron expuestas. Ante esto hoy las preguntas obligadas son ¿Qué hay de los marinos argentinos que participaron?, ¿Es posible que hayan sido afectados por este agente neurotóxico?, ¿Estaban provistos de elementos como son los trajes “QBN” para protegerse? Y ¿Qué tan al tanto estaba y está el gobierno argentino sobre esta situación?
La última pregunta seria ¿Se ha hecho algún censo médico sobre la sobrevivencia de cada uno de ellos?
La situación de aquellos marinos de la Armada aún hoy día se encuentra en un limbo jurídico ya que, todos los gobiernos que han pasado desde que regresaron de aquella guerra, no han concedido el reconocimiento de su veteranía y la correspondiente compensación por los servicios que prestaron que dejemos bien aclarado, no fue a la patria ni a la paz mundial.
La difusión de este descubrimiento médico podría ser un punta pie para que el gobierno argentino ponga manos a la obra para abandonar su amnesia y desempolvar los archivos del Ministerio de Defensa y establecer cuáles fueron los riesgos a los que sus hombres se vieron expuestos por su participación en el grupo de tareas “ALFIL 1” que opero dentro del Teatro de Operaciones hasta el final de las hostilidades, máxime ante la confirmación de que en ese conflicto, se liberó a la atmósfera nada menos que este agente nervioso como el Gas Sarín.
CUANDO YO ESCRIBI AL MINISTERIO DE DEFENSA, ME CONTESTARON CON UN EXPEDIENTE ASI DE SIMPLE, ES MAS LO TIENEN CAJONEADO Y COMO SON TODOS MENOS DE 45 AÑOS NADIE ENTIENDE NADA DE NADA .....ACA LA CONTESTACION:








8/12/22

RESUMEN DE LA GUERRA DEL GOLFO 2 DE AGOSTO 1991/ 28 FEBRERO DE 1991




ARA BROWN


ARA SPIRO





Guerra del Golfo

LUIS MIGUEL SUÁREZ DEJA UN COMENTARIO

Resumen de la guerra del GolfoFecha: 2 de agosto de 1990 – 28 de febrero de 1991 (6 meses y 26 días).

Lugar: Irak y Kuwait principalmente, aunque también hubo ataques en territorio saudí e israelí.

Casus belli: invasión de Kuwait por parte del régimen iraquí de Sadam Huseín.
Beligerantes:Bando iraquí:Irak.

Jordania.
Libia.
Organización para la Liberación de Palestina (OLP).
República de Kuwait (Estado títere controlado por Irak).
Sudán.
Yemen.

Coalición:Arabia Saudita.
Argentina.
Australia.
Bangladés.
Bélgica.
Canadá.
Catar.
Checoslovaquia.
Corea del Sur.
Dinamarca.
Egipto.
Emiratos Árabes Unidos.
España.
Estados Unidos.
Filipinas.
Francia.
Grecia.
Hungría.
Italia.
Kuwait.
Marruecos.
Níger.
Noruega.
Nueva Zelanda.
Omán.
Países Bajos.
Pakistán.
Polonia.
Portugal.
Reino Unido.
Senegal.
Sierra Leona.
Singapur.
Siria.
Tailandia.


Personajes célebres:Estados Unidos:George H. W. Bush (presidente de la nación).
Norman Schwarzkopf (general del ejército).
Dick Cheney (vicepresidente de la nación).
Colin Powell (general del ejército).
Arabia Saudita:Fahd bin Abdelaziz (rey y primer ministro de la Casa Saud).
Abdalá bin Abdelaziz (príncipe).
Sultan bin Abdelaziz (segundo viceprimer ministro).
Reino Unido:Isabel II (reina).
John Major (primer ministro de la nación).
Peter de la Billière (director de las tropas británicas).
Canadá:Brian Mulroney (primer ministro de la nación).
Francia:François Mitterrand (presidente de la nación).
Michel Roquejoffre (general del ejército).
Egipto:Hosni Mubarak (presidente de la nación).
Mohamed Hussein Tantawi (ministro de Defensa y Producción Militar).
Siria:Hafez al-Assad (autócrata de la nación).
Catar:Hamad Al Thani (jeque perteneciente a la familia real qatarí Al Thani).
Omán:Qabus bin Said Al Said (sultán de la nación).
Emiratos Árabes Unidos (EAU):Zayed bin Sultan Al Nahyan (presidente de los EAU).
Bangladés:Hossain Mohammad Ershad (presidente de la nación).
Resultado: victoria de la coalición.

Consecuencias:La República de Kuwait, el Estado títere creado por Irak tras la invasión de dicho país, es disuelta, y las tropas iraquíes son obligadas a abandonar dicho territorio.

Las tropas iraquíes encienden 700 pozos petroleros de Kuwait, desatando con ello una gran escalada de contaminación en la región. Aproximadamente unos cuarenta millones de toneladas de arena y tierra resultaron contaminadas.

La ONU impuso al régimen iraquí de Sadam Huseín un severo embargo económico.
En los años 1992, 1993, 1998 y 2003, los Estados Unidos y el Reino Unido asestaron una serie de ataques a Irak por causas distintas.

El 30 de diciembre de 2006, Sadam Huseín es condenado a la horca por distintas causas, entre ellas, la invasión de Kuwait; misma que constituye el casus belli de la guerra del Golfo.

El 2 de agosto de 1990, Irak llevó a cabo una serie de operaciones que resultarían en la invasión de Kuwait, su Estado vecino en el sur. La ocupación iraquí de Kuwait sería condenada unánimemente por todas las principales potencias del mundo.

Incluso países que, tradicionalmente, fueron considerados como aliados cercanos de Irak, como, por ejemplo, Francia e India, pidieron la retirada inmediata de todas las fuerzas iraquíes de Kuwait.


Por su parte, ni la Unión Soviética ni China darían su beneplácito a las acciones del ejército iraquí; de hecho, ambas naciones impondrían sanciones al gobierno de Sadam Huseín.

Asimismo, las Naciones Unidas responderían dando un ultimátum a Irak para que retirase su ejército del territorio kuwaití antes del 15 de enero de 1991.

Finalmente, luego de que el ejército iraquí hiciera caso omiso de las advertencias de la Naciones Unidas y tras una serie de negociaciones fallidas entre las principales potencias del mundo e Irak, una coalición militar compuesta por fuerzas militares de 34 países y lideradas por los Estados Unidos lanzaría un colosal ataque contra Irak y las tropas iraquíes estacionadas en Kuwait.

Estos eventos serían conocidos como la primera guerra del Golfo, mientras que la operación militar de la coalición recibiría el nombre de Operación Tormenta del Desierto. A continuación, os contamos su historia.
Antecedentes y contexto histórico de la guerra del Golfo
Sadam Huseín: la instauración del baazismo en Irak

El 16 de julio de 1979, Sadam Huseín Abdulmayid al Tikriti, quien había ejercido como vicepresidente del general Ahmed Hasan al-Bakr durante los últimos once años, ascendería el poder en Irak al convertirse oficialmente en el 5° presidente de dicha Republica. 




Sadam Huseín (sentado y vestido de militar) junto a varios de sus familiares (mediados de la década de los 80).

Sadam, en su condición de miembro destacado del Partido Baaz Árabe Socialista, instauró en Irak una ideología basada en una amalgama de distintas corrientes políticas, sociales y culturales como el nacionalismo árabe, el socialismo y el autoritarismo. De hecho, esta última característica le hizo merecedor del título de dictador.

A pesar de todas las connotaciones negativas que pudiesen atribuirle al gobierno de Sadam Huseín, durante sus primeros años, la economía de Irak creció a pasos agigantados. Todo ello, gracias a los riquísimos yacimientos de petróleo distribuidos a lo largo del territorio iraquí.
Al-Qādisiyya de Sadam (1980–1988): guerra entre Irán e Irak

En 1980, el gobierno iraquí de Sadam Huseín exigió a Irán la región del río Shatt al-arab, una antigua reclamación iraquí que se remontaba hasta la década de 1930. Como habría de esperarse, el gobierno iraní desestimaría las exigencias de Sadam Huseín, desatando, tras ello, la ira del dirigente iraquí.

Así pues, el 22 de septiembre de 1980, una coalición de fuerzas iraquíes, compuesta por 190.000 unidades de infantería, 2200 tanques y 450 aviones, asestó un duro e inesperado ataque a la provincia iraní de Juzestán.

El ataque relámpago del ejército iraquí fue lo suficientemente rápido y eficaz como para otorgarle la victoria parcial. Sin embargo, esta victoria sería mal gestionada por su máximo dirigente, Sadam Huseín, quien por razones desconocidas daría suficiente tiempo a las tropas iraníes como para reagruparse y contratacar ferozmente.




Soldado iraní ataviado con una máscara de gas durante la guerra de Irán e Irak.

La guerra entre Irán e Irak se extendería desde el 22 de septiembre de 1980 hasta el 20 de agosto de 1988. Por increíble que parezca, tras casi ocho años de duros enfrentamientos, las fronteras de Irán e Irak permanecieron imperturbables. De hecho, esta cruenta contienda bélica solo serviría para dejar a ambas naciones sumidas en una profunda crisis económica, social y cultural.
Causas de la guerra del Golfo

En síntesis, se podría decir que Sadam Hussein ordenó la invasión de Kuwait por cuatro motivos principales:Obtener más ingresos procedentes del petróleo para así poder saldar su deuda, la cual había crecido muchísimo a raíz de la guerra con Irán. Para ello era necesario disminuir, a la fuerza, el exceso de oferta de crudo en el mercado que había estado generando Kuwait.

Anexionar más reservas de petróleo (yacimientos para explotar) al territorio iraquí; específicamente, las reservas de petróleo del yacimiento de Rumaylak, el cual se encontraba bajo la zona fronteriza entre Irak y Kuwait.

Establecer una entrada segura al golfo Pérsico desde el puerto iraquí de Um Kasar.
Mejorar su reputación y la de su gobierno, la cual se había visto severamente afectada tras el reciente fracaso en la guerra contra Irán.

Etapas de la guerra del Golfo
Las nefastas consecuencias de la Al-Qādisiyya de Sadam (1988–1990)

A finales de la década de 1980, los ciudadanos iraquíes comenzaron a experimentar las nefastas consecuencias de la Al-Qādisiyya de Sadam. Ante tan grave situación, Sadam Huseín ordenó a Kuwait, su vecino país del sur, que redujera su producción de petróleo, ya que su exceso de oferta estaba haciendo que el precio del crudo disminuyese, afectando así a la economía de Irak. A pesar de ello, Kuwait hizo caso omiso de las exigencias de Sadam.

Como habría de esperarse, la respuesta negativa del gobierno de Kuwait a las exigencias de Irak hizo encolerizar a un ya hostil Sadam Huseín, quien dependía del valor del petróleo para pagar las deudas que había contraído tras la pasada guerra contra Irán (1980–1988).

La invasión iraquí de Kuwait (1990)

Así, pues, el 2 de agosto de 1990, el ejército iraquí, uno de los más poderosos del mundo para la fecha, cruza la frontera de Kuwait con un único objetivo en mente: anexionar a Kuwait y apoderarse de sus yacimientos de petróleo y de su estratégica posición respecto al golfo pérsico.


Mapa de Irak (verde) y Kuwait (naranja). Imagen de Wikipedia.

Naturalmente, la invasión iraquí de Kuwait había sido planeada con sumo cuidado para no levantar sospechas en las potencias occidentales, quienes eran excelentes socios comerciales de Kuwait. Gracias a ello, en poco tiempo el ejército de Irak ocupó y anexionó el territorio de Kuwait a su país en forma de provincia.

Por si fuera poco, Sadam tomó a miles de turistas occidentales como rehenes para poder utilizarlos en sus negociaciones futuras con Naciones Unidas, puesto que este era consciente del inmenso valor geopolítico y económico que representaba Kuwait para las potencias occidentales.

Inicialmente, Occidente se limitó únicamente a defender a Arabia Saudí, que era otro de los potenciales objetivos de los ataques iraquíes. Para lograr tal proeza, fue necesario el despliegue inmediato de la Operación Defensa del Desierto en territorio saudí.
Operación Defensa del Desierto (agosto de 1990-enero de 1991)

Apenas la noticia de la invasión iraquí de Kuwait llegó a las Naciones Unidas, los representantes del Consejo de Seguridad condenaron el acto e impusieron grandes sanciones y embargos económicos a Irak, así como también un ultimátum el 29 de noviembre de 1990: pasado el 15 de enero de 1991, no debía haber una sola unidad militar iraquí en territorio kuwaití, de lo contrario, Irak debía prepararse ante un inminente ataque militar.

Operación Tormenta del Desierto (enero-abril de 1991)

EL NACIMIENTO DE LA COALICIÓN: EL INICIO DE LA OPERACIÓN TORMENTA DEL DESIERTO



Mapa de los movimientos de tropas de la coalición en la guerra del Golfo.

El 15 de enero de 1991, ante el deseo del ejército iraquí de permanecer en territorio kuwaití, una coalición compuesta por 34 naciones, liderada por los Estados Unidos y bajo el mandato de Naciones Unidas, nacería con un propósito esencial: liberar a Kuwait, uno de sus mejores socios comerciales, del dominio iraquí. De esta manera, daría inicio una nueva etapa en la guerra del Golfo.

EL METADISCURSO DE OCCIDENTE: KUWAIT Y ARABIA SAUDITA SON INTOCABLES

Por otra parte, la coalición debía aprovechar la coyuntura actual para enviar un fuerte mensaje al resto de países de Oriente Medio: Kuwait y Arabia Saudita son aliados de Occidente, por lo que cualquier intento de agresión hacia ellos tendrá una respuesta inmediata y contundente por parte de las potencias occidentales.

El metadiscurso de Occidente no pudo ser más claro. Sadam Huseín se había quedado prácticamente solo, pues, tan solo la Libia de Muamar el Gadafi, Jordania, Sudán y Yemen decidieron brindarle su apoyo en su intento de anexionar Kuwait; incluso la Unión Soviética, un importante aliado ideológico del baazismo, le dio la espalda a Sadam.

LA MADRE DE TODAS LAS BATALLAS: EL DESAFÍO DE SADAM HUSEÍN

En este sentido, Irak no podía estar en una situación más desfavorable. A pesar de ello, Sadam Huseín decidió confiar en el poder del ejército iraquí, el cual era considerado, en aquel entonces, como el cuarto mejor ejército del mundo.

En total, los iraquíes disponían de un ejército de 545.000 soldados, 4.500 blindados y 700 aviones de combate. Asimismo, estos disponían de un arsenal de misiles y armas químicas remanentes de la guerra contra Irán.

Por su parte, la coalición estaba compuesta y gozaba del poder militar de los siguientes 34 países: Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Arabia Saudita, Canadá, Egipto, Siria, Catar, Omán, Emiratos Árabes Unidos, Bangladés, Pakistán, Dinamarca, Bélgica, Australia, Nueva Zelanda, Tailandia, España, Italia, Marruecos, Países Bajos, Níger, Filipinas, Polonia, Argentina, Checoslovaquia, Portugal, Grecia, Sierra Leona, Corea del Sur, Singapur, Senegal, Hungría y Noruega. En otras palabras, no solo Occidente luchaba por la liberación de Kuwait.




En azul, países que formaron parte de la coalición contra Irak (en naranja). Imagen de Wikipedia.

En total, aproximadamente 960.000 soldados se enlistaron para la invasión de Irak y la liberación de Kuwait, de los cuales, al menos, 415.000 eran soldados estadounidenses. Asimismo, la coalición contaba con 2.000 carros de combate, una flota de 100 barcos de guerra (incluidos 6 portaaviones) y 1.800 aviones de guerra (sin contar aquellos que pudieron escapar de las manos de Sadam tras la invasión iraquí de Kuwait).

EL INICIO DE LAS HOSTILIDADES: LA COALICIÓN ATACA CON MISILES TOMAHAWK A IRAK

La coalición daría inicio a las hostilidades con una poderosa lluvia de, al menos, 100 misiles crucero BGM-109 Tomahawk lanzados desde los barcos aliados contra objetivos estratégicos.

La intención de estos bombardeos, cuya precisión debía ser quirúrgica (al menos, en teoría), era neutralizar todo aquello que fuese mínimamente estratégico y de utilidad para el ejército iraquí, aunque hicieron especial hincapié en reducir al mínimo la capacidad aérea iraquí.

Durante la primera semana de operaciones, la coalición afirmó haber derribado 350 aviones iraquíes, mientras que Irak afirmó haber derribado 60 aviones de la coalición.

DIVIDE Y VENCERÁS: SADAM INTENTA ROMPER LA UNIDAD DE LA COALICIÓN ATACANDO A ISRAEL

Entre los países que participaban de la coalición se encontraba Israel; sin embargo, este se había limitado únicamente a ofrecer apoyo logístico.

Por su parte, Sadam, quien sabía que, debido a diferencias ideológicas y antiguos deseos de venganza, los países de Oriente Medio se negarían rotundamente a luchar junto a los israelíes en contra de Irak, intentó romper la unidad de la coalición forzando la entrada de Israel en la guerra del Golfo.

Así, pues, Irak lanzó diversos ataques con misiles polacos del tipo 8/K-14 (Scud-B) sobre suelo israelí para provocar su entrada a la guerra.

A pesar de ello, el gobierno israelí mantuvo la compostura y evitó entrar directamente al conflicto bélico, puesto que, previamente, había estado en guerra contra los países árabes en diversas contiendas como la guerra de los Seis Días (1967) y la guerra de Yom Kipur (1973).

Operación Sable del Desierto (26-28 de febrero de 1991)

EL INCIDENTE DE AL-AMERIA: LOS DAÑOS COLATERALES DE LOS BOMBARDEOS DE LA COALICIÓN

El rápido avance aéreo de la coalición dejo consigo una enorme estela de destrucción en territorio iraquí; por desgracia, no todos los ataques aéreos de la coalición fueron ciento por ciento certeros.


Tanque iraquí destruido durante la guerra del Golfo.

Uno de los incidentes más grandes del a guerra del Golfo ocurrió el 13 de febrero de 1991, cuando dos misiles de la coalición impactaron en Al-Ameria, un refugio antiaéreo situado en la ciudad de Bagdad, acabando con la vida de 1.200 civiles iraquíes.

EL DESENLACE FINAL DE LA GUERRA DEL GOLFO: LA RENDICIÓN IRAQUÍ

Antes del despliegue de la Operación Sable del Desierto, con la cual se dio a conocer el enorme poderío militar de la coalición, las potencias occidentales ya habían realizado misiones especiales con el objetivo de destruir almacenes y distintos puntos estratégicos del ejército iraquí.

El 25 de febrero de 1991, un misil iraquí Scud-B impactó en cuarteles estadounidenses situados en Arabia Saudita, acabando con la vida de 25 soldados e hiriendo de gravedad a otros 50.

El 26 de febrero de 1991, a los dos días de haber iniciado la operación final de la guerra del golfo, más de 100.000 soldados iraquíes se rindieron ante el aplastante avance de las tropas de la coalición. A pesar de ello, ese mismo día se libró uno de los combates más colosales de la guerra de la Golfo: la batalla de 73 Easting.

La batalla de 73 Easting sería protagonizada por las fuerzas estadounidenses, británicas e iraquíes, y se convertiría, además, en la segunda batalla más grande de carros de combates blindados. No superó a la batalla de Kursk (1943), la cual se libró durante el desenlace de la Segunda Guerra Mundial.

Finalmente, el 28 de febrero 1991, el ejército iraquí se rendiría oficialmente ante la coalición. De esta manera, Sadam Huseín se vería forzado a renunciar a su intento de anexionar Kuwait para apoderarse de los yacimientos de petróleo de Rumaylak y asegurar un acceso marítimo privilegiado al golfo Pérsico.