15/9/19

DEBATES Y POSICIONES DEL OFICIALISMO Y LA OPOSICIÓN. ¿DISTINTOS PROYECTOS DE INSERCIÓN INTERNACIONAL


VETERANOS DE AYER, DE HOY Y DE SIEMPRE 


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1“LOS PARTIDOS POLÍTICOS ARGENTINOS Y EL ENVÍO DE TROPAS AL GOLFO PÉRSICO (1990-1991).DEBATES Y POSICIONES DEL OFICIALISMO Y LA OPOSICIÓN.¿¿DISTINTOS PROYECTOS DE INSERCIÓN INTERNACIONAL?”1


1“LOS PARTIDOS POLÍTICOS ARGENTINOS Y EL ENVÍO DE TROPAS AL GOLFO PÉRSICO (1990-1991).DEBATES Y POSICIONES DEL OFICIALISMO Y LA OPOSICIÓN.¿DISTINTOS PROYECTOS DE INSERCIÓN INTERNACIONAL?

”1MARIA CECILIA MIGUEZ1.

INTRODUCCIÓN:

 Casi veinte años de la participación argentina en el conflicto bélico desatado en Kuwait en agosto de 1990, resulta válido analizar desde una perspectiva histórica más amplia los profundos debates sobre la inserción internacional que aquélla situación suscitó.

 Fundamentalmente porque algunas de las racionalizaciones y construcciones ideológicas allí aplicadas dieron el tono a más de diez años de política exterior y continúan siendo objeto de discusión y análisis. La primera Guerra del Golfo fue muy significativa a nivel mundial y también a nivel local. Respecto de la economía norteamericana representó una respuesta a la crisis económica del país y el triunfo de los sectores vinculados a la industria de armamentos y manufactureros de punta que buscaban reestablecer el su predominio en el mundo a través de una política internacional agresiva, que creara las condiciones para la profundización de su hegemonía en el Tercer Mundo (avanzando por ejemplo en la subordinación de América Latina a los Estados Unidos) y montándose sobre la debilidad militar de Europa y Japón y en el repliegue soviético, desplazando así a otros ligados al mercado interno y a las viejas manufacturas fordistas, defensores del proteccionismo y de la reindustrialización.

 Asimismo, el conflicto demostró que la clase dirigente norteamericana había superado el síndrome de Vietnam y que los Estados Unidos estaban dispuestos a intervenir militarmente en todas partes del mundo. Así, una guerra de intervención en un país del Tercer Mundo reordenaba las relaciones de fuerza en la economía internacional. Lejos ya de los primeros planes de la presidencia de Reagan, el objetivo central de la guerra en el contexto de la crisis económica norteamericana era el de controlar recursos y negarles mercados a los demás, ganando tiempo para la recomposición de la economía interna, representando un cambio de estrategia global para lidiar con la crisis 1 Publicado originalmente en Revista Temas de historia argentina y americana, UCA, Número17, 2011, pp. 123-158. Link. 
 
2del capitalismo norteamericano. Fue justamente luego de que estallara esa guerra, que el presidente George H. W. Bush invocó la existencia del “Nuevo Orden Mundial”. Lo hizo pocos días después de la invasión, el 11 de septiembre de 1990, en un discurso pronunciado ante las dos cámaras del Congreso. Respecto de las transformaciones del sistema internacional, la guerra hacía visible esa racionalización posterior. Era la primera vez que los Estados Unidos, junto con las potencias occidentales actuaban sin la oposición del bloque de países soviéticos. La potencia del norte obtuvo el apoyo de treinta y dos países.En cuanto a la coyuntura local argentina, el conflicto en Kuwait provocó una serie de intensasdiscusiones al interior y entre el Partido Justicialista (oficialismo) y la Unión Cívica Radical (oposición) referidos a distintas posiciones sobre la política exterior y el rol de la Argentina en el escenario mundial.

 Aquí se abordarán esas discusiones, porque su implicancia trascendió el conflicto puntual y constituyó un hito histórico, no sólo por la ruptura de una tradición neutralista sino porque la construcción discursiva que legitimó el envío de tropas traducía una nueva concepción respecto de la inserción internacional del país. Este artículo constituye una aproximación al análisis de las posiciones políticas de los partidos con mayor representación parlamentaria en el país (UCR y PJ), a través del estudio de caso de la Guerra del Golfo Pérsico desatada en 1990. La pregunta central es en qué medida los debates parlamentarios fueron reflejo de dos modelos de inserción internacional diferentes y contrapuestos. Para ello deben inscribirse en la coyuntura política y económica nacional ampliada. Aquí reside la importancia del enfoque histórico de esta problemática. Si bien la problemática estudiada aquí pertenece al área de estudio de las relaciones internacionales, “ninguna teoría de las relaciones internacionales es posible si ella no se sitúa en la perspectiva dinámica, en la del movimiento” (Duroselle, 1992:177).

 Identificar el objeto de estudio implica un recorte cuyo objetivo es, en este caso, analizar en profundidad la dinámica política del período, pero esa esfera no puede interpretarse en forma autónoma respecto del resto de las dimensiones de la realidad social. Hay una instancia propia de lo político, pero no autoreferida, o autoexplicativa. Sólo la historia permite vincular los elementos propios con los otros movimientos en la sociedad, y por lo tanto, no sólo explicar los movimientos particulares de la dinámica
3 Potica sino también su inscripción en los procesos totales, que a su vez son constitutivos, condicionantes y condicionados por la dinámica política. El objetivo de este trabajo es, en primer lugar, reconstruir los debates en torno al envío de tropas al Golfo Pérsico, y en un segundo momento, interpretar las concepciones o tendencias más profundas que reflejaron.


 2. LA RELACIÓN DE LA ARGENTINA CON LAS POTENCIAS. HACIA EL ALINEAMIENTO. La década de los noventa fue escenario de cambios profundos con respecto a la inserción internacional del país. Algunos de ellos venían abriéndose paso ya desde el “giro realista” del gobierno de Raúl Alfonsín. Otros, se constituyeron como “novedad” a partir del gobierno de Carlos Saúl Menem e implicaron un viraje fundamental. La adopción de un determinado patrón de inserción internacional se vinculó con fenómenos de transformación económica, social y política que han provocado fuertes debates y prolíficos análisis y se inscribió en el marco de la proclamación del mundo “globalizado”, caracterizado por la unificación del mercado mundial a partir de la desintegración de la Unión Soviética -incluyendo la producción, la comercialización, los mercados financieros y los de servicios- y el dominio total de las economías de mercado.

 Desde los Estados Unidos se proclamó, como decíamos, la existencia de un “Nuevo Orden Mundial”, un orden único, en el que se desdibujarían las barreras políticas, y donde se puso en cuestión la propia vigencia y relevancia del Estado-nación. En consecuencia, también desde ese país se afirmaba el sostenimiento de “valores internacionales” y una “legalidad internacional” como expresión de ese “nuevo orden”. Como contracara de este discurso, la aparición de distintos conflictos bélicos como la primera Guerra del Golfo, entre otros, demostró a comienzos de la década del 90 que la “globalización” de las relaciones económicas mundiales no había significado la formación de una “comunidad internacional” igualitaria, sino que se había acentuado la dependencia y el atraso de los países periféricos.

 La guerra del Golfo, hizo evidente el peso aún vigente de los Estados nacionales, particularmente el de las grandes potencias. La participación argentina con el envío de dos naves en la Guerra del Golfo formó parte de una serie de medidas de política exterior del primer gobierno de Carlos Saúl Menem, cuyo objetivo era principalmente demostrar el alineamiento con los Estados Unidos, en el marco de una estrategia de inserción internacional que priorizaba 4las cuestiones económicas, sustentándose en los supuestos del “realismo periférico”, a los que haremos referencia. Para situarnos en el contexto de las relaciones bilaterales entre la Argentina y la potencia del norte, durante la década de los ochenta tanto la coyuntura internacional y nacional como la tradición político-ideológica del partido radical habían permitido la existencia de una estrategia diplomática de alto perfil que mantuvo –en principio- márgenes de autonomía con respecto a los Estados Unidos, y que priorizaba la inserción multilateral. Esta estrategia se sostenía principalmente en la posibilidad de “diversificar los puntos de apoyo” con Europa occidental y con la Unión Soviética, tal como lo afirmaba el canciller de Raúl Alfonsín, Dante Caputo2.

 Sin embargo, una de las prioridades de la política económica exterior durante la década de los ochenta fue el tratamiento de la deuda externa, que presionaría fuertemente sobre la economía argentina. Cabe recordar que dicha década se caracterizó por las dificultades – al igual que en el resto de las economías latinoamericanas- que hicieron que el período se conociera como la “década perdida”, signada por el elevado endeudamiento externo, los precios decrecientes de las exportaciones de materias primas, el aumento del proteccionismo por parte de las potencias industriales y las altísimas tasas de interés internacionales. Para 1984, la estrategia multilateral de negociación de la deuda externa llevada a cabo por Argentina junto con otros países latinoamericanos había fracasado3, y a partir de allí la relación con los Estados Unidos y con Europa comenzó a modificarse. Ese cambio tanto en la política económica como en la política exterior es lo que se denominó como un “giro realista” de Alfonsín, y algunas de sus manifestaciones más notarias fueron su compromiso a pagar la deuda -a partir del cual Reagan medió entre el gobierno de Buenos Aires y la banca acreedora, aunque exhortando al cumplimiento de los ajustes requeridos por los bancos- y particularmente su segunda visita a los EE.UU, 2 El ministro de Relaciones Exteriores de Alfonsín sostuvo:

 “Al principio la concepción se basaba en la rehabilitación de la posición argentina en el plano internacional y, muy especialmente, en el marco de los países occidentales. Junto con esta idea estaba la de evitar que un país monopolizara la relación en ese ámbito, por lo cual Europa parecía como una posibilidad de diversificar los puntos de apoyo de la política exterior en Occidente”, DANTE CAPUTO,en Entrevista realizada para la Revista América Latina Internacional, vol. 6 núm. 21, julio-septiembre, Buenos Aires, Argentina, 1989, p. 266. 3 Durante los dos primeros años del gobierno radical, la diplomacia argentina intentó políticas de concertación multilateral en el escenario latinoamericano, para hallar solución al problema de la deuda externa. Los ámbitos donde se expresó esta intención fueron la Conferencia de Quito en enero de 1984, la declaración conjunta efectuada con Brasil, México y Colombia en el mes de mayo, la Reunión de Cartagena en junio, y la Segunda Reunión del Grupo de Cartagena en Mar del Plata en el mes de septiembre del mismo año. Los intentos de dar tratamiento “político” a la deuda y el de conformar un “Club de Deudores” fracasaron ante la negativa de los Estados Unidos y de las potencias europeas. 
 
5En marzo de 1985, donde se mostró más complaciente con el ambiente que predominaba en Washington anunciando la necesidad de reformar el Estado y privatizar empresas públicas. Tanto esta declaración como la intención manifestada de licitar áreas petrolíferas -Plan Houston- y la posterior puesta en marcha del Plan Austral merecieron gestos auspiciosos por parte del gobierno norteamericano y los organismos financieros internacionales. En cuanto a Europa Occidental, la acción se encaminó hacia la búsqueda de asociaciones particulares, privilegiando las inversiones en el aparato productivo argentino.

 En esta línea, se firmó el Tratado con la República Italiana para la Creación de una Relación Asociativa Particular, suscripto en Roma el 10 de diciembre de 1987 y el Acuerdo de Cooperación y Amistad con el Reino de España, firmado en Madrid el 3 de junio de 1988 y ratificado en el Congreso en 1989. El primero de ellos, se destacó por la magnitud de las inversiones comprometidas, los privilegios y garantías ofrecidos a los inversores. Esos acuerdos bilaterales constituyeron la base para la negociación de un convenio amplio de colaboración económica, cuyas tratativas se iniciarían a fines de 1989. Como decíamos, el otro actor que había permitido mantener una “relación madura” con los Estados Unidos era la Unión Soviética. Partiendo de que jamás el comercio fue tan floreciente como durante la dictadura militar argentina, las relaciones entre el gobierno de Alfonsín y la Unión Soviética continuaron en esa línea y se afianzaron hasta 1986, año en que disminuyeron abruptamente las compras por parte de ese país. Es decir que hasta la crisis soviética se asistía a un incremento de la relación bilateral, así como en el caso de otros países latinoamericanos, plasmado en acuerdos comerciales, industriales, de cooperación en el área nuclear y militar4.

 La desintegración de la URSS no era un panorama previsible, y hasta ese momento, la potencia era un actor fundamental en el escenario político y económico argentino, tenido en cuenta como tal tanto por radicales como por justicialistas, en la medida que se trataba de uno de los principales mercados compradores, con el peso que eso tiene en una economía basada en la comercialización de bienes agroexportables. Las grandes modificaciones que se produjeron con la caída del Muro de Berlín en 1989 y la posterior desintegración de la URSS sin duda repercutieron en las 4 Para ver en profundidad las relaciones bilaterales, ver ROBERTO RUSSELL (comp.), Nuevos rumbos en la relación Unión Soviética / América Latina, GEL, Buenos Aires, Argentina, 1990. 
 
6Concepciones respecto de la posición de la Argentina en el sistema internacional, y en los márgenes de maniobra de la política exterior. La percepción del cambio en el escenario internacional es una variable que puede explicar en parte los virajes y ajustes que fue realizando la política económica de Carlos Saúl Menem entre 1989 y la implementación de la convertibilidad en 1991.´

Sin embargo, aún antes de la caída del muro, durante la década de los ochenta, junto con la crítica al modelo de industria sustitutiva y a la intervención del estado en la economía, también se habían comenzado a poner en cuestión los intentos de formular una política exterior autónoma incluso dentro del partido radical. Esa crítica que sustentaba elementos propositivos que también analizaremos, provenía de las clases dominantes argentinas y comenzaba a hacer pie en dirigentes políticos radicales y justicialistas. A pesar de la construcción de una campaña basada en postulados que apelaban a la justicia social y al nacionalismo empresario, y de aglutinar un frente de apoyos alrededor de ellos, Carlos Menem llevaría a cabo, durante diez años, un programa económico neoliberal en línea con lo propuesto por el Consenso de Washington5. Junto con dicho programa se propuso una nueva orientación en política exterior, cuyo sustento ideológico venía forjándose desde la década de los ochenta.

 A diferencia de otros gobiernos anteriores, el nuevo enfoque de las relaciones internacionales priorizó los vínculos políticos con los Estados Unidos y los gestos de alineamiento, sin descuidar los importantes lazos económicos con la Europa Comunitaria6.

 5 A principios de los noventa, los organismos multilaterales de crédito (FMI y Banco Mundial), las administraciones dependientes de la Casa Blanca (el Tesoro y el Departamento de Estado de los Estados Unidos), los sectores dominantes de los países del G-7 y los directorios de los bancos acreedores, formularon una especie de consenso sobre la naturaleza de la crisis latinoamericana y sobre las reformas que debían aplicarse para “superarla”. Esa concepción fue recogida por John Williamson en un libro, compilatorio de las ponencias de un seminario internacional, titulado Latin American Adjustment, publicado en 1990.

 Este documento recoge una adecuada síntesis del pensamiento neoliberal de los noventa, bajo la expresión del Consenso de Washington. Allí se justificaba la promoción de diez medidas básicas: Disciplina fiscal, reordenamiento de las prioridades del gasto público, reforma impositiva, liberalización de las tasas de interés, una tasa de cambio competitiva, liberalización del comercio internacional, liberalización de la entrada de inversiones extranjeras directas, privatización, desregulación y derechos de propiedad. 6 Aquí se adscribe a la categorización de “alineamiento”, teniendo en cuenta que se trató de un tópico discutido en la propia coyuntura. Algunos consideraron a la política exterior de Menem como de “alineamiento automático”, partiendo de una visión crítica de los postulados del realismo periférico, y exaltando sus perjuicios respecto de las posibilidades de formular una política exterior autónoma. Entre ellos, se encuentran Mario Rapoport, José Paradiso, Alfredo Rizzo Romano. Carlos Escudé sostuvo en cambio que a partir del gobierno de Menem se terminó con una política de “desalineamiento”, es decir, con el legado cultural de "sobredosis de confrontaciones" de gobiernos anteriores, incluido el de Alfonsín. Ver CARLOS ESCUDÉ , “La historia, la cultura política, los errores y las lecciones en las relaciones argentino-norteamericanas” en FELIPE DE LA BALZE Y EDUARDO ROCA (comp.), La Argentina y Estados
7Los hitos del “alineamiento” fueron, el envío de tropas al Golfo Pérsico en septiembre de 1990, la desactivación del proyecto misilístico Condor II, la ratificación del Tratado de Tlatelolco o de No Proliferación Nuclear, la firma en forma conjunta con Brasil del Acuerdo para el Uso Exclusivamente Pacífico de la Energía Nuclear y la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (ABACC), el retiro del Movimiento de No Alineados y la modificación de los votos argentinos en la ONU pueden comprenderse en el marco de estos objetivos7.

 El gobierno de Carlos Saúl Menem fue el período donde se firmaron la mayor cantidad de convenios entre la Argentina y los Estados Unidos. Estas tácticas de política exterior no pueden comprenderse en forma separada de una política económica orientada a obtener el visto bueno del Fondo Monetario Internacional y de la banca acreedora. Recordemos que los sucesivos planes económicos desde la asunción de Menem, en especial la aplicación del ajuste con paridad fija a partir de la Ley de Convertibilidad en 1991, se orientaron a responder a los condicionamientos de dichos organismos, lo que culminó en el ingreso al Plan Brady en 1992.

 Hay que agregar aquí que la nueva vinculación con los Estados Unidos no eliminó un rasgo que constituye una tendencia de largo plazo en la historia argentina: la competencia entre intereses asociados a distintas potencias por el predominio dentro del aparato económico y estatal. El paradigma de las “relaciones carnales”8 no significó necesariamente un retroceso para los intereses económicos vinculados con la Unión Europea, como quedó demostrado en el proceso de privatización de las empresas públicas. Unidos: fundamentos de una nueva alianza, Asociación de Bancos de la República Argentina, Buenos Aires, 1997. Por otro lado, Roberto Russell consideró que no se trató de un “alineamiento automático”. Junto con Deborah Norden sostuvo que las "relaciones carnales" entre Argentina y los Estados Unidos no implicaron un "amor ciego", sino concesiones en algunas cuestiones de agenda e intentos de resistir las presiones norteamericanas respecto de otras cuestiones. 

 Ver DEBORAH LEE NORDEN Y ROBERTO RUSSELL, The United States and Argentina: changing relations in a changing world, Routledge, United States of America, 2002, p. 73.

 7 La Argentina aumentó sin duda el número de la coincidencia en sus votos con los Estados Unidos., por ejemplo, en las resoluciones respecto de la situación de los derechos humanos en Cuba, en las cuestiones referidas al desarme, la no proliferación nuclear respecto del problema del narcotráfico y las resoluciones de condena a las violaciones de derechos humanos en Irán. Para este tema ver FRANCISCO CORIGLIANO,

 “La dimensión multilateral de las relaciones entre Argentina y Estados Unidos durante de la década de 1990”: El ingreso al paradigma de “Relaciones Especiales”, en: ANDRÉS CISNEROS Y CARLOS ESCUDÉ (comp.) Historia de las Relaciones Exteriores de la República Argentina, Tomo XV Cap II, GEL, Buenos Aires, Argentina, p. 225-228 8 El concepto de “relaciones carnales” proviene de una frase pronunciada por el canciller Di Tella, que sostuvo “Nosotros queremos un amor carnal con los Estados Unidos, nos interesa porque podemos sacar un beneficio”. Diario Clarín, 9 de diciembre de 1990, p. 12. 
 
8Más que la reedición de la “relación especial” de principios de siglo con Gran Bretaña pero esta vez con los Estados Unidos, lo que quedó configurado en esa década es una nueva “relación triangular”, en todo caso reedición de la de la segunda posguerra, donde los vértices están ocupados por los Estados Unidos y por los países de la Comunidad Económica Europea9.

 3.SECUENCIA DE LOS HECHOS Y PRINCIPALES DEBATES Justamente, la Guerra del Golfo se constituyó como un episodio paradigmático de la nueva orientación en política exterior, ya que, rompiendo con la tradicional neutralidad de la Argentina ante los conflictos que no la incluían directamente, el envío de tropas fue, ante todo, un acto que demostraba el apoyo a Washington. En el plano internacional inauguró el nuevo protagonismo de las Naciones Unidas y la reivindicación de la “ley internacional” como justificación jurídica de las intervenciones. Una de las consecuencias en el escenario latinoamericano fue que en 1991, en el documento conocido como Compromiso de Santiago, se modificó el principio de no-intervención incorporando la “acción colectiva en defensa de la democracia”. Por otra parte y con respecto a la Argentina, el envío de tropas al golfo fue el inicio de una mayor participación en los operativos de paz de la ONU, modificando también la función de las Fuerzas Armadas. En cuanto a su discurso legitimador, Argentina hizo propios los motivos y argumentos de la administración norteamericana. En el mes de agosto de 1990 se abrió la discusión en los círculos cercanos al presidente acerca del envío de tropas antes de que esto fuera requerido por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, evaluando básicamente el costo que tendría tal decisión. El canciller Cavallo había afirmado el día 9 de ese mes que la Argentina enviaría tropas sólo “dentro de un plan de la ONU”10. El propio presidente, el senador Eduardo Menem y el canciller Cavallo se mostraron dubitativos al respecto mientras ya se elaboraban las posiciones más 9 Para la relación triangular entre la Argentina, Estados Unidos y la Europa Comunitaria en la segunda posguerra ver RUBEN LAUFER Y CLAUDIO SPIGUEL, “Europa occidental en las relaciones internacionales argentinas del mundo bipolar, 1970-1990”, en Ciclos en la historia, la economía y la sociedad, N° 14-15, 1er. Semestre 1998. 10 DOMINGO CAVALLO dijo: “la Argentina no enviará un contingente por voluntad propia, pero sí en el marco de las Naciones Unidas si la ONU lo decide”, ver Página/12, Buenos Aires, 9 de agosto de 1990, p. 3. 

9extremas -que se harían predominantes- donde se alegaba la necesidad del envío de tropas como “gesto” de alineamiento y acuerdo con los Estados Unidos11. Junto con esta última versión se hicieron dominantes los diagnósticos que remarcaban los supuestos “errores” de la política exterior argentina frente a este país durante la Segunda Guerra Mundial y también los supuestos “costos” que esto habría traído aparejados a diferencia de nuestro vecino Brasil12.

 La correspondencia epistolar con el presidente norteamericano, así como la entrevista de Domingo Cavallo con Hosni Mubarak, jefe de Estado de Egipto, parece haber tenido un rol importante en la adhesión a la posición norteamericana, que aún sin la aprobación de la ONU, dispondría la partida de tropas hacia la región en conflicto13.

 Luego de que el Ejecutivo diera a conocer su decisión de enviar dos buques -las naves “Spiro” y “Almirante Brown”, un destructor y una corbeta- el 17 de septiembre, rápidamente las voces opositoras provinieron tanto de la Unión Cívica Radical, como de algunos sectores del Partido Justicialista. El presidente y sus ministros justificaron la decisión de colaborar con “fuerzas de paz” apelando a la necesidad de integrarse a un nuevo panorama internacional de la posguerra fría que requería un “nuevo protagonismo” que restableciera la relación de la Argentina con los Estados Unidos, única superpotencia dominante, lo que permitiría una retribución concreta en beneficios materiales por parte de ese país. Este último supuesto fue incluso discutido por los intelectuales vinculados al oficialismo14.

 El canciller Cavallo sostuvo que: 11 Ver FRANCISCO CORIGLIANO, “La dimensión bilateral de las relaciones entre Argentina y Estados Unidos durante de la década de 1990”: El ingreso al paradigma de “Relaciones Especiales”, en: ANDRÉS CISNEROS Y CARLOS ESCUDÉ (comp.) Historia de las Relaciones Exteriores de la República Argentina,Tomo XV Cap I, Buenos Aires, GEL, 2000, p. 22. 12 La adopción de tales tesis es parte de la reflexión que se realiza en este artículo. El alineamiento se justificó en la teoría del “realismo periférico” de Carlos Escudé a la que haremos referencia más adelante.

 A su vez, ésta se basó en una interpretación de la “declinación argentina”. Los principales trabajos desde esta posición son los de Carlos Escudé, Carlos Díaz Alejandro, y entre quienes polemizaron con ella se encuentran Mario Rapoport, Amado L. Cervo, Raúl Bernal-Meza, Atilio Borón, etc. Ver estos debates también en RAÚL BERNAL-MEZA,América Latina en el mundo. El pensamiento latinoamericano y la teoría de las relaciones internacionales, Buenos Aires, Ed. Nuevo Hacer GEL, 2005, p. 323. 13 CORIGLIANO, “La dimensión bilateral...”, op. cit., p. 23. 14 No solamente la oposición insistió en que la decisión de enviar tropas no traería ningún rédito económico, sino que también Carlos Escudé, principal ideólogo de la nueva orientación de la cancillería relativizó los beneficios económicos a obtener en este caso, aunque resaltaba la importancia del envío como favor simbólico a los Estados Unidos.

 Ver CARLOS ESCUDÉ, “La crisis del Golfo y la Segunda Guerra Mundial”, La Nación, Buenos Aires, 6 de octubre de 1990, p. 7. 

10 si la Argentina quiere participar de los beneficios del proceso de gestación de un nuevo mundo de paz y progreso, debe asumir las responsabilidades. Frente a la actitud del régimen de Bagdad, la indiferencia implica atraso y aislamiento15. Al mismo tiempo, en el informe al Poder Legislativo, el canciller y el Ministro de Defensa Humberto Romero explicaron que no se requería el aval de las Cámaras “porque no se trataba de una intervención bélica sino de una acción disuasoria a través del bloqueo económico”16. En respuesta, en el Senado existieron dos proyectos de declaración, uno proveniente del bloque radical y otro del justicialista.

 El primero de ellos, presentado por el senador Solari Yrigoyen “condenaba” principalmente el envío de tropas y luego la falta de consulta al Legislativo17. El segundo, en cambio, se refería únicamente a este último aspecto, “lamentando” la adopción de la decisión sin el respaldo del Congreso de la Nación. Ambos coincidían en denunciar el accionar de Irak en la región18. Sólo cinco de los senadores justicialistas defendieron la decisión del Poder Ejecutivo19.

 El resto de ellos, mantuvo una fuerte discusión con el Ministro de Defensa, Humberto Romero y con el canciller. En la primera de las sesiones donde se intentó tratar dichos proyectos, el justicialismo estuvo ausente –lo que provoco la falta de quórum-, elemento que demostró las divergentes posiciones al interior de dicho bloque. Era difícil defender la actitud del Presidente, pero al mismo tiempo no estaban dispuestos a criticarla en público sin reunirse antes con Domingo Cavallo. Luego de la reunión con el canciller Cavallo, la mayoría de los senadores justicialistas modificaron su posición y apoyaron la decisión de enviar tropas. Para el 27 15 “Fuerzas argentinas intervendrán en el bloqueo militar contra Irak”, La Nación, Buenos Aires, 19 de septiembre de 1990, p. 1. 16 “El informe del PE a diputados y senadores”, La Nación, Buenos Aires, 19 de septiembre de 1990, p. 3. 17 El proyecto de declaración fue firmado por Hipólito Solari Yrigoyen, Luis Brasesco, Ricardo Lafferriere, Juan Trilla, Mario Losada, Adolfo Gass, Margarita Malharro de Torres, Edison Otero, Edgardo Grosso, José Genoud, Conrado Storani, Hector Velazquez, Faustino Mazzucco. Además de condenar el envío, el tercer punto proponía: “deplorar tanto el abandono de una conducta internacional históricamente asumida por nuestro país, a favor de la solución pacífica de las controversias como la subordinación del interés nacional a estrategias de alineamiento en el orden mundial, que quiebran la posición de independencia sostenida desde la recuperación de la democracia”

 Diario de Sesiones, Honorable Cámara de Senadores de la Nación, 20/21 de septiembre de 1990, p. 3749. 18 Este proyecto fue firmado por Alberto Rodríguez Saá, Carlos Snopek, Olijela del Valle Rivas, César Mac Karthy, Pedro Conchez, Rogelio Nieves, Eduardo Vaca, Leopoldo Bravo, Elías Sapag y Eduardo Posleman. Diario de Sesiones Honorable Cámara de Senadores de la Nación, 20/21 de septiembre de 1990, p. 3751. 19Diario La Nación 20 de septiembre de 1990. Los senadores que apoyaron fueron Liliana Gurdulich de Correa, Luis Rubeo, Eduardo Menem, José Figueroa y Juan Carlos Romero. 

INTOS PROYECTOS DE INSERCIÓN INTERNACIONAL?”1MARIA CECILIA MIGUEZ1.INTRODUCCIÓNA casi veinte años de la participación argentina en el conflicto bélico desatado en Kuwait en agosto de 1990, resulta válido analizar desde una perspectiva histórica más amplia los profundos debates sobre la inserción internacional que aquélla situación suscitó. Fundamentalmente porque algunas de las racionalizaciones y construcciones ideológicas allí aplicadas dieron el tono a más de diez años de política exterior y continúan siendo objeto de discusión y análisis.

 La primera Guerra del Golfo fue muy significativa a nivel mundial y también a nivel local. Respecto de la economía norteamericana representó una respuesta a la crisis económica del país y el triunfo de los sectores vinculados a la industria de armamentos y manufactureros de punta que buscaban reestablecer el su predominio en el mundo a través de una política internacional agresiva, que creara las condiciones para la profundización de su hegemonía en el Tercer Mundo (avanzando por ejemplo en la subordinación de América Latina a los Estados Unidos) y montándose sobre la debilidad militar de Europa y Japón y en el repliegue soviético, desplazando así a otros ligados al mercado interno y a las viejas manufacturas fordistas, defensores del proteccionismo y de la reindustrialización. Asimismo, el conflicto demostró que la clase dirigente norteamericana había superado el síndrome de Vietnam y que los Estados Unidos estaban dispuestos a intervenir militarmente en todas partes del mundo. Así, una guerra de intervención en un país del Tercer Mundo reordenaba las relaciones de fuerza en la economía internacional. Lejos ya de los primeros planes de la presidencia de Reagan, el objetivo central de la guerra en el contexto de la crisis económica norteamericana era el de controlar recursos y negarles mercados a los demás, ganando tiempo para la recomposición de la economía interna, representando un cambio de estrategia global para lidiar con la crisis 1 Publicado originalmente en Revista Temas de historia argentina y americana, UCA, Número17, 2011, pp. 123-158. Link

2del capitalismo norteamericano. Fue justamente luego de que estallara esa guerra, que el presidente George H. W. Bush invocó la existencia del “Nuevo Orden Mundial”. Lo hizo pocos días después de la invasión, el 11 de septiembre de 1990, en un discurso pronunciado ante las dos cámaras del Congreso. Respecto de las transformaciones del sistema internacional, la guerra hacía visible esa racionalización posterior. Era la primera vez que los Estados Unidos, junto con las potencias occidentales actuaban sin la oposición del bloque de países soviéticos. La potencia del norte obtuvo el apoyo de treinta y dos países.En cuanto a la coyuntura local argentina, el conflicto en Kuwait provocó una serie de intensasdiscusiones al interior y entre el Partido Justicialista (oficialismo) y la Unión Cívica Radical (oposición) referidos a distintas posiciones sobre la política exterior y el rol de la Argentina en el escenario mundial. Aquí se abordarán esas discusiones, porque su implicancia trascendió el conflicto puntual y constituyó un hito histórico, no sólo por la ruptura de una tradición neutralista sino porque la construcción discursiva que legitimó el envío de tropas traducía una nueva concepción respecto de la inserción internacional del país. Este artículo constituye una aproximación al análisis de las posiciones políticas de los partidos con mayor representación parlamentaria en el país (UCR y PJ), a través del estudio de caso de la Guerra del Golfo Pérsico desatada en 1990.

 La pregunta central es en qué medida los debates parlamentarios fueron reflejo de dos modelos de inserción internacional diferentes y contrapuestos. Para ello deben inscribirse en la coyuntura política y económica nacional ampliada. Aquí reside la importancia del enfoque histórico de esta problemática. Si bien la problemática estudiada aquí pertenece al área de estudio de las relaciones internacionales, “ninguna teoría de las relaciones internacionales es posible si ella no se sitúa en la perspectiva dinámica, en la del movimiento” (Duroselle, 1992:177). Identificar el objeto de estudio implica un recorte cuyo objetivo es, en este caso, analizar en profundidad la dinámica política del período, pero esa esfera no puede interpretarse en forma autónoma respecto del resto de las dimensiones de la realidad social. Hay una instancia propia de lo político, pero no autoreferida, o autoexplicativa. Sólo la historia permite vincular los elementos propios con los otros movimientos en la sociedad, y por lo tanto, no sólo explicar los movimientos particulares de la dinámica


3política sino también su inscripción en los procesos totales, que a su vez son constitutivos, condicionantes y condicionados por la dinámica política. El objetivo de este trabajo es, en primer lugar, reconstruir los debates en torno al envío de tropas al Golfo Pérsico, y en un segundo momento, interpretar las concepciones o tendencias más profundas que reflejaron.

 2. LA RELACIÓN DE LA ARGENTINA CON LAS POTENCIAS. HACIA EL ALINEAMIENTO.


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 La década de los noventa fue escenario de cambios profundos con respecto a la inserción internacional del país. Algunos de ellos venían abriéndose paso ya desde el “giro realista” del gobierno de Raúl Alfonsín. Otros, se constituyeron como “novedad” a partir del gobierno de Carlos Saúl Menem e implicaron un viraje fundamental. La adopción de un determinado patrón de inserción internacional se vinculó con fenómenos de transformación económica, social y política que han provocado fuertes debates y prolíficos análisis y se inscribió en el marco de la proclamación del mundo “globalizado”, caracterizado por la unificación del mercado mundial a partir de la desintegración de la Unión Soviética -incluyendo la producción, la comercialización, los mercados financieros y los de servicios- y el dominio total de las economías de mercado. Desde los Estados Unidos se proclamó, como decíamos, la existencia de un “Nuevo Orden Mundial”, un orden único, en el que se desdibujarían las barreras políticas, y donde se puso en cuestión la propia vigencia y relevancia del Estado-nación. En consecuencia, también desde ese país se afirmaba el sostenimiento de “valores internacionales” y una “legalidad internacional” como expresión de ese “nuevo orden”. Como contracara de este discurso, la aparición de distintos conflictos bélicos como la primera Guerra del Golfo, entre otros, demostró a comienzos de la década del 90 que la “globalización” de las relaciones económicas mundiales no había significado la formación de una “comunidad internacional” igualitaria, sino que se había acentuado la dependencia y el atraso de los países periféricos. La guerra del Golfo, hizo evidente el peso aún vigente de los Estados nacionales, particularmente el de las grandes potencias. La participación argentina con el envío de dos naves en la Guerra del Golfo formó parte de una serie de medidas de política exterior del primer gobierno de Carlos Saúl Menem, cuyo objetivo era principalmente demostrar el alineamiento con los Estados Unidos, en el marco de una estrategia de inserción internacional que priorizaba


4las cuestiones económicas, sustentándose en los supuestos del “realismo periférico”, a los que haremos referencia. Para situarnos en el contexto de las relaciones bilaterales entre la Argentina y la potencia del norte, durante la década de los ochenta tanto la coyuntura internacional y nacional como la tradición político-ideológica del partido radical habían permitido la existencia de una estrategia diplomática de alto perfil que mantuvo –en principio- márgenes de autonomía con respecto a los Estados Unidos, y que priorizaba la inserción multilateral. Esta estrategia se sostenía principalmente en la posibilidad de “diversificar los puntos de apoyo” con Europa occidental y con la Unión Soviética, tal como lo afirmaba el canciller de Raúl Alfonsín, Dante Caputo2.

 Sin embargo, una de las prioridades de la política económica exterior durante la década de los ochenta fue el tratamiento de la deuda externa, que presionaría fuertemente sobre la economía argentina. Cabe recordar que dicha década se caracterizó por las dificultades – al igual que en el resto de las economías latinoamericanas- que hicieron que el período se conociera como la “década perdida”, signada por el elevado endeudamiento externo, los precios decrecientes de las exportaciones de materias primas, el aumento del proteccionismo por parte de las potencias industriales y las altísimas tasas de interés internacionales.

 Para 1984, la estrategia multilateral de negociación de la deuda externa llevada a cabo por Argentina junto con otros países latinoamericanos había fracasado3, y a partir de allí la relación con los Estados Unidos y con Europa comenzó a modificarse. Ese cambio tanto en la política económica como en la política exterior es lo que se denominó como un “giro realista” de Alfonsín, y algunas de sus manifestaciones más notarias fueron su compromiso a pagar la deuda -a partir del cual Reagan medió entre el gobierno de Buenos Aires y la banca acreedora, aunque exhortando al cumplimiento de los ajustes requeridos por los bancos- y particularmente su segunda visita a los EE.UU, 2 El ministro de Relaciones Exteriores de Alfonsín sostuvo: “Al principio la concepción se basaba en la rehabilitación de la posición argentina en el plano internacional y, muy especialmente, en el marco de los países occidentales. Junto con esta idea estaba la de evitar que un país monopolizara la relación en ese ámbito, por lo cual Europa parecía como una posibilidad de diversificar los puntos de apoyo de la política exterior en Occidente”, DANTE CAPUTO,en Entrevista realizada para la Revista América Latina Internacional, vol. 6 núm. 21, julio-septiembre, Buenos Aires, Argentina, 1989, p. 266. 3 Durante los dos primeros años del gobierno radical, la diplomacia argentina intentó políticas de concertación multilateral en el escenario latinoamericano, para hallar solución al problema de la deuda externa. Los ámbitos donde se expresó esta intención fueron la Conferencia de Quito en enero de 1984, la declaración conjunta efectuada con Brasil, México y Colombia en el mes de mayo, la Reunión de Cartagena en junio, y la Segunda Reunión del Grupo de Cartagena en Mar del Plata en el mes de septiembre del mismo año. Los intentos de dar tratamiento “político” a la deuda y el de conformar un “Club de Deudores” fracasaron ante la negativa de los Estados Unidos y de las potencias europeas.


5en marzo de 1985, donde se mostró más complaciente con el ambiente que predominaba en Washington anunciando la necesidad de reformar el Estado y privatizar empresas públicas. Tanto esta declaración como la intención manifestada de licitar áreas petrolíferas -Plan Houston- y la posterior puesta en marcha del Plan Austral merecieron gestos auspiciosos por parte del gobierno norteamericano y los organismos financieros internacionales. En cuanto a Europa Occidental, la acción se encaminó hacia la búsqueda de asociaciones particulares, privilegiando las inversiones en el aparato productivo argentino. En esta línea, se firmó el Tratado con la República Italiana para la Creación de una Relación Asociativa Particular, suscripto en Roma el 10 de diciembre de 1987 y el Acuerdo de Cooperación y Amistad con el Reino de España, firmado en Madrid el 3 de junio de 1988 y ratificado en el Congreso en 1989. El primero de ellos, se destacó por la magnitud de las inversiones comprometidas, los privilegios y garantías ofrecidos a los inversores. Esos acuerdos bilaterales constituyeron la base para la negociación de un convenio amplio de colaboración económica, cuyas tratativas se iniciarían a fines de 1989.

 Como decíamos, el otro actor que había permitido mantener una “relación madura” con los Estados Unidos era la Unión Soviética. Partiendo de que jamás el comercio fue tan floreciente como durante la dictadura militar argentina, las relaciones entre el gobierno de Alfonsín y la Unión Soviética continuaron en esa línea y se afianzaron hasta 1986, año en que disminuyeron abruptamente las compras por parte de ese país. Es decir que hasta la crisis soviética se asistía a un incremento de la relación bilateral, así como en el caso de otros países latinoamericanos, plasmado en acuerdos comerciales, industriales, de cooperación en el área nuclear y militar4. La desintegración de la URSS no era un panorama previsible, y hasta ese momento, la potencia era un actor fundamental en el escenario político y económico argentino, tenido en cuenta como tal tanto por radicales como por justicialistas, en la medida que se trataba de uno de los principales mercados compradores, con el peso que eso tiene en una economía basada en la comercialización de bienes agroexportables. Las grandes modificaciones que se produjeron con la caída del Muro de Berlín en 1989 y la posterior desintegración de la URSS sin duda repercutieron en las 4 Para ver en profundidad las relaciones bilaterales, ver ROBERTO RUSSELL (comp.), Nuevos rumbos en la relación Unión Soviética / América Latina, GEL, Buenos Aires, Argentina, 1990. 

Historia Oral de la Política Exterior Argentina (1966-2016)


6concepciones respecto de la posición de la Argentina en el sistema internacional, y en los márgenes de maniobra de la política exterior. La percepción del cambio en el escenario internacional es una variable que puede explicar en parte los virajes y ajustes que fue realizando la política económica de Carlos Saúl Menem entre 1989 y la implementación de la convertibilidad en 1991. Sin embargo, aún antes de la caída del muro, durante la década de los ochenta, junto con la crítica al modelo de industria sustitutiva y a la intervención del estado en la economía, también se habían comenzado a poner en cuestión los intentos de formular una política exterior autónoma incluso dentro del partido radical. Esa crítica que sustentaba elementos propositivos que también analizaremos, provenía de las clases dominantes argentinas y comenzaba a hacer pie en dirigentes políticos radicales y justicialistas.

 A pesar de la construcción de una campaña basada en postulados que apelaban a la justicia social y al nacionalismo empresario, y de aglutinar un frente de apoyos alrededor de ellos, Carlos Menem llevaría a cabo, durante diez años, un programa económico neoliberal en línea con lo propuesto por el Consenso de Washington5. Junto con dicho programa se propuso una nueva orientación en política exterior, cuyo sustento ideológico venía forjándose desde la década de los ochenta. A diferencia de otros gobiernos anteriores, el nuevo enfoque de las relaciones internacionales priorizó los vínculos políticos con los Estados Unidos y los gestos de alineamiento, sin descuidar los importantes lazos económicos con la Europa Comunitaria6. 5

 A principios de los noventa, los organismos multilaterales de crédito (FMI y Banco Mundial), las administraciones dependientes de la Casa Blanca (el Tesoro y el Departamento de Estado de los Estados Unidos), los sectores dominantes de los países del G-7 y los directorios de los bancos acreedores, formularon una especie de consenso sobre la naturaleza de la crisis latinoamericana y sobre las reformas que debían aplicarse para “superarla”. Esa concepción fue recogida por John Williamson en un libro, compilatorio de las ponencias de un seminario internacional, titulado Latin American Adjustment, publicado en 1990.

 Este documento recoge una adecuada síntesis del pensamiento neoliberal de los noventa, bajo la expresión del Consenso de Washington. Allí se justificaba la promoción de diez medidas básicas: Disciplina fiscal, reordenamiento de las prioridades del gasto público, reforma impositiva, liberalización de las tasas de interés, una tasa de cambio competitiva, liberalización del comercio internacional, liberalización de la entrada de inversiones extranjeras directas, privatización, desregulación y derechos de propiedad. 6 Aquí se adscribe a la categorización de “alineamiento”, teniendo en cuenta que se trató de un tópico discutido en la propia coyuntura. Algunos consideraron a la política exterior de Menem como de “alineamiento automático”, partiendo de una visión crítica de los postulados del realismo periférico, y exaltando sus perjuicios respecto de las posibilidades de formular una política exterior autónoma. Entre ellos, se encuentran Mario Rapoport, José Paradiso, Alfredo Rizzo Romano. Carlos Escudé sostuvo en cambio que a partir del gobierno de Menem se terminó con una política de “desalineamiento”, es decir, con el legado cultural de "sobredosis de confrontaciones" de gobiernos anteriores, incluido el de Alfonsín. Ver CARLOS ESCUDÉ , “La historia, la cultura política, los errores y las lecciones en las relaciones argentino-norteamericanas” en FELIPE DE LA BALZE Y EDUARDO ROCA (comp.), La Argentina y Estados


7Los hitos del “alineamiento” fueron, el envío de tropas al Golfo Pérsico en septiembre de 1990, la desactivación del proyecto misilístico Condor II, la ratificación del Tratado de Tlatelolco o de No Proliferación Nuclear, la firma en forma conjunta con Brasil del Acuerdo para el Uso Exclusivamente Pacífico de la Energía Nuclear y la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (ABACC), el retiro del Movimiento de No Alineados y la modificación de los votos argentinos en la ONU pueden comprenderse en el marco de estos objetivos7.

 El gobierno de Carlos Saúl Menem fue el período donde se firmaron la mayor cantidad de convenios entre la Argentina y los Estados Unidos. Estas tácticas de política exterior no pueden comprenderse en forma separada de una política económica orientada a obtener el visto bueno del Fondo Monetario Internacional y de la banca acreedora. Recordemos que los sucesivos planes económicos desde la asunción de Menem, en especial la aplicación del ajuste con paridad fija a partir de la Ley de Convertibilidad en 1991, se orientaron a responder a los condicionamientos de dichos organismos, lo que culminó en el ingreso al Plan Brady en 1992. Hay que agregar aquí que la nueva vinculación con los Estados Unidos no eliminó un rasgo que constituye una tendencia de largo plazo en la historia argentina: la competencia entre intereses asociados a distintas potencias por el predominio dentro del aparato económico y estatal.

Relaciones Peligrosas. Argentina y Estados Unidos

 El paradigma de las “relaciones carnales”8 no significó necesariamente un retroceso para los intereses económicos vinculados con la Unión Europea, como quedó demostrado en el proceso de privatización de las empresas públicas. Unidos: fundamentos de una nueva alianza, Asociación de Bancos de la República Argentina, Buenos Aires, 1997. Por otro lado, Roberto Russell consideró que no se trató de un “alineamiento automático”. Junto con Deborah Norden sostuvo que las "relaciones carnales" entre Argentina y los Estados Unidos no implicaron un "amor ciego", sino concesiones en algunas cuestiones de agenda e intentos de resistir las presiones norteamericanas respecto de otras cuestiones. Ver DEBORAH LEE NORDEN Y ROBERTO RUSSELL, The United States and Argentina: changing relations in a changing world, Routledge, United States of America, 2002, p. 73. 7 La Argentina aumentó sin duda el número de la coincidencia en sus votos con los Estados Unidos., por ejemplo, en las resoluciones respecto de la situación de los derechos humanos en Cuba, en las cuestiones referidas al desarme, la no proliferación nuclear respecto del problema del narcotráfico y las resoluciones de condena a las violaciones de derechos humanos en Irán. Para este tema ver FRANCISCO CORIGLIANO, “La dimensión multilateral de las relaciones entre Argentina y Estados Unidos durante de la década de 1990”: El ingreso al paradigma de “Relaciones Especiales”, en: ANDRÉS CISNEROS Y CARLOS ESCUDÉ (comp.) Historia de las Relaciones Exteriores de la República Argentina, Tomo XV Cap II, GEL, Buenos Aires, Argentina, p. 225-228 8 El concepto de “relaciones carnales” proviene de una frase pronunciada por el canciller Di Tella, que sostuvo “Nosotros queremos un amor carnal con los Estados Unidos, nos interesa porque podemos sacar un beneficio”. Diario Clarín, 9 de diciembre de 1990, p. 12.


8Más que la reedición de la “relación especial” de principios de siglo con Gran Bretaña pero esta vez con los Estados Unidos, lo que quedó configurado en esa década es una nueva “relación triangular”, en todo caso reedición de la de la segunda posguerra, donde los vértices están ocupados por los Estados Unidos y por los países de la Comunidad Económica Europea9.

 3.SECUENCIA DE LOS HECHOS Y PRINCIPALES DEBATES Justamente, la Guerra del Golfo se constituyó como un episodio paradigmático de la nueva orientación en política exterior, ya que, rompiendo con la tradicional neutralidad de la Argentina ante los conflictos que no la incluían directamente, el envío de tropas fue, ante todo, un acto que demostraba el apoyo a Washington. En el plano internacional inauguró el nuevo protagonismo de las Naciones Unidas y la reivindicación de la “ley internacional” como justificación jurídica de las intervenciones. Una de las consecuencias en el escenario latinoamericano fue que en 1991, en el documento conocido como Compromiso de Santiago, se modificó el principio de no-intervención incorporando la “acción colectiva en defensa de la democracia”. Por otra parte y con respecto a la Argentina, el envío de tropas al golfo fue el inicio de una mayor participación en los operativos de paz de la ONU, modificando también la función de las Fuerzas Armadas. En cuanto a su discurso legitimador, Argentina hizo propios los motivos y argumentos de la administración norteamericana. En el mes de agosto de 1990 se abrió la discusión en los círculos cercanos al presidente acerca del envío de tropas antes de que esto fuera requerido por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, evaluando básicamente el costo que tendría tal decisión. El canciller Cavallo había afirmado el día 9 de ese mes que la Argentina enviaría tropas sólo “dentro de un plan de la ONU”10. El propio presidente, el senador Eduardo Menem y el canciller Cavallo se mostraron dubitativos al respecto mientras ya se elaboraban las posiciones más 9 Para la relación triangular entre la Argentina, Estados Unidos y la Europa Comunitaria en la segunda posguerra ver RUBEN LAUFER Y CLAUDIO SPIGUEL, “Europa occidental en las relaciones internacionales argentinas del mundo bipolar, 1970-1990”, en Ciclos en la historia, la economía y la sociedad, N° 14-15, 1er. Semestre 1998. 10 DOMINGO CAVALLO dijo: “la Argentina no enviará un contingente por voluntad propia, pero sí en el marco de las Naciones Unidas si la ONU lo decide”, ver Página/12, Buenos Aires, 9 de agosto de 1990, p. 3.


9extremas -que se harían predominantes- donde se alegaba la necesidad del envío de tropas como “gesto” de alineamiento y acuerdo con los Estados Unidos11. Junto con esta última versión se hicieron dominantes los diagnósticos que remarcaban los supuestos “errores” de la política exterior argentina frente a este país durante la Segunda Guerra Mundial y también los supuestos “costos” que esto habría traído aparejados a diferencia de nuestro vecino Brasil12. La correspondencia epistolar con el presidente norteamericano, así como la entrevista de Domingo Cavallo con Hosni Mubarak, jefe de Estado de Egipto, parece haber tenido un rol importante en la adhesión a la posición norteamericana, que aún sin la aprobación de la ONU, dispondría la partida de tropas hacia la región en conflicto13. Luego de que el Ejecutivo diera a conocer su decisión de enviar dos buques -las naves “Spiro” y “Almirante Brown”, un destructor y una corbeta- el 17 de septiembre, rápidamente las voces opositoras provinieron tanto de la Unión Cívica Radical, como de algunos sectores del Partido Justicialista. El presidente y sus ministros justificaron la decisión de colaborar con “fuerzas de paz” apelando a la necesidad de integrarse a un nuevo panorama internacional de la posguerra fría que requería un “nuevo protagonismo” que restableciera la relación de la Argentina con los Estados Unidos, única superpotencia dominante, lo que permitiría una retribución concreta en beneficios materiales por parte de ese país. Este último supuesto fue incluso discutido por los intelectuales vinculados al oficialismo14. El canciller Cavallo sostuvo que: 11 Ver FRANCISCO CORIGLIANO, “La dimensión bilateral de las relaciones entre Argentina y Estados Unidos durante de la década de 1990”: El ingreso al paradigma de “Relaciones Especiales”, en: ANDRÉS CISNEROS Y CARLOS ESCUDÉ (comp.) Historia de las Relaciones Exteriores de la República Argentina,Tomo XV Cap I, Buenos Aires, GEL, 2000, p. 22. 12 La adopción de tales tesis es parte de la reflexión que se realiza en este artículo. El alineamiento se justificó en la teoría del “realismo periférico” de Carlos Escudé a la que haremos referencia más adelante. A su vez, ésta se basó en una interpretación de la “declinación argentina”. Los principales trabajos desde esta posición son los de Carlos Escudé, Carlos Díaz Alejandro, y entre quienes polemizaron con ella se encuentran Mario Rapoport, Amado L. Cervo, Raúl Bernal-Meza, Atilio Borón, etc. Ver estos debates también en RAÚL BERNAL-MEZA,América Latina en el mundo. El pensamiento latinoamericano y la teoría de las relaciones internacionales, Buenos Aires, Ed. Nuevo Hacer GEL, 2005, p. 323. 13 CORIGLIANO, “La dimensión bilateral...”, op. cit., p. 23. 14 No solamente la oposición insistió en que la decisión de enviar tropas no traería ningún rédito económico, sino que también Carlos Escudé, principal ideólogo de la nueva orientación de la cancillería relativizó los beneficios económicos a obtener en este caso, aunque resaltaba la importancia del envío como favor simbólico a los Estados Unidos. Ver CARLOS ESCUDÉ, “La crisis del Golfo y la Segunda Guerra Mundial”, La Nación, Buenos Aires, 6 de octubre de 1990, p. 7.


10 si la Argentina quiere participar de los beneficios del proceso de gestación de un nuevo mundo de paz y progreso, debe asumir las responsabilidades. Frente a la actitud del régimen de Bagdad, la indiferencia implica atraso y aislamiento15. Al mismo tiempo, en el informe al Poder Legislativo, el canciller y el Ministro de Defensa Humberto Romero explicaron que no se requería el aval de las Cámaras “porque no se trataba de una intervención bélica sino de una acción disuasoria a través del bloqueo económico”16. En respuesta, en el Senado existieron dos proyectos de declaración, uno proveniente del bloque radical y otro del justicialista. El primero de ellos, presentado por el senador Solari Yrigoyen “condenaba” principalmente el envío de tropas y luego la falta de consulta al Legislativo17. El segundo, en cambio, se refería únicamente a este último aspecto, “lamentando” la adopción de la decisión sin el respaldo del Congreso de la Nación. Ambos coincidían en denunciar el accionar de Irak en la región18. Sólo cinco de los senadores justicialistas defendieron la decisión del Poder Ejecutivo19.

 El resto de ellos, mantuvo una fuerte discusión con el Ministro de Defensa, Humberto Romero y con el canciller. En la primera de las sesiones donde se intentó tratar dichos proyectos, el justicialismo estuvo ausente –lo que provoco la falta de quórum-, elemento que demostró las divergentes posiciones al interior de dicho bloque. Era difícil defender la actitud del Presidente, pero al mismo tiempo no estaban dispuestos a criticarla en público sin reunirse antes con Domingo Cavallo. Luego de la reunión con el canciller Cavallo, la mayoría de los senadores justicialistas modificaron su posición y apoyaron la decisión de enviar tropas. Para el 27 15 “Fuerzas argentinas intervendrán en el bloqueo militar contra Irak”, La Nación, Buenos Aires, 19 de septiembre de 1990, p. 1. 16 “El informe del PE a diputados y senadores”, La Nación, Buenos Aires, 19 de septiembre de 1990, p. 3. 17 El proyecto de declaración fue firmado por Hipólito Solari Yrigoyen, Luis Brasesco, Ricardo Lafferriere, Juan Trilla, Mario Losada, Adolfo Gass, Margarita Malharro de Torres, Edison Otero, Edgardo Grosso, José Genoud, Conrado Storani, Hector Velazquez, Faustino Mazzucco. Además de condenar el envío, el tercer punto proponía: “deplorar tanto el abandono de una conducta internacional históricamente asumida por nuestro país, a favor de la solución pacífica de las controversias como la subordinación del interés nacional a estrategias de alineamiento en el orden mundial, que quiebran la posición de independencia sostenida desde la recuperación de la democracia” Diario de Sesiones, Honorable Cámara de Senadores de la Nación, 20/21 de septiembre de 1990, p. 3749. 18 Este proyecto fue firmado por Alberto Rodríguez Saá, Carlos Snopek, Olijela del Valle Rivas, César Mac Karthy, Pedro Conchez, Rogelio Nieves, Eduardo Vaca, Leopoldo Bravo, Elías Sapag y Eduardo Posleman. Diario de Sesiones Honorable Cámara de Senadores de la Nación, 20/21 de septiembre de 1990, p. 3751. 19Diario La Nación 20 de septiembre de 1990. Los senadores que apoyaron fueron Liliana Gurdulich de Correa, Luis Rubeo, Eduardo Menem, José Figueroa y Juan Carlos Romero. 

Cuando llegara la justicia por esta desmesurada participación en este conflicto que al día de hoy 29 años que nadie pone la cara para dar una repuesta. Cansado de pedir a todo Diputado o Senador que saquen la cara y por lo menos contesten por si o por no,,,, por que saben que esta todo escrito y es critico en este momento de incertidumbre hacer una ley .




4/9/19

A 21 AÑOS CUANTOS RECUERDO EN LA GUERRA DEL GOLFO PERSICO 1990/1991/ - 2019


VETERANOS DE AYER, DE HOY Y DE SIEMPRE

A TAN SOLO 21 DÍAS, SE VA A CUMPLIR 29 AÑOS QUE ZARPÁBAMOS A LA GUERRA DEL GOLFO PERSICO. CUANTOS RECUERDO DE LA CORBETA "ARA SPIRO Y ARA BROWN" Y ANÉCDOTAS QUE HOY DAN VUELTA EN LA CABEZA DE TODA ESTA MUCHACHADA CON RUMBO A OTRO MUNDO.
PERO FÍJATE COMO QUEDO EN LA RETINA DE ESTE FOTÓGRAFO LA IMAGEN DEL CABO SEGUNDO EN LA DESPEDIDA Y MAS ALLÁ DE ESO LAS COSAS QUE PASABAN EN EL PAÍS...TE DEJO QUE MIRES ESTE VÍDEO INOLVIDABLE....LA LUCHA CONTINUA HASTA AGOTAR TODOS LOS MEDIOS POR LA VÍA DIPUTADOS Y SENADORES DE LA NACIÓN. Y ESTO PASO DESPERDICIADO POR TODOS LOS POLÍTICOS DESDE ESA FECHA A HOY.

ES MAS ESE DÍA ES EFEMÉRIDES NAVALES EN TODO LA ARMADA ARGENTINA





FUIMOS A UNA GUERRA LLAMADA "TORMENTA DEL DESIERTO"




DENTRO DEL GOLFO PERSICO


FORMACIÓN DEL ATAQUE EN EL GOLFO PERSICO HACIA IRK

3/9/19

ARGENTINA Y SUS OPERACIONES DE PAZ, QUE TERMINO EN UNA GUERRA


VETERANOS DE AYER, DE HOY Y DE SIEMPRE

Por el contrario, la Ley 24.948, cuyo título oficial es el de “Bases Publicas Orgánicas y Funcionales para la Reestructuración de las Fuerzas Armadas”, aprobada en marzo de 1998, responde a criterios políticos y estratégicos vigentes en ese momento e incluye previsiones respecto a la participación argentina en operaciones de paz. 


Así, el artículo 2º. de ese texto legal reza como sigue: - La política de defensa implica la protección de los intereses vitales de la Nación Argentina, de acuerdo a lo determinado en el artículo 2º. de la ley 23.554. Se sustenta en lograr consolidar e incrementar las capacidades espirituales y materiales que tornen eficaz una estrategia disuasiva, coadyuvando, además, al mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, en particular, las de nuestro continente. Al mismo tiempo, el artículo 5º. reza como sigue: - 

Tanto en las previsiones estratégicas como en la organización, el equipamiento, la doctrina y el adiestramiento, se dará prioridad al accionar conjunto y a la integración operativa de las fuerzas, así como con las fuerzas de seguridad en sus funciones de apoyo y con fuerzas del ámbito regional y las de los países que integren contingentes de paz por mandato de las Naciones Unidas. 

También en el Titulo II de esa Ley, “Disposiciones generales para la reestructuración”, se hacen previsiones para la participación de las fuerzas nacionales en operaciones de paz.   Así, en el artículo 6º., se expresa:  - La reestructuración considerará el empleo del instrumento militar propio en las siguientes modalidades: Operaciones convencionales en defensa de los intereses vitales de la Nación. Operaciones en el marco de las Naciones Unidas. Operaciones en apoyo de la seguridad, encuadradas en la ley 24.059. Operaciones en apoyo a la comunidad nacional o de países amigos. 

Resulta evidente en esta Ley, aprobada diez años después que la de Defensa Nacional, la relevancia que adquieren las operaciones de paz para el Sistema Nacional de Defensa.   Esta es, sin duda, una ley “moderna”, que carga consigo las enseñanzas derivadas de un escenario estratégico internacional caracterizado por el fin de la Guerra Fría, la intervención militar multinacional en Kuwait e Iraq en 1991, y las consecuencias de la guerra civil que culminó con el desmembramiento de la antigua Yugoslavia.  

Con todo, tampoco en este texto legal se formula directiva alguna que pudiera marcar una línea de pensamiento orientativa para las decisiones del Poder Ejecutivo y el Congreso Nacional respecto a las condiciones que deberían reunirse para acceder al compromiso de fuerzas nacionales en el exterior, en el marco de las operaciones de paz. 

En 1999 se alcanza un hito con pocos precedentes en la historia moderna de la Argentina.   Se elabora y edita el Libro Blanco de la Defensa Nacional. 

En él, a partir del mensaje del Presidente de la Nación que encabeza el texto, se suceden constantes referencias a la participación argentina en operaciones auspiciadas por la Naciones Unidas.  

El documento avanza también en otras cuestiones, algunas de ellas muy fatigadas por la opinión nacional, pero escasamente profundizadas en general, como es la de los intereses nacionales. 



El Libro Blanco dedica todo el Capítulo V a la consideración de los intereses nacionales.   Luego de una evaluación escueta pero correcta de los intereses vitales argentinos, hace una referencia concreta a lo que se ha denominado “intereses estratégicos”, a los que define.   El texto, incluido en el punto 3 de ese Capítulo, expresa que “Esta clase de intereses son los que de una manera u otra inciden en el logro de los intereses nacionales”.   Agrega que si bien éstos tienen también carácter de fines, su menor prelación respecto a los intereses vitales –a los que contribuyen- los hace menos permanentes que aquellos, al tener mayor asociación con las características variables que presente el escenario estratégico y el desarrollo de las relaciones internacionales del país. 

Aunque se explicita que la contemplación de los intereses estratégicos en este capítulo (Capítulo V del Libro Blanco) no debe ser considerada como de automática incidencia directa sobre los objetivos básicos de la Defensa, ni mucho menos sobre el desarrollo y empleo primario del Instrumento Militar, se afirma que constituyen, sin embargo, cuestiones de elevada importancia nacional, respecto de los cuales el Sistema de Defensa no debe ser absolutamente indiferente, debiendo encontrarse en capacidad potencial de contribuir de diversos modos a su mejor logro dentro del marco legal vigente y según lo requieran las autoridades constituidas, en función de la evolución de la situación estratégica.  

Advirtiendo que no se implica una priorización, el listado de intereses estratégicos comienza con “La paz y seguridad internacionales”. 



En la Parte III, Las Políticas de Defensa, Capítulo 6, Bases de la Política de Defensa, Punto 4, Política de Defensa y Política Exterior, se afirma que “la política de defensa, en su más alto grado de abstracción, se encuentra a su vez estrechamente imbricada en muchas cuestiones con la política exterior del país, a la cual contribuye permanentemente y en muchos casos materializa”.   Pone como ejemplos de lo anterior la participación de las fuerzas argentinas en la coalición internacional de la Guerra del Golfo en 1991, bajo mandato de la ONU, como también la reinstalación de la democracia en Haití. 

Se afirma también que “otra muestra la brinda la amplia participación de tropas y unidades argentinas en las operaciones de paz bajo auspicio internacional, actividades que representan, en la práctica, el compromiso de la política exterior argentina con los esfuerzos internacionales por la paz y la estabilidad”.  

En el Capítulo VII, Los principales campos de acción, Punto 4,   En el plano internacional general, se expresa que la Argentina ha desarrollado, particularmente en los últimos años, una política de intenso involucramiento en el proceso de rediseño del contexto estratégico de seguridad internacional, mediante la participación de sus Fuerzas Armadas en operaciones de paz de diversa índole. 





24/8/19

SOLUCIÓN PACIFICA DE LAS CONTROVERSIAS, COMO LA SUBORDINACIÓN DEL INTERÉS NACIONAL A ESTRATEGIAS DE ALINEAMIENTO EN EL ORDEN MUNDIAL EXTRA-OTAN


VETERANOS DE AYER, DE HOY Y DE SIEMPRE

Cuando efectivamente se trataron los proyectos de declaración en la sesión del 26 y 27 de septiembre se argumentó a favor y en contra del envío, no sólo remitiéndose a los aspectos procedimentales sino incluyendo formulaciones y diagnósticos con respecto a la cambiante realidad internacional. 

En cuanto a los senadores radicales, fueron significativas las intervenciones del Senador por Buenos Aires, Adolfo Gass y el Senador por Chubut, Hipólito Solari Yrigoyen. 

El primero de ellos cuestionó la falta de consulta en el marco de lo que consideró una tendencia del Poder Ejecutivo a prescindir del Congreso de la Nación en decisiones fundamentales. Cuando el ex-Presidente Menem ordeno sin consulta al Congreso.

Además recordó la responsabilidad de las dos superpotencias de la guerra fría en el poderío bélico iraquí y su falta de reacción en oportunidad del “genocidio contra el pueblo kurdo”, destacando a su vez los intereses materiales – especialmente el petróleo- involucrados en la guerra. 

También comentó a la prensa que esta decisión implicaba ayudar a los poderosos contra el Tercer Mundo. 

En cuanto a los elementos jurídicos, en la misma sesión, sostuvo que no se trataba de una “misión de paz”, sino que el bloqueo formaba parte de un acto de beligerancia y que el Consejo de Seguridad sólo había solicitado el embargo, con el que se estaba cumpliendo. 

Entonces desde que asumió la Sra. Garre nunca nos dio pie para un pedido formal, agarrándose de que era una "misión de Paz". Inclusive es mas toda nota llegada al Congreso de la Nación eran rebotada por esta señora, como Ministra de Defensa y como Presidenta de la Comisión de Defensa.

Al día de la fecha, ya 28 años nadie pregunto en que situación se encuentran este personal que fue al Golfo, que enfermedades tienen, si viven, si fueron reconocidos, o recompensados ect...Señores esto es historia viviente como un Veterano de Malvinas.

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Nilda Garre



INSTITUTO MILITAR DE ESTUDIOS SUPERIORES
CURSO DE FORMACIÓN DE PROFESORES DE HISTORIA MILITAR
Reacciones a Nivel Internacional.




 GUERRA DEL GOLFO PERSICO 1991





Tte. Cnel. Enrique Desanto 1999.

Naciones Unidas. La reacción Internacional no se hizo esperar, inmediatamente la comunidad de Naciones condenó la agresión al Emirato, como así también los Estados del Golfo recriminaron dicha acción contra un país árabe. El 02 de agosto de 1990 Irak invade Kuwait.

Se adopta inmediatamente la resolución Nº660, condenando la invasión y exigiendo la retirada incondicional e inmediata y se solicita además que ambas naciones inicien negociaciones para restablecer la paz en la región. Irak como nación integrante de las Naciones Unidas, viola el artículo 2 Parágrafo 4 del Capítulo 1 de la Carta de Naciones Unidas que dice: “Los miembros de la organización en sus relaciones internacionales, se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con los propósitos de las Naciones Unidas”

 El 06 de agosto se adopta la resolución Nº661, que impone un embargo comercial y financiero a Irak y Kuwait, a la vez que se estableció un Comité Especial encargado de asegurar que se respetaran las sanciones y para poder cumplir la resolución. 

Algo que se destaca es la protección de todos los bienes de Kuwait en todo el mundo. También se exigió la restauración del Gobierno legítimo de Kuwait. El 08 de agosto Irak proclama como su 19na. provincia a Kuwait. 

El 09 de agosto la resolución Nº662, declara nula y sin valor la anexión de Kuwait por parte de Irak. El 18 de agosto Irak, traslada a su territorio los extranjeros capturados en Kuwait. 

ARA SPIRO

Se adopta la resolución Nº664, exigiendo la inmediata libertad de los extranjeros detenidos en ambos países y el derecho de los diplomáticos de visitar a sus compatriotas. Se insistió en que Irak dejara sin efecto la orden de cerrar las misiones diplomáticas y consulares en Kuwait.
 El 24 de agosto las fuerzas iraquíes rodean las embajadas y consulados en Kuwait, procediendo además al corte de energía eléctrica y el agua.

El 25 de agosto se adopta la resolución Nº665, la que exigía que los países con buques en la región, hicieran cumplir las sanciones, inspeccionando y verificando las cargas y los destinos de cada uno.

El 13 de setiembre la resolución Nº666, reafirma la responsabilidad de Irak por la seguridad y bienestar de los ciudadanos extranjeros. La distribución de alimentos y abastecimientos médicos estarían a cargo de la Cruz Roja y la Media luna Roja.

El 16 de setiembre la resolución Nº667, condena la agresión iraquí contra diplomáticos y las instalaciones diplomáticas en Kuwait, a la vez que exigió la inmediata liberación de los ciudadanos extranjeros.
El 24 de setiembre la resolución Nº669, dice que solamente el Comité Especial, tenía la autoridad para permitir que se enviaran alimentos, medicinas u otra carga humanitaria a Irak o Kuwait.

ARA BROWN

 El 25 de setiembre la resolución Nº670 extendió el embargo económico al tráfico aéreo, eliminando la entrada y salida de vuelos procedentes de los dos países; salvo los que llegaran con existencias humanitarias aprobadas por el Comité Especial de sanciones.

 El 03 de octubre Amnistía Internacional informó de atentados en Kuwait cometidos por los iraquíes. 

El 29 de octubre, la resolución Nº674, exige que Irak se abstenga de maltratar a los ciudadanos de Kuwait y de otras nacionalidades, haciéndole acuerdo que eran responsables de los daños causados a los extranjeros o a sus propiedades, como producto de la invasión y ocupación a Kuwait.

El 09 de noviembre el Comité General de Naciones Unidas, rechaza la solicitud de Irak para declarar la presencia militar de EE.UU., como amenaza para la paz, a lo que por el contrario Irak es declarado como agresor y acusado de obstruir los procedimientos de la O.N.U.

 El 19 de noviembre la Unión Soviética se niega a respaldar una resolución de las Naciones Unidas que autorice un ataque para sacar a Irak del Emirato. El 25 de noviembre la Unión Soviética informa al Ministro de Relaciones Exteriores de Irak que, si no se soluciona pacíficamente la situación de la región, la O.N.U. actuará firmemente.

El 27 de noviembre son presentados ante el Consejo de Seguridad de la O.N.U., testigos de abusos cometidos por los militares iraquíes en Kuwait.

El 28 de noviembre la Resolución Nº677 condena la actitud de Irak por cambiar la composición demográfica, al igual que la destrucción de los registros civiles de Kuwait.

 El 29 de noviembre la Resolución Nº678, exige la retirada iraquí de Kuwait para el 15 de enero de 1991 y autorizó a los integrantes de la O.N.U. para emplear todos los medios necesarios para expulsar a Irak a partir de la fecha indicada.

Esta es la Resolución más importante adoptada por las Naciones Unidas al respaldar el uso de la fuerza para repeler una agresión. El 12 de enero de 1991 el Secretario General de las Naciones Unidas Pérez de Cuéllar, viaja a Bagdad para logra una solución pacífica del conflicto, no lográndolo.
El 15 de enero, vence el plazo otorgado a Irak para que se retire del Emirato. El 17 de enero comienza la Operación Tormenta del Desierto. El 02 de marzo la Resolución Nº686 suspende inmediatamente las acciones ofensivas y obligó a Irak a adoptar las medidas necesarias para posibilitar el fin de las hostilidades.

El 05 de abril la Resolución Nº688, condenó la opresión de los Kurdos por parte de Irak. Se establece una zona de exclusión de vuelos al Norte del Paralelo 36, por parte de EE.UU., Gran Bretaña y Francia, con vistas a evitar el bombardeo sobre las poblaciones Kurdas.

El 09 de abril la Resolución Nº689, dispone una Misión de Observadores de la O.N.U. en Irak- Kuwait. Con respecto a los Estado Árabes, se lleva a cabo el 09 de agosto de 1990 una cumbre de emergencia de la Liga de los Estados Árabes en El Cairo. La reunión se divide como era de suponer en facciones, y no se alcanza ningún resultado. Se cierra la frontera entre Jordania e Irak a los occidentales que tratan de abandonar Irak.

 El Rey Fahd de Arabia Saudita critica a Irak por la invasión a Kuwait.

 El 10 de agosto de 1990, Saddam Husseín hace un llamado a los musulmanes para que tomen las armas en una Jihad Muquadas(Misión Santa), para liberar los sepulcros musulmanes en Arabia Saudita. La cumbre árabe en El Cairo, decide enviar fuerzas árabes a Arabia Saudita y a los demás estados del Golfo.

El 14 de agosto de 1990, los primeros efectivos sirios comienzan a llegar a Arabia Saudita. 

El Presidente de Egipto, Hosni Mubarak exhorta a Saddam Hussein a retirarse del Emirato el 21 de agosto. A lo largo del período comprendido entre el 02 de agosto y el 16 de enero de 1991, muchas fueron las gestiones realizadas por los países que conforman los Estados del Golfo, y los correspondientes a la Liga Árabe. Todas las tentativas de un arreglo pacífico a la situación creada en la región fueron infructuosas.

Desde el punto de vista jurídico Irak como Kuwait son dos estados soberanos y ambos son miembros de la Organización de las Naciones Unidas y de la Liga de Estados Árabes, habiendo por tanto asumidas las obligaciones establecidas en la Carta de San Francisco y en el Pacto de El Cairo. Irak había solicitado a Gran Bretaña en 1927 para ingresar en la Sociedad de las Naciones Unidas, a lo que accede en 1930 efectivizándose recién en octubre de 1932.

El paso de la Sociedad de las Naciones a la actual Organización de las Naciones Unidas, fue acompañado en todo momento con la presencia de Irak. Según la jurista Elena Prados Linares (1) manifiesta que: “Los Estados están obligados a respetar el principio de igualdad soberana y arreglar pacíficamente las controversias internacionales en que estén o se vean envueltos” y agrega la mencionada jurista: “debiendo abstenerse en el uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política del otro Estado”.

“Por ser miembros de la Liga de Estados Árabes como Estados Árabes independientes, deben de asumir el propósito de fortalecer sus relaciones y coordinar sus políticas para asegurar sus respectivas independencias.” A la luz de todas las resoluciones de Naciones Unidas como así también los proyectos redactados por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, llama poderosamente la atención que no menciona a Saddam Hussein para nada a la hora de llamar a la responsabilidad. Es indudable que no se deseaba, ni se desea el enjuiciamiento del hombre fuerte de Irak.

12 de enero de 1991 PARA AUTORIZAR EL USO DE LAS FUERZAS ARMADAS DE LOS ESTADOS UNIDOS, EN CONFORMIDAD CON LA RESOLUCIÓN 678 DEL CONSEJO DE SEGURIDAD DE LAS NACIONES UNIDAS.

Por cuanto el gobierno de Irak, sin provocación, invadió y ocupó el territorio de Kuwait el 2 de agosto de 1990; Por cuanto tanto la Cámara de Representantes (por Resolución Conjunta 658 de la Cámara en la 101a Asamblea del Congreso) como el Senado (por Resolución Conjunta 147 del Senado en la 101a Asamblea del Congreso) han condenado la invasión iraquí de Kuwait y declarado su apoyo a la acción internacional para revertir la agresión iraquí; Por cuanto los programas de armas convencionales, químicas, biológicas y nucleares y de misiles de Irak y su demostrada disposición a utilizar armas de destrucción masiva plantean una grave amenaza a la paz mundial; Por cuanto la comunidad internacional ha exigido que Irak se retire incondicional e inmediatamente de Kuwait para que se restaure la independencia y el gobierno legítimo de Kuwait;



El día después. El final de la Operación Terrestre “Sable del Desierto” y de la gran campaña “Tormenta del Desierto” llegó a su fin el día 28 de febrero a la hora 08:00. 

El Presidente de EE.UU., George Bush anunció el “alto al fuego”, basándose en la aceptación por parte de Irak de todas las resoluciones de la O.N.U. El documento formal de “alto el fuego” se firmó el 03 de marzo de 1991, aceptando las condiciones impuestas por la Coalición.

Factor Militar. Luego de la derrota militar, las fuerzas fueron realmente diezmadas, quedando prácticamente una sola división blindada al Sur de Bagdad con algunos remanentes de otras fuerzas militares de tierra. La aviación fue destruida totalmente, quedando unos pocos MiG en servicio, pero sin capacidad para volar. La marina de guerra fue totalmente ir las inspecciones que venía realizando en los diferentes depósitos y palacios presidenciales, aspecto este que muestra la destruida sin la posibilidad de patrullar sus zonas sensibles, no sólo el Puerto principal en Umm Qsar, sino en el Río de los Árabes (Shatt el Arab), límite con su enemigo de todos los tiempos, Irán. 

Una recomposición general de sus depósitos de armamentos hizo que fueran cambiados de lugar hasta el día de hoy, ya que las Naciones Unidas a través del control sobre armas de destrucción masiva, ha buscado neutralizar y destruir las armas N.B.Q. EE.UU. no requiere una nueva autorización del Consejo de Seguridad para actuar militarmente contra Irak si persiste en obstruir las armas N.B.Q.

EE.UU. no requiere una nueva autorización del Consejo de Seguridad para actuar militarmente contra Irak si persiste en obstruir las inspecciones que venía realizando en los diferentes depósitos y palacios presidenciales, aspecto este que muestra la vulnerabilidad militar en que se encuentra Irak frente a la potencia militar de los EE.UU. y de sus aliados, en particular el Reino Unido.

Dentro de las armas biológicas desarrolladas por Irak tenemos que de las 43 en la actualidad se conocen, Irak desarrollo al menos cinco tipos, Ántrax, Tifoidea, Cólera, Botulismo, y Micotoxina, cada una correspondiente a una categoría diferente de infección.

MINA DE CONTACTO DE SADAN HUSSEIN

Cólera (viral) Provoca la muerte por infección gastrointestinal y una rápida deshidratación.

Tifoidea (raquitismo): Infección gástrica con fiebre, inflamación del bazo y glándulas linfáticas, 

úlceras intestinales y granos en la piel se irrita por la inhalación de esporas., la nube tóxica alcanzaría grandes zonas de Medio Oriente, Turquía, Chipre y s islas griegas en el Mar Egeo, así como también una amplia zona de la antigua Unión actualidad se conocen, Irak desarrolló al menos cinco tipos, Ántrax, Tifoidea, Cólera, Botulismo y Mico Cólera (viral): Provoca la muerte por infección gastrointestinal y una rápida deshidratación.

Ántrax (bacteria): Las esporas se reproducen en la piel, pulmones, intestinos e introducen en el cuerpo a través de heridas o por inhalación.

Micotoxinas (hongos): Provoca dificultades respiratorias

Botulismo (toxinas): Transmitido a través de comida infectada, causa vómitos, estreñimiento, problemas de visión y parálisis.

Ante una posible acción bélica, los países limítrofes o próximos al Golfo se verían cubiertos por una nube tóxica contaminante, en el supuesto caso de que fueran bombardeados los depósitos de armas químicas. De acuerdo al clima y con vientos dominantes la Soviética.

22/8/19

UN RECONOCIMIENTO QUE NO LLEGA, HASTA CUANDO ?


VETERANOS DE AYER, DE HOY Y DE SIEMPRE


RECONOCIMIENTO TAN ANSIADO POR LAS DOTACIONES DE LOS BARCOS DE GUERRA ENVIADO AL GOLFO PERSICO EN 1990/91. EL VETERANO LUIS MARIO OVIEDO HA INICIADO UNA PETICIÓN, A LA CÁMARA DE DIPUTADOS DE LA NACIÓN, HASTA AHORA SIN REPUESTAS.

Un Gobierno Democrático argentino nos envió a una Guerra en el Golfo Persico Año 1991 y luego que participáramos en dicha Guerra ahora sostiene que fue una Misión de Paz, si realmente así fuera deberíamos tener un Distintivo de Misiones de Paz que otorga la Organización de Naciones Unidas ( ONU ) y no lo tenemos si tenemos una Condecoración de Kuwait y otra Condecoración de Arabia Saudita.
Con esto se logro que Kuwait abriera una Embajada en nuestro País, que tuviéramos un gran apoyo de dicho Embajador y que Estados Unidos nos nombrara Miembros Extra OTAN.
Pero a 28 años no nos han otorgado los Títulos, Honores y Compensaciones que nos corresponden.

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VETERANO MARIO OVIEDO Y EL EMBAJADOR DE KUWAIT EN ARGENTINA.

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REBASTECIMIENTO DE ARA BROWN CON UN BUQUE CANADIENSE 1991