23/12/22

“LOS OLVIDADOS DE 1991”


El resultado de una ardua investigación financiada por el Departamento de Defensa y la Agencia de Asuntos de Veteranos de los EEUU ha confirmado lo que durante años se había estado negando: La presencia en el aire de agentes neurotóxicos como el Sarín ¿Cómo afectó esto a las tripulaciones argentinas?
Por Dr. Carlos H. Castia
La zarpada desde la base naval Puerto Belgrano de los buques “ARA Almirante Brown” y el “ARA Spiro” de la Armada Argentina en la primavera de aquel 25 de septiembre de 1990, fue sin dudas un evento para sus protagonistas imposible de olvidar. También lo sería para el gobierno que por aquel entonces se puso a tono de la geopolítica unipolar estadounidense surgida del inminente colapso de la URSS.
Ya en aquel entonces seguían vivos en el recuerdo de muchos que conocían de las capacidades de las armas existentes, la aterradora posibilidad de ser borrados de un solo golpe, dado que era algo que ya venía especulándose desde los años de la guerra fría.


FORMACION DE GUERRA EN EL GOLFO PERSICO
Hace treinta años atrás, las capacidades de daño y destrucción de las armas que se involucrarían en la guerra que se desataría en el Golfo en enero de 1991 impactaron de forma brutal sobre la vida de millones de personas y claramente también en la psique de muchos de quienes fueron enviados a participar. Fue una guerra en la que el alcance y potencia de las armas fueron mucho más allá del rango de fuego de los cañones, los misiles guiados y los sofisticados aviones “invisibles”. El empleo de otras armas invisibles y silenciosas por tanto tiempo negadas por los aliados (en especial por EEUU), tuvieron una parte importante en aquel escenario. Hoy ya se puede asegurar que lo que por tanto tiempo el Pentágono y los gobiernos estadounidenses habían negado, en realidad había sido cierto.
Me refiero al uso en el teatro de operaciones de las tan temidas armas de destrucción masiva (ADM) y la afectación que produjeron tanto en los civiles y militares iraquíes como también en las fuerzas de la Coalición Aliada. Los veteranos estadounidenses lucharon durante décadas por el reconocimiento sobre esto y las consecuencias que causaron sobre su salud hasta que el gobierno ante las evidencias de tantos casos creo una entelequia que llamo “Síndrome del Golfo” a la cual -y para tapar la causa real- le asignaban su origen en los residuos del Uranio empobrecido de las municiones empleadas en combate, las vacunas aplicadas a los efectivos (incluidos a los argentinos) y/o al humo negro de los centenares de pozos de petróleo que ardían en Kuwait.
Sus colegas británicos también sufrieron lo mismo pero recibiendo un mayor destrato de las autoridades gubernamentales y hasta en la mayoría de los casos, sus reclamos fueron cajoneados por improcedentes. Para el Ministerio de Defensa y toda su cadena de mando militar aquello era una tontería aunque en realidad, seguramente estaban siguiendo las estrictas políticas de mutismo seguidas por Washington. Pese a ello, los veteranos estadounidenses no se detuvieron y pese al rechazo inicial, los obstáculos burocráticos, las presiones gubernamentales y hasta la burla de algunos, fueron obteniendo evidencias para que se les tomara enserio.
Esto cambio radicalmente tras el último informe del epidemiólogo Dr. Robert Haley[1] quien según los estudios genéticos que llevó a cabo sobre una franja de veteranos, concluyó que los síntomas que presentaban los afectados por el Síndrome del Golfo se condicen con la exposición a un agente neurotóxico como el Sarín.
Sobre cuál es el porcentaje de efectivos afectados por esta exposición sin discriminar sus nacionalidades y bandos, solo se pueden hacer estimaciones ya que parece seguir siendo un tabú político profundizar en eso.
De los 50.000 efectivos británicos que operaron allí unos 33.000[3] presentaron síntomas de diversas afecciones que deterioraron progresivamente su salud causando variadas incapacidades hasta en algunos casos causarles la muerte. El porcentaje de afectados es abrumador. Algunos casos particulares ponen en evidencia que la exposición a ese neurotóxico debió ser muy grande ya que las unidades de la Coalición en todo momento estaban provistas de trajes y máscaras personales “QBN” que debió protegerles de la más mínima partícula de Sarín. El caso de un médico asignado a “JNCO Medic” en una base de la RAF en Arabia Saudita para participar de la “Operación Granby” crea muchas preguntas muy difíciles de responder ¿Cómo llegó el Sarín a ese punto?, ¿Hay pilotos de la RAF que a la vuelta a Gran Bretaña reportaron sufrir estas afecciones? Con el informe concluyente del Dr. Haley se ha podido determinar que estos efectivos británicos habían sido expuestos al mismo agente neurotóxico como el gas Sarín, altamente venenoso que en momentos de aquella “crisis/guerra” poseía el ejército iraquí en sus arsenales y que podía lanzarlo (y que según algunos fueron usados) en ojivas de artillería o incluso mediante los misiles “S-Scud B”.
Más allá de cómo fue que el Sarín tomo contacto con las tropas – según el Dr. Haley por el bombardeo de un depósito iraquí-, esta revelación sirvió para que el Ministerio de Defensa de Gran Bretaña se viera obligado a avocarse de forma seria y decidida a estudiar todos los casos que se le habían presentado y a evaluar a todos los que se le presenten.


Dr. Haley 
Recién estamos conociendo una punta de la verdad de lo que ocurrió en aquel entonces y es sabido que la letalidad de este tipo de armas se vincula muy estrechamente con el curso de los vientos y las precipitaciones, situaciones siempre presentes en aquella región. La posibilidad de que una nube de Sarín haya sido transportada por efecto del viento a la atmosfera más allá de las áreas de combate terrestre (que involucraron suelo saudita), revela la potencialidad a la que las tripulaciones de los buques argentinos estuvieron expuestas. Ante esto hoy las preguntas obligadas son ¿Qué hay de los marinos argentinos que participaron?, ¿Es posible que hayan sido afectados por este agente neurotóxico?, ¿Estaban provistos de elementos como son los trajes “QBN” para protegerse? Y ¿Qué tan al tanto estaba y está el gobierno argentino sobre esta situación?
La última pregunta seria ¿Se ha hecho algún censo médico sobre la sobrevivencia de cada uno de ellos?
La situación de aquellos marinos de la Armada aún hoy día se encuentra en un limbo jurídico ya que, todos los gobiernos que han pasado desde que regresaron de aquella guerra, no han concedido el reconocimiento de su veteranía y la correspondiente compensación por los servicios que prestaron que dejemos bien aclarado, no fue a la patria ni a la paz mundial.
La difusión de este descubrimiento médico podría ser un punta pie para que el gobierno argentino ponga manos a la obra para abandonar su amnesia y desempolvar los archivos del Ministerio de Defensa y establecer cuáles fueron los riesgos a los que sus hombres se vieron expuestos por su participación en el grupo de tareas “ALFIL 1” que opero dentro del Teatro de Operaciones hasta el final de las hostilidades, máxime ante la confirmación de que en ese conflicto, se liberó a la atmósfera nada menos que este agente nervioso como el Gas Sarín.
CUANDO YO ESCRIBI AL MINISTERIO DE DEFENSA, ME CONTESTARON CON UN EXPEDIENTE ASI DE SIMPLE, ES MAS LO TIENEN CAJONEADO Y COMO SON TODOS MENOS DE 45 AÑOS NADIE ENTIENDE NADA DE NADA .....ACA LA CONTESTACION:








8/12/22

RESUMEN DE LA GUERRA DEL GOLFO 2 DE AGOSTO 1991/ 28 FEBRERO DE 1991




ARA BROWN


ARA SPIRO





Guerra del Golfo

LUIS MIGUEL SUÁREZ DEJA UN COMENTARIO

Resumen de la guerra del GolfoFecha: 2 de agosto de 1990 – 28 de febrero de 1991 (6 meses y 26 días).

Lugar: Irak y Kuwait principalmente, aunque también hubo ataques en territorio saudí e israelí.

Casus belli: invasión de Kuwait por parte del régimen iraquí de Sadam Huseín.
Beligerantes:Bando iraquí:Irak.

Jordania.
Libia.
Organización para la Liberación de Palestina (OLP).
República de Kuwait (Estado títere controlado por Irak).
Sudán.
Yemen.

Coalición:Arabia Saudita.
Argentina.
Australia.
Bangladés.
Bélgica.
Canadá.
Catar.
Checoslovaquia.
Corea del Sur.
Dinamarca.
Egipto.
Emiratos Árabes Unidos.
España.
Estados Unidos.
Filipinas.
Francia.
Grecia.
Hungría.
Italia.
Kuwait.
Marruecos.
Níger.
Noruega.
Nueva Zelanda.
Omán.
Países Bajos.
Pakistán.
Polonia.
Portugal.
Reino Unido.
Senegal.
Sierra Leona.
Singapur.
Siria.
Tailandia.


Personajes célebres:Estados Unidos:George H. W. Bush (presidente de la nación).
Norman Schwarzkopf (general del ejército).
Dick Cheney (vicepresidente de la nación).
Colin Powell (general del ejército).
Arabia Saudita:Fahd bin Abdelaziz (rey y primer ministro de la Casa Saud).
Abdalá bin Abdelaziz (príncipe).
Sultan bin Abdelaziz (segundo viceprimer ministro).
Reino Unido:Isabel II (reina).
John Major (primer ministro de la nación).
Peter de la Billière (director de las tropas británicas).
Canadá:Brian Mulroney (primer ministro de la nación).
Francia:François Mitterrand (presidente de la nación).
Michel Roquejoffre (general del ejército).
Egipto:Hosni Mubarak (presidente de la nación).
Mohamed Hussein Tantawi (ministro de Defensa y Producción Militar).
Siria:Hafez al-Assad (autócrata de la nación).
Catar:Hamad Al Thani (jeque perteneciente a la familia real qatarí Al Thani).
Omán:Qabus bin Said Al Said (sultán de la nación).
Emiratos Árabes Unidos (EAU):Zayed bin Sultan Al Nahyan (presidente de los EAU).
Bangladés:Hossain Mohammad Ershad (presidente de la nación).
Resultado: victoria de la coalición.

Consecuencias:La República de Kuwait, el Estado títere creado por Irak tras la invasión de dicho país, es disuelta, y las tropas iraquíes son obligadas a abandonar dicho territorio.

Las tropas iraquíes encienden 700 pozos petroleros de Kuwait, desatando con ello una gran escalada de contaminación en la región. Aproximadamente unos cuarenta millones de toneladas de arena y tierra resultaron contaminadas.

La ONU impuso al régimen iraquí de Sadam Huseín un severo embargo económico.
En los años 1992, 1993, 1998 y 2003, los Estados Unidos y el Reino Unido asestaron una serie de ataques a Irak por causas distintas.

El 30 de diciembre de 2006, Sadam Huseín es condenado a la horca por distintas causas, entre ellas, la invasión de Kuwait; misma que constituye el casus belli de la guerra del Golfo.

El 2 de agosto de 1990, Irak llevó a cabo una serie de operaciones que resultarían en la invasión de Kuwait, su Estado vecino en el sur. La ocupación iraquí de Kuwait sería condenada unánimemente por todas las principales potencias del mundo.

Incluso países que, tradicionalmente, fueron considerados como aliados cercanos de Irak, como, por ejemplo, Francia e India, pidieron la retirada inmediata de todas las fuerzas iraquíes de Kuwait.


Por su parte, ni la Unión Soviética ni China darían su beneplácito a las acciones del ejército iraquí; de hecho, ambas naciones impondrían sanciones al gobierno de Sadam Huseín.

Asimismo, las Naciones Unidas responderían dando un ultimátum a Irak para que retirase su ejército del territorio kuwaití antes del 15 de enero de 1991.

Finalmente, luego de que el ejército iraquí hiciera caso omiso de las advertencias de la Naciones Unidas y tras una serie de negociaciones fallidas entre las principales potencias del mundo e Irak, una coalición militar compuesta por fuerzas militares de 34 países y lideradas por los Estados Unidos lanzaría un colosal ataque contra Irak y las tropas iraquíes estacionadas en Kuwait.

Estos eventos serían conocidos como la primera guerra del Golfo, mientras que la operación militar de la coalición recibiría el nombre de Operación Tormenta del Desierto. A continuación, os contamos su historia.
Antecedentes y contexto histórico de la guerra del Golfo
Sadam Huseín: la instauración del baazismo en Irak

El 16 de julio de 1979, Sadam Huseín Abdulmayid al Tikriti, quien había ejercido como vicepresidente del general Ahmed Hasan al-Bakr durante los últimos once años, ascendería el poder en Irak al convertirse oficialmente en el 5° presidente de dicha Republica. 




Sadam Huseín (sentado y vestido de militar) junto a varios de sus familiares (mediados de la década de los 80).

Sadam, en su condición de miembro destacado del Partido Baaz Árabe Socialista, instauró en Irak una ideología basada en una amalgama de distintas corrientes políticas, sociales y culturales como el nacionalismo árabe, el socialismo y el autoritarismo. De hecho, esta última característica le hizo merecedor del título de dictador.

A pesar de todas las connotaciones negativas que pudiesen atribuirle al gobierno de Sadam Huseín, durante sus primeros años, la economía de Irak creció a pasos agigantados. Todo ello, gracias a los riquísimos yacimientos de petróleo distribuidos a lo largo del territorio iraquí.
Al-Qādisiyya de Sadam (1980–1988): guerra entre Irán e Irak

En 1980, el gobierno iraquí de Sadam Huseín exigió a Irán la región del río Shatt al-arab, una antigua reclamación iraquí que se remontaba hasta la década de 1930. Como habría de esperarse, el gobierno iraní desestimaría las exigencias de Sadam Huseín, desatando, tras ello, la ira del dirigente iraquí.

Así pues, el 22 de septiembre de 1980, una coalición de fuerzas iraquíes, compuesta por 190.000 unidades de infantería, 2200 tanques y 450 aviones, asestó un duro e inesperado ataque a la provincia iraní de Juzestán.

El ataque relámpago del ejército iraquí fue lo suficientemente rápido y eficaz como para otorgarle la victoria parcial. Sin embargo, esta victoria sería mal gestionada por su máximo dirigente, Sadam Huseín, quien por razones desconocidas daría suficiente tiempo a las tropas iraníes como para reagruparse y contratacar ferozmente.




Soldado iraní ataviado con una máscara de gas durante la guerra de Irán e Irak.

La guerra entre Irán e Irak se extendería desde el 22 de septiembre de 1980 hasta el 20 de agosto de 1988. Por increíble que parezca, tras casi ocho años de duros enfrentamientos, las fronteras de Irán e Irak permanecieron imperturbables. De hecho, esta cruenta contienda bélica solo serviría para dejar a ambas naciones sumidas en una profunda crisis económica, social y cultural.
Causas de la guerra del Golfo

En síntesis, se podría decir que Sadam Hussein ordenó la invasión de Kuwait por cuatro motivos principales:Obtener más ingresos procedentes del petróleo para así poder saldar su deuda, la cual había crecido muchísimo a raíz de la guerra con Irán. Para ello era necesario disminuir, a la fuerza, el exceso de oferta de crudo en el mercado que había estado generando Kuwait.

Anexionar más reservas de petróleo (yacimientos para explotar) al territorio iraquí; específicamente, las reservas de petróleo del yacimiento de Rumaylak, el cual se encontraba bajo la zona fronteriza entre Irak y Kuwait.

Establecer una entrada segura al golfo Pérsico desde el puerto iraquí de Um Kasar.
Mejorar su reputación y la de su gobierno, la cual se había visto severamente afectada tras el reciente fracaso en la guerra contra Irán.

Etapas de la guerra del Golfo
Las nefastas consecuencias de la Al-Qādisiyya de Sadam (1988–1990)

A finales de la década de 1980, los ciudadanos iraquíes comenzaron a experimentar las nefastas consecuencias de la Al-Qādisiyya de Sadam. Ante tan grave situación, Sadam Huseín ordenó a Kuwait, su vecino país del sur, que redujera su producción de petróleo, ya que su exceso de oferta estaba haciendo que el precio del crudo disminuyese, afectando así a la economía de Irak. A pesar de ello, Kuwait hizo caso omiso de las exigencias de Sadam.

Como habría de esperarse, la respuesta negativa del gobierno de Kuwait a las exigencias de Irak hizo encolerizar a un ya hostil Sadam Huseín, quien dependía del valor del petróleo para pagar las deudas que había contraído tras la pasada guerra contra Irán (1980–1988).

La invasión iraquí de Kuwait (1990)

Así, pues, el 2 de agosto de 1990, el ejército iraquí, uno de los más poderosos del mundo para la fecha, cruza la frontera de Kuwait con un único objetivo en mente: anexionar a Kuwait y apoderarse de sus yacimientos de petróleo y de su estratégica posición respecto al golfo pérsico.


Mapa de Irak (verde) y Kuwait (naranja). Imagen de Wikipedia.

Naturalmente, la invasión iraquí de Kuwait había sido planeada con sumo cuidado para no levantar sospechas en las potencias occidentales, quienes eran excelentes socios comerciales de Kuwait. Gracias a ello, en poco tiempo el ejército de Irak ocupó y anexionó el territorio de Kuwait a su país en forma de provincia.

Por si fuera poco, Sadam tomó a miles de turistas occidentales como rehenes para poder utilizarlos en sus negociaciones futuras con Naciones Unidas, puesto que este era consciente del inmenso valor geopolítico y económico que representaba Kuwait para las potencias occidentales.

Inicialmente, Occidente se limitó únicamente a defender a Arabia Saudí, que era otro de los potenciales objetivos de los ataques iraquíes. Para lograr tal proeza, fue necesario el despliegue inmediato de la Operación Defensa del Desierto en territorio saudí.
Operación Defensa del Desierto (agosto de 1990-enero de 1991)

Apenas la noticia de la invasión iraquí de Kuwait llegó a las Naciones Unidas, los representantes del Consejo de Seguridad condenaron el acto e impusieron grandes sanciones y embargos económicos a Irak, así como también un ultimátum el 29 de noviembre de 1990: pasado el 15 de enero de 1991, no debía haber una sola unidad militar iraquí en territorio kuwaití, de lo contrario, Irak debía prepararse ante un inminente ataque militar.

Operación Tormenta del Desierto (enero-abril de 1991)

EL NACIMIENTO DE LA COALICIÓN: EL INICIO DE LA OPERACIÓN TORMENTA DEL DESIERTO



Mapa de los movimientos de tropas de la coalición en la guerra del Golfo.

El 15 de enero de 1991, ante el deseo del ejército iraquí de permanecer en territorio kuwaití, una coalición compuesta por 34 naciones, liderada por los Estados Unidos y bajo el mandato de Naciones Unidas, nacería con un propósito esencial: liberar a Kuwait, uno de sus mejores socios comerciales, del dominio iraquí. De esta manera, daría inicio una nueva etapa en la guerra del Golfo.

EL METADISCURSO DE OCCIDENTE: KUWAIT Y ARABIA SAUDITA SON INTOCABLES

Por otra parte, la coalición debía aprovechar la coyuntura actual para enviar un fuerte mensaje al resto de países de Oriente Medio: Kuwait y Arabia Saudita son aliados de Occidente, por lo que cualquier intento de agresión hacia ellos tendrá una respuesta inmediata y contundente por parte de las potencias occidentales.

El metadiscurso de Occidente no pudo ser más claro. Sadam Huseín se había quedado prácticamente solo, pues, tan solo la Libia de Muamar el Gadafi, Jordania, Sudán y Yemen decidieron brindarle su apoyo en su intento de anexionar Kuwait; incluso la Unión Soviética, un importante aliado ideológico del baazismo, le dio la espalda a Sadam.

LA MADRE DE TODAS LAS BATALLAS: EL DESAFÍO DE SADAM HUSEÍN

En este sentido, Irak no podía estar en una situación más desfavorable. A pesar de ello, Sadam Huseín decidió confiar en el poder del ejército iraquí, el cual era considerado, en aquel entonces, como el cuarto mejor ejército del mundo.

En total, los iraquíes disponían de un ejército de 545.000 soldados, 4.500 blindados y 700 aviones de combate. Asimismo, estos disponían de un arsenal de misiles y armas químicas remanentes de la guerra contra Irán.

Por su parte, la coalición estaba compuesta y gozaba del poder militar de los siguientes 34 países: Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Arabia Saudita, Canadá, Egipto, Siria, Catar, Omán, Emiratos Árabes Unidos, Bangladés, Pakistán, Dinamarca, Bélgica, Australia, Nueva Zelanda, Tailandia, España, Italia, Marruecos, Países Bajos, Níger, Filipinas, Polonia, Argentina, Checoslovaquia, Portugal, Grecia, Sierra Leona, Corea del Sur, Singapur, Senegal, Hungría y Noruega. En otras palabras, no solo Occidente luchaba por la liberación de Kuwait.




En azul, países que formaron parte de la coalición contra Irak (en naranja). Imagen de Wikipedia.

En total, aproximadamente 960.000 soldados se enlistaron para la invasión de Irak y la liberación de Kuwait, de los cuales, al menos, 415.000 eran soldados estadounidenses. Asimismo, la coalición contaba con 2.000 carros de combate, una flota de 100 barcos de guerra (incluidos 6 portaaviones) y 1.800 aviones de guerra (sin contar aquellos que pudieron escapar de las manos de Sadam tras la invasión iraquí de Kuwait).

EL INICIO DE LAS HOSTILIDADES: LA COALICIÓN ATACA CON MISILES TOMAHAWK A IRAK

La coalición daría inicio a las hostilidades con una poderosa lluvia de, al menos, 100 misiles crucero BGM-109 Tomahawk lanzados desde los barcos aliados contra objetivos estratégicos.

La intención de estos bombardeos, cuya precisión debía ser quirúrgica (al menos, en teoría), era neutralizar todo aquello que fuese mínimamente estratégico y de utilidad para el ejército iraquí, aunque hicieron especial hincapié en reducir al mínimo la capacidad aérea iraquí.

Durante la primera semana de operaciones, la coalición afirmó haber derribado 350 aviones iraquíes, mientras que Irak afirmó haber derribado 60 aviones de la coalición.

DIVIDE Y VENCERÁS: SADAM INTENTA ROMPER LA UNIDAD DE LA COALICIÓN ATACANDO A ISRAEL

Entre los países que participaban de la coalición se encontraba Israel; sin embargo, este se había limitado únicamente a ofrecer apoyo logístico.

Por su parte, Sadam, quien sabía que, debido a diferencias ideológicas y antiguos deseos de venganza, los países de Oriente Medio se negarían rotundamente a luchar junto a los israelíes en contra de Irak, intentó romper la unidad de la coalición forzando la entrada de Israel en la guerra del Golfo.

Así, pues, Irak lanzó diversos ataques con misiles polacos del tipo 8/K-14 (Scud-B) sobre suelo israelí para provocar su entrada a la guerra.

A pesar de ello, el gobierno israelí mantuvo la compostura y evitó entrar directamente al conflicto bélico, puesto que, previamente, había estado en guerra contra los países árabes en diversas contiendas como la guerra de los Seis Días (1967) y la guerra de Yom Kipur (1973).

Operación Sable del Desierto (26-28 de febrero de 1991)

EL INCIDENTE DE AL-AMERIA: LOS DAÑOS COLATERALES DE LOS BOMBARDEOS DE LA COALICIÓN

El rápido avance aéreo de la coalición dejo consigo una enorme estela de destrucción en territorio iraquí; por desgracia, no todos los ataques aéreos de la coalición fueron ciento por ciento certeros.


Tanque iraquí destruido durante la guerra del Golfo.

Uno de los incidentes más grandes del a guerra del Golfo ocurrió el 13 de febrero de 1991, cuando dos misiles de la coalición impactaron en Al-Ameria, un refugio antiaéreo situado en la ciudad de Bagdad, acabando con la vida de 1.200 civiles iraquíes.

EL DESENLACE FINAL DE LA GUERRA DEL GOLFO: LA RENDICIÓN IRAQUÍ

Antes del despliegue de la Operación Sable del Desierto, con la cual se dio a conocer el enorme poderío militar de la coalición, las potencias occidentales ya habían realizado misiones especiales con el objetivo de destruir almacenes y distintos puntos estratégicos del ejército iraquí.

El 25 de febrero de 1991, un misil iraquí Scud-B impactó en cuarteles estadounidenses situados en Arabia Saudita, acabando con la vida de 25 soldados e hiriendo de gravedad a otros 50.

El 26 de febrero de 1991, a los dos días de haber iniciado la operación final de la guerra del golfo, más de 100.000 soldados iraquíes se rindieron ante el aplastante avance de las tropas de la coalición. A pesar de ello, ese mismo día se libró uno de los combates más colosales de la guerra de la Golfo: la batalla de 73 Easting.

La batalla de 73 Easting sería protagonizada por las fuerzas estadounidenses, británicas e iraquíes, y se convertiría, además, en la segunda batalla más grande de carros de combates blindados. No superó a la batalla de Kursk (1943), la cual se libró durante el desenlace de la Segunda Guerra Mundial.

Finalmente, el 28 de febrero 1991, el ejército iraquí se rendiría oficialmente ante la coalición. De esta manera, Sadam Huseín se vería forzado a renunciar a su intento de anexionar Kuwait para apoderarse de los yacimientos de petróleo de Rumaylak y asegurar un acceso marítimo privilegiado al golfo Pérsico.

26/11/22

EL CONGRESO NACIONAL EN LA POLÍTICA EXTERIOR ARGENTINA (1991-93) E AQUI LOS RESPONSABLES

 



ESTA REDACCIÓN QUE FUE HECHA, MIENTRAS EL CONGRESO DE LA NACIÓN DISCUTÍA EL ENVIÓ DE NAVES DE GUERRA AL CONFLICTO DEL GOLFO PERSICO.

SI LO LEES VAS A VER QUE EL EX-PRESIDENTE MENEM MANDO UN DECRETO PARA ENVIAR NAVES Y DONDE EL CONGRESO NO LO APROBABA EN PRINCIPIO, PERO QUE PASO SE LLEGABA EL INICIO DE LA GUERRA Y NO HABÍA UNA AUTORIZACIÓN NI UNA RELACIÓN CON LA POLÍTICA EXTERIOR.

ACÁ NO HABLA DE MISION DE PAZ, ERA UN BLOQUEO Y POSTERIOR GUERRA SI NO DABA CUMPLIMIENTO A LAS RESOLUCIONES DE LA ONU. SEGUÍ INTERIORIZANDO Y VERAS COMO FUIMOS YA METIDO EN EL CONFLICTO.





Gerardo Orlando NOTO

1.

Introducción

Los estudios sobre política exterior argentina se han concentrado normalmente sobre las relaciones con las principales potencias, los países vecinos o algunas áreas temático-funcionales internacionales específicas. En la literatura especializada los estudios sobre el proceso de toma de decisiones no han alcanzado el desarrollo que presenta en otros países, y los trabajos realizados se circunscriben principalmente a los tomadores de decisión centrales del Poder Ejecutivo, es decir el Presidente de la Nación y los ministros de las áreas específicas.

Puede decirse que el rol desempeñado por otros actores estatales y no estatales en la formación de la política exterior argentina, es un área de análisis relativamente subdesarrollada. En este contexto, el Congreso Nacional no es una excepción. A pesar de la importante función asignada por el ordenamiento constitucional en el área de las relaciones exteriores del país, esta institución central en todo Estado democrático no se ha convertido en foco de estudio central para el análisis de política exterior.

Esta realidad se entiende a partir de reconocer que el Poder Legislativo Nacional no se ha destacado por un alto perfil en materia de política exterior, muy por el contrario, puede decirse que no ha participado significativamente

en la toma de decisiones salvo en muy contadas excepciones.

Este trabajo intenta iniciar el tratamiento del rol del Congreso Nacional en la toma de decisiones en la política exterior argentina, a partir del estudio de tres casos relevantes para las relaciones exteriores del país, donde el Congreso Nacional tuvo una importante intervención con diferentes resultados.

() Trabajo Presentado en las JORNADAS DE INVESTIGACIÓN 1994 de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNIVERSIDAD NACIONAL DE CUYO, Mendoza, Octubre 6 y 7 de 1994.


Investigación en este trabajo:

¿Cuándo y en qué tipo de cuestión el Poder Legislativo Nacional juega puede jugar un rol significativo en la formación de la política exterior ?

En primer lugar, la participación con dos naves de guerra en la Coalición Multinacional desplegada en el Golfo Pérsico en contra de Irak, que inicialmente fue decidida en forma unilateral por el Presidente de la Nación, pero que posteriormente, y ante el inminente inicio de acciones bélicas, obligó al Poder Ejecutivo a requerir la autorización del Congreso. Esta decisión fue apoyada por el Congreso, a pesar de la resistencia de la oposición, y algunos legisladores del oficialismo, ratificando la decisión adoptada por el Poder Ejecutivo, Vale destacar que la decisión previa de enviar las naves argentinas al Golfo Pérsico despertó críticas generalizadas en ámbitos legislativos, por haber soslayado al Congreso, institución que reclamaba su derecho a participar en esa decisión, a partir de las cláusulas constitucionales respectivas.

Bajo qué circunstancias o en qué instancias el Congreso Nacional puede intervenir en forma relevante en el proceso de toma de decisiones en política exterior ?

¿Qué centros decisiones les dentro de la institución o mediante que mecanismos se desempeñan roles de liderazgo que posibilitan al Congreso participar en el proceso de formación de la política exterior?

¿Qué desarrollos teóricos y analíticos aplicados a los procesos decisionales de otros países pueden ser aplicados satisfactoriamente para comprender la realidad argentina en esta materia ?

En segundo lugar, se analiza el caso de la frustrada ratificación del Congreso Nacional al Acuerdo firmado con la República de Chile sobre el límite internacional en la zona de los Hielos Continentales. Este problema representa el único caso donde la negativa de la oposición y de parte del oficialismo dio por resultado el rechazo a la decisión adoptada por el Ejecutivo al no ser ratificado el tratado suscrito, produciendo el fracaso de la política seguida al respecto.

Esta metodología de investigación cualitativa, a partir del estudio de los tres casos planteados, permitirá avanzar en un área del estudio de la toma de decisiones en política exterior, que aunque con tradición en la literatura desarrollada en otros países, principalmente en Estados Unidos, presenta un gran vacío en los estudios desarrollados no sólo en Argentina, sino también en otros países latinoamericanos.

2.

Finalmente, el caso de la ratificación del Tratado de Tlatelolco, mediante la aprobación por unanimidad en el Senado, y con un apoyo mayoritario del oficialismo y de sectores de la oposición en la Cámara de Diputados. En este caso, el Congreso desempeñó un importante rol de consolidación multipartidaria de una decisión que revirtió una posición mantenida por el país por más de dos décadas. La ratificación de este tratado ratificó una línea estratégica basada en la cooperación bilateral con Brasil para la defensa de los legítimos intereses de desarrollo tecnológico autónomo, política iniciada durante el gobierno anterior que alcanzó pleno desarrollo durante el gobierno actual, constituyéndose como ejemplo de continuidad de la política exterior del régimen democrático.

El análisis de política exterior y la participación del poder legislativo en la formación de la política exterior

La teoría y los esquemas analíticos para el estudio del proceso de toma de decisiones han tenido su principal desarrollo en Estados Unidos de América durante el período de posguerra 1. La construcción de esquemas analíticos destinados a comprender la formación de la política exterior analizando el proceso de toma de decisiones adquirieron gran relevancia durante las décadas del sesenta y del setenta 2, particularmente a partir del desarrollo de la perspectiva burocrática de Graham Allison y otros 3.

Estos tres casos representan tres instancias donde la participación del Congreso arrojó diferentes resultados: la legitimación institucional de la decisión del Ejecutivo a partir del apoyo mayoritario del oficialismo, en el primer caso; el rechazo del Congreso a la política del Ejecutivo, en el segundo; y finalmente, la ratificación de una política impulsada por el Ejecutivo con el apoyo unánime o claramente mayoritario de todas las fuerzas políticas en ambas cámaras.

La trascendencia de esta nueva perspectiva en el análisis de política exterior, no sólo permitió comprender las complejas interacciones entre el Presidente, como máxima instancia decisoria, y sus principales asesores y agencias en el área de las relaciones exteriores y defensa, sino que también mediante la apertura de la "caja negra" del "estado racional-unificado", despejó el camino para la ampliación del análisis hacia otros actores estatales

El análisis de estos tres casos, acaecidos durante los últimos tres años, persigue intentar responder los siguientes interrogantes que alientan la investigacion.

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a cambiar o bloquear una decisión presidencial crucial en el área de las relaciones exteriores, y no-estatales, a sus mutuas influencias e interferencias en el muy complejo proceso de formación de la política exterior,

En Estados Unidos, se encuentra una abundante bibliografía dedicada al estudio de las interacciones entre el Ejecutivo y el poderoso Congreso norteamericano 4. Estos análisis reconocen la permanente y creciente tensión entre ambas "ramas" del gobierno, especialmente desde fines de la década del sesenta, por lo que la política exterior de ese país es la resultante de esa conflictiva relación entre ambos poderes gubernamentales. La "competencia entre ambas ramas es permanente, sembrada en la Constitución que estableció dos instituciones separadas -el Congreso y el Presidente- pero que paralelamente insiste que deben compartir el poder 5.

Por lo tanto, aunque no se puede hablar de "competencia ínter-institucional" o de "iniciativa del Congreso", como lo hacen los analistas norteamericanos, existen instancias de intervención significativa del Poder Legislativo en el proceso de toma de decisiones en Argentina. Para comenzar a dilucidar cuándo y por qué se verifica este rol del Congreso, nos referiremos rápidamente a las atribuciones conferidas por la Constitución Nacional al Poder legislativo, para luego analizar tres casos relevantes que ejemplifican, con diferentes resultados, la intervención del Congreso en la política exterior argentina.

La Constitución Nacional y las atribuciones del Congreso en el área de política exterior

Considerando que la Constitución Nacional ha sido recientemente reformada, basaremos nuestro análisis en el texto constitucional actualmente vigente, pero destacando paralelamente las atribuciones existentes previamente y las nuevas cláusulas.

Esta situación institucional se da en el marco de un sistema político en el que los congresistas poseen gran autonomía y poder, que sólo pueden ser contenidos por un Presidente poderoso y popular, condiciones que desde la década del sesenta no se dan fácilmente, y que cuando ocurren, sólo se han mantenido por períodos limitados. Consecuentemente, los estudios de política exterior de EEUU realizados últimamente, reconocen tres conjuntos de actores estatales relevantes en el proceso de formación de la política exterior: la Presidencia (el Presidente y su más próximo núcleo de asesores), la Burocracia (los actores de la rama ejecutiva pertenecientes a las agencias con jurisdicción en las relaciones exteriores), y el Congreso (autoridades y líderes, comités y subcomités) 6.

En el caso de la Argentina y de otros países de América Latina, el peso del Congreso en política exterior y en otras áreas de las políticas públicas es mucho menor al que se puede observar en EEUU. Aunque las previsiones constitucionales son muy similares, en función de la adopción del sistema presidencialista, la diferencia en los sistemas políticos, particularmente la gran concentración de poder en el órgano ejecutivo reforzado por un sistema de partidos también dependiente del liderazgo presidencial, hacen que el Congreso juegue un rol claramente subordinado, y consecuentemente, normalmente marginal en el proceso de toma de decisiones en política exterior.

Sin lugar a dudas, las atribuciones más importantes que posee el Congreso Nacional en relación a la política exterior, y aquellas que fundamentan su accionar en los casos estudiados, están contenidas en el actual artículo 75 (previamente 67), incisos 15, 22 y 28 (antiguos 14, 19 y 25). Estos se refieren respectivamente a: “arreglar definitivamente los límites del territorio de la Nación", "aprobar o desechar tratados concluidos con las demás naciones y con las organizaciones internacionales "7, y "permitir la introducción de tropas extranjeras en el territorio de la Nación, y la salida de las fuerzas nacionales fuera de él". Estas atribuciones fundamentan la participación legislativa para ratificar los tratados suscritos por el Poder Ejecutivo, destacándose especialmente los relativos a la fijación de límites internacionales, como la autorización previa para el envío de tropas argentinas al extranjero, en el marco de su participación en fuerzas de las Naciones Unidas o autorizadas por el Consejo de Seguridad de la ONU.

Sin embargo, un análisis un poco más detallado revela que en ciertos casos de mayor relevancia política y repercusión pública, y cuando el ordenamiento constitucional reserva claras atribuciones al poder legislativo en el proceso decisional, el Congreso Nacional ha intervenido en el proceso de formación de la política exterior, convirtiéndose en foco de resistencias y apoyos a las políticas impulsadas por el Poder Ejecutivo, que incluso ha llegado

En el marco de las nuevas disposiciones de la Reforma Constitucional de 1994, es necesario destacar la incorporación de un nuevo inciso 24 al artículo 75, que establece la trascendente facultad del Congreso de delegar competencias y jurisdicción a organizaciones "supraestatales" en el marco de tratados de integración

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Pérsico por parte de una fuerza multinacional.

.Pero además de estas atribuciones centrales del Congreso en el área de las relaciones exteriores del país, existen otras que generalmente son poco o nada utilizadas para ejercer influencia del poder legislativo en la formación de la política exterior. Ellas corresponden al necesario acuerdo del Senado en el nombramiento y remoción de los embajadores 9, a las facultades en el área del crédito público, la deuda externa y el comercio exterior 10, y a la poderosísima, pero no cabalmente aplicada, atribución de fijar el gasto público a través del Presupuesto General de la Nación, para controlar las políticas públicas mediante la asignación y direccionalidad del gasto estatal 11. Vale resaltar que esta última competencia es una de las principales fuentes de influencia del Congreso de EEUU sobre la política exterior, como en las demás áreas de la administración pública norteamericana 12

En línea con esa política de EEUU, en septiembre de 1990, el Presidente Menem decidió enviar dos naves de guerra, el destructor Almirante Brown y la corbeta Spiro, para sumarse a la fuerza multinacional en el Golfo Pérsico. Esa decisión no solamente rompió con una larga tradición de neutralidad de la diplomacia argentina, sino que fue adoptada mediante un decreto del Poder Ejecutivo, es decir sin la participación del Congreso, como hubiera correspondido en función de las normas constitucionales.

Esta decisión despertó una fuerte oposición en el Congreso Nacional, no sólo entre los partidos opositores, sino también entre legisladores del oficialista Partido Justicialista. Algunos resistían la decisión en sí misma, por considerarla una manifestación de alineamiento con EEUU, mientras muchos se oponían a la forma en que se adoptó la decisión, sin pedir la autorización del Congreso ni consultar a los principales aliados regionales.

Es claro que el Congreso Nacional goza formalmente de amplias atribuciones para participar activamente en la formación de la política exterior argentina. Pero sin embargo, como consecuencia de un sistema político centralizado y centrado sobre el fuerte liderazgo del Presidente de la Nación, sólo pone en práctica estas facultades parcialmente en algunos casos. Analizaremos ahora tres de esos casos acaecidos durante la presente década.

El envío de naves al Golfo Pérsico: el Congreso ante la marginalidad y los "hechos consumados" en política exterior

En esta instancia, el Congreso se vio absolutamente marginado del proceso de toma de decisión, a pesar de poseer los fundamentos jurídicos constitucionales que establecen la necesidad de autorización legislativa para el envío de efectivos militares al extranjero. Existen interpretaciones encontradas sobre el alcance de la cláusula de autorización del Congreso para la participación de tropas en fuerzas de paz de la ONU. En tal sentido, se ha impuesto la práctica de que el Poder Ejecutivo decide en forma independiente cuando se trata "cascos azules", por considerarse que dichas fuerzas no desempeñan un rol militar activo, sino para el mantenimiento de la paz.

El desencadenamiento de la crisis en el Golfo Pérsico con la invasión de Kuwait por parte de tropas iraquíes el 2 de agosto de 1990, constituiría una instancia clave en la que se verificaría en la práctica un gran cambio en la conducción de los asuntos externos de la República Argentina, al abandonarse la tradicional neutralidad en conflictos extra-hemisferios.

El gobierno del Presidente Menem, rápidamente como el resto de los países latinoamericanos, condenó la invasión y ocupación iraquí como una violación inaceptable del derecho internacional, reclamó la inmediata retirada de las fuerzas invasoras, y apoyó incondicionalmente las sanciones que el Consejo de Seguridad de la ONU impuso sobre Irak.




Diputado Escude




Ex-presidente Menem (F)






Ministro RR.EE Guido Di Tella


Ex Canciller Domingo Cavallo

Sin embargo, el envío de dos naves de guerra para participar en acciones de implementación de un embargo adoptado por el Consejo de Seguridad de la ONU, en la práctica un bloqueo naval, con las posibilidades de tener que hacer uso de la fuerza para cumplimentar tal función, hubiera demandado que el Poder Legislativo, según lo establece la Constitución, se expida previamente a la implementación de una decisión de esa naturaleza. Sin embargo, los legisladores no fueron capaces de unificar una postura común en defensa de sus prerrogativas constitucionales, y la oposición sólo se manifestó criticando esta decisión inconsulta, pero sin ser capaz de articular una acción institucional al respecto.

Al desencadenarse la crisis en una zona estratégica mente sensible, debido a los yacimientos y líneas de abastecimiento del vital petróleo, Estados Unidos rápidamente adoptaron un rol de liderazgo para oponerse y retrotraer la preocupante expansión iraquí. Por lo tanto, rápidamente reclamó el apoyo de los distintos países, para implementar las sanciones económicas decretadas por la ONU, a través de la implementación de un bloqueo en aguas del Golfo

Sin embargo, este caso evolucionó, en forma paralela a la crisis del Golfo Pérsico, y la proximidad de acciones bélicas a partir del 15 de enero de 1991, de acuerdo al ultimátum establecido por el Consejo de Seguridad de la ONU,

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llevaron al Poder Ejecutivo a remitir un proyecto de ley para que el Congreso Nacional autorice la participación de las naves argentinas en operaciones de apoyo logístico a la fuerza multinacional que combatiría en esa zona 13.

posición opositora fue planteada por los diputados Dante Caputo (UCR Capital), Federico Storani (UCR-Buenos Aires), y Carlos Álvarez (Grupo de los Ocho) 17

El 27 de diciembre de 1990, las Comisiones de Relaciones Exteriores y de Defensa del Senado aprobaron un dictamen de mayoría, apoyado por el Justicialismo y el Pacto Autonomista-Liberal de Corrientes, por el que "se autoriza al Ejecutivo, a partir del 15 de enero disponga las medidas para que las tropas argentinas en el Golfo Pérsico presten apoyo a las acciones a emprenderse de acuerdo a lo decidido por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas", mientras el radicalismo ratificó un dictamen en minoría solicitando el retiro inmediato de los navíos argentinos 14

Durante el miércoles 23 de enero, finalmente la Cámara de Diputados aprobó el proyecto por el cual se autorizó al Poder Ejecutivo para que las naves argentinas dieran apoyo logístico a la fuerza multinacional en guerra con Irak. El proyecto se aprobó por 117 votos a favor y 99 en contra. Vale citar que durante los dos días de sesión en Diputados, se realizaron sendas marchas de repudio en contra de la participación argentina en la guerra, organizada por partidos y organizaciones opositoras 18.


ARA BROWN Y ARA SPIRO EN LINEA DE COMBATE

La inminencia de acciones bélicas reactivó los reclamos por un debate legislativo, que fue solicitado tanto por legisladores de la oposición como del oficialismo, y aceptado por el gobierno a mediados de enero ante la proximidad del vencimiento del ultimátum de la ONU 15.

Este caso se destaca por ejemplificar claramente la difícil relación entre los poderes ejecutivo y legislativo, y por la marginalidad que el Poder Ejecutivo impone al Poder Legislativo en materia de decisiones en política exterior, incluso en algunas tan cruciales como el envío de tropas al extranjero para su participación en acciones de bloqueo naval auspiciada por la ONU.

El Jueves 17 de enero el proyecto del Ejecutivo fue tratado en el Senado, y con el agregado "no podrán realizar las acciones bélicas directas", fue aprobado con el apoyo mayoritario del Justicialismo, el Pacto Autonomista-Liberal de Corrientes y el Bloquismo de San Juan, aunque debe destacarse que el Senador Justicialista por La Rioja, Libardo Sánchez votó en contra, y los senadores Eduardo Vaca (PJ-Capital), Oraldo Britos y Alberto Rodríguez Saá (PJ-San Luis) se ausentaron del recinto por no coincidir con la postura de su bloque. La postura oficialista fue defendida por el Senador Eduardo Menem (PJ-La Rioja), presidente de la Comisión de RREE. La oposición radical votó en contra. Esta posición fue sostenida por el Senador Hipólito Solari Yrigoyen (UCR-Chubut), aduciendo que las fuerzas argentinas no estaban cumpliendo las funciones de una fuerza de paz y planteando dudas sobre quién afrontaría los costos de la operación 16.

Es paradigmático que, a pesar de contar con mayoría propia en ambas cámaras, el Poder Ejecutivo decidió marginar al Congreso cuando se enviaron las naves en septiembre de 1990. Aunque, posteriormente el PEN recibió autorización del Congreso ante la proximidad de acciones bélicas en la zona, con el apoyo del oficialismo y otros partidos minoritarios, resalta la gran dificultad de lograr el respaldo de los propios legisladores oficia-listas, particularmente en Diputados, que incluso hicieron necesario una postergación de la sesión para poder reunir los votos favorables necesarios.

Incluso para obtener una votación positiva en Diputados, el oficialismo necesito hacer uso de todos sus recursos para obtener un resultado favorable. Si bien el desenlace fue favorable a la política del PEN, este caso ejemplifica cómo la marginalidad que se le impone al Congreso en la toma de decisiones hace creciente mente difícil obtener posteriormente su apoyo, incluso por parte de los legisladores oficialistas. El próximo caso demuestra que a veces la marginalidad impuesta al Congreso puede ser pagada por el Ejecutivo con el fracaso de su política.

5.


"Hielos Continentales": los límites a la autonomía del PEN
Durante el viernes 18, se inició el tratamiento en la Cámara de Diputados. En la Cámara Baja el oficialismo tuvo dificultad en reunir los votos necesarios para aprobar la iniciativa, a pesar del apoyo de los partidos provinciales y de parte de la UCD, por lo que finalmente se suspendió la sesión hasta la semana siguiente. La oposición amalgamó al radicalismo, al Grupo de los Ocho (Bloque Peronista disidente), algunos legisladores justicialistas, y a otros partidos (Partido Demócrata Popular, Partido intransigente, PSU, PSP y MAS). El proyecto del Ejecutivo fue defendido por el Diputado Miguel Ángel Toma (PJ Capital) y el presidente de Bloque José Luis Manzano (PJ-Mendoza). La

Con la recuperación de la democracia en la vecina República de Chile a principios de 1990, el proceso de integración bilateral argentino-chileno ingresó en un período de rápido desarrollo. En el marco de una serie de cumbres anuales entre ambos presidentes, como culminación de un intenso y complejo sistema de reuniones binacionales en distintas áreas y cuestiones, el

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2 de agosto de 1991 en la ciudad de Buenos Aires, los Presidentes Patricio Aylwin de Chile y Carlos Saúl Menem de Argentina firmaron una serie de acuerdos entre los que se destacan el Acuerdo de Complementación Económica, el Tratado de Protección y Garantía Recíproca de Inversiones y la Declaración Conjunta que acuerda una solución definitiva a las 24 controversias de límites pendientes, o establece un mecanismo para su superación.

algunos legisladores chilenos que ponían en duda la ratificación del tratado en el país trasandino 22, y no cedió ni siquiera ante la creciente presión del Poder Ejecutivo Nacional ante la proximidad de un nuevo viaje del Presidente Menem a Santiago de Chile. El principal vocero de oposición al tratado, el Diputado Justicialista Flores de Santa Cruz, reconoció públicamente las fuertes presiones del Ejecutivo sobre las Comisiones de RREE y de Defensa de Diputados, para que aprobasen el tratado remitido por el PEN 23. La oposición al tratado no sólo incluía al radicalismo y a otros partidos menores, destacándose igualmente el "Grupo de los Ocho" (Peronismo disidente), y también un creciente número de legisladores oficialistas, no sólo de la Patagonia, sino de diversas zonas del país. El Bloque Justicialista se presentaba seriamente dividido ante esta cuestión de límites 24.

Ese acuerdo binacional acepta la aplicación de tres criterios para la solución de las controversias limítrofes pendientes. En primer lugar, veintidós de esas diferencias se resolvieron mediante la demarcación hecha de común acuerdo por las Comisiones de Límites de ambos países, aplicando el criterio de las más altas cumbres divisoras de aguas. En el caso de la zona conocida como “Laguna o Lago del Desierto" se sometió el diferendo a un arbitraje internacional. Finalmente, en la región de "Hielos Continentales", se firmó un acuerdo que traza el límite siguiendo una línea poligonal convencional negociada por ambas cancillerías 19. Como corresponde al ordenamiento constitucional de ambos países, dicho acuerdo fue sometido a la ratificación de ambos congresos nacionales.

El Tratado de Límites fue remitido por el PEN a la Cámara de Diputados en febrero de 1992. En mayo se inició su tratamiento en las comisiones respectivas de la Cámara Baja. A mediados de año, se iniciaron reuniones informativas en la Comisión de Relaciones Exteriores, presidida por el Diputado Carlos Ruckauf (PJ-Capital) y de la Comisión de Defensa, presidida por el Diputado Carlos Toma (PJ-Capital). A estas reuniones asistieron normalmente, el ex-vicecanciller, Embajador Juan Carlos Olima, el Embajador Argentino en Santiago de Chile, Antonio Cafiero, otros representantes de la Cancillería, de organismos técnicos como el instituto Geográfico Militar y la Comisión Argentina de Límites y de especialistas en derecho internacional 20.

A partir de fines de julio y durante el mes de agosto de 1992, la cúpula de la Cancillería, con el Canciller Guido Di Tella, y el vicecanciller Fernando Petrella, intensificó la ofensiva del Poder Ejecutivo para convencer a los legisladores de la rápida aprobación del proyecto. Se realizaron reuniones con diferentes bloques partidarios, y nuevas reuniones con las comisiones que estudiaban el tratado. Sin embargo, ante la resistencia al acuerdo, el objetivo buscado se redujo a obtener un dictamen favorable de mayoría en la Comisión de Defensa y de minoría en la Comisión de RREE, para posteriormente buscar su aprobación en el plenario 25. También se habría evaluado marginar a la Comisión de Relaciones Exteriores, ante la oposición mayoritaria en la misma que incluía a diputados oficialistas 26.

Desde el inicio, el tratado despertó fuerte oposición en los legisladores nacionales por Santa Cruz, de ambos partidos, destacándose el Diputado Rafael Flores (PJ), y la Diputada Ángela Sureda (UCR). Fuerte oposición se generó también en la Provincia de Santa Cruz, por sus efectos sobre territorio provincial, con declaraciones de rechazo en la Cámara de Diputados de Santa Cruz, con acciones legales iniciadas por los pobladores de El Calafate, población cercana a la zona en cuestión, y por denuncias de la "Comisión 9 de Julio", conformada por ciudadanos de Santa Cruz, elevadas a la Cámara de Diputados de la Nación solicitando el rechazo del acuerdo presidencial 21

Los argumentos del oficialismo, defendidos por la Cancillería, se funda mentaban en que la alternativa al acuerdo, un arbitraje internacional, sería muy costoso y posiblemente más contraproducente en términos territoriales que la línea convencional acordada. La posición de la oposición descansaba principalmente en el rechazo a la sesión de territorio argentino al país vecino determinada por la línea poligonal acordada. Finalmente, ante la mayoría opositora en ambas comisiones, y a pesar de las presiones de último momento del Poder Ejecutivo ante la Cumbre Menem-Aylwin en Chile, la votación en ambas comisiones debió postergarse indefinidamente, para evitar un seguro rechazo del tratado hacia fines de agosto de 1992 27

Este caso refuerza características ya detectadas en la relación entre ambos poderes en torno a las relaciones exteriores. Pues, además de la particular delicadeza de la cuestión, por tratarse de la fijación de límites internacionales, debe destacarse que la imposibilidad de aprobar el tratado en

La oposición al tratado fue creciendo, ante declaraciones de rechazo de

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La Ratificación del Tratado de Tlatelolco: el triunfo de la continuidad en política exterior.

el Congreso Nacional, habría dependido en gran medida del malestar que despertó entre los legisladores la marginación a que los sometió el Poder Ejecutivo. En la reunión del bloque justicialista del 20 de agosto, no pudo arribarse a un acuerdo sobre la estrategia a seguir, a pesar de los pedidos personales del Presidente Menem frente a su inminente viaje a la capital chilena. En esa reunión, se expresó claramente el malestar por que el tratado fue puesto a disposición del Congreso recién en febrero de 1992, a pesar de haberse suscripto en agosto del año anterior; y que el Canciller recién informó al plenario de las Comisiones de RREE y Defensa de la Cámara el 6 de agosto, cuando la mayoría de las posiciones se habían consolidado, arrojando una mayoría de rechazos en esas comisiones 28.

El tercer caso a analizar constituye un ejemplo de continuidad en el desarrollo de una política exterior determinada, en el área de la no proliferación nuclear, que consecuentemente recibió a su paso por el Congreso Nacional el apoyo unánime en el Senado, y un claro apoyo mayoritario en la Cámara de Diputados. La continuidad que se observó en las líneas estratégicas de las políticas seguidas en esta cuestión tanto por el gobierno radical del Presidente Alfonsín como del gobierno justicialista del Presidente Menem, - la cooperación argentino-brasileña, la defensa del derecho al desarrollo autónomo de la tecnología nuclear con fines pacíficos, y la negociación con los organismos internacionales en forma conjunta con los socios regionales (conjuntamente con Brasil para el Acuerdo con la OIEA, y con Brasil y Chile para la modificación del Tratado de Tlatelolco) -, permiten comprender la poco común cooperación multipartidaria observada en el Congreso ante una cuestión tan controversial, como la referente al régimen continental de no proliferación nuclear.

Este caso ejemplifica aún mejor, las serias dificultades para el proceso de formación de la política exterior, generadas a partir de las des inteligencias, falta de coordinación y consultas entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo. Por un lado puede concluirse que el fracaso de la política impulsada por el Ejecutivo, ante la falta de ratificación parlamentaria, se debió por la intransigencia manifestada por los bloques opositores y por los legisladores oficialistas opuestos a esta iniciativa en función de la substancia de la cuestión, es decir la cesión de territorio nacional a partir de la fijación acordada de los límites internacionales pendientes. Desde esta perspectiva, la ratificación de la autoridad del Congreso a partir de un rol opositor a la política exterior del Ejecutivo, constituiría un caso excepcional. Si se aceptara esta interpretación que se agota en las características particulares de este caso, el proceso de interacción ejecutivo-legislativo no constituye una variable interviniente significativa que explique este resultado específico.

Durante el año 1993, mediante la aprobación en forma unánime en el Senado verificada en marzo, complementada en noviembre por una clara mayoría en la Cámara de Diputados, el Congreso Nacional ratificó el Tratado para la Proscripción de las Armas Nucleares en América Latina y el Caribe, conocido más comúnmente como "Tratado de Tlatelolco", por el lugar de México donde fuera firmado el 14 de febrero de 1967.

Al analizar esta cuestión en base a una perspectiva mayor, considerando la totalidad del proceso de formación de la política exterior, la interacción entre ambos poderes estatales constituye una elemento causal clave en la explicación del resultado observado. Este caso se destaca por ejemplificar cómo el Poder Ejecutivo ha llegado a marginalizar de tal manera al Congreso Nacional en la toma de decisiones de política exterior, que el fracaso se explicaría más cabalmente por la falta de previsión para asegurar adecuadamente el apoyo parlamentario al tratado, el cual aparentemente se daba por descontado, que a una irreversible posición adoptada por la mayoría de los legisladores nacionales 29

La Argentina, al igual que Brasil, Chile y Cuba, no habían ratificado este tratado, pues consideraban que sus cláusulas constituirían un obstáculo al desarrollo autónomo de la energía nuclear con fines pacíficos, a pesar de que las demás naciones del continente lo ratificaran entre 1968 y 1972. Sin embargo, las modificaciones introducidas al Tratado por la VII Conferencia de la OPANAL, el organismo intergubernamental de aplicación creado por el mismo tratado, impulsadas conjuntamente por Argentina, Brasil y Chile, y que contaron con el auspicio de México, llevaron a la Argentina a ratificar Tlatelolco después de 26 años 30.

Sin entrar en detalle sobre la larga y fructífera serie de acciones comunes que Argentina y Brasil adoptaron desde mediados de la década del ochenta - declaraciones presidenciales conjuntas, visitas a plantas nucleares y medidas de confianza mutua sobre los programas nucleares de ambos países-, es claro que el desarrollo de confianza entre ambos gobiernos democráticos, permitiría posteriormente acuerdos bilaterales y con organismos internacionales en el

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área de la no proliferación nuclear, emprendidos por los gobiernos de los presidentes Menem Y Collor de Mello, continuados en Brasil por Itamar Franco.

mente, esa continuidad es la que explica que una cuestión tan controversial como la ratificación del Tratado de Tlatelolco, que significó el cambio de una larga tradición diplomática sostenida por diferentes gobiernos de distinto signo, incluso por regímenes dictatoriales, fuera tan rápidamente aprobada con un claro apoyo multipartidario. El resultado positivo de este caso, sin embargo, no parece constituir ejemplo de exitosa coordinación institucional entre el Poder Ejecutivo y Legislativo en el área de la política exterior.

Durante la década del noventa, deben destacarse la Declaración de Iguazú de noviembre de 1990, donde Argentina y Brasil renunciaron formalmente a la manufactura de armas atómicas; la Declaración de Guadalajara de julio de 1991, comprometiéndose a no permitir el almacenamiento de armas nucleares; y fundamentalmente, el muy importante acuerdo de salvaguardias nucleares firmado entre Argentina, Brasil y la OIEA, en diciembre de 1991, por el cual se establece un sistema de monitoreo a ser implementado por ambos países conjuntamente con la OIEA 31.

7.


Conclusiones

Este trabajo quizás presenta más incógnitas de las que es capaz de responder. Sin embargo, el estudio de estos tres casos, parece indicar algunas cuestiones relativas al rol del Congreso Nacional en la formación de la política exterior, que ameritan la profundización de algunas de las conclusiones a que puede arribarse como resultado del análisis de los casos aquí planteados.

En febrero de 1992, los presidentes Menem y Collor enviaron una nota conjunta al Presidente de México Salinas de Gortari, proponiendo "algunas enmiendas de una naturaleza eminentemente técnica, que no alteran de ninguna manera los principios y objetivos del Tratado". El propósito de las mismas fue resguardar los secretos industriales y tecnológicos desarrollados autónomamente por cada país, que el articulado de Tlatelolco no aseguraba. Así el 26 de agosto de 1992, la Conferencia General del Organismo para la Proscripción de las Armas Nucleares en América Latina y el Caribe (OPANAL), aprobó las enmiendas propuestas conjuntamente por Argentina, Brasil y Chile, dejando el camino expedito para la ratificación por todos los países que todavía no lo habían hecho 32

En primer lugar, puede decirse que el Congreso Nacional, a pesar de las atribuciones constitucionales que le permitirían desempeñar un alto perfil, o incluso en algunas cuestiones cierto poder de iniciativa, se caracteriza por tener un rol marginal en el proceso de toma de decisiones en política exterior.

En Argentina, el Senado Nacional aprobó la ley enviada por el Poder Ejecutivo por unanimidad de todos los bloques, destacándose el apoyo del radicalismo, y los partidos provinciales además del justicialismo. Los planteos dados por cada bancada ratifican las líneas de continuidad observadas en esta materia por la diplomacia argentina durante los últimos años 33

El Poder Ejecutivo, como producto de un sistema político presidencialista, reforzado por el liderazgo partidario en torno a la figura del presidente, controla claramente las instancias en las cuales el Congreso participa, y cuando las normas constitucionales exigen ineludiblemente la intervención del Poder Legislativo, el PEN determina los tiempos de esa intervención.

En la Cámara de Diputados los legisladores radicales no votaron en bloque, aunque la mayoría se sumó al Grupo de los Ocho y otros partidos minoritarios, que se opusieron a la ratificación de Tlatelolco, como consecuencia de reparos en el fundamento político de la ratificación, por considerarla como una nueva manifestación de alineamiento con EEUU. Otros diputados radicales fundaron su negativa en diferentes cuestiones 34.

Sin embargo, a pesar de estas condiciones generales de marginalidad y subordinación, en función de los tres casos analizados, el Congreso Nacional ha demostrado jugar un rol importante en la formación de la política exterior ante dos situaciones. Cuando la resistencia a las políticas del Ejecutivo adquiere fuerza por tratarse de cuestiones muy relevantes, con relativamente fuertes efectos sobre la opinión pública nacional, sectorial o provincial, como en el caso de la soberanía territorial considerada, combinadas con el deterioro extremo de la coordinación entre ambas ramas del gobierno. Esta falta de coordinación se da incluso dentro del oficialismo, como consecuencia de un excesivo marginamiento, podría hablarse de "indiferencia", por parte del Ejecutivo respecto del Legislativo. La otra alternativa, de signo opuesto, se verificaría a partir de la continuidad en las líneas

Este caso, particularmente por la poco frecuente unanimidad observada en el Senado frente a cuestiones conflictivas, presenta un buen ejemplo de continuidad en las líneas estratégicas de la política exterior argentina, por sobre las diferencias de gobiernos de distintos partidos políticos. Aparente

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estratégicas seguidas por gobiernos de distinto signo partidario, sentando las bases de un acuerdo multipartidario que se impondría por sobre las diferencias políticas generales existentes entre oposición y oficialismo, y que superaría la falta de una adecuada coordinación ejecutivo-legislativo.

dores. Debemos reconocer que en nuestro país, encontramos un sistema institucional presidencialista, con un sistema de partidos políticos similar al de los regímenes parlamentarios por su control centralizado. Dentro de estas condiciones, no sorprende el rol marginal del Congreso Nacional en el proceso de formación de la política exterior.

De todos modos, dentro del amplio universo de los ámbitos y cuestiones de la política exterior argentina, incluso de asuntos que demandan ratificación o intervención legislativa, la participación efectiva del Congreso Nacional parece encontrarse limitada a casos muy particulares, donde la naturaleza de la cuestión, o su efecto sobre la opinión pública, otorgan particular relevancia política al asunto. Desafortunadamente, la generalidad de los casos, parece estar signada por la ausencia de la participación del Congreso en el proceso de toma de decisión en política exterior.

A pesar de una visión general crítica, se pueden detectar algunos elementos prometedores. A partir del funcionamiento de la institución legislativa por más de diez años, desde el restablecimiento de la democracia, la permanencia de algunos políticos en la escena legislativa nacional por un período considerable, o el ingreso a la institución legislativa de figuras políticas más relevantes, como ex-gobernadores, que gozan de mayor autonomía política en sus distritos, han dado lugar a que un conjunto de legisladores hayan comenzado a adoptar un rol más significativo en los asuntos exteriores. Todavía no puede hablarse de un rol de liderazgo legislativo autónomo, pero tanto dentro del oficialismo como de los distintos partidos de la oposición, se va destacando la tarea especializada de algunos senadores y diputados. El ulterior desarrollo de este fenómeno podría permitir que el Congreso atempere algunas de las deficiencias consideradas, y que vaya adoptando un rol más relevante, dentro de las limitaciones estructurales reconocidas, en el complejo proceso de formación de la política exterior argentina.

Un aspecto que se destaca claramente es la falta de mecanismos de coordinación fluidos y permanentes, que no sólo permitan las consultas entre representantes del PEN y los legisladores a partir del tratamiento de las leyes en las Cámaras respectivas, sino que también asegure una corriente periódica, y sobre todo previa a la adopción de decisiones. La marginalidad del Poder Legislativo se ve reforzada, simultánea e inversamente a la cuota de control del PEN sobre la política exterior, por la participación legislativa ex post, que obliga al Congreso a una opción drástica manifestada únicamente por la aceptación o rechazo en forma total de las cuestiones puestas a consideración del Congreso. Ante esta alternativa, dada las condiciones político-institucionales existentes, el PEN normalmente se impone sin mayor dificultad.

La debilidad del Congreso Nacional se comprende en el marco general de su posición en el sistema institucional del país, donde su poder de influencia sobre la formación de las políticas públicas en las distintas áreas es relativamente menor a la observada en otros poderes legislativos dentro del sistema presidencialista. Cabe aclarar que en el área de la política exterior es incluso menor. Sin lugar a dudas, la fuerte concentración de poder político en la figura del Presidente explica este fenómeno. El titular del Poder Ejecutivo en la República Argentina, tradicionalmente, ejerce no solamente los fuertes poderes constitucionales de la máxima magistratura, sino también un estricto control político sobre el partido mayoritario. Esto último es crucial, pues el partido político controla no solamente las posiciones de poder y autoridad dentro de cada cámara legislativa, sino también en muchos casos, la misma posibilidad de reelección y continuidad de las carreras políticas de los legisladores.





Notas



(21)

pueda disponer las medidas adecuadas para que, de conformidad con la solicitud formulada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a todos los Estados, contenida en el párrafo 3 de su resolución 678 (1990) adoptada el 29 de noviembre de 1990, la fuerza argentina en el Golfo Pérsico preste apoyo apropiado a las acciones que pudieran emprenderse en aplicación de párrafo 2 de la citada resolución.


Artículo 2do: El Poder Ejecutivo Nacional informará al Congreso de la Nación de las medidas que adopte en virtud de la presente ley.


Artículo 3ro: de forma". Diario Clarín, 12 Enero 1991. Los diputados Federico Storani (UCR) y Jorge Yoma (PJ) presentaron sendos proyectos en al Cámara de Diputados solicitando la intervención del Congreso, aunque sólo el primero condenaba al gobierno por encontrarse "en la más absoluta ilegalidad de acuerdo con lo dispuesto por el artículo 67, inciso 25, de la Constitución Nacional". Diario Clarin Enero 12 1991. Diarios Clarín y La Nación, 18 Enero 1991. Diario Clarín, 18 y 19 de enero 1991. Diario Cronista Comercial 18 enero 1991. Diarios Página 12, 22 enero 1991, y Clarín, 24 enero 1991. Según el "Informe a la Opinión Pública-Acuerdo Argentino-Chileno de 1991 Sobre la Zona del Hielo Continental" publicado por el PEN-Ministerio de RREE y Culto en los diarios nacionales el 5 de agosto de 1992, el acuerdo convencional "otorga 1.238 km2 a la Argentina y 1.057 km2 a Chile", y es considerado más conveniente que la incierta alternativa del arbitraje.



Por ejemplo, a la reunión conjunta del martes 7 de julio de 1992, asistieron el Embajador Olima, el ex-canciller Luis María de Pablo Pardo, el ex-presidente de la Corte Internacional de Justicia de la Haya, José María Ruda, el director del IGM, Cnl Horacio Migliorini Lima, el titular de la Comisión Argentina de Límites, Gral Miró. Diario La Nación 10 julio 1992. Diario La Nación, 21 julio 1992. Declaraciones al Diario El Mercurio de los Diputados Chilenos Federico Ringeling y Antonio Horvath, y del Senador Vitalicio Designado Ronald Mc Intyre, reproducidas por el matutino argentino La Nación en sus ediciones del 20 y 28 de julio de 1992. Diario La Nación, 20 de julio 1992. Diario La Nación, 28 julio 1992. Diario Página 12, 13 agosto 1992. Diario Clarín, 20 agosto 1992. Los diputados justicialistas opuestos al proyecto eran: Francisco Toto (PJ-Santa Cruz), José Corchuelo (PJ-Chubut), Graciela Camaño (PJ-Buenos Aires), y Humberto Romero (PJ-Corrientes). Diario Clarín, 27 de agosto 1992. Los votos en cada Comisión se contabilizaban de la siguiente manera. En RREE, 12 votos a favor y 16 en contra; mientras en la Comisión de Defensa, 12 a favor y 13 en contra. Los votos claves, ante la oposición monolítica de los otros bloques, corresponden a los justicialistas Toto, Corchuelo Blasco, Camaño y Romero, miembros de RREE, y este último, también miembro de la Comisión de Defensa. Diario Clarín, 21 agosto 1992. Ver Diario Clarín del 28 de agosto de 1992, página 4, donde se sintetizan una serie de errores y demoras inexplicables en la vinculación entre la Presidencia, la Cancillería y los bloques parlamentarios. Diario La Nación, 11 noviembre 1993. El Acuerdo con la OIEA ha sido aprobado por el Congreso Nacional por la ley Nro 24.113. Para mayores detalles sobre los antecedentes de la ratificación de Tlatelolco, ver Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores, 5ta Reunión, 15a Sesión Extraordinaria, 24 de Marzo de 1993, pp. 5001-5024. Diario Clarin, 25 agosto 1992. Diario de Sesiones del Senado, Ibidem.



(6)

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(34)

Elsa Kelly votó por la negativa ante el rechazo de una enmienda de su autoría que condicionaba la entrada en vigencia del tratado a su aplicación en forma simultánea con Brasil y Chile, mientras Conrado Storani (hijo), Normando Alvarez García, Antonio Berhongaray y Victorio Bisciotti presentaron un dictámen en minoría, que rescata las enmiendas incorporadas a Tlatelolco, pero cuestiona los fundamentos oficiales por las asimétricas presiones ejercidas por los países desarrollados sobre Argentina, y el despliegue de armamento nuclear por Gran Bretana en las Islas Malvinas. Diario Página 12, 11 noviembre 1993. Para mayores detalles ver Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados de la Nación, 25a Reunión-2da Sesión Ordinaria de Pórroga-Noviembre 10 de 1993.

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14/11/22

DAÑOS COLATERALES DE LA GUERRA DEL GOLFO PERSICO 1991



RESABIOS DE GUERRA

Daños colaterales

Sumado a los “pecados de guerra” cometidos durante la ocupación de Irak, bajo la sospecha de que ese país contaba con armas de destrucción masiva, después de 20 años de finalizado el conflicto bélico, el Síndrome de la Guerra del Golfo sigue marcando a fuego a los veteranos norteamericanos.



Por Esteban Magnani y Luis Magnani


Después de la Guerra del Golfo (ver recuadro), los veteranos inundaron los consultorios con quejas variadas. Protestaban por fatiga crónica, erupciones cutáneas, migrañas, dolores musculares, de problemas cuyo origen debían ser desórdenes neurológicos, como por ejemplo “se me duerme el brazo” o pérdidas de memoria, alteraciones del sueño, dificultades respiratorias, gastrointestinales, menstruales y cardiovasculares. Sin embargo, y pese a la variedad, los médicos en general atribuyeron las quejas a causas psicológicas y al estrés.

Ahora, y después de haber sido negado como si fuera una enfermedad vergonzante, el Síndrome de la Guerra del Golfo (SGG) ha hecho su entrada triunfal en el sendero de la aceptación que el gobierno de los EE.UU. le debía. Si se recuerda que la Guerra del Golfo ocurrió hace casi dos décadas, se tendrá una idea de lo que le ha costado a ese gobierno reconocer su existencia.

Como era de esperar, la causa es el dinero, aunque esto no deja de ser curioso: reconocer la existencia del SGG llevará a autorizar importantes sumas para el tratamiento de los sufridos veteranos, mientras que mantener la creencia de que todo se debe a un estrés post-traumático, la excusa más común entre las que se alegaron, no conduce a tal erogación. Por lo visto, según un punto de vista bastante peculiar, una enfermedad orgánica es más “real” –y merece ser tratada– que una psicológica.

El informe que ha venido a cambiar el status quo sobre el tema proviene del Comité Consultivo de Investigación de las Enfermedades de los Veteranos de la Guerra del Golfo. La creación de este comité no fue sencilla. El Congreso la decidió en 1998 porque los veteranos no estaban recibiendo los cuidados que merecían y recién en el 2002 quedó constituido por 15 miembros. De ellos, dos tercios son científicos y el resto veteranos.

EL INFORME PELICANO

Las conclusiones del informe, aparecido en noviembre del 2008, no dejan lugar a dudas. El mentado SGG es real y afecta a alrededor de una cuarta parte de los 700 mil estadounidenses que intervinieron en el conflicto bélico.





La causa principal se debió al contacto de los soldados con dos sustancias químicas: el bromuro de piridostigmina y ciertos pesticidas usados sin mayor control para defenderse de jejenes y mosquitos. Tan belicosos eran los insectos, que la desesperación indujo a rociar también carpas –donde los combatientes se alimentaban– y uniformes. Por su parte, el bromuro se daba a las tropas para contrarrestar los efectos del gas nervioso en caso de que se usara en un ataque.

Es que la convicción de que los iraquíes desatarían una guerra química llevó, según el informe, a una precaución que resultó tan dañina como el presunto elemento a combatir. Sin embargo, lo que a primera vista parecería exagerado, se justifica cuando se conoce que las alarmas detectoras de ese gas sonaron con frecuencia en las acciones de esa guerra. Claro que los gobiernos dijeron que fueron falsas alarmas.

Otra causa apuntada por el comité, aunque con menos probabilidades, proviene del bombardeo y destrucción de un depósito de armas cerca de Khamisiyah. La nube de gas sarín (ver recuadro) llevada por el viento habría afectado a unos 100 mil soldados.

A la luz de estos datos, muchos de los que se negaban a caer en la necedad total pudieron hablar. Lord David Craig, mariscal de la Real Fuerza Aérea Británica, dijo que aceptar la gravedad que tenía el SGG para los veteranos era una obligación, una deuda contraída con mucha anterioridad. Con lógica pura, afirmó que eran tan víctimas de la guerra como aquellos alcanzados por una bala o una esquirla.

Por su parte, James Binns, veterano de Vietnam y presidente del comité, afirmó que lo trágico de la situación recaía en que, por las idas y vueltas del asunto, no existe hoy un tratamiento eficaz; e instó al Congreso a asignar 60 millones de dólares anuales para la investigación con el fin de encontrar la cura. Sin embargo, no cargó las tintas sobre los errores pasados; más bien, afirmó que el tema debía ser considerado como un proyecto primordial para el nuevo gobierno.

LA CARACTERIZACION DEL SINDROME

Es al epidemiólogo Robert Haley, de la Universidad de Texas, que se debe gran parte del conocimiento del SGG. Ya por el 2003, al advertir que los tests diseñados por las autoridades buscaban demostrar –porque era lo que esperaban– la presencia de un estrés post-traumático, y no el hallazgo de un diagnóstico “abierto”, encaró el problema con su propia metodología. “Lo que hay que hacer es lo que se hace frente a una nueva enfermedad: definirla. Si se le pregunta a la gente si tiene dolores o achaques, dirá que sí. 

Pero si se le pregunta si tiene dolores en las articulaciones que le impiden dormir y duran meses, la gente sana dirá que no; mientras que los veteranos del Golfo contestarán que sí”, dijo. Su manera de encarar las cosas tuvo éxito y sus hallazgos fueron luego confirmados por otros laboratorios, como el de Han Kang del Departamento de Asuntos de Veteranos, en Washington, que comparó los síntomas de 10 mil veteranos del Golfo contra 9 mil veteranos que no eran de esa guerra.

Robert Haley logró definir tres grupos de síntomas entre los que afectan a los veteranos del Golfo. El Síndrome 1 abarca los que afectan el sueño y las alteraciones de memoria. El Síndrome 3 contempla los dolores musculares y articulares. El 2 es el más serio y abarca los trastornos cerebrales, muchos manifestados en forma de confusiones y mareos.

Fueron necesarias casi dos décadas. Probablemente poco quede para recuperar a estos veteranos, a esta altura en la que el Estado norteamericano muestra tan poca piedad por propios y ajenos por igual.

La guerra y sus consecuencias

La Guerra del Golfo Pérsico, o Guerra del Golfo, ocurrió entre 1990 y 1991. En ella, Irak combatió contra una coalición internacional compuesta por 34 naciones y liderada por los EE.UU. Surgió como respuesta a la invasión y anexión del Emirato de Kuwait por parte de Irak. También se la conoce como Operación Tormenta del Desierto, en Estados Unidos, y como Um M’aarak, “La Madre de todas las batallas”, en Irak.

El gas sarín es un arma química de guerra creada por el hombre y clasificada como agente nervioso. Las personas que han entrado en contacto con él pueden experimentar síntomas (que no causa sólo el sarín) diversos como flujo nasal, dolor en los ojos, sudor excesivo, presión en el pecho, diarrea, mareo y dolor de cabeza, entre otros. Si el contacto fue prolongado pueden ocurrir convulsiones, parálisis y una falla respiratoria que lleva a la muerte.