1/11/20

SCHIARETTI Y LA MISION DIFERIDA DE LA GUERRA DEL GOLFO



La benevolencia financiera del emir de Kuwait se explica por su enorme agradecimiento a la Argentina -entre otras tantas naciones- por haber participado de la coalición internacional que liberó al país en la llamada Guerra del Golfo Pérsico, librada durante el segundo semestre de 1990 y los primeros meses de 1991.





El gobernador Juan Schiaretti acaba de firmar un contrato en Kuwait para financiar la construcción (un tanto paradojal, considerando el origen de los fondos) de seis acueductos troncales en la provincia de Córdoba.

Las condiciones de financiamiento obtenidas son, decididamente, extraordinarias: 50 millones de dólares, 24 años de plazo, cuatro años de gracia y una tasa de interés del 3%. Si se considera el riesgo país que ostenta la Argentina por estos días, podría especularse con que algún jeque kuwaití se haya equivocado de papeles.

Pero no, no es ningún error. La benevolencia financiera del emir de Kuwait se explica por su enorme agradecimiento a la Argentina -entre otras tantas naciones- por haber participado de la coalición internacional que liberó al país en la llamada Guerra del Golfo Pérsico, librada durante el segundo semestre de 1990 y los primeros meses de 1991.

El 2 de agosto de 1990,el ejército de Saddam Hussein invadió Kuwait pretextando antiguas reivindicaciones territoriales. El entonces presidente George Bush organizó, rápidamente y bajo el paraguas de las Naciones Unidas, una coalición internacional para enfrentar al dictador iraquí y liberar al pequeño reino de su yugo. Carlos Menem, entreviendo una oportunidad histórica para reposicionar a la Argentina en el mundo occidental, decidió unirse la entente y ordenó el envío del 
destructor ARA Almirante Brown y la corbeta ARA Spiro para que integraran la fuerza multinacional (como nota de color, el operativo fue denominado “Alfil”). Su gesto fue debidamente reconocido, tanto por Bush como por el jeque Yaber Al-Ahmad Al-Yaber Al-Sabah. 

El estadounidense y el argentino fueron los invitados más celebrados por los kuwaitíes en los fastos del décimo aniversario de la liberación, llevados a cabo en febrero de 2001.
Algunos años después de la guerra, Kuwait decidió establecer una línea de créditos especial como un gesto hacia los países árabes en desarrollo que habían integrado la coalición y, por gratitud, la extendió a la Argentina. Aunque esta línea estuvo disponible desde principios de siglo, prácticamente nadie la utilizó. Germán Kammerath, en los albores de su mandato como intendente, llevó a cabodecididas gestiones para obtenerla, pero la crisis de finales de 2001 pulverizó cualquier posibilidad de endeudamiento, por más benéfica que ésta hubiera resultado.


Para un país como el nuestro, el hecho de que exista un préstamo blando esperando durante tanto tiempo y que casi nadie lo haya gestionado es, cuando menos, un desatino, especialmente considerando las circunstancias que rodearon la decisión kuwaití. 


En la Guerra del Golfo, tanto la Argentina como su presidente jugaron cartas fuertes, del tipo que comúnmente no se arriesgan. Colaborar con una fuerza de tareas internacional dispuesta a entablar combate con las fuerzas armadas iraquíes no era una agenda estrictamente nacional, ni sus beneficios evidentes en lo inmediato.
Vale destacar que, más allá de que las unidades de la Armada se limitaron a tareas de patrullaje y brindar cobertura al tren logístico que abastecía las fuerzas en el teatro de operaciones, lejos de la batalla terrestre, la decisión de Menem significó el reingreso del país a la escena internacional, un talante que el riojano mantuvo a lo largo de sus diez años de gobierno. 

La reciente (y, por cierto, magnífica) reunión del G20 en Buenos Aires es, si se quiere, el certificado póstumo de aquellos años en los que Buenos Aires se coddaba con las principales potencias del mundo.
No es casual que uno de los advertidos de esta posibilidad crediticia haya sido Schiaretti. El gobernador está empeñado en llevar adelante un ambicioso programa de infraestructura y en gestionarlo sin fisuras.

 Detrás de esta “política del cemento” se esconden recursos provenientes de fuentes diversas, la mayoría de ellas fruto de créditos y colocación de deuda, sin dejar de mencionar a una serie de compromisos financieros de la Nación que, por ahora, no se han cumplido.

La oposición suele advertir por el nivel de endeudamiento que esta política supone. No obstante, y aunque sea razonable preocuparse por los pasivos -especialmente cuando lo que se intenta es reemplazar al gobernador el año próximo- no debe olvidarse que, por definición, la obra pública es intergeneracional, es decir, que su goce no estará circunscripto a quienes la disfrutarán en lo inmediato. Esto es bastante básico, y es de suponer que hasta los críticos de Schiaretti aceptan el principio, aunque, tácticamente, deban callarlo.

La gran dificultad, sin embargo, no deviene en reconocer esta característica, sino en las condiciones financieras de los montos que se comprometen. No es lo mismo un crédito de un organismo multilateralque la colocación de deuda en divisas extranjeras a través de un bono provincial. 

Como siempre, en la decisión de utilizar uno u otro mecanismo pesan muchos factores, entre ellos el tiempo. Así, las condiciones ventajosas que ofrece, por ejemplo, el BID, suelen estar penalizadas por una serie de procedimientos que trascienden a un gobierno determinado y que, de tan sinuosos, conspiran contra el corte de cintas en el momento oportuno, cosa que no ocurre cuando se toma deuda en el mercado.

El hecho de contar con un financiamiento como el logrado con Kuwait -claramente uno del tipo político, en el mejor sentido del término y que contrasta vivamente con la “generosidad” de Hugo Chávez hacia su aliado Néstor Kirchner en 2008(3% contra 15% de interés en dólares)- permite calzar lo mejor de dos mundos. No hace falta insistir en que contar con dinero fresco y barato para ejecutar obras de infraestructura en plazos acotados es el sueño de cualquier gobernante.

En este sentido, debe dársele a Schiaretti la derecha por haber persistido en un insospechado camino iniciado en un conflicto lejano,tanto en el tiempo como en la geografía. Los dinares kuwaitíes estuvieron siempre esperando por los audaces que quisieran salir de la zona de confort financiera.

 Hubo pocos, poquísimos, argentinos que lo intentaron; el cordobés fue uno de ellos. Es, si se quiere, un protagonistade la misión diferida de una política argentina muchas veces vilipendiada y de una guerra que, más allá del petróleo y de los intereses en juego, la comunidad internacional libró exitosamente contra un dictador sangriento.

31/10/20

FUERZA ESPACIAL DE EE.UU LLEGA UN NUEVO MUNDO

 


                              El desierto




En esta imagen publicada por la Fuerza Aérea de Estados Unidos, el capitán Ryan Vickers posa para una foto con su nuevo uniforme tras asumir el cargo en un traslado de la Fuerza Aérea de Estados Unidos a la Fuerza Espacial de Estados Unidos en la Base Aérea de Al-Udeid, Qatar, el martes 1 de septiembre de 2020. 



DUBÁI, EMIRATOS ÁRABES UNIDOS — La recién formada Fuerza Espacial de Estados Unidos está desplegando tropas en una nueva y vasta frontera: la península arábiga.


La Fuerza Espacial tiene ahora un escuadrón de 20 efectivos destinados en la Base Aérea catarí de Al-Udeid, su primer destino en el extranjero. Esta rama del ejército, creada a instancias del presidente, Donald Trump, es la sexta de las fuerzas armadas estadounidenses y la primera que se crea desde la introducción de la Fuerza Aérea en 1947.


El proyecto ha provocado escepticismo en el Congreso, sátira en Netflix y, debido a un logo muy similar, bromas sobre “Star Trek” y batallas intergalácticas.


Es posible que en el futuro se libren guerras en el espacio, pero el desierto árabe ya ha visto lo que los expertos describen como la primera “guerra espacial”, la operación Tormenta del Desierto de 1991 para expulsar a fuerzas iraquíes de Kuwait.




Estados Unidos afronta ahora nuevas amenazas en la región, del programa iraní de misiles y de los esfuerzos por piratear e inutilizar los satélites.


“Empezamos a ver a otros países que son extremadamente agresivos preparándose para llevar el conflicto al espacio”, dijo a The Associated Press el coronel Todd Benson, director de las tropas de la Fuerza Espacial en Al-Udeid. “Tenemos que poder competir y defender y proteger todos nuestros intereses nacionales”.


En una ceremonia celebrada este mes en Al-Udeid, 20 miembros de la Fuerza Aérea flanqueados por banderas estadounidenses y grandes satélites entraron en la Fuerza Espacial. Pronto se les sumarán más efectivos para formar una unidad de “operadores espaciales clave”, que gestionarán satélites, seguirán la pista de maniobras enemigas e intentarán evitar conflictos en el espacio.


“Las misiones no son nuevas, y la gente no es necesariamente nueva”, dijo Benson.


Eso preocupa a algunos legisladores estadounidenses, que ven la nueva rama, con sus planes de tener 16.000 efectivos y un presupuesto de 15.400 millones de dólares en 2021, como un proyecto capricho de Trump antes de las elecciones presidenciales de noviembre.


Las preocupaciones sobre la militarización del espacio exterior existen desde hace décadas. Pero conforme aumenta la competencia por el espacio, expertos militarse han defendido la necesidad de crear un cuerpo espacial para defender los intereses estadounidenses.


Las amenazas de países rivales han crecido desde la Guerra del Golfo en 1991, cuando el Ejército de Estados Unidos utilizó por primera vez coordenadas GPS para indicar a las tropas dónde estaban en el desierto cuando expulsaban de Kuwait a las fuerzas del dictador iraquí Saddam Hussein.


Benson rechazó identificar a las naciones “agresivas” que monitorearán y quizá combatirán sus tropas. Pero la decisión de desplegar personal de la Fuerza Espacial en Al-Udeid sigue a meses de tensiones en alza entre Estados Unidos e Irán.


La hostilidad entre los dos países, desencadenada por la retirada unilateral de Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán, subió de nivel en enero cuando las fuerzas de Estados Unidos mataron a un importante general iraní. Irán respondió lanzando misiles balísticos contra soldados estadounidenses en Irak.


La Guardia Revolucionaria iraní, un cuerpo paramilitar, lanzó esta primavera su primer satélite al espacio, revelando lo que los expertos describen como un programa espacial militar secreto.


El gobierno de Trump ha impuesto sanciones a la agencia espacial iraní, a la que acusa de desarrollar misiles balísticos amparándose en un programa civil para poner satélites en órbita.


Las potencias mundiales con programas espaciales más avanzados, como Rusia y China, han hecho progresos más amenazantes, según las autoridades estadounidenses. El secretario de Defensa, Mark Esner, advirtió el mes pasado de que Rusia y China estaban desarrollando armas que podrían derribar satélites estadounidenses, con el potencial de crear peligrosa basura espacial y dejar fuera de servicio celulares y previsiones meteorológicas, así como drones estadounidenses, cazas, portaaviones e incluso equipos que controlan armas nucleares.


“El Ejército depende mucho de las comunicaciones, la navegación y el sistema global de alertas de misiles por satélite”, indicó el capitán Ryan Vickers, recién nombrado miembro de la Fuerza Espacial en Al-Udeid.


Las tropas estadounidenses, añadió, utilizan coordenadas GPS para rastrear a los barcos que pasan por cruciales rutas navieras en el Golfo Pérsico “para asegurarse de que no entran en las aguas internacionales de otros países”.


El Estrecho de Ormuz, la entrada al Golfo Pérsico y por donde pasa el 20% del crudo mundial, ha sido escena de encuentros tensos, en los que Irán detuvo barcos afirmando que habían entrado en sus aguas. Una señal interrumpida o errónea podría provocar una confrontación.


Se cree que Irán interfiere desde hace años con las señales de radio y satélite para impedir que medios extranjeros en farsi lleguen a la república islámica, donde la radio y la televisión están controlados por el estado.


La Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA por sus siglas en inglés) ha advertido que los vuelos comerciales que sobrevuelen el Golfo Pérsico pueden sufrir interferencias en sus comunicaciones provocadas por Irán. También barcos en la región han reportado comunicaciones de actores desconocidos que afirman falsamente hablar desde buques estadounidenses o de su coalición, según las autoridades estadounidenses.


“No es tan difícil de hacer, pero hemos visto a Irán y otros países volverse muy eficientes en hacerlo a gran escala”, dijo Brian Weeden, veterano de la Fuerza Aérea y director de planificación de programa en la Secure World Foundation, que promueve usos pacíficos del espacio exterior. “Hay una preocupación de que Irán pueda interferir con comunicaciones militares de banda ancha”.


En respuesta a preguntas de AP, Alireza Miryousefi, un portavoz de la delegación iraní ante Naciones Unidas, dijo que “Irán no tolerará interferencias en nuestros asuntos, y de acuerdo con el derecho internacional, responderá a cualquier ataque a nuestra soberanía”. Añadió que Irán ha sufrido numerosos ciberataques de Estados Unidos e Israel.


Mientras no haya un acuerdo convencional que prohíba que armas convencionales como misiles balísticos disparen desde el espacio, la militarización sólo irá en aumento, dijo Daryl Kimball, director ejecutivo de la Asociación de Control de Armas, con sede en Washington. Rusia y China ya han creado divisiones de fuerzas espaciales, y el repentino interés de la Guardia Revolucionaria en el lanzamiento de satélites ha aumentado la preocupación de Estados Unidos.


Aun así, las autoridades estadounidenses insisten en que el nuevo despliegue de la Fuerza Espacial pretende asegurar los intereses estadounidenses, no desatar una carrera armamentística fuera de la Tierra.


“El Ejército estadounidense querría ver un espacio pacífico”, dijo Benson, director de las tropas de la Fuerza Espacial desplegadas en Qatar. “El comportamiento de otros es lo que nos ha llevado a este punto”.

PEDIDO POR LOS 478 ARGENTINOS EN EL GOLFO PERSICO NO RECONOCIDOS.


  

Un Gobierno Democrático argentino nos envió a una Guerra en el Golfo Persico Año 1991 y luego que participáramos en dicha Guerra ahora sostiene que fue una Misión de Paz, si realmente así fuera deberíamos tener un Distintivo de Misiones de Paz que otorga la Organización de Naciones Unidas ( ONU ) y no, lo tenemos es una Condecoración de Kuwait y otra Condecoración de Arabia Saudita. 

Con esto se logro que Kuwait abriera una Embajada en nuestro Pais, que tuviéramos un gran apoyo de dicho Pais y que Estados Unidos nos nombrara Miembros Extra OTAN.

Pero a 30 años no nos han otorgado los Títulos, Honores y Compensaciones que nos corresponden.

Hermano Luis ojala Dios te ayude y te mejores del todos bendecidos seas..

30/10/20

EL ESCUADRON DE DESTRUCTOR 9 HIZO UN CAMBIO DE COMANDO EN EL GOLFO PERSICO

 


La capitana Elaine A. Collins


DE LT STEVEN J. SALVA, DESRON 9 PUBLIC AFFAIRS

La capitana Elaine A. Collins, de Shoreline Washington, relevó al capitán Todd E. Whalen, nativo de Virginia Beach, Virginia, como comandante del Escuadrón Destructor 9 durante una ceremonia de cambio de mando el 27 de octubre a bordo del portaaviones USS Nimitz ( CVN 68) en el Golfo Arábigo.

La capitana Elaine A. Collins, de Shoreline Washington, relevó al capitán Todd E. Whalen, nativo de Virginia Beach, Virginia, como comandante del Escuadrón Destructor (DESRON) 9 durante una ceremonia de cambio de mando el 27 de octubre a bordo del portaaviones USS Nimitz (CVN 68) en el Golfo Arábigo.

La capitana Elaine A. Collins es originaria de Seattle, Washington. Se graduó en 1996 de la NROTC de Washington State University, donde obtuvo una licenciatura en Administración de Empresas en Recursos Humanos / Personal y Gestión. 

También tiene una Maestría en Administración de Empresas en Liderazgo Gerencial de City University.

En el mar, se desempeñó como oficial de comunicaciones en USS David R. Ray (DD 971), oficial de seguridad en USS Sacramento (AOE 1), ingeniera en jefe en USS McCampbell (DDG 85) y USS Monterey (CG 61) y se desempeñó como directora ejecutiva. fugaz hasta el Comandante en Jefe a bordo del USS Momsen (DDG 92).
CAPT Collins se ha desplegado en el Golfo Arábigo en apoyo de las Resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, las Operaciones Duraderas y la Libertad Iraquí.

 También se ha desplegado en la SÉPTIMA Flota en apoyo de la Cooperación, Preparación y Entrenamiento a Flote, y en la SEXTA Flota en apoyo del Grupo Marítimo Dos de la OTAN Permanente y la Operación Esfuerzo Activo.

En tierra CAPT Collins se desempeñó como Instructor NROTC en la Universidad de Washington, en el Comando de las Fuerzas de la Flota de EE. UU. En Gestión de Fuerzas Globales y como Asistente Ejecutivo Adjunto del Comandante Adjunto, y en el Estado Mayor Conjunto, J5 - Política global y asociaciones, División de coordinación de asociaciones . Recientemente se desempeñó como Asistente Ejecutiva Adjunta y Asistente Ejecutiva del Jefe de Personal Naval.

Sus premios incluyen la Legión de Mérito, la Medalla de Servicio Meritorio de Defensa, la Medalla de Servicio Meritorio, la Medalla de Encomio de la Armada y el Cuerpo de Marines, la Medalla de Logro del Cuerpo de Marines de la Armada y varios premios de unidad y servicio.

24/10/20

LA HISTORIA DEL MARINERO (SEAL) A ALMIRANTE

 


EL MARINERO BURNS, PASO POR LA GUERRA DEL GOLFO PERSICO Y MIRA LA HISTORIA.


DEL MC1 MARK D. FARAM, JEFE DE ASUNTOS PÚBLICOS DEL PERSONAL NAVAL.
Un ex SEAL alistado se pone la estrella de un almirante, haciendo realidad el sueño del difunto almirante Mike Boorda para los marineros

Ser almirante de la Marina de los EE. UU. Ni siquiera estaba en el radar de Matthew J. Burns cuando se graduó de la escuela secundaria a mediados de la década de 1980.
El nativo de Nueva Jersey intentó ir a la universidad durante un semestre, pero rápidamente se dio cuenta de que no tenía los hábitos de estudio ni la autodisciplina para tener éxito, por lo que recurrió al ejército con la ayuda de su hermano, que ya era un Navy SEAL alistado.

En los últimos 32 años, Burns ha pasado de ser un recluta de la Armada a un SEAL de la Armada, ascendiendo a un suboficial de primera clase, a dar el salto a la sala de oficiales en 1995.

Este año, se fijó en la estrella de un contralmirante, lo que lo convirtió en el primer marinero encargado a través del actual Programa Seaman to Admiral en hacerlo. Su ascenso cumplió la promesa del nombre del programa y los sueños del ex jefe de operaciones navales, almirante Mike Boorda.

El propio Boorda se levantó de la plataforma de la cubierta a la sala de oficiales. También fue un suboficial de primera clase antes de ser reclutado para un programa de puesta en servicio similar en la década de 1960, ascendiendo al rango de almirante completo y al mejor billete uniformado de la Marina.

"La Marina premia el desempeño. Si aspira a avanzar en la Marina, el desempeño sostenido es la clave", dijo Burns en una entrevista con MyNavy HR.
"Aproveche todas las oportunidades de educación y desarrollo profesional que reciba. Serán beneficiosas para su carrera en la Marina y más allá".

Burns se alistó en la Marina el 20 de abril de 1988 y se dirigió a San Diego para el campo de entrenamiento. Después de eso, asistió a la escuela de intendencia 'A' en Orlando, Florida. Su verdadero objetivo era ser un SEAL de la Marina, pero en los días previos al establecimiento de la calificación de Operador de Guerra Especial, todos los SEAL alistados provenían de las calificaciones de fuente de la flota que calificaron. en primer.
Incluso aquí, Burns encontró valor en su entrenamiento QM que lo ayudaría más tarde en una guerra especial.
"De hecho, aprendí algunas buenas habilidades de cruce", dijo. "En la escuela QM" A ", la capacitación en navegación fue especialmente útil y aprendí cómo las mareas, las corrientes y los vientos afectan el rumbo de una embarcación y la velocidad se aplica a todos los tamaños de embarcaciones, para incluir los utilizados en [Guerra especial naval] ".

A finales de 1989, Burns se había calificado como SEAL y era parte de un equipo SEAL. Dos años después, la Armada y la nación se encontraron enfrentando una guerra por primera vez en casi dos décadas. Saddam Hussein había invadido Kuwait y había comenzado la Tormenta del Desierto.

"Yo era bastante joven y mi conciencia geopolítica no estaba exactamente perfeccionada, por lo que Irak y Kuwait no estaban en mi radar hasta que el creciente conflicto comenzó a calentarse y a ser noticia en el verano de 1990", dijo.

"Estaba emocionado de tener un empleo operativo para la nación, pero definitivamente me abrió los ojos al riesgo y peligro inherentes a las guerras. También vi la valentía de primera mano por primera vez en mi vida".

Burns relató la historia de un joven EOD LT de la Armada con equipo PT "saltó desde el costado de una embarcación extranjera en la que estábamos operando para meterse físicamente entre la nave y una mina de contacto que flotaba hacia nosotros".
"Estaba durmiendo cuando se le notificó y salió corriendo de su lugar de atraque y se zambulló, sin prever el peligro; sigue siendo un recuerdo inspirador".

Burns dijo que estaba feliz de ser un SEAL alistado. Había encontrado un oficio y una carrera que disfrutaba y estaba concentrado en perfeccionar las habilidades necesarias para tener éxito en la carrera que eligió. 

Había avanzado a suboficial de primera clase, pero no pensaba que los cursos universitarios fueran una opción para él dado su programa de implementación en los días previos a la educación en línea.
Convertirse en oficial todavía no estaba en el radar de Burns.

"Realmente no lo pensé mucho durante la mayor parte del tiempo que estuve alistado", dijo. "Estaba enfocado en aprender mi oficio y convertirme en el mejor practicante táctico que pude; no estaba al tanto de ningún programa de puesta en servicio que se ajustara a los viajes frecuentes y OPTEMPO de un SEAL operativo y la comunidad, en ese momento, no tenía ningún oficiales de servicio ".
Pero el sueño de un almirante Mustang y su programa Seaman to Admiral cambiaron todo eso.

"Escuché sobre el programa por medio de un mentor mío, un SEAL LT con el que había servido en varios comandos", recordó Burns. "Me trajo el mensaje de la Marina que anunciaba el inicio de un nuevo programa para el entonces almirante [Jefe de Operaciones Navales] [Mike] Boorda, llamado Programa de Marineros a Almirantes".

El programa ahora se conoce como Seaman to Admiral - 21 o STA-21 para abreviar y fue "modelado libremente a partir del programa de puesta en servicio que hizo en la década de 1960 llamado Programa de Integración", dijo Burns.

"Cuando se implementó por primera vez, el programa STA estaba específicamente orientado a brindar una oportunidad de puesta en servicio a los marineros sin ninguna universidad", dijo Burns.

"Además, durante los primeros dos años, el programa fue diseñado para enviar candidatos a OCS y luego regresar directamente a Warfare Qualification y una gira de Fleet".

La finalización del título, dijo, llegó más tarde.

"En el caso de los primeros candidatos de NSW, volvimos directamente a las unidades operativas de NSW, lo que hizo que el programa fuera muy atractivo para mí", dijo.
Lo que también le atrajo fue una oportunidad de liderazgo que no llegaría a la comunidad de Nueva Gales del Sur hasta que se convirtiera en suboficial.

"La capacidad de obtener una comisión y una oportunidad de liderazgo antes, así como el aumento de oportunidades futuras para contribuir a la comunidad de NSW realmente me interesó", dijo.

Burns presentó una solicitud y fue aceptado en 1995, aunque su nueva oportunidad provocó una mezcla de reacciones de sus compañeros de equipo alistados.
"La mayoría me apoyó, algunos pensaron que estaba loco por 'renunciar a la vida del operador por el papeleo y tener que aprender a usar una computadora', una frase que ahora suena extraña y divertida en 2020", dijo.

Casi siete años después del día en que ingresó al campo de entrenamiento en abril de 1988, Burns se encontró en Pensacola, Florida, comenzando la Escuela de Candidatos a Oficiales. Cuando su clase se graduó en julio de 1995, el almirante Boorda estaba presente para felicitar a los graduados.

En julio de 1995, Burns estaba de regreso en los equipos como un joven alférez y recibió algunos consejos únicos sobre cómo equilibrar su experiencia alistado al asumir sus nuevas responsabilidades como oficial de los SEAL.

"Recibí un gran consejo de un jefe superior muy sabio cuando me presenté a mi comando como alférez", dijo Burns. "Me dijo que no usara mi experiencia como alistado para mostrarles a los SEAL alistados lo gran experta en la materia que era como alférez; en cambio, me dijo que orientara esa experiencia para reforzar mi confianza en ellos e informar mi defensa por ellos. "

"Esa visión filosófica simple pero poderosa sobre el liderazgo permanece conmigo hasta el día de hoy: las personas empoderadas que saben que tienen la confianza y la confianza de sus líderes son más productivas y tienen una moral más alta", dijo.

Después de su gira de 2 años, se fue a la Escuela de Posgrado Naval en Monterey, California, para obtener su título universitario.

"Había cinco SEAL listos para ir a la universidad bajo el programa STA, ya que habíamos terminado nuestro primer recorrido operativo", dijo. "El resto de la cohorte de STA tuvo que asistir a Guerra de superficie o Entrenamiento de vuelo después de OCS, por lo que estuvieron un año o más detrás de nosotros para terminar sus recorridos de Flota".

La Marina aún no había solidificado la vía de educación de STA, que desde entonces ha terminado por no ser un primer programa educativo que se lleva a cabo en las universidades del Cuerpo de Entrenamiento de Oficiales de la Reserva Naval.

"Terminé en Monterey en la Escuela de Posgrado Naval durante tres años", dijo. "Tres años en un programa de licenciatura como oficial subalterno eran potencialmente una" zona muerta "en nuestra carrera, que puede que no haya sido vista favorablemente por las futuras juntas de selección y promoción".

Para solucionar este problema, el personal de NPS ofreció a Burns y a sus compañeros de clase la oportunidad de acelerar sus estudios de pregrado y trabajar también para obtener una maestría.

"Fue una oportunidad única en la vida para obtener dos títulos en tres años", dijo, y señaló que requería un trabajo duro.

“Hubo algunos trimestres académicos durante esos tres años en los que tuve más de 26 horas de clases junto con toda la lectura y la tarea, pero al final valió la pena”, dijo.
Como oficial de los SEAL, Burns dijo que sus recorridos favoritos han sido "todo lo relacionado con operaciones tácticas o entrenamiento".

Aunque pueda parecer contradictorio, también disfrutó de su tiempo trabajando en el personal de la Armada como Gerente de la Comunidad de Oficiales de Guerra Especial Naval OPNAV N13.

"Aprendí mucho sobre la adhesión, la promoción, la retención y la planificación de la configuración de la fuerza", dijo. "Creo que es realmente importante aprender completamente su oficio en la Marina, para incluir personal, recursos humanos y recursos".

La guerra especial naval, dijo, se basa en el principio de que el ser humano es la principal plataforma de armas.

"Por lo tanto, RR.HH. tiene una influencia enorme en nuestra efectividad como comunidad", dijo.

"La toma de decisiones centrada en las operaciones, sin la información de RR.HH. y las consideraciones de recursos rara vez resultan bien", dijo. "Entonces, decidí que si me quedaría en la Marina y competir por puestos de alto nivel en Nueva Gales del Sur, quería estar bien redondeado. "

Durante la mayor parte de su carrera como oficial, convertirme en almirante "no estaba en mi radar como una posibilidad hasta que estuve al mando principal", dijo. Sin embargo, tiene un sentido de logro ahora que lo ha logrado.

"Estoy orgulloso - orgulloso de estar asociado con la Marina, la Comunidad de NSW y la Comunidad de Operaciones Especiales Conjuntas", dijo. "Me ha brindado oportunidades y recompensas que estaban más allá de mi imaginación antes de alistarme. He conocido a personas excelentes y amigos de toda la vida en la Marina y otros servicios, y son principalmente las personas las que me motivan a seguir sirviendo".

Lo que lo ha mantenido en la Marina como marinero y un SEAL se remonta al argumento de venta de su hermano para lograr que se uniera en primer lugar.
"Al explicar por qué debería unirme a la Marina, mi hermano asoció estar en un equipo SEAL con estar en un equipo deportivo", dijo. "Eso me resuena hasta el día de hoy, el propósito singular y la visión compartida".

Entonces, con este hito ahora en su estela, ¿qué sigue para Burns?
"Se trata de servicio en este momento, y donde la Marina cree que puedo ser útil y eficaz", dijo. "Estoy feliz de poder ponerme el uniforme todos los días".

21/10/20

BALANCE DE LA POLITICA EXTERIOR E INTERNACIONAL DE LA ARGENTINA

EX-PRESIDENE MENEM CON CLINTON

  En torno al debate revisionista que se viene dando en algunos medios y sobre todo en las redes sociales durante los últimos días respecto del menemismo, es interesante también echar un poco de luz sobre su política exterior. 

Una política que va más allá de las “relaciones carnales” con la que inmediatamente se la asocia. Desde 1889, año de la Primera Conferencia Panamericana celebrada en Washington, la Argentina se constituyó en antagonista de los Estados Unidos en diversos foros diplomáticos. 

Nuestro país fue neutral durante las dos guerras mundiales y después de 1945 promovió una “tercera posición” entre los dos grandes bloques dominantes del período. Uniéndose eventualmente al Movimiento de los Países No Alineados, del cual recién saldría en 1991 cuando el entonces canciller Guido Di Tella lo calificaría de "un movimiento nostálgico y del pasado" buscando de esta manera un mayor acercamiento a los Estados Unidos y continuando las políticas de alineamiento con la potencia del norte comenzadas dos años antes al asumir el gobierno de Menem. 

En “El fracaso del proyecto argentino: educación e ideología” publicado por Carlos Escudé en 1990 se describe la preocupación que sentían a principios del Siglo XX numerosos miembros de la clase dirigente ante la babel de idiomas y costumbres en los que se estaba convirtiendo el país a causa del constante flujo migratorio. 

Por lo cual consideraban necesario impartir una educación para dotar de sentimiento patriótico y uniformar al “crisol de razas” que era la Argentina de comienzos del Siglo XX. Pero a finales de ese siglo, con el recuerdo fresco de la derrota en Malvinas, con la Guerra Fría terminada y la clara consolidación definitiva de los Estados Unidos como hegemón en el plano internacional ya no quedaba margen para enfrentamientos. La política exterior argentina en su laberinto. 

 En la verdad no hay grieta: el único compromiso es con vos El gobierno argentino envió tropas de la Armada a la primera Guerra del Golfo, en 1991, en lo que se denominó como “Operación Alfil”. Estados Unidos no necesitaba de un par de buques de guerra y dos helicópteros argentinos para darle una lección a Saddam Hussein, pero se trató de una operación de grandes proporciones simbólicas. 

La bandera argentina encabezó los desfiles de victoria en la ciudad de Nueva York, una vez finalizada la guerra. El país rompió la tradición de neutralidad en conflictos internacionales. El alineamiento con el país vencedor y hegemónico ya era completamente total. 

Al mismo tiempo se restablecieron relaciones con el Reino Unido, Argentina se convirtió en aliado de Washington extra OTAN, y se concretó la creación del MERCOSUR. La política exterior de los años noventa incluso se basó en una teoría de Relaciones Internacionales creada y desarrollada en Argentina: el realismo periférico del mentado Carlos Escudé. 

El académico ha escrito que su teoría es una “política exterior al servicio del pueblo”. Ya que el fin último es el desarrollo del Estado que la implementa. Para esta teoría son fundamentales los conceptos de inversión y consumo de autonomía. Es decir, entender muy bien en qué momentos se “puede” contradecir al hegemn y en cuáles no. 

 A su vez, no ata su teoría a ningún tipo de modelo económico. Crítico del neoliberalismo económico del gobierno de Carlos Menem, Escudé defiende fervientemente su política exterior. 

Tras el final de la Guerra Fría, el grueso del establishment político argentino estaba convencido de que plantear una lucha de poder con los Estados Unidos en defensa de los intereses nacionales no se podía sostener. Había que hacer un giro copernicano en materia de política exterior, acercándose a los vencedores del conflicto. 

Según Escudé, esto bien podía significar dejar de defender cierto orgullo patriota producto de la educación impartida por la elite gobernante durante todo el Siglo XX. La política exterior no debe analizarse sin tener en cuenta no sólo la política interna sino también el contexto que la crea. 

Las “relaciones carnales” fueron parte de una política exterior articulada, pensada y ejecutada por el gobierno argentino acorde al clima político de aquellos años. Es imposible pensarla sin entender también el panorama internacional donde tuvo que desenvolverse.

ARGENTINA, GRAN ALIADO EXTRA -OTAN



La democracia no se ejerce solo con el voto, sino también en la calle Lealtad a la traición Educación y planificación tienen que ser prioridad tras siete meses de cuarentena El peronismo y la oposición carecen de liderazgo. 

 El estatus de gran aliado extra-Organización del Tratado del Atlántico Norte otorgado a la Argentina en 1997 fue un reconocimiento al compromiso y la contribución argentina a la paz y la seguridad internacional, hecho materializado a raíz del envío de naves al golfo Pérsico en 1991 y por la participación en las Operaciones de Mantenimiento de la Paz de la Organización de Naciones Unidas (ONU). 

Tradicionalmente, los aliados extra-OTAN (Israel, Corea del Sur, Australia, entre otros) son beneficiarios de la adquisición, el financiamiento y el acceso a material bélico estadounidense, así como la transferencia de tecnología, insumos y repuestos de países aliados. 

Desde hace años ningún gobierno nacional ha usufructuado los beneficios que ofrece esta distinción, hoy vigente. La persistente negativa a la hora de profundizar la cooperación militar con Estados Unidos y sus aliados, si bien ha pasado indiferente frente a nuestra clase dirigente, no lo fue para EE.UU., que logró reacomodar las prioridades acercándose a Brasil y Colombia. Argentina y EE.UU. han sabido construir intereses convergentes en la agenda de seguridad internacional, aunque, también vale decir, existieron disensos metodológicos. 

Las diferencias son obvias: EE.UU. es una potencia con intereses globales, mientras que Argentina es un país intermedio y mantiene su condición periférica. Sólo una mirada desprevenida podría creer en desinterés por parte de EE.UU. para cooperar con Buenos Aires. 

Hoy el contexto internacional demanda la necesidad de cooperación con nuestro país en cuestiones relacionadas con los asuntos hemisféricos, el Atlántico Sur, la seguridad nuclear, las inversiones y el comercio, entre otros. 

El paso del tiempo nos dice que ya no se trata de evaluar ideológicamente la conveniencia o no de mantener vínculos y cooperación con los países centrales, sino de hallar mecanismos conducentes al interés nacional. 

Tal como ocurre con la participación del país en el Foro del G20, abocado a las reformas de la arquitectura financiera internacional, o en la reciente Cumbre de Seguridad Nuclear 2016, destinada a la no proliferación nuclear. Desempolvar el acuerdo de gran aliado extra-OTAN ayudaría a evitar el atraso y la obsolescencia tecnológica-militar que hoy nos asisten, con el consiguiente riesgo de quedar rezagados en el esquema de defensa que propone la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), ámbito en el que se torna imperiosa la necesidad de reducir las asimetrías en torno a capacidades, medios y esfuerzo bélico de nuestro país respecto de los de Brasil y Chile. 


En este sentido, Argentina debería recrear sinergias en el campo estratégico-diplomático que actúen como soportes del crecimiento y el desarrollo sustentable. En el pasado, la defensa tuvo su lugar. Hoy tiene una nueva oportunidad si renueva la búsqueda de ventanas de oportunidad sopesando los deseos en materia militar con las genuinas posibilidades. 

ACA NO EXISTE NINGUN REPRESENTANTE DE LA ARGENTINA.


TORMENTA DEL DESIERTO OLVIDADA POR EL EX-PRSIDENTE MENEM




Desde octubre de 1990 a enero de 1991, Argentina, por instrucciones del presidente Carlos Menem, participó de la primera guerra contra Irak tras su invasión a Kuwait, como parte de las naciones aliadas a los Estados Unidos. Al frente del denominado Operativo Alfil, el rol que le tocó a la Argentina fue el bloqueo naval.

Cuya tropa realizó unas 900 intercepciones y perdió un helicóptero, pero no fue una baja de guerra precisamente, sino que está registrado como un accidente. 


Fueron cuatro las oportunidades en que se dio orden de "fuego" contra el enemigo en una guerra que había iniciado en forma espectacular y CON TRANSMISIONES EN VIVO DE CNN QUE PASARON A LA HISTORIA.

Los datos de la época dan cuenta que nada menos que el 95% de la gente rechazaba enviar fuerzas militares al Golfo Pérsico, e igual el Poder Ejecutivo lo decidió. 


Allí surgió la figura de un opositor de entonces, Luis Zamora, que se embanderó en contra y una frase que todavía sirve de excusa para muchas cosas en cualquier gobierno: Domingo Cavallo, por entonces ministro de Defensa, dijo que había que ir porque eso "atraerá inversiones extranjeras".

12/10/20

PARTICIPACIÓN DE UNIDADES NAVALES

Cuando personas pertenecientes a la Armada Argentina, se encuentran en el exterior se creen que se la saben a todoas, y no es asi, primero estudiar y despues hacer declaraciones que llevan a confucion. 
Y que pasa ahi donde se equivocan que les comento mas abajo.

Considerando que el país aún no ha participado con unidades navales en una operación de paz, el presente trabajo analiza la experiencia de Argentina, en aquellas operaciones de paz en las cuales su Armada ha comisionado buques de guerra, en cumplimiento a exigencias de la política exterior de su país. 

Para ello, se han utilizado algunos textos bibliográficos del Capitán de Fragata Juan Carlos Neves de la Armada de Argentina, quien habiendo sido Comandante de las unidades ARA Intrépida y ARA Almirante Brown, fue asignado a la Academia de Guerra de EE.UU. 

Contralmirante Retirado.Veterano de Guerra de Malvinas, Lic en Sist Navales, Master en RRII, Master en Management. Presidente del partido Nueva Unión Ciudadana.


Entre 1991 y 1993, inicialmente como alumno y posteriormente como investigador en el Centro de Estudios de Guerra Naval de dicho establecimiento, publicando posteriormente sendos artículos sobre las experiencias de su armada en las operaciones de paz del golfo de Fonseca y de la crisis y guerra del golfo Pérsico. 

Hasta el año 1990, las operaciones de paz se habían efectuado principalmente con medios terrestres y aeronaves, para las cuales las Naciones Unidas habían obtenido bastante experiencia en el despliegue de esa clase de fuerzas, sin dimensionar realmente los beneficios que se podían obtener al incorporar unidades navales para cumplir con los objetivos de las misiones de paz. 

La participación de unidades navales argentinas en este tipo de operaciones internacionales, se materializó durante los primeros dos años de la década de 1990, siendo interesante su conocimiento, por tratarse de las primeras experiencias de esta naturaleza para una armada sudamericana.






11/10/20

30 AÑOS PASARON DE LA TORMENTA DEL DESIERTO Y LA INTERVENCION ARGENTINA...





La guerra del Golfo Pérsico (2 de agosto de 1990 - 28 de febrero de 1991), o simplemente guerra del Golfo, fue una invasión librada por una fuerza de coalición autorizada por Naciones Unidas, compuesta por 34 países y liderada por Estados Unidos, contra la República de Irak en respuesta a la invasión y anexión iraquí del Estado de Kuwait.

Esta guerra también fue llamada (por el líder iraquí Sadam Husein) como «la Madre de todas las batallas», y comúnmente conocida como Operación Tormenta del Desierto por el nombre operacional estadounidense de la respuesta militar.

El inicio de la guerra comenzó con la invasión iraquí a Kuwait, el 2 de agosto de 1990. Irak fue inmediatamente sancionado económicamente por las Naciones Unidas.



Posiblemente, la invasión de Kuwait por parte de Irak, estuviese relacionada en un principio con el petróleo, pero en realidad hay más. En meses anteriores, ambos países habían tenido una serie de disputas; Irak alegaba que desde 1980, Kuwait había estado robándole petróleo desde su yacimiento de Rumaylak (situado bajo ambos territorios). Por otra parte, Irak, que dependía del valor del combustible para pagar su deuda externa contraída en la guerra contra Irán (casi 40.000 millones de dólares, con intereses de 3.000 millones por año), se sentía afectado por la superproducción de Kuwait y otros países del golfo, que mantenían un precio bajo del insumo.



Al amanecer del 2 de agosto de 1990, las tropas iraquíes cruzaron la frontera de Kuwait con vehículos armados e infantería, ocupando puestos y puntos estratégicos en todo el país, incluyendo el Palacio del Emir. Este movimiento se había planeado con todo cuidado para evitar las sospechas de los servicios de inteligencia de occidente y kuwaitíes. Antes del ataque, los iraquíes comenzaron a moverse desde Basora hacia Kuwait, levantaron grandes campamentos de municiones y logísticos, pero llevando a cabo medidas de engaño, para ello mandaron importantes órdenes por tierra y evitaron el desplazamiento de depósitos de municiones.

El ejército de Kuwait fue rápidamente vencido, aunque lograron dar el tiempo necesario para que la mayoría de las fuerzas aéreas de aquel país lograsen huir a Arabia Saudita.

Después de que un breve gobierno títere liderado por Saddam Hussein fuese instalado, Iraq anexó Kuwait. Hussein instaló entonces un nuevo gobernador provincial, describiendo lo acaecido como la "liberación" del pueblo de las manos del Emir; esto fue usado principalmente como propaganda de guerra.


Apenas se tuvo noticia de la invasión de Kuwait, el consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, condenó este acto a través de una serie de resoluciones, de la misma forma que lo hizo la Liga Árabe. Los dictámenes fueron: Resolución Nº 660, que condenó el ataque e invasión iraquí; luego siguieron varias más entre las que se contaban las resoluciones Nº 661 del 6 de agosto de 1990, que imponía sanciones económicas; la Nº 665 del 25 de agosto, acerca del embargo marítimo; la Nº 670 del 25 de septiembre acerca del bloqueo aéreo, y finalmente, la que autorizaba el empleo de la fuerza o resolución Nº 678 del 29 de noviembre. Esta última exigió a Irak que saliera de Kuwait antes del 15 de enero de 1991. Si se incumplía el plazo y no había respuesta favorable, todos los países participantes podrían poner en práctica la resolución Nº 660 y atacar a Irak.

Como respuesta a estos sucesos, el 16 de enero de 1991 una coalición internacional de 34 países liderada por Estados Unidos y bajo mandato de la ONU, inició una campaña militar con el fin de obligar al ejército invasor a replegarse de Kuwait, atendiendo a la resolución Nº 660 de la ONU.


Argentina
Arabia Saudita
Australia
Bangladés
Bélgica
Canadá
Checoslovaquia
Corea del Sur
Dinamarca
Egipto
Emiratos Árabes Unidos
España
Estados Unidos
Francia
Grecia
Hungría
Italia
Kuwait
Marruecos
Países Bajos
Níger
Nueva Zelanda
Noruega
Omán
Pakistán
Polonia
Portugal
Catar
Reino Unido
Senegal
Siria


Para la batalla, la coalición había logrado reunir un ejército de 959.600 hombres, 2.000 carros de combate y una flota de 100 barcos de guerra entre los que había seis portaaviones, además de un impresionante despliegue aéreo de al menos 1.800 aviones.



Los iraquíes disponían de un ejército de 545.000 soldados, 4.500 blindados y 700 aviones de combate entre los que había MiG-21, MiG-23, MiG-25, MiG-29, Mirage F-1, Su-24 y algunos bombarderos Tupolev Tu-22K (de todos estos modelos, el más útil era el Su-24 Fencer, por su capacidad multifunción y de operar en todo tiempo). También contaban con un buen número de misiles Scud-B de alcance medio y algunas plataformas móviles con las cuales era posible dispararlos desde cualquier zona en Irak. Todo esto sin mencionar un importante arsenal de armas químicas y biológicas que los iraquíes habían desarrollado durante la guerra contra Irán.




La campaña inició el 17 de enero con una serie de bombardeos en los que se utilizaron 100 misiles crucero Tomahawk disparados desde barcos estacionados en aguas del Mar Rojo y el Golfo Pérsico.

Durante la primera semana de ataques aéreos, la coalición anunció que se había logrado la destrucción de al menos 350 aviones enemigos, mientras que los iraquíes afirmaban haber derribado 60 aviones aliados.



En un intento por romper la coalición y provocar la salida de Egipto, Siria, Arabia Saudita y otras naciones árabes del conflicto, Saddam Hussein dio la orden de bombardear Israel usando misiles Scud-B para obligar al estado hebreo a entrar en la guerra. La táctica no funcionó y los israelíes se abstuvieron de realizar represalias, pero estos ataques obligaron a la coalición a modificar sus planes. A partir de ese momento, las plataformas móviles con las cuales los iraquíes disparaban contra Israel serían el objetivo principal de los ataques. Para ello se destinaron gran cantidad de F-15 E que gracias a su muy perfeccionado radar APG-70, cumplían con los requisitos para rastrear y destruir las tan escurridizas plataformas de lanzamiento de Scud. En total unos 41 misiles Scud con carga convencional impactarían sobre las ciudades israelíes de Tel Aviv y Haifa.



La campaña aérea comenzó casi inmediatamente después de la invasión a Kuwait el 2 de agosto de 1990. Apenas cinco días después de este hecho, el presidente George Bush anunció que EE.UU. enviaría fuerzas armadas a Arabia Saudí. La 1ª TFW (ala táctica de caza) del mando táctico aéreo de la base aérea de Langley, Virginia, había sido notificada 36 horas antes acerca del despliegue de sus 3 escuadrones, como primera fase de la Operación Escudo del Desierto. Al día siguiente del discurso del presidente, los cazas comenzaron a llegar a Arabia Saudí (a la base aérea de Dhahran), y a su segundo día en el país árabe, comenzaron las misiones CAP (patrulla aérea de combate), junto con aviones F-15C y Tornado ADV de la Real Fuerza Aérea Saudí.



Los ataques iniciales estaban compuestos por misiles de crucero Tomahawk lanzados desde buques de guerra situados en el Golfo Pérsico, aviones de ataque furtivos F-117A Nighthawk armados con bombas inteligentes guiadas por láser, y aviones F-4G Wild Weasel armados con misiles antirradar HARM para supresión de defensas aéreas enemigas.7 Estos primeros ataques permitieron a los cazabombarderos F-14, F-15, F-15E, F-16, y F/A-18 lograr la superioridad aérea sobre el país y entonces continuar el lanzamiento de bombas guiadas por láser y por televisión.



Los aviones de ataque A-10 Thunderbolt II, armados con potentes cañones automáticos y misiles aire-superficie Maverick, bombardearon y destruyeron las fuerzas blindadas iraquíes, apoyando el avance de las tropas terrestres de Estados Unidos. Los helicópteros de ataque AH-64 Apache y AH-1 Cobra dispararon misiles Hellfire y TOW que eran guiados hacia los tanques marcados por observadores en tierra o helicópteros de reconocimiento. La flota aliada también hizo uso de los AWACS E-3 Sentry y una flota de bombarderos estratégicos B-52.




La Fuerza Aérea Iraquí efectuó algunas salidas en un intento por defender al país, pero no había mucho que pudiera hacer ya que la coalición contaba con aviones de última generación como el F-15 Eagle, el F-16 Falcon, el F-14 Tomcat, el Panavia Tornado, el F-117 Nighthawk y otros más que eran apoyados por aviones de contramedidas electrónicas como el EA-6P Prowler de la armada estadounidense y el EF-111A de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (por aquella fecha, considerado como probablemente el mejor avión de guerra electrónica del mundo), además del E-3 AWACS, al que se le debe gran parte del éxito de la campaña aérea.



En los combates aéreos, los iraquíes perdieron 39 aviones de los cuales 30 derribos fueron causados por los F-15 Eagle. Se calcula que unos 127 aviones de Irak fueron destruidos durante el conflicto, entre estos se contaban cinco de los seis bombarderos Tupolev Tu-22K con que contaba la nación árabe.



Durante los encuentros sucesivos sobre los cielos de Irak, los F-15 Eagle estadounidenses lograron abatir 5 MiG-29, 8 MiG-21, 2 Su-25, 4 Su-22, 1 Su-7 y 8 Mirage F-1. También reseñable fue el derribo de un Mirage F-1 iraquí por un EF-111 estadounidense, el cual le hizo colisionar contra el suelo con maniobras y contramedidas electrónicas. Todavía el 19 de enero un MiG-29 consiguió derribar un Tornado británico, pero pronto se hizo evidente que no había forma de competir con el poderío de la coalición y los mejores pilotos iraquíes decidieron huir en sus aviones hacia Irán.



Privados de fuerza aérea y acosados por intensos bombardeos, las fuerzas terrestres de Irak optaron por proteger sus tropas y su equipo blindado bajo tierra con lo que perdieron toda movilidad. En esta fase se destinaron gran cantidad de F-16C a destruir blindados cuyos chasis se encontraban enterrados en posición de tiro. El objetivo era, una vez alcanzada la supremacía aérea, obtener un equilibrio de fuerzas aceptable para el futuro ataque por tierra. Con el dominio del aire, la coalición incrementó sus ataques a fin de que Saddam Hussein diera la orden de retirarse de Kuwait y aceptara rendirse.



Los resultados de la campaña aérea fueron abrumadores para las fuerzas iraquíes y mermaron terriblemente su capacidad de combate por no hablar de su moral. Se estima que al terminar la guerra unos 2 435 tanques, 1 443 blindados y 1 649 piezas de artillería fueron destruidos o inutilizados como consecuencia directa de los demoledores ataques aéreos. Cabe destacar que el A-10A Thunderbolt II estadounidense dio buenos resultados en sus acciones contra los blindados iraquíes.




Se demostró la efectividad y se justificó la enorme inversión hecha en aparatos como el F-117A, y el E-3 Sentry. Si bien el caza Stealth ya había sido puesto a prueba en Panamá, este fue su examen de graduación, en el que no sufrió daño alguno, y sin embargo produjo grandes estragos en puntos vitales de comunicación e inteligencia iraquíes donde ningún sistema antiaéreo pudo detectarlo.




Otros aviones como el C-5 Galaxy y el C-130 Hércules demostraron su incalculable valor para la Fuerza Aérea al transportar un porcentaje considerable de la carga bélica necesaria en el teatro de operaciones. Cabe destacar que el C-5 fue el que transportó la mayoría de los misiles Patriot en su despliegue inicial.



Cerca de 350.000 hombres con 4.200 carros de combate, 3.000 piezas pesadas de artillería, y otros 3.000 vehículos acorazados se trasladaron a Kuwait o al sur de Irak para prestar apoyo a las unidades de vanguardia. Las 10 divisiones que habían quedado libres en el frente iraní gracias al acuerdo de paz de 1990, se dirigieron también a Kuwait. Las divisiones del ejército regular se desplegaron a lo largo de las fronteras con las divisiones acorazadas pesadas detrás de ellas. Los iraquíes construyeron bermas para ocultar los carros, e inmediatamente después de la línea exterior de defensa se encontraba la infantería y bunkers dispuestos a menudo en forma triangular, los que además eran apoyados por carros con sus chasis enterrados en posición de tiro. En total eran unas 20 divisiones las que desplegaron como primer escalón desde la costa kuwaití hacia el oeste a unas 50 millas, las cuales provenían de los cuerpos de ejército II, III y VII.

Desde un principio los altos mandos occidentales que se encargarían de planificar y llevar a cabo las acciones terrestres en el teatro de operaciones, sabían que la mayor amenaza iraquí era su gran número de carros de combate y vehículos acorazados, independiente de si eran avanzados o no. Se distinguen dos etapas globales en los despliegues que hicieron los aliados en la Operación Escudo del desierto y Tormenta del Desierto.




Las primeras tropas en desplegarse fueron el XVIII Cuerpo Aerotransportado y la 82 División Aerotransportada. Luego le seguirían los contingentes del Ejército de EE. UU. algunos de los cuales estaban cubiertos por apoyo aéreo propio en forma de AH-64 Apache, sistemas MLRS, carros de combate pesados y defensa antiaérea (proporcionada por los misiles antiaéreos Patriot de la 11 Brigada, y Hawk), las fuerzas especiales del Ejército de EEUU, y el destacamento Delta de Operaciones Especiales.




Paralelo a los movimientos de tropas norteamericanos, los demás países hacían los suyos propios. Los británicos, a través de la Operación Granby 1 desplegaron las primeras tropas de tierra para apoyar inicialmente a la RAF y a los aliados. Se envió a la 7ª Brigada Acorazada, unidades especializadas en guerra NBQ, apoyo sanitario provisto por algunos Reales Regimientos de Ingenieros, comunicaciones, etcétera.




Los franceses, por su parte cooperaron desplegándose en septiembre de 1990, luego de un altercado diplomático en unas de sus embajadas en Kuwait. Sus elementos eran la 6ª División Ligera Acorazada de la Fuerza de Acción Rápida francesa, apoyados por helicópteros Gazelle.

Por parte de los árabes, hubo una muestra muy dispar de poderío. Los saudíes mostraron su gran arsenal mayoritariamente occidental, con su Guardia Republicana como los mejores exponentes en cuanto a adiestramiento militar se refiere. Egipto aportó unos 35.000 hombres, con oficiales muy experimentados, constituyendo el mayor contingente proporcionado por un país árabe a la causa; el resto de las contribuciones fue una mezcla de unidades de combate de diverso estado de preparación bélica.



Antes del inicio de la operación "Sable del desierto" -nombre con el cual se conoció la ofensiva terrestre masiva aliada sobre Kuwait- ya se habían estado ejecutando misiones secretas tras las líneas enemigas, con el objeto de destruir ciertos elementos vitales de los iraquíes. Famosas llegaron a ser las unidades del escuadrón B de las fuerzas SAS británicas llamadas en nombre clave, Bravo One Zero, Bravo Two Zero y Bravo Three Zero. Estos grupos de ocho hombres cada uno, cruzaron las frontera a fines de enero con órdenes de proporcionar información acerca de emplazamientos de misiles Scud escondidos, destruir dichos misiles, líneas terrestres de comunicación del ejército y fuerza aérea iraquí. Su principal objetivo eran los TEL de los Scud, dado el peligro de que Israel entrara en el conflicto. Algunos de estos hombres fueron asesinados o capturados por los iraquíes.




El 13 de febrero de 1991, algunas unidades de la 1ª y 2ª División de Marines desplegadas en la frontera con Árabia Saudita realizaron algunas incursiones de tanteo dentro de Kuwait con el objetivo de medir el peligro con vistas a iniciar un ataque por tierra. Una de estas unidades estadounidenese fueron las fuerzas especiales (F.A.S.T.)las cuales penetraron en Kuwait para destruir las fuerzas enemigas y los depósitos de tanques y artillería emplazadas en el centro de la ciudad y al mando del primer teniente Martin Villanueva sometieron a las fuerzas enemigas causándoles más de 176 bajas y la captura de todos los depósitos ahí pertrechados , siendo una de las batallas mas sangrientas y de alta recistencia por la fuerza enemiga , fue una gran victoria para los Marines y sus fuerzas especiales.



El siguiente paso de la coalición fue movilizar el grueso de sus fuerzas hacia el Oeste, en dirección a la línea Wadin al Batin donde las defensas Iraquíes consistían en meros montículos de arena, dispersos y no guarnecidos además de zanjas y campos minados. Las fuerzas estadounidenses estuvieron acompañadas por la 6ª División acorazada, Daguet francesa, y la 1ª británica, con las célebres Desert Rats. Los franceses ocuparon todo el tiempo la posición más occidental funcionando como un escudo protector para el resto de las fuerzas aliadas. El plan recibió el nombre de Hail Mary y consistía en rodear a las fuerzas enemigas a través de un flanco para envolverlas, sorprenderlas y al mismo tiempo cortarles la retirada.



A los dos días de haber iniciado el asalto terrestre, unos cien mil soldados iraquíes se rindieron en masa ante las fuerzas de la coalición que avanzaban sin ningún problema. Incluso uno de los oficiales estadounidenses mencionó que atravesaban las pocas líneas iraquíes que encontraban como "cuchillo en mantequilla". La única batalla por tierra de cierta importancia fue denominada "73 Easting" en la que carros de combate del séptimo cuerpo se toparon con la división Tawakalna de la Guardia Republicana, con más de 3000 blindados, que se retiraban y comenzaron un enfrentamiento que duró seis horas y que se convirtió en la mayor batalla de blindados de la historia reciente, por detrás de la batalla de Kursk. Cabe destacar en esta batalla el hecho de que 9 M1 Abrams y 2 M2/M3 Bradley 2 desbandados abatieron a más de 300 tanques T-72 y T-80 de la división Tawakalna mientras buscaban al grupo principal.



El 28 de febrero de 1991 Irak se rindió y aceptó las condiciones impuestas por las Naciones Unidas.





Operativo Alfil





Destacado a las órdenes del Capitán de Navío Eduardo Alfredo Rosenthal, estuvo compuesto por el destructor ARA Almirante Brown (D-10) y la corbeta ARA Spiro (P-43), más dos helicópteros Alouette III (matrículas 3-H-109 y 3-H-112).

En el escaso tiempo de una semana se alistaron ambas unidades, y el 25 de septiembre de 1990 zarparon. Para llegar al área de operaciones se eligió una ruta prima facie más larga, a través de la costa africana y el mar Mediterráneo, pero que permitió tener cerca puntos de eventual apoyo logístico. A su vez, permitió incorporar equipos de comunicaciones de la US Navy en la base de Rota (España) y efectuar el degaussing (medición y calibrado de firma magnética para la guerra de minas) en el polígono de La Spezia (Italia).

Durante la Operación Escudo del Desierto (hasta el 15 de enero de 1991), la misión era de control del tránsito marítimo y cumplimiento del embargo de materiales, mercadería y carga que fuesen a o proveniesen de Irak o Kuwait. 

Desde el 15 de enero de 1991, la misión se amplió al mantenimiento de las líneas de comunicaciones marítimas para las fuerzas de la Coalición, patrulla de área en soporte de dichas fuerzas y escolta del tren logístico desde Omán hasta la costa kuwaití, donde estaban en estación permanente los buques capitales (portaaviones, cruceros, portahelicópteros) de la coalición.

 Esta ampliación de la misión original fue permitida por la Ley 23904 del Congreso de la Nación Argentina, que facultó al Poder Ejecutivo Nacional para autorizar una participación más activa en las operaciones.

Las estadísticas totales de misión dejan un total de 570 interceptaciones y 17 misiones de escolta, cubriendo escolta de 29 naves de la coalición. Estas misiones implicaron que el GT abriese 4 veces fuego. En cuanto a la sección destacada de la 1º Escuadrilla Aeronaval de Helicópteros, ésta realizó 67 vuelos.

Destacado a las órdenes del Capitán de Navío Rodolfo Hasenbalg, estuvo compuesto por la corbeta ARA Rosales (P-42) y el transporte ARA Bahía San Blas (B-4).

La corbeta P-42 cumplió misiones de patrullaje y escolta, agregada al comando naval multinacional. Dicha nave logró unas 326 intercepciones. Posteriormente, realizó maniobras combinadas con las Armadas Española, Inglesa y Estadounidense. La Rosales recibió apoyo logístico de buques franceses y australianos.

El "Bahía San Blas" transportó elementos de ayuda humanitaria, como víveres, agua, trigo, etc.

En julio, el GT 88.1 regresó a la Argentina, concluyendo su misión.

LAS DOS FRAGATAS DE MENEM

EXTRA- OTAN

Plenamente alineado con los Estados Unidos y al principio de su década de gobierno, el ex presidente Carlos Menem decidió involucrar a la Argentina en la Guerra del Golfo. 

Fue en setiembre de 1990 y por decreto.






Se trató de dos fragatas misilísticas y 450 marinos que estuvieron lejos del foco de conflicto para apoyar el bloqueo naval impuesto al régimen de Saddam Hussein. Menem dijo que se trataba de una tarea "logística" y no "operativa". 

( SIN NO SON OPERATIVA QUE HACIAMOS AHI)

Las acciones comenzaron el 16 de enero de 1991 y concluyeron el 2 de marzo.

(INCOHERENCIA ESTUVIMOS EN PLENA GUERRA)

HAY DOCUMENTOS FIRMADOS POR EL CONGRESO, TANTO DIPUTADOS COMO SENADORES......AUTORIZADOS A LA GUERRA, UTILIZAR MEDIOS DE FUERZA QUE ES ???? ESTAR MIRANDO ???? 


A diferencia de la actualidad, en aquella ocasión se trató de una operación plenamente avalada por la ONU, que dispuso el bloqueo luego que las tropas iraquíes invadieron Kuwait en agosto de 1990. En total fueron 22 países los que estuvieron presentes en el Golfo Pérsico.

La decisión de Menem generó el rechazo de la oposición ya que no fue consultada al Congreso, que finalmente la aprobó, aunque ya con los hechos consumados, el 24 de enero.

Pero las peores críticas vendrían después, tras los atentados en 1992 contra la Embajada de Israel y en 1994 contra el edificio de la AMIA, sede de la mutual de la comunidad judía en la Capital. 

El saldo fue de 115 muertos y más de 200 heridos. El cuestionamiento se refería a que los atentados podían ser represalias de terroristas árabes por el apoyo argentino a los Estados Unidos en el Golfo.