26/6/25

TORMENTA DEL DEL DSIERTO II


¿Cuán viable es una nueva campaña militar masiva similar a la de la guerra del Golfo Pérsico en 1991?






El inicio de la primera guerra del Golfo Pérsico de 1991 estuvo contextualizada (y como no podía ser de otra manera) por un trasfondo oscuro que tuvo como protagonista al entonces flamante presidente George H. Bush en momentos que la URSS se desmoronaba. Para el “establishment” en Washington DC el Iraq de Saddam Hussein ya no era necesario ya que Irán había quedado exhausta tras ocho años de una guerra brutal y además, estaba fastidiando con sus reclamos a sus amigos de Kuwait.

Esos reclamos por el robo de petróleo que estaban llevando adelante los kuwaitíes fueron alentados por la CIA mientras al mismo tiempo y obviamente sin que lo supiera Saddam Hussein, convencían a los kuwaitíes de su legitimidad en el proceder. Ello derivó en conversaciones con Arabia Saudita de mediador, pero todo estaba planeado para que fracasaran y los iraquíes cayeran en la trampa. Así el 2 de agosto y con la promesa de Bush de no interferir (comunicada a través de la embajadora April Glaspie), las tropas de Saddam invadieron Kuwait.

Pasaron 35 años de todo aquello y las evidencias de que todo había estado planificado para destruir a Iraq y darle una ventaja estratégica a Israel ya no se discute. Hoy es Donald Trump quien, bajo otras circunstancias, pero en un mismo escenario y con otra excusa busca consagrar el anhelo de Tel Aviv de destruir a la república Islámica de Irán.

Pero como bien vemos, las épocas han cambiado y los viejos misiles SCUD-B reformados de Saddam han sido desplazados por nuevos sistemas de misiles que ni los estadounidenses ni los israelíes creían poder concebir y mucho menos en manos de los iraníes. Así y como en 1990, los buques estadounidenses y de sus más leales socios de la OTAN -principalmente británicos y franceses- ya están llegando a las aguas del golfo pero, a diferencia de aquel entonces hoy las sorpresas en armas navales en contra podrían cambiar el panorama en solo unas horas.

Una vez más, los estrategas del Pentágono saben que controlar las aguas del golfo es un factor estratégico fundamental para la logística.

EEUU ha movilizado dos de sus portaaviones a la zona contabilizando unos 250 aviones embarcados y unidades de escolta. Es cierto que cuenta con bases aéreas y de apoyo logístico en toda la región, especialmente en Qatar y Arabia Saudita pero, el control de las aguas del golfo es un punto estratégico si Trump quiere prevalecer y mantener el flujo comercial marítimo intacto. Ante esto ¿Cuál será el papel de Naciones Unidas? Con sus precedentes y en especial con el demostrado en la primera guerra de 1991 y lo que hoy sucede en Gaza, no debemos esperar nada. Washington se valió de esta organización para validar aquella guerra y luego la invasión de 2003 con lo que ¿Qué cambiará esta dinámica?

En Teherán la horrible experiencia de sus vecinos árabes fue un aprendizaje valioso, máxime sabiendo que serían los próximos en la lista confeccionada por los neoconservadores y los sionistas revisionistas en Washington DC.

Este foro podrá verse impresionante a la vista, pero las decisiones que involucren los intereses de Israel se toman dentro de las cuatro paredes del Salón Oval. Las deliberaciones y los comunicados de su secretaria solo son una mera cacofonía del poder real y al cual no se aplica la Carta orgánica. Un ejemplo de esto fue la silenciosa visita que hizo a La Casa Blanca del recalcitrante sionista mesiánico Mark Levin para “cabildear” el ataque contra Irán. Esto demuestra que EEUU esta tan cooptado por el sionismo que ya no se requiere de AIPAC para presionar al gobierno.

Pero en el escenario de una nueva campaña similar a la “Tormenta del desierto”, EEUU y sus aliados corren riesgos altamente letales que en 1991 no corrieron por las malas decisiones estratégicas de Bagdad. Primero, Irán no es Iraq algo que en el Pentágono y la CIA son muy conscientes. Las circunstancias actuales presentan desafíos muy difíciles de cubrir para los angloestadounidenses, aún con las ventajas de la inteligencia electrónica con la que cuentan.

Un solo dato para recordar. En 1991 pese a la superioridad aérea que logro la Coalición, tuvieron muchos problemas para ubicar y destruir a las plataformas de misiles SCUD-B. Esa misma dificultad la vieron en esta época en Yemen donde a pesar de la inteligencia electrónica provista por el CENTCOM no han podido frenar los ataques con Drones y misiles balísticos similares. Esto solamente hablando de esta clase de armas “Tierra-tierra” como el misil hipersónico “Fatta 1” que más allá de las mentiras de las FDI que hablan de eliminación de lanzaderas la realidad inmediatamente les desmiente. En el mismo asunto pero ya hablando del aspecto naval, la incertidumbre es total. Ahora bien ¿Cuáles podrían ser las contramedidas de la armada estadounidense y de sus socios atlantistas contra los nuevos sistemas de misiles antibuque iraníes?

Desde la década de los ochentas con la guerra de los petroleros hasta el presente los iraníes han tomado en serio la necesidad de proteger su litoral marítimo y en ese plan el desarrollo de misiles navales ha sido tan importante como los tierra-tierra.

Al parecer los almirantes no han informado a Donald Trump de las capacidades navales de la CGRI y los peligros reales para sus unidades. Ello no solo implica contemplar los hipotéticos daños y pérdidas materiales y de personal sino de los costos que ya implican la movilización. La amenaza que espera atenta en las extensas costas iraníes son los sistemas de misiles navales DF-21D modificados y en especial los hipersónicos (una variante nativa del CH-AS-X13 chino) que además de su asegurada efectividad y destructividad, serían imposibles de interceptar mucho menos por la autonomía en su sistema de guía al blanco.

Esta claro que para la industria armamentística occidental es otro fabuloso negocio, pero si las cosas escalan nuevamente y un solo misil antibuque de última generación iraní daña o hunde un portaaviones como el USS-Nimitz, será tarde para lamentaciones y conociéndose la arrebatada personalidad del mandatario estadounidense, sus decisiones podrían arrastrar a su país a una catástrofe que se volvería global. Y si esa instancia llegase, ¿Intervendrán Rusia y China?

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