La invasión de Kuwait fue condenada inmediatamente por la comunidad internacional. A medida que la Guerra Fría llegaba a su fin, se aprovechó, inmediatamente, la oportunidad para reiniciar el papel, hasta entonces, latente, de las Naciones Unidas en seguridad colectiva y gestión de conflictos.
El 2 de agosto de 1990, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la Resolución 660 e impuso sanciones económicas contra Irak.
El 29 de noviembre de 1990, la Resolución 678 del Consejo de Seguridad de la ONU autorizó el uso de la fuerza contra el ejército iraquí si éste no había evacuado Kuwait antes del 15 de enero de 1991. Aprobada por 12 votos a favor, 2 en contra (Cuba, Yemen) y 1 abstención (China), fue la primera resolución de la ONU que autorizaba el uso de la fuerza desde la guerra de Corea (1950).
La coalición detuvo su avance en Irak y declaró un alto el fuego 98 horas después del inicio de la campaña terrestre. Cumpliendo su palabra, sobre todo, con el expresidente François Mitterrand, el expresidente estadounidense George H. W. Bush (1989-1993) no empujó a sus tropas a tomar Bagdad. El régimen de Saddam Hussein, aunque derrotado militarmente, permaneció en el poder. Durante la guerra, los combates se limitaron, estrictamente, a Irak, Kuwait y las zonas fronterizas con Arabia Saudita. No obstante, los escasos combates fueron intensos y causaron muchas bajas civiles y militares en el bando iraquí (según las fuentes, entre 150.000 y 180.000 víctimas, pero menos de mil en el bando de la coalición, de las cuales sólo 247 murieron en combate.
La Guerra del Golfo marcó una ruptura con el antiguo orden de la Guerra Fría. Desde un punto de vista geoestratégico, fue un hito histórico tan significativo como lo fue, políticamente, la caída del Muro de Berlín. Su ausencia en la gestión del conflicto demuestra que la URSS ya había caído de rodillas internacionalmente antes de derrumbarse sobre sí misma unos meses más tarde. En cierto modo, este conflicto, sobre todo, para los países de la región, empezando por Irak, debe interpretarse también como un rebote de la guerra Irán-Irak, que, en sí misma, por sus motivos y la inversión de alianzas tras la revolución islámica en Irán, ya estaba fuera de la estricta lógica bipolar de la Guerra Fría.
La Guerra del Golfo también debe considerarse en el contexto de la serie de enfrentamientos militares y de episodios violentos que ensangrentaron, posteriormente, la tierra de los dos ríos, ya fuera la guerra de Irak en 2003 o la guerra contra el Estado Islámico a partir de 2014. Por último, la Guerra del Golfo dio paso a una sucesión de conflictos en los que participaron Estados Unidos y sus aliados en tierras islámicas.
La Guerra del Golfo marcó una ruptura con el antiguo orden de la Guerra Fría. Desde un punto de vista geoestratégico, fue un hito histórico tan significativo como lo fue, políticamente, la caída del Muro de Berlín. Su ausencia en la gestión del conflicto demuestra que la URSS ya había caído de rodillas internacionalmente antes de derrumbarse sobre sí misma unos meses más tarde. En cierto modo, este conflicto, sobre todo, para los países de la región, empezando por Irak, debe interpretarse también como un rebote de la guerra Irán-Irak, que, en sí misma, por sus motivos y la inversión de alianzas tras la revolución islámica en Irán, ya estaba fuera de la estricta lógica bipolar de la Guerra Fría.
La Guerra del Golfo también debe considerarse en el contexto de la serie de enfrentamientos militares y de episodios violentos que ensangrentaron, posteriormente, la tierra de los dos ríos, ya fuera la guerra de Irak en 2003 o la guerra contra el Estado Islámico a partir de 2014. Por último, la Guerra del Golfo dio paso a una sucesión de conflictos en los que participaron Estados Unidos y sus aliados en tierras islámicas.
Aunque, en su momento, sólo recibió una atención relativa, también, estuvo en el origen de una dramaturgia que pretendía escenificar un antagonismo religioso, ideológico y cultural entre el mundo musulmán y Occidente.
La intervención de la coalición en la Guerra del Golfo constituyó un poderoso estímulo para la propaganda de Al Qaeda hostil ante la presencia de Occidente en la península arábiga. Falto de argumentos y recursos, el propio Sadam Hussein, que, en aquella época, era considerado un líder árabe nacionalista y laico, invocó la Yihad contra los americanos.
A un nivel más fundamental, la Guerra del Golfo desempeñó un papel clave en la generación de conflictos posteriores a la Guerra Fría, que fue de inspiración tanto desde el punto de vista del mantenimiento de la paz y de la gestión del orden mundial emergente como desde un punto de vista operativo.
La Guerra del Golfo de 1990 fue, en casi todos los aspectos, un conflicto inaugural. Anticipándose al final oficial de la Guerra Fría, pone de relieve sus principales consecuencias políticas y militares. Ante todo, la Guerra del Golfo reflejó la determinación de la comunidad internacional de aplicar, por fin, los principios de seguridad colectiva y de resolución pacífica de conflictos consagrados en la Carta de las Naciones Unidas.
En segundo lugar, demuestra que una gran potencia puede implicarse abierta y masivamente en un conflicto con fuerzas convencionales sin que ningún otro Estado envíe una señal nuclear para fomentar la moderación. Ni Rusia ni China intentaron, a finales de 1990 o principios de 1991, limitar la acción norteamericana en Irak con una advertencia de este tipo.
FINALIZADA LA GUERRA
La Guerra del Golfo marcó una ruptura con el antiguo orden de la Guerra Fría. Desde un punto de vista geoestratégico, fue un hito histórico tan significativo como lo fue, políticamente, la caída del Muro de Berlín.LOUIS GAUTIER
Un conflicto inaugural y matricial
La Guerra del Golfo de 1990 fue, en casi todos los aspectos, un conflicto inaugural. Anticipándose al final oficial de la Guerra Fría, pone de relieve sus principales consecuencias políticas y militares. Ante todo, la Guerra del Golfo reflejó la determinación de la comunidad internacional de aplicar, por fin, los principios de seguridad colectiva y de resolución pacífica de conflictos consagrados en la Carta de las Naciones Unidas.
En segundo lugar, demuestra que una gran potencia puede implicarse abierta y masivamente en un conflicto con fuerzas convencionales sin que ningún otro Estado envíe una señal nuclear para fomentar la moderación. Ni Rusia ni China intentaron, a finales de 1990 o principios de 1991, limitar la acción norteamericana en Irak con una advertencia de este tipo.
En cuanto a la Francia de François Mitterrand, se preocupó mucho por señalar que este conflicto, llevado a cabo en nombre del derecho internacional, no se libraba en una atmósfera nuclear. El conflicto del Golfo revela, así, una disyuntiva entre las estrategias nucleares de las grandes potencias y las estrategias convencionales que utilizan en sus operaciones militares exteriores. La guerra en Ucrania, desde 2022, ha restablecido, en cierta medida, este vínculo, ya que Rusia ha utilizado repetidamente la amenaza nuclear para poner límites a la participación de terceros en el conflicto.
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