VETERANOS DE AYER, DE HOY Y DE SIEMPRE
Cuando Sadam Hussein decidió incorporar Kuwait como la decimonovena provincia del
Irak no pensó que la Comunidad Internacional
iba a responder fulminantemente a su agresión. Primero con un devastador embargo, luego con el bombardeo a su
infraestructura y su ejército, y por último con una ofensiva por tierra que les expulsó de tierras
kuwaities. Veinte años después, casi 250.000 soldados
norteamericanos de los 700.000 desplegados en Arabia Saudí y
Kuwait en febrero de 1991 sufren daños cerebrales
irreversibles y durante mucho tiempo han sido ninguneados por
el Ministerio de Defensa de su país.
Mapa de las operaciones terrestres de flanqueo
en la Guerra del Golfo. La Guardía Republicana fue expulsada
rápidamente de Kuwait.
Robert
Ward era una atleta. A los 30 años fue
destinado al Golfo Pérsico para combatir a Sadam. En Irak fue expuesto a sustancias que le cambiaron para siempre
la composición cerebral. Su última carrera la corrió el día después a que Bill
Clinton fuera elegido presidente en 1992 y desde entonces, con 32 años por aquel
entonces, no pudo correr más.
“Me sentía cansado, ese típico cansancio que
se siente tras un día en el que se ha trabajado muchas horas y vas a casa y en
cuanto pillas la cama caes rendido inmediatamente” explica Ward.
Los veteranos de la primera Guerra del Golfo saben que Ward estaba
padeciendo uno de esos episodios de fatiga crónica que
les acechan desde que estuvieron desplegados en Arabia Saudí en 1991. Ahora, un
nuevo estudio sugiere que algo les cambió el cerebro para siempre, a él y a
todos los que sufren el mal conocido como el Síndrome de la Guerra del
Golfo.
Es solo
un pequeño estudio y no es definitivo. Pero los veteranos como Ward están
ávidos de algún descubrimiento que les explique sus síntomas. “Siento dolor
todos los días. Los músculos me duelen continuamente”, Ward
está imposibilitado para trabajar a jornada completa debido al dolor
ya la fatiga.
El equipo médico liderado por el doctor James Baraniuk de
la Universidad de Georgetown ha encontrado lo que parece ser un daño en la materia blanca de los veteranos de la
Guerra del Golfo que sufren fatiga crónica. Esto confirma que el Síndrome es físico y no spicosomatico. Usaron
un escáner cerebral llamado MRI (imagen de resonancia
magnética).
La política de tierra quemada de Sadam Hussein
provocó la destrucción del 10% del petróleo kuwaití y una catástrofe natural de
gran envergadura.
Los investigadores han comparado a 31 veteranos de
la Guerra del Golfo con 20 casos similares entre otros veteranos y civiles con
síntomas parecidos. Solo han podido procesar unos cuantos debido al alto coste
económico de los escáneres MRI, unos 1.100 dolares la hora.
El trabajo ha sido financiado por el Departamento de Defensa por orden del
Congreso. La investigación acerca del síndrome de la Guerra del Golfo muestra
que los soldados que sienten fatiga y dolor presentan cambios en el fascio fronto-occipital, un manojo de fibras
nerviosas que procesan la percepción del sufrimiento y la fatiga. La severidad
de estos dolores se corresponde con la intensidad de la lesión.
El
Departamento de Defensa tardó años en siquiera reconocer que existía el
síndrome de la Guerra del Golfo. Pero ahora ese departamento está financiando
una investigación que palie la fatiga crónica.
Alrededor de 700.000 militares sirvieron
en 1991 en la Guerra del Golfo, y alrededor de 2.6 millones han estado
desplegados en Irak y Afganistán. Unos 250.000 siguen
sufriendo dicho mal.
Ya en el 2006 se dijo que la exposición
a pesticidas, agentes nerviosos y químicos podrían
explicar algunos de los problemas, como fortísimos dolores de cabeza, que
sufren los afectados. Algunos estudios sugieren que los veteranos tienen mayor
propensión a desarrollar enfermedades neurológicas, incluyendo la intratable y
mortífera esclerosis lateral amiotrófica (la
enfermedad que sufre Stephen Hawking).
La aviación de la ONU redujo a chatarra al
potente ejército iraquí y desmoralizó a sus tropas.
Ward no recuerda haber sido expuesto a armas químicas,
pero, como miles de sus compañeros, respiró el humo de los ardientes campos petrolíferos cuando las tropas entraban en
Irak desde Arabia Saudí y Kuwait. “Fueron unos cuantos días en los que el sol
fue como la luna, debido a la cantidad de humo que había en el
aire”. Algunas de las otras opciones que se barajan como causa de dicho
mal son la exposición a pequeñas cantidades de gas sarín cuando
la munición química fue destruida y al abuso de una droga llamada bromuro de pyridostigmine, que se les suministró a los
soldados para protegerlos del gas sarín.
La fatiga
comenzó poco después de su despliegue. Ward, con la treintena recién cumplida y
en perfecta forma física pasó a guardar cama con fuertes dolores en las extremidades.
Solo ha trabajado 7 de los últimos 20 años y no se ha casado.
Steven
Coughlin, un investigador sobre el Síndrome de
la Guerra del Golfo, testificó en el Congreso que el Veterans Affairs, un departamento encargado de
cuidar y otorgar derechos federales a los veteranos, suprimió y manipuló los datos de la investigación para
sugerir que el desorden era spicosomatico y no físico.
Couhlin explicó que: “Si el estudio produce resultados que no apoyan
la política no escritadel Veterans
Affairs, no se publica esa información. En algunos casos cuando
un estudio embarazoso es publicado, los datos son
manipulados para hacerlos ininteligibles. “Algo que apoye que el Síndrome de la
Guerra del Golfo es de condición neurológica no es probable que
sea publicado” atestiguaba Coughlin.
Veinte años después puede que les llegue el reconocimiento de
su enfermedad a aquellos hombres desplegados bajo la primera medida de la
ONU apoyada tanto por Estados Unidoscomo
por, con ligera reticencia, Rusia. Fue
una campaña legal y apoyada casi por unanimidad por
occidente.
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