20/3/17

“LA DESCONOCIDA EXPERIENCIA ARGENTINA EN EL GOLFO PERSICO”



VETERANOS DE AYER
"El Estado Nacional todavía no nos reconoce#



Helicoptero “Sikorsky”


Aluette III Armada Argentina




Minas chinas “EM-52” y “LUGM-145”


Una mirada en tercera persona por uno de los protagonistas de la primera línea.

Cuando se ha hablado de la participación de la Argentina en el Golfo Pérsico, solo se conoce la parte más grandilocuente o si se quiere, la versión de los altos jefes y de los responsables políticos de entonces.

Pero en lo que hizo específicamente en la labor diaria de sus tripulantes, ni siquiera sus propios Comandantes en Jefe, sus camaradas de otras unidades o los nuevos reclutas que vinieron generacionalmente a posterior, se enteraron de las vicisitudes que rodearon a toda la “Operación Alfil 1”, elogiada tanto por altos mandos oficiales como de suboficiales de otras armadas.

En este sentido, no hemos sabido de casos de equipos como el del “Alfil 1” hubieran recibido el reconocimiento institucional acorde a la altura de la misión que desarrollaron. Por alguna extraña situación, hoy por hoy se han venido levantando los velos de la historia, quizá por un hastío de muchos sectores de veteranos en EEUU, que abandonados por su gobierno, se han plegado activamente luchar por evitar que sus conciudadanos se vean nuevamente involucrados en guerras tan terribles como injustificadas.

El caso del helicopterista naval Chuck P. Bennet, quien era un veterano piloto sirviendo en a bordo del USS “Saratoga” y con pase al portaaviones USS ”Midway” , refiere a una de esas crónicas siempre hay que escucharlas de afuera para saber que han ocurrido. Según él y sus compañeros del escuadrón “Alfa” de rescate y reconocimiento, creían que no tenían competencia y mucho menos muy buenos antecedentes sobre algunos de los good guys que participarían en las operaciones.

Para su sorpresa y la de sus compañeros, en el grupo de tareas estaban los “argentinos”, de los cuales recuerda entre sonrisas “no nos inspiraban mucha confianza”, según continuó comentando, “sabíamos que tenían una larga historia de anormalidades en su país y que ahora estaban con un tipo –Menem- que hacía todo lo posible por parecerse al nuestro”, recordando también la mala fama que aquellos se habían ganado en la comunidad internacional cuando tras conocer que trabajarían en conjunto, algunos mal pensados cuando se hallaban reunidos en la sala de mapas, susurraron burlonamente “Argentine, We do not have cassette players”, lo que no agrado a nuestros oficiales que nos advirtieron de no salirnos del cuadro y ser profesionales. 


Chuck voló en operaciones de vigilancia y rescate durante toda la operación “Escudo del Desierto” y tras el comienzo de las hostilidades participó en el frente de la primera línea con vuelos sobre las costas de Kuwait y la Península de Fao donde se salvo de caer fatalmente al mar tras ser alcanzado por una andanada de fuego antiaéreo. Recuerda que pudo salvarse por haber aprendido a valorar en su justa medida a quienes –como a sus enemigos- los había subestimado, mediante prejuicios basados en supuestos y charlatanerías que no tenían nada de reales.

Continua su crónica, diciendo “Fue cuando a mediados del mes de diciembre de 1990 estábamos operando con los buques argentinos recibimos la orden de trasladar a un observador del “Midway” y a su vez, recoger a un oficial del buque que lideraba su maniobras (Foto: Cubierta del Alte Brown). Para mi volar un C-47 “Chinook” era como estacionar un automóvil, aunque es un aparato bastante complicado de maniobrar, incluso en un portaaviones. Cuando surgió un problema hidráulico en mi aparato, se me asigno un “Sikorsky” hasta que lo repararan”. Según comentaba cuando le preguntaron sobre como evaluaba a los diferentes efectivos que sirvieron en aquel teatro, dijo “he conocido camaradas de todos los países y cada uno de ellos tiene talentos que pueden despertar admiración o hasta incluso, un poco de envidia. En el caso de los argentinos debo decir que la capacidad de reutilizar e improvisar sobre la marcha es envidiable”.

Sigue relatando Chuck como llego a conocer a los argentinos en las operaciones que compartieron con la escolta a un convoy de naves que debía llegar a salvo a la base naval en Bahrein. De este modo recuerda “Estábamos bajo una presión muy grande. Todos aparentábamos estar controlados pero lo cierto era que con cada día que pasaba, los efectos de los nervios comenzaban a hacer estragos y cada vez más estaban siendo más evidentes. En esos momentos estaba volando el “SH-60B Sikorsky” con el cual realice vigilancias, vuelos de rescate e interdicción, podíamos ver a estos tipos como con muy pocos implementos y gran ingenio ponían a volar verdaderos esos “carcachos” –en referencia a los Aluette III- que parecían una pecera con una pipeta de rotor”, comentó con asombro. “Por aquel entonces –siguió comentando- nos habían reportado que debíamos prestar atención a posibles siembras de minas chinas “EM-52” y “LUGM-145” con carga adicional de gas de Cloro (CL2), que además de reposar en el fondo y con una espoleta de retardo, emergía para impactar sobre un buque que pasase por encima o incluso, que operaran hombres rana para colocar minas tipo “MILA” adhesivas a los cascos de los buques”.

Según algunos informes de la inteligencia de la marina estadounidense, se habían planteado como uno de las amenazas más difíciles de erradicar serían las minas que subsistían desde la guerra con Irán, las que plantaban los iraquíes y las incursiones tácticas de hombres rana.

Para Chuck el volar en aquellos aparatos era “un boleto para el infierno”. Para éste veterano de los viejos “Huey”, acostumbrado a que su aparato pudiera absorber los disparos que lanzan los chicos malos bad guys y lograr llegar a casa, no podía concebir que éstos muchachos tuvieran los cojones para exponerse sin ninguna protección a la vista y que, ante la envergadura de lo que podía desatarse de un momento a otro, con una simple ráfaga de fusil automático lo atravesaría por cualquier flanco”, remarcaba en su comentario.

Para este veterano piloto, ver como con lo justo y con tan precarios aparatos los “argie” llevaban adelante sus operaciones de vuelo “durante horas” para tratar de que no se colaran posibles comandos enemigos para plantar minas o sabotear las instalaciones portuarias, era algo tan encomiable como peligroso. Según Chuck, su helicóptero y los demás embarcados estaban previstos para un sellado de emergencia en caso de verse involucrados en una nube química producto de un ataque. En algún momento dijo “dudó mucho que esos aparatos tuvieran una protección similar, eso revelaba ignorancia o mucho coraje, aunque creo que nadie les ha dicho toda la verdad”. Esta miscelánea fue hallada en una libreta de vuelo que “Chuck” dejó abandonada en una taquilla y rescatada tras su fallecimiento en 1998.

Más allá de estas inéditas anécdotas y que seguramente no son las únicas, los informes oficiales presentados tras la culminación de las hostilidades por los evaluadores del Departamento de la Marina de los Estados Unidos y del Pentágono, mostraron una muy buen impresión en las labores que ambas dotaciones habían desarrollado tanto en la etapa de custodia para la defensa de Arabia Saudita denominada “Escudo del Desierto” como en las “invalorables tareas de interdicción y aseguramiento de la línea de abastecimiento durante toda la etapa de las operaciones de “Tormenta del Desierto”, que fueron atendidas no solo por los estadounidenses sino también por la “Real Marina británica”.

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