16/9/15

“DROGA EXPERIMENTAL APLICADA TODOS LOS PARTICIPES EN LA CAMPAÑA DEL GOLFO RESULTÓ SER UN VENENO DE EFECTO RETARDADO”



VETERANOS DE AYER


Alrededor de la tercera parte de los 300 mil soldados estadounidenses que lucharon en la Guerra del Golfo Pérsico en 1991, regresaron a sus hogares con una carga de enfermedades y un sufrimiento que por mucho tiempo sirvió para encender la imaginación de aquellos que creen en los complots y los encubrimientos dentro de los servicios de inteligencia y seguridad de los Estados Unidos.

Pasaron varios años hasta que el gobierno acepto realizar estudios sobre algunos casos que se presentaron en sus hospitales de veteranos. La sordera de sus propias fuerzas a las que sirvieron, del Pentágono y de la misma Casa Blanca, culminó cuando los veteranos se organizaron y comenzaron a recopilar cada vez más casos de enfermedades bastantes agresivas y exóticas. Parálisis, tumores, cánceres, delirios, traumas y brotes psicóticos no discriminaban entre soldados rasos, suboficiales y oficiales, del ejército, la marina, rangers o Seals, incluso personal civil al servicio de diversas áreas en el momento del conflicto, todos ellos con afecciones que antes no habían sufrido.
Los mismos casos aparecieron con la misma y en algunos casos mucha más aguda sintomatología en efectivos del ejército saudita, qatarí, sirio, británico, francés y por supuesto, en los veteranos iraquíes y sus familias.

En 1995 las revelaciones del Dr. Garth Nicolson sobre el origen de las armas químicas usadas en Iraq, darían el impulso suficiente para que muchos veteranos enojados y decepcionados, comenzaran a solicitar explicaciones y una exhaustiva investigación al Congreso. Según su informe, se habían hallado evidencias de que las armas químicas usadas por los iraquíes habían sido elaboradas en Texas y Boca Ratón (Florida)

Por fin, el martes 19 de octubre de 1996 y en medio del revuelo causado por aquellas revelaciones, en una conferencia de prensa ofrecida por el Departamento de Defensa, más conocido como el Pentágono -, las autoridades norteamericanas reconocieron oficialmente la existencia de un "Síndrome del Golfo" y dieron a conocer los resultados de una investigación que podría servir de base para explicar este endémico problema de salud de los veteranos de las fuerzas armadas que lucharon en Iraq (Vgr. revcom.us/a/firstvol/884/gws_s.htm.)

Según el mencionado informe, una droga que fue suministrada a los soldados durante el conflicto bélico como antídoto contra posibles ataques con gas nervioso, podría estar detrás de las enfermedades que ahora sufren los excombatientes. Según los archivos del Departamento de Sanidad que se había montado en el Teatro de Operaciones de Kuwait, las dosis del (BP) para inocular a los efectivos participes en la campaña, alcanzaban a TODOS los que se hallaran, operaran y transitaran dentro del radio de riesgo de contaminación.

El Bromuro de Piriostigmina (BP), de acuerdo al informe de la Corporación Rand encargado por el Pentágono, no podía ser descartado como la causa principal o colateral del misterioso abanico de enfermedades conocido como el "Síndrome del Golfo".
Esto obligo a regañadientes a que el gobierno tuviera que realizar un informe en el cual, se evaluaran los casos denunciados y las posibilidades de que el origen de las afecciones hubieran surgido de la inoculación de este potente compuesto en los cuerpos de hombres y mujeres que hasta ese momento estuvieron con condiciones óptimas de salud, y que a partir de aquel pinchazo –y sin saberlo comenzaban a degradar silenciosa y artificialmente sus organismos.

En el documento, de 385 páginas, los investigadores afirman que hay alguna evidencia de que el mencionado químico, utilizado como una especie de vacuna contra los efectos del gas nervioso conocido como “Somán”, tenga algo que ver con los problemas de salud crónicos que sufren alrededor de 100 mil veteranos de la guerra de 1991.

Si se llega a probar la relación entre el BP y el "Síndrome del Golfo" es posible que los veteranos inicien procesos legales contra el ejército estadounidense, la marina y el gobierno ya que durante la guerra se les obligó a consumir el químico sin ninguna advertencia sobre sus potenciales efectos secundarios y sin que hubiese sido probado suficientemente.

Una de las incógnitas que por aquellos momentos quedaban por descifrar es por qué el medicamento sólo afectó a algunos soldados y no a todos. Para Golomb y sus colaboradores, aún no hay datos suficientes para brindar una respuesta satisfactoria a esta interrogante; sin embargo, es posible que los efectos secundarios del BP dependan de la reacción del cuerpo de cada individuo y de sus interacciones con otras sustancias como la cafeína y el tabaco.

Más allá de esta conclusión, las afectaciones sobre los organismos no se visualizaron en forma lineal y llana. Obviamente que los casos más impactantes fueron los más visibles, pero muchos miles más pese a no tener ese grado de agresividad, se mantenían silenciosamente trabajando en los organismos de los miles de efectivos que en apariencias mostraban excelente condición física.

Tal como lo había informado el Dr. Nicolson también se detectaron como parte de la sintomatología de muchos casos, la pérdida de la memoria, mareos, dolor en las articulaciones y desorientación momentáneo, para volver luego a un aparente estado de normalidad.

A pesar de que este factor pretendió ser pasado por alto por el gobierno estadounidense, han quedado oficialmente reconocidas las exposiciones de miles de combatientes a elementos químicos, radiactivos y biológicos que evidentemente fueron usados por las FFAA iraquíes.

Para varios investigadores, los presuntos beneficios de esa vacuna eran muy inferiores a los perjuicios que causaban en el organismo humano. La droga denominada “Mastinon” que se le asociada a la Myasthenia gravis, una enfermedad muscular grave que hace que el sistema inmunológico ataque los músculos, lo que produce entre otras cosas, la parálisis de piernas y brazos. Estos efectos secundarios nunca fueron advertidos e incluso no se hicieron lugar a replanteos para considerar aberraciones sobre la salud física y psíquica de los sujetos inoculados.

En un artículo publicado por el “New England Journal” en noviembre de 1996, entre otras consideraciones que se hicieron tras evaluar las afecciones que sufrían los veteranos de la guerra del golfo, se subrayó la curiosa estadística de aumento de accidentes de tránsito protagonizados por estos.

Sobre la situación de los marinos argentinos pertenecientes al grupo de tareas “Alfil 1”, los archivos sanitarios de la Armada Argentina no parecen haber dejado constancias de cuáles fueron las drogas y antídotos que les inoculo a los más de quinientos tripulantes de la misión. Algunas fuentes indicaron que el material para aplicar a los marinos (entre ellos el BP y la vacuna del Antrax) fue proporcionado por el Comando sanitario estadounidense, algo que se considero como muy ventajoso por los costos que hubieran irrogado para el gobierno argentino.
Tal como lo hicieron las agrupaciones de veteranos estadounidenses, británicos y franceses que comenzaron reclamaciones para que se les informara las causales de lo que estaban padeciendo, los veteranos argentinos deberían empezar a solicitar que se les informe cuales fueron las vacunas y cocteles químicos que se les suministraron.

Otro de los agentes químicos suministrados para supuestamente para protegerles fue la “vacuna del Antrax”, parece haber tenido incidencia en la causación e varios malestares crónicos, sumados a los efectos residuales de la efectiva exposición a dicho elemento biológico utilizado en los combates. Las tropas británicas se habían visto muy afectadas por la inoculación de esta vacuna, aún más que por los efectos venenosos de los pozos petroleros ardiendo tras la retirada de las tropas iraquíes. Según algunos informes, los norteamericanos no contaron –o si lo hicieron fue muy pobre- con sistemas de detección de ataque químico y biológico.

Por el contrario, fueron las unidades de guerra NBQ de Francia, la República Checa –con los sistemas y protocolos de la ex URSS- y de Gran Bretaña detectaron en miles de oportunidades, el accionar de agentes químicos lanzados sobre las tropas que no habían sido detectados por las tropas norteamericanas.

Pero para el Departamento de la defensa de EEUU, hasta mediados de la década de los noventas no hubo uso de agentes químicos o biológicos por parte de las tropas iraquíes y que la detección de este tipo de elementos en algunas zonas y en personal que habría allí operado, se debió a que habían quedado residuos de la época de la guerra entre Iraq e Irán, una conclusión que sonaba más a una tapadera que a una objetiva realidad.

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