7/9/08

QATAR, LOS RICOS NO SABEN DE CRISIS













Mientras escucho el monótono el rezo del aishá, el último del día, en el año 1426 de la era musulmana, el hermético mundo árabe, en intenso proceso de cambio, se me hace más distante y enigmático.

Mohamed es musulmán pero no se inclina a rezar. Se justifica diciendo que puede hacerlo mas tarde porque está trabajando. Es de origen sudaní, vino a trabajar a Qatar hace 10 años, es empleado administrativo en Al Diwan el Amiri, el Palacio Real. Como la mayoría de los trabajadores extranjeros en Qatar, vive solo, tiene pocos amigos y está buscando una improbable esposa con la que fundar una familia. Con su sueldo mantiene a sus padres en Sudán. Mohamed nos hace de guía y de intérprete, no de la lengua, porque más o menos todos nos hacemos entender en inglés, sino de la cultura y las buenas costumbres musulmanas. Su primer consejo, o mejor dicho advertencia, no se refirió como era de esperar, a la vestimenta, sino a nuestra seguridad en el tránsito: no se respeta en Qatar otra ley de tránsito que La Del Más Fuerte. Y es que los qataríes ya conocen las costumbres de los muchos extranjeros que los visitan, pero los extranjeros todavía no conocemos a los árabes.

Busquen en el mapa: Qatar. Es una península de poco mas de 11 mil Km. cuadrados sobre la costa oeste del Golfo Pérsico. Cuenta con la tercera reserva de gas natural del mundo y una de las más grandes de petróleo. No ha sido esta abundancia la que ha puesto a Qatar en la ventana del mundo, sino otra mucho mas sorprendente: la creación de la cadena de noticias Al Jazeera

El Poder del Dinero

Qatar es un estado moderno y pujante, que recibe a sus selectos visitantes (a la mayoria de los paises solo se concede visa por invitacion de un qatarí) con una mezcla de tradición morisca y rascacielos impactantes. El desarrollo de la industria petrolera y las reservas de gas natural permiten al país asegurar un desmesurado presupuesto por los siguientes 200 años. El joven gobierno quiere posicionar el país a nivel de los estado más desarrollados de occidente y a golpe de talonario lo están consiguiendo.

Qatar está literalmente en construcción: la planificación de Doha incluye terminar las despampanantes instalaciones, una isla artificial frente Doha (costo estimado 5 mil millones de dólares), el nuevo aeropuerto internacional de Doha sobre el agua y la supercarretera que atraviesa el país de norte a sur hasta la frontera con Arabia Saudita. Los qataríes parecen poder comprar todo aquello que quieran, sin embargo no parecen poder sostenerlo. Muchos de los edificios ultramodernos que se ven están descuidados y sucios, muchas veces simplemente permanecen vacíos.

La difícil amalgama de poder de adquisición de la modernidad y férreo apego a las tradiciones árabes hace que se vivan situaciones insólitas. En 2004 se inauguró el Circuito Internacional de motos de Losail, en medio del desierto. Para cada carrera los organizadores, incluyendo track marshalls, etc. vienen desde Valencia con pasaje y viático pagos. Durante las carreras del mundial de Superbike y Supersport corrido en febrero, contaron con apoyo de ayudantes locales. Una situación inaudita vivieron los organizadores, que si bien coordinaron las prácticas teniendo en cuenta los horarios de rezo, por un retraso debido a la lluvia (absolutamente excepcional) no fue posible pasar a recoger a quines quisieran ir a rezar a una improvisada mezquita. Prácticamente se tuvieron que suspender los entrenamientos, pues sin importar la mediación del Iman que hablaba desde torre de control, los musulmanes entraron en la grama de la pista y se pusieron a rezar a 5 metros de las motos que pasaban a 250 km por hora.

Qatar es el retiro de oro para muchos futbolistas, El futbolista argentino Gabriel Batistuta no pudo rechazar una oferta del Emir para en el Al Arabi qatarí: casi 7 millones de dólares anuales, 3 mercedes, vía libre de billetes de avión en la empresa nacional Qatar Airlines y una magnífica villa con piscina olímpica.

Los que vienen a quedarse

La explosión de la construcción junto al progreso de las industrias relacionadas al gas y al petróleo han llamado a miles de inmigrantes de los vecinos países pobres, como Sudán, Pakistán, Sri Lanka, Filipinas y sobre todo India. Las condiciones de estos inmigrantes distan bastante de las de los occidentales. Por realizar el mismo trabajo, a un occidental se le paga tal vez 10 veces más que un indiano. Cabe recordar que fue apenas en 1962 que el Rey Faisal de Arabia Saudí abolió la esclavitud.

Ahmed habla ingles y muchas veces nos hacía de intérprete, vive solo y no tiene familia. Empieza a trabajar a las 10 de la mañana y se va a dormir cuando no hay más clientes, tal vez a las 2 ó 3 de la madrugada. Los clientes estacionan (mejor dicho atraviesan) sus magníficos autos en medio de la calle, tocan bocina y gritan el pedido a Ahmed que se afana para poder complacerlos. Trabaja allí como único empleado, todo el día 365 días al año, pero nunca podrá tener su propio restaurante. Los extranjeros no pueden comprar propiedades inmobiliarias, ni adquieren bajo ninguna circunstancia la nacionalidad qatarí: independientemente del lugar en el que nazcan, únicamente serán qataríes los hijos de padre qatarí. Con ingresos tan pobres difícilmente Ahmed pueda hacer un arreglo matrimonial en Qatar, y tampoco puede volver a Sudán para encontrar una esposa, sin embargo es feliz porque “tiene muchos amigos” en Qatar. La amabilidad de para atender a sus nuevos amigos extranjeros compensa la suciedad del local, que atiende con esmero. El primer día que fuimos a comer le pedí algo dulce para comer de postre. Ahmed salió corriendo del local, después volvió agitado y dijo algo en árabe, volvió y finalmente me llamó para que lo acompañe a la tienda de al lado: es una dulcería, y me pide que elija los dulces que quiera. Eran de regalo, en disculpa por no tener dulces en su comercio.

Abdullah trabaja en una tienda de telas Al Souq, la zona de tiendas baratas de Doha. Abre a las 10 de la mañana y cierra a las 12 de la noche, durante el verano aun más tarde. Su oficio, como era el de su padre, es de sastre. Tiene a toda su familia en Sri Lanka, a donde no ha regresado desde que se fue hace 5 años. Con lo que gana trabajando en la tienda mantiene a su familia, su esposa, dos hijas y a la familia de su hermano. Apenas iniciado el diálogo nos muestra orgullosos un álbum con fotos recientes de su esposa y sus hijas casi adolescentes, vestidas al estilo indú, que aprovechan otros clientes y miran también.

En Al Souq la visita de extranjeros es siempre una novedad y más aun si se trata de mujeres. Abdullah hace ostentosas diferencias al atendernos, saca media tienda de las estanterías y nos hace ofertas muy especiales de precios (el regateo es el deporte nacional) mientras habla a gritos con los empleados de la tienda de enfrente. Finalmente compro un sari, la tela con la que se hace el vestido tradicional indio, de 6 metros de largo. Probablemente hizo su mejor venta del día, pero de una tienda sin comprar nada, aun para el más amable de los tenderos, es una terrible ofensa.

La situación de los extranjeros occidentales es muy otra: con sueldos desorbitantes que incluyen casa y auto a disposición, son muchos los que se tientan a pasar dos o tres años al calor. Marisel es argentina y trabaja en la Qatar Airways, su novio José Carlos es mexicano y es jefe de cocina en el Hotel Marriot, un sheik le ofreció venir después de probar sus platos cuando trabajaba en Francia. El primer año de José Carlos fue durísimo, sobre todo el verano, pero ahora tiene un grupo de amigos latinoamericanos, donde conoció a Marisel, y salen a todos lados. Muchos son empleados de la Qatar Airlines y traen yerba y dulce de leche en los viajes. No pueden vivir juntos porque está estrictamente prohibido y controlado por los empleadores, por lo que están pensando en casarse. Las mujeres se visten como quieren, siempre cuidando ser discretas. No está prohibido ningún tipo de ropa, pero a Marisel un vendedor se negó a atenderla porque llevaba escote. La venta de alcohol está prohibida salvo el los hoteles internacionales, por lo que son el punto de encuentro de todos los extranjeros no musulmanes. Los árabes no van a los bares, pues no pueden beber alcohol, sin embargo en muchos lugares la entrada les está prohibida! Porque beben y se emborrachan más que los extranjeros que están acostumbrados a tomar. Mohammed tiene ciertos privilegios por trabajar para el Diwan Amiri pero aun así aprovecha nuestra compañía para ir a lugares donde solo no podría entrar. Nos lleva de recorrida por los hoteles como un experto, le gusta bailar y bebe alcohol. Dice que lo que no puede hacer un buen musulmán es emborracharse, pero si bebe con moderación Allah no dice nada (según el Corán, si bebe alcohol un musulman debe dejar pasar 40 días para poder volver a rezar).

Motivos para irse

Uno de los problemas de Qatar en su camino al desarrollo es simplemente el clima. Salvo un breve invierno en Enero, hace calor todo el año. Durante los meses de verano, julio y agosto, la temperatura llega a 65 grados. Aun con aire acondicionado no se puede bajar de 30 grados dentro de las casas, ir a la playa tampoco es recomendable: los peces aparecen muertos en el agua, cocinados a 40 grados. La gente camina y respira despacito. No se ve a nadie en las calles calcinantes, incluso se evita salir en auto. Quienes lo hacen, lo dejan estacionado con el aire acondicionado prendido.

No hay comentarios: