9/2/24

CUANDO LA MISION NAVAL DEL GRUPO DE TAREA T.88 QUEDO ATRAPADA EN UNA MISION DE GUERRA



CONFERENCIAS DE DHAHRAN” QUE NADIE HUBO EN ESA REUNION SEGUN LAS FUENTES DE ARABIA SAUDITA.

Una prueba más de que la Crisis de 1990 entre Iraq y Kuwait tenía un final previsto y bien planificado del cual Buenos Aires no tenía la más mínima idea ¿Estuvieron presentes representantes navales argentinos en aquellas conferencias?






Cuando George Bush y Collin Powell fueron notificados de lo que había ocurrido en Kuwait, ninguno expreso sorpresa por lo sucedido y con una metódica parsimonia, cada uno por su parte, comenzaron a telefonear a sus respectivos asesores. Como lo hemos dicho anteriormente, la crisis entre Iraq y Kuwait de 1990 se había venido gestando silenciosamente con mucha paciencia desde el final de la guerra contra Irán en 1988 y su desenlace buscaba cortar definitivamente los lazos con Bagdad.


Eso en lo político, pero en el resto de las áreas que más involucradas estuvieron en la preparación del desarrollo de la crisis, tuvieron una intensa actividad hasta llegar a concretar lo que ya estaba planificado desde hacía tiempo y ello era, entrar a la región. El inducido fracaso de las conversaciones en “Jeddah” de julio de 1990 fue el detonador de los eventos por venir. Que a nadie le queden dudas de que la crisis sirvió magníficamente a dicho propósito y a la distancia queda también claro que Arabia Saudita fue parte (al menos sus núcleos vinculados a la inteligencia) en este plan. En realidad la familia real “Al Saud” siempre fue parte del Establishment político de Washington y haría cualquier cosa que se ajustaran a los intereses de la geopolítica del momento.


Cuando se comenzaron a esbozar las primeras sugerencias de lo que Washington debería hacer para tratar de contrarestar una potencial (o más bien imaginaria) expansión del ejército de Saddam Hussein sobre los campos petroleros sauditas, muchos ingenuamente susurraron -incluyendo por supuesto al estamento político argentino- “los árabes no toleraran que los infieles cristianos, y mucho menos los demonios estadounidenses, pisen el suelo donde se asientan las dos principales ciudades santuario del islam”. Ciertamente que el mundo árabe islámico se sacudió con la masiva llegada de tropas angloestadounidenses (y ello fue muy bien censurado por la prensa occidental) pero, no en Arabia Saudita que curiosamente tiene la responsabilidad de custodiar La Meca y Medina.


En aquellos momentos, el gobierno peronista de Carlos Menem trataba de congraciarse con Washington y con esta crisis encontró la oportunidad de oro. Con una gran ingenuidad, creían que con esto enmendarían el vergonzoso papel adoptado antes de finalizar la Segunda guerra mundial y pasarían sin pausa a ser parte de la OTAN. Desde la distancia, una muestra de candidez política imperdonable que reflejo en parte, el grado de improvisación de sus decisiones. 
Pero lejos de haberse asesorado con tiempo y compromiso y mucho menos contemplar todas las instancias que un compromiso semejante podrían producirse, los funcionarios (políticos y militares) argentinos se dejaron guiar por las versiones oficiales de la Casa Blanca que los medios norteamericanos difundían día y noche por satélite a todo el globo.


La campaña mediática de demonización del gobierno de Saddam Hussein y de Iraq fue una canallada que Washington y sus aliados reiterarían en otros complots por venir.

Ciertamente que Iraq había ocupado Kuwait pero las motivaciones que estuvieron detrás de ello y las propuestas para la resolución pacífica de la cuestión fueron despreciadas por Washington y deliberadamente ocultadas a la opinión pública en general (incluyendo claro, a la Argentina). 

Lo imperdonable de esto no es solo la tendenciosa –pero entendible- propaganda televisiva de la CNN o de los medios gráficos como “The Washington post” y “The New York Times”; eso era esperable.
Lo que no puede esperarse y mucho menos explicarse es que un gobierno (en este caso el argentino) se haya dejado llevar de las narices por toda esta intoxicación informativa y por medio de ella haya metido a su país en una guerra completamente ajena a sus intereses soberanos.



Detrás de todo el telón mediático de aquel entonces, los estrategas y asesores de defensa del Pentágono trabajaron día y noche para poner en movimiento una campaña que de no haber sido planificada décadas antes, hubiera sido imposible de montar en unos meses como lo hicieron. 

En razón de verdad la planificación para desplegar una monstruosa fuerza militar como la vista en aquel entonces, había sido concebida para la hipótesis de enfrentamiento con el Pacto de Varsovia en épocas de la Guerra Fría. Pero esta planificación no servía en su concepción original y hubo que remozarlo a las necesidades políticas y estratégicas de la ocasión y adaptarlo para hacer frente a un enemigo mucho más geográficamente limitado y pequeño.


Las fuerzas estadounidenses por si solas no podían afrontar el desafío de una operación militar tan compleja, incluso con el apoyo de sus aliados británicos. 

Fue por el ello que a instancias del Comando en jefe del Comando Central de los Estados Unidos USCINCCENT a la par de que desde La Casa Blanca se distraía a la opinión pública con supuestas gestiones de paz y esfuerzos de Naciones Unidas por distender la situación, los asesores y generales del Pentágono que ya estaban en Arabia Saudita preparaban las operaciones para el movimiento de un gigantesco ejército compuesto por los más variados sistemas de armas de varios países. En dichas planificaciones no estuvieron invitados los representantes de Naciones Unidas o alguna delegación de “Cascos Azules” de la UNPROFOR o unidad similar por el simple motivo de que quienes dirigirían las operaciones sería el USCENTCOM y respectivos comandos de operaciones tácticas a determinar en dichas conferencias.


No solo había que justificar la conformación de una Coalición internacional con una capacidad ostensiblemente ofensiva, algo para lo cual Naciones Unidas colaboro escandalosamente sino que había que armarla, coordinar sus operaciones y determinar objetivos dentro del TOK. 

Para ello y a instancias de EEUU se llevaron adelante dos conferencias importantísimas para establecer el grado de participación, capacidades, roles y objetivos a cumplir. Dichas reuniones se efectuaron entre el mes de octubre y noviembre de 1990 bajo un total hermetismo y lejos de la prensa en la ciudad saudita de Dhahran donde acudieron los representantes de cada fuerza armada que se había plegado a la iniciativa norteamericana ¿Acudieron representantes navales argentinos? No hay ninguna referencia o documento que dé cuenta de esto, no al menos que se conozca oficialmente.


Lo cierto que en la primera de estas reuniones, realizada a mediados del mes de octubre se discutió cuál debía ser la entidad de la fuerza para proteger a Arabia Saudita y al resto de los emiratos ante una hipotética ofensiva iraquí. Aunque Saddam no tenía la mínima intención de hacer algo así, el rumor servía a los propósitos de Washington. La primera conferencia denominada MAPEX realizada el 4 de Octubre en la ciudad de Dhahran, se discutió junto a los jefes de varias Armadas, como se desplegaría una defensa aérea, terrestre y naval sobre la región. Allí se determinó que dichas operaciones se denominaría “Escudo del Desierto” dejando en claro que se requerían de más fuerzas para llevar adelante otra fase que no era otra que la que luego se conocería como “Tormenta del Desierto”. Haberlo dicho públicamente en ese momento habría sido contraproducente e incluso podría haber espantado a varios de sus “espontáneos aliados” que como Argentina solo buscaban una mera participación figurativa.


Recordemos que para esos momentos, las naves argentinas que conformarían uno de los grupos de tareas de las operaciones, no habían llegado al Golfo Pérsico y se desconoce si oficiales o agregados del Estado Mayor de la Armada Argentina haya asistido las conferencias que aquí estamos tratando y mucho menos que hayan producido documentos referentes a dicho evento.


Para el 14 de noviembre se llevó a cabo la segunda conferencia en la cual solo asistieron los comandantes de las armadas de los países más relevantes (en la cual no estuvieron con seguridad los argentinos), donde se les revelo los planes y objetivos para una operación ofensiva posterior. Allí se definieron los grupos operativos (Task Forces) roles de combate, orientación y resolución de asuntos que durante las operaciones podrían sucederse y por supuesto, definir la protección, asistencia y apoyo de las rutas y vías de abastecimiento para una de las fuerzas militares desplegadas más grandes desde finales de la segunda guerra mundial. Recién para comienzos del mes de diciembre, EEUU y el Reino Unido comienzan a informar a sus principales aliados (en particular a Egipto) de cuáles serían los planes reales.


Sin dudas que esto demuestra que en Buenos Aires y mucho menos en la Casa Rosada, estaban al tanto de lo que implicaba su participación en aquella “fuerza multinacional. A la luz de esto, queda en evidencia que nadie sabía que esto iba mucho más allá que una operación de bloqueo naval a instancias de Naciones Unidas. Fue por ello que cuando vence el ultimátum para que las tropas iraquíes se retiraran de Kuwait y ya sin poder un paso atrás, la misión naval del grupo de operaciones T.88 quedo atrapada y sometida a los lineamientos de estos planes operativos que habían sido concertados en dichas conferencias.

12/1/24

CUANDO TENES EL RUMBO ERRADO

 

CUANTA INCIDENCIA TIENE EL NUEVO JEFE DE LA ARMADA ARGENTINA CONTRAALMIRANTE CARLOS MARIA ALLIEVI.

CON LA PRESENCIA DE ALGUNOS ABANDERADOS QUE SIGUEN UN ERRADO RUMBO.


Suboficial Julio Suarez y el Cte. Carlos Maria Allievi

EN EL CONGRESO ESTA TODO APROBADO, SE NIEGAN A PAGAR UNA INDENIZACION, O MISON DE PAZ U EN SU DEFECTO VETERANOS DE GUERRA DEL GOLFO PERSICO.
Por ello, el Presidente decidió abandonar la política de aislamiento seguida durante el período presidencial inmediatamente anterior y participar, en forma activa, en el seno de los organismos internacionales, para lo cual recibió el apoyo del Congreso.
Estaba claro que, en su fuero interno, el Dr. Menem no tenía ninguna intención de representar un país aislado y de limitada trascendencia internacional.
La intervención no fue totalmente aceptada por muchos argentinos; fue la primera vez desde la Guerra de Malvinas que nuestro país participaba en un conflicto armado, aunque fuera en calidad de Fuerza de Imposición de la Paz. La decisión del Gobierno y del Poder Legislativo generó y genera todavía opiniones distintas. El operativo recibió la denominación de Operación Alfil. La decisión En ese momento, el Poder Ejecutivo, mediante el Decreto 1871/90 del 19 de setiembre de 1990, decidió que la Argentina, a través de sus Fuerzas Armadas, concretamente la Armada, interviniera en el conflicto y, así, afirmara la política exterior de la Nación. No fue esta la única utilización, por parte del Poder Ejecutivo, de sus Fuerzas Armadas como herramienta de su política exterior.
UN POCO DE HISTORIA.
Por ejemplo, en 1962, durante la presidencia en los Estados Unidos de John Fitzgerald Kennedy, la Unión Soviética montó plataformas para el lanzamiento de misiles en Cuba, a pocos kilómetros del territorio estadounidense, y se conformó una Fuerza Naval Internacional que estableció un bloqueo a la isla de Cuba, tal que impidiera la llegada de los buques que portaban los misiles que serían instalados.
La Argentina envió dos buques de su Armada para participar de dichas operaciones de bloqueo. Este incidente parecía a punto de estallar en octubre de 1962, cuando llegaron a la zona de conflicto los destructores ARA Espora y ARA Rosales, y oficiales de nuestra fuerza aérea para participar en el bloqueo.
LA DECISION
En ese momento, el Poder Ejecutivo, mediante el Decreto 1871/90 del 19 de setiembre de 1990, decidió que la Argentina, a través de sus Fuerzas Armadas, concretamente la Armada, interviniera en el conflicto y, así, afirmara la política exterior de la Nación.
ALISTAMIENTO Y TRASLADO DE LAS UNIDADES
Se ordenó entonces a la Armada la preparación de dos unidades de su Flota de Mar para operar en la Fuerza Multinacional. Para llevar a cabo este cometido, se creó el Grupo de Tareas (GT) 88.0, bajo el mando del Capitán de Navío Eduardo A. Rosenthal.
Dicho Grupo estuvo compuesto por el destructor clase MEKO 360H2 ARA Almirante Brown (es de señalar, para evitar confusiones, La corbeta ARA Spiro acercándose al destructor ARA Almirante Brown La Spiro reabastiéndose, vista desde el Almirante Brown 10 LA MARINA ARGENTINA EN LAS OPERACIONES MILITARES MULTINACIONALES...
El alistamiento de los buques para la campaña se efectuó en no más de dos semanas, y la travesía hasta entrar al área de operaciones, cruzando el Canal de Suez, se desarrolló en otras cinco semanas. que este es el noveno barco de nuestra Armada que lleva ese nombre), que llevaría embarcados dos helicópteros Alouette III, y la corbeta clase MEKO 140A16 ARA Spiro.
De este modo, Río de Janeiro en Brasil, Dakar en Senegal, Tolón en Francia y Augusta en la costa este de Sicilia permitieron contar no solamente con víveres y combustible, sino también con adecuadas facilidades para reparaciones menores y la recepción de repuestos y de materiales imprescindibles para completar el alistamiento de los buques.
En estas circunstancias, se puso de manifiesto el apoyo brindado por las Armadas de Francia e Italia, en actitudes que superaban con énfasis la cordialidad esperable: las autoridades y el personal de las bases navales donde las unidades desplegadas hicieron escala se esforzaron notoriamente por satisfacer, en los perentorios lapsos que las circunstancias imponían, sus requerimientos.
El 28 de octubre, el destructor ARA Almirante Brown, seguido seis días después por la corbeta ARA Spiro, cruzó el Canal de Suez e ingresó en el área de operaciones.
Durante la primera fase, que se llamó Operación Escudo del Desierto y que duró hasta el 15 de enero de 1991, las unidades de la Armada Argentina participaron, cumpliendo lo dispuesto por el Decreto del Poder Ejecutivo Nacional N.º 1871/90, en las tareas impuestas a través de la Resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas N.º 665, que requería utilizar «…las medidas proporcionadas a las circunstancias concretas que sean necesarias […] para detener el transporte marítimo […] a fin de inspeccionar y de verificar sus cargamentos y destinos» y asegurar la aplicación de las disposiciones relativas al embargo impuesto a Irak.
A partir de fines de noviembre, la apreciación era que, por desgracia, la disuasión materializada por el embargo comercial no hacía mella en la voluntad de las autoridades iraquíes, y la lucha armada sería casi ineludible.
Una nueva Resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la N.º 678 del 29 de noviembre, imponía una fecha límite, el 15 de enero de 1991, para que Irak restituyera la soberanía de Kuwait.
Autoriza que los Estados utilicen todos los medios necesarios para hacer valer y llevar a la práctica la Resolución N.º 660/90 (es decir, la liberación de Kuwait) y todas las Resoluciones pertinentes que siguieron para restablecer la paz y la seguridad internacionales en la región. Cuando una institución como la ONU utiliza dentro de su estudiada y ajustada fraseología diplomática una expresión como «emplear todos los medios», solo queda como conclusión que se emplearán las armas.
Así se llegó al fin de la primera quincena de enero. La iniciación de las hostilidades marcó un cambio en el tipo de operaciones que se desarrollarían.
Sin dejar de cumplimentar las eventuales tareas de verificación de embargo en el ahora ya muy raleado tráfico mercante en la zona, y luego de promulgada la Ley N.º 23904/91 por el Congreso de la Nación, el Grupo de Tareas argentino comenzó a ejecutar, en el marco de la ahora denominada Operación Tormenta del Desierto, las tareas de: −
Mantener expeditas las líneas marítimas de comunicación para las unidades de las otras Fuerzas que operaban en el área; − apoyar a dichas Fuerzas y − escoltar el tren logístico de estas Fuerzas. Este último quehacer consistía básicamente en brindar protección a los numerosos buques tanque y de transporte de munición que reaprovisionaban a diario a los grupos de batalla que operaban en el interior del Golfo Pérsico.
Señores esta todo dicho, todo esto fue peleado en el Congreso de la Nacion que es el ente autorizante de esta Guerra. Mas alla que la Marina dice tener que fue una Mision de Paz.







CON REGALOS NO, PAPELES EN MANOS.


4/1/24

CAMBIOS EN LA CONDUCCION DE LA ARMADA ARGENTINA



LOS DOS CONTRAALMIRANTE PASARON POR LA GUERRA DEL GOLFO PERSICO 1990/1991, ESPERO SEPAN COMPRENDER Y DAR LA VIA QUE CORRESPONDE COMO VETERANOS DE UNA GUERRA EN EL MAR ARABIGO..



CONTRAALMIRANTE CARLOS MARIA ALLIEVI
(ARA BROWN)






CONTRAALMIRANTE MARCELO ALEJANDRO DALLE NOGARE
(ARA SPIRO)

MINISTERIO DE DEFENSA
Resolución 1/2024
RESOL-2024-1-APN-MD


Ciudad de Buenos Aires, 02/01/2024

VISTO el expediente EX -2023-153950562-APN-DGAM#MD, y

CONSIDERANDO:

Que resulta necesario disponer la designación de UN (1) Oficial Superior para la cobertura del cargo de Subjefe del ESTADO MAYOR CONJUNTO DE LAS FUERZAS ARMADAS.

Que el Oficial Superior considerado para dicho cargo cuenta con el perfil profesional adecuado para el desempeño de las funciones de la Conducción Superior de dicho Organismo militar que se le asignan.

Que se ha dado intervención a la DIRECCIÓN GENERAL DE ASUNTOS JURÍDICOS del MINISTERIO DE DEFENSA.

Que la presente medida se dicta en uso de las atribuciones conferidas por el artículo 2°, inciso 1, del Decreto N° 721 del 30 de mayo de 2016.

Por ello,

EL MINISTRO DE DEFENSA

RESUELVE:

ARTÍCULO 1° - Desígnase al Contraalmirante Marcelo Alejandro DALLE NOGARE (D.N.I. N° 17.381.988), como Subjefe del ESTADO MAYOR CONJUNTO DE LAS FUERZAS ARMADAS.

ARTÍCULO 2° - Regístrese, comuníquese, publíquese, dése a la DIRECCIÓN NACIONAL DEL REGISTRO OFICIAL y archívese.

Luis Petri

e. 04/01/2024 N° 190/24 v. 04/01/2024


Fecha de publicación 04/01/2024

30/12/23

GUERRA DE INTENSA DESPROPORCION

Esto en referencia a los argumentos del entonces gobierno argentino de Carlos Menem que trató de excusar la participación del país hablando de que sus tropas no formarían parte de las acciones beligerantes cuando en realidad, sirvió como apoyo logístico destacado para la concreción de aquellas. Igualmente, ello en dicho período no figura en la lista de misiones de paz.




Treinta y tre años después y una montaña de documentos acumulados, segun el Ministerio de Defensa dice no tener nada. No dejan lugar a dudas de lo que fue la guerra del Golfo Pérsico de 1991. Desde su inicio en la madrugada del 17 de enero, no cesaron los ataques y los bombardeos poniendo en evidencia el uso masivo e indiscriminado de toda clase de armas de destrucción masiva empleados en parte, contra emplazamientos urbanos en Kuwait e Iraq.

En realidad, jamás se hizo un estudio certero e imparcial de la cantidad de muertes y de heridos que causaron los raids de la Coalición Aliada ya que ello estuvo tácitamente avalado por Naciones Unidas y olímpicamente censurado (con la cooperación de la CNN) por el Departamento de Estado y el Pentágono. Igualmente, varios episodios quedaron expuestos pese al vano intento de la CNN de maquillarlos ante la opinión pública.

Es un capítulo de la historia que los norteamericanos y los británicos quieren mantener oculto bajo sus propias verdades amañadas, pese a que ellos mismos (sus veteranos) han sufrido y algunos quedan todavía sufriendo en carne propia los efectos de esta conflagración, que hay que señalar, fue el inicio de la actual inestabilidad reinante en el Medio Oriente.

Para Washington y sus socios, el olvido sería lo mejor ya que indagar en lo que implicó lograr que se retiraran los iraquíes de Kuwait pondría (una vez más) en entre dicho y en una crítica revisión la tan proclamada preocupación por los derechos humanos y el control de armas de Destrucción Masiva.

Cuando hace dos semanas se ventiló un informe de un investigador británico que confirmaba que la Royal Navy había despachado 31 armas nucleares al Atlántico sur en 1982, en realidad no revelaba nada nuevo. Hace 17 años atrás el profesor de Estudios de Guerra de la King´s College de Londres Sir Lawrence Freedman, había comprobado que la “Task Force” remitida a Malvinas llevaba consigo armamento nuclear.

Su repentina publicación y repercusión en los medios de acá solo responde a un interés político a poco de cumplirse los 40 años de la gesta. Sin dudas, es una cortina de humo que pretende cerrar las discusiones sobre si Londres había planificado usar bombas nucleares (WE177A) contra Buenos Aires si se veían arrinconados. Solo es un maquillaje mediático para distraer de las ojivas nucleares (color rojo) que aún se hallan en las bodegas del destructor “HMS Sheffield”, hundido por la fuerza aeronaval en las aguas argentinas (Cfr. Artículo de Rob Evans y David Leigh, publicado el sábado 6 de diciembre de 2003, The Guardian y "Los barcos de la Guerra de las Malvinas británicas tenían armas nucleares, Reuters, 06 dic 2003). Esto sin dudas, es un dolor de culo para los políticos en Buenos Aires quienes se ven presionados desde Londres para que esto pierda interés.

En el caso de la guerra del Golfo en 1991 también se dio la misma tapadera. Dejando de lado la naturaleza del conflicto y sacando las cuestiones políticas y financieras que se escondían detrás de la opaca intervención de Naciones Unidas (Acceso y Control geopolítico de EEUU en la región, el petróleo y los negociados que ha posterior se llevarían a cabo -Comida por petróleo-), la intensidad que tuvo esa guerra fue sin dudas más allá de lo convencional y prueba de ello quedó grabado en la salud de la población civil y de los mismos combatientes de la Coalición.

Los primeros despliegues realizados tras la invasión a Kuwait dejaron en claro hacia donde apuntaba todo. Más allá de la inexplicable velocidad con la que los norteamericanos llegaron, sus colegas británicos no tardaron en movilizarse llegando a colocar en el terreno a unos 53.000 hombres.

Pero en esta guerra no contó el número de hombres o de blindados sino, la tecnología y la potencia de las armas empleadas. Iraq contaba con un gigantesco ejército compuesto por un millón de hombres, pero estaba poco tecnificado y además tras años de ser aliados con Washington (por la guerra contra Irán), los norteamericanos conocían al detalle sus debilidades. Los iraquíes tampoco ignoraban esta situación y con su ingenio les dieron bastantes problemas en el terreno a los norteamericanos.

Aquí también, aunque no aparezca en los créditos la OTAN estuvo involucrada. Su mención no era oportuna y mucho menos conveniente debido a la situación geopolítica del momento con la disolución de la URSS en proceso y una incertidumbre de lo que ello podría provocar. Pero el Comandante del CENTCOM a cargo de las operaciones el General Norman Schwarzkopf y sus generales en Riad no habrían podido coordinar ni dirigir las operaciones de la mega fuerza acumulada (compuesta por 34 armadas) sin la asistencia de los satélites y de unidades navales que además del apoyo de combate necesario para el progreso de las acciones, proveyeron inteligencia electrónica (ELINT) que alimentaba al Software informático con el cual se llevó adelante el seguimientos de las operaciones militares.

Iraq solo ofrecía como contrapeso estratégico, sus misiles “SCUD-B” y algunas variantes modificadas que pese a las desproporcionadas ventajas de sus enemigos, dieron dolores de cabeza a los estadounidenses (con 81 lanzamientos).





La tecnología más avanzada estaba del lado de la Coalición Aliada y por ello llegaron a jactarse de que sus bombardeos eran “quirúrgicos” que solo tenían como blanco a unidades militares y políticas iraquíes. Pero los hechos demostraron todo lo contrario. Amplias zonas civiles de Bagdad demolidas por los bombardeos pusieron en entre dicho a Washington con la ley internacional (La Haya 1907, art. 48 del Protocolo I de 1977, Res. 2444 Naciones Unidas entre otras). Incluso las cifras publicadas por norteamericanos y británicos -sometidas a censura previa- delataban de esta grosera contradicción. Según sus fuentes entre 100.000 a 200.000 civiles (no objetivos legítimos) murieron en la llamada “Tormenta del Desierto” algo que, si consideramos que son cifras conservadoras y tentadas a la baja, estas podrían llegar a ser el doble demostrando claramente la ausencia de la regla de proporcionalidad en el uso de la fuerza (Art. 51).

Más allá de las argumentaciones que solían exponer los voceros del Pentágono y La Casa Blanca, la ley internacional humanitaria (CICR) era clara al prescribir “que nunca hay una justificación para el exceso de bajas civiles”. Según un informe de “Greenpeace International” las bajas civiles iraquíes llegaron a 210.000 calificando a la guerra como “la guerra más importante y destructiva de la historia moderna”. Con estos antecedentes queda claro que hablar de misión de paz dentro de este escenario, es un contrasentido y una absurdidad que no se reflejó en los hechos.

Informes del por entonces Ministerio de Salud de Iraq (que obviamente en occidente jamás dejaron publicar), las muertes habían superado los 250.000 civiles y dejando casi el doble de heridos de diversas consideraciones con el adicional del envenenamiento ambiental. Pero lo particular de estas aberraciones fueron los medios con los que se causaron. Pese a que los estadounidenses hablaban de ataques “quirúrgicos” y “puntuales”, sus bombas y misiles cayeron sobre caseríos, edificios, Mezquitas y colegios sin importarles si ellos pertenecían a sunitas o chiitas. Sumado a esto, la mayoría de estas bombas guiadas estaban armadas con Uranio (U-235) que no solo destruían un determinado objetivo sino, a todo el radio en decenas de metros a la redonda sumándole a esto, la contaminación por radiación del terreno.

El tipo de explosión de estos ingenios no solo apuntaban a destruir físicamente a los objetivos militares iraquíes sino también (y lo más maquiavélico) buscaba romper la psiquís colectiva mediante el terror y la desesperación algo de lo cual también el Protocolo I, en sus arts. 50 y 51 prohíbe de forma expresa.

Tampoco se respetaron los preceptos en referencia a las reglas sobre los combatientes tal como quedo reflejado en la innecesaria y cobarde masacre de soldados y civiles iraquíes que entre la noche del 27 al 28 de febrero se retiraban por la ruta 80 rumbo a Basora cuando ello no reportaba ninguna ventaja militar (Art. 52, Prot. I). Según un informe secreto de la entonces inteligencia iraquí se le informó por escrito a Saddam Hussein que unos 13.750 soldados habían muerto calcinados por el Napalm y bombas de racimo de los aviones norteamericanos y británicos.

El machaque aéreo y naval 24 horas al día durante cinco semanas sobre Kuwait e Iraq fue incesante e inmisericorde (6000 bombas por día), pero a pesar de ello, la breve pero letal respuesta de los iraquíes (con el uso de ojivas químicas de “Tabun y Sarin” montadas en algunos misiles SS1-SCUD y cartuchos de artillería) tuvo su correlato tardío con la aparición un par de años más tarde del llamado “Síndrome del Golfo” que sin dudas fue el producto de la contaminación venenosa surgida del efecto de estas armas y la radiación de sus propias bombas (Detectados por las Alarmas M8A1) y no de los bombardeos a fábricas de armas químicas vacías en “Muthanna” y “Faluya”. Igualmente los Aliados mantuvieron esto bajo un total hermetismo hasta que no se pudo tapar más. Fue por ello que la aparición de este síndrome fastidió a Washington e incluso por años, dieron la espalda a sus veteranos tratando de que sus casos no se conocieran.

Con esto en consideración y por las evidencias que reflejan el uso de estos armamentos con las consecuencias humanas queda claro que esta no fue una guerra convencional como se la querido vender.

5/12/23

“OPERACIONES BÉLICAS”

 


A 33 AÑOS DE LA ZARPADA DEL GRUPO T.88 AL GOLFO PERSICO LA HISTORIA CONFIRMA LA REAL NATURALEZA DE SU MISION.



ARA BROWN

ARA SPIRO




Pese a que han pasado ya treintres años de la partida de la misión naval argentina a las aguas del Golfo Pérsico, el tiempo no ha hecho olvidar dicha participación y menos aún, el carácter de aquella operación que representó al final de cuentas, la presencia argentina en el escenario conflictivo más remarcable y terrible de finales del siglo XX y que aún a nuestros días sigue más vigente que nunca.


Pareciera que tanto los jefes de la Armada Argentina como los representantes políticos de aquella época –y obviamente los actuales-, han sido atacados por una aguda amnesia que no les permite acordarse de cuáles fueron las circunstancias fácticas, jurídicas y políticas en que dichos buques de guerra fueron enviados a las aguas del Golfo Pérsico. Y es que a razón de verdad, de esclarecerlas llevaría a que se deban reparar varias situaciones que han sido mantenidas bajo el tapete de la historia.


La versión oficial que aún subsiste en los empolvados anaqueles de los archivos del Congreso, de la Armada y del Archivo General de la Nación relata que el envío de las naves al Golfo fue por un “mandato de Naciones Unidas” para el “mantenimiento de la paz”; para empezar, ambas son dos grandes falacias.


Cuando se produjo la llamada “Crisis del golfo” tras el ingreso de tropas iraquíes al emirato de Kuwait el 2 de agosto de 1990, Buenos Aires se hallaba en intensas gestiones para seducir a Washington con miras a que trajeran inversiones privadas con el objeto de reflotar un país casi quebrado.



Por esas casualidades del destino, una misión del ministerio de defensa encabezada por el entonces ministro Humberto Romero se hallaba en Washington a la sazón de entrevistarse con George H. Bush y el entonces Jefe del Estado Mayor Conjunto el general Collin Powell, para supuestas tratativas sobre la situación de las FFAA argentinas carentes de repuestos de varias unidades de fabricación norteamericana y sobre la situación del proyecto “Cóndor”. Justamente en esos momentos, estalló la crisis lo que supuestamente obligo a que Bush y Powell partieran raudos a Arabia Saudita, dejando a la comitiva argentina para ser atendida por el vicepresidente y funcionarios intermedios.


Pero más allá de estas casualidades y bajo el influjo informativo de la versión oficial de Washington, el gobierno de Menem sin analizar las verdaderas implicancias y sin considerar claramente los alcances de lo que podría devenir una participación militar en el Medio Oriente, se comprometió a participar junto a lo que “EEUU decidiera”. Si bien el gobierno argentino argumentó la salida de los navíos el destructor “ARA Alte. Brown” y la corbeta “ARA Spiro”, supuestamente conminadas por resoluciones de Naciones Unidas, ha quedado claro que ello no justificaba jurídicamente la remisión de una “misión de combate” como la que representó el grupo de tareas T.88.I que desde su ingreso al Teatro de Operaciones en el Mar Rojo comenzó con actividades que en el derecho internacional de la guerra representan actos hostiles contra una nación soberana. Esto último hay que subrayarlo, ya que no hubo un mandato de “paz” o una resolución de carácter vinculante del Consejo de Seguridad para emprender dichas acciones.




Aquella ocasión, representó para el gobierno de Menem la oportunidad para dar el salto a lo que él y sus seguidores neoliberales llamaban el “primer mundo” y para ello extendió un cheque en blanco a la Casa Blanca para que dispusieran como lo iban a cobrar. El verdadero trasfondo del envío de éste grupo de batalla no fue otro que el seguir una agenda de política externa que obsecuencia mediante, no midió consecuencias y una de ellas sería, la situación de los efectivos que habían sido enviados a lo que terminó siendo una guerra alta intensidad.


Es a partir de aquella situación de hecho en la que más de quinientos hombres de la Armada Argentina se vieron involucrados primeramente en actividades hostiles como fue el bloqueo económico y de mercancías a la república árabe de Irak, que fueron involucrándose en lo que en la jerga militar se denominan “operaciones militares” que no fueron, ni simuladas ni de mero apoyo simbólico a los esfuerzos de la Coalición Aliada como algunos desinformados trataron de argumentar a lo largo de estos años.


En esa situación y en consideración a las tecnologías militares que se hallaban disponibles en aquel entonces, vale la pena recordar que los peligros de la inserción de ambas naves dentro de un estrecho Teatro operacional –en cuanto a las distancias físicas- como el que representó el espacio acuático del Golfo Pérsico, duplicaron los peligros a los que se vieron expuestos los combatientes de la “Coalición” y por ende los marinos argentinos. Con solo unos cientos de kilómetros de anchura del Golfo, el margen de maniobrabilidad ante amenazas navales lo hacía prácticamente nulo. Y esto solo refiriéndonos a los “peligros convencionales” (misiles, minas y sabotajes) que muy bien pudieron haber causado estragos en el grupo ALFIL I.


Uno de los peligros con que convivieron los argentinos fue, la de tener que operar en aguas plagadas minas que habían quedado de la guerra entre Irán e Irak y que aún permanecían activas. El dato revela que el grupo de tareas se vio involucrado en aguas próximas a las operaciones bélicas que se llevaban sobre Kuwait e Iraq. Es más, según los documentos de las unidades navales de la Coalición agrupadas en el NAVCENT, revelan que tanto el “ARA Brown” como el “ARA Spiro”, realizaban tareas de custodia y patrulla del grupo de ataque liderado por el portaaviones estadounidenses “USS-Midaway” desde donde se lanzaban constantes operaciones aéreas que bombardearon posiciones iraquíes en Kuwait y que llegaban a Bagdad. Y la posición señalada no era para nada relajada ya que, según se especulo recurrentemente por los estrategas en Dahram, si Irán se salía de la neutralidad en la que se había posicionado y pasaba a dar su apoyo a Bagdad, el principal blanco a la vista hubiera sido el portaaviones y todo su grupo entre ellos, los barcos argentinos.

USN TRIPOLI CHOCA UNA MINA LARGADA POR IRAK


SECUELAS NAVALES 1991



Igualmente y más allá de aquellas ponderaciones –de las cuales los marinos no estaban al tanto- el grupo ALFIL I cumplió su misión de batalla y permaneció en actividad hasta el cese de las hostilidades. Si no fueron alcanzados por el fuego del bando iraquí solo fue una cuestión fortuita ya que, las posibilidades estuvieron servidas.


Ahora bien, pese a ello, los marinos argentinos no han sido debidamente reconocidos por sus méritos en el fragor de esas jornadas, algo que a la vista de la distancia histórica, representa una inconsecuencia que los deja injustamente discriminados en consideración de aquel evento bélico y del reconocimiento que recibieron sus camaradas de las armadas involucradas. En este sentido, pareciera que el gobierno de Menem creyó que podía exponer a los recursos del estado nacional –incluyendo a los humanos-, sin reconocer puntos específicos que hacen a lo estrictamente material y jurídico, sacrificables bajo el erróneo eslogan “Por la Patria o la Paz internacional”. Creyendo equivocadamente que al no haber habido bajas, sus efectivos no eran dignos de reconocimiento y menos aún de alguna compensación por los servicios prestados, les dio las gracias, una apretada de manos al anterior Jefe del Estado Mayor de la Armada y adiós.


Sin dudas se trató de una avivada política que los jefes de estos hombres dejaron pasar. Pero esta omisión del entonces gobierno menemista no desapareció por el paso del tiempo y mucho menos ha perdido legitimidad en cuanto al fondo del reclamo de cada uno de los miembros de las dotaciones actuantes. Para que se entienda la mecánica de este proceder, los marinos argentinos deben recordar lo que lastimeramente ocurrió con sus camaradas del Ejército Argentino, quienes si habían sido enviados bajo el pabellón de Naciones Unidas como “Cascos azules” a Croacia entre 1991 a 1995 y que algunos de ellos, al ser alcanzados por fuego de los contendientes, regresaron heridos o con severos daños. Ese mismo gobierno les dijo “que no les debían nada” y ahí se terminó el tema (v.
http://www.lanacion.com.ar/488110-la-paz-que-no-llega-br-cascos-azules ) aunque más tarde, la justicia les hizo lugar a sus reclamos.


También habría que recordar, hasta donde estaba dispuesto aquel gobierno menemista con tal de agradar a Washington y lograr de ese modo, aquella demorada promesa de convertir a la Argentina en un país aliado de la OTAN, que en 1998 le ofreció a Washington enviar nuevamente tropas contra Irak, pero esta vez, enviando tropas de tierra 

 (. LA NACIÓN. “Menem se alineo contra Saddam”. http://www.lanacion.com.ar/87298-menem-se-alineo-contra-saddam)


Para ir concluyendo, queda claro que si aquellos marinos que participaron activamente en las tareas de combate dentro del Teatro de Operaciones de lo que se conoció como “guerra del Golfo” entre 1990 y 1991, su posición con respecto a esos cascos azules es claramente disímil ya que, las dotaciones del grupo ALFIL I estuvieron involucrados con una de las partes (Coalición) lo que la legislación internacional reconoce a los combatientes de una guerra derechos inherentes a tal condición, mientras que los llamados “cascos azules” están llamados por un mandato de la ONU a separar a las partes del conflicto. Que esto no haya querido ser visto por el gobierno es una cosa, pero ello no significa que no exista ese derecho latente a ser reconocidos como “veteranos” con todos los derechos patrimoniales inherentes a la calidad de tal.

4/12/23

"GOLFO PÉRSICO CAMINO HACIA EL TERROR"

PARA LA ARMADA, EL ESTADO MAYOR CONJUNTO Y GOBIERNO PARA  QUE SEPAN QUE HICIMOS YA QUE NADIE QUIERE VER LA VERDADERA HISTORIA 

LATITUD 53° E, LONGITUD 27° N

LOS DOS BUQUES QUE ESTUVIERON DE AUXILIO A LOS HERIDOS

Cuando George H. Bush habló al público estadounidense sobre la crisis creada por la invasión iraquí del emirato de Kuwait en agosto de 1990 y la necesidad de restablecer el orden internacional roto por esa acción, fue sólo la parte política de la historia. Para los generales y asesores de defensa del Pentágono y del Departamento de Defensa, quedaría en el esquema de la estrategia llevar a cabo una operación militar que debería garantizar un éxito rápido y con el menor número de bajas. Está muy claro que la guerra siempre estuvo sobre la mesa como única opción.

Estuvieron ocupados en esta tarea desde la primera hora en que llegó el primer fax al Departamento de Estado informando de la situación en Kuwait y la frontera saudí. No vamos a alterar la información secreta que la CIA y las distintas agencias de inteligencia habían recopilado con mucha antelación. Aquí veremos aspectos puramente militares de cómo los generales y asesores de Bush diseñaron y ampliaron el Teatro de Operaciones (TO) para llevar a cabo las Operaciones Escudo del Desierto y Tormenta del Desierto.

Respecto al Teatro de Operaciones (TO) establecido en 1990 y que tuvo sus operaciones de combate desde el 17 de enero (03:00 hora local) al 9 de abril de 1991, su complejidad es un aspecto a destacar considerando las potencialidades que representaban las fuerzas. iraquíes, las armas involucradas (particularmente misiles de mediano alcance) y los desafíos que esto planteaba para la fuerza multinacional que tenía que enfrentarlos.

Técnicamente, el concepto de Teatro de Operaciones implica un espacio geográfico (porción de territorio) bien determinado en el que se desplegarán las fuerzas y se desarrollarán los combates con el enemigo de acuerdo con una Estrategia Operativa. Más técnicamente, se trata de un área geométrica con un volumen de espacio limitado bajo una autoridad militar estratégica (CENTCOM) que opera conjuntamente con un Comando de Operaciones Conjuntas (CINCCENT, NAVCENT, MARCENT). Para ello se consideraron espacios de concentración, zonas y vías de comunicación, el espacio necesario para el desarrollo del combate, la evacuación para atención de salud y consideraciones estratégicas secundarias.

En una explicación bastante didáctica y buscando la brevedad explicativa, los diseñadores de las campañas tenían como principal interés concebir una "Zona de Combate" en la que se cumplieran los requisitos topográficos, geográficos y técnicos militares necesarios para hacer frente a las fuerzas iraquíes desplegadas en Kuwait. Dentro de esta área geográfica se ubicaron los espacios necesarios para el desarrollo de la logística operativa, logística de materiales y logística personal para brindar apoyo logístico y de combate ubicado inmediatamente a la segunda área.

De esta forma, la Zona de Guerra fue denominada “Teatro de Operaciones Kuwaití” (KTO) que se extendía concéntricamente unas 124 millas por tierra, mar y aire para ser continuada por la amplia Zona de Comunicaciones en la que se desarrollaban múltiples tareas tácticas. destinadas a garantizar la sostenibilidad y la seguridad de las operaciones de profundidad (especialmente los dirigibles navales), las cercanas y también las necesarias en retaguardia todo ello para garantizar el éxito del plan general estratégico que se dirigió desde el Comando Central en Ryadh .


Gráfico A




En un segundo anillo contiguo se diseñó una "Zona de Comunicaciones" sobre la cual se basaron los puntos de apoyo para brindar servicios y administración de los recursos necesarios para llevar a cabo con la mayor eficiencia las operaciones de las fuerzas de la Coalición Aliada en el frente. batalla. Con una extensión geográfica que iba desde el borde donde culminaba la Zona de Combate hasta el Estrecho de Ormuz (gráfico A), esta área constituía un espacio geográfico estratégico y vital para el mantenimiento de operaciones de inteligencia táctica, naval, logística y cobertura de la retaguardia. Dentro de esta extensa área operaban las fuerzas de tarea de diferentes armadas, cada una a cargo de un Área de Responsabilidad determinada (Documento del Congreso de los Estados Unidos “Informe Interino”) asignada por el Comando Central (CENTCOM).


Gráfico B





Dentro de esta composición, las “Áreas de Responsabilidad” implicaron varias tareas que cambiaron a medida que avanzaba el tiempo, pasando de ser tareas de mera interdicción y bloqueo del tráfico marítimo comercial hacia y desde puertos iraquíes (gráfico B; Mapa de Interdicción Resolución ONU 661) a tareas logísticas y Tareas de apoyo al combate en el marco de las hostilidades de la Operación Tormenta del Desierto.



La delimitación de este espacio era una cuestión central para mantener una organización coherente, coordinación y eficiencia administrativa de las operaciones que se verían complicadas por el lenguaje y los dispares sistemas de comunicación involucrados. En este diseño una Zona depende de la otra, ya que sin Zona de Comunicaciones no podría haber Zona de Combate y eso, quedó muy claro en la planificación del Teatro de Operaciones para ejecutar "la Tormenta del Desierto" que debía cubrir los aspectos terrestre, naval y aérea con una dificultad adicional como es la de abastecer de forma continua y segura a las fuerzas de la Coalición Multinacional en un escenario geopolítico de gran complejidad y riesgo (con la República Islámica de Irán al este) siendo vital para ello, trazar una ruta rápida Una logística segura, estable y que asegure un resultado aceptable en el medio plazo. Esto último se resolvió con el diseño de una extensa ruta marítima que entrando por el Golfo de Omán y tras cruzar el Estrecho de Ormuz debía penetrar por la Zona de Comunicaciones hasta los estratégicos puertos sauditas “Al Jubail”, “Daharan” y “Al Dammam”. ". (Los únicos con instalaciones modernas y suficientes para atender las necesidades de montaje) donde, además de los tanques "M-1Abrams", vehículos blindados ligeros de la Infantería de Marina y contenedores con sus repuestos, gran parte de los vehículos de material (grandes camiones ), pertrechos y víveres para las tropas que luego debían ser transportados por otro tren de abastecimiento terrestre que despegaría por rutas específicas con nombres clave (AUDI y MERCEDES) que se extendían por la frontera norte.

Precisamente uno de los objetivos importantes a tener en cuenta en la concepción de la KTO era diseñar un sistema de seguridad marítima que asegurara el tránsito logístico protegiendo el flanco marítimo oriental (costa iraní) que se extiende desde la Península de la FAO hasta el Estrecho. de Ormuz, tarea que no pudo ser absorbida por los recursos navales de NAVCENT que tuvo que concentrarse en operaciones de combate y que hizo estratégicamente necesaria la participación de 30 armadas extranjeras que conformarían la Fuerza de Coalición Multinacional para hacerse cargo de esta zona estratégica de responsabilidad.





El despliegue que había que planificar debía abastecer por tierra a través de una Ruta Principal de Abastecimiento (MSR) puntos estratégicos como las bases aéreas de Rafha al noroeste, Qaisumah, King Khalid en el centro norte y Ras Mishab en la costa a 30 millas al sur de la ciudad de “Khafji” que sería el objetivo de una ofensiva iraquí. Cerrar el triángulo al sur en una segunda Ruta Principal de Abastecimiento (MSR) hasta el centro de abastecimiento en “Hafar Al Batin” desde donde abastecería a las bases aéreas de Buraydah, Al Artawiyah, Rey Abdul Aziz y Rey Fayd en las que se recibían aviones de transporte. C5B Galaxy y en el que se concentraban unidades militares aliadas que constituyeron los principales emplazamientos para lanzar la ofensiva Tormenta del Desierto.

En el diseño de este Teatro se incluyó el puerto de Manamah en Bahrein, un punto altamente estratégico para brindar protección al tráfico naval que se desplaza desde la entrada al Golfo hacia el norte.

En el diseño de los estrategas, la "Zona de Comunicaciones" era parte del Teatro de Operaciones, ubicada inmediatamente detrás de la Zona de Combate (la parte trasera del Teatro de Guerra JP 1-02 Departamento de Defensa de los Estados Unidos) que se extendía hasta el OCUS (Fuera de los Estados Unidos Contiguos). Estados Unidos), siendo necesario considerar un fuerte dispositivo de seguridad aeronaval que se extendiera desde el Estrecho de Ormuz sobre todo el espacio marítimo del Golfo en vista de las posibles capacidades materiales y humanas del enemigo para alcanzar, interceptar y sabotear las comunicaciones. líneas. En este sentido, uno de los factores que más preocupaba al Comando Central era el posible uso de armas químicas que, por las capacidades iraquíes, era muy probable que afectaran más allá de la Zona de Combate, incluida la retaguardia de la Zona de Comunicaciones. Esto se materializó con el impacto de un misil iraquí con una ojiva cargada de cloro el 25 de febrero de 1991 nada menos que en el complejo de cuarteles estadounidenses en la base de Dahram, que mató a 25 marines estadounidenses y dejó más de 97 heridos.

Dentro de esta área en su sector marítimo se desarrollaron diversas operaciones tácticas vitales para la seguridad del transporte logístico y de apoyo a los grupos de batalla que integraban los seis portaaviones involucrados en las operaciones, fue asignado a diferentes grupos de tarea encargados de esa misión. con roles rotativos que los implicaban en las hostilidades en curso.

De esta manera quedaba muy claro que la Zona de Comunicaciones de este Teatro de Operaciones era tan amplia o mayor que la Zona de Combate y esto, debido a la cantidad de fuerzas aliadas aglomeradas en la región, las que los iraquíes tenían desplegadas en Kuwait y el frontera con Arabia Saudita y por la versatilidad y alcance de los sistemas de armas presentes tanto en un lado como en el otro.



Así, considerando todos estos factores sobre el terreno, el Teatro de Operaciones de la Guerra del Golfo tuvo una dimensión considerable que se extendía desde Turquía al norte, las costas iraníes al este, el Mar Rojo al oeste y el Golfo de Omán al este. sur. En lo que fue la Zona de Combate con límites volubles, especialmente hacia el norte, extendiéndose las acciones sobre territorio iraquí.

28/11/23

PARTICIPACION DE LA ARMADA ARGENTINA EN LA GUERRA DEL GOLFO PERISCO 1990/1991

 

EL EX-PRESIDENTE (F) CARLOS MENEM ORDENO IR A LA GUERRA DEL GOLFO, Y POR AHORA DESPUES 33 AÑOS NADIE SABE, NO HAY REGISTRO O NO LO QUIEREN VER POR QUE SABEN QUE ESTAN EN FALTA, NI LA ARMADA, ESTADO MAYOR CONJUNTO, MINISTERIO DE DEFENSA Y MINISTERIO DE RELACIONES INTERNACIONALES Y CULTO.

ESTOS SEÑORES NADIE CONTESTAN Y ACA TIENEN POR QUE FUIMOS, NO DE PASEO NI DE CASCOS AZULES, NI DE MISION DE PAZ.




Participación de la Armada Argentina

Como consecuencia de la invasión militar iraquí a Kuwait producida el 1º de agosto de 1990, el Consejo de Seguridad de la ONU emitió la Resolución Nº 661/90, que imponía el embargo total al comercio mundial con lraq, la Resolución Nº 665/90, que autorizaba el uso de la fuerza en caso de necesidad para imponer sanciones económicas y, por último, la Nº 678/90 que permitía el uso de la fuerza militar contra lraq.

Para contribuir al cumplimiento de los requerimientos de la ONU, el Poder Ejecutivo Nacional argentino emitió el Decreto Nº 1871/90 y fue promulgada la Ley Nacional Nº 23.904/91. Ambos instrumentos legales autorizaban la intervención de la Armada en el Golfo Pérsico.

Esta intervención realizada en el marco de una alianza internacional, denominada Operativo "Alfil", se materializó inicialmente en el grupo compuesto por el Destructor ARA “Almirante Brown” y la Corbeta ARA “Spiro” que, al concluir su período de operaciones, fueron relevados por el grupo compuesto por la Corbeta ARA “Rosales” y el Buque Transporte ARA “Bahía San Blas”.

El primer equipo de naves argentinas zarpó el 25 de septiembre de 1990, para regresar, el destructor en abril de 1991 y la corbeta, en mayo. Cada una de las unidades completó una trayectoria de más de 39.000 millas navegadas.

Del segundo equipo, la corbeta partió de la Argentina el 20 de febrero de 1991 y regresó en agosto, luego de cubrir más de 31.000 millas navegadas. A su vez, el buque transporte zarpó el 21 de marzo de 1991 y regresó en agosto. Su carga de ayuda humanitaria consistió, fundamentalmente, en leche en polvo, trigo y productos medicinales.

ARA BROWN


ARA SPIRO

26/11/23

A LOS 36 AÑOS SE ENARBOLO EL PABELLON DE GUERRA DE LA CORBETA ARA SPIRO, VETERANA DEL GOLFO PERSICO 1990/1991

 


HOY A 36 AÑOS SE ENARBOLA EL PABELLON DE GUERRA A LA ARA SPIRO 26/11/1987.

Entre febrero de 1987 y el 26 de noviembre de ese mismo año en que el buque fue entregado a la Armada de la República, siendo Capitán de Fragata, se desempeñó como Comandante de Quilla de la Corbeta A.R.A. SPIRO (tercera de las Clase ESPORA), en alistamiento final en el Astillero Río Santiago.

El 26 de noviembre al enarbolarse el Pabellón de Guerra del buque en el Puerto de Buenos Aires asumió su comando efectivo (primer Comandante) que duró hasta los primeros meses de 1990 con el buque asignado a la Flota de Mar.

C.N. ARA Ret Francisco Cachaza Iramont, que fuera comandante de la Spiro. Por orden de este señor fue robada del Astillero por que no la terminaban, la terminamos nosotros en puerto Belgrano. y de ahi a la guerra del Golfo Persico. 1990/1991.



LLEGADA A PUERTO BELGRANO


ZARPADA DEL PUERTO DE BS AS

EN NAVEGACION....PRUEBA DE TODOS LOS SISTEMAS 0KM