4/1/24

CAMBIOS EN LA CONDUCCION DE LA ARMADA ARGENTINA



LOS DOS CONTRAALMIRANTE PASARON POR LA GUERRA DEL GOLFO PERSICO 1990/1991, ESPERO SEPAN COMPRENDER Y DAR LA VIA QUE CORRESPONDE COMO VETERANOS DE UNA GUERRA EN EL MAR ARABIGO..



CONTRAALMIRANTE CARLOS MARIA ALLIEVI
(ARA BROWN)






CONTRAALMIRANTE MARCELO ALEJANDRO DALLE NOGARE
(ARA SPIRO)

MINISTERIO DE DEFENSA
Resolución 1/2024
RESOL-2024-1-APN-MD


Ciudad de Buenos Aires, 02/01/2024

VISTO el expediente EX -2023-153950562-APN-DGAM#MD, y

CONSIDERANDO:

Que resulta necesario disponer la designación de UN (1) Oficial Superior para la cobertura del cargo de Subjefe del ESTADO MAYOR CONJUNTO DE LAS FUERZAS ARMADAS.

Que el Oficial Superior considerado para dicho cargo cuenta con el perfil profesional adecuado para el desempeño de las funciones de la Conducción Superior de dicho Organismo militar que se le asignan.

Que se ha dado intervención a la DIRECCIÓN GENERAL DE ASUNTOS JURÍDICOS del MINISTERIO DE DEFENSA.

Que la presente medida se dicta en uso de las atribuciones conferidas por el artículo 2°, inciso 1, del Decreto N° 721 del 30 de mayo de 2016.

Por ello,

EL MINISTRO DE DEFENSA

RESUELVE:

ARTÍCULO 1° - Desígnase al Contraalmirante Marcelo Alejandro DALLE NOGARE (D.N.I. N° 17.381.988), como Subjefe del ESTADO MAYOR CONJUNTO DE LAS FUERZAS ARMADAS.

ARTÍCULO 2° - Regístrese, comuníquese, publíquese, dése a la DIRECCIÓN NACIONAL DEL REGISTRO OFICIAL y archívese.

Luis Petri

e. 04/01/2024 N° 190/24 v. 04/01/2024


Fecha de publicación 04/01/2024

30/12/23

GUERRA DE INTENSA DESPROPORCION

Esto en referencia a los argumentos del entonces gobierno argentino de Carlos Menem que trató de excusar la participación del país hablando de que sus tropas no formarían parte de las acciones beligerantes cuando en realidad, sirvió como apoyo logístico destacado para la concreción de aquellas. Igualmente, ello en dicho período no figura en la lista de misiones de paz.




Treinta y tre años después y una montaña de documentos acumulados, segun el Ministerio de Defensa dice no tener nada. No dejan lugar a dudas de lo que fue la guerra del Golfo Pérsico de 1991. Desde su inicio en la madrugada del 17 de enero, no cesaron los ataques y los bombardeos poniendo en evidencia el uso masivo e indiscriminado de toda clase de armas de destrucción masiva empleados en parte, contra emplazamientos urbanos en Kuwait e Iraq.

En realidad, jamás se hizo un estudio certero e imparcial de la cantidad de muertes y de heridos que causaron los raids de la Coalición Aliada ya que ello estuvo tácitamente avalado por Naciones Unidas y olímpicamente censurado (con la cooperación de la CNN) por el Departamento de Estado y el Pentágono. Igualmente, varios episodios quedaron expuestos pese al vano intento de la CNN de maquillarlos ante la opinión pública.

Es un capítulo de la historia que los norteamericanos y los británicos quieren mantener oculto bajo sus propias verdades amañadas, pese a que ellos mismos (sus veteranos) han sufrido y algunos quedan todavía sufriendo en carne propia los efectos de esta conflagración, que hay que señalar, fue el inicio de la actual inestabilidad reinante en el Medio Oriente.

Para Washington y sus socios, el olvido sería lo mejor ya que indagar en lo que implicó lograr que se retiraran los iraquíes de Kuwait pondría (una vez más) en entre dicho y en una crítica revisión la tan proclamada preocupación por los derechos humanos y el control de armas de Destrucción Masiva.

Cuando hace dos semanas se ventiló un informe de un investigador británico que confirmaba que la Royal Navy había despachado 31 armas nucleares al Atlántico sur en 1982, en realidad no revelaba nada nuevo. Hace 17 años atrás el profesor de Estudios de Guerra de la King´s College de Londres Sir Lawrence Freedman, había comprobado que la “Task Force” remitida a Malvinas llevaba consigo armamento nuclear.

Su repentina publicación y repercusión en los medios de acá solo responde a un interés político a poco de cumplirse los 40 años de la gesta. Sin dudas, es una cortina de humo que pretende cerrar las discusiones sobre si Londres había planificado usar bombas nucleares (WE177A) contra Buenos Aires si se veían arrinconados. Solo es un maquillaje mediático para distraer de las ojivas nucleares (color rojo) que aún se hallan en las bodegas del destructor “HMS Sheffield”, hundido por la fuerza aeronaval en las aguas argentinas (Cfr. Artículo de Rob Evans y David Leigh, publicado el sábado 6 de diciembre de 2003, The Guardian y "Los barcos de la Guerra de las Malvinas británicas tenían armas nucleares, Reuters, 06 dic 2003). Esto sin dudas, es un dolor de culo para los políticos en Buenos Aires quienes se ven presionados desde Londres para que esto pierda interés.

En el caso de la guerra del Golfo en 1991 también se dio la misma tapadera. Dejando de lado la naturaleza del conflicto y sacando las cuestiones políticas y financieras que se escondían detrás de la opaca intervención de Naciones Unidas (Acceso y Control geopolítico de EEUU en la región, el petróleo y los negociados que ha posterior se llevarían a cabo -Comida por petróleo-), la intensidad que tuvo esa guerra fue sin dudas más allá de lo convencional y prueba de ello quedó grabado en la salud de la población civil y de los mismos combatientes de la Coalición.

Los primeros despliegues realizados tras la invasión a Kuwait dejaron en claro hacia donde apuntaba todo. Más allá de la inexplicable velocidad con la que los norteamericanos llegaron, sus colegas británicos no tardaron en movilizarse llegando a colocar en el terreno a unos 53.000 hombres.

Pero en esta guerra no contó el número de hombres o de blindados sino, la tecnología y la potencia de las armas empleadas. Iraq contaba con un gigantesco ejército compuesto por un millón de hombres, pero estaba poco tecnificado y además tras años de ser aliados con Washington (por la guerra contra Irán), los norteamericanos conocían al detalle sus debilidades. Los iraquíes tampoco ignoraban esta situación y con su ingenio les dieron bastantes problemas en el terreno a los norteamericanos.

Aquí también, aunque no aparezca en los créditos la OTAN estuvo involucrada. Su mención no era oportuna y mucho menos conveniente debido a la situación geopolítica del momento con la disolución de la URSS en proceso y una incertidumbre de lo que ello podría provocar. Pero el Comandante del CENTCOM a cargo de las operaciones el General Norman Schwarzkopf y sus generales en Riad no habrían podido coordinar ni dirigir las operaciones de la mega fuerza acumulada (compuesta por 34 armadas) sin la asistencia de los satélites y de unidades navales que además del apoyo de combate necesario para el progreso de las acciones, proveyeron inteligencia electrónica (ELINT) que alimentaba al Software informático con el cual se llevó adelante el seguimientos de las operaciones militares.

Iraq solo ofrecía como contrapeso estratégico, sus misiles “SCUD-B” y algunas variantes modificadas que pese a las desproporcionadas ventajas de sus enemigos, dieron dolores de cabeza a los estadounidenses (con 81 lanzamientos).





La tecnología más avanzada estaba del lado de la Coalición Aliada y por ello llegaron a jactarse de que sus bombardeos eran “quirúrgicos” que solo tenían como blanco a unidades militares y políticas iraquíes. Pero los hechos demostraron todo lo contrario. Amplias zonas civiles de Bagdad demolidas por los bombardeos pusieron en entre dicho a Washington con la ley internacional (La Haya 1907, art. 48 del Protocolo I de 1977, Res. 2444 Naciones Unidas entre otras). Incluso las cifras publicadas por norteamericanos y británicos -sometidas a censura previa- delataban de esta grosera contradicción. Según sus fuentes entre 100.000 a 200.000 civiles (no objetivos legítimos) murieron en la llamada “Tormenta del Desierto” algo que, si consideramos que son cifras conservadoras y tentadas a la baja, estas podrían llegar a ser el doble demostrando claramente la ausencia de la regla de proporcionalidad en el uso de la fuerza (Art. 51).

Más allá de las argumentaciones que solían exponer los voceros del Pentágono y La Casa Blanca, la ley internacional humanitaria (CICR) era clara al prescribir “que nunca hay una justificación para el exceso de bajas civiles”. Según un informe de “Greenpeace International” las bajas civiles iraquíes llegaron a 210.000 calificando a la guerra como “la guerra más importante y destructiva de la historia moderna”. Con estos antecedentes queda claro que hablar de misión de paz dentro de este escenario, es un contrasentido y una absurdidad que no se reflejó en los hechos.

Informes del por entonces Ministerio de Salud de Iraq (que obviamente en occidente jamás dejaron publicar), las muertes habían superado los 250.000 civiles y dejando casi el doble de heridos de diversas consideraciones con el adicional del envenenamiento ambiental. Pero lo particular de estas aberraciones fueron los medios con los que se causaron. Pese a que los estadounidenses hablaban de ataques “quirúrgicos” y “puntuales”, sus bombas y misiles cayeron sobre caseríos, edificios, Mezquitas y colegios sin importarles si ellos pertenecían a sunitas o chiitas. Sumado a esto, la mayoría de estas bombas guiadas estaban armadas con Uranio (U-235) que no solo destruían un determinado objetivo sino, a todo el radio en decenas de metros a la redonda sumándole a esto, la contaminación por radiación del terreno.

El tipo de explosión de estos ingenios no solo apuntaban a destruir físicamente a los objetivos militares iraquíes sino también (y lo más maquiavélico) buscaba romper la psiquís colectiva mediante el terror y la desesperación algo de lo cual también el Protocolo I, en sus arts. 50 y 51 prohíbe de forma expresa.

Tampoco se respetaron los preceptos en referencia a las reglas sobre los combatientes tal como quedo reflejado en la innecesaria y cobarde masacre de soldados y civiles iraquíes que entre la noche del 27 al 28 de febrero se retiraban por la ruta 80 rumbo a Basora cuando ello no reportaba ninguna ventaja militar (Art. 52, Prot. I). Según un informe secreto de la entonces inteligencia iraquí se le informó por escrito a Saddam Hussein que unos 13.750 soldados habían muerto calcinados por el Napalm y bombas de racimo de los aviones norteamericanos y británicos.

El machaque aéreo y naval 24 horas al día durante cinco semanas sobre Kuwait e Iraq fue incesante e inmisericorde (6000 bombas por día), pero a pesar de ello, la breve pero letal respuesta de los iraquíes (con el uso de ojivas químicas de “Tabun y Sarin” montadas en algunos misiles SS1-SCUD y cartuchos de artillería) tuvo su correlato tardío con la aparición un par de años más tarde del llamado “Síndrome del Golfo” que sin dudas fue el producto de la contaminación venenosa surgida del efecto de estas armas y la radiación de sus propias bombas (Detectados por las Alarmas M8A1) y no de los bombardeos a fábricas de armas químicas vacías en “Muthanna” y “Faluya”. Igualmente los Aliados mantuvieron esto bajo un total hermetismo hasta que no se pudo tapar más. Fue por ello que la aparición de este síndrome fastidió a Washington e incluso por años, dieron la espalda a sus veteranos tratando de que sus casos no se conocieran.

Con esto en consideración y por las evidencias que reflejan el uso de estos armamentos con las consecuencias humanas queda claro que esta no fue una guerra convencional como se la querido vender.

5/12/23

“OPERACIONES BÉLICAS”

 


A 33 AÑOS DE LA ZARPADA DEL GRUPO T.88 AL GOLFO PERSICO LA HISTORIA CONFIRMA LA REAL NATURALEZA DE SU MISION.



ARA BROWN

ARA SPIRO




Pese a que han pasado ya treintres años de la partida de la misión naval argentina a las aguas del Golfo Pérsico, el tiempo no ha hecho olvidar dicha participación y menos aún, el carácter de aquella operación que representó al final de cuentas, la presencia argentina en el escenario conflictivo más remarcable y terrible de finales del siglo XX y que aún a nuestros días sigue más vigente que nunca.


Pareciera que tanto los jefes de la Armada Argentina como los representantes políticos de aquella época –y obviamente los actuales-, han sido atacados por una aguda amnesia que no les permite acordarse de cuáles fueron las circunstancias fácticas, jurídicas y políticas en que dichos buques de guerra fueron enviados a las aguas del Golfo Pérsico. Y es que a razón de verdad, de esclarecerlas llevaría a que se deban reparar varias situaciones que han sido mantenidas bajo el tapete de la historia.


La versión oficial que aún subsiste en los empolvados anaqueles de los archivos del Congreso, de la Armada y del Archivo General de la Nación relata que el envío de las naves al Golfo fue por un “mandato de Naciones Unidas” para el “mantenimiento de la paz”; para empezar, ambas son dos grandes falacias.


Cuando se produjo la llamada “Crisis del golfo” tras el ingreso de tropas iraquíes al emirato de Kuwait el 2 de agosto de 1990, Buenos Aires se hallaba en intensas gestiones para seducir a Washington con miras a que trajeran inversiones privadas con el objeto de reflotar un país casi quebrado.



Por esas casualidades del destino, una misión del ministerio de defensa encabezada por el entonces ministro Humberto Romero se hallaba en Washington a la sazón de entrevistarse con George H. Bush y el entonces Jefe del Estado Mayor Conjunto el general Collin Powell, para supuestas tratativas sobre la situación de las FFAA argentinas carentes de repuestos de varias unidades de fabricación norteamericana y sobre la situación del proyecto “Cóndor”. Justamente en esos momentos, estalló la crisis lo que supuestamente obligo a que Bush y Powell partieran raudos a Arabia Saudita, dejando a la comitiva argentina para ser atendida por el vicepresidente y funcionarios intermedios.


Pero más allá de estas casualidades y bajo el influjo informativo de la versión oficial de Washington, el gobierno de Menem sin analizar las verdaderas implicancias y sin considerar claramente los alcances de lo que podría devenir una participación militar en el Medio Oriente, se comprometió a participar junto a lo que “EEUU decidiera”. Si bien el gobierno argentino argumentó la salida de los navíos el destructor “ARA Alte. Brown” y la corbeta “ARA Spiro”, supuestamente conminadas por resoluciones de Naciones Unidas, ha quedado claro que ello no justificaba jurídicamente la remisión de una “misión de combate” como la que representó el grupo de tareas T.88.I que desde su ingreso al Teatro de Operaciones en el Mar Rojo comenzó con actividades que en el derecho internacional de la guerra representan actos hostiles contra una nación soberana. Esto último hay que subrayarlo, ya que no hubo un mandato de “paz” o una resolución de carácter vinculante del Consejo de Seguridad para emprender dichas acciones.




Aquella ocasión, representó para el gobierno de Menem la oportunidad para dar el salto a lo que él y sus seguidores neoliberales llamaban el “primer mundo” y para ello extendió un cheque en blanco a la Casa Blanca para que dispusieran como lo iban a cobrar. El verdadero trasfondo del envío de éste grupo de batalla no fue otro que el seguir una agenda de política externa que obsecuencia mediante, no midió consecuencias y una de ellas sería, la situación de los efectivos que habían sido enviados a lo que terminó siendo una guerra alta intensidad.


Es a partir de aquella situación de hecho en la que más de quinientos hombres de la Armada Argentina se vieron involucrados primeramente en actividades hostiles como fue el bloqueo económico y de mercancías a la república árabe de Irak, que fueron involucrándose en lo que en la jerga militar se denominan “operaciones militares” que no fueron, ni simuladas ni de mero apoyo simbólico a los esfuerzos de la Coalición Aliada como algunos desinformados trataron de argumentar a lo largo de estos años.


En esa situación y en consideración a las tecnologías militares que se hallaban disponibles en aquel entonces, vale la pena recordar que los peligros de la inserción de ambas naves dentro de un estrecho Teatro operacional –en cuanto a las distancias físicas- como el que representó el espacio acuático del Golfo Pérsico, duplicaron los peligros a los que se vieron expuestos los combatientes de la “Coalición” y por ende los marinos argentinos. Con solo unos cientos de kilómetros de anchura del Golfo, el margen de maniobrabilidad ante amenazas navales lo hacía prácticamente nulo. Y esto solo refiriéndonos a los “peligros convencionales” (misiles, minas y sabotajes) que muy bien pudieron haber causado estragos en el grupo ALFIL I.


Uno de los peligros con que convivieron los argentinos fue, la de tener que operar en aguas plagadas minas que habían quedado de la guerra entre Irán e Irak y que aún permanecían activas. El dato revela que el grupo de tareas se vio involucrado en aguas próximas a las operaciones bélicas que se llevaban sobre Kuwait e Iraq. Es más, según los documentos de las unidades navales de la Coalición agrupadas en el NAVCENT, revelan que tanto el “ARA Brown” como el “ARA Spiro”, realizaban tareas de custodia y patrulla del grupo de ataque liderado por el portaaviones estadounidenses “USS-Midaway” desde donde se lanzaban constantes operaciones aéreas que bombardearon posiciones iraquíes en Kuwait y que llegaban a Bagdad. Y la posición señalada no era para nada relajada ya que, según se especulo recurrentemente por los estrategas en Dahram, si Irán se salía de la neutralidad en la que se había posicionado y pasaba a dar su apoyo a Bagdad, el principal blanco a la vista hubiera sido el portaaviones y todo su grupo entre ellos, los barcos argentinos.

USN TRIPOLI CHOCA UNA MINA LARGADA POR IRAK


SECUELAS NAVALES 1991



Igualmente y más allá de aquellas ponderaciones –de las cuales los marinos no estaban al tanto- el grupo ALFIL I cumplió su misión de batalla y permaneció en actividad hasta el cese de las hostilidades. Si no fueron alcanzados por el fuego del bando iraquí solo fue una cuestión fortuita ya que, las posibilidades estuvieron servidas.


Ahora bien, pese a ello, los marinos argentinos no han sido debidamente reconocidos por sus méritos en el fragor de esas jornadas, algo que a la vista de la distancia histórica, representa una inconsecuencia que los deja injustamente discriminados en consideración de aquel evento bélico y del reconocimiento que recibieron sus camaradas de las armadas involucradas. En este sentido, pareciera que el gobierno de Menem creyó que podía exponer a los recursos del estado nacional –incluyendo a los humanos-, sin reconocer puntos específicos que hacen a lo estrictamente material y jurídico, sacrificables bajo el erróneo eslogan “Por la Patria o la Paz internacional”. Creyendo equivocadamente que al no haber habido bajas, sus efectivos no eran dignos de reconocimiento y menos aún de alguna compensación por los servicios prestados, les dio las gracias, una apretada de manos al anterior Jefe del Estado Mayor de la Armada y adiós.


Sin dudas se trató de una avivada política que los jefes de estos hombres dejaron pasar. Pero esta omisión del entonces gobierno menemista no desapareció por el paso del tiempo y mucho menos ha perdido legitimidad en cuanto al fondo del reclamo de cada uno de los miembros de las dotaciones actuantes. Para que se entienda la mecánica de este proceder, los marinos argentinos deben recordar lo que lastimeramente ocurrió con sus camaradas del Ejército Argentino, quienes si habían sido enviados bajo el pabellón de Naciones Unidas como “Cascos azules” a Croacia entre 1991 a 1995 y que algunos de ellos, al ser alcanzados por fuego de los contendientes, regresaron heridos o con severos daños. Ese mismo gobierno les dijo “que no les debían nada” y ahí se terminó el tema (v.
http://www.lanacion.com.ar/488110-la-paz-que-no-llega-br-cascos-azules ) aunque más tarde, la justicia les hizo lugar a sus reclamos.


También habría que recordar, hasta donde estaba dispuesto aquel gobierno menemista con tal de agradar a Washington y lograr de ese modo, aquella demorada promesa de convertir a la Argentina en un país aliado de la OTAN, que en 1998 le ofreció a Washington enviar nuevamente tropas contra Irak, pero esta vez, enviando tropas de tierra 

 (. LA NACIÓN. “Menem se alineo contra Saddam”. http://www.lanacion.com.ar/87298-menem-se-alineo-contra-saddam)


Para ir concluyendo, queda claro que si aquellos marinos que participaron activamente en las tareas de combate dentro del Teatro de Operaciones de lo que se conoció como “guerra del Golfo” entre 1990 y 1991, su posición con respecto a esos cascos azules es claramente disímil ya que, las dotaciones del grupo ALFIL I estuvieron involucrados con una de las partes (Coalición) lo que la legislación internacional reconoce a los combatientes de una guerra derechos inherentes a tal condición, mientras que los llamados “cascos azules” están llamados por un mandato de la ONU a separar a las partes del conflicto. Que esto no haya querido ser visto por el gobierno es una cosa, pero ello no significa que no exista ese derecho latente a ser reconocidos como “veteranos” con todos los derechos patrimoniales inherentes a la calidad de tal.

4/12/23

"GOLFO PÉRSICO CAMINO HACIA EL TERROR"

PARA LA ARMADA, EL ESTADO MAYOR CONJUNTO Y GOBIERNO PARA  QUE SEPAN QUE HICIMOS YA QUE NADIE QUIERE VER LA VERDADERA HISTORIA 

LATITUD 53° E, LONGITUD 27° N

LOS DOS BUQUES QUE ESTUVIERON DE AUXILIO A LOS HERIDOS

Cuando George H. Bush habló al público estadounidense sobre la crisis creada por la invasión iraquí del emirato de Kuwait en agosto de 1990 y la necesidad de restablecer el orden internacional roto por esa acción, fue sólo la parte política de la historia. Para los generales y asesores de defensa del Pentágono y del Departamento de Defensa, quedaría en el esquema de la estrategia llevar a cabo una operación militar que debería garantizar un éxito rápido y con el menor número de bajas. Está muy claro que la guerra siempre estuvo sobre la mesa como única opción.

Estuvieron ocupados en esta tarea desde la primera hora en que llegó el primer fax al Departamento de Estado informando de la situación en Kuwait y la frontera saudí. No vamos a alterar la información secreta que la CIA y las distintas agencias de inteligencia habían recopilado con mucha antelación. Aquí veremos aspectos puramente militares de cómo los generales y asesores de Bush diseñaron y ampliaron el Teatro de Operaciones (TO) para llevar a cabo las Operaciones Escudo del Desierto y Tormenta del Desierto.

Respecto al Teatro de Operaciones (TO) establecido en 1990 y que tuvo sus operaciones de combate desde el 17 de enero (03:00 hora local) al 9 de abril de 1991, su complejidad es un aspecto a destacar considerando las potencialidades que representaban las fuerzas. iraquíes, las armas involucradas (particularmente misiles de mediano alcance) y los desafíos que esto planteaba para la fuerza multinacional que tenía que enfrentarlos.

Técnicamente, el concepto de Teatro de Operaciones implica un espacio geográfico (porción de territorio) bien determinado en el que se desplegarán las fuerzas y se desarrollarán los combates con el enemigo de acuerdo con una Estrategia Operativa. Más técnicamente, se trata de un área geométrica con un volumen de espacio limitado bajo una autoridad militar estratégica (CENTCOM) que opera conjuntamente con un Comando de Operaciones Conjuntas (CINCCENT, NAVCENT, MARCENT). Para ello se consideraron espacios de concentración, zonas y vías de comunicación, el espacio necesario para el desarrollo del combate, la evacuación para atención de salud y consideraciones estratégicas secundarias.

En una explicación bastante didáctica y buscando la brevedad explicativa, los diseñadores de las campañas tenían como principal interés concebir una "Zona de Combate" en la que se cumplieran los requisitos topográficos, geográficos y técnicos militares necesarios para hacer frente a las fuerzas iraquíes desplegadas en Kuwait. Dentro de esta área geográfica se ubicaron los espacios necesarios para el desarrollo de la logística operativa, logística de materiales y logística personal para brindar apoyo logístico y de combate ubicado inmediatamente a la segunda área.

De esta forma, la Zona de Guerra fue denominada “Teatro de Operaciones Kuwaití” (KTO) que se extendía concéntricamente unas 124 millas por tierra, mar y aire para ser continuada por la amplia Zona de Comunicaciones en la que se desarrollaban múltiples tareas tácticas. destinadas a garantizar la sostenibilidad y la seguridad de las operaciones de profundidad (especialmente los dirigibles navales), las cercanas y también las necesarias en retaguardia todo ello para garantizar el éxito del plan general estratégico que se dirigió desde el Comando Central en Ryadh .


Gráfico A




En un segundo anillo contiguo se diseñó una "Zona de Comunicaciones" sobre la cual se basaron los puntos de apoyo para brindar servicios y administración de los recursos necesarios para llevar a cabo con la mayor eficiencia las operaciones de las fuerzas de la Coalición Aliada en el frente. batalla. Con una extensión geográfica que iba desde el borde donde culminaba la Zona de Combate hasta el Estrecho de Ormuz (gráfico A), esta área constituía un espacio geográfico estratégico y vital para el mantenimiento de operaciones de inteligencia táctica, naval, logística y cobertura de la retaguardia. Dentro de esta extensa área operaban las fuerzas de tarea de diferentes armadas, cada una a cargo de un Área de Responsabilidad determinada (Documento del Congreso de los Estados Unidos “Informe Interino”) asignada por el Comando Central (CENTCOM).


Gráfico B





Dentro de esta composición, las “Áreas de Responsabilidad” implicaron varias tareas que cambiaron a medida que avanzaba el tiempo, pasando de ser tareas de mera interdicción y bloqueo del tráfico marítimo comercial hacia y desde puertos iraquíes (gráfico B; Mapa de Interdicción Resolución ONU 661) a tareas logísticas y Tareas de apoyo al combate en el marco de las hostilidades de la Operación Tormenta del Desierto.



La delimitación de este espacio era una cuestión central para mantener una organización coherente, coordinación y eficiencia administrativa de las operaciones que se verían complicadas por el lenguaje y los dispares sistemas de comunicación involucrados. En este diseño una Zona depende de la otra, ya que sin Zona de Comunicaciones no podría haber Zona de Combate y eso, quedó muy claro en la planificación del Teatro de Operaciones para ejecutar "la Tormenta del Desierto" que debía cubrir los aspectos terrestre, naval y aérea con una dificultad adicional como es la de abastecer de forma continua y segura a las fuerzas de la Coalición Multinacional en un escenario geopolítico de gran complejidad y riesgo (con la República Islámica de Irán al este) siendo vital para ello, trazar una ruta rápida Una logística segura, estable y que asegure un resultado aceptable en el medio plazo. Esto último se resolvió con el diseño de una extensa ruta marítima que entrando por el Golfo de Omán y tras cruzar el Estrecho de Ormuz debía penetrar por la Zona de Comunicaciones hasta los estratégicos puertos sauditas “Al Jubail”, “Daharan” y “Al Dammam”. ". (Los únicos con instalaciones modernas y suficientes para atender las necesidades de montaje) donde, además de los tanques "M-1Abrams", vehículos blindados ligeros de la Infantería de Marina y contenedores con sus repuestos, gran parte de los vehículos de material (grandes camiones ), pertrechos y víveres para las tropas que luego debían ser transportados por otro tren de abastecimiento terrestre que despegaría por rutas específicas con nombres clave (AUDI y MERCEDES) que se extendían por la frontera norte.

Precisamente uno de los objetivos importantes a tener en cuenta en la concepción de la KTO era diseñar un sistema de seguridad marítima que asegurara el tránsito logístico protegiendo el flanco marítimo oriental (costa iraní) que se extiende desde la Península de la FAO hasta el Estrecho. de Ormuz, tarea que no pudo ser absorbida por los recursos navales de NAVCENT que tuvo que concentrarse en operaciones de combate y que hizo estratégicamente necesaria la participación de 30 armadas extranjeras que conformarían la Fuerza de Coalición Multinacional para hacerse cargo de esta zona estratégica de responsabilidad.





El despliegue que había que planificar debía abastecer por tierra a través de una Ruta Principal de Abastecimiento (MSR) puntos estratégicos como las bases aéreas de Rafha al noroeste, Qaisumah, King Khalid en el centro norte y Ras Mishab en la costa a 30 millas al sur de la ciudad de “Khafji” que sería el objetivo de una ofensiva iraquí. Cerrar el triángulo al sur en una segunda Ruta Principal de Abastecimiento (MSR) hasta el centro de abastecimiento en “Hafar Al Batin” desde donde abastecería a las bases aéreas de Buraydah, Al Artawiyah, Rey Abdul Aziz y Rey Fayd en las que se recibían aviones de transporte. C5B Galaxy y en el que se concentraban unidades militares aliadas que constituyeron los principales emplazamientos para lanzar la ofensiva Tormenta del Desierto.

En el diseño de este Teatro se incluyó el puerto de Manamah en Bahrein, un punto altamente estratégico para brindar protección al tráfico naval que se desplaza desde la entrada al Golfo hacia el norte.

En el diseño de los estrategas, la "Zona de Comunicaciones" era parte del Teatro de Operaciones, ubicada inmediatamente detrás de la Zona de Combate (la parte trasera del Teatro de Guerra JP 1-02 Departamento de Defensa de los Estados Unidos) que se extendía hasta el OCUS (Fuera de los Estados Unidos Contiguos). Estados Unidos), siendo necesario considerar un fuerte dispositivo de seguridad aeronaval que se extendiera desde el Estrecho de Ormuz sobre todo el espacio marítimo del Golfo en vista de las posibles capacidades materiales y humanas del enemigo para alcanzar, interceptar y sabotear las comunicaciones. líneas. En este sentido, uno de los factores que más preocupaba al Comando Central era el posible uso de armas químicas que, por las capacidades iraquíes, era muy probable que afectaran más allá de la Zona de Combate, incluida la retaguardia de la Zona de Comunicaciones. Esto se materializó con el impacto de un misil iraquí con una ojiva cargada de cloro el 25 de febrero de 1991 nada menos que en el complejo de cuarteles estadounidenses en la base de Dahram, que mató a 25 marines estadounidenses y dejó más de 97 heridos.

Dentro de esta área en su sector marítimo se desarrollaron diversas operaciones tácticas vitales para la seguridad del transporte logístico y de apoyo a los grupos de batalla que integraban los seis portaaviones involucrados en las operaciones, fue asignado a diferentes grupos de tarea encargados de esa misión. con roles rotativos que los implicaban en las hostilidades en curso.

De esta manera quedaba muy claro que la Zona de Comunicaciones de este Teatro de Operaciones era tan amplia o mayor que la Zona de Combate y esto, debido a la cantidad de fuerzas aliadas aglomeradas en la región, las que los iraquíes tenían desplegadas en Kuwait y el frontera con Arabia Saudita y por la versatilidad y alcance de los sistemas de armas presentes tanto en un lado como en el otro.



Así, considerando todos estos factores sobre el terreno, el Teatro de Operaciones de la Guerra del Golfo tuvo una dimensión considerable que se extendía desde Turquía al norte, las costas iraníes al este, el Mar Rojo al oeste y el Golfo de Omán al este. sur. En lo que fue la Zona de Combate con límites volubles, especialmente hacia el norte, extendiéndose las acciones sobre territorio iraquí.

28/11/23

PARTICIPACION DE LA ARMADA ARGENTINA EN LA GUERRA DEL GOLFO PERISCO 1990/1991

 

EL EX-PRESIDENTE (F) CARLOS MENEM ORDENO IR A LA GUERRA DEL GOLFO, Y POR AHORA DESPUES 33 AÑOS NADIE SABE, NO HAY REGISTRO O NO LO QUIEREN VER POR QUE SABEN QUE ESTAN EN FALTA, NI LA ARMADA, ESTADO MAYOR CONJUNTO, MINISTERIO DE DEFENSA Y MINISTERIO DE RELACIONES INTERNACIONALES Y CULTO.

ESTOS SEÑORES NADIE CONTESTAN Y ACA TIENEN POR QUE FUIMOS, NO DE PASEO NI DE CASCOS AZULES, NI DE MISION DE PAZ.




Participación de la Armada Argentina

Como consecuencia de la invasión militar iraquí a Kuwait producida el 1º de agosto de 1990, el Consejo de Seguridad de la ONU emitió la Resolución Nº 661/90, que imponía el embargo total al comercio mundial con lraq, la Resolución Nº 665/90, que autorizaba el uso de la fuerza en caso de necesidad para imponer sanciones económicas y, por último, la Nº 678/90 que permitía el uso de la fuerza militar contra lraq.

Para contribuir al cumplimiento de los requerimientos de la ONU, el Poder Ejecutivo Nacional argentino emitió el Decreto Nº 1871/90 y fue promulgada la Ley Nacional Nº 23.904/91. Ambos instrumentos legales autorizaban la intervención de la Armada en el Golfo Pérsico.

Esta intervención realizada en el marco de una alianza internacional, denominada Operativo "Alfil", se materializó inicialmente en el grupo compuesto por el Destructor ARA “Almirante Brown” y la Corbeta ARA “Spiro” que, al concluir su período de operaciones, fueron relevados por el grupo compuesto por la Corbeta ARA “Rosales” y el Buque Transporte ARA “Bahía San Blas”.

El primer equipo de naves argentinas zarpó el 25 de septiembre de 1990, para regresar, el destructor en abril de 1991 y la corbeta, en mayo. Cada una de las unidades completó una trayectoria de más de 39.000 millas navegadas.

Del segundo equipo, la corbeta partió de la Argentina el 20 de febrero de 1991 y regresó en agosto, luego de cubrir más de 31.000 millas navegadas. A su vez, el buque transporte zarpó el 21 de marzo de 1991 y regresó en agosto. Su carga de ayuda humanitaria consistió, fundamentalmente, en leche en polvo, trigo y productos medicinales.

ARA BROWN


ARA SPIRO

26/11/23

A LOS 36 AÑOS SE ENARBOLO EL PABELLON DE GUERRA DE LA CORBETA ARA SPIRO, VETERANA DEL GOLFO PERSICO 1990/1991

 


HOY A 36 AÑOS SE ENARBOLA EL PABELLON DE GUERRA A LA ARA SPIRO 26/11/1987.

Entre febrero de 1987 y el 26 de noviembre de ese mismo año en que el buque fue entregado a la Armada de la República, siendo Capitán de Fragata, se desempeñó como Comandante de Quilla de la Corbeta A.R.A. SPIRO (tercera de las Clase ESPORA), en alistamiento final en el Astillero Río Santiago.

El 26 de noviembre al enarbolarse el Pabellón de Guerra del buque en el Puerto de Buenos Aires asumió su comando efectivo (primer Comandante) que duró hasta los primeros meses de 1990 con el buque asignado a la Flota de Mar.

C.N. ARA Ret Francisco Cachaza Iramont, que fuera comandante de la Spiro. Por orden de este señor fue robada del Astillero por que no la terminaban, la terminamos nosotros en puerto Belgrano. y de ahi a la guerra del Golfo Persico. 1990/1991.



LLEGADA A PUERTO BELGRANO


ZARPADA DEL PUERTO DE BS AS

EN NAVEGACION....PRUEBA DE TODOS LOS SISTEMAS 0KM






24/11/23

DAÑOS COLATERALES DE LA GUERRA DEL GOLFO PERSICO

Para algunos que no entienden del caso y les cuesta aceptar que esto fue una guerra, aca les aclaro que dicen los jueces cuando uno mete un jucio para ser aceptado como VETERANOS DE UNA GUERRA:

El fallo del tribunal calificado como “impecable y original” por parte de los especialistas en temas relacionados con veteranos de guerra consultados se inicia planteándose a sí mismo, si la sentencia de primera instancia se ajusta a derecho.


“La respuesta a este interrogante ataca de lleno un recurrente error de interpretación que sucesivas administraciones gubernamentales han cometido al interpretar una de las tres condiciones impuestas por ley para el otorgamiento de la condición de “Veterano de Guerra” y la obtención de los consiguientes beneficios honoríficos y económicos”, señaló uno de los profesionales que colaboró con la asistencia letrada de los demandantes.

Y agregó: “Temporalidad, ubicación geográfica y acción bélica son los requisitos que exige la ley para acceder a los beneficios que la condición de VG implican. En idioma llano esto implica que el peticionante debe acreditar que estuvo entre el 25 de Septiembre del 1990 y el 3 de Marzo de 1991 en las zonas denominadas como TOK y TORMENTA DEL DESIERTO , respectivamente, y además haber entrado en efectivas acciones de combate”.


“Las dos primeras son de por sí claras, pero la tercera resulta difusa cuando el estado confunde el hecho de participar de una acción de combate con el de empuñar un fusil o disparar un misil, ya que por cada efectivo militar que dispara hay varios que lo asisten en la operación en el terreno y otros que con su accionar le procuran alimento, lo curan o realizan distintas tareas de apoyo de combate. Asimismo, las tareas de inteligencia incluyan o no al espionaje son discretas, pero transforman a quienes las realizan en blancos lícitos del enemigo. Lo mismo aplica a toda la cadena logística que se realiza por aire, mar o tierra con medios militares o civiles”, concluyó.



Daños colaterales.

LA NUBE DE GAS SARIN LLEVADA POR EL VIENTO HABRIA AFECTADO A UNOS 100 MIL SOLDADO


Sumado a los “pecados de guerra” cometidos durante la ocupación de Irak, bajo la sospecha de que ese país contaba con armas de destrucción masiva, después de 20 años de finalizado el conflicto bélico, el Síndrome de la Guerra del Golfo sigue marcando a fuego a los veteranos norteamericanos.

Por Esteban Magnani y Luis Magnani


Después de la Guerra del Golfo (ver recuadro), los veteranos inundaron los consultorios con quejas variadas. Protestaban por fatiga crónica, erupciones cutáneas, migrañas, dolores musculares, de problemas cuyo origen debían ser desórdenes neurológicos, como por ejemplo “se me duerme el brazo” o pérdidas de memoria, alteraciones del sueño, dificultades respiratorias, gastrointestinales, menstruales y cardiovasculares. Sin embargo, y pese a la variedad, los médicos en general atribuyeron las quejas a causas psicológicas y al estrés.

Ahora, y después de haber sido negado como si fuera una enfermedad vergonzante, el Síndrome de la Guerra del Golfo (SGG) ha hecho su entrada triunfal en el sendero de la aceptación que el gobierno de los EE.UU. le debía. Si se recuerda que la Guerra del Golfo ocurrió hace casi dos décadas, se tendrá una idea de lo que le ha costado a ese gobierno reconocer su existencia.

Como era de esperar, la causa es el dinero, aunque esto no deja de ser curioso: reconocer la existencia del SGG llevará a autorizar importantes sumas para el tratamiento de los sufridos veteranos, mientras que mantener la creencia de que todo se debe a un estrés post-traumático, la excusa más común entre las que se alegaron, no conduce a tal erogación. Por lo visto, según un punto de vista bastante peculiar, una enfermedad orgánica es más “real” –y merece ser tratada– que una psicológica.

El informe que ha venido a cambiar el status quo sobre el tema proviene del Comité Consultivo de Investigación de las Enfermedades de los Veteranos de la Guerra del Golfo. La creación de este comité no fue sencilla. El Congreso la decidió en 1998 porque los veteranos no estaban recibiendo los cuidados que merecían y recién en el 2002 quedó constituido por 15 miembros. De ellos, dos tercios son científicos y el resto veteranos.
EL INFORME PELICANO

Las conclusiones del informe, aparecido en noviembre del 2008, no dejan lugar a dudas. El mentado SGG es real y afecta a alrededor de una cuarta parte de los 700 mil estadounidenses que intervinieron en el conflicto bélico.

La causa principal se debió al contacto de los soldados con dos sustancias químicas: el bromuro de piridostigmina y ciertos pesticidas usados sin mayor control para defenderse de jejenes y mosquitos. Tan belicosos eran los insectos, que la desesperación indujo a rociar también carpas –donde los combatientes se alimentaban– y uniformes. Por su parte, el bromuro se daba a las tropas para contrarrestar los efectos del gas nervioso en caso de que se usara en un ataque.

Es que la convicción de que los iraquíes desatarían una guerra química llevó, según el informe, a una precaución que resultó tan dañina como el presunto elemento a combatir. Sin embargo, lo que a primera vista parecería exagerado, se justifica cuando se conoce que las alarmas detectoras de ese gas sonaron con frecuencia en las acciones de esa guerra. Claro que los gobiernos dijeron que fueron falsas alarmas.

Otra causa apuntada por el comité, aunque con menos probabilidades, proviene del bombardeo y destrucción de un depósito de armas cerca de Khamisiyah. La nube de gas sarín (ver recuadro) llevada por el viento habría afectado a unos 100 mil soldados.

A la luz de estos datos, muchos de los que se negaban a caer en la necedad total pudieron hablar. Lord David Craig, mariscal de la Real Fuerza Aérea Británica, dijo que aceptar la gravedad que tenía el SGG para los veteranos era una obligación, una deuda contraída con mucha anterioridad. Con lógica pura, afirmó que eran tan víctimas de la guerra como aquellos alcanzados por una bala o una esquirla.

Por su parte, James Binns, veterano de Vietnam y presidente del comité, afirmó que lo trágico de la situación recaía en que, por las idas y vueltas del asunto, no existe hoy un tratamiento eficaz; e instó al Congreso a asignar 60 millones de dólares anuales para la investigación con el fin de encontrar la cura. Sin embargo, no cargó las tintas sobre los errores pasados; más bien, afirmó que el tema debía ser considerado como un proyecto primordial para el nuevo gobierno.
LA CARACTERIZACION DEL SINDROME

Es al epidemiólogo Robert Haley, de la Universidad de Texas, que se debe gran parte del conocimiento del SGG. Ya por el 2003, al advertir que los tests diseñados por las autoridades buscaban demostrar –porque era lo que esperaban– la presencia de un estrés post-traumático, y no el hallazgo de un diagnóstico “abierto”, encaró el problema con su propia metodología. “Lo que hay que hacer es lo que se hace frente a una nueva enfermedad: definirla. Si se le pregunta a la gente si tiene dolores o achaques, dirá que sí. Pero si se le pregunta si tiene dolores en las articulaciones que le impiden dormir y duran meses, la gente sana dirá que no; mientras que los veteranos del Golfo contestarán que sí”, dijo. Su manera de encarar las cosas tuvo éxito y sus hallazgos fueron luego confirmados por otros laboratorios, como el de Han Kang del Departamento de Asuntos de Veteranos, en Washington, que comparó los síntomas de 10 mil veteranos del Golfo contra 9 mil veteranos que no eran de esa guerra.

Robert Haley logró definir tres grupos de síntomas entre los que afectan a los veteranos del Golfo. El Síndrome 1 abarca los que afectan el sueño y las alteraciones de memoria. El Síndrome 3 contempla los dolores musculares y articulares. El 2 es el más serio y abarca los trastornos cerebrales, muchos manifestados en forma de confusiones y mareos.

Fueron necesarias casi dos décadas. Probablemente poco quede para recuperar a estos veteranos, a esta altura en la que el Estado norteamericano muestra tan poca piedad por propios y ajenos por igual.

20/11/23

GOLFO PERSICO UNA PRESENCIA ARGENTINA


La primera conferencia fue dictada por un sacerdote experto en grupos étnicos y en religiones del Medio Oriente y las distintas situaciones de conflicto entre ellas.

En las sucesivas sesiones participaron, junto con los organizadores, Capitán Ochoa e Ingeniero Mayer, el Embajador Roberto Guyer, el Ministro Victorio Taccetti, el entonces

Comandante de la Flota de Mar Contralmirante Enrique Molina Pico, quien se refirió a
su participación, en agosto de 1990 mientras se desempeñaba como Agregado Naval a la Embajada Argentina en Washington, en el desarrollo de los contactos y las actividades que culminaron con la participación de unidades de la Armada Argentina en la Fuerza Multi-
nacional, y el entonces Capitán de Navío Eduardo Rosenthal, quien se había desempeñado como Comandante del primer Grupo de Tareas de la Armada Argentina que se conformó
para participar en las Operaciones Multinacionales en el Golfo Pérsico.



18/11/23

“OPERATIVO ALFIL 80.0 HACE 33 AÑOS”


COMO AL PASO DE 33 AÑOS DE AQUELLA GUERRA INTERNACIONAL SIGUE SIENDO UNA  BATALLA SIN CONCLUIR PAR LOS "VETERANOS ARGENTINOS"





Hace 33 años atrás, para estos días, las dos naves argentinas del “Operativo Alfil I”, se encontraban en pleno de las operaciones militares de apoyo táctico y estratégico a la campaña militar contra las fuerzas iraquíes que se hallaban en Kuwait. A finales de enero de 1991, el destructor “ARA Ate. Brown” y la corbeta “ARA Spiro” terminaban una quincena infatigable de tareas de escolta y protección de las líneas logísticas que abastecían a los portaaviones que estaban lanzando los principales ataques aéreos sobre Kuwait e Iraq.


Eran momentos de mucha tensión. El ambiente era tan denso que como dice el dicho “se podía cortar con un cuchillo”. Las presiones que la misma situación de guerra en la que se encontraban las tripulaciones, se agregaban las que surgían de las relaciones jerárquicas ya no solo entre los mismos argentinos sino incluso, debiendo estar atentos a las órdenes y maniobras que disponían los cerebros navales desde el cuartel general del NAVCENT en Arabia Saudita, desde donde se coordinaban las acciones en una gran mesa de estrategia.


Aunque no se les comunicó a ningún miembro de las tripulaciones argentinas, todos –sin distinción entre oficialidad y suboficiales- estaban siendo observados y evaluados por los atentos ojos de los elementos norteamericanos que permanecían en el área de comunicaciones y que hacían de enlace con el Comando general. Aquellos tres marinos yanquis que el NAVCENT había enviado para instalar las antenas para comunicaciones en la “Brown”, eran también los ojos y los oídos de los encargados de la inteligencia de la campaña. Y es que los motivos eran tan importantes como determinantes; además de mantener los canales fluidos de comunicación, debían asegurarse de cuál era la moral y la disciplina de las tripulaciones y prevenir posibles inconductas que hubieran hecho fracasar las operaciones.

ACA TODOS LOS ELEMENTOS NECESARIOS QUE TUVIMOS QUE ENTENDER ADONDE ESTABAMOS PARADOS. EN AMBIENTE DENSO, LA PRESION DE LA MISMA SITUACION DE GUERRA EN QUE LOS ENCOTRABAMOS LAS TRIPULACIONES Y A ESTOS NOS VIGILABAN LOS LAS FUERZAS ESTADOUNIDENSES Y LOS INGLESES.
HASTA LOS MISMOS YANQUIS QUE PUSIERON LA COMUNICACIONES TAMBIEN MIRARAN QUE HACIAMOS (CONTRAINTELIGENCIA ADENTRO)

HASTA QUE ENTIEDERON QUE HABIA PROFESIONALIDAD EN NUESTRO PEQUEÑO EQUIPOS PERO SEGUROS DE LO QUE HACER.

NAVCENT

Sin dudas que fueron momentos muy duros; los minutos parecían horas y las horas semanas; y no solo los argentinos se vieron sometidos a estos extremos que crispaban los nervios. Sus mismos colegas norteamericanos, británicos y canadienses, cayeron en muchos casos, rendidos al poder de la presión que destruía los nervios de los hombres más firmes y preparados.

Desde la cubierta de la Brown

Hoy a 32 años y a lo lejos, se puede evaluar con mucha precisión, lo que represento esa posición de las tropas argentinas operando dentro de aquel letal teatro de operaciones y en una situación que solo aquellos hombres conocieron de primera mano. Justamente e 1º de febrero de 1991 desde las cubiertas de la “Brown” y la “Spiro”, los marinos argentinos contemplaban atareados como iban y venían los aviones de combate norteamericanos que despegaban del portaaviones “USS Midway”, punta de lanza que dio inicio a las operaciones de bombardeo contra Kuwait e Iraq y al cual asistieron hasta el final de la campaña.

"USS MIDWAY"


Fueron testigos de cómo los aviones norteamericanos “A-6 Intruder” preparaban sus miras lanzado sus bombas en blancos remolcados por el “USS Kansas City”, que se hallaba navegando junto a ellos. O como podrían olvidar como aquellos gigantescos helicópteros “Chinook” de la naval estadounidense maniobraban por encima de la cubierta del destructor “Brown” para trasladar personal de un buque a otro; sin dudas que eso fue una experiencia profesional inédita, inimaginable y a l vez imborrable para los argentinos.


“USS Kansas City”

“USS Kansas City”

Inmersos en sus tareas de agitadas rutinas de combate, los argentinos debían estar listos para cualquier contingencia que por un mínimo descuido, podía ser fuente de un desastre. Las aguas del golfo estaban pobladas de problemas que podían llegar a ser letales y solo ellos, pudieron ser testigos de varios de aquellos. La fuerza de la Coalición naval no solo debió estar al pendiente –y bajo una total desinformación- de las amenazas militares que “Saddam” tenía apuntando hacia el Golfo, sino también de los varios peligros que ni siquiera tenían idea que existían.

Sin dudas de que fueron protagonistas de la última y más portentosa guerra naval que el siglo XX vio antes de finalizar. El poder destructivo de las armas empleadas y la cantidad en toneladas que se movieron por las peligrosas aguas del golfo pérsico para que los arsenales de las tropas terrestres y las “Santa Bárbara” de los buques como el “USS Midway” no detuvieran el fuego, sigue siendo uno de los temas que se atienden con mucha importancia en las cátedras de apoyo de combate y logística –entre otras- en la Academia Militar de West Point, ubicada en estado de New York, Estados Unidos.


El brazo logístico fue primordial para el éxito de la campaña “Tormenta del desierto” ya que sin el desarrollo de las operaciones de control, vigilancia y custodia de los transportes que entraban al Golfo por el estrecho de Ormuz, seguramente se habrían registrado graves incidentes, que acometidos por células extremistas dispersas en la región, hubieran causado una demora en el abasto para las tropas que debían mantener un fuego coordinado y constante, si no querían que las Brigadas mecanizadas iraquíes los aplastaran con algún contra ataque. Como dijo el diseñador de éstas operaciones logísticas, “debemos funcionar como un reloj de precisión; si no podemos garantizar eso, le diré Schwarzkopf que no inicie nada”.

Un Chinook sobre la Brown



Entre las tareas que el operativo “Alfil I” tenía que cumplir, era las de asegurar el paso de los buques tanque que debían aprovisionar a la flota que se hallaba en operaciones. Esto que los norteamericanos denominan “refuelling” o reaprovisionamiento de combustible, que en la situación de guerra en la que se encontraban, representaba un riesgo potenciado no solo por la posibilidad de ser sorprendidos por un misil –ej. Misiles costeros Frog- en medio de la operación de alije, sino también por la presencia de todo tipo de minas explosivas. Precisamente sobre esto último, a pesar de la operatividad de varios buques “barreminas” y de los incesantes vuelos de helicópteros que exploraban las zonas para detectar entre otras cuestiones, posibles minas flotantes, existían en ese momento otros tipos de estos ingenios que estaban en el fondo del lecho del golfo y operaban en una manera más sofisticada.


Si tan solo una de esas minas hubiera tocado a un buque en momentos del reaprovisionamiento, se hubiera desatado un infierno sobre el agua dejando muy pocas probabilidades de que hubiese supervivientes.


Lo mismo con los buques que trasladaban municiones, bombas y misiles para los aviones que estaban embarcados en los siete portaaviones que encabezaban las operaciones navales de apoyo a la ofensiva que se realizaría por las tropas en Arabia Saudita. El arribo sin pausa y con seguridad era primordial para garantizar eficacia en las operaciones que se delineaban desde el cuartel general en Riad, desde donde los generales y almirantes coordinaban con minucia los movimientos de cada operativo desplegado en el golfo.


Ninguna embarcación estaba desligada de la cadena de mando que provenía desde el NAVCENT enclavado en Riad, base estratégica que coordinaba y planificaba el desarrollo de las operaciones en los diversos sectores que comprendieron el Teatro. En esas planificaciones y en medio de las hostilidades, los argentinos demostraron profesionalismo y un entusiasmo poco esperado por algunos mal pensados coordinadores de la campaña que, dicho sea de paso, supieron cometer errores que demostraban estar alterados por la presión.


Se había formado una comunidad en la zona, aunque para nada relajada; en el Teatro de operaciones que se extendía desde la entrada del estrecho de Ormuz hasta el norte del Golfo, los buques podían verse las siluetas recíprocamente y a veces supieron estar tan cerca unos de otros, que lograban verse como sus camaradas norteamericanos corrían con el culo entre las manos ante situaciones que habían quedado consignadas a quedarse y no salir de allí. Recuerden sino aquel incidente del “USS Midway” que en apariencias y sin que se esperara, recibió un duro ataque con misiles que teóricamente –y según los expertos militares- no podían estar allí. 

¿Qué hubiera sucedido si uno o esos misiles pasaban de largo y llegaban a una de las embarcaciones argentinas que estaba tan cerca? Solo para que el lector se haga a la idea de lo que podía haberle hecho un misil “Frog-7” a un buque como el Alte Brown o peor aún, a la pequeña corbeta Spiro, solo considere que al ser un vector de 9.1 metros de largo y con una cabeza armada de 550 kilogramos que ha ganado velocidad con un alcance de 75 kilómetros (mucho más que la distancia que patrullaban las naves), el solo imaginarse que uno de esos monstruos impactase por debajo de la línea de flotación en alguno de estos navíos, hoy estaríamos hablando de “bajas” y para el gobierno argentino, un dolor de cabeza para el cual no hay aspirina.

BROWN EN ABASTECIMIENTO DE COMBUSTIBLE CON EL TANQUE CANADIENSE Y ATRAS LA SPIRO DE CUSTODIA




Ante la inminencia de los peligros que poblaron aquel cajón de aguas llamado “Golfo Pérsico” que lo asemejaba a un polígono acuático y pese a los informes del Departamento Naval estadounidense –en especial el director de la ONI- que concluyeron como destacable a la invalorable actividad de las dotaciones argentinas en las operaciones “Escudo del desierto” y “Tormenta del Desierto” , muchos se preguntan ¿Qué espera el gobierno argentino para reconocer a estos hombres su derecho bien ganado a ser reconocidos como VETERANOS?

“EL DÍA QUE MENEM DIJO SI”

PARA LOS JOVENES DEL GOBIERNO DEL CUALQUIER MINISTERIO, QUE HOY OCUPAN CARGOS Y TIENEN MENOS DE 45 AÑOS, ESTA HISTORIA NO LA LEYERON EN NINGUN LADO, COMO NADIE CONTESTA NI SABE NADA, ACA LES RECUERDO POR QUE FUIMOS A LA GUERRA DEL GOLFO PERSICO. Y LOS MISMO OFICIALES DE LA ARMADA DIERON LA CARA, PARA ELLOS FUE UN PASEO O LOS CALLARON.

La historia secreta de cómo el presidente Carlos Menem dijo “si¨ a la propuesta de Washington a involucrarse en la crisis que luego terminó con la Guerra del Golfo.




Han pasado largos 33 años desde que la Argentina se involucro en “guerra” que sería el germen de la realidad geopolítica que hoy marca los destinos del Medio Oriente y del mundo entero. En aquel entonces, el presidente argentino Carlos Saúl Menem y el estadounidense George W. Bush, jamás imaginaron que tan pronto asomaba la nueva década, tendrían tantos y profundos contactos que irían más allá de lo protocolar y de los temas de estado.


Era inimaginable, que un “peronista” le abriera las puertas de par en par a los EEUU al país y mucho menos, que le sirviera como el gobierno menemista le sirvió en sus planes geoestratégicos enmarcados en el proyecto de un “nuevo orden mundial”, oficialmente declarado por el mismo George W. Bush el 11 de septiembre de 1991 ante el Congreso estadounidense. Como olvidar aquellos momentos en que el mundo se sacudía con la caída del muro de Berlín, el derrumbamiento de la URSS y una crisis interna china sofocada a sangre y fuego en “Tian An Min”, fueron los argumentos centrales para lanzar una política de unilaterialismo intervencionista que ha causado estragos de notorio conocimiento.


Sin dudas que Menem fue consciente de que no había otra opción para poder sobrevivir en el poder, que colgarse al poderoso de turno y en ese lugar, los EEUU emergían como el poder único tras una larga mitad de siglo bajo la amenaza de la llamada “Guerra fría”. Siendo generosos, Menem podría ser calificado como un gran pragmático para no decir que fue un detestable traidor que se paso los idearios del movimiento peronista por las suelas de los zapatos.


Pero más allá de estos escabrosos asuntos de estado y de la política partidaria, documentos que se encontraban como clasificados en los archivos de la NSA y del servicio secreto de la Casa Blanca, demuestran que el presidente George W. Bush tenía una sincera estimación por su par argentino e incluso podríamos interpretar, una cierta consideración al momento de tratar de entender los esfuerzos que realizaba la Casa Rosada por impresionarle a él y a los círculos del Stablishment en Washington. Quién vivió aquellos años, no puede olvidar a un Menem casi pueblerino que tras la visita de Bush en Diciembre de 1990 llevaba tímidamente pero, con la típica picardía argentina., a un Bush que mascando chicle y mirando para todos los lados, trataba de impresionar al “Cowboy venido del norte”.


Pero la relación entre Menem y Bush había comenzado tempranamente a comienzos de 1990 con llamados telefónicos entre La Rosada y La Casa Blanca, en momentos en que desde el gobierno argentino, acorralado por los desaciertos económicos y una situación social que parecía estallar en variadas expresiones, se buscaba captar la atención de Washington. Según algunos de estos documentos, a Bush y su círculo de republicanos no les agradaba y menos aún confiaban en un gobierno justicialista que históricamente había sido una ideología hostil a los intereses norteamericanos en el país. 

Es más, según algunos reportes de la CIA operando en Buenos Aires, señalaban que Menem estaba conectado a varios sectores altamente peligrosos –especialmente los nacionalistas- para los proyectos económicos y políticos que se implementarían en la región, por lo cual, se hacía necesario trabajar sobre sus planes y opciones de gobierno. Era indudable que Bush fue puesto al tanto de estos pormenores y como viejo zorro del mundo de la inteligencia –porque fu el jefe de la CIA- decidió encarar el objetivo “Menem” en persona y sacar sus propias conclusiones.



A comienzos de 1990 Washington seguía manteniendo muy buenas relaciones con Iraq e incluso la CIA seguía operando con el mukhabarat iraquí para obtener informes de inteligencia sobre cómo se re establecía militarmente el Irán de Khomeini. A la par de ello, los roces entre Iraq con sus vecinos del Golfo especialmente con Kuwait, no parecían atemperarse y también entre medio, la CIA seguía de cerca hasta donde llegaría Saddam para que Kuwait y Ryad cumplieran con sus compromisos. Y según algunas fuentes, fue la misma CIA la que acercó a Bagdad, las pruebas de que los kuwaitíes estaban robando crudo desde una perforación inclinada en los campos petroleros de Rumailah del sur. Al mismo tiempo, la misma agencia comenzó a sembrar dudas en la familia real de Kuwait sobre las intensiones de Bagdad y las posibles acciones que “el malvado Saddam” podría encarar en su contra.


Según se ha sabido, todas las llamadas que se hacen desde y hacia la Casa Blanca son meticulosamente grabadas y archivadas en los bancos de información de la National Security Agency, algo que el otrora George Bush sabía muy bien, como parte de un protocolo de seguridad interna que tiene EEUU.


Fue en medio de esta oscura y secreta circunstancialidad que el presidente Menem y su par, George Bush, fueron tejiendo una amistad que llevaría a que -seguramente ganado por el entusiasmo- Menem comprometiera al país más allá de lo que cualquier otro estadista argentino lo había hecho en beneficio de los intereses de otra potencia extranjera. Fue sin dudas una llamada que partió de la Casa Rosada a la Casa Blanca efectuada a finales del mes de agosto de 1990 en tempranas horas de la madrugada, la que definió la lealtad del gobierno menemista con el proyecto que Washington llamaba “Una Argentina democratizada y con una economía líder”.


Eran momentos en los que Washington estaba limpiando los vestigios de los gobiernos que en las décadas de los setentas y ochentas había apoyado con entusiasmo para contrarestar las influencias de la Cuba Castrista aliada a la URSS. Recordemos lo que sucedió con Panamá y el gobierno de Manuel Noriega en 1989, que pese a la cercanía que hubo con la Casa Blanca y con la CIA, George Bush ordenó sin miramientos la invasión y el derrocamiento del gobierno militar liderado por aquel viejo amigo. Sin dudas que ello fue una advertencia para el resto. Fue por ello, que Bush comenzó una agitada agenda de visitas a los países de la región para que, los nuevos gobiernos, se plegaran a las nuevas directivas que perseguían como principales objetivos, instalar “democracias y economías neoliberales” descaradamente adictas a EEUU.

CARLOS MENEM LLAMANDO A BUSCH

En Argentina la clase política poco o ningún interés tenía en resistir la oleada y Menem no dudo en montarse en la cresta. Fue de ese modo que en aquella llamada realizada desde la Quinta de Olivos y que fue recibida por el mismo Bush, el mandatario argentino –obviamente con traducción simultánea- le comunicó su intensión de querer participar en la crisis que se había desatado en el Golfo Pérsico a comienzos de mes, por lo cual comenzó diciendo: “Hola, señor presidente! Espero no haberte importunado con esta llamada.

Se habrá enterado de que la comitiva de defensa estuvo por ahí justo en momentos que estalló la crisis de Kuwait y como usted tuvo que salir inmediatamente del país, tuvieron una charla con Dan Quayle y quería saber qué le ha parecido nuestra propuesta”. Sobre la marcha Bush repuso: “Hola mi amigo! He estado al tanto de dicha visita y debo decirte que ha causado muy buena impresión en mí y en mis colaboradores; debo decirte que personalmente me ha congratulado porque has sido el único representante de tu región que ha expresado un ferviente y abierto deseo de colaborar con el serio problema que ha surgido en aquella región”. 

A esto, Menem respondió: “George, es un compromiso que he decidido encarar para acompañar en el proceso para instaurar el desarrollo y la paz mundial y del cual como presidente de la república Argentina, no voy a eludir”. A lo que Bush repuso: “Mira mi amigo, tengo aquí en mi despacho las notas que se tomaron de la entrevista de tu comitiva con el vicepresidente y ….(pausa) ahora mismo las hare revisar y yo mismo enviare un despacho al Departamento de la Defensa y al Pentágono para que tomen en consideración las propuestas que figuran en el memo”. A lo que Menem respondió: “George, no dudes ni por un momento que mi gobierno pondrá a disposición de la causa de la paz y la seguridad internacional, los medios que sean posibles para estar lado a lado en este desafío”. 

Para lo cual entre sonrisas Bush, repuso: “Muy bien colega, tómalo como un hecho. Mañana me reuniré con el Jefe del Estado Mayor y todo su Staff para comunicarle que tenemos un aliado confiable en el sur y que por los canales correspondientes comiencen los contactos con tu Estado mayor para que evalúen tus propuestas y las que hagan tus comandantes, ok?” A lo que Menem respondió: “Ok George, ahora inmediatamente informare al Estado Mayor Conjunto para que se pongan a trabajar en el tema y estén pendientes de ustedes. Desde ya te mando un abrazo George”, y Bush le respondió: “Muy bien colega, no te preocupes seguiremos en contacto, adiós”.



Según algunas fuentes contemporáneas, hasta ese momento George W. Bush no tenía mucha idea –más allá de los informes de la CIA- de quién era Carlos Menem ni de cuáles eran sus orientaciones políticas, pero fue ésta llamada la que impresiono muy positivamente al mandatario norteamericano quien en una reunión en el salón Oval con el entonces jefe del USSOUTHCOM y el presidente del Estado Mayor Conjunto el general Collin Powell quién dijo “I like this guy!” ( Me gustan esto chicos) mientras entre comentarios y algunas chanzas, analizaban la credibilidad de Menem y su gente.


Esta llamada movió a Bush a que realmente pidiera informes sobre lo que se había charlado tras la visita del Ministro de defensa argentino y su comitiva que justo habían estado, en momentos que él y su equipo partía hacia Arabia Saudita. Incluso ésta fuente agrego que Bush repuso categóricamente: “me gusta este tipo y quiero que tomen enserio su propuesta para conformar la fuerza de tareas”, algo que Collin Powell asintió con una leve morisqueta en su rostro.



Sin dudas, el paso del tiempo y todo lo que ha pasado tras aquellas decisiones, han convertido a estas situaciones en meras anécdotas políticas que, pueden o no pueden ser creíbles pero algo es cierto; y que George W. Bush hizo mucho por proteger al gobierno de Carlos Menem por el simple hecho de que le caía muy bien.