29/8/24

ISRAEL INAUGURA SU PRIMERA EMBAJADA EN EL GOLFO PERSICO

 


"Israel está interesado en la paz con sus vecinos. Con todos sus vecinos. No nos vamos a ir a ninguna parte. Oriente Medio es nuestro hogar", dijo el ministro israelí de Exteriores, Yair Lapid.


El ministro israelí de Relaciones Exteriores, Yair Lapid, inauguró este martes (29.06.2021) en Emiratos Árabes Unidos la primera embajada de su país en el Golfo, dentro de una inédita visita que se produce tras la normalización de las relaciones bilaterales en septiembre de 2020.

"Israel está interesado en la paz con sus vecinos. Con todos sus vecinos. No nos vamos a ir a ninguna parte. Oriente Medio es nuestro hogar. Estamos aquí para quedarnos y hacemos un llamamiento a todos los países de la región para que lo reconozcan y vengan a hablar con nosotros", aseguró Lapid en un breve discurso.

Asimismo, calificó la inauguración como un "momento histórico", destacando que la historia "está escrita por personas que prefieren el futuro al pasado". "Los acuerdos los firman los líderes, pero la paz se hace entre los pueblos. Lo que firmamos hoy no es el final del proceso, sino solo el comienzo", concluyó en su discurso.

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"Cortando la cinta de inauguración de la embajada de Israel en Abu Dabi con la ministra emiratí de Cultura, Nura Al Kaabi", tuiteó el ministro con una foto de él y la responsable local en la capital de Emiratos. La visita de Lapid es la primera de un ministro israelí a Emiratos y fue calificada por él como "histórica" a su partida.


Lapid desveló la placa de la embajada y colocó una 'mezuzá', un pequeño estuche con un pergamino con unos versículos de la Torá, que se coloca en el marco de las puertas de las casas y se toca con la mano antes de entrar en una residencia.

"Debemos conectar y hacer prosperar nuestras economías", dijo, pidiendo a todos los países árabes de la región a "reconocer" a Israel. Durante su visita, Lapid se reunirá con su homólogo, Abdalá ben Zayed Al-Nahyan, y con responsables económicos de Emiratos.

EAU y Baréin se convirtieron en los primeros Gobiernos del golfo Pérsico en normalizar sus relaciones con Israel, materializadas en los denominados "Acuerdos de Abraham", sellados en septiembre de 2020 con la mediación y el patrocinio de la Administración del expresidente estadounidense Donald Trump.

14/8/24

"GOLPE AL PRINCENTON" EN LA GUERRA DEL GOLFO PERSICO

 

Cuando la sofisticación no puede con lo más barato. Minas explosivas de bajo coste que dejaron fuera de combate al más sofisticado buque de contramedidas de la Armada estadounidense.


“USS Princeton” (CG-59)


Sigue siendo un sinsentido como la Argentina no reconoce a sus dotaciones navales del grupo “Alfil” enviadas al Golfo Pérsico en 1990, el mérito de haber servido en los esfuerzos de la Coalición contra Iraq; aunque no hay que hacer mucho esfuerzo para desentrañar cuales son los obstáculos que lo impiden.


Los altos mandos de la Armada Argentina pareciera que se niegan con empeño a reconocer la situación a la que sus hombres estuvieron expuestos en aquel Teatro operacional. Su empeño comenzó desde el mismo día que regresaron al puerto Belgrano. Como dejar de lado sino, las negativas de la Jefatura del Estado Mayor de la Armada de hasta hace 15 años atrás sobre contar con algún antecedente en sus archivos referido a esta campaña.


En el minuto después de las cero horas del 17 de enero de 1990, las tareas de todos los grupos de tareas que operaban en el marco del “Escudo del Desierto” incluyendo a los canadienses (UNREP Sierra) y los argentinos (ALFIL 1) cambiaron automáticamente de vigilancia pasiva a operaciones de apoyo logístico a las fuerzas de combate de la Coalición.


No es necesario señalar que había una fuerte presión política (interna y externa) para que ello no tome fuerzas sin dejar de mencionar la falta de impulso por parte de los mismos protagonistas. No hemos visto una sola historia –salvo la de un par de marinos aeronavales- que cuenten abiertamente sus experiencias dentro de aquella guerra. Pero creo que se irán animando a medida que sepan la entidad de la aventura en la que participaron.


Aquí hay una historia de la cual los marinos argentinos (consciente o inconscientemente) tuvieron protagonismo e incluso, estuvieron tan cerca de los hechos tanto que se podría decir que casi se tocaban las mangas de los buques.


El daño en el casco del USS-Trípoli



Así comienza el relato de un veterano marino del “USS-Princeton” que operaba entre el centro y el norte del golfo en aquel agitado mes de febrero de 1991. Fue así que en la madrugada del 18 de febrero en pleno de las operaciones de combate y cumpliendo con sus funciones de cobertura con misiles crucero sobre blancos en Iraq y Kuwait, nuestro testigo tomaba la guardia del puente. Navegando en la zona del grupo de tareas liderado por el portaaviones “USS-Midway”, el buque que venía de un periplo entre el puerto de Vladivostok y su base naval en Long Beach, transitaría bajo la custodia de unidades navales canadienses y argentinas que operaban en la zona centro norte del golfo.

“USS-Trípoli”



El “USS-Princeton” debía también garantizar la seguridad del portaaviones “USS-Midway” pero ¿Quién garantizaría su propia seguridad? Pese al sofisticado equipamiento de radares Aegis para contra restar ataques con misiles “tierra-aire” y anti buque que protegía a la flota en el golfo, en tempranas horas de la mañana del 18 de febrero reciben el frenético informe de que el “USS-Trípoli” que operaba a 10 millas más lejos de su posición, había recibido el “impacto” de algún arma enemiga ¿Qué diablos había pasado? ¡Alerta de combate! Fue la orden insistente que junto al timbre de las sirenas de ataque comenzó a sonar por los altoparlantes del buque. Ahí (tarde) se dieron cuenta de que estaban rodeados por decenas de minas baratas que en el mercado no costaban más de US$ 500 dólares.


Después de leer esta historia, usted verá que nuestro amigo tuvo la distinción única de haber servido a bordo de uno de los dos barcos que fueron golpeados por minas durante la Guerra del Golfo en 1991 mientras participaba en la Operación Tormenta del Desierto. Su barco era el “USS Princeton” (CG-59) y el otro barco que chocó una hora antes con una mina fue el porta helicópteros “USS Tripoli” (LPH-10). Esta historia le dará al lector la perspectiva en primera persona de lo que fue operar un barco de manera "perjudicial", que es para lo que la Marina de los EE. UU que en ese entonces estaba y sigue estando diseñada para defender la seguridad nacional de nuestro país.




La misión de la Marina de los Estados Unidos es "... mantener, entrenar y equipar fuerzas navales preparadas para el combate capaces de ganar guerras, disuadir la agresión y mantener la libertad de los mares", comento entusiasmado. Una aplicación de esa misión tuvo lugar durante la Guerra del Golfo en 1990- 1991 justamente en momentos que se hallaban visitando el puerto ruso de Vladivostok. Nuestro barco era uno de los últimos cruceros Aegis de la clase Ticonderoga en ese momento, y tan pronto se hizo presente en el Teatro de Operaciones se le asignó el delicado papel de Comandante de la Guerra Aérea en el norte del Golfo Pérsico en apoyo de la guerra terrestre pendiente con Iraq.


En particular, tanto el “USS-Princeton” como el “USS-Trípoli” estaban dotados de lo mejor de los sistemas de guerra electrónica de la época y fue por ello que debían situarse en proximidades de las costas kuwaitíes para lanzar sus barridos de interferencia electrónica que deshabilitaría los sistemas de defensa SAM y radares iraquíes.


Así este veterano continuo diciendo: “También durante esta fase de la Guerra Aérea de las operaciones en el Golfo, nuestro barco recibió la orden de lanzar tres misiles crucero “Tomahawk” sobre Iraq. Hubo informes de inteligencia que indicaban que algunas baterías de misiles de superficie de fabricación china se habían activado en las costas kuwaitíes y debíamos estar muy alerta. Eso nos hizo ver que los iraquíes a pesar de los devastadores bombardeos seguían manteniendo equipo en servicio. Estábamos expuestos a ser pasto de misiles antibuque “C-601” chinos o los “MM-38, Exocet” franceses y eso era angustiante”.


“Esa mañana en particular, descubrí consternado que el “USS Trípoli” (LPH-10) un portaaviones de clase “Iwo Jima” –Insignia de los barreminas-, golpeó una mina a las 4:36 a.m. La explosión sacudió todo el buque de proa a popa que había sido golpeado por una mina amarrada sumergida justo debajo de la línea de flotación perforando un agujero en su casco que lo dejo a la deriva. Ello causo el apagón de todo el sistema eléctrico y 30 heridos de baja consideración. El oficial ejecutivo dijo que se creía que media docena de minas estaban en el agua delante del barco minas sumergidas de fabricación italiana "manta". Este tipo de mina no se dispara por contacto, sino por la presión típica de una hélice de hundimiento u onda de proa causada por un barco que se mueve a través del agua. Nuestro testigo confeso que “fue una situación muy estresante al punto que sabíamos que éramos vulnerables”.


Tan pronto se pusieron en marcha para auxiliar a sus colegas del “USS Trípoli” caen en cuentas de que están rodeados por minas y serán dos de ellas las que detonaran causando serías averías en el casco. Tras la violenta sacudida, el espeso humo grisáceo subió desde bajo cubierta dando cuenta de que les habían pateado el culo. El reporte oficial consignaría “al amanecer del lunes, una mina nos golpeó abriendo un agujero de 16 pies por 25 pies 10 pies debajo de la línea de flotación”. 

Horas después llegaría la ayuda del buque de salvamento “USS-Beaufort” que con el apoyo del “USS Android”  nos remolcaría seguro hasta Bahrein. También fue valiosa la asistencia del buque canadiense “Athabaskan” que estaba dotado de equipamiento de sonar para detectar minas. Mas la Corbeta Spiro como aporyo de ataques “Antes de ello, los nervios carcomieron nuestra existencia –comento tenso- y lo único que teníamos para defendernos de una posible incursión eran las ametralladoras manuales 12.70mm y los fusiles automáticos de la bodega”.


La marcha fue lenta y llena de adrenalina. Pese a que los altos mandos de USCENTCOM nunca lo quisieron reconocer, aquellas unidades estuvieron en serio peligro de ser el blanco de un ataque furtivo de algunas de las baterías iraquíes que seguían operativas en las costas kuwaitíes.


Mientras helicópteros estadounidenses y británicos sobrevolaban el área para marcar las minas, los remolcadores aseguraban los enganches y sus capitanes discutían la ruta de salida. Parte del trayecto fueron acompañados por aquellos helicópteros hasta que tras ser relevados por los argentinos y los canadienses, pudieron pasar protegidos por el centro del golfo ya con rumbo a la base naval norteamericana en Bahrein. “Afortunadamente, fuimos remolcados sin peligro y finalmente tras hacer las reparaciones suficientes en Bahrein continuaron su viaje más al sur primero a “Jebel Ali” para descargar nuestras armas y luego a Dubai, Emiratos Árabes Unidos a un dique seco para reparaciones adicionales durante 8 semanas adicionales”, comento nuestro testigo.



Era claro que para todos los riesgos eran altos, por lo que solo nos movíamos a un mínimo de 3 nudos para evitar la deriva y al mismo tiempo nos brindaba la máxima oportunidad de detectar otras minas debajo de la superficie similares a las que golpearon al “USS Trípoli”. Aquello dejo en claro que una operación de desembarco anfibio hubiera sido difícil de concretar. Por lo pronto, aquel incidente fue el boleto de salida para las dotaciones del Princeton y del Trípoli quienes serían recibidas como héroes y condecorados con la “Cinta de Acción de Combate”.

13/8/24

CUANDO RELACIONES PUBLICAS Y EXTERIOR DICE NO TENER NADA DE LA GUERRA

 



16 de enero de 1991: inicio de la Guerra del Golfo


Luego del encarnizado enfrentamiento entre Irán e Irak entre 1980 y 1988, ambos países quedaron profundamente devastados. Esta situación condujo al gobierno de Irak a buscar incrementar sus ingresos a través del petróleo. Saddam Hussein decidió entonces presionar a la OPEP para que incrementara el precio del crudo y redujera el cupo de producción. Sin embargo, como su petición fue rechazada, el presidente decidió buscar otro camino. 

El 2 de agosto de 1990, las tropas iraquíes cruzaron la frontera e invadieron Kuwait. Si bien Saddam justificó la invasión en reivindicaciones territoriales, se sabe que esta expedición tuvo por objetivo adueñarse del petróleo kuwaití.

Otro elemento importante a tener en cuenta en este conflicto es que la iniciativa del líder iraquí se basó en la creencia de que los Estados Unidos no intervendrían en este conflicto ya que no querrían verse expuestos a un fracaso político en un territorio que no controlaban. No obstante, Hussein se equivocó. 

No sólo Washington reaccionó ante el ataque, sino que también lo hicieron otras potencias occidentales y varios países árabes. En el caso de Arabia Saudita, su colaboración estuvo sujeta a algunas demandas; específicamente, Israel debía abstenerse a participar en el conflicto y, en segundo lugar, el presidente de Irak, no debía ser apartado de su cargo.

En general, la comunidad internacional condenó a Hussein y la ONU intervino activamente en el asunto. Así, distintas resoluciones del Consejo de Seguridad se emitieron para obligar a Bagdad a retroceder. La más importante fue la 678, mediante la cual se intimaba a Irak a abandonar el territorio de Kuwait antes del 15 de enero. 

Si Bagdad no la obedecía, el Consejo autorizaba el uso de la fuerza militar contra a su propio territorio y a Kuwait. Posteriormente, el plan se complementaría con una ofensiva terrestre. Esta campaña militar estuvo liderada por Estados Unidos y participaron en ella otras 34 naciones, entre ellas, la Argentina.

El 17 de enero se iniciaron los bombardeos aéreos que se concentraron en los sistemas de defensa aérea, los campos de aviación y los depósitos de armamento.
El 24 de febrero, y con la intención de doblegar al enemigo, la Alianza Internacional reforzó la ofensiva mediante la ocupación por vía terrestre. 

Las acciones se desarrollaron velozmente y la contienda duró muy poco tiempo. En efecto, días después de haberse iniciado el asalto terrestre, unos cien mil soldados iraquíes se rindieron en masa ante las fuerzas de la coalición. Irak fue derrotado y fue obligado a aceptar las sanciones impuestas por las Naciones Unidas.

El 3 de marzo, Bagdad aceptó las condiciones de rendición y, por medio de la resolución 687, se creó una comisión con dos tareas fundamentales: desmilitarizar la región y definir claramente los límites entre ambos países. En su texto, la resolución establecía que se llevara a cabo la destrucción, remoción o neutralización, bajo supervisión internacional de todas las armas químicas y biológicas de Irak, así como también de las instalaciones de investigación, desarrollo y fabricación. Así se creó la UNSCOM, una comisión cuya misión era examinar, controlar y desarmar a Irak.

Desde nuestra perspectiva, esta guerra fue muy significativa por dos razones fundamentales: en primer lugar, el papel que desempeñó la ONU. Fue la primera y única guerra declarada y conducida por esta Organización. 

En segundo término, la Guerra del Golfo produjo una modificación sustancial en el sistema de alianzas del Medio Oriente y le permitió a los EEUU ubicarse estratégicamente en la región. 

Esto se logró a través de diversos acuerdos entre los EEUU, Turquía, Arabia Saudita y Pakistán; acuerdos que los autorizaron a emplazar bases militares y sistemas logísticos en distintos países de la zona. En este marco de fragilidad, el Medio Oriente entró en una nueva etapa; una etapa cuyos caracteres y alternativas poseen suma importancia hasta la actualidad.

Emilia Hassan
Colaboradora de la Red Federal de Historia de las Relaciones Internacionales
Departamento de Historia de las Relaciones Internacionales

LA VEZ QUE ARGENTINA PARTICIPO EN LA PRIMERA GUERRA DEL GOLFO PERSICO CONTRA IRAK


NACIONES UNIDAS


                         Un Alouette III de la Armada Argentina aterriza en el buque hospital USNS Comfort

La Guerra del Golfo Pérsico fue un conflicto bélico que enfrentó al régimen de Saddam Hussein contra una coalición de países liderada por Estados Unidos y que sucedió mucho antes de los atentados del 11 de septiembre y la Guerra de Irak de 2003.


Este conflicto tiene una particularidad para los argentinos, ya que fue la primera vez desde las Guerra de Malvinas que nuestro país participó de un conflicto armado. La medida, por supuesto, generó muchísima polémica en Argentina.


Argentina y su rol en la Guerra del Golfo


Para entender esta historia tenemos que remontarnos al 2 de agosto de 1990, fecha de la invasión de Irak a Kuwait. El régimen de Saddam Hussein estaba sumergido en deudas con su país vecino, con el que además mantenía una disputa por los precios del barril de petróleo.



Hussein acusó a Kuwait de robar petróleo de un campo compartido por ambos países, por lo que decidió invadirlo y anexarlo a su territorio. Como respuesta, la ONU aplicaró sanciones contra Irak y formó una coalición internacional liderada por Estados Unidos para expulsar a Irak de Kuwait.


Entre esos países, estaba la Argentina, que desde la llegada de Carlos Menem a la presidencia había iniciado una política de «integración al mundo» que al día de hoy todavía divide a la opinión pública nacional. Nuestro país fue el único país del continente que participó, 

VICEALMIRANTE CARLOS ALLIVIERI Y SPOP HIGUERA LUIS



Rechazo rotundo


De hecho, la participación argentina en la Guerra del Golfo fue tan impopular, que una encuesta reveló que el 95% de los argentinos estaba en contra del envío de buques al conflicto. A pesar de esto y los reclamos de diversos sectores de la oposición, el Congreso aprobó el envío de tropas a la guerra.


Quien dio el anuncio fue el entonces Ministro de Relaciones Exteriores Domingo Cavallo, que esperaba que la medida atrajera inversores extranjeros. Tiempo después, Cavallo se convertiría en Ministro de Economía.


La participación del país estuvo centrada en el bloqueo naval del Golfo Pérsico, impidiendo que barcos ingresen o salieran del puerto de Kuwait. Para ello, se enviaron 500 hombres en 2 corbetas, 1 destructor, 1 buque de carga, 2 aviones de transporte y 3 helicópteros.



Durante la misión, llamada « Operativo Alfil», se realizaron cerca de 900 intercepciones, abriendo fuego más de 4 veces. Si bien no hubo víctimas durante la operación, se perdió un helicóptero debido a un accidente.



La guerra concluyó con la expulsión de las tropas iraquíes de Kuwait y debilitó seriamente la relación que Saddam Hussein mantenía con Estados Unidos, un aliado clave durante los 80 en su lucha contra Irán. Por la victoria, las tropas argentinas desfilaron junto al resto de la coalición en Nueva York.


La participación de nuestro país impulsó un acercamiento importante con los países de la OTAN y, principalmente, con Estados Unidos. Esta etapa sería denominada por muchos como la de las « relaciones carnales» con el país del norte, parafraseando una frase acuñada por el canciller Torcuato Di Tella.



Desde entonces, la participación argentina en la primera Guerra de Irak quedó para siempre asociada a un período que culminaría con la crisis de 2001 y lemas políticos como el «que se vayan todos». ¿Conocías esta historia?

10/8/24

EL TC -69 QUE PARTIO DE EZEIZA LLEVANDO UN HELICOPTERO ALOUETTE III NUEVO



Foto perteneciente a la primer tripulación del ESCUADRON I que voló al GOLFO PERSICO (OPERACION TORMENTA DEL DESIERTO) y realizó misiones de paz en la zona de conflicto evacuando a los argentinos que vivían en la región y llevándolos a Pisa (Italia), donde tenia su asiento el Comando de la ONU.

En realidad el TC-69 partió de Ezeiza el 10 de enero de 1991 teniendo como misión el transporte de un helicóptero Alouette III de la Armada Argentina para una de las fragatas que estaban realizando el bloqueo en el Golfo, ya que el que formaba parte de la dotación de una de una de estas había quedado fuera de servicio. El destino final de ese primer vuelo era Fujairah (Arabia Saudita), pero una vez que arribaron a la zona de conflicto fueron afectados a las misiones asignadas por la Cancilleria Argentina con el fin de evacuar compatriotas. Así es que el TC-69 regresa a Palomar el 14 marzo de ese año, habiendo efectuado dentro de todas las misiones asignadas cuatro penetraciones en zona aérea de actividad bélica.

El motivo del "BATMAN" era que volaban por lo general de noche, a lo cual ya se consideraban murciélagos...



De izquierda a derecha la tripulacion del TC-69:

* APOYO TECNICO: S.Aux. SACABA


* 2º MECÁNICO: S.AUX. BRESSAN

* 2º NAVEGADOR: 1er.Ten. SPICCIA

* 2º O.S.E.A. : S. AUX. BASSANO

* 1er. PILOTO: My. PERROTO

* COMANDANTE: VCOM. DESTEFANIS

* 1er. NAVEGADOR: CAP. PADILLA

* 2º PILOTO: 1er.Ten. BISERO

* 1er. MECÁNICO: S.A. CASTELLINI

* 2º PILOTO: CAP. MARTINEZ

* 1er. O.S.E.A. : S.A. CAMPELO

9/8/24

SABIAS QUE ARGENTINA COMBATIO EN EL GOLFO PERSICO




SI TE GUSTA LEER ACA TENES ESTO LINK:👇

                                  


                                         https://www.refworld.org/es/leg/trat/onu/1945/es/134031

4/8/24

PRECENCIA DEL NUEVO VICEALMIRANTE CARLOS ALLIEVI

 

POR FIN SALE DE LA BOCA DE UN VICEALMIRANTE QUE FUE CONDECORADO POR IR A LA GUERRA DEL GOLFO PERSICO.

YA PELEANDO POR 33 AÑOS PIDIENDO UN RECONOCIMIENTO, CUANDO TODOS LOS ANTERIORES DIRIGENTE, MINISTROS DE DEFENSA, Y EL ESTADO MAYOR CONJUNTO, HASTA EL CONGRESO DE LA NACION TAMBIEN ESTA COMPENETRADA ETC, SIEMPRE LO NEGARON.
VICEALMIRANTE CARLOS ALLIEVI JEFE DE DE ESTADO MAYOR DE LA ARMADA ARGENTINA.



Durante 1990 y 1991 se desempeñó como Jefe de Navegación a bordo del Destructor ARA “Almirante Brown”, participando de la "Operación Alfil" en la Guerra del Golfo Pérsico.

2/8/24

ARGENTINA Y SU PARTICIPACION BELICA EN LA HISTORIA MUNDIAL


 

ARA BROWN Y ARA SPIRO




Se cumplen años del ataque de tropas de varias naciones, encabezadas por la marina y el ejército de Estados Unidos, contra Irak. El 17 de enero de 1991, tras haber expirado el ultimátum de la ONU al presidente de Irak, Sadam Husein, para la retirada de sus tropas de Kuwait, la fuerza multinacional dirigida por Estados Unidos atacó objetivos en Irak y Kuwait. Argentina participó activamente en la llamada guerra del Golfo, enviando, a la zona de conflicto, al destructor Almirante Brown (foto) y a la corbeta Spriro. Carlos Menem era por entonces el presidente, y Erman Gonzalez el Ministro de Defensa.

No fue la primera vez que Argentina sumó tropas propias como parte de una acción conjunta internacional. No es éste un tema menor. Por detrás de los hechos, se dibuja siempre una mirada que le permite a los gobiernos fijar posiciones en relación a su ubicación en el mapa geopolítico mundial. Nos proponemos en este informe repasar las decisiones que asumió Argentina en distintos períodos frente a situaciones similares.

Antecedentes

En Julio de 1944 ciento sesenta mil soldados aliados lograron desembarcar en Normandía abriendo brechas en la defensa alemana. Fue una acción sorpresiva para el enemigo, que les permitió llegar a París y liberar a Francia después de 4 años de ocupación nazi. La histórica batalla terminaría sellando el resultado de aquella contienda. Seis meses más tarde, en febrero de 1945 Roosevelt, Churchill y Stalin se reunieron en Yalta, para definir las bases del nuevo orden político mundial. Los máximos responsables de las tres potencias se distribuyeron la geopolítica del planeta, cuando aún no había finalizado la guerra. Se sentían seguros del triunfo, daban como un hecho la capitulación de las naciones del eje. Después del encuentro en Yalta todo se precipitó. Se sumaron nuevas derrotas en el campo de batalla y las naciones del eje comenzaron a quedar aisladas y acorraladas. El 28 de abril Benito Musolini fue atrapado por los partisanos italianos cuando intentaba huir del avance aliado. Mussolini y su esposa, Claretta Petacci, fueron ejecutados en Lago de Como. Sus cuerpos se expusieron, colgados de los tobillos, en una plaza de Milan. Dos días más tarde, el 30 de abril, se suicidó Adolf Hitler, y el 7 de mayo de 1945 los generales del Tercer Reih se rindieron. Recien el 14 de agosto lo haría el emperador Hiroito de Japón, después que dos populosas ciudades japonesas, Hiroshimas y Nagasaky, soportaran el estallido de bombas atómicas.

La primera lanzada desde un bombardeo norteamericano el B29, bautizado como el Enola Gay, cayó en Hiroschima el 6 de agosto. Dos días más tarde Rusía le declaró la guerra a Japón e invadió Manchuria para sellar definitivamente, la suerte del imperio japonés. Al finalizar la guerra quedaba claro quiénes serían las naciones dominantes en las próximas décadas, las que impondrían modelos económicos y sociales. Las que se atribuirían el poder de policía internacional, las que convalidarían, o no, la legitimidad de gobiernos en todo el mundo, por encima de sus características dictatoriales o democráticas.

En Yalta las potencias acordaron un modelo de organización dominante. Crearon Naciones Unidas, como un único foro internacional destinado a debatir los conflictos entre naciones, y también aprobaron la creación del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Dos organismos financieros surgidos con el pretexto de ayudar a financiar la reconstrucción de las naciones en guerra, pero cuyo verdadero objetivo fue regular la económicas mundial en beneficio de los intereses de las naciones dominantes.

En el tercer milenio, setenta y cuatro años después de concluida la segunda gran guerra, se aprecia con indisimulable claridad el éxito de aquel proyecto. La ONU no pudo frenar la invasión a Irak, y el FMI, junto al Banco Mundial, son quienes marcan el rumbo económico internacional, y el endeudamiento de las naciones más postergadas.

Las normas y reglamentos que rigen la ONU, son funcionales a los intereses de las naciones poderosas que dominan al organismo. Su Consejo de Seguridad está integrado por 11 miembros, de los cuales cinco son permanentes: China, Francia, EEUU, Gran Bretaña y Rusia. Los otros seis integrantes son rotativos y no tienen voto en muchas medidas trascendentales. Por ejemplo, el consejo de seguridad de la ONU posee la autoridad para forzar una intervención armada, siempre que tenga el voto unánime de los 5 miembros permanentes. Estas reglas se desmoronaron en marzo de 2003 cuando EEUU decidió, en forma unilateral, atacar Irak sin la aprobación del Consejo de las Naciones Unidas.

Las naciones con mayor poder condicionan el funcionamiento de Naciones Unidas. En 1949, tres años después de su creación, doce países occidentales, inquietos ante la posibilidad de una nueva guerra a escala mundial, firmaron un pacto para constituir la mayor sociedad militar del mundo. Así nació la OTAN, la organización del Tratado del Atlántico Norte, que comprometía a los países miembros a asumir como propia cualquier agresión a uno de sus integrantes. Fue el comienzo de una época signada por la guerra fría que enfrentaba al bloque soviético con las naciones de la OTAN. ¿Que protagonismo asumió nuestro país en este proceso de reordenamiento político mundial, después de la segunda gran guerra?

Argentina se mantuvo neutral en el conflicto hasta marzo de 1945 cuando le declaró la guerra a las naciones del eje. Decisión tomada, aunque sin movilización de tropas, por el presidente Edelmiro Farrel y su Ministro de Guerra, Juan Domingo Perón. Aquella decisión ubicó a nuestro país como una de las 51 naciones integrantes de la primera sesión de la ONU, que se realizó el 10 de enero de 1946 en Londres. Allí, logró sostener el principio de no intervención, aunque la aceptó cuando la decisión era tomada por el Consejo de Seguridad de la ONU. Eso sucedió en Corea entre 1950 y 1953. En esos tres años de batallas interminables, murieron en la nación asiática, más de 4 millones de personas. Fue el gobierno de Arturo Frondizi el que envió, por primera vez, en 1958, un contingente militar argentino en carácter de observador. Fue una misión de paz al Líbano, integrada por militares que viajaron sin uniforme de combate. En 1960, Frondizi envío a África aviadores de la Fuerza Aérea que transportaron, en aviones DC3, alimentos y elementos de supervivencia al Congo.

En 1962 la guerra fría llegó a su punto más alto de confrontación. Se estuvo a muy poco de iniciar una tercera guerra mundial cuando se desencadenó un hecho conocido como la crisis de los misiles en Cuba. La Unión Soviética había instalado estas armas apuntando hacia Washington como respuesta a un posible ataque norteamericano para derrocar el gobierno de Fidel Castro. El presidente argentino, José María Guido, apoyó la posición de su par norteamericano Jhon Kennedy, y despacho hacia el Caribe tres aviones y los destructores Espora y Rosales para que participen del bloqueo a Cuba. La crisis de los misiles se entremezclaba, para alimentar aún más el fuego amenazante de una nueva guerra mundial, con otro estallido bélico producto de la guerra fría: Vietnam Estados Unidos, preocupado por evitar la extensión de las fronteras del comunismo hacia Indochina y Asia, envió una fuerza extraordinaria de 500 mil soldados a la región. La guerra en Vietnam duró trece años. Fue el conflicto armado más duradero en que intervino Estados Unidos. Una dimensión de la violencia que sufrió el pueblo vietnamita se puede apreciar con un solo dato. Durante estos años el territorio de Vietnam recibió más bombas que todas las lanzadas durante la segunda guerra mundial. Los portentosos bombarderos B 52 arrojaron las devastadoras e incendiarias NAPALM provocando el exterminio de pueblos enteros.

A pesar del poderío bélico desplegado, las tropas norteamericanas terminaron acorraladas por el ejército de Vietnam del Norte. Fue una derrota inesperada que el gobierno de EEUU sufrió dentro y fuera de sus fronteras. La acción de movimientos pacifistas, más la tragedia hecha relato en los sobrevivientes que retornaban al país, sumadas a las imágenes horrorosas que llegaban de Vietnam, generaron un frente opositor que condicionó la continuidad de la guerra. El 27 de enero de 1973, en París, el Secretario de Estado Norteamericano Henry Kissinger, en nombre del gobierno de Richard Nixon, firmó la rendición.

Argentina, a través de los gobiernos de José María Guido y Arturo Illia, apoyó las acciones norteamericanas en Vietnam. Pero, en 1965 aquel alineamiento con la política exterior de EEUU, desencadenó una crisis profunda en nuestro país. Fue cuando el General Juan Carlos Onganía, por entonces Comandante en Jefe del Ejército, le sugirió al presidente Illia enviar tropas a República Dominicana para forzar una normalización institucional en ese país. El pedido de Onganía generó un debate nacional que incluyó manifestaciones en las calles de Buenos Aires, realizadas por quienes se oponían a la intervención Argentina en Centroamérica. Illia, finalmente, no envió tropas, aunque apoyó a EEUU en la creación de una Fuerza Interamericana de Paz que interviniera en dominicana.

En 1970, Onganía se dueño del poder institucional tras derrocar a Illia con un golpe de estado y envió observadores militares, por pedido de la OEA, a El Salvador y Honduras para controlar el cese del fuego en la región. Militares argentinos volverían a Centroamérica años más tarde, pero bajo circunstancias bien distintas. Fue entre 1979 y 1982. Lejos de asimilarse a una misión de paz, más de 500 efectivos se instalaron en Honduras y Nicaragua para desarrollar tareas de entrenamiento y ayuda para combatir la guerrilla. Organismos de derechos humanos terminarían denunciando, tiempo después, que los militares argentinos enseñaban métodos de tortura que habían sido aplicados en nuestro país. Eran tiempos que en la casa Rosada estaba el General Leopoldo Fortunato Galtieri, y Nicanor Costa Mendez canciller argentino.

Desde la finalización de la segunda guerra mundial hasta nuestros días, Argentina ha participado en poco más de 25 operaciones militares en el extranjero, 14 de ellas se produjeron en los 10 años que duró el gobierno de Carlos Menem. La presencia de soldados argentinos entre los cascos azules, durante los diez años de Menem, fue un gesto de permanente pleitesía a la política exterior de Estados Unidos. Una adhesión que derivará en graves consecuencias para nuestro país. Para tomar dimensión de lo que representaron aquellas 14 misiones de militares argentinos en el extranjero, durante los años de Menem, es importante repasar algunos números. Nuestro país tenía, en 1994, más de 3.300 soldados, de las tres fuerzas, distribuidos en distintas zonas con conflictos en todo el mundo. Los gastos de estos movimientos fueron afrontados por Argentina, a la espera de su reintegro, por parte de la ONU. El sueldo de un oficial en misión en el extranjero oscila entre 2300 y 2700 dólares, según su rango. Un monto que se cobra por encima del que tiene como base. Argentina, además, gastó en 1991, 20 millones de dólares para enviar sus dos naves de guerra al Golfo.

Asumiendo la guerra como un negocio al que había que apostar, Menem aseguraba que tenía la promesa de EEUU, que empresas argentinas participarían de la reconstrucción de Kuwait. No solo no hubo participación de empresas argentinas en la reconstrucción del país invadido por Irak, sino que de los 20 millones de dólares gastados para enviar las naves de guerra al golfo, solo se recuperaron 8 millones. Sin embargo, el peor costado que tuvo la participación abierta de Argentina en la guerra del Golfo no fue el económico. Los atentados a la embajada de Israel, primero, y a la AMIA, más tarde, certificaron que aquella participación argentina en la guerra del Golfo no fue gratuita.

En junio de 2004 un plenario de comisiones del Congreso Nacional aprobó el tratamiento del proyecto del Poder Ejecutivo, para que se autorice el envío de tropas a Haití en el marco de la resolución 1542 de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Fue el pasaporte para 614 militares argentinos que viajaron a Haití para sumarse a una fuerza internacional propiciada por la ONU. Además del personal militar nuestro país enviará 73 vehículos, ambulancias, un buque y un hospital móvil, entre otros pertrechos.

En el debate en el plenario, que unió a integrantes de dos comisiones parlamentarias de la cámara baja, de Relaciones Exteriores y la de Defensa, entregó una amplia y rica batería de conceptos por donde podía transitar la política exterior argentina, en relación a las misiones de paz y las intervenciones militares en otros países. El diputado Jorge Arguello defendió el envío diciendo que se trata de un esfuerzo multilateral para la reconstrucción de Haití, el país más pobre de América. Su par Federico Storani, planteó el riesgo de ser simples guardiacostas de los EEUU, en tanto que Marta Mafei propuso enviar socorristas y no militares. El socialista Luis Zamora afirmó que la acción convalidará un gobierno ilegal.

En la actualidad nuestro país ha modificado procedimientos internos para evitar que una decisión trascendente, como es la de enviar militares argentinos a otras naciones en misiones internacionales, quede solo en manos del presidente. La remisión de tropas exige hoy la sanción de una ley en tiempo y forma. En ocasión de la guerra del Golfo el permiso fue aprobado cuando las naves argentinas ya estaban en el Golfo pérsico, en la zona de operaciones y bajo las órdenes de Estados Unidos. Los debates parlamentarios, en aquel entonces, fueron estériles, quedaron como un eco quejoso a acciones del gobierno.

MILEI DETRAS DE LOS PASOS DE CARLOS MENEM

 

UNA SEGUIDOR DE MENEM, JAVIER MILEI ENTRA EN UNA ARRIESGADA MAS PELIGOROSA, EN LA POSICION INTERNACIONAL AL ALIARSE A ISRAEL.


Si se intentara buscar antecedentes a la posición internacional de Javier Milei con Estados Unidos e Israel, probablemente lo más cercano fuera el gobierno de Carlos Saúl Menem, de quien el dirigente libertario se ha manifestado un entusiasta “seguidor”.



El Ex presidente Carlos Saúl Menem (F)



El vínculo entre EEUU y Argentina en aquellos años se clasificó con la ya popular expresión “relaciones carnales”. En cuanto a las relaciones con Israel existen distintas investigaciones en las que se analiza si el Estado argentino rompió o no la “equidistancia” que mantuvo tradicionalmente frente al conflicto palestino-israelí.


Los hechos a analizar son varios, pero algunos se destacan más que otros. Sin dudas, el más significativo es el envío de tropas a la Guerra del Golfo en septiembre de 1990, en claro alineamiento con Washington.

Según precisa la investigadora del Conicet Ornela Fabani en un documento del organismo científico, el conflicto en Medio Oriente podría leerse también a través de la disputa entre Israel y Palestina. Para esta última, la Irak de Hussein, que había invadido Kuwait y dado inicio al enfrentamiento, era el único actor capaz de hacerle frente a Tel Aviv. Si bien la decisión de Menem no pretendía tomar partido en ese conflicto, el hecho de enfrentar a Hussein era todo un mensaje.

Un año más tarde, en 1991, el gobierno de Menem decidió abandonar el grupo de países No Alineados, que Argentina integraba desde 1973 por iniciativa del expresidente Juan Domingo Perón, pero que también suscitó interés para Raúl Alfonsín. Las “relaciones carnales” de Argentina con Estados Unidos habían hecho cada vez más complicado el consenso con los Países No Alineados en numerosos temas. Entre ellos, la cercanía del Grupo con la causa de Palestina.

Durante ese mismo tiempo, el presidente Menem realizó su primer viaje a Medio Oriente, con Tel Aviv como primera parada. Una decisión que causó sorpresa entre propios y extraños, ya que se creía que el expresidente visitaría Siria, de donde procedían sus ancestros, y a donde había viajado durante los tiempos de campaña. Por otra parte, el destino tomaba una importancia mayor, ya que se trataba de la primera visita oficial de un mandatario argentino a Israel.

Aunque el viaje enojó al líder sirio, Al Assad, que se negó a recibir a Menem una vez que este quiso reunirse, el mandatario peronista utilizó su encuentro con el primer ministro de Israel, Yitzhak Shamir, para explorar la posibilidad de acercar posiciones entre árabes e israelíes. En ese sentido, el presidente argentino ofreció a Buenos Aires como sede de una conferencia de paz para Medio Oriente, que terminó reuniendo a representantes de Israel y Palestina, aunque en la ciudad de Madrid.

Las gestiones de Menem muestran que aunque involucró a Argentina en la Guerra del Golfo o eligió Tel Aviv como primera parada de un viaje a Medio Oriente, el líder peronista intentó morigerar su posición, aunque lejos estaba de poder rebalancear lo ya había hecho hasta ese momento. En todo caso, intentó equilibrar los apoyos con mayor énfasis tras los Acuerdos de Oslo, impulsados por Bill Clinton en 1993.

Prueba de ello es la reunión que celebró su canciller, Guido di Tella, con altos funcionarios de la Organización para la Liberación de Palestina en 1993; o más tarde, en 1996, las gestiones realizadas por el propio Menem ante Israel para flexibilizar las condiciones impuestas por el Estado judío con Palestina respecto al paso de alimentos y medicinas.

Volviendo a los hechos en torno a la Guerra del Golfo, Fabani cuenta que cuando el gobierno argentino anunció el envío de tropas, el excanciller del primer gobierno de Menem, Domingo Cavallo, afirmó que si Argentina quería “participar de los beneficios del proceso de gestación de un nuevo mundo de paz y progreso” debía “asumir las responsabilidades”.

Por supuesto, si eso supuso recibir alguna ayuda de los poderes centrales en materia económica o de política exterior, la realidad lo pone seriamente en duda. Por el contrario, solo basta mencionar los dos atentados brutales que sufrió la comunidad judía durante el mandato del dirigente riojano.


En tan solo cuatro meses de gestión, el presidente Milei ha dado sobradas muestras de que el alineamiento con Israel es total, y que lejos está de querer impulsar cualquier tipo de solución pacífica al conflicto israelí-palestino, o en última instancia (para él) mantener la tradicional equidistancia argentina en relación al conflicto.

En este sentido, el envío de tropas durante la Guerra del Golfo que impulsó Menem, así como el resto de gestos que realizó en favor de Tel Aviv, podrían parecer poca cosa en comparación con la temeridad con la que está dispuesto a avanzar el mandatario libertario en Medio Oriente.