26/11/22

EL CONGRESO NACIONAL EN LA POLÍTICA EXTERIOR ARGENTINA (1991-93) E AQUI LOS RESPONSABLES

 



ESTA REDACCIÓN QUE FUE HECHA, MIENTRAS EL CONGRESO DE LA NACIÓN DISCUTÍA EL ENVIÓ DE NAVES DE GUERRA AL CONFLICTO DEL GOLFO PERSICO.

SI LO LEES VAS A VER QUE EL EX-PRESIDENTE MENEM MANDO UN DECRETO PARA ENVIAR NAVES Y DONDE EL CONGRESO NO LO APROBABA EN PRINCIPIO, PERO QUE PASO SE LLEGABA EL INICIO DE LA GUERRA Y NO HABÍA UNA AUTORIZACIÓN NI UNA RELACIÓN CON LA POLÍTICA EXTERIOR.

ACÁ NO HABLA DE MISION DE PAZ, ERA UN BLOQUEO Y POSTERIOR GUERRA SI NO DABA CUMPLIMIENTO A LAS RESOLUCIONES DE LA ONU. SEGUÍ INTERIORIZANDO Y VERAS COMO FUIMOS YA METIDO EN EL CONFLICTO.





Gerardo Orlando NOTO

1.

Introducción

Los estudios sobre política exterior argentina se han concentrado normalmente sobre las relaciones con las principales potencias, los países vecinos o algunas áreas temático-funcionales internacionales específicas. En la literatura especializada los estudios sobre el proceso de toma de decisiones no han alcanzado el desarrollo que presenta en otros países, y los trabajos realizados se circunscriben principalmente a los tomadores de decisión centrales del Poder Ejecutivo, es decir el Presidente de la Nación y los ministros de las áreas específicas.

Puede decirse que el rol desempeñado por otros actores estatales y no estatales en la formación de la política exterior argentina, es un área de análisis relativamente subdesarrollada. En este contexto, el Congreso Nacional no es una excepción. A pesar de la importante función asignada por el ordenamiento constitucional en el área de las relaciones exteriores del país, esta institución central en todo Estado democrático no se ha convertido en foco de estudio central para el análisis de política exterior.

Esta realidad se entiende a partir de reconocer que el Poder Legislativo Nacional no se ha destacado por un alto perfil en materia de política exterior, muy por el contrario, puede decirse que no ha participado significativamente

en la toma de decisiones salvo en muy contadas excepciones.

Este trabajo intenta iniciar el tratamiento del rol del Congreso Nacional en la toma de decisiones en la política exterior argentina, a partir del estudio de tres casos relevantes para las relaciones exteriores del país, donde el Congreso Nacional tuvo una importante intervención con diferentes resultados.

() Trabajo Presentado en las JORNADAS DE INVESTIGACIÓN 1994 de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNIVERSIDAD NACIONAL DE CUYO, Mendoza, Octubre 6 y 7 de 1994.


Investigación en este trabajo:

¿Cuándo y en qué tipo de cuestión el Poder Legislativo Nacional juega puede jugar un rol significativo en la formación de la política exterior ?

En primer lugar, la participación con dos naves de guerra en la Coalición Multinacional desplegada en el Golfo Pérsico en contra de Irak, que inicialmente fue decidida en forma unilateral por el Presidente de la Nación, pero que posteriormente, y ante el inminente inicio de acciones bélicas, obligó al Poder Ejecutivo a requerir la autorización del Congreso. Esta decisión fue apoyada por el Congreso, a pesar de la resistencia de la oposición, y algunos legisladores del oficialismo, ratificando la decisión adoptada por el Poder Ejecutivo, Vale destacar que la decisión previa de enviar las naves argentinas al Golfo Pérsico despertó críticas generalizadas en ámbitos legislativos, por haber soslayado al Congreso, institución que reclamaba su derecho a participar en esa decisión, a partir de las cláusulas constitucionales respectivas.

Bajo qué circunstancias o en qué instancias el Congreso Nacional puede intervenir en forma relevante en el proceso de toma de decisiones en política exterior ?

¿Qué centros decisiones les dentro de la institución o mediante que mecanismos se desempeñan roles de liderazgo que posibilitan al Congreso participar en el proceso de formación de la política exterior?

¿Qué desarrollos teóricos y analíticos aplicados a los procesos decisionales de otros países pueden ser aplicados satisfactoriamente para comprender la realidad argentina en esta materia ?

En segundo lugar, se analiza el caso de la frustrada ratificación del Congreso Nacional al Acuerdo firmado con la República de Chile sobre el límite internacional en la zona de los Hielos Continentales. Este problema representa el único caso donde la negativa de la oposición y de parte del oficialismo dio por resultado el rechazo a la decisión adoptada por el Ejecutivo al no ser ratificado el tratado suscrito, produciendo el fracaso de la política seguida al respecto.

Esta metodología de investigación cualitativa, a partir del estudio de los tres casos planteados, permitirá avanzar en un área del estudio de la toma de decisiones en política exterior, que aunque con tradición en la literatura desarrollada en otros países, principalmente en Estados Unidos, presenta un gran vacío en los estudios desarrollados no sólo en Argentina, sino también en otros países latinoamericanos.

2.

Finalmente, el caso de la ratificación del Tratado de Tlatelolco, mediante la aprobación por unanimidad en el Senado, y con un apoyo mayoritario del oficialismo y de sectores de la oposición en la Cámara de Diputados. En este caso, el Congreso desempeñó un importante rol de consolidación multipartidaria de una decisión que revirtió una posición mantenida por el país por más de dos décadas. La ratificación de este tratado ratificó una línea estratégica basada en la cooperación bilateral con Brasil para la defensa de los legítimos intereses de desarrollo tecnológico autónomo, política iniciada durante el gobierno anterior que alcanzó pleno desarrollo durante el gobierno actual, constituyéndose como ejemplo de continuidad de la política exterior del régimen democrático.

El análisis de política exterior y la participación del poder legislativo en la formación de la política exterior

La teoría y los esquemas analíticos para el estudio del proceso de toma de decisiones han tenido su principal desarrollo en Estados Unidos de América durante el período de posguerra 1. La construcción de esquemas analíticos destinados a comprender la formación de la política exterior analizando el proceso de toma de decisiones adquirieron gran relevancia durante las décadas del sesenta y del setenta 2, particularmente a partir del desarrollo de la perspectiva burocrática de Graham Allison y otros 3.

Estos tres casos representan tres instancias donde la participación del Congreso arrojó diferentes resultados: la legitimación institucional de la decisión del Ejecutivo a partir del apoyo mayoritario del oficialismo, en el primer caso; el rechazo del Congreso a la política del Ejecutivo, en el segundo; y finalmente, la ratificación de una política impulsada por el Ejecutivo con el apoyo unánime o claramente mayoritario de todas las fuerzas políticas en ambas cámaras.

La trascendencia de esta nueva perspectiva en el análisis de política exterior, no sólo permitió comprender las complejas interacciones entre el Presidente, como máxima instancia decisoria, y sus principales asesores y agencias en el área de las relaciones exteriores y defensa, sino que también mediante la apertura de la "caja negra" del "estado racional-unificado", despejó el camino para la ampliación del análisis hacia otros actores estatales

El análisis de estos tres casos, acaecidos durante los últimos tres años, persigue intentar responder los siguientes interrogantes que alientan la investigacion.

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a cambiar o bloquear una decisión presidencial crucial en el área de las relaciones exteriores, y no-estatales, a sus mutuas influencias e interferencias en el muy complejo proceso de formación de la política exterior,

En Estados Unidos, se encuentra una abundante bibliografía dedicada al estudio de las interacciones entre el Ejecutivo y el poderoso Congreso norteamericano 4. Estos análisis reconocen la permanente y creciente tensión entre ambas "ramas" del gobierno, especialmente desde fines de la década del sesenta, por lo que la política exterior de ese país es la resultante de esa conflictiva relación entre ambos poderes gubernamentales. La "competencia entre ambas ramas es permanente, sembrada en la Constitución que estableció dos instituciones separadas -el Congreso y el Presidente- pero que paralelamente insiste que deben compartir el poder 5.

Por lo tanto, aunque no se puede hablar de "competencia ínter-institucional" o de "iniciativa del Congreso", como lo hacen los analistas norteamericanos, existen instancias de intervención significativa del Poder Legislativo en el proceso de toma de decisiones en Argentina. Para comenzar a dilucidar cuándo y por qué se verifica este rol del Congreso, nos referiremos rápidamente a las atribuciones conferidas por la Constitución Nacional al Poder legislativo, para luego analizar tres casos relevantes que ejemplifican, con diferentes resultados, la intervención del Congreso en la política exterior argentina.

La Constitución Nacional y las atribuciones del Congreso en el área de política exterior

Considerando que la Constitución Nacional ha sido recientemente reformada, basaremos nuestro análisis en el texto constitucional actualmente vigente, pero destacando paralelamente las atribuciones existentes previamente y las nuevas cláusulas.

Esta situación institucional se da en el marco de un sistema político en el que los congresistas poseen gran autonomía y poder, que sólo pueden ser contenidos por un Presidente poderoso y popular, condiciones que desde la década del sesenta no se dan fácilmente, y que cuando ocurren, sólo se han mantenido por períodos limitados. Consecuentemente, los estudios de política exterior de EEUU realizados últimamente, reconocen tres conjuntos de actores estatales relevantes en el proceso de formación de la política exterior: la Presidencia (el Presidente y su más próximo núcleo de asesores), la Burocracia (los actores de la rama ejecutiva pertenecientes a las agencias con jurisdicción en las relaciones exteriores), y el Congreso (autoridades y líderes, comités y subcomités) 6.

En el caso de la Argentina y de otros países de América Latina, el peso del Congreso en política exterior y en otras áreas de las políticas públicas es mucho menor al que se puede observar en EEUU. Aunque las previsiones constitucionales son muy similares, en función de la adopción del sistema presidencialista, la diferencia en los sistemas políticos, particularmente la gran concentración de poder en el órgano ejecutivo reforzado por un sistema de partidos también dependiente del liderazgo presidencial, hacen que el Congreso juegue un rol claramente subordinado, y consecuentemente, normalmente marginal en el proceso de toma de decisiones en política exterior.

Sin lugar a dudas, las atribuciones más importantes que posee el Congreso Nacional en relación a la política exterior, y aquellas que fundamentan su accionar en los casos estudiados, están contenidas en el actual artículo 75 (previamente 67), incisos 15, 22 y 28 (antiguos 14, 19 y 25). Estos se refieren respectivamente a: “arreglar definitivamente los límites del territorio de la Nación", "aprobar o desechar tratados concluidos con las demás naciones y con las organizaciones internacionales "7, y "permitir la introducción de tropas extranjeras en el territorio de la Nación, y la salida de las fuerzas nacionales fuera de él". Estas atribuciones fundamentan la participación legislativa para ratificar los tratados suscritos por el Poder Ejecutivo, destacándose especialmente los relativos a la fijación de límites internacionales, como la autorización previa para el envío de tropas argentinas al extranjero, en el marco de su participación en fuerzas de las Naciones Unidas o autorizadas por el Consejo de Seguridad de la ONU.

Sin embargo, un análisis un poco más detallado revela que en ciertos casos de mayor relevancia política y repercusión pública, y cuando el ordenamiento constitucional reserva claras atribuciones al poder legislativo en el proceso decisional, el Congreso Nacional ha intervenido en el proceso de formación de la política exterior, convirtiéndose en foco de resistencias y apoyos a las políticas impulsadas por el Poder Ejecutivo, que incluso ha llegado

En el marco de las nuevas disposiciones de la Reforma Constitucional de 1994, es necesario destacar la incorporación de un nuevo inciso 24 al artículo 75, que establece la trascendente facultad del Congreso de delegar competencias y jurisdicción a organizaciones "supraestatales" en el marco de tratados de integración

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Pérsico por parte de una fuerza multinacional.

.Pero además de estas atribuciones centrales del Congreso en el área de las relaciones exteriores del país, existen otras que generalmente son poco o nada utilizadas para ejercer influencia del poder legislativo en la formación de la política exterior. Ellas corresponden al necesario acuerdo del Senado en el nombramiento y remoción de los embajadores 9, a las facultades en el área del crédito público, la deuda externa y el comercio exterior 10, y a la poderosísima, pero no cabalmente aplicada, atribución de fijar el gasto público a través del Presupuesto General de la Nación, para controlar las políticas públicas mediante la asignación y direccionalidad del gasto estatal 11. Vale resaltar que esta última competencia es una de las principales fuentes de influencia del Congreso de EEUU sobre la política exterior, como en las demás áreas de la administración pública norteamericana 12

En línea con esa política de EEUU, en septiembre de 1990, el Presidente Menem decidió enviar dos naves de guerra, el destructor Almirante Brown y la corbeta Spiro, para sumarse a la fuerza multinacional en el Golfo Pérsico. Esa decisión no solamente rompió con una larga tradición de neutralidad de la diplomacia argentina, sino que fue adoptada mediante un decreto del Poder Ejecutivo, es decir sin la participación del Congreso, como hubiera correspondido en función de las normas constitucionales.

Esta decisión despertó una fuerte oposición en el Congreso Nacional, no sólo entre los partidos opositores, sino también entre legisladores del oficialista Partido Justicialista. Algunos resistían la decisión en sí misma, por considerarla una manifestación de alineamiento con EEUU, mientras muchos se oponían a la forma en que se adoptó la decisión, sin pedir la autorización del Congreso ni consultar a los principales aliados regionales.

Es claro que el Congreso Nacional goza formalmente de amplias atribuciones para participar activamente en la formación de la política exterior argentina. Pero sin embargo, como consecuencia de un sistema político centralizado y centrado sobre el fuerte liderazgo del Presidente de la Nación, sólo pone en práctica estas facultades parcialmente en algunos casos. Analizaremos ahora tres de esos casos acaecidos durante la presente década.

El envío de naves al Golfo Pérsico: el Congreso ante la marginalidad y los "hechos consumados" en política exterior

En esta instancia, el Congreso se vio absolutamente marginado del proceso de toma de decisión, a pesar de poseer los fundamentos jurídicos constitucionales que establecen la necesidad de autorización legislativa para el envío de efectivos militares al extranjero. Existen interpretaciones encontradas sobre el alcance de la cláusula de autorización del Congreso para la participación de tropas en fuerzas de paz de la ONU. En tal sentido, se ha impuesto la práctica de que el Poder Ejecutivo decide en forma independiente cuando se trata "cascos azules", por considerarse que dichas fuerzas no desempeñan un rol militar activo, sino para el mantenimiento de la paz.

El desencadenamiento de la crisis en el Golfo Pérsico con la invasión de Kuwait por parte de tropas iraquíes el 2 de agosto de 1990, constituiría una instancia clave en la que se verificaría en la práctica un gran cambio en la conducción de los asuntos externos de la República Argentina, al abandonarse la tradicional neutralidad en conflictos extra-hemisferios.

El gobierno del Presidente Menem, rápidamente como el resto de los países latinoamericanos, condenó la invasión y ocupación iraquí como una violación inaceptable del derecho internacional, reclamó la inmediata retirada de las fuerzas invasoras, y apoyó incondicionalmente las sanciones que el Consejo de Seguridad de la ONU impuso sobre Irak.




Diputado Escude




Ex-presidente Menem (F)






Ministro RR.EE Guido Di Tella


Ex Canciller Domingo Cavallo

Sin embargo, el envío de dos naves de guerra para participar en acciones de implementación de un embargo adoptado por el Consejo de Seguridad de la ONU, en la práctica un bloqueo naval, con las posibilidades de tener que hacer uso de la fuerza para cumplimentar tal función, hubiera demandado que el Poder Legislativo, según lo establece la Constitución, se expida previamente a la implementación de una decisión de esa naturaleza. Sin embargo, los legisladores no fueron capaces de unificar una postura común en defensa de sus prerrogativas constitucionales, y la oposición sólo se manifestó criticando esta decisión inconsulta, pero sin ser capaz de articular una acción institucional al respecto.

Al desencadenarse la crisis en una zona estratégica mente sensible, debido a los yacimientos y líneas de abastecimiento del vital petróleo, Estados Unidos rápidamente adoptaron un rol de liderazgo para oponerse y retrotraer la preocupante expansión iraquí. Por lo tanto, rápidamente reclamó el apoyo de los distintos países, para implementar las sanciones económicas decretadas por la ONU, a través de la implementación de un bloqueo en aguas del Golfo

Sin embargo, este caso evolucionó, en forma paralela a la crisis del Golfo Pérsico, y la proximidad de acciones bélicas a partir del 15 de enero de 1991, de acuerdo al ultimátum establecido por el Consejo de Seguridad de la ONU,

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llevaron al Poder Ejecutivo a remitir un proyecto de ley para que el Congreso Nacional autorice la participación de las naves argentinas en operaciones de apoyo logístico a la fuerza multinacional que combatiría en esa zona 13.

posición opositora fue planteada por los diputados Dante Caputo (UCR Capital), Federico Storani (UCR-Buenos Aires), y Carlos Álvarez (Grupo de los Ocho) 17

El 27 de diciembre de 1990, las Comisiones de Relaciones Exteriores y de Defensa del Senado aprobaron un dictamen de mayoría, apoyado por el Justicialismo y el Pacto Autonomista-Liberal de Corrientes, por el que "se autoriza al Ejecutivo, a partir del 15 de enero disponga las medidas para que las tropas argentinas en el Golfo Pérsico presten apoyo a las acciones a emprenderse de acuerdo a lo decidido por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas", mientras el radicalismo ratificó un dictamen en minoría solicitando el retiro inmediato de los navíos argentinos 14

Durante el miércoles 23 de enero, finalmente la Cámara de Diputados aprobó el proyecto por el cual se autorizó al Poder Ejecutivo para que las naves argentinas dieran apoyo logístico a la fuerza multinacional en guerra con Irak. El proyecto se aprobó por 117 votos a favor y 99 en contra. Vale citar que durante los dos días de sesión en Diputados, se realizaron sendas marchas de repudio en contra de la participación argentina en la guerra, organizada por partidos y organizaciones opositoras 18.


ARA BROWN Y ARA SPIRO EN LINEA DE COMBATE

La inminencia de acciones bélicas reactivó los reclamos por un debate legislativo, que fue solicitado tanto por legisladores de la oposición como del oficialismo, y aceptado por el gobierno a mediados de enero ante la proximidad del vencimiento del ultimátum de la ONU 15.

Este caso se destaca por ejemplificar claramente la difícil relación entre los poderes ejecutivo y legislativo, y por la marginalidad que el Poder Ejecutivo impone al Poder Legislativo en materia de decisiones en política exterior, incluso en algunas tan cruciales como el envío de tropas al extranjero para su participación en acciones de bloqueo naval auspiciada por la ONU.

El Jueves 17 de enero el proyecto del Ejecutivo fue tratado en el Senado, y con el agregado "no podrán realizar las acciones bélicas directas", fue aprobado con el apoyo mayoritario del Justicialismo, el Pacto Autonomista-Liberal de Corrientes y el Bloquismo de San Juan, aunque debe destacarse que el Senador Justicialista por La Rioja, Libardo Sánchez votó en contra, y los senadores Eduardo Vaca (PJ-Capital), Oraldo Britos y Alberto Rodríguez Saá (PJ-San Luis) se ausentaron del recinto por no coincidir con la postura de su bloque. La postura oficialista fue defendida por el Senador Eduardo Menem (PJ-La Rioja), presidente de la Comisión de RREE. La oposición radical votó en contra. Esta posición fue sostenida por el Senador Hipólito Solari Yrigoyen (UCR-Chubut), aduciendo que las fuerzas argentinas no estaban cumpliendo las funciones de una fuerza de paz y planteando dudas sobre quién afrontaría los costos de la operación 16.

Es paradigmático que, a pesar de contar con mayoría propia en ambas cámaras, el Poder Ejecutivo decidió marginar al Congreso cuando se enviaron las naves en septiembre de 1990. Aunque, posteriormente el PEN recibió autorización del Congreso ante la proximidad de acciones bélicas en la zona, con el apoyo del oficialismo y otros partidos minoritarios, resalta la gran dificultad de lograr el respaldo de los propios legisladores oficia-listas, particularmente en Diputados, que incluso hicieron necesario una postergación de la sesión para poder reunir los votos favorables necesarios.

Incluso para obtener una votación positiva en Diputados, el oficialismo necesito hacer uso de todos sus recursos para obtener un resultado favorable. Si bien el desenlace fue favorable a la política del PEN, este caso ejemplifica cómo la marginalidad que se le impone al Congreso en la toma de decisiones hace creciente mente difícil obtener posteriormente su apoyo, incluso por parte de los legisladores oficialistas. El próximo caso demuestra que a veces la marginalidad impuesta al Congreso puede ser pagada por el Ejecutivo con el fracaso de su política.

5.


"Hielos Continentales": los límites a la autonomía del PEN
Durante el viernes 18, se inició el tratamiento en la Cámara de Diputados. En la Cámara Baja el oficialismo tuvo dificultad en reunir los votos necesarios para aprobar la iniciativa, a pesar del apoyo de los partidos provinciales y de parte de la UCD, por lo que finalmente se suspendió la sesión hasta la semana siguiente. La oposición amalgamó al radicalismo, al Grupo de los Ocho (Bloque Peronista disidente), algunos legisladores justicialistas, y a otros partidos (Partido Demócrata Popular, Partido intransigente, PSU, PSP y MAS). El proyecto del Ejecutivo fue defendido por el Diputado Miguel Ángel Toma (PJ Capital) y el presidente de Bloque José Luis Manzano (PJ-Mendoza). La

Con la recuperación de la democracia en la vecina República de Chile a principios de 1990, el proceso de integración bilateral argentino-chileno ingresó en un período de rápido desarrollo. En el marco de una serie de cumbres anuales entre ambos presidentes, como culminación de un intenso y complejo sistema de reuniones binacionales en distintas áreas y cuestiones, el

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2 de agosto de 1991 en la ciudad de Buenos Aires, los Presidentes Patricio Aylwin de Chile y Carlos Saúl Menem de Argentina firmaron una serie de acuerdos entre los que se destacan el Acuerdo de Complementación Económica, el Tratado de Protección y Garantía Recíproca de Inversiones y la Declaración Conjunta que acuerda una solución definitiva a las 24 controversias de límites pendientes, o establece un mecanismo para su superación.

algunos legisladores chilenos que ponían en duda la ratificación del tratado en el país trasandino 22, y no cedió ni siquiera ante la creciente presión del Poder Ejecutivo Nacional ante la proximidad de un nuevo viaje del Presidente Menem a Santiago de Chile. El principal vocero de oposición al tratado, el Diputado Justicialista Flores de Santa Cruz, reconoció públicamente las fuertes presiones del Ejecutivo sobre las Comisiones de RREE y de Defensa de Diputados, para que aprobasen el tratado remitido por el PEN 23. La oposición al tratado no sólo incluía al radicalismo y a otros partidos menores, destacándose igualmente el "Grupo de los Ocho" (Peronismo disidente), y también un creciente número de legisladores oficialistas, no sólo de la Patagonia, sino de diversas zonas del país. El Bloque Justicialista se presentaba seriamente dividido ante esta cuestión de límites 24.

Ese acuerdo binacional acepta la aplicación de tres criterios para la solución de las controversias limítrofes pendientes. En primer lugar, veintidós de esas diferencias se resolvieron mediante la demarcación hecha de común acuerdo por las Comisiones de Límites de ambos países, aplicando el criterio de las más altas cumbres divisoras de aguas. En el caso de la zona conocida como “Laguna o Lago del Desierto" se sometió el diferendo a un arbitraje internacional. Finalmente, en la región de "Hielos Continentales", se firmó un acuerdo que traza el límite siguiendo una línea poligonal convencional negociada por ambas cancillerías 19. Como corresponde al ordenamiento constitucional de ambos países, dicho acuerdo fue sometido a la ratificación de ambos congresos nacionales.

El Tratado de Límites fue remitido por el PEN a la Cámara de Diputados en febrero de 1992. En mayo se inició su tratamiento en las comisiones respectivas de la Cámara Baja. A mediados de año, se iniciaron reuniones informativas en la Comisión de Relaciones Exteriores, presidida por el Diputado Carlos Ruckauf (PJ-Capital) y de la Comisión de Defensa, presidida por el Diputado Carlos Toma (PJ-Capital). A estas reuniones asistieron normalmente, el ex-vicecanciller, Embajador Juan Carlos Olima, el Embajador Argentino en Santiago de Chile, Antonio Cafiero, otros representantes de la Cancillería, de organismos técnicos como el instituto Geográfico Militar y la Comisión Argentina de Límites y de especialistas en derecho internacional 20.

A partir de fines de julio y durante el mes de agosto de 1992, la cúpula de la Cancillería, con el Canciller Guido Di Tella, y el vicecanciller Fernando Petrella, intensificó la ofensiva del Poder Ejecutivo para convencer a los legisladores de la rápida aprobación del proyecto. Se realizaron reuniones con diferentes bloques partidarios, y nuevas reuniones con las comisiones que estudiaban el tratado. Sin embargo, ante la resistencia al acuerdo, el objetivo buscado se redujo a obtener un dictamen favorable de mayoría en la Comisión de Defensa y de minoría en la Comisión de RREE, para posteriormente buscar su aprobación en el plenario 25. También se habría evaluado marginar a la Comisión de Relaciones Exteriores, ante la oposición mayoritaria en la misma que incluía a diputados oficialistas 26.

Desde el inicio, el tratado despertó fuerte oposición en los legisladores nacionales por Santa Cruz, de ambos partidos, destacándose el Diputado Rafael Flores (PJ), y la Diputada Ángela Sureda (UCR). Fuerte oposición se generó también en la Provincia de Santa Cruz, por sus efectos sobre territorio provincial, con declaraciones de rechazo en la Cámara de Diputados de Santa Cruz, con acciones legales iniciadas por los pobladores de El Calafate, población cercana a la zona en cuestión, y por denuncias de la "Comisión 9 de Julio", conformada por ciudadanos de Santa Cruz, elevadas a la Cámara de Diputados de la Nación solicitando el rechazo del acuerdo presidencial 21

Los argumentos del oficialismo, defendidos por la Cancillería, se funda mentaban en que la alternativa al acuerdo, un arbitraje internacional, sería muy costoso y posiblemente más contraproducente en términos territoriales que la línea convencional acordada. La posición de la oposición descansaba principalmente en el rechazo a la sesión de territorio argentino al país vecino determinada por la línea poligonal acordada. Finalmente, ante la mayoría opositora en ambas comisiones, y a pesar de las presiones de último momento del Poder Ejecutivo ante la Cumbre Menem-Aylwin en Chile, la votación en ambas comisiones debió postergarse indefinidamente, para evitar un seguro rechazo del tratado hacia fines de agosto de 1992 27

Este caso refuerza características ya detectadas en la relación entre ambos poderes en torno a las relaciones exteriores. Pues, además de la particular delicadeza de la cuestión, por tratarse de la fijación de límites internacionales, debe destacarse que la imposibilidad de aprobar el tratado en

La oposición al tratado fue creciendo, ante declaraciones de rechazo de

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La Ratificación del Tratado de Tlatelolco: el triunfo de la continuidad en política exterior.

el Congreso Nacional, habría dependido en gran medida del malestar que despertó entre los legisladores la marginación a que los sometió el Poder Ejecutivo. En la reunión del bloque justicialista del 20 de agosto, no pudo arribarse a un acuerdo sobre la estrategia a seguir, a pesar de los pedidos personales del Presidente Menem frente a su inminente viaje a la capital chilena. En esa reunión, se expresó claramente el malestar por que el tratado fue puesto a disposición del Congreso recién en febrero de 1992, a pesar de haberse suscripto en agosto del año anterior; y que el Canciller recién informó al plenario de las Comisiones de RREE y Defensa de la Cámara el 6 de agosto, cuando la mayoría de las posiciones se habían consolidado, arrojando una mayoría de rechazos en esas comisiones 28.

El tercer caso a analizar constituye un ejemplo de continuidad en el desarrollo de una política exterior determinada, en el área de la no proliferación nuclear, que consecuentemente recibió a su paso por el Congreso Nacional el apoyo unánime en el Senado, y un claro apoyo mayoritario en la Cámara de Diputados. La continuidad que se observó en las líneas estratégicas de las políticas seguidas en esta cuestión tanto por el gobierno radical del Presidente Alfonsín como del gobierno justicialista del Presidente Menem, - la cooperación argentino-brasileña, la defensa del derecho al desarrollo autónomo de la tecnología nuclear con fines pacíficos, y la negociación con los organismos internacionales en forma conjunta con los socios regionales (conjuntamente con Brasil para el Acuerdo con la OIEA, y con Brasil y Chile para la modificación del Tratado de Tlatelolco) -, permiten comprender la poco común cooperación multipartidaria observada en el Congreso ante una cuestión tan controversial, como la referente al régimen continental de no proliferación nuclear.

Este caso ejemplifica aún mejor, las serias dificultades para el proceso de formación de la política exterior, generadas a partir de las des inteligencias, falta de coordinación y consultas entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo. Por un lado puede concluirse que el fracaso de la política impulsada por el Ejecutivo, ante la falta de ratificación parlamentaria, se debió por la intransigencia manifestada por los bloques opositores y por los legisladores oficialistas opuestos a esta iniciativa en función de la substancia de la cuestión, es decir la cesión de territorio nacional a partir de la fijación acordada de los límites internacionales pendientes. Desde esta perspectiva, la ratificación de la autoridad del Congreso a partir de un rol opositor a la política exterior del Ejecutivo, constituiría un caso excepcional. Si se aceptara esta interpretación que se agota en las características particulares de este caso, el proceso de interacción ejecutivo-legislativo no constituye una variable interviniente significativa que explique este resultado específico.

Durante el año 1993, mediante la aprobación en forma unánime en el Senado verificada en marzo, complementada en noviembre por una clara mayoría en la Cámara de Diputados, el Congreso Nacional ratificó el Tratado para la Proscripción de las Armas Nucleares en América Latina y el Caribe, conocido más comúnmente como "Tratado de Tlatelolco", por el lugar de México donde fuera firmado el 14 de febrero de 1967.

Al analizar esta cuestión en base a una perspectiva mayor, considerando la totalidad del proceso de formación de la política exterior, la interacción entre ambos poderes estatales constituye una elemento causal clave en la explicación del resultado observado. Este caso se destaca por ejemplificar cómo el Poder Ejecutivo ha llegado a marginalizar de tal manera al Congreso Nacional en la toma de decisiones de política exterior, que el fracaso se explicaría más cabalmente por la falta de previsión para asegurar adecuadamente el apoyo parlamentario al tratado, el cual aparentemente se daba por descontado, que a una irreversible posición adoptada por la mayoría de los legisladores nacionales 29

La Argentina, al igual que Brasil, Chile y Cuba, no habían ratificado este tratado, pues consideraban que sus cláusulas constituirían un obstáculo al desarrollo autónomo de la energía nuclear con fines pacíficos, a pesar de que las demás naciones del continente lo ratificaran entre 1968 y 1972. Sin embargo, las modificaciones introducidas al Tratado por la VII Conferencia de la OPANAL, el organismo intergubernamental de aplicación creado por el mismo tratado, impulsadas conjuntamente por Argentina, Brasil y Chile, y que contaron con el auspicio de México, llevaron a la Argentina a ratificar Tlatelolco después de 26 años 30.

Sin entrar en detalle sobre la larga y fructífera serie de acciones comunes que Argentina y Brasil adoptaron desde mediados de la década del ochenta - declaraciones presidenciales conjuntas, visitas a plantas nucleares y medidas de confianza mutua sobre los programas nucleares de ambos países-, es claro que el desarrollo de confianza entre ambos gobiernos democráticos, permitiría posteriormente acuerdos bilaterales y con organismos internacionales en el

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área de la no proliferación nuclear, emprendidos por los gobiernos de los presidentes Menem Y Collor de Mello, continuados en Brasil por Itamar Franco.

mente, esa continuidad es la que explica que una cuestión tan controversial como la ratificación del Tratado de Tlatelolco, que significó el cambio de una larga tradición diplomática sostenida por diferentes gobiernos de distinto signo, incluso por regímenes dictatoriales, fuera tan rápidamente aprobada con un claro apoyo multipartidario. El resultado positivo de este caso, sin embargo, no parece constituir ejemplo de exitosa coordinación institucional entre el Poder Ejecutivo y Legislativo en el área de la política exterior.

Durante la década del noventa, deben destacarse la Declaración de Iguazú de noviembre de 1990, donde Argentina y Brasil renunciaron formalmente a la manufactura de armas atómicas; la Declaración de Guadalajara de julio de 1991, comprometiéndose a no permitir el almacenamiento de armas nucleares; y fundamentalmente, el muy importante acuerdo de salvaguardias nucleares firmado entre Argentina, Brasil y la OIEA, en diciembre de 1991, por el cual se establece un sistema de monitoreo a ser implementado por ambos países conjuntamente con la OIEA 31.

7.


Conclusiones

Este trabajo quizás presenta más incógnitas de las que es capaz de responder. Sin embargo, el estudio de estos tres casos, parece indicar algunas cuestiones relativas al rol del Congreso Nacional en la formación de la política exterior, que ameritan la profundización de algunas de las conclusiones a que puede arribarse como resultado del análisis de los casos aquí planteados.

En febrero de 1992, los presidentes Menem y Collor enviaron una nota conjunta al Presidente de México Salinas de Gortari, proponiendo "algunas enmiendas de una naturaleza eminentemente técnica, que no alteran de ninguna manera los principios y objetivos del Tratado". El propósito de las mismas fue resguardar los secretos industriales y tecnológicos desarrollados autónomamente por cada país, que el articulado de Tlatelolco no aseguraba. Así el 26 de agosto de 1992, la Conferencia General del Organismo para la Proscripción de las Armas Nucleares en América Latina y el Caribe (OPANAL), aprobó las enmiendas propuestas conjuntamente por Argentina, Brasil y Chile, dejando el camino expedito para la ratificación por todos los países que todavía no lo habían hecho 32

En primer lugar, puede decirse que el Congreso Nacional, a pesar de las atribuciones constitucionales que le permitirían desempeñar un alto perfil, o incluso en algunas cuestiones cierto poder de iniciativa, se caracteriza por tener un rol marginal en el proceso de toma de decisiones en política exterior.

En Argentina, el Senado Nacional aprobó la ley enviada por el Poder Ejecutivo por unanimidad de todos los bloques, destacándose el apoyo del radicalismo, y los partidos provinciales además del justicialismo. Los planteos dados por cada bancada ratifican las líneas de continuidad observadas en esta materia por la diplomacia argentina durante los últimos años 33

El Poder Ejecutivo, como producto de un sistema político presidencialista, reforzado por el liderazgo partidario en torno a la figura del presidente, controla claramente las instancias en las cuales el Congreso participa, y cuando las normas constitucionales exigen ineludiblemente la intervención del Poder Legislativo, el PEN determina los tiempos de esa intervención.

En la Cámara de Diputados los legisladores radicales no votaron en bloque, aunque la mayoría se sumó al Grupo de los Ocho y otros partidos minoritarios, que se opusieron a la ratificación de Tlatelolco, como consecuencia de reparos en el fundamento político de la ratificación, por considerarla como una nueva manifestación de alineamiento con EEUU. Otros diputados radicales fundaron su negativa en diferentes cuestiones 34.

Sin embargo, a pesar de estas condiciones generales de marginalidad y subordinación, en función de los tres casos analizados, el Congreso Nacional ha demostrado jugar un rol importante en la formación de la política exterior ante dos situaciones. Cuando la resistencia a las políticas del Ejecutivo adquiere fuerza por tratarse de cuestiones muy relevantes, con relativamente fuertes efectos sobre la opinión pública nacional, sectorial o provincial, como en el caso de la soberanía territorial considerada, combinadas con el deterioro extremo de la coordinación entre ambas ramas del gobierno. Esta falta de coordinación se da incluso dentro del oficialismo, como consecuencia de un excesivo marginamiento, podría hablarse de "indiferencia", por parte del Ejecutivo respecto del Legislativo. La otra alternativa, de signo opuesto, se verificaría a partir de la continuidad en las líneas

Este caso, particularmente por la poco frecuente unanimidad observada en el Senado frente a cuestiones conflictivas, presenta un buen ejemplo de continuidad en las líneas estratégicas de la política exterior argentina, por sobre las diferencias de gobiernos de distintos partidos políticos. Aparente

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estratégicas seguidas por gobiernos de distinto signo partidario, sentando las bases de un acuerdo multipartidario que se impondría por sobre las diferencias políticas generales existentes entre oposición y oficialismo, y que superaría la falta de una adecuada coordinación ejecutivo-legislativo.

dores. Debemos reconocer que en nuestro país, encontramos un sistema institucional presidencialista, con un sistema de partidos políticos similar al de los regímenes parlamentarios por su control centralizado. Dentro de estas condiciones, no sorprende el rol marginal del Congreso Nacional en el proceso de formación de la política exterior.

De todos modos, dentro del amplio universo de los ámbitos y cuestiones de la política exterior argentina, incluso de asuntos que demandan ratificación o intervención legislativa, la participación efectiva del Congreso Nacional parece encontrarse limitada a casos muy particulares, donde la naturaleza de la cuestión, o su efecto sobre la opinión pública, otorgan particular relevancia política al asunto. Desafortunadamente, la generalidad de los casos, parece estar signada por la ausencia de la participación del Congreso en el proceso de toma de decisión en política exterior.

A pesar de una visión general crítica, se pueden detectar algunos elementos prometedores. A partir del funcionamiento de la institución legislativa por más de diez años, desde el restablecimiento de la democracia, la permanencia de algunos políticos en la escena legislativa nacional por un período considerable, o el ingreso a la institución legislativa de figuras políticas más relevantes, como ex-gobernadores, que gozan de mayor autonomía política en sus distritos, han dado lugar a que un conjunto de legisladores hayan comenzado a adoptar un rol más significativo en los asuntos exteriores. Todavía no puede hablarse de un rol de liderazgo legislativo autónomo, pero tanto dentro del oficialismo como de los distintos partidos de la oposición, se va destacando la tarea especializada de algunos senadores y diputados. El ulterior desarrollo de este fenómeno podría permitir que el Congreso atempere algunas de las deficiencias consideradas, y que vaya adoptando un rol más relevante, dentro de las limitaciones estructurales reconocidas, en el complejo proceso de formación de la política exterior argentina.

Un aspecto que se destaca claramente es la falta de mecanismos de coordinación fluidos y permanentes, que no sólo permitan las consultas entre representantes del PEN y los legisladores a partir del tratamiento de las leyes en las Cámaras respectivas, sino que también asegure una corriente periódica, y sobre todo previa a la adopción de decisiones. La marginalidad del Poder Legislativo se ve reforzada, simultánea e inversamente a la cuota de control del PEN sobre la política exterior, por la participación legislativa ex post, que obliga al Congreso a una opción drástica manifestada únicamente por la aceptación o rechazo en forma total de las cuestiones puestas a consideración del Congreso. Ante esta alternativa, dada las condiciones político-institucionales existentes, el PEN normalmente se impone sin mayor dificultad.

La debilidad del Congreso Nacional se comprende en el marco general de su posición en el sistema institucional del país, donde su poder de influencia sobre la formación de las políticas públicas en las distintas áreas es relativamente menor a la observada en otros poderes legislativos dentro del sistema presidencialista. Cabe aclarar que en el área de la política exterior es incluso menor. Sin lugar a dudas, la fuerte concentración de poder político en la figura del Presidente explica este fenómeno. El titular del Poder Ejecutivo en la República Argentina, tradicionalmente, ejerce no solamente los fuertes poderes constitucionales de la máxima magistratura, sino también un estricto control político sobre el partido mayoritario. Esto último es crucial, pues el partido político controla no solamente las posiciones de poder y autoridad dentro de cada cámara legislativa, sino también en muchos casos, la misma posibilidad de reelección y continuidad de las carreras políticas de los legisladores.





Notas



(21)

pueda disponer las medidas adecuadas para que, de conformidad con la solicitud formulada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a todos los Estados, contenida en el párrafo 3 de su resolución 678 (1990) adoptada el 29 de noviembre de 1990, la fuerza argentina en el Golfo Pérsico preste apoyo apropiado a las acciones que pudieran emprenderse en aplicación de párrafo 2 de la citada resolución.


Artículo 2do: El Poder Ejecutivo Nacional informará al Congreso de la Nación de las medidas que adopte en virtud de la presente ley.


Artículo 3ro: de forma". Diario Clarín, 12 Enero 1991. Los diputados Federico Storani (UCR) y Jorge Yoma (PJ) presentaron sendos proyectos en al Cámara de Diputados solicitando la intervención del Congreso, aunque sólo el primero condenaba al gobierno por encontrarse "en la más absoluta ilegalidad de acuerdo con lo dispuesto por el artículo 67, inciso 25, de la Constitución Nacional". Diario Clarin Enero 12 1991. Diarios Clarín y La Nación, 18 Enero 1991. Diario Clarín, 18 y 19 de enero 1991. Diario Cronista Comercial 18 enero 1991. Diarios Página 12, 22 enero 1991, y Clarín, 24 enero 1991. Según el "Informe a la Opinión Pública-Acuerdo Argentino-Chileno de 1991 Sobre la Zona del Hielo Continental" publicado por el PEN-Ministerio de RREE y Culto en los diarios nacionales el 5 de agosto de 1992, el acuerdo convencional "otorga 1.238 km2 a la Argentina y 1.057 km2 a Chile", y es considerado más conveniente que la incierta alternativa del arbitraje.



Por ejemplo, a la reunión conjunta del martes 7 de julio de 1992, asistieron el Embajador Olima, el ex-canciller Luis María de Pablo Pardo, el ex-presidente de la Corte Internacional de Justicia de la Haya, José María Ruda, el director del IGM, Cnl Horacio Migliorini Lima, el titular de la Comisión Argentina de Límites, Gral Miró. Diario La Nación 10 julio 1992. Diario La Nación, 21 julio 1992. Declaraciones al Diario El Mercurio de los Diputados Chilenos Federico Ringeling y Antonio Horvath, y del Senador Vitalicio Designado Ronald Mc Intyre, reproducidas por el matutino argentino La Nación en sus ediciones del 20 y 28 de julio de 1992. Diario La Nación, 20 de julio 1992. Diario La Nación, 28 julio 1992. Diario Página 12, 13 agosto 1992. Diario Clarín, 20 agosto 1992. Los diputados justicialistas opuestos al proyecto eran: Francisco Toto (PJ-Santa Cruz), José Corchuelo (PJ-Chubut), Graciela Camaño (PJ-Buenos Aires), y Humberto Romero (PJ-Corrientes). Diario Clarín, 27 de agosto 1992. Los votos en cada Comisión se contabilizaban de la siguiente manera. En RREE, 12 votos a favor y 16 en contra; mientras en la Comisión de Defensa, 12 a favor y 13 en contra. Los votos claves, ante la oposición monolítica de los otros bloques, corresponden a los justicialistas Toto, Corchuelo Blasco, Camaño y Romero, miembros de RREE, y este último, también miembro de la Comisión de Defensa. Diario Clarín, 21 agosto 1992. Ver Diario Clarín del 28 de agosto de 1992, página 4, donde se sintetizan una serie de errores y demoras inexplicables en la vinculación entre la Presidencia, la Cancillería y los bloques parlamentarios. Diario La Nación, 11 noviembre 1993. El Acuerdo con la OIEA ha sido aprobado por el Congreso Nacional por la ley Nro 24.113. Para mayores detalles sobre los antecedentes de la ratificación de Tlatelolco, ver Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores, 5ta Reunión, 15a Sesión Extraordinaria, 24 de Marzo de 1993, pp. 5001-5024. Diario Clarin, 25 agosto 1992. Diario de Sesiones del Senado, Ibidem.



(6)

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(34)

Elsa Kelly votó por la negativa ante el rechazo de una enmienda de su autoría que condicionaba la entrada en vigencia del tratado a su aplicación en forma simultánea con Brasil y Chile, mientras Conrado Storani (hijo), Normando Alvarez García, Antonio Berhongaray y Victorio Bisciotti presentaron un dictámen en minoría, que rescata las enmiendas incorporadas a Tlatelolco, pero cuestiona los fundamentos oficiales por las asimétricas presiones ejercidas por los países desarrollados sobre Argentina, y el despliegue de armamento nuclear por Gran Bretana en las Islas Malvinas. Diario Página 12, 11 noviembre 1993. Para mayores detalles ver Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados de la Nación, 25a Reunión-2da Sesión Ordinaria de Pórroga-Noviembre 10 de 1993.

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14/11/22

DAÑOS COLATERALES DE LA GUERRA DEL GOLFO PERSICO 1991



RESABIOS DE GUERRA

Daños colaterales

Sumado a los “pecados de guerra” cometidos durante la ocupación de Irak, bajo la sospecha de que ese país contaba con armas de destrucción masiva, después de 20 años de finalizado el conflicto bélico, el Síndrome de la Guerra del Golfo sigue marcando a fuego a los veteranos norteamericanos.



Por Esteban Magnani y Luis Magnani


Después de la Guerra del Golfo (ver recuadro), los veteranos inundaron los consultorios con quejas variadas. Protestaban por fatiga crónica, erupciones cutáneas, migrañas, dolores musculares, de problemas cuyo origen debían ser desórdenes neurológicos, como por ejemplo “se me duerme el brazo” o pérdidas de memoria, alteraciones del sueño, dificultades respiratorias, gastrointestinales, menstruales y cardiovasculares. Sin embargo, y pese a la variedad, los médicos en general atribuyeron las quejas a causas psicológicas y al estrés.

Ahora, y después de haber sido negado como si fuera una enfermedad vergonzante, el Síndrome de la Guerra del Golfo (SGG) ha hecho su entrada triunfal en el sendero de la aceptación que el gobierno de los EE.UU. le debía. Si se recuerda que la Guerra del Golfo ocurrió hace casi dos décadas, se tendrá una idea de lo que le ha costado a ese gobierno reconocer su existencia.

Como era de esperar, la causa es el dinero, aunque esto no deja de ser curioso: reconocer la existencia del SGG llevará a autorizar importantes sumas para el tratamiento de los sufridos veteranos, mientras que mantener la creencia de que todo se debe a un estrés post-traumático, la excusa más común entre las que se alegaron, no conduce a tal erogación. Por lo visto, según un punto de vista bastante peculiar, una enfermedad orgánica es más “real” –y merece ser tratada– que una psicológica.

El informe que ha venido a cambiar el status quo sobre el tema proviene del Comité Consultivo de Investigación de las Enfermedades de los Veteranos de la Guerra del Golfo. La creación de este comité no fue sencilla. El Congreso la decidió en 1998 porque los veteranos no estaban recibiendo los cuidados que merecían y recién en el 2002 quedó constituido por 15 miembros. De ellos, dos tercios son científicos y el resto veteranos.

EL INFORME PELICANO

Las conclusiones del informe, aparecido en noviembre del 2008, no dejan lugar a dudas. El mentado SGG es real y afecta a alrededor de una cuarta parte de los 700 mil estadounidenses que intervinieron en el conflicto bélico.





La causa principal se debió al contacto de los soldados con dos sustancias químicas: el bromuro de piridostigmina y ciertos pesticidas usados sin mayor control para defenderse de jejenes y mosquitos. Tan belicosos eran los insectos, que la desesperación indujo a rociar también carpas –donde los combatientes se alimentaban– y uniformes. Por su parte, el bromuro se daba a las tropas para contrarrestar los efectos del gas nervioso en caso de que se usara en un ataque.

Es que la convicción de que los iraquíes desatarían una guerra química llevó, según el informe, a una precaución que resultó tan dañina como el presunto elemento a combatir. Sin embargo, lo que a primera vista parecería exagerado, se justifica cuando se conoce que las alarmas detectoras de ese gas sonaron con frecuencia en las acciones de esa guerra. Claro que los gobiernos dijeron que fueron falsas alarmas.

Otra causa apuntada por el comité, aunque con menos probabilidades, proviene del bombardeo y destrucción de un depósito de armas cerca de Khamisiyah. La nube de gas sarín (ver recuadro) llevada por el viento habría afectado a unos 100 mil soldados.

A la luz de estos datos, muchos de los que se negaban a caer en la necedad total pudieron hablar. Lord David Craig, mariscal de la Real Fuerza Aérea Británica, dijo que aceptar la gravedad que tenía el SGG para los veteranos era una obligación, una deuda contraída con mucha anterioridad. Con lógica pura, afirmó que eran tan víctimas de la guerra como aquellos alcanzados por una bala o una esquirla.

Por su parte, James Binns, veterano de Vietnam y presidente del comité, afirmó que lo trágico de la situación recaía en que, por las idas y vueltas del asunto, no existe hoy un tratamiento eficaz; e instó al Congreso a asignar 60 millones de dólares anuales para la investigación con el fin de encontrar la cura. Sin embargo, no cargó las tintas sobre los errores pasados; más bien, afirmó que el tema debía ser considerado como un proyecto primordial para el nuevo gobierno.

LA CARACTERIZACION DEL SINDROME

Es al epidemiólogo Robert Haley, de la Universidad de Texas, que se debe gran parte del conocimiento del SGG. Ya por el 2003, al advertir que los tests diseñados por las autoridades buscaban demostrar –porque era lo que esperaban– la presencia de un estrés post-traumático, y no el hallazgo de un diagnóstico “abierto”, encaró el problema con su propia metodología. “Lo que hay que hacer es lo que se hace frente a una nueva enfermedad: definirla. Si se le pregunta a la gente si tiene dolores o achaques, dirá que sí. 

Pero si se le pregunta si tiene dolores en las articulaciones que le impiden dormir y duran meses, la gente sana dirá que no; mientras que los veteranos del Golfo contestarán que sí”, dijo. Su manera de encarar las cosas tuvo éxito y sus hallazgos fueron luego confirmados por otros laboratorios, como el de Han Kang del Departamento de Asuntos de Veteranos, en Washington, que comparó los síntomas de 10 mil veteranos del Golfo contra 9 mil veteranos que no eran de esa guerra.

Robert Haley logró definir tres grupos de síntomas entre los que afectan a los veteranos del Golfo. El Síndrome 1 abarca los que afectan el sueño y las alteraciones de memoria. El Síndrome 3 contempla los dolores musculares y articulares. El 2 es el más serio y abarca los trastornos cerebrales, muchos manifestados en forma de confusiones y mareos.

Fueron necesarias casi dos décadas. Probablemente poco quede para recuperar a estos veteranos, a esta altura en la que el Estado norteamericano muestra tan poca piedad por propios y ajenos por igual.

La guerra y sus consecuencias

La Guerra del Golfo Pérsico, o Guerra del Golfo, ocurrió entre 1990 y 1991. En ella, Irak combatió contra una coalición internacional compuesta por 34 naciones y liderada por los EE.UU. Surgió como respuesta a la invasión y anexión del Emirato de Kuwait por parte de Irak. También se la conoce como Operación Tormenta del Desierto, en Estados Unidos, y como Um M’aarak, “La Madre de todas las batallas”, en Irak.

El gas sarín es un arma química de guerra creada por el hombre y clasificada como agente nervioso. Las personas que han entrado en contacto con él pueden experimentar síntomas (que no causa sólo el sarín) diversos como flujo nasal, dolor en los ojos, sudor excesivo, presión en el pecho, diarrea, mareo y dolor de cabeza, entre otros. Si el contacto fue prolongado pueden ocurrir convulsiones, parálisis y una falla respiratoria que lleva a la muerte.

12/11/22

EL DIA QUE EL ESTADO NACIONAL PUSO EN LA ALFOMBRA LA GUERRA DEL GOLFO PERSICO 1991

 VETERANOS DE AYER


PARA EL ESTADO NACIONAL PASARON 30 AÑOS QUE NOS MANDARON A UNA GUERRA, Y AL DIA DE HOY TODO PARECE ESTAR BAJO LA ALFOMBRA.


La guerra invisible de miles de veteranos de 1991 que pasaron mas 30 años ni siquiera han pensado en iniciar.



Aunque hayan pasado MA 30 años de aquella desastrosa guerra en los confines del Medio Oriente, siguen pendientes varios temas que para los gobiernos involucrados en dichas acciones, han sido una problemática que se ha multiplicado exponencialmente conforme al número de hombres involucrados en el Teatro de Operaciones de Kuwait.

 Más allá de que EEUU –junto a Gran Bretaña y Francia- fue quien encabezó las operaciones militares para desalojar a las fuerzas iraquíes que el 2 de agosto de 1990 habían ocupado el emirato de Kuwait y en ese sentido, les dio el reconocimiento institucional a los miembros de cada una de las fuerzas intervinientes, fue mérito de éstos mismos hombres el poner en evidencia que “había algo más que el gobierno no les había dicho”; algo que los estaba matando –y sigue haciéndolo- silenciosamente y que además, había afectado a sus propias familias.


En el comienzo, al regreso de los efectivos, Washington les condecoro y les otorgó la valía correspondiente de veteranos que implica un reconocimiento implícito de compensación económica en modo de pensiones que, muy modesta por cierto, se trata de un derecho que se apega a las costumbres y la legislación norteamericana que a su vez tiene un reconocimiento legislativo a nivel del derecho internacional. 

En éste sentido, el pueblo estadounidense tiene expresamente reconocidos a sus veteranos y de ello no existen discusiones. Lo que sí estuvo en cuestión por los mismos veteranos fue –y sigue actualmente siéndolo- es la desinformación sobre a lo que realmente habían estado expuestos durante toda la estadía y el desarrollo de las actividades bélicas en el golfo.


Cabe recordar que si bien ellos fueron reconocidos por su gobierno, no por ello estarían conformes al descubrir que el mismo, los había expuesto a una situación mil veces más dañina y letárgica que la sola participación en operaciones militares en una aparente guerra convencional. 

Y bien dicho aparente ya que, de los testimonios de oficiales de la tropa iraquí y estadounidense y de informes de inteligencia de ambos lados, se dieron cuenta sobre el uso de armas químicas, biológicas y otras enriquecidas con Uranio. Cuando los primeros reclamos de solitarios veteranos parecían ser condenados al olvido en los archivos burocráticos del Departamento de Defensa, poco a poco, todos comenzaron a entender que si callaban, serían olvidados y sus casos simplemente morirían con ellos.




Similar a lo ocurrido con los “vets” de Vietnam, los del Golfo debieron luchar ante y contra el gobierno para que se hiciera cargo de sus afecciones. Obviamente había una diferencia superlativa con los afectados por aquel “agente naranja” lanzado por la USAF para desfoliar la selva vietnamita y era que sus camaradas de la guerra en el Golfo Pérsico no sabían ni siquiera cuáles de los varios elementos químicos, biológicos y radiactivos que estuvieron en danza, les estaba afectando su organismo y el de sus propias familias (hijos con deformaciones, problemas neurológicos, cáncer, etc)


Con ello, los veteranos se organizaron para demandar judicialmente al gobierno y tras las investigaciones de expertos como el Dr. Howard Unrnovitz a cargo por entonces de la Fundación de Investigación de Enfermedades Crónicas de EEUU, lograron obtener pruebas sobre la exposición a un medio ambiente tóxico que causo un desorden genético que origino todo tipo de afecciones trasmisibles a sus hijos.


No paso mucho tiempo para que los reclamos aislados dieran sus frutos. En el 2001 un informe epidemiológico del gobierno encargado al Hospital de Veteranos de Durham arrojó conclusiones parciales pero alarmantes sobre los riesgos de contraer enfermedades que habían contraído los veteranos. Ello revelo que las afecciones que venían afectando a los veteranos de todas las ramas militares, tenían un nexo en común y para peor no era natural. 


Algunos informes surgidos desde dentro de fuentes médicas militares, han evaluado que más del 75% de los veteranos de la guerra, están muriendo por efecto a la exposición al Uranio de las bombas utilizadas por sus propios aviones y vehículos blindados. Entre los síntomas advertidos están la deshidratación, fiebre, comezón, manchas oscuras en la piel y problemas neurálgicos severos.


A todo esto, se le agregan los reiterados casos de suicidios de veteranos y en algunos casos de sus mujeres, que suelen enmarcárselo en una crisis psicológica producto de los traumas de la guerra y la imposibilidad de reinserción en la sociedad civil.


Ciertamente, no se quedaron quietos porque el gobierno les reconoció una magra pensión con la cual, apenas pueden cubrir las necesidades básicas. Cuando averiguaron que habían sido expuestos a un ambiente contaminado con elementos tóxicos y que pese a las protecciones, quedaron vulnerables a aquellos agentes, se fueron organizando para volver a pelear una nueva guerra, una contra su propio gobierno. Con el asesoramiento de médicos y abogados que no le temen al sistema, fueron concretando los primeros pasos para cada una de las fuerzas que componen a la Armada, les dieran respuestas expresas y concretas a sus petitorios.



Como era de esperar los organismos castrenses y sus áreas burocráticas fueron muy reacias a colaborar con las peticiones de los veteranos llegando incluso, a las coacciones y en algunos otros la presión directa para que abandonasen sus pretensiones. A diferencia de otros países intervinientes y en especial en la Argentina, los poderes del estado se hallan claramente seccionados sin que se produzcan –salvo para pocos temas- una suerte de contubernio que como dice el dicho sirva para “que la sangre no llegue al río”. Fue por esto que tras la insistencia organizada y sostenida, los veteranos lograron ser escuchados por congresistas demócratas y republicanos que pusieron manos a la obra para acompañar el reclamo.


Uno de los logros de este trabajo fue sin dudas, la creación del Comité de Investigación sobre Veteranos de la Guerra del Golfo que se identifica con las siglas en inglés RACGWV, por medio del cual se abrieron investigaciones sobre los casos de veteranos que acusan afecciones enmarcadas en el llamado “Síndrome del Golfo” y que dado motivo a diversos informes que vinculan específicamente a la guerra con la salud . 

Además desde el 2008 se elaboran informes científicos sobre las afecciones y los posibles elementos que los habrían causado, llevando para ello, el requerimiento intergubernamental de reportes precisos y remisión de informes detallados sobre las operaciones desarrolladas durante toda la “Tormenta del desierto”. Sin lugar a dudas, la implementación de este Comité y el involucramiento del Congreso como caja de resonancia para que el ejecutivo tomara cartas en el asunto, ha sido un avance muy loable aunque, insuficiente.


A comparación de lo que sucede con otros gobiernos, el estadounidense se ha visto presionado por la constancia y tenacidad de agrupaciones de veteranos que se determinaron a obtener las respuestas para sus cuestionamientos. Por el contrario, en otros casos como el argentino, sus hombres no solo no cuentan con un Comité parlamentario que bregue por dilucidar el estado integral de la salud sino, que aún no se le ha reconocido a éstos aún la calidad de veteranos de guerra. Parecería un contrasentido si no se conoce a fondo el trasfondo político.

ARA SPIRO

Para hacer solo una breve prognosis de la intervención argentina, veamos cuales fueron las circunstancias políticas que rodearon su participación. A pesar de que la Argentina argumentó su adhesión a las operaciones de bloqueo contra Iraq en 1990 y que se extendieron a las bélicas de 1991, circunscribiéndolas en supuestos “mandatos de la ONU”, habría que señalar que ello peca de falaz. 

 Primeramente: cuando Naciones Unidas llamó a la colaboración de las naciones para el desalojo de las tropas iraquíes de Kuwait, sepan bien que dichas resoluciones son de carácter facultativo que significa, que Buenos Aires no estaba obligado a enviar a nadie a las aguas del Golfo. Sin dudas aquí, nació una responsabilidad ineludible para el estado.


Segundo: al involucrarse voluntariamente en el envío de una fuerza naval armada para realizar tareas de bloqueo, habría que haberle informado al entonces presidente y su gabinete que dicha acción era “un acto hostil” que presuponía un estado de guerra, suficiente como para que los iraquíes –y en estricto cumplimiento de las leyes internacionales de guerra- tuvieran argumentos para hundir uno de esos barcos.

 Tercero: no hubo intervención material de Naciones Unidas por el simple hecho de que, precisamente, no hubo mandato a tal efecto. Sobre ello, el gobierno argentino recurrentemente se escudó –para negar reconocimientos- en que su intervención se dio en el marco de un “mandato de Cascos Azules”, confundiendo las meras conminaciones resolutivas (Res. 660; 661; 662; 669) catalogadas “no vinculantes” , con los mandatos que se fundan en el artículo 51 de la Carta Orgánica.


Cuarto: el único mandato que fue establecido por Naciones Unidas en dicho conflicto, fue el 9 de abril de 1991, a posterior del cese de las hostilidades y que se denomino UNIKOM estableciéndose allí, el despliegue tropas de paz con cascos azules para el establecimiento y vigilancia de una zona desmilitarizada entre Iraq y Kuwait 


Quinto: y último, las naves argentinas fueron parte del plan de las operaciones USNAVCENT de despliegue para interdicción y posible combate, que se halla descrita en documentos del Pentágono y aunque se trate de ocultar bajo eufemismos, la situación real sobre su participación saldrá a la luz sin remedio. 

De esa situación que se halla grabada en las hojas de ruta de la las operaciones navales dirigidas desde la “mesa de estrategia” que se estableció en Darahm.


A pesar de que ha habido una importante apertura informativa en cuanto a lo que realmente ocurrió en aquella guerra, en el caso argentino hay un gran desconocimiento sobre el alcance real que tuvo la contaminación química, biológica y radiactiva en todo el espectro geográfico del TOK, la cual fue llevada por los vientos a todas las áreas circundantes a Iraq y Kuwait sin discriminar a soldados, civiles, marinos ni aviadores de cualquier nacionalidad; todos fueron en algún grado, afectados por los vapores químicos y el polvillo venenoso del UE que no solo fue respirado por los más de 175.000 veteranos norteamericanos que tras su regreso han registrado graves afecciones a la salud, sino también por los marinos de las fuerzas de tareas desplegadas en las aguas del Golfo incluyendo a las dotaciones argentinas que se hallaban a no menos de 300 kilómetros de las operaciones principales.



Nuestra fuente en Buenos Aires no ha encontrado rastros de actividad reivindicativa organizada de los marinos argentinos, salvo algunos casos individuales elevados al Congreso que pese a su soledad, auguran abrir el camino para llamar la atención de la situación colectiva del resto.

29/10/22

CUANDO ERAMOS EXTRAOTAN EN EL GOLFO PERSICO






El Comando Marítimo Aliado de la #OTAN (MARCOM) es el comando central de todas las fuerzas marítimas de la OTAN, y el Comandante MARCOM es el principal asesor marítimo de la Alianza . #DeterAndDefend ¿Quieres saber más? Aquí te describimos y te mostramos las distintas misiones:


Y llegamos a la Argentina, nadie nos dio pelota y recuerdo en la formacion del entonces Comando de Flota, Cte Almirante Molina Pico "  * BIENVENIDOS DE LA ODISEA *". que bajon no hablo ni de Guerra, ni de Mision de Paz. 

Pienso que este señor nos frusto todo, para el fue una navegacion mas....Siendo que el estuvo como agregado naval en EE.UU en la guerra...no va a saber que pasaba, es mas tiene los croquis de nuestras derrotas sobre el golfo persico y como nos moviamos, no se por que escondio todo.

*QUE ES ODISEA: SEGUN LA RAE
1.Viaje de larga duración, lleno de aventuras adversas y favorables."por primera vez en la historia y gracias a los medios de información, el ciudadano asistió asombrado a la odisea de un telescopio espacial"
2.Serie de penalidades y dificultades que pasa alguien para llevar a cabo algo."contactar con la oficina constituye toda una odisea: cuando el teléfono no está ocupado, suena pero nadie contesta

 

Si quieren mirar mas abrir este blogpost que es mi diario de guerra:
👇
https://veteranosdelgolfopersico.blogspot.com/2022/06/el-conflicto-irak-kuwait-30-anos-de-la.html




25/10/22

"COMPESACIONES DE GUERRA"

 



¿Por qué algunas situaciones se hallan por encima de otras cuando se han desenvuelto en los mismos escenarios? Aquí algunas comparaciones y consideraciones legales que demuestran la histórica e injustificada deuda con los marinos argentinos del grupo “Alfil 1 y 2”.

Tal como lo explica la ley y los expertos en los temas legales, cuando existe un choque de derechos se debe tender a una articulación, a un entendimiento inteligente que trate de resolver el problema jurídico que se presenta por el camino más equitativo. Algunas cuestiones pueden llegar a ser dificultosas, otras completamente inexplicables, pero otras simplemente son irreconciliables, sin que ello obste a darles una solución apoyada en algún principio de la lógica.
El tema de los veteranos de guerra argentinos es una de esas situaciones. En la historia de su país, las situaciones de sus combatientes en todas las guerras pasadas, han sido más tarde o más temprano contempladas por legislaciones aisladas que terminaron por darles un poco de justicia a quienes tras cruentas batallas por su independencia o tras la llamada guerra de la Triple Alianza perdieron algún miembro, su salud o simplemente sus vidas.

En resumen, como estado la Argentina nunca sanciono una legislación unificada y coherente para que lograra atender a los casos que en el futuro pudieran presentarse. Esta abulia legislativa ha sido sin dudas una muestra más de la recortada y timorata visión de políticos corto placistas y totalmente desinteresados de los temas de la políticas de estado de la nación, engañándose con la imperdonable candidez que reflejan expresiones como “nosotros no somos un país beligerante”, “Argentina es un país pacífico” y otras tantas sandeces que solo esconden el miedo al compromiso que representa manejar los altos asuntos de estado.
Igualmente y pese a ello, los derechos de estos hombres ya estaban garantizados en una dispersa pero presente legislación receptada en tratados y convenciones internacionales.

Todo este comentario viene a cuenta de la aún irresuelta situación de los veteranos de guerra argentinos que estuvieron en el Golfo Pérsico en 1991 y que según hemos venido viendo, parece haber una pequeña luz al final del túnel. Todavía al día de hoy cuando hago comentarios sobre esto muchos se miran extrañados y dicen ¿acaso estuvimos en una guerra en el Medio Oriente? O como también muchos otros respondían “ah no, esos fueron cascos azules de la ONU”, revelando en la mayoría de los casos, la clara ignorancia de lo que realmente ocurrió en aquel entonces.
Más allá de que los testimonios de algunos de estos efectivos en algún momento han trascendido al conocimiento público, como el caso del suboficial Guillermo Cormik jefe de propulsión de la corbeta Spiro, lamentablemente ello no había ido más allá que eso (Diario Publicable. “1990-Argentina en la guerra del Golfo”.

Al parecer algunas cosas han cambiado y algunos se están ocupando seriamente de la tratativa sobre la participación de esta misión argentina en uno de los momentos más calientes de finales del siglo XX (Derecho y Justicia. “Son operativos los derechos del veterano del Golfo Pérsico?”

Precisamente por las indagaciones que ha estado llevándose por este caso, se han encontrado datos muy interesantes que revelan que no solo existían esos derechos desde el mismo momento que los buques de la misión “ALFIL 1” fueron enviados al Teatro de Operaciones sino que –y peor aún- se les oculto deliberadamente el acceso de esos mismos para favorecer indebidamente a altos funcionarios gubernamentales de aquella época.

De esta manera nos comentaba uno de los investigadores legales que se avocan al tema, que en la misma legislación de Personal Militar 19.101 y su reglamentación, se hallan contemplados los derechos que les corresponden a quienes bajo estado militar han desarrollado actividades en conflictos armados, sean ellos bajo misiones de paz de Naciones Unidas como los llevados a cabo en coaliciones internacionales como la que tuvo lugar en 1991.

En pocas palabras nos dejaron en claro, que en ese tipo de acciones nadie y menos aún un estado, pone en movimiento sus fuerzas armadas –y ello implica a sus hombres- sin haber tomado en cuenta los costes operativos y los consiguientes rubros que deberán reconocer a sus efectivos a su regreso. Este punto de vista surge aún mucho más patente en la guerra del Golfo Pérsico, en la cual los más de 500 marinos argentinos no participaron en una guerra por la defensa nacional como si fue la de Malvinas en 1982, sino que estuvieron durante más de tres meses dentro de una zona de guerra internacional.

Incluso esto ha puesto en un blanco sobre negro que ha llevado a comparar situaciones que pese a su irregularidad y en apariencias no conectadas entre sí –si las comparamos con la misión argentina de 1991-, ello no ha obstado a que a ciertos sujetos de la misma nacionalidad –pero bajo otras lealtades- se les reconozcan sin dilaciones y sin discusiones, los más elementales derechos que surgen precisamente, de sus intervenciones en el mismo escenario bélico.

El caso que más sorprende y que se vincula con “argentinos” es el de los más de cincuenta ciudadanos de esa nacionalidad que tras haber emigrado a los EEUU se enlistaron en las FFAA logrando por una orden ejecutiva del presidente George W. Bush adquirir la ciudadanía para terminar combatiendo en Iraq en 2003. Claramente hay una notable diferencia entre estos “instantáneos US marines” con los marinos argentinos que participaron en la primera etapa de la guerra del Golfo en 1991, pero sin dudas de que ello remarca una amarga discriminación que no se puede dejar de mencionar.

Cuando estos más de cincuenta argentinos bajo la bandera estadounidense participaron en la invasión y posterior ocupación del país árabe en 2003, su situación –y por supuesto haciendo una valoración subjetiva- podía asimilarse a la de los detestables pero siempre presentes “mercenarios” o también llamados “soldados de fortuna”, que por dinero sirven al mejor postor. Estos elementos, que actúan bajo contratos con empresas de reclutadores locales que a su vez dependen de corporaciones como la estadounidense “Constelattion” y “BlackWater”, tienen a su vez reconocidos sus derechos en la legislación internacional.

Esta detestable comparación viene a cuento de que, pese a las consecuencias que estos combatientes causaron en dicho conflicto y todas sus consecuencias, a su regreso fueron reconocidos como veteranos e inmediatamente ingresados al programa de beneficios que el Pentágono tiene para quienes han cumplido con su servicio de armas en un conflicto armado, recibiendo la cobertura y el pago de una pensión (Benefits.gov. Pensión de veteranos.

Si lo vemos desde un ángulo práctico, estos cuarenta tipos no se equivocaron ya que sirvieron a un estado que –y más allá de las complicaciones por las afecciones por radiación y químicos que aún son negados por el gobierno- cumplió con sus más básicos derechos, algo que de haberlo hecho en Argentina, habrían tenido que lidiar con las acostumbradas maniobras político administrativas de los gobiernos de turno que los hubiera obligado a un incasable peregrinar en una larga lucha de papeles y frustraciones.

O que podemos decir de los mercenarios argentinos que combaten bajo contrato privado en Yemen y también en Iraq. Son varios los argentinos que trabajan para la empresa de seguridad “BLACKWATER” –que tiene nexos con el Pentágono- y que según algunas fuentes, ya hay bajas por meterse en este peligroso negocio (HispanTv. “Mueren un comandante mexicano y un combatiente argentino de Blackwater en Yemen”.

El caso del mercenario argentino Roberto .M, es ilustrativo de ello. Contratado por BlackWater en 2005, fue asignado con varios peruanos a proteger la legación norteamericana en Basora, al sur de Iraq donde tras un ataque con morteros, perdió su ojo derecho y le quedo para el resto de su vida una esquirla alojada en su espalda. Según él, la empresa lo retiro y le pago el tratamiento médico y su compensación en dólares por los servicios prestados.

A la vista de todo esto y tal como lo señalan las fuentes consultadas, la vías para reclamar el reconocimiento de la condición de veteranos de los marinos argentinos que actuaron en 1991 en la “Tormenta del Desierto”, siempre estuvieron ahí e incluso hoy con las modificaciones a algunos decretos reglamentarios, el camino aunque allanado, no estará exento de contratiempos y la necesaria actuación judicial por la resistencia del estado.

23/10/22

“OPERATIVO ALFIL 1 HACE 32 AÑOS”

Cómo al paso de 32 años de aquella guerra internacional sigue siendo una batalla sin concluir para los veteranos argentinos




Hace 32 años atrás, para estos días, las dos naves argentinas del “Operativo Alfil I”, se encontraban en pleno de las operaciones militares de apoyo táctico y estratégico a la campaña militar contra las fuerzas iraquíes que se hallaban en Kuwait. A finales de enero de 1991, el destructor “ARA Ate. Brown” y la corbeta “ARA Spiro” terminaban una quincena infatigable de tareas de escolta y protección de las líneas logísticas que abastecían a los portaaviones que estaban lanzando los principales ataques aéreos sobre Kuwait e Iraq.


Eran momentos de mucha tensión. El ambiente era tan denso que como dice el dicho “se podía cortar con un cuchillo”. Las presiones que la misma situación de guerra en la que se encontraban las tripulaciones, se agregaban las que surgían de las relaciones jerárquicas ya no solo entre los mismos argentinos sino incluso, debiendo estar atentos a las órdenes y maniobras que disponían los cerebros navales desde el cuartel general del NAVCENT en Arabia Saudita, desde donde se coordinaban las acciones en una gran mesa de estrategia.


Aunque no se les comunicó a ningún miembro de las tripulaciones argentinas, todos –sin distinción entre oficialidad y suboficiales- estaban siendo observados y evaluados por los atentos ojos de los elementos norteamericanos que permanecían en el área de comunicaciones y que hacían de enlace con el Comando general. Aquellos tres marinos yanquis que el NAVCENT había enviado para instalar las antenas para comunicaciones en la “Brown”, eran también los ojos y los oídos de los encargados de la inteligencia de la campaña. Y es que los motivos eran tan importantes como determinantes; además de mantener los canales fluidos de comunicación, debían asegurarse de cuál era la moral y la disciplina de las tripulaciones y prevenir posibles inconductas que hubieran hecho fracasar las operaciones.


Sin dudas que fueron momentos muy duros; los minutos parecían horas y las horas semanas; y no solo los argentinos se vieron sometidos a estos extremos que crispaban los nervios. Sus mismos colegas norteamericanos, británicos y canadienses, cayeron en muchos casos, rendidos al poder de la presión que destruía los nervios de los hombres más firmes y preparados.



Desde la cubierta de la Brown



Hoy a 25 años y a lo lejos, se puede evaluar con mucha precisión, lo que represento esa posición de las tropas argentinas operando dentro de aquel letal teatro de operaciones y en una situación que solo aquellos hombres conocieron de primera mano. Justamente e 1º de febrero de 1991 desde las cubiertas de la “Brown” y la “Spiro”, los marinos argentinos contemplaban atareados como iban y venían los aviones de combate norteamericanos que despegaban del portaaviones “USS Midway”, punta de lanza que dio inicio a las operaciones de bombardeo contra Kuwait e Iraq y al cual asistieron hasta el final de la campaña.


Fueron testigos de cómo los aviones norteamericanos “A-6 Intruder” preparaban sus miras lanzado sus bombas en blancos remolcados por el “USS Kansas City”, que se hallaba navegando junto a ellos. O como podrían olvidar como aquellos gigantescos helicópteros “Chinook” de la naval estadounidense maniobraban por encima de la cubierta del destructor “Brown” para trasladar personal de un buque a otro; sin dudas que eso fue una experiencia profesional inédita, inimaginable y a l vez imborrable para los argentinos.


Inmersos en sus tareas de agitadas rutinas de combate, los argentinos debían estar listos para cualquier contingencia que por un mínimo descuido, podía ser fuente de un desastre. Las aguas del golfo estaban pobladas de problemas que podían llegar a ser letales y solo ellos, pudieron ser testigos de varios de aquellos. La fuerza de la Coalición naval no solo debió estar al pendiente –y bajo una total desinformación- de las amenazas militares que “Saddam” tenía apuntando hacia el Golfo, sino también de los varios peligros que ni siquiera tenían idea que existían.


Sin dudas de que fueron protagonistas de la última y más portentosa guerra naval que el siglo XX vio antes de finalizar. El poder destructivo de las armas empleadas y la cantidad en toneladas que se movieron por las peligrosas aguas del golfo pérsico para que los arsenales de las tropas terrestres y las “Santa Bárbara” de los buques como el “USS Midway” no detuvieran el fuego, sigue siendo uno de los temas que se atienden con mucha importancia en las cátedras de apoyo de combate y logística –entre otras- en la Academia Militar de West Point, ubicada en estado de New York, Estados Unidos.


El brazo logístico fue primordial para el éxito de la campaña “Tormenta del desierto” ya que sin el desarrollo de las operaciones de control, vigilancia y custodia de los transportes que entraban al Golfo por el estrecho de Ormuz, seguramente se habrían registrado graves incidentes, que acometidos por células extremistas dispersas en la región, hubieran causado una demora en el abasto para las tropas que debían mantener un fuego coordinado y constante, si no querían que las Brigadas mecanizadas iraquíes los aplastaran con algún contra ataque. Como dijo el diseñador de éstas operaciones logísticas, “debemos funcionar como un reloj de precisión; si no podemos garantizar eso, le diré Schwarzkopf que no inicie nada”.



Un Chinook sobre la Brown



Entre las tareas que el operativo “Alfil I” tenía que cumplir, era las de asegurar el paso de los buques tanque que debían aprovisionar a la flota que se hallaba en operaciones. Esto que los norteamericanos denominan “refuelling” o reaprovisionamiento de combustible, que en la situación de guerra en la que se encontraban, representaba un riesgo potenciado no solo por la posibilidad de ser sorprendidos por un misil –ej. Misiles costeros Frog- en medio de la operación de alije, sino también por la presencia de todo tipo de minas explosivas. Precisamente sobre esto último, a pesar de la operatividad de varios buques “barreminas” y de los incesantes vuelos de helicópteros que exploraban las zonas para detectar entre otras cuestiones, posibles minas flotantes, existían en ese momento otros tipos de estos ingenios que estaban en el fondo del lecho del golfo y operaban en una manera más sofisticada.


Si tan solo una de esas minas hubiera tocado a un buque en momentos del reaprovisionamiento, se hubiera desatado un infierno sobre el agua dejando muy pocas probabilidades de que hubiese supervivientes.


Lo mismo con los buques que trasladaban municiones, bombas y misiles para los aviones que estaban embarcados en los siete portaaviones que encabezaban las operaciones navales de apoyo a la ofensiva que se realizaría por las tropas en Arabia Saudita. El arribo sin pausa y con seguridad era primordial para garantizar eficacia en las operaciones que se delineaban desde el cuartel general en Riad, desde donde los generales y almirantes coordinaban con minucia los movimientos de cada operativo desplegado en el golfo.


Ninguna embarcación estaba desligada de la cadena de mando que provenía desde el NAVCENT enclavado en Riad, base estratégica que coordinaba y planificaba el desarrollo de las operaciones en los diversos sectores que comprendieron el Teatro. En esas planificaciones y en medio de las hostilidades, los argentinos demostraron profesionalismo y un entusiasmo poco esperado por algunos mal pensados coordinadores de la campaña que, dicho sea de paso, supieron cometer errores que demostraban estar alterados por la presión.


Se había formado una comunidad en la zona, aunque para nada relajada; en el Teatro de operaciones que se extendía desde la entrada del estrecho de Ormuz hasta el norte del Golfo, los buques podían verse las siluetas recíprocamente y a veces supieron estar tan cerca unos de otros, que lograban verse como sus camaradas norteamericanos corrían con el culo entre las manos ante situaciones que habían quedado consignadas a quedarse y no salir de allí. 

Recuerden sino aquel incidente del “USS Midway” que en apariencias y sin que se esperara, recibió un duro ataque con misiles que teóricamente –y según los expertos militares- no podían estar allí. ¿Qué hubiera sucedido si uno o esos misiles pasaban de largo y llegaban a una de las embarcaciones argentinas que estaba tan cerca? 

Solo para que el lector se haga a la idea de lo que podía haberle hecho un misil “Frog-7” a un buque como el Alte Brown o peor aún, a la pequeña corbeta Spiro, solo considere que al ser un vector de 9.1 metros de largo y con una cabeza armada de 550 kilogramos que ha ganado velocidad con un alcance de 75 kilómetros (mucho más que la distancia que patrullaban las naves), el solo imaginarse que uno de esos monstruos impactase por debajo de la línea de flotación en alguno de estos navíos, hoy estaríamos hablando de “bajas” y para el gobierno argentino, un dolor de cabeza para el cual no hay aspirina.



Ante la inminencia de los peligros que poblaron aquel cajón de aguas llamado “Golfo Pérsico” que lo asemejaba a un polígono acuático y pese a los informes del Departamento Naval estadounidense –en especial el director de la ONU- que concluyeron como destacable a la invalorable actividad de las dotaciones argentinas en las operaciones “Escudo del desierto” y “Tormenta del Desierto” , muchos se preguntan ¿Qué espera el gobierno argentino para reconocer a estos hombres su derecho bien ganado a ser reconocidos como VETERANOS?

21/10/22

EL PRECIO DE LA GUERRA DEL GOLFO PERSICO, Y LA ARGENTINA ???

 


GUERRA EN EL GOLFO PERSICO.



El conflicto del Golfo le costó a EE UU entre 28.000 y 86.000 millones de dólares.

PARA LA ARGENTINA NO SE SABE SI GASTO, O CUANTO LE MANDO KUWAIT ???

Para contribuir al cumplimiento de los requerimientos de la ONU, el Poder Ejecutivo Nacional argentino emitió el Decreto Nº 1871/90 y fue promulgada la Ley Nacional Nº 23.904/91. Ambos instrumentos legales autorizaban la intervención de la Armada en el Golfo Pérsico.

Si la guerra del golfo Pérsico acaba pronto, la economía norteamericana va a recibir un fuerte empujón hacia arriba como consecuencia de la euforia y la confianza que despertará entre los consumidores. Esa euforia consumista, derivada de un petróleo más barato y unos tipos de interés más bajos, ayudará a salir al país del actual momento recesionista. Pero la guerra va a resultar muy cara. Y los fondos extras proceden de los impuestos.

Las estimaciones de la Oficina Presupuestaria del Congreso calculan que la guerra del Golfo supondrá unos gastos situados entre 28.000 millones de dólares (2,8 billones de pesetas), si la guerra dura un mes, y 86.000 millones de dólares (8,6 billones de pesetas), si se prolonga hasta seis meses.Los gastos del primer día del conflicto han sido estimados en 500 millones de dólares (50.000 millones de pesetas), de ellos 350 millones solamente valorando las bombas y los misiles lanzados contra Irak. Si la guerra entrara en una fase global, con la participación masiva de las fuerzas de asalto, del Ejército y de los marines, los costes diarios de la guerra ascenderían a 1.000 millones de dólares.

ARA SPIRO


Un millón cada misil

En el periódico USA Today, William Ward, que fue consejero de Defensa de los presidentes Richard Nixon y Gerald Ford, desglosa la cifra de esos 500 millones de dólares que se estima que costó la primera jornada bélica de Estados Unidos y las fuerzas aliadas, cuya envergadura no tiene precedentes en la historia.

Ese día se lanzaron por lo menos 100 misiles de crucero (precio estimado: un millón de dólares cada uno) y unos 500 misiles antirradar (100.000 dólares cada uno). Añadiendo los gastos de combustible (50 millones) y los daños causados a los aviones (100 millones, incluyendo un F-18 perdido ese día), la cifra se sitúa en torno a los 300 millones de dólares (30.000 millones de pesetas).

Si se añade, según el mismo analista, el valor de las 20.000 bombas lanzadas (a 10.000 dólares cada una, con una tonelada de explosivos), la cifra asciende 200 millones (20.000 millones de pesetas), y así se completan las cuentas de esos 500 millones de dólares fundidos en el primer día de la Guerra del Golfo. El informe del Congreso, sitúa dos escenarios básicos. 

El más conservador estima que, si la guerra durara menos de un mes, costaría unos 28.000 millones de dólares y causaría alrededor de 3.000 bajas, entre muertos y heridos, y la pérdida de 200 tanques y 100 aviones. El escenario más pesimista (y el menos probable, al mismo tiempo) prevé que, si la guerra durara seis meses, los costes se elevarían a 86.000 millones de dólares, con más de 45.000 bajas y la pérdida de 900 tanques y 600 aviones.

Los 86.000 millones de dólares que costaría la guerra en el peor supuesto es una cifra extra al margen del gigantesco presupuesto de defensa norteamericano, que asciende a 269.000 millones de dólares. Y el presidente del Comité de Finanzas del Senado, Lloyd Bentsen (demócrata por Tejas), ha pedido que se presione a los países aliados para compartir el enorme coste del conflicto bélico.

En este sentido, el Gobierno japonés ha decidido otorgar una nueva ayuda financiera de 5.000 millones de dólares (cinco billones de pesetas) para el mantenimiento de las tropas multinacionales que se enfrentan a Irak. El ministro japonés de Finanzas, Ryutaro Hashimoto, que asistirá hoy en Nueva York a la reunión del Grupo de los Siete (G-7), será el encargado de informar de esta decisión al Gobierno de EE UU para evitar lo que califica como una futura "guerra de impuestos".

"El coste (extra) hay que calcularlo en miles de millones de dólares si el conflicto acaba pronto y la contribución aliada es importante", dice el informe del Congreso. "Pero el coste sería mucho mayor -muchas decenas de miles de millones- si EE UU tiene que financiar la mayor parte del coste de una guerra que durara muchos meses".

Impuestos para todos

El dividendo de la paz, en cualquier caso, acabará afectando a todos los ciudadanos norteamericanos (y por extensión, aunque de forma distinta, habría que decir de los aliados también). 

Como ha recordado el presidente del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara, Dante Fascell, la guerra "va a afectar a todas nuestras relaciones en el ámbito financiero". Por su parte, el representante demócrata por Nueva York Thomas Downey dijo: "El dividendo de la paz nos lo comimos mucho antes de que comenzara esta operación bélica".

15/10/22

32 ANIVERSARIO DE LA GUERRA DEL GOLFO PERSICO




Irak y los países occidentales se enfrentaron para conseguir el control de Kuwait, un país árabe muy rico en petróleo



Sadam Hussein se dirige a sus tropas durante la primera guerra del Golfo. Otras Fuentes


El 28 de febrero de 1991 terminó la Guerra del Golfo, un conflicto que durante casi siete meses enfrentó al gobierno de Irak con una coalición de 34 países liderados por el ejército de Estados Unidos.

El 2 de agosto de 1990, el dictador iraquí Sadam Husein ordenó la invasión de Kuwait, un pequeño país árabe con grandes reservas petrolíferas. Irak también es un país muy rico en petróleo, pero estaba en disputa con Kuwait por una serie de pozos petrolíferos en la frontera entre los dos países.

Las tropas iraquíes ocuparon las instituciones y detuvieron a las autoridades de Kuwait, y se instaló un nuevo gobierno títere para controlar el país. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) condenó el ataque, impuso sanciones económicas y bloqueó el tráfico aéreo para intentar detener la invasión, aunque sin éxito.

La ONU dio un ultimátum a Irak para retirarse de Kuwait antes del 15 de enero de 1991. Ante la negativa de Sadam Husein, se inició el ataque. A partir del 16 de enero, las tropas de la coalición internacional iniciaron la Operación Tormenta del Desierto.

En agosto de 1990, pocos días después de la invasión de Kuwait, Estados Unidos ya había desplegado sus tropas en Arabia Saudí para prepararse para el combate. Los estadounidenses no querían perder su influencia en una región tan rica en petróleo, y para ello necesitaban contar con gobiernos aliados como el de Kuwait.

La Guerra del Golfo tuvo el despliegue militar más importante desde la Segunda Guerra Mundial (1939-1945): cerca de un millón de soldados de la Coalición y medio millón de soldados iraquíes, miles de tanques y aviones de combate. Los aviones de la Coalición bombardearon día y noche las posiciones clave del ejército iraquí y varias ciudades en Irak y Kuwait.

Las tropas iraquíes se rindieron el 28 de febrero. En su retirada, incendiaron centenares de pozos petrolíferos de Kuwait para dejarlos inutilizados, lo que supuso una gran pérdida económica que también tuvo graves consecuencias a nivel medioambiental.

La Guerra del Golfo cambió también la manera de informar sobre los conflictos armados: en una época sin internet, las televisiones se lanzaron a hacer retransmisiones en directo, con los reporteros informando desde el mismo frente de batalla.

Las consecuencias de la guerra




La Guerra del Golfo tuvo consecuencias muy desiguales: murieron unos 500 soldados de la Coalición internacional, mientras que el ejército iraquí perdió entre 20.000 y 30.000 soldados (a falta de cifras oficiales). Además, murieron más de 4.000 civiles atrapados en medio del conflicto.

Irak quedó destrozado por los ataques de la Coalición, que bombardeó durante semanas ciudades e infraestructuras de todo el país: edificios gubernamentales, carreteras, espacios públicos... Por otro lado, la población iraquí tuvo que sufrir las consecuencias de las sanciones económicas impuestas por las Naciones Unidas como castigo por la invasión de Kuwait.

La Coalición consiguió liberar a Kuwait, pero el régimen represivo de Sadam Husein se mantuvo hasta 2003. Aquel año, los Estados Unidos iniciaron la invasión de Irak con el pretexto de que el régimen iraquí disponía de armas de destrucción masiva. El ejército estadounidense no se retiró oficialmente de Irak hasta 2011.

A día de hoy, Irak todavía sufre las consecuencias de estas guerras y de otros enfrentamientos, como la lucha por derrotar al Estado Islámico entre 2014 y 2015. La falta de recursos materiales y económicos hace muy difícil la recuperación, crece el malestar entre la población y cada vez hay más protestas contra la corrupción del gobierno.

Petróleo: el poder del oro negro

Los combustibles fósiles, y sobre todo el petróleo, son la fuente de energía más utilizada en todo el planeta. Precisamente, el petróleo es una de las materias más valiosas del mundo y se conoce como “oro negro”.

Los países con mayores reservas petrolíferas son los más ricos y, a menudo, eso significa también que tienen más poder e influencia sobre los asuntos internacionales. Estados Unidos es el principal productor mundial, Arabia Saudita es el segundo y Rusia, el tercero.

Gran parte de la producción mundial de petróleo tiene lugar en Oriente Medio, una zona muy inestable a nivel político. Por eso son tan importantes las alianzas internacionales que se crean entre estos países y el resto de países productores.

La riqueza de reservas es uno de los motivos por los que hay tantos conflictos armados en esta región, donde diferentes grupos se pelean por controlar la producción de petróleo en varios país



13/10/22

SIMPATIA IDEOLOGICA

ESTO PASABA EN EL AÑO 2018, CUANDO LOS TRIPULANTES SIGUEN MENDIGANDO LA INDENIZACION POR PARTICIPAR EN LA GUERRA DEL GOLFO PERSICO, ACA TIENEN CUANDO EL JEFE DEL PENTAGONO, JAMES MATTIS, FELICITO DE LA PARTICIPACION ARGENTINA EN EL GOLFO PERSICO. DIGO NADIE DEL MINISTERIO DE DEFENSA DE HOY Y DE AYER  HA HECHO ALGUN ANUNCIO ???



El jefe del Pentágono, James Mattis, llegó al país. Mantuvo una reunión de trabajo seguida de un almuerzo con el ministro Oscar Aguad y el secretario de Asuntos Estratégicos, Fulvio Pompeo.

A su turno, Mattis destacó a la Argentina como “un socio y un amigo muy respetado de los Estados Unidos, con quien comparte “visión de libertad, la democracia, el imperio de la ley y la garantía de los derechos individuales de nuestros ciudadanos .

El general de la US Navy recordó el apoyo que la Argentina brindó a los Estados Unidos y “contra los rusos durante la Crisis de los Misiles en Cuba, en el año 1962, con tres aeronaves de la Fuerza Aérea. 

También el aporte de varios buques de la Armada y más de 500 hombres al polémico “Operativo Alfil , que en 1991 apoyó el bloqueo naval interpuesto por Estados Unidos contra el régimen de Saddam Hussein en Irak, en la Guerra del Golfo Pérsico.


El ex marine también destacó que ambos países están “trabajando juntos en un amplio rango de acciones , que incluyen la asistencia humanitaria, operaciones de apoyo frente a catástrofes, la no proliferación de armas de destrucción masiva, y programas de asociación estatal, como el suscripto entre el Ministerio de Defensa y la Guardia Nacional del estado de Georgia, en 2016.Alianza de largo plazo

Mattis también dejó entrever las aspiraciones geoestratégicas de Washington para la región. El militar resaltó que “las relaciones positivas y transparentes entre militares del mismo hemisferio es un factor positivo en términos de estabilidad y seguridad de nuestros pueblos , por lo que auguró una “mutua y benéfica relación en materia de Defensa .

No es menor la exaltación de la administración Macri, en tiempos en que se acentúa la crisis política, social y humanitaria en Venezuela, y para cuyo desenlace Washington confía en contar con el respaldo de los países de la región, entre ellos la Argentina. Sin embargo, el Gobierno reiteró en varias ocasiones, y especialmente en agosto pasado, durante la visita del vicepresidente norteamericano Mike Pence, que no avalaría una intervención militar contra Caracas.

Como informó El Cronista días atrás, la agenda de reuniones se mantuvo en total reserva, si bien se supo que la reforma del rol de las Fuerzas Armadas, la cooperación en misiones de paz en zonas en conflicto y la compra de material bélico forman parte del temario. No por nada participó de las reuniones Fulvio Pompeo, el secretario de Asuntos Estratégicos de la Presidencia, a quien Macri le confió la responsabilidad de “asesorar en materia de cooperación y adquisiciones internacionales en cuestiones de “Seguridad, Defensa e información estratégica