10/3/19

EL POR QUE SIN MANDATO

VETERANOS DE AYER, DE HOY Y DE SIEMPRE

"SI TE SUENA SIN MANDATO" SI LO LEES TE DARÁS CUENTA EL POR QUE: SOY UN INCASABLE, VOY A INVESTIGAR HASTA MI ÚLTIMOS DÍAS, EL POR QUE NOS NIEGAN QUE SOMOS VETERANOS DEL GOLFO PERSICO, Y PODRIDO QUE ME DIGAN FUE UNA MISION DE PAZ, Y POR ESO ME HE INVOLUCRADO EN ACCIONES JUDICIAL A QUIEN LE CORRESPONDIERE.

BUCEANDO EN ESTA TECNOLOGÍA QUE APASIONA CUANDO MAS ENCONTRAS ESCRITOS QUE NADIE TE LOS COMUNICA SOLAMENTE PREGUNTANDO O CON UNA SIMPLE PREGUNTA SALTAN A LA VISTA.

PERO CAPAZ QUE ALGUNOS LO SABEN O SE LO GUARDAN, POR SOLO ECHO DE SER EL YO... QUE LA TENGO CLARA Y EL RESTO LO TOMAMOS POR IGNORANTES QUE NO CONOCES NADA Y ME DEJAS A MI QUE YO TENGO CONTACTOS.

BUENO SIEMPRE ESPERE Y NO ES ASÍ, LOS CONTACTOS NO SIRVEN HAY QUE IR A LAS FUENTES DONDE ESTA LA VERDAD. COMO DICE EL ESCRITO MAS ABAJO, SE CONCURRE A UNA MISION DE PAZ CUANDO DOS O MAS PAÍSES YA ESTÁN GUERRA PARA PARA MEDIAR Y ESTO NO FUE ASÍ, YA ESTABAN EN UN CONFLICTO PREBELICO. EXISTE UNA PUBLICACIÓN LLAMADA "DICA" ( DERECHO INTERNACIONAL DE LOS CONFLICTOS ARMADOS) DONDE HAY UNA RESOLUCIÓN DE LA EX-MINISTRA DE DEFENSA DONDE ANULA LO ANTERIOR Y DESDE EL 1989. LE ORDENO AL CTE. DE ESTADO MAYOR CONJUNTO INCINERAR DICHAS RESOLUCIONES Y QUIEN TE DICE QUE AHÍ ESTABA LO ESCRITO LO DEL GOLFO POR ESO NO EXISTIMOS. Y POR SUPUESTO TE DOY EJEMPLOS MAS ABAJO QUE PASO EN EL GOLFO DE FONSECA, QUE NO ES LO MISMO PERO LA IGNORANCIA A VECES INTERPRETAMOS MAL LO ESCRITO.

NO SOY UN AVESADO EN LO JURÍDICO PERO DE TANTO LEER A UNO SE LE QUEDA VARIAS COSAS QUE ANTES NO ENTENDÍA.
TE PUEDO AGREGAR MUCHOS MAS PERO LEE ESTO A CONTINUACIÓN Y TENES AGREGADO LA RESOLUCIÓN QUE PUEDE PARAR TODO ESTO O FRENA POR ESO Y TE DICEN QUIEN LOS MANDO, DONDE ESTA ESCRITO, EN LA ARMADA BUENO QUE DIRIJA UNA COMUNICACIÓN AL MINISTERIO DE DEFENSA QUE ACÁ NO HAY NADA Y ASÍ ESTAMOS DE UN LADO PARA OTRO PERO NINGUNO METE MANO EN LA CUESTIÓN.
Tres pautas técnicas históricas del por qué no hubo un mandato de paz tras la crisis del Golfo Pérsico 1990-1991

Las circunstancias que llevaron a la intervención de la Argentina en la crisis y guerra del Golfo Pérsico desarrollado entre 1990 y 1991. Hoy me hallo embarcado en un proceso judicial que he iniciado a instancias por dilucidar la situación de los por entonces tripulantes del destructor “ARA Alte. Brown” y Corbeta Spiro”. Puntualmente se centra en determinar cuáles fueron las implicancias de la participación armada de la misión naval argentina destinada el 25 de septiembre de 1990 –apenas comenzada la crisis un mes antes- a la zona de operaciones situada en el Golfo Pérsico.
Los argumentos gubernamentales para renegar de la situación de aquella misión son claramente lábiles y es una cuestión de la voluntad de los mismos participes para que ellos (esos argumentos) caigan en favor de sus derechos al debido reconocimiento que han venido según mi punto de vista, siendo injustamente negados durante ya casi treinta años.
Según me explayo, los antecedentes fácticos que describen sobre la ubicación, rutas y tareas de las dotaciones navales en aquellos momentos son contestes a un estado de “pre guerra” –termino muy usado actualmente en el derecho Internacional Público-, incluso en momentos previos a desatarse el conflicto.
Estaba claro que la situación se iba deteriorando en forma consecutiva y terminaría en una conflagración armada. Ante esto, el gobierno del entonces presidente Carlos Menem advertidos de esta situación y del vacío legislativo para que dos de sus buques de guerra partieran y permanecieran operando en aguas internacionales en vísperas de un posible estallido armado, creo una serie de discusiones entre sus asesores que a la vista de los hechos y la historia, malinterpretaron el alcance de las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, haciéndoles creer que con ellas bastarían para justificar su presencia.

-La primera pauta que nos marca para entender, por qué esta participación no fue una “misión de paz”, está dada por el simple motivo de que el Consejo de Seguridad nunca expidió ningún mandato como instrumento jurídico que obligara en el marco de la organización, a que Argentina aportara ayuda para separar a los contenedores (que dicho sea de paso, no se habían trabado en lucha hasta el 17 de enero de 1991). Como acto jurídico, el mandato no surge en forma explícita de la Carta orgánica y más bien subyace del entendimiento que haga el Consejo de Seguridad de cada situación particular que se presente. En este sentido, las interpretaciones que hacen sus miembros tienen un apoyo en el entendimiento armónico del Capítulo VI (arreglo de controversias), VII (intervención posterior al conflicto) y VIII (participación de entidades no estatales) del cuerpo orgánico sin dejar de señalar que, sus determinaciones adolecen de un fuerte contenido subjetivo en la articulación de sus decisiones finales. Teniendo a la vista esta estructura legislativa que sirve para fundamentar un mandato, queda muy en claro que el gobierno argentino de entonces no recibió de Naciones Unidas la orden de intervenir. Lo que sí hizo el gobierno de mi país fue, ante pedido expreso y por cancillería, de prestar –ante la formal solicitud- su colaboración para ayudar al Reino de Kuwait, en el marco de las resoluciones que se recuerdan, no son vinculantes (no obligatorias).

Una de esas resoluciones es la 678 sancionada el 29 de noviembre de 1990 por la cual se “autorizó a los Estados miembros a que utilizaran todos los medios necesarios” para conseguir la “liberación de Kuwait”. Como se lee, una redacción bastante abierta que dejó al antojo de los interpretes de los gobiernos que protagonizaron la decisión política de intervenir en la crisis, entender lo que más les conviniera y así por ejemplo extendieron su interpretación para más tarde fundar la resolución 1441 para justificar la irreverente invasión del 2003. Como puede verse, no hubo en esta resolución ni en ninguna de las sancionadas en el período previo a desatarse el conflicto (el 16 de enero de 1991), mandatos o el establecimiento expreso de una misión de paz dado que (por una cuestión lógica), para ello debería primero haberse desatado una guerra y luego allí, remitir un contingente bajo bandera de Naciones Unidas para separar a las partes. En el caso de la crisis que surgió de la entrada de Iraq a territorio kuwaití, no hubo posibilidad de llegar a establecer dicho mecanismo ya que en apenas unas horas, las fuerzas iraquíes tomaron el emirato y simplemente los kuwaitíes habían desaparecido por lo cual, no había a quien separar.

-De allí vamos a la segunda pauta. En este sentido nos recuerda que, desde el momento que la misión naval argentina llego a la zona, paso a ser parte de la primera fase de las operaciones de custodia y defensa del litoral marítimo de Arabia Saudita y de los Emiratos Árabes Unidos denominada “Escudo del Desierto”, enmarcadas en el temor de que Iraq lanzara una ofensiva para extenderse hacia el sur. La misma se desarrolló dentro de un área que se denominó “Teatro de Operaciones” comandada por las Fuerzas Armadas de los EEUU en todo lo que respectaba a las operaciones aéreas y marítimas y las de Arabia Saudita y otros países árabes e islámicos en lo referente a las operaciones de tierra (esto obviamente hasta el comienzo de la segunda fase). En ningún momento hubo oficiales o representantes u observadores de Naciones Unidas en ese lugar simplemente, porque dicha organización no participaba en las operaciones.
Ahora bien, es aquí donde señalo tres pautas para determinar cabalmente por qué no existió un mandato. Primero que todo, la zarpada de la misión naval compuesta por un destructor (ARA Ate. Brown) y una corbeta (ARA Spiro) lo hicieron con su equipamiento de guerra completo e incluso, fueron reabastecidos de pertrechos en el camino. En este sentido recuerdo, que de haber existido un mandato de la ONU –como recurrentemente alegaban desde el gobierno- estos busques no habrían podido salir y participar con esas características operativas sin cumplir con los requisitos básicos que una misión de paz requiere.
En la etapa de la crisis del Golfo que temporalmente abarco desde el 2 de agosto de 1990 hasta el 16 de enero de 1991, hubo un estado “pre-bélico” y el objetivo trazado para las naciones que se unirían a la convocatoria de formar una “Coalición multinacional”, estaba en formar parte de una planificación militar destinada primeramente a doblegar al adversario que estaba representado en la república árabe de Iraq. En este sentido, durante toda esa etapa y bajo la denominación clave “Operación Escudo del Desierto” se comenzaron a implementar las primeras medidas hostiles que fueron incrementando a medida que iba pasando el tiempo. Una de ellas fue el bloqueo de los puertos y rutas comerciales iraquíes, actividad que la misión argentina cumplió con destacado mérito junto a la armada de otros treinta un países.
En este sentido, indica que según la estrategia trazada por el entonces Comando Central de Operaciones USCENTCOM y sus respectivos comandos NAVCENT y CENTAF encabezado por los EEUU, era –entre una larga lista de objetivos- estrangular la capacidad de abastecimiento y sostén económico comercial de Iraq, objetivo que como se pudo comprobar se cumplió exitosamente.
Como señalo, en todo este despliegue y de los antecedentes fácticos que se recopilan de aquellas operaciones militares, no se halla un solo rastro de la participación de Naciones Unidas, requisito mínimo para pretender la existencia de un presumido mandato.
-Para dejar en claro ello paso a dar la tercera pauta, exponiendo un evento que sucedió casi al mismo tiempo de esta crisis y en el cual la Argentina participaba bajo los auspicios de Naciones Unidas en cumplimiento sí, de un mandato de paz que se dio en el Golfo de Fonseca situado en centro América (ONUCA). En este caso, dos lanchas patrulleras argentinas clase “Dabur” (de origen israelí), con una reducida tripulación fueron remitidas entre 1990 a 1992 a la zona de conflicto en misión de mantenimiento de paz con el fin de separar a los contendientes y evitar nuevos choques armados.
Para llevar adelante esta misión y como requisitos de dicha determinación las lanchas fueron desprovistas de su armamento, pintadas de blanco con la leyenda “Naciones Unidas” en sus cascos y solo tenían como misión el patrullaje y control visual ante posibles incursiones de las facciones guerrilleras que operaban en la zona.
Otro dato importante que señalo es que ambas lanchas enarbolaban en sus operaciones la bandera de Naciones Unidas y sus dotaciones cambiaron sus gorras con insignia de la prefectura naval argentina por las conocidas boinas azules, color representativo de la organización internacional.
Por el contrario en la caso de la “crisis” y posterior “guerra” en el Golfo Pérsico, nada de ello ocurrió. No hubo desarme de los buques, ni retiro de las insignias de guerra, ni cambios en la indumentaria de los tripulantes de ambos navíos, ni la presencia de algún observador de la organización internacional a bordo de alguno de los buques y mucho menos, el arriado de la bandera de guerra nacional por la de Naciones Unidas. Por el contrario, los tripulantes de las naves apenas salieron rumbo al Medio Oriente y durante toda la travesía, se ocuparon en tareas de adiestramiento para el combate, pruebas de tiro y de preparación de los diversos armamentos a bordo.
Estas notables diferencias que resaltan a las claras aún para el lego en el conocimiento de la extensa legislación internacional, marcan notables pautas jurídicas que vienen a informar y a identificar con una clara precisión, cuáles fueron las reales incumbencias y proporción de la intervención de la misión naval argentina en aquellas particulares circunstancias que no hay que perder de vista, culminaron con una catastrófica guerra y de la cual ésta misión naval, participó activamente.






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“SIN MANDATO”


VETERANOS DE HOY, DE AYER Y DE SIEMPRE


Tres pautas técnico históricas del por qué no hubo un mandato de paz tras la crisis del Golfo Pérsico 1990-1991




Hace unas semanas que había recibido la contestación de un mail enviado por finales del año pasado a un abogado que desde hace un tiempo se halla en la investigación de las circunstancias que llevaron a la intervención de la Argentina en la crisis y guerra del Golfo Pérsico desarrolladas entre 1990 y 1991. Según me ha escrito, hoy se halla embarcado en un proceso judicial que ha iniciado a instancias por dilucidar la situación de uno de los por entonces tripulantes del destructor “ARA Alte. Brown” y "ARA Corbeta Spiro" . 

Puntualmente su trabajo se centra en determinar cuáles fueron las implicancias de la participación armada de la misión naval argentina destinada el 25 de septiembre de 1990 –apenas comenzada la crisis un mes antes- a la zona de operaciones situada en el Golfo Pérsico.


Según me comenta en un extenso texto plagado de citas legales y documentales de carácter histórico, los argumentos gubernamentales para renegar de la situación de aquella misión son claramente lábiles y es una cuestión de la voluntad de los mismos participes para que ellos (esos argumentos) caigan en favor de sus derechos al debido reconocimiento que han venido según su punto de vista, siendo injustamente negados durante ya casi treinta años.


Según se explaya éste, los antecedentes facticos que describen la ubicación, rutas y tareas de las dotaciones navales en aquellos momentos son contestes a un estado de “pre guerra” –termino muy usado actualmente en el derecho Internacional Público-, incluso en momentos previos a desatarse el conflicto. Estaba claro que la situación se iba deteriorando en forma consecutiva y terminaría en una conflagración armada. Ante esto, el gobierno del entonces presidente Carlos Menem advertidos de esta situación y del vacío legislativo para que dos de sus buques de guerra partieran y permanecieran operando en aguas internacionales en vísperas de un posible estallido armado, creo una serie de discusiones entre sus asesores que a la vista de los hechos y la historia, malinterpretaron el alcance de las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, haciéndoles creer que con ellas bastarían para justificar su presencia.

ACÁ HAY UN GRAN DIFERENCIA


La primera pauta que nos marca para entender por qué esta participación no fue una “misión de paz”, está dada por el simple motivo de que el Consejo de Seguridad nunca expidió ningún mandato como instrumento jurídico que obligara en el marco de la organización, a que Argentina aportara ayuda para separar a los contendores (que dicho sea de paso, no se habían trabado en lucha hasta el 17 de enero de 1991). Como acto jurídico, el mandato no surge en forma explícita de la Carta orgánica y más bien subyace del entendimiento que haga el Consejo de Seguridad de cada situación particular que se presente. En este sentido, las interpretaciones que hacen sus miembros tienen un apoyo en el entendimiento armónico del Capítulo VI (arreglo de controversias), VII (intervención posterior al conflicto) y VIII (participación de entidades no estatales) del cuerpo orgánico sin dejar de señalar que, sus determinaciones adolecen de un fuerte contenido subjetivo en la articulación de sus decisiones finales. Teniendo a la vista esta estructura legislativa que sirve para fundamentar un mandato, queda muy en claro que el gobierno argentino de entonces no recibió de Naciones Unidas la orden de intervenir. Lo que sí hizo el gobierno de su país fue, ante pedido expreso y por cancillería, de prestar –ante la formal solicitud- su colaboración para ayudar al Reino de Kuwait, en el marco de las resoluciones que se recuerdan, no son vinculantes (no obligatorias).



Lancha argentina de la misión ONUCA



Una de esas resoluciones es la 678 sancionada el 29 de noviembre de 1990 por la cual se “autorizó a los Estados miembros a que utilizaran todos los medios necesarios” para conseguir la “liberación de Kuwait”. Como se lee, una redacción bastante abierta que dejó al antojo de los interpretes de los gobiernos que protagonizaron la decisión política de intervenir en la crisis, entender lo que más les conviniera y así por ejemplo extendieron su interpretación para más tarde fundar la resolución 1441 para justificar la irreverente invasión del 2003. Como puede verse, no hubo en esta resolución ni en ninguna de las sancionadas en el período previo a desatarse el conflicto (el 16 de enero de 1991), mandatos o el establecimiento expreso de una misión de paz dado que (por una cuestión lógica), para ello debería primero haberse desatado una guerra y luego allí, remitir un contingente bajo bandera de Naciones Unidas para separar a las partes. En el caso de la crisis que surgió de la entrada de Iraq a territorio kuwaití, no hubo posibilidad de llegar a establecer dicho mecanismo ya que en apenas unas horas, las fuerzas iraquíes tomaron el emirato y simplemente los kuwaitíes habían desaparecido por lo cual, no había a quien separar.


De allí vamos a la segunda pauta. En este sentido el profesional nos recuerda que, desde el momento que la misión naval argentina llego a la zona, paso a ser parte de la primera fase de las operaciones de custodia y defensa del litoral marítimo de Arabia Saudita y de los Emiratos Árabes Unidos denominada “Escudo del Desierto”, enmarcadas en el temor de que Iraq lanzara una ofensiva para extenderse hacia el sur. La misma se desarrolló dentro de un área que se denominó “Teatro de Operaciones” comandada por las Fuerzas Armadas de los EEUU en todo lo que respectaba a las operaciones aéreas y marítimas y las de Arabia Saudita y otros países árabes e islámicos en lo referente a las operaciones de tierra (esto obviamente hasta el comienzo de la segunda fase). En ningún momento hubo oficiales o representantes u observadores de Naciones Unidas en ese lugar simplemente, porque dicha organización no participaba en las operaciones.


Ahora bien, es aquí donde nos señala tres pautas para determinar cabalmente por qué no existió un mandato. Primero que todo, la zarpada de la misión naval compuesta por un destructor (ARA Ate. Brown) y una corbeta (ARA Spiro) lo hicieron con su equipamiento de guerra completo e incluso, fueron reabastecidos de pertrechos en el camino. En este sentido nos recuerda, que de haber existido un mandato de la ONU –como recurrentemente alegaban desde su gobierno- esos busques no habrían podido salir y participar con esas características operativas sin cumplir con los requisitos básicos que una misión de paz requiere.



Lancha argentina de la misión ONUCA



En la etapa de la crisis del Golfo que temporalmente abarco desde el 2 de agosto de 1990 hasta el 16 de enero de 1991, hubo un estado “pre-bélico” y el objetivo trazado para las naciones que se unirían a la convocatoria de formar una “Coalición multinacional”, estaba en formar parte de una planificación militar destinada primeramente a doblegar al adversario que estaba representado en la república árabe de Iraq. En este sentido, durante toda esa etapa y bajo la denominación clave “Operación Escudo del Desierto” se comenzaron a implementar las primeras medidas hostiles que fueron increyendo a medida que iba pasando el tiempo. Una de ellas fue el bloqueo de los puertos y rutas comerciales iraquíes, actividad que la misión argentina cumplió con destacado mérito junto a la armada de otros treinta un países.


En este sentido, indica que según la estrategia trazada por el entonces Comando Central de Operaciones USCENTCOM y sus respectivos comandos NAVCENT y CENTAF encabezado por los EEUU, era –entre una larga lista de objetivos- estrangular la capacidad de abastecimiento y sostén económico comercial de Iraq, objetivo que como se pudo comprobar se cumplió exitosamente.


Como nos señala, en todo este despliegue y de los antecedentes fácticos que se recopilan de aquellas operaciones militares, no se halla un solo rastro de la participación de Naciones Unidas, requisito mínimo para pretender la existencia de un presumido mandato.


Para dejar en claro ello pasa a darnos la tercera pauta, exponiendo un evento que sucedió casi al mismo tiempo de esta crisis y en el cual la Argentina participaba bajo los auspicios de Naciones Unidas en cumplimiento sí, de un mandato de paz que se dio en el Golfo de Fonseca situado en centro América (ONUCA). En este caso, dos lanchas patrulleras argentinas clase “Dabur” (de origen israelí), con una reducida tripulación fueron remitidas entre 1990 a 1992 a la zona de conflicto en misión de mantenimiento de paz con el fin de separar a los contendientes y evitar nuevos choques armados.
Para llevar adelante esta misión y como requisitos de dicha determinación las lanchas fueron desprovistas de su armamento, pintadas de blanco con la leyenda “Naciones Unidas” en sus cascos y solo tenían como misión el patrullaje y control visual ante posibles incursiones de las facciones guerrilleras que operaban en la zona.


Otro dato importante que señala es que ambas lanchas enarbolaban en sus operaciones la bandera de Naciones Unidas y sus dotaciones cambiaron sus gorras con insignia de la prefectura naval argentina por las conocidas boinas azules, color representativo de la organización internacional.


Por el contrario en la caso de la “crisis” y posterior “guerra” en el Golfo Pérsico, nada de ello ocurrió. No hubo desarme de los buques, ni retiro de las insignias de guerra, ni cambios en la indumentaria de los tripulantes de ambos navíos, ni la presencia de algún observador de la organización internacional a bordo de alguno de los buques y mucho menos, el arriado de la bandera de guerra nacional por la de Naciones Unidas. Por el contrario, los tripulantes de las naves apenas salieron rumbo al Medio Oriente y durante toda la travesía, se ocuparon en tareas de adiestramiento para el combate, pruebas de tiro y de preparación de los diversos armamentos


ARA BROWN  Y  ARA SPIRO

Estas notables diferencias que resaltan a las claras aún para el lego en el conocimiento de la extensa legislación internacional, marcan notables pautas jurídicas que vienen a informar y a identificar con una clara precisión, cuáles fueron las reales incumbencias y proporción de la intervención de la misión naval argentina en aquellas particulares circunstancias que no hay que perder de vista, culminaron con una catastrófica guerra y de la cual ésta misión naval, participó activamente.

8/3/19

LOS POLITICOS SE APROVECHAN, CUANDO A LOS QUE FUIMOS AL GOLFO SON IGNORADOS..

VETERANOS DE AYER, DE HOY Y DE SIEMPRE

EL ESTADO DE KUWAIT DONÓ 6 AMBULANCIAS A LA PROVINCIA DE CÓRDOBA, Y PARA LOS VETERANOS QUE LIBERARON KUWAIT EN LA GUERRA DEL 2001 NO VEO NI LEO EN NINGÚN PORTAL LA PARTICIPACIÓN DE NUESTRA MARINA DE GUERRA ?

La imagen puede contener: 4 personas, personas sonriendo, personas de pie y traje

En un acto celebrado en la explanada del Centro Cívico, la Provincia de Córdoba recibió la donación de seis ambulancias por parte del Estado de Kuwait.

El acto estuvo encabezado por el Gobernador, Juan Schiaretti y el S. E. el Sr. Embajador del Estado de Kuwait en Argentina, Salah Mubarak Almutairi, quien personalmente entregó seis unidades 0 km equipadas para traslados de mediana y alta complejidad.


“Quiero agradecer la donación de estas ambulancias, que son muy importantes para el Programa de salud que tiene la provincia y que se suma a la renovación de ambulancias que estamos haciendo”, indicó el Gobernador.



Schiaretti agradeció al embajador las gestiones que personalmente realiza para que Córdoba pueda obtener financiamiento del estado kuwaití. “Sin duda es el financiamiento más favorable. No hay financiamiento más barato y de más largo plazo que el que ofrece el Estado kuwaití a nuestra provincia”, destacó.


Por su parte el diplomático kuwaití expresó: “Esto es solo una parte de nuestra donación, seguimos en proceso para otros campos en los que podemos donar en el futuro, esto fortalece la relación entre ambos países. Esta es una donación para la gente”.

Estuvieron presentes también en el acto el Ministro de Salud, Francisco Fortuna; el Ministro de Gobierno Juan Carlos Massei, el Ministro de Agua, Ambiente y Servicios Públicos, Fabián López y el Ministro de Inversión y Financiamiento, Ricardo Sosa.

Vídeo del año 2014..Para los que no fueron nunca así es la fiesta de la Liberación.



QUERES CONOCER COMO ES KUWAIT MIRA ACA 







28/2/19

“UN FINAL SIN FIN”


VETERANOS DE HOY, DE AYER Y DE SIEMPRE

Menem se puso del lado de Bush y en contra de Irak, Ordeno la zarpada de dos naves al principio que nunca cumplieron el rol de casco azules. En realidad se fue a una guerra, cumpliendo las directivas o resoluciones de la ONU.


BUQUES DE LA ARMADA ARGENTINA 

ARA BROWN Y ARA SPIRO

A 28 años del final de la guerra del Golfo Pérsico se puede asegurar que además de ser la más calamitosa de finales del siglo XX fue el puntapié ideológico de las actuales crisis políticas y humanitarias en el Medio Oriente


CUANDO QUEDO DE NOCHE, POZOS DE PETROLEO EN FUEGO


Los misiles y las bombas no paraban de caer sobre Bagdad y la población refugiada en los sótanos de sus casas y los bunkers públicos de la capital, aguardaba atemorizada que pasaran las ensordecedoras sirenas y los intermitentes golpeteos de los cañones automáticos que defendían la ciudad de los atacantes. Con cada impacto el suelo y las paredes de aquellos lugares se sacudían con una violencia que anteriormente los bagdadíes no habían visto. Pese a que muchos de ellos habían vivido hasta apenas unos años antes la guerra con su vecino Irán, la violencia de los bombardeos de la coalición no era de la envergadura de lo que estaban ahora experimentando. “El suelo temblaba como un terremoto” recuerda Badra, una mujer del barrio “Al Sadr” que en aquel entonces solo tenía trece años de edad.


Ciertamente los pobladores no se equivocaron y aunque no había los veloces medios de comunicación como el internet, ellos pudieron constatar en carne propia, la barbarie de las acciones de la Coalición. En aquellos momentos el aparato de censura militar estadounidense que operaba en el Golfo Pérsico y la censura civil operada sobre los medios informativos a través de la CIA y la NSA ordenada desde la administración Bush, mostro solamente lo que a Washington convenía mostrar es decir, nada.


Ante las evidencias pese a los intentos de pisarlos y esconderlos bajo la alfombra, las terribles consecuencias de las acciones de la Coalición se hicieron de conocimiento público aunque Washington, a través de su por entonces vocero mediático estrella (CNN), se encargaría de minimizar alegando que dichas denuncias eran “invenciones” o “parte de la propaganda de Saddam”. 

Pero la realidad no podía taparse con el dedo, como así parecía verse con las posturas de la Casa Blanca y de sus obsecuentes aliados quienes de constante, salían a la palestra esgrimiendo la autorización del Consejo de Seguridad y un mandato de Naciones Unidas que jamás existió. 

 La lógica y el sentido común valen tanto para occidentales como para los árabes por lo cual, una vida humana es una vida y como tal, preciada, sea de etnia blanca o cobriza (árabe).
Fueron sin dudas estos relativismos los que nutrieron a los partidarios de la guerra y la intervención agresiva ya que por pedio de estas torcidas valoraciones, trataron de justificar o más bien degradar ante la opinión pública la vida de un ser humano por el solo hecho de no ser occidental.


Si toneladas de bombas y misiles con cabeza con Uranio empobrecido arrojadas sobre una ciudad –según los representantes de la administración norteamericana- no causaban efectos devastadores ¿Para qué eran arrojadas? Ello demostró el total desprecio no solo por los iraquíes en particular y los árabes en general sino también, por la condición humana toda. 

Tan obscena fue aquella demostración que ONGs que poco de neutral tiene en el origen de su existencia y contribuciones, se vieron obligadas a denunciar la violación de todas las convenciones y tratados internacionales. Pese a las excusas de haber llevado una guerra “quirúrgica” facilitada por la moderna tecnología disponible en aquel conflicto, los resultados reales de todo ello evidenciaron una completa desidia por la vida de los civiles iraquíes.


El efecto de solo un misil crucero “TomaHawk” que caía en un vecindario de Bagdad, representaba la violentísima demolición de una parte importante de sus edificaciones y la contaminación radiactiva del suelo y las fuentes de agua cercanas. Entonces, si con un solo misil se causaba semejante devastación calcule ¿Cuánto daño se provocó con 6000 bombas al día?
Según documentos de la época, la Coalición aliada lanzaba tanto desde las bases sauditas como desde los portaaviones en el golfo unas 2500 misiones diarias de bombardeo lo que deja en claro el grado de saturación y devastación causado con la campaña meramente aérea. En resumen, una catástrofe humanitaria sectorizada que con el paso de las semanas se iría incrementando con mayores bombardeos que además tenían como blanco además de emplazamientos civiles, las infraestructuras de servicios públicos como ser el agua potable, la energía eléctrica y las comunicaciones telefónicas.



La ruta de muerte. Masacre injustificada



Con claridad se puede advertir que en aquella campaña militar, no hubo nada de moral y peor aún, no hubo un mínimo respeto a los principios y estándares legales del derecho internacional humanitario. Si como bien prescribe el protocolo de la Cruz Roja sobre el respeto a los civiles quedo claro que en Washington (y menos aún en el Pentágono) nadie lo leyó. El bombardeo al refugio en el barrio de “Al Amiriya” donde se hallaban cientos de civiles en su mayoría mujeres y niños, además de no haber sido un error (Colateral Damage), fue el prolegómeno de una terrorífica realidad que los iraquíes vivirían unos años después.


El caso de la masacre de “Al Amiriya”, solo fue uno de los miles de casos anónimos que resultaron de aquella intervención bajo la máscara de Naciones Unidas y la muestra del cinismo de los funcionarios norteamericanos de aquel entonces que como el entonces portavoz de la Casa Blanca Martin Fitzwater, para tratar de excusarse sobre aquel terrorífico hecho dijo “Saddam Hussein no comparte nuestra santidad por la vida humana”. Hospitales, estaciones de bomberos, puentes y las instalaciones de servicios públicos fueron los blancos a continuación de los objetivos militares. 

Los mismos aviones estadounidenses registraron con aberrante impunidad y con sonrisas burlonas, como misiles guiados por láser impactaban sobre uno de los puentes de Bagdad en momentos que desprevenidos peatones lo cruzaban. La bestialidad de los hechos y de la comprobada irresponsabilidad de la actuación de los militares de la Coalición internacional se extendía tanto a los gobiernos participes como al entonces secretario de la ONU Javier Pérez de Cuéllar quien nunca hizo frente a los reclamos para que se realizaran investigaciones por las consecuencias de lo causado.


En el mismo sentido, la elite política estadounidense que valiéndose de un bipartidismo claramente engañoso y nada polarizado, apoyo de izquierda a derecha la intervención bélica a base de engaños planificados varias décadas antes.


En lo estrictamente militar, el infame bombardeo a espaldas de tropas iraquíes cuando se retiraban en la noche del 27 de febrero de 1991 por la ruta Kuwait-Basora dejo muy en claro el sesgo claramente antisemita y racista de los autores de esta masacre que ha quedado documentada en testimoniales fotos que aún dan la vuelta al globo.


Para ese entonces, las cifras de bajas causadas por los bombardeos de la Coalición internacional entre la población civil causaba pavor entre los asesores de imagen de la administración Bush y fue por ello que
Washington imprimió una fuerte presión para evitar que dicha información cruzara el océano y se difundiera con la crudeza que los números acusaban. La estrategia de ocultamiento fue complementada con la artimaña de poner el foco de los eventos en cabeza del gobierno iraquí y en particular en la figura de su líder Saddam Hussein quien no hay que olvidar, había sido aliado de las políticas exteriores de Washington hasta unos meses antes de todo esto.


En todo momento se mantuvo al ciudadano de a pie, a las víctimas anónimas de todo esto, marginados de dar su testimonio con la intensión de que sus historias nunca fueran contadas y si iban a serlo, lo fueran por periodistas al servicio de los medios del mismo país que los agredió con historias acomodadas y matizadas a las intenciones políticas de los mismos que habían causado todo este desastre.


Según un informe de “Greenpeace” más de 210.000 civiles iraquíes murieron por efecto de los bombardeos indiscriminados causando además, el deterioro ambiental por el venenoso efecto de la radiación de las ojivas utilizadas por las bombas de la Coalición. Fue por el uso de estos elementos químicos y radiactivos que desde ese entonces y hasta la actualidad en varias zonas de Iraq y particular en la ciudad de Faluya, se han registrado miles de casos de malformaciones en niños recién nacidos, cánceres de todo tipo y la infertilidad de hombres y mujeres producto tanto de los bombardeos de la primera guerra del golfo como de las acciones que seguirían durante los trece años de embargo y por supuesto, tras la invasión de 2003.

18/2/19

“CUESTIÓN ESTRATEGICA”


VETERANOS DE AYER, DE HOY Y DE SIEMPRE


28 años después de la campaña Tormenta del Desierto sigue demostrando la importancia central de una buena planificación logística para el éxito de las operaciones militares





Desembarco Tanques del tren logístico custodiado por la Naves Argentinas

Cuando la administra- ción de George H. Bush decidió que la situación entre Iraq y Kuwait pasaba por una cuestión estricta- mente militar, inmedia- tamente llamo a sus asesores para que le dieran un informe pormenorizado sobre cuáles eran las opciones para lanzar una operación rápida y devastadora que obligara a los iraquíes a volverse a sus posiciones de origen.


Solo nos referiremos a los aspectos militares del desarrollo de las operaciones Escudo y Tormenta del Desierto sin considerar en esta ocasión las razones y motivos de fondo que movieron a Washington para esta intervención. La intención es esclarecer términos y precisiones sobre lo que significó dicha campaña bélica y como pudo llevarse a cabo.


Ante todo, cuando Bush y Collin Powell viajaron a Riad para supervisar la inmediata llegada de la 82° Brigada Aerotransportada a la base de Dahran que se desplegó para proteger al reino de una posible arremetida iraquí, se preguntaron ¿y ahora qué? Hay que partir de la idea que en ese mismo instante Bush y sus generales ya preveían una acción militar pero el problema que representaba la empresa era, una cuestión estrictamente logística y se resumía en la siguiente cuestión ¿Cómo hacer para traer todo lo necesario a un escenario tan inhóspito y alejado de los principales puntos de abastecimiento?


El tema de la logística siempre ha sido relegado a aspectos secundarios de una campaña bélica pero ello ha sido una injusticia histórica. Se trata de una materia tan antigua como la guerra misma solo que no goza del glamour de la adrenalina de las acciones directas de un frente de batalla. Su importancia es tan capital, que cada país y organización militar cuenta con un área específica que atiende esta materia. En este sentido la OTAN define a la Logística “la ordenación y empleo de los recursos económicos de las naciones, para el apoyo de operaciones militares”. Su entidad y complejidad variara conforme a los desafíos que la empresa bélica deba desarrollar.


Sin lugar a dudas que los generales con Schwarzcopf a la cabeza se preguntaron ¿y cómo lo haremos? Y es que cuando tomaron un mapa de la región del Golfo Pérsico no pudieron obviar el gran dilema para cualquier operación bélica que fuese factible y sostenible en el tiempo. A pesar de que EEUU estaba comenzando a beneficiarse de su hegemonía como la única superpotencia en pie tras la caída del Muro de Berlín un año antes, una decisión semejante no podía ejecutarse sin prever como llevarla a cabo.


No solo era un problema la posición geográfica y política, era un dilema para el trazado de rutas de abastecimiento y cobertura de las líneas del frente que en esta ocasión abarcarían la tierra, el aire y el mar. En conclusión, las Fuerzas armadas estadounidenses por sí solas no podían con la empresa e incluso no les bastaría con el apoyo de sus aliados europeos ya que, además de geopolíticamente compleja era una aventura muy riesgosa.


En las maratónicas reuniones de trabajo en el Pentágono se discutía cómo hacer que los aviones, los tanques y las tropas una vez allí, estuvieran asistidas en forma ininterrumpida y no detener las operaciones por contratiempos como podía ser la falta de combustible, municiones, repuestos o los sofisticados sistemas de armas que necesariamente debían llegar embalados con meticulosos protocolos de seguridad. La vía aérea para ello era insuficiente, costosa y muy riesgosa. La vía terrestre a través de Turquía era limitada y contaba con los mismos riesgos que la otra alternativa. Solo quedaba la marítima y fue así que consultaron al entonces General William Gus Pagonis, una autoridad en el campo logístico quien luego reflejaría sus experiencias en la guerra del Golfo en el libro US Leadership in Wartime: Clashes,Controversy, and Compromise del 2009 donde detalla la importancia que tuvo el diseño de una logística por vía marítima y los costes que insumiría para el éxito de la campaña.


Zona de operaciones del grupo canadiense y Argentina



Estaba más que claro que sin resolver la cuestión logística, no se podía hablar de poner en marcha ninguna operación. Había que garantizar los medios y no solo que llegaran a tiempo sino también la seguridad de la ruta por donde llegarían. La situación que se le presentaba a Pagonis y sus ayudantes era según sus propias palabras “una pesadilla”. 

No solo por lo extenso del tramo que había que recorrer sino también por los potenciales peligros que existían en las aguas del Golfo. Era necesario anular la capacidad naval iraquí mediante la implementación de cerrojos a sus puertos y establecer zonas marítimas seguras para el tránsito de los convoyes de suministros que se dirigían al frente. Pero eso no era todo.
Hacía poco que la guerra entre Iraq e Irán había culminado pero como recuerdo quedaban flotando una buena cantidad de minas magnéticas desperdigadas por sus aguas. A ello, la extensa costa iraní podía representar un complejo problema si Teherán entraba en la lucha a favor de Bagdad.


Fue así que nació la idea de formar una “Coalición internacional” de armadas para –bajo la pantalla del cumplimiento de las resoluciones de Naciones Unidas- establecer una ruta naval protegida por grupos de tareas de varios países que se encargaran de garantizar la circulación de los buques de transporte que entraban por el estrecho de Ormuz hasta los puertos sauditas y más tarde en las costas de Kuwait.

 ARA BROWN

ARA SPIRO


La medida no era caprichosa. Desde el punto de vista estratégico la protección de las líneas de abastecimiento eran tan o más importantes que ganar una batalla. Sabían que una vez abiertas las hostilidades la ruta de abastecimiento se convertiría en un blanco legítimo de las fuerzas iraquíes. EEUU no podía distraer a su flota en tareas secundarias de servicio como las que debían prestar los buques que operaban en la retaguardia los cuales al mismo tiempo les cuidaban las espaldas. 

 Pero además el despliegue de estos buques tuvo otro propósito muy poco comentado en los hechos de esta guerra y ese fue, en medio de un sofisticado despliegue de tecnología bélica, el de garantizar un flujo de inteligencia electrónica en tiempo real que cubriera todo el espacio acuático del Golfo. Fue por ello que a todos los buques participantes de la Coalición se les instalaron un software y antenas para coordinar la situación de cada buque en las operaciones dentro de sus respectivos sectores y también para replicar las señales de interferencia de las comunicaciones que se lanzaban sobre Kuwait e Iraq.


Fue por ello que pese a la relativa independencia operacional de los grupos de tareas asignados dentro del teatro, siempre estuvieron en última instancia bajo la atenta vigilancia y coordinación central del USCENTCOM. En ese sentido, tras cumplirse la fecha límite del ultimátum para la retirada de las fuerzas iraquíes, cualquier grupo de tareas que a último momento hubiera pretendido abandonar las operaciones, le hubiera sido imposible hacerlo. Y es que había mucho en juego para tolerar comportamientos veleidosos o poco profesionales.


La titánica tarea de proveer los medios con los cuales las líneas del frente pudieran operar con la fluidez necesaria, quedo reflejada en las cifras que algunos investigadores han expuesto en publicaciones especializadas. La comida y el agua mineral para más de 670.000 hombres, 150.000 vehículos terrestres de todo tipo, 40.000 conteiners, 2000 helicópteros de toda clase y 2000 vehículos blindados llegaron por la ruta marítima durante un lapso de seis meses y todo ello, porque hubo una muy buena planificación que logro cumplir con el objetivo central de que en ningún momento las tropas de la coalición carecieran de los medios necesarios para el combate.

14/2/19

Concluye en Pakistán el ejercicio marítimo multinacional AMAN-19


VETERANOS DE HOY, DE AYER Y DE SIEMPRE



El ejercicio marítimo multinacional AMAN-19 llegó a su fin el 12 de febrero después de la fase marítima con tropas reales en las aguas que rodean el puerto local de Karachi en Pakistán, y antes del estrecho de Ormuz y Oman zona peligrosa por que Iran domina la entrada..

El ejercicio se llevó a cabo en dos fases; la fase del puerto se extendió del 8 al 10 de febrero y la fase del mar del 11 al 12 de febrero. 

La fase portuaria comprendió la Conferencia Marítima Internacional, seminarios, charlas de mesa, visitas entre barcos, convocatorias, exhibición internacional de bandas, demostración marítima de lucha contra el terrorismo, muestra cultural y gala de comida. 

Considerando que, la fase marítima incluyó la ejecución práctica de los planes operativos y las actividades finalizadas durante la fase portuaria y la Revisión Internacional de la Flota. 

Los buques de guerra participantes realizaron simulacros, incluidas operaciones de reposición en el mar, antipiratería, disparos con armas principales, movimiento de formación y visitas, a bordo, búsqueda y captura (VBSS). 

En el último día de AMAN-19, los buques de guerra de la PN y las armadas extranjeras participantes, incluyendo la Royal Navy, la US Navy y la Peoples Liberation Army Navy (PLAN), se reunieron para mostrar el nivel de coordinación alcanzado durante los días de simulacros en el mar. 

La fragata turca TCG Gokceada, Kunlun Shan y Luoma Hu del PLAN, el HMS Dragon del Reino Unido, Ballarat de la Royal Australia Navy, el estadounidense US Arleigh Burke clase destructora USS Decatur, el buque de patrulla de Sri Lanka SLNS Sayurala, la nave de apoyo de la Royal Malaysian Navy KD Mahawangsa y KD Kasturi, Carlo Margottini de la Marina italiana, Marina Real de Al Rahmani PNS Aslat, Saif, Shamsheer, Khyber, Azmat, Alamgir y Pakistan Maritime Security (PMSA) de Cachemira, Zhob, Himmat y Basol fueron parte de la revisión de la flota.

11/2/19

“ARGENTINA, EL GOLFO Y LA REGIÓN”


VETERANOS DE AYER, DE HOY Y DE SIEMPRE

COMO NOS ENGAÑARON, CASI TRES DÉCADAS, LOS GOBIERNOS ARGENTINOS HA TRATADO DE ENMASCARAR - PARA EVITAR RECLAMACIONES DE SUS EFECTIVOS-COMO UNA  "MISION DE PAZ" DE NACIONES UNIDAS.

EL ORGULLO DE ESTAR A LA PAR DE LA OTAN CON LA ENVIDIA DE CHILE Y BRAZIL, SOLO LA ARGENTINA SABE CON QUE PERSONAL CUENTA CON PERSONA ADIESTRADO PAR CUALQUIER SITUACIÓN Y LUGAR .



Cómo impacto la experiencia operacional de la Armada Argentina durante la Guerra del Golfo Pérsico en las FFAA de la región ¿Cuestiones profesionales o envidia corrosiva?






El impacto de la participación argentina en la Crisis y Guerra del Golfo Pérsico en 1991 tuvo un alcance regional más allá de lo que el mismo gobierno argentino quiso revelar. En un sentido más central, el impacto de la misión se pudo ver en la atención prestada por las armadas de los países vecinos como Chile y Brasil, éste último con un importante interés en mantener un control cercano de ver cómo evolucionaba su vecino del Río de la Plata ante su crítica posición geoestratégica.


La armada chilena –bajo conducción de almirantes pinochetistas- tomo este hecho histórico como un suceso preocupante para sus hipótesis de conflicto (en particular con sus ambiciones por controlar la ruta atlántico-pacifico) y pronto la coloco como una bolilla más en sus manuales de los liceos militares. Para quienes conocen de la importancia que reviste la experiencia de situaciones extremas y mucho más, la vivida por una armada como la argentina con un envidiable antecedente que es el de haber sido el único país del hemisferio que peleo en el siglo XX contra una potencia de la OTAN, el haber desarrollado operaciones junto a las armadas más poderosas del globo, implicaba una sustancial enseñanza y un serio desafío para sus inexpertas tripulaciones.


El factor humano ha demostrado ser central en el desarrollo de un sector crítico como lo es la defensa. Hay en la historia amplios ejemplos de ello.
Puede dotársele a un grupo de hombres del mejor equipo y armamento de última generación pero si carecen de motivación y profesionalismo todo aquello no servirá de nada. Pues a la inversa era la situación de los argentinos. Su desempeño con el modesto equipo que tuvieron a la mano, dentro de un esquema organizacional complejo, fue formidable y destacable tal como lo evaluaran en informes dados a conocer por la Oficina de Inteligencia Naval en Washington y que durante años mantuvo inquietos a los británicos.


En el caso de los brasileros el impacto no fue menor pero, sin la particular ponzoña que tenían los almirantes chilenos al momento de abordar la experiencia argentina. El carácter de los militares brasileros se hallaba más enfocado a criterios objetivos sin contaminación ideológica como se ve en los cuadros militares chilenos. En aquellos momentos se comenzaron a tender puentes de entendimiento duraderos. En esos momentos las relaciones bilaterales iban en crecimiento gracias en parte, al impulso del MERCOSUR como proyecto de un mercado común con ilusiones de volverlo un bloque competitivo de cara a la globalización neoliberal que ya se había instalado en la región.


Brasil respiraba tranquilo cuando Argentina firmo el Tratado de No proliferación nuclear asegurándole que no tendría competidor en la región y ello gracias a Washington. Pero aun así, seguía la preocupación por el desarrollo de sus fuerzas armadas que a pesar de su ya para ese entonces paupérrimo estado propiciado por la derrota en la guerra de 1982, seguían operativas. Fue allí el interés de estudiar la experiencia argentina en la guerra del Golfo.




Fue de ese modo que los militares brasileros y asesores políticos en defensa realizaron sus propios estudios de aquel acontecimiento histórico y del desempeño de la armada vecina operando tan lejos y en un teatro desconocido para sus acostumbrados entrenamientos insulares. Los antecedentes operativos de la Armada Argentina fueron materia de análisis durante la guerra de Malvinas. En lo referente a la Crisis y Guerra del Golfo, la experiencia era particularmente importante para analizar las capacidades humanas de aquellas dotaciones navales. Incluso se hicieron publicaciones en medios de círculos militares como “Seguridad & Defensa” donde se detallaban los aspectos operativos de la misión “Alfil 1”.


Aún más, en estas publicaciones se realizó un cuidadoso examen de las misiones de cada navío y de cada helicóptero embarcado, informando así la naturaleza real de aquel conflicto y el alcance en sus consecuencias que durante casi tres décadas, los gobiernos argentinos han tratado de enmascarar –para evitar reclamaciones de sus efectivos- como una “Misión de paz” de Naciones Unidas.


La individualización de cada aparato y sus correspondientes roles en las operaciones “Escudo del Desierto” y luego en plena guerra durante la “Tormenta del Desierto” no les dejo lugar a dudas de la capacidad que aún mantenían los argentinos en desplegar sus conocimientos en un teatro altamente peligroso y hasta casi imposible de delimitar atento a la existencia en ese momento, de armas de largo alcance y de precisión casi milimétrica. En éste sentido, no hay que olvidar que los iraquíes contaban en sus arsenales con los temibles misiles “AM39 Exocet”, los mismos que ellos habían usado con mortífero éxito contra los británicos en la guerra de Malvinas en 1982.


Pero eso no era todo. La variedad de misiles antibuque iraquíes con alcance suficiente para darles de lleno a cualquiera de las unidades navales desde las costas kuwaitíes o desde su propia línea costera, quito el sueño a los planificadores de la operación naval ya que, ello pudo haber cambiado el curso de la guerra extendiéndola más allá de lo deseado por Schwarzcopf y su estado mayor. No hay que olvidar que más allá de que las batallas más importantes fueron terrestres, fue la vía marítima por el Golfo Pérsico, la ruta estratégica por la cual, se aprovisiono más del 90% de las cargas (3.000.000 de Toneladas) de pertrechos y equipamiento bélico para surtir a la misión de la Coalición. Sin aquella ruta la campaña se habría complicado y muy seguramente habría extendido las acciones bélicas más allá de lo tolerable.


Según lo ha comentado el mismo Vicealmirante Stanley Arthur y coincidiendo con los planificadores de las operaciones “Escudo y Tormenta del Desierto”, esta maniobra estratégica fue la clave del éxito militar al conceder a las fuerzas navales participantes, tareas parciales en coordinación cuya finalidad era asegurar la llegada en tiempo de los convoyes de transporte.


Alluette

Pese a todo, la misión argentina cumplió con su parte y ello fue motivo de análisis de los expertos militares brasileros. Uno de los aspectos que más destacaron en sus publicaciones fue las tareas realizadas por los helicópteros embarcados SA316B provenientes de la Base Aeronaval Comandante Espora que se ubica en la ciudad de Bahía Blanca, al sur del país. En plenas operaciones bélicas los helicópteros “Alluette” desempeñaron vitales tareas de vigilancia y rastreo de minas para proveer seguridad tanto a sus buques como al tren de convoyes que debían escoltar hasta las aguas kuwaitíes y para ello llevaron adelante operaciones combinadas con buques franceses como el Marne con el buque hospital Comfort, con los canadienses embarcados en el Athabascan y la fragata italiana Zeffiro.

Abasteciendo al buque Hospital COMFORT

Buque Athabascan Canadiense


Fragata  Zaffiro Italiana


Los aparatos argentinos realizaron dentro de la zona de operaciones y en pleno de la guerra 28 vuelos de búsqueda de minas, las cuales cobraron sus bajas entre la flota de la Coalición; unos 14 vuelos de transporte y 2 vuelos de evacuación médica, todos ellos lanzados desde la fragata “ARA Almirante Brown” y
“ARA Spiro” 


A la par de esto, las armadas aliadas también interactuaron con los buques argentinos y en este sentido el destructor “Almirante Brown” recibió en su cubierta de vuelo a los helicópteros SA316 franceses, el sobrevuelo de los SH-3 “Sikorsky” y SH-60 “Seahawk” de la armada estadounidense, los AB212 italianos y un fluido contacto con el Alto mando naval situado en Darham desde donde se coordinaban los movimientos de la flota de la Coalición que más allá de haber operado con relativa independencia operativa, debían cumplir con lo planificado por el “MarCent” (Comando Central Naval) dirigido por Almirantes y generales estadounidenses, británicos y franceses.


Se reconoció la experiencia como inédita destacando la pertenencia regional de dicha misión militar, la cual tuvo su paso obligado para reabastecimiento en puertos brasileros. Sin perder el hilo de las consecuencias -Realpolitik- que ello tuvo, no huelga en nada tener que recordar que detrás de la decisión de permitir las operaciones de reabastecimiento de víveres, pertrechos y alije de combustible fue permitido por Washington y bajo la atenta observación de Gran Bretaña que monitoreo todo el procedimiento desde sus aguas e incluso en los mismos puntos por donde tocaron los navíos argentinos.


En conclusión y a la vista de estos documentos históricos que dan cuenta de una experiencia tan importante para el desarrollo de una arma como la marina de guerra, se puede ver que son los brasileros quienes más saben de este acontecimiento que los mismos argentinos, protagonistas históricos de aquellas jornadas.

8/2/19

“LA OTAN Y SUS TRASFONDOS”


Una estructura político militar que sobrevive pese a no tener los objetivos que ya no existen ¿Tiene legitimidad para seguir actuando paralelamente a la ley
internacional?





Ciertas estructuras nacen para atender las necesidades de un tiempo y lugar determinados, y en política ello es tan común como necesario. Ese es el caso de la OTAN, un ente militar que nació al amparo de una amenaza contemporánea a las necesidades de los gobiernos que la conforman, en especial Francia, Alemania y por supuesto, EEUU. La Organización del Tratado del Atlántico Norte fue fundada el 4 de abril de 1949 en el marco de la psicosis sobre el temor a una avalancha soviética proveniente del este que invadiera a la Europa occidental judeo cristiana que había salido apenas un lustro antes de la segunda gran guerra.


Si en aquellos momentos el peligro de una escalada comunista sobre occidente tenía ciertos visos de realidad, especialmente en la era de Stalin y parte del gobierno de Kruschev, ello para finales de los setentas y mediados de los ochentas, ya no tenía sustento. Y es que a pesar de que la URSS aún estaba entera y el Pacto de Varsovia operaba como la contraparte de la Alianza atlántica, ya se comenzaban a ver serias fisuras dentro del bloque comunista. En la teoría aquella mega estructura militar occidental, se desmantelaría una vez que su contra parte soviética el “Pacto de Varsovia” se hubiera disuelto; pero ello, solo fue una vana esperanza.


Si bien habían varios generales y almirantes en ambas partes que tenían la expectativa de que estas estructuras se desmantelaran inmediatamente al final de la pugna bipolar, la mayoría o más bien, los más influyentes bregaron junto a los sectores políticos neoconservadores dentro del Congreso estadounidense, por bregar para mantener a la OTAN como una organización necesaria para la seguridad nacional. La necesidad arguída en realidad escondía razones económicas convenientes que comenzaron con la lucrativa industria armamentística y de defensa pero que se fueron ampliando con el paso de los años.


A la caída del muro de Berlín en 1989 el objeto de la OTAN entro en crisis y no fueron muchos los que apostaban por su continuidad. Era una cuestión de lógica ya que si un monstruo había desaparecido, era razonable que el otro también lo hiciera. Obviamente ello no fue así y entonces comenzaron las preguntas y los dilemas para tratar de justificar su existencia más allá de las reales necesidades que en algún momento llego a cubrir.


Lo cierto es que desactivar semejante megaestructura militar, conllevaría a desmantelar una vasta red de departamentos, secciones y con ello el cesanteo de miles y miles de puestos administrativos que mueven la burocracia de esta gigantesca organización. En fin. Darle muerte a la OTAN por falta de rival a quien combatir, significaría el final de subvenciones presupuestarias, de millonarios ingresos de cada uno de los gobiernos que cooperan para su sustento y por supuesto, la desarticulación de una formidable estructura militar extra continental que podía ser usada contra cualquier país que no se aviniera a las políticas de un “nuevo orden” como lo anuncio ante el Congreso estadounidense George H. Bush en septiembre de 1991.


En algún momento cuando devino la crisis del Golfo en 1990, algunos cerebros intentaron argumentar un ensamble de la OTAN con el Consejo de Seguridad de la ONU, algo que pese a no haberse oficializado, hoy parece una realidad de facto. Tratando de lavar la cara ante la opinión pública, se hicieron algunas propuestas para que su estructura sirviera para ejecutar resoluciones emitidas por el Consejo.


Y así fue utilizada ni bien se presentó la oportunidad, amparándose en situaciones de conflicto dentro de países estratégicos que tomaron un cariz internacional a la vera de resoluciones de Naciones Unidas. Así pues, Los Balcanes en la década de los noventa (con especial interés en degradar a Serbia aliado de Rusia), Afganistán 2001; Iraq 2003 y Libia en 2011 fueron los episodios más emblemáticos de su visible intervención en conflictos regionales. 

Obviamente que también ha actuado y sigue actuando bajo cubierta y con programas secretos en varios conflictos que tiene importancia geopolítica para Washington y Bruselas. En estos últimos no puede dejarse de recordar el golpe de estado de 2014 en Kiev que llevo al desencadenamiento de un conflicto en el este de Ucrania por la región del Dombas y la fallida intento de repetir el mismo libreto en la península de Crimea, abortado por la rapidez en adoptar una decisión política crítica por parte de Vladimir Putin.


Ahora bien. El paso de este tiempo y a la luz de la evolución de todas estas situaciones y de las consecuencias que ellas han reportado a millones de personas, no cabe lugar a dudas del origen y direccionalidad que pretende dársele a la OTAN y a organizaciones similares. Como bien dijimos, el nacimiento de este ente se enmarcaba en una amenaza al mundo occidental “judeo cristiano”, término que hoy por hoy adquiere una vital relevancia para entender el trasfondo de sus políticas y acciones. 

La llegada de los neoconservadores en 2000 a la Casa Blanca, fue solo la muestra del poder desnudo que operaba en las sombras ya desde décadas anteriores especialmente desde los sectores de lobistas dentro del Congreso y en especial en la administración Reagan. La peculiaridad de este sector era –y sigue siendo- la composición de sus miembros en su mayoría judíos o cristianos adherentes al llamado “neosionismo”. De este modo personajes como Wolfowitz; Perle, Cheney, Rumsfeld, Feith, Ledeen, Woolsey, Negroponte en muchos otros funcionarios de la era Bush, agitaron situaciones para concretar planificaciones previamente diseñadas por sus “Think Tanks”.


La predilección por el mundo árabe islámico y en particular contra los países laicos más avanzados de la región, fue notable y su fin se vio a la claras cuando desguazaron Iraq. Destruir las capacidades de estos países para que no rivalicen con Israel era –y sigue siendo- su “leitmotiv”. En ese plan han impulsado todo tipo intrigas y conflictos que han llevado a crear la engañosa necesidad de organizaciones como la OTAN pero adaptadas a la región donde se les requiere. Hoy eso se ve en el Medio Oriente, tras el fracaso de Barack Obama por establecer el plan de un “Medio Oriente Ampliado” sustentado por las monarquías árabes y que trató de engullirse a la República Árabe Siria, cambia de forma mediante el intento de crear una organización de seguridad regional “judeo sunita” que contenga la influencia iraní en la región. Esta inimaginable alianza ya viene siendo una realidad encubierta desde hace varios años y Yemen es su más sufriente ejemplo.


Actualmente el regreso de los neoconservadores con John Bolton a la cabeza, parece potenciarse con la venida de siniestros ingenieros del intervencionismo en épocas de Reagan; nos referimos a Abrams Elliott quien con un largo prontuario a sus espaldas por obrar a espaldas del Congreso estadounidense y tras ser indultado por esos cargos, es acogido por la peculiar administración de Trump quien en realidad poco y nada sabe del pasado de éste nuevo funcionario. Elliott además de ser un sionista militante, es un troskysta que fundo la “Teopolítica” como línea de fundamento para la toma del poder mundial, demostrando que los integrismos religiosos no solo provenían del mundo Islámico. Estuvo y sigue teniendo estrechos contactos con la inteligencia israelí –colaborando como asesor de Condoleezza Rice en la agresión israelí de 2006 contra el Líbano- la cual a su vez y por esta relación, tuvieron que ver con terribles masacres en el Salvador, Guatemala y Nicaragua.


Según algunas fuentes, su llegada es el prolegómeno, tras el fracaso del “Estado Islámico” (un embuste planificado por la inteligencia occidental), de la instauración de una nueva planificación para guardar los intereses estadounidenses en el Medio Oriente de cara a reorientar sus fuerzas sobre Venezuela y ello se concretaría con la creación de una OTAN compuesta por elementos israelíes y árabes. Esto se vislumbrará en la Conferencia de Varsovia a desarrollarse el 15 de febrero en la capital polaca y en ella se expondrán las ventajas de poner en marcha una estructura como la comentada. Ya se ha comprobado por los testimonios de altos mandos militares israelíes el grado de compromiso de Tel Aviv en las acciones violentas contra Siria como una manera de dejar en claro que su participación en esta posible estructura militar y de inteligencia para el Medio Oriente, debe ser más que preponderante y que sin dudas Washington apoyara a toda costa.

2/2/19

“AQUELLA GUERRA”


VETERANOS DE AYER, DE HOY Y DE SIEMPRE



En un nuevo aniversario de la guerra contra Iraq en 1991, reedita el estado de desgano de los partícipes argentinos en la Operación Tormenta del Desierto ¿Qué harán al respecto?





Ya se cumplen 28 años del estallido de la guerra contra Iraq ocurrida en enero de 1991 y aún pareciera que no ha pasado el tiempo para muchos de sus veteranos. Aunque la mayor parte de los países que apoyaron aquella aventura bélica impulsada por la Casa Blanca han dado reconocimiento a sus efectivos, hay otros casos que no rindieron los mismos honores. Este es el caso de los argentinos quienes tras haber sido parte de las operaciones militares de la Coalición Aliada liderada por los EEUU, aún no han sido reconocidos como veteranos de dichas operaciones.


Se trata de un mal precedente dentro del derecho nacional ya que refleja la parcialidad con que se ha interpretado el reconocimiento de los derechos y garantías de un sector de la población argentina. 

 Sin dudas lo es para el plexo de derechos que siempre tuvieron y siguen teniendo latentes cada uno de los miembros que participaron en el fragor de las operaciones bélicas que dieron inicio en las primeras horas del 17 de enero y que se extendieron oficialmente hasta el 28 de febrero de 1991. 

 En ese momento pasaron a ser elementos al servicio de una planificación que excedía las competencias de su propio gobierno y de los intereses de su propia nación. Cuando salieron de sus aguas jurisdiccionales pasaron a ser parte de una fuerza internacional que tenía una planificación, estructura y comando ajeno a sus mandos naturales y lo más importante, a las previsiones e hipótesis que durante años habían estado ensayando e incluso puesto en marcha durante la guerra de las Malvinas en 1982.


Fue por ello que para quienes habían estado en la guerra de Malvinas, todo este despliegue no era más que una rutina ya que el procedimiento para el alistamiento y zarpada era prácticamente el mismo. Pese a ello, hay que señalar que la naturaleza del conflicto y la entidad del mismo no se equiparaban. Pero lo importante para los intereses de cada hombre en aquellas dotaciones, era saber que desde el momento en que salían del puerto Naval de puerto Belgrano, adquirían derechos que se irían repotenciando a medida que avanzara la crisis hasta alcanzar un máximo nivel.


Era por ello que en esas circunstancias tan particulares que se representaron en dicho conflicto, cada hombre a bordo de esos buques seguía manteniendo su individualidad en lo que respecta a los derechos que nacerían de esa traumática experiencia. Así como militares en actividad cumplían con órdenes, obligaciones y directivas operativas de diverso nivel, nacieron a la par los correspondientes derechos por el fiel cumplimento de sus servicios en el marco de un conflicto bélico de características propias.


Para tratar de tapar ese cumulo de derechos, el gobierno siguiendo la retórica de Washington, se escudó detrás de un supuesto mandato de Naciones Unidas que en la realidad jamás existió. Lo que si existió fue un ultimátum del Consejo de Seguridad, órgano de Naciones Unidas, pero nunca se expidió una orden ejecutiva como la referida orientada a conformar una “fuerza multinacional” bajo la bandera la organización. El detalle no es irrisorio ya que la corroboración de su inexistencia, fortalece aún más los derechos que como combatientes les son asequibles a cada hombre embarcado.


Sin dudas, de que los funcionarios y el área letrada del Ministerio de Defensa, de Relaciones Exteriores y claro, de la Armada, estuvieron al tanto del detalle, pero creyeron que el paso del tiempo lo borraría y jamás sería conocido por sus protagonistas.


Claro que nada de eso se les dio a conocer a todos aquellos participes de la operación militar ni mucho menos. El entonces gobierno argentino, implementando una política distorsiva y obsecuente hacia los EEUU, participo en la primera operación de intervención militar a gran escala de finales del siglo XX sin haber previsto los pormenores que deberían atenderse a la situación de sus hombres para el regreso o incluso, su no regreso. Los riesgos no solo fueron de carácter físico y material para los efectivos que fueron remitidos a dicha zona de operaciones sino también, fue un alto riesgo de carácter jurídico y político al que se expusieron por una clara falta de planificación, amateurismo y falta de conocimiento de cuál era la situación en la realidad.


Si alguien le hubiera preguntado al entonces ministro de relaciones exteriores sobre ¿Qué hacer si uno de los buques era hundido o morían marinos en las operaciones de la Tormenta del Desierto” o, a cualquiera de sus funcionarios subalternos o incluso más, a cualquier burócrata que archivaba papeles en los estantes del ministerio, ninguno hubiera sabido responder esa pregunta. Mucho menos, lo hubieran explicado los representantes de la Armada. Y como afortunadamente eso no ocurrió, nadie se lo preguntó ni se lo han planteado para posibles intervenciones futuras.


Pero quienes fueron comisionados para embarcar en aquella misión inédita en lo que iba del siglo XX, la oportunidad no solo era única sino también interesante desde el punto de vista geográfico y paisajístico aunque es cierto decirlo, desde el inicio de las operaciones no hubo un solo momento de distracción para a lo menos relajar el ánimo. El peligro latente provenía de varias direcciones y no había seguridad alguna sobre la invulnerabilidad del cerco tendido en rededor de Iraq. Los hechos así lo demostraron cuando se pusieron en marcha las operaciones, aunque nadie de los presentes en aquel momento estaba autorizado –por constituir un secreto militar- a discurrir sobre ese tipo de incidentes.





A pesar de que cada uno de ellos mantenían una clara dependencia institucional de sus respectivos mandos que se circunscribía a su particular situación del estado militar, cada uno de ellos albergaban como ciudadanos y habitantes de la nación, una amplia gama de derechos civiles que la Constitución nacional ya reconocía antes de que se reformara en 1994.
Como tales mantenían cada uno de ellos su derecho ineludible a reclamar ante las autoridades sus correspondientes derechos y el respeto a las garantías más elementales (Cfr. art. 14 y 18 CN). 

Como parte de las operaciones militares que se desarrollaron en aquel entonces, adquirieron una calidad especial que no es ni más ni menos que la de “combatiente”, es decir, “aquel sujeto que, siendo miembro de una Fuerza Armada ha participado directa o indirectamente en el ataque a un adversario”. A partir de allí, la ley internacional reconoce esta calidad a quienes cumpliendo ciertos requisitos, tras el final de la contienda los hace pasibles de ser reconocidos como “veteranos”.


Igualmente y pese a no ser entendible desde la distancia, en aquellos momentos el ánimo por hacer reclamos en el ámbito castrense nunca fue lo fuerte de los militares argentinos (salvo el caso del Ejército) y mucho menos de los miembros de la Armada. Una mezcla de ignorancia, falta de asesoramiento por parte de los mismos abogados de su institución, conceptos erróneos con la ineludible misión de manipular los miedos de sus subalternos desde los altos mandos castrenses que respondían consecuentemente a los gobiernos de turno que poco o nada querían saber de esos asuntos, hicieron de ello un candado más que inviolable para los reclamantes.


Ello ha cambiado actualmente y queda más evidente que no habrá ningún tipo de pronunciamiento que reconozca a estas acciones si los actores de aquella guerra no abren la boca.