6/5/19

VETERANOS DE AYER, DE HOY Y DE SIEMPRE


La dimensión bilateral de las relaciones entre Argentina y Estados Unidos durante la década de 1990: El ingreso al paradigma de “Relaciones especiales" 


DENTRO DE ESTE PARADIGMA ENTRE EE.UU Y LA ARGENTINA Y LA DIMENSIÓN BILATERAL DURANTE LA DÉCADA DEL 1990/1991 EN TORNO A LAS RELACIONES ESPECIALES INTERNACIONALES. LA ARGENTINA SIEMPRE CORRE 
LOS PROBLEMAS DE GOBIERNO O TOMA DE DECISIONES YA SEA EJECUTIVO COMO LEGISLATIVO SIEMPRE VA DE ATRÁS, NUNCA UN PASO ADELANTE YO NO SE SI POR DESCONOCIMIENTO O NADIE ESTUDIA, COMO ES UNA POLÍTICA YA QUE NUESTRA CONSTITUCIÓN CASI PARECIDA A LOS DE EE.UU. 

A VECES PIENSO QUE COMO DIPUTADOS O SENADORES, Y AYUDANTES DEL EJECUTIVO, MAS MINISTROS NO LLEGARON A COMPRENDER LA DIMENSIÓN QUE TENIA ESTE ENVIÓ DE NAVES DE GUERRA A UN PAÍS DESCONOCIDOS POR NOSOTROS Y NO PARA EE.UU. COMO ELLOS SON LOS POLICÍAS DEL MUNDO ESTÁN EN TODOS LADOS POR SOLO HECHO DE MANTENER EN ORDEN SI ALGUIEN VENDE MAS CARO O BARATO EL PETROLEO. NO ME QUIERO EXTENDER EN MIS PENSAMIENTOS QUE SON BASTANTE LARGOS, SOBRE ESTE TEMA QUE DIJE QUE NO LO VOY A ABANDONAR HASTA TENER UNA REPUESTA DE CUALQUIER GOBIERNO DE TURNO. PERO INVESTIGANDO TODO EL TIEMPO DESCUBRO EN APARTADOS VIEJOS DE GRANDES ANALISTAS DE POLÍTICA EXTERIOR, PERO NO NUESTRAS DESDE AFUERA LA TIENEN MAS CLARAS. SEÑORES HUBO A LA FINAL UNA RESOLUCIÓN DE LEY QUE FINALMENTE EL 18 DE FEBRERO LOS LEGISLADORES APRUEBAN UN PROYECTO SIMBÓLICO DE APOYO PARA LAS ACCIONES BÉLICAS. POR FAVOR SIGAN LEYENDO.... 

 ARA SPIRO



Finalmente, el 23 de enero tuvo lugar el último capítulo de esta batalla interna. La Cámara de Diputados aprobó por 117 votos contra 99 la permanencia de las naves en la zona del Golfo Pérsico en términos de "apoyo logístico" a las fuerzas de la coalición liderada por Estados Unidos. El Ejecutivo consiguió la ratificación parlamentaria con el respaldo de la liberal Unión del Centro Democrático (UCD), los demos progresistas, el Movimiento Popular Jujeño, el Partido Federal, los liberales correntinos y el Partido Provincial Rionegrino, entre otros. Votaron en contra de la iniciativa oficial los radicales, los disidentes peronistas enrolados en el Grupo de los Ocho y el Partido Provincial Bandera Blanca. También lo hicieron varios diputados justicialistas, entre ellos Eduardo Ferreyra, Julio Badrán, Jaime Martínez Garbino y Raúl Rodríguez. Entretanto, y en oposición a la decisión del Congreso, las agrupaciones de izquierda MAS y PC y los peronistas del Grupo de los Ocho organizaron otra marcha, instando al regreso de las naves argentinas.



Tiempo después de esta dura victoria parlamentaria, el 8 de febrero, el presidente norteamericano Bush llamó por teléfono al presidente Menem para transmitirle su comprensión de los problemas que debe enfrentar la Argentina y su reconocimiento por la contribución del país a la presencia de las fuerzas aliadas en el Golfo Pérsico.

b) La posición asumida por la administración menemista en las sucesivas crisis entre los gobiernos de Estados Unidos e Irak



Durante la nueva crisis suscitada entre los gobiernos de Irak y Estados Unidos que tuvo su inicio el 13 de enero de 1993, el gobierno argentino renovó su apoyo a la posición de Washington. Pocas horas después que un centenar de aviones norteamericanos, ingleses y franceses bombardearan objetivos estratégicos en territorio iraquí, Menem sostuvo que la Argentina está "totalmente de acuerdo con la actitud adoptada por las Naciones Unidas




ARA BROWN




A partir de la asunción de Carlos Menem a la presidencia en julio de 1989 y muy especialmente tras la decisión presidencial de participar en la Guerra del Golfo, adoptada en agosto de 1990, los vínculos entre Argentina y Estados Unidos ingresaron al paradigma de "relaciones especiales". 

Dicho ingreso completó el inconcluso "giro realista" iniciado por su antecesor Raúl Alfonsín. Asimismo, constituyó un paso vinculado al esfuerzo de la administración peronista por concretar los siguientes cuatro objetivos de política económica interna y externa: la eliminación de la hiperinflación y el logro de la estabilidad y el crecimiento económicos, la renegociación de la deuda externa y la búsqueda de credibilidad y capitales externos. 

Desde la percepción del gobierno, estos objetivos sólo podían concretarse a través de la construcción de una alianza a la vez estratégica y económica con los Estados Unidos y los países desarrollados de Occidente y de una integración primordialmente económica con Brasil y los países del Cono sur.

Para mejor comprensión del lector, el presente capítulo se subdivide en tres ámbitos diferenciados que constituyen las tres partes del trabajo. Dichas partes, diferenciadas pero la vez fuertemente relacionadas entre sí, son las siguientes:

1) la correspondiente al ámbito estratégico;

2) la vinculada con el ámbito de las cuestiones político-diplomáticas de la agenda bilateral; 

3)la correspondiente al ámbito económico.





PRIMERA PARTE 



EL ÁMBITO ESTRATÉGICO DE LA AGENDA BILATERAL 

Durante los años de gobierno de Menem, este ámbito adquirió una particular densidad, como fruto del patrón de "relaciones especiales" adoptado y de la centralidad de los vínculos con Estados Unidos en dicho patrón. Dentro del mismo cabe destacar la existencia de cuatro tipos desmedidas:

1) las adoptadas por el gobierno argentino respecto de cuestiones estratégicas vitales para el gobierno norteamericano;

2) las adoptadas por el gobierno norteamericano en el apartado estratégico de la agenda bilateral;

3) las medidas de cooperación bilateral en materia estratégica; y

4) la persistencia de cuestiones no resueltas en esta sección de la agenda.Dentro de las primeras, es decir, las adoptadas por el gobierno argentino respecto de cuestiones estratégicas vitales para las autoridades de la Casa Blanca, cabe señalar la participación argentina en la Guerra del Golfo y la posición asumida por la administración menemista en las sucesivas crisis entre los gobiernos de Estados Unidos e Irak; las medidas adoptadas por las autoridades de la Casa Rosada y el Palacio San Martín en materia de política nuclear, no proliferación y tecnologías sensibles; la desactivación del misil Cóndor II; las medidas adoptadas por el gobierno argentino para revertir las falencias de seguridad en el aeropuerto de Ezeiza; y la posibilidad de la participación argentina en un esquema de intervención multilateral en Colombia -"Plan Colombia"- auspiciado y dirigido por el gobierno de Estados Unidos. Respecto de las medidas adoptadas por Estados Unidos en el marco estratégico de la agenda, vale destacar el levantamiento de la enmienda Humphrey-Kennedy de embargo de venta de armas norteamericanas a la Argentina; las negociaciones por la compra de los radares estadounidenses para los aviones A4 M y por la venta de los aviones de entrenamiento argentino.


 La participación argentina en la Guerra del Golfo

Así como las medidas de apertura económica y reforma del Estado adoptadas desde julio de 1989 fueron la manifestación interna del ingreso al patrón de "relaciones especiales" con Estados Unidos, la participación argentina en la Guerra del Golfo a partir de septiembre de 1990 constituyó la primera medida trascendente que demostró la adopción de dicho patrón en el ámbito de la política exterior. Fiel a su perfil  occidentalista, pero no automático, el gobierno argentino se mostró inicialmente renuente a la alternativa de un envío inmediato de tropas a la zona en conflicto hasta que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas así lo requiriese. Esta posición de bajo perfil, más humanitaria que política, respecto del conflicto en su primera etapa puede rastrearse, con diversos matices, en las declaraciones que durante agosto de 1990 efectuaron al respecto el presidente Carlos Menem; su hermano, el senador Eduardo Menem; y el entonces canciller Domingo Cavallo. Por cierto, esta reticencia inicial estuvo íntimamente ligada a dos factores:

 CONGRESO DE LA NACIÓN ARGENTINA



1.la existencia de una óptica liberal wilsoniana en versión periférica  en los responsables de la política exterior del gobierno de Menem, de enfático apoyo a las intervenciones multilaterales en defensa de los derechos humanos y las libertades democráticas (elemento que compartía con la versión original del liberalismo wilsoniano), pero a la vez reticente respecto de las acciones unilaterales de Estados Unidos; y

2.la percepción del alto grado de resistencia que presentaría en las bancadas radical y peronista la aprobación del envío de fuerzas sin resolución previa del Consejo de Seguridad.Frente a las voces reticentes dentro del gobierno, los funcionarios cercanos al entorno presidencial y los oficiales de las Fuerzas Armadas sostuvieron la conveniencia del envío inmediato de tropas al Golfo como un "gesto" destinado a la Casa Blanca. Señalaban que la necesidad de que se produjese ese gesto había sido sugerida por Washington al menos en dos ocasiones: durante la entrevista pedida de modo urgente al presidente Menem por el vicepresidente norteamericano, Dan Quayle, en Colombia, durante la asunción del presidente César Gaviria Trujillo, y en una reunión que altos funcionarios de la Cancillería mantuvieron con representantes de la Embajada de Estados Unidos, entre ellos, el consejero político, James Walsh. Este sector proclive a una respuesta inmediata en favor de la participación de efectivos remarcó la necesidad de aprender de las "lecciones del pasado", es decir, las derivadas de la tardía declaración de guerra por parte de la Argentina al Eje, en 1945, que le costó a Argentina un tratamiento muy diferente que el que tuvo Brasil, premiado con inversiones productivas por los miles de brasileños muertos en Europa durante su participación en la Segunda Guerra.

Tras el envío de dos cartas al presidente Menem (la de su par norteamericano, George Bush, del20 de agosto, agradeciéndole su preocupación por la situación en el Golfo Pérsico; y la del jefe de Estado de Egipto, Hosni Mubarak, del 13 de septiembre, en la que éste explicaba al mandatario justicialista las razones por las cuales el mundo debía reaccionar en bloque ante la agresión de Irak a Kuwait), el presidente argentino abandonó su bajo perfil inicial y adhirió a la posición norteamericana, partidaria del envío de tropas aún sin la aprobación de la ONU. 



Así, el 16 de septiembre, Menem señaló que su gobierno "enviará tropas al Golfo Pérsico sin ningún tipo de consulta "si el objetivo perseguido es consolidar la paz". En ese caso, anunció el primer mandatario, "sólo consultaré a sectores de la comunidad. Pero si se tratará de tropas de intervención (...) tendría que resolver el Congreso". Hasta ese momento, el discurso del Gobierno había consistido en afirmar que no se enviarían fuerzas militares si no lo pedían las Naciones Unidas, pero el presidente no aludió en sus declaraciones del 16 de septiembre a la  ONU cuando admitió la posibilidad de que "tropas para consolidar la paz" -integradas sólo por oficiales y suboficiales- sean despachadas sin consulta legislativa. Acorde con el cambio en la posición del presidente Menem, su canciller, Domingo Cavallo, anunció en un mensaje difundido por radio y televisión el 18 de septiembre de 1990, la partida de oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas argentinas para "ayudar a restablecer la paz y evitar una tragedia de imprevisibles consecuencias en la zona en conflicto". Cavallo aclaró que los efectivos argentinos "no van a emprender acciones bélicas" y justificó la decisión de enviar tropas, remarcando que 

“Si la Argentina quiere participar de los beneficios del proceso de gestación de un nuevo mundo de paz y progreso, debe asumir las responsabilidades. Frente a la actitud del régimen de Bagdad, la indiferencia implica atraso y aislamiento." El 19 de septiembre, el presidente Menem justificó el envío de tropas al Golfo Pérsico, al asegurar que"(…) al pedirlo un país integrante de las Naciones Unidas (Kuwait) es como si la UN lo hubiera pedido. (…) la Argentina no puede darse el lujo, en este momento que estamos emergiendo de una crisis, de quedar aislada del resto del mundo (…) 



Estamos en otro mundo, en el que la neutralidad no existe (...) no son tropas intervencionistas sino para consolidar la paz, para evitar las consecuencias de un enfrentamiento". Sobre la decisión tomada Menem reconoció que él se había manejado "con la Cancillería" y al preguntárselo si fue sometida a consulta alguna dijo que"(…) esto es una cuestión del Gobierno y no de los partidos políticos." 

(Por cierto, esta última afirmación del presidente hacía referencia a la existencia de voces contrarias al envío de tropas tanto dentro de las filas de la oposición como del partido entonces gobernante. Ejemplo del primer caso fue la iniciativa del ex-canciller radical y entonces diputado Dante Caputo de interpelación a los ministros de Defensa y de Relaciones Exteriores, Humberto Romero y Domingo Cavallo, para que informaran verbalmente en la Cámara Baja las razones del envío de tropas. Aunque esta iniciativa de Caputo, propuesta por el diputado de la UCR César Jaroslavsky, tuvo el respaldo de los diputados provenientes del Partido Socialista Unificado, del Partido Federal-Otra importante señal de divergencia en las filas del oficialismo tuvo lugar días después, cuando mientras el presidente del bloque justicialista de Diputados, José Luis Manzano, aseguraba que Argentina podría enviar más efectivos militares al Golfo "si lo piden las Naciones Unidas o los países que están participando en el embargo", el propio presidente de la Cámara de Diputados, el justicialista Alberto Pierri, criticó la decisión presidencial de enviar tropas al Golfo Pérsico, opinando que las naves argentinas iban a realizar "un viaje turístico, porque estos dos barquitos no pueden modificar nada" -aunque poco después sostuvo que su afirmación no implicaba dejar de apoyar la decisión del gobierno de enviar tropas al Golfo-. Asimismo, el secretario general dela central sindical, la Confederación General del Trabajo (CGT), Saúl Ubaldini, señaló también su rechazo al envío de tropas, destacando que"nunca fuimos una nación mercenaria o una colonia proveedora de carne de cañón paradefender intereses ajenos. 

No obstante estas voces divergentes dentro del propio oficialismo, el 27 de septiembre de 1990, los senadores del PJ, en un nuevo giro, abandonaron su posición contraria al envío de tropas y la respaldaron, rechazando el intento del bloque radical de condenarla. En este sentido fue notorio el cambio en la posición del senador Eduardo Menem, el presidente provisional del Senado, quien originariamente se oponía al envío de tropas y se convirtió en la sesión del 27 en el principal defensor de la medida adoptada por el Ejecutivo.

En dicha ocasión, el hermano del presidente justificó la medida, sosteniendo que "hemos resuelto apoyar la decisión del Gobierno de enviar fuerzas de paz, por entender que esto se enmarca dentro de la resolución delas Naciones Unidas". Dijo que, por tratarse de fuerzas de paz, "no necesitaban de la autorización del Congreso" para salir del país. El senador Menem agregó que, con la actitud asumida por el Presidente, la Argentina "deja de ser un espectador y se convierte en protagonista" de las relaciones internacionales. Consciente del tenso clima interno generado por la decisión gubernamental de enviar tropas al Golfo Pérsico, el ministro de Defensa argentino, Humberto Romero, sostuvo que los buques argentinos a ser enviados al Golfo Pérsico llevaban precisas instrucciones de no participar en misiones ofensivas y solamente podrían responder a un ataque en defensa propia. La decisión adoptada por el gobierno argentino provocó el elogio verbal de las autoridades norteamericanas. Ese mismo día 19 de septiembre, el embajador norteamericano en Buenos Aires, Terence Todman, y el vocero de asuntos exteriores de la Casa Blanca, Roman Popaduak, notificaron el beneplácito de Washington por la decisión del gobierno argentino de enviar tropas a la zona del Golfo Pérsico.  

Al día siguiente, 20 de septiembre, Menem recibió una felicitación por carta de su colega Bush, redactada de la siguiente manera: 

“Me sentí muy complacido al conocer su decisión de participar en la fuerza multinacional en la región del Golfo Pérsico. Su franca posición en contra de la intolerable agresión y de la flagrante desobediencia al derecho internacional por parte de Saddam Hussein es sumamente apreciada. Constituye un ejemplo de su firme determinación de que la Argentina desempeñe un papel preponderante y destacado en los asuntos mundiales. Deseo profundamente que la creciente nómina de países dispuestos a defender nuestros intereses comunes en la región del Golfo Pérsico induzca a Saddam Hussein a retirarse de Kuwait.

Al día siguiente, 20 de septiembre, Menem recibió una felicitación por carta de su colega Bush, redactada de la siguiente manera: 

“Me sentí muy complacido al conocer su decisión de participar en la fuerza multinacional en la región del Golfo Pérsico. Su franca posición en contra de la intolerable agresión y de la flagrante desobediencia al derecho internacional por parte de Saddam Hussein es sumamente apreciada. Constituye un ejemplo de su firme determinación de que la Argentina desempeñe un papel preponderante y destacado en los asuntos mundiales. Deseo profundamente que la creciente nómina de países dispuestos a defender nuestros intereses comunes en la región del Golfo Pérsico induzca a Saddam Hussein a retirarse de Kuwait

. Espero verlo el 1º de octubre en Nueva York. Sinceramente, George Bush.

El 24 de septiembre, fue el subjefe de la Junta de Jefes del Estado Mayor norteamericano, almirante David Jeremiah, quien expresó, en una reunión que mantuvo con el ministro de Defensa argentino, Humberto Romero; con el jefe del Estado Mayor Conjunto de la Argentina ,vicealmirante Emilio Ossés, y con el embajador norteamericano en Buenos Aires, Terence Todman, la satisfacción de las fuerzas armadas norteamericanas por la participación de la Argentina en la fuerza internacional de bloqueo contra Irak. Jeremiah señaló que la actitud del Gobierno "pone a la Argentina en la más alta consideración". Durante el encuentro que sostuviera con Menem en Nueva York el 1º de octubre de 1990, Bush nuevamente agradeció a su colega argentino.

La participación en el bloqueo contra Irak en los siguientes términos: "He planeado decirle al presidente Menem que estoy muy agradecido por su solidaridad. 

Es un hombre de coraje y entiendo que los argentinos están apoyando lo que usted hace, señor." Estimulado por las favorables repercusiones que en la Casa Blanca tuvo la decisión de enviar tropas al Golfo, el gobierno, a través del canciller Domingo Cavallo, admitió el 21 de octubre la posibilidad de reforzar la presencia militar argentina en la zona del Golfo. 

Al visitar la base naval de La Spezia a la corbeta misilística Spiro -una de las naves argentinas que viajó a la zona del conflicto- Cavallo explicó al respecto que" Estamos estudiando el envío de aeronaves que sirvan como apoyo logístico al contingente y que permitan, de paso, evacuar a argentinos y a latinoamericanos de la zona, si se desatase el conflicto bélico (...) la misión es importante, no sólo porque significa apoyar en el plano diplomático-práctico el embargo económico decidido por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, sino porque el objetivo final es fundar un sistema de seguridad mundial, tal como lo establece la misma carta de la UN". 

Por su parte, el Ministerio de Defensa argentino emitió el 22 de octubre un comunicado que señalaba como "de destacada importancia" que el pabellón nacional argentino estuviera presente “en una región importante del mundo", al tiempo que expresaba que sus habitantes” quizá por primera vez, incorporarán a la República Argentina dentro de una consideración prioritaria y nuestros connacionales que allí residen tendrán la tranquilidad de que buques de su país estarán allí prestos a apoyarlos". 

Finalmente, el 1° de diciembre, fue el secretario legal y técnico de la Presidencia, Raúl Granillo Ocampo, quien adelantó que el Poder Ejecutivo enviaría al Congreso una iniciativa para que las tropas argentinas enviadas al Golfo Pérsico participaran activamente en una eventual guerra. Frente a esta declaración, tanto los diputados radicales como los representantes de posturas de izquierda (Movimiento al Socialismo -MAS-, Partido Intransigente (PI) y Partido Socialista Unificado (PSU)- anticiparon su postura desfavorable  

A su vez, otros legisladores, como ucedeísta Adelina de Viola, solicitaron mayor información para tratar de precisar en qué medida dicho conflicto anunciaría una guerra convencional o nuclear, antes de fijar una posición definitiva. 

MAS DE 30 AÑOS DE DEMOCRACIA

Por su parte, el presidente de la Cámara de Diputados, Alberto Pierri, optó por la cautela y se abstuvo de comentar cuál sería la posición del bloque justicialista. Junto a la reticencia parlamentaria tuvo lugar un importante debate académico respecto de este tema, que se centró en dos cuestiones: 

a) el costo de adoptar una decisión sin el previo respaldo del Congreso en términos de credibilidad externa ; y 

b) la crítica a la vinculación mecánica que los funcionarios del gobierno hicieron entre el gesto de enviar naves y su contrapartida en términos de beneficios económicos para la Argentina.



Como era de esperarse, la presencia de Bush en la Argentina, a principios de diciembre de 1990, fue una ocasión para que los legisladores disidentes con la posición del gobierno se hiciesen oír. Así, el diputado Luis Zamora (MAS-Izquierda Unida) elevó ante la Cámara Baja un proyecto de declaración que solicitaba que el cuerpo legislativo expresara su rechazo a la visita de Bush “por constituir un salto adelante en la colonización de América Latina y en el intento de promover un sólido frente de apoyo a la agresión contra el pueblo iraquí". 

Por su parte, los diputados integrantes del peronista Grupo de los Ocho también expresaron su oposición a que Bush concurriese al recinto de la Asamblea Legislativa. Lo propio hicieron los diputados Jacinto Gaibur (peronismo), Simón Lázara (socialismo unificado) y Rafael Pascual(radicalismo), quienes señalaron su oposición a la visita de Bush. 

De acuerdo con la óptica de estos legisladores, el presidente norteamericano venía a la Argentina para promocionar su Iniciativa para las Américas, que "no es una propuesta seria". El Partido Humanista consideró a su vez que "la visita de Bush es oprobiosa, porque se hace cuando la desocupación, la miseria, la desnutrición y la mortalidad infantil son lo único que crece en la Argentina" y señaló que el mandatario norteamericano era "el principal respaldo del gobierno nacional y su política económica". 

Asimismo, el 4 de diciembre de 1990, el diputado nacional Guillermo Estévez Boero (Partido Socialista Popular - Santa Fe) entregó en la Embajada de los Estados Unidos una carta personal dirigida a Bush, en la que expresaba sus disidencias con diversas actitudes de la administración republicana, señalando que "No estamos contra el pueblo de los Estados Unidos de América ni contra el gobierno que elige dicho pueblo, Estamos sí decididamente en contra de políticas opuestas a los intereses de nuestros pueblos, a los intereses de nuestra Nación y a los intereses de nuestros hermanos de América Latina". 

Finalmente, el 5 de diciembre de 1990 -el mismo día del arribo del presidente Bush a Buenos Aires- el MAS organizó una marcha de repudio a la presencia del mandatario norteamericano. Frente a estas expresiones de repudio, el presidente Menem sostuvo que"(...) Es bueno que los argentinos entendamos que los ideologismos y todo aquello que lleva a la confrontación (...) en estos momentos no sirve ni para la Argentina ni para ninguna parte de la tierra, por eso me dan pena algunos ideologismos, tratando de hacer una demostración en contra del presidente de los Estados Unidos (...) en realidad, tendría que salir todo el pueblo a la calle para saludar a este hombre que representa a un gran país de la Tierra". 

El 5 de diciembre, Bush comenzó su estadía en Buenos Aires agradeciendo a su colega Carlos Menem el alineamiento de la Argentina con los grandes objetivos del mundo occidental. Al analizar la cuestión del Golfo y plantear Menem que el Congreso decidiría si las naves argentinas intervendrían en caso de guerra, Bush sostuvo que el gran argumento para aprobar esa participación era la resolución que hacía poco había aprobado del Consejo de Seguridad dela ONU, que había autorizado el uso de la fuerza. 

En una conferencia de prensa conjunta, ambos presidentes reiteraron que la única solución posible para la crisis en el Golfo Pérsico era el retiro iraquí de Kuwait "sin condicionamientos". El mandatario norteamericano reiteró su agradecimiento a la contribución argentina en la Guerra del Golfo en el discurso que efectuara ante el Parlamento ese mismo día 5:"(…) 

Traducción: En la actual crisis del golfo, también ha demostrado fortaleza y visión ayudando a liderar los esfuerzos internacionales para detener la agresión brutal de Saddam. "Su contribución a la fuerza cultural en el golfo es una declaración de su compromiso con la paz y el estado de derecho, y una clara señal de que está asumiendo el lugar que le corresponde como líder entre las naciones amantes de la libertad".

Al día siguiente, y tras despedir al presidente Bush, Menem anunció el envío al Parlamento del proyecto de ley sobre la eventual participación de las Fuerzas Armadas en caso de una guerra en el Golfo. Dijo Menem que de aprobarse el proyecto respectivo las unidades navales argentinas podrían prestar apoyo logístico y no intervenir en las acciones bélicas. 

Finalmente, el 13 de diciembre, el canciller Cavallo anunció que las naves argentinas que se encontraban en el Golfo Pérsico regresarían al país a fines de enero "por una necesidad de rotación natural y de recambio de personal". Consciente de las reticencias existentes en el Parlamento, el ministro subordinó el envío de otras naves argentinas a la autorización del Congreso para su intervención en un eventual conflicto bélico.


El mes de enero de 1991 fue testigo de la batalla entre el Ejecutivo y el Legislativo por la permanencia o el retiro de los efectivos argentinos presentes en la zona del Golfo. El 11 de enero, Menem reiteró a los miembros del Parlamento la necesidad de un urgente análisis parlamentario por la presencia de las tropas argentinas en el Golfo Pérsico, pero el afán presidencial chocaba en Diputados no sólo con la reticencia de los legisladores en este tema sino también con la sombra de las denuncias vinculadas al escándalo del "Swiftgate", obstáculos ambos que dificultaban las sesiones en la Cámara Baja. 

Tres días después, los bloques de diputados y senadores del radicalismo exigieron al presidente Menem que "ordene el inmediato regreso" de las naves argentinas enviadas al Golfo Pérsico, en tanto el comité nacional de la UCR atribuyó al gobierno de Menem el actuar con "frivolidad"ante la profundización del conflicto y consideró "inconstitucional" mantener las tropas Argentinas en la zona.



El día 17 de enero, las voces en contra de la presencia argentina en el Golfo dentro del Congresos hicieron oír con particular intensidad. Los diputados de la oposición aprobaron en minoría en él un proyecto de declaración que instaba al Ejecutivo a disponer el regreso de las naves. Dicha sesión incluyó duras calificaciones de los diputados Federico Storani (Unión Cívica Radical) y Juan Pablo Cafiero (Grupo de los Ocho) y la presentación, por parte de los diputados bonaerenses del Partido Intransigente (PI) Gustavo Moccero y Jorge Drkos, de un proyecto de declaración de juicio político contra el presidente Menem y el canciller Cavallo, por decidir, sin consultar al Legislativo, la participación argentina en la Guerra del Golfo. 

El bloque de diputados justicialistas, ausentes del recinto principal, se reunieron en el anexo con el fin de unificar la posición a favor de la permanencia de dichas naves. En la Cámara Alta, se destacaron las críticas del senador radical Hipólito Solari Yrigoyen, quien señaló que “con esta intervención inconsulta hemos roto una tradición de independencia internacional”. Mientras las Cámaras parlamentarias discutían la continuidad o no de la participación de las naves argentinas, fuera del recinto parlamentario se hicieron oír las voces a favor y en contra dela misma. Entre las primeras, cabe destacar la posición de distintas entidades empresarias –las Confederaciones Rurales Argentinas (CRA); la Coordinadora de Actividades Mercantiles Empresarias (CAME); la Unión de Entidades de Servicios (UDES); la Unión de Entidades de servicios (UDES); la Unión de Entidades Comerciales Argentinas (UDECA); y el Consejo Argentino de la Industria (CAI)-, quienes el día 23 de enero emitieron un comunicado conjunto, al cual se sumó la CGT San Martín, liderada por Guerino Andreoni. El texto de la declaración fue similar al presentado el mismo día por la Unión Industrial Argentina (UIA) y decía lo siguiente:

"1) La presencia de naves argentinas se fundamenta en la resolución de las Naciones Unidas que procura preservar el derecho internacional y la paz mundial, alterados por Irak al invadir Kuwait.

2) Por tal razón, el respaldo que otorgamos a la permanencia de las tropas argentinas tiene como objetivo colaborar con los esfuerzos dirigidos a una urgente solución del conflicto".

Entre las voces opuestas a la presencia argentina en la zona del Golfo, vale mencionar las agrupaciones de izquierda (Movimiento al Socialismo -MAS-, Trabajadores por el Socialismo-PTS-; Partido Obrero -PO-; Partido Comunista –PC), Partido Obrero (PO)) y de algunos sectores aislados del peronismo y del radicalismo (grupo peronista Descamisados, Grupo de los Ocho y Mujeres Radicales) quienes, en los días 15 –el del vencimiento del ultimátum de la ONU a Saddam Hussein para que retire sus efectivos de Kuwait- y 23 de enero organizaron sendos actos en el Congreso bajo las consignas "Fuera yanquis del Golfo Pérsico" y "Regreso delas tropas argentinas". Una posición similar de repudio a la guerra e intervención del Congreso para exigir al Ejecutivo el retorno de las naves argentinas adoptó la Juventud Radical y las agrupaciones de derechos humanos Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ), Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas y Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH). 

Ese mismo 18, Menem enfrentó a los sectores críticos de su propio partido señalando que la Guerra del Golfo "va a beneficiar a la Argentina". Utilizando el viejo argumento del pragmatismo comercial argentino en el marco de un contexto bélico, sostuvo que la Argentina podía aprovechar la necesidad de alimentos y combustibles del mundo como lo había hecho el general Juan Domingo Perón durante la Segunda Guerra Mundial, en los siguientes términos: “Los peronistas que se rasgan las vestiduras no se acuerdan ahora de que fue el general Perón el que le declaró formalmente la guerra al Eje y nuestro país proveyó de alimentos y combustibles al mundo".

PALOMA DE LA PAZ, QUE NUNCA HUBO, FUE GUERRA..



 

3/5/19

Dron iraní espía de acerca al portaaviones Dwight D Eisenhower de EEUU en el golfo Pérsico


VETERANOS DE AYER, DE HOY Y DE SIEMPRE


Las imágenes, que han sido difundidas por la agencia de noticias Tasnim. muestran al USS Dwight D. Eisenhower y a otro buque de guerra estadounidense junto a aviones de combate
El portaviones USS Dwight D. Eisenhower. El portaviones USS Dwight D. Eisenhower. 
El portaviones USS Dwight D. Eisenhower. Un dron de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria de Irán (CGRI) ha logrado grabar a corta distancia y desde varios ángulos a un portaviones estadounidense en el Golfo Arábigo, según ha informado este sábado la agencia iraní Tasnim, que ha publicado el vídeo.
Las imágenes muestran al USS Dwight D. Eisenhower y a otro buque de guerra estadounidense, según la agencia de noticias AP. Asimismo, se puede ver a varios aviones de combate, estacionados en la cubierta del portaviones, mientras navega en aguas del Golfo Arábigo.

La imagen puede contener: océano, cielo, exterior y agua

El vídeo aparece después de que el pasado 8 de abril Estados Unidos designara a los CGRI como organización terrorista. Se trata de la primera vez que Washington declara a una estructura gubernamental como terrorista. En respuesta a la decisión de Estados Unidos, Irán incluyó a las Fuerzas Armadas estadounidenses en la lista de organizaciones que la República Islámica considera terroristas.
En detalle, el Consejo Supremo de Seguridad Nacional iraní designó como terrorista al Mando Central del Departamento de Defensa estadounidense (CENTCOM, por sus siglas en inglés) y a sus fuerzas afiliadas en Oriente Medio y Asia.
Por su parte, el presidente de Irán, Hasán Rohaní, aseguró el pasado 9 de abril que Washington juega un papel principal en la propagación del terrorismo en el mundo y afirmó que la nación norteamericana es "el líder mundial del terrorismo".


28/4/19

¿QUÉ LE HICIERON A PAPÁ EN LA GUERRA DEL GOLFO PERSICO CONTRA IRAK?



VETERANOS DE AYER, DE HOY Y DE SIEMPRE


HE AQUÍ UN NIÑO DESCENDIENTE DE UN SARGENTO QUE TUVO QUE TRAGAR HUMO Y ALGUNAS DROGAS CONTRA EL GAS NERVIOSO, Y PASA ESTAS COSAS LA PAGAN LOS HIJOS. PERO ESTE SEÑOR YA MURIÓ Y EL HIJO NACIÓ CON SUS PIERNAS MUEREN EN LAS RODILLAS MUÑONES . JAYCE HANSON TIENE 11 AÑOS EN SU TIEMPO....ACÁ LA HISTORIA

Su trágica imagen y su vida truncada, son todo lo para los más de 200.000 soldados que sufren e llamado “síndrome del Golfo”. Para ello y sus dramáticos interrogantes no han terminado.



Ocho años después de aparecer en la portada de la revista Life, Jayce Hanson no es muy diferente de cualquier otro chico de 11 años. Le gusta jugar en la calle con sus amigos, los vídeo-juegos y los programas de ordenador. “Lo que quiere hacer en el futuro cambia cada día, depende de cuál sea su nuevo interés ese día -comenta su madre, Connie-. No ve nada como imposible”.

Lo que hace a Jayce diferente de otros chicos de su edad es que tiene dos muñones en lugar de brazos y no tiene piernas más allá de sus rodillas. Las actividades cotidianas son un desafío diario. No puede ir al servicio ni darse un baño sin la ayuda de un asistente, pero consigue vestirse solo con unos palos de madera diseñados especialmente. Su mayor preocupación, y la de su madre, es que, al carecer de brazos, no puede agarrarse a nada cuando se cae.


La causa de las discapacidades físicas de Jayce Hanson enfurecerían y asustarían a cualquier padre. Nació con los problemas de los niños calificados como “bebés talidomida” de los años 50 y 60, pero su madre nunca tomó drogas.

Cuando conocí a los Hanson por primera vez en el otoño de 1994, creían saber por qué Jayce había nacido con tantos problemas.

Su padre, Paul Hanson, sargento del 16 Batallón de Ingeniería del Ejército de Estados Unidos, luchó en Kuwait durante cuatro meses en 1991 como parte de la Operación Tormenta del Desierto contra Irak, la Primera Guerra del Golfo.

No sólo inhaló una gran cantidad del humo que procedía de los oleoductos incendiados por las tropas iraquíes, sino que Paul tomó una droga experimental que le dio el mando militar norteamericano para protegerle de la amenaza del gas nervioso. Cuando regresó a casa, sufrió constantes dolores de cabeza, náuseas y dolor en el pecho. Tras el nacimiento de Jayce, Paul y Connie confirmaron que algo iba mal.


En los 12 años posteriores al conflicto en el Golfo Pérsico, miles de soldados y sus familias se han enfrentado a una serie de enfermedades inexplicables que les han lisiado a ellos y, en algunos casos, a sus hijos.

De los 700.000 hombres y mujeres procedentes de Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña y Francia que intervinieron en la contienda de 1991 en Kuwait, más de una tercera parte se han quejado de diversas complicaciones de salud, conocidas popularmente como “el síndrome de la Guerra del Golfo”.

Hoy todavía no se ha encontrado una causa identificable de este síndrome, a pesar de que Estados Unidos ha gastado más de 200 millones de dólares, ya desde la presidencia de Hill Clinton, para financiar diversos proyectos de investigación sobre este asunto. Los veteranos de la guerra del Golfo y sus abogados, sin embargo, sospechan que las causas pueden ser una combinación del humo de los incendios de los pozos petrolíferos, los tanques de uranio empobrecido, la vacuna contra el carbunco y el antídoto experimental que tomaron Paul Hanson y muchos otros, llamada “bromo piridostigmina”.


Desde el final de aquella contienda bélica, unos 100.000 veteranos han participado en los registros y estudios del Departamento de Defensa para hacer un seguimiento de los síntomas y el impacto del síndrome. Una docena de comisiones y multitud de estudios han fracasado en su intento de dar una explicación plausible para el hecho de que tal cantidad de soldados sufran serios trastornos de salud después de haber estado en Kuwait hace 12 años. La mayoría de las comisiones gubernamentales americanas apuntan a que el responsable es el estrés psicológico derivado de tener que enfrentarse a un potencial ataque químico y biológico, pero la explicación no convence a los veteranos. El síndrome de la guerra del Golfo podría quedar como uno de esos misterios médicos sin causa ni cura.

La falta de explicación sobre las causas del síndrome sólo contribuyen a perpetuar el miedo. En la actualidad, con los ejércitos de Estados Unidos y Gran Bretaña todavía desplegados en Irak, miles de soldados y sus familias se preocupan no sólo por las bajas que los enfrentamientos con grupos iraquíes afines a Sadam causan cada día, sino también por los potenciales riesgos para la salud que esas operaciones ha demostrado conllevar. Los que fueron soldados allí hace una década se preguntan si su gobierno habrá aprendido la lección.


La que fuera la última unidad de Paul Hanson, el 16 Batallón de Combate de Ingeniería está ahora destacada en Irak. Connie Hanson sigue con detalle la información sobre el batallón, aunque Paul Hanson no está con ellos. El 12 de agosto de 2002, en un nuevo y terrible azote para la familia, el sargento de 39 años se ahogó en un accidente de submarinismo cuando residían en Fort Lewis, Washington, dejando a Connie a cargo de su hija Amy, de 13 años, y de Jayce.
Le faltaban 22 meses para retirarse del ejército. “Si Paul estuviese aquí para contarle a Jayce sus experiencias en la guerra, le haría sentirse mejor”, afirma.

Ni Jayce ni su padre tendrán ya la oportunidad. Está por verse si habrá otros casos como el suyo. Aparentemente, el Departamento de Defensa ha aprendido alguna lección de la última guerra con Irak, aunque quizá no la más adecuada.


Las unidades de combate desplazadas ahora cuentan con expertos en salud mental para lidiar con el estrés del combate y la baja moral. El Ejército y el Departamento de Veteranos han registrado los datos médicos de los 200.000 soldados en el Golfo antes de partir, de forma que si se produce cualquier enfermedad se pueda hacer un exhaustivo seguimiento sobre su origen.

Además, urgidas por el Congreso, las Fuerzas Armadas han mejorado notablemente su capacidad para detectar armas químicas y biológicas a través de un entrenamiento especializado que se lleva a cabo en Fort Leonard Word, Missouri. El Pentágono se ocupa de monitorizar todas las muestras de agua, aire y tierra a las que son expuestos los soldados americanos e informa de los medicamentos que les son administrados y su propósito. Paul Hanson, según su propio testimonio, y muchos de los soldados participaron en el conflicto de 1991 no fueron informados sobre las drogas que tomaron ni sobre sus efectos secundarios.

Los veteranos norteamericanos afectados ni siguiera han conseguido una compensación del Ejército de su país para mitigar su sufrimiento. Más esperanzados en este sentido están sus colegas británicos. En junio del año pasado, la Corte Suprema de Londres ratificó una sentencia que formalmente reconocía la existencia del síndrome de la guerra del Golfo, decisión instada por un sargento del Regimiento Paracaidista, Shaun Rusling, quien reclamó una pensión al Ejército por padecer una enfermedad contraída durante su servicio en la guerra de 1991.

Pero no todos los riesgos se han descartado. A pesar de la controversia que rodea a las vacunas del carbunco y el bromo, el Ejército norteamericano continúa inoculando a sus soldados con estas sustancias y el uranio empobrecido se sigue utilizando en las bombas.

El pasado mes de mayo, una inmigrante polaca que acababa de conseguir la ciudadanía de Estados Unidos, fue expulsada de las Fuerzas Armadas por mala conducta al negarse a tomar la vacuna del carbunco. La soldado Kamilar Iwanowska explicó a los fiscales militares que sentía que esa vacuna tendría efectos sobre los niños que pudiese tener en el futuro.

Tras la publicación del artículo de Life en 1995, los Hanson y las otras familias que parecían en la revista recibieron todo tipo de apoyo, donaciones, regalos y asistencia médica de todos los rincones de Estados Unidos. La reacción con los periodistas que revelamos la existencia del síndrome de la guerra del Golfo fue menos entusiasta. Desde los medios conservadores fuimos desacreditados por sensacionalistas. La información no fue validada por ciertos medios hasta que el Departamento de Defensa hizo pública una investigación interna en la que reconocía que factores como las vacunas o el uranio empobrecido podían estar relacionados con el síndrome.

Sorprendente mente, Connie Hanson no expresa ira ni indignación hacia el Ejército norteamericano por el riesgo al que expuso a su marido y por la condición física de su hijo. Incluso después de la muerte de su marido, el Pentágono continúa enviándole cartas y ofreciendo asistencia para Jayce. Después de la muerte de Paul el año pasado, Connie y sus hijos se trasladaron de nuevo a su ciudad de origen, Charlottesville, Virginia.

A título póstumo Paul Hanson recibió la medalla al mérito en servicio, el más alto honor en tiempos de paz, y un entierro militar en Fort Lewis, Washington. Después, Connie organizó otro servicio religioso en Virginia, para que pudiese estar enterrado en el cementerio familiar de Scottsville. “Mucha gente temía que estuviese haciendo las cosas demasiado deprisa, pero no quería estar lejos de mi familia”, explica Connie sobre su decisión de dejar Fort Lewis. Ahora está considerando volver a trabajar como esteticista, aunque la paga de Paul es suficiente. “No eres responsable por la situación en la que estás, pero eres responsable sobre cómo te desenvuelves con ella”, reflexiona.

Hasta cierto punto, Jayce entiende porqué nació con el aspecto físico que tiene. Su madre y él hablan de Paul y de su participación en 1991 en la Operación Tormenta del Desierto. Connie, de profundas convicciones religiosas, le recuerda que algunos niños nacen con diferencias más obvias que otros.

“Sabe que es diferente pero hace todo lo que puede para no serlo”, asegura. Su fuerza interior le permite soñar con poder dedicarse a cualquier actividad en el futuro y empeñarse en ello en el presente, mientras se desliza en su monopatín por las calles de Charlottesville como cualquier otro adolescente. Su capacidad, sin duda, le permitirá ser muchas cosas. Lo que parece muy claro es que no será soldado.

27/4/19

La enfermedad de los veteranos de la Guerra del Golfo está en sus mitocondrias


VETERANOS DE AYER, DE HOY Y DE SIEMPRE


Investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de California en San Diego han demostrado por primera vez que los veteranos de la Guerra del Golfo Pérsico 1990-1991, que sufren de la "enfermedad de la Guerra del Golfo", tienen deteriorada la función de las mitocondrias, las centrales de energía de las células. 

La investigadora principal, Beatrice A. Golomb, y su equipo utilizaron la tecnología de imágenes de resonancia magnética para comparar a siete veteranos con la enfermedad de la Guerra del Golfo con siete personas sanas. 


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La técnica utilizada, 31P-MRS, reveló las cantidades de compuestos que contienen fósforo que hay en las células. Tales compuestos son importantes para la producción de energía celular, en particular la fosfocreatina (PCr), que disminuye en las células musculares durante el ejercicio. La recuperación lleva más tiempo cuando la función mitocondrial está alterada. 

Los veteranos de la Guerra del Golfo afectados muestran un retraso significativo de la recuperación de la PCr después de un ejercicio físico. Todos ellos tardaban más de 35 segundos (hasta 70), mientras que los sanos tardaban como mucho 31. 

"La expresión clásica de la enfermedad mitocondrial implica múltiples síntomas que abarcan muchos ámbitos, de forma similar a lo que vemos en la enfermedad de la Guerra del Golfo. Estos síntomas suelen ser fatiga, problemas cognitivos y otros problemas relacionados con el cerebro, problemas musculares e intolerancia al ejercicio, y problemas neurológicos y gastrointestinales". 

Los investigadores recuerdan que los veteranos del Golfo estuvieron muy expuestos a inhibidores de la acetilcolinesterasa, una clase de producto químico encontrado en pesticidas organofosforados y carbamatos, en el gas nervioso y en pastillas de pretratamiento de gas nervioso dadas a las tropas, que es tóxico para las mitocondrias. 


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24/4/19

EL GOBERNADOR SCHIARETTI UN ADELANTADO, MAS QUE LOS PROPIOS VETERANOS DEL GOLFO PERSICO

VETERANOS DE AYER, DE HOY Y DE SIEMPRE


SCHIARETTI Y LA MISION DIFERIDA DE LA GUERRA DEL GOLFO PERSICO.
LA BENEVOLENCIA FINANCIERA DEL EMIR DE KUWAIT SE EXPLICA POR SU ENORME AGRADECIMIENTO A LA ARGENTINA -ENTRE OTRAS TANTAS NACIONES- POR HABER PARTICIPADO DE LA COALICIÓN INTERNACIONAL QUE LIBERÓ AL PAÍS EN LA LLAMADA LA MADRES DE LAS BATALLA, DURANTE EL SEGUNDO SEMESTRES DE 1990 Y LOS PRIMEROS MESES DE 1991. COMO VERÁN QUE NADIE DEL MINISTERIO DE DEFENSA Y LA MARINA HABLO O EL CONGRESO NO LE INTERESO LA PRESENCIA QUE DA GANANCIAS A PROVINCIAS QUE SE ANIMAN A PEDIR. Y NOSOTROS PIDIENDO A LOS DEL CONGRESO POR UNA LEY. Y APARTE ESA FECHA DEL INICIO DE LA GUERRA DONDE KUWAIT FESTEJO CON EL EX-PRESIDENTE Y VARIOS LEGISLADORES EN EL SHERATON MIENTRAS LOS SOLDADOS DE ACERO ESTABAN EN GUERRA .


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El gobernador Juan Schiaretti acaba de firmar un contrato en Kuwait para financiar la construcción (un tanto paradójica, considerando el origen de los fondos) de seis acueductos troncales en la provincia de Córdoba.

Las condiciones de financiamiento obtenidas son, decididamente, extraordinarias: 50 millones de dólares, 24 años de plazo, cuatro años de gracia y una tasa de interés del 3%. Si se considera el riesgo país que ostenta la Argentina por estos días, podría especularse con que algún jeque kuwaití se haya equivocado de papeles.
Pero no, no es ningún error. La benevolencia financiera del emir de Kuwait se explica por su enorme agradecimiento a la Argentina -entre otras tantas naciones- por haber participado de la coalición internacional que liberó al país en la llamada Guerra del Golfo Pérsico, librada durante el segundo semestre de 1990 y los primeros meses de 1991.

El 2 de agosto de 1990,el ejército de Saddam Hussein invadió Kuwait pretextando antiguas reivindicaciones territoriales. El entonces presidente George Bush organizó, rápidamente y bajo el paraguas de las Naciones Unidas, una coalición internacional para enfrentar al dictador iraquí y liberar al pequeño reino de su yugo.
Carlos Menem, entreviendo una oportunidad histórica para reposicionar a la Argentina en el mundo occidental, decidió unirse la entente y ordenó el envío del destructor ARA Almirante Brown y la corbeta ARA Spiro para que integraran la fuerza multinacional (como nota de color, el operativo fue denominado “Alfil”). Su gesto fue debidamente reconocido, tanto por Bush como por el jeque Yaber Al-Ahmad Al-Yaber Al-Sabah.

El estadounidense y el argentino fueron los invitados más celebrados por los kuwaitíes en los fastos del décimo aniversario de la liberación, llevados a cabo en febrero de 2001.

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Algunos años después de la guerra, Kuwait decidió establecer una línea de créditos especial como un gesto hacia los países árabes en desarrollo que habían integrado la coalición y, por gratitud, la extendió a la Argentina. Aunque esta línea estuvo disponible desde principios de siglo, prácticamente nadie la utilizó. Germán Kammerath, en los albores de su mandato como intendente, llevó a cabo decididas gestiones para obtenerla, pero la crisis de finales de 2001 pulverizó cualquier posibilidad de endeudamiento, por más benéfica que ésta hubiera resultado.
Para un país como el nuestro, el hecho de que exista un préstamo blando esperando durante tanto tiempo y que casi nadie lo haya gestionado es, cuando menos, un desatino, especialmente considerando las circunstancias que rodearon la decisión kuwaití.

En la Guerra del Golfo, tanto la Argentina como su presidente jugaron cartas fuertes, del tipo que comúnmente no se arriesgan. Colaborar con una fuerza de tareas internacional dispuesta a entablar combate con las fuerzas armadas iraquíes no era una agenda estrictamente nacional, ni sus beneficios evidentes en lo inmediato.
Vale destacar que, más allá de que las unidades de la Armada se limitaron a tareas de patrullaje y brindar cobertura al tren logístico que abastecía las fuerzas en el teatro de operaciones, lejos de la batalla terrestre, la decisión de Menem significó el reingreso del país a la escena internacional, un talante que el riojano mantuvo a lo largo de sus diez años de gobierno.

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La reciente (y, por cierto, magnífica) reunión del G20 en Buenos Aires es, si se quiere, el certificado póstumo de aquellos años en los que Buenos Aires se cordaba con las principales potencias del mundo.

No es casual que uno de los advertidos de esta posibilidad crediticia haya sido Schiaretti. El gobernador está empeñado en llevar adelante un ambicioso programa de infraestructura y en gestionarlo sin fisuras. Detrás de esta “política del cemento” se esconden recursos provenientes de fuentes diversas, la mayoría de ellas fruto de créditos y colocación de deuda, sin dejar de mencionar a una serie de compromisos financieros de la Nación que, por ahora, no se han cumplido.

La oposición suele advertir por el nivel de endeudamiento que esta política supone.
No obstante, y aunque sea razonable preocuparse por los pasivos -especialmente cuando lo que se intenta es reemplazar al gobernador el año próximo- no debe olvidarse que, por definición, la obra pública es intergeneracional, es decir, que su goce no estará circunscripto a quienes la disfrutarán en lo inmediato. Esto es bastante básico, y es de suponer que hasta los críticos de Schiaretti aceptan el principio, aunque, tácticamente, deban callarlo.

La gran dificultad, sin embargo, no deviene en reconocer esta característica, sino en las condiciones financieras de los montos que se comprometen. No es lo mismo un crédito de un organismo multilateral que la colocación de deuda en divisas extranjeras a través de un bono provincial. Como siempre, en la decisión de utilizar uno u otro mecanismo pesan muchos factores, entre ellos el tiempo. Así, las condiciones ventajosas que ofrece, por ejemplo, el BID, suelen estar penalizadas por una serie de procedimientos que trascienden a un gobierno determinado y que, de tan sinuosos, conspiran contra el corte de cintas en el momento oportuno, cosa que no ocurre cuando se toma deuda en el mercado.

El hecho de contar con un financiamiento como el logrado con Kuwait -claramente uno del tipo político, en el mejor sentido del término y que contrasta vivamente con la “generosidad” de Hugo Chávez hacia su aliado Néstor Kirchner en 2008(3% contra 15% de interés en dólares)- permite calzar lo mejor de dos mundos.

No hace falta insistir en que contar con dinero fresco y barato para ejecutar obras de infraestructura en plazos acotados es el sueño de cualquier gobernante.

En este sentido, debe dársele a Schiaretti la derecha por haber persistido en un insospechado camino iniciado en un conflicto lejano,tanto en el tiempo como en la geografía. Los dinares kuwaitíes estuvieron siempre esperando por los audaces que quisieran salir de la zona de confort financiera.

Hubo pocos, poquísimos, argentinos que lo intentaron; el cordobés fue uno de ellos. Es, si se quiere, un protagonista de la misión diferida de una política argentina muchas veces vilipendiada y de una guerra que, más allá del petróleo y de los intereses en juego, la comunidad internacional libró exitosamente contra un dictador sangriento.