29/6/23

EL 16 DE ENERO DE 1991 GEORGE BUSH ORDENO EL COMIENZO DE LA GUERRA EN EL GOLFO




Y LA HUBO NOMAS, NO LE ERRO POR NADA, ANTES LA NEGATIVA DE HUSSEIN





El conflicto comenzó cuando Irak, al mando de Sadam Husein, acusó a Kuwait de haberle robado petróleo del yacimiento de Rumaylak, situado bajo ambos territorios. Además, Irak dependía del valor del combustible para pagar su deuda externa contraída durante la guerra contra Irán y se veía perjudicado por la superproducción de Kuwait que mantenía un precio bajo del insumo.

Por estos motivos, el 2 de agosto de 1990 tropas iraquíes cruzaron la frontera de Kuwait con vehículos armados e infantería, ocupando puestos y puntos estratégicos en todo el país, incluyendo el Palacio del Emir. El ejército de Kuwait fue rápidamente vencido y las tropas invasoras saquearon reservas alimenticias y médicas, detuvieron a miles de civiles y tomaron el control de los medios de comunicación.

Después de la instalación de un gobierno títere, designado por Husein, Irak anexó formalmente a Kuwait. Apenas se conoció la noticia, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas condenó la invasión a través de una serie de resoluciones, de la misma forma que lo hizo la Liga Árabe.

Ante la negativa del dictador iraquí de abandonar Kuwait, el 16 de enero de 1991, una coalición internacional bajo mandato de la ONU, integrada por 34 países y liderada por Estados Unidos, inició una campaña militar; tal como lo anunció su presidente George Bush.


Es así que en las primeras horas del 17, aviones estadounidenses destruyeron el sistema de radares iraquí y bombardearon objetivos militares, al tiempo que se lanzaban misiles desde la flota norteamericana desplegada en el golfo Pérsico y el mar Rojo.


Unas horas después el portavoz de la Casa Blanca, Marlin Fitzwater, informó a los medios detalles de la operación bautizada “Tormenta del desierto”. Al ataque aéreo y naval, que duró cinco semanas, le siguió un asalto terrestre el 24 de febrero. Esta fue una victoria decisiva para las fuerzas de la coalición, que liberaron a Kuwait y avanzaron hacia el territorio iraquí.

Tras el conflicto, la Organización de las Naciones Unidas impuso a Irak un severo embargo que produjo trastornos sociales y económicos en el país. En 1993 Estados Unidos bombardeó Irak en represalia por una supuesta conspiración para asesinar a George Bush y en el 98, junto al Reino Unido, llevó a cabo sobre Irak una serie de bombardeos a la que llamó operación “Zorro del Desierto”.

En 2002, George W. Bush acusó a Irak de constituir un “eje del mal” junto con Corea del Norte e Irán, desencadenando la invasión en 2003 bajo pretexto de tener gran cantidad de armas de destrucción masiva. Finalmente, en 2006 y tras dos años de juicio, Sadam Husein fue condenado a muerte por el Alto Tribunal Penal iraquí, que lo encontró culpable de haber cometido crímenes de lesa humanidad.

El 16 de enero de 1991 George Bush ordenó el comienzo de la Guerra del Golfo.

La historia también es noticia. Radio Perfil.

Guión de Javier Pasaragua. Locución de Pita Fortín.

RELATO AL DIARIO DE CUYO SAN JUAN POR EL SMOPSO TOLEDO JULIO CESAR EN LA GUERRA DEL GOLFO PERICO 1991

 


VETERANOS DE AYER, DE HOY Y  DE SIEMPRE




AL SMOPSO JULIO CESAR TOLEDO POR EL "DIARIO DE CUYO" SAN JUAN POR EL CORRESPONSAL: ALFREDO CORREA

 En el teatro de Operaciones Toledo, en unas de las ocaciones para reabatecerse con el Portaaviones Saratoga, ya fuera de servicio. 

La Corbeta Misilìstica de la Armada Argentina "Spiro", uno de los buques que fue enviado al Golfo Persico para la guerra entre la coalición de países que encabezó Estados Unidos contra IRAK en 1990 y 1991 dispone de un sistema para destilar agua que en el teatro de operaciones en ocasiones no funciono, debido al alto grado de contaminación generado por el intenso movimiento de barcos que se registraba en la zona en esos momentos. Y la posible contaminación de objetos que contengan gases como el cianuro, sarin, minas de contacto ect.

 De todas formas los marinos Argentinos no sufrieron los escasez de agua, ya que en todo momento fueron provistos por los buques norteamericanos que por su mayor tamaño disponían de reservas para permanecer por largos periodos sin necesidad de reabatecerse. 

Esto lo vivió el SM Julio C. Toledo  tripulante de la "Spiro" y actualmente en Retiro Efectivo. 

El marino explico que el poderío de Estados Unidos y de las demás potencias que participaron en la Guerra del Golfo quedó de manifiesto en todos los aspectos: Abastecimiento, comunicaciones y el control absoluto que se ejerció en las aguas de la región. Sostiene que ante una nueva Guerra en esa zona, ese dominio no va a cambiar. 

"El cuadro de situación es similar". Estados Unidos ha lanzado la ofensiva enviando aviones y barcos y se espera que haya otros países que se sumen dentro de poco. El Golfo Pérsico será otra vez escenario, aunque en esta oportunidad parece que la ofensiva terrestre será más dura, consigno Toledo. 

El Congreso Nacional autoriza recién el 30 de Enero 1991 cuando ya estábamos en Guerra, hay mensajes del Legislativo hacia el Congreso, esto se reúnen y empiezan a dar vuelta que no, no era una Guerra que íbamos a una misión de Paz, lo de Paz  no ocurrió nunca.
Nadie se hace cargo que fuimos a una Guerra ya premeditada.


TODO ESTO EXISTIÓ, EN ARMAMENTO


Acá esperando acercarnos al Portaaviones Saratoga para abastecerse de combustible y agua.










23/6/23

A 32 AÑOS LA ARGENTINA IGNORA EL ENVIO DE BUQUES DE GUERRA AL GOLFO PERSICO 1991





 En 1991, la participación argentina en la coalición liderada por los Estados Unidos se limitó al envío de dos naves de guerra -una fragata y un destructor-, dos aviones de transporte y unos 300 efectivos, que sólo participaron en tareas de apoyo logístico y patrullaje en la boca de ingreso al Golfo Pérsico.

Argentina y su rol en la Guerra del Golfo

Para entender esta historia tenemos que remontarnos al 2 de agosto de 1990, fecha de la invasión de Irak a Kuwait. El régimen de Saddam Hussein estaba sumergido en deudas con su país vecino, con el que además mantenía una disputa por los precios del barril de petróleo.

Hussein acusó a Kuwait de robar petróleo de un campo compartido por ambos países, por lo que decidió invadirlo y anexarlo a su territorio. Como respuesta, la ONU aplicaró sanciones contra Irak y formó una coalición internacional liderada por Estados Unidos para expulsar a Irak de Kuwait.

Entre esos países, estaba la Argentina, que desde la llegada de Carlos Menem a la presidencia había iniciado una política de «integración al mundo» que al día de hoy todavía divide a la opinión pública nacional. Nuestro país fue el único país del continente que participó, excepto por Honduras.




ESTE SEÑOR ES EL QUE MANEJO TODO EN LA GUERRA Y ADEMAS EL DINERO QUE PAGO A LA ARGENTINA QUE LOS TRIPULANTE NI ENTERADOS.

19/6/23

RELACIONES CARNALES Y LA DIPLOMACIA PARLAMENTARIA MENIMISTA (RELACIONES POLITICAS INTERNACIONAL A SU GUSTO)









“Todo lo sólido se desvanece en el aire; todo lo sagrado es profanado, y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas”. Esta frase del manifiesto comunista sintetiza lo ocurrido con el peronismo bajo el liderazgo de Carlos Menem, Presidente de la República Argentina durante 1989 y 1999. Por primera vez hubo un líder dentro del movimiento que re-interpretó a Juan Domingo Perón y buscó aggiornar la doctrina justicialista. Ante un mundo convulsionado y tendencialmente unipolar, guio a Argentina a reconsiderar sus condiciones de existencia y relaciones recíprocas.

No es el objetivo de estas líneas reflexionar sobre la importancia del menemismo en la historia política argentina, pero sí nos proponemos analizar el inicio de su política exterior de alineamiento con Estados Unidos. Además, tomando el debate que se generó entre senadores y diputados en torno al envío de buques al Golfo como caso de estudio, se pretende examinar de forma diacrónica el rol que ocupó el Parlamento argentino en el establecimiento de la agenda de política exterior en primera instancia, y también como “control” del Poder Ejecutivo en la misma materia.

En términos generales, la elaboración de la agenda de política exterior en países presidencialistas se encuentra primordialmente diseñada por el Poder Ejecutivo, aunque existen ciertos elementos que nos permiten analizar el rol de las legislaturas en la conformación de la misma. El principio de separación de poderes, la autonomía institucional, sumado a la elección separada del presidente y los miembros del Congreso, brindan las bases para sustentar la afirmación anterior.

Gary Cox, Scott Morgenstern y Leandro Wolfson han estudiado los procesos de toma de decisiones de los Parlamentos democráticos y elaboraron tres categorías de análisis en función de cómo interactúan y se relacionan con el Poder Ejecutivo. Dichas categorías son: a) generativa, donde las legislaturas forman y remueven gobiernos y, a su vez, cargan con la responsabilidad principal de la toma de decisiones y, por tanto, gravitan en el diseño de la política exterior; b) la posición del Parlamento puede ser proactiva, por la cual propicia y sanciona sus propias propuestas legislativas; y c) existe una modalidad reactiva que se limita a enmendar y/o vetar las propuestas del Ejecutivo.

Ante esas categorías, los autores clasifican a los parlamentos latinoamericanos como eminentemente reactivos, considerando que el proceso decisorio en materia de política exterior es asimétrico, en tanto y en cuanto el Ejecutivo es el que propone medidas y confecciona la agenda de política exterior. Esto genera que la legislatura se vea como un actor fundamentalmente de control y legitimación de la política elegida por el Ejecutivo. Consideramos, entonces, que este marco teórico ilustra las particularidades de la política exterior del periodo.

Nuevo mundo, nuevo peronismo

El justicialista Carlos Saúl Menem accedió a la primera magistratura en julio de 1989, meses antes de uno de los hechos más trascendentales del siglo XX: la caída del muro de Berlín. Pese a que la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) sobrevivió dos años más, este acontecimiento marcó el final de la Guerra Fría y propició una reconfiguración del sistema internacional, en donde la hegemonía de Estados Unidos, el capitalismo como modelo de producción y la democracia liberal como modelo político parecían haberse impuesto para siempre. Ante estos hechos de coyuntura, y a pesar de haber basado su campaña electoral en un regreso a “las bases” del peronismo —es decir, la doctrina de tercera posición—, el apoyo a la industria nacional y protección del Estado a los sectores vulnerables, la década de los noventa terminó por ser escenario de cambios profundos con respecto a la estructura económica nacional y, por sobre todo, la inserción internacional del país. La política exterior del período menemista presentó un fuerte viraje en relación a la política exterior tradicional Justicialista.

Lo que Carlos Ecudé denominaría como “realismo periférico” fue el basamento teórico de la alineación argentina casi irrestricta y de las “relaciones carnales” con los Estados Unidos. La adopción de este patrón de inserción internacional se vinculó especialmente con el contexto internacional. A modo ilustrativo, en 1992, Francis Fukuyama publica su polémico libro “El fin de la historia y el último hombre”, donde postula que la Historia, como lucha de ideologías, ha terminado, y que el mundo estará irremediablemente sujeto a una democracia liberal impuesta tras el fin de la Guerra Fría.

Es posible que la élite dirigente argentina compartiera el diagnóstico de Fukuyama al propiciar el alineamiento con los Estados Unidos. Sucede que desde la percepción del gobierno, la única manera de resolver las dificultades de política interna, híper-inflación, inestabilidad y deuda externa, era lograr esta alianza estratégica y económica con Estados Unidos y los países desarrollados de Occidente.

Las medidas de apertura económica y reforma del Estado adoptadas desde inicios del gobierno menemista fueron la manifestación interna del ingreso al patrón de “relaciones especiales” con Estados Unidos. Los hitos del “alineamiento” en materia de política exterior fueron: la desactivación del proyecto misilístico Cóndor II, la ratificación del Tratado de Tlatelolco o de No Proliferación Nuclear, la firma en forma conjunta con Brasil del Acuerdo para el Uso Exclusivamente Pacífico de la Energía Nuclear y la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (ABACC), y el retiro del Movimiento de Países no Alineados, entre otras.

Sin embargo, la participación argentina en la Guerra del Golfo a partir de septiembre de 1990 es la acción que se constituyó como la primera medida trascendente que demostró la adopción de dicho patrón en el ámbito externo. Esta participación se dió en el marco de una fuerza de coalición integrada por 34 países, entre ellos la Argentina, y liderada por Estados Unidos. La misma fue autorizada por las Naciones Unidas y, entre el 2 de agosto de 1990 y el 28 de febrero de 1991, se enfrentó a la República Irak en respuesta a la invasión y anexión del Estado de Kuwait.

Fantasmas del pasado marcan la política exterior

En el inicio, y de acuerdo a la tradición histórica peronista en materia de política exterior —alineación occidentalista pero no automática—, el gobierno argentino se mostró renuente a la alternativa de un envío inmediato de tropas a la zona en conflicto hasta que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas así lo requiriese. Finalmente, primó la importancia del envío inmediato de tropas al Golfo como un “gesto” hacia a los Estados Unidos. Imperaba aquí la necesidad de no repetir “errores del pasado”: los ideólogos de la política exterior menemista sostenían que la tardía declaración de guerra por parte de la Argentina al Eje en 1945 le costó un tratamiento muy diferente al que tuvo Brasil por parte del vecino del Norte. Se consideraba que para obtener beneficios materiales concretos era necesaria una acción rápida de alineamiento.

El 18 de septiembre de 1990, el Canciller Domingo Cavallo anunció la partida de oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas argentinas a la zona de conflicto, con la promesa de no ejercer acciones bélicas directas, salvo en situación de defensa. De esta manera, el gobierno nacional daba el primer paso certero en el camino de la nueva política exterior. Ante esto, el Congreso de la nación reaccionó en forma adversa, pues formalmente no fue consultado sobre semejante decisión, ni participó en el diseño de la política exterior.

Reacción del Congreso

Como ya hemos analizado, el presidente Menem se involucró claramente en la elaboración de política exterior concentrando muchas de las decisiones trascendentales en su persona. Guiado entonces por el convencimiento acerca de la necesidad de definir una nueva inserción para Argentina en el orden mundial, envió buques de guerra sin esperar la autorización parlamentaria obligatoria prevista por la Constitución. Dicha decisión se relacionaba con la esperada oposición que plantearían las bancadas de la UCR y el Partido Justicialista en el Congreso.

Esta presunción oficial se confirmó, ya que rápidamente el Congreso se mostró “reactivo” a la decisión presidencial. Por ejemplo, la iniciativa del ex-Canciller radical y entonces diputado Dante Caputo de interpelar a los ministros de Defensa y de Relaciones Exteriores, Humberto Romero y Domingo Cavallo, para que informaran verbalmente en la Cámara Baja las razones del envío de tropas. Incluso, el bloque de senadores del Justicialismo demostró su disconformidad.

Sintéticamente, se identificaron dos grandes planteos dentro del Congreso. Por un lado, un sector mayoritariamente oficialista reclamaba por la unilateralidad de la medida y la no consulta al cuerpo más que por la cuestión de fondo, a saber, el modelo de inserción y política exterior no era cuestionado. Por otro lado, la oposición, encarnada principalmente en la UCR, no sólo se manifestaba en contra por las cuestiones de forma, sino también por la cuestión de fondo, ya que cuestionan la no-consulta al Congreso y el perfil de de la política exterior del gobierno.

Según la visión de Unión Cívica Radical, el diagnóstico sobre los cambios internacionales difirió de la visión unipolar y exenta de conflictos del oficialismo. Planteaba que el fin de la bipolaridad generaría necesariamente un orden multipolar caracterizado por el incremento de la competencia entre los países “del Norte”, por lo que nuevos conflictos, principalmente de naturaleza económica, comenzarían entre los países del norte y del sur. Así, Argentina debía posicionarse defendiendo sus “intereses nacionales” y alinearse con el “tercer mundo”. En síntesis, pregonaban una política exterior occidentalista, tercerista y no alineada, en contraposición a la política exterior oficialista: occidentalista y alineada. Finalmente, y debido a la presión parlamentaria, el 13 de diciembre, el canciller Cavallo anunció que las naves argentinas que se encontraban en el Golfo Pérsico regresarían al país a finales de enero “por una necesidad de rotación natural y de recambio de personal”.

Entendiendo que las reticencias existentes en el Parlamento eran importantes, se subordinó el envío de otras naves argentinas a la autorización del Congreso para su intervención en un eventual conflicto bélico. Un tiempo después, el presidente Menem reiteró a los miembros del Parlamento la necesidad de un urgente análisis parlamentario por la presencia de las tropas argentinas en el Golfo Pérsico.

En efecto, se demostró que, aunque el presidente lo consideraba como una medida axial de su política exterior, el envío de buques al Golfo requería, en última instancia, el apoyo y la legitimación del Congreso. El 23 de enero de 1991, la Cámara de Diputados aprobó la permanencia de las naves en términos de “apoyo logístico” a las fuerzas de la coalición liderada por Estados Unidos. De este modo, el poder Ejecutivo consiguió la ratificación parlamentaria.

Consideraciones finales

Si bien el rol del Congreso fue eminentemente reactivo, porque la gestión directa de la política exterior permaneció en el manos del poder Ejecutivo, los legisladores utilizaron distintas vías indirectas para influir en las decisiones. Y, aunque el Congreso no participó directamente en la formulación de la agenda de política exterior, terminó por validar la misma no sin antes condicionar la actitud del poder Ejecutivo.

Como quedó plasmado en el debate parlamentario entre los dos principales partidos políticos (Justicialismo y UCR), no solo se debatió la medida concreta de enviar buques al golfo. También el centro del debate fue la inserción externa y el modelo de política exterior a aplicar en los próximos años. Una negativa del Congreso en el envió de buques al Golfo hubiese, cuanto menos, retrasado la aplicación de la nueva política exterior nacional, pues hubiese quitado legitimidad al oficialismo.

Por último, se entiende que el Congreso fue efectivo en “presionar” al poder Ejecutivo, que, luego de actuar unilateralmente, debió enviar un proyecto de ley al Congreso para legitimar su acción inicial. Por consiguiente, se aprecia que el Congreso tuvo un rol reactivo, pero fuertemente participativo. Amén de que la resolución de la “controversia” haya sido favorable para la agenda del Ejecutivo, ello no resta importancia a la acción central que tuvo el Parlamento en la legitimación de la política exterior argentina durante el menemismo.

17/6/23

ARGENTINA Y SU PARTICIPACIÓN BÉLICA EN LA HISTORIA MUNDIAL

 


ARGENTINA Y SU PARTICIPACIÓN BÉLICA EN LA HISTORIA MUNDIAL



ARA BROWN

ARA SPIRO



Se cumplen años del ataque de tropas de varias naciones, encabezadas por la marina y el ejército de Estados Unidos, contra Irak. El 17 de enero de 1991, tras haber expirado el ultimátum de la ONU al presidente de Irak, Sadam Husein, para la retirada de sus tropas de Kuwait, la fuerza multinacional dirigida por Estados Unidos atacó objetivos en Irak y Kuwait. Argentina participó activamente en la llamada guerra del Golfo, enviando, a la zona de conflicto, al destructor Almirante Brown (foto) y a la corbeta Spriro. Carlos Menem era por entonces el presidente, y Erman Gonzalez el Ministro de Defensa.

No fue la primera vez que Argentina sumó tropas propias como parte de una acción conjunta internacional. No es éste un tema menor. Por detrás de los hechos, se dibuja siempre una mirada que le permite a los gobiernos fijar posiciones en relación a su ubicación en el mapa geopolítico mundial. Nos proponemos en este informe repasar las decisiones que asumió Argentina en distintos períodos frente a situaciones similares.

Antecedentes

En Julio de 1944 ciento sesenta mil soldados aliados lograron desembarcar en Normandía abriendo brechas en la defensa alemana. Fue una acción sorpresiva para el enemigo, que les permitió llegar a París y liberar a Francia después de 4 años de ocupación nazi. La histórica batalla terminaría sellando el resultado de aquella contienda. Seis meses más tarde, en febrero de 1945 Roosevelt, Churchill y Stalin se reunieron en Yalta, para definir las bases del nuevo orden político mundial. Los máximos responsables de las tres potencias se distribuyeron la geopolítica del planeta, cuando aún no había finalizado la guerra. Se sentían seguros del triunfo, daban como un hecho la capitulación de las naciones del eje. 

Después del encuentro en Yalta todo se precipitó. Se sumaron nuevas derrotas en el campo de batalla y las naciones del eje comenzaron a quedar aisladas y acorraladas. El 28 de abril Benito Musolini fue atrapado por los partisanos italianos cuando intentaba huir del avance aliado. Mussolini y su esposa, Claretta Petacci, fueron ejecutados en Lago de Como. Sus cuerpos se expusieron, colgados de los tobillos, en una plaza de Milan. Dos días más tarde, el 30 de abril, se suicidó Adolf Hitler, y el 7 de mayo de 1945 los generales del Tercer Reih se rindieron. Recien el 14 de agosto lo haría el emperador Hiroito de Japón, después que dos populosas ciudades japonesas, Hiroshimas y Nagasaky, soportaran el estallido de bombas atómicas.

La primera lanzada desde un bombardeo norteamericano el B29, bautizado como el Enola Gay, cayó en Hiroschima el 6 de agosto. Dos días más tarde Rusía le declaró la guerra a Japón e invadió Manchuria para sellar definitivamente, la suerte del imperio japonés. Al finalizar la guerra quedaba claro quiénes serían las naciones dominantes en las próximas décadas, las que impondrían modelos económicos y sociales. Las que se atribuirían el poder de policía internacional, las que convalidarían, o no, la legitimidad de gobiernos en todo el mundo, por encima de sus características dictatoriales o democráticas.

En Yalta las potencias acordaron un modelo de organización dominante. Crearon Naciones Unidas, como un único foro internacional destinado a debatir los conflictos entre naciones, y también aprobaron la creación del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Dos organismos financieros surgidos con el pretexto de ayudar a financiar la reconstrucción de las naciones en guerra, pero cuyo verdadero objetivo fue regular la económicas mundial en beneficio de los intereses de las naciones dominantes.

En el tercer milenio, setenta y cuatro años después de concluida la segunda gran guerra, se aprecia con indisimulable claridad el éxito de aquel proyecto. La ONU no pudo frenar la invasión a Irak, y el FMI, junto al Banco Mundial, son quienes marcan el rumbo económico internacional, y el endeudamiento de las naciones más postergadas.

Las normas y reglamentos que rigen la ONU, son funcionales a los intereses de las naciones poderosas que dominan al organismo. Su Consejo de Seguridad está integrado por 11 miembros, de los cuales cinco son permanentes: China, Francia, EEUU, Gran Bretaña y Rusia. Los otros seis integrantes son rotativos y no tienen voto en muchas medidas trascendentales. Por ejemplo, el consejo de seguridad de la ONU posee la autoridad para forzar una intervención armada, siempre que tenga el voto unánime de los 5 miembros permanentes. Estas reglas se desmoronaron en marzo de 2003 cuando EEUU decidió, en forma unilateral, atacar Irak sin la aprobación del Consejo de las Naciones Unidas.

Las naciones con mayor poder condicionan el funcionamiento de Naciones Unidas. En 1949, tres años después de su creación, doce países occidentales, inquietos ante la posibilidad de una nueva guerra a escala mundial, firmaron un pacto para constituir la mayor sociedad militar del mundo. Así nació la OTAN, la organización del Tratado del Atlántico Norte, que comprometía a los países miembros a asumir como propia cualquier agresión a uno de sus integrantes. Fue el comienzo de una época signada por la guerra fría que enfrentaba al bloque soviético con las naciones de la OTAN. ¿Que protagonismo asumió nuestro país en este proceso de reordenamiento político mundial, después de la segunda gran guerra?

Argentina, a través de los gobiernos de José María Guido y Arturo Illia, apoyó las acciones norteamericanas en Vietnam. Pero, en 1965 aquel alineamiento con la política exterior de EEUU, desencadenó una crisis profunda en nuestro país. Fue cuando el General Juan Carlos Onganía, por entonces Comandante en Jefe del Ejército, le sugirió al presidente Illia enviar tropas a República Dominicana para forzar una normalización institucional en ese país. El pedido de Onganía generó un debate nacional que incluyó manifestaciones en las calles de Buenos Aires, realizadas por quienes se oponían a la intervención Argentina en Centroamérica. Illia, finalmente, no envió tropas, aunque apoyó a EEUU en la creación de una Fuerza Interamericana de Paz que interviniera en dominicana.

En 1970, Onganía se dueño del poder institucional tras derrocar a Illia con un golpe de estado y envió observadores militares, por pedido de la OEA, a El Salvador y Honduras para controlar el cese del fuego en la región. Militares argentinos volverían a Centroamérica años más tarde, pero bajo circunstancias bien distintas. Fue entre 1979 y 1982. Lejos de asimilarse a una misión de paz, más de 500 efectivos se instalaron en Honduras y Nicaragua para desarrollar tareas de entrenamiento y ayuda para combatir la guerrilla. Organismos de derechos humanos terminarían denunciando, tiempo después, que los militares argentinos enseñaban métodos de tortura que habían sido aplicados en nuestro país. Eran tiempos que en la casa Rosada estaba el General Leopoldo Fortunato Galtieri, y Nicanor Costa Mendez canciller argentino.

Desde la finalización de la segunda guerra mundial hasta nuestros días, Argentina ha participado en poco más de 25 operaciones militares en el extranjero, 14 de ellas se produjeron en los 10 años que duró el gobierno de Carlos Menem. La presencia de soldados argentinos entre los cascos azules, durante los diez años de Menem, fue un gesto de permanente pleitesía a la política exterior de Estados Unidos. Una adhesión que derivará en graves consecuencias para nuestro país. 

Para tomar dimensión de lo que representaron aquellas 14 misiones de militares argentinos en el extranjero, durante los años de Menem, es importante repasar algunos números. Nuestro país tenía, en 1994, más de 3.300 soldados, de las tres fuerzas, distribuidos en distintas zonas con conflictos en todo el mundo. Los gastos de estos movimientos fueron afrontados por Argentina, a la espera de su reintegro, por parte de la ONU. 

El sueldo de un oficial en misión en el extranjero oscila entre 2300 y 2700 dólares, según su rango. Un monto que se cobra por encima del que tiene como base. Argentina, además, gastó en 1991, 20 millones de dólares para enviar sus dos naves de guerra al Golfo.


Asumiendo la guerra como un negocio al que había que apostar, Menem aseguraba que tenía la promesa de EEUU, que empresas argentinas participarían de la reconstrucción de Kuwait. No solo no hubo participación de empresas argentinas en la reconstrucción del país invadido por Irak, sino que de los 20 millones de dólares gastados para enviar las naves de guerra al golfo, solo se recuperaron 8 millones. Sin embargo, el peor costado que tuvo la participación abierta de Argentina en la guerra del Golfo no fue el económico. Los atentados a la embajada de Israel, primero, y a la AMIA, más tarde, certificaron que aquella participación argentina en la guerra del Golfo no fue gratuita.

En junio de 2004 un plenario de comisiones del Congreso Nacional aprobó el tratamiento del proyecto del Poder Ejecutivo, para que se autorice el envío de tropas a Haití en el marco de la resolución 1542 de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Fue el pasaporte para 614 militares argentinos que viajaron a Haití para sumarse a una fuerza internacional propiciada por la ONU. Además del personal militar nuestro país enviará 73 vehículos, ambulancias, un buque y un hospital móvil, entre otros pertrechos.

En el debate en el plenario, que unió a integrantes de dos comisiones parlamentarias de la cámara baja, de Relaciones Exteriores y la de Defensa, entregó una amplia y rica batería de conceptos por donde podía transitar la política exterior argentina, en relación a las misiones de paz y las intervenciones militares en otros países. El diputado Jorge Arguello defendió el envío diciendo que se trata de un esfuerzo multilateral para la reconstrucción de Haití, el país más pobre de América. Su par Federico Storani, planteó el riesgo de ser simples guardiacostas de los EEUU, en tanto que Marta Mafei propuso enviar socorristas y no militares. El socialista Luis Zamora afirmó que la acción convalidará un gobierno ilegal.


En la actualidad nuestro país ha modificado procedimientos internos para evitar que una decisión trascendente, como es la de enviar militares argentinos a otras naciones en misiones internacionales, quede solo en manos del presidente. La remisión de tropas exige hoy la sanción de una ley en tiempo y forma. En ocasión de la guerra del Golfo el permiso fue aprobado cuando las naves argentinas ya estaban en el Golfo pérsico, en la zona de operaciones y bajo las órdenes de Estados Unidos. Los debates parlamentarios, en aquel entonces, fueron estériles, quedaron como un eco quejoso a acciones del gobierno.

A 32 AÑOS DE LA GUERRA DEL GOLFO PERSICO



Hace 32 años, Irak se rendía a una coalición liderada por EEUU en la Guerra del Golfo 



El 2 de agosto de 1990 tropas iraquíes ocuparon el emirato petrolero en cuestión de horas, con la excusa de una deuda originada por la guerra que Irak había mantenido con Irán, entre 1980 y 1988, además de sus intereses por el petróleo. 

Hace 32 años, el 3 de marzo de 1991, finalizaba la primera Guerra del Golfo liderada por Estados Unidos y sus aliados contra Saddam Hussein por la invasión a Kuwait, conflicto que causó devastadoras consecuencias para Irak dentro de un mundo unipolar liderado por la Casa Blanca. 

El 2 de agosto de 1990 tropas iraquíes ocuparon el emirato petrolero en cuestión de horas, con la excusa de una deuda originada por la guerra que Irak había mantenido con Irán, entre 1980 y 1988, además de sus intereses por el petróleo. La acción de Hussein tomó por sorpresa a Kuwait y, durante la operación, murieron cientos de personas y el Gobierno kuwaití debió exiliarse en Arabia Saudita. 

Siete meses más tarde, el 17 de enero de 1991, las fuerzas invasoras fueron expulsados por una coalición internacional liderada por el Gobierno del expresidente estadounidense George H.W. Bush en una operación denominada "Tormenta del Desierto". En marzo de 1991 finalizaba la primera Guerra del Golfo liderada por Estados Unidos


La coalición internacional, considerada la más grande desde la Segunda Guerra Mundial, fue integrada por 34 países luego de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU La coalición internacional, considerada la más grande desde la Segunda Guerra Mundial, fue integrada por 34 países luego de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU. 

Fue apoyada principalmente por Arabia Saudita y el Reino Unido, mientras que la Argentina envió un destructor, tres corbetas y dos helicópteros para participar del bloqueo contra Irak, durante el Gobierno del fallecido expresidente Carlos Menem. Desde su rendición a las fuerzas internacionales, el 28 de febrero de 1991, Irak ha pagado a Kuwait miles de millones de dólares en concepto de reparación por los daños sufridos durante la ocupación, según informes de la BBC. 

El conflicto causó la muerte de alrededor de 200.000 personas entre ambos bandos, según un informe presentado en Washington a fines de mayo de 1991 por Greenpeace Para algunos analistas, la primera Guerra del Golfo, llamada "La Madre de todas las batallas" por Hussein, evidenció la la vulnerabilidad de los países más pequeños de esa convulsionada zona, disputada por Estados Unidos y otras potencias internacionales. El conflicto causó la muerte de alrededor de 200.000 personas entre ambos bandos, según un informe presentado en Washington a fines de mayo de 1991 por Greenpeace. 




La organización ecologista calificó la primera Guerra del Golfo como el conflicto "más importante y destructivo de la historia moderna" y señaló que "todo lo dispuesto en el derecho internacional sobre el trato a la población civil fuer violado" en esa contienda bélica, según el diario el País, de Madrid. Señaló, además, que a pesar del uso de armas inteligentes exhibidas durante los combates, la guerra alcanzó un nivel "excepcional" de daños humanos, naturales y de medio ambiente.

Greenpeace criticó "la destrucción sin precedentes infligida por las fuerzas aliadas a una nación con fuerzas convencionales en un período tan corto de tiempo". "Nunca antes", dijo la organización ecologista, "una sociedad civil había quedado tan destruida y un medio natural, tan lesionado". 

El 3 de marzo de 1991, tras rendirse el 28 de febrero, el Gobierno del presidente Hussein aceptó en la ciudad de Safwan, al sureste de Irak, las condiciones impuestas por las Naciones Unidas, incluida la restitución de la soberanía de Kuwait. 

Para reducir el impacto de las sanciones contra los iraquíes, el Consejo de Seguridad aprobó un programa que permitía a Irak vender petróleo para comprar bienes de primera necesidad, entre otras medidas. 

En la primera Guerra del Golfo comenzó a verse el sistema unipolar representado por Estados Unidos, tras el fin de la Guerra fría entre la Casa Blanca y la ex Unión Soviética en 1991. 
Después vendría una segunda Guerra del Golfo, con la invasión de Irak en marzo de 2003 tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, luego de que el el expresidente George W. Bush, hijo de George H. W. Bush, acusara a Hussein de poseer armas de destrucción masiva que jamás fueron encontradas

7/6/23

CONFERENCIA DEL CANCILLER DOMINGO CAVALLO 29/12/1990


Bs. As.: Conferencia de prensa del canciller Domingo Cavallo donde habla del inicio de las operaciones de ataque a Irak contra los objetivos precisados y las funciones que cumplen las naves argentinas en el Golfo Persico. 

Imagen del ministro Guido Di Tella junto a Domingo Cavallo. Luego los periodistas le formulan las siguientes preguntas: 

-¿Puede establecer que otras nacionalidades son las que se han evacuado, que otros países latinoamericanos, gente de otros países? 

-¿Canciller, si nuestras naves están en operaciones a pesar de que están a kilómetros de distancia, en el departamento de Estado hay un comunicado y dijo que forman parte del grupo que ha empezado la operación "Tormenta del Desierto", concretamente es tarea de apoyo logístico, esta dentro de la guerra mismo el que alcanza la bomba como el que la tira? -¿Por qué no se determino que esas fuerzas volviesen? Fecha: 29/12/1990

2/6/23

LA NECESIDAD DE UN POLÍTICA ESTRATÉGICA PROPIA

 

HOY NADIE TE DA UN MANGO, DESPUES DE HABER SIDO EL GRANERO DEL MUNDO Y CAIMOS EN MANOS DE DELICUENTES.




Tras el paso del tiempo, hemos ido viendo como las relaciones entre las naciones, se han ido modificando a pasos agigantados, demostrando que las necesidades de algunos lleva a no esperar los tiempos de otros, desatando los tan variados conflictos que sacuden a nuestro mundo actual. En ese sentido, las relaciones entre las naciones han ido sufriendo las mutaciones dentro de cada una de sus sociedades, producto de las corrientes imperantes en cada momento de la historia.

En la década de los noventas y con el prologo de la caída de la Unión Soviética, pudimos ver como Estados Unidos y la Organización Atlántica (OTAN) pasaron a tomar al mundo, como un lugar libre de adversarios, tanto políticos como militares lo que conllevó a que las corporaciones, multinacionales empresarias de las más variadas ramas del comercio y la industria, tomaran ventaja de esta nueva situación para sacar las mejores utilidades sin pedir permiso a nadie.

Con esta Hegemonía unipolar, los Estados Unidos pudieron imponer una nueva doctrina en medio de lo que se conoció como la "Globalización" por medio de la cual, se intentó convencer al mundo entero de que, para la seguridad común se hacía necesario crear un "nuevo orden", con alcance mundial y por supuesto, dirigido desde Washington.

De esta manera, la Casa Blanca y sus estamentos políticos y militares, sujetaban -pretendieron hacerlo- sujetar la voluntad política de todos los estados soberanos, a lineamientos y pautas que habían sido preconcebidas mucho tiempo antes, en sus laboratorios de la ingeniería social y política que se resume en la denominación inglesa "THINK TANKS" o tanques de pensamiento, que no son más que organismos compuestos por académicos, profesores, analistas y expertos de varias ramas de la ciencia que proponen soluciones para las décadas e incluso centurias postreras.

La historia fue demostrando lo que significaba ese "Nuevo Orden Mundial" que tan solemnemente anunciaba el presidente estadounidense George W. Bush Padre, ante el Congreso estadounidense en 1991 tras el fin de la guerra del golfo Pérsico. Con la URSS venida abajo y una Rusa que recogía los pedazos de lo que había sido una potencia político-militar de singo comunista, La Casa Blanca tenía el horizonte libre y sin oponentes para comenzar a desarrollar con total comodidad las políticas intervencionistas más descaradas y agresivas que pudieron haberse visto desde la culminación de la segunda guerra mundial en 1945.

En este drama, Argentino no estuvo exceptuada. La ola neoliberal salida de partidos conservadores británicos como el que presidió Margaret Thacher en la década de los ochentas, se potenció brutalmente con la administración republicana del presidente Ronald Reagan que tendría contiunidad con la llegada de Bush que a las políticas del libre mercado y descontrol de las actividades financieras privadas, le agregó la agresividad exterior que irían paulatinamente en ascenso hasta nuestros días.

Argentina cayó en esos vapores neoliberales sin que hubiese en aquellos momentos, partido político, organización o grupo que se opusiera con seriedad y decisión a lo que el gobierno de Carlos Menem y Cia, estaban por concretar, nada más ni nada menos que la desestructuración del estado para entregarlo a los intereses privados que con el tiempo, demostraron ser tan o más ineficientes que los del estado.

A pesar de que se han implementado algunas medidas para buscar salir de esa dependencia en la cual se involucran los banqueros foráneos y sus comedidos locales, estamos muy lejos de que se pueda decir que el país tiene libertad para implementar sus propias políticas geoestrategicas (sean comerciales, políticas, financieras y militares). A pesar de las formas y de los discursos, los que manejan los hilos desde Washington, New York y Londres no ven ellos argumentos que despierten su preocupación ya que "solo es parte de una comedia".



Hoy por hoy, ya en la segunda década del siglo XXI, Argentina se encuentra inmersa en una confusa y muy peligrosa encrucijada en la cual, la política exterior y sus prioridades geolpolíticas no aparecen claras o más bien, no han querido ser planteadas con firmeza ya que los funcionarios meramente pasatistas en la administración nacional, no quieren comprometerse con los destinos de un país independiente que para tal, requiere de un arduo trabajo y lucha contra quienes no quieren un país fuerte y soberano.

30/5/23

“CON PENAS Y SIN GLORIAS”


Como es volver de una guerra y no ser reconocido por el estado a que se sirvió




ARA Brown de regreso en 1991

Sentados en un café de la ciudad de Buenos Aires, ahí nomás del famoso obelisco, en una tarde lluviosa de marzo cuatro viejos camaradas nos encontramos como por casualidad y casi por un hecho fortuito, cada uno de un país diferente, que formaron parte de aquella vieja contienda en el Golfo Pérsico que ya está por cumplir tres décadas. Alguno podría creer que no hay nada de causal en esto y en realidad es posible que así sea. Encontrarnos un canadiense, un argentino, un yanqui y un servidor del Reino Unido en la misma avenida “9 de Julio” llama mucho la atención ¿no lo cree usted?


Lo cierto es que en realidad es tan así. Tom H. y Jack G. son miembros de la editorial sobre temas militares y actualidad política “veteranstoday” ( http://www.veteranstoday.com/ ), estaban en Buenos Aires en parte de recreo y en otra parte de recopilación de información sobre la situación militar de la región y las aparentes compras que ha realizado el gobierno argentino a EEUU.


Un servidor había venido a investigar y buscar información sobre la guerra de Malvinas, como parte de un proyecto para armar un libro documental sobre la verdad ocurrida en aquella oportunidad, especialmente sobre las operaciones del S.A.S. y el S.B.S. . En eso me encontré con un camarada de la Armada argentina que sirvió en la guerra del golfo en el destructor “Almirante Brown” y me sirvió de guía en la ciudad capital a donde me condujo a la biblioteca nacional donde pude acceder a muy buenas referencias históricas. Lo primero que le pregunte fue ¿Cómo va la lucha por el reconocimiento de tu gobierno para contigo y tus camaradas? A lo que respondió con su gesticuladora cara “No me preguntes che”. Llovía copiosamente y el momento se prestaba para un buen café en un lugar tranquilo.


Saliendo de la biblioteca del Congreso que se ubica frente al Capitolio, y tratando de protegernos de la lluvia no vimos a dos tipos que pasaban justo por la puerta y nos dimos de bruces contra ellos lo que desató un rosario de insultos en inglés y en castellano de mi camarada, que fueron respondidos por disculpas y consideraciones en inglés de aquellos tipos. Se veían realmente consternados por el accidente y tan pronto paso el ardor de los nervios caímos en cuentas –y ellos obviamente también- de que hablábamos el mismo idioma. Terminamos riendo y por sugerencia de uno de ellos, fuimos a tomarnos un café no muy lejos de allí.




Medalla a Veteranos de EEUU 1991



A las resultas todos éramos viejos lobos de mar, salvo Jack H. que había estado en Vietnam como piloto de helicóptero y se retiro de la fuerza en 1984 un año después de lo de Granada y desde allí dedicado a la temática de la defensa activa de los derechos de los veteranos. Tanto Tom H., Jorge G. y yo estuvimos embarcados durante las operaciones de Escudo y Tormenta del desierto. Por suerte para nuestro anfitrión hablábamos un castellano aceptable aunque también Jorge tiene un inglés nada despreciable por ello no fue difícil intercambiar vivencias.


Durante la charla fue inevitable no tocar el tema de los veteranos argentinos que habían estado con Jorge en el Golfo. Allí y para asombro de los oídos de los yanquis, les comento que desde que habían regresado de aquella misión los sucedáneos gobiernos no habían hecho nada por reconocerles sus derechos, el primero de ellos a su condición de veteranos y luego todos los derechos compensatorios que acompañan a ese reconocimiento. Jack fue el más extrañado y hasta casi molesto por esa situación que contaba nuestro anfitrión a quien le dijo “amigo, deben unirse y reclamar con algún bufete de abogados”; a nosotros nos ocurrió, a mis camaradas que vinieron les sucedió lo mismo y a tipos como a Tom que estuvo en el “USS Worden” cuando llegaron a puerto les dieron una condecoración, un apretón de manos y las consecuencias que trajeron dentro de sus cerebros y sus organismos (contaminación química y radiactiva) pasaron por arriba y ¡Buena suerte!


Allí fue que Jorge le dijo, que la situación aquí era mucho más precaria ya que ni siquiera se les había dado el mero reconocimiento oficial y legal de haber estado en operaciones de guerra, a lo que tanto Jack como Tom con cara de enojo soltaron su característico insulto “What Motherfuckers man!!!! Tras esto, Jack repuso “¿Ni siquiera están cobrando compensaciones por sus actividades?, es increíble”. Fue allí que Tom se interpuso y dijo “Ni preguntar sobre enfermedades producto de la contaminación a la que estuvimos expuestos, ¿no?” Porque creo ya debes saber que estuvimos en medio de un ambiente con una polución extremadamente contaminante y fue recién por estudios de tipos como Howard Urnovitz, que descubrimos que muchos muchachos que habían regresado y mostraban problemas de cáncer y leucemias atípicas tenían alterados sus cromosomas (ARN).


Aproveche el momento para recordarles a mis camaradas yanquis que en Gran Bretaña todavía teníamos miles de casos de veteranos de 1991 que aun estaban luchando para que el gobierno de su Real Majestad, reconociera los derechos a una compensación suplementaria que ayudara económicamente a los afectados por los efectos nefastos de la contaminación venenosa tanto de armas químicas usadas por los iraquíes como de los gases desprendidos del uso masivo de bombas con cabeza de Uranio empobrecido usadas en las municiones estadounidenses y de la llamada “lluvia negra” tras los incendios de los pozos petroleros de Kuwait.


Igualmente tanto Jack como Tom insistieron que tenían que tomar la iniciativa legal organizándose con asesoramiento, actividad intensa de abogados y médicos que se comprometan con la causa de cada hombre y mujer afectados. Ellos deben comenzar con pedidos de examinaciones médicas para determinar el estado de cada colega y con eso dan inicio a sus reclamaciones con asociaciones como la VLG liderada por el abogado Mark Lippman y su equipo, que les guíen en el largo camino que va a representar reclamar al gobierno.


Tal como lo señalaba Jack, su gobierno busca continuamente ocultar los resultados terribles de lo que viene luego de una guerra que se ven con las incapacidades físicas, psíquicas y hasta espirituales que muchos sufren causando no solamente un desastre personal sino también crisis familiares sin remedio que jamás tendrán cobertura periodística. Esto sucedió también con los veteranos de golfo hasta 1996 cuando tras presiones de todo nosotros, logramos que se realizaran investigaciones e informes que tras continuas pulseadas con el gobierno federal, llevaron a determinar una ley de discapacidad para hombres y mujeres que habían estado allí.



Después de unas dos horas y media de charla y de anécdotas, nos levantamos de la mesa y salimos para que éstos dos yanquis por su lado, Jorge y yo por el nuestro nos despidiéramos hasta alguna otra oportunidad sin dejarle de recordar a nuestro camarada argentino, que no deben abandonar una lucha que aun no han empezado.

“PRECEDENTES NAVALES DE CONTAMINACIÓN QUÍMICA”



Hasta dónde llego la contaminación química, biológica y radiactiva en las dotaciones navales destacadas en las aguas del Teatro de Operaciones del Golfo 1990-1991


En la serie de medulosos artículos que hemos publicado sobre uno de los capítulos más borrosos de la guerra del Golfo en 1991 y que aún está pendiente de explicaciones (v. http://pensamientoestraegico.blogspot.com.ar/2015/10/veteranos-de-ayer-consecuencias-de-las.html ), con cada paso que se ha ido dando en el camino por esclarecer lo que ocurrió con el peligro “de la guerra química”, se ido encontrando antecedentes y testimonios en primera persona de muchos veteranos de aquella contienda y que han dejado de ser exclusivamente norteamericanos e ingleses. Quizá –o más bien con seguridad- la notoriedad que adquirieron los casos de estos dos países, fue por la simple cuestión de que al notar que algo estaba mal con su salud individual, comenzaron a cuestionar la versión de su gobierno.



Recordemos que apenas comenzaron las denuncias de varios veteranos norteamericanos a mediados de los noventas, tan solo un par de años después de “Tormenta del Desierto”, el gobierno en Washington busco la forma de contrarestar los argumentos que referían a una contaminación sufrida por sus hombres, producto por la “presumible” utilización por parte de los iraquíes de armas químicas y biológicas. Para ello, puso en marcha una serie de investigaciones a cargo de varias Agencias Federales del gobierno y laboratorios especialistas en contaminación ambiental más dirigida a tapar el asunto que a buscar soluciones para los hombres y mujeres que enfermaban sin causas advertibles.


Se había determinado que una de las posibles fuentes en el origen de los males que aquejaba y sigue aquejando a miles de veteranos de esa guerra, era la combinación de drogas aplicadas a cada hombre como antídoto contra las diversas amenazas químicas que el arsenal de Saddam tenía por entonces. Para 1999 los estudios sobre las causas de varias afecciones en veteranos británicos y norteamericanos, se determinó que no existe un “síndrome del Golfo” sino, varios síndromes relacionados e interactuantes con aquel, que se plasman en sintomatologías como el “estado de ánimo descorazonado”, el respiratorio con una “neumonitis de Al Eskan” inducido a los pulmones por “arena sucia” que se traslada por el viento tanto a tierra firme como al mar. Por supuesto todos estos síntomas, son independientes del llamado “estrés postraumático” que revelan los ex combatientes.


Las afecciones que sufren los veteranos de la GGP, han degradado la calidad de vida de cada uno de los afectados sin distinciones entre combatientes de primera o segunda línea, de tierra, aire o destacados en las aguas del Golfo, algo que se ha ido comprobando en forma progresiva con el paso de los años. Fue precisamente por esta degradación del normal estado de salud que muchos han demandado ante las cortes, el rubro de “pérdida de salud” que está trayendo a mal traer a los gobiernos estadounidense y británico. A las infecciones agresivas que se han registrado en muchos casos de estos afectados, también hubieron problemas neurológicos agudos y casos de fatiga (Fibromalgia) y debilidad muscular asociados a problemas neurovegetativos que entre otras sintomatologías, se han reportado lumbalgias atípicas.


Las investigaciones exhaustivamente orientadas a las causas biológicas y sus consecuencias sobre el organismo humano, expuesto en aquel medio ambiente, dan una información bastante sustancial sobre posibles implicancias de agentes tóxicos lanzados, utilizados o como bien dijimos, inoculados por sus propias fuerzas pero se ha evitado continuamente reconocer el uso de ojivas químicas lanzadas por los iraquíes.


Desde el punto de vista científico, estos estudios son exhaustivamente notables (v. Revista cubana de medicina Militar, http://scielo.sld.cu/scielo.php?pid=S0138-65572010000300009&script=sci_arttext ) pero, obviamente no se involucran en las vías militares que pudieron haber causado este coctel de síndromes que la prensa estadounidense en especial, bautizó como el síndrome de la guerra del Golfo. Se trata de un terreno espinoso que relaciona varias inconsistencias y desatinos que Washington no está dispuesto a reconocer. Es allí donde se han complicado las cosas para explicar coherentemente, situaciones de hombres que no estaban en las operaciones terrestres y a cientos de kilómetros adentrados en las aguas del golfo, han mostrado una variante de síntomas tan agresivos como los advertidos a hombres que estuvieron en Kuwait.


Estos elementos han puesto de manifiesto, que la sola exposición a agentes químicos que habrían sido originados por un medio ambiente contaminado por una mezcla de fármacos, la toxicidad del petróleo ardiendo y los residuos invisibles del “polvo de uranio” originados por las municiones de Uranio empobrecido de los proyectiles de tanques, bombas y misiles de aviones y de sus respectivas municiones en buques de la coalición, no pudieron ser suficientes para enfermar los organismos de propios y ajenos. Los expertos han señalado que para que actúe con eficacia un agente químico como el “Tabun”, “Sarín” o el “Gas mostaza” debe ser esparcido en forma de microparticulas que como un finísimo rocío, regaría un área determinada del enemigo dejando además, una situación de contaminación latente sobre el terreno que se extenderá con el viento.


Y solo nombramos algunos de los agentes nerviosos y biológicos de los que disponía el arsenal de las FFAA iraquíes, que según algunos informes de inteligencia en plena época de la guerra con Irán, estaban el desarrollo de la cepa de llamada “fiebre de conejo” que podía incapacitar a una población de miles con el volumen de un terrón de azúcar.


Los testimonios indiscretos de varios combatientes que estuvieron en Kuwait y en el suroeste de Iraq se toparon con pruebas irremisibles de que los iraquíes habían estado lanzando municiones con cargas químicas e incluso biológicas, lo que al ser reportado a los superiores fue inmediatamente tapado con amenazas de consecuencias para sus carreras y su futuro al volver a casa. Había varios motivos para que Washington se encargara de que sus muchachos mantuvieran la boca cerrada; algunos de carácter político y otros militar.


Uno de aquellos motivos y que se mantuvo escondido bajo la alfombra del Pentágono, fue que laboratorios estadounidenses como el Centro de Control de Enfermedades (CDC) ubicado en Atlanta, Georgia, en 1985 había realizado una serie de envíos a Iraq del “Virus del Nilo Occidental” que se justificaron para propósitos de investigación científica a cargo de un experto de éste centro que más tarde se corroboro su inexistencia. Era por ello y por muchos otros secretos, que había que negar el uso de estas armas y hacer desaparecer del campo de batalla, los restos –y ello incluía a los soldados muertos que estaban contaminados- para enterrarlos con bulldosers en sitios desérticos.


Según algunos estudios de detalles militares ocurridos durante el conflicto, Iraq lanzó unos 40 misiles “SCUD” sobre Israel y 46 sobre Arabia Saudita, sin precisar qué tipo de cabeza de guerra llevaban en esos ataques. Tanto los israelíes como los sauditas mantuvieron absoluto silencio sobre posibles detecciones de agentes químicos o biológicos, cooperando así con la postura del Pentágono de no “alarmar” a las tropas y a sus familias en sus casas. Pero los indicios salidos de los testimonios de varios efectivos que vieron los restos de evidencia que hablaba de el uso de ojivas con cabezas químicas y sumado a la masividad de casos de veteranos enfermos, podría estimarse que en realidad se lanzaron más de cien misiles alternados con cabezas convencionales y químicas. Y no solo eso, los vectores utilizados para estos agentes no solo fueron los misiles “Scud” sino también una gama de otros misiles en poder de Iraq e incluso en sus municiones de artillería.



Frog-7 missile abandoned in Kuwait



Cuando se ha planteado esto, los expertos del Pentágono y del Ministerio de Defensa británico simplemente lo desestimaron sin haber presentando argumentos científicos que pudieran rebatir estos hechos. Cuando se abrió el frente oeste de Kuwait y comenzaron a avanzar, los marines y sus colegas de las brigadas mecanizadas pudieron ver a grupos de soldados iraquíes muertos provistos con los equipos y máscaras “NBC” (Nuclear-Biological- Chemical) de origen soviético que habían reconocido en los entrenamientos sobre el equipamiento enemigo. Pero eso no era todo; cajas con morteros de 120mm y obuses de artillería con cabezas pintadas de amarillo aún descansaban en sus cajas detrás de las piezas de los 155mm e incluso, en los cohetes del sistema “Astros II”, que saturaban un terreno con resultados muy dañinos para una avanzada terrestre.


Pero lo peor estaba por verse. Algunos efectivos estadounidenses afirmaron que habían encontrado lanzadores móviles e incluso algunos fijos de misiles navales “Frog-7” que apuntaban al Golfo y entre zafarrancho de combate que se halló, habían cajas con los garrafones marcados con el símbolo de material “Biológico-Químico” que se usa para identificar estos elementos. Lo mismo fue con algunas baterías de misiles “Silkworm” que los iraquíes les confiscaron a la marina kuwaití y le montaron reformas para adaptar ojivas con “Gas Sarín” y “Cloro”. No era necesario que cualquiera de estos vectores diera de lleno contra un buque; al ser interceptados por los sistemas como los “Sea Dart” o incluso algunos “Sea Cat” –que rara vez demostraron servir para algo- en los buques británicos, con solo explotar a la velocidad que se desplazaban y si a ello le agregamos el viento a favor de los misiles atacantes, “BINGO!, se tiene una fumigación invisible sobre los buques y las aguas adyacentes que, hizo sonar en varias ocasiones las alarmas de ataque químico montadas en las unidades navales.


Para peor y según algunas fuentes de la inteligencia militar israelí por 1987 le soplaron a sus aliados estadounidenses, que Iraq había adquirido misiles SS-21 “Scarab” que mejoraba notablemente el rendimiento de las tareas a las que se empleaba a los “Frog-7” y estaba capacitado para albergar cargas químicas y biológicas. Para la CIA la información era errónea y allí se terminaron las discusiones. Es que en esos años e incluso una semana antes del 2 de agosto de 1990, “la agencia” y la mujabarat iraquí trabajaron a la par contra Irán y cualquier cosa que pudiera molestar a los esfuerzos de Bagdad por acabar con la revolución de Jomeini, era tapado.


Pero ni bien cambiaron las cosas, los iraquíes enterados de los intentos estadounidenses de manipular la situación, se propusieron hacerles frente sin mezquinar recursos.


Según lo han corroborado los documentos de la inteligencia de “Saddam” que pululan por el internet –robados del Ministerio de Inteligencia en Bagdad- especialmente referidos sobre el aspecto de la estrategia que los iraquíes tenían previsto para cortar las líneas de suministro de la coalición, uno de los medios implementados –es decir que se utilizaron- fueron los misiles con cabezas contaminadas. Allí y con esos detalles, se podían comprender algunos reportes de la época que daban cuenta de que “misiles Scud caían al mar” o información similar. Bastaba que los mismos llegaran a un área determinada y de ser interceptados o al caer al mar, igualmente tras estallar diseminarían la carga que llevaban dentro.


En conclusión, a los ojos de los jefes del USCENTCOM la realidad era demasiado mala como para que incluso sus subordinados, estuvieran al tanto de todas estas circunstancias. Si se hubiese conocido semejante situación, pudieron haberse visto verdaderos estragos entre los grupos de tareas. Con solo pensar el grado de tensión al que estaba sometida cada tripulación en operaciones, que se hubiera filtrado un comunicado que simplemente acusara que uno de cada cuatro proyectiles que caían en los puertos y en las aguas cercanas, tenía cargas “químicas o biológicas”, simplemente hubieran desatado el pánico y con ello, el fracaso de las operaciones.



Con seguridad se puede afirmar, que por los datos metereológicos de la época en los que se registraron los vientos y tormentas que agitaron las candentes aguas del Golfo Pérsico, en solo unos días y con –tan solo- una media docena de misiles con una carga de 500kg como las que transportaba el “SS-Scud-B” o el misil “Al Abbas” de material “químico o biológico” impactados en territorio saudita, habrían contaminado las aguas y los buques que operaban más allá del paralelo 26 y hasta las costas iraníes.

“CONSECUENCIAS DE LAS ARMAS QUIMICAS: EL INCIDENTE DE JUBAIL”




“CONSECUENCIAS DE LAS ARMAS QUIMICAS: EL INCIDENTE DE JUBAIL”


La crónica de uno de los hechos de aquella guerra que sigue vigente 25 años después


Tal como habíamos tratado anteriormente en uno de nuestros artículos, en el teatro de operaciones del Golfo Pérsico habían pasado muchas más cosas de lo que contaron los controlados medios estadounidenses, tratando de minimizar el impacto en la psique colectiva del público estadounidense en particular y en la del mundo en general que veía la primera guerra televisada en vivo desde el lugar de los hechos.




La guerra aséptica que no mostraba muertos y el efecto de los muy promocionados “ataques quirúrgicos” de las fuerzas de la coalición, se volvió parte de ese mito que los propagandistas del Pentágono y sus colaboradores mediáticos, intentaron carnificar como la verdad revelada. Pero la verdad, era algo muy diferente y repugnante para ventilar.


Recordando lo que las autoridades militares de la coalición y que sus jefes políticos en Washington se encargaron de reiterar por los medios, “nunca se usaron armas químicas en dicho conflicto y si así hubiera sido, no lo supimos”. Con palabras más, palabras menos, esa fue la postura oficial del Pentágono cuando allá a mitad de los noventas, comenzaron las preguntas sobre los casos de veteranos que estaban sufriendo extrañas y graves afecciones en sus organismos e incluso, sobre la salud de sus familias.


Muchos de los que comenzaron a sentir malestares y hasta incluso, otros que murieron sin que se pudiera diagnosticar el mal que los aquejaba, estaban seguros de que el gobierno les ocultaba la realidad de lo que había pasado en los meses que duró la guerra. En medio de la euforia por la “victoria”, inflada mediáticamente por Washington, cualquier cuestionamiento caía en oídos sordos y hasta incluso, en amenazas de que no les convenía molestar al gobierno con sus quejas.


Uno de estos casos fue el ocurrido en el puerto saudita de “Al Jubail”, en donde –obviamente- se destacaron fuerzas aliados, especialmente norteamericanos y británicos dotados entre otros sistemas, de sensores de agentes químicos RUVD que podían detectar la diseminación de algunos aquellos elementos en el aire. Según se pudo saber, estos equipos y los encargados de operarlos al servicio del “Pentágono” era una unidad Checa, que experta en el manejo de situaciones de contaminación en una guerra química y biológica, contaba con sistemas móviles y protocolos ampliamente probados en los escenarios de los realistas ensayos militares que hacían con el “ejército rojo” cuando pertenecieron al “Pacto de Varsovia”.
Obviamente, para Washington eso no era ninguna barrera para que estos “ex comunistas” ofrecieran sus servicios y para Praga, el dinero compra todas las lealtades.


En este sentido, el comando general USCENTCOM a cargo de las operaciones “Escudo del Desierto” y más tarde “Tormenta del Desierto”, le encargaron a las brigadas checas, que dispusieran de patrullas de vigilancia química que, mediante sus unidades móviles equipadas con laboratorios para sus fines, monitoreaban los sectores por donde habían caído misiles, obuses o cualquier otro artefacto que despertara sospechas de un posible ataque NBQ.


A pesar de haber cumplido con muy buen desempeño la tarea de detectar el uso de agentes químicos, sus mandos se mantuvieron a pie juntillas a las órdenes del comando central de mantener un total silencio sobre los resultados que se obtenían en dicho eventos, ante los posibles cuestionamientos que pudieran surgir entre las diversas unidades dentro del Teatro de operaciones.


En aquel incidente, según lo han expuesto algunos testimonios de los ex miembros de las patrullas checas que acudieron al sector, indicaron que el viento rotaba de este a oeste algo que no era ni bueno ni malo, pero que con seguridad, con el paso de las horas terminaría contaminando una amplia superficie del territorio y de las aguas adyacentes en unos cientos de kilómetros a la redonda.


El factor climático es fundamental en estas circunstancias. Una ojiva con carga química caída sobre un terreno con vientos rápidos de cara a una población o a una instalación militar, representaba una segura infestación o envenenamiento de los seres vivos –humanos, plantas, animales- que se hallaran en la ruta del viento. Aunque los militares norteamericanos y británicos negaron que Iraq hubiera podido usar ojivas con cargas químicas y biológicas, las evidencias en el terreno que fueron advertidas por varios de aquellos veteranos, al ser comentadas ante sus superiores, solo recibieron advertencias de que mejor se olvidaran de lo que habían visto.


Uno de estos casos fue el acaecido el 19 de enero de 1991 sobre las instalaciones del puerto saudita de “Al Jubail”. Uno de los testigos presenciales de aquel hecho, recuerda que eran las 3:00 de la madrugada cuando, desde uno de los buques que se hallaba fondeado en una de las radas del puerto, escucho el característico silbido de un misil que va cayendo y para cuando se apronta a la cubierta, ve como una bola de fuego que provenía del norte cae sobre un sector militar detrás de las instalaciones portuarias, causando una brillante explosión seguida de un estampido pavoroso. Causalmente, el misil que se presumía era un “Scud”, además de hacer desaparecer una estación completa de misiles costeros CSS-20, traía consigo una sorpresa extra. Inmediatamente a la caída comenzaron a sonar las alarmas de peligro químico y los soldados destacados en el área corrieron para refugiarse y colocarse sus máscaras y equipos de guerra NBQ.



Pese a que los soldados se habían colocado sus máscaras, muchos de ellos debieron sacárselas para poder salivar y limpiarse la nariz ante la profusa mucosidad que les produjo verse expuestos a ese rocío que trajo la explosión de aquel misil. Una semana después, muchos de aquellos hombres que habían quedado expuestos al rocío venenoso cayeron en cama con todo tipo de síntomas. Muchos otros recibieron afecciones más limitadas como parálisis de sus labios inferiores o superiores pero no se les informó su origen, irritación de la vista, tos y aparentes alergias. Otros como el testigo de aquel buque anclado en el puerto, pese haber estado a unos cuantos kilómetros del incidente, hoy es uno de los miles que se encuentra afectado por problemas pulmonares que aparecieron dos años después de haber terminado la guerra.


Según testimonios de veteranos tanto norteamericanos como británicos, los ataques con ojivas NBQ –Nuclear Biológica y Química- fueron variados y con una continuidad pasmosa. Incluso testimonios de ex oficiales de la Guardia republicana que habían sido entrevistados por periodistas independientes al final de la guerra, confirmaron que entre sus municiones disponibles habían alternadas y distinguibles en colores, ojivas con cabezas químicas y biológicas, tanto para obuses de artillería como para montar en sus sistemas SS-Scud y otras variantes que habían permanecido en secreto. Tal cual a estos testimonios, documentos SECRETOS que se han ventilado un tiempo atrás y que corresponden a los robados de los archivos del Ministerio de Inteligencia en Bagdad tras la invasión en 2003, se detallan planes de contingencia para una contraofensiva “letal” contra los agresores que entre otros vectores disponibles para dicho plan, estaban los misiles tipo “Frog-5” para lanzarlos sobre las cabecera de playa que pudieran haber ocupado las fuerzas de la coalición.


Esta era una de las situaciones a las que se había destinado aquella estructura de inteligencia que vigilaba a todo y a todos en el Teatro de operaciones. Además de tratar de desarticular cualquier ataque de células pro-iraquíes operando en la zona, debían mantener en silencio cualquier información que pudiera perjudicar a los planes militares o a la propaganda mediática difuminada por y solo por la CNN. Quien se atreviera a criticar la versión que radiaba Estados Unidos sobre la evolución del conflicto, podría haber sido encarcelado por traidor.


A pesar de que los hombres que se vieron expuestos en “Al Jubail”, fueron amedrentados para que no hicieran comentarios sobre este suceso, al terminar la guerra y con el creciente número de casos que se estaban dando entre los veteranos que habían participado, muchos de ellos dieron testimonio de cómo se habían dado los hechos y que, al contrario de lo que había informado el gobierno, los iraquíes usaron sus misiles con una intensidad muy superior a la informada y muchas de ellas, con cabezas de guerra Química albergando “Gas Mostaza” o “Sarín” y Biológica “Agente botulimico” y “Antrax”. Tras una larga lucha y circunscripto en la ley de Libertad de Información, los veteranos lograron que se desclasificaran algunos documentos como el NBC-DESK LOG en el cual se detalló el incidente en el puerto de Jubail pero, con convenientes mutilaciones en el expediente.


En dichos cuerpos administrativos que habían sido sepultados en los archivos del Pentágono, a pesar de su liberación, se pudieron advertir que desde el inicio los reportes se encargaron de negar sistemáticamente la existencia del ataque químico concluyendo en algunas de sus piezas: SCUD ALERT 2. NO CHEMICAL WARHEAD REPORTS “no hay cabeza químicas reportadas”. A pesar de que varias secciones de estos informes faltaban, para los veteranos fue un triunfo y un gran avance por lograr saber que era lo que realmente había pasado y que a su vez, el gobierno asumiera las responsabilidades por aquellos hechos.



Con el paso de dos décadas y media de aquellos hechos, los informes independientes sobre el tema, en especial realizado por el profesor emérito Malcom Hooper de la Universidad Sunderland y asesor del gobierno británico en asuntos sobre las “enfermedades de la guerra del golfo”, han arrojado luz las aberraciones que se realizaron en aquella guerra que quedó documentado en el informe titulado “La Guerra más tóxica de la historia moderna”, de la cual no solo fueron afectadas las tropas terrestres y las poblaciones locales sino también, al personal aeronáutico y naval involucrado en la campaña “Tormenta del Desierto”.

“ALIADOS EN LA MISMA LUCHA”


La casuística internacional de los reclamos de veteranos demuestra que no hay reconocimientos sin una lucha sostenida


Monumento a veteranos de Malvinas

Cuando los gobiernos han necesitado emprender políticas riesgosas más allá de los límites de sus fronteras que están entre la vida y la muerte, echan manos a sus Fuerzas Armadas que son la herramienta para la cual los políticos se valen para concretar planes en los cuales, sean necesarios ejecutar con el uso de la fuerza. Más allá de las consideraciones políticas, su movilización desata una serie de consecuencias que hace a la condición de militares regulares. Desde el más alto oficial de sus estados mayores hasta el último de los soldados rasos responden a las órdenes impartidas por el gobierno que a su vez y en teoría responde a la voluntad popular y que legaliza sus actos mediante las deliberaciones de un parlamento el cual a su vez, ha reglamentado la situación de las fuerzas de su nación.


En este marco las fuerzas militares, sean del país que sea, se ajustan al mandato de su gobierno y sus comandantes las transforman a su vez en órdenes y sin discusiones se llevan a la práctica. Pero aunque el lema en el servicio sea “obedecer sin cuestionamientos”, los precedentes de varios hechos de la historia demuestran que ello ha sido utilizado con un amplio abuso por los que se acomodan en los gobiernos “democráticos”, a tal punto que han tratado de recortar derechos a esos mismos que usaron para sus propósitos políticos que enmarcan en rótulos convenientes como “temas de estado”, “seguridad nacional”, “paz internacional” y muchas otras argucias que no significan nada. A lo largo de la historia del siglo pasado y del que estamos transitando, los casos de falta de reconocimiento de la calidad de veterano a miles de hombres y mujeres que fueron enviados a campañas bélicas lejos de sus patrias, son más de lo que muchos podrían imaginar.


Australianos del BCOF en Japón



Pero no solo eso. Muchos de esos hombres fueron hechos pasar como “invisibles” a sus reclamaciones cuando se dieron cuenta que habían sido expuestos a situaciones que sus respectivos gobiernos mantenían como “TOP SECRET” y para lo cual, no había la mínima probabilidad de que se pudieran exponer a registraciones o expedientes que pudiesen dejar rastros. De este modo desde los soldados norteamericanos expuestos a las pruebas nucleares en el desierto de Arizona que fueron muriendo prematuramente de cánceres, o los soldados australianos, indios, y neozolandeses que tras conformar los batallones BCOF de apoyo a la ocupación aliada del Japón al finalizar la II guerra mundial, a su regreso comenzaron a enfermarse por las evidentes influencias de la radiación de las bombas arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki. El gobierno australiano nunca realizó algún estudio sobre la situación de estos hombres y apostó más bien a que se fuesen muriendo poco a poco hasta que no quedase ninguno. Ni hablar de los veteranos de Vietnam que además de las huellas psicológicas por las aberraciones de la guerra, trajeron consigo y filtrados dentro de sus organismos los daños genéticos por la exposición al “Agente naranja”, una supuesta llovizna inofensiva que, según los comandantes solo afectaba a los árboles, era rociada por los aviones de la Fuerza Aérea y que muchas veces les pasaban por sus cabezas. Pasaron años para atender los reclamos de aquellos hombres que morían dolorosa y lentamente, recibieran la atención de su gobierno; pero fue necesario que hicieran mucho esfuerzo legal para presionar a su gobierno para no caer en el olvido.




Monumento de Veteranos de Vietnam



En los casos de los veteranos australianos que regresaron del Japón, sus hijos actualmente y hasta sus nietos sufren de deformaciones congénitas y canceres diversos que, pese a los incansables reclamos, el gobierno de Sidney ha venido haciendo la vista gorda olvidándoles en el laberinto burocrático. En el caso de los norteamericanos la presión ha sido sostenida y creciente pudiendo obtener ayudas del gobierno que les otorgó cuando menos el reconocimiento de la condición de veteranos y los beneficios que como la pensión conlleva el reconocimiento.


Para finales del siglo XX, en las postrimerías de una circunstancialidad política mundial cambiante, Washington convoca a una alianza multitudinaria para remontar una campaña militar en el Golfo Pérsico sin advertir a sus propios miembros y menos aún, a los que se plegaron esta alianza que en aquel Teatro de Operaciones habían en poder de los iraquíes y a su vez llevaban en sus propias bodegas de carga, todo tipo de armas químicas y radiactivas que comprometerían a posterior a la salud los pobladores y de cada uno de los miembros uniformados. La historia se repetía y aquellos que prestaron servicio en la llamada Tormenta del Desierto de 1991, al poco tiempo de regresar comenzaron a mostrar extrañas afecciones a la salud que fueron encubiertas por el Pentágono y la Casa Blanca.


Uno de los casos contemporáneos de la lucha por el reconocimiento de los derechos de aquellos que habían combatido en una guerra de intensidad es sin dudas, el caso de los argentinos tras la guerra de las Malvinas.


Para algunos analistas Argentina es el paradigma difícil de entender. Único en todo el cono sur en su experiencia en una guerra moderna nada menos que contra un miembro de la OTAN, dejó en claro en la guerra de Malvinas de 1982 que sus hombres eran tan o más valiosos que cualquier máquina de guerra que los británicos movieron a las aguas australes, pero al regreso a sus hogares, fueron poco menos que despreciados por sus gentes, una situación que se extendió desde el primer gobierno democrático de posguerra hasta hace unos años.



Alfonsin y Jaunarena



Aunque el entonces gobierno radical de Raúl Alfonsín allá por 1984 sancionó una ley que reconocía la calidad de veteranos a los ex soldados conscriptos que habían participado en el Teatro de operaciones del Atlántico Sur , su intensión era meramente partidocratica dirigida a socavar las bases de las FFAA dejando de lado a un grueso importante de quienes habían cumplido con el mismo mérito y patriotismo con las acciones bélicas que se habían desarrollado en torno las islas y sus aguas adyacentes. Se pretendía legislar algo así como para “un ejército de conscriptos” que había llevado adelante aquellas operaciones en el TOAS. En esta circunstancialidad irreal, ridícula e infantil se buscaba castigar a suboficiales y oficiales por el solo hecho de haber sido “tropa regular” de las FFAA argentinas, de su propio país, una característica típica de las ambivalencias y miserias políticas de los argentinos.


La irracionalidad de semejante elaboración legislativa debió ser reformada con el paso de los años (ley 23848) ya que la misma vulneraba uno de los principios constitucionales, como es el “Trato igualitario” (Art. 16 Const. Nac) que, entre otros, sostiene el sistema republicano argentino. Pero incluso si no se hacía la debida justicia legislativa con aquellos hombres, desde una mirada imparcial y más técnica, nadie podría creerse que solamente “conscriptos” hubieran conducido las acciones de aquella guerra. Dejar de lado a pilotos, sargentos de tropa, mayores y marineros de carrera era simplemente una incongruencia absoluta. Pero debieron pasar años para que se hiciera justicia con estos sectores que estuvieron –gustarse o no a los políticos- junto con los conscriptos.


Un caso emblemático de la arbitrariedad gubernamental, se pudo ver con el hundimiento del Crucero ARA “Gral. Manuel Belgrano” que, más allá de la posición que revestía en aquellos momentos, sufrió uno de los actos de guerra más arteros y sangrientos de la guerra en la que se perdieron 323 tripulantes argentinos. En el marco antes expuesto, signado por el rencor partidocratico del alfonsinismo y su “Coordinadora” ni se les paso por su mente en considerar aquel hecho como un factor para que se les reconociera la calidad de veteranos. Sobre esto hay que recordar que ese gobierno fue un enconado precursor de la “desmalvinización” y del desguace de las FFAA, una gestión celebrada y aplaudida desde Londres.





Cuando llego el gobierno neoliberal de Carlos Saúl Menem, lejos estuvo de rectificar este camino ominoso para con éste sector y llegó incluso, a negar expresamente el reconocimiento a los tripulantes sobrevivientes bajo argumentos comprobadamente arbitrarios. A su vez y contradictoriamente a esa posición, Menem envía un grupo naval para participar en las operaciones que desembocaran en la guerra del Golfo Pérsico.


Con el paso de los años, los reclamos administrativos se fueron acumulando y los combatientes de todas las fuerzas se fueron uniendo a los mismos y organizados en sociedades civiles, direccionaron las peticiones para asistirse recíprocamente ante las necesidades que surgían de propio reclamo. Este reclamo remonto vuelo y logro sus propósitos con una modesta celeridad y en pocos años obtuvieron respuestas. Sin dudas de que ello fue posible por una voluntad política del gobierno de Néstor Kirchner que, tras décadas de ignominia, propicio éste reconocimiento legislativo desde el PE.


Al final la racionalidad prevaleció y el reconocimiento integral llego en 2005 con la sanción de Decreto 886/05 que dejaba de lado las distinciones odiosas y reconocía a todos los que habían participado en las acciones bélicas sus debidos derechos.


Pero la casuística argentina sobre el reconocimiento de sus veteranos no se acaba con este caso. Cuando sube el gobierno de Carlos Saúl Menem, la Argentina toma un rumbo geopolítico inesperado y sin escrúpulos –e incluso inconscientemente- se acomoda a los lineamientos de la Casa Blanca que se aprontaba a llenar los vacíos que dejaría el derrumbe de la URSS. Una de las fases de esos planes se concretaría el 2 de agosto de 1990 cuando Iraq “invade” Kuwait, lo que sirvió de excusa para construir una de las fuerzas militares más grandes de finales del siglo XX. El gobierno argentino se apresuró a ofrecer su participación y sin evaluar contingencias de la magnitud de su decisión o las posibles consecuencias políticas-militares y sociales que podrían devenir.


Tal como temieron algunos, la guerra se desató –tomando por sorpresa al gobierno argentino- y no hubo límites para su desarrollo. Las ciudades con civiles fueron blancos indiscriminados de los aviones de la coalición. Misiles crucero “TomaHawk” disparados desde los buques en el Golfo y los lanzados desde aviones enriquecidos con Uranio, devastaron barrios enteros. A todo esto, la voladura de plataformas petroleras y el incendio de los pozos en Kuwait genero un medio ambiente venenoso que entre otras, causaba una lluvia negra producto del aceite que se quemaba en los desiertos a más de 50ª C. Como contra parte, los iraquíes lanzaron todo lo que tenían en sus arsenales y entre sus más temibles armas, estaban proyectiles con cabezas químicas (vgr. Gas Sarín, Tabún, Cloro e incluso gas Mostaza) que fueron vehiculizadas –según testimonio de oficiales y documentos iraquíes- desde morteros pesados hasta en cabezas de los misiles balísticos más poderosos.


Sin dudas, ésta guerra no reviste el mismo carácter que la de Malvinas, pero eso no influye en lo que hace al fondo del reclamo de cada miembro remitido al golfo. La legislación internacional agrupada en los Convenios y Protocolos no dejan lugar dudas y ello solo deja en evidencia que se los está estafando.


Hoy por hoy y a diferencia de los anteriores casos, el de los argentinos que estuvieron en las operaciones “Escudo del Desierto” y “Tormenta del Desierto” aún ni siquiera se les reconoció la condición de veteranos y sin eso, es muy difícil que puedan luchar por que reconozcan la potencialidad a las afecciones producto de aquel medio ambiente venenoso al que fueron expuestos.


Sin dudas, los argentinos que operaron en el Golfo Pérsico están respaldados por la casuística de sus propios camaradas y por incoherencias tales como es, el reconocimiento de VTG de Malvinas a un ciudadano ingles que argucias mediante, hoy cobra su pensión de 13.000$ que no cobra un argentino que si prestó servicio para su país.