Pese a los cambios dentro del poder real saudita, la agresión sobre el Yemen continua y no hay visos de apaciguarla. A la par de esto, los medios neoconservadores y la prensa anglosajona trata de maquillar la tragedia saliéndose por la tangente.
Desde el inicio del 2015, el pequeño y pobre país en la cabecera de la península arábiga llamado Yemen, se ve sacudido por la continua campaña de agresión militar encabezado por Arabia Saudita que una y otra vez, ha tratado por los medios más mortíferos existentes, doblegar a la población local para que bajen los brazos y se dejen ocupar a los fines de restablecer un gobierno adicto a los lineamientos de la Casa real Al Saud que como se viene viendo desde mediados del 2010, están emparejados con los intereses geopolíticos de Tel Aviv y Washington.
El origen de esto viene desde la misma época en que los británicos deciden retirarse tras la independencia del Yemen allá a mediados de la década de los sesentas y que continuo cuando el país en las épocas de la guerra fría estuvo dividido en un Yemen del norte gobernado por un partido republicano nacionalista con capital en Sanaa y el Yemen del sur que en 1967 nació de una revolución marxista con su capital en la ciudad portuaria de Adén.
Tras la reunificación de ambos en mayo de 1990, la estabilidad del nuevo gobierno con su capital en Sanaa se vio constantemente sacudida por incidentes tribales y en especial como los pobladores del norte de mayoría Houtie, quienes son musulmanes de la rama chiita que durante siglos convivieron en paz con los sunitas y cristianos coptos de la zona, por lo cual –y valga la aclaración- el problema en Yemen nada tiene que ver con la fábula de la “guerra sectaria” que muchos autores en occidente han venido tratando de vender como la causa por antonomasia en las disputas dentro de la región.
Fue de ese modo que en enero de 2015 cuando los rebeldes Houtie, que no toleran la injerencia permanente de los regímenes del Golfo sobre los destinos del país y que tenían en el presidente Abdu Rabu Mansour Hadi un descarado colaborador de Riad y de Tel Aviv, tomaron la iniciativa de darle un corte a esa situación mediante un alzamiento armado que termino con el arresto de éste viejo político yemenita. Al poco tiempo de ello, Mansour Hadi logra escapar y se refugia en Riad, donde tras su llegada al aeropuerto es recibido por el jefe de inteligencia saudita Jaled Al Jamidán.
Como era de esperar y a la vista del interés que reviste dicho personaje, salieron a su rescate los grandes medios que continuamente han venido describiéndolo como el único que puede gobernar el país y por ello, ha venido siendo ensalzado por editoriales neoconservadoras y los medios corporativos los cuales a su vez tratan de explicar con retorcidos argumentos, las consecuencias de lo que sus gobiernos han creado (Foreign Affair. “Pesadilla humanitaria de Yemen”
El origen de esto viene desde la misma época en que los británicos deciden retirarse tras la independencia del Yemen allá a mediados de la década de los sesentas y que continuo cuando el país en las épocas de la guerra fría estuvo dividido en un Yemen del norte gobernado por un partido republicano nacionalista con capital en Sanaa y el Yemen del sur que en 1967 nació de una revolución marxista con su capital en la ciudad portuaria de Adén.
Tras la reunificación de ambos en mayo de 1990, la estabilidad del nuevo gobierno con su capital en Sanaa se vio constantemente sacudida por incidentes tribales y en especial como los pobladores del norte de mayoría Houtie, quienes son musulmanes de la rama chiita que durante siglos convivieron en paz con los sunitas y cristianos coptos de la zona, por lo cual –y valga la aclaración- el problema en Yemen nada tiene que ver con la fábula de la “guerra sectaria” que muchos autores en occidente han venido tratando de vender como la causa por antonomasia en las disputas dentro de la región.
Fue de ese modo que en enero de 2015 cuando los rebeldes Houtie, que no toleran la injerencia permanente de los regímenes del Golfo sobre los destinos del país y que tenían en el presidente Abdu Rabu Mansour Hadi un descarado colaborador de Riad y de Tel Aviv, tomaron la iniciativa de darle un corte a esa situación mediante un alzamiento armado que termino con el arresto de éste viejo político yemenita. Al poco tiempo de ello, Mansour Hadi logra escapar y se refugia en Riad, donde tras su llegada al aeropuerto es recibido por el jefe de inteligencia saudita Jaled Al Jamidán.
Como era de esperar y a la vista del interés que reviste dicho personaje, salieron a su rescate los grandes medios que continuamente han venido describiéndolo como el único que puede gobernar el país y por ello, ha venido siendo ensalzado por editoriales neoconservadoras y los medios corporativos los cuales a su vez tratan de explicar con retorcidos argumentos, las consecuencias de lo que sus gobiernos han creado (Foreign Affair. “Pesadilla humanitaria de Yemen”
Actualmente y pese a que la resistencia nacional yemenita ha sido exitosa en detener el avance saudita e incluso frustrando el intento de implantar una lucha intestina dentro del territorio, insertando fuerzas especiales estadounidenses, células de la CIA dirigiendo matones privados alquilados a empresas de seguridad privada como “Constellis” y de mercenarios árabes traídos de escenarios como Siria e Iraq para tratar de impostar la aparición de grupos sunitas locales afiliados al “ISIS” en la supuesta misión de “combatir a los apostatas Houtie” acusándolos de apostatas, no han triunfado.
Pero como éstas tácticas de la guerra sucia no han dado los frutos que se esperaban, los sauditas con el apoyo de Washington no han tenido clemencia y están desquitando sus frustraciones sobre la población civil causando una crisis humanitaria tan abominable que a la vista de Naciones Unidas y en especial del Consejo de Seguridad, es un escándalo que se ha hecho muy difícil de seguir sosteniendo ya que no pueden detenerse las preguntas n lo referente a por qué aún no se haya condenado con la misma energía con la que en 1990 y 1991, se condeno y sanciono a Iraq hasta llevarlo al caos que persiste hasta el presente.
Aunque se hicieron intentos de realizar investigaciones Ad Hoc por parte del Consejo de Derechos Humanos de la ONU sobre las masacres colectivas que la aviación saudita, armada con aviones provistos por EEUU y armamento israelí, las mismas no llegaron a ninguna parte por el simple motivo que los países sindicados entorpecieron todos los intentos, tratando de encubrir con ello las acciones de sus protegidos sauditas. De esta manera, evitando que se constituyan grupos de observadores e investigadores de Naciones Unidas, tratan de mantener en el silencio las injerencias de Tel Aviv y varios de sus socios árabes regionales.
Al mismo tiempo ello ha sido el disparador de una tragedia humanitaria que eleva a decena de miles a los hombres, mujeres y niños, sometidos a la hambruna, el cólera por falta de agua potable y la carestía de medicamentos por un embargo unilateral impuesto por Riad y apoyado desde el mar por la flota estadounidense y británica. Esto demuestra una vez más, quienes son los que dirigen al organismo internacional y quienes financian a las ONG que se presentan como actores desinteresados y al servicio de los derechos humanos.