25/9/21

“LOS PARTIDOS POLÍTICOS ARGENTINOS Y EL ENVÍO DE TROPAS AL GOLFO PÉRSICO (1990- 1991). DEBATES Y POSICIONES DEL OFICIALISMO Y LA OPOSICIÓN. ¿DISTINTOS PROYECTOS DE INSERCIÓN INTERNACIONAL?”

 1. INTRODUCCIÓN

Por lo menos queda un testigo de lo que paso:

https://www.dropbox.com/home?preview=EL+CONFLICTO+IRAK+POR+ALMIRANTE+(RE)+MOLINA+PICO.docx     (enlazar y buscar en Google)

Sancionado el 13/02/1991 la ley 23094, después que terminado el conflicto.


EFEMERIDES NAVALES


Vicealmirante Ferrer (F) afirma el envió de naves a la Guerra del Golfo




 A Treinta años de la participación argentina en el conflicto bélico desatado en Kuwait en agosto de 1990, resulta válido analizar desde una perspectiva histórica más amplia los profundos debates sobre la inserción internacional que aquélla situación suscitó. 

Fundamentalmente porque algunas de las racionalizaciones y construcciones ideológicas allí aplicadas dieron el tono a más de diez años de política exterior y continúan siendo objeto de discusión y análisis. La primera Guerra del Golfo fue muy significativa a nivel mundial y también a nivel local. 

Respecto de la economía norteamericana representó una respuesta a la crisis económica del país y el triunfo de los sectores vinculados a la industria de armamentos y manufactureros de punta que buscaban reestablecer el su predominio en el mundo a través de una política internacional agresiva, que creara las condiciones para la profundización de su hegemonía en el Tercer Mundo (avanzando por ejemplo en la subordinación de América Latina a los Estados Unidos) y montándose sobre la debilidad militar de Europa y Japón y en el repliegue soviético, desplazando así a otros ligados al mercado interno y a las viejas manufacturas fordistas, defensores del proteccionismo y de la reindustrialización. 

 Asimismo, el conflicto demostró que la clase dirigente norteamericana había superado el síndrome de Vietnam y que los Estados Unidos estaban dispuestos a intervenir militarmente en todas partes del mundo. Así, una guerra de intervención en un país del Tercer Mundo reordenaba las relaciones de fuerza en la economía internacional. 

 Lejos ya de los primeros planes de la presidencia de Reagan, el objetivo central de la guerra en el contexto de la crisis económica norteamericana era el de controlar recursos y negarles mercados a los demás, ganando tiempo para la recomposición de la economía interna, representando un cambio de estrategia global para lidiar con la crisis del capitalismo norteamericano.

 Fue justamente luego de que estallara esa guerra, que el presidente George H. W. Bush invocó la existencia del “Nuevo Orden Mundial”. 

Lo hizo pocos días después de la invasión, el 11 de septiembre de 1990, en un discurso pronunciado ante las dos cámaras del Congreso. Respecto de las transformaciones del sistema internacional, la guerra hacía visible esa racionalización posterior. Era la primera vez que los Estados Unidos, junto con las potencias occidentales actuaban sin la oposición del bloque de países soviéticos. La potencia del norte obtuvo el apoyo de treinta y dos países.

En cuanto a la coyuntura local argentina, el conflicto en Kuwait provocó una serie de intensas discusiones al interior y entre el Partido Justicialista (oficialismo) y la Unión Cívica Radical (oposición) referidos a distintas posiciones sobre la política exterior y el rol de la Argentina en el escenario mundial. 

Aquí se abordarán esas discusiones, porque su implicancia trascendió el conflicto puntual y constituyó un hito histórico, no sólo por la ruptura de una tradición neutralista sino porque la construcción discursiva que legitimó el envío de tropas traducía una nueva concepción respecto de la inserción internacional del país.

Este artículo constituye una aproximación al análisis de las posiciones políticas de los partidos con mayor representación parlamentaria en el país (UCR y PJ), a través del estudio de caso de la Guerra del Golfo Pérsico desatada en 1990. 

La pregunta central es en qué medida los debates parlamentarios fueron reflejo de dos modelos de inserción internacional diferentes y contrapuestos. Para ello deben inscribirse en la coyuntura política y económica nacional ampliada. 

Aquí reside la importancia del enfoque histórico de esta problemática. Si bien la problemática estudiada aquí pertenece al área de estudio de las relaciones internacionales, “ninguna teoría de las relaciones internacionales es posible si ella no se sitúa en la perspectiva dinámica, en la del movimiento” (Duroselle, 1992:177).

Identificar el objeto de estudio implica un recorte cuyo objetivo es, en este caso, analizar en profundidad la dinámica política del período, pero esa esfera no puede interpretarse en forma autónoma respecto del resto de las dimensiones de la realidad social. Hay una instancia propia de lo político, pero no auto referida, o auto explicativa. 

 Sólo la historia permite vincular los elementos propios con los otros movimientos en la sociedad, y por lo tanto, no sólo explicar los movimientos particulares de la dinámica 3 política sino también su inscripción en los procesos totales, que a su vez son constitutivos, condicionantes y condicionados por la dinámica política. 

 El objetivo de este trabajo es, en primer lugar, reconstruir los debates en torno al envío de tropas al Golfo Pérsico, y en un segundo momento, interpretar las concepciones o tendencias más profundas que reflejaron.

2. LA RELACIÓN DE LA ARGENTINA CON LAS POTENCIAS. HACIA EL ALINEAMIENTO. 

 La década de los noventa fue escenario de cambios profundos con respecto a la inserción internacional del país. Algunos de ellos venían abriéndose paso ya desde el “giro realista” del gobierno de Raúl Alfonsín. Otros, se constituyeron como “novedad” a partir del gobierno de Carlos Saúl Menem e implicaron un viraje fundamental. 

 La adopción de un determinado patrón de inserción internacional se vinculó con fenómenos de transformación económica, social y política que han provocado fuertes debates y prolíficos análisis y se inscribió en el marco de la proclamación del mundo “globalizado”, caracterizado por la unificación del mercado mundial a partir de la desintegración de la Unión Soviética -incluyendo la producción, la comercialización, los mercados financieros y los de servicios- y el dominio total de las economías de mercado. 

 Desde los Estados Unidos se proclamó, como decíamos, la existencia de un “Nuevo Orden Mundial”, un orden único, en el que se desdibujarían las barreras políticas, y donde se puso en cuestión la propia vigencia y relevancia del Estado-nación. En consecuencia, también desde ese país se afirmaba el sostenimiento de “valores internacionales” y una “legalidad internacional” como expresión de ese “nuevo orden”. 

 Como contracara de este discurso, la aparición de distintos conflictos bélicos como la primera Guerra del Golfo, entre otros, demostró a comienzos de la década del 90 que la “globalización” de las relaciones económicas mundiales no había significado la formación de una “comunidad internacional” igualitaria, sino que se había acentuado la dependencia y el atraso de los países periféricos. La guerra del Golfo, hizo evidente el peso aún vigente de los Estados nacionales, particularmente el de las grandes potencias.

 La participación argentina con el envío de dos naves en la Guerra del Golfo formó parte de una serie de medidas de política exterior del primer gobierno de Carlos Saúl Menem, cuyo objetivo era principalmente demostrar el alineamiento con los Estados Unidos, en el marco de una estrategia de inserción internacional que priorizaba 4 las cuestiones económicas, sustentándose en los supuestos del “realismo periférico”, a los que haremos referencia. 

 Para situarnos en el contexto de las relaciones bilaterales entre la Argentina y la potencia del norte, durante la década de los ochenta tanto la coyuntura internacional y nacional como la tradición político-ideológica del partido radical habían permitido la existencia de una estrategia diplomática de alto perfil que mantuvo –en principio márgenes de autonomía con respecto a los Estados Unidos, y que priorizaba la inserción multilateral. 

Esta estrategia se sostenía principalmente en la posibilidad de “diversificar los puntos de apoyo” con Europa occidental y con la Unión Soviética, tal como lo afirmaba el canciller de Raúl Alfonsín, Dante Caputo [2]

 Sin embargo, una de las prioridades de la política económica exterior durante la década de los ochenta fue el tratamiento de la deuda externa, que presionaría fuertemente sobre la economía argentina. 

Cabe recordar que dicha década se caracterizó por las dificultades – al igual que en el resto de las economías latinoamericanas- que hicieron que el período se conociera como la “década perdida”, signada por el elevado endeudamiento externo, los precios decrecientes de las exportaciones de materias primas, el aumento del proteccionismo por parte de las potencias industriales y las altísimas tasas de interés internacionales.

Para 1984, la estrategia multilateral de negociación de la deuda externa llevada a cabo por Argentina junto con otros países latinoamericanos había fracasado [3] , y a partir de allí la relación con los Estados Unidos y con Europa comenzó a modificarse. 

 Ese cambio tanto en la política económica como en la política exterior es lo que se denominó como un “giro realista” de Alfonsín, y algunas de sus manifestaciones más notarias fueron su compromiso a pagar la deuda -a partir del cual Reagan medió entre el gobierno de Buenos Aires y la banca acreedora, aunque exhortando al cumplimiento marzo de 1985, donde se mostró más complaciente con el ambiente que predominaba en Washington anunciando la necesidad de reformar el Estado y privatizar empresas públicas. 

Tanto esta declaración como la intención manifestada de licitar áreas petrolíferas -Plan Houston- y la posterior puesta en marcha del Plan Austral merecieron gestos auspiciosos por parte del gobierno norteamericano y los organismos financieros internacionales. Cumplimiento de los ajustes requeridos por los bancos- y particularmente su segunda visita a los EE.UU.

[2]El ministro de Relaciones Exteriores de Alfonsín sostuvo: “Al principio la concepción se basaba en la rehabilitación de la posición argentina en el plano internacional y, muy especialmente, en el marco de los países occidentales. Junto con esta idea estaba la de evitar que un país monopolizara la relación en ese ámbito, por lo cual Europa parecía como una posibilidad de diversificar los puntos de apoyo de la política exterior en Occidente”, DANTE CAPUTO, en Entrevista realizada para la Revista América Latina Internacional, vol. 6 núm. 21, julio-septiembre, Buenos Aires, Argentina, 1989, p. 266.

[3] Durante los dos primeros años del gobierno radical, la diplomacia argentina intentó políticas de concertación multilateral en el escenario latinoamericano, para hallar solución al problema de la deuda externa. Los ámbitos donde se expresó esta intención fueron la Conferencia de Quito en enero de 1984, la declaración conjunta efectuada con Brasil, México y Colombia en el mes de mayo, la Reunión de Cartagena en junio, y la Segunda Reunión del Grupo de Cartagena en Mar del Plata en el mes de septiembre del mismo año. Los intentos de dar tratamiento “político” a la deuda y el de conformar un “Club de Deudores” fracasaron ante la negativa de los Estados Unidos y de las potencias europeas.

Los hitos del “alineamiento” fueron, el envío de tropas al Golfo Pérsico en septiembre de 1990, la desactivación del proyecto misilístico Condor II, la ratificación del Tratado de Tlatelolco o de No Proliferación Nuclear, la firma en forma conjunta con Brasil del Acuerdo para el Uso Exclusivamente Pacífico de la Energía Nuclear y la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (ABACC), el retiro del Movimiento de No Alineados y la modificación de los votos argentinos en la ONU pueden comprenderse en el marco de estos objetivos [7]

El gobierno de Carlos Saúl Menem fue el período donde se firmaron la mayor cantidad de convenios entre la Argentina y los Estados Unidos. Estas tácticas de política exterior no pueden comprenderse en forma separada de una política económica orientada a obtener el visto bueno del Fondo Monetario Internacional y de la banca acreedora. 

Recordemos que los sucesivos planes económicos desde la asunción de Menem, en especial la aplicación del ajuste con paridad fija a partir de la Ley de Convertibilidad en 1991, se orientaron a responder a los condicionamientos de dichos organismos, lo que culminó en el ingreso al Plan Brady en 1992. 

 Hay que agregar aquí que la nueva vinculación con los Estados Unidos no eliminó un rasgo que constituye una tendencia de largo plazo en la historia argentina: la competencia entre intereses asociados a distintas potencias por el predominio dentro del aparato económico y estatal. El paradigma de las “relaciones carnales [8]  no significó necesariamente un retroceso para los intereses económicos vinculados con la Unión Europea, como quedó demostrado en el proceso de privatización de las empresas públicas.

[7] La Argentina aumentó sin duda el número de la coincidencia en sus votos con los Estados Unidos., por ejemplo, en las resoluciones respecto de la situación de los derechos humanos en Cuba, en las cuestiones referidas al desarme, la no proliferación nuclear respecto del problema del narcotráfico y las resoluciones de condena a las violaciones de derechos humanos en Irán. Para este tema ver FRANCISCO CORIGLIANO, “La dimensión multilateral de las relaciones entre Argentina y Estados Unidos durante de la década de 1990”: El ingreso al paradigma de “Relaciones Especiales”, en: ANDRÉS CISNEROS Y CARLOS ESCUDÉ (comp.) Historia de las Relaciones Exteriores de la República Argentina, Tomo XV Cap II, GEL, Buenos Aires, Argentina, p. 225-228.

[8] El concepto de “relaciones carnales” proviene de una frase pronunciada por el canciller Di Tella, que sostuvo “Nosotros queremos un amor carnal con los Estados Unidos, nos interesa porque podemos sacar un beneficio”. Diario Clarín, 9 de diciembre de 1990, p. 12.

3. SECUENCIA DE LOS HECHOS Y PRINCIPALES DEBATES 

 Justamente, la Guerra del Golfo se constituyó como un episodio paradigmático de la nueva orientación en política exterior, ya que, rompiendo con la tradicional neutralidad de la Argentina ante los conflictos que no la incluían directamente, el envío de tropas fue, ante todo, un acto que demostraba el apoyo a Washington. 

En el plano internacional inauguró el nuevo protagonismo de las Naciones Unidas y la reivindicación de la “ley internacional” como justificación jurídica de las intervenciones. Una de las consecuencias en el escenario latinoamericano fue que en 1991, en el documento conocido como Compromiso de Santiago, se modificó el principio de no intervención incorporando la “acción colectiva en defensa de la democracia”. 

Por otra parte y con respecto a la Argentina, el envío de tropas al golfo fue el inicio de una mayor participación en los operativos de paz de la ONU, modificando también la función de las Fuerzas Armadas. En cuanto a su discurso legitimador, Argentina hizo propios los motivos y argumentos de la administración norteamericana. 

 En el mes de agosto de 1990 se abrió la discusión en los círculos cercanos al presidente acerca del envío de tropas antes de que esto fuera requerido por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, evaluando básicamente el costo que tendría tal decisión. El canciller Cavallo había afirmado el día 9 de ese mes que la Argentina enviaría tropas sólo “dentro de un plan de la ONU”. 

 El propio presidente, el senador Eduardo Menem y el canciller Cavallo se mostraron dubitativos al respecto mientras ya se elaboraban las posiciones más extremas -que se harían predominantes- donde se alegaba la necesidad del envío de tropas como “gesto” de alineamiento y acuerdo con los Estados Unidos. 

Junto con esta última versión se hicieron dominantes los diagnósticos que remarcaban los supuestos “errores” de la política exterior argentina frente a este país durante la Segunda Guerra Mundial y también los supuestos “costos” que esto habría traído aparejados a diferencia de nuestro vecino Brasil. 

 La correspondencia epistolar con el presidente norteamericano, así como la entrevista de Domingo Cavallo con Hosni Mubarak, jefe de Estado de Egipto, parece haber tenido un rol importante en la adhesión a la posición norteamericana, que aún sin la aprobación de la ONU, dispondría la partida de tropas hacia la región en conflicto.

El canciller Cavallo sostuvo que:  Si la Argentina quiere participar de los beneficios del proceso de gestación de un nuevo mundo de paz y progreso, debe asumir las responsabilidades. Frente a la actitud del régimen de Bagdad, la indiferencia implica atraso y aislamiento. 

Al mismo tiempo, en el informe al Poder Legislativo, el canciller y el Ministro de Defensa Humberto Romero explicaron que no se requería el aval de las Cámaras “porque no se trataba de una intervención bélica sino de una acción disuasoria a través del bloqueo económico”. 

 En respuesta, en el Senado existieron dos proyectos de declaración, uno proveniente del bloque radical y otro del justicialista. El primero de ellos, presentado por el senador Solari Yrigoyen “condenaba” principalmente el envío de tropas y luego la falta de consulta al Legislativo. 

El segundo, en cambio, se refería únicamente a este último aspecto, “lamentando” la adopción de la decisión sin el respaldo del Congreso de la Nación. Ambos coincidían en denunciar el accionar de Irak en la región. 

Sólo cinco de los senadores justicialistas defendieron la decisión del Poder Ejecutivo. 

El resto de ellos, mantuvo una fuerte discusión con el Ministro de Defensa, Humberto Romero y con el canciller. En la primera de las sesiones donde se intentó tratar dichos proyectos, el justicialismo estuvo ausente –lo que provoco la falta de quórum-, elemento que demostró las divergentes posiciones al interior de dicho bloque. 

Era difícil defender la actitud del Presidente, pero al mismo tiempo no estaban dispuestos a criticarla en público sin reunirse antes con Domingo Cavallo. 

Luego de la reunión con el canciller Cavallo, la mayoría de los senadores justicialistas modificaron su posición y apoyaron la decisión de enviar tropas. Para el 27 de septiembre, incluso el Senador Eduardo Menem se convertiría en defensor de la medida. 

 Cuando efectivamente se trataron los proyectos de declaración en la sesión del 26 y 27 de septiembre se argumentó a favor y en contra del envío, no sólo remitiéndose a los aspectos procedimentales sino incluyendo formulaciones y diagnósticos con respecto a la cambiante realidad internacional.

Ninguno de los proyectos de declaración fue aprobado. 

 Desde la Cámara Baja, el diputado radical César Jaroslavsky propuso –a iniciativa del ex canciller Dante Caputo- una interpelación a Humberto Romero (Ministro de Defensa) y Domingo Cavallo (Ministro de Relaciones Exteriores) para que explicaran las razones del envío. 

 Esta moción tuvo el respaldo de los diputados provenientes del radicalismo, del Grupo de los Ocho, de una parte de la Ucedé, del Partido Socialista Unificado, del Partido Federal-Buenos Aires, del Movimiento al Socialismo, del Partido Intransigente, del Partido Socialista Popular, de la Democracia Cristiana de Córdoba y de Bandera Blanca, pero no contó con los dos tercios necesarios por la oposición de la mayoría de los diputados del PJ y de la Ucedé.

El 23 de enero el Congreso aprobaba el proyecto del Ejecutivo de que las naves argentinas en el Golfo brindaran “apoyo logístico” a las fuerzas de la coalición liderada por Estados Unidos. Algunos diputados justicialistas opositores no asistieron a la sesión, como Franco Caviglia, Eduardo Budiño, Augusto Alasino y Rafael Flores. 

Antonio Cafiero, en cambio, habría expresado sus temores acerca de la posibilidad de que el Ejecutivo perjudicara a la provincia de Buenos Aires con los ingresos coparticipables. 

 Por el contrario y a favor del oficialismo, Alberto Pierri fue uno de los que militó más intensamente a favor del proyecto



4. HACIA UNA INTERPRETACIÓN

Aquí se hace presente además la justificación utilizada por los Estados Unidos para su intervención, apelando a la “legalidad internacional”. 

Como bien han analizado Claudio Spiguel y Rubén Laufer, en este supuesto “orden global” lo que vale para algunos no vale para todos. Más específicamente, las intervenciones multilaterales fueron producto de la decisión de Estados Nacionales, y han sido ejercidas también sobre unidades nacionales, mientras se proclamaba su debilitamiento. 

Muchas veces, la defensa de los valores “humanos” y la “democracia” es el velo utilizado para justificar intereses económicos o estratégicos de alguna de las potencias. 

 El apoyo con naves argentinas constituyó un hito donde el nuevo gobierno puso en práctica tal diagnóstico sobre los cambios en el sistema internacional descartando la posibilidad de ser neutrales y realizando un gesto de total apoyo a Washington. El primero y más contundente. A ese respecto el canciller Domingo Cavallo sostuvo años después: 

“La República Argentina no podía ni debía asumir una posición de neutralidad ante esa invasión. Tal actitud ya no tiene más espacio en el marco de las relaciones internacionales actuales. En la sesión citada del 26 y 27 de septiembre de 1990, el senador oficialista Juan Carlos Romero argumentaba –haciéndose eco de este diagnóstico- a favor del envío de tropas que  … por primera vez la Argentina, ante esta oportunidad de sumarse a la creación de un instrumento apto, rápido y eficiente para el mantenimiento de la paz y seguridad internacionales, asume un papel activo y voluntario en un mundo que ya no admite, como tesitura externa, el aislamiento y la indiferencia. No entender esto, señor presidente, es no entender el mundo en que vivimos.

Al analizar la situación en el Golfo, consideraba que frente a la constitución de un sistema de seguridad colectiva posterior al desmembramiento de la URSS, el accionar de Saddam Hussein había amenazado dicho orden, y por lo tanto, la respuesta debía ser también colectiva. 

En consecuencia defendió abiertamente la decisión del envío de tropas y la política exterior del canciller Domingo Cavallo, cuestionando únicamente la falta de consulta al Poder Legislativo.



 EN CUANTO A LA “ADECUADA” INSERCIÓN DE LA ARGENTINA EN ESE CONTEXTO

Como dijimos, la política llevada a cabo por Carlos Saúl Menem y sus cancilleres Domingo Cavallo y Di Tella se distanciaría rápida y abruptamente de estos postulados. Ya en su primera reunión con Bush, el presidente Menem prometió respetar los compromisos de la deuda y mencionó su apoyo al “restablecimiento de la democracia” en Panamá. 

 Una elaborada concepción comenzó a regir las orientaciones en materia de política exterior del gobierno de Menem. Al interior del oficialismo, la discusión acerca de la inserción se enmarcó en los postulados del “realismo periférico” elaborados por Carlos Escudé. Sus principios básicos parten de la consideración de la Argentina como un país dependiente vulnerable y por lo tanto “poco relevante para los intereses vitales de las grandes potencias”53, y de acuerdo a esta consideración traza líneas de acción necesarias para la “inclusión” en el sistema internacional.

El ex canciller Guido Di Tella declaraba, con respecto a la prioridad en la agenda de los temas económicos: “La política exterior no es 90% de política y 10% de economía. No diría lo contrario, pero una proporción de más de la mitad está al servicio de la política económica”

 Aparece en la construcción ideológica una relación directa entre la política exterior “pragmática” y las políticas económicas de apertura y liberalización de la economía. Es notoria la coincidencia entre y este último planteo y las posiciones de los dos cancilleres del gobierno de Menem, Cavallo y Di Tella. La revitalización de la matriz de pensamiento conservador liberal argentino sirvió de discurso legitimador y fue fundamental para la instalación de la necesidad de reformas estructurales en la agenda estatal.

CONCLUSIONES

En primer lugar, los debates en el Parlamento fueron intensos ya que ponían en juego distintas concepciones sobre los cambios en el sistema internacional, sobre la posición internacional de la Argentina y sobre el estilo de la política exterior. Mientras algunos defendían las orientaciones del “realismo periférico” y el paradigma de “relaciones carnales” con los Estados Unidos como única potencia mundial, otros defendían el carácter multipolar del escenario internacional y oscilaban entre condenar el envío de tropas o lamentar la forma en la que se había producido, sin consulta al Legislativo y a los países del Grupo de Río. 

RESUMEN 

Este artículo estudia los debates parlamentarios respecto del envío de naves argentinas al Golfo Pérsico en 1990 y 1991, cuyos protagonistas fueron el Partido Justicialista y la Unión Cívica Radical. Se propone analizar los argumentos que se utilizaron en dicho debate para comprender las distintas concepciones respecto de la inserción internacional argentina.

 Partiendo de un enfoque histórico, el objetivo es demostrar que, a pesar de las discusiones, esos debates no reflejaron una discusión profunda respecto de lo que se considera una inserción soberana, ya que como telón de fondo hubo amplias coincidencias entre ambos partidos, en especial respecto de la aplicación de las políticas neoliberales y de la apropiación del discurso que las legitimó. Palabras claves: debates parlamentarios – Golfo Pérsico- dirigencia política- inserción internacional – políticas neoliberal.

La administración del ex presidente Menem, y los funcionarios e ideólogos allegados hicieron propios no sólo los diagnósticos de los Estados Unidos, sino también su discurso legitimador de las intervenciones en países del Tercer Mundo. 

Líneas políticas dentro de la Unión Cívica Radical, también. Tanto el radicalismo como el justicialismo tienen una tradición ideológica en materia de política exterior. Para el justicialismo fue la formulación por parte de Juan Domingo Perón de la llamada Tercera Posición, mientras que en el caso del radicalismo esa tradición fue heredada de la influencia krausista en el pensamiento de Hipólito Yrigoyen, en particular de su idea de nación y de las relaciones de las naciones entre sí como libre asociación de autonomías. Sin embargo, hacia fines de la década de los ochenta, y en los noventa en especial, la dirigencia política argentina, proveniente tanto de un partido como de otro, adoptó –no sin conflictos y disputas- un marco ideológico “neoconservador”. 

Por esa razón, entre otras, radicalismo y justicialismo se vieron divididos y fracturados.





ACA SE AUTORIZO EL ENVIO, Y ENCIMA BUSCAN ALGUNA LEY, YA QUE ESTABAMOS EN EL MEDIO DE LA GUERRA.






SERA JUSTICIA












20/9/21

EL 25 DE SEPTIEMBRE 2021 SE CUMPLIRAN 30 AÑOS DE LA GUERRA DEL GOLFO PERSICO




Las Fuerzas Armadas como Instrumento de la Política Exterior




VETERANOS DE AYER, DE HOY Y DE SIEMPRE


LES CUENTO QUE NO SABIA QUE TITULO PONERLE A ESTE INCREIBLE ROMPECABEZA, Y COMO ME GUSTA INVESTIGAR Y TENER LO QUE REALMENTE SE DEBE CONOCER. HE INVETIGADO VARIOS DOCUMENTO DE DEFENSA, BOLETINES NAVALES, BOLETINES DEL CENTRO NAVAL, PUBLICACIONES NAVALES Y ME ENCUENTRO CON ESTO.

SI TIENEN UN TIEMPO SACARAN SUS PROPIAS CONCLUSIONES DEL POR QUE, DE LA DESPROLIGIDAD DE EX-PTE. MENEM -MARINA Y DEFENSA NO SOMOS VETERANOS DEL GOLFO PERSICO. HASTA ACA YO CREO QUE HE AGARRADO LA PUNTA DE LA MADEJA DEL POR QUE Y ES MAS NUNCA ME VOY A OLVIDAR


"DEL ALTE. MOLINA PICO QUE CUANDO REGRESAMOS NOS DIJO BIENVENIDOS DE LA ODISEA" (ERA CTE. FLOTA DE MAR)

ESAS PALABRAS SE ME GRABARON PARA SIEMPRE E AQUI SI LO LEEN VERAN QUE CARGOS TUVO ESTE SEÑOR QUE TENIENDO TODO A MANO NO SE COMUNICO CON LA PROPIA MARINA ...DEFENSA...PRESIDENTE ETC.



PARA DEJAR CLARO LA MISION DE LOS BUQUES QUE FUERON ENVIADOS AL GOLFO PERSICO. CLARO NO HAY DOCUMENTADO NADA A LA VISTA PERO EL QUE BUSCA ENCUENTRA HAY DOCUMENTOS PERO ENCAJONADOS Y NADIE QUIERE METER LOS DEDOS POR QUE LES QUEMA. SEÑORES HOY NO ESTARIAMOS BREGANDO, PIDIENDO,MENDIGANDO UNA LEY BUSCANDO QUIEN NOS DA UNA MANO PARA SER VETERANOS. 

"ES MAS FACIL DECIR " QUE FUE UNA AYUDA HUMANITARIA PARA EL MANTENIMIENTO DE LA PAZ Y COMO DEPENDIENTE DE LA ARMADA ARGENTINA" Y QUE EL MINISTERIO DE DEFENSA PIENSA QUE EN UNA "GUERRA" IBAMOS A ESO.



HASTA ACA HAY RESPONSABLES QUE LOS PONDRE CON FOTOS MAS ALLA QUE UNO MURIO....LO INCREIBLE DE ESTO QUE ESTE SEÑOR ALTE. DICE QUE FUIMOS A LA GUERRA LEAN Y SE DARAN CUENTA...LO ACOSARE HASTA QUE LA MUERTE ME SORPRENDA...SEÑORES A PETISIONAR A LOS LEGISLADORES NO NOS QUEDA OTRA.


“La tecnología está dominada por dos tipos de personas:
• Aquellos que entienden lo que no manejan.
 • Aquellos que manejan lo que no entienden”.
De las Leyes de Murphy.

Durante la presidencia del Dr. Menem, el país se hace presente con un contingente y medios relevantes en una misión de Naciones Unidas. Así, la Armada Argentina desplaza buques y personal en la Bahía de Fonseca (Honduras) en 1990 .



EX-PTE. CARLOS S. MENEM (F)

Por otro lado, a mediado del mismo año, nuevamente la Armada, materializa el uso del instrumento militar como expresión de la política exterior del País.

Mediante la intervención de un destructor y una corbeta en la Guerra del Golfo Pérsico.

Si bien las intervenciones en coaliciones militares internacionales no constituyen una misión de paz en los términos tradicionales, resultan relevantes de ser analizadas en este contexto, ya que junto a las misiones de paz son concurrentes el concepto de empleo del poder militar al servicio de la política exterior del país mediante la proyección de fuerzas en apoyo de los intereses y objetivos de la nación, satisfaciendo la necesidad de legitimación militar al imponer el cumplimiento de resoluciones de la ONU en resguardo de la paz en el primer caso y a la contribución a la paz y seguridad internacional como valor agregado, en el caso de las misiones de paz tradicionales mencionadas al principio.


Las premisas

El análisis se apoya básicamente sobre los objetivos establecidos inicialmente por la administración del Presidente Carlos Menem y, que han sido mantenidos tanto por la administración de Fernando De la Rúa como la de Eduardo Duhalde . Reinsertar la República Argentina en el contexto internacional, mediante la apertura al libre comercio y su realineación política con EE.UU.

Establecer una política de integración de las Fuerzas Armadas argentinas a la sociedad, mejorando la relación político-militar existente.

Responder a las necesidades de intervención en Misiones de Paz de Naciones Unidas mediante un firme compromiso y envolvimiento.

Adoptar y mantener como política de estado estas intervenciones en Misiones de Paz y/o coaliciones internacionales.

No se agotan en la participación militar y el cumplimiento de misiones afines.

Han ido expandiendo su rol a una amplia gama de tareas (ayuda humanitaria, asistencia de desplazados, supervisión de elecciones, asistencia sanitaria, etc.)

Una nueva visión nacional Durante el período de la Guerra Fría estas misiones estuvieron acotadas a misiones de observación o intervenciones limitadas de contingentes.

A partir de 1989 recobran vitalidad dando lugar a una nueva era de misiones de paz, caracterizada por la cooperación internacional y en la que el actor principal es la ONU.

Cabe destacar el papel de EE.UU., país que, si bien retiene la posibilidad de actuar unilateralmente en cualquier conflicto, impulsa la participación de la comunidad internacional en el compromiso con la paz y seguridad internacional.

Así, se abrió la oportunidad para la República Argentina en su proceso de reinserción en la escena internacional, cambiando el perfil aislacionista, errático y no alineado que la caracterizara.

Este cambio refleja una interpretación cabal acerca que la seguridad de la propia nación no está asegurada ni exenta de la influencia de conflictos, desarrollados en lugares distantes del planeta. En tal sentido, el Dr. Ricardo Lagorio – ex subsecretario de Política y Estrategia del Ministerio de ese tiempo en Defensa Argentino- describe las intervenciones: "fue una divisoria de aguas respecto de la materialización de la política exterior de la República Argentina".

La decisión de enviar los buques al Golfo fue una interpretación acerca de la nueva percepción del sistema internacional, de cómo pensar sobre los temas de seguridad internacional.

Por otro lado, las FF.AA. trataban de remontar el descrédito, consecuencia de pronunciamientos militares contra el orden democrático, y de la derrota de la Guerra por las Islas Malvinas.

La posibilidad de participar en estas misiones permitiría demostrar su adecuación y subordinación al orden democrático, materializar su apoyo a los objetivos de la Nación y recuperar su prestigio.


“Ser militar en la Argentina de hoy”.
Almirante Enrique Molina Pico (R)


ALTE.MOLINA PICO (R)

Escuela Naval Militar, medalla de oro; Escuela Politécnica 
Naval, medalla de oro; Escuela de Guerra Naval, medalla de oro. Esta repetición tan honrosa no concluyó en nuestra tierra, y siguió luego: curso superior de la Marina Italiana, medalla de oro; Escuela Superior de Guerra de Francia, primer puesto.

Después, la Armada llevó a Molina Pico a ocupar altos cargos
en el Estado Mayor, que lo formaron para tareas que exceden a lo meramente técnico, para ampliarse en campos políticos, administrativos y financieros.

Capacitado plenamente para representar a nuestra Marina de Guerra en el exterior, Molina Pico en 1990 se convirtió en Agregado Naval ante los Gobiernos de Estado Unidos y Canadá, donde debió mejorar las relaciones después de la campaña de Malvinas. No fue allí una figura decorativa: organizó la primera fuerza naval de las Naciones Unidas en el Caribe, incluyendo buques argentinos, y coordinó operativos de las fuerzas de nuestro país durante la guerra en el Golfo Pérsico.

           
ARA BROWN Y ARA SPIRO EN EL GOLFO PERSICO


Vuelto a la Argentina, entre 1991 y 93 resultó nombrado Comandante de la Flota de Mar, y al cabo de estas funciones recibió la importante designación de Comandante de Operaciones Navales.

Desde ella dirigió el patrullaje del espacio marítimo argentino,
deteniendo numerosos pesqueros pirata, alguno de los cuales no dejó de suscitar una crisis internacional; también coordinó operaciones con las Escuadras de otros países.

Ya como almirante, Enrique Molina Pico estaba sobradamente capacitado para resultar Jefe del Estado Mayor General de la Armada, función la más alta de la carrera, que desempeñó entre 1993 y 1996. Fue también un cargo que le permitió demostrar su capacidad organizativa y el impulso a nuevos emprendimientos.

En él mantuvo la capacidad operativa de la Marina de Guerra pese a la escasez financiera, y organizó las misiones de paz en Haití y Chipre. En lo administrativo se ocupó con éxito de reordenar los sistemas de comunicación, computación y contable, y el régimen de calificación y selección del personal, además de la obra social naval.

Puesto que este señor almirante no dejó de perfeccionarse
luego de pasar a retiro, por imperativo del reglamento.

Sintetizo:

Es Doctor en Ciencias de la Administración y Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad de Belgrano; ingeniero en Mantenimiento de la Armada; cursó el Doctorado en Ciencias Políticas en la Universidad Católica. Por si algo faltara, también cursó la carrera de Historia del Arte en la Universidad Nacional del Sur.



EX-MINISTRO DEFENSA HERMAN GONZALEZ (F)






EX-MINISTRO DE DEFENSA HUMBERTO ROMERO (F)

ACA LOS PROTAGONISTAS DE HECHO QUE NOS CAGO LA VIDA A MAS DE 470 HOMBRES DE GUERRA DEL GOLFO PERSICO.

17/9/21

INFORME CONFIRMA EXISTENCIA DE ENFERMEDAD DE LA GUERRA DEL GOLFO PERSICO


Informe confirma existencia de enfermedad de la Guerra del Golfo.





By Andy Sullivan


WASHINGTON (Reuters) - Un informe difundido esta semana concluyó que el síndrome de la Guerra del Golfo es una enfermedad legítima que afecta a más de 175.000 veteranos de guerra de Estados Unidos que estuvieron expuestos a toxinas químicas en la contienda de 1991.

El reporte solicitado por el Congreso estadounidense podría ayudar a los veteranos que han estado luchando con el Gobierno por el tratamiento de una amplia gama de condiciones neurológicas inexplicables, que incluyen desde cáncer cerebral hasta esclerosis múltiple.

El Comité Asesor de Investigación sobre Enfermedades de los Veteranos de la Guerra del Golfo concluyó que la condición es una enfermedad física diferente de la “neurosis de guerra” que padecen los veteranos de otras contiendas. Algunos estudios previos habían señalado que se trataba de la misma dolencia.


“La evidencia científica no deja lugar a dudas de que la enfermedad de la Guerra del Golfo es una condición real con causas reales y consecuencias graves para los veteranos afectados”, indicó el comité, que ha estado evaluando el problema desde el 2002.

El comité, compuesto por científicos independientes y veteranos, dijo que el Congreso debería mejorar la financiación de las investigaciones sobre la salud de los combatientes de la Guerra del Golfo al menos a 60 millones de dólares anuales.

“Esta es una obligación nacional, especialmente urgente por la cantidad de años que los veteranos de la Guerra del Golfo han esperado por respuestas y asistencia”, señaló el comité.


El síndrome de la Guerra del Golfo afecta a al menos un cuarto de los 700.000 soldados estadounidenses que sirvieron en la contienda de 1991 que llevó al desalojo de Irak en Kuwait, lo que equivale a entre 175.000 y 210.000 veteranos en total, reveló el informe.

Muy pocos soldados han visto mejorar sus síntomas en los últimos 17 años, agregó el reporte.

Entre los síntomas se destacan jaquecas persistentes, dolor general, problemas cognitivos, fatiga inexplicable, erupciones en la piel, diarrea crónica y dificultades digestivas y respiratorias.


Reporte adicional de Ross Colvin; Editada en español por Ana Laura Mitidieri

UN MARINE ARGENTINO EN EL GOLFO PERSICO (LLAMADO EL GURKA) ALISTADO EN EL EJERCITO DE EE.UU



La increíble historia del “Gurka”, el camarógrafo de “ShowMatch” que batalló en la Guerra del Golfo

Gustavo Rodríguez fue parte del ejército estadounidense en los '90, antes de conocer a Marcelo Tinelli. Cómo llegó hasta allí, sus experiencias en combate, su reunión con Carlos Menem y el día que la hinchada de Boca coreó por él.


El 2 de agosto de 1990, día que las tropas iraquíes cruzaron la frontera de Kuwait, el porteño Gustavo Rodríguez llevaba un año y medio dentro del ejército de Estados Unidos. Ese día La 101st Airborne Division, división de asalto aéreo de élite a la cual pertenecía, se encontraba de guardia, lista para cualquier ataque.

Días después, el argentino estaría partiendo en un avión C-5 rumbo a Kuwait a combatir en la Guerra del Golfo.

Gustavo, ahora conocido como El Gurka, apodo impuesto por su amigo José María Listorti, recuerda en el bar ubicado al lado del gimnasio al que asiste todas las mañanas puntualmente a las 7 esos momentos de máxima tensión.

Luego le irá a comprar comida a su hurón, la mascota que lo acompaña hace seis años, y se tomará el colectivo de la línea 15 rumbo a los estudios Baires en Don Torcuato para realizar su tarea de camarógrafo en Corte y Confección: famosos, el ciclo de moda conducido por Andrea Politti en El Trece y producido por Marcelo Tinelli.



Gustavo Rodríguez, El Gurka, camarógrafo de "ShowMatch" y ex combatiente en la Guerra del Golfo. 

Una historia de película

Gustavo nació en 1965 en Argentina pero al año su familia, por la profesión de ingeniero civil de su padre, se mudó a España. Años después se trasladaron a Texas, Estados Unidos, donde hizo el colegio primario y parte del secundario; para regresar a la Argentina en plena adolescencia junto a su madre, Ana María Arregui, productora de espectáculos y programas de televisión.

Gracias a la ayuda de profesoras particulares que lo ayudaron a perfeccionar su español, terminó los estudios y a los 18 años -en 1983- debió hacer el servicio militar obligatorio. "En un año fui solo dos veces al polígono de tiro -cuenta Gustavo-. Una vez con una pistola y la otra con una ametralladora que se trabó y no pude tirar. En la colimba eras un sirviente, ibas a limpiar".

La instrucción la hizo en La Agrupación Albatros, fuerza de choque que se utilizaba para contener y reprimir las manifestaciones en el centro porteño. "Íbamos con el escudo y nada de experiencia a las marchas en el Obelisco. Y era una época complicada post Malvinas", recuerda.

Después probó un tiempo como trapecista en el circo Rodas hasta que le "agarró la loca" y se fue a Estados Unidos, donde lo esperaban su padre y hermano mayor. La excusa fue ir a estudiar biología marina. "Estuve un tiempo en un college en California. Pero ahí me di cuenta que no era lo mío y volvimos con mi hermano a Texas".

"Un mexicano loco ex combatiente de Vietnam, muy copado", así define al esposo de su tía que le empezó a meter fichas para que se enliste en el ejército. "Allá el ejército es un laburo. Si clasificás, desarrollás un trabajo. Firmás por un tiempo y después te podés volver a enlistar o no. El mínimo era tres años y medio. Me dio mucha manija hasta que dije ‘Voy a probar’", rememora.



La foto de ingreso de Gustavo Rodríguez al ejército estadounidense. Instagram @sgtgurka

En San Antonio hizo el test físico y de cultura general que lo ubicó en infantería. La instrucción fueron seis meses en el estado de Georgia. Gustavo apela a las películas bélicas como ejemplo para relatar la presión psicológica recibida por sus superiores. "Quieren que te vayas. Durante el primer mes de 800 se fueron 350. Después de ese tiempo la cosa cambia porque ya pasás a pertenecer al gobierno de Estados Unidos y es otra la responsabilidad".

-¿Pensaste en abandonar?

-No. Yo ya tenía la cabeza formada y algo de experiencia. Tenía 23 años. Había pendejos que sí lloraban toda la noche.

Nunca se había tirado en paracaídas, pero su futuro siguió en la escuela de paracaidismo. "Yo venía de seis meses de instrucción y estaba hecho un asesino en serie. Experto en tiro, granadas, armar y desarmar armas, en combatir en distintos terrenos…".

Hizo también la escuela de asalto aéreo y luego ingresó en la reconocida unidad 101st Airborne, que tiene en su escudo una Águila Americana que él lleva tatuada en la zona del omóplato derecho.


Gustavo Rodríguez y el tatuaje insignia de la división 101st Airborne. 


Hizo prácticas en Alemania, Italia y Panamá. "Era jugar a la guerra. Todos con equipos láser y chalecos con sensores. Pero llega un punto que decís 'basta, ahora quiero hacer algo de verdad'".

Sus vivencias en el Golfo

"Como verás en los noticieros, la cosa por aquí se pone cada vez peor, no sé qué va a pasar. Yo sigo entrenando, ya tengo las bolitas por el suelo. No se banca más. Bueno, paso a decirte: ¿Por qué no escribís, carajo? Desde que estoy aquí recibí una sola carta tuya. Ya sé que no sos un gran poeta, pero loco, un par de cartitas te podés mandar. Desde que estoy he recibido una tuya, dos de papá y tres de Diana (NdR: una novia que tenía en EE.UU.). Aquí hay gente que recibe dos por día y me da por las pelotas. No sé si habrás mandado más de una, pero sé que hubo un par de paquetes con cartas que se quemaron y no llegaron aquí".

Con fecha de 14 de septiembre de 1991, Gustavo le envió esta carta desde Arabia Saudita, cerca de la frontera con Irak, a su hermano Guillermo, que meses después publicó Clarín en una nota titulada "Un marine argentino en la línea de fuego". 

Allí, su madre lo define como "un grandote muy simpático y entrador" y cuenta que se enteró que lo habían destinado al conflicto en el Golfo -algo que le ocultaban- al reconocerlo por televisión en un informe en la CNN.



La historia de Gustavo Rodríguez en la edición de 20-1-91 en Clarín.

"Pasa que cada carta era un regalazo. Yo siempre fui positivo, pero a veces se hace difícil", dice ahora Gustavo al escuchar fragmentos de aquel mensaje y enseguida enumera la lista de dificultades con las que convivió más de siete meses: desierto con 50 grados de calor y la necesidad de acumular ropa para no perder la humedad del cuerpo, la latente amenaza de serpientes y escorpiones ("había uno chiquito verde flúor que era tremendo"), el frío extremo durante las noches, la arena todo el tiempo en boca y ojos, deshidratación... "Ya nos habíamos acostumbrado a ponernos nosotros solos el suero", describe.

El Año Nuevo de 1991 lo pasó toda la noche solo haciendo guardia. Y cuando comenzaron las misiones tirando proyectiles de los aviones que iban y venían constantemente no pudo dormir literalmente durante una semana. "La luz del fuego que salía, distinta al que volvía, y su sonido es algo que no me olvido más", se sincera.



El Gurka en la Guerra del Golfo.

El 5 de marzo de 1991 Gustavo cumplió 26 años y ese día derribaron el helicóptero UH- 68 ("el famoso halcón negro") en el que se transportaba, pese a que el alto al fuego ya estaba decretado. "Calculo que fue alguna ronda perdida de algún batallón aislado que no sabía del fin del conflicto. Capaz que no tenían comunicación. Vieron pasar el bicho y le tiraron".

Un disparo cortó la cola del helicóptero, que pudo aterrizar de forma controlada. En tierra armaron una formación de 360° a su alrededor y esperaron el ataque que finalmente no llegó.



Gustavo Rodríguez, con el ejercito estadounidense en la Guerra del Golfo.

"Al rato nos vinieron a rescatar. Pero igual ahí ya estaba totalmente curado de espanto. Ya las había vivido todas. Ya sabía cómo me reaccionaba el cuerpo y qué tenía que hacer. Porque al principio dudas de cómo vas a reaccionar, que tan fuerte sos psicológicamente. Podés estar bien físicamente, pero no es lo mismo correr un maratón que correr con ese calor, una mochila y con balas que van y vienen a tu alrededor".

En el avión de regreso a Estados Unidos tomó coraje y le preguntó a un superior el porqué de tantos castigos físicos y exigentes entrenamientos como reprimenda ante errores mínimos, como por ejemplo que la cantimplora no este apoyada en el ángulo solicitado.

"Un día estábamos en posición de descanso, entró un sargento, no se qué vio adentro de la carpa y nos sacó a todos. Estábamos en medio del cachengue y nos tuvo una hora saltando, haciendo flexiones... 'La concha de la lora'", suelta al recordar.


Gustavo Rodríguez posa en una plaza del barrio de Nuñez, cerca de su hogar. 


"Todo en el ejército tiene una explicación", le respondieron cuando él planteó su inquietud. Y escuchó: "Fácil, en esa hora me puteaste a mí y a toda mi familia, ¿no? Bueno, de esa forma te saque la cabeza de la guerra, pero no te saqué la adrenalina del cuerpo".

"Querido hermanito, ¿qué contursi? Como verás, yo sigo aquí firme al pie del cañón en este hermoso y distinguido país llamado Arabia Saudita y la remilputa madre que lo parió. He aquí que estamos entrenando al norte, cada vez más cerquita de Kuwait, desde el 18 de noviembre y volvemos a nuestra base el 18 de diciembre. Durante este entrenamiento hemos estado practicando pequeñas misiones con balas de verdusqui. Como verás la situación está cada vez más candente y nos estamos preparando un pedazo. Pase lo que pase, ponele la firma que vuelvo". 30 de noviembre de 1990.
En el Golfo aguantan los bosteros

En una de sus cartas, Gustavo le hizo un pedido a sus familiares: alfajores, cigarrillos, la camiseta de la Selección Argentina y la de Boca, el club de sus amores.

Desde a Argentina, su abuela y su madre aportaron dos docenas de alfajores Havanna y las remeras solicitadas. Y su hermano sumó los cigarrillos. Gustavo aún sonríe al recordar su alegría al recibir esa encomienda: "Lo de los alfajores fue tremendo, no lo esperaba".

El Gurka con la camiseta de Boca en la Guerra del Golfo.

La de Boca la transpiró más que nadie. La llevaba siempre puesta, abajo de todo su uniforme, siempre húmeda para soportar el calor. "Llevar la camiseta de Boca para mí era una fuente de energía".

Un día tomó su cámara y le pidió a un compañero que lo fotografíe luciendo la azul y amarilla junto a una impactante ametralladora. La imagen viajó a la Argentina, se hizo pública y tocó el corazón de los hinchas xeneizes, que lanzaron el canto: "Ya lo veo, ya lo veo, en el Golfo aguantan los bosteros".

En sus días de licencia tras la guerra, Gustavo viajó a la Argentina y visitó el histórico programa de Mirtha Legrand. Contó su experiencia y recibió dos invitaciones.



Gustavo Rodríguez y su visita al programa de Mirtha Legrand.

Una fue de Fernando Niembro, por entonces Secretario de Medios de la Presidencia de la Nación, que le organizó un encuentro con el presidente Carlos Saúl Menem, que había decidido la participación de Argentina como aliado de EE.UU. en el Golfo Pérsico.

Gustavo fue con el álbum de fotos personales. "Me preguntaba todo. Me acuerdo que tenía una reunión con representantes ferroviarios, que lo estaban esperando. Pero dijo que lo esperen y se quedó un rato largo viendo las fotos, le encantaban", recuerda sobre su encuentro con el entonces primer mandatario.



Gustavo Rodríguez en su visita a Carlos Menem.

La otra invitación fue de parte de Carlos Heller y Antonio Alegre, a cargo de la conducción de Boca, para presenciar en la Bombonera el Superclásico que posteriormente ganaría el xeneize por la mínima con gol de Diego Latorre. "Me presentaron por los parlantes y la hinchada empezó a cantar esa canción de que en el Golfo aguantan los bosteros. Yo me paré a saludar. Fue tremendo... Lo cuento y me vuelve la piel de gallina".

Un soldado de "VideoMatch"

Gustavo completó el año y meses que le quedaba de contrato con el ejército estadounidense y decidió regresar a la Argentina. Buscando trabajo, su madre le propuso entrar como sonidista en una productora audiovisual.

"En mi vida había hecho nada de eso. Ahí me preguntaron si también sabía hacer cámara y dije que sí. Me mandaron a hacer una nota. El asistente me vio tratando de armar el equipo y se dio cuenta que no tenía ni idea y me ayudó. Al mes y medio el dueño de la productora me mandó con (Marcelo) Tinelli, en el 94", resume sobre el momento que su vida cambió rotundamente y comenzó a viajar con Freddy Villareal, Diego Korol y Listorti para VideoMatch.



El Gurka junto a Lio Messi en una entrevista que realizó Marcelo Tinelli. 

"Había que estar siempre listo para ir a grabar. Un día sale una nota y José María, que sabía mi historia, me dice 'estás listo Gurka'. Y quedó el apodo", explica, detallando la historia de los guerreros de Nepal que sirvieron en el ejército británico.

-¿Es verdad que vos fuiste el responsable que la rivalidad entre Caiga Quien Caiga y VideoMatch no termine a las manos?

-Sí, esa anécdota la suele contar Andy (Kusnetzoff). Pasa que había mucha rivalidad. Andy hacía las preguntas rebuscadas, era un pibe que la tenía clara. Y Freddy con Figuretti era joder al entrevistado y tratar de aparecer de colado en alguna foto. Entonces le cagaba todas las notas a Andy. Por eso la pica. Una vez estábamos en el Rosedal de Palermo. Era un evento del político (Carlos) Ruckauf. 

En un momento empiezo a escuchar que se empiezan a pelear. Miro y lo veo a Freddy con el Chato Prada, que era el productor, contra ellos. Entonces salí corriendo y entré empujando a todos. Ahí se cortó todo. Andy cuenta que llegó el Gurka y se calmó todo, je. Yo venía de estar en la guerra hace poco. Realmente en esa época estaba salvaje. También la verdad es que aprovechaba el personaje.



El Gurka actualmente está a cargo del steadycam en los "Bailando". 


-¿Qué te quedó como enseñanza de tu paso por el ejército?

-La verdad que nunca me sirvió algo que aprendí en la guerra porque volví para ser camarógrafo y lo sigo siendo hace 30 años. Pero me dejó enseñanzas a nivel físico, espirituales, psicológicos. Tengo el conocimiento de cómo reacciona mi cabeza ante una presión psicológica extrema. Más allá de que me afecte o no me afecte, se hasta que punto lo puedo tolerar. Sé como puedo reaccionar ante una situación límite. Son cosas fuertes que te marcan.

-"Creo que lo pensaría dos veces", fue tu respuesta tras la Guerra del Golfo ante la pregunta si volverías a una guerra. Hoy, ¿repetirías una experiencia similar?

-Olvídate, ni loco. Ni boy scout. Mi vida cambió, es otra. Me queda la esencia, pero ya está. Fue una etapa de mi vida… pero no lo volvería a hacer ni en pedo.

11/9/21

KUWAIT: LA GUERRA DEL "MUNDO NUEVO"


   EX-PRESIDENTE CARLOS SAUL MENEM (F)



OSCAR RAUL CARDOSO (Periodista  del Diario "CLARIN")

I

Nadie puede asegurar que la crisis del Golfo Pérsico no haya devenido en este final de 1990 en una ruleta global sobre cuyo paño tanto Saddam Hussein como George Bush realizaron sucesivas apuestas de alto riesgo, embarcando en ellas al resto del planeta en forma tan masiva como no se presenciaba desde la II Guerra Mundial. Menos aun, nadie -esté de un lado o del otro de la cuestión- puede hoy, con un grado mínimo de seriedad, vaticinar en cual casillero se detendrá la bolilla.

Toda decisión humana se mide por sus resultados y a esta regla no escapan las que adoptaron hasta aquí, y deberán seguir adoptando, los jefes de estado de los Estados Unidos e Irak. Es bueno tener presente también que la historia enseña que la instancia de los resultados suele, muy frecuentemente, dejar espacio solo para el lamento. Desde que Descartes formuló su contribución al desarrollo del pensamiento occidental se sabe que, antes de conocer aquellos resultados, las decisiones se hacen fuertes o débiles en los argumentos que las informan y en el hilo conductor que une a estos. La primera prueba de cada acción humana es la de la razón.

Hussein y Bush transformaron al mundo en un gran escenario en el que el pie para la intervención de cada actor proviene del exterior. El mismo carácter de la crisis global hace que las distancias se desvanezcan y que intereses nacionales diversos den la ilusión de ser repentinamente homogéneos.

A esta altura del desarrollo de los hechos parece haber espacio solo para esperar que la destrucción de las armas diseñe el escenario sobre el cual podrá comenzar a ensayarse un balance con aspiración de ser definitivo. Pero el modo en que se desarrollo hasta aquí la crisis, los cien días que median desde la invasión de Kuwait por parte de Irak, hace que las pruebas parciales de la razón solo puedan aplicarse a las primeras decisiones políticas y económicas.

La propia blietzkrieg iraquí del pasado 2 de agosto constituyó poco más que un desfile de doce horas(1), con algunos disturbios. Esto la convierte más en una acción política que militar. En un sentido que no pretende pecar en la ironía, y teniendo en cuenta solo las acciónes cotidianas, sr. decirse que la ocupación iraquí se encuadra mejor en un marco delictivo de escala gigantesca (saqueo, secuestros extorsivos, crisis de rehenes, etcétera) que en una operación militar.

Por lo demás, el despliegue militar de Occidente y, en especial, el masivo emplazamiento de tropas norteamericanas en la región del Golfo Pérsico solo puede ser juzgado hasta ahora en términos políticos.

Sobre la capacidad bélica norteamericana existen grandes interrogantes. Algunas de las polémicas más intensas que hoy se registran en Estados Unidos están referidas precisamente a la eficacia real de esa demostración de fuerza, si la confrontación se vuelve inevitable.

Uno de los interrogantes mayores que debe despejar el conflicto es aquel referido a la inteligencia del elefantiásico programa armamentista norteamericano de la pasada década, El billón de dólares(2) invertido en el fortalecimiento militar norteamericano por Ronald Reagan está por rendir su primer examen de magnitud y algunos expertos advierten que no es seguro, ni mucho menos, que lo pase con las mejores calificaciones.

Es interesante apuntar aquí, sin embargo, que más allá de los resultados estrictamente militares que arroje en acción el aparato bélico renovado y multiplicado en los años 80, éste aportó ya a Washington un significativo rédito político al enfrentar a la superpotencia socialista y a su antiguo bloque de influencia con una creciente tensión en la carrera armamentista que en mucho contribuyó al colapso de la economía comandada de estos países.

En forma independiente del resultado final de la crisis del Golfo, lo cierto es que la decisión de Hussein ha tenido ya un impacto determinante en las relaciones internacionales y transformo en verdad inapelable el lugar común que vaticina que nada volverá a ser igual que antes.

Como la crisis está en pleno desarrollo y varios de sus protagonistas viven hoy en ascuas por el nivel de incertidumbre -notoriamente Bush y Hussein están jugando su suerte personal y política en esta confrontación-, el presente papel se limitará a examinar solo aquellos aspectos políticos del conflicto sobre los cuales sea total la certeza de su potencial transformador para el sistema de relaciones globales de poder.

Aunque Hussein no sobreviva en el poder, ni logre conservar el territorio que tomó por asalto y aun cuando Bush no pueda articular -tal y como lo imagina hoy- un nuevo perfil para la hegemonía norteamericana en aquellas relaciones, el escenario político internacional ya ha sido modificado.

La crisis del Golfo Pérsico no es solo una guerra potencial. Si se acepta la, premisa -proclamada por el propio Bush después de su última cumbre con Mijail Gorbachov(3)- de que hay un nuevo orden internacional en gestación, éste aspirará a ser convalidado por todas las regiones del globo. El problema de Bush no es entonces solo jurídico, militar y económico, sino también -y muy especialmente- uno de construcción de legitimidad política capaz de perdurar en el tiempo.

Este proceso de cambio es aun más poderoso que los ejércitos que intentan conducirlo. Supone la reformulación de dogmas viejos y aceptados durante generaciones y de otros mucho más nuevos que, sin embargo, habían comenzado a ser convalidados por ese malentendido que se llama sabiduría colectiva.



II

El primer efecto del conflicto del Golfo Pérsico fue el de despertar a Occidente de su fantasía poshistórica. Para ponerlo en las palabras uno de los editorialistas de The Economist en el primer análisis tras la invasión:

"Todo era un poco demasiado ensoñador. La guerra fría había terminado, el dividendo de la paz estaba camino del banco. Todo lo que restaba era un poco de desprolijidad en la periferia. En trozos del Cercano Oriente, de Africa y de Asia aun era necesario ganar unos cuantos conversos más para las grandes ideas de la paz, los mercados libres y la democracia. Aquí y allá -y especialmente en el mundo árabe- pervivían pequeñas y medianas dictaduras. Pero no retrasarían mucho más la inevitable marcha de la historia. Despierta, mundo, después de tus festejos pos-guerra fría y enfrenta tu resaca."(4)

¿Qué sostenía la fantasía poshistórica según su principal téorico, Francis Fukuyama(5)? La idea de Occidente -la organización política según la democracia y la económica según las leyes de propiedad privada y del mercado- había derrocado a sus tres grandes enemigos en este siglo: los restos del absolutismo, el fascismo y el marxismo. Lo que el mundo enfrentaba, luego de la caida del muro de Berlin y lo que este derrumbe encarnó, era según Fukuyama el límite de la posibilidad de desarrollo ideológico de la humanidad. Enarbolando las ideas que Hegel había desarrollado en su Fenomenología del Espíritu, luego del triunfo de Napoleón sobre Prusia, Fukuyama arribó hace un año en Washington a la misma conclusión que pensador alemán extrajo de su realidad en lena en 1806: la historia, entendida como la evolución de las ideas, había llegado a su fin.

Fukuyama vaticinó un mundo en el que generales y filósofos serían apenas un remanente curioso -y ahora ocioso- del pasado, un mundo en el que no habría causas por las cuales pelear o morir. Los soldados que hoy cavan trincheras en el desierto parecen estar haciendo añicos con sus palas el impecable razonamiento de este teórico nipo-americano al cual, quizá por su posición como planificador del Departamento de Estado, muchos identificaron como un intento por racionalizar la era Bush.

Fue 1989, al que muchos comentaristas coincidieron en bautizar con el pretencioso título de annus mirabilis(6), el año que trajo consigo la promesa del triunfo definitivo de la idea de Occidente. Esta promesa es la que se derrite hoy bajo el sol de la región del mundo conocida como el Golfo Pérsico.

El Golfo Pérsico (233.100 km2) es una extensión de poca profundidad del Mar Arábigo conectada con el Golfo de Omán a través del Estrecho de Ormuz. Entre sus muchas islas, Bahrain es la más extensa. Su importancia geopolítica se originó como antigua ruta comercial. Las primeras conquistas europeas y las rivalidades de las potencias del viejo continente en la región datan del siglo XVII, específicamente con la captura de la ciudad portuguesa de Ormuz por parte de tropas británicas.

El denominado Tratado Marino Perpetuo de 1853, celebrado entre británicos y árabes formalizó la superioridad del Reino Unido en la zona y obtuvo una suerte de reválida internacional en 1907, a través de un nuevo acuerdo. El descubrimiento de ricos depósitos petroleros en los años 30 dio al Golfo la relevancia que posee hasta el presente. Luego de la declinación británica y su retiro de la región, tras la II Guerra Mundial, solo los Estados Unidos y la Unión Soviética quedaron sobre el escenario del Golfo Pérsico como competidores extraregionales. Las décadas del 60 y del 70 con sus guerras entre árabes e israelies, disturbios fronterizos y disputas por los derechos petroleros dieron al área un perfil de conflicto del cual el iniciado por Bagdad en agosto pasado es apenas la confirmación.

Es llamativo que sea un pequeño país como Kuwait (apenas 16.058 kilómetros cuadrados de superficie, dos millones de habitantes y una densidad considerable de 125 personas por km2), aunque inmensamente rico (casi U$S 14.000 dólares de ingreso per capita estimado para 1990 antes de la crisis del Golfo Pérsico), el que halla actuado como detonante de la amenaza de un derrumbe anticipado del orden posguerra fría en gestación.

Hasta la invasión iraqui, el Emirato de Kuwait era, más que un estado nacional en la definición clásica, una empresa transnacional que asignaba a sus habitantes la nacionalidad o la residencia según un criterio muy similar al que las corporaciones manejan para distinguir entre su personal de planta o permanente y el temporario. Al igual que muchas empresas transnacionales, la política de Kuwait era la de mantener una planta lo más reducida posible y la de apelar a personal temporario en gran cantidad. Solo el 41 por ciento de los habitantes del reino gozaba derechos generales y del total de residentes solo poco más del 9% tenía el uso pleno de derechos, entre ellos el de la propiedad.

Este antiguo y otrora paupérrimo asentamiento de beduinos, pescadores y nadadores de profundidad en busca de perlas, ubicado en el extremo occidental del Golfo Pérsico fue fundado como entidad estatal feudal -bajo soberania del Imperio Otomano- a mediados del siglo XVII por la dinastía al-Sabah que lo gobernó hasta el pasado 2 de agosto en forma continuada.

La familia al-Sabah cultiva una larga tradición de apelar, y de su subordinarse, a la protección de potencias extranjeras(7). En 1899 cedió el manejo de sus asuntos exteriores al Reino Unido a cambio de la protección por parte de este de su territorio. La independencia plena de Kuwait, que llegó en 1961, es un antecedente importante del presente conflicto. Poco tiempo después de haberla proclamado, Irak reclamó formalmente el territorio kuwaití. Fueron entonces tropas británicas -cuya presencia se fundamentó en aquel acuerdo del siglo pasado- las que cumplieron el rol de limitar en los hechos las aspiraciones iraquíes.

A lo largo de toda su historia, Kuwait ha conocido solo el totalitarismo en su versión árabe, particularmente opresiva, y el gobierno de una dinastía que se ajusta más a la identidad tribal que al molde occidental de monarquía. David Pryce-Jones, un autorizado experto, explica este fenómeno tan característico de la región en los siguientes términos:

"Convertido por un tratado en el gobernante de un nuevo estado, la cabeza de una familia beduina, o un sheik tribal, se descubre a si mismo como un anacronismo, acostumbrado a prácticas que no ofrecen ayuda alguna para enfrentar las urgentes cuestiones políticas, sociales y económicas del presente. La autoridad despótica no es substituto para las demandas técnicas del gobierno moderno. Pero la vida tribal no provee otra forma de institución de gobierno. Arabia Saudita, Bahrain, Kuwait, las siete pequeñas entidades que conforman a los Emiratos Arabes Unidos del Golfo son tribus y aun familias agrandadas y estados solo en el más tenue de los sentidos que da el poseer un nombre, una bandera y un voto en las Naciones Unidas. De estos estados solo Kuwait y Bahrain han experimentados con alguna forma no tribal de legislatura y en ambos casos sin éxito y brevemente."(8)

Uno de los signos más claros de la tradición de poder de los al-Sabah ha sido el nepotismo, disfrazado de prerrogativas reales. Lo sigue siendo aun hoy en que la dinastía carece de territorio nacional fuera del que le presta un Hotel Sheraton de Arabia Saudita al cual el rey Fahd le concede las prerrogativas de la Convención de Viena, en materia de inmunidad. En este Sheraton hay un piso sumamente importante para el gobierno de Kuwait en el exilio, que no es el piso en el cual reside el Emir. Es el quinto piso que está completamente dedicado a la administración financiera de los depósitos que tiene Kuwait fuera de su territorio.

Kuwait es mencionado -desde las crisis petroleras de los años 70- como la tierra dorada del ingreso per capita más alto del mundo. Puede que se incurra en verdades de perogrullo cuando se sostiene que no todo el brillo proviene del oro y que también es posible medir por estadística. Es interesante entonces comprobar como, según el Indice de Desarrollo Humano elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Kuwait ocupa un lugar inferior al de la Argentina según esa suerte de patrón internacional que mide la forma en que la riqueza y el progreso de los países efectivamente alcanzan a los individuos que los habitan.

El ingreso per capita kuwaití contrasta con fuerza con los de Egipto, U$S 650, Turquía, U$S 1200, y Jordania U$S 1500, desigualdad que le ha dado a Hussein una de las herramientas propagandísticas regionales más poderosas.

La inserción internacional de Kuwait puede establecerse comprobando que es miembro de los principales organismos internacionales, comenzando por la Organización de las Naciones Unidas que lo tiene reconocido como miembro pleno, y en el marco regional pertenece al Consejo de Cooperación del Golfo Pérsico, una suerte de embrión de OTAN del Golfo Pérsico creada, a impulso de Arabia Saudita, en febrero de 1981(9). Es además fundador y destacado integrante de la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP).

El Consejo debía ser el ámbito para gestar un esquema regional de seguridad pero todos los intentos fracasaron hasta el presente. Los mismos motivos que llevaron a su creación -el avance del fundamentalismo islámico a fines de los 70 y la guerra entre Iran e Irak (1980-1988)- resultaron los principales impedimentos para concretar aquel esquema en forma operativa, confirmando el impedimento histórico de los árabes para integrar y actuar en organizaciones colectivas. La Liga Arabe de 1945, un catálogo de frustraciones, es quizá el mejor ejemplo histórico de esta imposibilidad árabe.

Lo único que el Consejo pudo crear en materia de esquema de seguridad es una institución de ejercicios militares conjuntos, realizados hasta el momento de la invasión del que participaba el pequeño ejército kuwaití(10) y una fuerza de despliegue rápido- o el embrión de una futura fuerza de esas características- cuyo asiento es Arabia Saudita, país que ha aportado el grueso de sus integrantes y también de los fondos necesarios para su manutención.

Desde 1986 el emir Jamir al-Ahmad al-Jabir al-Sabah -una personalidad poco respetada en el mundo árabe- gobernaba Kuwait con la suma del poder público, dado que ese año disolvió la Asamblea Nacional de 50 miembros que, en la letra constitucional, debía compartir el poder. Una vez que la tentación parlamentaria fue dejadas atrás, el emir pudo volver a cogobernar solo con su gabinete de dieciséis miembros de los cuales por lo menos la mitad pertenecía a la familia real. En cuanto a los restantes, muchos de ellos estaban unidos a aquella por razones matrimoniales.

Aunque el Consejo fracasó en sus diseños globales, encontró en Saddam Hussein una suerte de estado-escudo contra la expansión del islamismo shiita -el que subordina la autoridad temporal del estado a la religiosa -que desveló, y aun desvela, a los gobiernos de la región desde el derrocamiento del Sha de Iran en 1979. Durante los ocho años de enfrentamiento entre los ejércitos de Bagdad y de Teherán y aun cuando el Consejo de Cooperación del Golfo intentó mantener una posición de aparente neutralidad, sus miembros aportaron fuerte en asistencia financiera al dique de contención iraquí. Solo Kuwait concedió en créditos sin intereses, diez mil millones de dó1ares a Hussein cuya condonación lisa y llana exigió hasta horas antes de la invasión.

La cifra impacta -es casi una sexta parte de la deuda externa argentina- pero, hasta donde están contabilizadas las inversiones extranjeras de Kuwait, estas suman 100.000 millones de dólares. Otros 50.000 millones de la misma divisa que también están invertidos en Occidente, generalmente en empresas productoras de alta tecnología y vinculadas con el turismo (hoteles, líneas aéreas), pertenecen a la familia al-Sabah.

La ocupación iraquí de Kuwait ha retirado del mercado mundial de petró1eo cuatro millones de barriles -aproximadamente la misma merma que produjo las crisis de 1973 y 1979-, generando incertidumbre y una consecuente escalada de precios pero, ese mercado ha cambiado mucho desde entonces y las posibilidades de una disrupción prolongada son remotas.

El cálculo hecho por Hussein parece haber sido errado. Ignora los cambios estructurales en los intereses, domésticos e internacionales, del principal aliado iraquí, la Unión Soviética; los intereses norteamericanos en la región -de los cuales el libre acceso a petróleo barato es el exponente más acabado- y la existencia de garantías explícitas de Washington a estados como Arabia Saudita(11), cuya seguridad se vería seriamente amenazada si Bagdad tuviese éxito en retener el territorio de Kuwait y el control del 20 por ciento de la producción de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) y el 25 por ciento de las reservas petroleras mundiales comprobadas.

Entre los motivos para el escalofrío de Occidente está la posibilidad de que Hussein emerja como un nuevo Saladino -el heroico paladín árabe del siglo XII- de una derrota militar en la que enfrentó y resistió hasta el final a la fuerza más poderosa acumulada en la historia de la humanidad contra una única nación. Este es un lujo que la nueva pax americana global que está en gestación desde el colapso del socialismo no puede permitirse.



III



En términos de derecho constitucional y derecho internacional público, la decisión que adoptó el Gobierno argentino respecto del Golfo Pérsico casi puede reducirse a un juego de ingenio político para elegir cuáles artículos se aplican. Un orden mundial en estado de convulsión desaconseja esa ligereza porque lo que está en juego es la forma de insertar al país en un sistema global de seguridad aun en proceso de elaboración.

La Argentina no escapó -no era razonable esperar que lo hiciese- a la tendencia global de modo que su situación es en esta crisis tan complicada como la de, por ejemplo, Japón. El Japón pertenece a una región distante y diferente, cuyo poder nacional acumulado es infinitamente mayor y cuya dependencia energética del golfo Pérsico es real (importa de esa zona el 64% del petróleo que consume).

América Latina dio una respuesta compleja al desafío. Respaldó, sin fisuras, a la razón y al derecho condenando la agresión iraquí, pero no llegó a ofrecer aun el testimonio que en realidad más interesa a los forjadores de aquel nuevo orden: el concurso -aun simbólico- al esfuerzo bélico.

Los gobiernos de los grandes, como México y Brasil no están convencidos de que ese camino sea el mejor. Los protagonistas de la crisis y las circunstancias históricas de la Argentina concurrieron para elegirlo como el primer país de este subcontinente que cruzaría la linea de la historia, sumándose a la nueva coalición pos guerra fría.

Carlos Saúl Menem será juzgado -en algún momento futuro- por la claridad para identificar intereses nacionales y por la eficiencia para servirlos, con la decisión que adoptó. Como gobernante demandó al país el riesgo de vidas y patrimonio. Nadie en su circunstancia puede pedir más y -lo quiera o no- enfrenta el riesgo de convocar a un sacrificio inútil.

Una vez que se comprende que esta es su esencia, puede analizarse el marco formal de la decisión. Sus elementos centrales son:

* El Consejo de Seguridad de las Naciónes Unidas legalizó el bloqueo naval -que se extenderá seguramente al espacio aéreo- contra Irak aplicado. También autorizó a los estados participantes a solicitar ayuda a otros países recomendando -sin demandar- una respuesta favorable.

* La Carta Orgánica de la ONU es ley de la Nación Argentina. Las obligaciones que fija -en especial las referidas al mantenimiento y restablecimiento de la paz internacional (Capítulo VII)- son de vigencia plena para el país. El artículo 43 establece con claridad que los miembros del sistema de la ONU se obligan a proveer al organismo la ayuda necesaria.

* Pero el Consejo no ha demandado -según los términos de la Carta de la ONU- tal contribución ni a la Argentina, ni a ningún otro país. No ha decidido la integración de fuerza de paz alguna y sigue invocando en sus resoluciones la acciones y previstas en el artículo 41, que son no militares. Solo abrió la puerta para el uso de la fuerza para hacer cumplir las sanciones sin mencionar explícitamente la posibilidad y aplicando la limitación de un criterio de razonabilidad.

* Para que una solicitud de contribución bélica tuviese fuerza plena el Consejo debería haber hallado justificación -hasta ahora no lo hizo- para invocar el artículo 42 (empleo de la fuerza) y aun así la obligación de contribuir estaría condicionada a la elaboración de uno o más convenios especiales. El Comité de Estado Mayor (artículo 47) sigue sin ser convocado desde la guerra de Corea y Washington parece ser el más interesado en dejarlo dormir su sopor histórico, porque no quiere transformar en multilateral una cadena de mando que ahora le es exclusiva en esencia. Uno de los motivos que llevó ayer a Bush a relevar al jefe de su fuerza aérea fue que éste decidió sincerar la intención de su país de no compartir el mando.

* La fuerza multinacional desplegada en el golfo no es una fuerza de paz y no todas las posibilidades de acción al alcance de su comando se inscriben en el marco de la ley internacional. Puede convertirse, en un abrir y cerrar de ojos históricos, en una fuerza beligerante.

* Si existiese una solicitud del Consejo de Seguridad, formulada de acuerdo a derecho, o si la fuerza del golfo se inscribiera en la caracterización denominada de paz la Argentina estaría obligada y el Poder Ejecutivo debería dar cumplimiento. Propios y ajenos en el Congreso no podrían reclamar participación. Pero como ninguno de esos requisitos se cumplen en este caso los legisladores tienen las facultades plenas que les concede la Constitución Nacional para autorizar el ingreso a territorio argentino de tropas extranjeras o la salida de efectivos propios al exterior.

La decisión de enviar tropas argentinas al golfo Pérsico recorrió un sendero jurídico sinuoso como lo demuestra un memorando de la Consejería Legal de la Cancillería que afirma que "por tratarse de una medida facultativa para el Gobierno argentino, el Poder Ejecutivo debería recabar la autorización del Congreso para la salida de fuerzas nacionales que se destaquen en caso de producirse una solicitud de los Estados mencionados en el párrafo 1 de la resolución 665/90 del Consejo de Seguridad.(12)

Hubo luego un ensayo de cura en salud. En otro documento distribuido el jueves 20 del mismo mes la Cancillería, para atenuar el hostigamiento político a que fue sometido el envío, se sostiene que en el primer texto, al que se alude pero no se identifica, la Consejería Legal "no hizo un análisis exhaustivo de todas las posibilidades ofrecidas por la resolución 665, sino que se limitó a responder a la pregunta que le fue planteada." Tampoco aclara cuál fue ese interrogante.

En los dos momentos las necesidades de la conducción política de la diplomacia parecen haber sido sustancialmente distintas. En la primera se reclamó a la Consejería Legal un asesoramiento, en tanto en que en la segunda se le instruyó para que construyera una lógica jurídica que respaldara la decisión política de enviar tropas al golfo.

Una fuente diplomática cercana al canciller admitió al autor de este papel que "tenemos media biblioteca a favor y media en contra... Usamos la que está a favor. Una situación similar se produce en casi cada instancia decisiva trascendente del Gobierno, pero este contraste motivó también críticas señalando que los organismos del Estado no pueden producir dictámenes que "sirvan tanto para un fregado como para un cocido", según la gráfica descripción de otro veterano miembro del servicio exterior.

Las normas legales que se consideraron en este proceso fueron muchas -constitucionales y de derecho público internacional- y no pueden sintetizarse con facilidad. Pero es útil pasar revista a algunas definiciones centrales de ambos documentos.

El primero sostiene entre sus argumentos que:

* Un análisis de la resolución 665/90 que lleva al autor a la conclusión de que "introduce la posibilidad concreta que la República Argentina reciba un pedido de ayuda en virtud del punto 3 de la resolución citada. Esto plantea -agrega- interrogantes fundamentales relacionados, por una parte con la naturaleza del compromiso internacional (..) y por la otra con las competencias respectivas de los Poderes Legislativo y Ejecutivos (...)

* Afirma también que la resolución "no (...) pretende imponer a los Estados la obligación de contribuir con fuerzas militares, lo que exigiría (...) la celebración de los convenios especiales descritos" en el artículos 43 de la Carta de las Naciones Unidas, uno de los que regula el empleo de fuerza militar para la preservación y restablecimiento de la paz. Esos convenios son mandatorios en el caso de que la ONU decidiera la intervención. Una de las corrientes de análisis de la crisis del golfo considera que la actual fuerza está realizando ya una intervención militar.

* El memorando menciona un pronunciamiento anterior -numerado como 122/90 de la Consejería en el que se dictaminó que el Poder Ejecutivo sr. disponer el envío de tropas sin la participación del Congreso si el Consejo de Seguridad lo realizara invocando -algo que no ha hecho- el citado artículo 43.

La forma en que se llega a esta conclusión es compleja pero alcanza con decir aquí que la Carta de la ONU es ley de la Nación y por lo tanto el Poder Ejecutivo estaría en este caso dando cumplimiento a las obligaciones que la Organización impone a los estados miembros. Los legisladores no podrían reclamar porque como puntualiza el documento "el Congreso habría implícitamente autorizado la salida de tropa al aprobar la Carta de las Naciones Unidas".

Pero aun en ese caso, agrega, "el Congrcso debía intervenir para establecer la: modalidades, número y tipo de tropas, a través de la aprobación de convenios especiales" ya que la propia Carta establece que estos "estarán sujetos a ratificación por los Estados signatarios de acuerdo con sus respectivos procedimientos constitucionales" (artículo 43).

* El primer documento afirma que "el análisis anterior no parece aplicable, sin embargo, al requerimiento formulado en los términos de la Resolución 665/90" y en consecuencia "no se está en presencia de los mecanismos colectivos de cumplimiento obligatorio". Reconoce finalmente que "resulta (...) abusivo pretender que existió una autorización anticipada del Congreso para la salida de tropas".

El texto más reciente -que tiene el mismo origen- desautoriza implícitamente al anterior y sostiene , en cambio, que "la decisión que el Gobierno adoptó poco tiene que ver con esta variante de 'maxima' ya que no se pretende contribuir con un eventual uso de la fuerza e la región."

En esto el nuevo ensayo de argumentación legal también se da de bruces con la posición política explicada por el presidente Menem quien afirmó que "si hay que tirar se tira". O de su canciller, Domingo Cavallo, que suele reconocer, por ahora en privado, que si la guerra estalla el Gobierno buscará mantener sus tropas en la región del conflicto.

Más que estas formalidades -por importantes que ellas sean- está la sabiduría de sumarse con mayor o menor reflexión a un orden internacional aun incompleto y sobre cuyo contenido se consulta poco, si acaso algo, a quienes deben contribuir a forjarlo
.



NOTAS

(1) Ver los relatos de las invasión en las ediciónes número 33 de TIME (IRAQ on the March) y NEWSWEEK (Bagdad's Bully) del 13 de agosto de 1990 y The New York

Times del 4 y 5 de agosto de 1990.

(2) Estimación del Departamento de Defensa de Estados Unidos-.

(3) Ver ediciónes No. 38 y 39 de TIME y NEWSWEEK de septiembre 17 y 23 de 1990.

(4) Who will stop Saddam? The Economist agosto- 4 de 1990

(5) Fukuyama, Francis The End of History- The National Interest No. 16 septiembre de 1989.

(6) Un análisis interesante de las implicancias de 1989 para las relaciones

internacionales puede encontrarse en From Cold War Towards Trusting Peace de

McGeorge Bundy en Foreign Affairs- Anuario America and the World- Vol 69 No.1

(7) Ver Shimoni, Yaacob Political Dictionary of the Arabe World- The Jerusalem

Publishblg House Ltd. 1987.

(8) Pryce-Jones, David The Close Circle (An interpretation of the Arabs) - Grafton Books- Londres 1990.

(9) El Consejo de Cooperación del Golfo tiene su sede en Riad y pertenecen al mismo Arabia Saudita, Emiratos Arabes Unidos, Kuwait, Qatar, Bahrain y Oman. Irak no integra el organismo. Sus objetivos declarados son promover el desarrollo de la cooperación económica, política, militar, social, y cultural.

(10) Kuwait gastaba el 5.2% de su PBN (estimado en u$s 28.832.000.000 para 1990) en la defensa.

(11) Un antecedente importante es la carta de 1950 enviada por el presidente de los Estados Unidos, Harry Truman al Rey Saud de Arabia.

(12) El documento lleva fecha del 29 de agosto pasado, el No. 125/90, la firma del

Consejero legal, Horacio Basabe y fué calificado como "secreto". Describe una realidad jurídica diferente de la que sirvió para informar la determinación final. El gobierno adujo que la inclusión de un contingente argentino en la fuerza multinacional que bloquea a Iraq y Kuwait ocupado no implica intervención militar y por tanto no está sujeto a la jurisdicción legislativa establecida por la Constitución.


EL CONGRESO NACIONAL EN LA POLICITCA EXTERIOR ARGENTINA (1991-93)



EN CONSTETACION A LA SUBSECRETARIA DEL MINISTERIO DE DEFENSA, QUE TODAVIA TIENEN ARCHIVADO, LA MISION DE PAZ.

 ADEMAS ME CONTESTARON CON UNA LINVIADAD DE QUE EL CONGRESO DE LA NACION, DEBE AUTORIZAR SIENDO QUE LES MANDE LO EL CONGRESO SANCIONA "ENTRE GALLOS Y MADRUGADA"
LEY 23.904. EVIDENCIANDO QUE FUIMOS AYUDA HUMANITARIA...



EL CONGRESO NACINAL EN LA POLICITCA EXTERIOR ARGENTINA (1991-93)




Introducción

El estudio sobre política exterior argentina se ha concentrado normalmente sobre las relaciones con las principales potencias, los países vecinos o algún áreas temático-funcionales internacionales específicas. En la literatura especializada el estudio sobre el proceso de toma de decisiones no ha alcanzado el desarrollo que presenta en otros países, y los trabajos realizados se circunscriben principalmente a los tomadores de decisión centrales del Poder Ejecutivo, es decir el Presidente de la Nación y los ministros de las áreas específicas.

Puede decirse que el rol desempeñado por otros actores estatales y no estales en la formación de las políticas exterior Argentina, en un área de análisis relativamente subdesarrollada. En este contexto, el Congreso Nacional no es una excepción. A pesar de la importante función asignada por el ordenamiento constitucional en el área de las relaciones exteriores del país, esta institución central en todo Estado democrático no se ha convertido en foco de estudio central para el análisis de política exterior.

Esta realidad se entiende a partir de reconocer que el Poder legislativo Nacional no se ha destacado por un alto perfil en materia política exterior, muy por el contrario, puede decirse que no ha participado significativamente en la tomad e decisiones salvo en muy contadas excepciones.

Este trabajo intenta iniciar el tratamiento del rol del Congreso Nacional en la toma de decisiones en la política exterior argentina, a partir del estudio de tres casos relevantes para la relación exterior del país, donde el Congreso Nacional tuvo una importante intervención con diferentes resultados.

Investigación en este trabajo:

¿Cuándo y en qué tipo de cuestión el Poder Legislativo Nacional juega o puede jugar un rol significativo en la formación de la política exterior?

¿Bajo qué circunstancias o en que instancias el congreso Nacional puede intervenir en forma relevante en proceso de toma de decisiones en política exterior?

¿Qué desarrollos teóricos y analíticos aplicados al proceso decisiones de otros países pueden ser aplicados satisfactoriamente para comprender la realidad argentina en esta materia?

Esta metodología de investigan cualitativa, a partir del estudio de los tres casos planteados, permitirá avanzar en un área del estudio de la toma de decisiones en política exterior, que, aunque con tradición den la literatura desarrollada en otros países, principalmente en Estados unidos, presenta un gran vacío en los estudios desarrollados no solo en Argentina, son también en otros países latinoamericanos.

EL ANALISIS DE POLITICA EXTERIOR Y LA PARTICIPACION DEL PODER LESGISLTIVO EN LA FORMACION DE LA POLITACA EXTERIOR

La teoría y los esquemas analíticos para el estudio del proceso de toma de decisiones han tenido su principal desarrollo en Estados Unidos de América durante el periodo de post-guerra. La construcción de esquemas analíticos destinados a comprender la formación de la política exterior analizando el proceso de toma de decisiones adquirieron gran relevancia durante décadas del sesenta y del setenta, particularmente a partir del desarrollo de la perspectiva burocrática del Graham Allison y otros.

La trascendencia de esta nueva perspectiva en el análisis de política exterior, no solo permitió comprender las complejas interacciones entre el Presidente, como máxima instancia decisoria, y su principales asesores agencia en el área de las relaciones exteriores y defensa, sino que también mediante la apertura de la “caja negra” del “estado racional-unificado”, despejo el camino para la ampliación del análisis hacia otros actores estatales y no estatales, a sus mutuas influencias e interferencias en el muy complejo proceso de formación de la política exterior.

En estados Unidos, se encuentra una abundante bibliografía dedicada al estudio de las interacciones entre el Ejecutivo y el poderoso Congreso norteamericano. Estos análisis reconocen la permanente y creciente tensión entre ambas “ramas” del gobierno, especialmente desde fines de la década del setenta, por lo que la política exterior de ese país es la resultante de esa conflictiva relación entre ambos poderes gubernamentales. La competencia entre ambas ramas es permanente, sembrada en la Constitución que establecido dos instituciones separadas –el congreso y el Presidente- pero que paralelamente insiste que deben compartir el poder”.

Esta situación institucional se da en el marco de un sistema político en el que los congresistas poseen gran autonomía y poder, que solo pueden ser contenidos por un Presidente poderoso y popular, condiciones que desde la década del sesenta no se dan fácilmente, que cuan ocurren, solo se ha mantenidos por periodos limitados. Consecuentemente, los estudios de política exterior de EEUU realzados últimamente, reconocen tres conjuntos de actores estatales relevantes en el proceso de formación de la política exterior: la Presidencia (el Presidente y su más próximo núcleo de asesores), la Burocracia (los actores de la rama ejecutiva pertenecientes a las agencias con jurisdicción en las relaciones exteriores), y el congreso (autoridades y líderes, comités y subcomités).

En el caso de la Argentina y de otros países de américa Latina, el peso del congreso en política exterior y en otras áreas de las políticas públicas es mucho menor al que se puede observar en EEUU. Aunque las precisiones constitucionales son muy similares, en función de la adopción del sistema presidencialista, la diferencia en los sistemas políticos, particularmente la gran concentración de poder en el órgano ejecutivo reforzado por un sistema de paridos también dependientes del liderazgo presidencial, hacen que el Congreso juegue un rol claramente subordinado, y consecuentemente, normalmente marginal en el proceso de toma de decisiones en política exterior.

Sin embargo, un análisis un poco más detallado revela que en ciertos casos de mayor relevancia política y repercusión publica, y cuando el ordenamiento constitucional reserva claras atribuciones al poder legislativo en proceso decisional, el Congreso Nacional ha intervenido en el proceso de formación de la política exterior, convirtiéndose en foco de resistencias y apoyos a las políticas impulsadas por el Poder Ejecutivo, que incluso ha llegado a cambiar o bloquear una decisión presidencial crucial en el área de las relaciones exteriores.

Por lo tanto, aunque no se puede hablar de “competencia inter-institucional “o de “iniciativa del congreso”, como lo hacen los analistas norteamericanos, existen instancias de intervención significativa del Poder Legislativo en el proceso de toma de decisiones en argentina. Para comenzar a dilucidar cuándo y por qué se verifica este rol del congreso, nos referiremos rápidamente a las atribuciones conferidas por la Constitución Nacional al Poder legislativo, para luego analizar tres casos relevantes que ejemplifican, con diferentes resultados, la intervención del Congreso en la política exterior Argentina.




LA CONSTITUCION NACIONA Y LAS ATRIBUCIONES DEL CONGRESO EN EL AREA DE POLITIAC EXTERIOR.

Considerando que la Constitución Nacional ha sido recientemente reformada, basaremos nuestro análisis en él texto constitucional actualmente vigente, pero destacando paralelamente las atribuciones existentes previamente y las nuevas clausulas.

Sin lugar a dudas, las atribuciones más importantes que posee el Congreso Nacional en relación a la política exterior, y aquellas que fundamentaron su accionar en los casos estudiados, están contenidas en el actual articulo 75 (previamente 67), incisos 15,22, y 28 (antiguos 14,19 y 25). Estos se refieren respectivamente a: “arreglar definitivamente los límites del territorio de la Nación”, “aprobar o desechar tratados concluidos con las demás naciones y con las organizaciones internacionales”, y “permitir la introducción de tropas extranjeras en el territorio de la Nación, y la salida de las fuerzas nacionales fuer de él”. Estas atribuciones fundamentan la participación legislativa para ratificar los tratados suscriptos por el Poder Ejecutivo destacándose especialmente los relativos a la fijación de limites internacionales, con la autorización previa para el envío de tropas argentinas al extranjero, en el marco de su participación en fuerzas de las Naciones Unidas o autorizadas por el Consejo de seguridad de la ONU.

En el marco de las nuevas disposiciones de la reforma Constitucional de 1994, es necesario destacar la incorporación de un nuevo inciso 24 al artículo

75, que establece la trascendente facultad del Congreso de delegar competencias y jurisdicción a organizaciones “supraestatales” en el marco de tratados de integración.

Pero además de estas atribuciones centrales del Congreso en el área de las relaciones exteriores del país, existen otra que generalmente son poco o nada utilizadas para ejercer influencia del poder legislativo en la formación de la política exterior, Ellas corresponde al necesario acuerdo del Senado en el nombramiento y remoción de los embajadores, a las facultades en el área del crédito publico, la deuda externa y el comercio exterior, y a la poderosísima, pero no cabalmente aplicada, atribución de fijar el gasto público a través del Presupuesto General de la Nación, para controlar las políticas públicas mediante la asignación y discrecionalidad del gasto estatal. Vale resaltar que esta última competencia es una de las principales fuentes de influencia del Congreso de EEUU sobre la política exterior, como en las demás áreas de la administración pública norteamericana. Es claro que el Congreso Nacional goza formalmente de amplias atribuciones para participar activamente en la formación de la política exterior argentina. Pero, sin embargo, como consecuencia de un sistema político centralizado y centrado sobre el fuerte liderazgo del Presidente de la nación solo pone en práctica estas facultades parcialmente en algunos casos.


ARA BROWN Y ARA SPIRO EN EL GOLFO PERSICO



ENVIO DE NAVES AL GOLFO PERSICO: EL CONGRESO ANTE LA MARGINALIDAD Y LOS “HECHOS CONSUMADOS” EN POLITICA EXTERIOR.

El desencadenamiento de las crisis en el Golfo Pérsico con la invasión de Kuwait por parte de tropas iraquíes el 2 de agosto de 1990, constituiría una instancia clave en la que se verificaría en la practica un gran cambio en la conducción de los asuntos externos de la Republica Argentina, al abandonarse la tradicional neutralidad en conflictos extra-hemisféricos.

El gobierno del Presidente Menem, rápidamente como el resto de los países latinoamericanos, condeno la invasión y ocupación iraquí como una violación inaceptable del derecho internacional, reclamo la inmediata etiada de las fuerzas invasoras y apoyo incondicionalmente las sancione que el Consejo de Seguridad de la ONU impuso sobre Irak.

Al desencadenarse la crisis en una zona estratégicamente sensible debido a los yacimiento y líneas de abastecimiento del vital petróleo, Estados Unidos rápidamente adopto un rol de liderazgo para oponerse y retrotraer la preocupante expansión iraquí. Por lo tanto, rápidamente reclamo el apoyo de los distintos países, para implementar las sanciones económicas decretadas por la ONU, a través de la implementación de un bloqueo en aguas del Golfo Pérsico por parte de una fuerza multinacional.

En línea con esa política de EEUU, en septiembre de 1990, el Presidente Menem decidió enviar dos naves de guerra, el destructor Almirante Brown y la corbeta Spiro, para sumarse a la fuerza multinacional en el Golfo Pérsico. Esa decisión no solamente rompió con una larga tradición de neutralidad de la diplomacia argentina, sino que fue adoptada mediante un decreto del Poder Ejecutivo, es decir sin la participación del congreso, como hubiera correspondido en función de las normas constitucionales.

Esta decisión despertó una fuerte oposición en el Congreso Nacional, no solo entre los partidos opositores, sino también entre legisladores del oficialista Partido Justicialista. Algunos resistían la decisión en sí misma, por considerarla una manifestación de alineamiento con EEUU, mientras muchos se oponían a la forma en que de adopto la decisión, si pedir la autorización del Congreso ni consultar a los principales aliados regionales.

En esta instancia, el Congreso se vio absolutamente marginado del proceso de toma de decisión, a pesar de poseer los fundamentos jurídicos constitucionales que establecen la necesidad de autorización legislativa para el envío de efectivos militares al extranjero. Existen interpretaciones encontradas sobre el alcance de la cláusula de autorización del Congreso para la participación de tropas en fuerzas de paz de la ONU. En tal sentido, se ha impuesto la práctica de que el poder ejecutivo decide en forma independiente cuando se trata “casco azul”, por considerarse que dichas fuerzas no desempeñan un rol militar activo, sino para el mantenimiento de la paz.

Sin embargo, el envió de dos naves de guerra para participar en acciones de implementación de un embargo adoptado por el Consejo de Seguridad de la ONU, en la práctica un bloqueo naval, con las posibilidades de tener que hacer uso de la fuerza para cumplimentar tal función, hubiera demasiado que el Poder Legislativo, según lo establece la constitución, se expida previamente a la implementación de una decisión de esa naturaleza. Sin embargo, los legisladores no fueron capaces de unificar una postura común en defensa de sus prerrogativas constitucionales, y la oposición solo se manifestó criticando esta decisión inconsulta, pero sin ser capaz de articular una acción institucional al respecto.

Sin embargo, este caso evoluciono, en forma paralela a la crisis del Golfo Pérsico, y la proximidad de acciones bélicas a partir del 15 de enero de 1991, de acuerdo al ultimátum establecido por el consejo de Seguridad de la ONU, llevaron al Poder Ejecutivo a remitir un proyecto de ley para que el Congreso Nacional autorice la participación de las naves argentinas en operaciones de apoyo logístico a la fuerza multinacional que combatiría en esa zona.

La inminencia de acciones bélicas reactivo los reclamos por un debate legislativo, que fue solicitado tanto por legisladores de la oposición como del oficialismo, y aceptado por el gobierno a mediados de enero antes la proximidad del vencimiento del ultimátum de la ONU.

El jueves 17 de enero el proyecto del Ejecutivo fue tratado en el senado, y con el agregado “ no podrán realizar las acciones bélicas directas”, fue aprobado con el apoyo mayoritario del Justicialismo, el Pacto Autonista-Liberal de Corrientes y el Bloquismo de San Juan, aunque debe destacarse que el Senador Justicialista por la Rioja, Libardo Sánchez voto en contra y los senadores Eduardo Vaca (PJ capital), Oraldo Britos y Alberto Rodriguez Saa (PJ San Luis) se ausentaron del recinto por no coincidir con la postura de un bloque. La postura oficialista fue defendida por el Senador Eduardo Menem (PJ La Rioja), presidente de la Comisión de RREE. La oposición radical voto en contra. Esta posición fue sostenida por el Senador Hipólito Solari Yrigoyen (URC-Chubut), aduciendo que las fuerzas argentinas no estaban cumpliendo las funciones de una fuerza de paz y planteando dudas sobre quien afrontaría los costos de la operación.

Durante el viernes 18, se inició el tratamiento en la cámara de diputados.

En la cámara baja el oficialismo tuvo dificulta en reunir los votos necesarios para aprobar la iniciativa, a pesar del apoyo en reunir los votos necesarios para aprobar la iniciativa, a pesar del apoyo de los partidos provinciales y de parte de la UCD, por lo que finalmente se suspendió la sesión hasta la semana siguiente, la oposición amalgamo al radicalismo, al Grupo de los Ocho (bloque Peronista disidente), algunos legisladores justicialistas y a otros partidos (Partido Demócrata Popular, Partido intransigente, PSU, PSP Y MAS). EL proyecto del ejecutivo fue defendido por el diputado Miguel Angel Toma (PJ-Capital) y el presidente de Bloque Jose Luis Manzano (PJ-Mendoza). La posición opositora fue planteada por los diputados Dante Caputo (UCR-Capital), Federico Storani (UCR-Buenos Aires), y Carlos Alvarez (Grupo de los Ocho).

Durante el miércoles 23 de enero, finalmente la cámara de diputados aprobó el proyecto por el cual se autorizó al poder Ejecutivo para que las naves argentinas dieran apoyo logístico a la fuerza multinacional en guerra con Irak. El proyecto se aprobó por 117 votos a por y 99 en contra. Vales citar que, durante los dos días de sesión en Diputados, se realizaron sendas marchas de repudio en contra de la participación argentina en la guerra, organizada por partidos y organizaciones opositoras.

Este caso se destaca por ejemplificar claramente la difícil relación entre los poderes ejecutivo y legislativo, por la marginalidad que el Poder Ejecutivo impone al Poder Legislativo en materia de decisiones en política exterior, incluso en algunas tan cruciales como el envío de tropas al extranjero para su participación en accione de bloqueo naval auspiciada por la ONU.

Es paradigmático que, a pesar de contar con mayoría propia en ambas cámaras, el Poder Ejecutivo decidió marginar al Congreso cuan se enviaron las naves en septiembre de 1990. Aunque, posteriormente el PEN recibió autorización del congreso antes las proximidades de las acciones bélicas en la zona, con el apoyo del oficialismo y otros partidos minoritarios, resalta la gran dificultad de lograr el respaldo de los propios legisladores oficialista, particularmente en Diputados, que incluso hicieron una postergación de la sesión para poder reunir los votos favorables necesarios. Incluso para obtener una votación positiva en Diputados, el oficialismo necesito hacer uso de todos sus recursos para obtener un resultado favorable. Si bien el desenlace fue favorable a la política del PEN, este caso ejemplifica como la marginalidad que se le impone al Congreso en la toma de decisiones hace crecientemente difícil obtener posteriormente su apoyo, incluso por parte de los legisladores oficialistas.

En un próximo caso demuestra que a veces la marginalidad impuesta al Congreso puede ser pagada por el Ejecutivo con el fracaso de su política.