EL CONFLICTO IRAK – KUWAIT A 30 AÑOS DE LA INTERVENCIÓN ARGENTINA EN LA GUERRA DEL GOLFO: 1990-2020. UNA VISIÓN TESTIMONIAL
Comunicación del académico de número Enrique Molina Pico (ALMIRANTE RETIRADO).
El 15 de enero de 1991, con el logrado consentimiento de los ciudadanos americanos y el visto bueno de la ONU comenzaron los enfrentamientos bélicos, donde el arma infalible era sin duda la propaganda y su poderío de conformar una opinión pública doblegada a los intereses políticos; intereses que disfrazan al Estado del Norte como guardián benevolente de la libertad, mientras encubren su intención verdadera: la instalación del terrorismo mediático a escala mundial.
Más de 80.000 ex combatientes sufrieron el llamado síndrome de la guerra del golfo, enfermedad que se expresa en inmunodeficiencias muy graves, similares a los que provoca el SIDA; graves disfunciones renales y hepáticas, aumento espectacular de malformaciones congénitas (muy frecuentes también en animales), cánceres (leucemia, anemia aplásica y tumores malignos), enfermedades respiratorias (enfisemas y fibrosis pulmonares), problemas neurológicos de habilidad y eficacia neuromotoras, infertilidad (se han hallado rastros de uranio en semen de veteranos), daños cerebrales y pérdida de memoria, miopatías, etc.
Las causas: inyecciones experimentales para prevenir los riesgos de exposición a ataques químicos, exposición a emanaciones químicas y/o el contacto con uranio empobrecido, material utilizado para revestir las municiones y que por supuesto se oxida y se esparce en el aire al estallar. Situaciones por demás ocultables por sus consabidos efectos colaterales, y a las que los héroes de esta guerra estéril, sin vencedores ni derrotados, apoyaron con ingenuidad y servicio al igual que nosotros, los televidentes de esta guerra de calificación impronunciable.
El autor se desempeñó, durante 1.990 y 1.991, con la jerarquía de contraalmirante como Agregado Naval a las Embajadas Argentinas en los EEUU y Canadá, siendo designado al aceptar la República Argentina intervenir en las operaciones como Coordinador Operativo ante el Comando de las fuerzas aliadas en Washington y Medio Oriente.
EL CONFLICTO IRAK – KUWAIT A 30 AÑOS DE LA INTERVENCIÓN ARGENTINA EN LA GUERRA DEL GOLFO: 1990-2020. UNA VISIÓN TESTIMONIAL
EL CONFLICTO IRAK – KUWAIT A 30 AÑOS DE LA INTERVENCIÓN ARGENTINA EN LA GUERRA DEL GOLFO: 1990-2020. UNA VISIÓN TESTIMONIAL
Por el académico ALMTE. ENRIQUE MOLINA PICO En los últimos gobiernos en especial a partir del presidido por el Dr. Néstor Kitchner, se fue perdiendo progresivamente la conciencia del rol de las FFAA y de su razón de ser en la república.
Se había solidificado una visión de las leyes de defensa y de seguridad interior que en la práctica impedía la aproximación de nuestras fuerzas hacia conceptos modernos de organización y empleo, así como prácticamente quitaba toda libertad de acción a los comandantes militares.
Durante el gobierno del Presidente Macri no hubo cambios de importancia, estableciéndose como funciones de las FFAA el auxilio a la población en emergencias nacionales, la colaboración en catástrofes naturales y el apoyo logístico, en ciertas circunstancias, a las Fuerzas de Seguridad; no hubo mención para operaciones reales, el combate y la preparación para él.
Solamente en la parte final de su gobierno.
El autor se desempeñó, durante 1.990 y 1.991, con la jerarquía de contraalmirante como Agregado Naval a las Embajadas Argentinas en los EEUU y Canadá, siendo designado al aceptar la República Argentina intervenir en las operaciones como Coordinador Operativo ante el Comando de las fuerzas aliadas en Washington y Medio Oriente.
ANALES DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS MORALES Y POLÍTICAS
El gobierno se anuló el decreto de la Ministro Garré, quien sobre legislando había modificado la esencia de ley de defensa mediante dicho decreto reglamentario, vale decir que al finalizar el gobierno de Macri se pudo, al menos, recuperar el campo de acción limitado que imponía la ley de defensa.
Este avance fue recientemente anulado por el actual gobierno, pues por decreto anuló el correspondiente al Presidente Macri y reinstaló el de la Ministro Garré, lo cual, además, de ser un grave retroceso tal como lo indicó recientemente el Académico Horacio Jaunarena, se opone a la intención presidencial de reforzar con tropas del Ejército Argentino las Fuerzas de Seguridad que patrullan la frontera norte.
Si bien éste no es tema de este escrito, diré que si las fuerzas militares concurren en apoyo de seguridad en la frontera, Econ la legislación actual, entre otras cosas sin Código de Justicia Militar, ellas actuarán cumpliendo su deber de defender a la Patria, pero para ello violando la ley y los militares de hoy serán los presos de mañana.
Entre las funciones que no se consideran está la de ser las FFAA, en especial la Marina, un instrumento de la política exterior del estado. Hoy nos ha quedado de ello los viajes de la Fragata A.R.A. “LIBERTAD” ¿Pero por qué la Marina?, pues porque por sus características puede ser considerada un instrumento ideal:
El gobierno puede darle a su participación la intensidad, la importancia y la duración que desee. Permite ello primero que nada el mar y su esencia, pues él no es asible, en él no se vive, en él se transita y la soberanía que sobre él se ejerce es distinta en su naturaleza que la que cada país tiene sobre su territorio.
El mar no es el hábitat natural del hombre y requiere esfuerzos especiales para su dominio. Se puede regular además: posición geográfica, número de buques, y su compromiso o sea una participación más o menos activa, más o menos agresiva.
Estas operaciones, verdaderas puntas de lanza de un estado, se encuadraban en expediciones para “Mostrar el pabellón”
y aquéllas en las que se preveía un mayor uso de la fuerza recibían la más apropiada “Diplomacia de las cañoneras” .
y aquéllas en las que se preveía un mayor uso de la fuerza recibían la más apropiada “Diplomacia de las cañoneras” .
Nuestro país había usado a la Armada como elemento auxiliar de su política exterior por última vez quizás en 1.962 en la crisis de los misiles de Cuba y posteriormente la volvió a emplear en el bloqueo a Haití en 1.993.
El empleo en el Golfo fue una compleja acción naval, posible debido a una realidad: la expedición desde el punto de vista naval usó la "renta" del capital invertido por el país durante años, los buques tripulados por hombres profesionalmente de primer nivel no se improvisan, podemos decir que pese a los inconvenientes económicos y socio-políticos que enfrentaron hasta ese momento las FF.AA., la Marina pudo recibir la orden y cumplirla de una manera que como argentinos debe enorgullecemos, nuestro país puso dos buques y luego otros dos en un área de operaciones distante 11.000 millas, los integraron a una fuerza internacional y operaron con éxito fuera de su zona 8, 7 y 6 meses.
CIRCUNSTANCIAS DE LA PARTICIPACIÓN
¿Cómo fue?, ¿Qué hubo además de la 1ra Plana de los diarios y de las discusiones que generó el anuncio de una decisión política nacional verdaderamente transcendente y que implicó un importante cambio de mentalidad?
La decisión del envío se dio en un marco de política exterior de mejoramiento de las relaciones Argentina-USA, pero fue posible debido a dos circunstancias que la facilitaron y que permitieron pensarla, concebirla, siendo como era una acción atípica en los últimos años, porque los antecedentes más próximos se dieron en distintos marcos: Cuba 1962, en la OEA y el Congo y otros en el marco de la UN.
La visita del ministro, primera oficial de un ministro justicialista de defensa, indicaba el deseo de mejorar la relación, en especial luego de Malvinas; el ministro llegó el 4 de agosto, inmediatamente luego del ataque lo que llevó a pensar que se anularían reuniones importantes, ya que el secretario americano de Defensa Dick Cheney tuvo que viajar de urgencia a Arabia Saudita para comenzar a tejer la tela que daría luego soporte político a la operación bélica.
Pero esta evolución inevitable y comprensible que parecía determinar que los resultados positivos del encuentro se perderían fue inesperadamente positiva pues como índice del mejoramiento general de relaciones Argentina-USA, el Dr. Romero fue recibido por el Vicepresidente Quayle, en un encuentro largo, prolongado que no fue simplemente protocolar, quedó claro que la Argentina políticamente estaba en la crisis indudablemente de este lado, ofreciéndole en forma genérica el apoyo político argentino.
El segundo aspecto fue la excelente relación entre ambas marinas, fluida y franca, que luego de un proceso iniciado entre los estados mayores en 1985 para restablecer las comunicaciones postMalvinas y finalizado con exitosas ejercitaciones binacionales3 en el mar.
Durante la ceremonia de despedida, en la Base Aérea Andrews 8 de agosto cuando el Dr. Romero finalizaba su visita oficial, recibimos una llamada del Pentágono preguntando con muchos condicionales, una especie de "non paper" oral, qué responderíamos si se llegase a requerir nuestra participación en alguna acción de bloqueo o interdicción dispuesta por la UN.Estábamos en el aeródromo, los entonces Ministro de Defensa, Embajador en USA, el Jefe de EMCO, el Agregado de Defensa y yo, luego de un cambio de ideas desde el mismo aeródromo me comuniqué con Bs. As., con el Alte. Ferrer, quien era Jefe de la Armada, a quien le comuniqué el requerimiento y la opinión positiva del Grupo de Washington.
El cambio de rumbo, la nueva teoría estaba ya echada a andar, nuestras primeras opiniones fueron positivas, creíamos que técnicamente podríamos intervenir y políticamente convenía. Al poco tiempo contestamos de la misma manera. "En el marco de la UN, colaboramos”. Eran las 1800 horas del mismo 8 de agosto.
Estaba transmitida la decisión política, quedaba ahora llevarla a la práctica, la acción debió llevarse en diferentes sectores: el político, el material y el operativo; en todos ellos se debieron enfrentar situaciones inéditas para asegurar el cumplimiento del compromiso.
En lo político la decisión fue un desafío que despertó a la opinión pública, no solamente se analizaba si se debían enviar o no fuerzas al Golfo, sino también si para ello se requería o no la autorización del Congreso.
La decisión del envío de los buques fue hecha pública prácticamente sin conversaciones, publicidad o discusiones previas lo que determinó que tomara al gran público por sorpresa, constituyendo un tema que por su naturaleza era fácilmente objeto de lucha ideológica, no obstante lo que inicialmente tuvo una recepción fría fue paulatinamente siendo comprendida hasta que antes de finalizar el año la opinión pública comenzó mayoritariamente a apoyar la decisión gubernamental, este cambio fue sumamente importante pues permitía decir que los buques no solamente representaban al gobierno argentino, sino también al país entero .
Será necesario volver sobre el aspecto del apoyo público y el soporte legal que tenían nuestras fuerzas cuando la evolución de los hechos mostrara que el choque bélico era inevitable. Mientras el aspecto político seguía su camino, con analistas que apoyaban la intervención y con otros que se oponían, se encaró el aspecto condicionante: El material. La Armada tenía ante sí una importante tarea seleccionar los buques que se encontraban en mejores condiciones y alistarlos tanto en sus sistemas como en sus hombres.
Un buque en el mar es un complejo sistema en equilibrio, son muchos materiales que interaccionan entre sí, pero por sobre ellos, o mejor dentro de ellos está el espíritu de la tripulación, porque siempre hay que tener presente que un buque vale tanto como sus hombres. Después del contacto inicial pasaron unos días hasta que el gobierno kuwaití oficializó el pedido y el argentino adoptó ya su decisión y ordenó a las fuerzas iniciar el alistamiento. Desde este momento hasta la zarpada transcurrieron solamente treinta días. El corto período fue un éxito en sí mismo pues no escapa al conocimiento de ninguno que el estado del material no era el ideal.
Los buques fueron destacados por decreto N°1871/90
y la ley 23.904 de 1991 Promulgada el 31/01/1991
Poco más de un mes desde la zarpada y 11.000 millas de aguas abajo las quillas permitieron que nuestros buques llegaran a la zona de operaciones, para hacer frente a otro desafío: el de tener éxito en una tarea, éxito en el cuál no creían muchos argentinos y así como tampoco muchos extranjeros.
Hemos visto aspectos de los sectores políticos y del material, nos queda por ver algo relacionado con las operaciones. Nuestros buques conformarían una fuerza internacional que tenía que cumplir una misión única establecida por las Naciones Unidas, quedaban pendientes aspectos tan importantes como organización, ¿quién comandaba?, ¿qué criterios de violencia debían emplearse? Establecidos esos aspectos quedaban temas, secundarios en la política, pero condicionantes en la práctica, como ser: ¿cómo serán las comunicaciones?, ¿los mensajes serán en claro o cifrados? y ¿los aspectos logísticos? - (combustible, víveres, sanidad, reparaciones).
Así mientras en nuestro país la Marina alistaba sus fuerzas casi contra reloj, se iniciaron en Washington conversaciones con la USN para ajustar los puntos que permitirían nuestra acción en común con las otras Marinas. Quedó clara la misión: interceptar el tráfico marítimo para impedir el pasaje de las mercaderías establecidas por la ONU en sus resoluciones.
Este sistema permitía lograr la participación de diversos países que no habrían accedido a poner sus fuerzas bajo comando extranjero, pero exigía una coordinación superior en forma de poder distribuirse las áreas y fijar las formas de intercambio de inteligencia, así como los métodos de comunicaciones.
Se establecieron dos principios operativos: se intentaría efectuar la mayor parte de las interceptaciones en áreas fuera de los golfos Arábigo y de Aqaba y las acciones deberían desarrollarse con el menor grado de violencia compatible con la situación.
El grado de violencia, que es un índice de la participación de un país, quedaba a cargo de cada país, el que fijaría la libertad de sus Comandantes a través de las llamadas "REGLAS DE EMPEÑAMIENTO". Simplificando, podemos decir que esas reglas establecían si se podía interceptar un buque sospechoso, si se podía enviar una dotación de visita y registro, si se lo podía desviar, si se podía hacer fuego intimidatorio y finalmente fuego a pegar.
Se convino que en los aspectos logísticos que hacen al reabastecimiento en el mar, a reparaciones y sanidad, utilizaríamos los buques reabastecedores, taller y hospital que la USN poseía en el área de operaciones, se convinieron también el empleo de reaprovisionamiento en el mar durante el tránsito de ida si era necesario, así como la realización de ejercitaciones con fuerzas navales USN en aguas mediterráneas o índicas, lo que luego se llevó a cabo con unidades de la VI Flota en aguas del Mediterráneo.
La visión exterior del envío recogió inicialmente esas expresiones, es así que el semanario "THE ECONOMIST", uno de las más importantes en lengua inglesa en su edición del 29 de septiembre y 5 de octubre expresó que lo buques argentinos irían “….cuando mucho a efectuar un viaje de turismo”.
Por otra parte, autoridades de un país amigo que no envió fuerzas, expresaron que nuestros buques con su presencia molestarían a las fuerzas operativas. Ambas opiniones, las internas como las externas, si bien pueden dolernos como argentinos, son expresiones, creo que erróneas, de una visión de nuestra realidad, juicios que nos obligaban a esforzamos al máximo, aún en pequeños detalles como que la derrota incluyera solamente los puertos que técnicamente era necesario pero que las estadías fueran establecidas únicamente con criterio operativo, tan es así que en Río de Janeiro el reabastecimiento de combustible se efectuó, prácticamente sin atracar.
Pensando las distintas posibilidades elegimos operar en el Mar de Omán, área que poco después comenzaría a conocer el pabellón argentino como una realidad más de la vida cotidiana. En la misma reunión se concretaron los detalles técnicos para operar con las distintas fuerzas americanas y aliadas, tanto para adiestramiento, como para ejercitaciones y reabastecimientos.
El aspecto que quizá habría de generarle más inconvenientes al Capitán Rosenthal fue el de las comunicaciones, pues pese a los adelantos técnicos a veces es difícil superar pequeñas diferencias en el equipamiento y más difícil tratar de cambiar conceptos operativos. Surgieron también los nombres de los puertos que podríamos usar como puertos de apoyo.
Los condicionamientos políticos locales eran numerosos, muchos de ellos relacionados con aspectos culturales, es así que los buques de guerra extranjeros, no podrían, según los puertos, permanecer más de tres días o encontrarse en un mismo puerto más de tres o cuatro buques, por ello se nos sugirió usar como puertos de apoyo Bahrein, Dubai, Abudabi, Muscat y Fuyairah para que el Comandante tuviese la oportunidad de elegir en el momento.
Nuestra Cancillería debía gestionar los permisos, cosa que hizo y el Comandante pudo así operar según su conveniencia.
¿Qué hacer con las fuerzas argentinas si la crisis escalaba en violencia y se convertía en un conflicto abierto?
El gobierno argentino debió luego tomar una decisión, quizás la más importante de la campaña, pues al iniciarse la operación "Desert Storm": ¿los buques permanecerían integrando activamente las fuerzas y actuarían de acuerdo a la situación bélica?, ¿regresarían a nuestro país? o ¿permanecerían operando totalmente alejados del conflicto?
Con esta información cuya evaluación y evolución se incluye en el Agregado, el gobierno efectuó sus presentaciones ante el Congreso el que votó la ley correspondiente, permitiendo que los buques interviniesen en las tareas operativas propias de la etapa final10 .
La intensidad de las acciones a partir del comienzo de la operación “Desert Storm”, consistentes en intensos bombardeos aéreos y navales efectuados desde los Grupos de Batalla, operando en el tercio norte del Golfo Arábigo fue increíble, demandando un esfuerzo logístico permanente.
Los buques logísticos con 6 millones de toneladas de combustible, y tres millones y medio de toneladas de munición, víveres y repuestos llegaban principalmente de las bases en Filipinas y Japón y también de Europa y Diego García hasta una zona de espera en el Mar de Omán en las afueras del puerto de Fujairah.
Este simple hecho - porque quienes hicieron la elección jugaban su propia supervivencia en las aguas con mayores amenazas- muestra el grado de confianza que en nuestro accionar profesional se tenía. Así nuestros buques intervinieron en 25 convoyes de ida y regreso cada uno, debiendo abrir fuego en dos oportunidades también cada buque, permaneciendo siempre como responsables de la seguridad del "Jardín de los Paquidermos" mientras se estaba a la espera de la salida de un convoy.
Sin olvidar que durante la operación “Desert Shield” ambos buques tuvieron un accionar permanente, pues desde la llegada a la zona hasta el 15 de enero en períodos de 10/12 días de navegación y 2/3 de puerto ambos buques realizaron aproximadamente 700 interceptaciones, un 10% del total de las realizadas por todas las fuerzas en los cinco meses de vigencia de la acción internacional, demostrando que nuestros buques.
Estos resultados positivos encendieron ya en 1990 una luz roja, pues las FFAA ya venían sufriendo reducciones presupuestarias con fuerte orientación política, más allá de las que aparecían como de buen gobierno debido al necesario reordenamiento de las asignaciones presupuestarias, luego de la finalización del gobierno militar. Esa luz roja hay que ubicarla especialmente en el campo de alistamiento general de la Armada, tanto material como personal, si bien en 1.990 intervenimos usando la renta de inversiones anteriores, hoy es imposible hacer lo que hicimos, pues el capital naval-militar se agotó y el nivel de alistamiento que se posee no nos habilita actuar.
Para poder en el futuro hacer frente a posibles necesidades de la República Argentina debemos resolver la que hoy es llamada la problemática militar, porque si no lo hacemos en tiempo este éxito nacional quedará como un hito en la historia de la República, como una marca de referencia, como un caso de estudio imposible de reeditar.