6/12/20

¡¡¡ Y POR QUE, NO SOMOS VETERANOS DE GUERRA DEL GOLFO PERSICO !!!



EL CONFLICTO IRAK – KUWAIT A 30 AÑOS DE LA INTERVENCIÓN ARGENTINA EN LA GUERRA DEL GOLFO: 1990-2020. UNA VISIÓN TESTIMONIAL

Comunicación del académico de número Enrique Molina Pico (ALMIRANTE RETIRADO).

El 15 de enero de 1991, con el logrado consentimiento de los ciudadanos americanos y el visto bueno de la ONU comenzaron los enfrentamientos bélicos, donde el arma infalible era sin duda la propaganda y su poderío de conformar una opinión pública doblegada a los intereses políticos; intereses que disfrazan al Estado del Norte como guardián benevolente de la libertad, mientras encubren su intención verdadera: la instalación del terrorismo mediático a escala mundial.



Más de 80.000 ex combatientes sufrieron el llamado síndrome de la guerra del golfo, enfermedad que se expresa en inmunodeficiencias muy graves, similares a los que provoca el SIDA; graves disfunciones renales y hepáticas, aumento espectacular de malformaciones congénitas (muy frecuentes también en animales), cánceres (leucemia, anemia aplásica y tumores malignos), enfermedades respiratorias (enfisemas y fibrosis pulmonares), problemas neurológicos de habilidad y eficacia neuromotoras, infertilidad (se han hallado rastros de uranio en semen de veteranos), daños cerebrales y pérdida de memoria, miopatías, etc.

Las causas: inyecciones experimentales para prevenir los riesgos de exposición a ataques químicos, exposición a emanaciones químicas y/o el contacto con uranio empobrecido, material utilizado para revestir las municiones y que por supuesto se oxida y se esparce en el aire al estallar. Situaciones por demás ocultables por sus consabidos efectos colaterales, y a las que los héroes de esta guerra estéril, sin vencedores ni derrotados, apoyaron con ingenuidad y servicio al igual que nosotros, los televidentes de esta guerra de calificación impronunciable.




 El autor se desempeñó, durante 1.990 y 1.991, con la jerarquía de contraalmirante como Agregado Naval a las Embajadas Argentinas en los EEUU y Canadá, siendo designado al aceptar la República Argentina intervenir en las operaciones como Coordinador Operativo ante el Comando de las fuerzas aliadas en Washington y Medio Oriente.

EL CONFLICTO IRAK – KUWAIT A 30 AÑOS DE LA INTERVENCIÓN ARGENTINA EN LA GUERRA DEL GOLFO: 1990-2020. UNA VISIÓN TESTIMONIAL 

Por el académico ALMTE. ENRIQUE MOLINA PICO En los últimos gobiernos en especial a partir del presidido por el Dr. Néstor Kitchner, se fue perdiendo progresivamente la conciencia del rol de las FFAA y de su razón de ser en la república. 

Se había solidificado una visión de las leyes de defensa y de seguridad interior que en la práctica impedía la aproximación de nuestras fuerzas hacia conceptos modernos de organización y empleo, así como prácticamente quitaba toda libertad de acción a los comandantes militares. 

Durante el gobierno del Presidente Macri no hubo cambios de importancia, estableciéndose como funciones de las FFAA el auxilio a la población en emergencias nacionales, la colaboración en catástrofes naturales y el apoyo logístico, en ciertas circunstancias, a las Fuerzas de Seguridad; no hubo mención para operaciones reales, el combate y la preparación para él. 
Solamente en la parte final de su gobierno.
 El autor se desempeñó, durante 1.990 y 1.991, con la jerarquía de contraalmirante como Agregado Naval a las Embajadas Argentinas en los EEUU y Canadá, siendo designado al aceptar la República Argentina intervenir en las operaciones como Coordinador Operativo ante el Comando de las fuerzas aliadas en Washington y Medio Oriente. 
ANALES DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS MORALES Y POLÍTICAS 

 El gobierno se anuló el decreto de la Ministro Garré, quien sobre legislando había modificado la esencia de ley de defensa mediante dicho decreto reglamentario, vale decir que al finalizar el gobierno de Macri se pudo, al menos, recuperar el campo de acción limitado que imponía la ley de defensa. 

Este avance fue recientemente anulado por el actual gobierno, pues por decreto anuló el correspondiente al Presidente Macri y reinstaló el de la Ministro Garré, lo cual, además, de ser un grave retroceso tal como lo indicó recientemente el Académico Horacio Jaunarena, se opone a la intención presidencial de reforzar con tropas del Ejército Argentino las Fuerzas de Seguridad que patrullan la frontera norte. 

Si bien éste no es tema de este escrito, diré que si las fuerzas militares concurren en apoyo de seguridad en la frontera, Econ la legislación actual, entre otras cosas sin Código de Justicia Militar, ellas actuarán cumpliendo su deber de defender a la Patria, pero para ello violando la ley y los militares de hoy serán los presos de mañana.

 Entre las funciones que no se consideran está la de ser las FFAA, en especial la Marina, un instrumento de la política exterior del estado. Hoy nos ha quedado de ello los viajes de la Fragata A.R.A. “LIBERTAD” ¿Pero por qué la Marina?, pues porque por sus características puede ser considerada un instrumento ideal: 

El gobierno puede darle a su participación la intensidad, la importancia y la duración que desee. Permite ello primero que nada el mar y su esencia, pues él no es asible, en él no se vive, en él se transita y la soberanía que sobre él se ejerce es distinta en su naturaleza que la que cada país tiene sobre su territorio.

 El mar no es el hábitat natural del hombre y requiere esfuerzos especiales para su dominio. Se puede regular además: posición geográfica, número de buques, y su compromiso o sea una participación más o menos activa, más o menos agresiva.

 Estas operaciones, verdaderas puntas de lanza de un estado, se encuadraban en expediciones para “Mostrar el pabellón”

y aquéllas en las que se preveía un mayor uso de la fuerza recibían la más apropiada “Diplomacia de las cañoneras” . 

Nuestro país había usado a la Armada como elemento auxiliar de su política exterior por última vez quizás en 1.962 en la crisis de los misiles de Cuba y posteriormente la volvió a emplear en el bloqueo a Haití en 1.993. 

El empleo en el Golfo fue una compleja acción naval, posible debido a una realidad: la expedición desde el punto de vista naval usó la "renta" del capital invertido por el país durante años, los buques tripulados por hombres profesionalmente de primer nivel no se improvisan, podemos decir que pese a los inconvenientes económicos y socio-políticos que enfrentaron hasta ese momento las FF.AA., la Marina pudo recibir la orden y cumplirla de una manera que como argentinos debe enorgullecemos, nuestro país puso dos buques y luego otros dos en un área de operaciones distante 11.000 millas, los integraron a una fuerza internacional y operaron con éxito fuera de su zona 8, 7 y 6 meses. 

CIRCUNSTANCIAS DE LA PARTICIPACIÓN 

¿Cómo fue?, ¿Qué hubo además de la 1ra Plana de los diarios y de las discusiones que generó el anuncio de una decisión política nacional verdaderamente transcendente y que implicó un importante cambio de mentalidad?

 La decisión del envío se dio en un marco de política exterior de mejoramiento de las relaciones Argentina-USA, pero fue posible debido a dos circunstancias que la facilitaron y que permitieron pensarla, concebirla, siendo como era una acción atípica en los últimos años, porque los antecedentes más próximos se dieron en distintos marcos: Cuba 1962, en la OEA y el Congo y otros en el marco de la UN.

Las circunstancias que facilitaron fueron: en el alto nivel político la visita oficial del Dr. Humberto Romero Ministro de Defensa, y en el nivel político-operativo la fluida relación USAARA que permitió la concepción de la innovadora idea. 

La visita del ministro, primera oficial de un ministro justicialista de defensa, indicaba el deseo de mejorar la relación, en especial luego de Malvinas; el ministro llegó el 4 de agosto, inmediatamente luego del ataque lo que llevó a pensar que se anularían reuniones importantes, ya que el secretario americano de Defensa Dick Cheney tuvo que viajar de urgencia a Arabia Saudita para comenzar a tejer la tela que daría luego soporte político a la operación bélica. 

Pero esta evolución inevitable y comprensible que parecía determinar que los resultados positivos del encuentro se perderían fue inesperadamente positiva pues como índice del mejoramiento general de relaciones Argentina-USA, el Dr. Romero fue recibido por el Vicepresidente Quayle, en un encuentro largo, prolongado que no fue simplemente protocolar, quedó claro que la Argentina políticamente estaba en la crisis indudablemente de este lado, ofreciéndole en forma genérica el apoyo político argentino. 

El segundo aspecto fue la excelente relación entre ambas marinas, fluida y franca, que luego de un proceso iniciado entre los estados mayores en 1985 para restablecer las comunicaciones postMalvinas y finalizado con exitosas ejercitaciones binacionales3 en el mar. 
Durante la ceremonia de despedida, en la Base Aérea Andrews 8 de agosto cuando el Dr. Romero finalizaba su visita oficial, recibimos una llamada del Pentágono preguntando con muchos condicionales, una especie de "non paper" oral, qué responderíamos si se llegase a requerir nuestra participación en alguna acción de bloqueo o interdicción dispuesta por la UN.

El tono, la forma en que se hizo la pregunta efectuada por interlocutores de gran confianza indicaba el deseo de ensayar una nueva vía que se sabía innovadora y riesgosa, pero también que se era consciente de lo difícil de la propuesta y de la respuesta, sobre todo que no quería producir una herida en ningún aspecto de las relaciones; usando un poco la tecnología de James Bond o la del "Espía que vino del frío" podría pensarse que la conversación finalizaba con un: "esta cinta se autodestruirá cinco segundos luego de la señal". 

Estábamos en el aeródromo, los entonces Ministro de Defensa, Embajador en USA, el Jefe de EMCO, el Agregado de Defensa y yo, luego de un cambio de ideas desde el mismo aeródromo me comuniqué con Bs. As., con el Alte. Ferrer, quien era Jefe de la Armada, a quien le comuniqué el requerimiento y la opinión positiva del Grupo de Washington. 

El cambio de rumbo, la nueva teoría estaba ya echada a andar, nuestras primeras opiniones fueron positivas, creíamos que técnicamente podríamos intervenir y políticamente convenía. Al poco tiempo contestamos de la misma manera. "En el marco de la UN, colaboramos”. Eran las 1800 horas del mismo 8 de agosto.

CONCRECIÓN INICIAL 

Estaba transmitida la decisión política, quedaba ahora llevarla a la práctica, la acción debió llevarse en diferentes sectores: el político, el material y el operativo; en todos ellos se debieron enfrentar situaciones inéditas para asegurar el cumplimiento del compromiso. 
En lo político la decisión fue un desafío que despertó a la opinión pública, no solamente se analizaba si se debían enviar o no fuerzas al Golfo, sino también si para ello se requería o no la autorización del Congreso. 

La decisión del envío de los buques fue hecha pública prácticamente sin conversaciones, publicidad o discusiones previas lo que determinó que tomara al gran público por sorpresa, constituyendo un tema que por su naturaleza era fácilmente objeto de lucha ideológica, no obstante lo que inicialmente tuvo una recepción fría fue paulatinamente siendo comprendida hasta que antes de finalizar el año la opinión pública comenzó mayoritariamente a apoyar la decisión gubernamental, este cambio fue sumamente importante pues permitía decir que los buques no solamente representaban al gobierno argentino, sino también al país entero . 

Será necesario volver sobre el aspecto del apoyo público y el soporte legal que tenían nuestras fuerzas cuando la evolución de los hechos mostrara que el choque bélico era inevitable. Mientras el aspecto político seguía su camino, con analistas que apoyaban la intervención y con otros que se oponían, se encaró el aspecto condicionante: El material. La Armada tenía ante sí una importante tarea seleccionar los buques que se encontraban en mejores condiciones y alistarlos tanto en sus sistemas como en sus hombres.
Un buque en el mar es un complejo sistema en equilibrio, son muchos materiales que interaccionan entre sí, pero por sobre ellos, o mejor dentro de ellos está el espíritu de la tripulación, porque siempre hay que tener presente que un buque vale tanto como sus hombres. 
Después del contacto inicial pasaron unos días hasta que el gobierno kuwaití oficializó el pedido y el argentino adoptó ya su decisión y ordenó a las fuerzas iniciar el alistamiento. Desde este momento hasta la zarpada transcurrieron solamente treinta días. El corto período fue un éxito en sí mismo pues no escapa al conocimiento de ninguno que el estado del material no era el ideal.

Los buques fueron destacados por decreto N°1871/90

y la ley 23.904 de 1991 Promulgada el 31/01/1991

Poco más de un mes desde la zarpada y 11.000 millas de aguas abajo las quillas permitieron que nuestros buques llegaran a la zona de operaciones, para hacer frente a otro desafío: el de tener éxito en una tarea, éxito en el cuál no creían muchos argentinos y así como tampoco muchos extranjeros. 
Hemos visto aspectos de los sectores políticos y del material, nos queda por ver algo relacionado con las operaciones. Nuestros buques conformarían una fuerza internacional que tenía que cumplir una misión única establecida por las Naciones Unidas, quedaban pendientes aspectos tan importantes como organización, ¿quién comandaba?, ¿qué criterios de violencia debían emplearse? Establecidos esos aspectos quedaban temas, secundarios en la política, pero condicionantes en la práctica, como ser: ¿cómo serán las comunicaciones?, ¿los mensajes serán en claro o cifrados? y ¿los aspectos logísticos? - (combustible, víveres, sanidad, reparaciones).

 Así mientras en nuestro país la Marina alistaba sus fuerzas casi contra reloj, se iniciaron en Washington conversaciones con la USN para ajustar los puntos que permitirían nuestra acción en común con las otras Marinas. Quedó clara la misión: interceptar el tráfico marítimo para impedir el pasaje de las mercaderías establecidas por la ONU en sus resoluciones.

Era un verdadero bloqueo, pero se evitaba el uso de este sustantivo para no aumentar la presión bélica en la situación. Los condicionamientos políticos internacionales iniciales requerían que cada país retuviese el mando de sus fuerzas, esto que en una guerra real hubiese sido imposible, era factible por la relativamente limitada complejidad de las operaciones militares a desarrollar, así cada país tendría un área geográfica bajo su responsabilidad dentro de la cual conduciría las operaciones de su fuerza con total responsabilidad de lo que en ella ocurriese. 

Este sistema permitía lograr la participación de diversos países que no habrían accedido a poner sus fuerzas bajo comando extranjero, pero exigía una coordinación superior en forma de poder distribuirse las áreas y fijar las formas de intercambio de inteligencia, así como los métodos de comunicaciones. 
Se establecieron dos principios operativos: se intentaría efectuar la mayor parte de las interceptaciones en áreas fuera de los golfos Arábigo y de Aqaba y las acciones deberían desarrollarse con el menor grado de violencia compatible con la situación. 

El grado de violencia, que es un índice de la participación de un país, quedaba a cargo de cada país, el que fijaría la libertad de sus Comandantes a través de las llamadas "REGLAS DE EMPEÑAMIENTO". Simplificando, podemos decir que esas reglas establecían si se podía interceptar un buque sospechoso, si se podía enviar una dotación de visita y registro, si se lo podía desviar, si se podía hacer fuego intimidatorio y finalmente fuego a pegar.

El no disponer de las comunicaciones nos hubiera impedido operar como se hizo, teniendo que recurrir al apoyo de otra Marina para que esta "finalice la faena" o bien hubiese permitido que se interceptasen las comunicaciones en forma de atacar al gobierno por distintos aspectos de la operación. 

Se convino que en los aspectos logísticos que hacen al reabastecimiento en el mar, a reparaciones y sanidad, utilizaríamos los buques reabastecedores, taller y hospital que la USN poseía en el área de operaciones, se convinieron también el empleo de reaprovisionamiento en el mar durante el tránsito de ida si era necesario, así como la realización de ejercitaciones con fuerzas navales USN en aguas mediterráneas o índicas, lo que luego se llevó a cabo con unidades de la VI Flota en aguas del Mediterráneo.

Evidentemente cada uno de los argentinos es libre de hacer juicios de valor sobre la eficiencia o sobre la capacidad de sus instituciones, pero desgraciadamente estas expresiones indicaban con cierta sorna o cinismo un descreimiento total en nuestras propias posibilidades, no ya las nuestras como marinos sino las nuestras como representantes de los argentinos.

 La visión exterior del envío recogió inicialmente esas expresiones, es así que el semanario "THE ECONOMIST", uno de las más importantes en lengua inglesa en su edición del 29 de septiembre y 5 de octubre expresó que lo buques argentinos irían “….cuando mucho a efectuar un viaje de turismo”.

 Por otra parte, autoridades de un país amigo que no envió fuerzas, expresaron que nuestros buques con su presencia molestarían a las fuerzas operativas. Ambas opiniones, las internas como las externas, si bien pueden dolernos como argentinos, son expresiones, creo que erróneas, de una visión de nuestra realidad, juicios que nos obligaban a esforzamos al máximo, aún en pequeños detalles como que la derrota incluyera solamente los puertos que técnicamente era necesario pero que las estadías fueran establecidas únicamente con criterio operativo, tan es así que en Río de Janeiro el reabastecimiento de combustible se efectuó, prácticamente sin atracar.

Al presentarme al Comandante de las Fuerzas Navales y a la vez Comandante de la USN V Flota, Vicealmirante USN Henry Mauz, éste me dijo abiertamente: “Almirante seré totalmente franco: a nosotros nos interesa la participación política de sus buques, así si quiere dejarlos en un puerto africano, o en un área alejada fuera de riesgo, puede hacerlo, pero si verdaderamente quiere cooperar militarmente, le pido que sus buques se encarguen del estrecho de Ormuz u del golfo de Aqaba.

Nuestra elección liberaría algunas fragatas o destructores de la USN que de esa manera volverían a integrar los grupos de batalla, pues hay que tener presente que en operaciones militares nunca alcanzan las fuerzas de que se dispone. 

Pensando las distintas posibilidades elegimos operar en el Mar de Omán, área que poco después comenzaría a conocer el pabellón argentino como una realidad más de la vida cotidiana. En la misma reunión se concretaron los detalles técnicos para operar con las distintas fuerzas americanas y aliadas, tanto para adiestramiento, como para ejercitaciones y reabastecimientos. 

El aspecto que quizá habría de generarle más inconvenientes al Capitán Rosenthal fue el de las comunicaciones, pues pese a los adelantos técnicos a veces es difícil superar pequeñas diferencias en el equipamiento y más difícil tratar de cambiar conceptos operativos. Surgieron también los nombres de los puertos que podríamos usar como puertos de apoyo.

 Los condicionamientos políticos locales eran numerosos, muchos de ellos relacionados con aspectos culturales, es así que los buques de guerra extranjeros, no podrían, según los puertos, permanecer más de tres días o encontrarse en un mismo puerto más de tres o cuatro buques, por ello se nos sugirió usar como puertos de apoyo Bahrein, Dubai, Abudabi, Muscat y Fuyairah para que el Comandante tuviese la oportunidad de elegir en el momento. 
Nuestra Cancillería debía gestionar los permisos, cosa que hizo y el Comandante pudo así operar según su conveniencia.

Se intentaban negociaciones pero los aspectos políticos imbricados entre sí dejaban poco margen para una salida pacífica, el tiempo presionaba a los EEUU porque no podía mantener la coalición internacional "ad aeternum", pero tampoco podía actuar antes que se comprobase que el bloqueo no era eficaz, la presión política interior americana y el síndrome de Viet-Nam presionaban para un compromiso, los países europeos inicialmente reticentes se adhirieron luego a una participación más activa conformando un solo frente político. 
¿Qué hacer con las fuerzas argentinas si la crisis escalaba en violencia y se convertía en un conflicto abierto?

Importaba entonces estimar esta evolución pues el gobierno nacional se había comprometido a solicitar autorización al Congreso si la situación determinaba que sería necesario operar en otras tareas que no fueran las inicialmente previstas Nuestras autoridades fueron mantenidas al tanto de los cambios informándoseles que aun cuando ciertas condiciones políticas interiores en los EEUU hicieran aparecer con mayores probabilidades un "no ataque” norteamericano, el ataque americano se produciría sin lugar a dudas. 

El gobierno argentino debió luego tomar una decisión, quizás la más importante de la campaña, pues al iniciarse la operación "Desert Storm": ¿los buques permanecerían integrando activamente las fuerzas y actuarían de acuerdo a la situación bélica?, ¿regresarían a nuestro país? o ¿permanecerían operando totalmente alejados del conflicto? 
Con esta información cuya evaluación y evolución se incluye en el Agregado, el gobierno efectuó sus presentaciones ante el Congreso el que votó la ley correspondiente, permitiendo que los buques interviniesen en las tareas operativas propias de la etapa final10 . 
La intensidad de las acciones a partir del comienzo de la operación “Desert Storm”, consistentes en intensos bombardeos aéreos y navales efectuados desde los Grupos de Batalla, operando en el tercio norte del Golfo Arábigo fue increíble, demandando un esfuerzo logístico permanente. 
Los buques logísticos con 6 millones de toneladas de combustible, y tres millones y medio de toneladas de munición, víveres y repuestos llegaban principalmente de las bases en Filipinas y Japón y también de Europa y Diego García hasta una zona de espera en el Mar de Omán en las afueras del puerto de Fujairah.

Este trayecto se hacía con escolta. En la segunda zona de espera se efectuaban transferencias y transbordos de materiales en forma que el trayecto final hasta la zona de combate lo hacían únicamente buques de reaprovisionamiento militares y auxiliares, siempre bajo escolta. Para estas escoltas se constituyó la fuerza internacional de apoyo y escolta. Nuestra marina integró con la canadiense el grupo que proveía protección hasta la zona de combate. 

Este simple hecho - porque quienes hicieron la elección jugaban su propia supervivencia en las aguas con mayores amenazas- muestra el grado de confianza que en nuestro accionar profesional se tenía. Así nuestros buques intervinieron en 25 convoyes de ida y regreso cada uno, debiendo abrir fuego en dos oportunidades también cada buque, permaneciendo siempre como responsables de la seguridad del "Jardín de los Paquidermos" mientras se estaba a la espera de la salida de un convoy.

 Sin olvidar que durante la operación “Desert Shield” ambos buques tuvieron un accionar permanente, pues desde la llegada a la zona hasta el 15 de enero en períodos de 10/12 días de navegación y 2/3 de puerto ambos buques realizaron aproximadamente 700 interceptaciones, un 10% del total de las realizadas por todas las fuerzas en los cinco meses de vigencia de la acción internacional, demostrando que nuestros buques.
Estos resultados positivos encendieron ya en 1990 una luz roja, pues las FFAA ya venían sufriendo reducciones presupuestarias con fuerte orientación política, más allá de las que aparecían como de buen gobierno debido al necesario reordenamiento de las asignaciones presupuestarias, luego de la finalización del gobierno militar. 

Esa luz roja hay que ubicarla especialmente en el campo de alistamiento general de la Armada, tanto material como personal, si bien en 1.990 intervenimos usando la renta de inversiones anteriores, hoy es imposible hacer lo que hicimos, pues el capital naval-militar se agotó y el nivel de alistamiento que se posee no nos habilita actuar. 

Para poder en el futuro hacer frente a posibles necesidades de la República Argentina debemos resolver la que hoy es llamada la problemática militar, porque si no lo hacemos en tiempo este éxito nacional quedará como un hito en la historia de la República, como una marca de referencia, como un caso de estudio imposible de reeditar.







1/12/20

LA MIRADA DEL CAPITAN DE NAVIO PABLO VIGNOLLES

Estas misiones no son misiones para soldados, pero sólo los Soldados pueden cumplirlas. Dag Hammarskojold-ex Secretario General de N.U. 

El Valor de las Fuerzas Armadas como Instrumento de la Política Exterior:
Argentina en misiones de paz y coaliciones militares Pablo Vignolles (R)Capitán de Navío, Armada de Argentina.



Las Fuerzas Armadas como Instrumento de la Política Exterior


"Un Programa para la Paz", elaborado durante la gestión del Secretario General de las Naciones Unidas Boutros Boutros Ghali, estableció las líneas de acción para el aumento del envolvimiento de las Naciones Unidas (ONU) tanto en el mantenimiento de la paz como de la seguridad internacional . 

Allí se define, en términos amplios, a las misiones de paz como: "...el despliegue de una presencia de las Naciones Unidas en el terreno, hasta ahora con el consentimiento de todas las partes concernientes" . 

MISIONES DE OBSERVACION ACCIONES DE PROTECCION VIGILANCIA DE TREGUAS

 Es dentro de este nuevo contexto en que la República Argentina decide incrementar sustancialmente y cualitativamente su participación en las misiones de mantenimiento de la paz. 

Los primeros antecedentes que cuentan la participación argentina en ellas aparecen en la Guerra del Chaco , en tareas de mediación y que le valiera, al Ministro de Relaciones Exteriores Carlos Saavedra Lamas, obtener el premio Nobel de la Paz. 

MANTENIMIENTO DE LA PAZ MISIONES DE VERIFICACION AUTORIDAD PROVISIONAL MISIONES DE ASISTENCIA.

 En 1958, dentro del ámbito de Naciones Unidas, Argentina integra la Misión de Observadores en el Líbano (GONUL) . 

Durante la presidencia del Dr. Menem, el país se hace presente con un contingente y medios relevantes en una misión de Naciones Unidas. Así, la Armada Argentina desplaza buques y personal en la Bahía de Fonseca (Honduras) en 19906 .

 Por otro lado, a fines del mismo año, nuevamente la Armada, materializa el uso del instrumento militar como expresión de la política exterior del país, mediante la intervención de un destructor y una corbeta en la Guerra del Golfo Pérsico.

 Si bien las intervenciones en coaliciones militares internacionales no constituyen una misión de paz en los términos tradicionales, resultan relevantes de ser analizadas en este contexto, ya que junto a las misiones de paz son concurrentes el concepto de empleo del poder militar al servicio de la política exterior del país mediante la proyección de fuerzas en apoyo de los intereses y objetivos de la nación, satisfaciendo la necesidad de legitimación militar al imponer el cumplimiento de resoluciones de la ONU en resguardo de la paz en el primer caso y a la contribución a la paz y seguridad internacional como valor agregad.

Durante la presidencia del Dr. Menem, el país se hace presente con un contingente y medios relevantes en una misión de Naciones Unidas. 

Así, la Armada Argentina desplaza buques y personal en la Bahía de Fonseca (Honduras) en 19906 . Por otro lado, a fines del mismo año, nuevamente la Armada, materializa el uso del instrumento militar como expresión de la política exterior del país, mediante la intervención de un destructor y una corbeta en la Guerra del Golfo Pérsico. 

Si bien las intervenciones en coaliciones militares internacionales no constituyen una misión de paz en los términos tradicionales, resultan relevantes de ser analizadas en este contexto, ya que junto a las misiones de paz son concurrentes el concepto de empleo del poder militar al servicio de la política exterior del país mediante la proyección de fuerzas en apoyo de los intereses y objetivos de la nación, satisfaciendo la necesidad de legitimación militar al imponer el cumplimiento de resoluciones de la ONU en resguardo de la paz en el primer caso y a la contribución a la paz y seguridad internacional como valor agregado, en el caso de las misiones de paz tradicionales mencionadas al principio.

Más tarde, en 1992, la participación se refuerza y consolida como uno de los ejes de la política exterior y de seguridad de la Nación, mediante una importante intervención del Ejército Argentino en Croacia. 

El país acompaña intensamente el despliegue de la ONU en las misiones de paz7 . Así, la nación, entendiendo al mantenimiento de la paz como un bien de la comunidad internacional, ha realizado un esfuerzo significativo, acompañando en forma consistente a esta demanda.

El contexto internacional y la evolución de las misiones de paz Estas misiones han sido concebidas por la ONU para colaborar a mantener o restablecer la paz y seguridad internacional. 

Constituidas por personal civil y militar, predominan estos últimos en cuanto a cantidad. Son de carácter voluntario, basadas en el consenso y la cooperación internacional. Son una herramienta flexible que enfrenta con éxito situaciones que la Carta de la ONU no contempla en su contenido. 

En lo instrumental, son utilizadas para la supervisión en el mantenimiento de ceses de fuego, separar facciones antagónicas, amortiguar conflictos, asistir tropas en retirada, verificar desarmes, etc. 

Se han constituido en un elemento novedoso para controlar la variedad de conflictos emergentes que amenazan la paz y seguridad internacional y continúa asumiendo tareas que exceden a aquellas tradicionalmente desarrolladas.
 
Así, se abrió la oportunidad para la República Argentina en su proceso de reinserción en la escena internacional, cambiando el perfil aislacionista, errático y no alineado que la caracterizara. 

Este cambio refleja una interpretación cabal acerca que la seguridad de la propia nación no está asegurada ni exenta de la influencia de conflictos, desarrollados en lugares distantes del planeta. 

En tal sentido, el Dr. Ricardo Lagorio – ex subsecretario de Política y Estrategia del Ministerio de Defensa Argentino- describe las intervenciones: "fue una divisoria de aguas respecto de la materialización de la política exterior de la República Argentina".

 La decisión de enviar los buques al Golfo fue una interpretación acerca de la nueva percepción del sistema internacional, de cómo pensar sobre los temas de seguridad internacional.

La administración del presidente Menem asumió la responsabilidad con las obligaciones dispuestas en la Carta de la ONU:

 "Los Estados Miembros de la Organización prestarán a ésta toda clase de ayuda en cualquier acción que ejerza de conformidad a esta Carta..." e integró sus FF.AA. en el contexto democrático.

Es aquí donde los medios de comunicación, en todas sus expresiones, tienen un papel preponderante sobre los efectos producidos en la percepción y juicio de la opinión pública acerca de estas operaciones y sus implicaciones en los diferentes niveles analizados.


Es un factor común que interviene e incide en cada valoración que se haga de las consecuencias, beneficios o perjuicios. Si bien la prensa ha cubierto de manera aceptable la participación en las misiones de paz, no ha sido transmitido adecuadamente a la opinión pública o al menos no ha tenido los efectos esperados, (para los militares), sobre la opinión pública.


El general Zabala comenta al respecto: "La opinión pública ha sido informada desde el inicio, se lo hace periódicamente, pero sería necesario buscar un abordaje que asegure un impacto aún más positivo".

 El Dr. Camilión tiene una visión diferente al expresar: "Una mejor difusión de estas actividades hubiera sido de desear, no cabe duda que otra sería la percepción del público y su valoración del trabajo desarrollado por su gente en representación de la nación".


El Almirante Molina Pico es más crítico aún: "Creo que en general hubo un cubrimiento aceptable, pero no hay la debida continuidad que asegure la persistencia en la opinión pública; si no se lo impulsa desde el ámbito de las fuerzas, el tema sale de la prensa".

 La validación de estas expresiones está condensada en las distintas encuestas de opinión realizadas en estos años que no muestran un cambio de percepción acerca de la importancia que ha tenido esta participación para el país, para sus FF.AA. o incluso para el hombre mismo.

 Belohlavek nos ilustra con respecto a una ley natural que define la comunicación: "cada tema de comunicación requiere la operativización en tres niveles: 1) el funcional, 2) el emocional y 3) el instintivo.

Los costos 

En materia de costos podemos hablar de financieros, materiales y humanos. La Argentina ha venido invirtiendo bastante en materia de operaciones de paz y en las coaliciones. A modo de ejemplo para el año 2001 el presupuesto ha sido de 13. 928.500 pesos (mismo equivalente en dólares estadounidenses). 

 En los años anteriores en que los efectivos argentinos en misiones de paz llegaron a sumar los 2656 hombres, tal el caso de 1995, el presupuesto fue sensiblemente mayor. Al respecto se plantearon problemas que han tenido una diferente percepción, según el lado en que se estuviera en esta situación. 

El Dr. Camilión comenta que: "No ha habido desinteligencias importantes aunque sí se han presentado dificultades en las asignaciones presupuestarias, lo que es normal en estos tiempos." Para el general Zabala, en cambio este aspecto tiene una connotación un tanto diferente:

 "Las FF.AA. tienen una asignación específica (presupuesto) para OMP. En el Ejército, la provisión de equipo nuevo es limitada al equipo individual. 

La falta de reembolso de ONU (UNFYCIP) desde 1993 no ha permitido adquirir otros equipamientos. Además no se pudo volcar más fondos de reembolsos a equipar las FF.AA. porque por nuestra propia legislación todos los ingresos de cualquier tipo provenientes de embajadas (La ONU le reembolsa a la Misión Argentina Permanente allí) deben entrar a la secretaría de Hacienda y no al Ministerio de Defensa". 

El Almirante Molina Pico subraya: "El tema de las asignaciones presupuestarias es un tema crítico ya que en general hay una disposición a aceptar las invitaciones a OMP pero una vez concretada la operación no aparecía la partida para cubrir los gastos. 

Así se cobró con retrasos, las previsiones no fueron las correctas y tampoco se les dieron las prioridades que por las exigencias operativas imponía la situación". 

Concluyendo con el aspecto financiero de las OMP, le han costado mucho a las FF.AA. quienes han sostenido el esfuerzo sacrificando actividades de sus propios recursos en beneficio de aquellas, sin un mejoramiento de su presupuesto.

"El gobierno empleó a su Armada para uno de sus fines: elemento de su política exterior por última vez quizás en 1962, durante la crisis de los misiles de Cuba... la expedición (del Golfo) fue posible debido a una realidad: desde el punto de vista naval la renta del capital invertido durante años, nuestros hombres de primer nivel no se improvisan de la noche a la mañana... nuestro país puso dos buques y luego otros dos en un área de operaciones distante 11.000 millas, operando con éxito por 9 y 6 meses respectivamente...y eso tuvo un costo en cuanto a material caro y difícil de reemplazar..."

Al respecto, cabría preguntarse si EE.UU. aún respaldase a la República Argentina en su actual crisis, en caso que se hubiere adoptado algún otro tipo de alineamiento o si existiesen otros países que lo harían en su lugar, llegado el caso. Resulta difícil establecer hasta qué punto el prestigio alcanzado en la esfera del compromiso internacional ha incidido o al menos qué peso tiene en la decisión norteamericana de asistir a la nación. 

Más allá de los hechos y opiniones que se contraponen a la ponencia del Dr. Dallanegra Pedraza, institutos especializados en el asesoramiento para medir la credibilidad, riesgo, propensión a la inversión, etc, consideran aspectos que no están exclusivamente ligados a la política económica y social de un país, si no que incluyen otras cuestiones relacionadas con la defensa y la política exterior. 

Así, el McKeever Institute of Economic Policy Analysis destaca en el análisis sobre la Argentina dos aspectos que han sido abordados: la condición de aliado Extra OTAN del país y la participación y alto grado de compromiso de la nación con las Misiones de Paz de Naciones Unidas y otras fuera de este ámbito.



27/11/20

¿UN MENSAJE PARA TEHERAN? EE.UU DESPLIEGA BUQUES DE GUERRA EN EL GOLFO PERSICO.

 

Donald Trump

Portaviones USS Nimitz



El Pentágono traslada a la región del golfo Pérsico un grupo de buques de guerra encabezado por el portaviones USS Nimitz con la intención declarada de brindar apoyo militar a la retirada de las tropas de Irak y Afganistán. 
Pero, ¿podría esta medida tener algo que ver con el asesinato del jefe del programa nuclear iraní, Mohsen Fajrizade?

Una fuente familiarizada con el asunto informó a la cadena CNN que la decisión se había tomado antes del asesinato del destacado científico nuclear. La retirada está prevista para el 15 de enero y forma parte del plan de Donald Trump de disminuir el número de militares en Irak y en Afganistán hasta los 5.000. Al mismo tiempo, admitió que se trata de un "mensaje de disuasión" para Irán.

EEUU tiene previsto desplegar a miles de oficiales y "una potencia de fuego militar aumentada" en la región hasta que finalice el mandato de Donald Trump. Será la Administración Biden quien decidirá cuándo deben ser retirados de la zona.

Anteriormente, el medio libanés Al-Mayadeen informó de que el Pentágono había elevado el nivel de alerta en la región tras el asesinato de Mohsen Fajrizade.

El director de la Organización de Investigación e Innovación del Ministerio de Defensa de Irán y agente de la Guardia Revolucionaria iraní, Fajrizade fue asesinado a balazos a las afueras de Teherán el 27 de noviembre. El ministro de Exteriores iraní, Mohamad Yavad Zarif, acusó a Israel de estar detrás.

"Esta cobardía —con unas indicaciones serias de rol de Israel— muestra el belicismo desesperado de los autores", declaró en su Twitter.

20/11/20

"ROLES TÁCTICOS" CON LOS GRUPOS DE BATALLAS EN EL GOLFO PERSICO, HISTORICO LO DE LA ARGENTINA QUE NADIE CUENTA O ES SECRETO-




Cuál fue el marco de acción del grupo argentino "ALFIL 1" en la compleja logística de la Guerra del Golfo






A los  treinta años después de la participación de la Argentina en la Guerra del Golfo Pérsico, el silencio y la falta de información oficial sobre el servicio prestado por las unidades de la “ALFIL 1”  grupo a los esfuerzos de la campaña que terminó con la liberación de Kuwait aún persisten. Asimismo, su misión ha sido reconocida como un “grupo de combate” tanto por las autoridades kuwaitíes como por sus compañeros de los demás ejércitos participantes. Son tantas y tan jugosas las anécdotas que acumularon aquellas largas y agotadoras jornadas de campaña que ni los mismos regatistas argentinos que allí participaron saben que existen.


No podemos acusar a los marineros argentinos de ser apáticos con su propia experiencia. Sería injusto si lleváramos sobre sus hombros las inconsistencias a las que se han tenido que acostumbrar a lo largo de los años. Son el resultado de sus propias circunstancias, de la doctrina en la que se formaron, de su propio carácter colectivo y claro, de los gobiernos a los que han servido.


En un nuevo análisis de los operativos llevados a cabo en ese momento, las amenazas importantes, sensibles y peligrosas a las que se enfrentan los grupos que operaban más allá del paralelo 25 norte dentro del Teatro de Operaciones (incluido el BNC alerta de ataque).


Quizás sea necesario aclarar una cuestión. En ese momento el Comando de Operaciones Conjuntas del CINCCENT liderado por el general Norman Schwartzkopfs se rompió la cabeza cuando se dio cuenta de que antes de tomar la acción directa, había un problema serio que resolver y ese era el logístico. Este asunto estaba lejos de resolverse para la Marina de los Estados Unidos en ese momento, a pesar de que la OTAN tenía los recursos para apoyar a la empresa; pero no fueron suficientes. Quizás esta carencia se debió a la doctrina de la disuasión nuclear derivada de la “Guerra Fría” que no hacía previsible el despliegue masivo de tropas para una guerra convencional en un escenario tan exótico como el mesopotámico.





Incluso las fuentes consultadas en el Pentágono, revelaron que en ese momento CINCCENT aún no contaba con un plan aprobado para enfrentar las necesidades de un despliegue masivo como el requerido para esa situación. Los antecedentes de la última gran guerra mundial (1936-1945), demostraron la urgente necesidad de una logística eficiente. Sin una logística adecuada y rutas bien protegidas, el fracaso de la misión estaba asegurado. Tal fue la preocupación que existía en ese momento, que el General de Infantería de Marina (USMC) Harry W. Jenkins comentó en una reunión que la logística fue el problema número uno durante los primeros tres meses del inicio de las operaciones que en un primer momento se les llamó "Escudo del desierto".


"La estrategia y las tácticas proporcionan el plan para llevar a cabo operaciones militares, logísticas y de medios, por lo tanto" -Teniente coronel George C. Thorpe, USMC, 1917


Nunca se requirió un nuevo y complejo plan de logística militar, visto después del final de la Segunda Guerra Mundial. El desafío de enfrentar a Irak lo hizo necesario. La complejidad de la región donde se establecería el Teatro de Operaciones, la limitación en el acceso de posibles rutas terrestres y aéreas para satisfacer la acumulación de insumos que debían ser trasladados, requirió ideas audaces que pudieran ser un gran éxito o conducir al desastre. . Fue entonces cuando acudiendo al experto en logística Teniente General William “Gus” Pagonis y su equipo de trabajo, se diseñó un plan de operaciones para trasladar la mayor cantidad de suplementos, suministros y combustible a lo largo de una ruta marítima para el mantenimiento de lo que agosto de 1990 Schwartzkopfs y sus generales predijeron una larga lucha.


Pagonis estudió la situación y realizó informes a pedido del general John Yeosok, comandante de ARCENT, y fue allí donde determinó un plan logístico en base a los datos recolectados por la inteligencia recolectada hasta ese momento, incluyendo, por supuesto, la inteligencia que existió desde tiempos en que Washington era un "amigo" de Bagdad. 

Uno de los recursos que también se utilizó para determinar la ruta de suministro fue la información satelital y los primeros vehículos aéreos no tripulados “Pioneer” de reconocimiento que realizaron vuelos espías a gran altitud. Turquía mostró una fuerte reticencia a la operación, haciendo evidente la imposibilidad de utilizar su territorio como ruta alternativa. Además, el suministro que podían obtener de Arabia Saudita era limitado y no resolvía cuestiones delicadas como combustible refinado para vehículos, municiones en todo el espectro de sus calibres,



Documentos exclusivos de la época revelan cómo y dónde se amplió la ruta de abastecimiento marítimo diseñada por Pagonis y cuáles eran los puntos estratégicos de desembarco de los avíos (por ejemplo, Port Al Jubail), que ante el peligro de un ataque sorpresa, tuvieron que ser trasladados rápidamente por una flota gigantesca de camiones a las bases de recolección del desierto que serían vitales para el desarrollo de las operaciones terrestres de la "Tormenta del Desierto".


Uno de los puntos críticos que debían cubrir las líneas de abastecimiento era el agua potable. El transporte de toneladas de paquetes de agua embotellada para el consumo de tropas terrestres se hizo necesario para satisfacer las necesidades de hombres y mujeres que, además de no estar adaptados para soportar las altas temperaturas de la región, eran sensibles al agua de la red saudí que solía causar cólicos y en muchos casos graves averías.


Esto dejó más que claro que (más allá de las resoluciones de las Naciones Unidas) habría preparativos para una guerra. La principal excusa para movilizar esta fuerza logística sería "proteger a Arabia Saudita" de una supuesta invasión de Saddam Hussein, aunque resultó ser una estratagema. Así fue y bajo este argumento se puso en marcha la denominada “Operación Escudo del Desierto” con la presunta misión de proteger los campos petroleros del norte.


Dentro del desarrollo de esta operación se inició la participación de los dos buques argentinos, en la cual sus tripulaciones convencidas de que actuaban en un marco de legalidad internacional pasaron de realizar tareas de bloqueo económico en los buques que entraban y salían de puertos iraquíes, a desarrollar vigilancia. y acciones de protección para las aguas de Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos (EAU) contra posibles incursiones de comandos iraquíes en instalaciones portuarias y terminales petroleras.


Como todas las fuerzas navales que formaban parte de la Coalición y que estaban al mando del Almirante Stanley A. Arthur, el grupo “ALFIL 1” tuvo un rol táctico de suma importancia tanto en la etapa de la operación “Desert Shield” como dentro de la etapa bélica llamada operación "Tormenta del Desierto". 

El grupo formado por el destructor “Admiral Brown” (buque clase MEKO 360 H)  y la corbeta de misiles “Spiro” (buque clase MEKO 140A)  , de acuerdo con sus capacidades operativas y antecedentes, formaba parte del Maritime Fuerza de Interdicción (MIF) comandada desde el buque “USS-La Salle” (AGF 3 Clase Raleigh) 
que dependía de las órdenes CINCCENT que a su vez estaban subordinadas al Comando USNAVCENT en Riad que atendía las operaciones navales dentro del Golfo.



“USS-La Salle” (AGF 3 Clase Raleigh)



Una vez iniciadas las hostilidades a las 00:00 horas del 16 de enero de 1991, el grupo argentino comenzó a desarrollar roles más activos dentro de las operaciones navales que a partir de ese momento y bajo el nombre de “Tormenta del Desierto” fueron claramente de apoyo al combate.


Para su desempeño en los roles tácticos asignados, las dotaciones fueron subordinadas a una serie de directivas operativas que como se las conoció como “Reglas de enfrentamiento” (ROE) que las facultaban, entre otras cuestiones, para abrir fuego ante contingencias en el desempeño de sus tareas.


Comando de Estados Unidos buscando una mina marina

En este contexto, en los esfuerzos de interdicción, el grupo “ALFIL 1” proporcionó cobertura para el arresto y abordaje de barcos sospechosos de violar el embargo comercial contra Irak. Equipados con helicópteros a bordo “ALOUETTE-III” (el mismo modelo utilizado por la Armada francesa), realizaron misiones de reconocimiento y vigilancia ante posibles amenazas a los convoyes de suministro, siendo las más habituales las minas flotantes. Entre estas acciones también se encontraba brindar apoyo para permitir la realización de "Piezas de Visita y Búsqueda" que eran grupos de hasta diez hombres que, luego de interceptar y detener un barco, debían abordarlo para registrar sus cargamentos. También existían grupos especiales (MEU-SOC) de la Marina de los Estados Unidos que equipados con armas ligeras y equipados con modernos visores infrarrojos “NIGHTSCOPE”, podían tomar por asalto aéreo o desde barcos asignados,


Como todos los barcos que entraron en las aguas del norte del Golfo - hasta 300 km de la costa de Kuwait - los barcos argentinos corrían ciertos riesgos de chocar con misiles aire-mar (magnéticos, acústicos y de presión) "EXOCET", las múltiples defensas costeras  con instalaciones de misiles antibuque “Skilworm” y “FROG-7” (de origen ruso pero Irak mejoró su precisión y alcance) que podrían hundir una corbeta de un solo impacto.

Algunas curiosidades que los argentinos pudieron haber encontrado en el variado e imaginativo arsenal del ejército iraquí fue un avión civil "Dassault Breguet Mystere Falcon 50" que había camuflado en su vientre un misil "Silkworm" con la obvia misión de un ataque kamikaze.


Aunque no contó con apoyo logístico propio, "ALFIL 1" demostró gran versatilidad y profesionalismo en el desempeño de las tareas asignadas entre sí, manteniendo las operaciones navales del grupo de batalla liderado por el portaaviones "USS-Midway" y su suministro. línea para que la munición y el combustible estén disponibles en todo momento, cumpliendo el objetivo de sostenibilidad bajo la denominación "TACLOGS"  


A pesar de todo esto, el estado argentino ha mantenido un velo de niebla que ha ido cubriendo con esmerado reconocimiento las actividades de servicio que este grupo realizó y que llevaron al exitoso desarrollo de estas tareas tácticas.

51º E y 27º N



“LLEGANDO AL TEATRO” MAXIME CUANDO NO HABIA, O NO "EXISTIO" MANDATO DE PAZ




Micelaneas y algunas anécdotas de como fue la travesia del G.T.88 de la Armada Argentina en su camino al Golfo Pérsico en 1990




Son muchos los aspectos que pueden describir la preparación de una fuerza de hombres para dirigirse hacia una contienda bélica, pero pocas son las oportunidades que aquellos (sus protagonistas) tienen para poder expresarlas más, cuando poco o nada sabían hacia donde se dirigían y cuales serían las consecuencias.


La campaña naval argentina al Golfo Pérsico enviada el 25 de septiembre de 1990 es una de esas ocasiones que ha quedado grabadas a fuego en la historia contemporánea y también en la memoria de sus protagonistas. Fue la inserción brutal de la Argentina y un modesto aporte al llamado “nuevo orden mundial” que la administración republicana de George H. Bush inauguraría desde el final de este conflicto. Quienes sino sus protagonistas recuerdan como si fuera ayer los entretelones y los pormenores de aquellas jornadas de nervios e incertidumbres en las calurosas y peligrosas aguas orientales.


“A pesar de que sabíamos lo que ocurría, nunca hubiera imaginado estar involucrado en esta campaña”, comento uno de los suboficiales aeronáuticos que pronto sería incluido en la “División Víctor” para formar parte de la misión.


El grupo naval “G.T. 88.00” compuesto por el destructor “ARA Almirante Brown” y la corbeta “ARA Spiro” que zarpo de su base en Puerto Belgrano en la primavera de 1990, tuvieron una extensa travesía para poder cumplir con las ordenes que se le impartieron en un primer momento, “llegar a la zona de operaciones y ponerse a disposición del Comando a cargo”. Ninguno de sus tripulantes abordo, incluyendo a la misma oficialidad tenían certeza sobre cuál sería dicho comando y bajo que normativa se desenvolverían.


En rasgos generales lo único que sabían a ciencia cierta era lo que escuchaban por los medios de aquel entonces (radio y televisión) y lo que les había comunicado sus propios mandos, resumiéndose en que irían en una misión enmarcada en el cumplimiento de las resoluciones de Naciones Unidas en particular la n° 661 sin por supuesto, explicarles sus alcances y naturaleza jurídica.

Mecánicos "Aluette" a bordo del "ARA Ate Brown" 1990



Una cosa si había quedado clara, no había señales de que personal de Naciones Unidas (observadores o algún representante) estuviera al pendiente por reunirse con ellos antes de su salida del país o que estuvieran esperándoles en aquellos lugares. Ni antes de la zarpada ni en el embarque y mucho menos en la navegación, se presento algún miembro de esa organización para dar una charla o recibir instrucciones de despliegue en sus funciones de “mantenimiento de la paz”como se solía hacer cuando una unidad era puesta bajo la autoridad de uno de sus comandantes (Cascos Azules).


Los eventos por aquel entonces, se movieron a gran velocidad y cada uno de los seleccionados para componer las dotaciones de cada buque, experimentaron en sus propias personas, todo lo que implicaba la suerte de aquella designación. No solo el estado material del buque debía estar preparado para sortear posibles contingencias en una zona –que hasta esos momentos pensaban- solo era de un potencial conflicto, sino también su personal embarcado. 

El estado psico-fisico de cada uno de los tripulantes era imprescindible para cubrir las tareas que estarían por venir. Las características de la región a la que serían enviados requerían protecciones “extra” para reforzarles sus sistemas inmunológicos. Las vacunas que se les inyectaron a cada tripulante contra varias enfermedades tropicales y exóticas como la Malaria, combinadas con otras –de las cuales nunca fueron informados- para prevenir la posible acción de agentes tóxicos y/o biológicos (ej.: Botulismo; Antrax; Viruela etc) de armamento presente en la región, fue un prologo inconsciente de qué se trataba aquel asunto y la magnitud en lo que se iban a meter.


A lo lejos el Portaaviones "USS-Midway"

Así como en la faz política y diplomática aún se mantienen muchos secretos detrás de la crisis que se desató el 2 de agosto de 1990, en cuanto a la operación naval argentina enviada a una región del planeta en la que jamás sus buques y hombres habían operado, poco o nada se sabe. A medida que fueron acercándose a su destino, ambas tripulaciones comenzaron a sentir el rigor del clima y de la tensión que flotaba en la atmósfera. Como lo expreso uno de estos tripulantes, el asombro ante parajes tan extraños y a la vez maravillosos, le daba otra dimensión a las rutinarias tareas de la navegación.


Tras cruzar el atlántico y llegar a las costas africanas, comenzaron a darse cuenta que estaban muy lejos de casa y a medida que avanzaban por el Mediterráneo con ese sentimiento a cuestas las preguntas afloraban en la mente de muchos de ellos ¿Saddam Hussein arrugará y no sucederá nada?, ¿Quedará como una anécdota como en la crisis de los misiles soviéticos a Cuba en la década de los sesentas? O ¿Nos veremos en el medio de una situación alejada a las tareas de bloqueo naval? Y es que a pesar de la poca información a la que estaban expuestos, los supuestos y los rumores sobre la inflexibilidad diplomática y la complejidad de la situación volaban con el viento. Y es que las especulaciones que algunos de ellos realizaban no estaban erradas ya que Iraq tras una larga guerra contra su vecino Irán –y con la ayuda de Occidente y EEUU a la cabeza- había armado un gigantesco y capacitado ejército que lo posicionaba en el 4° lugar de los más poderosos del mundo.


Ciertamente que si estaban yendo a hostigar a una nación con una tamaña capacidad bélica y extensa experiencia en combate –máxime cuando no existía mandato de paz alguno-, las probabilidades de una respuesta con consecuencias dañosas se magnificaban en grado sumo. Es más, los preparativos que fueron realizando en navegación informaban de que debían estar listos para posibles enfrentamientos armados. Los ejercicios de tiro, la calibración de los cañones automáticos (OTO MELARA y BREDA BOFORS), la calibración de la firma magnética de cada buque para evitar minas, el armado de los helicópteros embarcados, y los ensayos de abandono de la nave lo dejaban más que evidente.


En aquellos momentos, las amenazas potenciales que existían en el Golfo eran variadas y fatales. La guerra entre Irán e Iraq apenas había culminado dos años antes (1988) y aún persistía la inestabilidad entre ambos países. Aquella guerra fue uno de los campos de ensayo para los más variados sistemas de misiles tanto tierra-tierra como los antibuque en sus más ingeniosas adaptaciones (MM-38 y SS-N2-Styx). Para quienes estaban familiarizados con noticias de lo que ocurría unos años antes en esa región, recordarían uno de los episodios que les costo muy caro a los estadounidenses cuando navegaban confiadamente por la misma ruta que más tarde transitarían ellos.


El 17 de mayo de 1987 la fragata de clase Oliver Hazard Perry, el “USS Stark” (FFG-31) cuando patrullaba sin novedad las aguas del norte del Golfo recibió sorpresivamente dos impactos de misiles “AM-39 EXOCET” lanzados desde un avión Mirage F1 iraquí que los operadores del puente nunca vieron venir. Según las crónicas de aquel momento, el piloto iraquí confundió a la fragata con un petrolero iraní, excusa que la Casa Blanca acepto por conveniencias políticas del momento. A pesar de los sofisticados sistemas de contramedidas electrónicas y defensa del buque (PHALANX), no pudieron siquiera captar el lanzamiento de los misiles. Con semejante episodio como antecedente, las preguntas afloraban por si mismas ¿Qué podrían hacer con sus modestos sistemas de radar si algo similar los amenazara? El resultado de aquel ataque fue la inutilización y la salida de servicio del buque, 28 marinos muertos y más de 10 heridos. El incidente había sucedido apenas tres años antes y ello dejaba a la vista la posibilidad de que ello se repitiera con el agravante de que habrían otros sistemas más modernos a disposición de los iraquíes.


Pero la rutina de la navegación ayudaba a matar esos pensamientos aunque había otras amenazas más silenciosas y desconocidas que podían acecharles durante la misión. Recuerdan algunos de ellos y a la distancia, que aquellas aburridas clases sobre guerra Química, Biológica y Nuclear (N.B.Q.) tenían un propósito que a medida que se aproximaban al Teatro, comenzaban a volverse más palpables con la realización de ejercicios que precisamente simulaban la contaminación tras un ataque con estos elementos.


Cuando estaban llegando al Mar Rojo sin saberlo, estaban ingresando a una parte del Teatro de Operaciones de un conflicto que (sin que ellos lo supieran) ya se estaba diagramando en las “mesas de planificación estratégica” y de ejercicios simulados en computadora (INTERNAL LOOK 90) en los cuarteles del CENTCOM y MARCENT en las ciudades sauditas de Riad y Darham y que más tarde iba a estallar sin remedio bajo la denominación “Desert Storm”. Fue en esas aguas que además de asombrarse por el incesante tráfico de esos gigantescos buques mercantes atiborrados de conteiners y de buques de guerra de varias nacionalidades, tuvieron aquel accidente de uno de sus helicópteros embarcados “Aluette” (3H112) que además de hacer traspirar a los capitanes del grupo, les quito el sueño a los mecánicos aeronáuticos de abordo.


Cruzando al portaaviones USS-Midway 1990

De ese evento los tripulantes sacaron el aspecto positivo y el ánimo no se vió afectado. Además de no haber pérdidas humanas, la experiencia sirvió para ensayar una situación que podría llegar a darse en medio de las operaciones reales como es un amarizaje forzoso, rescate de la tripulación y el izado de la nave, maniobras que podían complicarse en medio de una zona bajo situación de guerra. Dos días después (el 3 de noviembre) tras cruzar el estrecho “Bab Al Mandab” que por lo que pudieron ver, estaba controlado por los franceses, ingresarían a las aguas del Golfo de Adén que baña las costas del Yemen (en esos momentos un aliado político de Iraq) para dirigirse al Mar Arábigo.


El 5 de noviembre el grupo alcanzaba las 10.000 millas de navegación y ya en ruta final tras llegar al Golfo de Omán se aprestaban para girar hacia el norte y pasar por el estrecho de Ormuz y de ese modo ingresar en las aguas del Golfo Pérsico que dicho sea de paso, no todos los navíos que compondrían la “fuerza multinacional” se atreverían a incursionar.


Recién para comienzos del mes de noviembre de 1990 llegaban al Golfo Pérsico, epicentro de las operaciones navales que dirigían los norteamericanos desde Riad y una vez allí, comenzarían a tomar dimensión y real conocimiento en la que se estaban metiendo. Fue en esos momentos y tras pasar por las costas del Sultanato de Omán y bordear las costas de los Emiratos Árabes Unidos comenzaron a tomar contacto directo con quienes realmente estaban a cargo, los estadounidenses. Fue así como los oficiales a cargo se reportaron a sus pares norteamericanos del Comando Central Estadounidense (US CENTCOM) y a partir de ahí, tras recibir instrucciones iniciales de un oficial estadounidense, fueron asignados como unidad de operaciones tácticas bajo la denominación “Alfil 1”, pasando a conformar la estructura de la primera fase operativa denominada “Desert Shield” pero esa, es otra historia.


ACA EN ESTE LINK NUNCA HABLAN DE PAZ Y NO FIGURA LA GUERRA DEL GOLFO PERSICO : https://peacekeeping.un.org/es/our-history


LA IMPORTANCIA DE LA FACE NAVAL EN EL GOLFO PERSICO, DONDE SE ENCOTRABA ARGENTINA-



¿Por qué la Campaña del Golfo Pérsico de 1990-1991 no pudo haber sido concretada con éxito sin la fuerza naval?




Como ha sido una costumbre en la historia de occidente y en la del mundo anglosajón en particular, solo los resultados favorables son dignos de contar y aún así, recién cuando ellos sean debidamente retocados a conveniencia de su historia política. Incluso, aquellos episodios desfavorables, serán contados de una forma amañada que los disfrase de epopeyas. Es por ello que los sucesos importantes y trascendentes de la humanidad tienen dos caras y solo una ha sido contada a las posteridades ¿Por qué? Pues porque se trata de seguir manteniendo un estado de cosas que importa al poder establecido.


Es de ese modo que manipulando a las generaciones venideras con falacias y mentiras, se puede perpetuar una idea, una política y con ello una historia determinada.


La guerra del Golfo Pérsico en 1991 como parte de la historia contemporánea y desde su más estricta fase militar, ha sido abordada desde una perspectiva acotada y reducida centrándose solamente en mostrar dos fases: La campaña aérea y la campaña terrestre dejando de lado arbitrariamente a la que proporciono el factor vital para poder desarrollar aquellas dos, la naval.


Este reduccionismo arbitrario se ha debido a una clara intensión de obviar los entretelones (políticos, económicos, diplomáticos etcetc) que rodearon al conflicto y a darle al evento un resultado efectista del triunfalismo estadounidense. Tal como un cuento para niños.


Pero la realidad de como ocurrieron las cosas es muy diferente a lo que un documental de la “History Channel” lo cuenta. Llendo al punto diremos que ni la Fuerza aérea ni las fuerzas terrestres reunidas en aquel momento no habrían logrado sus objetivos sin la existencia de un poder naval que hubiera contribuido y respaldado su presencia. Las razones de esta conclusión se basan ante todo en las características geográficas que presentaba aquel teatro de operaciones y la importancia geopolítica y estratégica del mismo.


Como se verá, el tema es mucho más complejo y enredado de lo que EEUU ha documentado y es necesario explicar por qué la fase naval fue preponderante para la eficacia de la Operación “Desert Storm” de 1991.
Desde el punto de vista geopolítico, el control de los espacios marítimos aledaños al objetivo planteado, era fundamental para garantizar la continuidad del flujo comercial del petróleo mundial. George H. Bush no habría podido impulsar aquellos planes sino le aseguraba al poderoso emporio petrolero (del cual participaba con “Arbusto Energy Oil Co”.), que el mercado del petróleo seguiría fluyendo sin inconvenientes desde el Golfo.


En momentos que se desato la crisis el 70 % de los recursos petrolíferos extraíbles se hallaban en la región del Oriente Medio, de los cuales dependían en diversos porcentajes Europa, Japón y los EEUU.


Recordemos que la administración de George H. Bush llegaba al poder con una Armada (US NAVY) materialmente mejorada gracias a la multimillonaria inversión de su predecesor que bajo la llamada “Doctrina Reagan”, puso en marcha –entre otras- la estrategia de Air land Battle que entre otros objetivos, tenía la de llevar adelante intervenciones en otros países siendo la marina la punta de lanza de las operaciones.


Pero si usted aún se esta preguntando cómo EEUU pudo organizar tan rápidamente su intervención en el Golfo en 1990 y golpear militarmente como lo hizo después, sepa que nada estaba abandonado al azar. Más allá de las ventajas que Washington saco de las circunstancias geopolíticas imperantes (caida de la URSS) y de su estrecha relación con el gobierno de Saddam Hussein durante la guerra con Irán, los asesores de Seguridad Nacional y sus cerebros tenían desde hacía mucho un plan de contramedidas para la región.


A mediados de la década de los setentas mientras Washington coqueteaba diplomáticamente con el gobierno del joven Saddam Hussein y su Departamento de Estado nominaba al Irán del Sha Reza Palevi como uno de los pilares estratégicos del Oriente Medio, en 1977 el Consejo de Seguridad Nacional (CSN) aprobo la Decisión Directiva Presidencial n° 18 del presidente Jimmy Carter –Desclasificado el 1/06/1992- recomendando una estrategia que incluyera el uso de la fuerza en situaciones “no-OTAN” dentro del Oriente Medio en general y del Golfo Pérsico en particular.


Según algunas fuentes no oficiales, en este documento se prevé en los párrafos casualmente entintados (Censurados) un capitulo bajo el título “Middle East Contingencies” a los países estratégicos (Iraq e Irán) y el modo de intervernirlos en caso de que los intereses de EEUU se vieran en riesgo. Esta censura sobre dichos párrafos no fue casual ya que si Bagdad o Teherán se hubieran enterado de estas previsiones muy seguramente Washington no habría podido maniobrar como lo hizo durante toda la década de los ochentas.


Para occidente (EEUU y la Europa Occidental) las rutas marítimas de ingreso y salida del Golfo Pérsico eran y siguen siendo de importancia estratégica vital para las comunicaciones y el comercio. Es por ello que no hay que esperar que los portaaviones estadounidenses salgan del área. Incluso si en algún momento Washington considerase que ya no tienen propósito de operar allí, existen otros intereses en la región que no permitirán que se retiren, siendo uno de ellos los israelíes.


En 1979 la excusa para penetrar en el Golfo fue el hipotético peligro de una extensión del extremismo islámico iraní sobre la península árabiga y cuando ello dejo de ser funcional a sus objetivos, los cerebros en Washington pasaron a crear otro enemigo sacrificando a uno de sus socios como lo fue Iraq. Siempre habrá una excusa para que estas fuerzas de tareas flotantes (como el caso de la VII Flota) se encuentren allí (Al Qaeda, ISIS y el terrorismo es una de ellas). Estos fueron precisamente uno de los elementos preponderantes para desarrollar las fases tácticas que culminaron con el cese de las hostilidades en febrero de 1991.


El control de las líneas marítimas revistió –y actualmente sigue revistiendo- una importancia estratégica central para el desarrollo, preparación y ejecución de la “Tormenta del Desierto”, factor que al mismo tiempo fue torpemente desdeñado por los estrategas de Bagdad. Si Saddam Hussein y sus comandantes hubieran valorado en su debida medida el factor naval como un pilar estratégico para defenderse de una agresión externa, ciertamente que el resultado de la crisis de 1990 y su desenlace hubiera sido otro e incluso Iraq no habría sufrido la calamitosa invasión de 2003.


Se puede asegurar que el pilar naval fue decisivo para el desenlace de la guerra de 1991. Igualmente, su sola valoración no sería suficiente para lograr los objetivos tácticos y estratégicos que se pusieron en marcha contra Iraq. Las consideraciones sobre los medios para llevar la confrontación a ese escenario fueron exhaustivas y muy bien meditadas. Fue allí donde radicó como primer objetivo a concretar la “necesidad estratégica” de conformar una Coalición naval que asegurara el control total de las aguas territoriales árabes del Golfo Pérsico.


El componente de dicha Coalición estaba políticamente condicionada. La sola participación de buques de países miembros de la OTAN era no conveniente aunque ello no hubiera bastado para lo planeado. Igualmente señalemos que en aquel entonces había fuertes resistencias de varios socios de la alianza en participar de ésta aventura.


Pero ¿Cuál fue la primera señal de que habría una guerra? Precisamente, el esfuerzo diplomático de Washington ante Naciones Unidas por imponer un bloqueo marítimo.


En la guerra uno de los objetivos estratégicos primordiales es privar al enemigo de sustento y provisiones siendo necesario para ello cortar sus vías de comunicación comercial. A pesar de la pequeña costa iraquí, ampliada con la anexada kuwaití, era por donde salía una parte importante de su producción petrolera. El bloqueo naval era la táctica por excelencia para dicho fin aunque, se requería una justificación política de peso para desplegarla ex ante y que mejor para ello, que hacer participar a terceros países apoyándose en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas mediante una muy aún discutida interpretación del Capitulo VII de la Carta Orgánica.


En el caso de Iraq, cortar las ganancias de sus exportaciones petroleras y sus importaciones de bienes por mar fue el primer acto de beligerancia de EEUU y de la UEO (obviamente encubierto) como prolegómeno al ataque que se llevaría a cabo el 16 de enero de 1991. No olvidemos que entre medio de estos preparativos, los estadounidenses hicieron fracasar todas las conversaciones desestimando cualquiera de las propuestas de Bagdad y de otros países. En resumen ganar tiempo era el objetivo. Fue a instancias de la aquella funcionalidad de Naciones Unidas como Washington, con el apoyo de armadas de terceros países, que Washingotn logró establecer este primer objetivo estratégico de ahorcar el sustento económico de Iraq.


Asimismo la importancia de controlar el espacio marítimo no solo radicaría en la necesidad de establecer una ruta de aprovisionamiento logística segura para las tropas terrestres que irían acumulándose sino también, una política de control estratégico de todo el espectro más amplia y compleja, que se extiende hasta nuestros días. En ese marco, toda la ayuda posible era bienvenida e inestimable ya que la ocupación marítima era la plataforma sustentatoria de las acciones aéreas y terrestres por venir.


Amen a ello, hasta ese entonces no se tenía plena información de las capacidades antibuque de los sistemas iraquíes quienes en apariencia contaban con misiles costeros (Chinos y franceses) y baterías costeras fijas que podrían complicar en alguna medida las tareas de la Armada de EEUU. En lo referente a la capacidad de la Armada iraquí, poco había para considerar como una amenaza real aunque si, con los buques capurados a la pequeña armada real kuwaití que se hallaba compuesta por lanchas misilisticas modernas (Lanchas “Lürssen FPB-57”) que además de veloces, tenían montados misiles MM-40 “Exocet”.


VII Flota camino al Golfo Pérsico 1990

Con anterioridad y hasta 1990, EEUU tuvo límites en el control marítimo del Golfo Pérsico dedicándose a custodiar a los superpetroleros de los ataques iraníes. El confuso incidente del “USS-Stark” en 1987 dejo en claro los riesgos existentes. Solo Arabia Saudita proveía una cooperación apática y limitada a los movimientos estadounidenses, justificados en su interesado apoyo a Iraq contra Irán. Y no hay que perder de vista que dicho apoyo no estaba centrado en el “peligro del chiismo” o la “virulencia revolucionaria” de Khomeini promocionado con entusiasmo por los medios occidentales, no nada de eso. Lo único que querían los monarcas de la Casa real Hachemita era continuar gozando de sus privilegios y opulencia que proveía las ganancias del negocio del petróleo del cual participaban las Corporaciones y empresas estadounidenses entre las que se contaba “Arbusto Oil Energy.Co”.


Para cuando el 2 de agosto de 1990 estalló la crisis, la flota estadounidense en la zona bajo el comando COMMIDEASTFOR, no estaba a la altura de las circunstancias y hasta tanto se trasladara la VII Flota al Golfo Pérsico, convocar a una Coalición naval multinacional cubriría el vacío que se sumaría junto aquella a las primeras instancias de las operaciones tácticas de bloqueo contra Iraq. Hasta tanto llegara la VII Flota, la flota del “Medio Oriente” realizaría las tareas de interceptación junto a los aliados que iban llegando.


Como puede verse, el celo de EEUU por centrar sus esfuerzos en consolidar un pilar naval en aquella oportunidad, estaba preconcebido. Fue por ello que Washington permitio a Iraq el acceso irrestricto de armamento terrestre y aéreo pero casualmente nunca alentó el crecimiento y modernización de su pequeña flota. Seguramente bajo el argumento de que la Armada de EEUU protegería su litoral contra las amenazas iraníes, convenció a Bagdad de no preocuparse por construir un poder naval propio. Como vimos, ello fue un error fatal para Iraq.


Pero fue este paulatino dominio del mar en el Medio Oriente y en particular del Golfo Pérsico que permitió a los EEUU, establecer el primer escalón de sus objetivos geopolíticos y estratégicos en la región, como hemos visto planificados con antelación siendo la Armada el factor gravitante para concretarlos.




La Guerra del Golfo Pérsico de 1991 fue, según el presidente Bush, sobre "más de un país pequeño; es una gran idea; un nuevo orden mundial", con "nuevas formas de trabajar con otras naciones ... solución pacífica de disputas, solidaridad contra la agresión, arsenales reducidos y controlados y trato justo a todos los pueblos ”. No mucho después de la guerra, sin embargo, el flujo de palabras de la Casa Blanca sobre un nuevo orden mundial se redujo a un goteo.

Al igual que los catorce puntos de Woodrow Wilson o las cuatro libertades de Franklin Roosevelt, la gran retórica de George Bush expresó los objetivos más importantes para el apoyo público cuando un estado democrático liberal entra en guerra. Pero después de la guerra, cuando la realidad se entrometió, los grandes planes se convirtieron en una carga. Se llevó a la gente a comparar el resultado imperfecto de la guerra con un ideal imposible. El estándar adecuado para el juicio debería haber sido cómo sería el mundo si Saddam Hussein se hubiera quedado.