VETERANOS DE AYER, DE HOY Y DE SIEMPRE
En un nuevo aniversario de la tragedia del submarino argentino “ARA San Juan” pocas certezas y muchas dudas sobrevuelan sobre la mecánica de este evento
La misteriosa desaparición del submarino argentino “ARA San Juan” (Clase S-42) en la tarde del 15 de noviembre de 2017 dejo de ser tal para dejar en evidencia que lo sucedido era algo mucho más simple pero a la vez más complicado de procesar. Mientras la mayor parte de la población se hallaba sumergida en la cotidianidad de sus vidas, ignoraba que uno de sus pocos submarinos y vetustos navegaba por los mares del sur a la altura de las costas de la provincia del Chubut. Al mismo tiempo el Comando de submarinos en el puerto de Mar del Plata recibe por sus canales navales frenéticos llamados de auxilio provenientes de esta unidad que volvía de las maniobras en el Canal del Beagle. Precisamente los llamados eran del submarino “S-42” “ARA San Juan” que provenían a varios kilómetros al oeste de mar adentro.
Fuentes confiables dieron cuenta que la primera unidad naval que llego al sitio desde donde provinieron las llamadas, ya pudieron ver sobre la superficie del agua algunos implementos del submarino, flotando a la deriva como mudos testigos de lo ocurrido. A la vista de los marinos, algo golpeo al submarino y lo envío a las profundidades. A partir de ese momento, el obligado silencio a todos ellos fue impuesto a la sazón de ordenes provenientes del Ministerio de Defensa.
Dentro de los muros de la Jefatura del Estado Mayor de la Armada ya se tenía información previa y actual sobre la causa y tal vez el autor del siniestro. Según un documento de carácter secreto, el submarino argentino detecto e informo la presencia de navíos extraños opernado dentro de las aguas territoriales y uno de ellos era el “HMS-Clyde” (Doc SECRETO. ARA. Sub. ARA San Juan identifi. El 8 nov/17 al HMS-CLYDE 5204s 05809w y otros operando en la zona)
Para el conocimiento público, jamás hubo llamado alguno y simplemente el submarino corto el contacto sin más explicaciones. Mucho menos existieron estos documentos e informes. Pero, fuentes internas y externas aportaron otros elementos que vinieron a dar por tierra con estas aseveraciones y pese a que las mismas llegaron a poner a la Armada y al gobierno argentino en fuertes contradicciones, fueron rápidamente ocultadas por periodistas obsecuentes y los medios que por muy buenas sumas de dinero sirven a la desinformación oficial.
Ante esto y cuando se hizo imposible esconder el hecho, se hablo de un “accidente” como una forma de darle a la opinión pública y las familias de los 44 tripulantes una certeza que explicara que era lo que en apariencias habría ocurrido. A la par de esto, se vio como los británicos y los estadounidenses llegaron presurosos al país con la supuesta finalidad de “ayuda en la búsqueda”, algo que no se lo creyeron muchos.
Ante este evento las limitaciones materiales de la Armada Argentina quedaron patentes y las autoridades políticas nacionales debieron quedar subordinadas a esta “desinteresada” ayuda de los anglosajones. Este sería otro suceso que caería bajo el infame y costumbrista encubrimiento destinado a cuidarle el culo a los poderes involucrados.
Como siempre el hilo se corta por lo más delgado y quienes deberían pagar por este hecho, serían apartados de la vista y el conocimiento de los estrados de la justicia. Esto en lo que respecta a los responsables políticos de lo sucedido. Pero en lo referente a los verdaderos causantes del hundimiento (porque queda claro que no fue un accidente como se ha propugnado desde el gobierno y los medios) el cerrojo informativo ha sido mucho más hermético.
Muchas cosas fueron pasadas deliberadamente por arriba y muchos elementos indiciarios entregados por terceros desinteresados, pasaron a ser guardados en un cajón oscuro del olvido. Incluso la inestimable colaboración extendida por la Federación rusa al remitir a uno de sus mejores buques oceanográficos, fue minimizada por los obsecuentes funcionarios del gobierno argentino y por los medios noticiosos, claramente alineados a la política de Londres.
El conveniente hallazgo del submarino el 17 de noviembre de 2018 en momentos muy particulares del país, desato más suspicacias y preguntas sobre este evento. Sumado a ello, el temprano y retaceado acceso a las miles de fotografías que saco el robot del buque oceanográfico “Seabed Constructor” echo mucha más sospechas de que había mucho para tapar.
Hoy por hoy se está tratando de cerrar el caso alegando que el hecho se trato de un “accidente” por sus malas condiciones de mantenimiento y de una supuesta impericia de la tripulación. Para sustentar esta charada, la discutida jueza de Caleta Olivia, la Doctora Yanez impulso con poco ánimo una investigación la cual esta pretendiendo cerrar con la indagación de unos oficiales de grado intermedio sin dejar en claro bajo que cargos son los imputados y por supuesto, sin tocar a los máximos responsables políticos del gobierno.
Fuentes confiables dieron cuenta que la primera unidad naval que llego al sitio desde donde provinieron las llamadas, ya pudieron ver sobre la superficie del agua algunos implementos del submarino, flotando a la deriva como mudos testigos de lo ocurrido. A la vista de los marinos, algo golpeo al submarino y lo envío a las profundidades. A partir de ese momento, el obligado silencio a todos ellos fue impuesto a la sazón de ordenes provenientes del Ministerio de Defensa.
Dentro de los muros de la Jefatura del Estado Mayor de la Armada ya se tenía información previa y actual sobre la causa y tal vez el autor del siniestro. Según un documento de carácter secreto, el submarino argentino detecto e informo la presencia de navíos extraños opernado dentro de las aguas territoriales y uno de ellos era el “HMS-Clyde” (Doc SECRETO. ARA. Sub. ARA San Juan identifi. El 8 nov/17 al HMS-CLYDE 5204s 05809w y otros operando en la zona)
Para el conocimiento público, jamás hubo llamado alguno y simplemente el submarino corto el contacto sin más explicaciones. Mucho menos existieron estos documentos e informes. Pero, fuentes internas y externas aportaron otros elementos que vinieron a dar por tierra con estas aseveraciones y pese a que las mismas llegaron a poner a la Armada y al gobierno argentino en fuertes contradicciones, fueron rápidamente ocultadas por periodistas obsecuentes y los medios que por muy buenas sumas de dinero sirven a la desinformación oficial.
Ante esto y cuando se hizo imposible esconder el hecho, se hablo de un “accidente” como una forma de darle a la opinión pública y las familias de los 44 tripulantes una certeza que explicara que era lo que en apariencias habría ocurrido. A la par de esto, se vio como los británicos y los estadounidenses llegaron presurosos al país con la supuesta finalidad de “ayuda en la búsqueda”, algo que no se lo creyeron muchos.
Ante este evento las limitaciones materiales de la Armada Argentina quedaron patentes y las autoridades políticas nacionales debieron quedar subordinadas a esta “desinteresada” ayuda de los anglosajones. Este sería otro suceso que caería bajo el infame y costumbrista encubrimiento destinado a cuidarle el culo a los poderes involucrados.
Como siempre el hilo se corta por lo más delgado y quienes deberían pagar por este hecho, serían apartados de la vista y el conocimiento de los estrados de la justicia. Esto en lo que respecta a los responsables políticos de lo sucedido. Pero en lo referente a los verdaderos causantes del hundimiento (porque queda claro que no fue un accidente como se ha propugnado desde el gobierno y los medios) el cerrojo informativo ha sido mucho más hermético.
Muchas cosas fueron pasadas deliberadamente por arriba y muchos elementos indiciarios entregados por terceros desinteresados, pasaron a ser guardados en un cajón oscuro del olvido. Incluso la inestimable colaboración extendida por la Federación rusa al remitir a uno de sus mejores buques oceanográficos, fue minimizada por los obsecuentes funcionarios del gobierno argentino y por los medios noticiosos, claramente alineados a la política de Londres.
El conveniente hallazgo del submarino el 17 de noviembre de 2018 en momentos muy particulares del país, desato más suspicacias y preguntas sobre este evento. Sumado a ello, el temprano y retaceado acceso a las miles de fotografías que saco el robot del buque oceanográfico “Seabed Constructor” echo mucha más sospechas de que había mucho para tapar.
Hoy por hoy se está tratando de cerrar el caso alegando que el hecho se trato de un “accidente” por sus malas condiciones de mantenimiento y de una supuesta impericia de la tripulación. Para sustentar esta charada, la discutida jueza de Caleta Olivia, la Doctora Yanez impulso con poco ánimo una investigación la cual esta pretendiendo cerrar con la indagación de unos oficiales de grado intermedio sin dejar en claro bajo que cargos son los imputados y por supuesto, sin tocar a los máximos responsables políticos del gobierno.