EN DEBATE
Cómo la Argentina ha perdido la pulseada antes de comenzarla, tras el avance de las exploraciones de Compañías petroleras británicas en Malvinas y en aguas cercanas a las costas de Santa Cruz
A treinta cuatro años de la recuperación de las islas Malvinas y sus aguas adyacentes, la causa más importante que tiene el país a nivel de la geopolítica, se halla sin dudas fuera de agenda. El motivo principal no es necesario tener que discurrirlo, cualquiera a la altura de las actuales circunstancias puede advertir desde donde vienen los condicionamientos para que el tema “Malvinas” sea guardado bajo la alfombra.
Igualmente y pese al paso del tiempo, la causa no ha sido olvidada; tal vez se trate de hacerla olvidar pero, los habitantes de la nación están cada vez más conscientes de lo que representa Malvinas más allá de lo meramente territorial.
Tal cual como lo señalaban los mismos británicos en 1982, ellos no atravesaron el mapa para “ir a defender la bandera o la dignidad de la corona británica” o incluso, a los “Kelpers”; se trataba de proteger los intereses que se materializan en activos mucho más importantes y tangibles que meras subjetividades como son “la patria o la dignidad”. No hay que dejar de recordar, que el grueso de la tropa que envió Gran Bretaña a esta campaña, fueron miles de mercenarios nepaleses conocidos como “Gurkas” que según fuentes de inteligencia, cayeron como moscas y aproximadamente unos dos mil de ellos, yacen en fosas comunes excavadas por bulldosers británicos. Por el contrario, los argentinos demostraron que su sangre puede encenderse por esos valores y de ser necesario, sin ninguna recompensa material. Fue en esa visión tan dispar y hasta se podría decir “adimensional” de ambos, que dejo en claro que más allá de las diferencias idiomáticas, Londres y Buenos Aires hablaban –y siguen hablando- de diferentes temas.
Durante décadas, los británicos han tratado de hundir las expectativas argentinas de recuperar sus legítimos derechos sobre dicha zona austral, incluso, con propuestas supuestamente ventajosas de una soberanía compartida. Pero, a pesar de los esfuerzos de Londres, los gobiernos argentinos no picaron el anzuelo y mal o bien, todos ellos, mantuvieron en alto la incondicionalidad de la soberanía sobre las Islas Malvinas, Sandwiches y Georgias, punto intermedio para el paso a la Antártida. Esto último, es uno de los pilares de la geopolítica británica y que compartida por Washington, no será cedida bajo ningún argumento.
Más allá del resultado de la guerra de 1982 que Argentina libró contra el imperio británico y la OTAN, la acción argentina -que estuvo prevista meses antes por el MI-6-sirvió para interrumpir el plazo de la ocupación británica que en el derecho internacional, tiene una capital importancia para no consentir ésta situación de facto que se inició en enero de 1833. Pero yendo a lo que al Foreing Office le interesó desde comienzos de los setentas, era el establecimiento de una zona estratégica militar británica y funcional para la Alianza Atlántica en el marco de la llamada “Guerra fría” con las URSS. En ese plan y con una misión más allá de las simples prospecciones geológicas, Londres envía al buque “HMS Shackleton” que luego sería reemplazado por el “HMS Endurance”, ambos dotados de equipamiento para operaciones de interceptación de radio y espionaje.
Para ese entonces, los asesores del Foreing Office advertían de potenciales riquezas minerales en los subsuelos de las islas y en las plataformas bajo el mar adyacente que se extenderían hasta las costas patagónicas argentinas. Pero había un problema y era que no se podían realizar exploraciones y menos aún actividades de extracción en el marco de las continuas reclamaciones diplomáticas que estaba realizando Argentina y que había despertado el apoyo en Naciones Unidas. En aquel entonces, la Argentina se hallaba dentro del grupo de los “No Alineados” que gustase o no a los anglófilos locales, dio respaldo en el concierto internacional contra las intentonas británicas de frustrar las reclamaciones.
Sir Eduard Heath
Algunas fuentes revelaron que, en aquellos momentos en una reunión entre el primer ministro Eduard Heath, el encargado de Asuntos Exteriores (Foreing Office) y el entonces jefe de operaciones especiales del MI-6, se determino una agenda para buscar una reacción impulsiva y controlable desde Buenos Aires que justificara la posibilidad de incrementar la presencia militar en el archipiélago. Debe quedar en claro, que el MI-6 ya operaba –y sigue haciéndolo- en la Argentina desde hacía décadas pero, en los años sesenta y setenta incrementaron sus actividades en una manera superlativa. Dos de los objetivos que se avocaban por entonces, era la de explotar la situación de subversión que se estaba generando desde focos intelectuales marxistas y controlar el incipiente desarrollo de un misil con cabeza inteligente que se conoció como “Proyecto Cóndor” (ventilado en la revista Executive Intelligence Review).
Con la llegada del Menemismo en la década de los noventa, el renunciamiento de la causa fue atroz. En medio de una política que se enmarcó en una verdadera “engaña pichanga” que involucró militarmente al país con la remisión de una fuerza naval al Golfo Pérsico bajo supuestas promesas de ingresar a la OTAN, hizo que –entre otras cosas- Buenos Aires permutara “Malvinas” para su supuesta “inserción en el mundo”. El paso de los años han demostrado que tan real y benéfica fue esa inserción.
Papel mojado K
Durante el gobierno de los “K”, la situación de Malvinas tuvo algunos matices pero nada de fondo que conmoviera en lo más mínimo al gobierno británico. Con solo una dialéctica calculadamente agresiva y con límites muy bien marcados, los discursos panfleteros de la presidenta Cristina Fernández estuvieron ajustados para una actuación mediática, pero nada más. Supo actuar como si de un estadista se tratase pero, acatando el libreto preconcebido de no fastidiar seriamente a Gran Bretaña. Además, su propio gobierno fue un esplendido aliado en no poner nerviosos a los desconfiados Kelpers. Con el desguace de su Armada de guerra, la inoperancia de su Fuerza Aérea y las maniobras corruptas de funcionarios de Scioli, que vaciaron miles de millones de pesos correspondientes a los fondos del estratégico sector de los Astilleros de Río Santiago, Londres tenía asegurado un control total sobre el archipiélago y sus aguas.
En éste sentido, Londres no vio amenaza en el “populismo” trasnochado de los Kirchner y menos aún, en supuestos planes de incursionar militarmente sobre las islas. Esto en referencia a los remolcadores rusos adquiridos por Argentina el año pasado que según algunas fuentes, al conocerse la entidad de la compra, despertó las carcajadas de los Kelpers. Incluso en algún momento, el mismo ministro de defensa Michael Fallon de visita a Port Stanley y a la base aérea de Mount Pleasant aseveró que “los argentinos no son una amenaza seria para nadie”.
Base RAF Mount Pleasant
Sobre esto y la real situación de las fuerzas militares británicas en Malvinas, es sin dudas su punto neurálgico la base aérea de “Mount Pleasant”, donde según fuentes de inteligencia, además de recibir vuelos militares norteamericanos y chilenos se hallan estacionados una escuadra de aviones de combate “PANAVIA TORNADO ADV” y dos aviones de alerta temprana “NIMROD” con capacidad de interceptación e interrupción de comunicaciones encriptadas. Además, en la isla se hallan instalaciones de potentes antenas que según algunas fuentes corresponden a la estructura de la red “Echelon” y que hoy se halla reemplazada por un nuevo sistema de inteligencia electrónica comandada por la NSA estadounidense. Pero a pesar de la superioridad tecnológica de la fuerza militar británica, Londres sabe que ello no basta para poder moverse con relativa libertad en los emprendimientos que ha concedido. Sin dudas, que la llegada de Macri y Cía al poder en la Argentina ha sido la pata política que abren las puertas a la tranquilidad en estas actividades.
Actualmente, los intereses corporativos petroleros británicos, han hallado luz verde para reimpulsar sus actividades en las islas y aguas adyacentes, que se pudo ver con la fusión de la compañía “Falkland Oil & Gas (FOGL)”, “Edison International SPA”, “Noble Energy Inc” y la Rockhopper Exploration” que involucró una inversión de 57 millones de Libras esterlinas destinadas a la exploración en el complejo Isable/Eliane ubicado en la plataforma de las islas que, dicho sea de paso, es la que misma que la continental. Para tales cometidos, la fusión ha instalado nuevas plataformas marítimas que además de realizar operaciones de prospección y perforación, atentan contra los intereses marítimos de la república Argentina que al parecer, deberá soportar por la renovaba ignominia del ejecutivo en Buenos Aires.
Plataforma Británica
Pero las exploraciones han ido más allá de las trescientas millas de la zona de exclusión. En febrero de éste año se ha reportado que las empresas británicas han detectado la presencia de reservas de petróleo en el lecho marítimo frente a las costas de la provincia de Santa Cruz, lo que además de informar sobre incursiones no autorizadas en aguas jurisdiccionales argentinas, habrían planes de realizar operaciones de prospección que involucraría la instalación de una nueva plataforma marina. Esto último representa una situación de clara y abierta violación de la soberanía y de los intereses argentinos que no parecen haber conmocionado al gobierno de Mauricio Macri.
En éste mismo sentido, desde los claustros del Foreing Office se hallan seguros de que, más allá del incidente del pesquero chino hundido por una patrullera de la Prefectura Naval y de los aviones “Kfir” que Israel estaría entregando en breve a la Argentina, ello no es motivo suficiente siquiera, para mover una sola corbeta y ello por dos motivos poderosos: uno, que el material que se le entregara a la Argentina, es obsoleto y segundo, en Buenos Aires hay un gobierno completamente subordinado.
Sin dudas que la causa, deja en evidencia una serie de intereses cruzados que necesariamente entremezclan a los multimillonarios negocios energéticos que Londres pretende capitalizar y que a la Argentina no hará participar, incluso por sobre las expectativas de los mismos Kelpers; los intereses geoestratégicos destinados a ejercer un control y ejercicio de poder jurisdiccional para propósitos militares propios y de la OTAN, que entre otras cuestiones, está usurpando el poder de retener tributaciones para pesca, tráfico de bienes y personas por el espacio aéreo y marítimo del sur. Si la situación continua por estos carriles, la pregunta para los argentinos con sangre en sus venas es ¿Habrá llegado el momento de privatizar la reclamación de la soberanía de las islas?