La Pol铆tica Exterior Argentina ante conflictos internacionales: los casos
de la Guerra del Golfo P茅rsico y del showdown estadounidense en Afganist谩n:
El final del siglo XX quedar谩
grabado para siempre en la historia de la humanidad por los vertiginosos cambios
pol铆ticos y sociales que se sucedieron en el transcurso de tres a帽os: 1.989,
1.990 y 1.991.El imparable ciclo de sucesos comienza con la ca铆da del Muro de
Berl铆n el 9 de noviembre de 1.989, sigue con el derrumbe de los socialismos en
Europa de Este, pasa por la crisis y Guerra del Golfo P茅rsico en 1.990 y 1.991,
y se cierra con el desmembramiento de la Uni贸n Sovi茅tica el 25 de diciembre de
1.991.Culmina as铆 el orden mundial de Guerra Fr铆a que tuvo en vilo al planeta
durante cuarenta y cinco a帽os. Estados Unidos result贸 la 煤nica superpotencia
victoriosa de esta contienda.
En la Rep煤blica Argentina, se produc铆a en 1.989 el primer
traspaso del poder presidencial de un presidente constitucionalmente elegido a
otro desde 1.973, cuando Lastiri pasase
a Per贸n los atributos de mando. Menem, y su grupo de asesores m谩s cercanos,
estaban decididos a desplegar una accionar exterior que reinsertase a la
Rep煤blica Argentina en una posici贸n destacada en el sistema internacional. Para
ello, encar贸 una serie de reformas pol铆ticas y econ贸micas estructurales tanto
en el 谩mbito interno, como en el exterior. Menem se vio claramente influido por
los sucesos del contexto internacional. Siendo Estados Unidos el 煤nico poder
hegem贸nico que se ergu铆a en el mundo en la d茅cada que se iniciaba, el
mandatario argentino resolvi贸 firmemente alinearse en lo pol铆tico con el pa铆s
del norte, superando definitivamente una larga historia de desencuentros en las
relaciones bilaterales.
La Guerra del Golfo fue el test case por excelencia que demostrar铆a
hasta qu茅 punto llegar铆a la adhesi贸n de Argentina al orden impuesto por Estados
Unidos. El proceso de toma de decisiones al respecto, se caracteriz贸 por su
alto grado de concentraci贸n en la figura del Presidente de la Naci贸n y de
algunos de sus ministros m谩s emblem谩ticos, como el Canciller Domingo Cavallo y
el Ministro de Defensa Humberto Romero. En otras palabras, se dio un proceso
decisorio que puede encuadrarse te贸ricamente dentro del Modelo I descrito por
Graham Allison en su libro “La Esencia de la Decisi贸n”:
"El
intento de explciar los acontecimientos internacionales a trav茅s del
recuento de los
prop贸sitos y c谩lculos de naciones o gobiernos constituye
la marca distintiva del
Modelo de Actor Racional.(Allison, 1.987:31).
Pr谩cticamente no se
dio cabida ni al Parlamento ni a la opini贸n p煤blica en el proceso. La decisi贸n
fue tomada por el gobierno, realizando un c谩lculo racional de costos y
beneficios. Argentina envi贸 finalmente fuerzas armadas al Golfo para integrar
la coalici贸n multilateral que liber贸 Kuwait a煤n sin haber contado nuestro pa铆s
con el pedido de ayuda militar de Estados Unidos. El contexto internacional en
esta oportunidad se mostr贸 lo suficientemente flexible como para permitirle a
nuestro pa铆s semejante jugada. La presencia de una naci贸n sudamericana en la
coalici贸n era funcional a las necesidades de los protagonistas de la contienda
de legitimar internacionalmente una operaci贸n de la envergadura de Tormenta del
Desierto de tal manera que no fuese vista por los estrat茅gicamente
imprescindibles aliados 谩rabes como una incursi贸n imperialista de Estados
Unidos.
Luego
del discurso del presidente George Bush del 11 de septiembre de 1.990, en el
que el presidente estadounidense hizo referencia al surgimiento de un Nuevo
Orden Internacional, Menem percibi贸 claramente que el sistema estaba ante una
instancia excepcional de redefinici贸n de sus reglas de juego futuras. Se
trataba de un momento en el que hab铆a dos alternativas dicot贸micas de opci贸n
estrat茅gica: 1) neutralismo absoluto como rasgo general de su pol铆tica exterior
(respondiendo a una de las m谩s constantes variables de la pol铆tica exterior
argentina que subsist铆a a煤n en esa 茅poca); o bien 2) adhesi贸n irrestricta al
esquema planteado por Washington y participaci贸n activa dentro del mismo (a煤n
sin la solicitud expresa de la potencia del norte). De esta actitud, se
obtendr铆an claros beneficios, y se minimizar铆an los costos en todo sentido. Los
beneficios, como bien lo expres贸 Escud茅 tiempo despu茅s de las operaciones,
implicar铆an:
“a)
entrenamiento gratis y del mejor nivel
para la Armada Argentina; b) buenos sueldos para los hombres que participaron
de la operaci贸n (cosa que escasea en esta 茅poca de bancarrota del Estado
argentino); c)importantes negocios en la
reconstrucci贸n de Kuwait en el campo de barrido de minas y en la
extinci贸n de incendios de pozos petroleros; d)un incipiente nuevo rol para unas
fuerzas armadas argentinas que est谩n gravemente necesitadas de una raz贸n de ser
y de una misi贸n significativa, ahora que las principales hip贸tesis de conflicto
con los pa铆ses lim铆trofes han quedado descartadas”. (Escud茅, 1.989:39).
Los
costos, medidos en t茅rminos econ贸micos no habr铆an de producirse, dado que se
acord贸 con los pa铆ses directamente afectados por la crisis, que ser铆an 茅stos
los principales financistas de la participaci贸n de nuestras tropas en la
coalici贸n libertadora. En efecto, cuando el ministro de energ铆a y agua de
Kuwait visit贸 Argentina a mediados de septiembre de 1.990 para solicitar
oficialmente la participaci贸n de nuestras fuerzas en la coalici贸n libertadora,
la condici贸n fue el compromiso del Emirato de depositar 22 millones de d贸lares
en un banco londinense para financiar las operaciones. En septiembre de 1.990,
las arcas de la Rep煤blica se ve铆an absolutamente imposibilitadas de costear las
operaciones de la Armada, a pesar de la voluntad pol铆tica demostrada por el
gobierno.
En el caso concreto que estoy estudiando, el
representante del Ejecutivo que m谩s actividad despleg贸 despu茅s del presidente
para la implementaci贸n de la decisi贸n y su posterior defensa, fue sin dudas el
entonces Ministro de Relaciones Exteriores Domingo Cavallo. Apenas se produce
la invasi贸n iraqu铆 de Kuwait, Menem comenta a su Canciller que tiene
intenciones de mandar tropas a la zona; dado que avisoraba la formaci贸n de una
coalici贸n internacional contra el r茅gimen de Saddam Hussein, de la que no
quer铆a quedar fuera. De la misma manera, adhiere sin demora a la resoluci贸n 661
del Consejo de Seguridad de la ONU, que preve铆a sanciones econ贸micas y
comerciales contra el o iraqu铆. Sin embargo, Cavallo no se mostraba demasiado convencido al
comienzo del env铆o de fuerzas al Golfo. Espec铆ficamente porque calculaba que
tal determinaci贸n acarrear铆a costos pol铆ticos internos, seg煤n lo demostraban las
opiniones de otros funcionarios que hab铆a consultado. Menem, con todo, exhort贸
a su ministro a literalmente “no escuchar a nadie que se opusiese a su
iniciativa”.
Cavallo considera que Argentina deber铆a actuar
adhiriendo a las medidas que las Naciones Unidas tomasen con relaci贸n a Irak,
pero consideraba exagerado el env铆o de tropas a la regi贸n. A pesar de esto, el
presidente envi贸 a su ministro a sondear opiniones al exterior para que se
convenciera por s铆 mismo de lo acertado de su decisi贸n. As铆 se entrevist贸 en
Italia con el dem贸crata cristiano Primer Ministro Andreotti; con el
socialdem贸crata presidente Craxi y con su Canciller De Michelis, de la misma
extracci贸n partidaria. Los tres pol铆ticos se mostraron interesados en la
participaci贸n argentina en las operaciones de alg煤n modo, dado que la presencia
de un Estado latinoamericano contribuir铆a a legitimar diplom谩ticamente las
acciones de las naciones Unidas (embargo total, seg煤n la resoluci贸n 661/90 del
Consejo de Seguridad) ante el resto los pa铆ses 谩rabes, que no ver铆an detr谩s de
todo una acci贸n estadounidense tendiente a agredir al Islam, como proclamaba
Hussein.
En los mismos t茅rminos se pronunciaron el presidente
egipcio Mubarak, y su entonces Canciller Boutros Galhi. Ante estos argumentos,
Cavallo se convenci贸 definitivamente que Argentina deb铆a participar no
solamente de las sanciones, sino que tambi茅n deb铆a mandar tropas en caso de
conformarse una coalici贸n militar multinacional para apoyar tales medidas. En
virtud de ello, instruye a su jefe de gabinete, Guillermo Seita, para que
consulte al Consejo Superior de Embajadores - 贸rgano que seg煤n el art铆culo 26
de la Ley de Servicio Exterior fue creado para asesorar al Canciller en materia
de pol铆tica exterior – para que se elaborase un plan para el env铆o de fuerza al
Golfo. A partir de ese momento, aunque de manera subordinada a la f茅rrea
voluntad presidencial, entra a jugar en este proceso decisorio el segundo actor
de este proceso decisorio: la Canciller铆a argentina.
Es destacable el hecho que Cavallo, a diferencia de su
sucesor Guido Di Tella, consultaba frecuentemente al Consejo Superior de
Embajadores, adem谩s de a sus asesores privados. En esta ocasi贸n, en le
mencionado 贸rgano, todos, salvo el Embajador Lucio Garc铆a del Solar se
pronunciaron a favor de la medida. Sin embargo, otros sectores del Palacio San
Mart铆n se manifestaron en desacuerdo con el posible env铆o de tropas. Desde el
punto de vista de los funcionarios encargados del 谩rea de pol铆tica exterior del
ministerio, se adujo que el involucramiento argentino quebrar铆a la larga
tradici贸n argentina de neutralidad en los conflictos b茅licos extrarregionales.
Este argumento fue decididamente desechado por el
presidente, dado que su visi贸n era que la posici贸n neutral de la Rep煤blica en
las dos conflagraciones globales hab铆a ocasionado dificultades para la
posterior inserci贸n exitosa del pa铆s en los sistemas internacionales surgidos
de ambas posguerras. Menem estaba convencido, seg煤n lo manifest贸 en reiteradas
oportunidades a lo largo de septiembre de 1.990, que la participaci贸n argentina
en el bando aliado en la crisis del Golfo P茅rsico, facilitar铆a el ingreso del
pa铆s en el sistema econ贸mico mundial de la posguerra fr铆a, logrando de esa
manera un incremento instant谩neo del flujo de inversiones extranjeras al pa铆s.
Es necesario destacar que a pesar del optimismo
presidencial, el mismo embajador estadounidense ante Argentina, Terence Todman,
a煤n habiendo expresado el benepl谩cito de su gobierno por la iniciativa
nacional, se encarg贸 de dejar en claro que la ayuda militar de nuestro pa铆s al
suyo ante la emergencia en cuesti贸n no ser铆a algo que cambiar铆a las relaciones
econ贸micas bilaterales; que no implicar铆a un aumento autom谩tico del flujo de
inversiones del pa铆s del norte; y que no supondr铆a un cambio de fondo en el
tratamiento de la deuda externa. Otro sector que no se declar贸 enteramente
favorable al env铆o de tropas nacionales al Golfo, fue la secretar铆a legal de la
Canciller铆a.
En efecto, el
29 de agosto de 1.990, cuando de hecho Menem ya hab铆a tomado su decisi贸n,
Horacio Basabe, consejero legal del Palacio San Mart铆n, elabor贸 un memorando
secreto en el que especificaba que el Poder Ejecutivo deber铆a consultar al
Congreso Nacional para la salida de fuerzas nacionales en caso de solicitud de
los pa铆ses citados en el p谩rrafo 1 de la resoluci贸n 665 del Consejo de
Seguridad de la ONU. La Carta de San Francisco es ley de la Naci贸n. En su
cap铆tulo VII, m谩s concretamente en su art铆culo 43 queda establecida la
obligaci贸n de los miembros de la organizaci贸n de colaborar con la ayuda
necesaria para el mantenimiento de la paz y seguridad internacionales. Lo
cierto es que de una u otra manera, el Consejo de Seguridad no demand贸
oficialmente la participaci贸n argentina en una fuerza de paz.
Por esto, una iniciativa como la que se propon铆a
Menem, deber铆a contar con la anuencia legislativa correspondiente. A pesar de
lo acertado del memorando de chanciller铆a, Menem orden贸 la elaboraci贸n de otro
documento un d铆a despu茅s del anuncio del env铆o de las fuerzas argentinas al
Golfo, rectificando el precedente. En este 煤ltimo texto constaba que la
secretar铆a legal del ministerio no hab铆a hecho un an谩lisis exhaustivo de todas
las posibilidades ofrecidas por la resoluci贸n 665, sino que se hab铆a limitado a
responder la pregunta planteada. Finalmente, lleg贸 el momento de la decisi贸n.
Menem estaba totalmente seguro del paso que estaba dando. Y el 19 de septiembre
de 1.990 se firm贸 el decreto correspondiente. De esta manera, el Destructor
Almirante Brown, la Corbeta Misil铆stica Spiro fueron enviados junto a dos
helic贸pteros al Golfo. Violando las disposiciones del art铆culo 67 (actual
art铆culo 75 inciso 28) de la Constituci贸n Nacional, no pidi贸 la autorizaci贸n
del Congreso para la salida de nuestras fuerzas. El presidente justific贸 su
decisi贸n en t茅rminos pol铆ticos en reiteradas oportunidades a partir de esa
fecha
Es muy clara la postura interesada,
racional (en t茅rminos de c谩lculo fr铆o de costos y posibles beneficios) del
entonces presidentes. Adem谩s de esto, realiza un habil铆simo manejo discursivo
retomando las ideas del Per贸n de 1.946, quien cre铆a que en caso de estallar una
Tercera Guerra Mundial, Argentina saldr铆a beneficiada por tener la posibilidad
de vender sus productos alimenticios a todo el mundo; justamente en el mismo
momento que m谩s se alejaba de los postulados tradicionales del justicialismo en
materia de pol铆tica exterior; como lo eran la Tercera Posici贸n o el no –
alineamiento. Claro que los beneficios por la participaci贸n en la Guerra del
Golfo no pasaron m谩s all谩 de la participaci贸n de nuestras tropas en un desfile
conjunto con las tropas vencedoras.
Esta
verdadera sobreactuaci贸n de nuestra pol铆tica exterior no ayud贸 a borrar la mala
imagen argentina en la memoria hist贸rica estadounidense. Prueba de ello son las
palabras del embajador Todman comentadas algunos p谩rrafos m谩s arriba y el hecho
que, a帽os m谩s tarde, Washington sigui贸 comport谩ndose hacia la regi贸n pensando
en t茅rminos de balance de poderes. Porque si bien otorg贸 a la Argentina el
rango de principal aliado extra OTAN; apoy贸 a Brasil en su candidatura a
miembro permanente del Consejo de Seguridad (aspiraci贸n argentina) – siendo que
Brasil no se aline贸 con Estados Unidos en la crisis del Golfo; y permiti贸 la
compra de aviones de combate sofisticados a Chile. Adem谩s, jam谩s dej贸 de
presionar a nuestro pa铆s por cuestiones econ贸micas, comerciales o de seguridad
cuando alg煤n lobby interno as铆 lo
exig铆a.
El 11 de septiembre de 2.001, el mundo se estremeci贸 ante
los atentados que destruyeron el Centro Comercial del Mundo en Nueva York y
parte del Pent谩gono en Washington. Por primera vez desde los sucesos de Pearl
Harbor, el territorio de Estados Unidos sufr铆a un ataque. Y por primera vez
desde las guerras por la independencia contra Gran Breta帽a, el territorio
continental del pa铆s se ve铆a claramente agredido. Lo nuevo de este episodio, es
que las hostilidades no proven铆an de una naci贸n antagonista, sino de un enemigo
sin rostro claramente definido. Sin embargo, la administraci贸n de George W.
Bush, en poco tiempo, realiz贸 un retrato
del responsable de los hechos: Osama Bin Laden, y su grupo terrorista Al Qaeda.
As铆 nace la doctrina Bush: “O est谩n con nosotros o con los terroristas”. De
esta manera, de forma similar a la que se hiciera en los momentos iniciales de
la Guerra Fr铆a, se lanza una lucha global contra el enemigo. S贸lo que esta vez
el objetivo no era contenerlo, sino destruirlo.
Como
consecuencia de los ataques a Estados Unidos, se abre un debate acerca de la
respuesta argentina ante el evento. En esta ocasi贸n, a diferencia de lo
sucedido en 1.990 ante la crisis del golfo, el n煤mero de actores que participan
en el proceso decisorio se multiplica. El Parlamento, los ministros, los
diputados, el ex – presidente Menem, las fuerzas armadas, la opini贸n p煤blica,
son todos protagonistas, con sus intereses personales u organizacionales, de
los tiras y aflojes de esta decisi贸n. En otros t茅rminos, se trat贸 de un proceso
decisorio del tipo descripto por Allison como Modelo III, EN “La Esencia de la
Decisi贸n”:
"En
contraste con el Modelo I, el Modelo de la Pol铆tica Gubernamental o Burocr谩tica)
no considera a un actor unitario, sino a varios actores como
La intenci贸n del gobierno, es imitar la
decisi贸n menemista, aunque procurando salvar todas las apariencias legales
nacionales e internacionales para diferenciarse del estilo autoritario de la
administraci贸n anterior. En virtud de ello, la decisi贸n de un eventual env铆o de
tropas para una coalici贸n punitiva fue consultada con el Parlamento, as铆 como
con los vecinos regionales. De all铆 la resurrecci贸n del TIAR. Pero el gobierno
del presidente De la R煤a, plagado de contradicciones evidentes, se ech贸 atr谩s
en su objetivo inicial. Desisti贸 de mandar tropas al showdown[1]
estadounidense contra el Estado Asi谩tico en el que presumiblemente se
refugiaban los terroristas. Si bien no cont贸 con el pedido formal de ayuda
Estados Unidos, Menem tampoco lo hab铆a tenido, y sin embargo actu贸. El motivo
de la actitud es simple. Indecisiones del gobierno, peso de los actores participantes
del proceso decisorio; pero por sobre todas las cosas, los estrechos m谩rgenes
de acci贸n impuestos por el contexto externo.
En el caso del a帽o 2.001, la figura de la Alianza que
primero se manifest贸 en contra del env铆o de tropas argentinas al showdown en
Afganist谩n fue un hombre que a pesar de nos estar desempe帽ando funciones
legislativas en ese momento, era un pol铆tico relevante en la estructura de la
coalici贸n. Estoy haciendo referencia al Jefe de Gobierno de la Ciudad Aut贸noma
de Buenos Aires, An铆bal Ibarra, quien declar贸 que el pa铆s deb铆a comprometerse
con la paz; que deb铆a contribuir a poner una cuota de racionalidad para evitar
que los sucesos del 11 de septiembre se convirtieran en una espiral de
violencia. Afirm贸 asimismo
que el pa铆s deb铆a s铆 comprometerse con cualquier
medida preventiva de refuerzo a la seguridad, aunque decididamente no a
cualquier definici贸n de guerra, sea 茅sta convencional o no.
Alfredo Bravo del ARI y Carlos Raimundi del FREPASO, se
manifestaron contrarios al alineamiento a acr铆tico de la potencia global; y
hasta cuestionaron al presidente De la R煤a por decir que se sinti贸 agredido por
los atentados sufridos por Estados Unidos. Elisa Carri贸, l铆der del ARI,
denunci贸 que ser铆a un acto irresponsable si el gobierno nacional decidiese
sumarse a Estados Unidos en una expedici贸n militar punitiva contra Afganist谩n.
Horacio Pernasetti, jefe del bloque de diputados radicales fue m谩s all谩 a煤n,
situando el debate de la posible resultante pol铆tica en los t茅rminos de una
discusi贸n m谩s profunda que se dio a lo largo de toda las etapas de evoluci贸n de
nuestra pol铆tica exterior: neutralismo o participaci贸n. Este diputado,
contrariamente a las tendencias demostradas por el Poder Ejecutivo conducido
por un hombre de su partido, dijo que De la R煤a deber铆a respetar la tradici贸n
del radicalismo en el 谩mbito de la pol铆tica exterior y mantener a nuestro pa铆s
neutral del conflicto que se preparaba.
Dar铆o Alessandro, jefe del bloque del FREPASO en diputados
reclam贸 firmeza contra el terrorismo que mata gente inocente en el mundo, pero
proclam贸 que la Argentina debe actuar dentro del derecho internacional y en el
marco de las decisiones que tomen las Naciones Unidas y los pa铆ses de la
regi贸n; salvo que esto implique ir a la guerra. El ex Ministro del Interior
Federico Storani, en una posici贸n similar a la de 1.990, se manifest贸 contrario
a un presunto despliegue de tropas nacionales en el exterior por considerar que
no exist铆a ninguna guerra. Destac贸, sin embargo, que el pa铆s deb铆a colaborar
con la lucha contra el terrorismo, pero desde los organismos internacionales.
Argument贸, asimismo que en 1.990, con el env铆o de tropas al Golfo la Argentina
no hab铆a ganado nada. Que se hab铆a vulnerado la Constituci贸n al no haber
consultado el gobierno al Congreso en la participaci贸n de un bloqueo que de
acuerdo al derecho internacional p煤blico es un acto de guerra
En general, se puede decir que en el a帽o 2.001, la actitud
de los legisladores radicales – con algunas excepciones -, fue similar a la de
los justicialistas en 1.990, s贸lo que m谩s prudente. Los legisladores del
FREPASO fueron los que m谩s en茅rgicamente se manifestaron en contra del env铆o de
tropas argentinas a Afganist谩n, a煤n si las Naciones Unidas as铆 lo solicitasen.
Los peronistas, dominados por los sectores menemistas, volvieron a pronunciarse
a favor de una intervenci贸n de las tropas nacionales apoyando a las
estadounidenses. Justamente aunque fuera ya del 谩mbito parlamentario, desde su
arresto domiciliario en Don Torcuato, Menem, expres贸 su posici贸n.
El ex presidente argentino sugiri贸 que nuestro
pa铆s deber铆a alinearse inmediatamente con Estados Unidos y mostrar una actitud
mucho m谩s firme. Inclusive lleg贸 a
recomendar a De la R煤a que no espere la autorizaci贸n parlamentaria; as铆 como 茅l
hizo lo propio en 1.990. Adem谩s, en una reuni贸n que sostuvo Lincoln
Bloomfield, subsecretario de Acci贸n Pol铆tica y Seguridad del Departamento de
Estado, Miguel 脕ngel Toma, legislador justicialista curiosamente titular de la
comisi贸n de Defensa al igual que en 1.990, dijo que el pa铆s deber铆a mantenerse
coherente con la l铆nea instalada en 1.991, y manifest贸 su incondicional apoyo a
Washington y destac贸 que estaba de acuerdo con el env铆o de tropas nacionales.
Adujo como defensa de su argumento, que una respuesta militar estadounidense
ser铆a un acto en defensa propia, no de agresi贸n. Jos茅 L. Fern谩ndez Valoni,
diputado por Acci贸n por la Rep煤blica, partido de Domingo Cavallo, tambi茅n
adhiri贸 al env铆o de fuerzas.
Luego
del entusiasmo inicial del gobierno, los debates parlamentarios, la negativa
receptividad de la opini贸n p煤blica de los argumentos oficialistas, la ausencia
de pedido concreto de asistencia de parte de Estados Unidos o de la ONU y la
propia y cr贸nica indecisi贸n presidencial sobre todo, entre otros factores, fueron
elementos que influyeron en la
desconcertante resultante. El gobierno, algunos d铆as antes del inicio de las
operaciones b茅licas estadounidenses y brit谩nicas sobre Afganist谩n, emite un
documento en el que apoyaba decididamente las acciones que se llevan a cabo con
el prop贸sito de erradicar el flagelo mundial del terrorismo, pero que no estaba
planteado el env铆o de tropas.
Al d铆a siguiente, el vocero presidencial Juan Pablo
Baylac declar贸 en un programa radial que el pa铆s hab铆a ingresado en un debate
llamativo; ya que nadie hab铆a estado pidiendo tropas; por lo que la
participaci贸n argentina no ser铆a enviando contingentes armados. El Ministro de
Relaciones Exteriores Rodr铆guez Giavarini, resumi贸 en una sola frase la
posici贸n final de la pol铆tica exterior argentina ante los acontecimientos, que
es una s铆ntesis de la cl谩sica indecisi贸n de la gesti贸n delarru铆sta: “ni un paso
atr谩s, ni un paso adelante”; lo que significaba que no se retacear铆a la
colaboraci贸n con Washington, aunque no se pretend铆a aparecer ante la opini贸n
p煤blica como m谩s belicista que Estados Unidos.
A comienzos de octubre se conoci贸 el pedido oficial de
Estados Unidos: que Argentina enviara cascos azules a los Balcanes para
reemplazar a sus pares estadounidenses que ir铆an a prestar servicio en
Afganist谩n. La primera d茅cada del siglo XXI, muestra un sistema en transici贸n
hacia un nuevo concepto de seguridad global, en el cual es la potencia
hegem贸nica agredida aquella que determinar谩 de qu茅 manera habr谩n de colaborar
los aliados. Y en este caso, Condoleeza Rice, principal asesora de seguridad
nacional estadounidense, se encarg贸 de aclarar la postura de su pa铆s respecto
del apoyo argentino y regional: agradeci贸 la iniciativa diplom谩tica de
resucitar el TIAR, pero exigi贸 que Argentina, Brasil y Paraguay, se dediquen a
custodiar mejor la zona de las tres fronteras...
Nuestro gobierno se limit贸 entonces simplemente a ofrecer
que tropas argentinas reemplacen a los cascos azules estadounidenses en los
Balcanes, a fin de que 茅stos puedan cumplir sus obligaciones en Afganist谩n. Los
deseos y las motivaciones personales y organizacionales de los jugadores
end贸genos pesaron sin lugar a dudas en la resultante de este proceso de toma de
decisiones. Sin embargo, en este nuevo sistema que est谩 naciendo, el contexto
externo se impuso con todo su peso sobre nuestro pa铆s para demostrar que
independientemente de las buenas intenciones, en el siglo que se inicia es la
potencia hegem贸nica y no un Estado subordinado el que determinar谩 el nivel de
alineamiento aceptable.
Por todo lo expuesto, concluyo que la
pol铆tica exterior de la Rep煤blica Argentina de la 煤ltima d茅cada, al menos en el
aspecto de toma de decisiones, no ha presentado caracter铆sticas de modernidad.
En otras palabras, a pesar de la mayor apertura del proceso decisorio de la
primera administraci贸n nacional del siglo XXI, respecto de la precedente; las
decisiones tomadas en los casos de prueba seleccionados, constituyeron
simplemente respuestas reactivas a est铆mulos de variables contextuales tanto internas
como externas y no un producto de una iniciativa aut贸noma y cuidadosamente
estudiada de los actores participantes del proceso.
[1] El Diccionario "Webster" de la
lengua inglesa define la palabra showdown
como: "The final settlement of a
contested issue or the test of strength by which it is settled". En
castellano se traduce como "La
resoluci贸n final de un asunto disputado o la prueba de fuerzas mediante la cual
se resuelve". (Webster's Third New International Dictionary of the
English Language, Unabridged, Merriam - Webster inc. Publishers, Springfield,
Massachusetts, U.S.A., 1.993, page 2106). El diccionario castellano -
ingl茅s; ingl茅s - castellano "Simon and Schuster", define showdown como: "Confrontaci贸n decisiva,arreglo de cuentas, prueba definitiva de
fuerzas". (Simon and Schuster's International Spanish Dictionary,
Second Edition, Macmillan, New York, 1.997). Escog铆 este t茅rmino de la
lengua inglesa porque me pareci贸 el que m谩s concisa y apropiadamente define las
caracter铆sticas que tuvieron las acciones b茅licas estadounidenses sobre
Afganist谩n posteriores a los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2.001.

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