A 32 años de la Guerra del Golfo Pérsico: Cuál es la situación actual de los veteranos argentinos por su competente participación.
La otra noche me encontraba revisando viejas publicaciones de varios diarios y revistas de comienzos de la década de los noventas y en todas ellas, aparecían como la noticia más importante y de mayor tratamiento la “Crisis y la guerra del Golfo Pérsico”. Me detuve a releer aquellos artículos que hacían descripciones y análisis apocalípticos en donde, según los expertos militares de la época, se desataría una guerra de proporciones épicas que no se había visto desde la guerra de Vietnam o incluso desde el final de la segunda guerra mundial.
Revisando los hechos que crearon esta “crisis”, pude ver que, según los artículos de la época, describían al hecho desencadenante algo así como que “Saddam Hussein se levantó enojado y decidió arremeter sobre Kuwait”, algo tan simplón como irreverente pero que sirve como idea introductoria. Obviamente esto es solo una exagerada generalización de lo que ocurrió, pero por ahí iba la cosa. Al ver estos argumentos me pude dar cuenta que en esa época, la opinión pública se hallaba en un estado de inocencia tal, que aún se tragaba las sandeces que se publicaban por estos medios gráficos y donde la reina de las versiones que fundaban dichos artículos, provenía de los estudios centrales de la CNN en Atlanta, Georgia.
Al mirar en retrospectiva este histórico episodio que afecto indudablemente a la geopolítica del Oriente Medio y que involucro entre otros, nada menos que a la república Argentina, note que a pesar de lo que termino resultando esta crisis, quienes habían estado involucrados dando la cara por una decisión política del entonces gobierno de Carlos Menem, no estaban contemplados entre los veteranos que desde el final de aquel enfrentamiento, regresaron a sus países reconociéndoles sus tareas. Haciendo una rápida mirada sobre quiénes eran los que habían participado, todos los países que habían prestado apoyo a la llamada “Desert Storm” en 1991, habían sido además de condecoras, reconocidos por sus gobiernos como VETERANOS DE GUERRA.
Busque sin suerte para tratar de conocer cuál era la situación de los más de quinientos hombres de las embarcaciones argentinas y no encontré nada sobre ello. Si pude tener noticias sobre unos pedidos al
Congreso de la nación, en los que en forma particular solo algunos de ellos reclaman ese reconocimiento que según algunos datos arrimados, se hallan en estudio en la Comisión de Defensa. Al notar esto me pregunte ¿cuáles habrán sido los argumentos del gobierno para ralear a sus hombres enviados a una guerra abierta y que además, no era propia?
Sacando todo el trasfondo político –envuelto en un amplio trasfondo económico- que rodeo el envío de las dotaciones a bordo del destructor “ARA Alte Brown” (D-10) y la corbeta “ARA Spiro” (P-43) de la Armada Argentina a una zona virtualmente desconocida y para la que su doctrina naval no estaba especialmente entrenada, la remisión de estas dotaciones fue un acto político de estado muy audaz y hasta en cierto sentido inconsciente que de resultas, no beneficio objetivamente al país. Entonces, ¿Qué beneficio recibieron los efectivos que fueron participes activos de lo que se llamó la “Desert Storm”? y si esta pregunta no tuviera una respuesta, la cuestión es ¿Quiénes se beneficiaron con esta movida?
Por lo pronto la respuesta al primer cuestionamiento es claramente negativa. Y sobre la última cuestión, revisar entre los funcionarios políticos y militares de aquella administración puede traer respuestas muy incomodas; sobre esto trataremos en un próximo articulo.
Otra cuestión importante y que será tema de otro artículo, es ver cuáles fueron las previas y reales causas que llevaron a la creación de esa crisis mediante la invasión de Iraq, porque del análisis de ellas, veremos que el gobierno argentino de entonces fue simplemente usado para un juego que estaba previamente trazado.
Pero para ir al nudo de lo que éste articulo trata, la pregunta principal es ¿Cuáles son los argumentos para que estos efectivos sean reconocidos como veteranos de guerra? Pues bien, para comenzar, es un hecho notorio que la crisis que se extendió del 2 de agosto de 1990 hasta 16 de enero de 1991 fue la antesala de la guerra más cruenta de finales del siglo XX y que además de la muerte de miles de militares y cientos de miles civiles iraquíes, constituyó uno de los desastres humanitarios y ecológicos más terribles de la era moderna que incluso superó al desastre nuclear de Chernóbil en 1986.
Cuando me puse a conversar con un viejo amigo que se había desempeñado como ingeniero nuclear en Alemania y que había visitado los restos de ese reactor, me aseguró que no había comparación entre un hecho y otro. Es cierto, las causas son diferentes le dije pero las consecuencias son bastante similares y en el caso de las devenidas por la guerra del Golfo, son aún mayores. Incluso le dije, que los niveles de toxicidad radiactiva que se produjeron por el uso de ojivas de obuses, misiles y bombas con Uranio en territorio iraquí superaba el escape del reactor ucraniano.
Como era de esperar, su punto de vista meramente cientificista no podía ir más allá y la empatía con la que lo invitaba a relacionar un desastre –especialmente en el aspecto humanitario- con el otro, resultó una tarea infructuosa. Lo cierto es que en Chernóbil por efecto de la explosión murieron 50 personas. En los primeros bombardeos de la “Coalición aliada” sobre Kuwait e Iraq murieron miles de civiles y muchos cientos fueron heridos gravemente; a comparación con el primer efecto de lo ocurrido en Ucrania, la diferencia se nota a la vista. En cuanto a los efectos indirectos y residuales de la explosión en el reactor nuclear, las fuentes de “Foro de Chernóbil” que depende la OMS de Naciones Unidas (v. http://www-ns.iaea.org/meetings/rw-summaries/chernobyl_forum.asp ) ha establecido que a lo largo de los años y como consecuencia de la contaminación radiactiva, unos 9000 residentes murieron lentamente por todo tipo de afecciones cancerosas. En el caso de la posguerra del Golfo, los casos por deterioro de la salud y muerte por diversos tipos de cáncer, que incluyen a niños de veteranos, se cuentan por miles incluyendo a otros casi 250.000 casos que presentan alteraciones genéticas, deformaciones físicas y neurológicas en hijos, infecciones pulmonares y la lista sigue.
Veteranos yankis mivilizados
La magnitud del problema y por la cantidad de personal involucrado en todo esto, llevó a que a más de ocho años después de aquella guerra y presionados por miles de reclamos, el Pentágono le encargo a la Fundación de Investigación de Enfermedades Crónicas , que hiciera una investigación que solo dio un diagnostico “aproximado” sobre lo que puedo pasar. Según Howard Urnovitz uno de los investigadores y sus colegas, determinaron que las causas para las afecciones que se registraban en las filas de los veteranos del Golfo, era un coctel de toxinas presente en el periodo de las operaciones, sin precisar su origen. La parquedad de estos médicos estaba sentada en que, había fuertes presiones políticas por no contar más allá de lo conveniente.
Recordemos que la versión oficial del Pentágono y la Casa Blanca en momentos que se iniciaron las operaciones militares contra Iraq (enero 1991), era que en dicho Teatro de operaciones, no habían armas químicas o que, sus militares habían anulado la amenaza de que los iraquíes pudieran usarlas, una mentira que quedaría descubierta casi de inmediato y comprobada fatalmente por los propios soldados de la Coalición.
Cabe recordar que cuando el Pentágono quiso guardar bajo la alfombra todo este asunto y ante las evidencias que les rodeaban, se vieron obligados a realizar sus “propias investigaciones” en las cuales –y así quedo comprobado- quisieron reducir el impacto de las cifras que involucraba todo éste problema. Y solo estamos hablando de los militares de la Coalición; si mirábamos las consecuencias sobre la población civil iraquí y el medio ambiente en el que debían vivir tras la saturación de elementos químicos como el Uranio, Fósforo y los gases venenosos que se habían condensado por el humo de los pozos ardiendo al sur, la situación era –y aún sigue siéndolo- catastrófica.
Efectos del Uranio sobre niños iraquies
Ahora bien, el desencadenante de toda esta desgracia colectiva fue un acto, uno que oficialmente se ejecuto con el vencimiento del ULTIMATUM que Washington logró instalar ante el Consejo de seguridad, dándole la legalidad internacional necesaria para una acción bélica que desalojara Kuwait de fuerzas iraquíes. La historia la llamó “la primera guerra del Golfo” y como bien reza este título se trato de una verdadera “guerra”, un enfrentamiento armado que se dio entre dos bandos bien distinguidos en cuanto a sus posiciones geográficas y sus finalidades en el campo de batalla. Y si bien por el despliegue del tipo de armamentos que lo describiría como de tipo convencional, las investigaciones posteriores y que quedaron corroboradas con los miles de casos de afectados por el “Síndrome del Golfo” y los testimonios de oficiales del ejército iraquí, sin dudas se trató de una guerra en la que de ambas partes se utilizaron armas de destrucción masiva que incluso, de no haberse detenido, hubiera escalado al uso por parte de la Coalición Aliada de ojivas nucleares tácticas.
Para lograr los propósitos militares que se establecieron en los cuarteles del USCENTCOM, los generales y almirantes norteamericanos necesitaron de un apoyo extraordinario con el cual, sus fuerzas ofensivas se dedicaran de lleno y sin distracciones a las operaciones sobre las fuerzas iraquíes. Fue por ese motivo y no otro, por el cual Washington convocó a tantos países fueren posibles para que dieran una mano para doblegar el poderío de un Iraq que en ese entonces además de poseer un ejército de un millón de hombres, -y como quedo cabalmente corroborado- tenía armas ofensivas temibles y capacidades reales de moverlas y usarlas con elementos químicos y biológicos.
Tal como lo señalan los informes oficiales y extraoficiales de la época, fue el establecimiento de un tren logístico naval monstruoso el que proporcionó a las fuerzas de ataque de la Coalición, la posibilidad de éxito. Y precisamente, como lo citan algunos autores, el movimiento de material, municiones, pertrechos y combustible para portaaviones fue trasladado en un 95% por las aguas del golfo para lo cual, se montaron grupos de Tareas tácticas vitales para asegurar la llegada a destino; precisamente fue en la “Operation Alfil I” es que los argentinos trabajaron junto a los australianos para que esos objetivos se cumpliesen sin advertir a los peligros que se enfrentaban. Sobre esto último, según fuentes reservadas, la boca del estrecho de Ormuz por donde entraban los convoyes navales se había convertido en uno de los blancos del Muhabarat iraquí que, según algunos documentos detallan variadas tácticas de sabotaje, minado nocturno y hasta ataques suicidas con barcos de mediano porte.
En resumen, cuando los norteamericanos regresaron a sus bases en EEUU, el Congreso les reconoció, para quienes pasaban a retiro y casi automáticamente sus calidades de Veteranos con los beneficios que dicha condición les otorga y que, tras haber comenzado a detectar que habían sido expuestos a peligros invisibles a sus ojos y de los cuales no fueron informados tras largos años de reclamo y lucha con el gobierno federal lograron conquistar más beneficios
En el caso de los efectivos argentinos, el estado tiene una deuda sin saldar, una que algunos han comenzado a reclamar y que tarde o temprano el estado al que sirvieron deberá honrar.
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