Causas, consecuencias y secuelas jurídicas de la Crisis iraquí-kuwaiti y posterior guerra del Golfo Pérsico de 1991
PRIMERA PARTE
Los hechos son a la historia como la argamasa para los ladrillos que construirán una pared solida. Sin aquellos es muy difícil de estructurar y contar un evento histórico con la mayor precisión y neutralidad posible. La crisis y guerra del Golfo Pérsico de 1990 a 1991 es sin dudas uno de ellos que pese a la importancia que ha tenido para la evolución de la historia geopolítica contemporánea no solo en el Medio Oriente sino a nivel global, ha sido muy poco tratada en lo referente a la faz jurídica de sus causas y consecuencias.
Obviamente no podemos abordar este tema en un simple artículo, pero haremos un esfuerzo por esbozar un panorama orientador que iremos desarrollando en posteriores presentaciones.
Si bien el 2 de agosto de 1990 los diarios y los noticieros del mundo informaban de la invasión de Iraq sobre el Emirato de Kuwait, ello escondía una compleja trama casuística ajena al conocimiento público e incluso a varios de los gobiernos occidentales que tomarían intervención (especialmente el argentino). Sin lugar a dudas existió desde el punto de vista de la Carta de Naciones Unidas, una agresión[1] reprochable del estado iraquí para con su vecino Kuwait pero ¿Qué causó aquella reacción y quiénes la respaldaron? Y una vez producida esta crisis ¿Qué caminos se tomaron para encarar y resolver esta situación?
Desde la retorica anglosajona encabezada por Washington, la acción de Iraq había ido contra la “Comunidad Internacional” en la cual, se agrupan los países, como actores estatales sujetos de derechos y obligaciones pero, había un par de preguntas a contestar ¿Qué alcance jurídico tenía por aquel entonces la tan mencionada Comunidad internacional?[2] ¿Era considerado Iraq un miembro de esa comunidad? Y si así fue ¿por qué no se le reconocieron los derechos como tal?
La historia del encono entre ambas entidades árabes viene desde la caída del imperio Otomano y la intervención de las potencias coloniales europeas lo agravo aun más. Esto se dio cuando Francia y Gran Bretaña se repartieron de forma arbitraria los territorios de toda la península árabe y la Mesopotamia bajo el bizarro Tratado Sykes-Pickot[3] firmado por ambos el 16 de mayo de 1916. Si bien Iraq había sido una provincia Otomana hasta 1920 y Kuwait ya tenía una identidad propia, ello no fue la génesis del asunto.
Tropas iraquies liberan la península Al Fao
En 1980 Saddam y el Partido Baath vieron con recelo el crecimiento de la revolución teológica chiita iraní y más allá de las históricas disputas por el control del canal Chatt Al Arab fue instigado por occidente (EEUU y la UEO)[4] para garantizar que aquella no rebalsara sobre el Golfo Pérsico.
Durante 8 años Iraq había servido de escudo humano (con el apoyo directo de EEUU desde 1986)[5] para frenar la amenaza de la tan maquinada desde occidente subversión chiita de la revolución iraní que atemorizaba a las monarquías árabes de Arabia Saudita y Kuwait las cuales no se vieron amenazadas, gracias al sacrificio iraquí[6]. En este marco, Hussein clamaba contra la ingratitud de sus primos ricos quienes por sus actitudes parecían desconocer el sacrificio que había hecho su pueblo. Era por ello que el robo que Kuwait llevaba adelante mediante sus perforaciones clandestinas y la violación de las cuotas de producción, era intolerable.
Antes de que se produjera este evento y en los meses previos, había una tensa situación diplomática entre Bagdad y Kuwait City producto de reclamaciones de compensaciones de guerra, la sobre producción de petróleo que bajaba los precios[7] y las denuncias cruzadas por robo de crudo usando perforaciones inclinadas en los campos iraquíes de “Al Rumailah”[8]. Sobre esto último, el canciller iraquí Tarik Aziz denunció que el robo venía desde 1980 y que el valor del crudo extraido ascendía a unos 2.400 millones de dólares.
Pero ¿Por qué Saddam Hussein y los jeques de la familia Al Sabah no llevaron el tema ante Naciones Unidas o incluso ante la Liga Árabe? El nudo del problema ya se venía tratando a puertas cerradas entre la familia árabe y el 28 de mayo de 1990 se celebro una cumbre en Bagdad donde Saddam dejo en claro ante sus concurrentes mediante un discurso las consecuencias de lo que califico como “una agresión”[9].
Como Bagdad vio que sus vecinos se mantenían inconmovibles, el 16 de julio Saddam Hussein dio curso a un memorándum al gobierno de Kuwait que vehiculizó a través de la “Liga Árabe” donde se reproducían las demandas anteriormente alegadas.
Pese a ello, los kuwaitíes hicieron oídos sordos. Por lo pronto ventilar el asunto en foros internacionales parecía un sin sentido, ello porque ambos, muy polarizados en sus posturas y sin querer escucharse. cada uno por su lado prefirieron escuchar los consejos de Washington de no levantar polvareda y resolver sus asuntos entre ellos que claramente estaba centrado en las ganancias del petróleo (obviamente con el seguimiento de EEUU).
Fue allí sin dudas donde como dice el dicho “el diablo metió la cola”.
Precisamente sobre la postura de Washington, las señales eran tan ambiguas como confusas. Si bien alegaba no tener una política en lo referente a los conflictos entre árabes, el 24 de julio llevo a cabo un ejercicio anfibio junto a las fuerzas armadas de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y desplegaba algunas fragatas al norte del golfo, mientras al mismo tiempo le aseguraba a Bagdad que no habría interferencias en sus asuntos vecinales.
Embajadora April Glaspie saliendo de su reunión con Hussein
Sobre esto último, no hay que olvidar aquel encuentro en Bagdad entre la embajadora estadounidense April Glaspie con el presidente Saddam Hussein en la tarde del 25 de julio de 1990, que puso en tela de juicio y despertó muchas sospechas sobre cual fue el propósito de su visita y el mensaje que le entrego al mandatario iraquí. Recordemos que las primeras versiones del contenido de esa entrevista, Glaspie le habría trasmitido a Saddam Hussein el apoyo de Washington ante sus reclamaciones pero que los funcionarios de la administración en La Casa Blanca negaron posteriormente.
Este episodio dejo en evidencia una intensión que lejos de buscar calmar las aguas, EEUU potenció el desenlace de la agresión indicando una deliberada provocación.
Para tratar de dirimir esta situación y pretendiendo ser neutral, Riad hizo de intermediario y kuwaitíes e iraquíes se reunieron entre el 31 de julio al 1 de agosto en “Jeddah” sin lograr nada por la intransigencia kuwaiti. Horas después las tropas iraquíes entrarían en Kuwait[10].
82° Aerotransportada desembarcando en Riad, Arabia Saudita
Ante todo debemos preguntarnos ¿Quiénes debían intervenir o quiénes tenían la legitimidad para intervenir en aquella crisis? Desde aquí veremos que, no fue Naciones Unidas quien encabezo los esfuerzos por tratar de distender la situación ya que se vio eclipsada por la labor de La Casa Blanca que, mucho antes de que la organización tomara cartas en el asunto, movilizó sus primeras fuerzas de combate a Arabia Saudita[11].
Si vemos esto desde un punto de vista jurídico, ello no tiene sentido salvo –que como lo veríamos luego- había un plan determinado para encarar un conflicto con una finalidad estratégica y política al largo plazo bien definida. Así, vemos que conforme avanzaron los días, la indebida influencia política de EEUU sobre un organismo que debería haber garantizado la neutralidad, llevó a que se trabaran varias iniciativas para distender la situación e incluso lograr la retirada de Iraq. Incluso la retorica agresiva de La Casa Blanca solo provocaba mayores provocaciones que suscitaban respuestas agresivas con consecuencias en el mercado del petróleo[12].
La responsabilidad iraquí dentro del espectro del derecho internacional[13] por esta agresión estaba clara pero, Naciones Unidas no tenía herramientas jurídicas más allá de sus resoluciones no vinculantes y sanciones del Consejo de Seguridad. Ello no excusaba a la organización de arbitrar otros medios de solución y de medir los movimientos que EEUU estaba realizando en paralelo porque, si había que garantizar la paz ¿Cómo podía interpretarse la movilización masiva de armamentos y ejércitos que Washington estaba impulsando en la región de conflicto?
La disyuntiva es clara. O se establecían negociaciones diplomáticas sin preconceptos (referidos al uso de lenguaje tendencioso: régimen, dictador, criminal entre otros) o se prepararía una operación militar con meros fines de escarmiento. Naciones Unidas conforme al Capitulo VII de su Carta orgánica debía velar por aquel fin por los carriles más razonables y obviamente sin contradecir la misma letra de la ley. Incluso, leyendo los artículos 41 y 42 de dicho capitulo, no se hace mención ni surge una explicita autorización para el uso de la fuerza y menos en la proporción en la que se vería a posterior[14]. Si preservar la paz o reestablecerla era el objetivo primordial del foro ¿Cómo podía explicarse el paulatino incremento de fuerzas bélicas en la región sin una debida intervención de su organización? Era como echar combustible para apagar un incendio.
La evolución de los acontecimientos en aquella oportunidad y las consecuencias que ello produjo hasta el presente en la región, demostraron que EEUU -mas allá de las resoluciones de la ONU- se preparo para la guerra contra Iraq y nunca tuvo la intensión de permitir un arreglo negociado al estilo de las Conferencias de Ginebra.
Sin dudas que la agresión iraquí sobre Kuwait era reprochable y condenable pero, aquello era un hecho consumado y por lo pronto Naciones Unidas debía arbitrar medios para mantener la paz y al mismo tiempo buscar los mecanismos para reestablecer la normalidad entre ambas partes. Lo que se vio inmediatamente al 2 de agosto con el despliegue de la llamada “Operación Escudo Del Desierto” y la ejecución de la “Tormenta del Desierto” no solo contradice los principios que inspiraron a la Carta orgánica y la más forzada interpretación del Capitulo VII, sino que llevó a que, bajo los argumentos de “mantenimiento de la paz y la seguridad”, -y como veremos en un próximo capitulo- se termino ejerciendo un desproporcionado castigo colectivo contra Iraq.
...............................................................
[1] Resolución 3314 (XXIX) de la Asamblea General de Naciones Unidas define a la agresión como “La agresión es el uso de la fuerza armada por un Estado contra la soberanía, la integridad territorial o la independencia política de otro Estado, o en cualquier otra forma incompatible con la Carta de las Naciones Unidas, tal como se enuncia en la presente Definición”
[2] El término aun no goza de una precisión jurídica y por aquel entonces fue usado por Washington con una clara finalidad política. El solo concepto de Comunidad apareja una serie de elementos que como la moral que comparten sus miembros, encuentra un dilema en el conflicto dado entre países de una misma cultura y religión como Iraq y Kuwait.
[3] La firma de este Tratado entre CHARLES GEORGE PICKOT y MARC SYKES se dio en el contexto del fin de la Primera Guerra Mundial y el mismo refirió al reparto entre ambas potencias de los vastos territorios del derrotado imperio Otomano y que más tarde fue origen de todo tipo de conflictos limítrofes.
[4] Más allá del puntual perjuicio político que represento para EEUU el asunto de los rehenes en Teherán, compartían con la Unión Europea Occidental la preocupación por la agitación que se hacía contra Israel.
[5] A finales de 1986 Washington se inclino decididamente por un apoyo directo a Iraq para evitar que Irán se apoderara de Basora. Con ello se amplio la transferencia de armamento y tecnología militar con el consiguiente endeudamiento del país. Al mismo tiempo saldría a la luz una escandalosa operación de ventas de armas a Irán, ejecutada por la inteligencia estadounidense y que se conoció como IRAN-GATE.
[6] Al cruento sacrificio en sangre Iraq también contrajo una deuda externa descomunal de 70 mil millones de dólares por lo cual Bagdad quería que Arabia Saudita y Kuwait cumplieran con su promesa de condonarle su deuda.
[7] En 1989 la producción petrolera de Kuwait era de 162 millones de toneladas contra 97 millones de toneladas producidas por Iraq demostrando que el emirato no respetaba las cuotas fijadas por la OPEP.
[8] The New York Times. Com. “Confrontation in the Gulf. The Oilfield lying below the Iraq-kuwait dispute”, https://www.nytimes.com/1990/09/03/world/confrontation-in-the-gulf-the-oilfield-lying-below-the-iraq-kuwait-dispute.html
[9] SALINGER. P, LAURENT. E, Guerra del Golfo, Barcelona, 1991, p. 47 y sstes.
[10] A pesar de que la inteligencia NSA y la CIA estaban al tanto de los movimientos de tropas iraquíes, no pusieron de sobreaviso a los jeques Al Sabah.
[11] La 82° Infanteria Aerotransportada llego con todo su equipo el 9 de agosto a Arabia Saudita.
[12] Ante las continuas arengas de George H. Bush Bagdad el 20 de septiembre advierte que si es atacado destruirá los pozos petroleros de Kuwait. Para el 21 de septiembre el precio del petróleo trepo de 28 a 35 dólares el barril.
[13] De acuerdo al artículo 53 del Convenio de Viena sobre Derecho de los Tratados de 1969 define la obligatoriedad e imperatividad de las normas Ius Cogens del Derecho internacional público.
[14] Uno de los episodios que demostró la cruenta campaña de bombardeos de la Coalición sobre Iraq, evidencio una magnitud que iba más allá de los términos “mantenimiento de la paz y la seguridad”; El País.com. “Bombas sobre 15 ciudades iraquíes”, Publicado el 14 de febrero de 1991. https://elpais.com/diario/1991/02/15/internacional/666572406_850215.html
Los hechos son a la historia como la argamasa para los ladrillos que construirán una pared solida. Sin aquellos es muy difícil de estructurar y contar un evento histórico con la mayor precisión y neutralidad posible. La crisis y guerra del Golfo Pérsico de 1990 a 1991 es sin dudas uno de ellos que pese a la importancia que ha tenido para la evolución de la historia geopolítica contemporánea no solo en el Medio Oriente sino a nivel global, ha sido muy poco tratada en lo referente a la faz jurídica de sus causas y consecuencias.
Obviamente no podemos abordar este tema en un simple artículo, pero haremos un esfuerzo por esbozar un panorama orientador que iremos desarrollando en posteriores presentaciones.
Si bien el 2 de agosto de 1990 los diarios y los noticieros del mundo informaban de la invasión de Iraq sobre el Emirato de Kuwait, ello escondía una compleja trama casuística ajena al conocimiento público e incluso a varios de los gobiernos occidentales que tomarían intervención (especialmente el argentino). Sin lugar a dudas existió desde el punto de vista de la Carta de Naciones Unidas, una agresión[1] reprochable del estado iraquí para con su vecino Kuwait pero ¿Qué causó aquella reacción y quiénes la respaldaron? Y una vez producida esta crisis ¿Qué caminos se tomaron para encarar y resolver esta situación?
Desde la retorica anglosajona encabezada por Washington, la acción de Iraq había ido contra la “Comunidad Internacional” en la cual, se agrupan los países, como actores estatales sujetos de derechos y obligaciones pero, había un par de preguntas a contestar ¿Qué alcance jurídico tenía por aquel entonces la tan mencionada Comunidad internacional?[2] ¿Era considerado Iraq un miembro de esa comunidad? Y si así fue ¿por qué no se le reconocieron los derechos como tal?
La historia del encono entre ambas entidades árabes viene desde la caída del imperio Otomano y la intervención de las potencias coloniales europeas lo agravo aun más. Esto se dio cuando Francia y Gran Bretaña se repartieron de forma arbitraria los territorios de toda la península árabe y la Mesopotamia bajo el bizarro Tratado Sykes-Pickot[3] firmado por ambos el 16 de mayo de 1916. Si bien Iraq había sido una provincia Otomana hasta 1920 y Kuwait ya tenía una identidad propia, ello no fue la génesis del asunto.
Tropas iraquies liberan la península Al Fao
En 1980 Saddam y el Partido Baath vieron con recelo el crecimiento de la revolución teológica chiita iraní y más allá de las históricas disputas por el control del canal Chatt Al Arab fue instigado por occidente (EEUU y la UEO)[4] para garantizar que aquella no rebalsara sobre el Golfo Pérsico.
Durante 8 años Iraq había servido de escudo humano (con el apoyo directo de EEUU desde 1986)[5] para frenar la amenaza de la tan maquinada desde occidente subversión chiita de la revolución iraní que atemorizaba a las monarquías árabes de Arabia Saudita y Kuwait las cuales no se vieron amenazadas, gracias al sacrificio iraquí[6]. En este marco, Hussein clamaba contra la ingratitud de sus primos ricos quienes por sus actitudes parecían desconocer el sacrificio que había hecho su pueblo. Era por ello que el robo que Kuwait llevaba adelante mediante sus perforaciones clandestinas y la violación de las cuotas de producción, era intolerable.
Antes de que se produjera este evento y en los meses previos, había una tensa situación diplomática entre Bagdad y Kuwait City producto de reclamaciones de compensaciones de guerra, la sobre producción de petróleo que bajaba los precios[7] y las denuncias cruzadas por robo de crudo usando perforaciones inclinadas en los campos iraquíes de “Al Rumailah”[8]. Sobre esto último, el canciller iraquí Tarik Aziz denunció que el robo venía desde 1980 y que el valor del crudo extraido ascendía a unos 2.400 millones de dólares.
Pero ¿Por qué Saddam Hussein y los jeques de la familia Al Sabah no llevaron el tema ante Naciones Unidas o incluso ante la Liga Árabe? El nudo del problema ya se venía tratando a puertas cerradas entre la familia árabe y el 28 de mayo de 1990 se celebro una cumbre en Bagdad donde Saddam dejo en claro ante sus concurrentes mediante un discurso las consecuencias de lo que califico como “una agresión”[9].
Como Bagdad vio que sus vecinos se mantenían inconmovibles, el 16 de julio Saddam Hussein dio curso a un memorándum al gobierno de Kuwait que vehiculizó a través de la “Liga Árabe” donde se reproducían las demandas anteriormente alegadas.
Pese a ello, los kuwaitíes hicieron oídos sordos. Por lo pronto ventilar el asunto en foros internacionales parecía un sin sentido, ello porque ambos, muy polarizados en sus posturas y sin querer escucharse. cada uno por su lado prefirieron escuchar los consejos de Washington de no levantar polvareda y resolver sus asuntos entre ellos que claramente estaba centrado en las ganancias del petróleo (obviamente con el seguimiento de EEUU).
Fue allí sin dudas donde como dice el dicho “el diablo metió la cola”.
Precisamente sobre la postura de Washington, las señales eran tan ambiguas como confusas. Si bien alegaba no tener una política en lo referente a los conflictos entre árabes, el 24 de julio llevo a cabo un ejercicio anfibio junto a las fuerzas armadas de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y desplegaba algunas fragatas al norte del golfo, mientras al mismo tiempo le aseguraba a Bagdad que no habría interferencias en sus asuntos vecinales.
Embajadora April Glaspie saliendo de su reunión con Hussein
Sobre esto último, no hay que olvidar aquel encuentro en Bagdad entre la embajadora estadounidense April Glaspie con el presidente Saddam Hussein en la tarde del 25 de julio de 1990, que puso en tela de juicio y despertó muchas sospechas sobre cual fue el propósito de su visita y el mensaje que le entrego al mandatario iraquí. Recordemos que las primeras versiones del contenido de esa entrevista, Glaspie le habría trasmitido a Saddam Hussein el apoyo de Washington ante sus reclamaciones pero que los funcionarios de la administración en La Casa Blanca negaron posteriormente.
Este episodio dejo en evidencia una intensión que lejos de buscar calmar las aguas, EEUU potenció el desenlace de la agresión indicando una deliberada provocación.
Para tratar de dirimir esta situación y pretendiendo ser neutral, Riad hizo de intermediario y kuwaitíes e iraquíes se reunieron entre el 31 de julio al 1 de agosto en “Jeddah” sin lograr nada por la intransigencia kuwaiti. Horas después las tropas iraquíes entrarían en Kuwait[10].
82° Aerotransportada desembarcando en Riad, Arabia Saudita
Ante todo debemos preguntarnos ¿Quiénes debían intervenir o quiénes tenían la legitimidad para intervenir en aquella crisis? Desde aquí veremos que, no fue Naciones Unidas quien encabezo los esfuerzos por tratar de distender la situación ya que se vio eclipsada por la labor de La Casa Blanca que, mucho antes de que la organización tomara cartas en el asunto, movilizó sus primeras fuerzas de combate a Arabia Saudita[11].
Si vemos esto desde un punto de vista jurídico, ello no tiene sentido salvo –que como lo veríamos luego- había un plan determinado para encarar un conflicto con una finalidad estratégica y política al largo plazo bien definida. Así, vemos que conforme avanzaron los días, la indebida influencia política de EEUU sobre un organismo que debería haber garantizado la neutralidad, llevó a que se trabaran varias iniciativas para distender la situación e incluso lograr la retirada de Iraq. Incluso la retorica agresiva de La Casa Blanca solo provocaba mayores provocaciones que suscitaban respuestas agresivas con consecuencias en el mercado del petróleo[12].
La responsabilidad iraquí dentro del espectro del derecho internacional[13] por esta agresión estaba clara pero, Naciones Unidas no tenía herramientas jurídicas más allá de sus resoluciones no vinculantes y sanciones del Consejo de Seguridad. Ello no excusaba a la organización de arbitrar otros medios de solución y de medir los movimientos que EEUU estaba realizando en paralelo porque, si había que garantizar la paz ¿Cómo podía interpretarse la movilización masiva de armamentos y ejércitos que Washington estaba impulsando en la región de conflicto?
La disyuntiva es clara. O se establecían negociaciones diplomáticas sin preconceptos (referidos al uso de lenguaje tendencioso: régimen, dictador, criminal entre otros) o se prepararía una operación militar con meros fines de escarmiento. Naciones Unidas conforme al Capitulo VII de su Carta orgánica debía velar por aquel fin por los carriles más razonables y obviamente sin contradecir la misma letra de la ley. Incluso, leyendo los artículos 41 y 42 de dicho capitulo, no se hace mención ni surge una explicita autorización para el uso de la fuerza y menos en la proporción en la que se vería a posterior[14]. Si preservar la paz o reestablecerla era el objetivo primordial del foro ¿Cómo podía explicarse el paulatino incremento de fuerzas bélicas en la región sin una debida intervención de su organización? Era como echar combustible para apagar un incendio.
La evolución de los acontecimientos en aquella oportunidad y las consecuencias que ello produjo hasta el presente en la región, demostraron que EEUU -mas allá de las resoluciones de la ONU- se preparo para la guerra contra Iraq y nunca tuvo la intensión de permitir un arreglo negociado al estilo de las Conferencias de Ginebra.
Sin dudas que la agresión iraquí sobre Kuwait era reprochable y condenable pero, aquello era un hecho consumado y por lo pronto Naciones Unidas debía arbitrar medios para mantener la paz y al mismo tiempo buscar los mecanismos para reestablecer la normalidad entre ambas partes. Lo que se vio inmediatamente al 2 de agosto con el despliegue de la llamada “Operación Escudo Del Desierto” y la ejecución de la “Tormenta del Desierto” no solo contradice los principios que inspiraron a la Carta orgánica y la más forzada interpretación del Capitulo VII, sino que llevó a que, bajo los argumentos de “mantenimiento de la paz y la seguridad”, -y como veremos en un próximo capitulo- se termino ejerciendo un desproporcionado castigo colectivo contra Iraq.
...............................................................
[1] Resolución 3314 (XXIX) de la Asamblea General de Naciones Unidas define a la agresión como “La agresión es el uso de la fuerza armada por un Estado contra la soberanía, la integridad territorial o la independencia política de otro Estado, o en cualquier otra forma incompatible con la Carta de las Naciones Unidas, tal como se enuncia en la presente Definición”
[2] El término aun no goza de una precisión jurídica y por aquel entonces fue usado por Washington con una clara finalidad política. El solo concepto de Comunidad apareja una serie de elementos que como la moral que comparten sus miembros, encuentra un dilema en el conflicto dado entre países de una misma cultura y religión como Iraq y Kuwait.
[3] La firma de este Tratado entre CHARLES GEORGE PICKOT y MARC SYKES se dio en el contexto del fin de la Primera Guerra Mundial y el mismo refirió al reparto entre ambas potencias de los vastos territorios del derrotado imperio Otomano y que más tarde fue origen de todo tipo de conflictos limítrofes.
[4] Más allá del puntual perjuicio político que represento para EEUU el asunto de los rehenes en Teherán, compartían con la Unión Europea Occidental la preocupación por la agitación que se hacía contra Israel.
[5] A finales de 1986 Washington se inclino decididamente por un apoyo directo a Iraq para evitar que Irán se apoderara de Basora. Con ello se amplio la transferencia de armamento y tecnología militar con el consiguiente endeudamiento del país. Al mismo tiempo saldría a la luz una escandalosa operación de ventas de armas a Irán, ejecutada por la inteligencia estadounidense y que se conoció como IRAN-GATE.
[6] Al cruento sacrificio en sangre Iraq también contrajo una deuda externa descomunal de 70 mil millones de dólares por lo cual Bagdad quería que Arabia Saudita y Kuwait cumplieran con su promesa de condonarle su deuda.
[7] En 1989 la producción petrolera de Kuwait era de 162 millones de toneladas contra 97 millones de toneladas producidas por Iraq demostrando que el emirato no respetaba las cuotas fijadas por la OPEP.
[8] The New York Times. Com. “Confrontation in the Gulf. The Oilfield lying below the Iraq-kuwait dispute”, https://www.nytimes.com/1990/09/03/world/confrontation-in-the-gulf-the-oilfield-lying-below-the-iraq-kuwait-dispute.html
[9] SALINGER. P, LAURENT. E, Guerra del Golfo, Barcelona, 1991, p. 47 y sstes.
[10] A pesar de que la inteligencia NSA y la CIA estaban al tanto de los movimientos de tropas iraquíes, no pusieron de sobreaviso a los jeques Al Sabah.
[11] La 82° Infanteria Aerotransportada llego con todo su equipo el 9 de agosto a Arabia Saudita.
[12] Ante las continuas arengas de George H. Bush Bagdad el 20 de septiembre advierte que si es atacado destruirá los pozos petroleros de Kuwait. Para el 21 de septiembre el precio del petróleo trepo de 28 a 35 dólares el barril.
[13] De acuerdo al artículo 53 del Convenio de Viena sobre Derecho de los Tratados de 1969 define la obligatoriedad e imperatividad de las normas Ius Cogens del Derecho internacional público.
[14] Uno de los episodios que demostró la cruenta campaña de bombardeos de la Coalición sobre Iraq, evidencio una magnitud que iba más allá de los términos “mantenimiento de la paz y la seguridad”; El País.com. “Bombas sobre 15 ciudades iraquíes”, Publicado el 14 de febrero de 1991. https://elpais.com/diario/1991/02/15/internacional/666572406_850215.html
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