“Actualmente existe una paz precaria y es indispensable que la comunidad internacional, en sus esfuerzos por garantizar la paz, muestre la misma determinación y eficacia que tuvo para terminar la agresión”.
JAVIER PEREZ DE CUELLAR
América Latina dio una respuesta compleja al desafío. Respaldó, sin fisuras, a la razón y al derecho condenando la agresión iraquí, pero no llegó a ofrecer aun el testimonio que en realidad más interesa a los forjadores de aquel nuevo orden: el concurso -aun simbólico- al esfuerzo bélico.
Los gobiernos de los grandes, como México y Brasil no están convencidos de que ese camino sea el mejor. Los protagonistas de la crisis y las circunstancias históricas de la Argentina concurrieron para elegirlo como el primer país de este subcontinente que cruzaría la linea de la historia, sumándose a la nueva coalición pos guerra fría.
Carlos Saúl Menem será juzgado -en algún momento futuro- por la claridad para identificar intereses nacionales y por la eficiencia para servirlos, con la decisión que adoptó. Como gobernante demandó al país el riesgo de vidas y patrimonio. Nadie en su circunstancia puede pedir más y -lo quiera o no- enfrenta el riesgo de convocar a un sacrificio inútil.
Una vez que se comprende que esta es su esencia, puede analizarse el marco formal de la decisión. Sus elementos centrales son:
* El Consejo de Seguridad de las Naciónes Unidas legalizó el bloqueo naval -que se extenderá seguramente al espacio aéreo- contra Irak aplicado. También autorizó a los estados participantes a solicitar ayuda a otros países recomendando -sin demandar- una respuesta favorable.
* La Carta Orgánica de la ONU es ley de la Nación Argentina. Las obligaciones que fija -en especial las referidas al mantenimiento y restablecimiento de la paz internacional (Capítulo VII)- son de vigencia plena para el país. El artículo 43 establece con claridad que los miembros del sistema de la ONU se obligan a proveer al organismo la ayuda necesaria.
* Pero el Consejo no ha demandado -según los términos de la Carta de la ONU- tal contribución ni a la Argentina, ni a ningún otro país. No ha decidido la integración de fuerza de paz alguna y sigue invocando en sus resoluciones la acciones y previstas en el artículo 41, que son no militares. Solo abrió la puerta para el uso de la fuerza para hacer cumplir las sanciones sin mencionar explícitamente la posibilidad y aplicando la limitación de un criterio de razonabilidad.
* Para que una solicitud de contribución bélica tuviese fuerza plena el Consejo debería haber hallado justificación -hasta ahora no lo hizo- para invocar el artículo 42 (empleo de la fuerza) y aun así la obligación de contribuir estaría condicionada a la elaboración de uno o más convenios especiales. El Comité de Estado Mayor (artículo 47) sigue sin ser convocado desde la guerra de Corea y Washington parece ser el más interesado en dejarlo dormir su sopor histórico, porque no quiere transformar en multilateral una cadena de mando que ahora le es exclusiva en esencia. Uno de los motivos que llevó ayer a Bush a relevar al jefe de su fuerza aérea fue que éste decidió sincerar la intención de su país de no compartir el mando.
* La fuerza multinacional desplegada en el golfo no es una fuerza de paz y no todas las posibilidades de acción al alcance de su comando se inscriben en el marco de la ley internacional. Puede convertirse, en un abrir y cerrar de ojos históricos, en una fuerza beligerante.
* Si existiese una solicitud del Consejo de Seguridad, formulada de acuerdo a derecho, o si la fuerza del golfo se inscribiera en la caracterización denominada de paz la Argentina estaría obligada y el Poder Ejecutivo debería dar cumplimiento. Propios y ajenos en el Congreso no podrían reclamar participación. Pero como ninguno de esos requisitos se cumplen en este caso los legisladores tienen las facultades plenas que les concede la Constitución Nacional para autorizar el ingreso a territorio argentino de tropas extranjeras o la salida de efectivos propios al exterior.
La decisión de enviar tropas argentinas al golfo Pérsico recorrió un sendero jurídico sinuoso como lo demuestra un memorando de la Consejería Legal de la Cancillería que afirma que "por tratarse de una medida facultativa para el Gobierno argentino, el Poder Ejecutivo debería recabar la autorización del Congreso para la salida de fuerzas nacionales que se destaquen en caso de producirse una solicitud de los Estados mencionados en el párrafo 1 de la resolución 665/90 del Consejo de Seguridad.(12)
Hubo luego un ensayo de cura en salud. En otro documento distribuido el jueves 20 del mismo mes la Cancillería, para atenuar el hostigamiento político a que fue sometido el envío, se sostiene que en el primer texto, al que se alude pero no se identifica, la Consejería Legal "no hizo un análisis exhaustivo de todas las posibilidades ofrecidas por la resolución 665, sino que se limitó a responder a la pregunta que le fue planteada." Tampoco aclara cuál fue ese interrogante.
En los dos momentos las necesidades de la conducción política de la diplomacia parecen haber sido sustancialmente distintas. En la primera se reclamó a la Consejería Legal un asesoramiento, en tanto en que en la segunda se le instruyó para que construyera una lógica jurídica que respaldara la decisión política de enviar tropas al golfo.
Una fuente diplomática cercana al canciller admitió al autor de este papel que "tenemos media biblioteca a favor y media en contra... Usamos la que está a favor. Una situación similar se produce en casi cada instancia decisiva trascendente del Gobierno, pero este contraste motivó también críticas señalando que los organismos del Estado no pueden producir dictámenes que "sirvan tanto para un fregado como para un cocido", según la gráfica descripción de otro veterano miembro del servicio exterior.
Las normas legales que se consideraron en este proceso fueron muchas -constitucionales y de derecho público internacional- y no pueden sintetizarse con facilidad. Pero es útil pasar revista a algunas definiciones centrales de ambos documentos.
El primero sostiene entre sus argumentos que:
* Un análisis de la resolución 665/90 que lleva al autor a la conclusión de que "introduce la posibilidad concreta que la República Argentina reciba un pedido de ayuda en virtud del punto 3 de la resolución citada. Esto plantea -agrega- interrogantes fundamentales relacionados, por una parte con la naturaleza del compromiso internacional (..) y por la otra con las competencias respectivas de los Poderes Legislativo y Ejecutivos (...)
* Afirma también que la resolución "no (...) pretende imponer a los Estados la obligación de contribuir con fuerzas militares, lo que exigiría (...) la celebración de los convenios especiales descritos" en el artículos 43 de la Carta de las Naciones Unidas, uno de los que regula el empleo de fuerza militar para la preservación y restablecimiento de la paz. Esos convenios son mandatorios en el caso de que la ONU decidiera la intervención. Una de las corrientes de análisis de la crisis del golfo considera que la actual fuerza está realizando ya una intervención militar.
* El memorando menciona un pronunciamiento anterior -numerado como 122/90 de la Consejería en el que se dictaminó que el Poder Ejecutivo sr. disponer el envío de tropas sin la participación del Congreso si el Consejo de Seguridad lo realizara invocando -algo que no ha hecho- el citado artículo 43.
La forma en que se llega a esta conclusión es compleja pero alcanza con decir aquí que la Carta de la ONU es ley de la Nación y por lo tanto el Poder Ejecutivo estaría en este caso dando cumplimiento a las obligaciones que la Organización impone a los estados miembros. Los legisladores no podrían reclamar porque como puntualiza el documento "el Congreso habría implícitamente autorizado la salida de tropa al aprobar la Carta de las Naciones Unidas".
Pero aun en ese caso, agrega, "el Congrcso debía intervenir para establecer la: modalidades, número y tipo de tropas, a través de la aprobación de convenios especiales" ya que la propia Carta establece que estos "estarán sujetos a ratificación por los Estados signatarios de acuerdo con sus respectivos procedimientos constitucionales" (artículo 43).
* El primer documento afirma que "el análisis anterior no parece aplicable, sin embargo, al requerimiento formulado en los términos de la Resolución 665/90" y en consecuencia "no se está en presencia de los mecanismos colectivos de cumplimiento obligatorio". Reconoce finalmente que "resulta (...) abusivo pretender que existió una autorización anticipada del Congreso para la salida de tropas".
El texto más reciente -que tiene el mismo origen- desautoriza implícitamente al anterior y sostiene , en cambio, que "la decisión que el Gobierno adoptó poco tiene que ver con esta variante de 'maxima' ya que no se pretende contribuir con un eventual uso de la fuerza e la región."
En esto el nuevo ensayo de argumentación legal también se da de bruces con la posición política explicada por el presidente Menem quien afirmó que "si hay que tirar se tira". O de su canciller, Domingo Cavallo, que suele reconocer, por ahora en privado, que si la guerra estalla el Gobierno buscará mantener sus tropas en la región del conflicto.
Más que estas formalidades -por importantes que ellas sean- está la sabiduría de sumarse con mayor o menor reflexión a un orden internacional aun incompleto y sobre cuyo contenido se consulta poco, si acaso algo, a quienes deben contribuir a forjarlo.
NOTAS
(1) Ver los relatos de las invasión en las ediciónes número 33 de TIME (IRAQ on the March) y NEWSWEEK (Bagdad's Bully) del 13 de agosto de 1990 y The New York
Times del 4 y 5 de agosto de 1990.
(2) Estimación del Departamento de Defensa de Estados Unidos-.
(3) Ver ediciónes No. 38 y 39 de TIME y NEWSWEEK de septiembre 17 y 23 de 1990.
(4) Who will stop Saddam? The Economist agosto- 4 de 1990
(5) Fukuyama, Francis The End of History- The National Interest No. 16 septiembre de 1989.
(6) Un análisis interesante de las implicancias de 1989 para las relaciones
internacionales puede encontrarse en From Cold War Towards Trusting Peace de
McGeorge Bundy en Foreign Affairs- Anuario America and the World- Vol 69 No.1
(7) Ver Shimoni, Yaacob Political Dictionary of the Arabe World- The Jerusalem
Publishblg House Ltd. 1987.
(8) Pryce-Jones, David The Close Circle (An interpretation of the Arabs) - Grafton Books- Londres 1990.
(9) El Consejo de Cooperación del Golfo tiene su sede en Riad y pertenecen al mismo Arabia Saudita, Emiratos Arabes Unidos, Kuwait, Qatar, Bahrain y Oman. Irak no integra el organismo. Sus objetivos declarados son promover el desarrollo de la cooperación económica, política, militar, social, y cultural.
(10) Kuwait gastaba el 5.2% de su PBN (estimado en u$s 28.832.000.000 para 1990) en la defensa.
(11) Un antecedente importante es la carta de 1950 enviada por el presidente de los Estados Unidos, Harry Truman al Rey Saud de Arabia.
(12) El documento lleva fecha del 29 de agosto pasado, el No. 125/90, la firma del
Consejero legal, Horacio Basabe y fué calificado como "secreto". Describe una realidad jurídica diferente de la que sirvió para informar la determinación final. El gobierno adujo que la inclusión de un contingente argentino en la fuerza multinacional que bloquea a Iraq y Kuwait ocupado no implica intervención militar y por tanto no está sujeto a la jurisdicción legislativa establecida por la Constitución.
Pues bien, en este marco geográfico se encuentra Kuwait, situado en la extremidad norte del Golfo Arábigo, entre los 28º y 30º Norte de latitud y entre los 46º y 48º de longitud.
SI NO QUE DICE JAVIER PEREZ DEL CUELLAR SABIA QUE SE VENIA EL CONFRONTE DE LA GUERRA POR QUE LAS NACIONES UNIDAS SE DESVINCULO DEL TEMA.
A 30 años de la Guerra del Golfo siguen saliendo más testimonios reveladores sobre las verdaderas implicancias de aquella guerra ¿Fue convencional o la primera guerra de mediana intensidad de la historia?
No importa cuántas veces retroceda en mi mente hacia a aquellas calurosas jornadas de la guerra del Golfo en 1991.para no dejar de descubrir varias cosas que se me habían pasado por alto quizá, por la frenética situación a la que estuve expuesto, quizá por efecto de ese llamado estrés postraumático que me convirtió en un paciente de por vida con un psiquiatra particular y con un médico clínico para controlar y que no reaparezca una neumonía atípica que no saben de donde salió. Como sea, poco importa ya no mencionarlo.
En una charla amistosa de espumosas cervezas en un pub de Londres con un camarada de la Naval estadounidense que llamaremos “Jimy T”, intercambiamos puntos de vista y nuestras historias de vida en la primera guerra de Iraq, aunque él también fue parte de la operación “Libertad Iraquí” en 2003.
“Como piloto de rescate de uno de los potentes helicópteros “Chinook” embarcados en el portaaviones “USS-John F. Kennedy” durante la guerra, vi de todo y hubo mucho más ajetreo de lo que muchos se han imaginado o de lo que el gobierno ha querido ventilar”, me comentaba entusiasmado. Una de esas cosas fue aquello relacionado con el tema de la amenaza del arsenal químico de Saddam y que nuestros comandantes mantuvieron oculto o tal vez a ellos tampoco les dijeron nada.
La Organización de las Naciones Unidas preparó, amparó y justificó la masacre.
La decisión de ir a la guerra por parte del gobierno de George Bush mostró el predominio de los sectores fabricantes de armas y petroleros de la burguesía imperialista yanki.
La ONU actuó como la correa de transmisión de los intereses imperialistas mediante resoluciones que fueron preparando el genocidio de la población iraquí. El mismo día de la incursión iraquí en Kuwait, como si fuera un resorte, la ONU votó la Resolución 660 condenó la invasión, y dos días más tarde resolvió el embargo comercial, financiero y militar a Irak (Resolución 661).
“ALERT, N.B.C. WARFARE”
A 30 años de la Guerra del Golfo siguen saliendo más testimonios reveladores sobre las verdaderas implicancias de aquella guerra ¿Fue convencional o la primera guerra de mediana intensidad de la historia?
LUCHA CONTRA EL QBN (QUIMICO BIOLOGICO NUCLEAR)
No importa cuántas veces retroceda en mi mente hacia a aquellas calurosas jornadas de la guerra del Golfo en 1991.para no dejar de descubrir varias cosas que se me habían pasado por alto quizá, por la frenética situación a la que estuve expuesto, quizá por efecto de ese llamado estrés postraumático que me convirtió en un paciente de por vida con un psiquiatra particular y con un médico clínico para controlar y que no reaparezca una neumonía atípica que no saben de donde salió. Como sea, poco importa ya no mencionarlo.
En una charla amistosa de espumosas cervezas en un pub de Londres con un camarada de la Naval estadounidense que llamaremos “Jimy T”, intercambiamos puntos de vista y nuestras historias de vida en la primera guerra de Iraq, aunque él también fue parte de la operación “Libertad Iraquí” en 2003.
“Como piloto de rescate de uno de los potentes helicópteros “Chinook” embarcados en el portaaviones “USS-John F. Kennedy” durante la guerra, vi de todo y hubo mucho más ajetreo de lo que muchos se han imaginado o de lo que el gobierno ha querido ventilar”, me comentaba entusiasmado. Una de esas cosas fue aquello relacionado con el tema de la amenaza del arsenal químico de Saddam y que nuestros comandantes mantuvieron oculto o tal vez a ellos tampoco les dijeron nada.
Creo que solamente los almirantes y esos tipos que estaban sentados en una oficina en Washington, eran quienes sabían muy bien lo que estaba pasando y lo que nos podría llegar a suceder. Sabes que no puedes desconfiar de tu superior que está allí contigo, quien se ensuciaba las manos y se arremangaba su camisa para cambiar alguna válvula o corría el mismo riesgo de cortarse los dedos o un brazo con alguna pieza suelta que pudiera volar por la pista con un mal aterrizaje, ¡tú sabes!
Todo esto lo comento por el tema que tanto han discutido muchos de nuestros camaradas y otros investigadores militares sobre si Saddam uso o no sus armas químicas contra nosotros. Pues, a pesar de toda la basura desinformativa y la censura practicada para que nuestras familias no supieran lo que realmente había sucedido, quienes estuvimos ahí somos la prueba viviente de aquella verdad que tanto han discutido o más bien han ocultado.
Realmente no sabría decir que era lo que estaba pasando en tierra mientras se desarrollaba la Tormenta del Desierto, pero algo sucedió el 20 de enero en pleno de las operaciones de bombardeo aéreo que desato una corrida en todo el Teatro. Lo recuerdo muy bien. Había mucho jaleo en las líneas de comunicaciones que mostraban un alto nerviosismo como nunca había visto.
Todo esto lo comento por el tema que tanto han discutido muchos de nuestros camaradas y otros investigadores militares sobre si Saddam uso o no sus armas químicas contra nosotros. Pues, a pesar de toda la basura desinformativa y la censura practicada para que nuestras familias no supieran lo que realmente había sucedido, quienes estuvimos ahí somos la prueba viviente de aquella verdad que tanto han discutido o más bien han ocultado.
Realmente no sabría decir que era lo que estaba pasando en tierra mientras se desarrollaba la Tormenta del Desierto, pero algo sucedió el 20 de enero en pleno de las operaciones de bombardeo aéreo que desato una corrida en todo el Teatro. Lo recuerdo muy bien. Había mucho jaleo en las líneas de comunicaciones que mostraban un alto nerviosismo como nunca había visto.
Panamá en 1989 había sido un juego de niños y podía volar mi Bell sin el menor problema e incluso pude aterrizar en parque de la misma capital. Pero aquí sucedía algo muy pero muy grave pero por supuesto que se mantuvieron muy discretos ¿Que hizo saltar las alarmas “Tzech” para que fuera necesario proteger a los grupos de tarea navales de la retaguardia?
Recuerdo que hubo una alerta de ataque químico y se comenzó a distribuir el equipo personal de Q.B.N. a todos los grupos de combate y con especial preocupación a los que trabajaban con la protección de las líneas logísticas a cargo de “Operación Bishop”. Lo recuerdo porque en mi helicóptero llevamos varios de estos para que fueran repartidos en unidades navales de la retaguardia. Incluso había mucha preocupación por los buques logísticos más estratégicos como el canadiense de alije “Explorer” a quienes entregamos máscaras con carbones activados nuevos. También supe que otras unidades de nuestros muchachos aprovisionaron de máscaras y trajes de guerra química a los australianos, argentinos y españoles.
Nunca informaron que los iraquíes además de reaccionar con bastante inteligencia a la masividad de los ataques que se estábamos lanzando, pusieron en marcha una contraofensiva de la que nadie en nuestros jodidos mandos, jamás dieron detalles de haber ocurrido. No me olvido aún como a varios de nosotros nos hacía temblar las rodillas cuando Saddam lanzaba sus misiles sobre Arabia Saudita.
Recuerdo que hubo una alerta de ataque químico y se comenzó a distribuir el equipo personal de Q.B.N. a todos los grupos de combate y con especial preocupación a los que trabajaban con la protección de las líneas logísticas a cargo de “Operación Bishop”. Lo recuerdo porque en mi helicóptero llevamos varios de estos para que fueran repartidos en unidades navales de la retaguardia. Incluso había mucha preocupación por los buques logísticos más estratégicos como el canadiense de alije “Explorer” a quienes entregamos máscaras con carbones activados nuevos. También supe que otras unidades de nuestros muchachos aprovisionaron de máscaras y trajes de guerra química a los australianos, argentinos y españoles.
Nunca informaron que los iraquíes además de reaccionar con bastante inteligencia a la masividad de los ataques que se estábamos lanzando, pusieron en marcha una contraofensiva de la que nadie en nuestros jodidos mandos, jamás dieron detalles de haber ocurrido. No me olvido aún como a varios de nosotros nos hacía temblar las rodillas cuando Saddam lanzaba sus misiles sobre Arabia Saudita.
Hombre, no te olvides que los misiles que lanzó contra Dahram y Ryad en algunos llevaba “Sarín” e incluso algunos de los que estuvieron en uno de esos ataques que no fue interceptado por nuestros “Patriots” tras el impacto se disperso sobre un radio de un kilómetro una nube de humo amarilla que indicaba el uso de un agente químico nervioso.
A pesar que nos jactamos de que teníamos muy buena información, muchos de nuestros colegas y lo peor de todo, muchos oficiales, tenían comentarios estúpidos que mostraba tener apenas dos dedos de frente que incluían razonamientos como el que “Saddam no tiene tantos misiles como para matarnos a todos”.
No era raro de que esos tipos fueran los mismos que se ufanaban de nuestro poderío y a su vez no querían reconocer como Saddam nos había engañado con simples maquetas de plástico, madera y carros usados (viejos tanques T-55 y camiones con carcasas para aparentar blindados ligeros). Cientos de millones de dólares en bombas y misiles fueron a caer sobre emplazamientos falsos que los iraquíes nos hicieron creer que eran reales. Imagínate cuantos de los misiles HARM usados para destruir supuestos puestos de comando y control de defensa aérea “SAM” y de los sistemas móviles “SCUD” solo destruyeron alguno de estos señuelos.
Calcula cuanto podría haber costado con un promedio de 94.000 salidas de operaciones aéreas de la Armada y de la fuerza aérea con base en Incirilik, Turquía.
Y mientras nuestros aviones se distraían con estos ardides, durante la primera semana de conflicto los iraquíes pudieron mantener una capacidad de contraataque casi intacta ¿Y qué creen que nos iban a arrojar para que dejáramos de machacar? Los misiles “S-SCUD-B” no eran peligrosos porque eran grandes moles que podían llevar a lo máximo una cabeza armada de 750 kg de carga activa, sin por que podían llevar ojivas con unos pocos litros letales de elementos químicos como el Sarín o el Gas Mostaza o también Cloro, lo que los hacía más autónomos. Fueron disparados 89 misiles y solo fueron interceptados un 40% de ellos, aunque esa es la versión del gobierno y por ello dudo mucho de ella.
Un misil de esas características puso haber sido lanzado sobre la zona de operaciones naval y haber rociado como una llovizna finísima el veneno sobre toda el área y nosotros nunca habernos enterado. Si tienes en cuenta de que los iraquíes habían reformado a muchos de estos misiles para lograsen mayor altitud y con motores para darle mayor alcance, las posibilidades de que hayamos estado expuestos a las micro partículas del veneno sin que nos hubiéramos dado cuenta, parece muy posible. Además estuve enterado de que hubieron períodos en los que las tripulaciones de varios grupos de tareas no podían salir a cubierta hasta tanto no recibieran autorización del centro de mando.
Si me preguntas a mí, yo nunca me creí todas esas mentiras que veías por televisión, apenas le creía a mis superiores cuando nos decían que no teníamos bajas que reportar y unos momentos después, algunos de nuestros aviones llegaban en llamas desde Kuwait. Si mentían con eso, seguramente lo harían con cualquier otra cosa. Además, la cantidad de enfermos “vets” que se han reportado por todo tipo de enfermedades no ha dejado de crecer y el gobierno no ha dado sino a medias, algunas explicaciones que con razón les reclamamos.
No te olvides que era muy mala prensa que se supiera que los iraquíes no solo estaban esquivando varios de nuestros ataques sino también que a pesar de las llamadas y fallidas acciones quirúrgicas contra blancos estratégicos como eran las lanzaderas, se supiera que no estaban dando con nuestra propia maldita medicina, la misma que le había vendido unos años antes laboratorios y corporaciones que luego pertenecerían a tipos jodidos como Donald Rumsfeld y George P Schultz y su maldita corporación de medicamentos y que después sería el encargado de la defensa, eso es demasiado hombre!
Luego de que Saddam Hussein invadiera Kuwait hace 30 años, el 2 de agosto de 1990, y posteriormente fuera derrotado por una coalición internacional liderada por Estados Unidos, la situación nunca volvió a ser la misma en el golfo.
La guerra devastó a Irak y desestabilizó esa delicada zona petrolera de Medio Oriente.
Aquella contienda bélica no solo empobreció a los iraquíes, sino que derivó en la invasión estadounidense de Irak, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 (11-S), encabezada en marzo de 2003 por el Gobierno del expresidente George W. Bush.
El 31 de agosto de 2010, veinte años después de esas dos guerras, el exmandatario Barack Obama anunció la retirada definitiva de las tropas norteamericanas que habían ocupado el país.
Hussein creyó que su ejército, que había sido apoyado por Estados Unidos en la guerra contra Irán, entre 1980 y 1988, podía conquistar fácilmente a ese pequeño emirato petrolero, cuyo Gobierno había sido derrocado por un grupo de oficiales.
Efectivamente, la invasión terminó el 4 de agosto de 1990, dos días después de iniciarse el ataque por la Guardia Revolucionaria iraquí, pero la ocupación de Kuwait se prolongó durante siete meses.
Antes de la invasión de Kuwait, Hussein era bien visto por Estados Unidos, país que había provisto al Presidente iraquí de recursos químicos y armamento para luchar contra los iraníes.
Hussein invadió Kuwait luego de acusar a ese pequeño país y a Emiratos Árabes Unidos (EAU) de haber incrementado su producción de petróleo a bajos precios, reduciendo los ingresos y causando daños en la economía iraquí, según informes de prensa.
Históricamente Irak mantuvo varias polémicas con Kuwait. Los sucesivos gobiernos iraquíes desde que se fundó el estado en 1923, habían rechazado aceptar las fronteras establecidas por el Imperio Británico, tras firmarse la Convención Anglo-otomana de 1913.
Pero, según algunos analistas, había otro motivo: Hussein quería controlar el petróleo de toda la zona.
El expresidente estadounidense George H. Bush condenó la invasión de Kuwait y el 6 de agosto de 1990, las Naciones Unidas establecieron las primeras sanciones económicas contra el Gobierno iraquí.
De todos modos, Hussein buscó un acuerdo que hubiera permitido controlar la mitad de Kuwait, pero Bush rechazó la propuesta y pidió la completa retirada del emirato petrolero.
El 17 de enero de 1991, una coalición internacional formada por 34 países inició la operación “Tormenta del Desierto”, que se convirtió luego en la Guerra del Golfo Pérsico.
Tales determinaciones fueron consecuencia de la invasión por parte de las tropas iraquíes de Saddam Hussein al Emirato de Kuwait el 2 de agosto de 1990, anexando este país a su territorio.
Argentina, que en ese momento era gobernada por Carlos Menem, participó del conflicto con un destructor, tres corbetas y dos helicópteros de la Armada Argentina que se sumaron al Operativo Alfil, participación que tuvo un fuerte rechazo popular y que tras el conflicto le valió el reconocimiento como Aliado Extra-OTAN.
Antes de que Hussein retirara sus tropas de Kuwait, mientras los pozos petroleros ardían a su paso, murieron entre 25.000 y 30.000 soldados iraquíes, según informes de prensa.
Los kuwaitíes sufrieron “daños físicos y psicológicos” durante la ocupación iraquí, de acuerdo a estudios médicos difundidos por la universidad estadounidense de Harvard.
Años después, el gobierno del expresidente George W. Bush, hijo de George H. Bush, incluyó a Irak en el llamado “Eje del mal”, junto a Irán y Corea del Norte.
Bush sostenía que Irak tenía “armas de destrucción masiva”, que jamás fueron encontradas por las tropas estadounidense que invadieron territorio iraquí en 2003.
El 9 de abril de ese mismo año, las fuerzas estadounidenses conquistaron la capital iraquí, y ocho meses más tarde Hussein fue capturado en un escondite subterráneo de Al Daour, cerca de su Veraudad natal de Tikrit, al noroeste de Bagdad.
“Soy Saddam Husein; soy el presidente de Irak y quiero negociar”, dijo en inglés a los soldados estadounidenses.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas impuso a Irak una serie de compensaciones económicas para individuos, compañías y gobiernos afectados por la destrucción de los pozos petroleros en Kuwait, mediante el cinco por ciento de la venta de sus productos de petróleo.
El total de la reparación de los daños de guerra era de 52.400 millones atribuidos a un centenar de gobiernos y organizaciones internacionales, según la comisión de compensación de la ONU.
El 30 de diciembre de 2006, el expresidente iraquí, vestido de negro, rechazando la capucha del verdugo, moría ahorcado en Bagdad luego de ser juzgado por crímenes de lesa humanidad, por su responsabilidad en la muerte y torturas de 145 iraquíes chiitas en 1982.
Detrás quedaba la leyenda del hombre que, al igual de otros líderes de Medio Oriente, fue primero aliado y luego se convirtió en enemigo acérrimo de Estados Unidos.
MANEL PÉREZ
El principal receptor de fondos de Kuwait, con 13.500 millones de dólares, fue Estados Unidos, en consonancia con su papel preponderante en el Ejército aliado. El Reino Unido, con el que las autoridades del emirato del Golfo mantienen una histórica relación dado su carácter de antigua potencia colonial en la zona y que siempre ha sido un destino privilegiado de sus inversiones en Occidente, recibió otros 1.400 millones de dólares.A continuación figura Turquía, que en diferentes plazos fue compensada con al menos otros 1.400 millones de dólares.
El imperialismo norteamericano enfrentaba una crisis económica y encontró en la guerra una manera de tomar una iniciativa. Usó a Saddam Hussein, del mismo modo que lo hizo antes en la guerra contra Irán, pero esta vez para acusarlo de violación de la soberanía kuwaití, de amenaza a la democracia y de violación de los derechos humanos. En rigor, la monarquía kuwaití de Al -Sabah privaba de los más elementales derechos a la mayoría de su población, y el propio imperialismo yanki ya había probado con creces ser el mayor violador de derechos humanos y de las libertades democráticas en Panamá, la República Dominicana,, Libia, Líbano, Liberia, Vietnam
Era la oportunidad para ajustar cuentas también con las naciones imperialistas adversarias de Europa, y con Japón en el mercado mundial, pero inferiores en materia bélica, haciéndoles pagar el precio de los gastos de guerra y por añadidura era un método para impedir que Alemania conquistara nuevos mercados. La guerra que estaba por venir contó con el apoyo militar de otras treinta y tres naciones. El interés por la riqueza petrolera no estaba ausente, incluso por parte del propio Bush padre y de sus asesores y secretarios (Condoleezza Rice, Dick Cheney y otros que continuaron como funcionario en el gabinete de George Bush hijo), todos los cuales eran acaudalados empresarios petroleros.
A pesar que nos jactamos de que teníamos muy buena información, muchos de nuestros colegas y lo peor de todo, muchos oficiales, tenían comentarios estúpidos que mostraba tener apenas dos dedos de frente que incluían razonamientos como el que “Saddam no tiene tantos misiles como para matarnos a todos”.
No era raro de que esos tipos fueran los mismos que se ufanaban de nuestro poderío y a su vez no querían reconocer como Saddam nos había engañado con simples maquetas de plástico, madera y carros usados (viejos tanques T-55 y camiones con carcasas para aparentar blindados ligeros). Cientos de millones de dólares en bombas y misiles fueron a caer sobre emplazamientos falsos que los iraquíes nos hicieron creer que eran reales. Imagínate cuantos de los misiles HARM usados para destruir supuestos puestos de comando y control de defensa aérea “SAM” y de los sistemas móviles “SCUD” solo destruyeron alguno de estos señuelos.
Calcula cuanto podría haber costado con un promedio de 94.000 salidas de operaciones aéreas de la Armada y de la fuerza aérea con base en Incirilik, Turquía.
Y mientras nuestros aviones se distraían con estos ardides, durante la primera semana de conflicto los iraquíes pudieron mantener una capacidad de contraataque casi intacta ¿Y qué creen que nos iban a arrojar para que dejáramos de machacar? Los misiles “S-SCUD-B” no eran peligrosos porque eran grandes moles que podían llevar a lo máximo una cabeza armada de 750 kg de carga activa, sin por que podían llevar ojivas con unos pocos litros letales de elementos químicos como el Sarín o el Gas Mostaza o también Cloro, lo que los hacía más autónomos. Fueron disparados 89 misiles y solo fueron interceptados un 40% de ellos, aunque esa es la versión del gobierno y por ello dudo mucho de ella.
Un misil de esas características puso haber sido lanzado sobre la zona de operaciones naval y haber rociado como una llovizna finísima el veneno sobre toda el área y nosotros nunca habernos enterado. Si tienes en cuenta de que los iraquíes habían reformado a muchos de estos misiles para lograsen mayor altitud y con motores para darle mayor alcance, las posibilidades de que hayamos estado expuestos a las micro partículas del veneno sin que nos hubiéramos dado cuenta, parece muy posible. Además estuve enterado de que hubieron períodos en los que las tripulaciones de varios grupos de tareas no podían salir a cubierta hasta tanto no recibieran autorización del centro de mando.
Si me preguntas a mí, yo nunca me creí todas esas mentiras que veías por televisión, apenas le creía a mis superiores cuando nos decían que no teníamos bajas que reportar y unos momentos después, algunos de nuestros aviones llegaban en llamas desde Kuwait. Si mentían con eso, seguramente lo harían con cualquier otra cosa. Además, la cantidad de enfermos “vets” que se han reportado por todo tipo de enfermedades no ha dejado de crecer y el gobierno no ha dado sino a medias, algunas explicaciones que con razón les reclamamos.
No te olvides que era muy mala prensa que se supiera que los iraquíes no solo estaban esquivando varios de nuestros ataques sino también que a pesar de las llamadas y fallidas acciones quirúrgicas contra blancos estratégicos como eran las lanzaderas, se supiera que no estaban dando con nuestra propia maldita medicina, la misma que le había vendido unos años antes laboratorios y corporaciones que luego pertenecerían a tipos jodidos como Donald Rumsfeld y George P Schultz y su maldita corporación de medicamentos y que después sería el encargado de la defensa, eso es demasiado hombre!
La proa del portaaviones USS America se cierne sobre las dunas de arena a lo largo del Canal de Suez, el 15 de enero de 1991.
La guerra devastó a Irak y desestabilizó esa delicada zona petrolera de Medio Oriente.
Aquella contienda bélica no solo empobreció a los iraquíes, sino que derivó en la invasión estadounidense de Irak, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 (11-S), encabezada en marzo de 2003 por el Gobierno del expresidente George W. Bush.
El 31 de agosto de 2010, veinte años después de esas dos guerras, el exmandatario Barack Obama anunció la retirada definitiva de las tropas norteamericanas que habían ocupado el país.
Hussein creyó que su ejército, que había sido apoyado por Estados Unidos en la guerra contra Irán, entre 1980 y 1988, podía conquistar fácilmente a ese pequeño emirato petrolero, cuyo Gobierno había sido derrocado por un grupo de oficiales.
Efectivamente, la invasión terminó el 4 de agosto de 1990, dos días después de iniciarse el ataque por la Guardia Revolucionaria iraquí, pero la ocupación de Kuwait se prolongó durante siete meses.
Antes de la invasión de Kuwait, Hussein era bien visto por Estados Unidos, país que había provisto al Presidente iraquí de recursos químicos y armamento para luchar contra los iraníes.
Hussein invadió Kuwait luego de acusar a ese pequeño país y a Emiratos Árabes Unidos (EAU) de haber incrementado su producción de petróleo a bajos precios, reduciendo los ingresos y causando daños en la economía iraquí, según informes de prensa.
Históricamente Irak mantuvo varias polémicas con Kuwait. Los sucesivos gobiernos iraquíes desde que se fundó el estado en 1923, habían rechazado aceptar las fronteras establecidas por el Imperio Británico, tras firmarse la Convención Anglo-otomana de 1913.
Pero, según algunos analistas, había otro motivo: Hussein quería controlar el petróleo de toda la zona.
Reacción estadounidense
El expresidente estadounidense George H. Bush condenó la invasión de Kuwait y el 6 de agosto de 1990, las Naciones Unidas establecieron las primeras sanciones económicas contra el Gobierno iraquí.
De todos modos, Hussein buscó un acuerdo que hubiera permitido controlar la mitad de Kuwait, pero Bush rechazó la propuesta y pidió la completa retirada del emirato petrolero.
El 17 de enero de 1991, una coalición internacional formada por 34 países inició la operación “Tormenta del Desierto”, que se convirtió luego en la Guerra del Golfo Pérsico.
Tales determinaciones fueron consecuencia de la invasión por parte de las tropas iraquíes de Saddam Hussein al Emirato de Kuwait el 2 de agosto de 1990, anexando este país a su territorio.
Argentina, que en ese momento era gobernada por Carlos Menem, participó del conflicto con un destructor, tres corbetas y dos helicópteros de la Armada Argentina que se sumaron al Operativo Alfil, participación que tuvo un fuerte rechazo popular y que tras el conflicto le valió el reconocimiento como Aliado Extra-OTAN.
Antes de que Hussein retirara sus tropas de Kuwait, mientras los pozos petroleros ardían a su paso, murieron entre 25.000 y 30.000 soldados iraquíes, según informes de prensa.
Los kuwaitíes sufrieron “daños físicos y psicológicos” durante la ocupación iraquí, de acuerdo a estudios médicos difundidos por la universidad estadounidense de Harvard.
Años después, el gobierno del expresidente George W. Bush, hijo de George H. Bush, incluyó a Irak en el llamado “Eje del mal”, junto a Irán y Corea del Norte.
Bush sostenía que Irak tenía “armas de destrucción masiva”, que jamás fueron encontradas por las tropas estadounidense que invadieron territorio iraquí en 2003.
El 9 de abril de ese mismo año, las fuerzas estadounidenses conquistaron la capital iraquí, y ocho meses más tarde Hussein fue capturado en un escondite subterráneo de Al Daour, cerca de su Veraudad natal de Tikrit, al noroeste de Bagdad.
“Soy Saddam Husein; soy el presidente de Irak y quiero negociar”, dijo en inglés a los soldados estadounidenses.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas impuso a Irak una serie de compensaciones económicas para individuos, compañías y gobiernos afectados por la destrucción de los pozos petroleros en Kuwait, mediante el cinco por ciento de la venta de sus productos de petróleo.
El total de la reparación de los daños de guerra era de 52.400 millones atribuidos a un centenar de gobiernos y organizaciones internacionales, según la comisión de compensación de la ONU.
El 30 de diciembre de 2006, el expresidente iraquí, vestido de negro, rechazando la capucha del verdugo, moría ahorcado en Bagdad luego de ser juzgado por crímenes de lesa humanidad, por su responsabilidad en la muerte y torturas de 145 iraquíes chiitas en 1982.
Detrás quedaba la leyenda del hombre que, al igual de otros líderes de Medio Oriente, fue primero aliado y luego se convirtió en enemigo acérrimo de Estados Unidos.
NAVEGACION DE LA ARA SPIRO A LA PARA DEL ARA BROWN
Kuwait pagó 2,5 billones a sus aliados en la guerra del Golfo
Los ejércitos de Estados Unidos, Reino Unido y Francia recibieron 1,7 billones
MANEL PÉREZ
Barcelona - 31 NOV 1998 -
El Emirato de Kuwait ha reconocido que los pagos oficiales realizados a los Gobiernos aliados como consecuencia de la guerra del golfo Pérsico de enero de 1991 contra Irak alcanzaron por lo menos los 25.280 millones de dólares (2,52 billones de pesetas al cambio de la época, que era de unas 100 pesetas por dólar).
El conflicto en el Golfo se inició el 2 de agosto de 1990 con la invasión del pequeño Emirato de Kuwait por Irak. Tras cinco meses de preparativos, la guerra comenzó el 17 de enero de 1991, y duró oficialmente 42 días, hasta el 28 de febrero, aunque las tropas iraquíes ya habían sido desbaratadas bastantes jornadas antes.
Los más de 2,5 billones de pesetas que las autoridades de Kuwait reconocen haber gastado se dividen en tres grandes bloques. El primero se refiere a las compensaciones por los gastos militares de los países que participaron en la Operación Tormenta del Desierto, nombre que recibió la ofensiva contra Irak.
En el Ejército aliado, encabezado por Estados Unidos (150.000 soldados), participaron también tropas del Reino Unido (9.000), Francia (13.000), Canadá (450), Marruecos (6.200), Egipto (20.000), Siria (4.000), Pakistán (5.000), Bangladesh (2.000). Otros, como España, Bélgica, Holanda, Alemania y Argentina, aportaron buques de guerra para imponer el bloqueo militar a Irak.
El Emirato de Kuwait ha reconocido que los pagos oficiales realizados a los Gobiernos aliados como consecuencia de la guerra del golfo Pérsico de enero de 1991 contra Irak alcanzaron por lo menos los 25.280 millones de dólares (2,52 billones de pesetas al cambio de la época, que era de unas 100 pesetas por dólar).
El conflicto en el Golfo se inició el 2 de agosto de 1990 con la invasión del pequeño Emirato de Kuwait por Irak. Tras cinco meses de preparativos, la guerra comenzó el 17 de enero de 1991, y duró oficialmente 42 días, hasta el 28 de febrero, aunque las tropas iraquíes ya habían sido desbaratadas bastantes jornadas antes.
Los más de 2,5 billones de pesetas que las autoridades de Kuwait reconocen haber gastado se dividen en tres grandes bloques. El primero se refiere a las compensaciones por los gastos militares de los países que participaron en la Operación Tormenta del Desierto, nombre que recibió la ofensiva contra Irak.
En el Ejército aliado, encabezado por Estados Unidos (150.000 soldados), participaron también tropas del Reino Unido (9.000), Francia (13.000), Canadá (450), Marruecos (6.200), Egipto (20.000), Siria (4.000), Pakistán (5.000), Bangladesh (2.000). Otros, como España, Bélgica, Holanda, Alemania y Argentina, aportaron buques de guerra para imponer el bloqueo militar a Irak.
Los mayores receptores
El principal receptor de fondos de Kuwait, con 13.500 millones de dólares, fue Estados Unidos, en consonancia con su papel preponderante en el Ejército aliado. El Reino Unido, con el que las autoridades del emirato del Golfo mantienen una histórica relación dado su carácter de antigua potencia colonial en la zona y que siempre ha sido un destino privilegiado de sus inversiones en Occidente, recibió otros 1.400 millones de dólares.A continuación figura Turquía, que en diferentes plazos fue compensada con al menos otros 1.400 millones de dólares.
Este país puso a disposición de los C-15, C-130 y Awacs norteamericanos la base aérea de Incirlik, desde la que se bombardearon posiciones militares en Irak. Otro de los grandes receptores fue Egipto, con 970 millones de dólares. Zaire fue compensado con 20 millones de dólares.
La segunda partida se invirtió en armas. Entre ellas, 40 aviones de combate F-18, valorados en unos 2.000 millones de dólares, cuyo contrato fue firmado antes de la invasión, aunque gran parte de los pagos, 500 millones de dólares, se realizó en esa época.
Más extraño es el reconocimiento de que se adquirieron carros de combate a Yugoslavia, país que por aquellas fechas comenzaba a desgarrarse. Otros contratos se refieren a la compra de artillería y munición a Francia, en este caso por 250 millones de dólares. Sobre otros 350 millones en contratos del mismo tipo los documentos no reflejan el nombre del país vendedor.
La tercera gran remesa, que en total suma 6.890 millones de dólares, se refiere a gastos extraordinarios y de emergencia, sin más detalle, aunque fuentes consultadas apuntan a que podrían incluir pagos, no reconocidos oficialmente, a países occidentales y a ejércitos del área, como el de Siria, y que en caso de hacerse públicos podrían implicar problemas políticos, tanto en los países receptores como en el emirato.
La información sobre los pagos de guerra figura en los documentos aportados por las autoridades de Kuwait a la Corte Comercial de Londres, que juzga la demanda presentada por la empresa española Torras, propiedad de la Kuwait Investment Office (KIO), agencia pública del Estado de Kuwait, contra sus ex gestores, encabezados por Javier de la Rosa.
En relación con los pagos a los aliados, la documentación no incluye referencias a España, que aportó buques de guerra y permitió el uso de bases en su territorio. De la Rosa afirmó en su momento que 100 millones de dólares pagados al empresario Manuel Prado y Colón de Carvajal tenían ese carácter. Esa versión también es la defendida ante la Corte de Londres por el ex presidente de KIO, el jeque Fahd al Muhammad al Sabaj.
Los documentos de Kuwait incorporan actas de reuniones de la cúpula de la Kuwait Investment Authority (KIA), organismo encargado de gestionar las inversiones de Kuwait en el mundo. Bajo su paraguas estaba el otro gran brazo inversor de Kuwait, KIO, a través del cual el emirato realizó sus ruinosas inversiones en España. A consecuencia de ello, KIO está desmantelado.
Desde 1976, KIA gestiona dos grandes partidas de fondos: la Reserva General del Estado de Kuwait y el Fondo para las Futuras Generaciones. Este último está destinado a asegurar el futuro de las nuevas generaciones de kuwaitíes independientemente del futuro del petróleo. La Reserva General fue creada por ley en 1960 y se financia con los superávit presupuestarios y de él forman parte todas las inversiones del Estado. Desde principios de los ochenta apenas ha crecido, pues el presupuesto de Kuwait es deficitario desde entonces.
Uno de los secretos mejor guardados era la dimensión de esa reserva. En plena guerra del Golfo, sus activos totales eran de 12,5 millones de dinares kuwaitíes, unos 41.200 millones de dólares (4,12 billones de pesetas de la época). De ellos, 11.550 millones de dólares estaban materializados en compañías públicas kuwaitíes, como la Kuwait Airways, la Kuwait Oil Company o el Credit and Savings Bank. Las inversiones, créditos y depósitos en bancos árabes y países en desarrollo sumaban otros 14.850 millones de dólares. El resto, otros 14.850 millones, estaba colocado en deuda pública norteamericana y otros activos en el mundo.
El Fondo para las Futuras Generaciones fue creado en 1976, al mismo tiempo que KIA, y se compone del 50% de los activos de la Reserva General más el 10% de los ingresos anuales del Estado de Kuwait. Es decir, que el gasto directo en pagos de guerra realizado durante 1990 y 1991 representó más de la mitad de la Reserva General del Estado de Kuwait y casi el 100% de su PIB anual
La segunda partida se invirtió en armas. Entre ellas, 40 aviones de combate F-18, valorados en unos 2.000 millones de dólares, cuyo contrato fue firmado antes de la invasión, aunque gran parte de los pagos, 500 millones de dólares, se realizó en esa época.
Más extraño es el reconocimiento de que se adquirieron carros de combate a Yugoslavia, país que por aquellas fechas comenzaba a desgarrarse. Otros contratos se refieren a la compra de artillería y munición a Francia, en este caso por 250 millones de dólares. Sobre otros 350 millones en contratos del mismo tipo los documentos no reflejan el nombre del país vendedor.
La tercera gran remesa, que en total suma 6.890 millones de dólares, se refiere a gastos extraordinarios y de emergencia, sin más detalle, aunque fuentes consultadas apuntan a que podrían incluir pagos, no reconocidos oficialmente, a países occidentales y a ejércitos del área, como el de Siria, y que en caso de hacerse públicos podrían implicar problemas políticos, tanto en los países receptores como en el emirato.
La información sobre los pagos de guerra figura en los documentos aportados por las autoridades de Kuwait a la Corte Comercial de Londres, que juzga la demanda presentada por la empresa española Torras, propiedad de la Kuwait Investment Office (KIO), agencia pública del Estado de Kuwait, contra sus ex gestores, encabezados por Javier de la Rosa.
En relación con los pagos a los aliados, la documentación no incluye referencias a España, que aportó buques de guerra y permitió el uso de bases en su territorio. De la Rosa afirmó en su momento que 100 millones de dólares pagados al empresario Manuel Prado y Colón de Carvajal tenían ese carácter. Esa versión también es la defendida ante la Corte de Londres por el ex presidente de KIO, el jeque Fahd al Muhammad al Sabaj.
Los documentos de Kuwait incorporan actas de reuniones de la cúpula de la Kuwait Investment Authority (KIA), organismo encargado de gestionar las inversiones de Kuwait en el mundo. Bajo su paraguas estaba el otro gran brazo inversor de Kuwait, KIO, a través del cual el emirato realizó sus ruinosas inversiones en España. A consecuencia de ello, KIO está desmantelado.
Desde 1976, KIA gestiona dos grandes partidas de fondos: la Reserva General del Estado de Kuwait y el Fondo para las Futuras Generaciones. Este último está destinado a asegurar el futuro de las nuevas generaciones de kuwaitíes independientemente del futuro del petróleo. La Reserva General fue creada por ley en 1960 y se financia con los superávit presupuestarios y de él forman parte todas las inversiones del Estado. Desde principios de los ochenta apenas ha crecido, pues el presupuesto de Kuwait es deficitario desde entonces.
Uno de los secretos mejor guardados era la dimensión de esa reserva. En plena guerra del Golfo, sus activos totales eran de 12,5 millones de dinares kuwaitíes, unos 41.200 millones de dólares (4,12 billones de pesetas de la época). De ellos, 11.550 millones de dólares estaban materializados en compañías públicas kuwaitíes, como la Kuwait Airways, la Kuwait Oil Company o el Credit and Savings Bank. Las inversiones, créditos y depósitos en bancos árabes y países en desarrollo sumaban otros 14.850 millones de dólares. El resto, otros 14.850 millones, estaba colocado en deuda pública norteamericana y otros activos en el mundo.
El Fondo para las Futuras Generaciones fue creado en 1976, al mismo tiempo que KIA, y se compone del 50% de los activos de la Reserva General más el 10% de los ingresos anuales del Estado de Kuwait. Es decir, que el gasto directo en pagos de guerra realizado durante 1990 y 1991 representó más de la mitad de la Reserva General del Estado de Kuwait y casi el 100% de su PIB anual
La guerra como salida
El imperialismo norteamericano enfrentaba una crisis económica y encontró en la guerra una manera de tomar una iniciativa. Usó a Saddam Hussein, del mismo modo que lo hizo antes en la guerra contra Irán, pero esta vez para acusarlo de violación de la soberanía kuwaití, de amenaza a la democracia y de violación de los derechos humanos. En rigor, la monarquía kuwaití de Al -Sabah privaba de los más elementales derechos a la mayoría de su población, y el propio imperialismo yanki ya había probado con creces ser el mayor violador de derechos humanos y de las libertades democráticas en Panamá, la República Dominicana,, Libia, Líbano, Liberia, Vietnam
Era la oportunidad para ajustar cuentas también con las naciones imperialistas adversarias de Europa, y con Japón en el mercado mundial, pero inferiores en materia bélica, haciéndoles pagar el precio de los gastos de guerra y por añadidura era un método para impedir que Alemania conquistara nuevos mercados. La guerra que estaba por venir contó con el apoyo militar de otras treinta y tres naciones. El interés por la riqueza petrolera no estaba ausente, incluso por parte del propio Bush padre y de sus asesores y secretarios (Condoleezza Rice, Dick Cheney y otros que continuaron como funcionario en el gabinete de George Bush hijo), todos los cuales eran acaudalados empresarios petroleros.
La Organización de las Naciones Unidas preparó, amparó y justificó la masacre.
La decisión de ir a la guerra por parte del gobierno de George Bush mostró el predominio de los sectores fabricantes de armas y petroleros de la burguesía imperialista yanki.
La ONU actuó como la correa de transmisión de los intereses imperialistas mediante resoluciones que fueron preparando el genocidio de la población iraquí. El mismo día de la incursión iraquí en Kuwait, como si fuera un resorte, la ONU votó la Resolución 660 condenó la invasión, y dos días más tarde resolvió el embargo comercial, financiero y militar a Irak (Resolución 661).
No era la primera vez que un dictador de una nación semicolonial iba a ver incumplidas sus ilusiones en la devolución de favores por parte del imperialismo( ya le había pasado a Galtieri con el mismo imperialismo en la guerra de Malvinas, luego del respaldo de éste a la lucha contra la revolución salvadoreña).
La suerte estaba echada: el 29 de noviembre de 1990 la ONU aprobó la Resolución 678 que autorizaba el uso de la fuerza.
El 17 de enero, y durante cinco semanas un millón de hombres ( 450.000 norteamericanos), dos mil carros de combate, 1800 aviones, cien barcos iniciaron la batalla llamada Operación Tormenta del Desierto, culminando el 11 de febrero del mismo año con un asalto terrestre.
El 17 de enero, y durante cinco semanas un millón de hombres ( 450.000 norteamericanos), dos mil carros de combate, 1800 aviones, cien barcos iniciaron la batalla llamada Operación Tormenta del Desierto, culminando el 11 de febrero del mismo año con un asalto terrestre.
La CNN transmitió en vivo la masacre. Su cobertura estaba manipulada, diciendo que los blancos de los bombardeos eran solo objetivos de destrucción de armamento. Es que las resoluciones bélicas aprobadas por el congreso norteamericano habían sido objeto de repudio mayoritario por parte de la población. Con la mentira de la “guerra inteligente” torcieron la balanza a favor de la ofensiva de un 85% de la población.
El resultado en términos de vidas humanas civiles para Irak fue de doscientos mil muertos como resultado de la acción bélica genocida del imperialismo y de setenta mil por la hambruna ocasionada por el embargo.
Según un informe de Robert Haley y James Tuite, Estados Unidos utilizó en la guerra gases venenosos diversos, entre ellos el gas Sarin, fabricado en Alemania desde 1939 por el régimen hitleriano y sintetizado como insecticida. Cabe señalar que una vez terminado el choque bélico y “aceptado el armisticio”, las tropas iraquíes que evacuaban Kuwait por la ruta a Besora fueron masacrados por la aviación norteamericana. Es importante destacar que el imperialismo norteamericano pretendía con esto dar también un mensaje sobre su capacidad de intervención bélica. La acusación al régimen presidido por Saddam sobre la tenencia de armas atómicas se demostró como falso, y aun cuando las tuviera carecía de dispositivos tecnológicos para usarlas.
La guerra le permitió a Estados Unidos también exigir la transferencia desde los países petroleros hacia Estados Unidos a través de los pagos de la reconstrucción de Kuwait, del financiamiento de las tropas de la zona y las reparaciones exigidas a Irak y la subordinación de sus aliados para recomponer su hegemonía mundial. El derrumbe de la URSS y su disolución meses más tarde hicieron suponer a Estados Unidos que el camino estaba allanado. Los acontecimientos inmediatos posteriores y los actuales muestran que no ha podido superar la tendencia recurrente a crisis capitalistas, que explotan en su principal potencia con una virulencia creciente.
La burocracia soviética, en la agonía de la URSS votó en el Consejo de Seguridad de la Onu a favor de la invasión de Irak y del retiro de las tropas iraquíes de Kuwait, esto es: votó en defensa de los intereses de la Kuwait Oil Company, cuya propiedad era de la Gulf Oil Company de los Estados Unidos y de la British Petroleum, como así también de los negocios petroleros de la familia real kuwaití. El régimen castrista de Cuba capituló frente al imperialismo absteniéndose en cuatro votaciones referidas al bloqueo y a la intervención armada del Consejo de Seguridad del cual era miembro no permanente. El gobierno de Menem apoyó la intervención armada del imperialismo y el bloqueo. Con él se alineó el Partido Comunista Argentino, exigiendo el retiro de las tropas iraquíes de Kuwait. El Partido Obrero llamó a una acción común mundial de la izquierda y de la clase obrera contra el bloqueo económico y político a Irak, contra la invasión, en defensa de los pueblos árabes que los invasores imperialistas pretendían ahogar en sangre, y en especial a quienes habían participado del Foro de San Pablo y por impedir todo esfuerzo que fortaleciera la acción bélica contra Irak, y añadía la lucha contra los pagos subsidios y privatizaciones en virtud de que las mismas iban dirigidas a la agresión genocida contra el pueblo irakí.
La guerra fue una primera muestra de la política militar preferida del imperialismo yanqui en las próximas décadas luego de la caída del bloque dirigido por la URSS: el uso de las votaciones en la ONU para sancionar fuerzas “multilaterales” donde decenas de países completaban los ejércitos para las operaciones que promovían, quitándole el peso de una movilización general de tropas que no estaba en condiciones de encarar luego del desastre de la guerra de Vietnam, que supuso el fin de la conscripción militar obligatoria. Esta política hoy se encuentra en crisis, como hemos visto con los llamados reiterados de que la Unión Europea constituya una fuerza militar propia separada de la OTAN dirigida por los yanquis, y del retiro creciente de su participación en las operaciones dirigidas por EEUU en medio oriente.
Las potencias imperialistas se apropian de la región petrolera
Las sanciones impuestas a Irak se combinaron con la destrucción de vidas e infraestructura, ocasionando una merma del 90% de su exportación petrolera, con su consecuente ahogo económico y financiero.
El 2 de agosto de 1992 Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña establecieron unilateralmente una zona de exclusión aérea entre los paralelos 32º y 36º norte para “proteger” al sur a los shiitas y a los kurdos al norte, de acuerdo a lo declarado. En rigor, ocultaban lo fundamental: se trataba de la protección de los pozos petroleros de Mosul (donde habitaba una mayoría kurda y el Puerto de Besora (mayoría chiita) por donde salían barcos petroleros. Hay que puntualizar claramente que las direcciones tanto chiitas como kurdas, aprovecharon el debilitamiento de Saddam y desarrollaron una ofensiva reclamando sus derechos nacionales, pero que lejos de apoyarlos, el imperialismo les soltó la mano, porque necesitaba a Saddam para estabilizar la región y pacificarla, como así también para ejercer un contrapeso en su disputa con el régimen chiita iraní.
Luego, el imperialismo yanki intervino en Afganistán( 2001) con el apoyo de la ONU y en Bosnia, prescindiendo de él. La primera guerra del golfo, emprendida por los Estados Unidos, respaldado por otras 33 naciones tuvo su origen en la lucha por conquistar el mercado mundial entre las diversas fracciones del imperialismo. Lejos de apaciguarse esos choques, se potenciaron y se volvieron a manifestar en Irak. En 2003, bajo el gobierno de George Bush hijo, el imperialismo yanki desarrolló una ofensiva letal contra Irak derrocando a Saddam e imponiendo un gobierno títere. Saddam había sido calificado como eje del mal, e Irak acusada de la posesión de armas químicas y atómicas. La realidad era muy otra. En 2007 Alan Greenspan (presidente de la Reserva Federal) declaró en sus memorias que la invasión no tenía que ver con la existencia de esas armas de destrucción masiva sino que tenía la finalidad de controlar las enormes reservas petroleras y evitar que la Unión Europea y potencias emergentes como India y China se acercaran a las mismas. Justamente fue eso lo que hizo que tanto Francia como Alemania le restaran apoyo a la invasión.
La guerra de Irak fue la manifestación de la profunda crisis del capital, que tiene su expresión en la disputa por el mercado mundial y pone en evidencia que el régimen capitalista en su última etapa, el imperialismo, es un régimen agotado cuya salida es la destrucción de las fuerzas productivas y de vidas humanas, en función de la defensa de su única razón de ser: la tasa de beneficio. Esta realidad hace que el choque entre las naciones imperialistas se agudice. En 2020, en medio de la pandemia del coronavirus, la tendencia al colapso de este régimen agotado se manifiesta del modo más crudo, del mismo modo que la tendencia a la revolución socialista en todos los continentes cuyo epicentro es la enorme rebelión popular en la cuna del imperialismo, Estados Unidos. La lucha por una dirección obrera y socialista a escala mundial es vital y decisiva para llevarlas al triunfo. Esa es la perspectiva que hemos impulsado en estos días en la Conferencia latinoamericana y de la izquierda convocada por el FIT-U.
El resultado en términos de vidas humanas civiles para Irak fue de doscientos mil muertos como resultado de la acción bélica genocida del imperialismo y de setenta mil por la hambruna ocasionada por el embargo.
Según un informe de Robert Haley y James Tuite, Estados Unidos utilizó en la guerra gases venenosos diversos, entre ellos el gas Sarin, fabricado en Alemania desde 1939 por el régimen hitleriano y sintetizado como insecticida. Cabe señalar que una vez terminado el choque bélico y “aceptado el armisticio”, las tropas iraquíes que evacuaban Kuwait por la ruta a Besora fueron masacrados por la aviación norteamericana. Es importante destacar que el imperialismo norteamericano pretendía con esto dar también un mensaje sobre su capacidad de intervención bélica. La acusación al régimen presidido por Saddam sobre la tenencia de armas atómicas se demostró como falso, y aun cuando las tuviera carecía de dispositivos tecnológicos para usarlas.
La guerra le permitió a Estados Unidos también exigir la transferencia desde los países petroleros hacia Estados Unidos a través de los pagos de la reconstrucción de Kuwait, del financiamiento de las tropas de la zona y las reparaciones exigidas a Irak y la subordinación de sus aliados para recomponer su hegemonía mundial. El derrumbe de la URSS y su disolución meses más tarde hicieron suponer a Estados Unidos que el camino estaba allanado. Los acontecimientos inmediatos posteriores y los actuales muestran que no ha podido superar la tendencia recurrente a crisis capitalistas, que explotan en su principal potencia con una virulencia creciente.
La burocracia soviética, en la agonía de la URSS votó en el Consejo de Seguridad de la Onu a favor de la invasión de Irak y del retiro de las tropas iraquíes de Kuwait, esto es: votó en defensa de los intereses de la Kuwait Oil Company, cuya propiedad era de la Gulf Oil Company de los Estados Unidos y de la British Petroleum, como así también de los negocios petroleros de la familia real kuwaití. El régimen castrista de Cuba capituló frente al imperialismo absteniéndose en cuatro votaciones referidas al bloqueo y a la intervención armada del Consejo de Seguridad del cual era miembro no permanente. El gobierno de Menem apoyó la intervención armada del imperialismo y el bloqueo. Con él se alineó el Partido Comunista Argentino, exigiendo el retiro de las tropas iraquíes de Kuwait. El Partido Obrero llamó a una acción común mundial de la izquierda y de la clase obrera contra el bloqueo económico y político a Irak, contra la invasión, en defensa de los pueblos árabes que los invasores imperialistas pretendían ahogar en sangre, y en especial a quienes habían participado del Foro de San Pablo y por impedir todo esfuerzo que fortaleciera la acción bélica contra Irak, y añadía la lucha contra los pagos subsidios y privatizaciones en virtud de que las mismas iban dirigidas a la agresión genocida contra el pueblo irakí.
La guerra fue una primera muestra de la política militar preferida del imperialismo yanqui en las próximas décadas luego de la caída del bloque dirigido por la URSS: el uso de las votaciones en la ONU para sancionar fuerzas “multilaterales” donde decenas de países completaban los ejércitos para las operaciones que promovían, quitándole el peso de una movilización general de tropas que no estaba en condiciones de encarar luego del desastre de la guerra de Vietnam, que supuso el fin de la conscripción militar obligatoria. Esta política hoy se encuentra en crisis, como hemos visto con los llamados reiterados de que la Unión Europea constituya una fuerza militar propia separada de la OTAN dirigida por los yanquis, y del retiro creciente de su participación en las operaciones dirigidas por EEUU en medio oriente.
Las potencias imperialistas se apropian de la región petrolera
Las sanciones impuestas a Irak se combinaron con la destrucción de vidas e infraestructura, ocasionando una merma del 90% de su exportación petrolera, con su consecuente ahogo económico y financiero.
El 2 de agosto de 1992 Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña establecieron unilateralmente una zona de exclusión aérea entre los paralelos 32º y 36º norte para “proteger” al sur a los shiitas y a los kurdos al norte, de acuerdo a lo declarado. En rigor, ocultaban lo fundamental: se trataba de la protección de los pozos petroleros de Mosul (donde habitaba una mayoría kurda y el Puerto de Besora (mayoría chiita) por donde salían barcos petroleros. Hay que puntualizar claramente que las direcciones tanto chiitas como kurdas, aprovecharon el debilitamiento de Saddam y desarrollaron una ofensiva reclamando sus derechos nacionales, pero que lejos de apoyarlos, el imperialismo les soltó la mano, porque necesitaba a Saddam para estabilizar la región y pacificarla, como así también para ejercer un contrapeso en su disputa con el régimen chiita iraní.
Luego, el imperialismo yanki intervino en Afganistán( 2001) con el apoyo de la ONU y en Bosnia, prescindiendo de él. La primera guerra del golfo, emprendida por los Estados Unidos, respaldado por otras 33 naciones tuvo su origen en la lucha por conquistar el mercado mundial entre las diversas fracciones del imperialismo. Lejos de apaciguarse esos choques, se potenciaron y se volvieron a manifestar en Irak. En 2003, bajo el gobierno de George Bush hijo, el imperialismo yanki desarrolló una ofensiva letal contra Irak derrocando a Saddam e imponiendo un gobierno títere. Saddam había sido calificado como eje del mal, e Irak acusada de la posesión de armas químicas y atómicas. La realidad era muy otra. En 2007 Alan Greenspan (presidente de la Reserva Federal) declaró en sus memorias que la invasión no tenía que ver con la existencia de esas armas de destrucción masiva sino que tenía la finalidad de controlar las enormes reservas petroleras y evitar que la Unión Europea y potencias emergentes como India y China se acercaran a las mismas. Justamente fue eso lo que hizo que tanto Francia como Alemania le restaran apoyo a la invasión.
La guerra de Irak fue la manifestación de la profunda crisis del capital, que tiene su expresión en la disputa por el mercado mundial y pone en evidencia que el régimen capitalista en su última etapa, el imperialismo, es un régimen agotado cuya salida es la destrucción de las fuerzas productivas y de vidas humanas, en función de la defensa de su única razón de ser: la tasa de beneficio. Esta realidad hace que el choque entre las naciones imperialistas se agudice. En 2020, en medio de la pandemia del coronavirus, la tendencia al colapso de este régimen agotado se manifiesta del modo más crudo, del mismo modo que la tendencia a la revolución socialista en todos los continentes cuyo epicentro es la enorme rebelión popular en la cuna del imperialismo, Estados Unidos. La lucha por una dirección obrera y socialista a escala mundial es vital y decisiva para llevarlas al triunfo. Esa es la perspectiva que hemos impulsado en estos días en la Conferencia latinoamericana y de la izquierda convocada por el FIT-U.
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