El comercio y las relaciones internacionales podrán haberse detenido indefinidamente pero los planes geopolíticos de EEUU y la OTAN nunca lo han hecho
El curso de los acontecimientos no se detiene pese a toda la circunstancialidad de esta Pandemia.
Los asuntos geopolíticos no han tenido pausa y prueba de ello son varias situaciones muy poco tratadas en los medios occidentales. La república Islámica de Irán ha tomado la determinación de prestar apoyo energético a la Revolución Bolivariana de Venezuela enviando sus tanqueros con crudo mientras tanto, China mantiene en estado de alerta a sus fuerzas armadas por las subterráneas interferencias de EEUU y Gran Bretaña en el asunto de Hong Kong, las fuerzas de la OTAN llevan adelante desde comienzos de año sospechosos movimientos en el norte de Europa y muy cerca de las fronteras de la Federación Rusa, algo que origino una creciente inquietud en Moscú.
Si algo ha causado esta pandemia, es provocar la inmovilidad general algo que, desde el punto de vista de la estrategia militar, es una muerte segura. Solo mantenerse en movimiento puede dar chances de sobrevivir a las amenazas y a los enemigos que se agazapan detrás de ésta situación excepcional.
Y si bien son varias las situaciones que podríamos citar sobre esto, hay dos que tienen destacada importancia.
Comenzando con Venezuela, veremos que tras el fallido intento de invasión financiado por Juan Guaildo y sus seguidores con base en Miami –y mantenido fuera de las primeras planas en Occidente-, el gobierno de Caracas ha salido más fortalecido y prueba de ello es el apoyo que inmediatamente recibió tanto de China como de la República Islámica de Irán. Para Washington y Londres (socios en los intentos desestabilizadores) esto ha sido una nueva frustración y una provocación transhemisferica que todavía no tiene una resolución.
Entre tanto, las bases aéreas de la OTAN (con EEUU a la cabeza) en Noruega y el este de Europa jamás dejaron de tener actividad, situación que fue advertida por los mismos habitantes locales que pese verse obligados a estar físicamente recluidos en sus hogares, sus oídos podían escuchar con mayor nitidez, como los cazas surcaban los cielos en altas horas nocturnas o de la madrugada.
Si algo ha causado esta pandemia, es provocar la inmovilidad general algo que, desde el punto de vista de la estrategia militar, es una muerte segura. Solo mantenerse en movimiento puede dar chances de sobrevivir a las amenazas y a los enemigos que se agazapan detrás de ésta situación excepcional.
Y si bien son varias las situaciones que podríamos citar sobre esto, hay dos que tienen destacada importancia.
Comenzando con Venezuela, veremos que tras el fallido intento de invasión financiado por Juan Guaildo y sus seguidores con base en Miami –y mantenido fuera de las primeras planas en Occidente-, el gobierno de Caracas ha salido más fortalecido y prueba de ello es el apoyo que inmediatamente recibió tanto de China como de la República Islámica de Irán. Para Washington y Londres (socios en los intentos desestabilizadores) esto ha sido una nueva frustración y una provocación transhemisferica que todavía no tiene una resolución.
Entre tanto, las bases aéreas de la OTAN (con EEUU a la cabeza) en Noruega y el este de Europa jamás dejaron de tener actividad, situación que fue advertida por los mismos habitantes locales que pese verse obligados a estar físicamente recluidos en sus hogares, sus oídos podían escuchar con mayor nitidez, como los cazas surcaban los cielos en altas horas nocturnas o de la madrugada.
El Ministerio de Defensa ruso advirtió hace unos días de la provocativa actividad occidental en sus fronteras, alertando al gobierno de estar preparados para una posible agresión de la organización. Si bien Jefe de la Dirección de Operaciones del Estado Mayor Serguei Rudskoi destaco el aumento de la actividad militar de la OTAN en las fronteras de la Federación, la misma ha ido creciendo a lo largo de estos meses.
Para el presidente Vladimir Putin esto no es una sorpresa. Cuando a comienzos de abril el Secretario General de la Alianza Atlántica Jens Stoltenberg advirtió públicamente a Rusia sobre la integridad y disponibilidad de sus capacidades, Putin leyó entre líneas el mensaje. Su olfato de estadista ya le había adelantado que los cerebros en Bruselas y sus socios en el Pentágono iban a usufructuar el particular momento que ofrecía el estado de excepción de alcance global que imperaba. Fue así que las Fuerzas Armadas de la Federación se mantuvieron atentas y gracias a ello han podido advertir los movimientos de sus adversarios.
Si bien la prensa occidental pone a Rusia como el ogro del mundo, la realidad es diametralmente opuesta. Rusia no ha invadido a nadie y mucho menos ha causado masacres y catástrofes humanitarias como las que la Alianza (y en particular los EEUU, Gran Bretaña y Francia) ha propiciado en lo que va de la década. Precisamente, consecuencia colateral de acciones emprendidas contra Libia, Iraq, Siria, Yemen y Afganistán, es el desplazamiento de millones de refugiados a campamentos sin garantías de seguridad y de allí a tratar (a riesgo de sus vidas) de ingresar a los países europeos.
Además de las constantes provocaciones que Moscú debe tolerar, no hay que perder de vista que la OTAN se haya de facto desplegada en los países antes nombrados, a donde nadie les llamo pero ingresaron a la fuerza con las consecuencias que hoy se pueden corroborar. Al mismo tiempo y obviamente de forma encubierta, la organización atlántica opera en nuevos escenarios tan distantes como el Caribe y el Atlántico sur aunque con diversas consecuencias.
Los últimos movimientos que han preocupado a Moscú han sido las incursiones sobre el Mar Báltico de bombarderos estratégicos “Rockwell B-1” que se acercaron peligrosamente a las fronteras de la Federación.
Para el presidente Vladimir Putin esto no es una sorpresa. Cuando a comienzos de abril el Secretario General de la Alianza Atlántica Jens Stoltenberg advirtió públicamente a Rusia sobre la integridad y disponibilidad de sus capacidades, Putin leyó entre líneas el mensaje. Su olfato de estadista ya le había adelantado que los cerebros en Bruselas y sus socios en el Pentágono iban a usufructuar el particular momento que ofrecía el estado de excepción de alcance global que imperaba. Fue así que las Fuerzas Armadas de la Federación se mantuvieron atentas y gracias a ello han podido advertir los movimientos de sus adversarios.
Si bien la prensa occidental pone a Rusia como el ogro del mundo, la realidad es diametralmente opuesta. Rusia no ha invadido a nadie y mucho menos ha causado masacres y catástrofes humanitarias como las que la Alianza (y en particular los EEUU, Gran Bretaña y Francia) ha propiciado en lo que va de la década. Precisamente, consecuencia colateral de acciones emprendidas contra Libia, Iraq, Siria, Yemen y Afganistán, es el desplazamiento de millones de refugiados a campamentos sin garantías de seguridad y de allí a tratar (a riesgo de sus vidas) de ingresar a los países europeos.
Además de las constantes provocaciones que Moscú debe tolerar, no hay que perder de vista que la OTAN se haya de facto desplegada en los países antes nombrados, a donde nadie les llamo pero ingresaron a la fuerza con las consecuencias que hoy se pueden corroborar. Al mismo tiempo y obviamente de forma encubierta, la organización atlántica opera en nuevos escenarios tan distantes como el Caribe y el Atlántico sur aunque con diversas consecuencias.
Los últimos movimientos que han preocupado a Moscú han sido las incursiones sobre el Mar Báltico de bombarderos estratégicos “Rockwell B-1” que se acercaron peligrosamente a las fronteras de la Federación.
En todos los casos, los aviones intrusos fueron interceptados por los cazas y obligados a salir del espacio aéreo ruso. Asimismo el ministro ruso dejo en claro que sus defensas antiaéreas pudieron haberlos derribado causando un peligroso incidente que podría escalar a niveles nada recomendables.
La advertencia de Rusia sobre las maniobras que realiza la OTAN están sustentadas en que los aviones de la organización apagan sus transpondedores para no ser identificados o ser invisibles al radar de la Defensa aeroespacial rusa, algo que ya ha dejado en claro Moscú, además de inútil puede traer consecuencias para sus pilotos.
Algunos sospechan que la administración Trump agobiada por los escándalos de brutalidad policial estaría buscando crear un incidente que desvie la atención de la opinión pública global.
Estas actividades que implican la incursión de aviones de guerra son claramente violatorias de las regulaciones internacionales y de la soberanía de la Federación rusa, algo que no encuentra la debida y oficiosa repercusión en Naciones Unidas que cada día demuestra su notable ineficacia.
Pero no solamente Rusia se haya bajo las provocaciones de la OTAN. En el continente americano, hay dos Teatros de operaciones centrales en los que la alianza trabaja sin descanso por ganar terreno y ellos se ubican en el Caribe y el Atlántico sur.
La advertencia de Rusia sobre las maniobras que realiza la OTAN están sustentadas en que los aviones de la organización apagan sus transpondedores para no ser identificados o ser invisibles al radar de la Defensa aeroespacial rusa, algo que ya ha dejado en claro Moscú, además de inútil puede traer consecuencias para sus pilotos.
Algunos sospechan que la administración Trump agobiada por los escándalos de brutalidad policial estaría buscando crear un incidente que desvie la atención de la opinión pública global.
Estas actividades que implican la incursión de aviones de guerra son claramente violatorias de las regulaciones internacionales y de la soberanía de la Federación rusa, algo que no encuentra la debida y oficiosa repercusión en Naciones Unidas que cada día demuestra su notable ineficacia.
Pero no solamente Rusia se haya bajo las provocaciones de la OTAN. En el continente americano, hay dos Teatros de operaciones centrales en los que la alianza trabaja sin descanso por ganar terreno y ellos se ubican en el Caribe y el Atlántico sur.
En el primer caso, el objetivo se vincula con los planes de Washington –ilegales por cierto- por derrocar gobiernos indeseables como los de Venezuela y Nicaragua, teniendo como primer objetivo al gobierno venezolano de Nicolás Maduro Moros para lo cual cuenta con la colaboración estratégica del estado colombiano sin importar el partido político que se halle en el poder. Las posibilidades de lograr esos objetivos se materializaron cuando el presidente colombiano Juan Manuel Santos firmo en 2018 un acuerdo para el ingreso a la organización como “socio global”, una categoría similar a la que el gobierno argentino de Carlos Menem fallidamente pretendió en la década de los noventas.
Asimismo no debemos olvidar que gracias a la visión geopolítica y estratégica del presidente Hugo César Chávez, Venezuela logro establecer una relación estable y de cooperación estratégica con Rusia y China (algo que Néstor Kirchner jamás tuvo en mente y que luego CFK tuvo miedo de concretar), que entre otras cosas, le ha permitido frenar los incontables intentos desestabilizadores y de agresión directa como el visto el 5 de mayo último.
Para Rusia esto representa un formidable paso para la estructuración de una relación multipolar con una presencia determinante en el hemisferio, que serviría para balancear la imperativa injerencia de Washington y de la OTAN en todo el Cono sur.
Asimismo no debemos olvidar que gracias a la visión geopolítica y estratégica del presidente Hugo César Chávez, Venezuela logro establecer una relación estable y de cooperación estratégica con Rusia y China (algo que Néstor Kirchner jamás tuvo en mente y que luego CFK tuvo miedo de concretar), que entre otras cosas, le ha permitido frenar los incontables intentos desestabilizadores y de agresión directa como el visto el 5 de mayo último.
Para Rusia esto representa un formidable paso para la estructuración de una relación multipolar con una presencia determinante en el hemisferio, que serviría para balancear la imperativa injerencia de Washington y de la OTAN en todo el Cono sur.
En este sentido, Venezuela es sin dudas un actor central para ello y limitar las desmedidas ambiciones de la OTAN por extenderse a todo el Caribe y el resto de Sudamérica.
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