Curiosidades y entretelones secretos que rodearon el envío de la misión naval argentina al Golfo en 1990
La visita del Ministro de Agua y Electricidad de Kuwati
El caso de los marinos de las dotaciones del Grupo de Tareas 88.0 (GT.88) esta enmarcado en un largo olvido administrativo en lo que significo su destacada actuación en las operaciones de interdicción que se dieron dentro de la Operación “Escudo del Desierto” y mucho más, en su participación en las tareas de apoyo logístico en plenas hostilidades durante la Operación Tormenta del Desierto.
Pero todo lo que hizo a los movimientos de los hilos políticos y las gestiones para que Argentina tuviera una participación en la Coalición Multinacional, más allá de las argumentaciones políticas (alineamiento automático) y diplomáticas ventiladas en aquel momento a la opinión publica, tuvo un precio en lo más estricto del término.
Esta claro que las Fuerzas Armadas son el brazo armado de un país y como parte del estado al que sirven, sus recursos y materiales se hallan a disponibilidad de las decisiones del gobierno para servir a los planes que respondan al supremo interés nacional. La decisión del gobierno de enviar una fuerza de intervención el 25 de septiembre de 1990 respondio a esa funcionalidad, pero algunos se beneficiaron indebidamente con esto.
Más allá de la institucionalidad, del deber de cumplir con las órdenes impartidas y los fundamentos políticos que obligaron al traslado de esta fuerza naval, hubo varios temas que no quedaron claros y por supuesto, lejos del conocimiento, de la revisión y las debidas explicaciones a sus verdaderos protagonistas.
En Argentina la corrupción siempre ha sido una marca registrada aunque cierto es, que no es el único lugar donde existe esta problemática. Pero en lo que concierne a las negociaciones para insertar al país en aquel entuerto geopolítico que devendría en una guerra abierta, lejos de las cámaras de TV y de los micrófonos de las radios, los funcionarios menemistas negociaron con las autoridades árabes de las petromonarquias, el cobro de ciertos emolumentos por debajo de la mesa para costear sus esfuerzos por defender sus intereses en el Golfo.
En aquellos momentos, las Fuerzas Armadas se encontraban en pleno proceso de desguace y su operatividad había caído al minimo gracias en parte, a los acuerdos secretos impulsados y aceptados por el flamante presidente Carlos Menem con el Foreign Office británico conocidos como los “Tratados de Madrid”. No hay que olvidar que por medio de estos entre otras cuestiones se entrego al “Minsitry Of Defense” (WhitehHall) el control operativo encubierto de las FFAA.
Por eso, aquella excusa de que la participación del país en “los esfuerzos de paz” servirían para modernizar y capacitar a las FFAA para reinsertarlas en un nuevo marco, solo fueron excusas vacías para gestionar la concreción de éste envío que obviamente, tendrían una recompensa para sus gestores políticos y algunos intermediarios.
Los supuestos beneficios a largo plazo como sería de inserción del país en la OTAN y participación en la reconstrucción de Kuwait (con multimillonarios contratos), nunca se concretaron. Pero esto no evito que algunos “bribones” aprovecharan sacar beneficios propios en medio de las tratativas para el envío de los buques e incluso cuando ya se hallaban en acción en el Teatro de Operaciones; como dice el dicho “la oportunidad hace al ladrón”.
Estaba claro que la movilización tenía un costo que la Argentina no podía afrontar. Washington no tenía ese problema ya que contaba con un cheque en blanco de las petromonarquías, en especial de Arabia Saudita. Esta fue la veta de negocios que vieron los “halcones” de Menem -en especial algunos de ellos- y aprovechando la oportunidad –improvisando y sin contar con la capacidad real- sugirieron cooperar con lo mejor que disponían en ese momento.
Menem y sus funcionarios no realizaban estas gestiones para insertar al país en el “primer mundo” o para “asegurar la paz” mediante las OMP; un gran negocio se escondía detrás de toda la tragedia que estaba por venir –y que potencialmente podía alcanzar a sus propios hombres- si entraban en los asuntos pesados como fue involucrarse en los preparativos para la guerra contra Iraq. Y aunque ninguno de los objetivos esperados se concretarían, algunas pistas revelarían que igualmente –no en la magnitud de lo esperado- para algunos, hubieron beneficios en dinero contante y sonante que nadie reclamaría.
Cuando los buques por el mes de noviembre llegaron al área de operaciones y se avocaban a las tareas que les asignaba el CENTCOM, los canales diplomáticos y los movimientos de algunos de sus funcionarios acrecentaban sus actividades. Quienes estaban muy atentos a ellos era el MI-6 quienes querían controlar estrechamente las tratativas que Buenos Aires establecía con los países árabes en especial, con los Emiratíes. Con acceso a información de sus colegas estadounidenses y fuentes propias en los dos extremos del planeta, monitoreaban desde la embajada en Buenos Aires como progresaban las gestiones diplomáticas por un lado y las actividades de sus buques en el Golfo por el otro.
Fue en medio de estas actividades que varias piezas de información revelaron que el gobierno de Menem había estado negociando el pago de sumas de dinero en efectivo del Reino de Kuwait que debía costear el armado de cada buque y las compensaciones de sus tripulantes. Con los sauditas tuvieron menos suerte ya que los jeques, asesorados por los estadounidenses, pidieron documentar cualquier tipo de cooperación dineraria solicitada para gastos.
Estos son los que viajaron al Reino Unido a visitar el Banco donde se deposito la plata.
Pero allí no terminaría la recaudación. Según reportes de fuentes de la inteligencia naval británica (NID) en EAU –operando dentro de la estructura de SRIG- (con estrechos lazos con el Mutkhabarat), los jeques estaban complacidos, en particular los viejos jeques Rashid Ben Saeed Al Matkoum (Emir de Dubai) y Zayed bin Sultan Al Nahyan (Emir de Abu Dhabi) con la llegada de los argentinos y por fuera de las tratativas oficiales estaban dispuestos a compensar a sus exóticos visitantes con dinero fresco (Una costumbre tribal).
Para ello a mediados de diciembre la gobernación de Abu Dhabi resolvió que una legación representativa visitaría a las unidades que estaban en el puerto. Ello coincidiría con la visita de altos funcionarios argentinos que llegarían para la Navidad en momentos que la dársena se veía movilizada por la algarabía y los festejos de los marinos españoles.
El 24 de diciembre representantes del emirato habrían tenido un encuentro previo con la comitiva argentina recién llegada a Abu Dhabi. Según una fuente de ese momento, la intensión del Emir era la de subir junto a los visitantes al buque comando del “Grupo Alfil” anclado en puerto para otorgarles un “reconocimiento” en agradecimiento por la protección que estaban brindando al emirato.
Según el reporte, la comitiva árabe llevaba consigo un maletín con unos US $300.000 dolares estadounidenses que estaban destinados (como gratificación) a repartir entre los hombres de cada buque. En ese momento la visita fue pospuesta y los únicos que concurrieron a visitar a los marinos fueron los tres funcionarios argentinos quienes no llevaron ese maletín. Por supuesto que nunca dijeron nada sobre esto, salvo a parte de la oficialidad a cargo de la misión. Fue así que pasada la cena de Navidad, dos de esos funcionarios se retiraron y en unas horas estaban rumbo a Europa.
Al parecer los emiratís nunca supieron de este desvío y creyendo que sus huéspedes (los tripulantes de los buques) habían recibido aquella primera gratificación, una semana después se acercaron a los buques en puerto para entregarles un segundo maletín conteniendo otros 300.000 dolares. La ofrenda habría sido entregada al “CGT R” y a sus oficiales quienes se comprometieron a guardarla para posterior reparto a imputar en sus viáticos.
La versión que se hizo correr para que no se despertaran sospechas entre los presentes –especialmente entre las tripulaciones- sobre la visita de los emiratíes fue que “los jeques querían comprar una de las unidades”, algo que era muy poco creíble.
ALTE.(R) EMILIO OSSES
El militar de aquella comitiva que se quedó a bordo de uno de los buques era nada menos que el Comandante del Estado Mayor Alte Emilio Osses quien según fuentes en el puerto emiratí de “Fujaira” desembarcaría 48 horas más tarde para regresar a Buenos Aires. No se supo que papel jugo en la suerte de esos maletines aunque no debió ignorar la entrega del primer maletín.
Sobre que sucedió con esos 22 millones de dólares entregados por los kuwaitíes y los 600 mil dólares emiratíes que contenían esos maletines, nunca se supo nada, al menos no lo supieron sus verdaderos destinatarios.
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