20/6/17

Cuando un estado no se pone de acuerdo..esto termino en una guerra "Tormenta del Desierto"


VETERANOS DE HOY, DE AYER Y DE SIEMPRE



PARA LOS TRES PODERES DE LA NACION Y EXCOMBATIENTES DEL GOLFO PERSICO, COMO SE VIVIO LOS MOMENTO EN EL CONGRESO EN ESA EPOCA 1990/1991 Y TOMAR LA DECISION DEL ENVIO DE NAVES DE GUERRA AL GOLFO NO FUE FACIL. PERO AL LEER SE DARAN CUENTA QUE YA TODO ESTABA ORQUESTADO POR EE.UU Y NADA PODIA HACER LA ONU. LOS RESPONSABLES DE LA NO INFORMACION EXACTA DE LOS ACONTECIMIENTO QUE HOY BREGAMOS POR UNA LEY: EX -PTE MENEM, EX-PTE EE.UU JORGE BUSCH, ALTE OSSE, ALTE FERRER, ALTE MOLINA PICO, EX MINISTRO DEFENSA HUMBERTO ROMERO Y EX-CANCILLER DOMINGO CAVALLO

La participación argentina en la Guerra del Golfo

Así como las medidas de apertura económica y reforma del Estado adoptadas desde julio de 1989 fueron la manifestación interna del ingreso al patrón de "relaciones especiales" con Estados Unidos, la participación argentina en la Guerra del Golfo a partir de septiembre de 1990 constituyó la primera medida trascendente que demostró la adopción de dicho patrón en el ámbito de la política exterior. Fiel a su perfil occidentalista pero no automático, el gobierno argentino se mostró inicialmente renuente a la alternativa de un envío inmediato de tropas a la zona en conflicto hasta que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas así lo requiriese. Esta posición de bajo perfil, más humanitaria que política, respecto del conflicto en su primera etapa puede rastrearse, con diversos matices, en las declaraciones que durante agosto de 1990 efectuaron al respecto el presidente Carlos Menem:

su hermano, el senador Eduardo Menem
y el entonces canciller Domingo Cavallo.


 Ex-Senador Eduardo Menem



Ex-Canciller Domingo Cavallo



Por cierto, esta reticencia inicial estuvo íntimamente ligada a dos factores:

La existencia de una óptica liberal wilsoniana en versión periférica en los responsables de la política exterior del gobierno de Menem, de enfático apoyo a las intervenciones multilaterales en defensa de los derechos humanos y las libertades democráticas (elemento que compartía con la versión original del liberalismo wilsoniano), pero a la vez reticente respecto de las acciones unilaterales de Estados Unidos; y la percepción del alto grado de resistencia que presentaría en las bancadas radical y peronista la aprobación del envío de fuerzas sin resolución previa del Consejo de Seguridad.

Frente a las voces reticentes dentro del gobierno, los funcionarios cercanos al entorno presidencial y los oficiales de las Fuerzas Armadas sostuvieron la conveniencia del envío inmediato de tropas al Golfo como un "gesto" destinado a la Casa Blanca.

Señalaban que la necesidad de que se produjese ese gesto había sido sugerida por Washington al menos en dos ocasiones: durante la entrevista pedida de modo urgente al presidente Menem por el vicepresidente norteamericano, Dan Quayle, en Colombia, durante la asunción del presidente César Gaviria Trujillo, y en una reunión que altos funcionarios de la Cancillería mantuvieron con representantes de la Embajada de Estados Unidos, entre ellos, el consejero político, James Walsh.

Este sector proclive a una respuesta inmediata en favor de la participación de efectivos remarcó la necesidad de aprender de las "lecciones del pasado", es decir, las derivadas de la tardía declaración de guerra por parte de la Argentina al Eje, en 1945, que le costó a Argentina un tratamiento muy diferente que el que tuvo Brasil, premiado con inversiones productivas por los miles de brasileños muertos en Europa durante su participación en la Segunda Guerra.

Tras el envío de dos cartas al presidente Menem (la de su par norteamericano, George Bush, del 20 de agosto, agradeciéndole su preocupación por la situación en el Golfo Pérsico; y la del jefe de Estado de Egipto, Hosni Mubarak, del 13 de septiembre, en la que éste explicaba al mandatario justicialista las razones por las cuales el mundo debía reaccionar en bloque ante la agresión de Irak a Kuwait), el presidente argentino abandonó su bajo perfil inicial y adhirió a la posición norteamericana, partidaria del envío de tropas aún sin la aprobación de la ONU.

Así, el 16 de septiembre, Menem señaló que su gobierno "enviará tropas al Golfo Pérsico sin ningún tipo de consulta "si el objetivo perseguido es consolidar la paz". En ese caso, anunció el primer mandatario, "sólo consultaré a sectores de la comunidad. Pero si se tratara de tropas de intervención (...) tendría que resolver el Congreso". Hasta ese momento, el discurso del Gobierno había consistido en afirmar que no se enviarían fuerzas militares si no lo pedían las Naciones Unidas, pero el presidente no aludió en sus declaraciones del 16 de septiembre a la ONU cuando admitió la posibilidad de que "tropas para consolidar la paz" -integradas sólo por oficiales y suboficiales- sean despachadas sin consulta legislativa.

Acorde con el cambio en la posición del presidente Menem, su canciller, Domingo Cavallo, anunció en un mensaje difundido por radio y televisión el 18 de septiembre de 1990, la partida de oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas argentinas para "ayudar a restablecer la paz y evitar una tragedia de imprevisibles consecuencias en la zona en conflicto". Cavallo aclaró que los efectivos argentinos "no van a emprender acciones bélicas" y justificó la decisión de enviar tropas, remarcando que:

"Si la Argentina quiere participar de los beneficios del proceso de gestación de un nuevo mundo de paz y progreso, debe asumir las responsabilidades. Frente a la actitud del régimen de Bagdad, la indiferencia implica atraso y aislamiento."

El 19 de septiembre, el presidente Menem justificó el envío de tropas al Golfo Pérsico, al asegurar que:

"(…) al pedirlo un país integrante de las Naciones Unidas (Kuwait) es como si la UN lo hubiera pedido. (…) la Argentina no puede darse el lujo, en este momento que estamos emergiendo de una crisis, de quedar aislada del resto del mundo (…) Estamos en otro mundo, en el que la neutralidad no existe (...) no son tropas intervencionistas sino para consolidar la paz, para evitar las consecuencias de un enfrentamiento".

Sobre la decisión tomada Menem reconoció que él se había manejado "con la Cancillería" y al preguntársele si fue sometida a consulta alguna dijo que:

"(…) esto es una cuestión del Gobierno y no de los partidos políticos."

Por cierto, esta última afirmación del presidente hacía referencia a la existencia de voces contrarias al envío de tropas tanto dentro de las filas de la oposición como del partido entonces gobernante. Ejemplo del primer caso fue la iniciativa del ex-canciller radical y entonces diputado Dante Caputo de interpelación a los ministros de Defensa y de Relaciones Exteriores, Humberto Romero y Domingo Cavallo, para que informaran verbalmente en la Cámara Baja las razones del envío de tropas. Aunque esta iniciativa de Caputo, propuesta por el diputado de la UCR César Jaroslavsky, tuvo el respaldo de los diputados provenientes del Partido Socialista Unificado, del Partido Federal-Buenos Aires, del Movimiento al Socialismo, del Partido Intransigente, del Partido Socialista Popular, de la Democracia Cristiana de Córdoba, y de Bandera Blanca, no contó con los dos tercios necesarios por la oposición de los diputados del PJ y de la UCD.

Ex-Ministro de Defensa Humberto Romero

Por su parte, el 20 de septiembre, el bloque de senadores del PJ demostró su disconformidad con la decisión unilateral del gobierno, la que incluyó una acalorada discusión de dicho bloque con el canciller Domingo Cavallo y con el ministro de Defensa, Humberto Romero. Otra importante señal de divergencia en las filas del oficialismo tuvo lugar días después, cuando mientras el presidente del bloque justicialista de Diputados, José Luis Manzano, aseguraba que Argentina podría enviar más efectivos militares al Golfo "si lo piden las Naciones Unidas o los países que están participando en el embargo", el propio presidente de la Cámara de Diputados, el justicialista Alberto Pierri, criticó la decisión presidencial de enviar tropas al Golfo Pérsico, opinando que las naves argentinas iban a realizar "un viaje turístico, porque estos dos barquitos no pueden modificar nada" -aunque poco después sostuvo que su afirmación no implicaba dejar de apoyar la decisión del gobierno de enviar tropas al Golfo-. Asimismo, el secretario general de la central sindical, la Confederación General del Trabajo (CGT), Saúl Ubaldini, señaló también su rechazo al envío de tropas, destacando que:

"nunca fuimos una nación mercenaria o una colonia proveedora de carne de cañón para defender intereses ajenos. No podemos aceptar el argumento utilitario según el cual esta intervención podrá procurar, en el futuro, ventajas económicas a nuestro país".

Otro indicio de la existencia de voces divergentes fue la decisión del presidente Menem, de disponer, el 22 de septiembre, el "cese inmediato" del diputado provincial (Buenos Aires) Alberto Samid en sus funciones de asesor presidencial. De acuerdo con un comunicado conjunto de los ministerios del Interior y de Relaciones Exteriores, Menem adoptó esa decisión por encontrar a Samid responsable:

"(…) de haber colaborado con el gobierno de Irak en abierta violación a lo dispuesto por el decreto 1560 del 13 de agosto"

El comunicado expresaba también que otra de las disposiciones del presidente argentino fue:

"(…) el inicio de las investigaciones pertinentes para confirmar las acciones violatorias del decreto mencionado y aplicar las sanciones correspondientes a todos los implicados".

No obstante estas voces divergentes dentro del propio oficialismo, el 27 de septiembre de 1990, los senadores del PJ, en un nuevo giro, abandonaron su posición contraria al envío de tropas y la respaldaron, rechazando el intento del bloque radical de condenarla. En este sentido fue notorio el cambio en la posición del senador Eduardo Menem, el presidente provisional del Senado, quien originariamente se oponía al envío de tropas y se convirtió en la sesión del 27 en el principal defensor de la medida adoptada por el Ejecutivo.

En dicha ocasión, el hermano del presidente justificó la medida, sosteniendo que "hemos resuelto apoyar la decisión del Gobierno de enviar fuerzas de paz, por entender que esto se enmarca dentro de la resolución de las Naciones Unidas". Dijo que por tratarse de fuerzas de paz, "no necesitaban de la autorización del Congreso" para salir del país. El senador Menem agregó que con la actitud asumida por el Presidente, la Argentina "deja de ser un espectador y se convierte en protagonista" de las relaciones internacionales.

Consciente del tenso clima interno generado por la decisión gubernamental de enviar tropas al Golfo Pérsico, el ministro de Defensa argentino, Humberto Romero, sostuvo que los buques argentinos a ser enviados al Golfo Pérsico llevaban precisas instrucciones de no participar en misiones ofensivas y solamente podrían responder a un ataque en defensa propia.

La decisión adoptada por el gobierno argentino provocó el elogio verbal de las autoridades norteamericanas. Ese mismo día 19 de septiembre, el embajador norteamericano en Buenos Aires, Terence Todman, y el vocero de asuntos exteriores de la Casa Blanca, Roman Popaduak, notificaron el beneplácito de Washington por la decisión del gobierno argentino de enviar tropas a la zona del Golfo Pérsico. Al día siguiente, 20 de septiembre, Menem recibió una felicitación por carta de su colega Bush, redactada de la siguiente manera:

Ex-Pte. George Busch y el Ex-Pte Carlos Menem

"Me sentí muy complacido al conocer su decisión de participar en la fuerza multinacional en la región del Golfo Pérsico.
Su franca posición en contra de la intolerable agresión y de la flagrante desobediencia al derecho internacional por parte de Saddam Hussein es sumamente apreciada. Constituye un ejemplo de su firme determinación de que la Argentina desempeñe un papel preponderante y destacado en los asuntos mundiales. Deseo profundamente que la creciente nómina de países dispuestos a defender nuestros intereses comunes en la región del Golfo Pérsico induzca a Saddam Hussein a retirarse de Kuwait.
Espero verlo el 1º de octubre en Nueva York. Sinceramente, George Bush."

El 24 de septiembre, fue el subjefe de la Junta de Jefes del Estado Mayor norteamericano, almirante David Jeremiah, quien expresó, en una reunión que mantuvo con el ministro de Defensa argentino, Humberto Romero; con el jefe del Estado Mayor Conjunto de la Argentina, vicealmirante Emilio Ossés, y con el embajador norteamericano en Buenos Aires, Terence Todman, la satisfacción de las fuerzas armadas norteamericanas por la participación de la Argentina en la fuerza internacional de bloqueo contra Irak. Jeremiah señaló que la actitud del Gobierno "pone a la Argentina en la más alta consideración".

 Alte. Ferrer Ex Jefe de Estado Mayor Conjunto

Alte. Enrique Molina Pico Ex-Agregado Naval en EE.UU

Durante el encuentro que sostuviera con Menem en Nueva York el 1º de octubre de 1990, Bush nuevamente agradeció a su colega argentino la participación en el bloqueo contra Irak en los siguientes términos:

"He planeado decirle al presidente Menem que estoy muy agradecido por su solidaridad. Es un hombre de coraje y entiendo que los argentinos están apoyando lo que usted hace, señor."

Estimulado por las favorables repercusiones que en la Casa Blanca tuvo la decisión de enviar tropas al Golfo, el gobierno, a través del canciller Domingo Cavallo, admitió el 21 de octubre la posibilidad de reforzar la presencia militar argentina en la zona del Golfo. Al visitar la base naval de La Spezia a la corbeta misilística Spiro -una de las naves argentinas que viajó a la zona del conflicto- Cavallo explicó al respecto que:

ARA Corbeta Spiro

ARA Alte Brown

"Estamos estudiando el envío de aeronaves que sirvan como apoyo logístico al contingente y que permitan, de paso, evacuar a argentinos y a latinoamericanos de la zona, si se desatase el conflicto bélico 

(...) la misión es importante, no sólo porque significa apoyar en el plano diplomático-práctico el embargo económico decidido por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, sino porque el objetivo final es fundar un sistema de seguridad mundial, tal como lo establece la misma carta de la UN".

Por su parte, el Ministerio de Defensa argentino emitió el 22 de octubre un comunicado que señalaba como "de destacada importancia" que el pabellón nacional argentino estuviera presente "en una región importante del mundo", al tiempo que expresaba que sus habitantes

"quizá por primera vez, incorporarán a la República Argentina dentro de una consideración prioritaria y nuestros connacionales que allí residen tendrán la tranquilidad de que buques de su país estarán allí prestos a apoyarlos".

Finalmente, el 1° de diciembre, fue el secretario legal y técnico de la Presidencia, Raúl Granillo Ocampo, quien adelantó que el Poder Ejecutivo enviaría al Congreso una iniciativa para que las tropas argentinas enviadas al Golfo Pérsico participaran activamente en una eventual guerra. 

Frente a esta declaración, tanto los diputados radicales como los representantes de posturas de izquierda (Movimiento al Socialismo -MAS-, Partido Intransigente (PI) y Partido Socialista Unificado (PSU)- anticiparon su postura desfavorable. A su vez, otros legisladores, como la ucedeísta Adelina de Viola, solicitaron mayor información para tratar de precisar en qué medida dicho conflicto anunciaría una guerra convencional o nuclear, antes de fijar una posición definitiva. Por su parte, el presidente de la Cámara de Diputados, Alberto Pierri, optó por la cautela y se abstuvo de comentar cuál sería la posición del bloque justicialista.


Junto a la reticencia parlamentaria tuvo lugar un importante debate académico respecto de este tema, que se centró en dos cuestiones: 

a) el costo de adoptar una decisión sin el previo respaldo del Congreso en términos de credibilidad externa; y

b) la crítica a la vinculación mecánica que los funcionarios del gobierno hicieron entre el gesto de enviar naves y su contrapartida en términos de beneficios económicos para la Argentina.

Como era de esperarse, la presencia de Bush en la Argentina, a principios de diciembre de 1990, fue una ocasión para que los legisladores disidentes con la posición del gobierno se hiciesen oír. Así, el diputado Luis Zamora (MAS-Izquierda Unida) elevó ante la Cámara Baja un proyecto de declaración que solicitaba que el cuerpo legislativo expresara su rechazo a la visita de Bush

"por constituir un salto adelante en la colonización de América Latina y en el intento de promover un sólido frente de apoyo a la agresión contra el pueblo iraquí".

Por su parte, los diputados integrantes del peronista Grupo de los Ocho también expresaron su oposición a que Bush concurriese al recinto de la Asamblea Legislativa. Lo propio hicieron los diputados Jacinto Gaibur (peronismo), Simón Lázara (socialismo unificado) y Rafael Pascual (radicalismo), quienes señalaron su oposición a la visita de Bush.
De acuerdo con la óptica de estos legisladores, el presidente norteamericano venía a la Argentina para promocionar su Iniciativa para las Américas, que "no es una propuesta seria". El Partido Humanista consideró a su vez que "la visita de Bush es oprobiosa, porque se hace cuando la desocupación, la miseria, la desnutrición y la mortalidad infantil son lo único que crece en la Argentina" y señaló que el mandatario norteamericano era "el principal respaldo del gobierno nacional y su política económica".

Asimismo, el 4 de diciembre de 1990, el diputado nacional Guillermo Estévez Boero (Partido Socialista Popular - Santa Fe) entregó en la Embajada de los Estados Unidos una carta personal dirigida a Bush, en la que expresaba sus disidencias con diversas actitudes de la administración republicana, señalando que "No estamos contra el pueblo de los Estados Unidos de América ni contra el gobierno que elige dicho pueblo, Estamos sí decididamente en contra de políticas opuestas a los intereses de nuestros pueblos, a los intereses de nuestra Nación y a los intereses de nuestros hermanos de América Latina".

Finalmente, el 5 de diciembre de 1990 -el mismo día del arribo del presidente Bush a Buenos Aires- el MAS organizó una marcha de repudio a la presencia del mandatario norteamericano.

Frente a estas expresiones de repudio, el presidente Menem sostuvo que:

"(...) Es bueno que los argentinos entendamos que los ideologismos y todo aquello que lleva a la confrontación (...) en estos momentos no sirve ni para la Argentina ni para ninguna parte de la tierra, por eso me dan pena algunos ideologismos, tratando de hacer una demostración en contra del presidente de los Estados Unidos

 (...) en realidad, tendría que salir todo el pueblo a la calle para saludar a este hombre que representa a un gran país de la Tierra".

El 5 de diciembre, Bush comenzó su estadía en Buenos Aires agradeciendo a su colega Carlos Menem el alineamiento de la Argentina con los grandes objetivos del mundo occidental. Al analizar la cuestión del Golfo y plantear Menem que el Congreso decidiría si las naves argentinas intervendrían en caso de guerra, Bush sostuvo que el gran argumento para aprobar esa participación era la resolución que hacía poco había aprobado del Consejo de Seguridad de la ONU, que había autorizado el uso de la fuerza. En una conferencia de prensa conjunta, ambos presidentes reiteraron que la única solución posible para la crisis en el Golfo Pérsico era el retiro iraquí de Kuwait "sin condicionamientos".

El mandatario norteamericano reiteró su agradecimiento a la contribución argentina en la Guerra del Golfo en el discurso que efectuara ante el Parlamento ese mismo día 5:

"(…) In the current crisis of the gulf, you have also shown strength and vision by helping to lead international efforts to stop Saddam’s brutal aggression. Your contribution to the multinational force in the gulf is a statement of your commitment to peace and the rule of law, and a clear sign that you are assuming your rigthplace as a leader among freedom-loving nations." 

Traducido:
(En la actual crisis del Golfo, también ha demostrado fuerza y visión ayudando a liderar los esfuerzos internacionales para detener la brutal agresión de Saddam. Su contribución a la fuerza multinacional en el Golfo es una declaración de su compromiso con la paz y el imperio de la ley, y una clara señal de que está asumiendo su riguroso lugar como líder entre las naciones amantes de la libertad ").

Al día siguiente, y tras despedir al presidente Bush, Menem anunció el envío al Parlamento del proyecto de ley sobre la eventual participación de las Fuerzas Armadas en caso de una guerra en el Golfo. Dijo Menem que de aprobarse el proyecto respectivo las unidades navales argentinas podrían prestar apoyo logístico y no intervenir en las acciones bélicas.

Finalmente, el 13 de diciembre, el canciller Cavallo anunció que las naves argentinas que se encontraban en el Golfo Pérsico regresarían al país a fines de enero "por una necesidad de rotación natural y de recambio de personal". Consciente de las reticencias existentes en el Parlamento, el ministro subordinó el envío de otras naves argentinas a la autorización del Congreso para su intervención en un eventual conflicto bélico.

El mes de enero de 1991 fue testigo de la batalla entre el Ejecutivo y el Legislativo por la permanencia o el retiro de los efectivos argentinos presentes en la zona del Golfo. El 11 de enero, Menem reiteró a los miembros del Parlamento la necesidad de un urgente análisis parlamentario por la presencia de las tropas argentinas en el Golfo Pérsico, pero el afán presidencial chocaba en Diputados no sólo con la reticencia de los legisladores en este tema sino también con la sombra de las denuncias vinculadas al escándalo del "Swiftgate", obstáculos ambos que dificultaban las sesiones en la Cámara Baja.

Tres días después, los bloques de diputados y senadores del radicalismo exigieron al presidente Menem que "ordene el inmediato regreso" de las naves argentinas enviadas al Golfo Pérsico, en tanto el comité nacional de la UCR atribuyó al gobierno de Menem el actuar con "frivolidad" ante la profundización del conflicto y consideró "inconstitucional" mantener las tropas argentinas en la zona.

El día 17 de enero, las voces en contra de la presencia argentina en el Golfo dentro del Congreso se hicieron oír con particular intensidad. Los diputados de la oposición aprobaron en minoría en el un proyecto de declaración que instaba al Ejecutivo a disponer el regreso de las naves. Dicha sesión incluyó duras calificaciones de los diputados Federico Storani (Unión Cívica Radical) y Juan Pablo Cafiero (Grupo de los Ocho) y la presentación, por parte de los diputados bonaerenses del Partido Intransigente (PI) Gustavo Moccero y Jorge Drkos, de un proyecto de declaración de juicio político contra el presidente Menem y el canciller Cavallo, por decidir, sin consultar al Legislativo, la participación argentina en la Guerra del Golfo. El bloque de diputados justicialistas, ausentes del recinto principal, se reunieron en el anexo con el fin de unificar la posición a favor de la permanencia de dichas naves.
En la Cámara Alta, se destacaron las críticas del senador radical Hipólito Solari Yrigoyen, quien señaló que:

"con esta intervención inconsulta hemos roto una tradición de independencia internacional".

Mientras las Cámaras parlamentarias discutían la continuidad o no de la participación de las naves argentinas, fuera del recinto parlamentario se hicieron oír las voces a favor y en contra de la misma. Entre las primeras, cabe destacar la posición de distintas entidades empresarias –las Confederaciones Rurales Argentinas (CRA); la Coordinadora de Actividades Mercantiles Empresarias (CAME); la Unión de Entidades de Servicios (UDES); la Unión de Entidades de Servicios (UDES); la Unión de Entidades Comerciales Argentinas (UDECA); y el Consejo Argentino de la Industria (CAI)-, quienes el día 23 de enero emitieron un comunicado conjunto, al cual se sumó la CGT San Martín, liderada por Guerino Andreoni. El texto de la declaración fue similar al presentado el mismo día por la Unión Industrial Argentina (UIA) y decía lo siguiente:

"1) La presencia de naves argentinas se fundamenta en la resolución de las Naciones Unidas que procura preservar el derecho internacional y la paz mundial, alterados por Irak al invadir Kuwait.

2) Por tal razón, el respaldo que otorgamos a la permanencia de las tropas argentinas tiene como objetivo colaborar con los esfuerzos dirigidos a una urgente solución del conflicto".

Entre las voces opuestas a la presencia argentina en la zona del Golfo, vale mencionar las agrupaciones de izquierda (Movimiento al Socialismo -MAS-, Trabajadores por el Socialismo -PTS-; Partido Obrero -PO-; Partido Comunista –PC), Partido Obrero (PO)) y de algunos sectores aislados del peronismo y del radicalismo (grupo peronista Descamisados, Grupo de los Ocho y Mujeres Radicales).

Quienes, en los días 15 –el del vencimiento del ultimátum de la ONU a Saddam Hussein para que retire sus efectivos de Kuwait- y 23 de enero organizaron sendos actos en el Congreso bajo las consignas "Fuera yanquis del Golfo Pérsico" y "Regreso de las tropas argentinas". Una posición similar de repudio a la guerra e intervención del Congreso para exigir al Ejecutivo el retorno de las naves argentinas adoptó la Juventud Radical y las agrupaciones de derechos humanos Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ), Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas y Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH).

Ese mismo 18, Menem enfrentó a los sectores críticos de su propio partido señalando que la Guerra del Golfo "va a beneficiar a la Argentina". Utilizando el viejo argumento del pragmatismo comercial argentino en el marco de un contexto bélico, sostuvo que la Argentina podía aprovechar la necesidad de alimentos y combustibles del mundo como lo había hecho el general Juan Domingo Perón durante la Segunda Guerra Mundial, en los siguientes términos:

"Los peronistas que se rasgan las vestiduras no se acuerdan ahora de que fue el general Perón el que le declaró formalmente la guerra al Eje y nuestro país proveyó de alimentos y combustibles al mundo".

Finalmente, el 23 de enero tuvo lugar el último capítulo de esta batalla interna.

La Cámara de Diputados aprobó por 117 votos contra 99 la permanencia de las naves en la zona del Golfo Pérsico en términos de "apoyo logístico" a las fuerzas de la coalición liderada por Estados Unidos. El Ejecutivo consiguió la ratificación parlamentaria con el respaldo de la liberal Unión del Centro Democrático (UCD), los demo progresistas, el Movimiento Popular Jujeño, el Partido Federal, los liberales correntinos y el Partido Provincial Rionegrino, entre otros. Votaron en contra de la iniciativa oficial los radicales, los disidentes peronistas enrolados en el Grupo de los Ocho y el Partido Provincial Bandera Blanca.

También lo hicieron varios diputados justicialistas, entre ellos Eduardo Ferreyra, Julio Badrán, Jaime Martínez Garbino y Raúl Rodríguez. (51) Entretanto, y en oposición a la decisión del Congreso, las agrupaciones de izquierda MAS y PC y los peronistas del Grupo de los Ocho organizaron otra marcha, instando al regreso de las naves argentinas.

Tiempo después de esta dura victoria parlamentaria, el 8 de febrero, el presidente norteamericano Bush llamó por teléfono al presidente Menem para transmitirle su comprensión de los problemas que debe enfrentar la Argentina y su reconocimiento por la contribución del país a la presencia de las fuerzas aliadas en el Golfo Pérsico. Donde las acciones Bélicas iniciaron con todos los Países intervinientes.

Extraído de "La dimensión bilateral de las relaciones entre Argentina y Estados Unidos durante la década de 1990/1991:

El ingreso al paradigma de "Relaciones especiales"

Francisco Corigliano es Doctor en Historia (Universidad Torcuato Di Tella), Master en Relaciones Internacionales (FLACSO/Programa Argentina), Profesor en cursos de grado y posgrado en FLACSO y Universidades de Buenos Aires, San Andrés y Torcuato Di Tella. Fue becario del CONICET y Consultor contratado por el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la República Argentina en el proyecto sobre historia de la política exterior argentina, desde octubre de 1994 hasta febrero de 2000 y desde marzo hasta mayo de 2003. Autor e investigador principal de la Historia general de las relaciones exteriores de la República Argentina, Publicación del Centro de Estudios de Política Exterior del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales, Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1998, 1999, 2000 y 2003, Tomos I a XV. Entre sus publicaciones más recientes se pueden mencionar “El estatus de China. El lugar actual y futuro del gigante asiático en la discusión académica y política de los Estados Unidos”, revista Criterio, N° 2389, Buenos Aires, enero de 2013; “Los espacios geográficos en la política exterior argentina: de la Revolución de Mayo al Bicentenario”, Revista de la SAAP (Sociedad Argentina del Análisis Político), Vol. 7, Nº 1, Buenos Aires, mayo 2013; y Configuraciones de orden (¿o de desorden?) mundial, de Westfalia a nuestros días”, revista Mural Internacional, Volumen 5, N° 1, Río de Janeiro, Programa de Pós-Graduação em Relações Internacionais da Universidade do Estado do Rio de Janeiro, Jan-Jun 2014, pp. 56-70.
Historia General de las Relaciones Exteriores de la Repblica Argentina (Tomo XV)

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