6/4/17

EL SÍNDROME DE LA GUERRA DEL GOLFO PÉRSICO






Jerry Phillips tiene 48 años de edad, mide 1 metro con 80 centímetros y pesa 110 kilos. En su antebrazo izquierdo tiene un tatuaje donde aparece un diablo y la frase Nacido para crear problemas .

Su profesión es la de camionero, pero desde hace bastante tiempo tiene problemas tratando de conducir su vehículo. Ni siquiera tolera estar cerca de uno y hace seis años que Philips no trabaja. Sufre de una enfermedad misteriosa, caracterizada por dolores de pecho, dolores de cabeza, mareos, náusea, confusión y olvidos. En ocasiones, le cuesta respirar; en otras, se encuentra tan agotado que tarda días en recuperarse.

Jerry Phillips es una víctima de lo que ha sido calificado de Síndrome de la guerra del Golfo .

La guerra del Golfo Pérsico duró poco más de un mes: desde el 16 de enero al 27 de febrero de 1991. Cuando las tropas estadounidenses retornaron, algunos soldados fueron afectados por fatiga, diarrea, dolores en los músculos y en las articulaciones, pérdida de la memoria, dificultades para respirar y problemas gastrointestinales.

Hasta la fecha, más de 110 mil veteranos han ingresado en hospitales aquejados de lo que ahora se conoce como el Síndrome de la guerra del Golfo . En varias audiencias del Congreso estadounidense se ha investigado la desconcertante enfermedad. Pero en lo que respecta al Pentágono, o al Departamento de Defensa, no existe tal cosa.

Cuando se envía a una gran cantidad de jóvenes sanos a luchar en un medio ambiente muy peligroso y lleno de tensiones, algunos de ellos retornan con una variedad de enfermedades , dice Stephen Joseph, subsecretario de defensa para asuntos de salud pública. Entre esas enfermedades, dice Joseph, hay algunas que podían haber afectado a las tropas en cualquier parte del mundo , y ciertas condiciones sicológicas , como resultado de los peligros corridos.

Jerry Phillips no está de acuerdo con esto. Tampoco los millares de veteranos que han quedado enfermos. Ellos se consideran víctimas de algo más siniestro: la exposición a productos químicos tóxicos.

Los productos químicos que podrían haber afectado a los soldados son los siguientes: - Petróleo y subproductos como el kerosén, combustible diesel y gasolina con plomo empleados en vehículos y para humedecer la arena. Las tropas en Kuwait y en el este de Arabia Saudita también estuvieron expuestas al humo de pozos petroleros incendiados.

- Pesticidas y repelentes de insectos, cuyo uso fue muy extendido, y sin control alguno sobre todo el Golfo Arábigo.

- Medicinas y vacunas. Una de ellas es el bromuro de pyridostigmina. Se trata de una droga que protege el organismo de los efectos de un gas que ataca el sistema nervioso. La droga ha sido empleada durante décadas en pacientes afectados de myasthenia gravis, una enfermedad que se caracteriza por una fatiga aguda y por debilidad de los músculos. Esa medicina nunca ha sido aprobada para su uso general.

Durante la guerra del Golfo se administró esa droga a tropas que corrían peligro de un ataque con armas químicas. Las tropas también fueron vacunadas contra enfermedades infecciosas comunes y contra dos agentes de la guerra biológica, el ántrax y el botulismo, después de cada comidas.

Finalmente, había también armas químicas y biológicas en el campo de batalla. Todavía se ignora qué tipo de exposición a esas armas sufrieron los soldados.

A comienzos del año pasado, presionado por investigadores del Congreso estadounidense y por denuncias de grupos de veteranos, el Pentágono efectuó una serie de exámenes e informó que alrededor de 400 soldados estadounidenses habían estado expuestos a armas químicas entre ellas el mortífero gas sarin , que ataca el sistema nervioso luego del bombardeo de un depósito iraquí de municiones, algunos días después de concluir la guerra.

En septiembre de 1993 la cifra aumentó a más de 5 mil soldados. En octubre, el Pentágono brindó un nuevo estimado: 20 mil efectivos militares habrían estado expuestos a armas químicas. En marzo de este año, la Agencia Central de Inteligencia sugirió que posiblemente cientos de miles de soldados estadounidenses habían sido afectados por armas químicas.

Esas revelaciones confirmaron las sospechas de muchos veteranos de que las Fuerzas Armadas sabían desde el comienzo que había existido una peligrosa exposición a armas químicas y no lo revelaron para proteger su propio descuido o complicidad en el asunto.

Puedo afirmar sin lugar a dudas que el Departamento de Defensa ha mentido acerca de la exposición sufrida por las tropas , dice James Tuite, ex empleado del Senado, quien encabezó las primeras investigaciones del Congreso sobre el Síndrome de la guerra del Golfo y ahora continúa su labor a manera independiente.

Pero la pregunta que sigue pendiente es: Cuál fue el efecto de la exposición a las armas químicas experimentado por las tropas estadounidenses durante la guerra del Golfo? Guerra en el laboratorio El epidemiólogo Robert Haley, del Centro Médico del Suroeste de la Universidad de Texas, en Dallas, junto con su equipo, efectuó un estudio para tratar de determinar la relación entre la exposición a ciertos productos químicos y el Síndrome de la guerra del Golfo .

En abril de 1996, en colaboración con investigadores del Centro Médico de la Universidad Duque, el equipo anunció las consecuencias de la exposición a productos químicos usados en la guerra del Golfo. Los investigadores emplearon gallinas en su estudio, pues reaccionan ante los productos químicos de manera similar a los seres humanos.

Cuando se dio a los animales dosis de un solo producto químico no se detectaron síntomas de enfermedad. Pero cuando combinaron dos de ellos, las gallinas comenzaron a perder peso, y fueron afectadas por diarrea, debilidad general y temblores.

Al ser expuestos a tres productos químicos combinados, los animales enfermaron aun más. Algunos sufrieron de parálisis general y murieron.

Pruebas de laboratorio mostraron daños en diferentes zonas del sistema nervioso de las gallinas. La conclusión de los investigadores fue que una combinación de dos o tres productos químicos como a los que estuvieron expuestos los soldados aliados habrían causado el Síndrome de la guerra del Golfo .

Según los investigadores, la razón de que un solo producto químico no pueda causar esa afección y sí en cambio dos o más de ellos, es la acción de la enzima Buche en el torrente sanguíneo. Esa enzima se encarga de eliminar productos químicos del organismo. Cuando hay una combinación de productos éstos agotan la provisión de la enzima y el organismo se ve invadido por sustancias tóxicas que rápidamente atacan el cerebro y el sistema nervioso.

Irónicamente, las mismas medidas recomendadas por las autoridades militares a las tropas para que se protegieran del peligro, habrían intensificado sus problemas una vez concluido el conflicto bélico.

Luego de la investigación efectuada con animales, el equipo de Haley decidió analizar a 249 miembros de un batallón de la reserva naval de Estados Unidos que participó en la guerra del Golfo. Los investigadores encontraron tres categorías de enfermedades, todas ellas resultado de daños neurológicos asociados con la exposición a productos químicos.

La primera de ellas se caracteriza por problemas de memoria, distracción, depresión, insomnio y fatiga. La segunda, por confusión mental, y la tercera por dolores en los músculos y en las coyunturas, dificultad para levantar objetos de cierto peso, y cosquilleo y adormecimiento de los miembros.

Cuando los veteranos fueron sometidos a exámenes sicológicos, se determinó que sus problemas no eran de índole mental sino física.

El Pentágono no puede seguir alegando que el síndrome de la guerra del Golfo es resultado de tensiones de orden sociológico , dice Haley. Si insiste en esa postura es porque ignora los síntomas del stress post traumaticos.

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