19/2/17

“ANECDOTICOS HECHOS EN EL TOK 1991”


VETERANOS DE AYER


Anécdota de un veterano estadounidense sobre la participación militar argentina en la operación “Tormenta del Desierto”
Por Charles H. Slim




Cuando recibí unos mails allá por el mes de enero que provenía de un investigador argentino que estaba trabajando en la intervención de su país en las operaciones desarrolladas en el Golfo Pérsico entre 1990 y 1991, sentí curiosidad y hasta cierta perplejidad ya que no era muy común que alguien de esos lugares se preocupara por este tipo de hechos históricos (comentó este “vet” de la marina estadounidense que llamaremos “Joe B.”)


En esa comunicación me preguntaba si sabía que grado de participación habían tenido los buques argentinos en la operación “Tormenta del desierto” en la que los historiadores se han centrado más en la parte terrestre y aérea, sin detenerse en las continuas y extenuantes actividades que se realizaron en el mar. Como ex oficial de comunicaciones y destinado en el “USS Wisconsin” tuve la oportunidad de estar cerca de las dos unidades argentinas que nos acompañaron en el grupo y que si mal no recuerdo, tenían la denominación ALFIL y estaban comandados por los australianos.


Es más, recordando con mayor atención me di cuenta que estuve a bordo de uno de esos buques en el cual junto a mi equipo, establecimos un sistema de contacto compatible con el comando de operaciones en el NAVCENT, que mantendría una visualización del grupo mediante una señal que recibían los satélites y estos a su vez la retransmitía al centro de operaciones electrónicas en tierra, desde donde se coordinaban los movimientos y comunicaciones con todos los grupos de tareas.


El comandante de operaciones del “USS Midway” que fue transportado al “USS Wisconsin” traía consigo una carpeta con tareas para encomendar a los oficiales de comunicaciones. Pero no venía solo, estaba acompañado de dos altos cargos del denominado CENTIJ –inteligencia- que nos darían una pequeña charla de lo que si debían saber nuestros aliados y lo que no les correspondía saber.


Nuestros superiores querían asegurarse de que grupos como el de los Argentinos, no fueran más un peligro que una ventaja, ya que –según nuestros cerebros en la mesa de estrategia- no tenían una experiencia solvente en operaciones navales como la que se les presentaba; y en realidad nosotros tampoco la teníamos desde que ocurrió el desembarco de Normandía.


Había sido necesario aplicar la doctrina TRADOC, en la cual se buscaba uniformar –en lo que fuera posible- las señales y mensajes que se trasmitían entre las diferentes armadas que participaban en una reducida área marítima como es el Golfo. Para los países que eran parte de la OTAN no había problemas de comunicaciones y menos aún de protocolos de procedimientos en temas tan sensibles como era la alerta para ataques con armas “Químicas, Biológicas o Radiadas”. 

Fue necesario establecer con los Argentinos, un protocolo para que se adaptaran a nuestros sistemas de comunicaciones y para que, en caso de un requerimiento específico, pudieran entender la orden y ejecutarla sin dilación.


Ciertamente que los Argentinos fueron muy competentes en las tareas que se les ordenaron y modestamente desde mi punto de vista –nos relata el veterano-, comprobé como se desempeñaron en situaciones que pudieron haber terminado en un completo desastre. Algo que no saben muchos, era que, apenas comenzó la operación, hubieron incidentes verbales de órdenes y contraordenes entre varias unidades de algunos grupos que no estaban dispuestos a correr ciertos riesgos. Hubieron momentos de tensión y sus frutos se pudieron ver en varios errores de juicio en unidades navales supuestamente más avanzadas. Se puede decir que fueron más los problemas entre los aliados de la OTAN que con elementos ajenos como era el caso de los argentinos.


Aquel factor proveniente de la tensión y el nerviosismo, apareció ni bien empezó el combate y ninguna de las tripulaciones que estuvieron operando estoy seguro, pudieron evitarla. Hubo casos de neurosis, parálisis traumáticas y peleas en varios buques de nuestro grupo, producto de una sensación angustiante que pareces que vas a morirte en cualquier momento y no puedes hacer nada para evitarlo. En un incidente que ocurrió en el Midway los nervios llegaron a tal nivel que oficiales y personal de cubierta se trenzaron a golpes de puño resultando el arresto de varios de ellos. Y otras trifulcas similares en unidades vecinas. ¡Mi Dios! Era una locura ¿Te imaginas si los chicos que debían volar a territorio enemigo, no controlaban sus nervios? Fue por eso que los que comandaban desde Riyahd, tenían un protocolo de contingencia por si las cosas se desmadraban.


Fue por ello y como parte de un protocolo predeterminado, que se debían mantener en contacto directo a todas las unidades navales que operaban en el Teatro, que además de servir para los propósitos del despliegue táctico en la mesa de estrategia, servía para controlar las actividades abordo. Se trataba de establecer un comando de comunicaciones permanente, algo bastante complicado por aquella época. Para nuestras propias fuerzas –las estadounidenses- representó un desafío enorme el establecimiento de un comando centralizado para cada una de las fuerzas operativas propias, imagínense lo que fue tratar de establecerla con otras armadas con otros idiomas y otros equipamientos.


Para cuando el grupo ALFIL 1 entró al área de operaciones –al cruzar el estrecho de Ormuz- fue que se nos indicó la preparación del equipo y las directivas que nos entregaría el CENTIJ para instalar a bordo del buque líder. Era a mediados de diciembre y lo recuerdo bien porque se corrían rumores de que los iraquíes podían atacarnos por sorpresa por medio de grupos aliados en la región. En esos momentos los argentinos estaban navegando con los franceses y más precisamente estuvieron realizando maniobras de alije o mejor dicho, aprovisionamiento de combustible del buque cisterna “Marne” cuando se estaban dirigiendo a Dubai.


Recuerdo que unos días después de que comenzaron las hostilidades, el grupo ALFIL 1 se incorporo al grupo de ataque liderado por el “USS Midway” y sus doce escoltas, entre ellas el acorazado “Wisconsin” en donde me encontraba.


En esos momentos la alerta era permanente y los vuelos de patrulla e intercambio de oficiales era constante y en uno de ellos nos trasladaron a uno de sus buques para traslado de material e izamiento de personal. Su equipamiento era bueno y el desempeño profesional de su tripulación hasta donde pude ver fue bastante profesional, si tomas en cuenta que estaban en una zona minada sometidos a la presión de guiar y ofrecer protección a la línea de abastecimiento de buques de otras nacionalidades que entraban a la zona para hacer llegar combustible, armas y pertrechos que iban hasta puertos sauditas en la primera línea como “Al Jubayl”, a nadie le quedaron dudas de que lo hicieron muy bien. "Me saco el sombrero Argentinos" 

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