Abundan las señales de una guerra en Medio Oriente que puede no llegar a ser puntual ni limitada. Sus efectos económicos más importantes serían la recesión y caída de los precios de loscommodities excepto el petróleo, cuyo precio puede alcanzar niveles inauditos. Con el litro de gasoil a $20 (sólo en estaciones de YPF y 20 litros por vehículo), la hiperinflación puede llevarse puesto al gobierno.
El mes pasado, el Secretario de Defensa León Panetta se entrevistó con su homólogo de Israel, Ehud Barak, para convencerlo de que Israel no inicie ningún ataque sobre Irán sin el previo asentimiento de USA. En cambio, le propuso que Israel bombardee la reserva estratégica iraní.
Previendo un conflicto armado, Irán constituyó una reserva en 19 supercontenedores, cada uno transportando 2 millones de barriles de petróleo. Los supercontenedores están estacionados en el Mar Rojo, protegidos por naves de guerra y submarinos iraníes. Si estalla un conflicto y el barril de petróleo se va a, digamos, 300 dólares, los supercontenedores pueden enviar sus cargas a través de un oleoducto que llega al Mediterráneo e Irán se embolsaría 11.400 millones de dólares, lo que le permitiría capear cualquier sanción económica de las potencias occidentales.
El Ministro de Defensa de Israel se negó rotundamente a comprometer ese ataque, ya que la represalia iraní sería bombardear instalaciones petroleras de Arabia Saudita (hoy circunstancial aliado de Israel) y de los productores del Golfo, lo que llevaría el precio a las nubes, perjudicando a Israel sin alterar en lo más mínimo el plan nuclear iraní.
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