4/11/15

“EL ARMA SECRETA DE SADDAM USADA EN EL TOK”





VETERANOS DE AYER

Entre el mito y la realidad de lo que Iraq guardaba en sus arsenales en la guerra del Golfo en 1991


Por Charles H. Slim


Hace mucho que los efectivos occidentales que regresaron de las campañas militares en el Golfo Pérsico, respiraron aliviados al poder volver en una sola pieza y de no haber sido ellos, muchos de aquellos que terminaron chamuscados por el Napalm, desmembrados por las bombas de racimo o simplemente enterrados vivos en las arenas del desierto por las topadoras rompetricheras inventadas por sus colegas de la infantería de marina.


Igualmente y pese al alivio que mostraron cuando muchos de ellos dejaron entrever al regresar a sus hogares, más relajados fumando un cigarrillo en las cubiertas de sus destructores, un portaaviones o viendo por última vez el amarillo ocre del desierto saudita desde una de los ojos de buey de los aviones de transporte Galaxy rumbo a Alemania y de allí a los Estados Unidos, no estaban al tanto de que con y dentro de ellos, iba un enemigo invisible que se vengaría de sus acciones y que a largo plazo causaría estragos sobre sus organismos y sus familias.


La mayoría de las tropas de tierra, las alas de combate y las tripulaciones de los grupos de tareas en operaciones, fueron completamente desinformados sobre la realidad de lo que ocurría y de lo que estaban recibiendo como respuesta por los ataques que se estaban realizando; y eso solo puede conocerse hoy día, con la variada documentación que se ha ventilado –y la que queda por ventilar- y con la masividad de casos de afecciones de veteranos de aquel conflicto que el Pentágono y el “MoD” (Ministry of Defense) británico, trataron de esconder bajo la alfombra de la historia (1).


A pesar de que las tropas fueron vacunadas con una batería de antídotos contra las principales amenazas químicas y biológicas que se sospechaban en poder de Saddam Hussein, no servían para proteger la salud del combatiente en las operaciones sino más bien, para contra restar o en su caso, neutralizar parcial y temporalmente los efectos a la exposición de estos agentes venenosos. Sencillamente, cada hombre y mujer que estuvo en esas operaciones, fueron literalmente “envenenados” con agentes como el “Soman” y otros derivado tipo “G” que los inmunizaría para que pudieran seguir “funcionando” hasta concretar las operaciones. Por supuesto que eso no causo la muerte inmediata de los vacunados pero si degrado la calidad de la salud de cada hombre y mujer que participó en las operaciones.


Pero a pesar de que ya no se discute que las FFAA de Iraq usaron con un letal alcance estos elementos y que las tropas destacadas en aquel teatro debieron usar sus equipos de NBC –Nuclear, Biological &Chemical- (2), sigue siendo un misterio semi develado, cual fue el vehículo o la vía más sofisticada para que esos elementos pudieran llegar a puntos tan lejanos como fue el puerto de Al Ruwais, en los Emiratos Árabes Unidos, uno de los episodios jamás ventilados por la prensa y menos aún por los informes de la Coalición. Concretamente, cuál fue el misil, la clase o denominación que podía transportar 500kgm de carga con un alcance de 1000kms y que cayó al este de la refinería portuaria en la madrugada del 10 de febrero de 1991 desatando uno de los encubrimientos más grandes que se registrarían en esta guerra.


Para esos momentos, las salidas de aviones y los bombardeos navales con misiles crucero “Tom Hawk” eran constantes y los cielos al norte de la desembocadura del Golfo se podían ver a lo lejos, un horizonte enturbiado con los colores rojizos y negruzco producto del fuego y el humo que estaba consumiendo al territorio de Kuwait e Iraq. Por la noche, los resplandores del fuego antiaéreo y de los incendios en las plataformas marinas en aguas kuwaitíes, pintaban un escenario subrealista. Era sin dudas un espectáculo colorido pero que no tenía nada de agradable para quienes se hallaban en esos lugares.


A pesar de que varios puntos y bases estratégicos de la Coalición estaban relativamente alejados, se produjeron varios episodios que el Comando a cargo de manejar la información y contrainformación para proteger las operaciones, que se denominaba con las siglas CENTIJ, no pudieron evitar que varios testigos pudieran presenciar aquella tremenda explosión. Estos y otras piezas informativas que fueron acalladas en ese momento pero que con el correr de los años han roto el silencio, revelando hechos inusitados e incluso nunca ocurridos para los informes oficiales del “Persian Gulf War Reports”.


A pesar de que varias secciones de las fuerzas navales –especialmente los navíos anclados en la base de Bahrein- se hallaban alejados de los grupos de tareas en las adyacencias de Arabia Saudí y Kuwait, pudieron sentir el rigor de las corridas que provocaba las sirenas de alerta de ataque aéreo con “misiles” provenientes de Iraq. Ahora bien ¿Qué tipo de misil podía llegar a amenazar a las instalaciones de la base más estratégica base que EEUU tenía al momento en el golfo? Para los que no recuerdan bien, previo a que se iniciaran las hostilidades, Saddam Hussein amenazó con utilizar “un arma secreta” que dejaría a los estadounidenses completamente estupefactos. Para los políticos y funcionarios norteamericanos solo eran bravatas y parte de la guerra psicológica que buscaba aterrorizar a la opinión de los ciudadanos estadounidenses que veían por la CNN como sus chicos se involucraría en una muerte segura.


Pero más allá de las risas y las posturas descontracturadas de George W. Bush y su plana mayor mostraban para la TV, apagadas las cámaras de la CNN y en las discusiones llevadas en el Salón Oval y en los subsuelos del Pentágono, las dudas comenzaron a carcomer a los responsables de diseñar un plan para moverse inmediatamente. Entre las preocupaciones sin lugar a dudas, ocupaba un lugar principal la amenaza de Saddam; algo que llevaría a que el jefe de la CIA que se preguntaba ¿Qué se nos ha escapado y no sabemos de Iraq? Aunque pareciera algo dificultoso que, tras largos veinte años de discreta colaboración de la CIA, Saddam les hubiera ocultado algunos secretos, la posibilidad existía. Si había algo que distinguía al mandatario iraquí de otros colegas de la región, era su perspicacia y aguda desconfianza. Y en cierto sentido, había que reconocerle esto ya que fue por ello que logro mantenerse vivo tras varios intentos fallidos de asesinato orquestados por facciones internas instigadas por agencias extranjeras, incluso el Mossad israelí.


En las interminables reuniones de gabinete, los asesores de inteligencia y los analistas militares lanzaron todo tipo de especulaciones que iban desde el posible desarrollo de una cepa biológica terrible que no podía ser aislada por las máscaras y trajes existentes, hasta la adquisición de algún artefacto nuclear a los traficantes de armas de la Europa del este que, para ese entonces se desmoronaba a pedazos.

Misil Cóndor 2



Aunque los norteamericanos tenían minuciosas informaciones sobre los programas misilisticos de Iraq, hubo uno del cual –y aunque pareciera increíble- no se sabía mucho y ese era misil “Al Bakr 2”. Este prototipo había nacido del programa argentino-egipcio “Cóndor 2” y que tras el abandono de los argentinos, los egipcios realizaron su propio desarrollo y que tras la intervención de Bagdad en el proyecto, lo mejoraron con modificaciones y la instalación de un sistema de guía inercial con la intensión de convertirlo en un misil de mayor capacidad de carga destructiva, mayor alcance y precisión.

En la primera etapa los ingenieros iraquíes y sus colegas coreanos, lograron una variante con propósitos navales que se llamó “Al Bakr” el cual logró un alcance máximo de 850 kms y con una discutible eficacia para golpear blancos navales. Supuestamente, el proyecto ambicionaba poder localizar un buque en medio del mar y hundirlo de un golpe, algo muy difícil para el tipo de trayectoria que desarrollaba, similar a la de los misiles balísticos SS-Scud diseñados para ataques “superficie-superficie”.


Al parecer tras haberse probado con un regular éxito contra instalaciones portuarias iraníes en las últimas etapas de la guerra, Saddam Hussein habría ordenado seguir con las mejoras para encontrar la excelencia técnica que perseguía el proyecto inicial. Contra blancos fijos, el “Al Bakr” fue letal y prueba de ello fue el golpe directo sobre el edificio del comando militar de la coalición en la base saudí de Al Darahan que habría sido guiado con un dispositivo de radio señal colocado previamente en el edificio. Al parecer Saddam si tenía un arma secreta y aún tenía otra con mayor alcance: el “Al Bakr 2”. Con casi el doble del largo de su gemelo y con un diámetro en su parte inferior de 1.20m, éste misil era una bestia bastante difícil de esconder aunque, los iraquíes supieron mantenerlos ocultos hasta su uso. Algunos lo describieron muy similar al “SS-18” pero tenía un problema y era que no contaban con un TEL equipado para moverlo como a los Scud.


Las informaciones sobre su existencia fueron muy controvertidas y en algún momento represento un embarazo para Washington cuando la comunidad internacional comenzó a cuestionar el uso de elementos químicos contra los kurdos del norte y no porque hubiera un interés leal y humanitario hacia las poblaciones kurdas, sino más bien porque eran armas que habían sido vendidas por laboratorios norteamericanos, alemanes y británicos.


Eran los ochentas y Washington tenía a Bagdad y en particular a Saddam Hussein como un gran aliado en la región que a su vez, con la influencia que tenía sobre la OLP liderada por Yasser Arafat que para 1988 empezaba a entablar negociaciones con Israel, representaba sin dudas una ventaja nada despreciable para Tel Aviv aunque no quisieran reconocerlo.


Pero pese a ello y a éste matrimonio de conveniencias, como tal, no podía prosperar. Con la crisis de Kuwait en 1990, Saddam ordenó que se ensamblaran en secreto los poderosos misiles “Al Bakr 2” que se hallaban diseminados en partes en bases aéreas del sur de Bagdad, Naseriya y Samarra. Las cabezas armadas y el mecanismo de guía permanecían muy bien guardadas en Bagdad mientras que los propulsores y los depósitos de combustible fueron trasladados por la noche y por rutas secretas en grandes camiones MZKT de origen soviético.


La particularidad de éste vector era que tenía dos etapas, lo que le daba capacidad de alcanzar mayor altura imposibilitando su intercepción y una vez a una altura determinada enfilar en ángulo de caída sobre el blanco.
Para algunos especialistas éste tipo de misil tendría la capacidad para llevar una letal carga de agentes químicos con la intensión de esparcirlos como una nube desde gran altura. Si se hubiera filtrado semejante trascendido, habrían habido serias dificultades para que muchos gobiernos intervinientes aceptaran participar en la coalición multinacional.


Según se había informado, el problema que tenía el manejo de este tipo de misil balístico era que carecía de un transporte similar al TEL de los “SS-SCUD” y que, a pesar de haberlo intentado, los ingenieros iraquíes no lograron implementar un sistema similar. Lo único que les quedaba a los iraquíes era trasladarlos a puntos fijos en el terreno, levantarlos con grúa sobre una torre improvisada y desde allí lanzarlos. Algunos especularon que Hussein no pidió la ayuda de la URSS porque creía que éste proyecto debía ser TOP SECRET y nadie, incluso uno de sus mejores vendedores de armas, no debían estar al tanto de esto. Desde el punto táctico, eso era muy riesgoso dado que si los aviones los detectaban eran blancos muy fáciles de eliminar. Pero una vez que eran lanzados, la base de lanzamiento ya dejaba de ser un objetivo de importancia.


No había dudas de que los israelíes tenían bastante por qué temer. Pero además de ello, Tel Aviv vivía buscando sabotear todos los programas tecnológicos de Iraq y en general los aeroespaciales de los países árabes e islámicos. Es muy seguro de que hubieron estado al tanto de éste proyecto iraquí, pero por la presencia de EEUU no pudieron detenerlo por sus propios medios.



Cuando llegaron los estadounidenses en 2003, varios proyectos militares iraquíes desaparecieron de sus bases. Incluso se ha señalado que habían en existencia algunos misiles “Al Bakr” almacenados en bases militares que de algún modo y junto a los diseños del “Al Bakr 2” fueron llevados a Irán, lejos de las manos norteamericanas. Para algunos prueba de ello son, las semejanzas que existen entre éste misil iraquí con el misil iraní “Sejjid 2”, que además de la silueta dobla el alcance que tenía el “Al Bakr 2”, lo que representa una mejora técnica superlativa como proyectil de mediano alcance.


La caída de un bólido en la zona de refinerías del puerto Al Ruwais en los Emiratos Árabes Unidos en aquella noche del 10 de febrero de 1991, pese a no haberse reportado como ocurrido, más que un SS-SCUD habría sido un prototipo de éste monstruo “Al Bakr 2” que además de haber sido visto unos minutos antes por varios pilotos norteamericanos a una altura por encima de su techo de operatividad, que paso impunemente sobre Bahrein y Qatar, había logrado llegar casi a la entrada del golfo lo que para ese entonces era impensable.

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