6/6/16

El ingreso al paradigma de "Relaciones especiales"








Capítulo 1: La dimensión bilateral de las relaciones entre Argentina y Estados Unidos durante la década de 1990: El ingreso al paradigma de "Relaciones especiales" (*)

Por Francisco Corigliano (**)
Introducción

A partir de la asunción de Carlos Menem a la presidencia en julio de 1989 y muy especialmente tras la decisión presidencial de participar en la Guerra del Golfo, adoptada en agosto de 1990, los vínculos entre Argentina y Estados Unidos ingresaron al paradigma de "relaciones especiales". Dicho ingreso completó el inconcluso "giro realista" iniciado por su antecesor Raúl Alfonsín (1). Asimismo, constituyó un paso vinculado al esfuerzo de la administración peronista por concretar los siguientes cuatro objetivos de política económica interna y externa: la eliminación de la hiperinflación y el logro de la estabilidad y el crecimiento económicos, la renegociación de la deuda externa y la búsqueda de credibilidad y capitales externos. Desde la percepción del gobierno, estos objetivos sólo podían concretarse a través de la construcción de una alianza a la vez estratégica y económica con los Estados Unidos y los países desarrollados de Occidente y de una integración primordialmente económica con Brasil y los países del Cono Sur. 

(2)Por cierto, esta alianza estratégica y económica con los Estados Unidos y los países desarrollados de Occidente procuró responder a los datos provenientes del fin de la Guerra Fría en los contextos global y regional: el colapso de la Unión Soviética, las transformaciones políticas y económicas en los países socialistas de Europa del Este, China y Cuba, el fortalecimiento de la posición hegemónica de los Estados Unidos y la expansión de la influencia de las instituciones multilaterales a ella ligados –Naciones Unidas (ONU), Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Mundial (BM), Acuerdo de Tarifas y Comercio (GATT), Organización Mundial del Comercio (OMC)-, la aceleración de la globalización económica y financiera y la consolidación de la tendencia hacia la democratización en la región iniciada durante la década de 1980.
 
(3) Con todo, como era de suponerse, este ingreso a un patrón de "relaciones especiales" con Estados Unidos no resultó una tarea sencilla, especialmente para una gestión de matriz política peronista. Como sostienen Mario Rapoport y Claudio Spiguel, la memoria histórica de los vínculos entre Washington y Buenos Aires durante los gobiernos peronistas de la temprana posguerra estuvo teñida por frecuentes momentos de tensión y escasos y limitados acercamientos.

 (4) Lo propio puede decirse del ciclo de gestiones peronistas de la década de 1970. 

(5) Asimismo, los círculos políticos y empresarios norteamericanos percibieron con inicial desconfianza la llegada de Menem a la Casa Rosada. Percepción ligada a la filiación peronista y al perfil caudillista del candidato triunfante, quien, durante la campaña electoral de 1989, había adoptado un discurso emparentado con el tradicional tono nacionalista y populista de su partido. 

(6) Así, el diario The Wall Street Journal del 11 de mayo de 1989, opinó, a tan sólo tres días antes de las elecciones presidenciales, que un eventual triunfo del entonces candidato Carlos Menem, podía provocar "un agravamiento en el caos económico de la Argentina". El influyente medio de los hombres de negocios advertía acerca de la ambigüedad de la política económica propuesta por el candidato peronista, que "zigzaguea del liberalismo al estatismo". 

(7) Asimismo, el 16 de mayo, dos días después de las elecciones, un editorial de The New York Times opinaba que en las mismas los argentinos "dejaron que la esperanza prevaleciera sobre la cautela" al optar por Menem. En idéntico tono de escepticismo, The Washington Post temía que la "herencia peronista" del candidato triunfante lo hiciera

"(…) buscar escapar de la hiperinflación y la quiebra por medio de la fracasada ruta del general Juan Domingo Perón, marcada por el fascismo y un efervescente nacionalismo". 

(8)No obstante estas incertidumbres iniciales, el gobierno de Menem procuró despejarlas a través de la adopción de medidas orientadas hacia el liberalismo económico y la alianza con Estados Unidos y los países desarrollados de Occidente en política exterior. Dichas medidas implicaron cambios tanto en la agenda bilateral como multilateral, provocando efectos multiplicadores que otorgaron mayor densidad y complejidad al conjunto de la agenda.

Dada la densidad alcanzada por el conjunto de los vínculos entre Argentina y Estados Unidos en el decenio 1989-1999, el análisis de los mismos se presenta en este libro en dos capítulos diferenciados. En el primero de ellos, se examina la dimensión bilateral de la agenda, destacándose en especial los gestos y decisiones de los representantes del gobierno argentino en los ámbitos político-diplomático, estratégico y económico de dicha agenda, así como el impacto que dichos gestos y decisiones tuvieron en las agencias gubernamentales y en los hombres de negocios norteamericanos. Por su parte, los vínculos entre Argentina y Estados Unidos en el marco de los foros multilaterales globales y regionales son objeto del segundo capítulo de esta obra.

Para mejor comprensión del lector, el presente capítulo se subdivide en tres ámbitos diferenciados que constituyen las tres partes del trabajo. Dichas partes, diferenciadas pero la vez fuertemente relacionadas entre sí, son las siguientes:

1) la correspondiente al ámbito estratégico; 

2) la vinculada con el ámbito de las cuestiones político-diplomáticas de la agenda bilateral; y 

3) la correspondiente al ámbito económico.



PRIMERA PARTE

EL ÁMBITO ESTRATÉGICO DE LA AGENDA BILATERAL

Durante los años de gobierno de Menem, este ámbito adquirió una particular densidad, como fruto del patrón de "relaciones especiales" adoptado y de la centralidad de los vínculos con Estados Unidos en dicho patrón. Dentro del mismo cabe destacar la existencia de cuatro tipos de medidas:

 1) las adoptadas por el gobierno argentino respecto de cuestiones estratégicas vitales para el gobierno norteamericano; 

2) las adoptadas por el gobierno norteamericano en el apartado estratégico de la agenda bilateral; 

3) las medidas de cooperación bilateral en materia estratégica; y 
4) la persistencia de cuestiones no resueltas en esta sección de la agenda.

Dentro de las primeras, es decir, las adoptadas por el gobierno argentino respecto de cuestiones estratégicas vitales para las autoridades de la Casa Blanca, cabe señalar la participación argentina en la Guerra del Golfo y la posición asumida por la administración menemista en las sucesivas crisis entre los gobiernos de Estados Unidos e Irak; las medidas adoptadas por las autoridades de la Casa Rosada y el Palacio San Martín en materia de política nuclear, no proliferación y tecnologías sensibles; la desactivación del misil Cóndor II; las medidas adoptadas por el gobierno argentino para revertir las falencias de seguridad en el aeropuerto de Ezeiza; y la posibilidad de la participación argentina en un esquema de intervención multilateral en Colombia -"Plan Colombia"- auspiciado y dirigido por el gobierno de Estados Unidos.

Respecto de las medidas adoptadas por Estados Unidos en el marco estratégico de la agenda, vale destacar el levantamiento de la enmienda Humphrey-Kennedy de embargo de venta de armas norteamericanas a la Argentina; las negociaciones por la compra de los radares estadounidenses para los aviones A4 M y por la venta de los aviones de entrenamiento argentino Pampa a los Estados Unidos y el ingreso de Argentina como aliado extra OTAN.
Respecto de las medidas de cooperación bilateral en materia estratégica, se pueden mencionar los ejercicios militares conjuntos y la cooperación en la lucha contra el narcotráfico y contra el terrorismo.

Finalmente, en la categoría de cuestiones no resueltas de la agenda estratégica bilateral cabe incluir los atentados terroristas a la Embajada de Israel y a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), el problema del crecimiento del lavado de dinero en la Argentina y la preocupación norteamericana por la cuestión de la Triple Frontera.


Las medidas adoptadas por el gobierno argentino respecto de cuestiones estratégicas vitales para el gobierno norteamericano

a) La participación argentina en la Guerra del Golfo

Así como las medidas de apertura económica y reforma del Estado adoptadas desde julio de 1989 fueron la manifestación interna del ingreso al patrón de "relaciones especiales" con Estados Unidos, la participación argentina en la Guerra del Golfo a partir de septiembre de 1990 constituyó la primera medida trascendente que demostró la adopción de dicho patrón en el ámbito de la política exterior. Fiel a su perfil occidentalista pero no automático, el gobierno argentino se mostró inicialmente renuente a la alternativa de un envío inmediato de tropas a la zona en conflicto hasta que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas así lo requiriese. Esta posición de bajo perfil, más humanitaria que política, respecto del conflicto en su primera etapa puede rastrearse, con diversos matices, en las declaraciones que durante agosto de 1990 efectuaron al respecto el presidente Carlos Menem

 (9); su hermano, el senador Eduardo Menem 

(10); y el entonces canciller Domingo Cavallo 

(11).Por cierto, esta reticencia inicial estuvo íntimamente ligada a dos factores:

la existencia de una óptica liberal wilsoniana en versión periférica en los responsables de la política exterior del gobierno de Menem, de enfático apoyo a las intervenciones multilaterales en defensa de los derechos humanos y las libertades democráticas (elemento que compartía con la versión original del liberalismo wilsoniano), pero a la vez reticente respecto de las acciones unilaterales de Estados Unidos; y
la percepción del alto grado de resistencia que presentaría en las bancadas radical y peronista la aprobación del envío de fuerzas sin resolución previa del Consejo de Seguridad.

Frente a las voces reticentes dentro del gobierno, los funcionarios cercanos al entorno presidencial y los oficiales de las Fuerzas Armadas sostuvieron la conveniencia del envío inmediato de tropas al Golfo como un "gesto" destinado a la Casa Blanca. Señalaban que la necesidad de que se produjese ese gesto había sido sugerida por Washington al menos en dos ocasiones: durante la entrevista pedida de modo urgente al presidente Menem por el vicepresidente norteamericano, Dan Quayle, en Colombia, durante la asunción del presidente César Gaviria Trujillo, y en una reunión que altos funcionarios de la Cancillería mantuvieron con representantes de la Embajada de Estados Unidos, entre ellos, el consejero político, James Walsh. Este sector proclive a una respuesta inmediata en favor de la participación de efectivos remarcó la necesidad de aprender de las "lecciones del pasado", es decir, las derivadas de la tardía declaración de guerra por parte de la Argentina al Eje, en 1945, que le costó a Argentina un tratamiento muy diferente que el que tuvo Brasil, premiado con inversiones productivas por los miles de brasileños muertos en Europa durante su participación en la Segunda Guerra. 

(12)Tras el envío de dos cartas al presidente Menem (la de su par norteamericano, George Bush, del 20 de agosto, agradeciéndole su preocupación por la situación en el Golfo Pérsico; y la del jefe de Estado de Egipto, Hosni Mubarak, del 13 de septiembre, en la que éste explicaba al mandatario justicialista las razones por las cuales el mundo debía reaccionar en bloque ante la agresión de Irak a Kuwait), el presidente argentino abandonó su bajo perfil inicial y adhirió a la posición norteamericana, partidaria del envío de tropas aún sin la aprobación de la ONU. Así, el 16 de septiembre, Menem señaló que su gobierno "enviará tropas al Golfo Pérsico sin ningún tipo de consulta "si el objetivo perseguido es consolidar la paz". En ese caso, anunció el primer mandatario, "sólo consultaré a sectores de la comunidad. Pero si se tratara de tropas de intervención (...) tendría que resolver el Congreso". Hasta ese momento, el discurso del Gobierno había consistido en afirmar que no se enviarían fuerzas militares si no lo pedían las Naciones Unidas, pero el presidente no aludió en sus declaraciones del 16 de septiembre a la ONU cuando admitió la posibilidad de que "tropas para consolidar la paz" -integradas sólo por oficiales y suboficiales- sean despachadas sin consulta legislativa. 

(13)Acorde con el cambio en la posición del presidente Menem, su canciller, Domingo Cavallo, anunció en un mensaje difundido por radio y televisión el 18 de septiembre de 1990, la partida de oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas argentinas para "ayudar a restablecer la paz y evitar una tragedia de imprevisibles consecuencias en la zona en conflicto". Cavallo aclaró que los efectivos argentinos "no van a emprender acciones bélicas" y justificó la decisión de enviar tropas, remarcando que

"Si la Argentina quiere participar de los beneficios del proceso de gestación de un nuevo mundo de paz y progreso, debe asumir las responsabilidades. Frente a la actitud del régimen de Bagdad, la indiferencia implica atraso y aislamiento."

 (14)El 19 de septiembre, el presidente Menem justificó el envío de tropas al Golfo Pérsico, al asegurar que

"(…) al pedirlo un país integrante de las Naciones Unidas (Kuwait) es como si la UN lo hubiera pedido. (…) la Argentina no puede darse el lujo, en este momento que estamos emergiendo de una crisis, de quedar aislada del resto del mundo (…) Estamos en otro mundo, en el que la neutralidad no existe (...) no son tropas intervencionistas sino para consolidar la paz, para evitar las consecuencias de un enfrentamiento". 

(15)Sobre la decisión tomada Menem reconoció que él se había manejado "con la Cancillería" y al preguntársele si fue sometida a consulta alguna dijo que

"(…) esto es una cuestión del Gobierno y no de los partidos políticos." 

(16)Por cierto, esta última afirmación del presidente hacía referencia a la existencia de voces contrarias al envío de tropas tanto dentro de las filas de la oposición como del partido entonces gobernante. Ejemplo del primer caso fue la iniciativa del ex-canciller radical y entonces diputado Dante Caputo de interpelación a los ministros de Defensa y de Relaciones Exteriores, Humberto Romero y Domingo Cavallo, para que informaran verbalmente en la Cámara Baja las razones del envío de tropas. Aunque esta iniciativa de Caputo, propuesta por el diputado de la UCR César Jaroslavsky, tuvo el respaldo de los diputados provenientes del Partido Socialista Unificado, del Partido Federal-Buenos Aires, del Movimiento al Socialismo, del Partido Intransigente, del Partido Socialista Popular, de la Democracia Cristiana de Córdoba, y de Bandera Blanca, no contó con los dos tercios necesarios por la oposición de los diputados del PJ y de la UCD. 

(17)Por su parte, el 20 de septiembre, el bloque de senadores del PJ demostró su disconformidad con la decisión unilateral del gobierno, la que incluyó una acalorada discusión de dicho bloque con el canciller Domingo Cavallo y con el ministro de Defensa, Humberto Romero. Otra importante señal de divergencia en las filas del oficialismo tuvo lugar días después, cuando mientras el presidente del bloque justicialista de Diputados, José Luis Manzano, aseguraba que Argentina podría enviar más efectivos militares al Golfo "si lo piden las Naciones Unidas o los países que están participando en el embargo", el propio presidente de la Cámara de Diputados, el justicialista Alberto Pierri, criticó la decisión presidencial de enviar tropas al Golfo Pérsico, opinando que las naves argentinas iban a realizar "un viaje turístico, porque estos dos barquitos no pueden modificar nada" -aunque poco después sostuvo que su afirmación no implicaba dejar de apoyar la decisión del gobierno de enviar tropas al Golfo-. Asimismo, el secretario general de la central sindical, la Confederación General del Trabajo (CGT), Saúl Ubaldini, señaló también su rechazo al envío de tropas, destacando que"nunca fuimos una nación mercenaria o una colonia proveedora de carne de cañón para defender intereses ajenos. No podemos aceptar el argumento utilitario según el cual esta intervención podrá procurar, en el futuro, ventajas económicas a nuestro país". 

(18)Otro indicio de la existencia de voces divergentes fue la decisión del presidente Menem, de disponer, el 22 de septiembre, el "cese inmediato" del diputado provincial (Buenos Aires) Alberto Samid en sus funciones de asesor presidencial. De acuerdo con un comunicado conjunto de los ministerios del Interior y de Relaciones Exteriores, Menem adoptó esa decisión por encontrar a Samid responsable

"(…) de haber colaborado con el gobierno de Irak en abierta violación a lo dispuesto por el decreto 1560 del 13 de agosto" 

(19).El comunicado expresaba también que otra de las disposiciones del presidente argentino fue

"(…) el inicio de las investigaciones pertinentes para confirmar las acciones violatorias del decreto mencionado y aplicar las sanciones correspondientes a todos los implicados". 

(20)No obstante estas voces divergentes dentro del propio oficialismo, el 27 de septiembre de 1990, los senadores del PJ, en un nuevo giro, abandonaron su posición contraria al envío de tropas y la respaldaron, rechazando el intento del bloque radical de condenarla. En este sentido fue notorio el cambio en la posición del senador Eduardo Menem, el presidente provisional del Senado, quien originariamente se oponía al envío de tropas y se convirtió en la sesión del 27 en el principal defensor de la medida adoptada por el Ejecutivo. 

(21) En dicha ocasión, el hermano del presidente justificó la medida, sosteniendo que "hemos resuelto apoyar la decisión del Gobierno de enviar fuerzas de paz, por entender que esto se enmarca dentro de la resolución de las Naciones Unidas". Dijo que por tratarse de fuerzas de paz, "no necesitaban de la autorización del Congreso" para salir del país. El senador Menem agregó que con la actitud asumida por el Presidente, la Argentina "deja de ser un espectador y se convierte en protagonista" de las relaciones internacionales. 

(22)Consciente del tenso clima interno generado por la decisión gubernamental de enviar tropas al Golfo Pérsico, el ministro de Defensa argentino, Humberto Romero, sostuvo que los buques argentinos a ser enviados al Golfo Pérsico llevaban precisas instrucciones de no participar en misiones ofensivas y solamente podrían responder a un ataque en defensa propia. 

(23)La decisión adoptada por el gobierno argentino provocó el elogio verbal de las autoridades norteamericanas. Ese mismo día 19 de septiembre, el embajador norteamericano en Buenos Aires, Terence Todman, y el vocero de asuntos exteriores de la Casa Blanca, Roman Popaduak, notificaron el beneplácito de Washington por la decisión del gobierno argentino de enviar tropas a la zona del Golfo Pérsico. 

(24) Al día siguiente, 20 de septiembre, Menem recibió una felicitación por carta de su colega Bush, redactada de la siguiente manera:

"Me sentí muy complacido al conocer su decisión de participar en la fuerza multinacional en la región del Golfo Pérsico.
Su franca posición en contra de la intolerable agresión y de la flagrante desobediencia al derecho internacional por parte de Saddam Hussein es sumamente apreciada. Constituye un ejemplo de su firme determinación de que la Argentina desempeñe un papel preponderante y destacado en los asuntos mundiales.Deseo profundamente que la creciente nómina de países dispuestos a defender nuestros intereses comunes en la región del Golfo Pérsico induzca a Saddam Hussein a retirarse de Kuwait.
Espero verlo el 1º de octubre en Nueva York. Sinceramente, George Bush." 

(25)El 24 de septiembre, fue el subjefe de la Junta de Jefes del Estado Mayor norteamericano, almirante David Jeremiah, quien expresó, en una reunión que mantuvo con el ministro de Defensa argentino, Humberto Romero; con el jefe del Estado Mayor Conjunto de la Argentina, vicealmirante Emilio Ossés, y con el embajador norteamericano en Buenos Aires, Terence Todman, la satisfacción de las fuerzas armadas norteamericanas por la participación de la Argentina en la fuerza internacional de bloqueo contra Irak. Jeremiah señaló que la actitud del Gobierno "pone a la Argentina en la más alta consideración".

 (26)Durante el encuentro que sostuviera con Menem en Nueva York el 1º de octubre de 1990, Bush nuevamente agradeció a su colega argentino la participación en el bloqueo contra Irak en los siguientes términos:

"He planeado decirle al presidente Menem que estoy muy agradecido por su solidaridad. Es un hombre de coraje y entiendo que los argentinos están apoyando lo que usted hace, señor." 

(27)Estimulado por las favorables repercusiones que en la Casa Blanca tuvo la decisión de enviar tropas al Golfo, el gobierno, a través del canciller Domingo Cavallo, admitió el 21 de octubre la posibilidad de reforzar la presencia militar argentina en la zona del Golfo. Al visitar la base naval de La Spezia a la corbeta misilística Spiro -una de las naves argentinas que viajó a la zona del conflicto- Cavallo explicó al respecto que

"Estamos estudiando el envío de aeronaves que sirvan como apoyo logístico al contingente y que permitan, de paso, evacuar a argentinos y a latinoamericanos de la zona, si se desatase el conflicto bélico (...) la misión es importante, no sólo porque significa apoyar en el plano diplomático-práctico el embargo económico decidido por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, sino porque el objetivo final es fundar un sistema de seguridad mundial, tal como lo establece la misma carta de la UN".

(28)Por su parte, el Ministerio de Defensa argentino emitió el 22 de octubre un comunicado que señalaba como "de destacada importancia" que el pabellón nacional argentino estuviera presente "en una región importante del mundo", al tiempo que expresaba que sus habitantes

"quizá por primera vez, incorporarán a la República Argentina dentro de una consideración prioritaria y nuestros connacionales que allí residen tendrán la tranquilidad de que buques de su país estarán allí prestos a apoyarlos". 

(29)Finalmente, el 1° de diciembre, fue el secretario legal y técnico de la Presidencia, Raúl Granillo Ocampo, quien adelantó que el Poder Ejecutivo enviaría al Congreso una iniciativa para que las tropas argentinas enviadas al Golfo Pérsico participaran activamente en una eventual guerra. Frente a esta declaración, tanto los diputados radicales como los representantes de posturas de izquierda (Movimiento al Socialismo -MAS-, Partido Intransigente (PI) y Partido Socialista Unificado (PSU)- anticiparon su postura desfavorable. A su vez, otros legisladores, como la ucedeísta Adelina de Viola, solicitaron mayor información para tratar de precisar en qué medida dicho conflicto anunciaría una guerra convencional o nuclear, antes de fijar una posición definitiva. Por su parte, el presidente de la Cámara de Diputados, Alberto Pierri, optó por la cautela y se abstuvo de comentar cuál sería la posición del bloque justicialista. 

(30)Junto a la reticencia parlamentaria tuvo lugar un importante debate académico respecto de este tema, que se centró en dos cuestiones: a) el costo de adoptar una decisión sin el previo respaldo del Congreso en términos de credibilidad externa (31); y b) la crítica a la vinculación mecánica que los funcionarios del gobierno hicieron entre el gesto de enviar naves y su contrapartida en términos de beneficios económicos para la Argentina. 

(32)Como era de esperarse, la presencia de Bush en la Argentina, a principios de diciembre de 1990, fue una ocasión para que los legisladores disidentes con la posición del gobierno se hiciesen oír. Así, el diputado Luis Zamora (MAS-Izquierda Unida) elevó ante la Cámara Baja un proyecto de declaración que solicitaba que el cuerpo legislativo expresara su rechazo a la visita de Bush

"por constituir un salto adelante en la colonización de América Latina y en el intento de promover un sólido frente de apoyo a la agresión contra el pueblo iraquí". 

(33)Por su parte, los diputados integrantes del peronista Grupo de los Ocho también expresaron su oposición a que Bush concurriese al recinto de la Asamblea Legislativa. Lo propio hicieron los diputados Jacinto Gaibur (peronismo), Simón Lázara (socialismo unificado) y Rafael Pascual (radicalismo), quienes señalaron su oposición a la visita de Bush. De acuerdo con la óptica de estos legisladores, el presidente norteamericano venía a la Argentina para promocionar su Iniciativa para las Américas, que "no es una propuesta seria". El Partido Humanista consideró a su vez que "la visita de Bush es oprobiosa, porque se hace cuando la desocupación, la miseria, la desnutrición y la mortalidad infantil son lo único que crece en la Argentina" y señaló que el mandatario norteamericano era "el principal respaldo del gobierno nacional y su política económica". 

(34)Asimismo, el 4 de diciembre de 1990, el diputado nacional Guillermo Estévez Boero (Partido Socialista Popular - Santa Fe) entregó en la Embajada de los Estados Unidos una carta personal dirigida a Bush, en la que expresaba sus disidencias con diversas actitudes de la administración republicana, señalando que "No estamos contra el pueblo de los Estados Unidos de América ni contra el gobierno que elige dicho pueblo, Estamos sí decididamente en contra de políticas opuestas a los intereses de nuestros pueblos, a los intereses de nuestra Nación y a los intereses de nuestros hermanos de América Latina". 

(35)Finalmente, el 5 de diciembre de 1990 -el mismo día del arribo del presidente Bush a Buenos Aires- el MAS organizó una marcha de repudio a la presencia del mandatario norteamericano. 

(36)Frente a estas expresiones de repudio, el presidente Menem sostuvo que

"(...) Es bueno que los argentinos entendamos que los ideologismos y todo aquello que lleva a la confrontación (...) en estos momentos no sirve ni para la Argentina ni para ninguna parte de la tierra, por eso me dan pena algunos ideologismos, tratando de hacer una demostración en contra del presidente de los Estados Unidos (...) en realidad, tendría que salir todo el pueblo a la calle para saludar a este hombre que representa a un gran país de la Tierra". 

(37)El 5 de diciembre, Bush comenzó su estadía en Buenos Aires agradeciendo a su colega Carlos Menem el alineamiento de la Argentina con los grandes objetivos del mundo occidental. Al analizar la cuestión del Golfo y plantear Menem que el Congreso decidiría si las naves argentinas intervendrían en caso de guerra, Bush sostuvo que el gran argumento para aprobar esa participación era la resolución que hacía poco había aprobado del Consejo de Seguridad de la ONU, que había autorizado el uso de la fuerza. En una conferencia de prensa conjunta, ambos presidentes reiteraron que la única solución posible para la crisis en el Golfo Pérsico era el retiro iraquí de Kuwait "sin condicionamientos". 

(38)El mandatario norteamericano reiteró su agradecimiento a la contribución argentina en la Guerra del Golfo en el discurso que efectuara ante el Parlamento ese mismo día 5:

"(…) In the current crisis of the gulf, you have also shown strength and vision by helping to lead international efforts to stop Saddam’s brutal aggression. Your contribution to the multinational force in the gulf is a statement of your commitment to peace and the rule of law, and a clear sign that you are assuming your rigthful place as a leader among freedom-loving nations." 

(39)Al día siguiente, y tras despedir al presidente Bush, Menem anunció el envío al Parlamento del proyecto de ley sobre la eventual participación de las Fuerzas Armadas en caso de una guerra en el Golfo. Dijo Menem que de aprobarse el proyecto respectivo las unidades navales argentinas podrían prestar apoyo logístico y no intervenir en las acciones bélicas. 

(40)Finalmente, el 13 de diciembre, el canciller Cavallo anunció que las naves argentinas que se encontraban en el Golfo Pérsico regresarían al país a fines de enero "por una necesidad de rotación natural y de recambio de personal". Consciente de las reticencias existentes en el Parlamento, el ministro subordinó el envío de otras naves argentinas a la autorización del Congreso para su intervención en un eventual conflicto bélico. 

(41)El mes de enero de 1991 fue testigo de la batalla entre el Ejecutivo y el Legislativo por la permanencia o el retiro de los efectivos argentinos presentes en la zona del Golfo. El 11 de enero, Menem reiteró a los miembros del Parlamento la necesidad de un urgente análisis parlamentario por la presencia de las tropas argentinas en el Golfo Pérsico, pero el afán presidencial chocaba en Diputados no sólo con la reticencia de los legisladores en este tema sino también con la sombra de las denuncias vinculadas al escándalo del "Swiftgate", obstáculos ambos que dificultaban las sesiones en la Cámara Baja. 

(42)Tres días después, los bloques de diputados y senadores del radicalismo exigieron al presidente Menem que "ordene el inmediato regreso" de las naves argentinas enviadas al Golfo Pérsico, en tanto el comité nacional de la UCR atribuyó al gobierno de Menem el actuar con "frivolidad" ante la profundización del conflicto y consideró "inconstitucional" mantener las tropas argentinas en la zona. 

(43)El día 17 de enero, las voces en contra de la presencia argentina en el Golfo dentro del Congreso se hicieron oír con particular intensidad. Los diputados de la oposición aprobaron en minoría en el un proyecto de declaración que instaba al Ejecutivo a disponer el regreso de las naves. Dicha sesión incluyó duras calificaciones de los diputados Federico Storani (Unión Cívica Radical) y Juan Pablo Cafiero (Grupo de los Ocho) 

(44) y la presentación, por parte de los diputados bonaerenses del Partido Intransigente (PI) Gustavo Moccero y Jorge Drkos, de un proyecto de declaración de juicio político contra el presidente Menem y el canciller Cavallo, por decidir, sin consultar al Legislativo, la participación argentina en la Guerra del Golfo. 

(45) El bloque de diputados justicialistas, ausentes del recinto principal, se reunieron en el anexo con el fin de unificar la posición a favor de la permanencia de dichas naves. 

(46)En la Cámara Alta, se destacaron las críticas del senador radical Hipólito Solari Yrigoyen, quien señaló que

"con esta intervención inconsulta hemos roto una tradición de independencia internacional". 

(47)Mientras las Cámaras parlamentarias discutían la continuidad o no de la participación de las naves argentinas, fuera del recinto parlamentario se hicieron oír las voces a favor y en contra de la misma. Entre las primeras, cabe destacar la posición de distintas entidades empresarias –las Confederaciones Rurales Argentinas (CRA); la Coordinadora de Actividades Mercantiles Empresarias (CAME); la Unión de Entidades de Servicios (UDES); la Unión de Entidades de Servicios (UDES); la Unión de Entidades Comerciales Argentinas (UDECA); y el Consejo Argentino de la Industria (CAI)-, quienes el día 23 de enero emitieron un comunicado conjunto, al cual se sumó la CGT San Martín, liderada por Guerino Andreoni. El texto de la declaración fue similar al presentado el mismo día por la Unión Industrial Argentina (UIA) y decía lo siguiente:

"1) La presencia de naves argentinas se fundamenta en la resolución de las Naciones Unidas que procura preservar el derecho internacional y la paz mundial, alterados por Irak al invadir Kuwait.

2) Por tal razón, el respaldo que otorgamos a la permanencia de las tropas argentinas tiene como objetivo colaborar con los esfuerzos dirigidos a una urgente solución del conflicto". 

(48)Entre las voces opuestas a la presencia argentina en la zona del Golfo, vale mencionar las agrupaciones de izquierda (Movimiento al Socialismo -MAS-, Trabajadores por el Socialismo -PTS-; Partido Obrero -PO-; Partido Comunista –PC), Partido Obrero (PO)) y de algunos sectores aislados del peronismo y del radicalismo (grupo peronista Descamisados, Grupo de los Ocho y Mujeres Radicales) quienes, en los días 15 –el del vencimiento del ultimátum de la ONU a Saddam Hussein para que retire sus efectivos de Kuwait- y 23 de enero organizaron sendos actos en el Congreso bajo las consignas "Fuera yanquis del Golfo Pérsico" y "Regreso de las tropas argentinas". Una posición similar de repudio a la guerra e intervención del Congreso para exigir al Ejecutivo el retorno de las naves argentinas adoptó la Juventud Radical y las agrupaciones de derechos humanos Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ), Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas y Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH). 

(49)Ese mismo 18, Menem enfrentó a los sectores críticos de su propio partido señalando que la Guerra del Golfo "va a beneficiar a la Argentina". Utilizando el viejo argumento del pragmatismo comercial argentino en el marco de un contexto bélico, sostuvo que la Argentina podía aprovechar la necesidad de alimentos y combustibles del mundo como lo había hecho el general Juan Domingo Perón durante la Segunda Guerra Mundial, en los siguientes términos:

"Los peronistas que se rasgan las vestiduras no se acuerdan ahora de que fue el general Perón el que le declaró formalmente la guerra al Eje y nuestro país proveyó de alimentos y combustibles al mundo". 

(50)Finalmente, el 23 de enero tuvo lugar el último capítulo de esta batalla interna. La Cámara de Diputados aprobó por 117 votos contra 99 la permanencia de las naves en la zona del Golfo Pérsico en términos de "apoyo logístico" a las fuerzas de la coalición liderada por Estados Unidos. El Ejecutivo consiguió la ratificación parlamentaria con el respaldo de la liberal Unión del Centro Democrático (UCD), los demoprogresistas, el Movimiento Popular Jujeño, el Partido Federal, los liberales correntinos y el Partido Provincial Rionegrino, entre otros. Votaron en contra de la iniciativa oficial los radicales, los disidentes peronistas enrolados en el Grupo de los Ocho y el Partido Provincial Bandera Blanca. También lo hicieron varios diputados justicialistas, entre ellos Eduardo Ferreyra, Julio Badrán, Jaime Martínez Garbino y Raúl Rodríguez. 

(51) Entretanto, y en oposición a la decisión del Congreso, las agrupaciones de izquierda MAS y PC y los peronistas del Grupo de los Ocho organizaron otra marcha, instando al regreso de las naves argentinas. 

(52)Tiempo después de esta dura victoria parlamentaria, el 8 de febrero, el presidente norteamericano Bush llamó por teléfono al presidente Menem para transmitirle su comprensión de los problemas que debe enfrentar la Argentina y su reconocimiento por la contribución del país a la presencia de las fuerzas aliadas en el Golfo Pérsico. 

(53)b) La posición asumida por la administración menemista en las sucesivas crisis entre los gobiernos de Estados Unidos e Irak

Durante la nueva crisis suscitada entre los gobiernos de Irak y Estados Unidos que tuvo su inicio el 13 de enero de 1993, el gobierno argentino renovó su apoyo a la posición de Washington. Pocas horas después que un centenar de aviones norteamericanos, ingleses y franceses bombardearan objetivos estratégicos en territorio iraquí, Menem sostuvo que la Argentina está "totalmente de acuerdo con la actitud adoptada por las Naciones Unidas" respecto del régimen iraquí de Saddam Hussein y que desembocó, primero, en la Guerra del Golfo de 1991; y el 13 de enero de 1993, en el ataque aéreo a Irak por parte de fuerzas occidentales lideradas por Estados Unidos. Consultado por un periodista sobre si "la Argentina va a colaborar como la vez anterior (Guerra del Golfo) con naves o equipamiento logístico", Menem respondió

"Por supuesto, si se requiere esa colaboración, ahí va a estar la Argentina." 

(54)Por su parte, ese día 13 de enero, la Cancillería emitió un comunicado que ratificaba

"el apoyo del gobierno argentino a las resoluciones del Consejo de Seguridad y a las acciones que en su consecuencia adopten los países miembros de la coalición para obtener el respeto a los derechos humanos y los principios consagrados en la carta de la UN". 

(55) A diferencia de la posición adoptada por el presidente y por el canciller argentinos, el ministro de Defensa, Antonio Erman González, aclaró que una eventual participación argentina

"dependerá de la evolución de los acontecimientos y de las resoluciones de la UN", pues la Argentina sólo actuará "en el marco jurídico internacional". 

(56) No obstante esta inicial posición reticente del titular de Defensa, en un nuevo ciclo de la crisis entre Estados Unidos e Irak a principios de febrero de 1998, y luego de un sondeo de la diplomacia norteamericana para cosechar apoyos de los países latinoamericanos a una eventual intervención norteamericana contra el gobierno de Bagdad, el presidente Menem señaló que la Argentina estaba dispuesta a enviar tropas al Golfo Pérsico, con el fin de respaldar una eventual acción militar de los Estados Unidos contra Irak, aun si el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no autorizara dicha intervención. 

(57) Siguiendo la posición de Menem, el 13 de febrero, los ministros de Relaciones Exteriores, Guido Di Tella y de Defensa, Jorge Domínguez, anunciaron la decisión del gobierno argentino de enviar tropas al Golfo Pérsico como apoyo logístico para sumarse a las fuerzas encabezadas por los Estados Unidos, en el caso de que el presidente Bill Clinton decidiera atacar a Irak. 

(58) El anuncio del gobierno argentino tuvo un impacto positivo en el gobierno norteamericano. Pocas horas después del mismo, el Departamento de Estado norteamericano dio a conocer una declaración por medio de James P. Rubin, vocero del ministerio encabezado por Madeleine Allbright, cuyo texto decía lo siguiente:

"El gobierno argentino ha anunciado en Buenos Aires que está preparado para prestar su plano apoyo al esfuerzo internacional para requerir que Irak cumpla totalmente con todas las resoluciones de las Naciones Unidas, particularmente respecto del premiso para que los inspectores de la UN completen su misión.

"Específicamente (el gobierno argentino) anunció que en caso de que los esfuerzos diplomáticos fracasen, está preparado para desplegar personal militar y equipamiento.

Esta decisión de efectuar una contribución militar, si fuera necesario, refleja el coraje y el liderazgo del gobierno argentino que, además de la participación en el operativo Tormenta del Desierto (la Guerra del Golfo de 1991) ha provisto tropas para misiones de paz alrededor del mundo en años recientes". 

(59)Finalmente, el 18 de febrero de 1998, los senadores justicialistas aprobaron un proyecto simbólico de apoyo a la decisión gubernamental de enviar una misión médico militar a la zona de conflicto del Golfo Pérsico. La Alianza votó en contra de la iniciativa oficialista al considerar que el envío de tropas debía ser autorizado por una ley del Congreso, "ya que se trata de una ayuda militar y no humanitaria", sostuvieron los legisladores del bloque radical. 

(60)c) Las medidas adoptadas por las autoridades de la Casa Rosada y el Palacio San Martín en materia de política nuclear, no proliferación y tecnologías sensibles

Junto con la participación argentina en la Guerra del Golfo, otro indicio de la voluntad del gobierno de Menem por ingresar y consolidación un patrón de "relaciones especiales" con Estados Unidos fueron las medidas adoptadas en materia de política nuclear, no proliferación y tecnologías sensibles. Por cierto, el gobierno argentino percibió correctamente el alto grado de prioridad que para las autoridades de la Casa Blanca tuvieron –y siguen teniendo- estas áreas temáticas de la agenda, y resolvió adoptar los pasos necesarios para evitar que estos issues continuaran constituyendo fuentes de conflicto bilateral.

Un primer gesto en este sentido lo otorgó el entonces secretario de Estado de Asuntos Multilaterales y Espaciales, Mario Cámpora, durante la IV Ronda de Consulta sobre Temas Nucleares entre Argentina y Estados Unidos que tuvo lugar en Buenos Aires en agosto de 1989. En dicha ocasión, Cámpora expresó ante su contraparte norteamericano, el embajador especial del presidente Bush sobre cuestiones de energía nuclear, Richard Kennedy, la voluntad del gobierno argentino de avanzar en la cooperación nuclear con Brasil como

"la mejor forma de asegurar en América del Sur que los países que poseen energía nuclear trabajan en cooperación ya que así queda establecido el sistema de salvaguardia". 

(61)A su vez, Kennedy destacó durante la siguiente Ronda de Consultas en mayo de 1990 en Buenos Aires, el "alto grado de acuerdo sobre principios, objetivos y enfoque" en materia de no proliferación nuclear, sobre la cual Argentina tenía un comportamiento que el representante norteamericano calificó de "impecable". 

(62)Como fruto de este clima de coincidencias, el 30 de noviembre del mismo año, el presidente de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) de la Argentina, Manuel Mondino, y el jefe de la Comisión Regulatoria Nuclear de los Estados Unidos (USNRC), Kenneth Carr, suscribieron un memorandum de entendimiento para el intercambio de información técnica sobre la seguridad de los reactores nucleares de potencia e investigación. Fue el primer acuerdo sobre los usos pacífico de la energía nuclear suscripto entre ambos países. 

(63)La visita del presidente norteamericano George Bush a la Argentina, a principios de diciembre de 1990, confirmó plenamente este clima de coincidencias, al constituir en sí misma un gesto de apoyo político a la administración Menem. Además, el titular de la Casa Blanca felicitó a los presidentes de la Argentina y del Brasil "por hacer valer el tratado de Tlatelolco" a través del acuerdo nuclear suscripto en Foz do Iguazú el 28 de noviembre de 1990 en el que ambos países latinoamericanos se comprometían a descartar la utilización de la energía atómica con fines bélicos, acordaban una serie de controles mutuos de sus instalaciones nucleares y entendían que no podían ratificar Tlatelolco a menos que se modificara el Artículo 13, referido al secreto para resguardar la actividad industrial nacional. 

(64)Por cierto, otra decisión del gobierno argentino en esta materia fue la suspensión de los embarques nucleares a Irán, en febrero de 1992. La misma tuvo un alto costo financiero ya que Argentina perdió 18 millones de dólares. No obstante, el gobierno norteamericano sostuvo que ese costo era un efecto "lamentable pero necesario" cuando los gobiernos buscan un mundo más seguro en el que "quede reducido el peligro de una difusión de armas atómicas". 

(65)Por su parte, el canciller argentino, Guido Di Tella, cuestionó en reunión de gabinete la rentabilidad exportadora del programa nuclear local, destacando al respecto que el mismo representaba

"(…) inversiones de miles de millones de dólares para una ganancia que no llega a los cien millones". 

(66)omo era de esperarse, la suspensión de los embarques nucleares a Irán llevó al ex canciller Dante Caputo a acusar al canciller Guido Di Tella de practicar "apartheid tecnológico". 

(67) El primero defendió las exportaciones de tecnología nuclear a países en vías de desarrollo aprobadas durante el gobierno de Alfonsín, aclarando que la participación argentina en la reconversión del núcleo del reactor nuclear de investigaciones de la Universidad de Teherán fue pedida por la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA). Asimismo, la venta de un reactor nuclear a Argelia fue definida por Caputo como

"(…) una proeza iniciada y terminada en sólo cuatro años con un país que nunca estuvo sospechado de tener intenciones de fabricar la bomba" 

(68)El ex canciller concluyó sus críticas a la política nuclear impulsada por el gobierno, acusando a este último de soñar con el ingreso al Primer Mundo

"sin darse cuenta de que ningún país desarrollado amenaza, con medidas como ésta, su propia investigación básica y el desarrollo tecnológico" 

(69)Cabe destacar que el hilo conductor que animaba esta acusación de Caputo era compartido por el ministro de Defensa del gobierno de Menem, Antonio Erman González. En referencia a la intromisión del embajador norteamericano Terence Todman en la política interna argentina, González dejaba al descubierto sus divergencias con la óptica de Di Tella en los siguientes términos:

"en toda negociación, el que cede más allá de lo necesario es el culpable de los avances de la otra parte. No podemos imputarle al negociador, en este caso Todman, ciertas actitudes que le permiten sus interlocutores." 

(70)Más allá de estas divergencias en el seno de la administración menemista, en ocasión de una charla sobre las relaciones argentino-norteamericanas en la que estuvo presente la ex embajadora norteamericana en la ONU Jeanne Kirkpatrick, el presidente ratificó el rumbo de la política exterior adoptado por el canciller Di Tella, enfatizando que "somos aliados, amigos y hermanos" de los Estados Unidos. 

(71)Finalmente, como fruto de las medidas adoptadas por el gobierno argentino en materia de no proliferación nuclear y tecnologías sensibles, vale destacar la positiva repercusión que las mismas tuvieron en los países integrantes del Régimen de Control de Tecnología Misilística (MTCR). El 11 de marzo de 1993, la Cancillería argentina informó en un comunicado que en su reunión de Canberra, Australia, los países integrantes del mencionado Régimen (entre ellos Estados Unidos) resolvieron invitar a la Argentina a incorporarse al organismo en su próxima reunión, a fin de año en Suiza. El comunicado expone también que la invitación "significa un claro reconocimiento de los pasos concretos" dados por la Argentina en el ámbito de la no proliferación de las armas de destrucción masiva. 

(72) Uno de dichos pasos fue precisamente la finalización del proyecto Cóndor, objeto de análisis del siguiente apartado.

d) La desactivación del misil Cóndor II

Por cierto, el test más importante que atravesó la adopción de este patrón de "relaciones especiales" con los Estados Unidos fue, sin lugar a dudas, la desactivación del misil Cóndor II, un proyecto desarrollado por la Fuerza Aérea durante el régimen militar 

(73) y que, a pesar de las presiones combinadas de Estados Unidos e Israel, no había sido interrumpido tras el advenimiento del régimen democrático en 1983. Cabe destacar al respecto la sanción de los decretos secretos 604 del 9 de abril de 1985 -por el cual el Ejecutivo aprobó los programas Cóndor I y Cóndor II- 

(74) y 1315 del 13 de agosto de 1987 –que permitía la continuación del Cóndor II y la exportación de parte de su tecnología a través de una nueva sociedad anónima, la empresa Integradora Aeroespacial S.A. (INTESA)-

 (75); la exposición del Cóndor 1-AIII en el 36 Salón de Aeronáutica y Espacio en París en mayo de 1985 por parte de los oficiales de la Fuerza Aérea argentina –estrategia que estuvo destinada a retrasar las presiones internacionales en contra del proyecto a través de su presentación pública- 

(76); y la primera prueba "de banco" de los motores de combustible sólido desarrollados para el Cóndor II en la planta de Falda del Carmen (Córdoba) a principios de 1988 

(77).Durante la gestión de Menem, el proceso de desactivación del proyecto Cóndor atravesó tres etapas diferenciadas, en las que se registró un progresivo incremento de las presiones de Washington: una inicial, de demora en la decisión de desmantelar el misil, que se extendió entre julio de 1989 y abril de 1990; una etapa intermedia, de conflictos interministeriales respecto de la suerte del proyecto y de resistencia de la Fuerza Aérea argentina a las presiones norteamericanas, etapa ésta que se inició con el anuncio de paralización del proyecto por parte del ministro de Defensa Humero en abril de 1990 y culminó con el decreto presidencial 995 del 28 de mayo de 1991, que decidió el fin del misil; y una última etapa, de implementación de la decisión adoptada por el decreto 995, que se extendió desde mayo de 1991 hasta septiembre de 1993, fecha en la que los últimos restos del Cóndor II arribaron a España.

Respecto de la primer etapa o etapa inicial, la administración Menem vivió lo que Anabella Busso, basándose en fuentes de la Cancillería, denomina una "etapa mística" con respecto al Cóndor, similar a la experimentada por la gestión de su antecesor. Según la citada especialista, los relatos de los oficiales de la Fuerza Aérea y su capacidad para cautivar a la dirigencia política –dote que evidenciaron tanto el jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea, brigadier Ernesto Crespo, durante la gestión de Alfonsín, como su sucesor, José Juliá, durante la de Menem-, fueron factores que, sumados a las ideas del propio presidente en referencia al desarrollo aeroespacial, demoraron la decisión de desmantelar el misil desde julio de 1989 hasta mayo de 1991 y su ejecución hasta 1993. 

(78)El canciller Domingo Cavallo, a pesar de participar de esta inicial "etapa mística", fue uno de los primeros funcionarios del gobierno de Menem en abandonarla, debido a las señales que recibió de las autoridades del Departamento de Estado norteamericano durante la visita que realizara, previa a la que el presidente concretó en septiembre de 1989. De acuerdo con las opiniones de Eduardo Barcelona, Julio Villalonga y Anabella Busso, el entonces titular del Servicio Exterior regresó a Buenos Aires convencido de que el Cóndor II estaba en el centro de las preocupaciones de las autoridades de Washington y que su continuidad obstaculizaría cualquier intento de obtener el respaldo político norteamericano en las gestiones con los organismos de crédito internacionales. A partir de este viaje, Cavallo se convirtió en el funcionario que más abiertamente respaldó el desmantelamiento del Cóndor. Esta opción demoró en consolidarse, debido a las dudas iniciales del propio presidente –preocupado por los costos internos de esta decisión ligados a la posible reacción de los partidos de la oposición y de los aeronautas- y las preferencias de los sucesivos ministros de Defensa y de los oficiales de la Fuerza Aérea, interesados en mantener dos objetivos irreconciliables desde el punto de vista de la Casa Blanca y del Pentágono: la continuidad del proyecto y la colaboración norteamericana en materia aeroespacial. 

(79)Durante esta etapa inicial, el gobierno y las autoridades militares norteamericanas emitieron varios mensajes que refutaron las expectativas de los oficiales aéreos y del propio gobierno argentino, en tanto vincularon la concesión de créditos financieros a la economía argentina y la asistencia técnica en el campo de la investigación espacial a la adopción de un paso previo: la desactivación del misil. Dicha vinculación de cuestiones apareció durante el primer encuentro entre los presidentes Carlos Menem y George Bush, entre el 25 y 29 de septiembre de 1989, tanto en las conversaciones que Bush y su secretario de Estado James Baker tuvieron con Menem y a los ministros de Economía Néstor Rapanelli y de Relaciones Exteriores, Domingo Cavallo; como en las que mantuvieron la subsecretaria de Defensa Nancy Doran y jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea, brigadier José Juliá. También tuvo ocasión de manifestarse a través de las presiones que el brigadier Juliá recibió de parte del jefe de la aviación norteamericana, general Larry Welsh, durante su visita a Buenos Aires en marzo de 1990 y del subsecretario del Departamento de Estado para los Asuntos Nucleares y de Desarme, Reginald Bartholomew, durante la visita de Juliá a Washington en mayo del mismo año. Para ambos visitantes, el fin del Cóndor constituyó un paso previo a cualquier posible negociación sobre los dos temas que interesaban a los oficiales aéreos argentinos: la cooperación militar bilateral y la compra del avión argentino Pampa por parte de la Fuerza Aérea norteamericana. 

(80)Frente a estas presiones norteamericanas, el gobierno argentino anunció a través de su ministro de Defensa Humberto Romero la paralización del Cóndor en abril de 1990. Pero estas declaraciones no conformaron a las autoridades norteamericanas, quienes temían que el congelamiento del proyecto fuese tan sólo una estrategia temporal, destinada a dilatar su fin. Así lo expresó el propio secretario Baker al ministro Cavallo. Poco después de este encuentro entre Cavallo y Baker, el presidente Menem buscó tranquilizar a Washington confirmando las declaraciones de Romero. 

(81)Esta declaración de congelamiento del proyecto Cóndor por parte del ministro Romero y del presidente Menem abrió una segunda etapa en el intrincado proceso de desmantelamiento del Cóndor, que, como se ha dicho, se extendió entre abril de 1990 y mayo de 1991. Durante la misma, Menem adoptó un paso en la dirección realmente deseada por las autoridades de la Casa Blanca y el Pentágono cuando el 20 de julio de 1990 sancionó el decreto secreto 1373. Dicho decreto dispuso la disolución de la empresa INTESA, la rescisión de los contratos firmados por ella y la colocación de la planta de Falda del Carmen bajo el mando directo del jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea. Por su parte, los técnicos del Programa Secreto Cóndor debían colocar todo en manos de la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE). 

(82)No obstante, las presiones norteamericanas sobre el proyecto Cóndor aumentaron notoriamente a partir de la invasión de Irak a Kuwait en agosto. La probable participación iraquí en el nacimiento y desarrollo del Cóndor y la posible transferencia de la tecnología de este misil al régimen de Saddam Hussein en el contexto bélico se convirtieron en dos poderosas razones que alimentaron la preocupación de las autoridades norteamericanas, las cuales colocaron esta cuestión en el tope de la agenda. En este marco, el embajador Todman recibió del Departamento de Estado la orden de intensificar las presiones para conseguir la destrucción del Cóndor II, y el consejero científico Paul Maxwell las de obtener del presidente de la CNIE, comodoro Miguel Guerrero, la más completa información sobre la situación del proyecto. Mientras el diplomático presentó el 6 de septiembre un "non paper" dirigido a los Ministerios de Relaciones Exteriores y Defensa pidiendo aclaraciones sobre cuestiones vinculadas al Cóndor, lo propio hizo el consejero científico norteamericano, quien anunció la visita de un grupo de técnicos norteamericanos a la planta de Falda del Carmen con el fin de extraer la información que no había podido obtener de Guerrero. Ante este juego de presiones, que exigieron el fin del Cóndor como paso previo a la cooperación financiera y militar bilateral, el presidente Menem decidió dar otro paso en dirección a las expectativas de Washington, ratificando en ese mismo mes de septiembre la paralización del proyecto y ordenando en secreto a la Fuerza Aérea que frenara el desarrollo del misil.

 (83)En enero de 1991, los técnicos norteamericanos llegaron a la Argentina y recorrieron instalaciones en Mendoza, La Rioja, Córdoba, Chubut y Buenos Aires. El balance de la visita arrojó un enorme conjunto de dudas que, volcadas en un documento secreto de la embajada norteamericana, se convirtieron en un nuevo instrumento de presión diplomática adicional. 

(84)De acuerdo con los trabajos de Barcelona, Villalonga y Busso, las dudas norteamericanas respecto de la suerte del proyecto Cóndor se incrementaron aún en mayor medida tras las declaraciones efectuadas por Guido Di Tella, en su carácter de canciller, durante su visita a Estados Unidos en febrero del mismo año. En dicha ocasión, el titular del Servicio Exterior se entrevistó en Washington con el consejero de Seguridad Nacional Brendt Snowcroft y con el secretario de Estado James Baker, ante quienes afirmó que el gobierno no sabía lo que estaba haciendo la Fuerza Aérea y que no tenía ninguna garantía respecto de la destrucción de las partes del misil. Frente a esta versión, las declaraciones efectuadas por los funcionarios ante los medios otorgaban una versión más benévola acerca de los resultados de la visita, al sostener que las partes habían acordado alguna forma de cooperación para que "la tecnología argentina, las instalaciones físicas que se usaron en el proyecto Cóndor y la capacidad de los científicos y técnicos argentinos" puedan ser encauzados en el desarrollo de algún proyecto para fines pacíficos emprendidos por ese país. 

(85)Como respuesta a la incrementada presión norteamericana, se hicieron oír las voces contrarias a la destrucción del misil dentro y fuera del gobierno. Dentro del gobierno, tuvieron lugar una serie de reuniones que evidenciaron dos posiciones enfrentadas en relación a esta cuestión. Una de ellas fue la representada por los ministros de Relaciones Exteriores y Economía, Guido Di Tella y Domingo Cavallo, respectivamente. Ambos fueron partidarios de una destrucción con verificación internacional, como paso destinado a frenar la carrera armamentista en la región y las presiones internacionales según la óptica de Di Tella y atraer los créditos externos necesarios para alimentar el plan de convertibilidad según la de Cavallo. La otra posición, partidaria del reciclaje de las partes del Cóndor para usos civiles, fue la defendida por el ministro de Defensa, Erman González y por el jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea, brigadier José Juliá. Este enfrentamiento interministerial duró cuarenta y tres días, desde el 16 de abril hasta el 28 de mayo de 1991. 

(86)Fuera del gobierno, el principal partido de la oposición, el radicalismo, hizo oír sus objeciones ante lo que interpretaba como una claudicación del gobierno frente a las presiones norteamericanas. Así, el ex ministro de Defensa del gobierno de Alfonsín, Horacio Jaunarena, protagonizó con Cavallo una guerra que tuvo como tema central la participación iraquí en el proyecto Cóndor y que se desarrolló en tres frentes: el parlamentario –desarrollado en septiembre de 1990 en el contexto del informe presentado ante los legisladores acerca de la decisión del gobierno de enviar tropas al Golfo Pérsico-; el televisivo –en enero de 1991- y el epistolar –también en enero-

 (87)Asimismo, el 24 de abril, el gobernador de Córdoba, Eduardo Angeloz, se opuso al desmantelamiento del proyecto, en tanto constituía "una actividad que representa mucho para el progreso tecnológico de Córdoba". Por su parte, el bloque de diputados de la UCR calificó de "inadmisible" el desmantelamiento del Cóndor II y solicitó que concurriesen a la Comisión de Defensa de la Cámara Baja el canciller Guido Di Tella y el ministro de Defensa Antonio Erman González, para que informasen al respecto.

 (88)Por su parte, a principios de mayo, tuvo lugar el primer choque de declaraciones entre el presidente Menem y su antecesor respecto de esta delicada cuestión. Menem sostuvo que el gobierno "nunca jamás va a aceptar presiones de ningún tipo, no importa de donde vengan" respecto del destino que tendría el proyecto Cóndor II. Menem dijo que el proyecto "quedó totalmente desactivado" pero destacó que "la tecnología desarrollada para su construcción puede ser utilizada con fines pacíficos". Por su parte, el ex-presidente Raúl Alfonsín reveló que tenía la impresión

"de que se hace más de lo que los Estados Unidos piden. Se está sobreactuando y se quiere ser complaciente". 

(89)El 28 de mayo, el Poder Ejecutivo resolvió dar un punto final al enfrentamiento interministerial a través de la sanción del decreto 995. El mismo dispuso en su artículo 8º la muerte del misil, pero al mismo tiempo eludió la palabra destrucción que tanto irritaba al ministro González, al lobby aeronáutico y a los partidos de oposición:

"Derógase el decreto 1165, del 28 de enero de 1960, y disuélvese la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE), disponiéndose que todos los elementos, partes y componentes del misil Cóndor II, en todas versiones y etapas de desarrollo, serán desactivados, desmantelados, reconvertidos y /o inutilizados, según sus posibilidades de uso en aplicaciones y destinos pacíficos, de manera de efectivizar en forma fehaciente y definitiva la cancelación completa e irreversible del proyecto respectivo".

En reemplazo de la CNIE -que dependía de la Fuerza Aérea-, se creó la Comisión Nacional de Actividades Espaciales -CONAE-, único organismo del Estado Nacional para "entender, diseñar, ejecutar, controlar, gestionar y administrar proyectos y emprendimientos en materia espacial" cuyas autoridades serían nombradas por el primer mandatario con acuerdo del Senado". 

(90)Durante el resto de 1991 y 1992, la Fuerza Aérea y Defensa aprovecharon esta falencia del decreto –la ausencia de la palabra destrucción- a través de dos métodos diferentes. Los oficiales aéreos ocultaron partes del misil impidiendo que el gobierno y en especial la Cancillería pudieran contar con un inventario completo de los distintos componentes. Por su parte, Defensa se aferró al texto del decreto y habló de reciclaje con fines pacíficos. 

(91) Un ejemplo cabal al respecto fue el anuncio del ministro González respecto del destino civil que se daría al Cóndor, efectuado el 11 de febrero de 1992, durante el acto de traspaso del proyecto de la Fuerza Aérea a la CONAE, organismo dependiente de la Presidencia de la Nación:

"lo que queda desactivado es todo lo que vaya dirigido a un armamento. Las partes que puedan ser utilizadas para disparador o en investigaciones espaciales, van a ser recuperadas, recicladas y reorientadas con esa finalidad." 

(92)Tras adoptar estos pasos, el gobierno argentino ingresó en una tercera etapa del proceso, la de ejecución de la desactivación del Cóndor. Manejó dos opciones en referencia al destino final de los componentes desactivados del misil: Estados Unidos o España, otro miembro del MTCR. La elección cayó en la segunda, debido a que, como señala Anabella Busso, constituía una alternativa menos irritante para la Fuerza Aérea y para la opinión pública en general. 

(93)De acuerdo con el ex vicecanciller del gobierno de Menem, Andrés Cisneros -quien además fue Jefe de Gabinete y vicepresidente de la CONAE desde su fundación a mediados de 1991 hasta el fin del mandato de Menem en diciembre de 1999-, la embestida de la oposición política y de la Fuerza Aérea contaba con un argumento de peso: que desactivando el proyecto Cóndor II el país perjudicaba seriamente su derecho soberano a incorporar y desarrollar tecnología especial de punta, imprescindible en la evolución esperada para un país como la Argentina en el siglo XXI.

Por su parte, el gobierno contraatacó con una estrategia que no se limitara a la mera supresión del proyecto Cóndor II sino en su reemplazo por una actividad espacial pacífica en la cual el derecho argentino a desarrollar tecnología de punta en este campo no pasara por la construcción de misiles (arma de destrucción masiva) no, mucho menos, el vendérselos a Irak o a cualquier Estado involucrado en un conflicto tan estratégico y sensible como el de Medio Oriente, donde, como lo había demostrado la experiencia del Cóndor, el accionar argentino chocaría con intereses estratégicos de grandes potencias en u conflicto en que la Argentina no jugaba ningún interés nacional directo.

Para instrumentar esta política se decidió crear un organismo específico, que no dependiese del Ministerio de Defensa ni de ninguna institución militar. La filosofía que sustentaba esta política puede rastrearse en un memo de la época, dirigido al canciller Di Tella por el entonces Jefe de Gabinete:

" No existe constancia de que el Cóndor II haya formado parte de un proyecto mayor, integral, que abarcase la entera actividad, que abarcase la entera actividad espacial. Parece, por el contrario, que se trató de un proyecto puramente militar, misilístico, de uso bélico específico. Por otra parte, la construcción de armas de destrucción masiva contradice los principios enunciados desde el advenimiento de la democracia tanto por este Gobierno como por el anterior del doctor Alfonsín y que se ha venido traduciendo con marcado éxito, por ejemplo, en materia nuclear con nuestros vecinos, especialmente el Brasil, con quienes hemos convenido encarar la tecnología atómica con fines exclusivamente pacíficos. Un mínimo de coherencia por nuestra parte indicaría extender el mismo criterio a la actividad espacial y a toda otra susceptible de producir armamentos definibles como de destrucción masiva. De hecho, la experiencia brasileña ha recorrido ese camino, sin chocar ni con sus vecinos ni con las grandes potencias. Su actividad espacial nunca incluyó la fabricación de misiles (esto es, armamento) sino vectores pacíficos para colocar satélites en órbita. De esta manera, pudieron desarrollar por su cuenta y adquirir en el mercado internacional sin críticas, condenas o pérdidas de confianza que, a la larga, redundan en aislamiento y, con él, en retroceso tecnológico. El argumento de que una tecnología misilística como la del Cóndor es dual y, por ende, permite alternativamente un uso militar o pacífico, no se sostiene: a poco andar el neutral desarrollo debe optar por uno u otro sentido. Y el gobierno militar que originó el proyecto Cóndor –en simetría con tanques para Ejército y dos submarinos para la Marina- optó desde el principio mismo por desarrollar un arma, no un vector para satélites.

De hecho, la política que pareciera más recomendable es la de concentrarnos en fabricar nuestros propios satélites argentinos, asociados con Brasil, Italia y otros países, lo que ya supone una fuerte inversión económica y, hasta que podamos, además, invertir en el desarrollo de vectores, contratar con la NASA, la EASA europea o con China la puesta de nuestros satélites nacionales en órbita, como ya lo hacen países de envergadura media como Argentina desde hace más de una década". 

(94) Las primeras negociaciones con España se iniciaron en abril de 1992, ocasión en la que viajó a Madrid una comitiva integrada por el ministro de Defensa Erman González, el secretario de Defensa Juan Ferreira Pino, el Jefe de Gabinete de la Cancillería Andrés Cisneros, el secretario Menicochi y el presidente de la CONAE, Dr. Jorge Sahade. Como respuesta a esta visita, en junio de 1992, la Cancillería recibió a una delegación de científicos del Instituto Nacional de Tecnología Aeroespacial (INTA) de España, quien fue invitada a visitar la planta de Falda del Carmen. 

(95)No obstante estos contactos con España, el gobierno norteamericano no ocultó su intranquilidad ante la aparición de una editorial de Nathaniel Nash en el diario The New York Times del 19 de agosto de 1992 respecto de la negativa de la Fuerza Aérea argentina a dar por terminado el proyecto Cóndor y del ocultamiento de 14 cohetes con sus motores intactos y partes esenciales del sistema de guía, fuera del alcance del gobierno. Como era de esperarse, las autoridades de los Ministerios de Relaciones Exteriores y Defensa desmintieron estas versiones, pero las autoridades de Washington redoblaron sus presiones diplomáticas para inutilizar todas las partes del misil que aún existían y, por esta vía, doblegar la resistencia de la Fuerza Aérea argentina al fin del proyecto. 

(96)El cambio de signo político ocurrido tras las elecciones de noviembre de 1992, con la llegada del demócrata Bill Clinton a la titularidad de la Casa Blanca, no implicó ninguna modificación en la política de Washington hacia este tema sensible de la agenda. Muy por el contrario, Clinton compartió con su antecesor la preocupación por el pronto final del proyecto misilístico argentino. La relevancia que que tuvo esta cuestión para la administración entrante quedó manifiesta en las siguientes declaraciones del secretario de Estado asistente para Asuntos Interamericanos, Bernard Aronson:

"Se encontraron restos de la tecnología del Cóndor II en el armamento iraquí capturados en la Guerra del Golfo. Si Saddam Hussein hubiera utilizado un cohete construido en la Argentina contra tropas norteamericanas, hubiera sido una catástrofe geopolítica, que le hubiera llevado al país más de 50 años superar. (…) Terminar con el Cóndor II fue una decisión muy sabia. Si la Argentina lo hubiera construido, hubiera sido muy insalubre para ella (…).

(…) La Argentina cometería un error gigantesco si falla en adoptar una ley de propiedad intelectual. No lo hagan por presión, sino por su propio interés, como lo hizo México. Vivimos en una economía global. El capital es cruel; va hacia las mejores oportunidades. Es un problema de lucidez. Luchen contra la corrupción. El primero que ganará con una ley de propiedad es el pueblo argentino. Caso contrario, preferirán a México. Lo peor que puede hacer el Congreso argentino es cortar el niño por la mitad: nadie estará satisfecho. Lo mejor que hizo la Argentina fue pegar su moneda al dólar, sin ningún tipo de gradualismo. Sería un gran error aprobar una ley de patentes modesta. (…)". 

(97)De acuerdo con el carácter prioritario que las autoridades de la Casa Blanca y de la Embajada norteamericana en Buenos Aires otorgaron a esta cuestión, el gobierno de Menem respondió a dichas presiones a través de la adopción del decreto 1903/93 que autorizó la exportación de las distintas partes del Cóndor a España. El 10 de enero de 1993 llegó el primer envío a la base naval española de Rota, con los componentes menos importantes que habían sido entregados por la Fuerza Aérea al gobierno. Esta situación colocó en una posición muy incómoda al canciller Di Tella quien, procurando frenar la presión de Washington, afirmó en dos oportunidades, el 1° y el 3 de marzo de 1993, que "la Argentina ya le dio el punto final al Cóndor II" que llegó a España a fines de enero para ser desactivado. 

(98) No obstante estas declaraciones, el día 3, el Ministerio de Defensa español dio un detalle de los elementos del Cóndor II que recibió de la Argentina para su desmantelamiento, entre los que no se encontraban sus partes más sensibles. 

(99) A su vez, las declaraciones del Ministerio de Defensa español llevaron a su contraparte argentino, Antonio Erman González, a solidarizarse con su colega de Relaciones Exteriores. Respecto de este tema, González afirmó el 4 de marzo que

"Se busca algo que no existe (...) la cabeza inteligente del Cóndor II. Los medios periodísticos hablaron de una cabeza que no tuvo el Cóndor". 

(100)Una nueva declaración, la del vocero del Pentágono, mayor Bryan Witman, efectuada el 6 de marzo, contribuyó a elevar aún más el voltaje de conflictividad en torno de esta cuestión. Witman sostuvo en Washington que las piezas del Cóndor II enviadas por Argentina a España fueron finalmente destruidas en los Estados Unidos, pero que no estaban todas:

"La Argentina (...) está en el proceso de desmantelar el programa, pero no ha entregado todos los componentes y, por ello, continuamos trabajando y solicitándolos".

 (101)Las declaraciones del funcionario norteamericano obligaron al canciller Di Tella a reiterar que Argentina había enviado todas las partes del Cóndor en los siguientes términos:

"(…) de acuerdo con un convenio con el Instituto Nacional de Tecnología Aeroespacial español, hemos enviado todos los componentes del Cóndor a ese país. Si ha remitido algunas partes a Estados Unidos o las ha retenido no es ni de nuestra competencia ni de nuestro interés.

"(102)Los esfuerzos del canciller argentino por apagar las dudas del Pentágono encontraron un aliado en la Embajada norteamericana en Buenos Aires, organismo que el 8 de marzo de 1993 distribuyó un comunicado en el que, al avalar la actitud del gobierno argentino, desautorizó las afirmaciones de Witman. De acuerdo con el comunicado de la Embajada:

"El gobierno de la Argentina merece ser encomiado por ser uno de los líderes en este hemisferio en los esfuerzos destinados a reducir la diseminación de la tecnología misilística.
"Como consecuencia de ello y en reconocimiento de los progresos realizados por la Argentina, los Estados Unidos están apoyando activamente la solicitud formulada por este país para participar en el régimen de Control de Tecnología Misilística (MTCR) cuyas deliberaciones se llevarán a cabo esta semana en Canberra.
"Los Estados Unidos y otros miembros del régimen del MTCR han estado trabajando estrechamente con el gobierno argentino para ayudarlo a desprenderle de los elementos sobrantes del programa misilístico Cóndor II.
"Este es un esfuerzo cooperativo y no podemos discutir los detalles de esa cooperación." 

(103) A diferencia de la Embajada norteamericana en Buenos Aires, el diario New York Times, del día 7 de marzo, compartió las dudas del vocero del Pentágono al sostener que

"Tanto EE.UU. como la Argentina reconocieron que computadoras pequeñas que podrían ser usadas para guiar el misil no fueron incluidas en el embarque. En la Cancillería argentina se sostiene que no saben si esos elementos fueron escondidos intencionalmente, desmantelados para otros usos o, simplemente, extraviados." 

(104)Por cierto, la pertinencia de estas dudas se vio confirmada el 11 de junio de 1993, fecha en la que fueron hallados dos lanzadores del Cóndor en un campo vecino a la Falda del Carmen (Córdoba), que estaban escondidos en un galpón al lado de una casa abandonada, según fuentes del Ministerio de Defensa. 

(105)A partir de ese momento, el embajador norteamericano en la Argentina, Terence Todman, intentó poner en juego toda su capacidad de presión para concretar el objetivo de Washington: que el fin del Cóndor II tuviera un plazo concreto. 

(106) El 18 de junio, Todman mantuvo una reunión con el vicecanciller Fernando Petrella y otros funcionarios, en la que manifestó la ausencia de partes del misil 

(107) y expresó abiertamente sus dudas respecto de la voluntad del titular de Defensa, Oscar Camilión, en entregar todas las partes del Cóndor. Concluyó su intervención señalando que

"Vine a transmitir la respuesta oficial de mi país. Una comisión de la Trading Development Agency llegará en tres semanas para hacer un estudio de factibilidad (de reconversión de la planta de Falda del Carmen) y ver qué proyecto pacífico es viable para esas instalaciones." 

(108)Como era de esperarse, las urticantes declaraciones del embajador Todman provocaron la reacción inmediata del ministro Camilión, quien el 19 de junio cuestionó las declaraciones de Todman, por considerarlas "totalmente fuera de lugar". Camilión sostuvo asimismo que

"(…) hay algunas cosas que sería más prudente conversarlas con las personas directamente interesadas si existen discrepancias, esto es con los funcionarios con los que se tiene que hablar. Creo que el embajador Todman debe hablar fundamentalmente con la Cancillería". 

(109) Este ciclo de crisis entre el embajador norteamericano y el ministro de Defensa comenzó su epílogo a partir del 23 de junio, cuando el sucesor de Todman, James Cheek, se reunió con Camilión. En dicho encuentro se acordó que las partes faltantes del Cóndor serían enviadas a España en la primera semana de septiembre de 1993. (110) Dos días después, el 25 de junio, agregado científico de la embajada norteamericana en la Argentina, Paul Maxwell, pudo ver en vivo y directo algunas de las partes perdidas del Cóndor II en la base Aérea Material Quilmes, lo cual pareció evidenciar por primera vez la buena disposición de la Fuerza Aérea argentina a las inspecciones norteamericanas. 

(111)Durante la visita de Menem a Estados Unidos, que tuvo lugar a fines de ese mes de junio, el tema Cóndor figuró entre los temas de agenda tratados con Bill Clinton. Pero los puntos de fricción entre el gobierno argentino y el norteamericano en este tema parecieron definitivamente cerrados, a juzgar por las expresiones del jefe de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, general Colin Powell, quien sostuvo, durante su encuentro con Menem, que la desactivación del misil Cóndor respondió a una decisión "sabia y prudente del gobierno argentino" y constituía "un ejemplo para el mundo". 

(112)Una secuela de las presiones norteamericanas a favor de la desactivación completa del Cóndor II, ejercidas a través del embajador Todman, fue, sin lugar a dudas, el alejamiento temporario del comodoro Miguel Guerrero, director del proyecto, a partir de agosto. El diplomático norteamericano, en una reunión que mantuvo con el ministro de Defensa Oscar Camilión, objetó la continuidad y la actitud de Guerrero, uno de los principales defensores del proyecto y opositor al desmantelamiento definitivo del producto militar de la planta cordobesa de Falda del Carmen. 

(113)Esta polémica decisión del ministro de Defensa provocó la reacción del titular de la Comisión de Defensa de la Cámara de Diputados, el justicialista Miguel Angel Toma, quien señaló al respecto:

"Me parece una aberración que a alguien se le sancione por su capacidad y su voluntad de trabajo; no voy a abrir juicio porque desconozco la causa que determinó que el ministro Oscar Camilión adoptara una medida de esta naturaleza, pero si fue por aquella razón (el proyecto Cóndor) haré un escándalo". 

(114)Días después, el ministro de Defensa Oscar Camilión declaró que el comodoro Guerrero había pedido su licencia "por las de él, sin perjuicio del tema Cóndor" y que él no haría nada por revertir dicha situación. 

(115)Este tema tuvo su punto final, el 27 de septiembre, fecha en la que se concretó el segundo de los envíos de restos sensibles del Cóndor a España. Dichos envíos totalizaron 41 containers. 

(116)e) Las medidas adoptadas por el gobierno argentino para revertir las falencias de seguridad en el aeropuerto internacional de Ezeiza

Junto a las medidas adoptadas en materia de no proliferación nuclear y tecnologías sensibles, otra cuestión de la agenda bilateral donde el gobierno argentino debió adaptarse a los requerimientos norteamericanos fue, sin lugar a dudas, el de la seguridad en el aeropuerto internacional de Ezeiza, cuyas falencias eran un posible foco de atracción para el accionar de los grupos terroristas.

La preocupación del gobierno de Estados Unidos respecto de esta cuestión se hizo evidente con el comunicado dado a conocer por la Embajada norteamericana en Buenos Aires del 13 de marzo de 1992, el cual daba a su vez detalles acerca de los alcances de la resolución del Departamento de Transporte norteamericano. La misma señalaba que mientras las medidas de seguridad en el aeropuerto de Ezeiza habían sido mejoradas en forma significativa, había todavía áreas en las cuales dicho aeropuerto no alcanzaba las normas establecidas por la Organización Internacional de Aviación (OACI).

Haciéndose eco de estos informes, el gobierno norteamericano ordenó a todas las empresas de aeronavegación que operaban con la Argentina que notificaran a sus pasajeros que el principal aeropuerto de Buenos Aires no les otorgaba suficientes medidas de seguridad en caso de atentados terroristas. Un vocero del Departamento de Transporte dijo que se trataba de medidas relacionadas con la protección contra ataques con armas o explosivos, no de medidas de seguridad de vuelo. Por su parte, el secretario de dicho Departamento, Andrew Card, ordenó que se ponga un aviso prominente en todos los aeropuertos de los Estados Unidos avisando sobre las carencias de Ezeiza. A fin de tranquilizar a las autoridades argentinas, Card dejó claramente establecido que la determinación podía ser cambiada en forma inmediata cuando se demostrara que las medidas requeridas habían sido adoptadas en el aeropuerto de Ezeiza. 

(117)Como era de esperarse, estos informes cayeron como un baldazo de agua fría en el gobierno argentino. El 14 de marzo, el presidente Menem sostuvo que la denuncia norteamericana sobre deficiencias en el control de la seguridad en el aeropuerto de Ezeiza era "una cuestión de neto corte político" y "una burda mentira". 

(118)Frente a las declaraciones de Menem, las autoridades norteamericanas de aviación sostuvieron que la aeroestación de Ezeiza adolecía de "serias deficiencias operativas y de seguridad", en tanto era "ineficiente, cuando no inexistente, el mantenimiento de los aviones de Aerolíneas Argentinas que hacen escalas en los Estados Unidos." Según Pascual Gutiérrez, funcionario de la Federal Aviation Administration (FAA),

"casi con seguridad que la gota que rebalsó el vaso, para las autoridades norteamericanas, fue que el cólera haya desembarcado en Los Angeles de un avión de Aerolíneas Argentinas". 

(119)Las reacciones del gobierno argentino se sucedieron. El 16 de marzo, el ministro de Defensa argentino, Antonio Erman González, contrario a la participación norteamericana en los servicios de rampa y los depósitos fiscales en el aeropuerto, hasta entonces en manos de la empresa mixta argentina Empresa de Cargas del Atlántico Sur (Edcadassa) 

(120), solicitó una nueva evaluación de seguridad, en virtud de que entendía que "en Ezeiza se cumple con todas las normas recomendadas por la Organización Internacional de la Aviación Civil". Por su parte, la Cancillería convocó al embajador norteamericano en la Argentina, Terence Todman, para hacerle conocer que la Argentina cumplía con todos los convenios internacionales referidos a la seguridad en el aeropuerto. Para el canciller Di Tella, en la Argentina se magnificaron las declaraciones de Gutiérrez en resguardo de la seguridad personal de los pasajeros. 

(121)Por su parte, esa misma segunda quincena de marzo, los altos mandos de la Fuerza Aérea, encabezados por su titular, el brigadier José Juliá, se reunieron para analizar la situación. Llegaron a la conclusión que la denuncia norteamericana acerca de la inseguridad en el aeropuerto de Ezeiza estaba en realidad ligada a la guerra comercial desatada entre empresas extranjeras interesadas en el mercado aeronáutico argentino, y en la que varias firmas norteamericanas estaban interesadas en adjudicarse el servicio de rampas y la administración del aeropuerto, hasta entonces en control de la empresa Edcadassa. Desde la óptica de estos oficiales, Ezeiza no era un aeropuerto inseguro: si hubiera faltado seguridad, no habrían arribado al aeropuerto argentino los aviones de la USAF que participaron en la Guerra del Golfo y que a partir del 17 de marzo fueron exhibidos al público. Asimismo, dichos oficiales coincidieron en señalar que en lo posible los requerimientos solicitados por la Federal Aviation Administration (FAA) se estaban llevando a cabo. Tales como, por ejemplo, el cerramiento perimetral del aeropuerto, la construcción de rampas para unir el espigón internacional con el de Aerolíneas Argentinas, y el pedido que hubiera una sola autoridad responsable de la seguridad. Finalmente, los brigadieres coincidieron en remarcar que otros requerimientos de las autoridades aéreas norteamericanas eran más difíciles de poner en práctica, a veces por la misma idiosincracia del pueblo argentino. Así, señalaron por ejemplo, que los pasajeros locales rechazarían medidas tales como las de formar fila para ser atendidos o colocarse la credencial en un lugar visible, pues las percibirían como propias del autoritarismo militar.

 (122)Esta posición de la Fuerza Aérea argentina contó con la adhesión del Ministerio de Defensa. Así, el 17 de marzo, el secretario de Asuntos Militares de dicha cartera, Juan Ferreira Pinhom, señaló que

"Nosotros estamos trabajando para que los aeropuertos sean seguros. Nos gustaría que lo fuesen mucho más, pero sentimos que en estos momentos Ezeiza no es inseguro y que está cumpliendo con las prácticas y normas aconsejadas por la Organización Internacional de la Aviación Civil (OACI)" 

(123)En coincidencia con la declaración anterior, el secretario de Turismo, Francisco Mayorga, afirmó que "es injusto que se califique de esa forma a Ezeiza" y si bien admitió que la terminal "tiene deficiencias de otro tipo", subrayó que "cumple con la seguridad necesaria". (124)

Frente a estos reclamos del gobierno argentino, el 19 de marzo llegaron a Buenos Aires tres técnicos de la Federal Aviation Administration (FAA) de los Estados Unidos, con el objetivo de realizar una nueva evaluación de las condiciones de seguridad que ofrecía el aeropuerto de Ezeiza.

(125) Finalmente, el 22 de junio de 1992, el secretario norteamericano de Transporte, Andrew Card, anunció en Washington el levantamiento del alerta de seguridad que pesaba desde el 13 de marzo sobre el aeropuerto de Ezeiza, al haber cumplido la Argentina con las exigencias de la OACI -entre ellas la de construir un muro largo de hormigón, que impedía observar los movimientos de aviones en la pista de Ezieza desde las playas de estacionamiento y otros sitios destinados al público. Este anuncio fue comunicado en Buenos Aires por el embajador Terence Todman, en forma personal, a los ministros argentinos de Defensa; Antonio Erman González, y de Relaciones Exteriores, Guido Di Tella. 

(126)f) La posible intervención argentina en el "Plan Colombia"

Finalmente, otro decidido gesto del gobierno argentino, destinado a evidenciar la voluntad por estrechar lazos con Estados Unidos en materia de cooperación estratégica, fue la posible participación argentina en el "Plan Colombia" de lucha contra la droga. Por cierto, esta voluntad de la gestión menemista encajaba bien con la intención de algunos de los funcionarios de la administración Clinton –en particular la secretaria de Estado Madeleine Allbright- de otorgar un sustento multilateral a la intervención norteamericana en el espacio colombiano. Así, este sector del gobierno demócrata –en contraposición a la posición unilateralista del entonces director de lucha antinarcóticos, general Barry Mc Caffrey- auspició una gira por diversos países de la región –entre ellos Brasil y la Argentina- con el objeto de sumar voluntades regionales a esta intervención.

En este contexto, el 24 de julio de 1999, fue el propio presidente Carlos Menem quien aseguró que si el gobierno del presidente Andrés Pastrana solicitaba ayuda militar

"la Argentina, por solidaridad, allí estará". 

(127) NOTAS

* El autor de este capítulo desea expresar su agradecimiento al ex vicecanciller del gobierno de Menem, Andrés Cisneros, quien cedió generosamente documentación perteneciente a su archivo personal, la cual constituyó una importante fuente de información en la construcción de este trabajo. Asimismo, desea agradecer la ayuda otorgada por Lucy Di Génova, del Internacional Resource Center (IRC) de la Embajada de los Estados Unidos.

** Master en Relaciones Internacionales, FLACSO; Doctor en Historia, Universidad Torcuato Di Tella.




El gobierno radical de Raúl Alfonsín (1983-1989) inició un "giro realista" en las relaciones con Estados Unidos a partir de la segunda mitad de 1984. Fueron indicadores del mismo la adopción de dos sucesivos planes de estabilización económica –el Austral, adoptado entre junio de 1985 y agosto de 1988 y el Primavera, desde agosto de 1988 hasta julio de 1989-; la normalización de las relaciones con el Fondo Monetario Internacional y los organismos internacionales de crédito –inicialmente tensas, especialmente durante la gestión de Bernardo Grinspun como ministro de Economía-; la adopción de un perfil de menor protagonismo respecto de la crisis centroamericana, un tema sensible para la administración norteamericana de Ronald Reagan; y el anuncio de cambios en materia de explotación petrolera, efectuado durante el segundo viaje del ex presidente a Estados Unidos en marzo de 1985. No obstante, este "giro realista" quedó inconcluso como producto de una serie de condicionantes internos, que evidenciaban la persistencia de un legado cultural de enfrentamiento con Washington tanto en las filas de los partidos de oposición como en sectores del propio radicalismo. Entre estos condicionantes cabe mencionar la resistencia a adoptar las medidas de reforma estructural del Estado anunciadas por Alfonsín como segunda fase del "Plan Austral" y la persistencia de gestos que chocaban con los intereses no proliferatorios del gobierno norteamericano, tales como, entre otros, la continuidad del proyecto misilístico Cóndor II y la negativa de las autoridades argentinas a firmar el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) y ratificar el de Tlatelolco. Sobre el "giro realista" en las relaciones con Estados Unidos y sus limitaciones pueden consultarse los artículos de Russell, Roberto, "Las relaciones Argentina-Estados Unidos: del "alineamiento heterodoxo" a la "recomposición madura"", en Hirst, Mónica (compiladora), Continuidad y cambio en las relaciones América Latina-Estados Unidos, Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano (en adelante GEL), 1987, especialmente pp. 44-61; De la Balze, Felipe A. M., "La política exterior de "reincorporación al Primer Mundo"", en Cisneros, Andrés (compilador), Política exterior argentina 1989-1999. Historia de un éxito, Buenos Aires, 1998, especialmente pp. 115-116; Escudé, Carlos, "Pasado y presente de las relaciones argentinas con los hegemones occidentales", en Cisneros, op.cit., especialmente pp. 199-202; y Cisneros, Andrés y Escudé, Carlos (directores), Historia general de las relaciones exteriores de la República Argentina, Buenos Aires, GEL, 2000, Parte III, Tomo XIV, Capítulo 69, especialmente Conclusión, pp. 581-586.


Ver al respecto los artículos de Castro, Jorge, "La Argentina, Estados Unidos y Brasil: el triángulo de la década del 90", y de Fontana, Andrés, "La seguridad internacional y la Argentina en los años ‘90", ambos en Cisneros, (compilador), op.cit., pp. 83-105 y 275-341, respectivamente.


Para un análisis pormenorizado del contexto global y regional durante la post-Guerra Fría ver Norden, Deborah L., y Russell, Roberto, The United States and Argentina. Changing relations in a Changing World, New York, Routledge, 2002, Chapter 2.


Rapoport, Mario y Spiguel, Claudio, Estados Unidos y el peronismo. La política norteamericana en la Argentina, 1949-1955, Buenos Aires, GEL, 1994. Ver también Cisneros y Escudé, (directores), op.cit., Parte III, Tomo XIII, Capítulo 61 y Tomo XIV, Capítulo 67, Buenos Aires, GEL, 1999.


Acerca de las relaciones entre Argentina y Estados Unidos durante los gobiernos peronistas de la década de 1970 pueden consultarse los trabajos de Moneta, Carlos Juan, "La política exterior del peronismo 1973-1976", en Perina, Rubén y Russell, Roberto, (editores), Argentina en el mundo 1973-1987, Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1988, pp. 47-97; Vásquez Ocampo, José María, "Una década de política exterior argentina (1973-1983). De las tentativas autonómicas a la dependencia consentida", Tesis de maestría en Relaciones Internacionales, Buenos Aires, FLACSO, 1988; Vásquez Ocampo, José María, Política exterior argentina / 1 (1973-1983) (De los intentos autonómicos a la dependencia), Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1989; Corigliano, Francisco Manuel, "Las relaciones políticas entre Argentina y Estados Unidos durante los gobiernos de Cámpora, Lastiri y Perón (25 de mayo de 1973 al 1° de julio de 1974)", Tesis de Maestría en Relaciones Internacionales, Buenos Aires, FLACSO, mayo de 1989; Martinelli, Rosana, "Las políticas exteriores de los gobiernos peronistas (1973-1976)", Buenos Aires, Universidad Torcuato Di Tella, Tesis de Licenciatura en Estudios Internacionales, 1997; Cisneros y Escudé, (directores), op.cit., Parte III, Tomo XIV, Capítulo 67, Buenos Aires, GEL, 2000; y Corigliano, Francisco Manuel, "La política exterior del gobierno de María Estela Martínez de Perón (1° de julio de 1974 al 24 de marzo de 1976): los lineamientos de cambio y de continuidad respecto de la política exterior del gobierno de Juan Perón", Buenos Aires, Universidad Torcuato Di Tella, Tesis de Doctorado en Historia, diciembre de 2002.


Como indicadores de esta percepción pueden consultarse los siguientes artículos "Peronists Celebrate Victory, Turn to Argentine Economic Crisis", diario The Washington Post, May 15, 1989, First Section, p. A 14; y "Argentine President, Successor Meet Amid Economic Tailspin. Financial Markets Mirror Political Uncertainty", by Eugene Robinson, The Washington Post, May 19, 1989, Section Financial, p. F 1, ambos en www.nexis.com/research/search/doclist?.


Comentarios de The Wall Street Journal del 11 de mayo de 1989, citados en artículo "The Wall Street Journal critica duramente a Menem", diario El Cronista Comercial, 12 de mayo de 1989, p. 7.


En su versión original, el editorial del diario The New York Times del 16 de mayo de 1989 destacaba que "The cheering has barely ended from the Argentine elections, but is already evident that Presidente-elect Carlos Saul Menem is caught in the contradiction between public expectations that he will remove the Peronist tradition of state largesse and the restrictions imposed by a prostrate economy". Ver editorial "Argentina President-Elect in the Shadow of Peron: Carlos Saul Menem", by Shirley Christian, The New York Times, May 16, 1989, Section A, p. 3, Col. 1, Foreign Desk, en www.nexis.com/research/search/doclist?. Por su parte, el comentario editorial del The Washington Post del mismo día, señalaba respecto del resultado electoral que "Argentina has had a fiar, calm, democratic election and elected a man, Carlos Menem, whose peronist inheritance suggest he may try escaping from hyperinflation and bankruptcy by way of the proven falling route of Gen. Juan Peron’s blend of fascism and fervent nationalism". Ver al respecto "Argentina’s Choice", The Washington Post, May 16, 1989, A20, en www.nexis.com/research/search/doclist?. Consultar asimismo los párrafos traducidos y comentarios de estos mismos editoriales, citados en el artículo "Preocupación y escepticismo. EE.UU. y Alemania creen que Menem debe tener una chance", diario El Cronista Comercial, 17 de mayo de 1989, p. 12.


Ver las declaraciones de Menem en artículos "Sólo oficiales y suboficiales si van tropas al conflicto iraquí", diario Página/12, 10 de agosto de 1990, p. 10; "Menem reiteró que podría enviar tropas", diario La Nación, 14 de agosto de 1990, p. 2.


Declaraciones del senador Eduardo Menem, citadas en apartado "Menem: "Burdas mentiras"", La Nación, 21 de agosto de 1990, p. 2.


Ante la invasión de Irak a Kuwait, efectuada el 2 de agosto, el canciller Cavallo expresó a través de un comunicado del Palacio San Martín su "preocupación" instando a las tropas iraquíes a retirarse a la posición que ocupaban el día 1° en consonancia con la resolución 660 del Consejo de Seguridad de la ONU del mismo día 2. Al día siguiente, 3 de agosto, el canciller Cavallo mostró su desacuerdo con la moción de Estados Unidos de aplicar sanciones económicas a Kuwait como medio para disuadir la invasión de Irak, destacando que "Nosotros no creemos que sea conveniente utilizar esa herramienta en las relaciones internacionales (…) tampoco especulamos con el aprovechamiento de situaciones que consideramos negativas, como el caso de esta invasión, para obtener ventajas económicas". Ver las declaraciones del canciller Cavallo en artículos "Argentina", Página/12, 3 de agosto de 1990, p. 3; "Argentina en desacuerdo", Página/12, 4 de agosto de 1990, p. 14; "La Argentina no enviará tropas al golfo Pérsico, reiteró Cavallo", La Nación, 19 de agosto de 1990, p. 4; "Sólo a pedido de Naciones Unidas", Página/12, 19 de agosto de 1990, p. 3; y "No hemos variado un ápice nuestra posición", Página/12, 22 de agosto de 1990, p. 4.
"Están dispuestas a participar las FF.AA. argentinas", La Nación, 23 de agosto de 1990, pp. 1 y 3.
De acuerdo con fuentes del Gobierno reproducidas por La Nación, Menem se inclinó más rápidamente por una participación argentina después de haber recibido un informe del canciller Domingo Cavallo. Durante su gira por Israel y Egipto, Cavallo recogió la impresión de que se esperaba una resolución de la Argentina en ese sentido, habido cuenta del agravamiento de la crisis en la zona del Golfo Pérsico. "Menem, dispuesto a enviar fuerzas de paz", La Nación, 17 de septiembre de 1990, p. 1.
"Fuerzas argentinas intervendrán en el bloqueo militar contra Irak", La Nación, 19 de septiembre de 1990, p. 1; "Una decisión histórica para ayudar a lograr la paz en Medio Oriente", La Nación, 19 de septiembre de 1990, pp. 1 y 3 y "Sin bloqueo no hay embargo", La Nación, 20 de septiembre de 1990, p. 8. Ver texto completo del mensaje del canciller Cavallo en "Cavallo explicó los motivos del envío de fuerzas argentinas al Golfo Pérsico", La Nación, 19 de septiembre de 1990, p. 3. Ver también "El canciller dijo que tras su reciente gira advirtió que se está conformando un sistema mundial de seguridad fiel a la carta de la UN. Cavallo explicó el cambio de la posición argentina", La Nación, 23 de septiembre de 1990, p. 5.


"Menem justificó la decisión del Gobierno", La Nación, 20 de septiembre de 1990, p. 4.


Idem nota anterior.


Ver al respecto los artículos "Opiniones dispares", La Nación, 20 de septiembre de 1990, p. 4; "Aunque no obtendría los dos tercios reglamentarios. Mayoritario apoyo para interpelar a Romero y a Cavallo en Diputados", La Nación, 20 de septiembre de 1990, p. 5; "Los radicales denunciaron en el Senado que el oficialismo impidió el debate", La Nación, 20 de septiembre de 1990, p. 5; y "Diputados: fracasó la interpelación a dos ministros", La Nación, 21 de septiembre de 1990, p. 3.
"Cuestionamientos de senadores del PJ al canciller", La Nación, 21 de septiembre de 1990, p. 3; "Nuevas repercusiones por el envío de las tropas al Golfo", La Nación, 21 de septiembre de 1990, p. 3; "Opiniones por el envío de tropas al Golfo", La Nación, 22 de septiembre de 1990, p. 5; "Ubaldini, monseñor Novak y Pierri se oponen a la medida. Rechazo al envío de tropas en actos de los partidos opositores", especialmente el apartado "Críticas políticas", La Nación, 25 de septiembre de 1990, p. 6, que cita las críticas de Pierri y Ubaldini a la decisión del gobierno de enviar tropas al Golfo Pérsico.


El decreto 1560, firmado el 13 de agosto de 1990, aprobaba la resolución 661 adoptada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que establecía una serie de medidas de embargo económico contra el régimen iraquí de Saddam Hussein. Ver los textos del decreto 1560 y de la resolución 661 citados en Anales de Legislación Argentina 1990, Tomo L-C, Buenos Aires, La Ley, 1990, pp. 2498-2499.


Ver el contenido del comunicado conjunto en artículo "Por el envío de carnes a Irak. El diputado Samid cesó ayer como asesor del presidente de la Nación", La Nación, 23 de septiembre de 1990, p. 4. Por su parte, Samid admitió que envió a Irak 140 toneladas de carne a Irak. No obstante, sostuvo que dicha decisión fue adoptada antes de que la ONU estableciera el bloqueo a dicho país, y la justificó en los siguientes términos: "Lo hice porque tengo familiares, porque sé que hay niños que tienen hambre, porque hay ancianos que tienen hambre, porque hay mujeres que tienen hambre y no tienen nada que ver en este problema". Pocos días después de decretada su destitución, Samid acusó a los Estados Unidos de pretender instalarse en Arabia Saudita definitivamente. Agregó que los norteamericanos estaban haciendo con la guerra un fabuloso negocio "ya que impiden a Irak extraer el petróleo y ellos ahora lo pagan a Arabia Saudita a 12 dólares mientras lo venden a 42". Asimismo, sostuvo que los norteamericanos recaudaban 20 mil millones de dólares de un fondo común para subvencionar los gastos ocasionados por la crisis con Irak, del cual "nos pagarán el viaje de los dos buques (argentinos) que navegan hacia el Golfo". Ver estas declaraciones de Samid, citadas en artículos "Controversia por la llegada de carne argentina a Irak", La Nación, 22 de septiembre de 1990, p. 5 y "Volverá a Bagdad el embajador argentino", apartado "Explicación de Samid", La Nación, 13 de octubre de 1990, p. 2.


"Manzano: se enviarán más fuerzas al Golfo si hay nuevos pedidos", La Nación, 25 de septiembre de 1990, p. 7; "El Senado continuará el debate sobre el envío de tropas al Golfo", La Nación, 25 de septiembre de 1990, p. 7; "Pierri apoya el envío de fuerzas al Golfo Pérsico", La Nación, 26 de septiembre de 1990, p. 4; "Impidió el PJ un pronunciamiento del Senado sobre el envío de tropas", La Nación, 26 de septiembre de 1990, p. 4; "La Cámara alta no condenó el envío de tropas al Golfo", La Nación, 27 de septiembre de 1990, p. 6, "Giro de senadores del PJ por el envío de tropas", La Nación, 28 de septiembre de 1990, p. 8.


"Apoyo justicialista a la decisión presidencial respecto del Golfo", La Nación, 28 de septiembre de 1990, p. 8.


"Romero aseguró que los buques no participarán en misiones ofensivas", La Nación, 20 de septiembre de 1990, p. 4.


"Beneplácito de los EE.UU. por la actitud argentina", La Nación, 20 de septiembre de 1990, p. 1; y "Todman expresó ayer el beneplácito de EE.UU.", La Nación, 20 de septiembre de 1990, p. 4.
"Elogió Bush la determinación del Presidente", La Nación, 21 de septiembre de 1990, p. 1.


"Satisfacción norteamericana", La Nación, 25 de septiembre de 1990, p. 7.


"Firme apoyo e Bush a la política de Menem", La Nación, 2 de octubre de 1990, p. 1 y "La visita de Menem a los Estados Unidos. Posiciones comunes en el desayuno con Bush", por Julio Crespo, La Nación, 2 de octubre de 1990, p. 4. Ver también editoriales de opinión "La semana política. La aceleración de la historia", por Angel Anaya, La Nación, 4 de octubre de 1990, p. 8, donde Anaya destaca el contraste entre el favorable y rápido impacto de la actitud argentina en la Guerra del Golfo en el andarivel político bilateral y el ritmo más lento de las cuestiones comerciales de la agenda.
"Golfo: nuestro país enviaría más efectivos", La Nación, 22 de octubre de 1990, p. 1.


Comunicado del ministerio de Defensa sobre la cuestión de la participación argentina en el Golfo en "Golfo: se usarán las armas para la legítima defensa", La Nación, 23 de octubre de 1990, p. 8.


"Incertidumbre legislativa por la participación argentina", La Nación, 2 de diciembre de 1990, p. 1; y "Mayoritario rechazo opositor a la intervención argentina en una guerra", La Nación, 2 de diciembre de 1990, p. 6.


Ver también el editorial de opinión "La Argentina y el Golfo Pérsico. Ser el país previsible que todos ambicionamos", por Carlos Pérez Llana, La Nación, 25 de septiembre de 1990, p. 9, donde Pérez Llana evalúa como correcta la decisión estratégica del gobierno de Menem de ser parte activa del nuevo orden en gestación a través del envío de tropas, pero critica la falta de consulta al Congreso, factor que, a juicio de Pérez Llana, debilitaba la previsibilidad del país.


Ver editorial de opinión "La crisis del Golfo y la Segunda Guerra Mundial", por Carlos Escudé, La Nación, 16 de octubre de 1990, p. 7. En el mismo, Escudé califica como "aventurada y poco seria" la opinión que la presencia argentina en el Golfo acarrearía enormes beneficios y la ausencia, enormes costos. Al respecto, sostiene que "(...) No hay ninguna garantía de que estar en el Golfo producirá beneficios, y probablemente los costos de no estar presentes se reducirán a la pérdida de una buena oportunidad de hacerle un favor simbólica a un país de cuya buena voluntad dependemos para muchas cosas.
La Segunda Guerra Mundial debe ser un recordatorio permanente de lo costosas que pueden ser las malas relaciones con un país como los Estados Unidos, pero la analogía no debe llegar más allá. Por diversos motivos en los que no puedo entrar aquí, no ir al Golfo no generaría las sanciones que sufrimos como consecuencia de nuestra neutralidad en la Segunda Guerra Mundial, a al vez que ir no nos producirá los beneficios generados por el alineamiento brasileño durante ese conflicto.
Esas exageraciones son contraproducentes para la misma causa de la participación argentina, porque son fácilmente refutadas y ridiculizadas. La Argentina es en el presente un país muy débil y la posición que ocupe en el orden internacional después de esta crisis va a ser modesta, esté o no presente en el Golfo. Por otra parte, no debería ser necesario apelar a estas exageraciones para demostrar la esencial sabiduría de saber hacer un favor simbólico a los Estados Unidos en estas circunstancias: esto no es fácilmente refutable."


Ver al respecto los artículos "Menem: todo el pueblo tendría que salir a la calle a saludar a Bush", La Nación, 2 de diciembre de 1990, p. 18; y "El presidente George Bush comenzará hoy su visita a nuestro país. Refinanciación de la deuda externa", La Nación, 5 de diciembre de 1990, p. 7.


"El presidente George Bush comenzará hoy su visita a nuestro país…", op.cit.


Idem nota anterior.


Ibidem. Consultar asimismo el artículo "Marcha de protesta en el Centro", La Nación, 6 de diciembre de 1990, p. 6.


"Menem: todo el pueblo tendría que salir a la calle a saludar a Bush", La Nación, 2 de diciembre de 1990, p. 18.


"Bush agradeció la alineación de nuestro país tras los objetivos de Occidente", La Nación, 6 de diciembre de 1990, p. 1; y "Cálido elogio de Bush al presidente Carlos Menem", La Nación, 6 de diciembre de 1990, p. 11.


Address to the Argentine Congress, Buenos Aires, Argentina, Dec 5, 1990, fuente citada en CARI, La relación entre la Argentina y los Estados Unidos 1989-1995. Una nueva etapa, Trabajo dirigido por el Embajador Raúl Granillo Ocampo, Buenos Aires, El Cronista Ediciones, 1996, p. 299.
"Será enviado en las próximas horas al Congreso. Proyecto oficial para la misión que cumplirán las naves en el Golfo", La Nación, 7 de diciembre de 1990, p. 4. Fuentes diplomáticas citadas por La Nación señalaron que en la conversación privada que mantuvieron Menem y Bush, éste le habría manifestado la intención del gobierno argentino de colaborar ampliamente con los países comprometidos directamente a través de una tarea que implicara el desarrollo de acciones bélicas, lo que Bush consideró atendible. En la redacción del proyecto de ley (tarea en la que intervinieron funcionarios de los Ministerios de Defensa y de Relaciones Exteriores, además de expertos de derecho internacional) se formularon especificaciones sobre las acciones a desarrollar por las naves argentinas que estaban en el Golfo en caso de guerra.
"Regresarán las naves del Golfo. A fines de enero, según el canciller", La Nación, 14 de diciembre de 1990, p. 1 y "Cavallo informó a los senadores", La Nación, 14 de diciembre de 1990, p. 6.
"En el Congreso sigue pendiente el debate por la crisis del Golfo", La Nación, 12 de enero de 1991, p. 4.


"El conflicto en Medio Oriente. La UCR exigió el inmediato regreso de nuestras tropas", La Nación, 15 de enero de 1991, p. 5.


En dicha sesión del 17 de enero, el diputado Federico Storani sostuvo que "por primera vez en su historia la Argentina es cómplice de una tragedia indigna" y que Argentina "al ingresar al Primer Mundo lo hace bañado de sangre; somos los cabos de decimocuarta en esta política internacional de represión que jamás nos consideró para la toma de decisiones". Por su parte, el diputado Juan Pablo Cafiero calificó a Menem como "alcahuete de la historia" y denunció que "la agenda diplomática de la Cancillería incluye la venta de armas por el mercado negro". Declaraciones de Storani y Cafiero en artículo "Diputados sin debate. La oposición critica y espera", diario Página/12, 18 de enero de 1991, p. 12.
El proyecto de declaración presentado por los diputados Moccero y Drkos destacaba que "no se puede admitir que (Menem y Cavallo) decidan, como lo han hecho público, que la Argentina no es un país neutral en la guerra". Esta decisión "implica una nueva burla hacia las instituciones de la Constitución, y en particular al Poder Ejecutivo, que es el único que tiene atribuciones para resolver sobre la participación o no de nuestro país en un conflicto de esta naturaleza". Ver párrafos del proyecto de declaración de los diputados Moccero y Drkos, citados en artículo "Toneladas de repudios. Misiles contra la guerra", Página/12, 18 de enero de 1991, pp. 12-13.
"Diputados sin debate. La oposición critica y espera"…, op.cit.


"Comenzó el debate sobre el papel de las naves argentinas en el Golfo. Primer round en el Senado", Página/12, 18 de enero de 1991, pp. 12-13.
"Respaldo empresarial a la presencia naval argentina. A los comunicados de apoyo de la Sociedad Rural, de la UIA y de otras entidades se sumó el de la CGT San Martín", La Nación, 24 de enero de 1991, p. 1.
"La izquierda no quiere guerra", Página/12, 16 de enero de 1991, p. 11; "Piden que las naves vuelvan", Página/12, 16 de enero de 1991, p. 11; "Toneladas de repudios. Misiles contra la guerra"…, op.cit.; y "La izquierda dominó la marcha que impidió el retorno de las naves",La Nación, 24 de enero de 1991, p. 8.
"Menem dijo que la Guerra del Golfo "va a beneficiar al país". La Argentina hace bingo", Página/12, 19 de enero de 1991, pp. 2-3.


Algunos de los diputados justicialistas que se opusieron a la continuidad de la participación argentina en el Golfo directamente no concurrieron a la sesión del 23 de enero. Tales los casos del jujeño Enrique Paz; el bonarense Eduardo Budiño; el integrante del bloque Movimiento Peronista, del Grupo de los Ocho, Franco Caviglia; el santacruceño Rafael Flores y el entrerriano Augusto Alasino. Ver al respecto los artículos "La permanencia de las naves aprobó Diputados", La Nación, 24 de enero de 1991, p. 1; "Política nacional, El Golfo, los políticos y la gente", por Angel Anaya, La Nación, 24 de enero de 1991, p. 6; "El conflicto en Medio Oriente. Diputados aprobó la permanencia de las naves", La Nación, 24 de enero de 1991, p. 8; y "Las naves argentinas autorizadas a unirse a la coalición internacional. Tras un manto de neblina", Página/12, 24 de enero de 1991, pp. 2-3.


"En marcha para que vuelvan", Página/12, 24 de enero de 1991, p. 2.


"Bush agradeció el apoyo argentino en la zona del Golfo", por Julio Crespo, La Nación, 9 de febrero de 1991, pp. 1 y 4.


"Tropas argentinas a Kuwait. Sup Erman vuelve a volar sobre el Golfo", Página/12, 11 de febrero de 1993, p. 3; "La Argentina, dispuesta a dar apoyo logístico", La Nación, 14 de enero de 1993, p. 1; "El segundo capítulo de la Guerra del Golfo. Argentina enviará apoyo logístico a los aliados", La Nación, 14 de enero de 1993, p. 5; y "Menem se ofrece. "La Argentina va a ayudar"", Página/12, 14 de enero de 1993, p. 2.


"El segundo capítulo de la Guerra del Golfo. Argentina enviará …", op.cit.


Idem nota anterior.


"Menem se alineó contra Saddam. Afirmó que la Argentina respaldará las acciones de Estados Unidos o de la UN", por María O' Donnell, La Nación, 7 de febrero de 1998, pp. 1 y 6; "Ratificó Menem su alineamiento contra Saddam", por Jorge Elías, La Nación, 9 de febrero de 1998, p. 8.


Por cierto, este anuncio del gobierno argentino provocó en el Congreso las críticas de los legisladores de la Alianza –que emitió un comunicado donde expresó su negativa por la decisión presidencial, y su inclinación por agotar todas las instancias diplomáticas posibles antes de adoptar una actitud belicista-; del diputado frepasista Guillermo Estévez Boero –quien señaló que el envío de tropas sin autorización del Congreso violaba el artículo 75° de la Constitución Nacional-; y del diputado cavallista Guillermo Francos –quien expresó que "un tema tan sensible y complejo como el envío de tropas para pelear contra Irak debe ser analizado y debatido por el Parlamento"-. Frente a estas expresiones críticas, la mayoría de los legisladores del PJ prefirió no opinar sobre el envío de tropas argentinas como gesto de apoyo a EEUU en la crisis entre Washington y Bagdad. Ver al respecto los siguientes editoriales: "La Argentina enviará tropas al Golfo Pérsico",La Nación, 13 de febrero de 1998, p. 1; "Tropas argentinas viajarán al Golfo", La Nación, 13 de febrero de 1998, p. 4; "Cuestionamiento de la oposición", La Nación, 13 de febrero de 1998, p. 4; "Washington tiene a la Argentina en su mente", por Jorge Elías, La Nación, 13 de febrero de 1998, p. 4. "Se confirmó la participación argentina si hay conflicto en el Golfo. Se enviarán tropas de apoyo logístico", La Nación, 14 de febrero de 1998, p. 1; "Se alistan 100 efectivos militares. Lo anunciaron Di Tella y Domínguez en la Casa Rosada; son médicos y personal logístico, integrantes de las tres fuerzas", La Nación, 14 de febrero de 1998, p. 4; y "Preparativos para una acción mayor", por Juan Castro Olivera, La Nación, 14 de febrero de 1998, p. 4.
Ver texto de la declaración del Departamento de Estado norteamericano en editorial "Declaración de Washington", La Nación, 14 de febrero de 1998, p. 4. Ver asimismo editorial de opinión "Destacan en EE.UU. el coraje de Menem", por Jorge Elías, La Nación, 14 de febrero de 1998, p. 4.


"El Senado respaldó el apoyo argentino a los Estados Unidos", La Nación, 19 de febrero de 1998, p. 9.


"Analizan el tratado de Tlatelolco con un enviado de Bush", La Nación, 19 de agosto de 1989, p. 5.
La delegación norteamericana de esta V Ronda de Consultas sobre Temas Nucleares entre Argentina y Estados Unidos en Buenos Aires estuvo encabezada por Richard Kennedy, consejero del Departamento de Estado sobre política de no proliferación y asuntos nucleares. Por la Argentina participaron el director de Asuntos Nucleares y Espaciales de la Cancillería, embajador Enrique Candioti, y el presidente de la Comisión Nacional de Energía Atómica, Manuel Mondino. Al término de la reunión se emitió un comunicado conjunto en el que se mencionaba la importancia que tiene la energía nuclear "y sus posibilidades futuras, particularmente para el desarrollo económico, científico y tecnológico de América Latina". Sobre esta reunión ver los artículos "Habrá consultas por temas nucleares con los EEUU.", La Nación, 16 de mayo de 1990, p. 8 y "Coincidencias con los EEUU sobre la no proliferación nuclear", La Nación, 19 de mayo de 1990, p. 3.
El alcance del memorándum incluía el intercambio de información técnica entre la USNRC y la CNEA en los siguientes términos: a) notificación inmediata de eventos importantes, como accidentes serios de reactores operantes o cierre de reactores; b) información sobre planeamiento de emergencia y respuesta para los programas de reactores de energía; c) información de rutina y ad hoc sobre la seguridad de los reactores operantes; d) documentos describiendo el proceso de la USNRC para el licenciamiento y la regulación de la energía civil y los reactores de investigación de los Estados Unidos y los documentos equivalentes sobre la energía civil argentina y los reactores de investigación. Asimismo, el memorándum establecía la cooperación en el campo de la investigación de seguridad, a través de la ejecución de programas conjuntos y de la mutua cooperación en materia de capacitación y tareas en reactores nucleares. Ver al respecto el texto del Memorandum de Entendimiento entre la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y la Comisión Reguladora Nuclear de los E.U.A. (USNRC) para el intercambio de información técnica sobre seguridad en operar energía civil y reactores de investigación en reactores, citado en Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI) y Centro de Estudios de Política Exterior (CEPE), Argentina-Estados Unidos. Acuerdos Bilaterales 1853-2000, Buenos Aires, CARI-CEPE, 2000, Listado de Acuerdos N° 130, pp. 507-513. Ver asimismo el siguiente artículo: "Suscriben hoy con los EE.UU. un acuerdo sobre uso pacífico de la energía nuclear", La Nación, 30 de noviembre de 1990, p. 4.


"Cálido elogio de Bush al presidente Carlos Menem", La Nación, 6 de diciembre de 1990, p. 11; y "Satisface a EEUU el acuerdo nuclear entre Argentina y Brasil", La Nación, 6 de diciembre de 1990, p. 20.


"Washington cancela una exportación argentina. "Lamentable pero necesario"", Página/12, 2 de febrero de 1992, p. 2.


"Washington cancela …", op.cit., p. 3.
"Por la suspensión del envío nuclear a Irán. Acusan al canciller de "apartheid tecnológico"", Clarín, 11 de marzo de 1992, p. 15.
"Por la suspensión del envío nuclear a Irán. Acusan al canciller…", op.cit..


Idem nota anterior.
"Habla Erman González sobre las relaciones con Estados Unidos. "Se trata de poner límites"", Página/12, 15 de marzo de 1992, p. 2.


"Menem: "Somos aliados, amigos y hermanos de los Estados Unidos", Clarín, 6 de agosto de 1992, p. 7.


"Ingreso en el MTCR", La Nación, 12 de marzo de 1993, p. 8.


De acuerdo con un documento de inteligencia sobre el Cóndor II presentado por los Estados Unidos al gobierno argentino, preparado por el funcionario Vann Van Diepen, la Argentina tenía desde la década del ’60 una "experiencia considerable en misiles y cohetes", gracias a su programa de cohetería científica. En 1979 el régimen militar argentino tomó la decisión de "usar ésta y otra tecnología para desarrollar y producir una familia de misiles balísticos capaces de transportar cabezas nucleares, químicos o convencionales". Ver este documento, citado por Granovsky, Martín, Misión cumplida. La presión norteamericana sobre la Argentina, de Braden a Todman, Buenos Aires, Planeta, 1992, Anexo Documental Uno, especialmente p. 343. Por su parte, Anabella Busso destaca que el Programa Cóndor, iniciado en 1979, pretendió avanzar a través de tres etapas sucesivas: propulsión, guiado y carga. Dentro de este proceso en etapas se gestaron los proyectos de los misiles Cóndor I, Alacrán I y Cóndor II. Respecto de este tema y de la caracterización técnica de ambos proyectos consultar el trabajo de Busso, Anabella, Las relaciones Argentina-Estados Unidos en los noventa. El caso Cóndor II, Rosario, Centro de Estudios en Relaciones Internacionales de Rosario (CERIR), 1999, nota 2, p. 13 y Anexo I, pp. 141-144.


Este decreto 604/85 aprobaba los proyectos Cóndor I y Cóndor II y convalidaba una serie de contratos firmados el 14 de diciembre de 1984 entre la Fuerza Aérea Argentina y la empresa Tecnología Aeroespacial S.A. (TEA) –una firma "cautiva" de la Fuerza Aérea- por un lado; y las firmas Ifat Corp. Ltd (del Ministerio de Defensa egipcio), DESINTEC AG S.A. y el consorcio alemán CONSEN, por el otro. En el marco de estos contratos autorizados por el gobierno de Alfonsín, entre septiembre de 1988 y marzo de 1989 la Argentina habría exportado entre 12 y 30 carcasas de misiles Cóndor hacia Egipto. Ver al respecto "Nota de tapa. La novela del Cóndor", por Mario Baizán, revista Somos, Año 14, N° 748, 28 de enero de 1991, pp. 4-5. Ver asimismo referencias a este decreto en los trabajos de Santoro, Daniel, Operación Cóndor II. La historia secreta del misil que desactivó Menem, Letra Buena, Buenos Aires, 1992, pp. 123-124, quien aporta un facsímil del decreto 604; Granovsky, op.cit., p. 194; y Busso, op.cit., p. 33.


Granovsky, op.cit., pp. 194-195; y Busso, op.cit., p. 33.


Busso, op.cit., nota 39, p. 38.
Busso, op.cit., pp. 38-39.


Sobre esta "etapa mística" del gobierno de Menem respecto del proyecto Cóndor, consultar Busso, op.cit., p. 63.


Barcelona, Eduardo, y Villalonga, Julio, Relciones carnales. La verdadera historia de la construcción y destrucción del misil Cóndor II, Buenos Aires, Planeta, 1992, pp. 53-55; y Busso, op.cit., p. 65.


Ver al respecto de estos ejemplos de estrategia de vinculación el editorial "Guerra al Cóndor II", por Oscar Raúl Cardoso, diario Clarín, 11 de octubre de 1989, p. 13. Ver asimismo los trabajos de Granovsky, op.cit., pp. 195-196 y Busso, op.cit., pp. 66-67.


Ver al respecto Granovsky, op.cit., p. 192 y Busso, op.cit., pp. 67-68.


Granovsky, op.cit., pp. 200-201.


Busso, op.cit., pp. 70-71 y Granovsky, op.cit., pp. 196-201.


Granovsky, op.cit., pp. 201-204; Barcelona y Villalonga, op.cit., pp. 104-105; y Busso, op.cit., pp. 74-75.


Ver al respecto los trabajos de Barcelona y Villalonga, op.cit., pp. 143-144; y Busso, op.cit., p. 75. Consultar asimismo la versión de los medios en artículo "Posible ayuda para encauzar el programa con fines pacíficos. Di Tella: los EE.UU. tienen interés en el proyecto Cóndor", La Nación, 15 de febrero de 1991, p. 5.


Para mayores detalles acerca de este período de disputa interministerial ver Busso, op.cit., pp. 76-82.


Acerca de esta guerra entre Cavallo y Jaunarena ver Busso, op.cit., pp. 42-46.


"Cóndor II: existen posiciones disímiles", La Nación, 25 de abril de 1991, p. 4.


Las declaraciones del dirigente radical fueron dirigidas a aquellos funcionarios del gobierno que impulsaban la desactivación lisa y llana del proyecto -como el canciller Guido Di Tella y el ministro de Economía Domingo Cavallo-. Cabe aclarar al respecto que, frente a la posición de Di Tella y Cavallo, el ministro de Defensa, Antonio Erman González y la conducción de la Fuerza Aérea, demostraron su inclinación por aprovechar la tecnología acumulada mediante la conversión del proyecto original. Ver al respecto los artículos "No se admiten presiones por el proyecto Cóndor, dijo Menem", La Nación, 7 de mayo de 1991, p. 7 y "Cóndor. González insistió en la necesidad de aprovechar la tecnología", La Nación, 8 de mayo de 1991, p. 2.
Texto completo del decreto 995, en Anales de Legislación Argentina 1991, Tomo LI-B, Buenos Aires, La Ley, 1991, pp. 1949-1951.


Busso, op.cit., p. 85.
"El Cóndor II pasó a la órbita civil", La Nación, 12 de febrero de 1992, p. 3.


Busso, op.cit., p. 84.
Memo de Cisneros al canciller Di Tella, febrero de 1991. Poco tiempo después, el gobierno de Menem creó a través del citado decreto 995 del 28 de mayo de ese mismo año, la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) de una naturaleza semejante a la exitosa Comisión Nacional de Energía Atómica (CONEA), dependiente de la Presidencia de la Nación que, hacia fines de 1999 ya había colocado, de acuerdo con datos aportados por el propio Cisneros, un satélite de producción argentina en órbita y, a julio de 2003, lleva sumados otros tres.


Busso, op.cit., p. 86.


El texto original del citado editorial señala que "More than a year after President Carlos Saul Menem promised the end an Argentine armed forces program to build a medium-range ballistic missile, the Government has yet to destroy key components of the missile.
Officials here say that the solid –core first stage of 14 missiles that were produced in the secretive operation remain in storage at the Falda del Carmen development grounds near the central city of Cordoba, and that they have yet to come up with a plane for destroying them.
Moreover, they acknowledge that a smaller number of sophisticated missile guidance systems bought by the Argentine Air Force from French contractors are still unaccounted for. (…)
(…) the cancellation was particularly painful to Argentina, since Iran buys more than $ 500 million in grain from Argentina every year and some farmers have had their contracts cancelled or delayed. (…)
(…) for many Argentines, the Condor II represents the supreme expression of technological advancement and millions of dollars of costly investment. Abandoning the proyect at the urging of the United States and other countries with strong non proliferation policies is seen as yielding to Yankee imperialism and abandoning the country’s technological patrimony. (…)".
Ver al respecto el editorial "Argentina lagging on missile pledge", by Nathaniel Nash, The New York Times, August 19, 1992, Section A, p. 7, Col. 1, Foreign Desk, en www.nexis.com/research/search/doclist?. Traducción y referencias al contenido de este editorial en los artículos "Cóndor", Página/12, 20 de agosto de 1992, p. 1 y "Presión de EEUU por los motores del Cóndor", Clarín, 21 de agosto de 1992, pp. 4-5. Ver asimismo el trabajo de Busso, op.cit., pp. 86-87.


Fragmentos de las declaraciones de Bernard Aronson, citados en el artículo "EE.UU. y la administración Clinton", El Cronista, 20 de mayo de 1993, pp. 2-3.
"Afirmó Di Tella que el Cóndor es un caso que ya se terminó", La Nación, 2 de marzo de 1993, p. 4; y "Di Tella: "Para nosotros la cuestión del misil Cóndor está terminada"", La Nación, 4 de marzo de 1993, p. 5..
"Faltarían partes del Cóndor II", La Nación, 3 de marzo de 1993, p. 1; "Una historia con interrogantes", por Francisco J. Papini, La Nación, 3 de marzo de 1993, p. 4 y "Un comunicado español que no se difundió", La Nación, 4 de marzo de 1993, p. 5.
"González: se busca algo que no existe", por Rolando Riviére, La Nación, 5 de marzo de 1993, p. 11.


"Reclama EE.UU por el Cóndor II", La Nación, 7 de marzo de 1993, p. 1 y "El Pentágono afirma que faltan partes del misil Cóndor II", La Nación, 7 de marzo de 1993, p. 7.


Idem nota anterior.


"Dos cuestiones militares. Cóndor: la Argentina protestó ante EE:UU", La Nación, 9 de marzo de 1993, p. 1.
La versión original del editorial de The New York Times decía al respecto: "(…) But both the United States and Argentina acknowledge that several small computers that would be used to guide the missile were not included in the shipment and that Argentine officials have yet to report where they are. Foreign Ministry officials maintain that at this point they do not know whether the computers have been intentionally hidden, dismantled for other uses or simply misplaced (…)". Asimismo, el editorial destaca tanto las divisiones en el seno del gobierno argentino respecto del destino final del Cóndor (en términos de desactivación o de reciclaje de sus partes componentes) como la oposición de los sectores nacionalistas de la opinión pública y de los oficiales de la Fuerza Aérea a la exigencia norteamericana de terminar con el proyecto. Ver editorial "Argentina Gives Missile Parts to U.S. for Disposal", by Nathaniel Nash, The New York Times, March 7, 1993, Section 1, p.9, Col. 1, Foreign Desk, en www.nexis.com/research/search/doclist?. Ver asimismo comentario del editorial de The New York Times en artículo "Faltante", La Nación, 9 de marzo de 1993, p. 1.
"Hallan dos lanzadores del Cóndor", La Nación, 12 de junio de 1993, p. 4.
"Para EE.UU, el Cóndor sigue vivo", por Eduardo Barcelona, La Nación, 6 de junio de 1993, p. 1; "El Cóndor, en la agenda Menem-Clinton", La Nación, 6 de junio de 1993, p. 15; "Enviados de Clinton llegan hoy, por el tema Cóndor II", La Nación, 14 de junio de 1993, p. 4; y "Todman negociará el final del misil Cóndor", por Eduardo Barcelona, La Nación, 15 de junio de 1993, p. 6.


De acuerdo con el texto de un "non paper" entregado por el embajador Todman al gobierno argentino, la Argentina sólo podía ingresar al MTCR (Régimen de Control de Tecnología Misilística) "si responde satisfactoriamente sobre la siguiente lista de componentes (del Cóndor II) que todavía están perdidos y si destruye otros que están en el país". Ese "non paper" precisaba su reclamo, señalando la ausencia de tres sistemas de guiado Sagème (franceses) y una computadora de vuelo MBB (alemana); tres sistemas de control de empuje completos y uno incompleto; una cabina de control de misión; seis computadoras Hewlett Packard de control de misión, modificadas; y un diagnóstico de carga útil. Ver referencia al "non paper" en el artículo "Advertencia de EE.UU. sobre el misil Cóndor", La Nación, 29 de junio de 1993, p. 14.
"Para EE.UU. faltan partes del Cóndor II", por Virginia Santana, La Nación, 19 de junio de 1993, p. 1; "Misil Cóndor: objeción de Todman", por Eduardo Barcelona, La Nación, 19 de junio de 1993, p. 6; .
"Cóndor: objetó Camilión opiniones de Todman", La Nación, 20 de junio de 1993, p. 1.


"Enviarán a España los faltantes del Cóndor", por Eduardo Barcelona, La Nación, 3 de agosto de 1993, p. 1; y "La controversia por el misil desactivado. El Cóndor se irá antes que llegue la primavera", por Eduardo Barcelona, La Nación, 3 de agosto de 1993, p. 13.
"La Fuerza Aérea, más dispuesta a mostrar partes del Cóndor", por Eduardo Barcelona, La Nación, 26 de junio de 1993, p. 9.
Ver editorial de opinión "Menem en Washington", La Nación, 2 de julio de 1993, p. 8.
"Cóndor: finalmente, separan al director del proyecto", La Nación, 2 de agosto de 1993, p. 5 y "Un celoso guardián de secretos", La Nación, 3 de agosto de 1993, p. 13.
"Cóndor: finalmente, separan al director…", op.cit..


"No haré nada por Guerrero", La Nación, 3 de agosto de 1993, p. 13.
"Viajan hacia España los restos del misil Cóndor II", por Eduardo Barcelona, La Nación, 26 de septiembre de 1993, p. 11. Ver asimismo Busso, op.cit., p. 87.


"Respecto de las medidas para evitar atentados. Advierten en EE.UU. por la seguridad en Ezeiza", La Nación, 14 de marzo de 1992, p. 8.


"Ezeiza: réplica de Menem a los EE.UU.", La Nación, 15 de marzo de 1992, p. 1 y "Menem: "Una burda mentira"", Página/12, 15 de marzo de 1992, p. 3.
"Ezeiza: detalles del informe de los EEUU sobre la falta de seguridad", por Diego Pérez Andrade, La Nación, 15 de marzo de 1992, p. 12; y "Cólera", La Nación, 15 de marzo de 1992, p. 12.


A través del decreto 733/ 89, firmado durante el último tramo del gobierno de Raúl Alfonsín, se cedió a la empresa Edcadassa el manejo de los depósitos fiscales de los aeropuertos de Ezeiza, Aeroparque y Pajas Blancas (Córdoba) que desde 1975 eran operados por la empresa Líneas Aéreas del Estado (LADE).
"Habla Erman González sobre las relaciones con Estados Unidos. "Se trata de poner límites"", Página/12, 15 de marzo de 1992, pp. 2 y 3; "Ezeiza: Menem exculpó a Todman", La Nación, 16 de marzo de 1992, p. 1; "Se pedirá una nueva evaluación sobre la seguridad en el aeropuerto. Ezeiza: Todman fue convocado para hoy por la Cancillería", La Nación, 16 de marzo de 1992, p. 6; "La controversia por Ezeiza se mantiene", La Nación, 17 de marzo de 1992, p. 1; "Todman y Di Tella a coro. "Las relaciones son excelentes"", Página/12, 17 de marzo de 1992, p. 3; y "Para el canciller fue magnificado el caso de Ezeiza", por Ovidio Bellando, La Nación, 17 de marzo de 1992, p. 10. Ver asimismo editorial de opinión "La seguridad en Ezeiza", La Nación, 21 de marzo de 1992, p. 8, que critica las faltas de tacto y las reacciones exageradas tanto del lado norteamericano como del argentino respecto de la cuestión de la seguridad en el aeropuerto de Ezeiza.


Ver al respecto los artículos "Resistencia aeronáutica de presiones de la "embajada"", diario Ambito Financiero, 29 de julio de 1991, p. 12; "Los mecanismos de seguridad en el aeropuerto. Analizó la Fuerza Aérea la denuncia de EE.UU.", por Francisco J. Papini, La Nación, 17 de marzo de 1992, p. 10 y "La Fuerza Aérea ve una conspiración. Aviadores mirando al norte", Página/12, 17 de marzo de 1992, p. 3. Sobre la exhibición de aviones norteamericanos de la USAF que participaron de la Guerra del Golfo en el aeropuerto de Ezeiza ver los editoriales "Aviones norteamericanos", La Nación, 17 de marzo de 1992, p. 10 y "Exposición de aviones norteamericanos", La Nación, 18 de marzo de 1992, p. 6.
"El Gobierno aguarda una nueva inspección del aeropuerto de Ezeiza", La Nación, 18 de marzo de 1992, p. 6.
Idem nota anterior.


"Ezeiza: llegan técnicos de EE.UU.", La Nación, 19 de marzo de 1992, p. 5.


"Para EE.UU., Ezeiza vuelve a ser seguro", La Nación, 23 de junio de 1992, p. 1 "Ezeiza: un muro consiguió levantar el alerta", La Nación, 23 de junio de 1992, p. 10;. y "Ezeiza: sacarán los carteles de alerta en los EE.UU.", La Nación, 24 de junio de 1992, p. 6.


"Menem: si Colombia lo pide, allí estaremos", La Nación, 25 de julio de 1999, p. 1; y "Menem no descarta una intervención", La Nación, 25 de julio de 1999, p. 2.