9/9/23

DE MALVINAS AL GOLFO PERSICO



Considera el articulista las posibles, y lejanas, similitudes entre la guerra del Golfo y las de las Malvinas. La capitulación total de los perdedores y el resurgir del nacionalismo son aspectos coincidentes en los dos conflictos.

La civilización no suprime la barbarie; la perfecciona. (Oscar Wilde).El 31 de marzo de 1982, millares de argentinos convocados por las organizaciones sindicales se congregaron en la plaza de Mayo para repudiar la dictadura. El régimen militar estaba en crisis absoluta y todo hacía pensar que no tardaría en caer. Más fuertes que el miedo, la furia, la desesperación y la esperanza, empujaron a la gente hacia la plaza. Dos días después, sin embargo, una multitud más numerosa aún se reunió en el mismo sitio para expresar su apoyo incondicional al general Galtieri. 

Los militares acababan de recuperar las islas Malvinas.Unas semanas después, mientras la flota inglesa se dirigía al Atlántico Sur, apareció en París, en el diario Le Monde, una declaración firmada por varias decenas de exiliados. Condenábamos la invasión porque nos oponíamos al principio de resolución de conflictos por la fuerza, y sobre todo porque negábamos a la dictadura militar el derecho a ejercer cualquier acto en nombre del pueblo. También reivindicábamos el derecho argentino sobre las islas, condenábamos el neocolonialismo británico y el envío de su armada, por considerar que las potencias occidentales, en particular Estados Unidos, disponían de los resortes necesarios para obligar a los militares argentinos a dar marcha atrás.

El mismo día de la aparición del comunicado, muchos de los firmantes recibimos llamados insultantes o amenazadores. No provenían, como podría pensarse, de amigos de la dictadura, sino de exiliados o proscritos súbitamente presos de: un fervor nacionalista tal que les había hecho olvidar la naturaleza del régimen, el derecho a. disentir y hasta el sentido de la amistad. En el interior del país ese sentimiento fue mucho más poderoso. 

Atrapados entre la razón de sus convicciones y el estigma de traidores a la patria, los sectores más lúcidos y progresistas se vieron desde el principio reducidos a un impotente silencio y al aislamiento. Un par de años después, ya de regreso, me di cuenta de que desde dentro y en plena guerra la doble y equidistante razón del comunicado parisiense perdía su equilibrada polaridad y se tornaba en magma confuso. Que quizá en la marea emocional de una guerra de esas características, en la alternativa de elegir entre dos males, no es posible otra cosa que mentir callando y colaborar por simple omisión. Que en cualquier caso el estallido de la primera bomba pone automáticamente a todo el mundo en la misma trinchera.Intransigencia



Aunque muy distinta, la guerra de las Malvinas tuvo algunas similitudes con la actual. En primer lugar, la sospechosa indiferencia de Estados Unidos y del Reino Unido ante una invasión inminente y conocida. Luego, la intransigencia: el Reino Unido no quiso entrar a discutir en ningún momento no ya la soberanía, sino siquiera la reivindicación argentina sobre unas islas ocupadas en el siglo pasado en un acto de piratería, con lo que los invasores fueron obligados a elegir entre el suicidio y la guerra. Noam Chorrisky ha reseñado con precisión (véase EL PAÍS del 12 de enero de 199 1) no sólo los antecedentes coloniales de la crisis del golfo Pérsico, sino incluso una propuesta de Sadam Husein de abril de 1990 (más de un año antes de la invasión de Kuwait), en la que éste propuso a George Bush la destrucción de sus armas convencionales si Israel aceptaba otro tanto. Paul Balta, por su parte, recuerda que en 1969 el joven Arafat defendió la idea de "un Estado palestino democrático en el cual coexistirían cristianos, judíos y musulmanes", rechazada de plano por Israel (véase EL PAÍS del 31 de enero de 1991). 
Teniendo en cuenta todos los antecedentes, la propuesta de Sadam de ligar su retirada de Kuwait con el caso palestino debió ser tomada en consideración, aun sin creer en absoluto, como es lógico, que ése fuera su objetivo al invadir. En cualquier circunstancia, esa concesión hubiera sido mínima comparada con los daños de la guerra que ahora se están poniendo en evidencia, sobre todo cuando existe acuerdo general en que después habrá una conferencia sobre Oriente Próximo.

La guerra de las Malvinas (en la que los británicos atacaron con ferocidad, aunque no hubiese explotación petrolera) concluyó en que allí donde -sólo había pastores y ovejas ahora haya una superbase militar británica. En cuánto a la reivindicación argentina, el asunto está cerrado: a los derrotados, ya se sabe, no les asisten derechos. ¿No ocurrirá ahora que después de la eventual derrota iraquí el golfo Pérsico quede bajo control militar de Estados Unidos y el pueblo palestino "empujado a una desesperada alianza con Irak- despojado de sus derechos por mucho tiempo?



El otro elemento similar entre las Malvinas y el Golfo es una de sus consecuencias: el resurgir del sentimiento nacionalista. Aunque el Estado es confesional, la sociedad argentina es perfectamente laica, moderna en el sentido occidental. No existe nada comparable al formidable elemento místico unificador que representa el en el mundo árabe. Sin embargo, aquella aventura militar tuvo el apoyo inmediato de los más dispares Gobiernos latinoamericanos, y después de la guerra no hay en Argentina partido político con posibilidades electorales que no incluya en su programa la reivindicación nacional sobre las Malvinas. Los siniestros militares carapintadas son hijos directores de esa guerra y el presidente Menem es considerado en ese punto como un traidor, por asumir con realismo la recomposición de los vínculos diplomáticos y comerciales con el Reino Unido. 

En la medida en que las democracias del Tercer Mundo no hacen hasta ahora más que ampliar y profundizar la miseria con sus medidas de ajuste dictadas -no hay que olvidarlo- desde el Norte, el peligro de un nacionalismo exacerbado aumenta. Basta comprobar en este momento el multiplicado vigor de los sectores integristas islámicos en el mundo árabe e imaginar el embarazo de un musulmán moderado y progresista aliado, por ejemplo, de la Internacional Socialista. Cualquier integrista le diría, no sin razón en este caso, que De Gaulle era mejor que Mitterrand.

Los defensores de Occidente ponen al acento en que esta guerra la empezó el invasor iraquí e 2 de agosto, en que Sadam Husein es un tirano y criminal indefendible y en que están en juego intereses vitales, con el agregado de que pararle los pies ahora a Sadam será en cualquier caso menos costoso y sangriento que hacerlo dentro de unos años.

Analistas que reconocen los hechos pero que rehúsan embarcarse en la aparente lógica, de esta guerra subrayan por su parte que fueron los principales miembros de la alianza occidental y de la URSS quienes armaron a Sadam incluyendo las armas químicas y bacteriológicas, que este conflicto tiene origen en el arbitrario e interesado orden poscolonial impuesto por las potencias oceidentales y que no es el derecho internacional ni la democracia lo que se defiende en el Golfo, sino sencillamente el petróleo, la seguridad de Israel y la estabilidad de las monarquías petroleras árabes aliadas de Occidente.Vieja patraña



Todo esto se ha dicho ya bastante aunque es notable que los prooccidentales a ultranza eviten la polémica en el terreno histórico, concreto y se sirvan de la vieja patraña maniquea civilización o barbarie. Los nuevos cruzados no se aventuran en lo que Ítalo Calvino llamaba "el mar de la objetividad", mucho más complejo y menos reconfortante. De cualquier modo, la discusión parece centrarse ahora -descontando la victoria militar aliada, más tarde o más temprano- en qué clase de nuevo orden internacional será el que surja después del conflicto. 

Los optimistas -Savater, Timerman, por citar a algunos de esta misma página opinan, grosso modo, que esta guerra ha dado por fin el protagonismo a la ONU y que en el futuro sólo habrá -si las hay guerras por consenso y en defensa del Derecho Internacional; que la derrota de Irak abrirá las puertas de una conferencia sobre todos los problemas de Oriente Próximo y que por fin el mundo civilizado tendrá el horizonte libre de comunistas y mesiánicos líderes tercermundistas para difuminar su bálsamo bienhechor. Hasta hay especialistas que pronostican que "Europa regirá la economía mundial" y proponen "un Plan Marshall europeo para los países del Este y los del Magreb" después de la guerra (véase EL PAÍS del 2 de febrero de 1991), lo que supone un mundo liderado por un capitalismo democrático y social a la europea.

El pesimismo parece, sin embargo, más razonable. El papel de Europa en la constitución de un nuevo orden jurídico mundial está resumido en el programa de posguerra de Henry Kissinger: ninguno (véase EL PAÍS del 29 de enero de 1991). En cualquier caso, será mínimo e intrascendente, como lo fue antes y durante su influencia política y militar. 

El país que desde hace al menos una década está imponiendo al mundo un Plan Marshall de proporciones descomunales es Estados Unidos. Una simple Ojeada a su déficit presupuestario y de comercio exterior, a su deuda externa y a la crisis de su sistema financiero basta para augurar que la presión que ejerce sobre el resto del mundo se redoblará en el futuro, desde una posición más prepotente y hegemónica. No habrá capitales para los países del Este ni para el Tercer Mundo después de esta guerra, al menos por bastante tiempo. 

Habrá, en cambio, rebrote nacionalista y sed de venganza en el Sur, por no hablar de una eventual. involución grave de la perestroika. Habrá, por tanto, demanda armamentista, nuevas guerras en el horizonte y un más que probable rebrote del terrorismo internacional. Si la guerra se prolonga, o si la crisis consecutiva es seria, hasta es previsible una descomposición de la Comunidad Europea y el ingreso de la socialdemocracia en un cono de sombra. El nacionalismo xenófobo, regresivo y musculoso no es un invento árabe, y los que comparan a Sadam con Hitler no caen en la cuenta de que el espejo de la historia les devuelve su propia imagen.

Es periodista y escritor argentino.

5/9/23

RESABIOS DE GUERRA



Daños colaterales

Sumado a los “pecados de guerra” cometidos durante la ocupación de Irak, bajo la sospecha de que ese país contaba con armas de destrucción masiva, después de 20 años de finalizado el conflicto bélico, el Síndrome de la Guerra del Golfo sigue marcando a fuego a los veteranos norteamericanos.


› Por Esteban Magnani y Luis Magnani


Después de la Guerra del Golfo (ver recuadro), los veteranos inundaron los consultorios con quejas variadas. Protestaban por fatiga crónica, erupciones cutáneas, migrañas, dolores musculares, de problemas cuyo origen debían ser desórdenes neurológicos, como por ejemplo “se me duerme el brazo” o pérdidas de memoria, alteraciones del sueño, dificultades respiratorias, gastrointestinales, menstruales y cardiovasculares. Sin embargo, y pese a la variedad, los médicos en general atribuyeron las quejas a causas psicológicas y al estrés.

Ahora, y después de haber sido negado como si fuera una enfermedad vergonzante, el Síndrome de la Guerra del Golfo (SGG) ha hecho su entrada triunfal en el sendero de la aceptación que el gobierno de los EE.UU. le debía. Si se recuerda que la Guerra del Golfo ocurrió hace casi dos décadas, se tendrá una idea de lo que le ha costado a ese gobierno reconocer su existencia.

Como era de esperar, la causa es el dinero, aunque esto no deja de ser curioso: reconocer la existencia del SGG llevará a autorizar importantes sumas para el tratamiento de los sufridos veteranos, mientras que mantener la creencia de que todo se debe a un estrés post-traumático, la excusa más común entre las que se alegaron, no conduce a tal erogación. Por lo visto, según un punto de vista bastante peculiar, una enfermedad orgánica es más “real” –y merece ser tratada– que una psicológica.

El informe que ha venido a cambiar el status quo sobre el tema proviene del Comité Consultivo de Investigación de las Enfermedades de los Veteranos de la Guerra del Golfo. La creación de este comité no fue sencilla. El Congreso la decidió en 1998 porque los veteranos no estaban recibiendo los cuidados que merecían y recién en el 2002 quedó constituido por 15 miembros. De ellos, dos tercios son científicos y el resto veteranos.

EL INFORME PELICANO

Las conclusiones del informe, aparecido en noviembre del 2008, no dejan lugar a dudas. El mentado SGG es real y afecta a alrededor de una cuarta parte de los 700 mil estadounidenses que intervinieron en el conflicto bélico.

La causa principal se debió al contacto de los soldados con dos sustancias químicas: el bromuro de piridostigmina y ciertos pesticidas usados sin mayor control para defenderse de jejenes y mosquitos. Tan belicosos eran los insectos, que la desesperación indujo a rociar también carpas –donde los combatientes se alimentaban– y uniformes. Por su parte, el bromuro se daba a las tropas para contrarrestar los efectos del gas nervioso en caso de que se usara en un ataque.

Es que la convicción de que los iraquíes desatarían una guerra química llevó, según el informe, a una precaución que resultó tan dañina como el presunto elemento a combatir. Sin embargo, lo que a primera vista parecería exagerado, se justifica cuando se conoce que las alarmas detectoras de ese gas sonaron con frecuencia en las acciones de esa guerra. Claro que los gobiernos dijeron que fueron falsas alarmas.

Otra causa apuntada por el comité, aunque con menos probabilidades, proviene del bombardeo y destrucción de un depósito de armas cerca de Khamisiyah. La nube de gas sarín (ver recuadro) llevada por el viento habría afectado a unos 100 mil soldados.

A la luz de estos datos, muchos de los que se negaban a caer en la necedad total pudieron hablar. Lord David Craig, mariscal de la Real Fuerza Aérea Británica, dijo que aceptar la gravedad que tenía el SGG para los veteranos era una obligación, una deuda contraída con mucha anterioridad. Con lógica pura, afirmó que eran tan víctimas de la guerra como aquellos alcanzados por una bala o una esquirla.

Por su parte, James Binns, veterano de Vietnam y presidente del comité, afirmó que lo trágico de la situación recaía en que, por las idas y vueltas del asunto, no existe hoy un tratamiento eficaz; e instó al Congreso a asignar 60 millones de dólares anuales para la investigación con el fin de encontrar la cura. Sin embargo, no cargó las tintas sobre los errores pasados; más bien, afirmó que el tema debía ser considerado como un proyecto primordial para el nuevo gobierno.

LA CARACTERIZACION DEL SINDROME

Es al epidemiólogo Robert Haley, de la Universidad de Texas, que se debe gran parte del conocimiento del SGG. Ya por el 2003, al advertir que los tests diseñados por las autoridades buscaban demostrar –porque era lo que esperaban– la presencia de un estrés post-traumático, y no el hallazgo de un diagnóstico “abierto”, encaró el problema con su propia metodología. 

“Lo que hay que hacer es lo que se hace frente a una nueva enfermedad: definirla. Si se le pregunta a la gente si tiene dolores o achaques, dirá que sí. Pero si se le pregunta si tiene dolores en las articulaciones que le impiden dormir y duran meses, la gente sana dirá que no; mientras que los veteranos del Golfo contestarán que sí”, dijo. Su manera de encarar las cosas tuvo éxito y sus hallazgos fueron luego confirmados por otros laboratorios, como el de Han Kang del Departamento de Asuntos de Veteranos, en Washington, que comparó los síntomas de 10 mil veteranos del Golfo contra 9 mil veteranos que no eran de esa guerra.

Robert Haley logró definir tres grupos de síntomas entre los que afectan a los veteranos del Golfo. El Síndrome 1 abarca los que afectan el sueño y las alteraciones de memoria. El Síndrome 3 contempla los dolores musculares y articulares. El 2 es el más serio y abarca los trastornos cerebrales, muchos manifestados en forma de confusiones y mareos.

Fueron necesarias casi dos décadas. Probablemente poco quede para recuperar a estos veteranos, a esta altura en la que el Estado norteamericano muestra tan poca piedad por propios y ajenos por igual.

La guerra y sus consecuencias

La Guerra del Golfo Pérsico, o Guerra del Golfo, ocurrió entre 1990 y 1991. En ella, Irak combatió contra una coalición internacional compuesta por 34 naciones y liderada por los EE.UU. Surgió como respuesta a la invasión y anexión del Emirato de Kuwait por parte de Irak. También se la conoce como Operación Tormenta del Desierto, en Estados Unidos, y como Um M’aarak, “La Madre de todas las batallas”, en Irak.

El gas sarín es un arma química de guerra creada por el hombre y clasificada como agente nervioso. Las personas que han entrado en contacto con él pueden experimentar síntomas (que no causa sólo el sarín) diversos como flujo nasal, dolor en los ojos, sudor excesivo, presión en el pecho, diarrea, mareo y dolor de cabeza, entre otros. Si el contacto fue prolongado pueden ocurrir convulsiones, parálisis y una falla respiratoria que lleva a la muerte.

3/9/23

CUANDO ERMAN GONZALEZ ERA MINISTRO DE DEFENSA (F)


El ministro de Defensa, Erman González al regresar hoy a la Argentina descartó que el gobierno haya dispuesto a participar con 500 hombres en una fuerza multinacional de paz en el Golfo Pérsico y reveló que el destructor Almirante Brown ya emprendió el regreso a la Argentina en tanto sigue operando la corbeta Spiro en Medio Oriente. 

El ministro se excusó de precisar mayores detalles de su gestión por considerar que primero debía informar al presidente Carlos Menem, pero aclaró que solo existe una propuesta de los países árabes para conformar una fuerza conjunta que garantice la paz y la seguridad en esos Estados de Medio Oriente. Insert Erman Gonzalez hablando con periodistas.

En enero, el atraso cambiario provocó una nueva corrida contra el peso y un estallido inflacionario, entre otras complicaciones. Con la renuncia de González, el 4 de febrero, terminó su política comercial de arancel único, una impronta de su equipo. Su objetivo había sido atar las variables macroeconómicas fundamentales, profundizando la tendencia liberal y subordinando a esa meta la búsqueda de eventuales aliados empresariales. El 1 de marzo se anunció un cambio en el gabinete. El ex ministro de Relaciones Exteriores, Domingo Cavallo, pasa a la cartera de Economía en reemplazo de Erman González.


Image hosted by servimg.com

27/8/23

LA MARINA ARGENTINA EN LAS OPERACIONES MILITARES MULTINACIONALES, GOLFO PERSICO 1991





ACA TE CUENTO LA DISERTACION QUE HIZO DOS CAPITANES Y EL ALMTE MOLINA PICO EN LA UNIVERSIDAD DEL SUR BAHIA BLANCA...LEELO Y APRENDAN SI ALGUIEN NO CONOCE ESTA HISTORIA TRANSENDETAL PARA LA ARGENTINA. 

DE ACA SE CREO LA EMBAJADA EN LOS EMIRATOS ARABES, HUBO PRESTAMOS EN DOLARES, SE HABRIO LA EMABAJADA DE KUWAIT EN ARGENTINA. 

Y TANTAS OTRAS, QUE EN REALIDAD LA GRAN MAYORIA NO SABE Y NI TIENE IDEA QUE PASO.

SIEMPRE SE ENARBOLO NUESTRO PABELLON NACIONAL, NO HUBO MISION DE PAZ, NI AYUDA HUMANITARIA QUE QUEDE CLARO. 

Operaciones en el golfo Pérsico (1990-1991).5

a. Situación general.

Después de la invasión de Irak a Kuwait en agosto de 1990, el Consejo de Seguridad
de las NN.UU. emitió una serie de resoluciones sucesivas, mediante las cuales se condenó a Irak por la invasión y se le presionó a retirar sus fuerzas. La resolución 678/90 autorizó el uso de la fuerza después de cumplirse el plazo perentorio otorgado al invasor para el 15 de enero de 1991. Esta resolución proporcionó el marco de legitimidad bajo el cual se creó la mayor coalición militar a ser empleada en combate, después de la Segunda Guerra Mundial, conformada por países de varios continentes y regiones que unieron sus fuerzas a las del Medio Oriente. Debido a la diversidad política, cultural y religiosa de los países que actuarían en un mismo teatro de operaciones, se necesitó un enorme y creativo esfuerzo para construir
una estructura militar aceptable. En tierra fue necesario establecer dos comandos: uno para las fuerzas integradas por países árabes y demás países islámicos, y el otro para la fuerza combinada de los países occidentales, encabezada por el General Schwarzkopf, Comandante en Jefe del Comando Central de EE.UU. Las fuerzas francesas operaron bajo su propio mando, manteniendo estrecha coordinación con ambos comandos internacionales.

En el mar, por otra parte, no existió una estructura de mando y control organizado. Los
grupos que representaban a las diferentes marinas en el área, permanecieron bajo el mando de sus propios comandantes de agrupación. Para coordinar las diferentes actividades entre ellas, mensualmente se desarrollaron conferencias, organizadas por un país diferente.

b. Operaciones.

La primera tarea asignada a las fuerzas navales, por resolución 661/90 fue la de forzar
las sanciones económicas impuestas a Irak por el Consejo de Seguridad de las NN.UU. Las diferentes armadas participaron colectivamente como una Fuerza de Interceptación Marítima (MIF), conformando una fuerza organizada para interceptar la carga prohibida que fuera transportada por buques que zarparan o recalaran a los puertos de Kuwait e Irak. Las armadas de la región del Golfo contribuyeron a patrullar sus propias costas. Las trece armadas no regionales que integraron la coalición compartieron cuatro sectores de operación, en los cuales el oficial más antiguo de cada uno asumía como coordinador local:

- En el mar Rojo: Francia, Grecia, España y EE.UU.
- En el golfo de Adén: Francia.
- En el golfo de Omán: Argentina, Australia, Bélgica, Canadá, Francia, Holanda, España
y EE.UU.

- En el golfo Pérsico: Dinamarca, Italia, Noruega, Reino Unido y EE.UU.
Cuando comenzó la acción militar, las tareas de la fuerza naval internacional se
ampliaron. Las armadas regionales se concentraron en el patrullaje de sus costas y en la protección de sus intereses costeros. Las unidades de combate de Kuwait, Arabia Saudita, Reino Unido y EE.UU. se integraron para desarrollar operaciones ofensivas antisuperficie. Los buques de guerra de Argentina, Australia, Canadá, Dinamarca, Francia, Italia, Holanda, Noruega y España, proporcionaron protección a las fuerzas logísticas de combate. Es destacable que este amplio despliegue de operaciones navales se haya ejecutado exitosamente, sin existir una estructura de mando formal. Sin embargo, se presentaron dos factores que ayudan a explicar esta situación.

 Primero, once de las trece armadas no regionales de la coalición, pertenecían a una misma organización militar, la OTAN; las otras dos, de Australia y Argentina, se habían ejercitado por muchos años con la Armada de EE.UU., hecho que les facilitó la uniformidad de procedimientos y de comunicaciones para desempeñarse eficazmente en una fuerza combinada. El segundo factor, y probablemente el más importante, fue el bajo nivel de amenaza existente, pues más de 143 embarcaciones de Irak, la mayoría lanchas rápidas, fueron destruidas o seriamente dañadas durante la guerra.

Aquellas atacadas en el mar, fueron hundidas por aviones y helicópteros, desde una distancia superior al alcance de las armas iraquíes. De hecho, ningún buque de la coalición fue atacado ni por buques ni por aeronaves y la única amenaza estaba materializada por más de 1.167 minas fondeadas por Irak durante el conflicto.
La Armada de Argentina contribuyó con dos grupos de tarea de dos buques cada uno.

El primero, zarpó del puerto Belgrano el 25 de septiembre de 1990, compuesto por el
destructor Meko 360 ARA Almirante Brown, construido en Alemania en 1983 y la corbeta Meko 140 Almirante Spiro, de diseño alemán, construida en Argentina y comisionada en 1987.

El segundo grupo de tarea argentino, fue desplegado desde puerto Belgrano en febrero de 1991, para relevar al primero. Estaba compuesto por la corbeta Meko 140 ARA Rosales, construida en Argentina y comisionada en 1986, y el buque de carga de la clase Costa Sur, ARA Bahía San Blas, construido en Argentina en 1978. La decisión política de enviar estos buques fue adoptada por orden ejecutiva del presidente, quien autorizó al grupo de tarea a monitorear y controlar el cumplimiento de la resolución N° 661/90 del Consejo de Seguridad de las NN.UU. Es decir, autorizaba a los buques a participar en las operaciones navales necesarias para materializar el embargo, impuesto por las NN.UU. a Irak, misión que se traducía en múltiples tareas de interceptación de buques mercantes en el mar, para controlar el tráfico de mercantes en el área y chequear la carga transportada desde y hacia los puertos de Irak y Kuwait. Posteriormente, cuando se inició la acción militar, el Congreso argentino emitió una ley que autorizó el enfrentamiento en combate de sus buques, permitiéndoles participar en operaciones de escolta y emplear el armamento en acciones de autodefensa, sin facultarlos a participar en acciones de carácter ofensivo.

El despliegue del primer grupo de tarea duró cerca de ocho meses. Cada buque operó
más de 120 días en el teatro; primero en el golfo de Omán como parte de la Fuerza de
Interceptación Marítima, desde el 28 de octubre hasta el 30 de noviembre de 1990;
posteriormente en el golfo Pérsico, desde el 1 de diciembre de 1990 hasta el 2 de marzo de 1991. Entre octubre y noviembre, interceptaron 761 buques mercantes en el estrecho de Hormuz. 

Desde diciembre a marzo, participaron en 17 misiones de escolta, desde el área sur del golfo Pérsico hacia las áreas de ataque al norte del golfo, donde operaba el grupo de batalla. Cada combatiente navegó 25.000 millas náuticas en el teatro de operaciones y más de 20.000 millas en tránsito desde Argentina hacia el Medio Oriente y de regreso. En el segundo grupo de tarea, la corbeta ARA Rosales navegó 11.760 millas náuticas en el teatro, interceptando 337 buques mercantes, permaneciendo fuera de puerto base por cinco meses y medio. Ninguno de los grupos de tarea sufrió daños al material ni heridas personales durante la activa y exitosa participación en el golfo Pérsico. Sin embargo, la integración en una coalición internacional evidenció ciertos problemas que permiten visualizar cinco factores que deben considerarse ponderadamente antes de desplegar unidades navales a operaciones auspiciadas por las Naciones Unidas, especialmente por las armadas que no pertenecen a la OTAN. Éstos, se analizan a continuación.

Factores que debieran ser considerados antes del despliegue de unidades navales
hacia una operación de paz.

1. Entrenamiento.

En el proceso de entrenamiento de las armadas, se distinguen generalmente tres
niveles. En el primero, cada unidad adquiere las conductas para operar con seguridad en  forma independiente. En un segundo nivel, se logra la capacidad para operar con eficacia dentro de un grupo de tarea en el ámbito nacional, donde los procedimientos tácticos, las doctrinas, publicaciones y sistemas de mando y control, son los propios de la armada en cuestión; generalmente la culminación del entrenamiento a este nivel se logra al poder participar con eficacia en el ámbito de operaciones conjuntas. Sin embargo, en el tercer nivel, cuando una unidad o grupo de tarea, participa con unidades de otras armadas en operaciones combinadas, es cuando existen las mayores dificultades, especialmente cuando emplean distintos lenguajes y sus sistemas de comunicaciones, procedimientos y doctrinas son diferentes.

Las armadas pertenecientes a la OTAN, han demostrado ser las mejor preparadas
cuando se ha debido improvisar alguna fuerza naval multinacional, especialmente cuando las estructuras de mando y control no han sido de mucha formalidad. Por ello, el entrenamiento que otras armadas puedan efectuar con aquellas, es muy valioso. Tal es el caso de la participación en ejercicios UNITAS, TEAMWORK y RIMPAC, sin mencionar otros ejercicios bilaterales con buques de guerra de armadas OTAN en tránsito por aguas jurisdiccionales propias.

De acuerdo a la experiencia argentina, uno de los ingredientes básicos que les facilitó
las buenas relaciones con unidades de otros países, fue la confianza mutua, requerimiento esencial para el entendimiento y buen desempeño en grupo, que se consigue principalmente con el reconocimiento del propio profesionalismo, alcanzado con arduo entrenamiento y calificación del personal que integra las dotaciones, especialmente de los oficiales que deben asumir el control de las comunicaciones y de la conducción de las diferentes actividades operativas. En el golfo Pérsico, Argentina conocía la doctrina, procedimientos y publicaciones OTAN, empleados por las armadas occidentales participantes, gracias a la experiencia obtenida durante muchos años de ejercicios combinados UNITAS, con la Armada de EE.UU.

La experiencia argentina indica que existen a lo menos cuatro requisitos para poder
participar en fuerzas multinacionales de la OTAN. El primero corresponde a un sistema de comunicaciones confiable, que exige procedimientos comunes, publicaciones actualizadas, entrenamiento de los operadores y un apropiado equipamiento, que debe ser compatible con el de las otras unidades. El segundo factor es la capacidad para efectuar reaprovisionamiento en la mar, lo que exige entrenamiento y destreza de la dotación, disponibilidad de sistemas de recepción de combustible compatibles y la capacidad para consumir el tipo de petróleo recibido desde los petroleros de flota; cada buque del primer grupo de tarea argentino que estuvo desplegado en el golfo Pérsico, debió realizar más de 17 maniobras de reaprovisionamiento en la mar, con 10 petroleros diferentes. Otro factor es la capacidad de recibir y apoyar helicópteros a bordo, actividad que implica poseer el equipamiento apropiado y exige entrenar las evoluciones y procedimientos tácticos necesarios, dentro de los estándares de seguridad exigidos. Finalmente, es necesario conocer las regulaciones de
seguridad aplicadas por las armadas pertenecientes a la OTAN, especialmente referidas a los sistemas de armas.

2. Doctrina, procedimientos y publicaciones.

Es esencial para poder realizar operaciones combinadas entre unidades de diferentes
armadas, que todas posean doctrinas, procedimientos y publicaciones comunes. Destaco algunas reflexiones de Wayne Hughes, en su libro Táctica de Flotas, que cobran plena validez en operaciones de paz. “La doctrina normaliza las tácticas con el fin de abreviar el planeamiento de detalle de cada operación individual. Se trata, en efecto, de planes genéricos sobre lo que es posible adiestrarse y practicar con prescindencia del contexto de misiones específicas. Se necesitan instrucciones de combate modernas, carentes de la rigidez impuesta por las viejas instrucciones permanentes de combate. Un plan de operaciones es simplemente la doctrina específica de una misión”. También, “Cuando más inestable sea la composición de las fuerzas navales, más aguda será la necesidad de órdenes y procedimientos tácticos normalizados”. 6

La creación de doctrinas y procedimientos es un proceso largo que normalmente
comienza en los niveles más bajos de instrucción y entrenamiento táctico, que requiere demuchos años de estudio y práctica. Para aquellas armadas interesadas en aumentar suparticipación en operaciones combinadas, especialmente si no poseen publicaciones aliadas,la falta de una base común de conocimientos constituye una tremenda barrera y en tal sentido,el marco doctrinario de la OTAN facilita enormemente la interoperabilidad de las armadas que
pertenecen a esa organización. En el caso argentino, cuando desplegó sus buques enel golfo Pérsico, contaba con una razonable base de experiencia, obtenida por años de entrenamiento y operación con doctrinas, procedimientos y publicaciones aliadas. Sin embargo, experimentó problemas de nivel operativo debido a la falta de actualización de sus publicaciones, especialmente las de procedimientos, aunque esto no derivó en problemas mayores debido al bajo nivel de amenazas que prevalecía en el teatro. En un ambiente de mayor hostilidad, los riesgos para las unidades pueden ser muy grandes, siendo esencial que antes del despliegue
al teatro de operaciones, se verifique el cumplimiento de todos los cambios editados en las publicaciones aliadas.

3. Instrucciones del nivel político y reglas de enfrentamiento.

Las instrucciones que imparten los gobiernos a sus armadas desplegadas a misiones
de paz, no siempre son coincidentes y en algunos casos pueden ser muy restrictivas,
exigiendo a sus unidades navales el cumplimiento de reglas de enfrentamiento particulares, que podrían poner en riesgo su propia seguridad y la de la operación. Esta situación se presentó en el golfo Pérsico debido al gran alcance de las resoluciones del Consejo de Seguridad de las NN.UU., que siendo promulgadas en etapas sucesivas, fueron incrementando el nivel de presión contra Irak, sin que hubiese existido un acuerdo político previo entre los países que desplegaron fuerzas a ese teatro. Muchas agrupaciones navales llegaron al área con la sola autorización de sus gobiernos para imponer sanciones económicas. Sin embargo, cuando la autorización de las NN.UU. a emplear la fuerza derivó en el inicio de la guerra, cada miembro de la coalición debió redefinir al nivel político su grado de compromiso, antes de enfrentar el nuevo y cambiante escenario. 

En el ámbito naval, la coalición fue dividida en tres grupos principales de acuerdo a sus instrucciones políticas. Las armadas que no tenían restricciones para el empleo de la fuerza, realizaron las operaciones ofensivas, conducidas por EE.UU. Un segundo grupo, más restringido políticamente, fue organizado para apoyar y proteger las líneas de comunicaciones marítimas logísticas.

Finalmente, las armadas que debieron mantener sus tareas originales, se emplearon
solamente en operaciones de interceptación marítima. Dentro de cada grupo, existían otras restricciones nacionales, tales como niveles de riesgo permitido o distancias de seguridad a ciertas áreas geográficas, que obligaban a crear algunas subdivisiones. Para prevenir estos problemas, es necesario algún tipo de acuerdo previo entre los países comprometidos en una operación de las NN.UU., sobre el nivel de fuerza que cada uno estará dispuesto a autorizar.

Otro aspecto que debiera definirse antes del despliegue de fuerzas, es el de las
Reglas de Enfrentamiento (ROE), que deben ser coherentes con las instrucciones políticas. En el golfo Pérsico, las diferentes agrupaciones debieron coordinarse para poder definir reglas de enfrentamiento comunes que les permitiera actuar bajo un mismo mando. Esta situación fue aún más compleja para las armadas de Argentina y Australia, que al no pertenecer a la OTAN vieron acentuadas sus diferencias de lenguaje, lo que les dificultó llegar a una definición común de ciertos términos esenciales para los buques de guerra, tales como “acto hostil” e “intención hostil”. Por ello, sería muy valioso que bajo la dirección de las NN.UU., se desarrollara un lenguaje técnico, común y específico, para ser empleado en operaciones multinacionales, que permitiera establecer una lista de reglas de enfrentamiento estandarizada. Asimismo, en eventuales operaciones auspiciadas por las NN.UU., cuyos ambientes de hostilidad sean previsiblemente variables, se le debiera otorgar, a los diferentes niveles de mando de fuerzas multinacionales, las facultades necesarias para modificar las ROE de acuerdo a los cambios en la situación del teatro. 

Esto debiera ser conocido y aceptado por los gobernantes involucrados, antes de decidir enviar sus fuerzas a estas operaciones.

4. Mando, Control y Comunicaciones.

De acuerdo a experiencias en el golfo Pérsico, donde la coalición adoptó una débil
estructura de mando y control para permitir a las diferentes armadas, mantener sus unidades bajo mandos nacionales, los principales problemas que afectaron a las unidades argentinas, por no pertenecer a la OTAN, fueron la falta de sistemas criptográficos y de datalink
compatibles, situación que dificultó seriamente su integración dentro de la fuerza naval
multinacional.

Esto, tal como ocurrió con las publicaciones, no tuvo repercusiones graves debido al
bajo nivel de hostilidad del teatro. Asimismo, gracias a las conferencias de coordinación y a que las tareas asignadas constituían actividades familiares, los grupos de tarea argentinos pudieron cumplir sus misiones en forma exitosa, especialmente después de iniciadas las hostilidades, cuando debieron escoltar a los buques que materializaban el tren logístico aliado y patrullar ciertas áreas para proteger a algunas unidades navales mayores. 

En esa etapa, los buques se mantuvieron bajo el mando nacional, pero bajo el control táctico del comandante del grupo de tarea canadiense, que como comandante de la Fuerza Logística Combinada (CLF), condujo en excelente forma a las unidades de las armadas que la integraban (Argentina, Australia, Bélgica, Canadá, Dinamarca, Francia, Italia, Holanda, Noruega, España, Reino Unido y EE.UU.), a pesar de las limitaciones mencionadas. 7 Considerando que ni los sistemas criptográficos ni los datalink se pueden improvisar en el proceso de integración a una coalición, es necesario lograr acuerdos políticos previos para obtenerlos y efectuar los esfuerzos técnicos necesarios para instalarlos, antes del despliegue de unidades navales a una operación de paz multinacional. 

Una vez solucionados los problemas de datalink y sistemas criptográficos, se deben adoptar ciertas decisiones al nivel político que conciernen a la estructura de mando y control en una coalición multinacional, pues la ONU, que auspicia las operaciones de paz, ha demostrado carecer de la capacidad para establecer una autoridad,que bajo su delegación, ejerza el mando y control operacional de las fuerzas navales aportadas por los diferentes miembros de la ONU, para una misión en particular. En la operación “Tormenta del Desierto”, las conferencias de coordinación permitieron establecer una estructura de mando informal que funcionó gracias al bajo nivel de hostilidad existente.

Sin embargo, en la eventualidad de mayores hostilidades, será necesario el establecimiento previo de una cadena de mando formal, al estilo de la que emplean las fuerzas que integran la OTAN.

5. Logística.

De acuerdo a la experiencia de las unidades navales argentinas desplegadas al golfo
Pérsico, el hecho de contar con buques construidos pocos años atrás, ya sea en Alemania o Argentina, con diseño y sistemas de acuerdo a estándares de la OTAN, les facilitó enormemente su participación en la operación, donde alcanzaron un razonable nivel de interoperabilidad con las armadas de esa organización, especialmente con aquellas que compartían sistemas comunes, pues les facilitó la obtención de repuestos y servicios, permitiéndoles cumplir exitosamente su misión a pesar del elevado grado de actividad al que fueron sometidas. Asimismo, contribuyó al éxito de la operación el factor humano representado por el entrenamiento y capacidad profesional de las dotaciones. 

Cabe destacar la dificultad que afecta a las armadas de regiones lejanas a eventuales teatros de operaciones, debido a las enormes distancias que deben navegar para dirigirse al área de despliegue y para regresar a sus puertos bases. Por ejemplo, las unidades argentinas tuvieron que navegar 11.000 millas náuticas en su tránsito hacia el golfo Pérsico, debiendo hacer recaladas operativas para reaprovisionamiento, en Brasil, Senegal, Francia e Italia, debido a la falta de un buque de apoyo logístico que las acompañara. En los primeros dos países, sólo recibieron combustible, mientras en Europa obtuvieron una valiosa cooperación de las armadas de Italia y Francia, que les permitió incrementar sus niveles de alistamiento, recibiendo gran variedad de repuestos y accesorios para la mayoría de sus equipos, y los servicios necesarios para ajustar el sistema degaussing, debido a la necesidad de minimizar la firma magnética en precaución contra las minas. Cuando los buques arribaron al área de la misión, comenzaron a recibir petróleo desde los diferentes petroleros desplegados en el área; recibieron asistencia médica especializada desde dos buques hospitales y establecieron unalínea de comunicaciones aérea desde Argentina con los Emiratos Árabes para las otras necesidades logísticas.

Conclusiones.

Dentro de las opciones que pueden barajarse en una operación auspiciada por las
NN.UU., los buques pueden ser muy útiles como instrumentos para lograr la paz en conflictosen que se disputen recursos pesqueros o delimitaciones marítimas. El prolongado período que puede permanecer un buque en el área de una misión, le facilita el control y monitoreo de fuerzas navales de partes en disputa, dentro de áreas neutralizadas. Asimismo, los buques y sus embarcaciones pueden ser eficazmente empleados en áreas ribereñas para verificar el cese del fuego u otras situaciones que requieran situar a observadores a bordo de estas plataformas, o desembarcar observadores en costas donde rivales en disputa acepten la mediación de las NN.UU. En general, como ocurrió en el golfo de Fonseca, las operaciones
navales ampliaron el espectro de posibilidades para solucionar conflictos en escenarios de carácter marítimo.

Ante eventuales exigencias de las NN.UU. en una operación de mantenimiento de la
paz (cap.VI), de desmontar los sistemas de armas de los buques a desplegar, en beneficio del consenso entre las partes, se deben ponderar seriamente los riesgos para la seguridad de éstos, pues quedarían con su capacidad de autodefensa seriamente afectada. Asimismo, aunque puede ser fácil desmontar un cañón en una lancha patrullera, en una destructor o una fragata, la situación podría ser inviable, por los elevados costos y complejidad del desmonte de sus sistemas de armas, dificultando satisfacer los tiempos de respuesta exigidos por las NN.UU., sin considerar los altísimos costos y tiempo que consumiría reinstalar y volver a poner en marcha los correspondientes sistemas, al término del despliegue.

Las operaciones de paz exigen a las unidades navales la observancia de una serie de
factores para el éxito de su desempeño, siendo relevante el buen estado del material, la
estandarización logística en beneficio de la interoperabilidad y el entrenamiento que pueden obtener en operaciones combinadas con unidades de la OTAN, al permitirles ganar experiencia sobre su doctrina y procedimientos, toda vez que dicha organización ha sido la única capaz de organizarse y crear una estructura razonable de mando y control, cuando se ha debido organizar una fuerza naval multinacional. Asimismo, existen decisiones del nivel político que deben ponderarse antes del despliegue, relacionadas con el grado de compromiso con la misión y nivel de empleo de la fuerza que se autorizará a las unidades en el teatro de operaciones. * Capitán de Fragata. Oficial de Estado Mayor. Ingeniero Naval Electrónico.

1. D.S. Nº 68/99 que modifica el D.S. Nº 94/96, que aprobó la política nacional para la participación del estado chileno en operaciones de
mantenimiento de la paz.

2. D.S. Nº 2.217/99 que promulga el memorando de entendimiento con las Naciones Unidas sobre las aportaciones al sistema de acuerdos de
fuerzas de reserva de las N.U.,

3. Carta de las Naciones Unidas.

4. “The Argentine Navy and United Nations Peacekeeping Operations in the Gulf of Fonseca”, CF Juan Carlos Neves de la Armada Argentina, Naval
War College Review, Winter 1994, pp. 40-66.

5. “Interoperability in Multinational Coalitions –Lessons From the Persian Gulf War”, CF J. C. Neves, Armada Argentina, Naval War College Review,
Winter 1995, Vol XLVIII, Nº 1, pp. 51-62.

6. Wayne Hughes; Táctica de Flotas, p. 240.

7. The Canadian Navy in the Persian Gulf; Lt(N) Richard Gimblett.
BIBLIOGRAFÍA

- D.S. Nº 68/99, publicado en Diario OƒOcial de la República de Chile, número 36.510; Santiago, miércoles 10 de noviembre de 1999.

- D.S. Nº 2.217/99, publicado en Diario OƒOcial de la República de Chile, número 36.611; Santiago,
sábado 11 de marzo de 1999.
- Carta de las Naciones Unidas, publicada por el Departamento de Información Pública de las NN.UU.
DPI/511, reimpresa en octubre de 1997.

- “The Argentine Navy and United Nations Peacekeeping Operations in the Gulf of Fonseca”, CF Juan Carlos Neves de la Armada Argentina, Naval War College Review, Winter 1994, pp. 40-66.

- “Interoperabiliy in Multinational Coalitions –Lessons From the Persian Gulf War”, “CF Juan Carlos Neves de la Armada Argentina, Naval War College Review, Winter 1995, Vol XLVIII, Nº 1, pp. 51-62.

- “Táctica de Flotas”; Wayne Hughes, p. 240.
- “Multinational Naval Operations: The Canadian Navy in the Persian Gulf, 1990-91”, Lt (N) Richard

Gimblett. Canadian Defence Quarterly. Agosto 1992, pp.25-31.

19/8/23

“32 YEARS A GO”

 

Casí treinta y dos años después de la campaña naval al Golfo Pérsico, yo protagonista argentino te cuenta las intimidades de las horas previas al inicio de la guerra.




Así como lo dice el titulo de éste artículo, pasó ese tiempo de aquella intervención naval de la Argentina en la crisis y posterior guerra del Golfo Pérsico de 1991 y pese al tiempo transcurrido no hay avances de parte de su gobierno sobre alguna determinación por reconocer los méritos de los miembros del Grupo “ALFIL 1”. Pero esto es algo que no sorprende si vemos como se han manejado otros temas de trascendencia en los que la responsabilidad estatal se ha visto involucrada.

Casi treinta años de aquella campaña naval que representó para el país y para la Armada en particular una experiencia extraordinaria en lo que hizo a una de las operaciones militares más complejas de finales del siglo XX. Pero aunque la historia que ha documentado aquella crisis (nacida por la invasión de Iraq a Kuwait) que terminó en una guerra abierta entre Iraq y una Coalición de treinta y un países liderada por los EEUU es muy escueta en detallar las reales consecuencias que acarreó para todos los participes, siguen quedando como los mejores documentos los testimonios de sus protagonistas.

Si le preguntásemos al actual gobierno argentino o a una de sus direcciones gubernamentales (incluyendo a la Armada por supuesto) ¿Cuáles fueron las implicaciones y los detalles operativos de aquel entonces?, encontraremos miradas absortas en algunos, explicaciones simplistas en otros un total silencio en otros que demuestran en parte, un absoluto desconocimiento de aquella misión. En parte ello es entendible ya que no podríamos acusar de ignorancia a los nuevos funcionarios y empleados gubernamentales que tenían dos años de edad o incluso no habían nacido cuando se produjeron aquellos eventos. Igualmente (y es de suponer) que por cuestiones de capacidad e idoneidad para ocupar el cargo deberían estar preparados para los puestos que ocupan. Como diría alguien “la ineficaz burocracia en todo su esplendor”.

Pero las vivencias de los marinos argentinos del grupo (G.T.88) compuesto por la corbeta “ARA Spiro” y el destructor “ARA Almirante Brown” viven en cada uno de ellos aún, cuando la mayoría las calle por ese estúpido temor reverencial que muchos se ellos siguen albergando hacia una superioridad que ya no existe. Incluso ya varios han dejado este mundo sin haber plasmado sus testimonios de aquellas jornadas.

¿Dónde estaba el grupo “ALFIL 1” en aquel día “D” que dio comienzo a las hostilidades? La respuesta del gobierno que se apega a la historia escrita por los documentalistas norteamericanos dirá que las unidades navales del grupo se hallaban operando en cumplimiento de un mandato que impuso sanciones económicas a la república de Iraq determinadas por resoluciones de Naciones Unidas. Hoy sabemos que ello fue una falacia ya que, no existió ningún mandato de la organización y aquellas resoluciones nunca fueron obligatorias para los países miembros, en especial para la Argentina que ingreso a la Coalición por un estricto interés político.

Igualmente eso fue lo que se le vendió al personal militar interviente y a la opinión pública en general.

Pero así estaban las cosas por ese entonces. Una década se inauguraba y con ella nuevas circunstancias geopolíticas se avizoraban en el horizonte y con ellas, las consecuencias para el futuro. La URSS se derrumbaba y los EEUU no tardarían en clamar por la necesidad de un Nuevo Orden Mundial que casualmente, fue oficialmente inaugurado por George H. Bush tras esta guerra. Pero las vivencias en primera persona de quienes participaron en la “crisis y guerra” en el golfo siguen siendo irremplazables para conocer que fue lo que sucedió realmente.

Así nos lo comenta uno de ellos en un mail llegado a mi oficina el 8 de enero pasado en cual nos cuenta: “Unos días antes de que se desatara el conflicto, se caraterizaron por intensos movimientos y operativos militares en toda el área que se podían advertir con los desplazamientos de los buques de ataque norteamericanos, británicos y franceses que pasaban por el Golfo de Omán en dirección al norte. 

Otro indicio era el nerviosismo que flotaba en el aire y que se palpaba en la rigidez de los oficiales a cargo de la misión. También lo fue el estar constantemente checkeando el funcionamiento de los cañones automáticos, el sistema de “Chaf” antimisiles y el armamento de abordo. En esos momentos lo que se sabía de lo que estaba ocurriendo en las tratativas que se llevaban en Naciones Unidas por distender la situación, era lo que CNN y sus repetidoras publicaban por TV, es decir nunca supimos lo que realmente ocurría”.

Nos queda claro que nuestro camarada a se hallaba junto a sus compañeros operando en el Golfo de Omán, que se hallaba a cargo del ARCENT que dependía en ultima instancia del CENTCOM el cual era para ellos el “Comando Operacional Superior” (Resoluciones EMGA n° 155/96 y 328/13). Y nos continuó relatando:

“Los estadounidenses y sus socios mostraban la seguridad de que habría guerra. Las municiones y el combustible ingresaban a granel algo que llevaba a dicha conclusión. Quienes estaban operando en donde nosotros estábamos eran los del Cuerpo de Ingenieros de la Armada (U.S. Army Corps of Engineers) quienes bajo el SUPCOM (Abastecimientos subordinado al CENTCOM) proveerían el apoyo logístico y soluciones técnicas a las unidades de batalla. Un dato que jamás supimos era que estos mismos tipos habían estado aquí mismo participando en el mes de noviembre de 1989 en unos ejercicios conjuntos denominados “OPLAN 1002-90” que se mejorarían para julio de 1990 mediante otro ejercicio informático, una simulación en computadora denominada “INTERNAL LOOK-90” que casualmente tuvieron como hipotésis de conflicto, defender al reino de Arabia Saudita de una supuesta invasión por parte de Iraq”.

“Todo eso obviamente era ignorado por quienes cumplíamos ordenes y (viéndolo a la distancia) no me quedan dudas de que incluso que ni siquiera el gobierno de Menem y Caballo estaba al tanto de estas circunstancias, por lo pronto nosotros cumplimos con nuestras tareas”.

El destructor que había perdido uno de sus helicópteros “Aluette” en maniobras sobre el Mar Rojo allá por octubre de 1990, debía ser reemplazado por otro que llegaría por un transporte aéreo desde Buenos Aires. Sobre esto nos relata diciendo: “La fecha límite del ultimátum de las 00hs del 16 de enero estaba próxima y era imperioso reponer uno de los “Aluette”a su llegada. Sin ese aparato, las tareas del grupo podrían haberse visto seriamente limitadas comprometiendo incluso la seguridad del grupo. Por suerte el día 14 de enero los aeronáuticos “la Brown” fueron a recibir al avión Hercules C-130 de la Fuerza Aérea que llegó al Aeropuerto de “Fuyeira” (Emiratos Árabes Unidos) trayendo el helicóptero de repuesto; eso nos levantó el ánimo”.

“Recuerdo que el tiempo estaba inestable y solo unos días antes tuvimos fuertes tormentas que de haber continuado habrían retrasado llegada del avión e incluso el inicio de las operaciones. Una vez que embarcaron el Aluette “3H115”, los mecánicos lo acondicionaron para que estuviera listo para comenzar sus salidas”.

“Me acuerdo que fue un jueves. Como voy a olvidarlo. El día 16 de enero fue el último de un periodo de expectativas e incertidumbre y quienes pudieron bajar a tierra para estirar las piernas antes de zarpar lo hicieron. Yo no pude bajar así que no me quedo otra que revisar el equipo. Las comunicaciones se volvieron más constantes y las instrucciones para nuestro grupo caían como catarata, el momento se acercaba y la tensión aumentaba. La presión se hacía sentir con cada hora que pasaba”.

“La noche llego y nos aprestábamos para lo peor. En la madrugada del 17 de enero, cerca de las 2.30 hs algunos helicópteros volando en cercanías del puerto donde estábamos me movilizaron a prenderme un pucho y esperar el relevo. La hora clave se acercaba y con ella el silencio de una falsa calma se fue haciendo cada vez más imperante. Asiífue hasta que somos informados de que han comenzado las operaciones de interferencia electrónica de las comunicaciones en toda la zona con la finalidad de anular los sistemas de defensa antiaérea y de mando y control iraquíes. Tan potentes fueron las interferencias electromagnéticas que nuestras propias comunicaciones abordo estuvieron inhabilitadas hasta un tiempo después del inicio de los ataques aéreos”.

Y así fue. En medio de excitación, nervios y mucha incertidumbre tomamos conocimiento que a las 0400hs de la madrugada del 17 de enero daba inicio a la Operación Tormenta del Desierto. Los leves truenos que se escuchaban a lo lejos eran los misiles “TomaHawk” que comenzaron a ser lanzados desde los buques en el horizonte dejando el rastro de humo blancuzco detrás. Me di cuenta que la paz se había terminado y de ahora en adelante estábamos en medio de una guerra. Inmediatamente comenzamos con nuestras tareas de apresto para iniciar nuestra parte en las operaciones para lo cual, cada sección debía estar alerta en los objetivos asignados. Las órdenes fueron zarpar y establecernos en las aguas próximas a “Fuyeira” para iniciar las operaciones de aseguramiento de la zona. Todo podía pasar y no queríamos ser sorprendidos. Y fue así que salimos del puerto a las 10:30hs de ese mismo 17 de enero y cumpliendo con el entrenamiento para combate nos fondeamos en las aguas próximas”.

Desde ese momento las salidas de aviones desde los portaaviones yankis, especialmente el “USS Midway” se hicieron incesantes. Con el pasar de los días fuimos avanzando y adentrándonos en las aguas del Golfo Pérsico donde llevábamos adelante las misiones de escolta y vigilancia de los convoyes logísticos que iban ingresando al Teatro de operaciones algo que nos puso en la mira de cualquier potencial ataque enemigo o de tropezar con algunas de sus minas”.

17/8/23

EL ULTIMATUM DE LA ONU A IRAQ



GOLFO PERSICO SE AGITA CON LA GUERRA EN IRAQ





La invasión de Kuwait por parte de Iraq, el 2 agosto de 1990, fue el antecedente de la guerra que enfrentó en el Golfo Pérsico a las tropas aliadas con las fuerzas iraquíes de Saddam Hussein. En noviembre de ese mismo año, la ONU dio un ultimátum a Bagdad, para que abandone Kuwait. Vencido el ultimátum, el ataque de las fuerzas aliadas, bautizado como operación ‘Tormenta del desierto’, comenzó el 17 de enero de 199 . El primer objetivo de la coalición de 32 países liderados por EE.UU. fue Bagdad.

En esta guerra se vieron los avances de la tecnología. Pero más sorprendente que los aviones invisibles o los misiles inteligentes dirigidos a distancia por computadora, fue la reportería inmediata. Por primera vez en la historia, el mundo entero pudo seguir la guerra en directo, desde sus casas, a través de la televisión.


Primero se debilitaron las defensas iraquíes, destruyendo su infraestructura, desmoralizando al Ejército y desbaratando las comunicaciones. La aviación aliada, especialmente la de Estados Unidos, Gran Bretaña y Arabia Saudita, realizó más de 100 000 salidas desde bases en tierra y desde los portaaviones en el Golfo. Además, se arrojaron 88 500 toneladas de bombas.

 Las fuerzas aliadas formadas por 745 000 soldados sufrieron 179 bajas en combate y 77 en accidentes. Los heridos fueron 320. Los naves Argentinas tambien sufrieron la entoxicacion de los gases del Petroleo.

El 22 de enero Hussein ordenó que se prendiera fuego a los pozos petrolíferos y a las instalaciones de extracción de petróleo de Kuwait. Cada día ardieron 220 000 toneladas de crudo. También se desviaron 500 millones de litros de petróleo hacia el Golfo Pérsico. La vida marina de la zona sufrió daños irreparables.

En un intento por romper la coalición y provocar la salida de las naciones árabes del conflicto, Hussein dio la orden de bombardear Israel usando misiles Scud-B para obligar al Estado hebreo a entrar en la guerra. 

Pero su efecto fue casi nulo. La reconquista de Kuwait y la neutralización del poder de Bagdad se lograron el 24 de febrero de 1991. Pero no se consiguió la caída de Hussein.





15/8/23

TECNOLOGIA MILITAR ARGENTINO EN EL GOLFO PERSICO

 

Como Argentina fue una protagonista involuntaria de la historia geopolítica contemporánea en el Oriente Medio


Para la gran mayoría de los argentinos, lo que sucedió hace veinticinco años en su país es tan olvidable como intrascendente; preguntarles sobre lo que ocurrió en el Golfo Pérsico es algo tan lejano que ni tienen la más mínima idea y otros muchos más, ni saben dónde queda aquel lugar.


Para muchos la historia es una materia intrascendente y para los alumnos de los colegios han solido preguntar ¿qué tiene de útil saber historia? En verdad, la pregunta se encuentra mal formulada dado que solo apunta a tratar el tema como una materia más, dentro de un programa de estudios que el alumno debe aprobar para pasar el año.


La historia no debe entenderse como un elemento o una mercancía que servirá o no servirá para el mundo laboral –como supo ser tratada durante casi segunda mitad del siglo XX- al servicio de un mero ideario utilitarista que en algunos casos, coloque a los próceres en pedestales suprahumanos o en muchos otros, solo busca perpetuar ciertas ideologías dedicadas a tejer un ideario colectivo del cual no se aceptaran disidencias.


Con el paso de los años y en especial con estas dos décadas que llevamos del siglo XXI, se ha revitalizado el valor de la historia de los hechos trascendentes tanto nacionales como a nivel internacional. La historia es una herramienta vital, una brújula de conocimiento para orientar a los pueblos por donde avanzar. Un pueblo que no tiene conciencia de su historia es fácil de estafar.


El caso de Argentina es un caso paradigmático de ello. Pero yendo al tema que nos convoca, el país del Cono sur ha estado en diferentes dimensiones geopolíticas dependiendo de los gobiernos de turno y no de concienzudas políticas de estado. Tal como el ánimo de una persona, de acuerdo a como se levanta en ese día, así disponen sus políticas los argentinos. Aunque cueste creerlo, el desarrollo tecnológico en el campo aeroespacial fue rutilante. Desde la década de los setentas, los ingenieros argentinos caracterizados por una excelente preparación académica pero pobre disposición de material para desarrollar sus proyectos en la realidad,


Esta consuetudinaria situación a la que se ven expuestos los científicos y técnicos nacionales, les llevó a ser campeones de la improvisación agudizando la imaginación y el ingenio.


Como habíamos visto en otro de nuestros artículos  el producto del conocimiento y desarrollo de técnicos argentinos había sido protagonista muy tempranamente, en lejanos parajes que más tarde serían el centro de las disputas geopolíticas más complejas de toda la historia.


Y es quizá por una historia demasiado inconveniente, rodeada de tabúes que hoy ya se encuentran superados, que se mantuvo muy bien escondido bajo la alfombra de la historia estos desarrollos que mostraban un prometedor futuro para la industria aeroespacial y de la defensa nacional, que seguramente hubiera colocado al país en un sitial muy diferente al que hoy día se encuentra. Hablamos del desarrollo del misil “Cóndor” que pensado y parido por cerebros argentinos, pese a los eternos problemas del financiamiento que aquejan a los sectores de investigación, lograron desarrollar el primer vector de largo alcance “de todo Sudamérica”. Sin dudas esto llamó la atención de los selectos miembros del desarrollo de proyectiles occidentales y orientales, en especial de EEUU, que como siempre intentarían atraer dichos conocimientos para sus propios fines.


La fecha exacta del lanzamiento del proyecto no se conoce con precisión, pero si se ha determinado que fue a inicios de la década de los setenta, entre 1972 y finales de 1973 cuando el entonces ingeniero químico y Mayor del Ejército, Don Argentino Larrabure junto a un equipo de técnicos que también revestían en el ejército comenzaron en Villa María, Córdoba el desarrollo de un vector bastante ambicioso para la región.


Eran años violentos al momento en que se comenzó con este proyecto y la seguridad se veía continuamente jaqueada por el accionar de grupos armados como el FAL, Montoneros, ERP y otros grupúsculos más pequeños que buscaban fines políticos que no viene al caso tocar. En medio de ese caos, el país estaba –pese a la actividad subversiva- en un estado de candidez política que no le permitió a los gobernantes de entonces, ver o al menos intuir lo que podría conllevar para sus más avezados cerebros, ir más allá de lo que le convenía a los intereses externos.


Fue precisamente y aprovechando esas particulares circunstancias que una supuesta agrupación del ERP asaltó las instalaciones militares en Villa María, Falda del Carmen, en Córdoba donde además de secuestrar y luego asesinar al mayor Larrabure y a otros oficiales del ejército, buscaron documentos claramente relacionados con el proyecto en desarrollo. Fue allí donde muchos dudaron sobre la autenticidad de ese ataque y de los autores que lo habrían realizado. Según las pesquisas que se hicieron en el lugar, los asaltantes buscaron información precisa y orientada al tipo de propulsión y características del combustible para el vector. Se sabía que los pistoleros izquierdistas del ERP no tenían ningún interés y menos aun una utilidad en hacerse de esos datos.


Para algunos, el ERP pudo haber sido usado por una agencia de inteligencia externa –muy posiblemente la CIA- que mediante el financiamiento, muy necesario para que opere una guerrilla, pudiera dar ese golpe y además les entregara a Larrabure a los “interrogadores de la agencia” que tras tenerlo cautivo y bajo torturas durante un año, fue definitivamente asesinado.


Por aquel entonces, el ejército desarrollaba sus propios proyectos de defensa y estaba en curso de poner en servicio un cañón de 155mm de diseño propio denominado CITEFA. Algunas fuentes han revelado que para el desarrollo del misil Cóndor, hubo la provisión de fondos inagotables promovidos por la llegada de Juan Domingo Perón al gobierno en 1974 y con la muy buen disposición de su gobierno, se fueron construyendo las instalaciones en Falda del Carmen y el Valle de la Punilla, que serían los epicentros para el trabajo de los ingenieros argentinos.


A la muerte de Perón y tras el golpe de 1976 con el paso de los años el llamado “inagotable financiamiento” fue mermando deliberadamente por la silenciosa intervención diplomática de EEUU y Gran Bretaña y por los canales secretos de sus embajadas en Buenos Aires, desde donde y con la colaboración de agentes locales permitió tener información periódica sobre los avances en el desarrollo del denominado misil “Cóndor”.


Cuando en 1982 se produjo la guerra de las Islas Malvinas, el gobierno militar paralizo el proyecto y se avoco a concentrar sus esfuerzos en el Teatro de operaciones del Atlántico sur, mientras que los británicos y sus aliados por medio de sus agencias de inteligencia operando en el país, intentaron sin éxito frustrar definitivamente el avance del proyecto. Era una oportunidad de oro para el “Foreing Office” que por algún motivo no pudo ser aprovechada y que algunas fuentes lo acusaron a la falta de colaboración de contactos necesarios en el país, para ejecutar una operación similar a la que acabo con la vida de Larrabure y sus camaradas.


Tras la culminación de la guerra y con la llegada del gobierno civil de Raúl Ricardo Alfonsín en 1983, el proyecto del misil Cóndor agonizaba y carente de fondos para continuar, amenazaba con caer en el olvido.


Pero las extrañas atmosferas que rodearon esa época con un gobierno social-demócrata caracterizado por sus variables y cambiantes aristas en sus políticas estaduales, propicio casi de carambola, que el proyecto encontrara los fondos más que necesarios para continuar e incluso pasar a otra etapa en el desarrollo del proyecto misilistico. Sería Egipto quien además de proporcionar los fondos y alternativas para el desarrollo concreto de este vector, conectaría con otro importante actor regional en el desarrollo, experimentación y pruebas en situaciones reales de misiles.





Aquel era nada más ni nada menos que Iraq, un país árabe que enfrascado en una devastadora guerra con Irán, presentaba una inmejorable alternativa para probar en condiciones reales, un misil como “El Cóndor.


A ello había que contar, que el gobierno del entonces presidente Saddam Hussein, estaba dispuesto a financiar en todo lo que fuese necesario el desarrollo y conclusión del proyecto, con claras expectativas de ponerlo en el mercado compitiendo dentro del multimillonario mercado de los misiles balísticos.


A pesar de las buenas perspectivas que se planteaban para la sobrevivencia del proyecto e incluso, con la posibilidad de pasar a otra etapa del mismo, las características del gobierno argentino, demostraría que poco menos, sabía dónde estaba parado al momento de tratar de involucrarse en temas tan delicados y que merecen atención constante y dedicada. Tal como gustaba a los israelíes calificar a los países con gobiernos que no tienen experiencia en estas áreas, o se ríen de ellos o simplemente los llaman “aficionados”.


Precisamente, cuando el proyecto pasar a involucrar a Egipto e Iraq, en especial a Iraq, los israelíes pusieron el grito en el cielo y corrieron inmediatamente a ver a sus colegas británicos quienes inmediatamente llamaron a sus “aliados” en Washington, recriminando el por qué no se les había avisado de que los argentinos estaban en pleno del desarrollo de un misil que podía llegar con mucha precisión a las islas Malvinas.


Lo cierto era que la CIA sabía desde el primer momento, que los argentinos estaban desesperados por fondos para su proyecto y que una de formas de tener conocimiento cercanos sobre ese misil, era hacer la vista gorda sobre los movimientos de sus aliados egipcios y mucho más de su vital aliado árabe “Iraq”.


Conociendo la idiosincrasia de sus funcionarios, los norteamericanos estaban muy seguros de que los archicorruptos políticos que gobernaban en Buenos Aires eran similares a los jerarcas militares que les habían precedido, por lo cual y en el nuevo marco que se vivía en la región, tocando los resortes correctos y propinando generosos incentivos monetarios en funcionarios de segundo nivel, sería mucho más fácil de llegar a conocer el grado de desarrollo alcanzado.


Tal como lo señalaban los israelíes, los norteamericanos también veían a los argentinos como ingenuos en el manejo de los contactos políticos y militares fuera de sus fronteras, algo que contrastaba con sus invaluables y admirables conocimientos de sus técnicos en ingeniería aeroespacial. Mientras en Buenos Aires el gobierno radical se comía a sus propias instituciones, la CIA estaba al tanto de que sus vecinos brasileros trataban infructuosamente emular la capacidad misilistica de los argentinos. Una y otra vez, la aviación brasileña trataba de desarrollar un misil inteligente y de largo alcance basado en la versión MATRA que buscaba imitar las capacidades del Cóndor argentino. 

Las pruebas que se desarrollaron en el Amazonas y que estaban siendo monitoreadas por la inteligencia naval estadunidense, resultaron un fracaso tras otro, algo que en algunos informes de la ABIN (Inteligencia) fue achacado a sabotajes con algún sistema de interferencia electrónica ejecutado por los estadounidenses.


Con la injerencia egipcia y la invalorable participación de Bagdad en el proyecto del Cóndor 2, el misil prometía muy buenas expectativas técnicas para ponerlo en actividad y que más tarde se proyectaría sobre el área comercial en donde Argentina entraría a un selecto club de armamentos de alta tecnología. 

Pero en las sombras estaban aquellos –quizá los mismos que habían secuestrado y asesinado a su creador- que se encargarían de que ello no ocurriera. En estas nuevas circunstancias no necesitaban irrumpir en alguna de las bases en Córdoba para tratar de conocer las características del misil. Aunque era mucho más peligroso, los israelíes podían llegar a obtener alguna pieza informativa en Egipto o Iraq.


Durante esos años lo británicos y sus amigos israelíes del Mossad estuvieron muy activos en las actividades entre Buenos Aires, El Cairo y Bagdad. El gobierno absolutamente inoperante de Alfonsín no tenía ni idea que el puerto de Buenos Aires y sus principales enclaves militares eran monitoreados por el MI-6 y el Mossad. Ambos compartían una seria preocupación por el éxito del proyecto “Cóndor” y mucho más, si comenzaban a ser desarrollados en serie para que los tuvieran los árabes. El avance que conllevaba ese misil argentino en manos de los países árabes podría cambiar la balanza geoestratégica en contra de Israel que siempre busco retrasar el desarrollo militar de sus vecinos.


Como los israelíes no querían quedar al descubierto –algo típico en sus operaciones- y buscaban sacarles a los egipcios e iraquíes la posibilidad de obtener un misil con capacidades amenazantes para Tel Aviv ( el primer prototipo logro un alcance de 800km y tras modificaciones llego a 1000kms) por lo que tras realizar actividades de inteligencia sobre los embarques de equipos y materiales desde Buenos Aires a Egipto y los movimientos que habían desde allí a Iraq, acudieron a la CIA para tratar de alarmarlos y a su vez notificaran a Londres. 

Pero como habíamos visto, los norteamericanos sabían desde el comienzo todos estos movimientos e incluso, participaban en las pruebas de prototipos del “Cóndor 2” en lanzamientos reales contra blancos iraníes; después de todo, ellos querían que “Saddam” aplastara a la revolución chiita de Irán y con un arma tan formidable, avisarles a los británicos hubiera causado un entuerto innecesario.


Una vez que los iraquíes tuvieron sus propios misiles guardados en sus bases y los egipcios habían desarrollado su propia variante a partir del “Cóndor 2”, avisaron a los británicos que ardiendo de furia, buscaron tretas legales para sacar a la Argentina de estos programas y un tiempo más tarde, el proyecto para los argentinos se paralizo y con la llegada de gobierno de Menem en 1989 fue definitivamente desactivado. 

Por el contrario, las fuerzas armadas de Iraq profundizaron el desarrollo de estos misiles gracias al suministro por parte de Egipto de los llamados misiles “SS-Badr”, que era la ingeniería, diseño y guía del “Cóndor” argentino pero adaptado a modificaciones de los ingenieros egipcios, que llegados a Iraq, a su vez fueron duplicados con modificaciones técnicas realizadas entre ingenieros iraquíes, chinos y de Corea del Norte para hacerlo misil tierra-tierra y una variante novedosa “tierra-agua” con un alcance que iba desde los 675kms hasta los 1000kms. Esto último pudo haber significado una grave y fatídica contradicción ya que tras el envío de dos navíos a la guerra de Golfo en 1990-1991 y de haberse extendido e conflicto, algunos han señalado que esos ingenios argentinos podrían haber volado de un solo golpe a una de sus unidades.


El legado del conocimiento argentino fue tan provechoso para los árabes como tan perjudicial para Tel Aviv, que el Mossad había planificado una campaña de sabotajes contra el programa de misiles iraquí, que fue abortada por una filtración que le informó a la inteligencia iraquí sobre aquellos planes.


Como conclusión de todo esto, pudimos ver que Argentina –como reza el dicho- “se quedo sin el pan ni la torta” y con ese típico carácter apocado para los temas serios, abandono la escena cabizbaja y en silencio.


Sin dudas los cerebros argentinos fueron aprovechados y hasta reconocidos en el exterior, que con el parto de este misil que hizo temblar a Londres y que angustió a los israelíes, sobrevive seguramente en el arsenal de alguno de los países involucrados en esta región tan conflictiva y del cual, muy seguramente pronto habrá noticias.

PORTAAVIONES USS GEORGE H W BUSCH EN GUERRA: 1 ATAQUE EN EL GOLFO PERSICO


Portaaviones USS George H.W. Bush navega en el Golfo Arábigo en un despliegue de seis meses en abril de 2017 para ayudar a las tropas de tierra a derrotar a ISIS. 

Con veinte pisos de altura y más de tres campos de fútbol, este barco de 100.000 toneladas lleva 70 aviones especializados armados y listos para volar a la batalla. 

Presencie una mirada de cerca a la vida a bordo y la preparación rigurosa que experimentan los pilotos y la tripulación altamente calificados antes de arriesgar sus vidas para brindar apoyo aéreo a las fuerzas aliadas que luchan en el suelo.


Secretos de Guerra: La guerra del golfo, Operacion tormenta del Desierto