11/10/15

TECNOLOGIA MILITAR ARGENTINA EN EL GOLFO PÉRSICO


VETERANOS DE AYER

Como Argentina fue una protagonista involuntaria de la historia geopolítica contemporánea en el Oriente Medio


Por. Charles H. Slim y Dany Smith


Para la gran mayoría de los argentinos, lo que sucedió hace veinticinco años en su país es tan olvidable como intrascendente; preguntarles sobre lo que ocurrió en el Golfo Pérsico es algo tan lejano que ni tienen la más mínima idea y otros muchos más, ni saben dónde queda aquel lugar.
Para muchos la historia es una materia intrascendente y para los alumnos de los colegios han solido preguntar ¿qué tiene de útil saber historia? En verdad, la pregunta se encuentra mal formulada dado que solo apunta a tratar el tema como una materia más, dentro de un programa de estudios que el alumno debe aprobar para pasar el año.


La historia no debe entenderse como un elemento o una mercancía que servirá o no servirá para el mundo laboral –como supo ser tratada durante casi segunda mitad del siglo XX- al servicio de un mero ideario utilitarista que en algunos casos, coloque a los próceres en pedestales suprahumanos o en muchos otros, solo busca perpetuar ciertas ideologías dedicadas a tejer un ideario colectivo del cual no se aceptaran disidencias.


Con el paso de los años y en especial con estas dos décadas que llevamos del siglo XXI, se ha revitalizado el valor de la historia de los hechos trascendentes tanto nacionales como a nivel internacional. La historia es una herramienta vital, una brújula de conocimiento para orientar a los pueblos por donde avanzar. Un pueblo que no tiene conciencia de su historia es fácil de estafar.


El caso de Argentina es un caso paradigmático de ello. Pero yendo al tema que nos convoca, el país del


Cono sur ha estado en diferentes dimensiones geopolíticas dependiendo de los gobiernos de turno y no de concienzudas políticas de estado. Tal como el ánimo de una persona, de acuerdo a como se levanta en ese día, así disponen sus políticas los argentinos.

 Aunque cueste creerlo, el desarrollo tecnológico en el campo aeroespacial fue rutilante. Desde la década de los setentas, los ingenieros argentinos caracterizados por una excelente preparación académica pero pobre disposición de material para desarrollar sus proyectos en la realidad,


Esta consuetudinaria situación a la que se ven expuestos los científicos y técnicos nacionales, les llevó a ser campeones de la improvisación agudizando la imaginación y el ingenio.


Como habíamos visto en otro de nuestros artículos (v.http://pensamientoestraegico.blogspot.com.ar/2015/10/veteranos-de-ayer-desclasificando-en-el.html ) el producto del conocimiento y desarrollo de técnicos argentinos había sido protagonista muy tempranamente, en lejanos parajes que más tarde serían el centro de las disputas geopolíticas más complejas de toda la historia.


Y es quizá por una historia demasiado inconveniente, rodeada de tabúes que hoy ya se encuentran superados, que se mantuvo muy bien escondido bajo la alfombra de la historia estos desarrollos que mostraban un prometedor futuro para la industria aeroespacial y de la defensa nacional, que seguramente hubiera colocado al país en un sitial muy diferente al que hoy día se encuentra. Hablamos del desarrollo del misil “Cóndor” que pensado y parido por cerebros argentinos, pese a los eternos problemas del financiamiento que aquejan a los sectores de investigación, lograron desarrollar el primer vector de largo alcance “de todo Sudamérica”. Sin dudas esto llamó la atención de los selectos miembros del desarrollo de proyectiles occidentales y orientales, en especial de EEUU, que como siempre intentarían atraer dichos conocimientos para sus propios fines.


La fecha exacta del lanzamiento del proyecto no se conoce con precisión, pero si se ha determinado que fue a inicios de la década de los setenta, entre 1972 y finales de 1973 cuando el entonces ingeniero químico y Mayor del Ejército, Don Argentino Larrabure junto a un equipo de técnicos que también revestían en el ejército comenzaron en Villa María, Córdoba el desarrollo de un vector bastante ambicioso para la región.


Eran años violentos al momento en que se comenzó con este proyecto y la seguridad se veía continuamente jaqueada por el accionar de grupos armados como el FAL, Montoneros, ERP y otros grupúsculos más pequeños que buscaban fines políticos que no viene al caso tocar. En medio de ese caos, el país estaba –pese a la actividad subversiva- en un estado de candidez política que no le permitió a los gobernantes de entonces, ver o al menos intuir lo que podría conllevar para sus más avezados cerebros, ir más allá de lo que le convenía a los intereses externos.


Fue precisamente y aprovechando esas particulares circunstancias que una supuesta agrupación del ERP asaltó las instalaciones militares en Villa María, Falda del Carmen, en Córdoba donde además de secuestrar y luego asesinar al mayor Larrabure y a otros oficiales del ejército, buscaron documentos claramente relacionados con el proyecto en desarrollo. Fue allí donde muchos dudaron sobre la autenticidad de ese ataque y de los autores que lo habrían realizado. Según las pesquisas que se hicieron en el lugar, los asaltantes buscaron información precisa y orientada al tipo de propulsión y características del combustible para el vector. Se sabía que los pistoleros izquierdistas del ERP no tenían ningún interés y menos aun una utilidad en hacerse de esos datos.


Para algunos, el ERP pudo haber sido usado por una agencia de inteligencia externa –muy posiblemente la CIA- que mediante el financiamiento, muy necesario para que opere una guerrilla, pudiera dar ese golpe y además les entregara a Larrabure a los “interrogadores de la agencia” que tras tenerlo cautivo y bajo torturas durante un año, fue definitivamente asesinado.


Por aquel entonces, el ejército desarrollaba sus propios proyectos de defensa y estaba en curso de poner en servicio un cañón de 155mm de diseño propio denominado CITEFA. Algunas fuentes han revelado que para el desarrollo del misil Cóndor, hubo la provisión de fondos inagotables promovidos por la llegada de Juan Domingo Perón al gobierno en 1974 y con la muy buen disposición de su gobierno, se fueron construyendo las instalaciones en Falda del Carmen y el Valle de la Punilla, que serían los epicentros para el trabajo de los ingenieros argentinos.


A la muerte de Perón y tras el golpe de 1976 con el paso de los años el llamado “inagotable financiamiento” fue mermando deliberadamente por la silenciosa intervención diplomática de EEUU y Gran Bretaña y por los canales secretos de sus embajadas en Buenos Aires, desde donde y con la colaboración de agentes locales permitió tener información periódica sobre los avances en el desarrollo del denominado misil “Cóndor”.


Cuando en 1982 se produjo la guerra de las Islas Malvinas, el gobierno militar paralizo el proyecto y se avoco a concentrar sus esfuerzos en el Teatro de operaciones del Atlántico sur, mientras que los británicos y sus aliados por medio de sus agencias de inteligencia operando en el país, intentaron sin éxito frustrar definitivamente el avance del proyecto. Era una oportunidad de oro para el “Foreing Office” que por algún motivo no pudo ser aprovechada y que algunas fuentes lo acusaron a la falta de colaboración de contactos necesarios en el país, para ejecutar una operación similar a la que acabo con la vida de Larrabure y sus camaradas.


Tras la culminación de la guerra y con la llegada del gobierno civil de Raúl Ricardo Alfonsín en 1983, el proyecto del misil Cóndor agonizaba y carente de fondos para continuar, amenazaba con caer en el olvido.


Pero las extrañas atmosferas que rodearon esa época con un gobierno social-demócrata caracterizado por sus variables y cambiantes aristas en sus políticas estaduales, propicio casi de carambola, que el proyecto encontrara los fondos más que necesarios para continuar e incluso pasar a otra etapa en el desarrollo del proyecto misilistico. Sería Egipto quien además de proporcionar los fondos y alternativas para el desarrollo concreto de este vector, conectaría con otro importante actor regional en el desarrollo, experimentación y pruebas en situaciones reales de misiles.





Aquel era nada más ni nada menos que Iraq, un país árabe que enfrascado en una devastadora guerra con Irán, presentaba una inmejorable alternativa para probar en condiciones reales, un misil como “El Cóndor.


A ello había que contar, que el gobierno del entonces presidente Saddam Hussein, estaba dispuesto a financiar en todo lo que fuese necesario el desarrollo y conclusión del proyecto, con claras expectativas de ponerlo en el mercado compitiendo dentro del multimillonario mercado de los misiles balísticos.


A pesar de las buenas perspectivas que se planteaban para la sobrevivencia del proyecto e incluso, con la posibilidad de pasar a otra etapa del mismo, las características del gobierno argentino, demostraría que poco menos, sabía dónde estaba parado al momento de tratar de involucrarse en temas tan delicados y que merecen atención constante y dedicada. Tal como gustaba a los israelíes calificar a los países con gobiernos que no tienen experiencia en estas áreas, o se ríen de ellos o simplemente los llaman “aficionados”.


Precisamente, cuando el proyecto pasar a involucrar a Egipto e Iraq, en especial a Iraq, los israelíes pusieron el grito en el cielo y corrieron inmediatamente a ver a sus colegas británicos quienes inmediatamente llamaron a sus “aliados” en Washington, recriminando el por qué no se les había avisado de que los argentinos estaban en pleno del desarrollo de un misil que podía llegar con mucha precisión a las islas Malvinas.


Lo cierto era que la CIA sabía desde el primer momento, que los argentinos estaban desesperados por fondos para su proyecto y que una de formas de tener conocimiento cercanos sobre ese misil, era hacer la vista gorda sobre los movimientos de sus aliados egipcios y mucho más de su vital aliado árabe “Iraq”.


Conociendo la idiosincrasia de sus funcionarios, los norteamericanos estaban muy seguros de que los archicorruptos políticos que gobernaban en Buenos Aires eran similares a los jerarcas militares que les habían precedido, por lo cual y en el nuevo marco que se vivía en la región, tocando los resortes correctos y propinando generosos incentivos monetarios en funcionarios de segundo nivel, sería mucho más fácil de llegar a conocer el grado de desarrollo alcanzado.


Tal como lo señalaban los israelíes, los norteamericanos también veían a los argentinos como ingenuos en el manejo de los contactos políticos y militares fuera de sus fronteras, algo que contrastaba con sus invaluables y admirables conocimientos de sus técnicos en ingeniería aeroespacial. Mientras en Buenos Aires el gobierno radical se comía a sus propias instituciones, la CIA estaba al tanto de que sus vecinos brasileros trataban infructuosamente emular la capacidad misilistica de los argentinos. Una y otra vez, la aviación brasileña trataba de desarrollar un misil inteligente y de largo alcance basado en la versión MATRA que buscaba imitar las capacidades del Cóndor argentino. Las pruebas que se desarrollaron en el Amazonas y que estaban siendo monitoreadas por la inteligencia naval estadunidense, resultaron un fracaso tras otro, algo que en algunos informes de la ABIN (Inteligencia) fue achacado a sabotajes con algún sistema de interferencia electrónica ejecutado por los estadounidenses.


Con la injerencia egipcia y la invalorable participación de Bagdad en el proyecto del Cóndor 2, el misil prometía muy buenas expectativas técnicas para ponerlo en actividad y que más tarde se proyectaría sobre el área comercial en donde Argentina entraría a un selecto club de armamentos de alta tecnología. Pero en las sombras estaban aquellos –quizá los mismos que habían secuestrado y asesinado a su creador-que se encargarían de que ello no ocurriera. En estas nuevas circunstancias no necesitaban irrumpir en alguna de las bases en Córdoba para tratar de conocer las características del misil. Aunque era mucho más peligroso, los israelíes podían llegar a obtener alguna pieza informativa en Egipto o Iraq.


Durante esos años lo británicos y sus amigos israelíes del Mossad estuvieron muy activos en las actividades entre Buenos Aires, El Cairo y Bagdad. El gobierno absolutamente inoperante de Alfonsín no tenía ni idea que el puerto de Buenos Aires y sus principales enclaves militares eran monitoreados por el MI-6 y el Mossad. Ambos compartían una seria preocupación por el éxito del proyecto “Cóndor” y mucho más, si comenzaban a ser desarrollados en serie para que los tuvieran los árabes. El avance que conllevaba ese misil argentino en manos de los países árabes podría cambiar la balanza geoestratégica en contra de Israel que siempre busco retrasar el desarrollo militar de sus vecinos.


Como los israelíes no querían quedar al descubierto –algo típico en sus operaciones- y buscaban sacarles a los egipcios e iraquíes la posibilidad de obtener un misil con capacidades amenazantes para Tel Aviv ( el primer prototipo logro un alcance de 800km y tras modificaciones llego a 1000kms) por lo que tras realizar actividades de inteligencia sobre los embarques de equipos y materiales desde Buenos Aires a Egipto y los movimientos que habían desde allí a Iraq, acudieron a la CIA para tratar de alarmarlos y a su vez notificaran a Londres. Pero como habíamos visto, los norteamericanos sabían desde el comienzo todos estos movimientos e incluso, participaban en las pruebas de prototipos del “Cóndor 2” en lanzamientos reales contra blancos iraníes; después de todo, ellos querían que “Saddam” aplastara a la revolución chiita de Irán y con un arma tan formidable, avisarles a los británicos hubiera causado un entuerto innecesario.


Una vez que los iraquíes tuvieron sus propios misiles guardados en sus bases y los egipcios habían desarrollado su propia variante a partir del “Cóndor 2”, avisaron a los británicos que ardiendo de furia, buscaron tretas legales para sacar a la Argentina de estos programas y un tiempo más tarde, el proyecto para los argentinos se paralizo y con la llegada de gobierno de Menem en 1989 fue definitivamente desactivado. Por el contrario, las fuerzas armadas de Iraq profundizaron el desarrollo de estos misiles gracias al suministro por parte de Egipto de los llamados misiles “SS-Badr”, que era la ingeniería, diseño y guía del “Cóndor” argentino pero adaptado a modificaciones de los ingenieros egipcios, que llegados a Iraq, a su vez fueron duplicados con modificaciones técnicas realizadas entre ingenieros iraquíes, chinos y de Corea del Norte para hacerlo misil tierra-tierra y una variante novedosa “tierra-agua” con un alcance que iba desde los 675kms hasta los 1000kms.

 Esto último pudo haber significado una grave y fatídica contradicción ya que tras el envío de dos navíos a la guerra de Golfo en 1990-1991 y de haberse extendido e conflicto, algunos han señalado que esos ingenios argentinos podrían haber volado de un solo golpe a una de sus unidades.

El legado del conocimiento argentino fue tan provechoso para los árabes como tan perjudicial para Tel Aviv, que el Mossad había planificado una campaña de sabotajes contra el programa de misiles iraquí, que fue abortada por una filtración que le informó a la inteligencia iraquí sobre aquellos planes.

Como conclusión de todo esto, pudimos ver que Argentina –como reza el dicho- “se quedo sin el pan ni la torta” y con ese típico carácter apocado para los temas serios, abandono la escena cabizbaja y en silencio.


Sin dudas los cerebros argentinos fueron aprovechados y hasta reconocidos en el exterior, que con el parto de este misil que hizo temblar a Londres y que angustió a los israelíes, sobrevive seguramente en el arsenal de alguno de los países involucrados en esta región tan conflictiva y del cual, muy seguramente pronto habrá noticias.

3/10/15

DESCLASIFICANDO PELIGROS EN EL TOK 1990-1991





VETERANOS DE AYER



Uno de los misiles más novedosos que tenía Saddam Hussein hoy podría ser parte del arsenal de la Armada iraní

Por Charles H. Slim

Una fotografía inédita de cómo comenzó el desarrollo del misil “Cóndor” antes de llegar la colaboración de Iraq y Egipto.

Habíamos estado viendo que la campaña militar en el Golfo Pérsico en la última década del siglo XX, estuvo plagada de sucesos y peligros que pretendieron ser pasados por inadvertidos para el conocimiento público.


Pero la opinión pública de los simples ciudadanos de a pie no fueron los únicos engañados por la censura informativa y la propaganda anti-iraquí de la época. Los principales protagonistas en todo esto, quienes deberían exponerse a los severos peligros existentes en la región, fueron víctimas de la desinformación y la censura de lo que realmente había en el otro lado, en el bando del enemigo.


Por aquel entonces, las fuerzas armadas de la república árabe de Iraq representaban la potencia regional que constituía el poder militar real y una amenaza clara especialmente para las políticas que implementaba Israel contra sus vecinos. Pero no eran solo el potencial de su ejército del millón de hombres fogueados por diez años de guerra con su vecino Irán o de su monumental parque de carros blindados y tanques de origen soviético o más aún, las armas químicas que poseía lo que volvía al Iraq de Saddam, una poderosa y temible potencia en la región. Eran sus vectores y los desarrollos que había obtenido en varios proyectos, lo que le daba esta categoría.


En los arsenales secretos de Saddam, la variedad de misiles de larga distancia era más amplia de lo que el Pentágono estaba dispuesto a informar, llevando a determinar que no convenía que se pusieran a conocimiento abierto del público.


Durante toda la crisis se hablo y se publico todo tipo de datos que afirmaban que “Saddam tiene tantos aviones, tiene tantos soldados, tiene tantos misiles” sin particularizar en las calidades de los más importantes elementos con los que contaba Iraq en esa fecha.

 Precisamente uno de los más preocupantes eran los misiles de alcance medio y largo, que para ese momento, era uno de los factores que podían contrapesar en una relación entre naciones hostiles. Se sabía que desde 1984 Iraq estaba trabajando con los egipcios y argentinos para el desarrollo del proyecto “Cóndor” ( con un alcance de 2000 kms) que al ser abandonado por éstos últimos unos años después, fue continuado con éxito por Bagdad.


En campo del desarrollo misilistico también habían participado una docena de empresas europeas y norteamericanas que cada cual en su área, aportaron las piezas y el conocimiento técnico para acelerar la victoria de las fuerzas iraquíes sobre la revolución iraní.


Pero cuando se produce la crisis tras la embestida del 2 de agosto de 1990, todo aquello se volvería contra Washington y sus aliados. Quien hasta ayer había sido “un aliado” , un “socio” y un gobierno que protegería a sus vecinos de la “amenaza revolucionaria iraní”, paso a ser el malo de la película.


En los medios de la época completamente dominados por la versión propagandística impartida por el Departamento de Estado y de los amañados informes elaborados por las agencias de inteligencia, se buscaba potenciar la amenaza pero, enfocándose en ciertas áreas para que no se develaran las verdaderas preocupaciones y objetivos del Pentágono.


Una de las preocupaciones que se mantuvieron bajo la reserva más celosa –aunque parezca extraño- fue el peligro que representaban los misiles iraquíes y en especial un tipo muy especial que según los informes de la época no llegó a utilizarse pero que a su vez, los estadounidense no pudieron hallarlo en la campaña Tormenta del desierto; y ese fue el “SS-AL BAKR” variante tierra-mar que según informes de inteligencia de la época, había estado dotado de un novedoso sistema de guía de radio.


Este misil era una variante del SS-SCUD de origen soviético o mejor dicho, su desarrollo se basó en la estructura y diseño de aquel vector pero con motores más poderosos, mayor capacidad para combustible sólido y lo más novedoso, con una cabeza inteligente que estaría guiada por un sistema de radio novedoso.


Según se conoció, el desarrollo de esta extraña variante de misil se habría realizado en conjunto con ingenieros iraquíes, norcoreanos y chinos que habría sido probado con moderado éxito en los polígonos marítimos frente a la base aérea de Wonsan, en el mar de Corea del Norte.


Lo cierto que las preocupaciones expresadas por el mando naval de la Coalición, pusieron entidad a los rumores sobre la disponibilidad de esta variante de misil para objetivos naval con un rango de alcance de 950 kilómetros para un disparo con un margen de error de un metro del blanco. Los almirantes y los estrategas del Pentágono mostraron su preocupación y necesitaban saber con seguridad si Iraq contaba con tal capacidad y si era viable que estuviera preparada para su uso.


Algunos especularon que estos misiles no llegaron a usarse contra Irán ya que Saddam finalizando el conflicto tras la recaptura de la península de Fao, no lo necesitaba para alcanzar los puertos y bases navales más importantes. Pero a pesar de que desde la propaganda mediática se hablaba de “Saddam el malo” lo cierto era que Washington había sido el mentor y principal respaldo de sus FFAA entregándole mediante terceros países, armas, equipos, pertrechos y la inteligencia satelital que le daba sobre las fuerzas iraníes una ventaja superlativa al momento de preparar una operación de recaptura de territorio.


Para algunos, la CIA estaba al tanto del desarrollo de este misil e incluso algunos informes que habían sido sustraídos a sus colegas del IIS fechados en 1987, hablan de un ataque de prueba para un proyecto que casi estaba culminado. El evento tuvo lugar en el frente suroriental en Um Qssar donde se ubicaba un batallón de la Guardia Republicana con dos de estos exponentes que habían sido llevados en la más absoluta secretetitud cubiertos con lonas color arena. Incluso algunos informantes aseguraron que estuvo presente el mismo presidente Saddam Hussein en los disparos de estos dos misiles que estaban destinados nada menos que al puerto iraní de “Bandar Al Bushehr” a 450 kilómetros en el litoral del golfo.


Uno montado en un vehículo lanzador similar al de los SCUD y otro con que fue montado sobre una plataforma fija con un cubículo que lo aislaba del exterior, se lanzaron ambos vectores que pasaron sobre las cabezas de los impávidos iraníes que no podían hacer más que mirar como esos dos monstruos silbaban rumbo a quién sabe dónde.


Según los reportes de inteligencia –seguramente en la misma zona de Bushehr- los dos misiles impactaron en el área de Bandar pero con algunos miles de metros fuera del blanco marcado. Cuando originalmente se planifico que impactaran sobre la dársena del puerto uno cayó en el área de “Shaghav” a un kilometro al sur del blanco y el otro pareció seguir las señales de radio de la terminal aérea de Bareghan a más de ocho kilómetros del puerto. Como las expectativas no habían sido cubiertas, se decidió que aun el misil no estaba preparado por lo cual había que seguir perfeccionando su sistema de guía.


Lo cierto es que, más allá de este desfase en la precisión del vector, este no solo pudo salir sino también llegar al interior de Irán con total impunidad. Otro aspecto que no se dejo de evaluar como positivo fue el hecho de que pese a la falla en el sistema de guía que había sido calibrado –por así decirlo- con el canal de radio del puerto iraní, ambos siguieron señales de radio salvo que hubo un pequeño detalle que saltaron por encima y ello fue, que no solo había una banda de radio operativa en el sector. Ante esto, las guías siguieron señales análogas que desviaron a los vectores de su blanco principal.


Tras la culminación de la “Tormenta del desierto” en 1991 fue un misterio este proyecto hasta que en 2003 los estadounidenses y sus aliados, entraron en Iraq y entre sus hallazgos tuvieron a varios de estos misiles junto a otra variedad que se escondían en dos bases al sur de Bagdad, los cuales fueron desmontados y tras ser embalados, fueron embarcados discretamente para su traslado a bases estadounidenses en Alemania.


Los planos y especificaciones fueron también arrebatados de las instalaciones y según algunas fuentes, los nombres de los científicos e ingenieros que estaban involucrados en el proyecto misilistico, fueron apuntados a una lista de ejecuciones para que fueran buscados y asesinados por los llamados “escuadrones de la muerte” que, dirigidos por la CIA y colaboradores de otras agencias, llegaron en las sombras junto a los invasores.


Otras fuentes señalaron que varios de los científicos iraquíes pudieron eludir a estos asesinos y huir a Irán, llevando consigo una buena parte del proyecto para que no cayera en las manos de los estadounidenses que, además de usufructuarlos para su provecho se los facilitarían a los israelíes.
Esto último ha vuelto a desatar las mismas intrigas que por aquel entonces se habían abierto con la existencia y la eficacia de este misil, solo que ahora y tras el paso de más de una década, podría haber terminado de perfeccionarse y estaría listo para ser usado por la armada de Irán con mayores probabilidades de que hoy, sea una de las armas navales secretas bajo la manga de Teherán.

28/9/15

EL PELIGRO DE PARTICIPAR DE LA GEOPOLITICA AJENA



Riesgos y consecuencias de una posible nueva intervención argentina en el Golfo Pérsico



No ha pasado mucho tiempo desde que las alarmas de un posible ataque a Irán, sonaban indiscretamente por varios portales alternativos de noticias. Los argumentos oficiales para esta empresa era “el peligro que representa para el mundo”. Pero detrás de todas esas maniobras discursivas y la tan acostumbrada propaganda cargada de malicia e islamofobia, hay y siguen existiendo intereses geopolíticos bien definidos.


Era allá por el año 2007 cuando una noticia impactante pasaba desapercibida en los medios informativos occidentales y ni que hablar de los argentinos. El 6 de septiembre de ese año una flotilla de ataque israelí incursionó sobre territorio sirio y destruyó las instalaciones de una planta nuclear que habría sido entregada por Corea del Norte. A pesar de que el hecho no fue reconocido oficialmente ni por Damasco ni por Tel Aviv, los cierto era que fue citado por la ex Secretaria de Estado norteamericano Condolleza Rice en un cable diplomático que fue filtrado por “Wikileaks”.


En ese mismo cable, Rice reconocía el derecho de Israel para realizar esta acción que se asemejaba a la realizada en 1980 contra el reactor iraquí de Osirak que destruyó las aspiraciones de un desarrollo atómico propio.


Además de dejar en claro que para Tel Aviv la ley internacional no les comprende y que están más allá de ella, sirvió para marcar el contexto en el que se produjo este golpe contra la soberanía siria. Estaba claro que se trataba de un precalentamiento para llevar adelante una operación más ambiciosa y mucho más riesgosa como era –y siguen ambicionando en Tel Aviv- atacar a Irán.


Desde mediados del 2009 que Israel había venido presionando por todos los medios posibles, para que EEUU se involucre en un ataque sobre la república Islámica. Acciones criminales y terroristas como fueron los asesinatos de científicos nucleares a manos del Mossad, fueron solo una parte de las tácticas de las que Tel Aviv estaba dispuesta a usar para cumplir con sus planes. Las ambiciones por desarmar a Irán señalan un claro plan geopolítico que a su vez, abriría paso a llegar al plan culmine: destruir la capacidad nuclear de Pakistán.
Los esfuerzos políticos por justificar una agresión contra la República Islámica no escatimaron en recursos y en argumentos que iban desde los más abstractos a los más infantiles como los vistos con Benjamín Netanyahu presentando ante el foro de Naciones Unidas, unas caricaturas de cómo entendía a Irán como un peligro no para Israel, sino para el mundo.


Las presiones sobre la Casa Blanca tampoco se detuvieron y la administración de Barak Obama no estuvo exenta de improperios y hasta de amenazas por parte de los sectores más duros del sionismo norteamericanos. Y en cierta medida estos sectores y los que se representaban en los Lobbies judíos como AIPAC, se sentían decepcionados o mejor dicho traicionados por las promesas incumplidas que aquel mismo Obama, había hecho en la tribuna de aquel Lobbie por el 2008.


Pero AIPAC y sus socios parecían haber olvidado que Barak Obama es el presidente de todo EEUU y no de la comunidad judía o en el peor de los casos, de Israel. Pero incluso la culpa tampoco era de los representantes de estos grupos de presión, dado que se había vuelto una costumbre que se vieran con “derechos” –mucho más calificados- a reclamar por estos intereses sectoriales, dado que aportan suculentas sumas de dinero para apoyar las campañas de los presidenciales; después de todo, los predecesores en la Casa Blanca siempre han estado presionados a ligarse a estos compromisos no escritos.


Sobre esas bases y con la influencia que ejercen en el Congreso estadounidense, Tel Aviv ha intentado infructuosamente involucrar a EEUU en una agresión contra Irán sobre la base de meras “sospechas” y no de informes certeros con pruebas objetivas, que señalasen de que se estuvieran desarrollando armas con capacidad nuclear, las cuales Israel desarrolla desde fines de la década de los sesentas en el siglo pasado.

Algunos trascendidos contemporáneos a aquel ataque sobre territorio sirio, hablaban de que se buscaba la cooperación de varios países para que esas acciones se extendieran sobre Irán. Entre los solicitados estaba Argentina, quien apelando a las continuas acusaciones que se vertían desde Tel Aviv y Washington sobre Teherán de haber sido el autor del ataque contra la Embajada de Israel y la AMIA, el gobierno argentino tendría algo así como “un deber moral” de cooperar con los recursos que estuvieren a su alcance.


Pero pese a que en la Casa Blanca estaba el entusiasta George W. Bush y su gabinete decididamente pro-israelí, la viabilidad de acompañar a la aspiración de Tel Aviv por atacar a Irán era algo para nada conveniente para Washington. La difícil situación de EEUU en Iraq y Afganistán, la creciente animosidad del público estadounidense por una guerra que había quedado estancada, hacía inaceptable que se provocara una escalada que muy seguramente repercutiría en contra de lo que, especialmente estaba sucediendo en Iraq. La seguridad de sus tropas ya estaba severamente comprometida y con un plan como el propuesto por Israel, simplemente se agravaría.


Pero esas no eran las verdaderas consideraciones que frenaron a Washington; la situación de Irán y el control estratégico que ejerce sobre el estrecho de Ormuz, lo convierte en un enemigo que no conviene despertar. Estas consideraciones estrictamente estratégicas se veían agravadas por los riesgos que una operación como la gestada por los israelíes, podía acarrear a su flota y a los intereses de las compañías petroleras que cotizan en Wall Street.


Desde el punto de vista militar, EEUU tenía mucho que perder, mientras que Israel una vez concretada la misión, sus aviones volverían a su base a varios cientos de millas del lugar.


A las posibles represalias sobre la base naval en Bahrein, los estadounidenses y sus socios árabes del golfo no estaban dispuestos a volver a vivir aquellas jornadas de inseguridad para sus buques tanque, que durante la guerra entre Irán-Iraq, se vieron repetidamente agredidos causando pérdidas multimillonarias en crudo vertido al mar o quemado por los ataques de aviones o lanchas suicidas.


Otra consideración muy puntual, era el renovado y más potente sistema de misiles costeros desarrollados por Irán y que, con un estrecho tan peligroso como el de Ormuz además de dificultar la salida, podrían cerrarlo muy fácilmente.


Con esta decepción de último momento para un Israel que no estaba acostumbrado a un no de Washington, además de la furia en Tel Aviv causó como el efecto dominó, una seguidilla de negativas para involucrarse en una aventura como la propuesta. En el caso del gobierno de Néstor Kirchner, pese a su aparente posición de independencia política, estaba presionado para que Irán fuera señalado judicialmente como el responsable de los ataques en Buenos Aires y en esa línea se le habría pedido que colaborase con una participación militar que se desarrollaría a la sombra de la legalidad internacional.


Esta circunstancialidad adversa a los planes de Tel Aviv, ayudo a que cancelaran momentáneamente sus aspiraciones de atacar a la república islámica.


En ese sentido, el gobierno argentino advirtiendo los grandes peligros que rodeaban acompañar o al menos cooperar con los planes que proponía Tel Aviv y considerando que EEUU se había abierto de estos planes, La Casa Rosada decidió mantenerse al margen y no involucrarse en una situación para la cual no estaba –y no sigue estando- preparada.


Por un solo momento, pensemos lo que hubiera involucrado cooperar con semejantes planes. Primero, al no existir una autorización legal que se materializan por medio de resoluciones –bastante discutidas- del Consejo de seguridad, encontraba el escollo de aunque más no fue, de una muy discutida legalidad. Una actitud como esa, impulsada desde sectores extranjeros, hubiera roto el histórico respeto que nuestra nación ha reconocido a las soberanías de todas las naciones del mundo.


Segundo, si Argentina se prestaba a estos planes, ¿con qué recursos participaría? Su situación en el área de la defensa simplemente se podía catalogar como desesperante. A diferencia de la participación de las unidades navales en la campaña bélica conocida como “Tormenta del Desierto” entre 1990 y 1991, las circunstancias geopolíticas eran bastante cambiantes y la situación en la región se mostraba en una creciente inestabilidad. Enviar personal militar –de haberse concretado esta agresión- hubiera representado un sacrificio muy difícil de justificar y ajeno a los intereses nacionales; y una inexplicable carga política para el futuro del país.


Y por último, si hubieran condiciones tecnológicas y materiales –hoy inexistentes- para que la Armada se hiciera presente en una nueva operación en aquel mismo teatro, los potenciales peligros que rodearon a las operaciones “ALFIL 1” y que fueron muy reales, en la actualidad y por las características geográficas de las extensas costas iraníes, los nuevos y letales sistemas de misiles anti buque que Irán despliega generosamente, especialmente en la boca del estrecho, aquellos peligros dejarían de ser tales para convertirse en un hecho concreto. Hoy por hoy, un solo misil, puede aniquilar a una fragata evadiendo todos los sistemas de contramedidas que en el pasado podían –y con la ayuda de la suerte- desviar al misil de su trayectoria.

27/9/15

Es momento de atacar a Irán




Los que se oponen a la acción militar contra Irán suponen que un ataque de Estados Unidos sería mucho más peligroso que dejar que Teherán construya una bomba. Pero esto no es así: con un ataque diseñado cuidadosamente, Washington podría mitigar el costo y evitar una amenaza inaceptable. Aquí las razones que hacen de la guerra la opción menos mala.

A principios de octubre, los funcionarios estadounidenses acusaron a los agentes iraníes de planear el asesinato del embajador de Arabia Saudita ante Estados Unidos en suelo estadounidense. Irán negó la acusación, pero el episodio ya ha logrado aumentar la tensión entre Washington y Teherán. A pesar de que el gobierno de Barack Obama no ha amenazado públicamente con tomar represalias aplicando la fuerza militar, las acusaciones han puesto de manifiesto el riesgo real y creciente de que ambas partes vayan a la guerra en cualquier momento, en especial, considerando el avanzado programa nuclear iraní.

Desde hace ya varios años, mucho antes de este episodio, los expertos y los formuladores de políticas públicas estadounidenses han estado debatiendo si Estados Unidos debe atacar a Irán y tratar de eliminar sus instalaciones nucleares. Los que proponen el ataque argumentan que lo único peor que la acción militar contra Irán sería que éste tuviera armas nucleares. Los críticos, mientras tanto, han advertido de que probablemente una acción de este tipo fallaría e, incluso si tuviera éxito, desencadenaría una guerra total y una crisis económica global. Han instado a Estados Unidos a recurrir a opciones no militares, como la diplomacia, las sanciones y las operaciones encubiertas, para evitar que Irán construya una bomba. Por temor al costo que representa una campaña de bombardeos, la mayoría de los críticos sostiene que si estas otras tácticas no logran impedir el avance de Teherán, Estados Unidos debería simplemente aprender a convivir con un Irán nuclear.

Sin embargo, quienes no creen en la acción militar no comprenden el verdadero peligro que representaría un Irán con armas nucleares para los intereses de Estados Unidos en el Medio Oriente y en otras regiones. Sus sombríos pronósticos suponen que el remedio sería peor que la enfermedad; es decir, que las consecuencias de un ataque contra Irán serían tan malas o peores que las que tendría Irán de lograr sus ambiciones nucleares. No obstante, esta suposición es errónea. La verdad es que un ataque militar para destruir el programa nuclear de Irán, si se maneja con cuidado, podría evitarle a la región y al mundo una amenaza muy real y mejorar de manera espectacular la seguridad nacional de Estados Unidos en el largo plazo.

LOS PELIGROS DE LA DISUASIÓN

Tantos años depresiones internacionales no han logrado impedir que Irán trate de construir un programa nuclear. El gusano informático Stuxnet, que atacó los sistemas de control de las instalaciones nucleares iraníes, afectó temporalmente las actividades de enriquecimiento de uranio de Teherán, pero un informe de mayo de 2011 del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) reveló que las plantas que fueron objeto del ataque se han recuperado totalmente. Los hallazgos más recientes de la OIEA sobre Irán, publicadas en noviembre, arrojan las pruebas más convincentes de que la república islámica ha sorteado las sanciones y el sabotaje, probando, supuestamente, dispositivos de activación nuclear y rediseñando sus misiles para que lleven cargas nucleares útiles. El Instituto para la Ciencia y la Seguridad Internacional, una institución internacional sin fines de lucro, estima que Irán ahora podría producir su primera arma nuclear en un plazo de 6 meses si lo quisiera.

Los planes de Teherán de trasladar las operaciones nucleares sensibles a instalaciones más seguras durante el próximo año podrían reducir aún más la ventana para una acción militar eficaz. Si Irán expulsa a los inspectores de la OIEA, empieza a enriquecer sus reservas de uranio a un 90% (grado militar) o establece centrífugas avanzadas en su instalación de enriquecimiento de uranio de Qom, Estados Unidos debe atacar de inmediato o perder la última oportunidad para evitar que Irán se una al club nuclear.

Algunos países de la región están dudando de la determinación de Estados Unidos para detener el programa y están cambiando su lealtad hacia Teherán. Otros han comenzado a hablar de lanzar sus propias iniciativas nucleares para hacerle frente a una posible bomba iraní. Para esos países y para Estados Unidos, la amenaza sólo seguirá creciendo mientras Teherán se acerca a su objetivo. Un Irán con armas nucleares limitaría inmediatamente la libertad de acción de Estados Unidos en el Medio Oriente. Con poder nuclear, Irán podría amenazar cualquier iniciativa política o militar de Estados Unidos en el Medio Oriente con la guerra nuclear, lo que forzará a Washington a pensar dos veces antes de actuar en la región. Los rivales de Irán en el área, como Arabia Saudita, probablemente se decidirán a adquirir su propio arsenal nuclear, lo que desencadenaría una carrera armamentista. Para limitar a sus rivales geopolíticos, Irán podría optar por impulsar la proliferación transfiriendo tecnología nuclear a sus aliados: a otros países y grupos terroristas por igual.

Tener una bomba le daría a Irán mayor cobertura de agresión convencional y diplomacia coercitiva, y los enfrentamientos entre sus agentes terroristas e Israel, por ejemplo, podrían incrementarse. Además, ni Irán ni Israel cuentan con todas las garantías que ayudaron a Estados Unidos y a la Unión Soviética a evitar un intercambio nuclear durante la Guerra Fría: la capacidad de responder a un ataque nuclear, líneas de comunicación claras, tiempos de vuelo prolongados para los misiles balísticos de un país a otro y experiencia en el manejo de arsenales nucleares. Sin duda, un Irán con armas nucleares no lanzaría intencionalmente una guerra nuclear suicida. Pero el volátil equilibrio nuclear entre Irán e Israel podría salirse de control fácilmente si surgiera una crisis, lo que provocaría un intercambio nuclear entre esos dos países, que también podría arrastrar a Estados Unidos.

Estas amenazas de seguridad requerirían que Washington contuviera a Teherán. Sin embargo, la disuasión tiene un alto costo. Para contener la amenaza iraní, Estados Unidos tendría que desplegar unidades navales y de tierra y, posiblemente, armas nucleares en todo el Medio Oriente, así como mantener una gran fuerza en el área durante décadas. Junto con esas tropas, Estados Unidos tendría que desplegar, de manera permanente, importantes activos de inteligencia para vigilar cualquier intento de transferencia de tecnología nuclear por parte de Irán. Además, quizá también tendría que dedicar miles de millones de dólares para mejorar la capacidad de defensa de sus aliados. Esto podría incluir la ayuda a Israel para la construcción de misiles balísticos de lanzamiento submarino y silos fortificados para misiles balísticos con el fin de garantizar que pueda mantener una capacidad de contraataque segura. Lo que es más importante, para que la contención fuera convincente, Estados Unidos tendría que ampliar su paraguas nuclear a sus socios de la región, y prometer defenderlos con la fuerza militar si Irán lanzara un ataque.

En otras palabras, para contener a un Irán con armas nucleares, Estados Unidos necesitaría hacer una inversión sustancial de capital político y militar en el Medio Oriente todo esto en medio de una crisis económica y mientras trata de sacar a sus fuerzas de la región. La disuasión tendría un enorme costo económico y geopolítico, y tendría que continuar mientras Irán fuera hostil a los intereses de Estados Unidos, lo que podría durar varias décadas o más. Dada la inestabilidad de la región, este esfuerzo también podría fallar, lo que provocaría una guerra mucho más costosa y destructiva que la que esperan evitar los críticos de un ataque preventivo contra Irán.

UN BLANCO FACTIBLE

Un Irán con armas nucleares supondría una enorme carga para Estados Unidos. Sin embargo, eso no significa necesariamente que Washington deba recurrir a medidas militares. Para decidir qué hacer, la primera pregunta por responder sería si funcionaría un ataque contra el programa nuclear de Irán. Los que dudan señalan que Estados Unidos podría desconocer la ubicación de las instalaciones iraníes clave. Debido a los intentos previos de Teherán de ocultar la construcción de ese tipo de estaciones, en particular las instalaciones de enriquecimiento de uranio de Natanz y Qom, es posible que el régimen ya posea activos nucleares que una campaña de bombardeos podría pasar por alto, lo que dejaría al programa iraní con daños, pero vivo.

Este escenario es posible, pero improbable; de hecho, esos temores quizá sean exagerados. Las agencias estadounidenses de inteligencia, la OIEA y los grupos de oposición dentro de Irán han hecho una advertencia oportuna acerca de las actividades nucleares de Teherán en el pasado, exponiendo, por ejemplo, la construcción secreta en Natanz y Qom antes de que esas instalaciones comenzaran a funcionar. De este modo, aunque Teherán podría seguir intentando construir instalaciones clandestinas, Washington tiene muy buenas posibilidades de encontrarlas antes de que empiecen a operar. Además, dado el tiempo que se requiere para construir y activar una instalación nuclear, la escasez de recursos de Irán y su incapacidad para ocultar con éxito las instalaciones de Natanz y Qom, es poco probable que Teherán tenga alguna instalación nuclear importante en operación que las agencias occidentales de inteligencia no conozcan.

Incluso si Estados Unidos lograra identificar todas las plantas nucleares de Irán, destruirlas podría ser, no obstante, muy difícil. Los críticos de un ataque estadounidense argumentan que las instalaciones nucleares de Irán están dispersas por todo el país, enterradas profundamente, fortificadas contra ataques y rodeadas de defensas antiaéreas, lo que haría de una incursión de este tipo una empresa compleja y peligrosa. Además, aseveran que Irán ha ubicado intencionalmente sus instalaciones nucleares cerca de poblaciones civiles, que, sin duda, quedarían bajo el fuego en un ataque de Estados Unidos, lo que podría provocar cientos, si no es que miles, de muertes.

Estos obstáculos, sin embargo, no evitarían que Estados Unidos inhabilitara o demoliera las instalaciones nucleares de Irán que ya se conocen. Una operación preventiva necesitaría dirigirse contra la planta de conversión de uranio de Isfahán, contra el reactor de agua pesada de Arak y contra varias plantas de fabricación de centrífugas cercanas a Natanz y a Teherán, todas ellas ubicadas en la superficie y muy vulnerables a un ataque aéreo.

También tendría que atacar las instalaciones de Natanz, que, aunque están enterradas en concreto reforzado y rodeadas de defensas antiaéreas, no sobrevivirían un ataque con la nueva bomba contra búnkers del ejército estadounidense, Massive Ordnance Penetrator, la artillería masiva de 13600 kilogramos, capaz de penetrar hasta 60 metros de concreto reforzado. La plata de Qom está construida en la ladera de una montaña y, por lo tanto, representa un blanco mucho más difícil. No obstante, la instalación aún no está funcionando y tiene muy poco equipo nuclear, por lo que si Estados Unidos actúa rápidamente, no necesitaría destruirla.

Washington también podría limitar las bajas civiles en cualquier campaña. Irán construyó sus plantas nucleares más importantes, como la de Natanz, en zonas alejadas de áreas densamente pobladas. Para las instalaciones menos importantes cercanas a poblaciones civiles, como las plantas de fabricación de centrífugas, los misiles guiados de precisión de Estados Unidos podrían dirigirse a edificios específicos, sin dañar los alrededores. Washington podría reducir aún más el daño colateral atacando por la noche o eliminando esas plantas menos importantes de su lista de blancos, sin que esto representara un gran costo para el éxito general de la misión. Aunque sin duda Irán daría a conocer cualquier sufrimiento humano resultado de una acción militar, la mayoría de las víctimas serían los militares, los ingenieros, los científicos y los técnicos que estuvieran trabajando en dichas instalaciones.

MARCAR LOS LÍMITES CORRECTOS

El hecho de que Estados Unidos pudiera retrasar o destruir el programa nuclear de Irán no implica necesariamente que deba hacerlo. Un ataque de ese tipo podría tener consecuencias devastadoras —para la seguridad internacional, para la economía global y para la política interna iraní— que es necesario explicar.

En primer lugar, según los críticos, la acción militar estadounidense podría provocar fácilmente una guerra en gran escala. Irán podría aplicar represalias contra las tropas estadounidenses o contra sus aliados, lanzando misiles contra las instalaciones militares o contra la población civil en el Golfo o, quizá, incluso en Europa. Podría activar a sus agentes en el extranjero, provocando tensiones sectarias en Iraq, trastornando la Primavera Árabe y ordenando ataques terroristas contra Israel y Estados Unidos. Esto podría arrastrar a Israel o a otros países a la lucha y forzar a Estados Unidos a escalar el conflicto como respuesta. Los poderosos aliados de Irán, incluidos China y Rusia, podrían intentar aislar a Estados Unidos en el ámbito económico y diplomático. En medio de tal escalada de violencia, ninguno de los bandos podría tener una vía clara para salir de la batalla, lo que tendría como resultado una prolongada y devastadora guerra, cuyo efecto podría dañar gravemente la posición de Estados Unidos en el mundo musulmán.

Los que temen un ataque de Estados Unidos también señalan que Irán podría intentar, como represalia, cerrar el estrecho de Ormuz, el angosto punto de acceso al Golfo Pérsico por el que transita aproximadamente el 20% del suministro mundial de petróleo. Incluso si Irán no amenaza el estrecho, los especuladores, por temor al posible trastorno del suministro, aumentarían el precio del petróleo, lo que podría desencadenar una crisis económica mayor en un momento ya de por sí frágil.

No obstante, ninguno de estos resultados está predeterminado; de hecho, Estados Unidos podría hacer mucho para mitigarlos. Sin duda, Teherán sentiría que debe responder a un ataque de Estados Unidos con el fin de restablecer la disuasión y evitar la humillación en su país. Pero también es posible que trate de calibrar sus acciones para evitar el inicio de un conflicto que podría llevar a la destrucción de su ejército o del régimen mismo. Es probable que el liderazgo iraní recurra a las peores formas de represalia, como cerrar el estrecho de Ormuz o lanzar misiles contra el sur de Europa, sólo si siente que su existencia se ve amenazada. Una operación dirigida de Estados Unidos no necesita amenazar a Teherán de una forma tan fundamental.

Para asegurarse de que no lo haga y tranquilizar al régimen iraní, Estados Unidos primero podría dejar en claro que sólo está interesado en destruir el programa nuclear de Irán, no en derrocar al gobierno. Entonces, podría identificar ciertas formas de represalia a las que respondería con una acción militar devastadora, como intentar cerrar el estrecho de Ormuz, realizar ataques masivos y continuos contra los países del Golfo o contra las tropas o los barcos de Estados Unidos, o lanzar ataques terroristas en Estados Unidos. Washington tendría que expresarle claramente estos “límites” a Teherán, durante y después del ataque, para asegurarse de que el mensaje no se haya perdido en la batalla. También necesitaría aceptar que debería absorber las respuestas iraníes que no superaran esos límites, sin escalar el conflicto. Lo anterior podría incluir la aceptación de ataques de advertencia con misiles contra las bases y los barcos estadounidenses en la región —varios bombardeos a lo largo de algunos días que se reducirían en poco tiempo— o el asedio de los buques comerciales y de la armada de Estados Unidos. Para evitar este tipo de contingencias que podrían obligar a la Casa Blanca a intensificar la lucha, Estados Unidos necesitaría evacuar al personal no esencial de las bases que se encuentren dentro del rango de los misiles iraníes y garantizar que sus soldados estén seguros en refugios antibombas antes de que Irán lance su respuesta. Washington quizá también necesite tener medidas más intensas para los agentes de Irán en Afganistán e Iraq, y contra los ataques terroristas y de misiles dirigidos a Israel. Al hacerlo, podría provocar que Irán siga el camino de Iraq y de Siria, países que se abstuvieron de iniciar una guerra después de que Israel atacara sus reactores nucleares en 1981 y 2007, respectivamente.

Incluso si Teherán cruzara los límites de Washington, Estados Unidos aún podría manejar el enfrentamiento. Al inicio de cualquier violación de esa índole, podría dirigir su ataque contra las armas iraníes que considere más amenazantes para evitar que Teherán las despliegue. Para contener rápidamente la situación y evitar una guerra regional más extendida, Estados Unidos también podría obtener el acuerdo de sus aliados de evitar responder a un ataque iraní. Esto mantendría a otros ejércitos, en especial a las Fuerzas de Defensa de Israel, fuera del enfrentamiento. Israel deberá demostrar que está dispuesto a aceptar un acuerdo de ese tipo a cambio de que Estados Unidos elimine la amenaza nuclear iraní. De hecho, llegó a un acuerdo similar con Estados Unidos durante la Guerra del Golfo, cuando se abstuvo de responder al lanzamiento de misiles Scud de Saddam Hussein.

Finalmente, el gobierno de Estados Unidos podría mitigar las consecuencias económicas de un ataque; podría, por ejemplo, compensar cualquier interrupción del suministro de petróleo abriendo su reserva estratégica de petróleo y alentando discretamente a algunos países del Golfo a aumentar su producción en el período previo al ataque. Dado que muchos países productores de petróleo de la región, en especial Arabia Saudita, han presionado a Estados Unidos para que ataque a Irán, lo más probable es que cooperen.

Washington también podría reducir las repercusiones políticas de la acción militar aumentando el apoyo mundial de antemano. Quizá muchos países aún critican a Estados Unidos por usar la fuerza, pero algunos —los Estados árabes en particular— le agradecerían en privado a Washington por eliminar la amenaza iraní. Logrando tal consenso durante los momentos previos a un ataque y tomando las medidas establecidas para mitigarlo una vez que comenzara, Estados Unidos podría evitar una crisis internacional y limitaría el alcance del conflicto.

CUALQUIER MOMENTO ES BUENO

Los críticos tienen otra objeción: incluso si Estados Unidos lograra eliminar las instalaciones nucleares de Irán y mitigar las consecuencias de dicha acción, los efectos no durarían mucho tiempo. Es cierto que no hay garantía de que un ataque disuada a Irán de tratar de reconstruir sus plantas; podría incluso fortalecer la determinación de Irán de adquirir tecnología nuclear como medio para aplicar represalias o protegerse en el futuro. Estados Unidos podría no contar con los medios o con el capital político para lanzar otro ataque, lo que lo obliga a depender de las mismas herramientas inútiles que utiliza para frenar la carrera nuclear de Irán. Si eso sucediera, las acciones de Estados Unidos sólo demorarían lo inevitable.

Sin embargo, según la OIEA, Irán parece estar totalmente decidido a desarrollar un programa de armas nucleares y no precisa más motivaciones de Estados Unidos. Además, no podría reanudar simplemente su avance cuando toda su infraestructura nuclear sea reducida a escombros. De hecho, una ofensiva devastadora como ésa bien podría forzar a Irán a renunciar completamente al juego nuclear, como lo hizo Iraq cuando su programa nuclear fue destruido durante la Guerra del Golfo y como lo hiciera Siria tras el ataque israelí de 2007. Incluso si Irán tratara de reconstruir su programa nuclear, se vería forzado a lidiar con la presión internacional continua, con más dificultades para adquirir los materiales nucleares necesarios en el mercado internacional y con la posibilidad de enfrentarse a ataques posteriores. La acción militar, por ende, podría retrasar el programa nuclear de Irán desde unos cuantos años hasta una década, y quizá de manera definitiva.

Los escépticos podrían incluso argumentar que, en el mejor de los casos, un ataque sólo les daría más tiempo. Pero el tiempo es un bien muy valioso. A menudo, los países tratan de retrasar lo más posible este tipo de situaciones con la esperanza de eliminar la amenaza por completo. Los países cuyas instalaciones nucleares han sido atacadas —Iraq y Siria, entre los más recientes— han demostrado no estar dispuestos a reiniciar sus programas o ser incapaces de hacerlo. Por ende, lo que parece ser únicamente un contratiempo temporal para Irán podría convertirse, a la larga, en el punto de quiebre.

Otro argumento más contra la acción militar dirigida a Irán es que animaría a la línea dura del gobierno iraní, ayudándole a reunir a la población en torno al régimen, y eliminaría cualquier reformista. Esta crítica ignora el hecho de que la línea dura ya tiene el control. El régimen gobernante ha llegado al extremo de marginar incluso a los líderes que alguna vez se consideraron de derecha, como el ex Presidente Alí Akbar Hashemi Rafsanjani, por su indulgencia. Además, Rafsanjani o el ex candidato a la presidencia Mir Hosein Musavi continuarían probablemente el programa nuclear si asumieran el poder. Un ataque podría crear más oportunidades para los disidentes en el largo plazo (después de unir temporalmente a Irán tras el ayatolá Alí Jamenei), con lo que les daría motivos para criticar a un gobierno que invita al desastre. Incluso si un ataque fortaleciera a la línea dura de Irán, Estados Unidos no debe darles prioridad a los resultados de los conflictos políticos de Irán por encima de su interés de seguridad nacional vital de impedir que Teherán desarrolle armas nucleares.

ATACAR AHORA O SUFRIR DESPUÉS

Difícilmente, atacar a Irán es una perspectiva atractiva. Pero Estados Unidos puede anticipar y reducir muchas de las temidas consecuencias de este tipo de ataques. Si tiene éxito, podría eliminar el incentivo para que otros países de la región comiencen sus propios programas atómicos y, de manera más amplia, fortalecer la no proliferación global demostrando que utilizará la fuerza militar para evitar la propagación de las armas nucleares. También puede prevenir una operación israelí contra Irán, que, dada la limitada capacidad de Israel de mitigar un posible enfrentamiento y de infligir daño duradero, probablemente tendría consecuencias mucho más devastadoras y tendría muchas menos probabilidades de tener éxito que un ataque estadounidense. Finalmente, un ataque gestionado cuidadosamente por Estados Unidos podría resultar menos riesgoso que la perspectiva de contener a una república islámica con armas nucleares; una propuesta costosa y prolongada que, quizá, acarrearía graves amenazas para la seguridad nacional. De hecho, tratar de manejar a un Irán con armas nucleares no sólo es una terrible opción: es la peor.

Dado que las guerras contra Afganistán y contra Iraq están llegando a su fin ya que Estados Unidos atraviesa dificultades económicas, los estadounidenses tienen poco interés en enzarzarse conflictos adicionales. No obstante, el rápido desarrollo nuclear de Irán forzará a Estados Unidos, en última instancia, a elegir entre un conflicto convencional y una posible guerra nuclear. Ante esta decisión, Estados Unidos debe llevar a cabo un ataque quirúrgico contra las instalaciones nucleares de Irán, debe reducir el efecto de una inevitable ronda de represalias y luego buscar la manera de acabar rápidamente con la crisis. Hacerle frente a la amenaza hoy evitará que Estados Unidos se enfrente a una situación mucho más peligrosa en el futuro.



MATTHEW KROENIG es investigador visitante en Seguridad Nuclear en el Council on Foreign Relations y autor de Exporting the Bomb: Technology Transfer and the Spread of Nuclear Weapons. De julio de 2010 a julio de 2011, fue asesor especial en la Oficina del Secretario de Defensa de Estados Uni- dos, a cargo de la estrategia y política de defensa para Irán.

23/9/15

“LAS CINCO ESPADAS DE DAMOCLES EN EL TOW”




VETERANOS DE AYER

“EVIDENCIAS ESPELUZNANTES SOBRE EL PELIGRO AL QUE SE VIÓ EXPUESTO EL GT.88”

Solo con el paso del tiempo era posible determinar cuál había sido la realidad imperante en aquel conflicto conocido como la “guerra del golfo”. Lejos de aquellas jornadas de manipulación informativa a cargo de una sola fuente como fue la CNN, que además estaba condicionada a los filtros de la censura militar del Pentágono, se puede cotejar con mayor objetividad la dimensión que implicó este conflicto y sus consecuencias que hasta el presente siguen pagando vencedores y vencidos.

Anteriormente habíamos visto que la tan tecnológica y avanzada guerra a distancia de la que se jactaron generales y analistas estadounidenses no había sido tan impactantemente precisa como lo presentaron en sus informes y mucho más aun en las novelas que terminaron en filmes hollywoodenses.

Fue cierto y no quedan dudas sobre la destructividad de la llamada campaña “Desert Storm”; pero también fue una verdad muy bien ocultada hasta no hace mucho, que los miembros de todas las fuerzas que formaron la coalición, no se la llevaron de arriba y a las bajas que se produjeron en los enfrentamientos convencionales dentro del TOK, dejaría una mácula invisible y muy dañina dentro de cada uno de aquellos.

Pero el desenlace de las operaciones militares fue relativamente rápido. A la vista de varios expertos, demasiado rápido y a la vez, fue una muy buena noticia para los más informados sobre las capacidades militares de Iraq dado que, si se hubiese extendido el conflicto más allá del mes de febrero, la Colación pudo haber empezado a experimentar golpes inesperados y muy dañinos contra su flota.

El fracaso de las operaciones de bombardeos tácticos contra los emplazamientos de SCUD y las olvidables incursiones de los comandos británicos y estadounidenses tras las líneas enemigas –sobre los cuales se ha mantenido un hermético silencio- llevó a que los analistas de inteligencia y los expertos en el armamento que poseía Iraq por ese entonces, a sugerir que fuera de la forma que fuese, había que culminar la guerra sin pretensiones de avanzar sobre territorio iraquí. Pero ¿cuáles eran esas consideraciones para que se apresurara el fin de las hostilidades?

El castigo inmisericorde de los aviones y los misiles navales de la coalición se sintieron mucho más sobre la población civil que sobre las unidades militares de Saddam, demostrando que la tan arrogada “precisión quirúrgica” de la que los generales estadounidenses se jactaban en sus ataques, solo se veían en grandes instalaciones estáticas como hangares, aviones inmovilizados en sus pistas, posiciones de artillería y vehículos blindados semi enterrados en las arenas del desierto –sin descontar por supuesto, los miles de Dumies que imitaban tanques, vehículos lanzadores de SS-SCUD, misiles Frog-7 etc- .

Para los pobres soldados conscriptos del ejército raso iraquí fue una pesadilla interminable de machaque día y noche con toneladas de explosivos sucios con uranio enriquecido cayendo sobre sus endebles refugios y trincheras. Obligados a formar posiciones fijas de trincheras al mejor estilo de la 1º guerra mundial, hicieron de los aviones y helicópteros norteamericanos y aliados, un polígono de tiro al blanco con premio asegurado.

Pero como lo comentaban varias fuentes de inteligencia y documentos de la época que se han desclasificado hace poco tiempo atrás, esa no era la verdadera guerra en la que existe una contraparte que puede responder; los verdaderos tipos de temer aguardaban sus ordenes para un momento determinado del conflicto. Pudimos ver que dentro de las llamadas tropas de elite de Saddam, la “Guardia Republicana” habían unidades que contaban con imaginativas tácticas de las que dieron muestra tan solo en más de una docena de veces pero que hicieron que varios altos oficiales de enlace dentro de sus unidades de combate, pensaran “en dónde y con quiénes nos hemos metido?”

Aquel incidente en el que un comando iraquí intentó dañar al Portaaviones “USS Missouri” lanzando dos proyectiles muy bien disfrazados en dos pontones que simulaban artefactos navales de señalización, no solo demostraba el grado de osadía sino también la variedad de recursos en sus arsenales. Esto por las características de esos proyectiles que según documentos de inteligencia iraquíes detallaron como MMS o no guiados, eran misiles del tipo “FROG-5” imaginativamente adaptados para ser montados en pontones diseñados para ese fin y en los cuales habrían trabajado ingenieros iraquíes y de Corea del Norte.

Pero estos episodios no son el fondo de la cuestión presentada. Al culminar la guerra y como parte de la propaganda mediática occidental, según los informes del Pentágono, la coalición había destruido un importante porcentual en la capacidad ofensiva de Iraq.

Esto no se condecía con la realidad imperante en la pos guerra. Más allá de la sorpresiva retirada de las tropas iraquíes, Saddam conservó las mejores unidades de la Guardia Republicana y solo acuso la pérdida de apenas 4 de las 15 unidades lanzadoras SS-SCUD 1, un 5 % de las baterías antiaéreas SAM-13 y solo un 12 % de las unidades blindadas en su mayoría, de batallones regulares equipados con los viejos T-55, de los cuales abundan ardiendo o despedazados en las fotografías de la época.

Por el contrario, los bombarderos B-52 y los ataques tácticos de los A-6, F-14 y F-16 gastaron millones de dólares en bombas y misiles sobre blancos falsos y maquetas elaboradas con chatarra. De este modo, aparentes posiciones de radares “Roland” y sus lanzadores fueron acalladas por los primeros y exitosos raids de la coalición; los videos tomados por los misiles inteligentes “Hell-fire” eran la prueba del éxito.

Pero el paso de las horas y de los días fue evidenciando que los cielos de Iraq no estaban libres de fuego enemigo. De esta manera los comandantes de operaciones en Riad y Darahm atónitos se preguntaban ¿de dónde salieron estas nuevas baterías?, sin advertir que lo que se había pensado como destruido, se había escondido muy bien en las proximidades.

Lo mismo ocurrió con los escurridizos vehículos de lanzadores de misiles SCUD que no podían ser hallados y menos aún destruidos. Tal como ocurrió con los señuelos inflables que semejaban tanques, camiones y sistemas de lanzadores SAM, los iraquíes habían diseminado por el noroeste y el sur de su país, unos ochenta “Dumies” o señuelos inflables que en el mercado de entonces costaban unos cinco mil dólares por unidad, un muy buen negocio para Bagdad. Un extraordinario y a su vez bochornoso dispendio de recursos para los jefes de la Coalición, que rechinarían sus dientes al saber que habían estado lanzando bombas y misiles de millones de dólares contra unos señuelos de goma, que pese a los intentos de ser encubiertos, quedaron expuestos por algunos informes de reconocimiento.

Si se habían descargado toneladas de explosivos sobre supuestos blancos militares que muchos de ellos no eran tales, ¿Quién podía asegurar que se había degradado la capacidad ofensiva y en especial, los sistemas de misiles balísticos de Iraq? Pues bien, tal como concluyeron los informes del CENTIJ, brevemente nadie podía asegurarlo con certeza.

Pasados cinco años del final de aquella guerra, investigadores norteamericanos, canadienses y británicos, basados en datos de inteligencia obtenidos en Iraq, daban cuenta que el gobierno de Hussein había mantenido muy bien guardados una variedad de misiles multipropósito de largo alcance. En 1997 un Informe presentado por la organización canadiense “GLOBAL SECURITY”, daba cuenta de esta capacidad previa y subsistente de Iraq tras la guerra de 1991. En él se ponen en evidencia los escalofriantes datos técnicos y de inteligencia, que revelaban entre otras cuestiones, la potencialidad de las FFAA iraquíes, pese a la severa destrucción infringida por las fuerzas de la Coalición.

En el itinerario se describen cinco clases de misiles, entre los cuales figura el “Al Tarmout” con capacidad de alcanzar blancos a una distancia de 2000 kilómetros de su lanzamiento. Otro tipo de misil disponible era el “Al Bakr” que según el informe tenía un alcance de 950 kilómetros pudiendo haber cerrado la entrada del estrecho de Ormuz a los buques de apoyo logístico que sostuvieron la campaña bélica. Las conclusiones evidenciaban que de haberse extendido las hostilidades más allá del mes de febrero de 1991, los iraquíes pudieron haber cargado estos especímenes para atacar con consecuencias bastante nefastas a la retaguardia de las fuerzas de la coalición.

21/9/15

“EXISTEN THINK TANKS DE LA GEOPOLITICA ARGENTINA?”


DEBATE


El desafío de salir de la comodidad de la política doméstica para una integración preparada ante los problemas mundiales.

Para muchos argentinos el término “Think Tank” no significa nada. Se trata de una denominación en inglés que refiere a Taque de Pensamiento como forma de identificar a una organización que agrupa a intelectuales y académicos dedicados a elaborar estrategias y planificaciones para el desarrollo de políticas de largo plazo en beneficio de los estados. En el mundo anglosajón este campo está ampliamente desarrollado a las políticas externas y por medio de las cuales, Washington y Londres ponen en práctica políticas que previamente estuvieron pensadas, razonadas y volcadas a “papers” con décadas de antelación.

En la Argentina existen varios de estos tanques, pero con la experiencia política diaria y la realidad que se observa, parecería que todo surgiera de la improvisación y los negocios de oportunidad, que van variando de gobierno a gobierno. En especial en el campo de la política internacional y de una visión propia de la geopolítica, ARGENTINA no ha parido a ningún tanque criollo que se anime a dar un análisis y ensayos de proyecciones más allá del Río de la Plata.

A pesar de esto y aunque cueste creerlo, Argentina ha sido uno de los productores más importantes de material intelectual y reconocido en el séptimo puesto por el Índice Global de Think Thanks realizado por la Universidad de Pensilvania.

La función de estos tanques de pensamiento es la de conectar las investigaciones académicas que proveen alternativas y soluciones para problemas dentro de la vida política, de los servicios públicos y de los temas más sensibles para resolver por el estado. Así mediante la investigación y el análisis se busca influenciar en estos campos de la vida pública (CEDES) que aportan a funcionarios públicos y políticos, herramientas con las cuales resolver los problemas que se vayan presentando en la dinámica vida de un estado.

Algunos de estos tanques nacionales tenemos al Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES) que propone nuevas formas de resolver problemas que pueden ir desde el campo de la educación, las artes, las obras públicas y la defensa. Especial dedicación tiene sobre la problemática del desarrollo económico-social, fortalecimiento de la democracia, la promoción y garantía de los derechos humanos y la preservación del medio ambiente.

Otro tanque nacional es la CIPPEC está dedicado a la investigación y el análisis de los problemas que surgen de la falta de transparencia en el manejo de fondos y presupuestos públicos que suelen verse afectados por malos manejos, especialmente en momentos de elecciones.

El CEDLAS “Centro Distributivo Laborales, Sociales” fue creado en la Universidad de La Plata que se dedica a analizar los problemas distributivos, laborales y sociales en América Latina y el Caribe, basándose con el método de recopilación datos mediante encuestas.

Otro es el FIEL “Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas” que tras ser fundada en 1964 dentro de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, la Cámara Argentina de Comercio, la Sociedad Rural, la Unión Industrial Argentina se dedicó a analizar y ensayar propuestas económicas en el marco de la situación económico-social argentina. Incluso el PRO es un verdadero tanque de pensamiento con aspiraciones políticas y que, cabe decirlo, tiene lineamientos que provienen de políticas foráneas direccionadas especialmente a temas de política y seguridad.

Pero en este repaso de los diversos exponentes del pensamiento académico nacional, se puede advertir que no varían en los abordajes y las temáticas que proponen. Todos ellos abocados a la temática de políticas domésticas y contextualizadas a la política interna. Los temas de la geoestrategia y las soluciones macro para temas del estado insertado en la región y en una posición particularmente estratégica en el mundo lucen ausentes, demostrando el carácter introvertido y adolecente del intelectualismo nacional que se refleja en una clase política temerosa en plantarse en el escenario externo.

Y esta carencia de un tanque de pensamiento estratégico y actualizado a las nuevas circunstancias mundiales, se refleja con mucha claridad en las políticas externas de la república, verdaderas garrapateadas que buscan algún tipo de acceso a posicionamientos geopolíticos en la línea de Rusia y China, matizado con veladas intensiones de último momento de ingresar al BRICS. La clase gobernante y los políticos argentinos en general aun no han asimilado lo que dice el dicho…”para hacer un pastel hay romper huevos”, que se debe conjugar con este otro razonamiento que dice…”y para poder comerlo, hace falta tiempo para que se cocine.-

20/9/15

“AUMENTA LA DROGA EN PERÚ CON LA PRESENCIA DE EEUU”

 Portaaviones USS “Washington”
EN LA MIRA

Washington da el puntapié para ir creando puntos de conflicto en la región

Se trata de una situación que incomoda a los sectores que siguen con esperanzas de un pronto regreso al alineamiento automático con Washington. Desde finales de 2014 y con una creciente acción de agrupaciones supuestamente pertenecientes a “Sendero Luminoso” que se habrían fusionado al narcotráfico peruano, llevó a que los jefes del Comando Sur hicieran incapie en la necesidad estratégica de una presencia activa de EEUU en el Perú, sin dejar de mencionar las contrariedades que rodean esta política.

Los coqueteos de Washington con lima habían venido desde mediados del 2010, cuando el Pentágono incremento sus contactos de cooperación y entrega de equipamiento para las FFAA peruanas. También se firmaron convenios para la lucha contra el narcotráfico que involucró la construcción de una instalación para una nave Beechcraft 1900D en proximidades de la base aérea del Callao.

Antes de que las tropas norteamericanas desembarcaran en el país, se habían registrado ingentes gestiones y visitas del Secretario de defensa estadounidense Chuck Hegel junto a los jefes del Comando sur quienes al parecer, traían informes pormenorizados sobre la creciente actividad “insurgente” que se estaba potenciando con el tráfico regional de Cocaína.

Pese a la gravedad y lo sensible que representa el ingreso de tropas extranjeras al país, el gobierno de Ollanta Humala y el Congreso peruano no resistieron demasiado los planes del Pentágono que, en apariencias, estaba preparado para desembarcar sus tropas que ya estaban embarcadas en el portaaviones USS “Washington” custodiado por dos buques que habían estado desde hacía un año operando en el borde de las aguas territoriales peruanas. Era claro, que los norteamericanos demostraban una extraordinaria previsión sobre asuntos internos de otros países.

Lo cierto es que desde comienzos del año, las tropas norteamericanas comenzaron a tocar tierra peruana y con la peligrosa promesa de que se irán incrementando con el correr de los meses. La causa para su presencia, sería el crecimiento de la inseguridad por la operatividad insurreccional y del narcotráfico. Cierta y sospechosamente, las actividades de grupos irregulares se habían vuelto inusualmente cruentas, causando daños que no se veían desde la época en que Sendero Luminoso operaba en todo el país. Esto indicaba una apoyatura financiera, armamentística y de inteligencia que despertaba legitimas sospechas de una “ayuda especializada”.

Otro punto a tener en cuenta, era que la aparente radicalización de las operaciones insurgentes se da en momentos que los conflictos sociales se entremezclan con los producidos por la contaminación ambiental producida por proyectos extractivos en los que tienen participación empresas estadounidenses.

También es muy sospechoso, la adquisición de cierto armamento y el equipamiento que están utilizando estos presuntos “irregulares” que en varios y previos ataques contra puestos del ejército y la policía demuestran un poder de fuego que supera a los viejos fusiles AK-47 que habrían quedo en zulos escondidos y desperdigados en el país.

Menos aún se puede pasar por alto, que a tan solo unos meses desde que comenzaron a ingresar los 3.200 US marines a suelo peruano, el tráfico de drogas y la violencia se ha disparado en forma extrema.

Sectores nacionales no tardaron en denunciar el sospechoso incremento en la producción de drogas que va a la par, de la supuesta ayuda que estaría dando Washington a Lima.

No cabe lugar a dudas de que, Washington ha trazado una agenda para la región y no tiene nada de constructiva. Entre los objetivos apuntados, están los gobiernos “progresistas” y entre ellos Argentina. Sobre el particular y en consideración a la situación de absoluta indefensión de la república argenta, queda claro que no habrá mayores problemas para considerar por el Comando sur; en último sentido, las actividades para la desestabilización regional son reales por más que la Casa Rosada haga la vista gorda.

Nadie debería olvidar como trabaja Washington y en especial su Departamento de Defensa; ellos son la solución para un problema creado por sus mismos planes y ejecutados por sus agencias de inteligencia. Como se dice en la jerga de la política de inteligencia en Washington, “lo que hace la mano derecho no lo sabe la siniestra”. Es probable que Perú este siendo víctima de una de estas tácticas que pueden convertir al país, en la cabeza de playa de las políticas intervencionistas estadounidenses sobre el Cono sur.

“EL PENTÁGONO AMPLIA SUS ESTRATEGIAS PARA CONTRARESTAR A RUSIA”



EN LA MIRA



Desde la caída de la URSS en 1990, Washington y sus socios de la OTAN respiraron aliviados y frotándose las manos, comenzaron el desarrollo de expansión a nivel mundial con la evidente intensión de engullirse a una parte del mundo.

Mientras desde Washington se observaba expectante como se arremolinaban las repúblicas bálticas y los países europeos comenzaban a colapsar, la OTAN llegaba tras la retirada de los asesores y jefes del “Pacto de Varsovia” que pronto dejaría de existir.

Con esta situación, la Europa oriental simplemente colapso y estados étnicamente compuestos como Checoslovaquia y Yugoslavia se descompusieron, en el primer caso sin derramamiento de sangre pero en el segundo, creando un conflicto inter étnico tan atroz que hoy sigue generando puntos de rispidez entre croatas, serbios y musulmanes bosnios.

Con la primera etapa de la guerra del Golfo en 1991, EEUU tuvo la excusa perfecta para desplegar a una fuerza militar a la región y en especial, a suelo saudita y kuwaiti, despertando la ira de los más radicales militantes islamistas. No contento con ello y de acuerdo a una larga y antigua planificación de los “Think Tank” se fue construyendo la siguiente excusa para, esta vez, apoderarse de Iraq.

Aunque el país árabe se hallaba cercado por un bloqueo marítimo y aéreo que estrangulaba su economía, la fuerza y voluntad de los iraquíes no se había disminuido y trece años después, Washington vuelve a la carga y con nuevas manipulaciones, crea la excusa para invadir a Iraq en 2003.

Por efecto de esa invasión, Iraq entro en un ciclo de violencia que no se ha detenido, desangrando a su población en una lucha brutal y sin pausa, condimentada con las cizañas inoculadas desde las sombras por los mismos invasores y sus aliados.

A partir de ese entonces y hasta mediados del 2012, el mundo no le quedó más que ver impertérrito como, simplemente EEUU inventaba situaciones conflictivas y junto a su gran aliado en las aventuras militares (Gran Bretaña), comenzaron a desplegar un nuevo conflicto que al día de hoy no se ha terminado y ciertamente es muy difícil predecir cuándo lo hará.

El medio “Foreing Policy” en un artículo de septiembre, revela que el Pentágono desarrollaba nuevos planes contra Rusia. Esto estaba impulsado por la creciente y exitosa intervención de Moscú en el conflicto sirio y por la extensión de sus fuerzas a nuevos puntos como había sido el anuncio de crear una base aérea en Bielorusia.

En realidad Washington no está desarrollando nada nuevo. La planificación de la geopolítica para Asia y el extremo oriente –implicando a Rusia y China- tiene cuando menos unos cuarenta años de planificaciones y desarrollo que se han venido volcando en el papel. En las épocas de Henry Kissinger ya se había comenzado a planificar las vías por las que había contener y de ser posibles derruir a la URSS, previendo incluso tener a China como el socio clave para ello.

Sobre esto, cabe recordar el apoyo de EEUU a Pakistán –aconsejado por Kissinger- en la guerra que se desató con la India en 1971 especialmente creada para abortar los planes de expansión de la entonces URSS aliada de Nueva Delhi. Según recuerdan algunas fuentes contemporáneas, Kissinger consideraba a los indios como una raza inferior, demostrando su vernácula prosapia del sionista medio.

Su sucesor, Zbignew Brzezinski trabajando como consejero de Seguridad Nacional del gobierno demócrata de Jimy Carter no fue menos y continuó con aquella política intriguista y de complot que fundamento los programas de inteligencia más secretos y costosos de la historia. Fueron épocas de muy buenos negocios para la industria armamentística y los contratos con el sector de la defensa; fue de la mano de éste funcionario, que para finales de la década de los setentas y comienzos de los ochentas Washington, por intermedio de la CIA, se involucró en la creación de los primeros esbozos de lo que sería “Al Qaeda” mediante el reclutamiento de combatientes árabes con la intermediación de Arabia Saudita y del la Persia del Sha.

El terrorismo ha sido una táctica empleada no solamente por organizaciones para estatales o no estatales como lo fueron la OLP, IRA, ETA entre muchos más; también había sido adoptada como un arma más en los arsenales de la inteligencia anglosajona e israelí, usándola a discreción para ciertos eventos en los que el mejor mensaje para mandar al enemigo era “aterrorizarlo”.

Claramente, “Al Qaeda” de finales de los noventas hasta la primera década del 2000 y el “ISIL” en la actualidad jugaron y juegan el papel preponderante para crear la llamada guerra contra el terror que claramente demuestra una curiosa orientación casuística que no responde a la coherencia de los objetivos que dicen buscar. Brevemente, tanto uno como otro no han atacado blancos estadounidenses o israelíes, salvo pequeños incidentes que no son nada con las aberraciones que siguen cometiendo contra los musulmanes y cristianos.

Con la creación de la llamada “Primavera árabe” que se enmarcó en una operación mediática masiva, Washington lanzaba la tercera fase de su plan por controlar y rediseñar el Medio Oriente, paso fundamental y previo para avanzar sobre Asia. En apariencias para el 2010, la Federación rusa no presentaba ninguna amenaza y China no estaba preparada para acudir en ayuda de las empresas petrolearas que estaban en el Norte de África. Para la Washington el panorama estaba despejado solo bastó presionar a la ONU para legalizar la intervención militar contra Libia.

Usando la estructura de medios y con la cooperación de medios árabes regionales, Washington esperaba que aquellas revueltas árabes presuntamente espontáneas, sería parte de la historia y se las conocerían como la “primavera árabe”.

Pero Moscú no estaba cruzado de brazos. A esta táctica desinformativa de guerra psicológica se opuso la versión de los medios rusos, en especial el de RT que comenzó a crecer en audiencia a medida que la crisis avanzaba. A esto, la reactivación de la industria militar y la reestructuración de sus FFAA continuaban a paso acelerado. En el campo diplomático Vladimir Putin expresaba sus preocupaciones por los sucesos que estaba sacudiendo a Egipto y que claramente estaban siendo incentivados desde el exterior.

Para 2011 cuando EEUU y sus aliados europeos lograron obtener una resolución de intervención contra Libia, Putin declaró que esa medida resultaba ser una resolución (la nº 1973/11) defectuosa y errónea que atentaba contra la soberanía de un estado soberano. Por su parte, China se abstiene de comentarios mientras la OTAN comienza los bombardeos sobre Libia.

Para 2012 en Siria se registraban ataques que iban creciendo en cantidad e intensidad y Rusia con su base naval en Tartus se mantenía en alerta hasta nuevo aviso. Según algunos analistas en Washington, esperaban que Moscú ordenara el desmantelamiento de la base y la salida de las unidades navales hacia Rusia. Para sorpresa de la OTAN, los rusos no se iban. Esto hizo que Turquía –aliado en los planes de Washington- dudara en involucrarse directamente desde el norte y las deliberaciones entre Washington, Londres y Paris se acrecentaron. A partir de allí comenzaría la pulseada silenciosa y sin pausa entre la diplomacia rusa y de la OTAN.

Desde mediados del 2013 con la afinación de un nuevo sistema de defensa anti misiles contra amenazas exteriores y la puesta a punto de la flota con una creciente actividad conjunta con una China más lanzada a participar en la política exterior, Rusia fue tomando fuerza no solo en el campo militar, sino también en el campo de la geopolítica y la diplomacia llegando a restaurar el peso propio de sus posturas ante el concierto mundial. Y no solo las palabras bastaron para ello; con varios y muy significativos incidentes entre los avanzados aviones de combate rusos y la flota estadounidense desplegada en el Mediterráneo y el Mar Negro, Moscú probaba que a las palabras tenían con que respaldarlas.

La situación de Ucrania desde el 2014 y la frustración de los planes de la OTAN sobre Crimea, causó revuelo y mucha rabia entre los estrategas estadounidenses que además de ver como la farsa de la “revolución del Maidan” no concretaba los planes de instaurar una base en la entrada a la Federación rusa, no lograba establecer un gobierno títere estable. A la par de esto, los avances de la marina rusa en el desarrollo de nuevos y más eficaces misiles navales, ponían a raya a los buques de la OTAN que pretendían intimidar a la Federación.

Con la innegable influencia de Moscú y Beijín en el asunto de Siria por frenar las iniciativas belicistas de Washington en el Consejo de Seguridad, llevó a que se incrementaran las tácticas sucias y no convencionales disfrazadas bajo el telón negro del “Islamic State”.

En resumen, lo que más preocupa a Washington y sus aliados es la implementación de la política de multipolaridad en las relaciones internacionales, incentivando al rechazo de la unilateralidad estadounidense y el desarrollo independiente de los países, algo que –siguiendo a lo propuesto por Chávez- es fomentado por Rusia y esta prendiendo peligrosamente en varias regiones del mundo en especial, en Latinoamérica.