9/3/15

1990 - Argentina en la Guerra del Golfo




Guillermo Cormick, ex jefe de propulsión y control de Incendio de la corbeta Spiro, cuenta su experiencia durante los casi ocho meses en que tropas argentinas participaron de una fuerza multinacional contra Irak encabezada por los Estados Unidos.






El destructor Almirante Brown fue una pieza clave en las operaciones "del desierto".


“Ningún militar quiere estar en guerra, a uno le ordenan estar en ese lugar”, afirma Guillermo Cormick, jefe de propulsión y control de la corbeta Spiro, que entre 1990 y 1991 intervino, junto al destructor Almirante Brown, en la Guerra del Golfo Pérsico. Las naves argentinas formaron parte de una fuerza de coalición de las Naciones Unidas -compuesta por 34 países y liderada por Estados Unidos- en respuesta a la invasión y anexión de Kuwait por parte de Irak.



El polémico envío de medios y tropas navales fue decisión del entonces presidente Carlos Menem, que el 18 de septiembre de 1990, en su carácter de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, ordenó el alistamiento para participar del bloqueo económico a Irak en el marco de la operación "Escudo del desierto".



Los barcos partieron el día 25 de septiembre 1990 y tardaron aproximadamente un mes en encontrarse con las tropas aliadas, ya que en una de las paradas debieron reparar un cañón roto hacía dos meses. Por entonces Cormick tenía 32 años y, al enterarse de que debía ir a la guerra, tuvo “sensaciones encontradas”. Si bien era su deber, para lo que se había preparado toda su vida, en Argentina dejaba a su esposa embarazada de seis meses. "Lo tomé como una obligación. Por un lado sentí incertidumbre y un temor lógico, pero como profesional que soy también sentí que tenía que estar allí”.



Al llegar a las proximidades del Golfo Pérsico, las naves se separaron porque les fueron asignadas distintas áreas de patrulla. A la tripulación de la corbeta Spiro le tocó una zona donde debía inspeccionar todos los barcos que ingresaban y, en caso de que fuera necesario, también abordarlos.



El patrullaje fue permanente y duró dos meses, hasta que el "Escudo del desierto" dio paso a la etapa "Tormenta del Desierto". En ese momento a la Spiro se le ordenó el ingreso al Golfo junto al destructor Brown para formar una fuerza logística. Su tarea consistió en escoltar a los buques que transportaban combustible hacia la costa de Kuwait.



Cormick cuenta que se sintió “maravillado por la tecnología de punta” de las fuerzas aliadas y hace énfasis en la “gran cantidad de armamento” que tenía Estados Unidos. Aclara que los argentinos contaron con sus propias armas para escoltar a los buques de carga que entregaban insumos a los que combatían, y remarca que debían protegerlos “porque el Golfo estaba lleno de minas anti-buques”.



Durante el conflicto Cormick tuvo contacto con oficiales de otros países aliados, incluido Gran Bretaña, con el que Argentina había estado en guerra ocho años antes por las Islas Malvinas. “Yo sé que es difícil de entender para el común de la gente, pero no se trata de algo sanguíneo sino de algo netamente profesional. No hubo situaciones complicadas. Yo inclusive me seguí tratando con algunos de ellos”, explica.



En abril de 1991, tras el triunfo aliado, las tropas nacionales regresaron a casa y Cormick pudo finalmente conocer a su hijo. “Estuvimos en constante contacto telefónico con nuestras familias, pero claro que no es lo mismo. Fue un gran esfuerzo, una experiencia que cada uno capitaliza para lo que le toca vivir después.”

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