22/1/21

RESOLUCIONES EMGA Nº 155/96 Y 328/13

 

CTE. CONTRAALMIRANTE (R) CALOS TEMPERONI JUNTO AL EMBAJADOR DE KUWAIT




ENTREGA DE DIPLOMAS



ENTREGA DE DIPLOMAS Y MEDALLAS (C/G) CRISIS DE GUERRA

Entregaron diplomas e identificador a participantes de la Operación Alfil I y Alfil II
26-9-2014 | 

El identificador metálico tiene la leyenda “Golfo Pérsico C/G” de la distinción Operaciones Internacionales, en reemplazo del otorgado oportunamente.

Puerto Belgrano - Esta mañana, a bordo del destructor ARA “Almirante Brown”, se llevó a cabo la entrega de los nuevos identificadores metálicos y diploma correspondiente a los participantes de los Operativos Alfil I y Alfil II.

La ceremonia fue presidida por el comandante de la Flota de Mar, contralmirante Juan Carlos Temperoni, junto al secretario general de la Armada, contralmirante VGM Pedro Leonardo Bassi.

Por resolución 155/96 se pusieron en vigor las condecoraciones y distinciones relacionadas con operaciones navales y con hechos o conductas personales de mérito extraordinario.

La distinción Operaciones Internacionales creada por dicha resolución es concedida a las fuerzas, unidades y dotaciones, incluyendo personal civil, bajo control operativo de fuerzas de la Armada y, eventualmente, al Comando Operacional Superior por participar –por el tiempo de una campaña– en misiones operativas, formando parte de fuerzas asignadas a la intervención en situaciones de guerra, crisis internacional o en los diferentes tipos de operaciones de paz. Dicha distinción, en su normativa vigente, no plasma estas distinciones.

Por lo tanto, por resolución 328/13 del jefe del Estado Mayor General de la Armada, almirante Gastón Fernando Erice, se incorporó en la leyenda de los identificadores metálicos de la distinción Operaciones Internacionales –establecida por resolución EMGA 155/96– a continuación del nombre de la campaña realizada las siglas C/G (Crisis Guerra) o M/P (Misiones de Paz).

Al personal que participó de la Operación Alfil I y Alfil II se le otorgó el identificador metálico con la leyenda “Golfo Pérsico C/G” de la distinción Operaciones Internacionales, en reemplazo del otorgado oportunamente.

Luego de entonar el Himno Nacional, ejecutado por la Banda de Música de la Base Naval Puerto Belgrano, se procedió a la entrega de los diplomas al personal en actividad destinado en la zona naval Puerto Belgrano, Baterías y Espora que haya participado en los Operativos Alfil I y Alfil II; así como también retirados y familiares del personal militar fallecido.

Entregaron los diplomas el comandante de la Flota de Mar, contralmirante Juan Carlos Temperoni; el comandante de la División de Destructores, capitán de navío Zenón Nicolás Bolino; y los comandantes del destructor ARA “Almirante Brown”, capitán de fragata Jorge Raimondo; del destructor ARA “Heroína”, capitán de fragata Marcelo Paternostro; del logístico ARA “Patagonia”, capitán de fragata Gustavo Principi; del transporte rápido multipropósito ARA “Hércules”, capitán de fragata Eduardo Mayol; y de la corbeta ARA “Espora”, capitán de fragata Juan Martín Salaverri.

El Operativo Alfil es la participación de la Armada Argentina en la ejecución de las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas contra Irak en 1990, en el marco de la Operación Escudo del Desierto.

Las dos primeras unidades argentinas destacadas fueron el destructor ARA “Almirante Brown” y la corbeta ARA “Spiro”, más dos helicópteros Alouette III. En tanto que el segundo grupo estuvo compuesto por la corbeta ARA “Rosales” y el transporte ARA “Bahía San Blas”.

1990/1991, GOLFO PERSICO, OTRO MUNDO








Incendio de pozos de petróleo, así dejo SADDAN HUSEIN.


Hace 30 años, Saddam Hussein hacía lo que en el Río de la Plata llamamos “una de más”. Su orden de invadir Kuwait, entonces un proveedor importante de petróleo a los EE.UU. atrajo hacia Irak la condena de la comunidad internacional y la furia de los EE.UU. Lo que vino después, tras cinco meses de tratativas diplomáticas y un desplazamiento de medios militares que exhibió todo el músculo imperial de EE.UU., fue un largo período de penurias económicas indecibles para un pueblo iraquí que igual seguiría bajo la tiranía, sobreviviente impertérrita de la humillación de su líder en el campo de batalla.


En más de un sentido, todo lo que ocurrió después de la invasión de Kuwait ocurrió en otro mundo. En 1990, EE.UU. asistía a la desintegración del bloque soviético y a la evaporación de la única amenaza existencial que había tenido ante sí desde el fin de la II Guerra Mundial. El comentarista neoconservador Charles Krauthammer se solazaba bautizando el “momento unipolar”. George H. W. Bush mantenía en alto la antorcha de Ronald Reagan y confiaba en hilar un inédito cuarto mandato presidencial consecutivo del Partido Republicano. No todas las cosas (si acaso alguna) resultarían como los actores de ese momento de optimismo lo imaginaban. Una cosa, sí, era segura: no había modo de que EE.UU. perdiera cualquier guerra convencional que se propusiera o que (si hubiera alguien suficientemente temerario) le propusieran.

En 1990, la amenaza a la provisión estable de petróleo justificaba una guerra. Kuwait era un proveedor importante, pero mucho más importante era eliminar prontamente la amenaza que un Irak invasor proyectaba sobre el principal exportador de petróleo hacia EE.UU. en ese momento, Arabia Saudita. A pesar de que sobrevive como explicación zombi de toda acción bélica de ese país hasta nuestros días, la primera guerra del Golfo Pérsico sería la última guerra de EE.UU. por el petróleo. 

Si hace 30 años le era imposible cerrar su ecuación energética sin proveedores estables y seguros del Medio Oriente, hoy recibe el 60% de sus importaciones de crudo de dos países con los que no tiene ninguna hipótesis de conflicto: México y Canadá. Más aún, la suma de los únicos tres países de Medio Oriente que están entre los primeros 15 países de los que importa crudo le provee un cuarto de los barriles que compra en Canadá. 

Eso, sin contar el boom productivo de la explotación por fractura hidráulica, que hoy le permite a EE.UU. exportar petróleo y derivados. El país, que más que duplicó su producto interno bruto desde 1990, sólo importó un 20% más de crudo en 2019 de lo que había importado aquel año.

También contemplamos otro mundo al ver que en medio de ese contexto de apogeo relativo de su poder, en 1990, EE.UU. buscó evitar la guerra y conseguir la aprobación de la Organización de las Naciones Unidas para que, llegado el caso, el uso de la fuerza se ajustara al derecho internacional. El Consejo de Seguridad aprobó una seguidilla de resoluciones exigiendo la retirada de las tropas iraquíes, todas con el apoyo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (otra entidad de otro mundo) y de China. 

Entre los 15 miembros del Consejo, sólo Cuba y Yemen disintieron con algunos votos contrarios o abstenciones, siempre en un curioso tándem con inercia de la Guerra Fría.

 El crescendo en el Consejo culminó en la Resolución 678, que autorizó enfrentar la violación iraquí del derecho internacional con “todos los medios necesarios”. La URSS apoyó con su voto, China se abstuvo. 

La fundamentación y la legitimación de la acción bélica, respetando los principios de la Carta de la ONU quedarían como una foto sepia cuando el hijo presidente de George H. W. Bush decidiera, en 2003, invadir Irak con falsos pretextos, con el Secretario de Estado Colin Powell mintiendo frente al Consejo de Seguridad y violando la Carta sin encogerse de hombros.

Ante Saddam, EE.UU. sacó a relucir el “realismo ofensivo”. Bajo ese precepto de John J. Mearsheimer, toda potencia busca necesariamente la hegemonía y no meramente la estabilidad como medio para garantizar su propia seguridad. 

Como buen realista, Bush padre buscaba derrotar decisivamente a Irak, pero resultó agnóstico respecto de la tiranía de Saddam: puso en su lugar a un estado sin preocuparse por el régimen que imperaba dentro de él. 

No era ya la Guerra Fría, con sus fronteras ideológicas dentro de cada estado, justificación para derrocar a Salvador Allende en Chile. Y no era todavía el mundo neocon de George Dubya Bush, cuyo objetivo central en 2003 sería el cambio de régimen y la exportación bélica de la democracia a Bagdad.

Otro mundo, por cierto, para la Argentina, que participaría de la “coalición de los dispuestos” liderada por EE.UU., en el clímax de la política exterior menemista de alineamiento incondicional.

Constatar, por último, que -aunque lo ha querido e intentado- EE.UU. no ha podido retirar todas sus tropas. Supe potente, pero no omnipotente, sigue viendo cómo, 30 años después, su horizonte de seguridad siempre está dos pasos más allá.

A 30 AÑOS DE LA INVASION DE KUWAIT, LAS SECUELAS DE LA GUERA DEL GOLFO GOLPEAN AUN A IRAK



Luego de que Saddam Hussein invadiera Kuwait, el 2 de agosto de 1990, y luego fuera derrotado por una coalición liderada por Estados Unidos, la situación nunca volvió a ser la misma en el Golfo Pérsico.



La proa del portaaviones USS America se cierne sobre las dunas de arena a lo largo del Canal de Suez, el 15 de enero de 1991.

La guerra devastó a Irak y desestabilizó esa delicada zona petrolera de Medio Oriente.

Luego de que Saddam Hussein invadiera Kuwait hace 30 años, el 2 de agosto de 1990, y posteriormente fuera derrotado por una coalición internacional liderada por Estados Unidos, la situación nunca volvió a ser la misma en el Golfo Pérsico, ya que la guerra devastó a Irak y desestabilizó esa delicada zona petrolera de Medio Oriente.

Aquella contienda bélica no solo empobreció a los iraquíes, sino que derivó en la invasión estadounidense de Irak, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 (11-S), encabezada en marzo de 2003 por el Gobierno del expresidente George W. Bush.

El 31 de agosto de 2010, veinte años después de esas dos guerras, el ex mandatario Barack Obama anunció la retirada definitiva de las tropas norteamericanas que habían ocupado el país.

Hussein creyó que su ejército, que había sido apoyado por Estados Unidos en la guerra contra Irán, entre 1980 y 1988, podía conquistar fácilmente a ese pequeño emirato petrolero, cuyo Gobierno había sido derrocado por un grupo de oficiales.

Efectivamente, la invasión terminó el 4 de agosto de 1990, dos días después de iniciarse el ataque por la Guardia Revolucionaria iraquí, pero la ocupación de Kuwait se prolongó durante siete meses.

Antes de la invasión de Kuwait, Hussein era bien visto por Estados Unidos, país que había provisto al Presidente iraquí de recursos químicos y armamento para luchar contra los iraníes.

Hussein invadió Kuwait luego de acusar a ese pequeño país y a Emiratos Árabes Unidos (EAU) de haber incrementado su producción de petróleo a bajos precios, reduciendo los ingresos y causando daños en la economía iraquí, según informes de prensa.

Históricamente Irak mantuvo varias polémicas con Kuwait. Los sucesivos gobiernos iraquíes desde que se fundó el estado en 1923, habían rechazado aceptar las fronteras establecidas por el Imperio Británico, tras firmarse la Convención Anglo-otomana de 1913.

Pero, según algunos analistas, había otro motivo: Hussein quería controlar el petróleo de toda la zona.

El expresidente estadounidense George H. Bush condenó la invasión de Kuwait y el 6 de agosto de 1990, las Naciones Unidas establecieron las primeras sanciones económicas contra el Gobierno iraquí.

De todos modos, Hussein buscó un acuerdo que hubiera permitido controlar la mitad de Kuwait, pero Bush rechazó la propuesta y pidió la completa retirada del emirato petrolero.

El 17 de enero de 1991, una coalición internacional formada por 34 países inició la operación "Tormenta del Desierto", que se convirtió luego en la Guerra del Golfo Pérsico.

Tales determinaciones fueron consecuencia de la invasión por parte de las tropas iraquíes de Saddam Hussein al Emirato de Kuwait el 2 de agosto de 1990, anexando este país a su territorio.

Argentina, que en ese momento era gobernada por Carlos Menem, participó del conflicto con un destructor, y una  corbetas y dos helicópteros de la Armada Argentina que se sumaron al Operativo Alfil, participación que tuvo un fuerte rechazo popular y que tras el conflicto le valió el reconocimiento como Aliado Extra-OTAN.

Antes de que Hussein retirara sus tropas de Kuwait, mientras los pozos petroleros ardían a su paso, murieron entre 25.000 y 30.000 soldados iraquíes, según informes de prensa.

Los kuwaitíes sufrieron "daños físicos y psicológicos" durante la ocupación iraquí, de acuerdo a estudido médico difundidos por la universidad estadounidense de Harvard.

Años después, el gobierno del expresidente George W. Bush, hijo de George H. Bush, incluyó a Irak en el llamado "Eje del mal", junto a Irán y Corea del Norte.

Bush sostenía que Irak tenía "armas de destrucción masiva", que jamás fueron encontradas por las tropas estadounidense que invadieron territorio iraquí en 2003.

El 9 de abril de ese mismo año, las fuerzas estadounidenses conquistaron la capital iraquí, y ocho meses más tarde Hussein fue capturado en un escondite subterráneo de Al Daour, cerca de su Veraudad natal de Tikrit, al noroeste de Bagdad.

"Soy Saddam Husein; soy el presidente de Irak y quiero negociar", dijo en inglés a los soldados estadounidenses.

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas impuso a Irak una serie de compensaciones económicas para individuos, compañías y gobiernos afectados por la destrucción de los pozos petroleros en Kuwait, mediante el 5% de la venta de sus productos de petróleo.

El total de la reparación de los daños de guerra era de 52.400 millones atribuidos a un centenar de gobiernos y organizaciones internacionales, según la comisión de compensación de la ONU.

El 30 de diciembre de 2006, el expresidente iraquí, vestido de negro, rechazando la capucha del verdugo, moría ahorcado en Bagdad luego de ser juzgado por crímenes de lesa humanidad, por su responsabilidad en la muerte y torturas de 145 iraquíes chiitas en 1982.

Detrás de écampista Veral quedaba la leyenda del hombre que, al igual de otros líderes de Medio Oriente, fue primero aliado y luego se convirtió en enemigo acérrimo de Estados Unidos.

17/1/21

“29 YEARS A GO”



Casí treinta años después de la campaña naval al Golfo Pérsico, uno de sus protagonistas argentinos nos cuenta las intimidades de las horas previas al inicio de la guerra.

LOS OFICIALES, DE LA ARMADA Y EL PODER LEGISLATIVO, QUE ALGUNOS YA NO ESTAN EN ESTE MUNDO, NO NOS INFORMARON QUE IBAMOS A UNA GUERRA POR LO TANTO, TODAVIA ESTOY ESPERANDO Y ROGANDO QUE MENEM Y CAVALLO QUE NO SE MUERAN Y DEN ALGUN INDICIO DE LO QUE CERRARON. POR QUE NO FUE MANDATO DE NN.UU NI HABIAN NINGUN INDICIO DE PAZ.







Así como lo dice el titulo de éste artículo, pasó ese tiempo de aquella intervención naval de la Argentina en la crisis y posterior guerra del Golfo Pérsico de 1991 y pese al tiempo transcurrido no hay avances de parte de su gobierno sobre alguna determinación por reconocer los méritos de los miembros del Grupo “ALFIL 1”. Pero esto es algo que no sorprende si vemos como se han manejado otros temas de trascendencia en los que la responsabilidad estatal se ha visto involucrada.

Casi treinta años de aquella campaña naval que representó para el país y para la Armada en particular una experiencia extraordinaria en lo que hizo a una de las operaciones militares más complejas de finales del siglo XX. Pero aunque la historia que ha documentado aquella crisis (nacida por la invasión de Iraq a Kuwait) que terminó en una guerra abierta entre Iraq y una Coalición de treinta y un países liderada por los EEUU es muy escueta en detallar las reales consecuencias que acarreó para todos los participes, siguen quedando como los mejores documentos los testimonios de sus protagonistas.

Si le preguntásemos al actual gobierno argentino o a una de sus direcciones gubernamentales (incluyendo a la Armada por supuesto) ¿Cuáles fueron las implicaciones y los detalles operativos de aquel entonces?, encontraremos miradas absortas en algunos, explicaciones simplistas en otros un total silencio en otros que demuestran en parte, un absoluto desconocimiento de aquella misión. En parte ello es entendible ya que no podríamos acusar de ignorancia a los nuevos funcionarios y empleados gubernamentales que tenían dos años de edad o incluso no habían nacido cuando se produjeron aquellos eventos. Igualmente (y es de suponer) que por cuestiones de capacidad e idoneidad para ocupar el cargo deberían estar preparados para los puestos que ocupan. Como diría alguien “la ineficaz burocracia en todo su esplendor”.

Pero las vivencias de los marinos argentinos del grupo (G.T.88) compuesto por la corbeta “ARA Spiro” y el destructor “ARA Almirante Brown” viven en cada uno de ellos aún, cuando la mayoría las calle por ese estúpido temor reverencial que muchos se ellos siguen albergando hacia una superioridad que ya no existe. Incluso ya varios han dejado este mundo sin haber plasmado sus testimonios de aquellas jornadas.

¿Dónde estaba el grupo “ALFIL 1” en aquel día “D” que dio comienzo a las hostilidades? La respuesta del gobierno que se apega a la historia escrita por los documentalistas norteamericanos dirá que las unidades navales del grupo se hallaban operando en cumplimiento de un mandato que impuso sanciones económicas a la república de Iraq determinadas por resoluciones de Naciones Unidas. Hoy sabemos que ello fue una falacia ya que, no existió ningún mandato de la organización y aquellas resoluciones nunca fueron obligatorias para los países miembros, en especial para la Argentina que ingreso a la Coalición por un estricto interés político.

Igualmente eso fue lo que se le vendió al personal militar interviente y a la opinión pública en general.

Pero así estaban las cosas por ese entonces. Una década se inauguraba y con ella nuevas circunstancias geopolíticas se avizoraban en el horizonte y con ellas, las consecuencias para el futuro. La URSS se derrumbaba y los EEUU no tardarían en clamar por la necesidad de un Nuevo Orden Mundial que casualmente, fue oficialmente inaugurado por George H. Bush tras esta guerra. Pero las vivencias en primera persona de quienes participaron en la “crisis y guerra” en el golfo siguen siendo irremplazables para conocer que fue lo que sucedió realmente.

Así nos lo comenta uno de ellos en un mail llegado a mi oficina el 8 de enero pasado en cual nos cuenta: “Unos días antes de que se desatara el conflicto, se caraterizaron por intensos movimientos y operativos militares en toda el área que se podían advertir con los desplazamientos de los buques de ataque norteamericanos, británicos y franceses que pasaban por el Golfo de Omán en dirección al norte. Otro indicio era el nerviosismo que flotaba en el aire y que se palpaba en la rigidez de los oficiales a cargo de la misión. 

También lo fue el estar constantemente checkeando el funcionamiento de los cañones automáticos, el sistema de “Chaf” antimisiles y el armamento de abordo. En esos momentos lo que se sabía de lo que estaba ocurriendo en las tratativas que se llevaban en Naciones Unidas por distender la situación, era lo que CNN y sus repetidoras publicaban por TV, es decir nunca supimos lo que realmente ocurría”.

Nos queda claro que nuestro camarada a se hallaba junto a sus compañeros operando en el Golfo de Omán, que se hallaba a cargo del ARCENT que dependía en ultima instancia del CENTCOM el cual era para ellos el “Comando Operacional Superior” (Resoluciones EMGA n° 155/96 y 328/13). Y nos continuó relatando:

“Los estadounidenses y sus socios mostraban la seguridad de que habría guerra. Las municiones y el combustible ingresaban a granel algo que llevaba a dicha conclusión. Quienes estaban operando en donde nosotros estábamos eran los del Cuerpo de Ingenieros de la Armada (U.S. Army Corps of Engineers) quienes bajo el SUPCOM (Abastecimientos subordinado al CENTCOM) proveerían el apoyo logístico y soluciones técnicas a las unidades de batalla. Un dato que jamás supimos era que estos mismos tipos habían estado aquí mismo participando en el mes de noviembre de 1989 en unos ejercicios conjuntos denominados “OPLAN 1002-90” que se mejorarían para julio de 1990 mediante otro ejercicio informático, una simulación en computadora denominada “INTERNAL LOOK-90” que casualmente tuvieron como hipotésis de conflicto, defender al reino de Arabia Saudita de una supuesta invasión por parte de Iraq”.

“Todo eso obviamente era ignorado por quienes cumplíamos ordenes y (viéndolo a la distancia) no me quedan dudas de que incluso que ni siquiera el gobierno de Menem y Caballo estaba al tanto de estas circunstancias, por lo pronto nosotros cumplimos con nuestras tareas”.

El destructor que había perdido uno de sus helicópteros “Aluette” en maniobras sobre el Mar Rojo allá por octubre de 1990, debía ser reemplazado por otro que llegaría por un transporte aéreo desde Buenos Aires. Sobre esto nos relata diciendo: 

“La fecha límite del ultimátum de las 00hs del 16 de enero estaba próxima y era imperioso reponer uno de los “Aluette”a su llegada. Sin ese aparato, las tareas del grupo podrían haberse visto seriamente limitadas comprometiendo incluso la seguridad del grupo. Por suerte el día 14 de enero los aeronáuticos “la Brown” fueron a recibir al avión Hercules C-130 de la Fuerza Aérea que llegó al Aeropuerto de “Fuyeira” (Emiratos Árabes Unidos) trayendo el helicóptero de repuesto; eso nos levantó el ánimo”.

“Recuerdo que el tiempo estaba inestable y solo unos días antes tuvimos fuertes tormentas que de haber continuado habrían retrasado llegada del avión e incluso el inicio de las operaciones. Una vez que embarcaron el Aluette “3H115”, los mecánicos lo acondicionaron para que estuviera listo para comenzar sus salidas”.

“Me acuerdo que fue un jueves. Como voy a olvidarlo. El día 16 de enero fue el último de un periodo de expectativas e incertidumbre y quienes pudieron bajar a tierra para estirar las piernas antes de zarpar lo hicieron. Yo no pude bajar así que no me quedo otra que revisar el equipo. Las comunicaciones se volvieron más constantes y las instrucciones para nuestro grupo caían como catarata, el momento se acercaba y la tensión aumentaba. La presión se hacía sentir con cada hora que pasaba”.

“La noche llego y nos aprestábamos para lo peor. En la madrugada del 17 de enero, cerca de las 2.30 hs algunos helicópteros volando en cercanías del puerto donde estábamos me movilizaron a prenderme un pucho y esperar el relevo. La hora clave se acercaba y con ella el silencio de una falsa calma se fue haciendo cada vez más imperante. Así fue hasta que somos informados de que han comenzado las operaciones de interferencia electrónica de las comunicaciones en toda la zona con la finalidad de anular los sistemas de defensa antiaérea y de mando y control iraquíes. Tan potentes fueron las interferencias electromagnéticas que nuestras propias comunicaciones abordo estuvieron inhabilitadas hasta un tiempo después del inicio de los ataques aéreos”.

Y así fue. En medio de excitación, nervios y mucha incertidumbre tomamos conocimiento que a las 0400hs de la madrugada del 17 de enero daba inicio a la Operación Tormenta del Desierto. Los leves truenos que se escuchaban a lo lejos eran los misiles “TomaHawk” que comenzaron a ser lanzados desde los buques en el horizonte dejando el rastro de humo blancuzco detrás. 




Me di cuenta que la paz se había terminado y de ahora en adelante estábamos en medio de una guerra. Inmediatamente comenzamos con nuestras tareas de apresto para iniciar nuestra parte en las operaciones para lo cual, cada sección debía estar alerta en los objetivos asignados. Las órdenes fueron zarpar y establecernos en las aguas próximas a “Fuyeira” para iniciar las operaciones de aseguramiento de la zona. Todo podía pasar y no queríamos ser sorprendidos. Y fue así que salimos del puerto a las 10:30hs de ese mismo 17 de enero y cumpliendo con el entrenamiento para combate nos fondeamos en las aguas próximas”.




Desde ese momento las salidas de aviones desde los portaaviones yankis, especialmente el “USS Midway” se hicieron incesantes. Con el pasar de los días fuimos avanzando y adentrándonos en las aguas del Golfo Pérsico donde llevábamos adelante las misiones de escolta y vigilancia de los convoyes logísticos que iban ingresando al Teatro de operaciones algo que nos puso en la mira de cualquier potencial ataque enemigo o de tropezar con algunas de sus minas”.

ARGENTINA Y SU PARTICIPACIÓN BÉLICA EN LA HISTORIA MUNDIAL





ARGENTINA Y SU PARTICIPACIÓN BÉLICA


Ene 15, 1991




Ya se cumplirán 30 años del ataque de tropas de varias naciones, encabezadas por la marina y el ejército de Estados Unidos, contra Irak. El 17 de enero de 1991, tras haber expirado el ultimátum de la ONU al presidente de Irak, Sadam Husein, para la retirada de sus tropas de Kuwait, la fuerza multinacional dirigida por Estados Unidos atacó objetivos en Irak y Kuwait. Argentina participó activamente en la llamada guerra del Golfo, enviando, a la zona de conflicto, al destructor Almirante Brown y a la corbeta Spiro. Carlos Menem era por entonces el presidente, y Erman Gonzalez el Ministro de Defensa.


No fue la primera vez que Argentina sumó tropas propias como parte de una acción conjunta internacional. No es éste un tema menor. Por detrás de los hechos, se dibuja siempre una mirada que le permite a los gobiernos fijar posiciones en relación a su ubicación en el mapa geopolítico mundial. Nos proponemos en este informe repasar las decisiones que asumió Argentina en distintos períodos frente a situaciones similares.

Antecedentes

En Julio de 1944 ciento sesenta mil soldados aliados lograron desembarcar en Normandía abriendo brechas en la defensa alemana. Fue una acción sorpresiva para el enemigo, que les permitió llegar a París y liberar a Francia después de 4 años de ocupación nazi. La histórica batalla terminaría sellando el resultado de aquella contienda. Seis meses más tarde, en febrero de 1945 Roosevelt, Churchill y Stalin se reunieron en Yalta, para definir las bases del nuevo orden político mundial. Los máximos responsables de las tres potencias se distribuyeron la geopolítica del planeta, cuando aún no había finalizado la guerra. Se sentían seguros del triunfo, daban como un hecho la capitulación de las naciones del eje. Después del encuentro en Yalta todo se precipitó. 

Se sumaron nuevas derrotas en el campo de batalla y las naciones del eje comenzaron a quedar aisladas y acorraladas. El 28 de abril Benito Musolini fue atrapado por los partisanos italianos cuando intentaba huir del avance aliado. Mussolini y su esposa, Claretta Petacci, fueron ejecutados en Lago de Como. Sus cuerpos se expusieron, colgados de los tobillos, en una plaza de Milan. Dos días más tarde, el 30 de abril, se suicidó Adolf Hitler, y el 7 de mayo de 1945 los generales del Tercer Reih se rindieron. Recien el 14 de agosto lo haría el emperador Hiroito de Japón, después que dos populosas ciudades japonesas, Hiroshimas y Nagasaky, soportaran el estallido de bombas atómicas.

La primera lanzada desde un bombardeo norteamericano el B29, bautizado como el Enola Gay, cayó en Hiroschima el 6 de agosto. Dos días más tarde Rusía le declaró la guerra a Japón e invadió Manchuria para sellar definitivamente, la suerte del imperio japonés. Al finalizar la guerra quedaba claro quiénes serían las naciones dominantes en las próximas décadas, las que impondrían modelos económicos y sociales. Las que se atribuirían el poder de policía internacional, las que convalidarían, o no, la legitimidad de gobiernos en todo el mundo, por encima de sus características dictatoriales o democráticas.

En Yalta las potencias acordaron un modelo de organización dominante. Crearon Naciones Unidas, como un único foro internacional destinado a debatir los conflictos entre naciones, y también aprobaron la creación del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Dos organismos financieros surgidos con el pretexto de ayudar a financiar la reconstrucción de las naciones en guerra, pero cuyo verdadero objetivo fue regular la económicas mundial en beneficio de los intereses de las naciones dominantes.

En el tercer milenio, setenta y cuatro años después de concluida la segunda gran guerra, se aprecia con indisimulable claridad el éxito de aquel proyecto. La ONU no pudo frenar la invasión a Irak, y el FMI, junto al Banco Mundial, son quienes marcan el rumbo económico internacional, y el endeudamiento de las naciones más postergadas.

Las normas y reglamentos que rigen la ONU, son funcionales a los intereses de las naciones poderosas que dominan al organismo. Su Consejo de Seguridad está integrado por 11 miembros, de los cuales cinco son permanentes: China, Francia, EEUU, Gran Bretaña y Rusia. Los otros seis integrantes son rotativos y no tienen voto en muchas medidas trascendentales. Por ejemplo, el consejo de seguridad de la ONU posee la autoridad para forzar una intervención armada, siempre que tenga el voto unánime de los 5 miembros permanentes. Estas reglas se desmoronaron en marzo de 2003 cuando EEUU decidió, en forma unilateral, atacar Irak sin la aprobación del Consejo de las Naciones Unidas.

Las naciones con mayor poder condicionan el funcionamiento de Naciones Unidas. En 1949, tres años después de su creación, doce países occidentales, inquietos ante la posibilidad de una nueva guerra a escala mundial, firmaron un pacto para constituir la mayor sociedad militar del mundo. Así nació la OTAN, la organización del Tratado del Atlántico Norte, que comprometía a los países miembros a asumir como propia cualquier agresión a uno de sus integrantes. Fue el comienzo de una época signada por la guerra fría que enfrentaba al bloque soviético con las naciones de la OTAN. ¿Que protagonismo asumió nuestro país en este proceso de reordenamiento político mundial, después de la segunda gran guerra?

Argentina se mantuvo neutral en el conflicto hasta marzo de 1945 cuando le declaró la guerra a las naciones del eje. Decisión tomada, aunque sin movilización de tropas, por el presidente Edelmiro Farrel y su Ministro de Guerra, Juan Domingo Perón. Aquella decisión ubicó a nuestro país como una de las 51 naciones integrantes de la primera sesión de la ONU, que se realizó el 10 de enero de 1946 en Londres. Allí, logró sostener el principio de no intervención, aunque la aceptó cuando la decisión era tomada por el Consejo de Seguridad de la ONU. Eso sucedió en Corea entre 1950 y 1953. En esos tres años de batallas interminables, murieron en la nación asiática, más de 4 millones de personas. Fue el gobierno de Arturo Frondizi el que envió, por primera vez, en 1958, un contingente militar argentino en carácter de observador. Fue una misión de paz al Líbano, integrada por militares que viajaron sin uniforme de combate. En 1960, Frondizi envío a África aviadores de la Fuerza Aérea que transportaron, en aviones DC3, alimentos y elementos de supervivencia al Congo.

En 1962 la guerra fría llegó a su punto más alto de confrontación. Se estuvo a muy poco de iniciar una tercera guerra mundial cuando se desencadenó un hecho conocido como la crisis de los misiles en Cuba. La Unión Soviética había instalado estas armas apuntando hacia Washington como respuesta a un posible ataque norteamericano para derrocar el gobierno de Fidel Castro. 

El presidente argentino, José María Guido, apoyó la posición de su par norteamericano Jhon Kennedy, y despacho hacia el Caribe tres aviones y los destructores Espora y Rosales para que participen del bloqueo a Cuba. La crisis de los misiles se entremezclaba, para alimentar aún más el fuego amenazante de una nueva guerra mundial, con otro estallido bélico producto de la guerra fría: Vietnam Estados Unidos, preocupado por evitar la extensión de las fronteras del comunismo hacia Indochina y Asia, envió una fuerza extraordinaria de 500 mil soldados a la región. La guerra en Vietnam duró trece años. 
Fue el conflicto armado más duradero en que intervino Estados Unidos. Una dimensión de la violencia que sufrió el pueblo vietnamita se puede apreciar con un solo dato. Durante estos años el territorio de Vietnam recibió más bombas que todas las lanzadas durante la segunda guerra mundial. Los portentosos bombarderos B 52 arrojaron las devastadoras e incendiarias NAPALM provocando el exterminio de pueblos enteros.

A pesar del poderío bélico desplegado, las tropas norteamericanas terminaron acorraladas por el ejército de Vietnam del Norte. Fue una derrota inesperada que el gobierno de EEUU sufrió dentro y fuera de sus fronteras. La acción de movimientos pacifistas, más la tragedia hecha relato en los sobrevivientes que retornaban al país, sumadas a las imágenes horrorosas que llegaban de Vietnam, generaron un frente opositor que condicionó la continuidad de la guerra. El 27 de enero de 1973, en París, el Secretario de Estado Norteamericano Henry Kissinger, en nombre del gobierno de Richard Nixon, firmó la rendición.

Argentina, a través de los gobiernos de José María Guido y Arturo Illia, apoyó las acciones norteamericanas en Vietnam. Pero, en 1965 aquel alineamiento con la política exterior de EEUU, desencadenó una crisis profunda en nuestro país. Fue cuando el General Juan Carlos Onganía, por entonces Comandante en Jefe del Ejército, le sugirió al presidente Illia enviar tropas a República Dominicana para forzar una normalización institucional en ese país. El pedido de Onganía generó un debate nacional que incluyó manifestaciones en las calles de Buenos Aires, realizadas por quienes se oponían a la intervención Argentina en Centroamérica.

 Illia, finalmente, no envió tropas, aunque apoyó a EEUU en la creación de una Fuerza Interamericana de Paz que interviniera en dominicana. En 1970, Onganía se dueño del poder institucional tras derrocar a Illia con un golpe de estado y envió observadores militares, por pedido de la OEA, a El Salvador y Honduras para controlar el cese del fuego en la región. Militares argentinos volverían a Centroamérica años más tarde, pero bajo circunstancias bien distintas. Fue entre 1979 y 1982. Lejos de asimilarse a una misión de paz, más de 500 efectivos se instalaron en Honduras y Nicaragua para desarrollar tareas de entrenamiento y ayuda para combatir la guerrilla. Organismos de derechos humanos terminarían denunciando, tiempo después, que los militares argentinos enseñaban métodos de tortura que habían sido aplicados en nuestro país. Eran tiempos que en la casa Rosada estaba el General Leopoldo Fortunato Galtieri, y Nicanor Costa Mendez canciller argentino.

Desde la finalización de la segunda guerra mundial hasta nuestros días, Argentina ha participado en poco más de 25 operaciones militares en el extranjero, 14 de ellas se produjeron en los 10 años que duró el gobierno de Carlos Menem. La presencia de soldados argentinos entre los cascos azules, durante los diez años de Menem, fue un gesto de permanente pleitesía a la política exterior de Estados Unidos. Una adhesión que derivará en graves consecuencias para nuestro país. Para tomar dimensión de lo que representaron aquellas 14 misiones de militares argentinos en el extranjero, durante los años de Menem, es importante repasar algunos números. Nuestro país tenía, en 1994, más de 3.300 soldados, de las tres fuerzas, distribuidos en distintas zonas con conflictos en todo el mundo.

 Los gastos de estos movimientos fueron afrontados por Argentina, a la espera de su reintegro, por parte de la ONU. El sueldo de un oficial en misión en el extranjero oscila entre 2300 y 2700 dólares, según su rango. Un monto que se cobra por encima del que tiene como base. Argentina, además, gastó en 1991, 20 millones de dólares para enviar sus dos naves de guerra al Golfo.

Asumiendo la guerra como un negocio al que había que apostar, Menem aseguraba que tenía la promesa de EEUU, que empresas argentinas participarían de la reconstrucción de Kuwait. No solo no hubo participación de empresas argentinas en la reconstrucción del país invadido por Irak, sino que de los 20 millones de dólares gastados para enviar las naves de guerra al golfo, solo se recuperaron 8 millones. Sin embargo, el peor costado que tuvo la participación abierta de Argentina en la guerra del Golfo no fue el económico. Los atentados a la embajada de Israel, primero, y a la AMIA, más tarde, certificaron que aquella participación argentina en la guerra del Golfo no fue gratuita.

En junio de 2004 un plenario de comisiones del Congreso Nacional aprobó el tratamiento del proyecto del Poder Ejecutivo, para que se autorice el envío de tropas a Haití en el marco de la resolución 1542 de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Fue el pasaporte para 614 militares argentinos que viajaron a Haití para sumarse a una fuerza internacional propiciada por la ONU. Además del personal militar nuestro país enviará 73 vehículos, ambulancias, un buque y un hospital móvil, entre otros pertrechos.

En el debate en el plenario, que unió a integrantes de dos comisiones parlamentarias de la cámara baja, de Relaciones Exteriores y la de Defensa, entregó una amplia y rica batería de conceptos por donde podía transitar la política exterior argentina, en relación a las misiones de paz y las intervenciones militares en otros países. El diputado Jorge Arguello defendió el envío diciendo que se trata de un esfuerzo multilateral para la reconstrucción de Haití, el país más pobre de América. Su par Federico Storani, planteó el riesgo de ser simples guardacostas de los EEUU, en tanto que Marta Mafei propuso enviar socorristas y no militares. El socialista Luis Zamora afirmó que la acción convalidará un gobierno ilegal.

En la actualidad nuestro país ha modificado procedimientos internos para evitar que una decisión trascendente, como es la de enviar militares argentinos a otras naciones en misiones internacionales, quede solo en manos del presidente. La remisión de tropas exige hoy la sanción de una ley en tiempo y forma. En ocasión de la guerra del Golfo el permiso fue aprobado cuando las naves argentinas ya estaban en el Golfo pérsico, en la zona de operaciones y bajo las órdenes de Estados Unidos. Los debates parlamentarios, en aquel entonces, fueron estériles, quedaron como un eco quejoso a acciones del gobierno.

11/1/21

REGION LIBERADA





Qué antecedentes y significancia tiene la penetración de la OTAN en America Latina y su desembarco en Colombia ¿Peligra la soberanía de los estados?





Los últimos acontecimientos que se han registrado en el centro del poder imperial (El Capitolio de los EEUU), demuestran que la lucha por el poder está atomizada a tal punto, que podría dar lugar a nuevos e imprevistos escenarios que debilitarán o al menos retrasaran los planes globalistas de la administración demócrata Biden-Harris.



Dentro de esos lineamientos internacionalistas se halla el definitivo control del Caribe y Sudamérica con especial objetivo a Venezuela, algo que se comprueba con aquel acuerdo firmado en 2013 por el entonces presidente colombiano Juan Manuel Santos que se concretó con el efectivo desembarco de la OTAN a mediados de 2018 y que trajo como inmediatas consecuencias los intentos fallidos por derribar al gobierno de Nicolás Maduro Moros.

Más allá de las increíbles justificaciones del gobierno de Santos para permitir ingresar a la organización atlántica (“como compartir información sobre el crimen organizado y el narcotráfico”), su presencia tiene la finalidad de absorber a la región para evitar que los estados caribeños establezcan relaciones multilaterales libres y amplias con Rusia y China. Y aunque Santos solo obró como la máscara de Washington y sus aliados, la decisión de ingresar a Colombia como un “colaborador” de segunda de la OTAN, se fundó en las determinantes políticas de acercamiento y cooperación entre Caracas y Moscú que fueron impulsadas por el entonces presidente Hugo César Chavez a comienzos del 2000.

Pero la presencia de la OTAN no es nueva en el continente. Desde mediados de 1982 se dieron dos eventos que vislumbrarían el momento oportuno para entrar al continente. En marzo de ese año se llevaron a cabo las primeras maniobras navales de la OTAN en aguas del Golfo de México denominadas Safe Pass 82 bajo la excusa del peligro del “intervencionismo” soviético materializdo en la Cuba Castrista. 

El segundo evento se dio cuando la Argentina perdió la guerra por recuperar las islas Malvinas, Sandwiches y Georgias del sur, Londres vio abierto el camino para fortificar las islas y establecer allí instalaciones con propósitos que excedían la supuesta contención de alguna amenaza de la Argentina. Incluso cabe recordarlo, durante la guerra la OTAN colaboro de forma discreta (proporcionando inteligencia satelital) con Londres para que pudiera sobreponerse a un colapso de su Task Force ante los intrépidos pilotos argentinos.

Sabido es que Gran Bretaña es uno de los miembros de la OTAN y tras el final de aquella guerra tuvo la excusa y oportunidad de ampliar el mapa de influencia y el control estratégico del Atlántico sur. 

Fue de ese modo que la organización instaló una de sus bases estratégicas de inteligencia hemisférica sita en la base aérea de Mount Pleasant. Allí donde funciona la Unidad Conjunta de Comunicaciones -Joint Communications Unit (JCU)- se instaló una antena del Sistema Automatizado de espionaje de alcance global ECHELON que se intercomunica con una red de inteligencia electrónica de la denominada agrupación “Cinco ojos” (compuesta por los servicios de inteligencia de Australia, Canadá, New Zeland, Reino Unido y los EEUU) que cubre todo el hemisferio.

Como antecedente del alcance y misión de este sistema de espionaje electrónico masivo fue el escándalo que se registro por finales de la década de los ochentas (1988) cuando se reveló por un artículo publicado por el investigador Duncan Campbell, que los gobiernos anglosajones espiaban de forma indiscriminada y sin objetivos clarosa todos sus ciudadanos sin permiso alguno. Aquello causó una oleada de indignación popular en la Unión Europea que fue convenientemente morigerada por los medios estadounidenses.

A cargo de estas actividades invasivas estaban (y siguen estando) la inteligencia electrónica de Government Communications Headquarters (GCHQ) británico y sus colegas estadounidenses de la National Security Agency (NSA) quienes mantienen junto a las Malvinas un estratégico eje de redes de escucha con bases en las islas de Ascensión en el Atlántico y Diego García en el Indico que entre otras funcionalidades tuvo la de ser parte en las operaciones para la invasión de Afganistán en noviembre de 2001 de Iraq en marzo de 2003.

Durante años las actividades de la organización se vieron encubiertas por la desinformación y la ridiculización que impulsaban desde Londres y que los medios acataban al pie de la letra. 

Las informaciones oficiales y los trascendidos era que solo había un destacamento militar británico para garantizar la seguridad de las islas ante otro posible intento argentino. En tanto, desde las instalaciones de Mount Pleasant y en coordinación de la Navy Intelligence Division (NID) se llevaron adelante operaciones de interceptación y escucha de las comunicaciones del continente sin que las autoridades civiles y militares argentinas se dieran cuenta de ello.

Cuando el gobierno de Carlos Menem decidió en 1990 alinearse a la aventura en el Golfo Pérsico que desemboco en la calamitosa guerra contra Iraq, se suponía que la Argentina pasaría a ser considerada como un socio extra OTAN, algo que jamás ocurrió. 

Tal como lo fueron los argumentos para involucrar a su país en aquella contienda, las expectativas de Buenos Aires de convertirse en parte de la Alianza atlántica por esta participación dejo entrever la candidez política y credulidad de aquel gobierno. Incluso esa pretensión no era posible de concretarse en la realidad dado que el país no se hallaba ni se halla aún al presente, en las condiciones de poder aspirar a un posicionamiento (aunque segundón) de esa clase.

Sumado a ello, los gobiernos argentinos y mucho menos sus ciudadanos sabían que los británicos y la OTAN estaban usando su espacio para lanzar operaciones de inteligencia, contrainteligencia y ataque contra objetivos en terceros países calificados de “terroristas” enmarcados en las actividades de la “Homelad Security”, un oscuro departamento de la inteligencia creado por Washington y costeado por insondables presupuestos tras el 11 de Septiembre de 2001.

A partir de aquel entonces y bajo aquel argumento, el rastreo, escucha y grabación de las comunicaciones telefónicas, electrónicas y digitales por el internet fue el inicio de una realidad encubierta a costa del derecho a la intimidad y la confidencialidad de los actos del gobierno argentino y de todos sus ciudadanos implicando sin dudas a todo el continente. 

La silenciosa guerra cibernética de satélites, Drones espía y salas comando desde donde se monitorean las redes de internet de un país, es una realidad a la cual la Argentina se halla inmersa pero que –por acuerdos secretos- se encuentra lejos de poder contrarestar.

Actualmente Argentina no es un objetivo a considerar ya que no representa una amenaza a las políticas de la Organización atlántica y mucho menos a los despliegues militares de Londres en la región. Si es una plataforma geográfica de colaboración estratégica para las agencias gubernamentales anglosajonas que encuentran muy fácil operar en un país donde reina el caos político, la nulidad institucional y una corrupción administrativa que no tiene limites.

En lo que respecta a la relación de Buenos Aires con la OTAN es inexistente e innecesaria ya que –a diferencia de Colombia- para los cerebros en Bruselas, Argentina no posee una infraestructura militar propia de sofisticación útil y menos aún, un peso geopolítico propio que pueda aportar una colaboración cualificada para los objetivos que se buscan en el Atlántico sur. Si necesitan de esa colaboración tienen a los británicos en Mount Pleasant y a los chilenos de la FACH en Punta Arenas.

Caso diferente es el Caribe y Venezuela en particular, donde existe un proceso político que además de oponerse a la hegemonía político-comercial y militar anglosajona, se ha convertido en una opción política –que además de desplazar a las ambiciones de Cuba- es digna de emular sin por supuesto, correr los riesgos de ser blanco de agresiones solapadas desde Washington. Este mismo proceso además, ha demostrado tener una trascendencia hemisférica de peso que lo ha llevado a establecer nexos de cooperación con la Federación rusa, China e Irán que preocupan de sobremanera a los intereses occidentales.

Es por ello y más allá de las complicaciones del gobierno de Maduro en política domestica, el sostenimiento y profundización de una geopolítica audaz que se apoya en una estrategia de contrapeso para limitar las acciones intervencionistas de Washington y la OTAN, le dará chances a que el proceso Bolivariano pueda sobrevivir e ir progresando con el tiempo. 

Además, tras la clara exposición de la profunda crisis política que transita los EEUU, la región y en especial Venezuela tienen la oportunidad de ir aflojando las cadenas que desde el norte y con la ayuda de sus socios de la OTAN han tendido en rededor de toda la región.

3/1/21

ARGENTINA ENVIA TROPAS AL GOLFO PERSICO





Argentina anunció  el envío de tropas al Golfo Pérsico, convirtiéndose en el primer país latinoamericano en participar en el bloqueo militar contra Irak. Argentina no quiere la guerra , dijo el canciller Domingo Cavallo en un discurso de siete minutos difundido a todo el país, en el que anunció el envío del contingente armado al Golfo, respondiendo a un pedido de Kuwait.


El presidente Carlos Menem, en su carácter de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, ha ordenado la movilización de oficiales y suboficiales del Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada nacional , dijo el ministro.

Agregó que los militares argentinos no conformarán una fuerza beligerante. No van a emprender acciones bélicas ofensivas, no van a asumir un rol de beligerancia .

El gobierno argentino anunció ayer que decidió enviar dos buques al Golfo Pérsico en misión de paz para participar en el bloqueo económico contra Irak.

El vocero presidencial Humberto Toledo, aclaró que se trata de una misión de paz, por lo que no necesita la aprobación del Congreso, agregando que los efectivos no entrarán en combate sin autorización del Congreso.

Entre tanto, Zulema Yoma la esposa del Presidente argentino Carlos Menem, afirmó sentirse avergonzada por la decisión de enviar naves de su país al Golfo Pérsico.

De ascendencia siria y practicante de la religión musulmana, Zulema declaró, me siento avergonzada como argentina de mandar tropas a sumarse al bloqueo contra Irak .

Zulema Yoma subrayó, vamos a ayudar a nuestros enemigos en este momento, a quienes nos ofendieron con las Malvinas. No puedo olvidar los dolores y las lágrimas que hemos derramado cuando hundieron a nuestro barco el General Belgrano durante la guerra con Gran Bretaña en 1982 dijo la señora de Menem.

Entre tanto, los nueve países de la Organización de Europa Occidental (UEO) se pronunciaron por la ampliación al tráfico aéreo del embargo contra Irak. Decidieron además fortalecer su coordinación que extienden a los medios terrestres y aéreos según un comunicado publicado anoche al término de su reunión en París.

Los nueve tomarán en los más breves plazos medidas suplementarias necesarias para instaurar de manera completa y eficaz el embargo, y lanzaron un llamado al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para que adopte muy rápidamente las decisiones apropiadas en ese sentido, precisó el comunicado.

El canciller francés, Roland Dumas, dijo que los nueve también pedirán al Consejo que extienda el embargo comercial a países que infrinjan las presentes sanciones decretadas por las Naciones Unidas.

Dumas añadió que un comité militar conjunto se reunirá hoy para poner en vigencia nuevas medidas que extiendan la coordinación entre fuerzas terrestres y aéreas de la UEO que operan en el Golfo.

Holanda dijo ayer que enviará 18 cazas F-16 a la región del Golfo si el Consejo decreta un embargo aéreo contra Irak. Este anuncio se produjo en momentos en que el Consejo seguía reunido en Nueva York.

En una acción sin precedentes, la Unión Soviética ha acordado prestar a Estados Unidos un gran barco para trasladar equipos militares al Golfo Pérsico, revelaron ayer fuentes de la Organziación del Tratado de Atlántico del Norte (OTAN).

También han habido discusiones entre funcionarios estadounidenses y soviéticos sobre el uso de grandes aviones soviéticos de transporte Antonov para ayudar a trasladar soldados y pertrechos estadounidenses al Golfo Pérsico, dijeron las fuentes. Según el ministro de Finanzas de Israel, Yitzhak Modai, el presidente soviético Mijail Gorbachov calificó al mandatario iraquí Saddam Hussein de bestia salvaje , pero manifestó su esperanza de que Irak pueda ser obligado a retirarse de Kuwait sin derramamiento de sangre.

Por su parte, el canciller, David Levy, dijo que la Unión Soviética prometió salir a la defensa de Israel si Irak lo agrede.

El canciller saudí, príncipe Saud al-Faisal, declaró ayer en Moscú que su país acogería de buen grado a tropas soviéticas en su país si Moscú decidiera sumarse a la fuerza internacional concentrada para enfrentar a Irak.

Por otro lado, el presidente Carlos Menem calificó ayer como conveniente para Argentina el envío de tropas al Golfo en una controvertida medida que convertiría a este país en el primero de América Latina en participar en el bloqueo militar contra Irak.




FUIMOS A UNA GUERRA, NO MISION DE PAZ. QUE QUEDE CLARO

La Casa de Gobierno concluyó ayer los arreglos para un anuncio formal a la población sobre la participación militar, que consistirían en un par de centenares de oficiales profesionales y dos buques misilísticos de la Armada, según anticiparon fuentes gubernamentales.

En otro frente diplomático, el presidente sirio Hafez Assad efectuará su primera visita a Teherán la semana próxima para discutir la crisis del Golfo Pérsico y la situación en el mundo árabe en general, informaron ayer fuentes sirias.

Se anticipa que el viaje será de utilidad para una campaña de Assad para proyectarse como aliado confiable del Oeste y mejorar la imagen de su país después de los años de aislamiento que le reportó su implicación en ataques terroristas.

LA GUERRA DEL GOLFO 1991


25/12/20

¿RECUERDAN LA PRIMERA GUERRA DEL GOLFO, EN 1991?

PARA EL PODER EJECUTIVO, MINISTERIO DE DEFENSA, COMANDO ESTADO MAYOR Y COMANDANTE DE LA MARINA DEL AÑO 1990/1991, QUE FUE  O LO QUE PASO EN LA GUERRA DEL GOLFO PERSICO, FUE UNA MISION DE PAZ ? COMO USTEDES PIENSAN SE EQUIVOCARON Y ACA LAS CONSECUENCIA. Y ESTO SE PRODUCIA POR LAS EXPLOSIONES DE MISILES IRAKIES, Y SE DESPARRAMABAN POR EL VIENTO. POR LO MENOS TRES MESES SIN SALIR DEL BUQUE, PARA CONSERVAR EL HERMETISMO CONTRA LA GUERRA QUIMICA NUCLEAR (QBN). SERA JUSTICIA.


Transcurridos 29 años de la Primera Guerra del Golfo Pérsico (1991), se ha presentado un trabajo científico que ha puesto en evidencia que los bombardeos norteamericanos sobre los depósitos de armas químicas iraquíes antes de iniciar la invasión terrestre norteamericana para la liberación de Kuwait podrían haber liberado “gases nerviosos” que, empujados por el viento, afectaron a las tropas norteamericanas estacionadas en Arabia Saudí. Recordemos que la guerra fue consecuencia de la invasión de Kuwait por el ejército iraquí en agosto de 1991. Tras un ínterin de negociaciones, Estados Unidos con apoyo táctico de otros países, liberó militarmente el territorio invadido, devolviendo las fronteras a su estado prebélico.





El trabajo, publicado en la revista médica Neuroepidemiology, trata de rebatir la posición del Pentágono, avalada por muchos científicos, de que las neurotoxinas, en particular el gas Sarín®, no pudo haber sido arrastrado las grandes distancias requeridas para hacer enfermar a los militares norteamericanos.

El gas Sarín® fue sintetizado, como insecticida, en Alemania en el año 1939. Pertenece al grupo de los organofosforados, como cabe inferir de su estructura química. Es un potente inhibidor de la enzima colinesterasa (ver al final de este mismo artículo para mayor información). Fue usado durante el ataque terrorista en el suburbano de Tokio, Japón, el 20 de marzo del año 1995, matando a trece personas y causando graves intoxicaciones a varios cientos de viajeros.

El gas Sarín® pertenece a un grupo denominado de manera genérica “gases nerviosos”, que incluyen, además: Somán®, Tabún® y VX®. Véase este vínculo para la prevención y tratamiento de la intoxicacion por gases nerviosos.

Los autores de este trabajo son los doctores Robert Haley y James J. Tuite, quienes ya habían publicado varios estudios que vinculaban la exposición a tóxicos químicos con los cuadros patológicos que manifestaban muchos excombatientes en la Guerra del Golfo Pérsico. Para este último estudio recopilaron información procedente de bases de datos meteorológicos, así como informes de la inteligencia militar estadounidense que apoyaban la idea de que las bombas usadas por los norteamericanos eran lo suficientemente potentes para esparcir el gas Sarín® depositado en los almacenes subterráneos de Muthanna y Falluja (ciudades iraquíes) en la alta atmósfera, donde los vientos del noreste, habitualmente muy intensos en esa época en las capas altas, trasportaron las neurotoxinas cientos de quilómetros hacia el sudoeste, hasta la frontera con Arabia Saudí, donde se concentraban las tropas terrestres que, más tarde tomaron parte en la liberación de Kuwait.

Las condiciones meteorológicas habrían contribuido a depositar los gases nerviosos sobre la superficie. Aun cuando las concentraciones del agente neurotóxico fueron probablemente bajas, la exposición continuada en el tiempo habrían incrementado el impacto.

Aunque los detectores de armas químicas dieron la alarma en los días que siguieron a los bombardeos de depósitos de municiones en Iraq, no se les prestó demasiada atención y, en cualquier caso, no se tomaron las precauciones necesarias.

Sin embargo no hay acuerdo al respecto. Algunos científicos mantienen su escepticismo sobre el efecto del gas Sarín®, afirmando que esta nueva publicación no modificará sus puntos de vista. Entre estos expertos, el Dr. John Bailar, profesor emérito de la Universidad de Chicago, que dirigió en el año 1996 un grupo de trabajo que estudió la denominada “enfermedad de la Guerra del Golfo” afirmó que “no existe evidencia de que las tropas estuviesen expuestas a concentraciones de gas Sarín® lo suficientemente elevadas para que llegasen a causar efectos biológicos”. En su opinión, el estrés de la guerra, y no tanto los tóxicos químicos, es la causa de los problemas médicos observados en muchos veteranos. El “síndrome de la Guerra del Golfo” tiene, en su opinión, entidad clínica, englobando una pléyade de síntomas; y los veteranos de la guerra merecen una esmerada atención médica.

Casi la mitad de los 700.000 militares que fueron desplegados en los años 1990 y 1991 en la Guerra del Golfo solicitaron discapacidad al Department of Veterans Affairs, de los que consiguieron tal reconocimiento el 85% de quienes lo solicitaron.

Muchos de los excombatientes describieron problemas varios, tales como dolor crónico, pérdida de memoria, fatiga persistente y diarrea, síntomas que no se pudieron achacar a ninguna patología concreta. La mayoría de los afectados insisten que sus problemas no fueron resultado del estrés sino que tienen raíces biológicas.

Los expertos están divididos entre quienes consideran que las concentraciones de gas Sarín® eran insuficientes para desencadenar problemas médicos, y quienes lo consideran la causa principal del llamado “síndrome de la Guerra del Golfo”.

El Pentágono norteamericano tiene conocimiento de que la demolición post-bélica de los depósitos de armas químicas en Kamisiya, en el sur de Iraq, pueden haber expuesto a más de 100.000 tropas al gas nervioso. Pero los militares añaden que es improbable que el gas liberado sea responsable de los signos y síntomas clínicos de las tropas que participaron, activa o pasivamente en el conflicto.


ANTICOLINESTERASAS. GASES NERVIOSOS

Año 1932, Universidad de Berlín: Willy Lange (1900-1976) y su becaria, Gerda von Kreuger, sintetizaron monofluorofosfatos. Durante la síntesis de estas moléculas, experimentaron una serie de síntomas, que incluían presión en la laringe, disnea, embotamiento y visión borrosa. Estos efectos remedaban a los de la nicotina (como sustancia pura). La nicotina se usaba como insecticida por su acción bloqueante de la acetilcolinesterasa, la enzima que se halla en las terminales de las motoneuronas. El bloqueo irreversible de esta enzima impide la transducción de los impulsos nerviosos en la contracción de los músculos que inervan dichas motoneuronas. El efecto mortal es consecuencia del bloqueo de los músculos respiratorios. Willy Lange dio a conocer sus hallazgos en una interesante publicación (Lange W., von Kreuger G. Ueber ester der Monofluorphosphorsaure. Ber., 1932; 65: 1598-1601). La llegada al poder del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán determinó su salida de Alemania poco tiempo después.

Gerda von Kreuger continuó los trabajos en los laboratorios Leverkusen, pertenecientes a I.G. Farbenindustrie (literalmente: “comunidad de intereses”) sintetizando más de 200 compuestos organofosforados con potencial insecticida.

Eberhard Gross, trabajando a la sazón en los laboratorios Elberfeld, demostró (aunque nunca publicó) que los compuestos sintetizados por von Kreuger eran anticolinesterasas (bloquean de modo irreversible la acción de la enzima acetilcolinesterasa), pero resultaban demasiado tóxicas para su empleo indiscriminado como insecticidas. Esta observación hizo que se plantease su utilización como armas químicas. A tal fin se impulsó su almacenamiento en depósitos para uso militar.





El primer organofosforado destinado a ser usado como arma química fue el Tabún®, sintetizado en el año 1936 por Schrader (Holmstedt, B. Synthesis and pharmacology of dimethyl-amidoehoxy-phosphoryl cyanide (Tabún®) together with a description of some allied anticholinesterase compounds containing the N-P bond. Acta Physiol Scand., 1951; 25(Suppl.): 90). Tabún® es un líquido que puede dispersarse en forma de aerosol. En el año 1942, ya en plena Segunda Guerra Mundial, se construyó una fábrica en Dyhernfurth-am-Oder, cerca de Breslau, disimulada como planta de producción de jabón, para evitar ser objetivo de guerra por parte del ejército soviético. Al finalizar la guerra (1945) se descubrieron almacenadas más de 12.000 toneladas de Tabún®, además de los morteros de la artillería alemana conteniendo este líquido.

Se tiene constancia que esta arma química también fue empleada durante la guerra entre Iraq e Irán en la década de 1980 (Robinson J.P., Goldblat J. Sipri Fact Sheet Chemical Weapons I. Stockholm International Peace Research Institute, 1984).

Más tóxico que Tabún® es el gas Sarín® sintetizado en el año 1938 por Schrader y Otto Ambros. Téngase en cuenta que 1 mg de este gas causa la muerte de una persona adulta en pocos minutos, siendo absorbido a través de la piel.

A comienzos de la década de 1950, el ejército de Estados Unidos almacenó grandes cantidades de gas Sarín® en diferentes depósitos en todo el mundo, con el código secreto GB (Hersh S.M. Chemical and Biological Warfare. America’s Hidden Arsenal. London: MacGibbon and Kee; 1968). En el año 1974 se patentó un gas todavía más tóxico que Sarín®, denominado “agente VX®” (Br. Pat. 1974: 1346409 (to Secretary of State for Defense).





El Gobierno Británico financió un estudio sobre fluorofosfonatos que se llevó a cabo en el Departamento de Fisiología de la Universidad de Cambridge, dirigido por Edgar Adrian. En su estudio se descubrió que Dyflos®, otro agente organofosforado, era más tóxico que los análogos sintetizados anteriormente por Lange y von Krueger (Adrian E.D., Feldberg W., Kilby B.A. Nature, 1946; 158: 625). Dyflos® causaba miosis (contracción de la pupila) significativa. Una vez concluida la Segunda Guerra Mundial, Dyflos® fue formulado en una preparación oftalmológica, llegando a usarse contra el glaucoma.











American Cyanamid introdujo el Malatión® como insecticida en el año 1951 (US Pat. 1951: 2578652 [to American Cyanamid]). Este producto representó el mayor avance en el área de los insecticidas por su fácil manejo, además de estar exento de toxicidad para los mamíferos. Maltatión®, inactivo per se, se metabolizan en el tubo digestivo de los insectos para formar el verdadero tóxico, Malaoxón. Pero su seguridad también es consecuencia de que, cuando se absorbe por los mamíferos, se metaboliza muy rápidamente por esterasas, formándose un ácido que se excreta rápidamente. Este mecanismo de inactivación no ocurre en los insectos, lo que permite su aplicación tópica sobre la piel humana para tratas las infestaciones por sarna (género Sarcoptes) y piojos (género Pediculus).











En el año 1952, el equipo de trabajo dirigido por Schrader, en los laboratorios Bayer, en Elberfeld, sintetizaron Metrifonato (Lorenz W., Henglein A., Schrader G. The new insecticide O,O-dimethyl-2,2,2-trichloro-1-hydroxyethylphosphonate. J. Am. Chem. Soc., 1955; 77: 2554-6). Su margen de seguridad se consideró lo suficientemente amplio para poder administrarse de modo sistémico a animales domésticos. Aunque Metrifonato no tiene sensu stricto actividad anticolinesterasa, experimenta un reagrupamiento en solución acuosa para formar Diclorvos (Nordgren I., Bergström M., Holmstedt B., Sandoz M. Transormation and action of metrifonate. Arch Toxicol., 1978; 41: 31-41).







Jacques Cerf, un médico que ejercía en lo que entonces era Congo Belga (década de 1950), actualmente República Democrática del Congo, estudió diez compuestos organofosforados frente a muestras de Ascaris lumbricoides mantenidos en solución Ringer. En su estudio halló que el compuesto más activo era Metrifonato. Y finalmente preparó un polvo que fue formulado en comprimidos por una farmacia local. 

Ensayó los comprimidos en 15 voluntarios, incluidos él mismo, para valorar los efectos tóxicos del producto (Lebrun A., Cerf J., Noté préliminaire sur la toxicité pour l’homme d’un insecticide órgano-phosphoré [Dipterex]. Bull World Health Org., 1960; 22: 579). Dado que los efectos adversos se consideraron tolerables, estos comprimidos se ensayaron en 2.000 pacientes infestados con Ascaris lumbricoides o Anchylostoma duodenale. Fue así como Metrifonato se convirtió en un fármaco antihelmíntico (Cerf J., Lebrun A. A new approach to heminthiasis control: the use of an organophosphorous compound. Am. J. Trop. Med. Hyg., 1962; 11: 514-17).


Más tarde se llevaron a cabo ensayos clínicos en Egipto donde se demostró que Metrifonato también resultaba eficaz para erradicar la bilarzia, infestación causada por Schistosoma haematobium. De hecho fue el tratamiento de elección hasta la introducción del Praziquantel (Jesbury J.M., Cooke M.J., Weber M.C. Field trial of metrifonate in the treatment and prevention of schistosomiasis infection in man. Ann. Trop. Med. Parasit., 1977; 71. 67-83).






Zaragoza, 22 de diciembre de 2012

Dr. José Manuel López Tricas

Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria

6/12/20

¡¡¡ Y POR QUE, NO SOMOS VETERANOS DE GUERRA DEL GOLFO PERSICO !!!



EL CONFLICTO IRAK – KUWAIT A 30 AÑOS DE LA INTERVENCIÓN ARGENTINA EN LA GUERRA DEL GOLFO: 1990-2020. UNA VISIÓN TESTIMONIAL

Comunicación del académico de número Enrique Molina Pico (ALMIRANTE RETIRADO).

El 15 de enero de 1991, con el logrado consentimiento de los ciudadanos americanos y el visto bueno de la ONU comenzaron los enfrentamientos bélicos, donde el arma infalible era sin duda la propaganda y su poderío de conformar una opinión pública doblegada a los intereses políticos; intereses que disfrazan al Estado del Norte como guardián benevolente de la libertad, mientras encubren su intención verdadera: la instalación del terrorismo mediático a escala mundial.



Más de 80.000 ex combatientes sufrieron el llamado síndrome de la guerra del golfo, enfermedad que se expresa en inmunodeficiencias muy graves, similares a los que provoca el SIDA; graves disfunciones renales y hepáticas, aumento espectacular de malformaciones congénitas (muy frecuentes también en animales), cánceres (leucemia, anemia aplásica y tumores malignos), enfermedades respiratorias (enfisemas y fibrosis pulmonares), problemas neurológicos de habilidad y eficacia neuromotoras, infertilidad (se han hallado rastros de uranio en semen de veteranos), daños cerebrales y pérdida de memoria, miopatías, etc.

Las causas: inyecciones experimentales para prevenir los riesgos de exposición a ataques químicos, exposición a emanaciones químicas y/o el contacto con uranio empobrecido, material utilizado para revestir las municiones y que por supuesto se oxida y se esparce en el aire al estallar. Situaciones por demás ocultables por sus consabidos efectos colaterales, y a las que los héroes de esta guerra estéril, sin vencedores ni derrotados, apoyaron con ingenuidad y servicio al igual que nosotros, los televidentes de esta guerra de calificación impronunciable.




 El autor se desempeñó, durante 1.990 y 1.991, con la jerarquía de contraalmirante como Agregado Naval a las Embajadas Argentinas en los EEUU y Canadá, siendo designado al aceptar la República Argentina intervenir en las operaciones como Coordinador Operativo ante el Comando de las fuerzas aliadas en Washington y Medio Oriente.

EL CONFLICTO IRAK – KUWAIT A 30 AÑOS DE LA INTERVENCIÓN ARGENTINA EN LA GUERRA DEL GOLFO: 1990-2020. UNA VISIÓN TESTIMONIAL 

Por el académico ALMTE. ENRIQUE MOLINA PICO En los últimos gobiernos en especial a partir del presidido por el Dr. Néstor Kitchner, se fue perdiendo progresivamente la conciencia del rol de las FFAA y de su razón de ser en la república. 

Se había solidificado una visión de las leyes de defensa y de seguridad interior que en la práctica impedía la aproximación de nuestras fuerzas hacia conceptos modernos de organización y empleo, así como prácticamente quitaba toda libertad de acción a los comandantes militares. 

Durante el gobierno del Presidente Macri no hubo cambios de importancia, estableciéndose como funciones de las FFAA el auxilio a la población en emergencias nacionales, la colaboración en catástrofes naturales y el apoyo logístico, en ciertas circunstancias, a las Fuerzas de Seguridad; no hubo mención para operaciones reales, el combate y la preparación para él. 
Solamente en la parte final de su gobierno.
 El autor se desempeñó, durante 1.990 y 1.991, con la jerarquía de contraalmirante como Agregado Naval a las Embajadas Argentinas en los EEUU y Canadá, siendo designado al aceptar la República Argentina intervenir en las operaciones como Coordinador Operativo ante el Comando de las fuerzas aliadas en Washington y Medio Oriente. 
ANALES DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS MORALES Y POLÍTICAS 

 El gobierno se anuló el decreto de la Ministro Garré, quien sobre legislando había modificado la esencia de ley de defensa mediante dicho decreto reglamentario, vale decir que al finalizar el gobierno de Macri se pudo, al menos, recuperar el campo de acción limitado que imponía la ley de defensa. 

Este avance fue recientemente anulado por el actual gobierno, pues por decreto anuló el correspondiente al Presidente Macri y reinstaló el de la Ministro Garré, lo cual, además, de ser un grave retroceso tal como lo indicó recientemente el Académico Horacio Jaunarena, se opone a la intención presidencial de reforzar con tropas del Ejército Argentino las Fuerzas de Seguridad que patrullan la frontera norte. 

Si bien éste no es tema de este escrito, diré que si las fuerzas militares concurren en apoyo de seguridad en la frontera, Econ la legislación actual, entre otras cosas sin Código de Justicia Militar, ellas actuarán cumpliendo su deber de defender a la Patria, pero para ello violando la ley y los militares de hoy serán los presos de mañana.

 Entre las funciones que no se consideran está la de ser las FFAA, en especial la Marina, un instrumento de la política exterior del estado. Hoy nos ha quedado de ello los viajes de la Fragata A.R.A. “LIBERTAD” ¿Pero por qué la Marina?, pues porque por sus características puede ser considerada un instrumento ideal: 

El gobierno puede darle a su participación la intensidad, la importancia y la duración que desee. Permite ello primero que nada el mar y su esencia, pues él no es asible, en él no se vive, en él se transita y la soberanía que sobre él se ejerce es distinta en su naturaleza que la que cada país tiene sobre su territorio.

 El mar no es el hábitat natural del hombre y requiere esfuerzos especiales para su dominio. Se puede regular además: posición geográfica, número de buques, y su compromiso o sea una participación más o menos activa, más o menos agresiva.

 Estas operaciones, verdaderas puntas de lanza de un estado, se encuadraban en expediciones para “Mostrar el pabellón”

y aquéllas en las que se preveía un mayor uso de la fuerza recibían la más apropiada “Diplomacia de las cañoneras” . 

Nuestro país había usado a la Armada como elemento auxiliar de su política exterior por última vez quizás en 1.962 en la crisis de los misiles de Cuba y posteriormente la volvió a emplear en el bloqueo a Haití en 1.993. 

El empleo en el Golfo fue una compleja acción naval, posible debido a una realidad: la expedición desde el punto de vista naval usó la "renta" del capital invertido por el país durante años, los buques tripulados por hombres profesionalmente de primer nivel no se improvisan, podemos decir que pese a los inconvenientes económicos y socio-políticos que enfrentaron hasta ese momento las FF.AA., la Marina pudo recibir la orden y cumplirla de una manera que como argentinos debe enorgullecemos, nuestro país puso dos buques y luego otros dos en un área de operaciones distante 11.000 millas, los integraron a una fuerza internacional y operaron con éxito fuera de su zona 8, 7 y 6 meses. 

CIRCUNSTANCIAS DE LA PARTICIPACIÓN 

¿Cómo fue?, ¿Qué hubo además de la 1ra Plana de los diarios y de las discusiones que generó el anuncio de una decisión política nacional verdaderamente transcendente y que implicó un importante cambio de mentalidad?

 La decisión del envío se dio en un marco de política exterior de mejoramiento de las relaciones Argentina-USA, pero fue posible debido a dos circunstancias que la facilitaron y que permitieron pensarla, concebirla, siendo como era una acción atípica en los últimos años, porque los antecedentes más próximos se dieron en distintos marcos: Cuba 1962, en la OEA y el Congo y otros en el marco de la UN.

Las circunstancias que facilitaron fueron: en el alto nivel político la visita oficial del Dr. Humberto Romero Ministro de Defensa, y en el nivel político-operativo la fluida relación USAARA que permitió la concepción de la innovadora idea. 

La visita del ministro, primera oficial de un ministro justicialista de defensa, indicaba el deseo de mejorar la relación, en especial luego de Malvinas; el ministro llegó el 4 de agosto, inmediatamente luego del ataque lo que llevó a pensar que se anularían reuniones importantes, ya que el secretario americano de Defensa Dick Cheney tuvo que viajar de urgencia a Arabia Saudita para comenzar a tejer la tela que daría luego soporte político a la operación bélica. 

Pero esta evolución inevitable y comprensible que parecía determinar que los resultados positivos del encuentro se perderían fue inesperadamente positiva pues como índice del mejoramiento general de relaciones Argentina-USA, el Dr. Romero fue recibido por el Vicepresidente Quayle, en un encuentro largo, prolongado que no fue simplemente protocolar, quedó claro que la Argentina políticamente estaba en la crisis indudablemente de este lado, ofreciéndole en forma genérica el apoyo político argentino. 

El segundo aspecto fue la excelente relación entre ambas marinas, fluida y franca, que luego de un proceso iniciado entre los estados mayores en 1985 para restablecer las comunicaciones postMalvinas y finalizado con exitosas ejercitaciones binacionales3 en el mar. 
Durante la ceremonia de despedida, en la Base Aérea Andrews 8 de agosto cuando el Dr. Romero finalizaba su visita oficial, recibimos una llamada del Pentágono preguntando con muchos condicionales, una especie de "non paper" oral, qué responderíamos si se llegase a requerir nuestra participación en alguna acción de bloqueo o interdicción dispuesta por la UN.

El tono, la forma en que se hizo la pregunta efectuada por interlocutores de gran confianza indicaba el deseo de ensayar una nueva vía que se sabía innovadora y riesgosa, pero también que se era consciente de lo difícil de la propuesta y de la respuesta, sobre todo que no quería producir una herida en ningún aspecto de las relaciones; usando un poco la tecnología de James Bond o la del "Espía que vino del frío" podría pensarse que la conversación finalizaba con un: "esta cinta se autodestruirá cinco segundos luego de la señal". 

Estábamos en el aeródromo, los entonces Ministro de Defensa, Embajador en USA, el Jefe de EMCO, el Agregado de Defensa y yo, luego de un cambio de ideas desde el mismo aeródromo me comuniqué con Bs. As., con el Alte. Ferrer, quien era Jefe de la Armada, a quien le comuniqué el requerimiento y la opinión positiva del Grupo de Washington. 

El cambio de rumbo, la nueva teoría estaba ya echada a andar, nuestras primeras opiniones fueron positivas, creíamos que técnicamente podríamos intervenir y políticamente convenía. Al poco tiempo contestamos de la misma manera. "En el marco de la UN, colaboramos”. Eran las 1800 horas del mismo 8 de agosto.

CONCRECIÓN INICIAL 

Estaba transmitida la decisión política, quedaba ahora llevarla a la práctica, la acción debió llevarse en diferentes sectores: el político, el material y el operativo; en todos ellos se debieron enfrentar situaciones inéditas para asegurar el cumplimiento del compromiso. 
En lo político la decisión fue un desafío que despertó a la opinión pública, no solamente se analizaba si se debían enviar o no fuerzas al Golfo, sino también si para ello se requería o no la autorización del Congreso. 

La decisión del envío de los buques fue hecha pública prácticamente sin conversaciones, publicidad o discusiones previas lo que determinó que tomara al gran público por sorpresa, constituyendo un tema que por su naturaleza era fácilmente objeto de lucha ideológica, no obstante lo que inicialmente tuvo una recepción fría fue paulatinamente siendo comprendida hasta que antes de finalizar el año la opinión pública comenzó mayoritariamente a apoyar la decisión gubernamental, este cambio fue sumamente importante pues permitía decir que los buques no solamente representaban al gobierno argentino, sino también al país entero . 

Será necesario volver sobre el aspecto del apoyo público y el soporte legal que tenían nuestras fuerzas cuando la evolución de los hechos mostrara que el choque bélico era inevitable. Mientras el aspecto político seguía su camino, con analistas que apoyaban la intervención y con otros que se oponían, se encaró el aspecto condicionante: El material. La Armada tenía ante sí una importante tarea seleccionar los buques que se encontraban en mejores condiciones y alistarlos tanto en sus sistemas como en sus hombres.
Un buque en el mar es un complejo sistema en equilibrio, son muchos materiales que interaccionan entre sí, pero por sobre ellos, o mejor dentro de ellos está el espíritu de la tripulación, porque siempre hay que tener presente que un buque vale tanto como sus hombres. 
Después del contacto inicial pasaron unos días hasta que el gobierno kuwaití oficializó el pedido y el argentino adoptó ya su decisión y ordenó a las fuerzas iniciar el alistamiento. Desde este momento hasta la zarpada transcurrieron solamente treinta días. El corto período fue un éxito en sí mismo pues no escapa al conocimiento de ninguno que el estado del material no era el ideal.

Los buques fueron destacados por decreto N°1871/90

y la ley 23.904 de 1991 Promulgada el 31/01/1991

Poco más de un mes desde la zarpada y 11.000 millas de aguas abajo las quillas permitieron que nuestros buques llegaran a la zona de operaciones, para hacer frente a otro desafío: el de tener éxito en una tarea, éxito en el cuál no creían muchos argentinos y así como tampoco muchos extranjeros. 
Hemos visto aspectos de los sectores políticos y del material, nos queda por ver algo relacionado con las operaciones. Nuestros buques conformarían una fuerza internacional que tenía que cumplir una misión única establecida por las Naciones Unidas, quedaban pendientes aspectos tan importantes como organización, ¿quién comandaba?, ¿qué criterios de violencia debían emplearse? Establecidos esos aspectos quedaban temas, secundarios en la política, pero condicionantes en la práctica, como ser: ¿cómo serán las comunicaciones?, ¿los mensajes serán en claro o cifrados? y ¿los aspectos logísticos? - (combustible, víveres, sanidad, reparaciones).

 Así mientras en nuestro país la Marina alistaba sus fuerzas casi contra reloj, se iniciaron en Washington conversaciones con la USN para ajustar los puntos que permitirían nuestra acción en común con las otras Marinas. Quedó clara la misión: interceptar el tráfico marítimo para impedir el pasaje de las mercaderías establecidas por la ONU en sus resoluciones.

Era un verdadero bloqueo, pero se evitaba el uso de este sustantivo para no aumentar la presión bélica en la situación. Los condicionamientos políticos internacionales iniciales requerían que cada país retuviese el mando de sus fuerzas, esto que en una guerra real hubiese sido imposible, era factible por la relativamente limitada complejidad de las operaciones militares a desarrollar, así cada país tendría un área geográfica bajo su responsabilidad dentro de la cual conduciría las operaciones de su fuerza con total responsabilidad de lo que en ella ocurriese. 

Este sistema permitía lograr la participación de diversos países que no habrían accedido a poner sus fuerzas bajo comando extranjero, pero exigía una coordinación superior en forma de poder distribuirse las áreas y fijar las formas de intercambio de inteligencia, así como los métodos de comunicaciones. 
Se establecieron dos principios operativos: se intentaría efectuar la mayor parte de las interceptaciones en áreas fuera de los golfos Arábigo y de Aqaba y las acciones deberían desarrollarse con el menor grado de violencia compatible con la situación. 

El grado de violencia, que es un índice de la participación de un país, quedaba a cargo de cada país, el que fijaría la libertad de sus Comandantes a través de las llamadas "REGLAS DE EMPEÑAMIENTO". Simplificando, podemos decir que esas reglas establecían si se podía interceptar un buque sospechoso, si se podía enviar una dotación de visita y registro, si se lo podía desviar, si se podía hacer fuego intimidatorio y finalmente fuego a pegar.

El no disponer de las comunicaciones nos hubiera impedido operar como se hizo, teniendo que recurrir al apoyo de otra Marina para que esta "finalice la faena" o bien hubiese permitido que se interceptasen las comunicaciones en forma de atacar al gobierno por distintos aspectos de la operación. 

Se convino que en los aspectos logísticos que hacen al reabastecimiento en el mar, a reparaciones y sanidad, utilizaríamos los buques reabastecedores, taller y hospital que la USN poseía en el área de operaciones, se convinieron también el empleo de reaprovisionamiento en el mar durante el tránsito de ida si era necesario, así como la realización de ejercitaciones con fuerzas navales USN en aguas mediterráneas o índicas, lo que luego se llevó a cabo con unidades de la VI Flota en aguas del Mediterráneo.

Evidentemente cada uno de los argentinos es libre de hacer juicios de valor sobre la eficiencia o sobre la capacidad de sus instituciones, pero desgraciadamente estas expresiones indicaban con cierta sorna o cinismo un descreimiento total en nuestras propias posibilidades, no ya las nuestras como marinos sino las nuestras como representantes de los argentinos.

 La visión exterior del envío recogió inicialmente esas expresiones, es así que el semanario "THE ECONOMIST", uno de las más importantes en lengua inglesa en su edición del 29 de septiembre y 5 de octubre expresó que lo buques argentinos irían “….cuando mucho a efectuar un viaje de turismo”.

 Por otra parte, autoridades de un país amigo que no envió fuerzas, expresaron que nuestros buques con su presencia molestarían a las fuerzas operativas. Ambas opiniones, las internas como las externas, si bien pueden dolernos como argentinos, son expresiones, creo que erróneas, de una visión de nuestra realidad, juicios que nos obligaban a esforzamos al máximo, aún en pequeños detalles como que la derrota incluyera solamente los puertos que técnicamente era necesario pero que las estadías fueran establecidas únicamente con criterio operativo, tan es así que en Río de Janeiro el reabastecimiento de combustible se efectuó, prácticamente sin atracar.

Al presentarme al Comandante de las Fuerzas Navales y a la vez Comandante de la USN V Flota, Vicealmirante USN Henry Mauz, éste me dijo abiertamente: “Almirante seré totalmente franco: a nosotros nos interesa la participación política de sus buques, así si quiere dejarlos en un puerto africano, o en un área alejada fuera de riesgo, puede hacerlo, pero si verdaderamente quiere cooperar militarmente, le pido que sus buques se encarguen del estrecho de Ormuz u del golfo de Aqaba.

Nuestra elección liberaría algunas fragatas o destructores de la USN que de esa manera volverían a integrar los grupos de batalla, pues hay que tener presente que en operaciones militares nunca alcanzan las fuerzas de que se dispone. 

Pensando las distintas posibilidades elegimos operar en el Mar de Omán, área que poco después comenzaría a conocer el pabellón argentino como una realidad más de la vida cotidiana. En la misma reunión se concretaron los detalles técnicos para operar con las distintas fuerzas americanas y aliadas, tanto para adiestramiento, como para ejercitaciones y reabastecimientos. 

El aspecto que quizá habría de generarle más inconvenientes al Capitán Rosenthal fue el de las comunicaciones, pues pese a los adelantos técnicos a veces es difícil superar pequeñas diferencias en el equipamiento y más difícil tratar de cambiar conceptos operativos. Surgieron también los nombres de los puertos que podríamos usar como puertos de apoyo.

 Los condicionamientos políticos locales eran numerosos, muchos de ellos relacionados con aspectos culturales, es así que los buques de guerra extranjeros, no podrían, según los puertos, permanecer más de tres días o encontrarse en un mismo puerto más de tres o cuatro buques, por ello se nos sugirió usar como puertos de apoyo Bahrein, Dubai, Abudabi, Muscat y Fuyairah para que el Comandante tuviese la oportunidad de elegir en el momento. 
Nuestra Cancillería debía gestionar los permisos, cosa que hizo y el Comandante pudo así operar según su conveniencia.

Se intentaban negociaciones pero los aspectos políticos imbricados entre sí dejaban poco margen para una salida pacífica, el tiempo presionaba a los EEUU porque no podía mantener la coalición internacional "ad aeternum", pero tampoco podía actuar antes que se comprobase que el bloqueo no era eficaz, la presión política interior americana y el síndrome de Viet-Nam presionaban para un compromiso, los países europeos inicialmente reticentes se adhirieron luego a una participación más activa conformando un solo frente político. 
¿Qué hacer con las fuerzas argentinas si la crisis escalaba en violencia y se convertía en un conflicto abierto?

Importaba entonces estimar esta evolución pues el gobierno nacional se había comprometido a solicitar autorización al Congreso si la situación determinaba que sería necesario operar en otras tareas que no fueran las inicialmente previstas Nuestras autoridades fueron mantenidas al tanto de los cambios informándoseles que aun cuando ciertas condiciones políticas interiores en los EEUU hicieran aparecer con mayores probabilidades un "no ataque” norteamericano, el ataque americano se produciría sin lugar a dudas. 

El gobierno argentino debió luego tomar una decisión, quizás la más importante de la campaña, pues al iniciarse la operación "Desert Storm": ¿los buques permanecerían integrando activamente las fuerzas y actuarían de acuerdo a la situación bélica?, ¿regresarían a nuestro país? o ¿permanecerían operando totalmente alejados del conflicto? 
Con esta información cuya evaluación y evolución se incluye en el Agregado, el gobierno efectuó sus presentaciones ante el Congreso el que votó la ley correspondiente, permitiendo que los buques interviniesen en las tareas operativas propias de la etapa final10 . 
La intensidad de las acciones a partir del comienzo de la operación “Desert Storm”, consistentes en intensos bombardeos aéreos y navales efectuados desde los Grupos de Batalla, operando en el tercio norte del Golfo Arábigo fue increíble, demandando un esfuerzo logístico permanente. 
Los buques logísticos con 6 millones de toneladas de combustible, y tres millones y medio de toneladas de munición, víveres y repuestos llegaban principalmente de las bases en Filipinas y Japón y también de Europa y Diego García hasta una zona de espera en el Mar de Omán en las afueras del puerto de Fujairah.

Este trayecto se hacía con escolta. En la segunda zona de espera se efectuaban transferencias y transbordos de materiales en forma que el trayecto final hasta la zona de combate lo hacían únicamente buques de reaprovisionamiento militares y auxiliares, siempre bajo escolta. Para estas escoltas se constituyó la fuerza internacional de apoyo y escolta. Nuestra marina integró con la canadiense el grupo que proveía protección hasta la zona de combate. 

Este simple hecho - porque quienes hicieron la elección jugaban su propia supervivencia en las aguas con mayores amenazas- muestra el grado de confianza que en nuestro accionar profesional se tenía. Así nuestros buques intervinieron en 25 convoyes de ida y regreso cada uno, debiendo abrir fuego en dos oportunidades también cada buque, permaneciendo siempre como responsables de la seguridad del "Jardín de los Paquidermos" mientras se estaba a la espera de la salida de un convoy.

 Sin olvidar que durante la operación “Desert Shield” ambos buques tuvieron un accionar permanente, pues desde la llegada a la zona hasta el 15 de enero en períodos de 10/12 días de navegación y 2/3 de puerto ambos buques realizaron aproximadamente 700 interceptaciones, un 10% del total de las realizadas por todas las fuerzas en los cinco meses de vigencia de la acción internacional, demostrando que nuestros buques.
Estos resultados positivos encendieron ya en 1990 una luz roja, pues las FFAA ya venían sufriendo reducciones presupuestarias con fuerte orientación política, más allá de las que aparecían como de buen gobierno debido al necesario reordenamiento de las asignaciones presupuestarias, luego de la finalización del gobierno militar. 

Esa luz roja hay que ubicarla especialmente en el campo de alistamiento general de la Armada, tanto material como personal, si bien en 1.990 intervenimos usando la renta de inversiones anteriores, hoy es imposible hacer lo que hicimos, pues el capital naval-militar se agotó y el nivel de alistamiento que se posee no nos habilita actuar. 

Para poder en el futuro hacer frente a posibles necesidades de la República Argentina debemos resolver la que hoy es llamada la problemática militar, porque si no lo hacemos en tiempo este éxito nacional quedará como un hito en la historia de la República, como una marca de referencia, como un caso de estudio imposible de reeditar.