29/9/19

Anécdota de la Fuerza Aérea Argentina en la Guerra del Golfo Pérsico


VETERANOS DE AYER, DE HOY Y DE SIEMPRE


La Fuerza Aérea Argentina intervino con un Lockheed KC-130H Hércules (TC-69) configurado como carguero puro y un Boeing 707 (LV-LGO/TC-93) configurado para Carga y Pasaje con 20 asientos + 12 contenedores.

El 10 de Enero de 1991 el KC-130 transporto al AS-316 Alouette III (3-H-109) que sustituyo al (3-H-112) que se había accidentado, voló desde El Palomar a Fujairah (A.Saudita), allí se tuvo el primer inconveniente, como lo relata el Capitan Nestor Padilla.

Maniobra de rescate del helicóptero del destructor ARA "Almirante Brown", luego de su caída en el Mar Rojo por fallas mecánicas.

"Al cambiar del control de Bahréin al de Fujairah (A.Saudita) se nos informo que nuestra operación se había sido cancelada por lo que se nos ordeno realizar un giro de 180° y regresar a nuestro punto de partida, estábamos a cinco horas y media del Cairo y además había una tormenta entre Riad y Bahréin 
pero lo peor era que ya se estaba haciendo la noche, eran las 1900 hs, hora local, y nos quedamos sin contacto de radio, por unos 10 o 15 minutos nos quedamos sin comunicación con el exterior lo que se atribuyo a la actividad de guerra electrónica en la zona hasta que finalmente la comunicación pudo ser restablecida al hacer contacto con la torre de Bahréin.

Según Padilla, les dieron un vector para llegar a Riad y en ese preciso momento cuatro cazas pasaron muy cerca de ellos, en dirección opuesta, y el comandante ordeno prender todas las luces y los cazas nos formaron, nos identificaron, hicieron una maniobra de saludo y desaparecieron.
Este incidente ocurrían poco antes del comienzo de la guerra de lo que se enteraron un tiempo después, una vez que llegaron a Arabia Saudita fueron afectados al transporte de evacuados Argentinos que habitaban en la región.

Comenta Padilla, "volábamos hacia Europa y al poco de despegar desde El Cairo habíamos visto gran cantidad de aviones de transporte dirigiéndose hacia el Golfo pero cuando llegamos a la altura de Chipre, ya de noche, la cantidad de luces que se veían en el Golfo era increíble, ¡parecía una carretera!

El KC-130 regreso a El Palomar el 14 de Marzo luego de haber volado 125 hs en total habiendo efectuado dentro de todas las misiones asignadas cuatro penetraciones en la zona de actividad bélica y la mayoría de estas misiones se realizaron de noche por lo que el TC-69 lucia el escudo de Batman.

“La frase sobre las relaciones carnales fue una estupidez”


VETERANOS DE AYER, DE HOY Y DE SIEMPRE


Por primera vez desde que la pronunció, el ex canciller Guido Di Tella reconoció la poco feliz de su boutade. (SALIDA)

“Lo acepto y lo padezco”, se confesó. La historia de la oración de marras.

La frase “relaciones carnales” fue pronunciada ante un auditorio a puertas cerradas en el BID.

Desde entonces, la participación argentina en la primera Guerra de Irak quedó para siempre asociada a un período que culminaría con la crisis de 2001 y lemas políticos como el «que se vayan todos». 

¿Conocías esta historia? Con esta estupidez fuimos a una Guerra, siempre creyendo que los EE.UU te mandaban toda la plata por que el País estaba fundido.


ex canciller Guido Di Tella Argentina en la Guerra del Golfo Persico


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Madeleine Albright Embajadora de EE:UU ante la ONU

En su momento la dijo convencido y enérgicamente. Durante casi diez años la defendió a capa y espada. Pero, ante la pregunta de un periodista, finalmente decidió manifestar su arrepentimiento. 

“Ya que usted me provoca le voy a contestar: la frase sobre las relaciones carnales fue una estupidez que dije, lo acepto y lo padezco”, admitió el ex canciller menemista Guido Di Tella.

La frase con la que el ex funcionario buscó demostrar el alineamiento de la Argentina con los Estados Unidos se remonta a 1991. Di Tella la pronunció en un encuentro con las máximas autoridades del Banco Interamericano de Desarrollo, en Washington, explicando la política que la Argentina quería mantener con los Estados Unidos.

–No queremos tener relaciones platónicas: queremos tener relaciones carnales y abyectas –remarcó Di Tella, enfervorizado, ante su audiencia.

El entonces canciller buscó marcar de esa manera la voluntad de producir un cambio de 180 grados para reemplazar lo que consideraba una relación sumamente “fría” por otra totalmente “comprometida” con las políticas norteamericanas. Di Tella sostenía, contento con su definición, que la frase era tan provocativa que ayudaría a generar un “shock cultural”.

El viraje se reflejó tiempo después en distintos aspectos de la política exterior, como el envío de naves al Golfo o el voto argentino en la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas apoyando el pedido de Estados Unidos para que se investiguen denuncias de violaciones a los derechos humanos en Cuba.

–¿Cómo se le ocurrió? –le preguntaron, pasado el tiempo, por la controvertida frase.

–Resulta que un diario prestigioso me criticaba porque yo había dicho que la relaciones con los Estados Unidos tenían que ser muy cordiales porque así convenía a nuestros intereses. Me responden, en un editorial, que esa forma de lealtad era producto de no poder concebir otra manera de relación y que esa idea era de un utilitarismo crudo. 

Mi aclaración posterior la estoy padeciendo hasta hoy, cuando dije que las relaciones con los Estados Unidos no debían ser platónicas, sino carnales. La ventaja que tuvo, aparte de las bromas que tuve que soportar, fue que mucha gente entendió que las relaciones con los Estados Unidos son lo que son: muy importantes.

A usted también le tocó explicar lo de las relaciones carnales en los Estados Unidos. ¿En qué circunstancias?

–Fue gracioso. Estábamos en el Departamento de Estado dando una conferencia de prensa con Madeleine Albright. 

En un momento un periodista me pregunta por lo de las relaciones carnales y antes de que yo pudiera decir nada lo traducen al inglés. 

Cuando Albright lo escuchó en inglés dijo: “Aquí hay un error de traducción, no puede ser lo que estoy escuchando”. Entonces yo me acerqué y, por lo bajo, a un costado, le dije: “Madeleine, la traducción es correcta. Después te explico. Después le expliqué y ella se mató de risa”.

ARA BROWN Y ARA SPIRO EN EL GOLFO PERSICO

25/9/19

A 29 AÑOS DE LA GUERRA DEL GOLFO PERSICO






NUESTRA ENSEÑA FLAMEO EN EL GOLFO 1991





La Armada Argentina en el Golfo

Por Santiago L. Aversa

Introducción




En la madrugada del 02 AGO, 1990, las tropas iraquíes de Saddam Hussein invadieron el Emirato Kuwaití. En un ingreso a sangre y fuego, las poderosas FFAA armadas iraquíes aniquilaron la resistencia kuwaití y anexaron al Emirato a su territorio. La respuesta internacional no se hizo esperar, y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas autorizó la creación de una Fuerza Multinacional para reestablecer la independencia de Kuwait, en los términos del Cap. VII de la carta de la ONU. Esta resolución no tenía precedentes, dado que el accionar del Consejo de Seguridad había estado bloqueado por la tensión Este-Oeste en casos análogos. Las resoluciones fueron: 661/90 (imposición del embargo total a Irak), 665/90 (autorización al uso de la fuerza para imponer sanciones económicas) y 678/90 (autorización al uso de la fuerza militar para liberar Kuwait)




Dentro de la política exterior de la administración Menem, se valoraba especialmente la recomposición de relaciones con el bloque Occidental, deterioradas por la Guerra del Atlántico Sur y la política exterior de la administración Alfonsín. Una forma de obtenerla era la participación activa en organismos multilaterales, abandonando la política aislacionista de décadas anteriores. A su vez, se quería proyectar la imagen de un país comprometido con el Orden Legal Internacional. Parafraseando a Clausewitz, podemos decir que "la actividad militar es la continuación de la política por otros medios". Se necesitaba dar una señal del nuevo rumbo de las relaciones internacionales de la Argentina. Y para dicha misión se llamó a la Armada Argentina (ARA), que se constituyó, como bien dijo el Almirante Ferrer en la Memoria del Estado Mayor Conjunto de 1991, en el "brazo armado de la política exterior de la Nación".

Alistamiento de las Unidades




Es así que el Presidente de la Nación, Dr. D. Carlos Saúl Menem, en su carácter de Comandante en Jefe de las FFAA, ordenó el 18 SEP 1990 el alistamiento de medios navales para apoyar la operación "Desert Shield" (Escudo del Desierto). El operativo a cumplir fue llamado Alfil por la ARA. Para llevarlo a cabo, se creó el Grupo de Tareas (GT) 88.0, bajo el mando del CN D. Eduardo A. Rosenthal. Dicho GT estaba compuesto por:




Destructor Misilístico Clase MEKO 360H2 ARA (D-10) Almirante Brown asignado a la 2da. Div. de Destructores, CF D. Alejandro Tierno.(Foto Amendolara?)





Corbeta Misilística Clase MEKO 140A16 ARA (P-43) Spiro; asignado a la 2da. Div. de Corbetas CF D. Oscar González(ArchivoGCantera)









Sección de 2 Helicópteros SA-316B Alouette III, características 3-H-109 y 3-H-112; asignados a la 1ra. Esc. Aeronaval de Helicópteros, CC Alomar(MUAN)(Lorenzo Borri)




Ambas unidades navales regresaban de sendas navegaciones: el D-10 de la fase Pre-UNITAS y la P-43 de una navegación de control del mar. En el escaso tiempo de una semana se alistaron ambas unidades, y el 25 de Septiembre zarparon. Para llegar al área de operaciones se eligió una ruta prima facie más larga, a través de la costa africana y el mediterráneo, pero que permitió tener cerca puntos de eventual apoyo logístico. A su vez, permitió incorporar equipos de comunicaciones de la US Navy en la base de Rota (Reino de España) y efectuar el degaussing (medición y calibrado de firma magnética para la guerra de minas) en el polígono de La Spezia (Italia).




El GT 88.0 en el área de operaciones




Durante la Operación Desert Shield (hasta el 15 ENE 1991), la misión era de control del tránsito marítimo y enforcement del embargo de materiales, mercadería y carga que fuesen a o proveniesen de Irak o Kuwait. Desde el 15 ENE 1991, la misión se amplió al mantenimiento de las líneas de comunicaciones marítimas para las fuerzas de la Coalición, patrulla de área en soporte de dichas fuerzas y escolta del tren logístico desde Omán hasta lacosta kuwaití, donde estaban en estación permanente los buques capitales (portaaviones, cruceros, portahelicópteros) de la coalición. Esta ampliación de la misión original fue permitida por la Ley 23904 del Congreso de la Nación, que facultó al PEN para autorizar una participación más activa en las operaciones.


Ambas fases operativas impusieron una mecánica propia. A saber:


Hasta el 15 ENE 1991: Patrullaje de 14 días continuados, con 3 o 4 días de descanso en puerto para reaprovisionamiento.


Desde el 15 ENE 1991: Patrullaje continuo, sólo con entradas ocasionales a puerto.


Cabe destacar que las dotaciones de ambos buques fueron las dotaciones regulares de tiempo de paz con el agregado de más hombres para cumplir cualquier eventualidad. En el área de operaciones, el D-10 navegó más de 25000 NM y la P-43 más de 23000. Las estadísticas totales de misión nos dejan un total de 570 interceptaciones y 17 misiones de escolta, cubriendo escolta de 29 naves de la coalición. Estas misiones implicaron que el GT abriese 4 veces fuego. En cuanto a la sección destacada de la EA1H, ésta realizó 67 vuelos. Un accidente operativo (falla de turbina), afortunadamente sin víctimas, redujo el parque aéreo del GT a un solo aparato. La aeronave accidentada fue rescatada pero se consideró su reparación demasiado onerosa.







Se operó junto a buqes de las Armadas Belga, Española, Inglesa, Australiana, Canadiense, Danesa, Noruega, Estadounidense, Francesa, Italiana y Holandesa. En el plano comunicaciones se logró un nivel aceptable de interacción de equipos mas no el óptimo. Elloimpidió que el GT 88.0 pudiese efectuar misiones en la boca Norte del Golfo, cerca de la costa Kuwaití. Sin embargo, cabe destacar que el GT 88.0, pese a esta limitación, intervino mós al norte que, por ejemplo, la Royal Canadian Navy o la Royal Australian Navy, sin desmerecer la tarea de estas dos Armadas, con las que se crearon nuevos lazos profesionales. El mayor problema de compatibilidad se dio en el reabastecimiento de combustible, dado que el GT 88.0 usaba el sistema NATO Quick Release mientras que los buques cisterna usaban como standard el RAS (Refuelling Along Side) probe, lo que obligaba al cisterna a cabiar sus sondas en cada operación




En cuanto a los sistemas de armas de a bordo, se agregaron cañones de 20mm sobre las bandas como medio de defensa contra ataques terroristas, de buzos o de embarcaciones menores, principalmente en las entradas y salidas a puerto, donde los buques son más vulnerables. Dichas medidas fueron acertadas, pues este es un peligro permanente en esa sensible región, como lamentablemente se comprobó hace escasos meses en Yemen. En otros sistemas, se modificó el software SEWACO para tener una respuesta automática a la amenaza misilística, dado que Irak hacía uso profuso del misil antibuque AM-39 Exocet, arma cuya letalidad la ARA conocía por ser de dotación de los Super Etendards de la ARA que hundieron al HMS Sheffield y al ACL Atlantic Conveyor en el conflicto del Atlántico Sur. A su vez, se recorrieron los sistemas de guerra Nuclear, Bacteriológica y Química (NBQ).


                                           --------------------------------------------

2º ETAPA DE RELEVO

El GT 88.1




En Febrero partió un nuevo GT a relevar al GT 88.0. EL GT 88.0 dio por finalizada la fase I del operativo Alfil y se replegó a la Base Naval Puerto Belgrano. El D-10 regresó el 25 ABR 1991, y la P-43 el 24 MAY 1991. El GT 88.1, al mando del CN D. Rodolfo Hasenbalg. Dicho GT tuvo una composición distinta por la evolución de la situación militar, se prefirió cambiar al Destructor del Grupo (en este caso, el ARA La Argentina, [D-11]) por un transporte cargado con medicinas, alimentos y material de ayuda humanitaria. El grupo se constituyó por:



Corbeta Misilística Clase MEKO 140A16 ARA (P-42) Rosales; asignada a la 2da Div. de Corbetas, CF D. Héctor Tebaldi (hasta el 31 MAY 1991)/CC D. Pablo C. Rossi (desde el 01JUN 1991).(http://patrullerasargentinas.blogspot.com.ar/2013/07/informeespecial-buquespesqueros.html)




(histarmar.com)


Transporte Clase Costa Sur ARA (B-4) Bahía San Blás; Comando de Transportes Navales




La P-42 cumplió misiones de patrullaje y escolta, agregada al comando naval multinacional. Dicha nave logró unas 326 intercepciones. Posteriormente, realizó maniobras combinadas con las Armadas Española, Inglesa y Estadounidense. La Rosales recibió apoyo logístico de buques franceses y australianos. La orden de regreso del GT 88.1 fue emitida el 23 MAY 1991. Su arribo se produjo en Buenos Aires en JUL 1991. Para el 02 AGO de 1991, la misión del GT 88.1 estaba finalizada.


Conclusión




Las consecuencias de la misión encomendada a ambos GT's se pueden dividir en dos: aquellas que hacen a la Argentina y aquellas que hacen a los hombres de nuestra Armada.




Para la Argentina significó la inserción de pleno derecho en el nuevo orden mundial de la post-guerra fría. Significó un voto de confianza en organismos internacionales y el abandono de una postura aislacionista. Los beneficios políticos de la intervención en la guerra del Golfo Pérsico también inauguró una nueva y aspiciosa fase entre los Estados Unidos y la Argentina, con su punto cumbre en la reciente designación de la Argentina como Major Non-Nato Ally, es decir, Gran Aliado Extra OTAN. El aporte de la ARA con su abnegación y sacrificio durante Desert Shield y Desert Storm fue, probablemente, uno de los factores determinantes de dicha decisión.




La intervención de la ARA en el Golfo fue el punto de inflexión de las relaciones argentinas en el hemisferio occidental. Como dijo un jefe de la Armada Italiana: "Antes Ustedes eran amigos, ahora son aliados". Y es una verdad de las relaciones internacionales que nadie se alia con una potencia débil, por muy "simpática" que esta sea. El reconocimiento también se manifestó cuando una delegación militar argentina fue invitada al desfile de la victoria aliada en New York City, donde flameó orgulloso el pabellón del GT 88.0




Para la Armada implicó probarse a símisma que poseía en su Flota de Mar medios y personal adecuados para tomar una importante parte en un evento militar internacional. Los comentarios de Jefes navales extranjeros que tomaron parte de las operaciones combinadas con la ARA fueron más que elogiosos. Aquí transcribimos algunos párrafos:



A los GT 88.0 y 88.1:(...)"El mundo no olvidará jamás la gran contribución realizada por los Oficiales y tripulaciones del ARA Brown, ARA Spiro, ARA Rosales y ARA San Blás por el buen trabajo realizado. Esperamos continuar manteniendo una estrecha relación de trabajo en el futuro."(...) Almirante D. Frank B. Kelso II, United States Navy.


Al GT 88.0: (...)"El apoyo que Vd. le ha dado a la Fuerza Combinada Logística ha sido superlativo. Desearía contar siempre con el profesionalismo con que Vd. hábilmente organizó los" paquidermos" bajo su control."(...) Capitán de Navío Dusty Miller, Royal Canadian Navy.




Al GT 88.1: (...)"Cuando abandonen esta región llevarán consigo la admiración y el respeto de toda la fuerza de interceptación marítima multinacional. Desde su despliegue han sumado más de 350 interceptaciones lo que significa un impresionante logro. El profesionalismo, la dedicación y la destreza que ustedes han demostrado en las aguas del Norte ha sido la piedra angular de nuestro esfuerzo multinacional. Tienen todo el derecho de sentirse orgullosos, ya que su aporte fue parte fundamental del éxito total de estas operaciones históricas."(...) Contraalmirante R. A. K. Taylor, United States Navy.

No debemos subestimar el aporte que este éxito y reconocimiento hizo a la moral de los hombres de mar. Después de la victoria aliada en Tormenta del Desierto, el "Síndrome Malvinas" se había "exorcizado". Las fuerzas de superficie de la ARA se destacaron, aun operando junto a las flotas más poderosas del mundo. Y demostraron que, con equipo adecuado, el valor, la abnegación y el profesionalismo de los hombres de la Armada rinden sus frutos.


Santiago L. Aversa

Fuentes:

Jorge Núñez Padín, Serie Aeronaval No. 6, "Aerospatiale Sa 316B Alouette III"

CL (CO)Arguindeguy-CL Rodríguez, Las Fuerzas Navales Argentinas

CL Rodríguez, Buques de la Armada Argentina 1970-1996

CF Rey Méndez, "La Armada Argentina en la Guerra del Golfo", Tecnología Militar No. 5-6/97

www.fuerzasnavales.com

www.ara.mil.ar



ESTO PASABA AYER 29 AÑOS



ESTO PASA HOY 23 DE SEPTIEMBRE 2019





ESTO PUEDE PASAR HOY ???





23/9/19

“JAQUE EN DOS MOVIMIENTOS”


VETERANOS DE AYER, DE HOY Y DE SIEMPRE


Cómo EEUU puede cometer un grave error en el Golfo Pérsico




Mientras los medios corporativos angloestadounidenses mantienen un cerrado silencio sobre la crisis que existe entre Washington y Teherán, la región del Golfo Pérsico manifiesta en la agitación existente sus diversos estados y monarquías que lo bordean, intensos movimientos que revelan que las cosas están peor de lo que La Casa Blanca está dispuesta a reconocer.


Los últimos acontecimientos en Washington han influido negativamente en la estabilidad de la región. Pese a que Donald Trump echo al asesor de seguridad nacional John Bolton, ello no significa que EEUU abandone la pretensión de atacar a la república Islámica. Lo que sucedió entre Trump y Bolton fue solo una cuestión de egos y caprichos pero nada más. Tel Aviv no ve preocupación alguna en la salida de aquel fervoroso sionista de un sitial tan estratégico como es la misma Casa Blanca ya que tienen en el bolsillo al mismo presidente estadounidense. Con esto en consideración, en Washington solo dicen ¿A quién le importa Bolton?


Con esto a la vista queda en claro también que quién está y ha estado detrás de los esfuerzos por atacar a Irán es Israel. Una vez más se comprueba cuál es el factor oculto, el agente disonante y el disparador de las guerras en la región. Quien está particularmente interesado en esto es el mismo Benjamín Netanyahu quien, junto a su coalición de partidos ultraderechistas y las organizaciones sionistas a nivel internacional, aspira a conquistar otro periodo a costa de espectacularidades como lo sería un fulminante ataque contra Irán.




Bibi y los sionistas no ven remordimiento alguno en sacrificar a miles de seres humanos (mucho menos si son musulmanes) para concretar sus planes mesiánicos y las pruebas de ello son evidentes.


Pero todo esto va más allá de las especulaciones. De lo que va del año, los sabotajes por el mes de junio contra buques tanque, los intentos mediáticos y gubernamentales por tratar de incriminar a Irán de estar supuestamente detrás de estos eventos, fue revelando la planificación y ejecución de manos expertas en “operaciones negras” que para lograr tanto sigilo, además de poderse mover con libertad en el puerto de “Fujaira” (Emiratos Árabes Unidos) –donde estuvieron anclados los buques siniestrados- debieron contar con una sofisticada cobertura de inteligencia electrónica. Y solo hay dos sospechosos con esa capacidad para ejecutar algo así en la región: el CENTCOM o Israel ¿O tal vez ambos?


En ese sentido, los mismos esfuerzos del Pentágono por tratar de convencer a la opinión pública mediante filmaciones y fotografías mal interpretadas e informes de inteligencia nada fiables, demostraron la patética –y repetida- táctica por buscar complicar a Irán en algo que nunca habían hecho.


La estrategia buscada es clara: “Dividir y buscar aliados”, tan antiguo como efectivo pero ¿Quiénes realmente están desplegando estas maniobras?


Desde los kuwaitíes pasando por los qataries, los emiratíes y ni que decir de los iraquíes, todos señalan a Israel como el instigador y posiblemente el ejecutor material detrás de estos eventos. Arabia Saudita mantiene un mutismo sospechoso que pone en evidencia su comprometida posición en el marco de su tóxica y muy dañina relación secreta con Tel Aviv por medio de la cual ha sido arrastrada a una guerra absurda con Yemen.


El último incidente ocurrido en las refinerías más importantes del este de Arabia Saudita, con seguridad sería uno más de estos actos de “Falsa Bandera” que buscaban culpar a los combatientes “Huties” yemeníes y así responsabilizar a los iraníes. Malas noticias para los planificadores de esto: Nadie se lo creyó y para peor, aparentemente la monarquía en Riad tampoco quienes en estos momentos están estudiando una salida negociada de las hostilidades en Yemen.


Sobre ello aún hay serios cuestionamientos si en realidad fueron Drones o misiles de largo alcance provenientes de una zona desértica en Iraq. Las posibilidades de que el ataque haya provenido desde una zona al sur, arroja más sospechas sobre sus verdaderos autores recordando que allí aún operan fuerzas y grupos de tareas estadounidenses.


Aunque muchos no puedan creer que Mohamed Ben Salman escuche consejos o planteos que le hagan rever sus decisiones (sin que pierda la cabeza en el intento), el ataque a las refinerías más importantes del reino que han causado un gran impacto en el mercado mundial del petróleo, le habría echo entrar en razón de que todo este tiempo, ha sido embaucado y usado como una mera marioneta de los planes de Tel Aviv.



Por otra parte, coincidiendo con la salida de John Bolton del Consejo de Seguridad Nacional, La Casa Blanca ha cambiado su retórica en torno a Irán escuchándose de la misma boca de Donald Trump que “no queremos una guerra con Irán” aunque vale aclararlo, a las palabras se las lleva el viento.
Incluso el intempestivo cambio discursivo en el Secretario de Estado Mike Pompeo quien aseveró “Nos gustaría una resolución pacífica”, puede oler muy sospechoso para que sea verdad; es muy posible que haya sido informado de las consecuencias de una agresión directa o se trate de una estratagema.


Pero hay varias consideraciones en danza antes de que EEUU o Israel (o ambos) se lancen a una aventura bélica contra la república Islámica. Antes que nada, Washington no puede dejar de lado la pésima experiencia en Iraq y la muy compleja situación en la que se hallan sus tropas en Afganistán, éste último un punto estratégico para ejecutar un golpe como el planificado.
Un mal cálculo significaría un desastre militar con consecuencias políticas y comerciales no solo para Washington sino también para todo el mundo.


Otra es la situación geográfica de Irán. Una muy extensa geografía costera protegida por lanchas rápidas y sistemas de misiles anti buque de variada sofisticación puede hacer de las fuerzas de tareas de la V Flota un pandemónium. A ello no hay que olvidar la adquisición de sistemas de misiles antiaéreos rusos S-300 y la aún no confirmada posesión de los más modernos S-400 que no haría nada fácil una incursión aérea. Y aunque los planes solo involucren el ataque con misiles crucero y aviones furtivos, ello no garantiza efectividad y peor aún, podría empujar a que Irán cierre indefinidamente el estrecho de Ormuz causando una nueva crisis comercial que afectaría a todo el mundo.

18/9/19

Menem y Cavallo, condenados por la venta a precio vil de La Rural



VETERANOS DE AYER, DE HOY Y DE SIEMPRE

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El predio se vendió en 1991 a 30 millones de dólares, cien millones menos que su valor real. Quedan inhabilitados para ejercer cargos públicos de por vida.

EL QUE LA HACE, A LA LARGA LA PAGA POR MANDARNOS AL GOLFO PERSICO Y DESCONOCER QUE SOMOS VETERANOS DE ESA GUERRA.
Casi 30 años después de los hechos, el ex presidente Carlos Menem y el ex ministro de Economía Domingo Cavallo fueron condenados a penas de prisión efectiva por la venta del predio ferial de Palermo a la Sociedad Rural Argentina por un precio de unos 30 millones de dólares.
Según la tasación real de ese solar, en una de las zonas más caras de Buenos Aires, el precio superaba los 130 millones de la moneda estadounidense.
La operación, según resolvió hoy el tribunal oral federal número dos, le causó a las arcas públicas un perjuicio multimillonario. Sin embargo, las penas fueron de tres años y nueve meses para Menem y tres años y medio para Cavallo. Ninguno de los dos irá, por ahora, preso.
Y, en el caso de que las condenas finalmente sean confirmadas, por la edad de ambos (88 años el ex mandatario, 73 el ex ministro) y por sus afecciones de salud, eventualmente podrían gozar de la prisión domiciliaria.
Eso sí: si el fallo quedara firme, ninguno de los dos podrá volver a ejercer cargos públicos pues fueron inhabilitados de por vida.
El fallo no afecta –de momento- a la actual situación de Menem, quien es senador con mandato vigente por La Rioja. Los jueces Rodrigo Giménez Uriburu, Jorge Gorini y José Michelini dieron a conocer esta tarde el veredicto.
Fue después de un juicio que se extendió por más de un año. Otros imputados, Matías Ordóñez y Gastón Figueroa Alcorta, ex integrantes de la Comisión de Venta de Inmuebles Estatales del Ministerio de Economía, fueron condenados a tres años en suspenso. Otros acusados vinculados con la Sociedad Rural resultaron absueltos, entre ellos el entonces presidente, Ricardo Agustín de Zavalía.
¿Qué pasará con el predio de Palermo?
La Justicia en lo Civil y Comercial tramita un expediente sobre esa cuestión. Los jueces del tribunal oral decidieron notificar su decisión de hoy como un elemento de juicio más para la eventual restitución del lugar al Estado Nacional. La causa fue instruida en primera instancia por el juez federal Sergio Torres y por el fiscal Carlos Stornelli, quien en su acusación había considerado que los acusados habían cometido el delito de peculado, pues participaron de la sustracción del Predio Ferial de Palermo al Estado nacional y luego lo transfirieron a la Sociedad Rural Argentina (SRA) a menos de un 25 por ciento de su valor real en dólares.
El juicio que terminó hoy tiene una contraparte abierta en la justicia de instrucción penal ordinaria. Ese proceso, que está virtualmente paralizado desde hace dos años por una recusación contra el juez Juan María Ramos Padilla (padre del juez federal de Dolores) tiene como imputados a directivos de la Sociedad Rural Argentina en los 90 y a los ejecutivos del Banco de la Provincia de Buenos Aires. Es a raíz de un crédito incobrable de 106 millones de dólares concedidos para una gigantesca obra que planeaba levantar en el predio un centro de entretenimientos con cines, restaurantes, microestadio, estacionamiento y locales comerciales.
La lista de imputados en ese juicio está compuesta, entre otros, por Raúl Etchebehere, Juan María de Anchorena, Carlos Sánchez, Hugo Pifarré, Rubén Lusich, Horacio Foster, Rodrigo Arboleda Halaby, Eduardo Ordoñez, Mario Eijo de Tezanos Pinto, Néstor Eijo, Juan Ravagnán, Vicente Francos, Luis Walter, Juan Carlos González, Carlos Simone y Jaime Bernasconi.
En este expediente, en cambio, se investiga “todo lo sucedido inmediatamente después de la venta del predio Tres de Febrero, evidentemente planeado en forma paralela a la venta en sí”, según determinó la Cámara del Crimen, al confirmar los procesamientos.
Después de la venta, la SRA concedió el usufructo del lugar a dos empresas transitorias que planeaban construir allí un gigantesco complejo de entretenimientos. Para ello gestionaron y obtuvieron un crédito de 106 millones de dólares del Banco Provincia, gracias a que sus directivos “perjudicaron con su accionar fraudulento los intereses que la provincia de Buenos Aires les había confiado”.
Entre otras irregularidades, en la documentación presentada para el préstamo se incluían “gastos preoperativos” que, en rigor, mostraban “como supuesta inversión los intereses que habría que pagarle al propio banco prestamista hasta el inicio de las actividades”.

15/9/19

DEBATES Y POSICIONES DEL OFICIALISMO Y LA OPOSICIÓN. ¿DISTINTOS PROYECTOS DE INSERCIÓN INTERNACIONAL


VETERANOS DE AYER, DE HOY Y DE SIEMPRE 


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1“LOS PARTIDOS POLÍTICOS ARGENTINOS Y EL ENVÍO DE TROPAS AL GOLFO PÉRSICO (1990-1991).DEBATES Y POSICIONES DEL OFICIALISMO Y LA OPOSICIÓN.¿¿DISTINTOS PROYECTOS DE INSERCIÓN INTERNACIONAL?”1


1“LOS PARTIDOS POLÍTICOS ARGENTINOS Y EL ENVÍO DE TROPAS AL GOLFO PÉRSICO (1990-1991).DEBATES Y POSICIONES DEL OFICIALISMO Y LA OPOSICIÓN.¿DISTINTOS PROYECTOS DE INSERCIÓN INTERNACIONAL?

”1MARIA CECILIA MIGUEZ1.

INTRODUCCIÓN:

 Casi veinte años de la participación argentina en el conflicto bélico desatado en Kuwait en agosto de 1990, resulta válido analizar desde una perspectiva histórica más amplia los profundos debates sobre la inserción internacional que aquélla situación suscitó.

 Fundamentalmente porque algunas de las racionalizaciones y construcciones ideológicas allí aplicadas dieron el tono a más de diez años de política exterior y continúan siendo objeto de discusión y análisis. La primera Guerra del Golfo fue muy significativa a nivel mundial y también a nivel local. Respecto de la economía norteamericana representó una respuesta a la crisis económica del país y el triunfo de los sectores vinculados a la industria de armamentos y manufactureros de punta que buscaban reestablecer el su predominio en el mundo a través de una política internacional agresiva, que creara las condiciones para la profundización de su hegemonía en el Tercer Mundo (avanzando por ejemplo en la subordinación de América Latina a los Estados Unidos) y montándose sobre la debilidad militar de Europa y Japón y en el repliegue soviético, desplazando así a otros ligados al mercado interno y a las viejas manufacturas fordistas, defensores del proteccionismo y de la reindustrialización.

 Asimismo, el conflicto demostró que la clase dirigente norteamericana había superado el síndrome de Vietnam y que los Estados Unidos estaban dispuestos a intervenir militarmente en todas partes del mundo. Así, una guerra de intervención en un país del Tercer Mundo reordenaba las relaciones de fuerza en la economía internacional. Lejos ya de los primeros planes de la presidencia de Reagan, el objetivo central de la guerra en el contexto de la crisis económica norteamericana era el de controlar recursos y negarles mercados a los demás, ganando tiempo para la recomposición de la economía interna, representando un cambio de estrategia global para lidiar con la crisis 1 Publicado originalmente en Revista Temas de historia argentina y americana, UCA, Número17, 2011, pp. 123-158. Link. 
 
2del capitalismo norteamericano. Fue justamente luego de que estallara esa guerra, que el presidente George H. W. Bush invocó la existencia del “Nuevo Orden Mundial”. Lo hizo pocos días después de la invasión, el 11 de septiembre de 1990, en un discurso pronunciado ante las dos cámaras del Congreso. Respecto de las transformaciones del sistema internacional, la guerra hacía visible esa racionalización posterior. Era la primera vez que los Estados Unidos, junto con las potencias occidentales actuaban sin la oposición del bloque de países soviéticos. La potencia del norte obtuvo el apoyo de treinta y dos países.En cuanto a la coyuntura local argentina, el conflicto en Kuwait provocó una serie de intensasdiscusiones al interior y entre el Partido Justicialista (oficialismo) y la Unión Cívica Radical (oposición) referidos a distintas posiciones sobre la política exterior y el rol de la Argentina en el escenario mundial.

 Aquí se abordarán esas discusiones, porque su implicancia trascendió el conflicto puntual y constituyó un hito histórico, no sólo por la ruptura de una tradición neutralista sino porque la construcción discursiva que legitimó el envío de tropas traducía una nueva concepción respecto de la inserción internacional del país. Este artículo constituye una aproximación al análisis de las posiciones políticas de los partidos con mayor representación parlamentaria en el país (UCR y PJ), a través del estudio de caso de la Guerra del Golfo Pérsico desatada en 1990. La pregunta central es en qué medida los debates parlamentarios fueron reflejo de dos modelos de inserción internacional diferentes y contrapuestos. Para ello deben inscribirse en la coyuntura política y económica nacional ampliada. Aquí reside la importancia del enfoque histórico de esta problemática. Si bien la problemática estudiada aquí pertenece al área de estudio de las relaciones internacionales, “ninguna teoría de las relaciones internacionales es posible si ella no se sitúa en la perspectiva dinámica, en la del movimiento” (Duroselle, 1992:177).

 Identificar el objeto de estudio implica un recorte cuyo objetivo es, en este caso, analizar en profundidad la dinámica política del período, pero esa esfera no puede interpretarse en forma autónoma respecto del resto de las dimensiones de la realidad social. Hay una instancia propia de lo político, pero no autoreferida, o autoexplicativa. Sólo la historia permite vincular los elementos propios con los otros movimientos en la sociedad, y por lo tanto, no sólo explicar los movimientos particulares de la dinámica
3 Potica sino también su inscripción en los procesos totales, que a su vez son constitutivos, condicionantes y condicionados por la dinámica política. El objetivo de este trabajo es, en primer lugar, reconstruir los debates en torno al envío de tropas al Golfo Pérsico, y en un segundo momento, interpretar las concepciones o tendencias más profundas que reflejaron.


 2. LA RELACIÓN DE LA ARGENTINA CON LAS POTENCIAS. HACIA EL ALINEAMIENTO. La década de los noventa fue escenario de cambios profundos con respecto a la inserción internacional del país. Algunos de ellos venían abriéndose paso ya desde el “giro realista” del gobierno de Raúl Alfonsín. Otros, se constituyeron como “novedad” a partir del gobierno de Carlos Saúl Menem e implicaron un viraje fundamental. La adopción de un determinado patrón de inserción internacional se vinculó con fenómenos de transformación económica, social y política que han provocado fuertes debates y prolíficos análisis y se inscribió en el marco de la proclamación del mundo “globalizado”, caracterizado por la unificación del mercado mundial a partir de la desintegración de la Unión Soviética -incluyendo la producción, la comercialización, los mercados financieros y los de servicios- y el dominio total de las economías de mercado.

 Desde los Estados Unidos se proclamó, como decíamos, la existencia de un “Nuevo Orden Mundial”, un orden único, en el que se desdibujarían las barreras políticas, y donde se puso en cuestión la propia vigencia y relevancia del Estado-nación. En consecuencia, también desde ese país se afirmaba el sostenimiento de “valores internacionales” y una “legalidad internacional” como expresión de ese “nuevo orden”. Como contracara de este discurso, la aparición de distintos conflictos bélicos como la primera Guerra del Golfo, entre otros, demostró a comienzos de la década del 90 que la “globalización” de las relaciones económicas mundiales no había significado la formación de una “comunidad internacional” igualitaria, sino que se había acentuado la dependencia y el atraso de los países periféricos.

 La guerra del Golfo, hizo evidente el peso aún vigente de los Estados nacionales, particularmente el de las grandes potencias. La participación argentina con el envío de dos naves en la Guerra del Golfo formó parte de una serie de medidas de política exterior del primer gobierno de Carlos Saúl Menem, cuyo objetivo era principalmente demostrar el alineamiento con los Estados Unidos, en el marco de una estrategia de inserción internacional que priorizaba 4las cuestiones económicas, sustentándose en los supuestos del “realismo periférico”, a los que haremos referencia. Para situarnos en el contexto de las relaciones bilaterales entre la Argentina y la potencia del norte, durante la década de los ochenta tanto la coyuntura internacional y nacional como la tradición político-ideológica del partido radical habían permitido la existencia de una estrategia diplomática de alto perfil que mantuvo –en principio- márgenes de autonomía con respecto a los Estados Unidos, y que priorizaba la inserción multilateral. Esta estrategia se sostenía principalmente en la posibilidad de “diversificar los puntos de apoyo” con Europa occidental y con la Unión Soviética, tal como lo afirmaba el canciller de Raúl Alfonsín, Dante Caputo2.

 Sin embargo, una de las prioridades de la política económica exterior durante la década de los ochenta fue el tratamiento de la deuda externa, que presionaría fuertemente sobre la economía argentina. Cabe recordar que dicha década se caracterizó por las dificultades – al igual que en el resto de las economías latinoamericanas- que hicieron que el período se conociera como la “década perdida”, signada por el elevado endeudamiento externo, los precios decrecientes de las exportaciones de materias primas, el aumento del proteccionismo por parte de las potencias industriales y las altísimas tasas de interés internacionales. Para 1984, la estrategia multilateral de negociación de la deuda externa llevada a cabo por Argentina junto con otros países latinoamericanos había fracasado3, y a partir de allí la relación con los Estados Unidos y con Europa comenzó a modificarse. Ese cambio tanto en la política económica como en la política exterior es lo que se denominó como un “giro realista” de Alfonsín, y algunas de sus manifestaciones más notarias fueron su compromiso a pagar la deuda -a partir del cual Reagan medió entre el gobierno de Buenos Aires y la banca acreedora, aunque exhortando al cumplimiento de los ajustes requeridos por los bancos- y particularmente su segunda visita a los EE.UU, 2 El ministro de Relaciones Exteriores de Alfonsín sostuvo:

 “Al principio la concepción se basaba en la rehabilitación de la posición argentina en el plano internacional y, muy especialmente, en el marco de los países occidentales. Junto con esta idea estaba la de evitar que un país monopolizara la relación en ese ámbito, por lo cual Europa parecía como una posibilidad de diversificar los puntos de apoyo de la política exterior en Occidente”, DANTE CAPUTO,en Entrevista realizada para la Revista América Latina Internacional, vol. 6 núm. 21, julio-septiembre, Buenos Aires, Argentina, 1989, p. 266. 3 Durante los dos primeros años del gobierno radical, la diplomacia argentina intentó políticas de concertación multilateral en el escenario latinoamericano, para hallar solución al problema de la deuda externa. Los ámbitos donde se expresó esta intención fueron la Conferencia de Quito en enero de 1984, la declaración conjunta efectuada con Brasil, México y Colombia en el mes de mayo, la Reunión de Cartagena en junio, y la Segunda Reunión del Grupo de Cartagena en Mar del Plata en el mes de septiembre del mismo año. Los intentos de dar tratamiento “político” a la deuda y el de conformar un “Club de Deudores” fracasaron ante la negativa de los Estados Unidos y de las potencias europeas. 
 
5En marzo de 1985, donde se mostró más complaciente con el ambiente que predominaba en Washington anunciando la necesidad de reformar el Estado y privatizar empresas públicas. Tanto esta declaración como la intención manifestada de licitar áreas petrolíferas -Plan Houston- y la posterior puesta en marcha del Plan Austral merecieron gestos auspiciosos por parte del gobierno norteamericano y los organismos financieros internacionales. En cuanto a Europa Occidental, la acción se encaminó hacia la búsqueda de asociaciones particulares, privilegiando las inversiones en el aparato productivo argentino.

 En esta línea, se firmó el Tratado con la República Italiana para la Creación de una Relación Asociativa Particular, suscripto en Roma el 10 de diciembre de 1987 y el Acuerdo de Cooperación y Amistad con el Reino de España, firmado en Madrid el 3 de junio de 1988 y ratificado en el Congreso en 1989. El primero de ellos, se destacó por la magnitud de las inversiones comprometidas, los privilegios y garantías ofrecidos a los inversores. Esos acuerdos bilaterales constituyeron la base para la negociación de un convenio amplio de colaboración económica, cuyas tratativas se iniciarían a fines de 1989. Como decíamos, el otro actor que había permitido mantener una “relación madura” con los Estados Unidos era la Unión Soviética. Partiendo de que jamás el comercio fue tan floreciente como durante la dictadura militar argentina, las relaciones entre el gobierno de Alfonsín y la Unión Soviética continuaron en esa línea y se afianzaron hasta 1986, año en que disminuyeron abruptamente las compras por parte de ese país. Es decir que hasta la crisis soviética se asistía a un incremento de la relación bilateral, así como en el caso de otros países latinoamericanos, plasmado en acuerdos comerciales, industriales, de cooperación en el área nuclear y militar4.

 La desintegración de la URSS no era un panorama previsible, y hasta ese momento, la potencia era un actor fundamental en el escenario político y económico argentino, tenido en cuenta como tal tanto por radicales como por justicialistas, en la medida que se trataba de uno de los principales mercados compradores, con el peso que eso tiene en una economía basada en la comercialización de bienes agroexportables. Las grandes modificaciones que se produjeron con la caída del Muro de Berlín en 1989 y la posterior desintegración de la URSS sin duda repercutieron en las 4 Para ver en profundidad las relaciones bilaterales, ver ROBERTO RUSSELL (comp.), Nuevos rumbos en la relación Unión Soviética / América Latina, GEL, Buenos Aires, Argentina, 1990. 
 
6Concepciones respecto de la posición de la Argentina en el sistema internacional, y en los márgenes de maniobra de la política exterior. La percepción del cambio en el escenario internacional es una variable que puede explicar en parte los virajes y ajustes que fue realizando la política económica de Carlos Saúl Menem entre 1989 y la implementación de la convertibilidad en 1991.´

Sin embargo, aún antes de la caída del muro, durante la década de los ochenta, junto con la crítica al modelo de industria sustitutiva y a la intervención del estado en la economía, también se habían comenzado a poner en cuestión los intentos de formular una política exterior autónoma incluso dentro del partido radical. Esa crítica que sustentaba elementos propositivos que también analizaremos, provenía de las clases dominantes argentinas y comenzaba a hacer pie en dirigentes políticos radicales y justicialistas. A pesar de la construcción de una campaña basada en postulados que apelaban a la justicia social y al nacionalismo empresario, y de aglutinar un frente de apoyos alrededor de ellos, Carlos Menem llevaría a cabo, durante diez años, un programa económico neoliberal en línea con lo propuesto por el Consenso de Washington5. Junto con dicho programa se propuso una nueva orientación en política exterior, cuyo sustento ideológico venía forjándose desde la década de los ochenta.

 A diferencia de otros gobiernos anteriores, el nuevo enfoque de las relaciones internacionales priorizó los vínculos políticos con los Estados Unidos y los gestos de alineamiento, sin descuidar los importantes lazos económicos con la Europa Comunitaria6.

 5 A principios de los noventa, los organismos multilaterales de crédito (FMI y Banco Mundial), las administraciones dependientes de la Casa Blanca (el Tesoro y el Departamento de Estado de los Estados Unidos), los sectores dominantes de los países del G-7 y los directorios de los bancos acreedores, formularon una especie de consenso sobre la naturaleza de la crisis latinoamericana y sobre las reformas que debían aplicarse para “superarla”. Esa concepción fue recogida por John Williamson en un libro, compilatorio de las ponencias de un seminario internacional, titulado Latin American Adjustment, publicado en 1990.

 Este documento recoge una adecuada síntesis del pensamiento neoliberal de los noventa, bajo la expresión del Consenso de Washington. Allí se justificaba la promoción de diez medidas básicas: Disciplina fiscal, reordenamiento de las prioridades del gasto público, reforma impositiva, liberalización de las tasas de interés, una tasa de cambio competitiva, liberalización del comercio internacional, liberalización de la entrada de inversiones extranjeras directas, privatización, desregulación y derechos de propiedad. 6 Aquí se adscribe a la categorización de “alineamiento”, teniendo en cuenta que se trató de un tópico discutido en la propia coyuntura. Algunos consideraron a la política exterior de Menem como de “alineamiento automático”, partiendo de una visión crítica de los postulados del realismo periférico, y exaltando sus perjuicios respecto de las posibilidades de formular una política exterior autónoma. Entre ellos, se encuentran Mario Rapoport, José Paradiso, Alfredo Rizzo Romano. Carlos Escudé sostuvo en cambio que a partir del gobierno de Menem se terminó con una política de “desalineamiento”, es decir, con el legado cultural de "sobredosis de confrontaciones" de gobiernos anteriores, incluido el de Alfonsín. Ver CARLOS ESCUDÉ , “La historia, la cultura política, los errores y las lecciones en las relaciones argentino-norteamericanas” en FELIPE DE LA BALZE Y EDUARDO ROCA (comp.), La Argentina y Estados
7Los hitos del “alineamiento” fueron, el envío de tropas al Golfo Pérsico en septiembre de 1990, la desactivación del proyecto misilístico Condor II, la ratificación del Tratado de Tlatelolco o de No Proliferación Nuclear, la firma en forma conjunta con Brasil del Acuerdo para el Uso Exclusivamente Pacífico de la Energía Nuclear y la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (ABACC), el retiro del Movimiento de No Alineados y la modificación de los votos argentinos en la ONU pueden comprenderse en el marco de estos objetivos7.

 El gobierno de Carlos Saúl Menem fue el período donde se firmaron la mayor cantidad de convenios entre la Argentina y los Estados Unidos. Estas tácticas de política exterior no pueden comprenderse en forma separada de una política económica orientada a obtener el visto bueno del Fondo Monetario Internacional y de la banca acreedora. Recordemos que los sucesivos planes económicos desde la asunción de Menem, en especial la aplicación del ajuste con paridad fija a partir de la Ley de Convertibilidad en 1991, se orientaron a responder a los condicionamientos de dichos organismos, lo que culminó en el ingreso al Plan Brady en 1992.

 Hay que agregar aquí que la nueva vinculación con los Estados Unidos no eliminó un rasgo que constituye una tendencia de largo plazo en la historia argentina: la competencia entre intereses asociados a distintas potencias por el predominio dentro del aparato económico y estatal. El paradigma de las “relaciones carnales”8 no significó necesariamente un retroceso para los intereses económicos vinculados con la Unión Europea, como quedó demostrado en el proceso de privatización de las empresas públicas. Unidos: fundamentos de una nueva alianza, Asociación de Bancos de la República Argentina, Buenos Aires, 1997. Por otro lado, Roberto Russell consideró que no se trató de un “alineamiento automático”. Junto con Deborah Norden sostuvo que las "relaciones carnales" entre Argentina y los Estados Unidos no implicaron un "amor ciego", sino concesiones en algunas cuestiones de agenda e intentos de resistir las presiones norteamericanas respecto de otras cuestiones. 

 Ver DEBORAH LEE NORDEN Y ROBERTO RUSSELL, The United States and Argentina: changing relations in a changing world, Routledge, United States of America, 2002, p. 73.

 7 La Argentina aumentó sin duda el número de la coincidencia en sus votos con los Estados Unidos., por ejemplo, en las resoluciones respecto de la situación de los derechos humanos en Cuba, en las cuestiones referidas al desarme, la no proliferación nuclear respecto del problema del narcotráfico y las resoluciones de condena a las violaciones de derechos humanos en Irán. Para este tema ver FRANCISCO CORIGLIANO,

 “La dimensión multilateral de las relaciones entre Argentina y Estados Unidos durante de la década de 1990”: El ingreso al paradigma de “Relaciones Especiales”, en: ANDRÉS CISNEROS Y CARLOS ESCUDÉ (comp.) Historia de las Relaciones Exteriores de la República Argentina, Tomo XV Cap II, GEL, Buenos Aires, Argentina, p. 225-228 8 El concepto de “relaciones carnales” proviene de una frase pronunciada por el canciller Di Tella, que sostuvo “Nosotros queremos un amor carnal con los Estados Unidos, nos interesa porque podemos sacar un beneficio”. Diario Clarín, 9 de diciembre de 1990, p. 12. 
 
8Más que la reedición de la “relación especial” de principios de siglo con Gran Bretaña pero esta vez con los Estados Unidos, lo que quedó configurado en esa década es una nueva “relación triangular”, en todo caso reedición de la de la segunda posguerra, donde los vértices están ocupados por los Estados Unidos y por los países de la Comunidad Económica Europea9.

 3.SECUENCIA DE LOS HECHOS Y PRINCIPALES DEBATES Justamente, la Guerra del Golfo se constituyó como un episodio paradigmático de la nueva orientación en política exterior, ya que, rompiendo con la tradicional neutralidad de la Argentina ante los conflictos que no la incluían directamente, el envío de tropas fue, ante todo, un acto que demostraba el apoyo a Washington. En el plano internacional inauguró el nuevo protagonismo de las Naciones Unidas y la reivindicación de la “ley internacional” como justificación jurídica de las intervenciones. Una de las consecuencias en el escenario latinoamericano fue que en 1991, en el documento conocido como Compromiso de Santiago, se modificó el principio de no-intervención incorporando la “acción colectiva en defensa de la democracia”. Por otra parte y con respecto a la Argentina, el envío de tropas al golfo fue el inicio de una mayor participación en los operativos de paz de la ONU, modificando también la función de las Fuerzas Armadas. En cuanto a su discurso legitimador, Argentina hizo propios los motivos y argumentos de la administración norteamericana. En el mes de agosto de 1990 se abrió la discusión en los círculos cercanos al presidente acerca del envío de tropas antes de que esto fuera requerido por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, evaluando básicamente el costo que tendría tal decisión. El canciller Cavallo había afirmado el día 9 de ese mes que la Argentina enviaría tropas sólo “dentro de un plan de la ONU”10. El propio presidente, el senador Eduardo Menem y el canciller Cavallo se mostraron dubitativos al respecto mientras ya se elaboraban las posiciones más 9 Para la relación triangular entre la Argentina, Estados Unidos y la Europa Comunitaria en la segunda posguerra ver RUBEN LAUFER Y CLAUDIO SPIGUEL, “Europa occidental en las relaciones internacionales argentinas del mundo bipolar, 1970-1990”, en Ciclos en la historia, la economía y la sociedad, N° 14-15, 1er. Semestre 1998. 10 DOMINGO CAVALLO dijo: “la Argentina no enviará un contingente por voluntad propia, pero sí en el marco de las Naciones Unidas si la ONU lo decide”, ver Página/12, Buenos Aires, 9 de agosto de 1990, p. 3. 

9extremas -que se harían predominantes- donde se alegaba la necesidad del envío de tropas como “gesto” de alineamiento y acuerdo con los Estados Unidos11. Junto con esta última versión se hicieron dominantes los diagnósticos que remarcaban los supuestos “errores” de la política exterior argentina frente a este país durante la Segunda Guerra Mundial y también los supuestos “costos” que esto habría traído aparejados a diferencia de nuestro vecino Brasil12.

 La correspondencia epistolar con el presidente norteamericano, así como la entrevista de Domingo Cavallo con Hosni Mubarak, jefe de Estado de Egipto, parece haber tenido un rol importante en la adhesión a la posición norteamericana, que aún sin la aprobación de la ONU, dispondría la partida de tropas hacia la región en conflicto13.

 Luego de que el Ejecutivo diera a conocer su decisión de enviar dos buques -las naves “Spiro” y “Almirante Brown”, un destructor y una corbeta- el 17 de septiembre, rápidamente las voces opositoras provinieron tanto de la Unión Cívica Radical, como de algunos sectores del Partido Justicialista. El presidente y sus ministros justificaron la decisión de colaborar con “fuerzas de paz” apelando a la necesidad de integrarse a un nuevo panorama internacional de la posguerra fría que requería un “nuevo protagonismo” que restableciera la relación de la Argentina con los Estados Unidos, única superpotencia dominante, lo que permitiría una retribución concreta en beneficios materiales por parte de ese país. Este último supuesto fue incluso discutido por los intelectuales vinculados al oficialismo14.

 El canciller Cavallo sostuvo que: 11 Ver FRANCISCO CORIGLIANO, “La dimensión bilateral de las relaciones entre Argentina y Estados Unidos durante de la década de 1990”: El ingreso al paradigma de “Relaciones Especiales”, en: ANDRÉS CISNEROS Y CARLOS ESCUDÉ (comp.) Historia de las Relaciones Exteriores de la República Argentina,Tomo XV Cap I, Buenos Aires, GEL, 2000, p. 22. 12 La adopción de tales tesis es parte de la reflexión que se realiza en este artículo. El alineamiento se justificó en la teoría del “realismo periférico” de Carlos Escudé a la que haremos referencia más adelante.

 A su vez, ésta se basó en una interpretación de la “declinación argentina”. Los principales trabajos desde esta posición son los de Carlos Escudé, Carlos Díaz Alejandro, y entre quienes polemizaron con ella se encuentran Mario Rapoport, Amado L. Cervo, Raúl Bernal-Meza, Atilio Borón, etc. Ver estos debates también en RAÚL BERNAL-MEZA,América Latina en el mundo. El pensamiento latinoamericano y la teoría de las relaciones internacionales, Buenos Aires, Ed. Nuevo Hacer GEL, 2005, p. 323. 13 CORIGLIANO, “La dimensión bilateral...”, op. cit., p. 23. 14 No solamente la oposición insistió en que la decisión de enviar tropas no traería ningún rédito económico, sino que también Carlos Escudé, principal ideólogo de la nueva orientación de la cancillería relativizó los beneficios económicos a obtener en este caso, aunque resaltaba la importancia del envío como favor simbólico a los Estados Unidos.

 Ver CARLOS ESCUDÉ, “La crisis del Golfo y la Segunda Guerra Mundial”, La Nación, Buenos Aires, 6 de octubre de 1990, p. 7. 

10 si la Argentina quiere participar de los beneficios del proceso de gestación de un nuevo mundo de paz y progreso, debe asumir las responsabilidades. Frente a la actitud del régimen de Bagdad, la indiferencia implica atraso y aislamiento15. Al mismo tiempo, en el informe al Poder Legislativo, el canciller y el Ministro de Defensa Humberto Romero explicaron que no se requería el aval de las Cámaras “porque no se trataba de una intervención bélica sino de una acción disuasoria a través del bloqueo económico”16. En respuesta, en el Senado existieron dos proyectos de declaración, uno proveniente del bloque radical y otro del justicialista.

 El primero de ellos, presentado por el senador Solari Yrigoyen “condenaba” principalmente el envío de tropas y luego la falta de consulta al Legislativo17. El segundo, en cambio, se refería únicamente a este último aspecto, “lamentando” la adopción de la decisión sin el respaldo del Congreso de la Nación. Ambos coincidían en denunciar el accionar de Irak en la región18. Sólo cinco de los senadores justicialistas defendieron la decisión del Poder Ejecutivo19.

 El resto de ellos, mantuvo una fuerte discusión con el Ministro de Defensa, Humberto Romero y con el canciller. En la primera de las sesiones donde se intentó tratar dichos proyectos, el justicialismo estuvo ausente –lo que provoco la falta de quórum-, elemento que demostró las divergentes posiciones al interior de dicho bloque. Era difícil defender la actitud del Presidente, pero al mismo tiempo no estaban dispuestos a criticarla en público sin reunirse antes con Domingo Cavallo. Luego de la reunión con el canciller Cavallo, la mayoría de los senadores justicialistas modificaron su posición y apoyaron la decisión de enviar tropas. Para el 27 15 “Fuerzas argentinas intervendrán en el bloqueo militar contra Irak”, La Nación, Buenos Aires, 19 de septiembre de 1990, p. 1. 16 “El informe del PE a diputados y senadores”, La Nación, Buenos Aires, 19 de septiembre de 1990, p. 3. 17 El proyecto de declaración fue firmado por Hipólito Solari Yrigoyen, Luis Brasesco, Ricardo Lafferriere, Juan Trilla, Mario Losada, Adolfo Gass, Margarita Malharro de Torres, Edison Otero, Edgardo Grosso, José Genoud, Conrado Storani, Hector Velazquez, Faustino Mazzucco. Además de condenar el envío, el tercer punto proponía: “deplorar tanto el abandono de una conducta internacional históricamente asumida por nuestro país, a favor de la solución pacífica de las controversias como la subordinación del interés nacional a estrategias de alineamiento en el orden mundial, que quiebran la posición de independencia sostenida desde la recuperación de la democracia”

 Diario de Sesiones, Honorable Cámara de Senadores de la Nación, 20/21 de septiembre de 1990, p. 3749. 18 Este proyecto fue firmado por Alberto Rodríguez Saá, Carlos Snopek, Olijela del Valle Rivas, César Mac Karthy, Pedro Conchez, Rogelio Nieves, Eduardo Vaca, Leopoldo Bravo, Elías Sapag y Eduardo Posleman. Diario de Sesiones Honorable Cámara de Senadores de la Nación, 20/21 de septiembre de 1990, p. 3751. 19Diario La Nación 20 de septiembre de 1990. Los senadores que apoyaron fueron Liliana Gurdulich de Correa, Luis Rubeo, Eduardo Menem, José Figueroa y Juan Carlos Romero. 

INTOS PROYECTOS DE INSERCIÓN INTERNACIONAL?”1MARIA CECILIA MIGUEZ1.INTRODUCCIÓNA casi veinte años de la participación argentina en el conflicto bélico desatado en Kuwait en agosto de 1990, resulta válido analizar desde una perspectiva histórica más amplia los profundos debates sobre la inserción internacional que aquélla situación suscitó. Fundamentalmente porque algunas de las racionalizaciones y construcciones ideológicas allí aplicadas dieron el tono a más de diez años de política exterior y continúan siendo objeto de discusión y análisis.

 La primera Guerra del Golfo fue muy significativa a nivel mundial y también a nivel local. Respecto de la economía norteamericana representó una respuesta a la crisis económica del país y el triunfo de los sectores vinculados a la industria de armamentos y manufactureros de punta que buscaban reestablecer el su predominio en el mundo a través de una política internacional agresiva, que creara las condiciones para la profundización de su hegemonía en el Tercer Mundo (avanzando por ejemplo en la subordinación de América Latina a los Estados Unidos) y montándose sobre la debilidad militar de Europa y Japón y en el repliegue soviético, desplazando así a otros ligados al mercado interno y a las viejas manufacturas fordistas, defensores del proteccionismo y de la reindustrialización. Asimismo, el conflicto demostró que la clase dirigente norteamericana había superado el síndrome de Vietnam y que los Estados Unidos estaban dispuestos a intervenir militarmente en todas partes del mundo. Así, una guerra de intervención en un país del Tercer Mundo reordenaba las relaciones de fuerza en la economía internacional. Lejos ya de los primeros planes de la presidencia de Reagan, el objetivo central de la guerra en el contexto de la crisis económica norteamericana era el de controlar recursos y negarles mercados a los demás, ganando tiempo para la recomposición de la economía interna, representando un cambio de estrategia global para lidiar con la crisis 1 Publicado originalmente en Revista Temas de historia argentina y americana, UCA, Número17, 2011, pp. 123-158. Link

2del capitalismo norteamericano. Fue justamente luego de que estallara esa guerra, que el presidente George H. W. Bush invocó la existencia del “Nuevo Orden Mundial”. Lo hizo pocos días después de la invasión, el 11 de septiembre de 1990, en un discurso pronunciado ante las dos cámaras del Congreso. Respecto de las transformaciones del sistema internacional, la guerra hacía visible esa racionalización posterior. Era la primera vez que los Estados Unidos, junto con las potencias occidentales actuaban sin la oposición del bloque de países soviéticos. La potencia del norte obtuvo el apoyo de treinta y dos países.En cuanto a la coyuntura local argentina, el conflicto en Kuwait provocó una serie de intensasdiscusiones al interior y entre el Partido Justicialista (oficialismo) y la Unión Cívica Radical (oposición) referidos a distintas posiciones sobre la política exterior y el rol de la Argentina en el escenario mundial. Aquí se abordarán esas discusiones, porque su implicancia trascendió el conflicto puntual y constituyó un hito histórico, no sólo por la ruptura de una tradición neutralista sino porque la construcción discursiva que legitimó el envío de tropas traducía una nueva concepción respecto de la inserción internacional del país. Este artículo constituye una aproximación al análisis de las posiciones políticas de los partidos con mayor representación parlamentaria en el país (UCR y PJ), a través del estudio de caso de la Guerra del Golfo Pérsico desatada en 1990.

 La pregunta central es en qué medida los debates parlamentarios fueron reflejo de dos modelos de inserción internacional diferentes y contrapuestos. Para ello deben inscribirse en la coyuntura política y económica nacional ampliada. Aquí reside la importancia del enfoque histórico de esta problemática. Si bien la problemática estudiada aquí pertenece al área de estudio de las relaciones internacionales, “ninguna teoría de las relaciones internacionales es posible si ella no se sitúa en la perspectiva dinámica, en la del movimiento” (Duroselle, 1992:177). Identificar el objeto de estudio implica un recorte cuyo objetivo es, en este caso, analizar en profundidad la dinámica política del período, pero esa esfera no puede interpretarse en forma autónoma respecto del resto de las dimensiones de la realidad social. Hay una instancia propia de lo político, pero no autoreferida, o autoexplicativa. Sólo la historia permite vincular los elementos propios con los otros movimientos en la sociedad, y por lo tanto, no sólo explicar los movimientos particulares de la dinámica


3política sino también su inscripción en los procesos totales, que a su vez son constitutivos, condicionantes y condicionados por la dinámica política. El objetivo de este trabajo es, en primer lugar, reconstruir los debates en torno al envío de tropas al Golfo Pérsico, y en un segundo momento, interpretar las concepciones o tendencias más profundas que reflejaron.

 2. LA RELACIÓN DE LA ARGENTINA CON LAS POTENCIAS. HACIA EL ALINEAMIENTO.


Resultado de imagen para bandera argentina en el golfo persico 1991


 La década de los noventa fue escenario de cambios profundos con respecto a la inserción internacional del país. Algunos de ellos venían abriéndose paso ya desde el “giro realista” del gobierno de Raúl Alfonsín. Otros, se constituyeron como “novedad” a partir del gobierno de Carlos Saúl Menem e implicaron un viraje fundamental. La adopción de un determinado patrón de inserción internacional se vinculó con fenómenos de transformación económica, social y política que han provocado fuertes debates y prolíficos análisis y se inscribió en el marco de la proclamación del mundo “globalizado”, caracterizado por la unificación del mercado mundial a partir de la desintegración de la Unión Soviética -incluyendo la producción, la comercialización, los mercados financieros y los de servicios- y el dominio total de las economías de mercado. Desde los Estados Unidos se proclamó, como decíamos, la existencia de un “Nuevo Orden Mundial”, un orden único, en el que se desdibujarían las barreras políticas, y donde se puso en cuestión la propia vigencia y relevancia del Estado-nación. En consecuencia, también desde ese país se afirmaba el sostenimiento de “valores internacionales” y una “legalidad internacional” como expresión de ese “nuevo orden”. Como contracara de este discurso, la aparición de distintos conflictos bélicos como la primera Guerra del Golfo, entre otros, demostró a comienzos de la década del 90 que la “globalización” de las relaciones económicas mundiales no había significado la formación de una “comunidad internacional” igualitaria, sino que se había acentuado la dependencia y el atraso de los países periféricos. La guerra del Golfo, hizo evidente el peso aún vigente de los Estados nacionales, particularmente el de las grandes potencias. La participación argentina con el envío de dos naves en la Guerra del Golfo formó parte de una serie de medidas de política exterior del primer gobierno de Carlos Saúl Menem, cuyo objetivo era principalmente demostrar el alineamiento con los Estados Unidos, en el marco de una estrategia de inserción internacional que priorizaba


4las cuestiones económicas, sustentándose en los supuestos del “realismo periférico”, a los que haremos referencia. Para situarnos en el contexto de las relaciones bilaterales entre la Argentina y la potencia del norte, durante la década de los ochenta tanto la coyuntura internacional y nacional como la tradición político-ideológica del partido radical habían permitido la existencia de una estrategia diplomática de alto perfil que mantuvo –en principio- márgenes de autonomía con respecto a los Estados Unidos, y que priorizaba la inserción multilateral. Esta estrategia se sostenía principalmente en la posibilidad de “diversificar los puntos de apoyo” con Europa occidental y con la Unión Soviética, tal como lo afirmaba el canciller de Raúl Alfonsín, Dante Caputo2.

 Sin embargo, una de las prioridades de la política económica exterior durante la década de los ochenta fue el tratamiento de la deuda externa, que presionaría fuertemente sobre la economía argentina. Cabe recordar que dicha década se caracterizó por las dificultades – al igual que en el resto de las economías latinoamericanas- que hicieron que el período se conociera como la “década perdida”, signada por el elevado endeudamiento externo, los precios decrecientes de las exportaciones de materias primas, el aumento del proteccionismo por parte de las potencias industriales y las altísimas tasas de interés internacionales.

 Para 1984, la estrategia multilateral de negociación de la deuda externa llevada a cabo por Argentina junto con otros países latinoamericanos había fracasado3, y a partir de allí la relación con los Estados Unidos y con Europa comenzó a modificarse. Ese cambio tanto en la política económica como en la política exterior es lo que se denominó como un “giro realista” de Alfonsín, y algunas de sus manifestaciones más notarias fueron su compromiso a pagar la deuda -a partir del cual Reagan medió entre el gobierno de Buenos Aires y la banca acreedora, aunque exhortando al cumplimiento de los ajustes requeridos por los bancos- y particularmente su segunda visita a los EE.UU, 2 El ministro de Relaciones Exteriores de Alfonsín sostuvo: “Al principio la concepción se basaba en la rehabilitación de la posición argentina en el plano internacional y, muy especialmente, en el marco de los países occidentales. Junto con esta idea estaba la de evitar que un país monopolizara la relación en ese ámbito, por lo cual Europa parecía como una posibilidad de diversificar los puntos de apoyo de la política exterior en Occidente”, DANTE CAPUTO,en Entrevista realizada para la Revista América Latina Internacional, vol. 6 núm. 21, julio-septiembre, Buenos Aires, Argentina, 1989, p. 266. 3 Durante los dos primeros años del gobierno radical, la diplomacia argentina intentó políticas de concertación multilateral en el escenario latinoamericano, para hallar solución al problema de la deuda externa. Los ámbitos donde se expresó esta intención fueron la Conferencia de Quito en enero de 1984, la declaración conjunta efectuada con Brasil, México y Colombia en el mes de mayo, la Reunión de Cartagena en junio, y la Segunda Reunión del Grupo de Cartagena en Mar del Plata en el mes de septiembre del mismo año. Los intentos de dar tratamiento “político” a la deuda y el de conformar un “Club de Deudores” fracasaron ante la negativa de los Estados Unidos y de las potencias europeas.


5en marzo de 1985, donde se mostró más complaciente con el ambiente que predominaba en Washington anunciando la necesidad de reformar el Estado y privatizar empresas públicas. Tanto esta declaración como la intención manifestada de licitar áreas petrolíferas -Plan Houston- y la posterior puesta en marcha del Plan Austral merecieron gestos auspiciosos por parte del gobierno norteamericano y los organismos financieros internacionales. En cuanto a Europa Occidental, la acción se encaminó hacia la búsqueda de asociaciones particulares, privilegiando las inversiones en el aparato productivo argentino. En esta línea, se firmó el Tratado con la República Italiana para la Creación de una Relación Asociativa Particular, suscripto en Roma el 10 de diciembre de 1987 y el Acuerdo de Cooperación y Amistad con el Reino de España, firmado en Madrid el 3 de junio de 1988 y ratificado en el Congreso en 1989. El primero de ellos, se destacó por la magnitud de las inversiones comprometidas, los privilegios y garantías ofrecidos a los inversores. Esos acuerdos bilaterales constituyeron la base para la negociación de un convenio amplio de colaboración económica, cuyas tratativas se iniciarían a fines de 1989.

 Como decíamos, el otro actor que había permitido mantener una “relación madura” con los Estados Unidos era la Unión Soviética. Partiendo de que jamás el comercio fue tan floreciente como durante la dictadura militar argentina, las relaciones entre el gobierno de Alfonsín y la Unión Soviética continuaron en esa línea y se afianzaron hasta 1986, año en que disminuyeron abruptamente las compras por parte de ese país. Es decir que hasta la crisis soviética se asistía a un incremento de la relación bilateral, así como en el caso de otros países latinoamericanos, plasmado en acuerdos comerciales, industriales, de cooperación en el área nuclear y militar4. La desintegración de la URSS no era un panorama previsible, y hasta ese momento, la potencia era un actor fundamental en el escenario político y económico argentino, tenido en cuenta como tal tanto por radicales como por justicialistas, en la medida que se trataba de uno de los principales mercados compradores, con el peso que eso tiene en una economía basada en la comercialización de bienes agroexportables. Las grandes modificaciones que se produjeron con la caída del Muro de Berlín en 1989 y la posterior desintegración de la URSS sin duda repercutieron en las 4 Para ver en profundidad las relaciones bilaterales, ver ROBERTO RUSSELL (comp.), Nuevos rumbos en la relación Unión Soviética / América Latina, GEL, Buenos Aires, Argentina, 1990. 

Historia Oral de la Política Exterior Argentina (1966-2016)


6concepciones respecto de la posición de la Argentina en el sistema internacional, y en los márgenes de maniobra de la política exterior. La percepción del cambio en el escenario internacional es una variable que puede explicar en parte los virajes y ajustes que fue realizando la política económica de Carlos Saúl Menem entre 1989 y la implementación de la convertibilidad en 1991. Sin embargo, aún antes de la caída del muro, durante la década de los ochenta, junto con la crítica al modelo de industria sustitutiva y a la intervención del estado en la economía, también se habían comenzado a poner en cuestión los intentos de formular una política exterior autónoma incluso dentro del partido radical. Esa crítica que sustentaba elementos propositivos que también analizaremos, provenía de las clases dominantes argentinas y comenzaba a hacer pie en dirigentes políticos radicales y justicialistas.

 A pesar de la construcción de una campaña basada en postulados que apelaban a la justicia social y al nacionalismo empresario, y de aglutinar un frente de apoyos alrededor de ellos, Carlos Menem llevaría a cabo, durante diez años, un programa económico neoliberal en línea con lo propuesto por el Consenso de Washington5. Junto con dicho programa se propuso una nueva orientación en política exterior, cuyo sustento ideológico venía forjándose desde la década de los ochenta. A diferencia de otros gobiernos anteriores, el nuevo enfoque de las relaciones internacionales priorizó los vínculos políticos con los Estados Unidos y los gestos de alineamiento, sin descuidar los importantes lazos económicos con la Europa Comunitaria6. 5

 A principios de los noventa, los organismos multilaterales de crédito (FMI y Banco Mundial), las administraciones dependientes de la Casa Blanca (el Tesoro y el Departamento de Estado de los Estados Unidos), los sectores dominantes de los países del G-7 y los directorios de los bancos acreedores, formularon una especie de consenso sobre la naturaleza de la crisis latinoamericana y sobre las reformas que debían aplicarse para “superarla”. Esa concepción fue recogida por John Williamson en un libro, compilatorio de las ponencias de un seminario internacional, titulado Latin American Adjustment, publicado en 1990.

 Este documento recoge una adecuada síntesis del pensamiento neoliberal de los noventa, bajo la expresión del Consenso de Washington. Allí se justificaba la promoción de diez medidas básicas: Disciplina fiscal, reordenamiento de las prioridades del gasto público, reforma impositiva, liberalización de las tasas de interés, una tasa de cambio competitiva, liberalización del comercio internacional, liberalización de la entrada de inversiones extranjeras directas, privatización, desregulación y derechos de propiedad. 6 Aquí se adscribe a la categorización de “alineamiento”, teniendo en cuenta que se trató de un tópico discutido en la propia coyuntura. Algunos consideraron a la política exterior de Menem como de “alineamiento automático”, partiendo de una visión crítica de los postulados del realismo periférico, y exaltando sus perjuicios respecto de las posibilidades de formular una política exterior autónoma. Entre ellos, se encuentran Mario Rapoport, José Paradiso, Alfredo Rizzo Romano. Carlos Escudé sostuvo en cambio que a partir del gobierno de Menem se terminó con una política de “desalineamiento”, es decir, con el legado cultural de "sobredosis de confrontaciones" de gobiernos anteriores, incluido el de Alfonsín. Ver CARLOS ESCUDÉ , “La historia, la cultura política, los errores y las lecciones en las relaciones argentino-norteamericanas” en FELIPE DE LA BALZE Y EDUARDO ROCA (comp.), La Argentina y Estados


7Los hitos del “alineamiento” fueron, el envío de tropas al Golfo Pérsico en septiembre de 1990, la desactivación del proyecto misilístico Condor II, la ratificación del Tratado de Tlatelolco o de No Proliferación Nuclear, la firma en forma conjunta con Brasil del Acuerdo para el Uso Exclusivamente Pacífico de la Energía Nuclear y la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (ABACC), el retiro del Movimiento de No Alineados y la modificación de los votos argentinos en la ONU pueden comprenderse en el marco de estos objetivos7.

 El gobierno de Carlos Saúl Menem fue el período donde se firmaron la mayor cantidad de convenios entre la Argentina y los Estados Unidos. Estas tácticas de política exterior no pueden comprenderse en forma separada de una política económica orientada a obtener el visto bueno del Fondo Monetario Internacional y de la banca acreedora. Recordemos que los sucesivos planes económicos desde la asunción de Menem, en especial la aplicación del ajuste con paridad fija a partir de la Ley de Convertibilidad en 1991, se orientaron a responder a los condicionamientos de dichos organismos, lo que culminó en el ingreso al Plan Brady en 1992. Hay que agregar aquí que la nueva vinculación con los Estados Unidos no eliminó un rasgo que constituye una tendencia de largo plazo en la historia argentina: la competencia entre intereses asociados a distintas potencias por el predominio dentro del aparato económico y estatal.

Relaciones Peligrosas. Argentina y Estados Unidos

 El paradigma de las “relaciones carnales”8 no significó necesariamente un retroceso para los intereses económicos vinculados con la Unión Europea, como quedó demostrado en el proceso de privatización de las empresas públicas. Unidos: fundamentos de una nueva alianza, Asociación de Bancos de la República Argentina, Buenos Aires, 1997. Por otro lado, Roberto Russell consideró que no se trató de un “alineamiento automático”. Junto con Deborah Norden sostuvo que las "relaciones carnales" entre Argentina y los Estados Unidos no implicaron un "amor ciego", sino concesiones en algunas cuestiones de agenda e intentos de resistir las presiones norteamericanas respecto de otras cuestiones. Ver DEBORAH LEE NORDEN Y ROBERTO RUSSELL, The United States and Argentina: changing relations in a changing world, Routledge, United States of America, 2002, p. 73. 7 La Argentina aumentó sin duda el número de la coincidencia en sus votos con los Estados Unidos., por ejemplo, en las resoluciones respecto de la situación de los derechos humanos en Cuba, en las cuestiones referidas al desarme, la no proliferación nuclear respecto del problema del narcotráfico y las resoluciones de condena a las violaciones de derechos humanos en Irán. Para este tema ver FRANCISCO CORIGLIANO, “La dimensión multilateral de las relaciones entre Argentina y Estados Unidos durante de la década de 1990”: El ingreso al paradigma de “Relaciones Especiales”, en: ANDRÉS CISNEROS Y CARLOS ESCUDÉ (comp.) Historia de las Relaciones Exteriores de la República Argentina, Tomo XV Cap II, GEL, Buenos Aires, Argentina, p. 225-228 8 El concepto de “relaciones carnales” proviene de una frase pronunciada por el canciller Di Tella, que sostuvo “Nosotros queremos un amor carnal con los Estados Unidos, nos interesa porque podemos sacar un beneficio”. Diario Clarín, 9 de diciembre de 1990, p. 12.


8Más que la reedición de la “relación especial” de principios de siglo con Gran Bretaña pero esta vez con los Estados Unidos, lo que quedó configurado en esa década es una nueva “relación triangular”, en todo caso reedición de la de la segunda posguerra, donde los vértices están ocupados por los Estados Unidos y por los países de la Comunidad Económica Europea9.

 3.SECUENCIA DE LOS HECHOS Y PRINCIPALES DEBATES Justamente, la Guerra del Golfo se constituyó como un episodio paradigmático de la nueva orientación en política exterior, ya que, rompiendo con la tradicional neutralidad de la Argentina ante los conflictos que no la incluían directamente, el envío de tropas fue, ante todo, un acto que demostraba el apoyo a Washington. En el plano internacional inauguró el nuevo protagonismo de las Naciones Unidas y la reivindicación de la “ley internacional” como justificación jurídica de las intervenciones. Una de las consecuencias en el escenario latinoamericano fue que en 1991, en el documento conocido como Compromiso de Santiago, se modificó el principio de no-intervención incorporando la “acción colectiva en defensa de la democracia”. Por otra parte y con respecto a la Argentina, el envío de tropas al golfo fue el inicio de una mayor participación en los operativos de paz de la ONU, modificando también la función de las Fuerzas Armadas. En cuanto a su discurso legitimador, Argentina hizo propios los motivos y argumentos de la administración norteamericana. En el mes de agosto de 1990 se abrió la discusión en los círculos cercanos al presidente acerca del envío de tropas antes de que esto fuera requerido por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, evaluando básicamente el costo que tendría tal decisión. El canciller Cavallo había afirmado el día 9 de ese mes que la Argentina enviaría tropas sólo “dentro de un plan de la ONU”10. El propio presidente, el senador Eduardo Menem y el canciller Cavallo se mostraron dubitativos al respecto mientras ya se elaboraban las posiciones más 9 Para la relación triangular entre la Argentina, Estados Unidos y la Europa Comunitaria en la segunda posguerra ver RUBEN LAUFER Y CLAUDIO SPIGUEL, “Europa occidental en las relaciones internacionales argentinas del mundo bipolar, 1970-1990”, en Ciclos en la historia, la economía y la sociedad, N° 14-15, 1er. Semestre 1998. 10 DOMINGO CAVALLO dijo: “la Argentina no enviará un contingente por voluntad propia, pero sí en el marco de las Naciones Unidas si la ONU lo decide”, ver Página/12, Buenos Aires, 9 de agosto de 1990, p. 3.


9extremas -que se harían predominantes- donde se alegaba la necesidad del envío de tropas como “gesto” de alineamiento y acuerdo con los Estados Unidos11. Junto con esta última versión se hicieron dominantes los diagnósticos que remarcaban los supuestos “errores” de la política exterior argentina frente a este país durante la Segunda Guerra Mundial y también los supuestos “costos” que esto habría traído aparejados a diferencia de nuestro vecino Brasil12. La correspondencia epistolar con el presidente norteamericano, así como la entrevista de Domingo Cavallo con Hosni Mubarak, jefe de Estado de Egipto, parece haber tenido un rol importante en la adhesión a la posición norteamericana, que aún sin la aprobación de la ONU, dispondría la partida de tropas hacia la región en conflicto13. Luego de que el Ejecutivo diera a conocer su decisión de enviar dos buques -las naves “Spiro” y “Almirante Brown”, un destructor y una corbeta- el 17 de septiembre, rápidamente las voces opositoras provinieron tanto de la Unión Cívica Radical, como de algunos sectores del Partido Justicialista. El presidente y sus ministros justificaron la decisión de colaborar con “fuerzas de paz” apelando a la necesidad de integrarse a un nuevo panorama internacional de la posguerra fría que requería un “nuevo protagonismo” que restableciera la relación de la Argentina con los Estados Unidos, única superpotencia dominante, lo que permitiría una retribución concreta en beneficios materiales por parte de ese país. Este último supuesto fue incluso discutido por los intelectuales vinculados al oficialismo14. El canciller Cavallo sostuvo que: 11 Ver FRANCISCO CORIGLIANO, “La dimensión bilateral de las relaciones entre Argentina y Estados Unidos durante de la década de 1990”: El ingreso al paradigma de “Relaciones Especiales”, en: ANDRÉS CISNEROS Y CARLOS ESCUDÉ (comp.) Historia de las Relaciones Exteriores de la República Argentina,Tomo XV Cap I, Buenos Aires, GEL, 2000, p. 22. 12 La adopción de tales tesis es parte de la reflexión que se realiza en este artículo. El alineamiento se justificó en la teoría del “realismo periférico” de Carlos Escudé a la que haremos referencia más adelante. A su vez, ésta se basó en una interpretación de la “declinación argentina”. Los principales trabajos desde esta posición son los de Carlos Escudé, Carlos Díaz Alejandro, y entre quienes polemizaron con ella se encuentran Mario Rapoport, Amado L. Cervo, Raúl Bernal-Meza, Atilio Borón, etc. Ver estos debates también en RAÚL BERNAL-MEZA,América Latina en el mundo. El pensamiento latinoamericano y la teoría de las relaciones internacionales, Buenos Aires, Ed. Nuevo Hacer GEL, 2005, p. 323. 13 CORIGLIANO, “La dimensión bilateral...”, op. cit., p. 23. 14 No solamente la oposición insistió en que la decisión de enviar tropas no traería ningún rédito económico, sino que también Carlos Escudé, principal ideólogo de la nueva orientación de la cancillería relativizó los beneficios económicos a obtener en este caso, aunque resaltaba la importancia del envío como favor simbólico a los Estados Unidos. Ver CARLOS ESCUDÉ, “La crisis del Golfo y la Segunda Guerra Mundial”, La Nación, Buenos Aires, 6 de octubre de 1990, p. 7.


10 si la Argentina quiere participar de los beneficios del proceso de gestación de un nuevo mundo de paz y progreso, debe asumir las responsabilidades. Frente a la actitud del régimen de Bagdad, la indiferencia implica atraso y aislamiento15. Al mismo tiempo, en el informe al Poder Legislativo, el canciller y el Ministro de Defensa Humberto Romero explicaron que no se requería el aval de las Cámaras “porque no se trataba de una intervención bélica sino de una acción disuasoria a través del bloqueo económico”16. En respuesta, en el Senado existieron dos proyectos de declaración, uno proveniente del bloque radical y otro del justicialista. El primero de ellos, presentado por el senador Solari Yrigoyen “condenaba” principalmente el envío de tropas y luego la falta de consulta al Legislativo17. El segundo, en cambio, se refería únicamente a este último aspecto, “lamentando” la adopción de la decisión sin el respaldo del Congreso de la Nación. Ambos coincidían en denunciar el accionar de Irak en la región18. Sólo cinco de los senadores justicialistas defendieron la decisión del Poder Ejecutivo19.

 El resto de ellos, mantuvo una fuerte discusión con el Ministro de Defensa, Humberto Romero y con el canciller. En la primera de las sesiones donde se intentó tratar dichos proyectos, el justicialismo estuvo ausente –lo que provoco la falta de quórum-, elemento que demostró las divergentes posiciones al interior de dicho bloque. Era difícil defender la actitud del Presidente, pero al mismo tiempo no estaban dispuestos a criticarla en público sin reunirse antes con Domingo Cavallo. Luego de la reunión con el canciller Cavallo, la mayoría de los senadores justicialistas modificaron su posición y apoyaron la decisión de enviar tropas. Para el 27 15 “Fuerzas argentinas intervendrán en el bloqueo militar contra Irak”, La Nación, Buenos Aires, 19 de septiembre de 1990, p. 1. 16 “El informe del PE a diputados y senadores”, La Nación, Buenos Aires, 19 de septiembre de 1990, p. 3. 17 El proyecto de declaración fue firmado por Hipólito Solari Yrigoyen, Luis Brasesco, Ricardo Lafferriere, Juan Trilla, Mario Losada, Adolfo Gass, Margarita Malharro de Torres, Edison Otero, Edgardo Grosso, José Genoud, Conrado Storani, Hector Velazquez, Faustino Mazzucco. Además de condenar el envío, el tercer punto proponía: “deplorar tanto el abandono de una conducta internacional históricamente asumida por nuestro país, a favor de la solución pacífica de las controversias como la subordinación del interés nacional a estrategias de alineamiento en el orden mundial, que quiebran la posición de independencia sostenida desde la recuperación de la democracia” Diario de Sesiones, Honorable Cámara de Senadores de la Nación, 20/21 de septiembre de 1990, p. 3749. 18 Este proyecto fue firmado por Alberto Rodríguez Saá, Carlos Snopek, Olijela del Valle Rivas, César Mac Karthy, Pedro Conchez, Rogelio Nieves, Eduardo Vaca, Leopoldo Bravo, Elías Sapag y Eduardo Posleman. Diario de Sesiones Honorable Cámara de Senadores de la Nación, 20/21 de septiembre de 1990, p. 3751. 19Diario La Nación 20 de septiembre de 1990. Los senadores que apoyaron fueron Liliana Gurdulich de Correa, Luis Rubeo, Eduardo Menem, José Figueroa y Juan Carlos Romero. 

Cuando llegara la justicia por esta desmesurada participación en este conflicto que al día de hoy 29 años que nadie pone la cara para dar una repuesta. Cansado de pedir a todo Diputado o Senador que saquen la cara y por lo menos contesten por si o por no,,,, por que saben que esta todo escrito y es critico en este momento de incertidumbre hacer una ley .