4/1/16

“ARABIA SAUDITA HACE ARDER EL GOLFO”




Cómo la ejecución de un clérigo saudita de la rama chiita, busca mantener e incluso aún, acrecentar la inestabilidad regional



EL mundo árabe-islámico no para sufrir las más execrables y desvergonzadas afrentas contra la integridad de sus integrantes que cabe recordar, también son seres humanos. La ejecución por parte de Arabia Saudita del jeque chiita Nimr Baqir Al Nimr parece ser una provocación más del apostata y colaborador gobierno de la Casa real Saud, inclinada de constante a los intereses de Washington y Tel Aviv.


La ejecución de éste líder saudita de la rama chiita, ha levantado una amplia condena no solo dentro del mismo reino sino también fronteras afuera. Desde Bahrein a Yemen, Irán, Iraq, Pakistán, Sudán y demás países del noreste de África, los musulmanes chiitas en especial y los musulmanes en general han levantado la voz de condena con éste régimen cruel que además de éstas prácticas arbitrarias e injustas, colabora con los poderes occidentales al llevar la muerte a los árabes vecinos.


Para algunos, esta ejecución persigue otras finalidades más allá de la penalidad de delitos completamente falsos. En resumen lo que se estaría buscando sería, el mantener o incluso agudizar la brecha confesional entre sunitas y chiitas dentro del mundo islámico, objetivo que ha venido siendo tarea incesante de las operaciones de la CIA y sus colegas israelíes siendo “Al Qaeda” y el “Daesh” sus obras más ambiciosas para tal fin. Incluso se especula, que se busca la polarización total de las relaciones entre Irán y Arabia Saudita facilitando aún más, el enturbiamiento de la ya de por sí nebulosa atmosfera regional.


Los argumentos que expuestos por Riad fue, que su ejecución se dio por cargos de desobediencia armada y terrorismo, siendo éstos cargos sobredimensionados y exagerados, lo que demuestra la total falta de las mínimas garantías de imparcialidad, del derecho de defensa y posibilidad de ser oído ante una instancia superior mediante un recurso. Como lo han señalado varios expertos, este tipo de prosecuciones y condenas son claramente incongruentes con las acciones del mismo gobierno que –y con sobradas pruebas-, viene promoviendo la violencia armada en Siria e Iraq, mediante su vergonzosa cooperación con los planes que orquestan EEUU, la UE e Israel. Lo cierto era que el clérigo chiita era una voz muy molesta para las conciencias de quienes se dicen musulmanes pero que poco tienen de tales, al fomentar la muerte y el caos contra otros musulmanes.


La interpretación de la “Sharia” –ley islámica- por parte del régimen saudita dentro de las prácticas que hacen al impartir justicia respetando los mandatos de Dios (Adl), han venido siendo muy criticadas desde varios sectores de la Umma –Comunidad Islámica- y de eruditos islámicos tanto suníes como chiíes.


Lamentablemente, la ley sagrada se ha mezclado con los intereses políticos y con los manejos espurios y ajenos a los reales propósitos que se dirige a reglar, poniendo en evidencia que, por éstas interpretaciones que van contra la “Suna” –tradición- está siendo desvirtuada, por un régimen corrupto y amoral.



Este hecho tuvo su inmediata reacción política desde Irán, cuando tras conocerse la ejecución, desde el gobierno se convoco al representante saudita en Teherán para una entrevista urgente. La medida que obviamente no fue del agrado del gobierno saudita, quien para devolver gentilezas, tomo sus propias medidas al llamar inmediatamente al embajador iraní en Riad.


Esto viene a empeorar las flacas relaciones entre ambas partes, que se ven claramente enfrentadas en la situación bélica que se desarrolla en la región del Levante entre Siria e Iraq y la que sacude al Yemen y que además, tiene como corolario, la entelequia del “Daesh”, una creación de las agencias de inteligencia estadounidenses que sorpresiva y muy convenientemente ya había aparecido dentro del Yemen. Precisamente, este era uno de los temas que denunciaba abiertamente Al Nimr y que, como hombre político, no solo denunciaba a los cuatro vientos estas connivencias del gobierno real, sino que además puso en duda las cercanas y oscuras relaciones que mantiene con gobiernos como el norteamericano, el francés y el israelí.


Por lo pronto hay recordar que Riad y en particular el régimen monárquico de los “Al Saud” no han sido observados, criticados o de alguna manera emplazados por Naciones Unidas a respetar los principios de la Carta orgánica en la cual, se reconocen derechos y las garantías inherentes que todo ser humano –y en apariencias sin distinciones- tiene no solo por su condición de tal, sino por ser Arabia Saudita, un miembro más de la organización internacional.


Tampoco se ha visto y dudamos mucho que lo veamos, condena o emplazamientos desde Washington o de la Unión Europea dado que, el reino es un cercano y estratégico aliado para la geopolítica regional que hoy por hoy, EEUU y sus aliados –entre ellos Israel-despliegan a razón de brutalidad, destrucción y muerte.


Para la vista de la opinión pública se trata de una nueva muestra de la impunidad de la que goza una monarquía opulenta sustentada por los petrodólares que brotan a borbotones de sus miles de pozos en la región; para otros, el accionar de una torcida interpretación del Islam –dado que el Wahabismo no es una doctrina sino una costumbre tribal- y seguramente para Al Nimr como religioso chiita, su muerte fue el resultado de una obligación, la que enseña la corriente chiita especialmente inspirada en el martirio del “Imán Hussein” (PB), en la cual, en el camino por preservar al Islam de cualquier amenaza, el precio de luchar por la verdad si es necesario, debe ser hasta el martirio.

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