21/8/15

LA NUEVA FLOTA ARGENTINA ¿RUSA?



No es una noticia para nadie, al menos de quienes forman parte de la vida institucional del país y de sus fuerzas armadas, que la Armada como fuerza no existe. Considerando las proporciones del litoral marítimo y de los intereses que el mismo representa para la nación, las existencias en las bases navales del país solo se limitan a un par de unidades que además, tienen problemas de repuestos.

Durante décadas, la Armada había venido degradándose en sus capacidades operativas en parte, por el embargo trabado tras la guerra por Malvinas y por las claras implicancias de Londres con los intereses políticos económicos nativos que reposan en el país. Tanto apretaron la horca sobre las FFAA, que varios políticos argumentaban disparatadamente que había que disolverlas para quedar bajo el “paraguas de la OTAN”; una sandez esgrimida en algún momento por el ex jefe de la SIDE memenista Miguel A. Toma.

La realidad internacional actual prueba que de haber seguido este tipo de consejos, Argentina sería la vaca echada y regordeta de la cual se saciarían sin obstáculos, cualquier potencia de ultramar, en especial Inglaterra.

Pero la historia reivindica el dicho “somos hijos del rigor”, ya que hasta que no se toca fondo, los habitantes y sus políticos no caen en cuentas hasta que todo está incendiado. En ésta última etapa con el gobierno de Cristina Fernández, la presidente ha seguido con aquella misma tendencia hasta que y por efecto de los bruscos cambios que se comenzaron a ver en la geopolítica internacional, giró el timón en una brusca maniobra por pretender emendar lo que en la realidad de los hechos, tomaría dos décadas y ello es, recomponer las Fuerzas Armadas.

¿Pero de que recomposición se puede hablar si vemos a las tropas del ejército cada vez más reducidas y sin novedades armamentísticas? Es cierto, que no se han visualizado mejoras superlativas en la operatividad de las fuerzas terrestres y menos aún de la Fuerza Aérea, solo detectándose algunos curiosos y discretos movimientos en el área de la Armada.

Los últimos lineamientos del gobierno, se han venido comprometiendo con los complicados intereses geoestratégicos de algunos de los actores más relevantes de la realidad internacional. En el caso concreto y en el marco del álgido conflicto entre los “Buitres” y la señora presidente, no ha encontrado mejor forma de tratar de contra restar posibles amenazas a la integridad territorial que acercarse atolondradamente a China y Rusia. Debe quedar en claro, que la idea no está errada pero lo que sí es muy discutible, es la forma y los tiempos elegidos para llevarlo adelante.

Se hace muy legítimo e inteligente acudir a otros mercados para rearmar nuestra flota. Reconocer que Washington y Londres no buscan lo mejor para la Argentina, menos en lo que refiere a su defensa, es un paso importante para comenzar a caminar. Pero esto se debe llevar paso a paso, algo que en los tiempos de la política no pueden ser apresurados y menos aun, improvisados.

Apenas hace un mes, una comisión naval fue despachada a Moscú para –según esos serían los planes- regresar embarcados en navíos de fabricación rusa, lo que de por sí, despierta varias preguntas: ¿Qué tipo de buques son los que llegaran a los puertos navales argentinos? Y además ¿Llegarán vacíos o con asesores militares rusos?

Para algunas fuentes, lo que llegara será una dotación de cuatro buques multipropósito para tareas en el Atlántico sur en la zona antártica, que no representan ninguna amenaza para la flota británica en Malvinas. Estos viejos buques rusos vendrían a reemplazar a los remolcadores americanos usados en la Antártida.

 Para otros, los buques serían de clase “Slava” que tienen son naves de combate con una capacidad ofensiva temible. Esta última opción es claramente imposible porque el gobierno argentino no se arriesgara a provocar a los británicos que necesitan la más mínima excusa para lanzar una represalia diplomática y de ser necesaria, una de carácter militar.

Como dice el dicho “los discursos son para la gilada” y en esa prédica, la presidente vende con las palabras una cosa que en los hechos son otras.

Igualmente la presidente no tiene un pelo de tonta y los llamados buques multipropósito –que a la vista, son viejos, feos y sin armamento- pueden ser muy buenos transportadores de una interesante carga que puede llegar a levantar comentarios y crear posibles controversias tanto internas como externas.

Concluyendo, si los buques que se traen son estos vetustos que no tienen ningún propósito para la defensa naval, la flota argentina seguirá en las mismas condiciones.

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