20/8/15

¿IRÁN SE ASOMA COMO EL NUEVO REGENTE EN EL GOLFO PÉRSICO?



Desde finales del año pasado, se estaban advirtiendo cambios radicales en la región y en especial, en lo que hacía a las inexistentes relaciones de Washington y Teherán que comenzaban a restablecerse por el asunto “Daesh” en Iraq. Igualmente y sin dejar los recelos y la desconfianza estadounidenses e iraníes debían cruzarse frente a frente en el Aeropuerto de Bagdad cuando los primeros contingentes militares llegaban para asesorar al endeble gobierno de Al Maliki.

Más allá de la entidad y el origen del “Estado islámico”, la intervención de Irán en la escena, puso los cabellos de punta tanto a los árabes sunies iraquíes como a los israelíes que no podían dar crédito a lo que estaban viendo, “Teherán colaboraba con Washington”. Con esto, las de por si tensas relaciones entre Tel Aviv y La Casa Blanca se ponían más rígidas e intransigentes sin que a Barack Obama le afectaran las presiones de los grupos de presión judíos como son AIPAC y CJA que tienen como caja de resonancia en el Congreso a los más recalcitrantes sectores neoconservadores y sionistas sin distinciones entre republicanos o demócratas.

Y una cosa dio lugar a la otra. Con el acuerdo tácito para que las fuerzas iraníes de “Al Quds” penetraran en Iraq para apoyar al gobierno colaboracionista de EEUU, los iraníes no dejarían pasar la oportunidad para iniciar conversaciones claras y abiertas con la Casa Blanca para culminar con las sanciones comerciales y las constantes amenazas que se venían cerniendo sobre la república Islámica. Si los estadounidenses querían que Irán se hiciera cargo de este problema, tendrían que pagar por ello. En este sentido, era claro que se aplicaba el dicho “una mano lava la otra”.

Para cuando comenzaron las conversaciones, las protestas de los sectores pro-israelies comenzaron a arreciar y cuando ello no pareció bastar, Tel Aviv saltó a escena mostrando su verdadera cara que ante la ignominia de la Casa Blanca, trató de sembrar la discordia y la desconfianza entre las partes. Para Israel y en especial para B. Netanyahu era un momento crucial. Se aproximaban las elecciones y la lucha política interna se veía sazonada con elementos externos como eran, el entendimiento al que estaba llegando Washington con los iraníes, el asunto “Estado Islámico” en la región, la situación del tema palestino y los crímenes cometidos en Gaza que habían trascendido las fronteras de aquel “ghetto a cielo abierto” y la consiguiente condena mundial.

La polarización que se produjo entre la izquierda israelí y los sectores de la derecha que encabezaba Netanyahu , llevo a que se argumentaran los spots mediáticos más ingeniosos. Uno de ellos mostraba a un grupo de “yijadistas del EI” que con sus ropas distintivas, fusiles AK-47 y montados en una camioneta “Dakota” llegaban a las afueras de Tel Aviv y no sabiendo que camino tenían que tomar, le preguntan a un israelí que pasaba por allí “cómo llegamos a Tel Aviv” y éste les señala el camino. Era una propaganda de la derecha para sugerir que la izquierda les abriría las puertas a aquella amenaza islamista. Las mismas ironías y acusaciones maliciosas se producían con el tema de Irán y su caricatura del “malvado del mundo”.

Recordemos que Netanyahu fue a comienzos de año al Congreso norteamericano con la intensión de malograr las conversaciones, lanzando una arenga anti iraní en la cual no faltaron todo tipo de acusaciones, epítetos y las tan gastadas argumentaciones sobre el antisemitismo.

A pesar de toda la presión, amenazas y gestiones impulsadas por Tel Aviv para distorsionar las conversaciones, La Casa Blanca y Teherán lograban llegar a un primer entendimiento mediante un memorando que sentara las bases de un acuerdo que comienza a mostrar sus primeros frutos en estos días. El levantamiento parcial de los obstáculos comerciales y el restablecimiento de los contactos con su vecino ruso, comenzó a desesperar aún más a Israel, quien ya a mediados del año pasado cuando se rumoreaba que se entregarían los portentosos sistemas S-300 a Irán, llevó a que Netanyahu corriera al teléfono y llamara a su par ruso para pedirle explicaciones ante lo cual Vladimir Putin le respondió “explicaciones… ¿de qué?” Obviamente, que amenazar como acostumbraba “Bibi” no daría los resultados esperados.

Tan enfurecidos como los israelíes estaban los sauditas, quienes habían vendió siendo la pata árabe de la alianza de Washington en la región y que con la nueva realidad de un Irán blanqueado, comenzaron a sentir que el tratamiento privilegiado del que habían venido gozando, se trasladaba a su archi enemigo chiita.

Pero con el paso de las semanas y ante la imperante realidad, el Consejo de Cooperación del Golfo liderado por Arabia Saudita y Turquía debieron ajustarse a estas circunstancias y mordiéndose los dedos debieron dar la bienvenida a Teherán.

A esto hay que sumar que Riad se halla aún enfrascada en una guerra con Yemen que fue alentada por los cantos de sirena de Washington quien con augurios de que pasaría a ser el gendarme de la región en previsión de un pronto retiro de fuerzas, terminó en una bochornosa paliza de los pobres pero gallardos “Huties”, quienes, cabe recordar, acusan a EEUU e Israel por la agresión abierta por su vecino del norte.

Y si el escenario se presentaba negro para las aspiraciones de Tel Aviv, pronto se toparían con las malas nuevas que se referían a las tratativas diplomáticas entre Ankara y Teherán para comenzar a fijar puntos de mediación en las luchas que estaban llevando adelante las bandas mercenarias que azotan Siria y que EEUU denomina como “rebeldes moderados”. Con ello, los asesores militares iraníes e incluso grandes números de tropas se hallan presentes a pocos kilómetros de Israel demostrando que, el uso táctico de infiltrar mercenarios en Siria para tratar de derruirlo como estado, puede llegar a ser contraproducente.

Hoy por hoy, las aspiraciones de Washington por derrocar al gobierno de Bachar Al Assad se han abortado. Prueba de ello ha sido los giros de la Casa Blanca no solo con Irán sino también las desautorizaciones que se realizaron a funcionarios como Ashton Carter que, por sobre los lineamientos del presidente Obama, buscaron hacer la suya con Turquía, algo que quedo patente a mediados del mes de julio con la ofensiva turca sobre los kurdos en el norte de Siria e Irak. Tan pronto ocurrió ello y tras haberse filtrado que Carter le había hecho promesas imposibles de cumplir y no autorizadas al primer ministro turco, el mismo Barack Obama llamó a Carter a su despacho para desautorizarle.
Aparentemente, la intensión de Ashton Carter había estado en combinación con los intereses de Tel Aviv en búsqueda de ampliar y complejizar el escenario donde las fuerzas chiitas iraquíes y de la Guardia Revolucionaria iraní estaban operando. El único efecto logrado con esto, fue que los kurdos en Turquía comenzaran a plegarse al PKK y con ello comenzaron a verse cruentos atentados y asesinatos de funcionarios turcos.

Ante esta situación de revulsión que se aproxima peligrosamente a las fronteras iraníes, Teherán a sabiendas que hay un enemigo agazapado, no duda en fortalecer sus defensas cerrando los acuerdos con Rusia para la adquisición de los poderosos sistemas anti aéreos S-300 que blindarían los cielos de Irán. Con estos sistemas de misiles en suelo iraní, las chances de que una operación táctica montada por Tel Aviv para agredir al país se reducían sensiblemente.

Lo cierto es que y por efecto de lo que se trató de crear en Siria y por la instalación de aquel “Califato” en Mosul, Irán se ha visto favorecido y hoy por hoy, tras el acuerdo nuclear con EEUU, puede moverse por la región para auxiliar de las más variadas formas a sus aliados en Damasco.

Pepe Beru.

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